2 Geografía humana Alumno:__________________________________ Curso: 2011/12 1 Índice _ Tema 1: Volumen y distribución espacial de la población ............................................ 3 Tema 2. Regímenes demográficos. ................................................................................ 8 Tema 3. Migraciones exteriores. .................................................................................. 10 Tema 4. Migraciones interiores .................................................................................... 13 Tema 5. Evolución histórica de las migraciones interiores .......................................... 15 Tema 6. Estructura de la población (I): sexo y edad. ................................................... 17 Tema 7: Estructura de la población (II). Estructura económica de la población: actividad económica y sectores ...................................................................... 20 Tema 8. Dinámica de la población española: Natalidad y fecundidad y mortalidad. .. 23 Tema 9. Población. Problemática actual y perspectivas de futuro. .............................. 30 Tema 10. El proceso de urbanización en España. Principales etapas, características y problemas. ...................................................................................................... 32 Práctico. Mapa aglomeraciones urbanas ...................................................................... 35 COMENTARIO DE PLANOS URBANOS. ............................................................... 39 Comentario. Plano de Barcelona .................................................................................. 51 Comentario. Plano de Toledo ....................................................................................... 52 Mapas y documentos .................................................................................................... 58 2 Tema 1: Volumen y distribución espacial de la población A. Volumen de población La población española supera actualmente los 46,16 millones de personas. Esta cifra es la mayor de su historia, y se sitúa muy por encima de los apenas 18 millones de españoles con los que comenzó el siglo XX. Ese gran aumento de la población no es consecuencia de un crecimiento puntual, sino que se debe a una evolución constante a lo largo de todo el siglo pasado y comienzos del presente. La población creció en todas las décadas del siglo, a pesar de que algunos acontecimientos, como la gran epidemia de gripe española de 1918 o la Guerra Civil (1936-1939), supusieron pérdidas puntuales de población muy cuantiosas. Esto no quiere decir que el ritmo de crecimiento no haya sido constante, ya que en esta etapa ha habido: (Ver Documento 001) Períodos de crecimiento débil (tasa de crecimiento anual <5‰): las décadas de los ochenta y los noventa del siglo XX. Períodos de crecimiento moderado (tasa de crecimiento anual 5‰-10‰): los primeros veinte años del siglo XX y el período comprendido entre 1930 y 1960. Períodos de crecimiento intenso (tasa de crecimiento anual >10‰): la década de los veinte y las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX; y, muy especialmente, los primeros años del siglo XXI. Un análisis general del crecimiento de la población y de sus componentes nos dice que España ha alcanzado un importante volumen de población que la sitúa entre los grandes países europeos. Nuestro país ocupa el quinto puesto en población, por detrás de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia y un poco por delante de Polonia, que es el último de los países poblacionalmente importantes. Esto significa que casi una décima parte de los 500 millones de habitantes que hoy en día constituyen la Unión Europea son españoles, a pesar de que las dos últimas ampliaciones han hecho que España pierda peso porcentual en el conjunto. Aun así, es el país que mejor se ha mantenido ante la nueva situación, dado que en los últimos años su crecimiento es mayor que el de la media europea. (Ver Documento 002) B. Distribución espacial B.1. Volumen absoluto La población española no se asienta de forma homogénea en el territorio, sino que presenta fuertes contrastes en su distribución, Frente a espacios de gran concentración humana como son las ciudades (en particular las grandes áreas metropolitanas) y las zonas litorales, encontramos otros con poblamiento muy débil (áreas de montaña, zonas áridas, etc.). Las causas que explican esta distribución son complejas, ya que entran en juego factores de orden natural (relieve, clima, hidrografía...) e histórico (fundación de ciudades, rutas comerciales, capitalidad administrativa, industrialización, desarrollo turístico, etc.), que en combinación han configurado una determinada manera de ocupar el espacio. (Ver Documento 003) En el mapa de volumen de población por provincias se puede apreciar muy bien la diferencia entre las provincias con mayor número de habitantes (Madrid con 6 millones y Barcelona con 5,3 millones) y otras cuya población apenas supera los 100 000 habitantes (Teruel, Segovia...), o ni siquiera llegan a esa cifra (Soria, con 93000 habitantes, era la provincia menos poblada en 2007). Estas diferencias en la ocupación 3 del espacio han aumentado fuertemente a lo largo de los últimos 100 años. Casi una cuarta parte de las provincias españolas cuentan hoy en día con menos habitantes de los que tenían a principios del siglo pasado, mientras que otras han multiplicado hasta ocho veces su población. En 1900, la provincia más poblada (Barcelona) era solo 11 veces mayor que la menos habitada (Álava), mientras que hoy en día por cada soriano hay 65 residentes en Madrid. Este ejemplo es indicativo del aumento de las disparidad en la ocupación territorial que ha vivido España en la última centuria, A pesar de esta tendencia, en los primeros años del siglo XX el incremento de las desigualdades parece haberse atenuado ligeramente, ya que, aunque las provincias más pobladas siguen creciendo por encima de la media, son pocas las que registran pérdidas netas de habitantes. Esta situación contrasta con la que se produjo en las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo (momento en el que las desigualdades territoriales se agudizaron), en las que casi la mitad de las provincias registraban pérdidas poblacionales. En general (con la excepción de Madrid y de algunas provincias con áreas metropolitanas regionales: Sevilla, Zaragoza, Valladolid...) se puede afirmar que la población se asienta mayoritariamente en las áreas costeras de la Península y en los archipiélagos. Esta localización periférica responde a una especie de centrifugación de la población española, ya que, desde el siglo XVIII hasta la actualidad, las áreas litorales han crecido con mayor rapidez que las del interior. B.2. Densidad de población El mapa de densidad poblacional permite observar mejor este contraste entre el centro y la periferia. En él se aprecia que prácticamente todas las provincias costeras tienen una densidad poblacional superior a los 100 hab/km2, mientras que en el interior peninsular son mayoría las que se encuentran por debajo de los 50 hab/km2, e incluso muchas de ellas no llegan a 25 hab/km2 (Soria o Teruel cuentan con 9,1 y 9,7 hab/km2 respectivamente). (Ver Documento 005) En el extremo contrario —y a pesar de su posición interior— Madrid (758hab/km2) es la provincia española con mayor densidad (solo superada por las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla). Le siguen algunas provincias costeras como Barcelona (690 hab/km2), Vizcaya (514 hab/km2) o Guipúzcoa (364 hab/km2). Por lo tanto, como conclusión, se puede decir que España tiene grandes desequilibrios espaciales en la distribución de su población. Las mayores concentraciones se producen en la región urbana de Madrid, la costa mediterránea, la cornisa cantábrica, la costa atlántica gallega y los dos archipiélagos. Por su parte, los grandes vacíos se encuentran en ambas Castillas, Extremadura, Aragón (salvo Zaragoza) y la Galicia interior. 4 Práctico 001 Comentario del mapa de densidad de población por provincias (2007) del Documento 003 El mapa de densidad poblacional de España por provincias en 2007 refleja la desigual distribución de los habitantes sobre el territorio. A primer a vista, se aprecia una mayor concentración de población en las provincias periféricas, especialmente en las costeras, y en ambos archipiélagos; y un cierto vacío en el centro peninsular. Concretamente, es posible identificar dos áreas bien diferenciadas: 1. Las provincias más densamente pobladas son las periféricas, en especial las litorales. En la costa mediterránea destaca Barcelona, con una densidad superior a 500hah/km2, seguida de un gran arco que parte de Murcia y pasando por Alicante y Valencia alcanza Tarragona y Girona, al sur y norte respectivamente de Barcelona. Este espacio costero se complementa con las Islas Baleares, formando un ámbito litoral de densidades situadas entre l00 y 500 hab/km2. En el Sur, encontramos un núcleo de provincias, en torno al Estrecho de Gibraltar, formado por Málaga, Cádiz y Sevilla, que junto a las dos ciudades autónomas del norte de África (Ceuta y Melilla) pertenecen a ese grupo de las altas densidades. Por debajo de ellas (entre 50 y 100 hah/km2), encontramos las provincias de Castellón, Almería y Granada, que parecen sumarse a la dinámica positiva propia del litoral mediterráneo. Con respecto a la costa norte atlántica y cantábrica, destaca Vizcaya —única provincia que sobrepasa los 500 hah/km2— y, en un escalón inferior, Guipúzcoa, Álava (periférica, a pesar de no ser litoral), Cantabria, Asturias, A Coruña y Pontevedra. Por su parte, las Islas Canarias pertenecen igualmente al grupo de provincias con densidades claramente superiores a la media. En el interior peninsular la única provincia con alta densidad es Madrid y, en un nivel medio-alto, Valladolid, que ejerce de pequeño centro político-económico regional y la zona del Valle del Ebro con Zaragoza, Navarra y La Rioja, cuya 5 situación geográfica hace de pasillo o nexo de unión entre el litoral mediterráneo y el cantábrico. 2. Las provincias con menor densidad de población son, generalmente, las interiores, con excepción hecha de las que se acaban de citar. Se localizan, sobre todo, en las dos Castillas, Aragón, Extremadura y las provincias orientales de Galicia: Orense y Lugo. Esta última, a pesar de ser costera, presenta un comportamiento más parecido al de las provincias interiores, al igual que ocurre en Andalucía con el caso de Huelva. 6 El crecimiento de la población en los distintos regímenes demográficos, según el modelo de Sauvy. (Adaptado) 7 Tema 2. Regímenes demográficos. En la evolución del movimiento natural de la población española (natalidad y mortalidad), se distinguen diversas etapas o regímenes demográficos, son: el régimen demográfico antiguo, la transición demográfica y el moderno. El paso de unas etapas a otras se ha producido con retraso respecto a otros países europeos. A: RÉGIMEN DEMOGRÁFICO ANTIGUO (hasta principios del XX). Se caracteriza por altas tasas de natalidad y mortalidad y crecimiento natural bajo. La alta natalidad se debe 1) al predominio de una economía y una sociedad rurales, los hijos eran mano de obra, 2) y la inexistencia de sistemas eficaces de controlar los nacimientos. La mortalidad era alta y oscilante, aunque desde la década de 1870 experimenta un ligero descenso. Las causas: a) el bajo nivel de vida y las precarias condiciones médicas y sanitarias. b) Dieta alimenticia baja (debido a la baja productividad agraria) y desequilibrada por falta de proteínas (pan alimento básico y escaseaban la carne, leche y huevos). La mayoría estaba malnutrida, debilitada y propensa a la enfermedad. c) Enfermedades infecciosas (tuberculosis y del aparato digestivo), favorecidas por el atraso de la medicina, tardío establecimiento de servicios públicos de higiene (agua potable, alcantarillado, recogida de basuras, etc.). d) Además influye la existencia de momentos de mortalidad catastrófica, causada por epidemias, guerras y malas cosechas de cereales. B. TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA (1900-1975), Sus características son: el suave descenso de la natalidad, el descenso de la mortalidad y en consecuencia el elevado crecimiento natural. a) La natalidad descendió de forma suave y discontinua, relacionados con los acontecimientos históricos: 1) crisis económica de 1929 y la inestabilidad