Suite Habana Suite Habana nos narra de manera lineal el transcurrir de un día en La Habana, permitiéndonos observar una variedad de personajes de diferentes generaciones en la cotidianidad de sus vidas. El relato de sus vidas no es transmitido por el montaje y por los diferentes planos y miradas, pues deja de lado recursos más tradicionales como la entrevista o la voz en off. Su estilo se vale de la observación y la contemplación para sumergirnos en la atmosfera caribeña y el estilo de vida humilde y pasivo de los habitantes de la ciudad. El transcurso en el día a día de los personajes se ve acompasado por elementos propios de su entorno que nos permiten distinguir el paso del tiempo. El faro casi como otro protagonista que nos insinúa la búsqueda del rumbo en un mar de tribulaciones, la estatua sentada en la banca como un momento del tiempo congelado, como la pausa en las vidas de quienes viven en Cuba. El uso de la cámara apostada en la distancia en algunas ocasiones, permite al espectador observar la vida y el entorno de estos personajes cómo sin ser notado, dejando fluir la naturalidad del momento y la espontaneidad de la acción; la mujer gritando “Giovanni” en el balcón o los hombres coqueteando a las mujeres que pasan por la calle. A pesar de contar varias historias de manera paralela, Suite Habana bien podría clasificarse dentro de una estructura narrativa más clásica que se entiende desde su organización cronológica lineal, eso sí, la disposición de otros elementos como la ausencia de voces dan la libertad al espectador para formarse todo un concepto de manera más subjetiva. El espacio y su relación con el tiempo es consecuente con lo que nos plantea la historia, la luz en el ambiente y las acciones de los personajes como cuando descansan a comer, nos sitúa de manera correcta en el tiempo, sin importar el paralelo entre las historias entendemos que se están desarrollando a un mismo tiempo. El documental también permite acercarse a la intimidad de los personajes y a la relación consigo mismos; en la tranquilidad de su hogar podemos ver como se afeitan, ven televisión o simplemente comen. La disposición de algunos elementos pueden ser vistos como alusiones políticas o intentos, bastante sutiles, de transmitir algún mensaje; un payaso y una niña sosteniendo una bandera cubana mientras un avión levanta vuelo y parte de la isla o un hombre trabajando en las vías del tren mientras la maquina pasa sus espaldas. A pesar de algunos de esos pequeños detalles el documental se nos presenta calmo y contemplativo, funcionando incluso en algunas ocasiones como una especie de sinfonía de espacio. El sonido de igual manera es sereno y sin sobresaltos, muy similar a como deben ser las vidas de estas personas. Los efectos mesurados y las voces lejanas hacen percibir la pieza como quien pasea por las calles de esta ciudad mirando de un lado y otro disfrutando simplemente del paisaje, sin concentrarse en las personas que encuentra a su paso. Cierta similitud guarda el documental al no destacar por encima de los demás a ningún personaje. Finalmente al caer la noche el documental cambia un poco su ritmo y nos permite ver otra faceta de los personajes que a pesar de todos siguen siendo isleños de sangre caliente. Pero a pesar de todo, las luces, el movimiento y por supuesto el faro se ven enfrentados a la tormenta y al frío, a un nuevo día que trae consigo más de lo mismo, un mundo de oportunidades reducidas que parece indicar que a Francisquito le espera una vida muy similar a la de Norma. El documental cierra mostrándonos una breve sinopsis de la vida de los personajes tratados y de sus sueños, acompañado de una música pausada y de una unos colores estilo sepia, adquiere un tono melodramático que no compagina con el resto del documental aunque permite conocer un poco más de los personajes. Edwin Dávila Bolívar Comuniación Audiovisual y Multimedial 2012 - 01