política de la Segunda República; 2) la Guerra Civil y la Posguerra (1936-39 y 1940-1955), el exilio de miles de personas, las dificultades económicas agravadas por el bloqueo internacional; 3) y los años finales del desarrollismo (1965-1975), con las migraciones del campo a la ciudad que trajo consigo la reducción del tamaño de la familia. Las principales recuperaciones de la natalidad se produjeron durante el período de prosperidad económica de los años veinte (1920-30), y sobre todo, en el período 1956-75, cuando tuvo lugar el "Baby Boom". b) La mortalidad descendió notablemente y de forma constante durante la transición demográfica, con dos únicos momentos de mortalidad catastrófica: la gripe de 1918 y la Guerra Civil (1936-39). Los avances médicos y sanitarios supusieron la desaparición de la mortalidad catastrófica por epidemias a partir de la gripe de 1918, así como la reducción de las enfermedades infecciosas. Progresos de la pediatría, que hacen descender la mortalidad infantil y los nacimientos en clínicas hacen reducir la mortalidad femenina. Además de la mejora de la higiene pública y privada. La mejora del nivel educativo y cultural llevó a mejorar los cuidados matemos, intensificar la prevención, etc. 8 C. RÉGIMEN DEMOGRÁFICO ACTUAL (a partir de 1975). Se caracteriza por bajas tasas de natalidad y mortalidad y un escaso crecimiento natural. a) La natalidad. El hundimiento actual de la natalidad se inició en 1975; en la actualidad la tasa de natalidad es muy baja (9,18‰ en 1995). El índice de fecundidad es de 1,1 hijos/mujer en 1996. Desde 1998, la natalidad ha experimentado una ligera recuperación debido a la inmigración, ya que la población española mantiene su comportamiento restrictivo de la natalidad. Las causas han sido: 1) la crisis económica de 1975 y el aumento del paro que reducen los nacimientos de las parejas ya existentes y retrasan la edad de matrimonio de los jóvenes por la dificultad de encontrar trabajo, con la consiguiente reducción del período fértil de la mujer. 2) El cambio de mentalidad que se refleja en la creciente incorporación de la mujer al trabajo, la despenalización y difusión de los anticonceptivos y la disminución de la influencia religiosa. 3) El aumento del nivel de vida, que se manifiesta en el progreso del nivel cultural y en un aumento de las necesidades y gastos familiares que obligan a reducir el tamaño de las familias. b) La mortalidad se mantiene en cifras bajas (año 2000: 8,7‰), aunque asciende desde 1982. Las causas son: 1) disminuye la importancia de las enfermedades infecciosas y aumentan las llamadas tres "C" (enfermedades cardiovasculares, cáncer y accidentes de carretera); 2) además la incidencia del SIDA y del Alzheimer o demencia senil, fruto este último, del progresivo envejecimiento de la población. 3) La mortalidad infantil también es baja. El descenso de la mortalidad general se presenta diferencias entre los sexos y entre las profesiones. La esperanza de vida es mayor para las mujeres (82,16 años) que para los hombres (75,25). Por profesiones la mortalidad es mayor cuanto menor es la cualificación. El crecimiento natural es muy pequeño 0,44 %o en 1995. 9 Tema 3. Migraciones exteriores. Son las realizadas fuera de las fronteras del propio país. Desde mediados del XIX hasta la crisis económica de 1975, España ha sido un país de emigrantes, cuyos destinos tradicionales se encontraban en ultramar y en Europa occidental, pero después de 1975 aparecen nuevos destinos. A) EMIGRACIÓN A ULTRAMAR (transoceánica). Se dirigió principalmente a América Latina y secundariamente a EE.UU., Canadá y Australia. En ella hay dos etapas de auge y dos de crisis. 1) Etapa de auge desde mediados del XIX hasta la I Guerra Mundial (1914). La emigración hacia América iniciada en el XVI con la conquista, se redujo bastante por la política populacionista de los Borbones en el XVIII, que puso trabas a la emigración; y por la independencia de las antiguas colonias a principios del XIX. Pero desde 1853 cambia la situación: España eliminó los obstáculos a la emigración y los países latinoamericanos iniciaron una política de atracción de inmigrantes para poblarse y explotar sus recursos económicos. La mayor parte de la emigración son gallegos, asturianos y canarios, y su destino principal Argentina (actividades agrarias en La Pampa), Cuba (agricultura), Brasil (plantaciones de café), Méjico y Uruguay. Las causas de esta emigración: la estructura agraria en los lugares de origen: áreas atrasadas, minifundistas y con alta densidad de población. Perfil característico de este emigrante es: varón, dedicado a la agricultura y de bajo nivel de cualificación. 2) Etapa de crisis: entre las dos guerras mundiales (1914-1949): Tras la inseguridad creada por la I Guerra Mundial, se reanudó durante los años veinte, pero sin recuperar los niveles anteriores. La crisis económica de 1929 afectó a los países sudamericanos, llevándolos a establecer cuotas anuales de inmigrantes. La Guerra Civil española y la posguerra (1936-49) trajeron consigo escasez de transporte y dificultades para salir al exterior, motivados por el bloqueo internacional a España y por la política populacionista fomentada por el franquismo como base para la reconstrucción nacional. 3) Etapa de auge: entre 1950-60: La corriente ultramarina se recuperó aunque sin alcanzar las cifras de principios de siglo. La autorización para salir libremente de España a partir de 1946, el levantamiento del aislamiento internacional por parte de la ONU en 1949 y el cambio de actitud de EEUU respecto al régimen de Franco, fueron decisivos en este sentido. La procedencia de los emigrantes: Galicia y Canarias, la asturiana decae (siderurgia asturiana que ofrece puestos de trabajo en la región). El destino principal: Venezuela, Argentina y Brasil. Ahora la emigración es más selectiva, los países receptores desean nuevos inmigrantes para desarrollar su economía, por lo que exigen mayor cualificación. Ello provocó la reducción de esta corriente. 10 4) Etapa de crisis: desde 1960. La emigración ultramarina entra en competencia con la emigración a Europa y desciende, manteniéndose actualmente en cifras muy bajas. B) LA EMIGRACIÓN A EUROPA. Tiene tres etapas bien diferenciadas: 1) Hasta mediados del XX y se dirigió principalmente a Francia. Estaba integrada por agricultores estacionales, obreros de la construcción y muchachas del servicio doméstico, procedentes principalmente del campo levantino y en menor medida de Aragón, Navarra y Castilla La Vieja, y más tarde por refugiados políticos de la Guerra Civil. La Segunda Guerra Mundial puso punto final a esta etapa. 2) Desde la década 1950 hasta 1973: La década del 1950 reanudó la emigración a Francia y otros países europeos, alcanzando sus mayores cotas entre 1960 y 1964. Por parte europea, la rápida reconstrucción económica tras la Segunda Guerra Mundial, gracias al apoyo americano, favoreció una amplia oferta de empleo, que ni podía cubrirse con trabajadores propios, escasos por el débil crecimiento de la población europea durante los años 30 y 40, así como por las muertes de la guerra. Por parte española, esta emigración se vio favorecida por el fuerte crecimiento de la población, el excedente de población agraria por la mecanización del campo, la insuficiencia de la industrialización para absorberla, el aumento del paro, debido al Plan de Estabilización y la desaparición de las ventajas anteriores para la emigración a ultramar. La emigración permanente estaba integrada sobre todo por adultos varones, poco cualificados, que desempeñaron los trabajos más duros, peligrosos y peor pagados, generalmente rechazados por los trabajadores autóctonos. Procedían de todas las regiones, pero sobresalen los de Andalucía y Galicia. Los destinos principales fueron: Francia, Alemania y Suiza. Entre 1964 y 1968 descendió la emigración a Europa, coincidiendo con el inicio del Primer Plan de Desarrollo español, que aumentó la oferta de puestos de trabajo en España y con la crisis económica europea de 1965 a 1968, que incrementó los retornos. Desde entonces, la corriente migratoria se recuperó gracias a la salida europea de la crisis. 3) A partir de 1973, la emigración a Europa decayó. La crisis energética provocó paro en los países de Europa occidental e hizo disminuir la contratación de mano de obra. Muchos emigrantes regresaron y desde entonces, la emigración española a Europa actualmente se mantiene en cifras bajas y es de mano de obra cualificada. C) NUEVOS DESTINOS (desde 1975): coincidiendo con la crisis de la emigración a Europa y a ultramar, estos nuevos destinos son: los Países Árabes productores de petróleo (Argelia, Arabia Saudí, Irak y Libia), que necesitan trabajadores de cierta cualificación. Predominan los varones adultos con cierto nivel de preparación. D) CONSECUENCIAS DE LAS MIGRACIONES EXTERIORES: 11 a) Demográficas: disminución de los efectivos de población y en la distribución de esos efectivos. La distinta participación de las regiones en las corrientes migratorias han contribuido a los desequilibrios actuales en el reparto espacial de la población. b) Económicas: por una parte positivas, pues aliviaron el fuerte crecimiento natural y el paro, además de las divisas enviadas por los emigrantes que contribuyeron a financiar el desarrollo económico español y reducir el déficit comercial. Pero también negativas: porque muchos ahorros no se invirtieron en bienes productivos o no favorecieron a las áreas de partida de los emigrantes, ya que algunos de ellos volvieron a zonas distintas, donde esperaban encontrar trabajo más fácilmente o invertir en un pequeño negocio. c) Sociales: el desarraigo (al incorporarse a sociedades cuya lengua y costumbres desconocían), y las penosas condiciones de vida (alejados de la familia, viviendas de poca calidad, etc.) y de trabajo (salarios más bajos que los de los autóctonos). Además, los emigrantes fueron los primeros afectados por los despidos causados por las crisis, y en general, regresaron sin haber mejorado su cualificación profesional. El retorno a España crea nuevos problemas, como encontrar trabajo, conseguir vivienda y readaptarse a las condiciones de vida del país. 12 Tema 4. Migraciones interiores Son aquellas que se realizan dentro de las fronteras del país. Podemos distinguir cuatro modalidades de migraciones interiores: estacionales y temporales; éxodo rural, interurbanas e intraurbanas y movimientos habituales de la población. A) MIGRACIONES ESTACIONALES Y TEMPORALES. Tienen su auge entre el último tercio del XIX y la década de 1960 y afectan a la población campesina. Pueden ser desplazamientos estacionales a otras áreas rurales para realizar tareas agrarias (siega, vendimia, recolección de aceitunas), o bien desplazamientos temporales a la ciudad en las épocas del año en las que el campo no da tanto trabajo, para realizar tareas no agrarias (por ejemplo en la construcción). B) EL EXODO RURAL. Es una migración desde las áreas rurales a las urbanas con carácter definitivo o de larga duración. Los emigrantes son campesinos, procedentes de zonas atrasadas de Galicia, interior peninsular y Andalucía oriental, donde predominaban actividades primarias y con crecimiento vegetativo alto. Primero se dirigieron a las zonas industriales de Cataluña, País Vasco y Madrid, y más tarde a las zonas turísticas de Levante y Baleares, buscando trabajo, ingresos más altos, mejor nivel sanitario, cultural y de ocio y mayor libertad en las ciudades. Podemos distinguir cuatro etapas: 1. Inicios del primer tercio del XX (1900-1930), relacionado con el exceso de brazos en el campo y la mecanización del trabajo agrícola. Favorecida por la oferta de puestos de trabajo en las zonas industriales y por el auge de las obras públicas durante la dictadura de Primo De Rivera, que necesita gran cantidad de mano de obra. 2. Guerra Civil y Posguerra (1930-1950). Se estancó el éxodo rural; en las ciudades la industria sufrió graves destrucciones. En la posguerra, el franquismo favorece la permanencia de población rural en el campo (colonizaciones), y el estancamiento económico provocado por el aislamiento, hizo que la oferta de puestos de trabajo en la industria fuese reducida. 3. Años 1950-1975, es cuando alcanzó su mayor volumen, por el crecimiento demográfico, la crisis de la agricultura tradicional por la mecanización. Además auge industrial por los planes del desarrollo, generó puestos de trabajo en las ciudades industriales, y el Boom turístico en el litoral mediterráneo e insular, oferta laboral en el sector turístico y en la construcción. 4. Desde la crisis económica de 1975. El éxodo rural decayó. Crisis en las zonas industriales, se redujo las salidas de las zonas tradicionalmente emigracionales que incluso se convirtieron en inmigracionales por los retornos. El campo es un medio más barato para subsistir. Los mayores saldos migratorios corresponden a Baleares, Canarias y regiones del litoral mediterráneo, gracias al turismo, la agricultura de exportación y la pequeña industria, que soporta mejor la crisis. C) MIGRA CIONES INTERURBANAS E INTRAURBANAS A partir de la crisis económica de 1975 han cobrado importancia las migraciones interurbanas, bien intraprovinciales (entre ciudades de la propia provincia y la capital provincial), bien interprovinciales (entre las provincias). También han crecido las migraciones intraurbanas entre las grandes metrópolis, afectadas por la crisis, y las ciudades medias de su área metropolitana. Afecta s trabajadores cualificados del sector 13 terciario (profesionales, técnicos, personal administrativo) y está en relación con el incremento de la importancia de los servicios en las ciudades. D) MOVIMIENTOS HABITUALES DE LA POBLACIÓN Son los que se realizan de forma periódica en relación con el trabajo y el ocio. El trabajo da lugar a movimientos pendulares, entre periferia y centro de las ciudades, como resultado del proceso de suburbanización o traslado de habitantes a las afueras o a espacios rurales cercanos, donde buscan viviendas más baratas y contacto con la naturaleza, además favorecido por el desarrollo de los transportes. El ocio provoca movimientos de fin de semana y turismo relacionados con la mejora general del nivel de vida. E) CONSECUENCIAS DE LAS MIGRACIONES INTERIORES Las migraciones interiores han tenido importantes consecuencias en los planos demográfico, económico, social y medioambiental. 1. Plano demográfico: son las responsables de los desequilibrios en la distribución de la población; vaciamiento del interior y grandes densidades en la periferia (salvo excepciones como Madrid, Valladolid o Zaragoza). También influyen en la estructuras por sexo y edad de la población: elevan el índice de masculinidad de las áreas emigracionales (especialmente las montañosas), dificultando la formación de nuevas familias; causan el envejecimiento de la población que queda en el campo y el rejuvenecimiento de la población urbana, ya que los que suelen emigrar son jóvenes. 2. Plano económico: permitieron aumentar, en un primer momento los ingresos de la población de las áreas rurales; pero con el tiempo se generó una deseconomía de subpoblación, puesto que al marchar la gente más joven y más capacitada, descienden la productividad y el rendimiento. En las ciudades, la inmigración masiva provocó deseconomías de congestión: problemas de suelo urbano, de vivienda, circulación, puestos escolares, etc. 3. Plano social: se produjeron problemas de asimilación al pasar los emigrantes de una comunidad rural de valores tradicionales a una gran sociedad urbana y competitiva. La integración no se produce en general hasta la generación siguiente. 4. Plano medioambiental: algunos ecosistemas tradicionales de las áreas de procedencia de los emigrantes quedaron abandonados, lo que ha supuesto el deterioro medioambiental de ciertas zonas, sobre todo de montaña. En las grandes ciudades, el crecimiento acelerado debido a la inmigración creó problemas de contaminación atmosférica, ruido, etc. 14 Tema 5. Evolución histórica de las migraciones interiores El proceso de trasvase de población desde el interior de la Península hacia la periferia se inició en el s. XVI, acentuándose a, partir del s. XVIII, y alcanzando en los últimos años del XIX y en la segunda mitad del XX su máximo desarrollo. Este fenómeno va unido, desde el XIX, al proceso de industrialización, más tardía que en otros países de Europa occidental y ambos son paralelos a la concentración urbana. Desde finales del XIX se pueden distinguir los siguientes cuatro periodos: A) DESDE FINALES DEL XIX HASTA 1960: a. Aceleración del éxodo rural hacia las ciudades. Existe una tendencia a trasvasar población activa excedentaria desde el primario al secundario, y desde las áreas rurales hacia otras de incipiente industrialización en Cataluña, País Vasco y Madrid. Las causas son las siguientes: 1. Desarrollo de la red de ferrocarriles y la dificultad para la emigración ultramarina a partir de la I Guerra Mundial; 2. El proceso de industrialización del País Vasco, Cataluña y el desarrollo de los servicios y de la pequeña industria en Madrid; 3. El auge de las grandes obras públicas durante la Dictadura de Primo de Rivera, que hacía necesaria gran cantidad de mano de obra; los excedentes de activos agrarios por la crisis de la filoxera sobre las áreas vitivinícolas de los años 30; 4. Y la progresiva mecanización en las áreas cerealistas, y también influyen los desequilibrios económicos entre las áreas rurales y las regiones industrializadas. b. Estos movimientos se redujeron durante las décadas de los 30 y 40 debido a la crisis económica producida por la crisis de 1929 (llega a España en 1932) y que coincide con la inestabilidad política de la II República, a la guerra civil y posguerra. En los años 50 comienza a percibirse una mejora económica: Plan de Estabilización de 1959. B) DESDE 1960 HASTA 1975: Éxodo rural masivo y desarrollo de las áreas metropolitanas. En 1964 se recoge la cifra más alta de emigrantes, casi medio millón, que en el decenio siguiente descenderá debido a la crisis económica. Como consecuencia, las provincias más afectadas por el éxodo rural fueron aquéllas en las que predominaban las actividades agrarias y tenían un alto crecimiento vegetativo, como Extremadura, Andalucía (mitad oriental sobre todo) y la Submeseta sur. Estas migraciones tenían un carácter definitivo y el lugar de destino podía ser la capital de provincia, pero en la mayoría de los casos se produjo un movimiento interprovincial hacia ciudades que presentaban gran variedad de actividades económicas y amplias áreas de influencia, como Barcelona, Madrid, las provincias vascas, Valencia y Zaragoza. Más adelante, el turismo se convirtió en otra actividad generadora de mano de obra, por lo que el litoral catalán, valenciano, malagueño y balear atrajo gran cantidad de población. C) DESDE 1975 HASTA 1985: a partir de la crisis económica de 1973, en la segunda mitad de los años 70 y durante la década de los 80 se produjeron cambios en las corrientes migratorias: disminución de la intensidad del éxodo rural, retorno de los emigrantes a sus lugares de origen y aumento del número de migraciones 15 interurbanas, lo que repercute en las comunidades catalana, y vasca, que pasan a tener un saldo negativo, mientras que Andalucía, Canarias, Comunidad Valenciana y Murcia, se convierten en comunidades con saldos positivos. Causas: crisis económica mundial de 1973, incremento del precio de petróleo, aumento del paro ligado a procesos de reconversión industrial en la siderurgia, metalurgia y sector naval, lo que motivó la falta de atracción de las regiones tradicionalmente inmigrantes y, posteriormente, el retorno a las de origen. D) DESDE 1986-1993: desarrollo de las migraciones intraprovinciales. Este tipo de migraciones no suele superar los límites provinciales, aunque no desaparecen las interprovinciales. Causas: movilidad de personas con categorías profesionales cualificadas entre áreas económicamente avanzadas y entre ciudades de cierta entidad y en los desplazamientos de jubilados y prejubilados, afectados por la reconversión, que emigran desde las áreas industrializadas a las de origen. Actualmente se está desarrollando un tipo de migración suburbana de carácter periódico, es decir, del centro a la periferia de las ciudades facilitado por el desarrollo de las líneas ferroviarias de cercanías y el uso del automóvil o autobuses. Esto ha generado la aparición de ciudades-dormitorio áreas exclusivamente residenciales, en los alrededores de los grandes núcleos urbanos. Los desplazamientos desde la periferia al trabajo han motivado el desarrollo de movimientos pendulares que afectan diariamente a las grandes ciudades, lo que requiere el establecimiento de una compleja y eficaz red de transportes. La magnitud del hecho migratorio ha sido, tal, que 4 de cada 10 españoles ha cambiado de residencia al menos una vez en su vida. El 50% de los residentes en España, según censo de 1991, ha nacido en el mismo municipio en el que actualmente reside y sólo el 2% ha nacido en el extranjero. 16 Tema 6. Estructura de la población (I): sexo y edad. 1. Estructura demográfica 1.1. Pirámide de población El estudio de las características de una población se centra fundamentalmente en la llamada estructura demográfica, que no es otra cosa que la composición de la población por sexos y edades. La forma más habitual y sintética de analizar esta cuestión es mediante su representación gráfica en forma de pirámides de población. Esto permite no sólo estudiar la estructura demográfica actual, sino también rastrear en la historia reciente de la población y aventurar su futuro próximo. A pesar de ello, algunos de los acontecimientos históricos del siglo XX que mayor incidencia han tenido en la estructura demográfica de nuestro país, apenas resultan perceptibles en la actualidad, ya que con el paso del tiempo la huella que dejan en la pirámide se va desdibujando por efecto de la mortalidad y los movimientos migratorios. Este es el caso de la gripe española o de los fallecidos en la Guerra Civil, acontecimientos perceptibles en las pirámides de población de prácticamente casi todo el siglo XX, aunque en 2007, en la pirámide sólo se aprecia el efecto de los no nacidos entre 1937 y 1939 (cohorte de población de 65 a 69 años). La pirámide actual de España (Ver Documento 006) refleja una estructura demográfica regresiva, fuertemente socavada en su base y con tendencia al incremento de las cohortes poblacionales de mayor edad. A su vez, este envejecimiento demográfico causa un incremento del peso de la población femenina —especialmente entre los ancianos— por la mayor incidencia que tiene la mortalidad en los varones. Ambos fenómenos, envejecimiento y feminización de la población, se han visto en parte paliados por el peso creciente de los inmigrantes, que aportan mayoritariamente personas jóvenes (de entre 20 y 40 años sobre todo) y de sexo masculino. A partir de mediados de la década de los noventa, se aprecia una ligera ralentización del descenso del número de niños en la base de la pirámide, que se convierte en pequeña recuperación a lo largo de estos primeros años del siglo XXI. Las causas de ese incremento de niños de 0 a 4 años se deben buscar en el mayor número de personas en edad de procrear (las cohortes entre 25 y 44 años son las más amplias de la pirámide) y en el aumento que desde 1998 se está produciendo en el número medio de hijos por mujer (índice sintético de fecundidad). La participación de la población extranjera en este cambio de tendencia es evidente. Por una parte, los inmigrantes aportan niños nacidos en el exterior, pero que una vez empadronados en España pasan a engrosar las cohortes de población más jóvenes de la pirámide. Por otra, el perfil mayoritario de los inmigrantes los sitúa dentro de los grupos poblacionales que se encuentran en condiciones de ser padres; y, por último, sus pautas de fecundidad son superiores a las de la población española (algo más del 16% de los nacidos en el año 2006 fueron hijos de madre extranjera). Avanzadas las ideas básicas sobre la estructura poblacional nos disponemos ahora a profundizar en sus dos componentes principales: sexo y edad. 1.2. Estructura por edad y sexo 1.2.1. Estructura por sexo La principal característica de la estructura por sexos de la población española es la existencia de un mayor número de mujeres que de hombres (aproximadamente medio millón más), lo que implica una razón de masculinidad de casi 98 varones por cada 100 mujeres. Sin embargo: en España —como en prácticamente todos los países— 17 nacen más niños que niñas (106 o 107 varones por cada 100 mujeres), dado que esto es una constante biológica de la especie humana. (Ver Documento 007) Sin embargo, desde las primeras etapas de la vida, la mortalidad afecta más a los varones que a las mujeres. Este hecho se conoce con el nombre de sobremortalidad masculina y es especialmente importante entre los 15 y los 30 años de edad. La causa de este fenómeno hay que atribuirla tanto a factores de tipo biológico (mayor incidencia de algunas enfermedades) como sociales (en particular. los varones fallecen con mayor frecuencia que las mujeres por accidentes de tráfico y laborales, violencia, suicidios, etc.). Este diferencial de mortalidad se ha ido reduciendo paulatinamente y es probable que siga en la misma tendencia durante los próximos años, dado que los cambios culturales y sociales han propiciado que las mujeres adopten conductas similares a las de los varones. A pesar de que la sobremortalidad comience a seleccionar positivamente a las mujeres desde el mismo momento del nacimiento, en la actualidad el número de mujeres no supera al de hombres hasta aproximadamente los 50 años, edad que se ha retrasado con rapidez por efecto de la llegada de inmigrantes preferentemente de sexo masculino y de edad comprendida entre los 20 y los 40 años. Esta diferencia numérica entre sexos cobra mayor importancia cuanto más avanzada es la edad de la población. De hecho, entre las personas de 83 y más años el número de mujeres dobla al de los varones. 1.2.2. ESTRUCTURA POR EDAD Uno de los principales cambios que ha sufrido la población española a lo largo del siglo XX sido su progresivo envejecimiento. En 1900 sólo cinco de cada cien habitantes superaba los 65 años de edad, mientras que en 2001 esa cifra alcanzó el 17%. Este envejecimiento ha sido especialmente intenso en la segunda mitad de la centuria. (Ver Documento 008) La evolución del envejecimiento de la población se debe a la combinación de tres factores: El aumento de la esperanza de vida, motivado por la caída de la tasa de mortalidad. (Ver Documento 009) El descenso de la fecundidad y de la natalidad. Los cambios en la estructura poblacional acusados por los movimientos migratorios. Tradicionalmente, las dos primeras causas son las que han marcado la evolución creciente del envejecimiento en España. No obstante, en los últimos años la inmigración ha entrado en juego como un nuevo factor capaz de obrar un cambio en la tendencia de este fenómeno, de tal forma que la tasa de envejecimiento ha disminuido ligeramente por primera vez en más de un siglo. Las consecuencias más importantes del envejecimiento de la población son las siguientes: Las que afectan al futuro de las pensiones: la financiación de ellas no depende de las cotizaciones efectuadas por los jubilados durante su época de actividad, sino de las que realizan los trabajadores en activo en cada momento. El incremento del número de ancianos y la reducción de los activos implica modificaciones importantes en el sistema de pensiones. En relación con la salud: los ancianos consumen un elevado número de estancias hospitalarias, recetas y visitas médicas. Ello exige recursos crecientes distribuidos en relación con la localización geográfica de los ancianos, con 18 mayor atención a los municipios rurales, donde el envejecimiento es fuerte y los equipos sanitarios escasos. En lo social: el envejecimiento plantea problemas de residencia, pues cada vez son más los ancianos que no desean ser acogidos por la familia y buscan instalarse en residencias privadas o públicas, que actualmente son insuficientes. Por otro lado, está la necesidad de planear para ellos actividades que les permita distraerse y sentirse útiles. 19 Tema 7: Estructura de la población (II). Estructura económica de la población: actividad económica y sectores La estructura económica de la población estudia la población que contribuye al proceso productivo (población activa) y los sectores económicos donde desarrolla dicha activad. 2.1. La población activa La población activa Es el conjunto de personas de 16 años hasta 65 que suministran mano de obra para la producción de bienes y servicios o que están disponibles y hacen gestiones para incorporarse a esta producción. Por tanto, comprende a la población que trabaja a cambio de una retribución (población activa ocupada) y a la que busca activamente empleo (población activa desocupada), bien porque habiéndolo tenido está en paro, o bien porque está buscando su primer empleo. La población inactiva es aquella que no tiene un trabajo remunerado ni se encuentra disponible para desempeñarlo, como pensionistas, rentistas, estudiantes y personas dedicadas a las tareas del hogar. Por este motivo, dependen económicamente de la población activa. Existen diferentes índices para medir la actividad de una población, como la tasa de actividad, la tasa de paro y la tasa de dependencia. Los factores que influyen en la tasa de actividad son Demográficos: porcentaje de jóvenes y ancianos y predominio de inmigración o emigración, económicos: nivel de desarrollo y socioculturales: duración de la escolarización, trabajo de la mujer fuera del hogar y edad de jubilación 2.1.1. Evolución y variaciones en la tasas actividad y de paro A. Tasa de actividad En primer lugar, destaca el incremento en la tasa de actividad, que ha crecido casi un 7% en los treinta últimos años, especialmente a partir de mediados de la década de los noventa. Este incremento ha propiciado que la tasa española se iguale con la de la Unión Europea, tradicionalmente más elevada. Las causas que más han influido en este hecho son las siguientes: La incorporación de la mujer al mundo laboral remunerado. El incremento de la presencia de inmigrantes. (Ver Documento 010) Con respecto al primero de estos factores, observamos que en los inicios de la Transición (1975-1982), la diferencia entre la tasa de actividad de los varones y la de las mujeres alcanzaba los 50 puntos porcentuales, mientras que en la actualidad se ha reducido a menos de 20. Este incremento de la actividad femenina es el verdadero artífice del avance general, ya que, en realidad, la tasa masculina ha descendido en casi 10 puntos. (Ver Documento 011) Para visualizar mejor lo que ha supuesto la incorporación de la mujer al trabajo a lo largo del siglo XX —y en particular en las últimas dos décadas— se puede consultar el gráfico que analiza la tasa de actividad en función de la edad y el sexo de la población activa. En este gráfico se aprecia que las diferencias entre varones y mujeres son muy superiores en edades maduras, mientras que para las generaciones que en la actualidad tienen menos de 30 años se han reducido considerablemente. Previsiblemente, el paso del tiempo hará que la tasa de actividad de ambos sexos se iguale todavía más, como ocurre en otros países europeos. 20 En cuanto al papel que juegan los inmigrantes extranjeros en esta cuestión, debe tenerse en cuenta que sus tasas de actividad son muy superiores a las de los españoles (una media de 20 puntos por encima). De ahí que su llegada masiva a España coincida con el período de más rápido incremento de la población activa. (Ver Documento 012) Además, las mayores tasas de actividad del país coinciden territorialmente con las provincias más ocupadas por inmigrantes: la costa mediterránea, los dos archipiélagos, Madrid y el eje del Ebro. Por el contrario, las zonas más envejecidas son las que presentan una actividad menor. B. Tasa de paro A pesar del fuerte crecimiento de la tasa de actividad que estamos describiendo, hay que señalar que población activa no es, ni mucho menos, sinónimo de ocupación real. Por el contrario, sabemos que en determinados períodos de crisis o incertidumbre económica una buena parte de la población activa no encuentra oferta adecuada a sus deseos de acceso al mercado laboral. Es el fenómeno del paro. La población ocupada, se contrapone, por tanto, a la población parada. En España, esta cuestión ha tenido en las últimas décadas un importante papel en el debate político y en la preocupación ciudadana. No en vano, se trata de un tema de gran importancia económica y —sobre todo— de un dramático problema para las personas y familias que lo padecen. (Ver Documento 013) De la lectura del gráfico sobre la tasa de paro general y por sexos se obtienen dos grandes conclusiones: Su evolución —al margen de los cambios en su metodología de cálculo, que desvirtúan ligeramente el resultado— ha estado marcada por los grandes ciclos económicos. El paro afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres. En efecto, el crecimiento del paro fue muy intenso durante el período de crisis económica y la posterior reconversión industrial que se dio en la segunda mitad de la década de los setenta y en la primera de los años ochenta. El paro bajó considerablemente en el período de bonanza económica posterior, que se vio frustrado por la crisis de 1992 y los años siguientes, en los que alcanzó las cotas más elevadas de su historia; y, por último, descendió a partir de los fuertes ajustes económicos realizados para cumplir los criterios de convergencia de la Unión Europea. Recientemente, la amenaza de un nuevo período de recesión económica ha hecho crecer de nuevo las tasas de paro. En la actualidad (2009-2010) nos encontramos con una crisis mundial que ha hecho que se dispare la tasa de paro en España. Con respecto al perfil demográfico de las personas afectadas por el desempleo, al que hacíamos referencia anteriormente, las mujeres son las que más soportan esta situación. (Ver Documento 14). Como es evidente, el paro femenino es superior al masculino en todos los grupos de edad. Este hecho, combinado con la tasa de actividad más baja que también presentan las mujeres, explica la menor presencia femenina en el mercado laboral: hay menos mujeres que hombres con capacidad y deseo de trabajar y además sus posibilidades reales de hacerlo son inferiores. La gráfica, además de mostrar las diferencias entre sexos, nos da también la oportunidad de comentar la relación del paro con la edad. En el grupo de edad más joven (16-19 años) el paro afecta casi a uno de cada tres y la diferencia entre varones y mujeres se acerca a los 20 puntos. No obstante, a partir de ahí las tasas de paro disminuyen, tanto en función de la edad, como de la diferencia entre los sexos. Al 21 principio lo hacen con mayor rapidez (las personas entre 20 y 24 años tienen una tasa de paro de casi la mitad que el grupo precedente) y posteriormente, de forma más suave, hasta alcanzar la tasa mínima (algo superior al 5%) y la diferencia más estrecha entre varones y mujeres (3 puntos) a partir de los 55 años de edad. (Ver Documento 015) Desde el punto de vista territorial, existen notables contrastes entre provincias con tasas de paro cercanas al 15% de la población activa y otras cuyas cifras no llegan al 5 %, lo que se suele considerar pleno empleo. Analizando el mapa de la tasa de paro por provincias, puede trazarse una línea imaginaria Noroeste-Sureste que dividiría la Península. Al sur, quedarían las provincias andaluzas, extremeñas, canarias y algunas castellano-leonesas y gallegas, encabezadas por Cádiz (14,9%) y Badajoz (14,1 %). Se trata de la España con mayor incidencia del paro. En la zona situada al norte de la línea, con alguna pequeña excepción, las tasas de paro son generalmente inferiores al 8%, y en algunos casos llegan incluso a bajar del 4%: Huesca (3,9% y Lleida (3%). 2.2. Los sectores económicos Finalmente, el tercer aspecto destacable en relación con la actividad económica de la población se refiere al campo o sector de ocupación de los trabajadores. También en este caso, la modernización del sistema económico y de la sociedad española ha traído consigo cambios profundos: el éxodo rural de los años sesenta fue acompañado de un fuerte descenso de la población activa en el campo; al mismo tiempo, el desarrollo industrial de las ciudades fue atrayendo a un gran número de personas activas que hicieron aumentar el número y el porcentaje de los trabajadores en el sector secundario; a su vez, el sector terciario se fue diversificando y creciendo hasta convertirse en el que más empleo ha creado desde los años ochenta hasta la actualidad. Concretando un poco más los cambios producidos, podemos hablar de: Disminución acusada de la ocupación en el sector primario, que ha perdido (en los últimos treinta años) un 16% de participación total en el empleo. Pequeño aumento del empleo en el sector industrial en números absolutos, pero pérdida en su peso porcentual. Importantísimo crecimiento del empleo en el sector terciario, que consolida el papel de España como una economía de servicios, En la actualidad, dos de cada tres empleados trabajan en el sector servicios. Este importante cambio en los sectores de actividad no se puede desligar de los cambios generales en el mercado de trabajo mencionados anteriormente, en especial el acceso de la muer al mundo laboral. No se debe olvidar que el empleo femenino sigue estando muy ligado a determinadas actividades y, por el contrario, apenas ha penetrado en otras. Los gráficos de distribución de la población ocupada por sectores económicos y sexos que muestra el Documento 016 ilustran perfectamente esta cuestión: mientras en un sector como la construcción las mujeres ocupan menos de un 6% de los empleos, en el sector servicios ya han rebasado en número a los varones. Esto convierte al terciario en el sector refugio del empleo femenino, que sin un crecimiento tan fuerte del sector servicios no hubiera podido desarrollarse tanto en estas últimas décadas. 22 Tema 8. Dinámica de la población española: Natalidad y fecundidad y mortalidad. Introducción Una vez que ya conocemos los principales rasgos de la población española, procedemos ahora a centrarnos en los elementos que explican su evolución a lo largo del tiempo. Se trata de los aspectos dinámicos que, en contraposición con la imagen estática que atribuíamos al conocimiento de la distribución y estructura, bien puede definirse como una animación, como una verdadera película. Foto frente a vídeo, planteamiento estático de los anteriores Temas, frente a enfoque dinámico de los siguientes. Desde esta perspectiva, estudiaremos los dos grandes tipos de movimientos que afectan a una población. Por una parle, el denominado movimiento natural o vegetativo, que determina el aumento o la disminución de la población de un territorio como balance entre los nacimientos y las defunciones que se producen en un determinado período de tiempo. Por otra, el movimiento espacial de la población, esto es, las migraciones o cambios de residencia a diferentes escalas: internacionales, provinciales, municipales... 1. El crecimiento de la población y sus componentes Como ya destacábamos en los anteriores temas, la población española ha crecido de forma ininterrumpida desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días, aunque alternando periodos de mayor y menor crecimiento. A grandes rasgos, hasta la década de los años setenta el ritmo de incremento de la población fue creciente, aunque con el importante correctivo que supusieron algunos acontecimientos históricos con fuerte influencia demográfica, como la gripe de 1918 y la Guerra Civil. Por el contrario, a partir de los años setenta el crecimiento real se hizo paulatinamente menos intenso. “Crecimiento decreciente”, así denominan algunos autores a esta tendencia, que se mantuvo al menos durante dos décadas y comenzó a cambiar a partir de la década de los noventa. En ese momento, se inició el período de mayor progresión demográfica de la historia de España, que llega hasta nuestros días. Este reciente e intenso crecimiento se aprecia también desde el punto de vista territorial. Si hasta hace unos años prácticamente un tercio de las provincias españolas perdían población, en el último quinquenio el decrecimiento afecta tan solo a cuatro (Lugo, Orense, Zamora y Palencia). Estas se sitúan en el noroeste de la Península, que ha sido el área en la que se ha concentrado primordialmente la pérdida de la población a lo largo del pasado siglo. Además, el resto de las provincias de esa zona y, en general, las de la mitad occidental son —aún sin perder población— las de menor crecimiento del conjunto de España. (Ver Documento 018) 23 Por el contrario, el área mediterránea es la que, a grandes rasgos, concentra el mayor incremento demográfico, con varias provincias que superan el 10% de crecimiento en el período 2002-2007. Además, en el mapa también es muy visible la evolución positiva que experimentan algunas provincias próximas a las grandes áreas metropolitanas: Guadalajara y Toledo en el caso madrileño y Girona y Tarragona en el barcelonés. El fenómeno de la desconcentración o dispersión urbana hace que estas cuatro provincias presenten una dinámica poblacional de crecimiento superior a la de las propias áreas urbanas centrales, aunque en valores absolutos se mantengan muy por debajo de aquellas. (Ver Documento 019) Más allá de la distribución del crecimiento final de la población interesa, sobre todo, conocer las causas que explican esas variaciones que son el crecimiento natural y las migraciones. Es decir, nos preguntamos en qué medida estos dos factores intervienen y tienen mayor o menor peso en el balance final de la población. Este aspecto explicativo es relevante dado que en las últimas décadas se han producido importantes cambios en las causas que determinan el crecimiento de la población. Durante los años setenta, ochenta y noventa el ritmo de crecimiento de la población disminuyó aceleradamente, en paralelo a la fuerte caída de la fecundidad que se produjo desde mediados de los años setenta, En la década de los noventa el crecimiento real es aún menor que en las décadas anteriores, pero, sin embargo, no disminuye tanto como el saldo natural, debido al balance migratorio, que ahora se toma positivo. De hecho, a partir de los años noventa los movimientos migratorios pasan a ser fundamentales en el crecimiento. Finalmente, el cambio de siglo ha traído la inversión de la tendencia en el ritmo de crecimiento, que se vuelve el más intenso de la historia de España. Eso sí, las causas de este nuevo período de fuerte incremento poblacional no hay que buscarlas en una alta natalidad como ocurría en los años sesenta, sino en la potencia de la inmigración exterior, que llega a España con una intensidad desconocida hasta ahora. Por si esto fuera poco, en los últimos años el saldo vegetativo positivo también tiende a incrementarse, rompiéndose la tendencia a su disminución, aunque bien es cierto que su aportación es proporcionalmente cada vez menos relevante dentro del conjunto. 24 Como se puede observar, en el último medio siglo no sólo ha cambiado el ritmo de crecimiento de la población española, sino que también lo han hecho los factores que determinan éste. 2. La dinámica natural de la población española El primero de los componentes del crecimiento poblacional que vamos a abordar es el crecimiento vegetativo, es decir, el aumento o la disminución del número de habitantes por motivos naturales: nacimiento y fallecimiento de las personas. Esto se denomina también saldo vegetativo o crecimiento natural. Cuando los nacimientos son más numerosos que las defunciones, se habla de saldo vegetativo positivo y si, por el contrario, el número de los fallecidos supera al de los nacidos se produce un decrecimiento natural. Como ya hemos visto anteriormente, la evolución de la dinámica natural de la población española ha variado notablemente en las últimas décadas. Desde mediados de los años setenta hasta finales de los años noventa el saldo vegetativo se reduce prácticamente a cero, al combinarse un fuerte desplome de la natalidad con un cierto repunte de la mortalidad, causado por el aumento de las personas de edad avanzada. Se pasa de un crecimiento natural superior al 1% en 1975 a otro del 0,01% en 1998, al borde mismo del saldo vegetativo negativo. Este mismo camino ha sido recorrido por otros países desarrollados de nuestro entorno, aunque con la particularidad de que en estos el descenso del crecimiento natural se produjo décadas antes y que en algunos de ellos el saldo vegetativo negativo ha llegado a constituir un hecho muy consolidado. La repetición en varios países del mismo patrón de desarrollo demográfico llevó en la primera mitad del siglo XX al planteamiento de la denominada Teoría de la Transición Demográfica. A grandes rasgos, este modelo teórico explica el proceso de cambio desde un sistema demográfico antiguo, en el que la natalidad y la mortalidad eran muy elevadas y el crecimiento débil; a otro moderno, también caracterizado por el equilibrio entre ambas, aunque con niveles de natalidad y mortalidad mucho más reducidos. La Teoría de la Transición Demográfica explica este fenómeno en diferentes fases: (Ver Documento 020) Equilibrio inicial: natalidad y mortalidad elevadas y débil crecimiento demográfico. Comienzo de la transición: descenso de la mortalidad e inicio de un período de fuerte incremento poblacional. Final de la transición: caída de la natalidad hasta niveles cercanos a los de la mortalidad. Equilibrio final: natalidad y mortalidad reducidas y débil crecimiento demográfico. 25 Esta teoría plantea una relación directa entre el proceso de cambio demográfico que describe y las transformaciones socioculturales y de desarrollo económico de las sociedades en las que se produce, aunque los mecanismos concretos que actúan no están del todo aclarados 2.1. Natalidad y fecundidad Como ya hemos visto anteriormente, la natalidad y la fecundidad son los componentes del crecimiento natural que más han influido en la evolución de este fenómeno y, junto a la inmigración, son los responsables de los principales cambios de la población española en las últimas décadas. Antes de proseguir conviene distinguir adecuadamente entre estos dos conceptos. La natalidad pone en relación los nacimientos con el conjunto de la población. Se suele medir mediante la tasa bruta de natalidad. Por su parte, la fecundidad relaciona los nacimientos solo con la parte de la población que está en disposición de tener hijos (habitualmente las mujeres entre 15 y 49 años). En este último caso se emplean diferentes indicadores: la lasa global de fecundidad y el índice sintético de fecundidad son los más frecuentes. Como puede observarse, el concepto de natalidad es más amplio que el de fecundidad, ya que además del comportamiento reproductivo de una sociedad incluye también el peso de su estructura demográfica. Dicho de otra forma, el fenómeno reproductivo resulta más claro cuando hablamos de fecundidad, ya que cuando nos referimos a la natalidad se ve enmascarado por el porcentaje de persona potencialmente fértiles dentro de una población; porcentaje que a su vez viene determinado por la composición por edades y sexos de la misma. Finalmente, también cabe hacer una referencia a la relación que guarda la reproducción con los matrimonios, ya que aunque éstos han perdido peso, siguen siendo todavía un factor explicativo básico, como veremos más adelante. En la actualidad, la tasa bruta de natalidad en España es una de las más bajas de los países desarrollados, con la singularidad de que el descenso ha sido muy fuerte en pocos años: en 1975 era del 18,7%o y solo una década después se había reducido hasta el 11,8‰. Esta brusca caída es todavía más significativa si se tiene en cuenta que nuestro país pasó en esos años de estar muy por encima de la media de los 27 países de la Unión Europea a situarse claramente por debajo de ellos. Con posterioridad la natalidad siguió descendiendo, aunque a un ritmo más lento, hasta alcanzar su nivel más bajo en 1996 (9.2‰). 26 Esta evolución guarda relación con la que siguieron otros paises eropeos de nuestro entorno, aunque con algunas particularidades reseñables. En España se aprecia un notable retraso en la caída de la natalidad. Esta caída se produce bruscamente, con inusitada rapidez. Se alcanzan niveles de natalidad muy bajos. El descenso de la natalidad en España no fue producido por ninguna guerra ni catástrofe natural, sino por causas de tipo socioeconómico y cultural Si se tiene en cuenta que el grupo de mujeres en edad fértil era todavía relativamente numeroso, es fácil deducir que el descenso de la natalidad en España tuvo sus causas en una fuerte caída de la fecundidad, como veremos a continuación. Ni siquiera la llegada a la edad reproductiva de las generaciones del llamado baby boom español -desde mediados de la década de las cincuenta hasta mediados de la década de los setenta- fueron capaces de evitar, primero, el desplome de la natalidad y de propiciar posteriormente, su recuperación. De hecho, atendiendo sólo a criterios de estructura poblacional, las décadas de los ochenta y las noventa hubieran sido propicias para la recuperación de la natalidad, dado que el porcentaje de mujeres en edad de procrear fue en aumento durante esos años. Desde finales de los años noventa hasta nuestros días la natalidad ha remontado ligeramente, hasta llegar a ser del 10,9%o en el año 2006, y se ha vuelto a colocar de nuevo por delante de la media de La Unión Europea. No obstante, este repunte significa todavía una recuperación mínima, que ni siquiera llega a igualar los nivel es alcanzados dos décadas antes. La evolución de la fecundidad corre paralela a la evolución de la natalidad. En 1975 el índice sintético era de 2,80 hijos por mujer y a partir de ese momento se desplomó hasta alcanzar la cifra de 1.15% en 1998, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional. Posteriormente ha ido remontando lentamente hasta llegar en el año 2006 a 1,39 hijos por mujer en edad de procrear Este cambio de tendencia se ha debido, sobre todo, al aumento de nacimientos procedentes de mujeres extranjeras, que ya suponen más del 15% del total de los que se producen anualmente. Las causas del descenso de la fecundidad y de la natalidad son muy complejas y no siempre del todo bien explicadas. Entre otras razones se achaca su caída: al desarrollo económico y social, al cambio cultural que prima un mayor deseo de bienestar y libertad personal, a la incorporación de la mujer al mundo laboral y a la priorización de su desarrollo profesional frente a otras ocupaciones domesticas, a la falta de ayudas a las familias y de verdaderas políticas de conciliación familiar y laboral, a los elevados precios de las viviendas, etc. Un aspecto particular que merece la pena comentar con mayor detenimiento es la relación entre nupcialidad y fecundidad. Es decir, la influencia que el número y las características de los matrimonios (principalmente la edad de los contrayentes) ejerce sobre las pautas de fecundidad de la población. Hasta hace relativamente poco tiempo, la nupcialidad se asociaba de manera muy directa a la fecundidad, ya que la inmensa mayoría de los nacimientos se producían dentro del matrimonio. En 1975, por ejemplo, los hijos de madre no casada representaban tan sólo un 2% de los nacimientos totales. No obstante, esta situación ha ido cambiando rápidamente: a comienzos de los años noventa los nacidos fuera del matrimonio llegaban al 10%, en el año 2000 casi 27 al18% y en la actualidad ya se acercan al 30% del total. Por tanto, asistimos a un cambio de comportamiento bastante generalizado que tiende a desvincular la fecundidad del hecho matrimonial, tal y como ocurre en muchos países europeos, en los que esta práctica se ha vuelto más habitual. A pesar de estos datos y de la contundencia del cambio social que revelan, es indudable que el fenómeno de la nupcialidad sigue estando en nuestro país —y todavía más en otros países europeos como Irlanda, Grecia o Italia— muy ligado a la fecundidad. Por este motivo, resulta interesante comparar ambos parámetros ya que las causas que inciden en el descenso del número de matrimonios y en el retraso de la edad a la que se contraen repercuten de forma negativa y directa en la fecundidad. (Ver Documento 021) Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la evolución, a lo largo de las tres últimas décadas, de las edades medias al primer matrimonio y al nacimiento del primer hijo, que han transcurrido muy paralelas y con una clara tendencia al alza. Sólo en el último período se percibe una ralentización en el aumento de la edad a la que se producen los primeros nacimientos, que parece evolucionar hacia una estabilización en torno a los 29 años y que incluso se puede reducir en el futuro. Esta tendencia se explica, probablemente, por el aumento de los nacimientos fuera del matrimonio, que en las edades más jóvenes —hasta los 24 o 25 años aproximadamente— son principalmente de madres no casadas. (Ver Documento 022) Desde el punto de vista territorial, las tasas de natalidad forman un mapa con notables diferencias: hay una población con tasas más altas en las regiones situadas en la mitad sur (Murcia y Andalucía) y en el centro peninsular (Madrid). Estas tres comunidades autónomas junto con las de la costa mediterránea peninsular (Cataluña, y la Comunidad Valenciana), Islas Baleares y Navarra son las regiones situadas por encima de la media nacional, mientras que la mayoría de las regiones del norte (Asturias, Galicia y Castilla y León) tienen las tasas más bajas del país (por debajo del 8%o). 2.2. Mortalidad A diferencia de la mayoría de los países europeos, la mortalidad en España se mantuvo en niveles elevados, propios de una sociedad tradicional, hasta comienzos del siglo XX. A partir de ese momento, la mortalidad empezó a descender con cierta fuerza ya que en tres décadas se pasó de tasas brutas de mortalidad cercanas al 30%o a otras más próximas a las de los países desarrollados del momento (17%o en 1930). Aun con todo, la mortalidad epidémica —propia de etapas anteriores— siguió golpeando con fuerza a la población española, como bien muestra el episodio de la gripe de 1918 al que ya nos hemos referido anteriormente. (Ver Documento 023) Este retraso con respecto a nuestros vecinos europeos tuvo sus causas en la diferencia de desarrollo económico y social de España, que no consiguió generalizar mejoras significativas en la alimentación, la higiene y la medicina hasta bien entrado el siglo XX. Durante los años treinta el efecto de la Guerra Civil y del período inmediatamente posterior quebró el descenso de la mortalidad, que no comenzó a reducirse de nuevo hasta mediados de la década de los cuarenta. A partir de ese momento, la mortalidad siguió descendiendo hasta que en 1982 alcanzó su valor mínimo (7,55%o). 28 El nuevo período iniciado en 1982 duró casi dos décadas, y estuvo marcado por un repunte de la mortalidad, que en absoluto se debió a episodios de mortandad excepcionales como en etapas anteriores, ni a un empeoramiento de las condiciones de vida o sanitarias, sino al simple cambio en la estructura poblacional provocado por el envejecimiento. En 1999 se alcanzó una tasa bruta de mortalidad de 9,29%o, aunque desde entonces ha descendido nuevamente por efecto del rejuvenecimiento que está provocando la inmigración (8,43%o en 2006). (Ver Documento 024) Por provincias, las mayores tasas de mortalidad se localizan en el área noroeste de la Península: Asturias, la zona más oriental de Galicia (Lugo y Ourense) y buena parte de Aragón y Castilla y León. Todas estas zonas tienen tasas de mortalidad superiores al 11°/oo, al contrario que el área costera mediterránea y los dos archipiélagos cuyas tasas no llegan al 9%o. Los casos más extremos son los de Madrid y Almería, que junto a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, se encuentran por debajo del 7%o. La evolución reciente de la mortalidad en España guarda poca relación con la seguida por la media de los países de la Unión Europea. En conjunto, se puede señalar que las tasas en España son más reducidas, que la evolución europea tiende a la baja — sin los vaivenes y cambios de trayectoria que se observan en España— y que la diferencia existente entre nuestro país y la media de los 27 socios europeos se va reduciendo. Resulta muy llamativa la coincidencia en la distribución espacial de la mortalidad y el envejecimiento. Ambos fenómenos se hallan tan íntimamente ligados que es difícil separar el peso de la estructura por edades de la mortalidad. Por este motivo, se suele utilizar como complemento al análisis de la tasa bruta la tasa de mortalidad infantil, que nos indica con mayor precisión el grado de desarrollo socioeconómico de una sociedad, al hacer desaparecer por completo el factor envejecimiento. (Ver Documento 025) Utilizando este indicador y comparando su evolución con el de la tasa bruta, se comprueba el importante cambio en las causas de los fallecimientos —especialmente achacable a la mejora sanitaria— que se ha registrado en España durante las últimas décadas. Sin el peso considerable del envejecimiento demográfico (que en la tasa de mortalidad infantil es inexistente), se ha pasado de unas cifras cercanas al 19%o en 1973 a un 3,53%o en 2006. Todo un cambio —superior al 15‰ en treinta años— con implicaciones sociales y demográficas de primera magnitud. 29 Tema 9. Población. Problemática actual y perspectivas de futuro. La población española ha experimentado profundas transformaciones demográficas en los últimos años que van a marcar su comportamiento en un futuro a corto y medio plazo. Estas transformaciones son: Descenso de la natalidad y fecundidad hasta valores que imposibilitan el reemplazo, generacional y provocan un lento crecimiento. La disminución del volumen de las migraciones exteriores y el retorno de los emigrantes internos a sus lugares de origen. Conversión de España de país emisor de emigrantes a país receptor. Aunque es difícil predecir el futuro, resulta imprescindible prever el volumen y las características de los españoles para una correcta planificación socioeconómica. Para ello, el INE ha elaborado pirámides de población proyectadas para 2020 y 2050, de cuya interpretación se desprenden los siguientes problemas: Acusada caída de la natalidad y fecundidad entre 2000 y 2020 y ralentización de esa bajada entre 2020 y 2050. Progresivo envejecimiento de la población. Aumento del volumen de población activa en los años próximos (hasta 2020), para decaer más tarde (2050). La población absoluta supera en 2008 los 46 millones de habitantes y seguirá aumentando lentamente en los primeros años de este siglo XXI (hasta 2020), pero disminuirá posteriormente debido al descenso de la natalidad y de la fecundidad y al crecimiento sostenido de la mortalidad, producido por el envejecimiento demográfico. Como consecuencia de esto, el crecimiento natural puede ser negativo a partir del año 2010. Si se analiza la población por grupos de edades, se percibe que habrá una considerable reducción de las personas jóvenes y un aumento de la población. En el envejecimiento de la población han intervenido varios factores: La disminución de nacimientos. El éxodo rural, sobre todo en el interior peninsular, que, afectó a la población adulta y que, unido al descenso de la tasa de mortalidad y al aumento de la esperanza media de vida, dio lugar a grandes espacios del territorio con bajas densidades de población y un alto índice de envejecimiento. La prolongación de la vida en los grupos de edad más avanzada de la pirámide, ligada a las mejoras higiénicas, de alimentación, etc., así como a los subsidios de jubilación garantizados con la sociedad del bienestar surgida a partir de los años 80. También nos encontramos con una serie de consecuencias socioeconómicas de este hecho para el futuro. El incremento del volumen de población anciana dependiente, cuyo mantenimiento económico recaerá sobre el contingente de población adulta activa, que en muchos casos será igual o menor a la actual ya que no se llega a alcanzar el reemplazo generacional. El ascenso del peso de los impuestos hasta niveles significativos en el valor de ingresos o salarios de la población activa, para mantener los niveles de bienestar alcanzados por la población anciana (subsidios de jubilación o vejez, asistencial sanitaria, actividades de ocio...). El establecimiento de políticas pronatalistas, que incentiven, la natalidad (subvenciones de viviendas, escolares, incremento de licencias laborales por 30 maternidad...), como de hecho ya vienen practicándose con ciertos resultados en países europeos como Francia, Alemania o en algunos países nórdicos. La necesidad de brazos jóvenes para ocuparse de trabajos no deseados por la población española y mal remunerados, en los que se empleará a inmigrantes, con el posible desarrollo de episodios de xenofobia y de racismo. Otro de los problemas que tiene planteado actualmente la sociedad española es la integración socioeconómica del colectivo de inmigrantes extranjeros, sobre todo en momentos de crisis económica, cuando algunos grupos de población convierten a estos inmigrantes en chivos expiatorios de la situación. En ocasiones se manipulan datos e informaciones y se utilizan símbolos que potencian el miedo y el odio hacia quien es diferente. Pero España no destaca entre los primeros receptores de inmigrantes extracomunitarios, puesto que ronda el 1% de la población. En la mayoría de los, países desarrollados se interpreta este flujo migratorio como la consecuencia de una única causa: La explosión demográfica en los países de origen, que amenaza con agotar los recursos naturales. Pero este no es totalmente cierto, ya que muchos de los países emisores de emigrantes tienen una densidad inferior a la española, por tanto, la verdadera causa es el desequilibrio entre a población y recursos: los países desarrollados, que suponen el 20% de la población mundial, consumen el 80% de los recursos naturales de todo el planeta. Respecto a la estructura económica de la población, se prevé dos fenómenos: La tasa de actividad crecerá hasta 2020, sobre todo la femenina, y desde entonces previsiblemente disminuirá, al incorporarse menos activos al mercado laboral. Habrá un incremento de la tercerización de la actividad económica lo que producirá un aumento del porcentaje de población empleada en el sector servicios, a costa de los otros dos sectores. 31 Tema 10. El proceso de urbanización en España. Principales etapas, características y problemas. 1. El proceso de urbanización en España Atendiendo a la clasificación realizada por SJOBERG (1960), podemos señalar como etapas principales la de las ciudades preindustriales, antes de que se produzca la primera revolución industrial, y la de las ciudades industriales, que surgirían después de ésta. Hemos añadido una tercera etapa que denominamos ciudad actual, en la que se tienen en cuenta todo lo sucedido en el proceso de urbanización desde la posguerra hasta nuestros días. CIUDAD PREINDUSTRIAL: es un núcleo de población habitado por grupos sociales dedicados a actividades no agrarias, con excedentes de producción. La densidad de población es baja. Predomina la importancia del centro sobre la periferia, y sobresalen las actividades artesanal, comercial, administrativa y militar. Muchas estaban amuralladas. Existe una gran variedad en el plano en función de las épocas y las civilizaciones; así, tenemos: plano ortogonal en las ciudades de origen griego o romano (Villarreal, Castellón), plano radiocéntrico en el Renacimiento y en algunas ciudades de origen medieval (Vitoria) y plano desordenado en ciudades prerromanas, musulmanas como Córdoba y cristianas medievales como Ávila. La preocupación por el urbanismo durante la Ilustración se plasma en la construcción de paseos y plazas. CIUDAD INDUSTRIAL: la industrialización supone un aumento y una densificación de la superficie urbana. Se remodela la ciudad preindustrial, que constituirá el casco histórico, abriéndose calles anchas (Gran Vía de Madrid, Gran Vía de Granada, Vía Layetana de Barcelona, etc.) y derribando murallas y cercas. El mayor aumento de superficie urbana se produce en la segunda mitad del siglo XIX y sobre todo desde 1900, e implica la creación de ensanches para la burguesía (Madrid, Barcelona, Valencia, Burgos, Almería) y de suburbios para el proletariado. La mejora de los transportes permite construcciones periféricas, como la Ciudad Lineal de Arturo Soria (1894) y la Ciudad Jardín en barrios de ciudades como Málaga Vitoria o Barcelona, siempre atendiendo al objetivo de acercar la ciudad al campo. Estos primeros intentos de planificación se ven impulsados con la tendencia racionalista de Le Corbusier, que se plasma en la Carta de Atenas (1941). El planeamiento, que es el marco legal del crecimiento de las ciudades, definirá el desarrollo de éstas hasta la actualidad. LA CIUDAD ACTUAL: la recuperación de los daños sufridos en la Guerra Civil y la escasez de materiales en la época autárquica (1939-59) traen consigo un crecimiento lento y ordenado de las ciudades. Las ciudades crecerán a veces mediante la anexión de núcleos periféricos (como, por ejemplo Vallecas y Carabanchel, en el caso de Madrid, y Hospitalet en el de Barcelona) y a veces mediante nuevas construcciones a las afueras de las ciudades a través del denominado crecimiento a saltos (dejando solares sin edificar). El espacio urbanizable se amplía con el proceso de la residencia secundaria, lo que ha supuesto un gran impacto en el mundo rural. 32 En un intento de descongestionar las grandes ciudades (Madrid, Barcelona...) se crean e impulsan los municipios cercanos a través de la creación de las áreas metropolitanas, actualmente con un carácter más funcional, que ayudan a unificar los planteamientos de planificación. 2. Características del proceso de urbanización Respecto a las características del proceso de urbanización, hay que señalar que serán promociones inmobiliarias privadas, promociones por iniciativa de organismos públicos y promociones de tipo mixto (públicas y privadas) las que tomen la iniciativa en el sector de la construcción, aunque también aparecerán fenómenos de crecimiento espontáneo. Todos estos agentes, la planificación y la escasez de suelo urbano influyen en el precio del mismo, lo que condiciona también la expansión de la ciudad. Es difícil diferenciar entre las causas y las consecuencias de los procesos de urbanización, ya que están en una continua retroalimentación, aunque podemos apuntar algunas características generales del proceso de urbanización: Aumento de la población que vive en las ciudades, y del número de ciudades y del espacio urbanizado. Crecimiento de los sectores de actividad industrial y de servicios en producción y en consumo. Aparición de grandes centros comerciales a las afueras de las grandes ciudades. Modificaciones en las estructuras sociales y las formas de vida. Cambio en las relaciones sociales, adaptación a una cultura y pautas de comportamientos distintos a los del medio rural, formándose una sociedad más heterogénea. Flujos migratorios campo-ciudad, con el consiguiente cambio de trabajo. Reorganización del sistema de asentamientos. Formas de vida urbanas que se propagan en el territorio. En relación con el futuro, la urbanización cada vez resulta más amplia, y difusa, y una localización determinada empieza a no ser esencial por el avance tecnológico en los campos de la informática y de las telecomunicaciones. 3. Los procesos derivados del-proceso de urbanización son: a) La existencia de fuertes contrastes sociales. A las áreas de alto “standing” se opone la aparición de la infravivienda en áreas concretas de las ciudades, como son los barrios deteriorados por malas condiciones de la vivienda, el hacinamiento y las áreas de chabolismo. También puede aparecer el fenómeno de la infravivienda dentro del mismo edificio, en zonas interiores, sotobancos y buhardillas. Todo ello puede producir problemas de higiene y salubridad. La segregación social en las ciudades está marcada por la renta, el status y las características raciales. b) Problemas medioambientales como el tráfico: atascos, escasez de aparcamientos, falta de ordenación en el tráfico rodado y conflictos con el tráfico peatonal y escasez de transporte público; la contaminación acústica 33 producida por los transportes; las basuras y desechos sólidos generados, que es necesario transportar en camiones acondicionados a los vertederos, donde se queman, se cubren con capas de vegetación o se someten a tratamientos de recuperación. En ocasiones estos residuos se reciclan, además, hay que destacar las alteraciones en el ciclo hidrológico derivadas de las necesidades de abastecimiento de agua y la contaminación atmosférica, por razones energéticas, procesos industriales, combustión de fuel y escapes de los motores de los automóviles, etc. También puede producirse, cono todo esto, un cambio climático general, que consiste en el aumento de la temperatura en algunos grados y que ya se ha constatado en algunas ciudades, formando las denominadas "islas de calor". c) Desequilibrios territoriales: por la escasez de suelo urbano en general y de espacios verdes en particular, escasez de infraestructuras (alumbrado público, alcantarillado, pavimentación y estado de las calles, centros deportivos y de ocio, etc.). Por otra parte, la creación de este tipo de infraestructuras puede provocar impactos ambientales irreversibles. El hombre tendrá que investigar y poner en práctica cómo evitar todos estos problemas si pretende que el desarrollo de la urbanización siga su curso y las áreas urbanas sean “habitables”. 34 Práctico. Mapa aglomeraciones urbanas Comenta el mapa de la distribución geográfica de las aglomeraciones urbanas en España, atendiendo especialmente a la identificación (del tamaño de las ciudades y a la existencia de ejes y sistemas urbanos. (Ver documentos 026 y 027) El mapa muestra la distribución geográfica de las aglomeraciones urbanas españolas, así como el sistema de ciudades en España. Éste se encuentra constituido por las ciudades y por las relaciones que se establecen entre ellas, que componen un sistema nacional integrado por varios ejes urbanos y unos subsistemas urbanos regionales que han cobrado fuerza a partir del establecimiento del estado de las autonomías. I. Empezaremos por el análisis de las características de las ciudades. Por su tamaño, lo primero que se distingue es la existencia de dos metrópolis nacionales en vez de una, Madrid y Barcelona lo que constituye un sistema bipolar. A continuación se observa la existencia de un espacio interior poco urbanizado, donde predominan ciudades medias y pequeñas. Y también destacar, la acumulación de mayor número de ciudades de gran tamaño en la periferia, salvo Madrid y Zaragoza. Esta última aunque es interior, es excéntrica y comunica dos sistemas periféricos cantábrico y mediterráneo. A continuación, se podemos observar cinco aglomeraciones urbanas que superan 800.000 habitantes, Valencia, Sevilla, Bilbao, Ciudad Astur y Málaga; y otras siete con más de 500.000 (Alicante-Elche, Zaragoza, Vigo, Bahía de Cádiz, Murcia, Las Palmas de Gran Canaria y Granada). Tras ellas, podemos ver que existe un elevado número de ciudades entre 400.000 y 150.000 habitantes. Este hecho se debe al reciente crecimiento de las ciudades medias, motivado por la descentralización hacia ellas de parte de la población y de las actividades económicas. Las ciudades españolas tienen unas funciones urbanas que son las actividades socioeconómicas desempeñadas por las ciudades hacia el exterior. Según su función principal, las ciudades pueden ser primarias, secundarias o terciarias, aunque las grandes ciudades son multifuncionales y desempeñan varias funciones simultáneamente. Las ciudades primarias están especializadas en actividades del sector primario. Las ciudades secundarias, en unos casos están especializadas en la industria, y en otros casos en la construcción. Las ciudades terciarias están especializadas en los servicios, que son hoy las actividades que mejor definen el rango y la influencia de una ciudad. Estos servicios pueden ser empresariales, financieros, comerciales, de transporte, administrativos, culturales, sanitarios, religiosos, turísticos, etc. Tienen además un área de influencia urbana que es mayor cuanto más diversas y especializadas sean las funciones urbanas: nacional, regional, subregional, comarcal, o local. El alcance del área de influencia urbana no es permanente, sino que puede experimentar modificaciones en función de los cambios económicos y de los medios de transporte y comunicación existentes. Tienen además una jerarquía urbana que depende del tamaño demográfico, las funciones y la extensión del área de influencia. En España se distinguen las siguientes categorías: 35 a) Metrópolis. Son las áreas metropolitanas que se encuentran en la cima de la jerarquía del sistema urbano. Su población supera los 200/250.000 habitantes; desempeñan las funciones más diversificadas y especializadas; y poseen una extensa área de influencia. Que se organizan en metrópolis nacionales son las grandes áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona, su población supera los 3 millones de habitantes; metrópolis regionales son las áreas metropolitanas medias de Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza, su población se encuentra entre 1,5 millones y 500.000 habitantes; y metrópolis subregionales o regionales de segundo orden que son áreas metropolitanas pequeñas como Valladolid, Pamplona o Palma de Mallorca, con una población entre 500.000 y 250/200.000 habitantes. b) Ciudades medias. La mayoría son capitales de provincia con población que está en torno a los 250/200.000-50.000 habitantes; y Ciudades pequeñas o villas con una población que oscila entre 50.000 y 10.000 habitantes. II. En segundo lugar analizaremos el sistema urbano peninsular que es heredado de la etapa industrial y se caracteriza por la localización en el centro de la mayor aglomeración urbana del país, Madrid, rodeada por ejes urbanos periféricos y por un interior poco urbanizado, sin ejes integrados. Madrid es el núcleo urbano principal de España. Se caracteriza por sus funciones terciarias y mantiene relaciones con las principales ciudades españolas. Los sistemas de ciudades españolas se disponen de forma semianular en torno a la capital; tres de ellos forman sendos ejes y el cuarto un sistema doble: 1. El eje atlántico gallego se extiende por la costa entre Ferrol y Vigo, con prolongaciones hacia el interior (Ourense y Lugo). Se encuentra especializado en el comercio. 2. El eje cantábrico se localiza entre el triángulo asturiano y el País Vasco, con ramificaciones hacia el interior (León, Burgos y Logroño). Es un eje discontinuo que incluye el triángulo asturiano (Oviedo-Gijón-Avilés); Santander; y el triángulo vasco (Bilbao-San Sebastián-Vitoria). Se encuentra en fase de ajuste, con progresiva pérdida de la preeminencia de la industria como factor de urbanización. 3. El eje mediterráneo comprende desde Girona a Cartagena (Girona-BarcelonaTarragona-Valencia-Alicante-Castellón-Murcia-Cartagena). Es el eje más dinámico, con una industria muy diversificada y un fuerte peso de los servicios, sobre todo del turismo, que han desplazado a la industria como factor principal de urbanización. 4. El eje del valle del Ebro enlaza los ejes cantábrico y mediterráneo y tiene como ciudad principal a Zaragoza. Es un eje dinámico, con equilibrio entre la industria y los servicios (Logroño-Pamplona-Zaragoza). 5. El eje andaluz es doble. El eje litoral, entre Almería y Huelva, es dinámico y se especializa en el comercio, el turismo y la agricultura tecnificada (HuelvaCádiz-Málaga-Granada-Algeciras-Almería). El eje del valle del Guadalquivir, entre la costa atlántica y Jaén, es menos dinámico y sus ciudades están ligadas a las actividades agrarias del entorno, a industrias locales y a actividades turísticas (Sevilla-Córdoba-Jerez-Jaén). El interior peninsular carece de ejes urbanos integrados. Predominan las pequeñas ciudades especializadas en el comercio y la agroalimentación. En las islas Baleares y Canarias la formación de ejes urbanos se ve dificultada por la fragmentación territorial en islas. Las ciudades más destacadas son las capitales autonómicas y el factor de urbanización principal es el turismo. 36 PLANOS ALBACETE: en La Mancha de Motearagón. Siglo XVIII. ALICANTE: en el borde del campo de su nombre, junto al mediterráneo. Romana y musulmana. ALMERÍA: a ambos lados de las ramblas de Belén, Amatista y del Obispo, en la llanura aluvial del río Andarax, a los pies de un cerro. Musulmana. ÁVILA: ubicada en un escarpe rocoso que domina el valle del Adaja. Romana, musulmana y murallas medievales. BADAJOZ: a ambas orillas del Guadiana. Romana y musulmana. BARCELONA: junto al mediterráneo en un ensanche de la plataforma litoral. Romana y musulmana. BILBAO: orilla izquierda del Nervión, luego a la derecha, Origen medieval. BURGOS: en la confluencia de varias. vías medievales del camino de Santiago, en la ladera de una colina. Medieval. CÁCERES: colina en la sierra de la Mosca. Romana, luego musulmana. CÁDIZ: situada en la bahía homónima junto al mar. Púnica, musulmana y murallas del XVI. CASTELLÓN: al norte del delta del Mijares, orla del litoral valenciano. Fuerte (pequeño) con vestigios ibéricos y romanos, castillo musulmán. CIUDAD REAL: encrucijada de caminos, cercana al Guadiana y no lejos de Almagro. Medieval. CÓRDOBA: en el curso medio del Guadalquivir en su margen derecha. Musulmana. CUENCA: junto a la confluencia del Júcar y su afluente el Huécar. Musulmana. GERONA: a ambas orillas del no Oñar, junto a su desembocadura en el Ter. Romana: murallas. Luego musulmana. GRANADA: en la vega de Granada, en la confluencia de los ríos Genil y Darro. Musulmana. GUADALAJARA: orilla izquierda del Henares. Romana y musulmana. HUELVA: península formada por e l Tinto y el Odiel. Musulmana. HUESCA: cerro testigo que domina la Hoya de su nombre, junto al río Isuela. Romana y musulmana. JAÉN: al pie del monte Jabalcuz y cerca del río Guadabullón. Romana y musulmana. LA CORUÑA: en el SE del tómbolo. Romana. LEON: situada en la confluencia de los ríos Bernesga y Torío. Romana. LÉRIDA: orilla derecha del Segre. Romana y musulmana. LOGROÑO: orilla derecha del Ebro. Romana. LUGO: orilla izquierda del Miño. Romana. MADRID: en las terrazas del Manzanares, Musulmana. A destacar el Renacimiento y Barroco. MÁLAGA: junto a la desembocadura del río Guadalmedina. Fenicia, griega, romana y musulmana. MURCIA: orilla izquierda del río Segura. Musulmana. ORENSE: en las dos orillas del Miño, sobre todo en la margen izquierda. Romana. OVIEDO: ubicada en el surco prelitoral, sobre unas colinas al pie del Naranco. Origen medieval. Murallas de los siglos XIII-XV. PALENCIA: margen izquierda del río Carrión luego a la derecha. Romana. PALMA DE MALLORCA: en las Baleares, isla. Romana: se observa el cardus y el decumanus junto a la catedral. Luego musulmana: fortificación de La Almudaina, murallas. 37 PAMPLONA: en la terraza izquierda del río Arga. Campamento romano. PONTEVEDRA: al fondo de la bahía homónima y enmarcada por los ríos: Lérez, Alba y Tomeza. Establecimiento celta, luego fenicia y después Romana, SALAMANCA: en la orilla derecha del Tormes. Romana. SAN SEBASTIAN: en su bahía homónima, junto a la desembocadura del río Urumea. Incendiada. Medieval, (1014 los primeros textos que hablan de ella). SANTANDER: a orillas del Cantábrico. Origen medieval. SANTIAGO DE COMPOSTELA: ubicada en el interfluvio de los ríos Sar y Sarela. Origen Medieval. S. IX sepulcro del Apóstol Santiago. SEGOVIA: orilla izquierda del Eresma. Medieval, murallas del XI-XIV. SEVILLA: en la orilla izquierda del Guadalquivir. Musulmana. SORIA: orillas del Duero, en la margen derecha. Romana. TARRAGONA: junto al mar en un promontorio próximo a la desembocadura del río Francolí. Romana. TERUEL: junto al Turia y Gaudalaviar. Musulmana. TOLEDO: en el valle del Tajo en un cerro semirrodeado por el río, Origen prerromano, romano y musulmán. VALENCIA: en el golfo homónimo, junto al río Turia. Romana y musulmana. VALLADOLID: en la confluencia de los ríos Pisuerga y Esgueva. Musulmana. VITORIA: en el centro de una cuenca llana. Medieval (1181, Sancho de Navarra). ZAMORA: junto al Duero en su orilla derecha, en la intersección de éste con la romana “Vía de la Plata” (que iba de Astorga a Mérida). Romana y musulmana. ZARAGOZA: en el centro del corredor del Ebro. Romana y musulmana. 38 COMENTARIO DE PLANOS URBANOS. Brújula: orientar el plano. Situar la ciudad: emplazamiento geográfico. Para comentar la morfología urbana tenemos que distinguir en el plano tres zonas: casco antiguo (centro histórico), ensanches y áreas suburbanas. 1. CASCO ANTIGUO. - Situación: marcarlo en el plano. - Época: romana, medieval: musulmana o cristiana. Características y forma del plano. - Ampliaciones. - Usos del suelo. - Espacios libres. 2. ENSANCHES. - Situación respecto al casco antiguo: marcarlo en el plano. - Época: características y forma del plano. - Usos del suelo. - Espacios libres. 3. ÁREAS SUBURBANAS. - Situación respecto a los ensanches. Marcarlas en el plano. - Época: características y forma del plano. - Usos del suelo. - Espacios libres. ______________________________________________________________________ CASCO ANTIGUO: El plano es irregular, calles estrechas, de trazado sinuoso, callejones sin salida (adarves o azucaques si es musulmana), trama cerrada con escasez de espacios abiertos y edificaciones de baja altura. Además de edificios como iglesias, palacios, mezquitas, ayuntamientos, etc. Multifuncionalidad del suelo y barrios especializados: judería, artesanos, comerciantes, etc. Muchas conservan su trazado romano o musulmán, algunas conservan incluso las murallas que tenían funciones defensivas, fiscales y sanitarias. En la Edad Media: se construyen barrios extramuros, arrabales y ampliaciones de los recintos amurallados. A partir del s. XV el urbanismo renacentista y posteriormente el barroco, mejoró este núcleo con plazas, edificios o nuevos emplazamientos urbanos. En el s. XVIII con los Borbones se abren nuevos Paseos, nuevas Vías, Plazas Mayores, etc. En el XIX estos barrios sufren transformaciones sobre todo por normas de salud e higiene, se abren nuevos espacios y se construyen las obras de infraestructura que requería la ciudad: cementerios en las afueras, nuevas plazas, etc. En el s. XX: decaimiento de los centros históricos, con la expansión urbana, abandono por parte de la clase alta burguesa, que se trasladó a los ensanches y sustitución por inmigrantes de baja condición social y económica; más adelante se reforma y actualmente se está recuperando este casco antiguo. Este centro era el núcleo de la actividad de comercio y de los Bancos. ENSANCHES: Son de finales del XIX. 39 Con la industrialización, el casco antiguo se queda inadecuado y las necesidades del nuevo sistema económico va haciendo que se extienda la ciudad con los denominados ensanches. Son la primera forma convencional del crecimiento urbano. El plano generalmente es ortogonal (perpendicular) con cuadrículas ortogonales, aunque los trazados radiocéntricos alcanzaron gran popularidad. Ildefonso Cerdá en Barcelona: diseño en chaflán, que corta regularmente las esquinas de la cuadrícula convirtiéndose en un auténtico octógono irregular que facilita enormemente la circulación. Son las áreas de residencia burguesa, centros comerciales, y CBD, papeles arrebatados al centro histórico. ÁREAS SUBURBANAS: Constituyen en realidad la periferia de las ciudades. Surgen con el crecimiento urbano de mediados del XX. La preocupación dominante es el intento de solucionar el problema de la vivienda. Se sitúan en los terrenos contiguos a las principales vías de comunicación de las grandes ciudades. La característica general en cuanto al plano es la ausencia de una tipología, en general predomina el tipo de vivienda unifamiliar, junto a bloques.... Existen áreas residenciales de la clase alta; urbanización marginal: sin ningún plan, con materiales muy baratos, hacinamiento, bloques, etc. Además tenemos que mencionar el fenómeno del chabolismo y barraquismo: viviendas levantadas con materiales de desechos, de minorías muy localizadas, ejemplo: gitanos. Polígonos: grandes bloques, un polígono es un conjunto de viviendas que ha sido proyectado, construido y gestionado por un promotor. Crecimiento urbano en paquetes cerrados, de gran monotonía interior y que al aumentar, han densificado las áreas urbanas. También debemos mencionar la “Ley de las Casas Baratas” de 1921. 40 41 42 REALIZACIÓN Y COMENTARIO DE UNA PIRÁMIDE DE POBLACIÓN (Ver libro pág. 302-303) Comentario de pirámide de población. España 1991 La pirámide de España en este año, por su forma, es decreciente, presenta el típico perfil en "urna u ojiva", cuyas características son: la base es más estrecha que en años anteriores y el número de población anciana es mayor; podemos hablar pues, de un país envejecido. El índice de dependencia es alto al igual que el Índice de envejecimiento, ya que el número de ancianos supera el 12%. Al tener tan poca población infantil, el relevo generacional no está asegurado. En cuanto a sexos, se observa que la Sex Ratio es favorable, a los niños, que son, más, numerosos que las niñas, aunque se aprecia, que en las edades adultas la mujer iguala al varón, hasta llegar a la población anciana en que las mujeres casi doblan a los varones. En la pirámide se observa una entalladura, en el grupo de 50-54 años, nacido en los años de la Guerra Civil y de la Posguerra, en los que la mortalidad infantil aumenta y la natalidad, desciende, creándose así las llamadas “Generaciones Huecas”. La guerra afectó más a los varones que a las mujeres. También se aprecia otra entalladura en el grupo de 70-75 años, causada por la epidemia de gripe que afectó a España en 1918. Y que causó, estragos sobre todo en la población infantil y en la anciana. Observamos, por el contrario, un abombamiento en el grupo de 15-30 años, provocado por el boom natalicio de los años 60-70, el llamado "Baby Boom" que hizo aumentar la población infantil. A partir de los años 80 se produce un control de la natalidad, que provocará que a partir de entonces empiecen a descender las tasas de natalidad. Económicamente, estamos ante una pirámide perteneciente a un país desarrollado, en el que se produce un control de la natalidad, con un población que tiene una esperanza media de vida alta, debido a las mejoras sanitarias y económicas y en los que cabe destacar la mayor presencia femenina en los grupos adultos y sobre todo en la población anciana, es un país en vías del envejecimiento. 43 Pirámides de edades de (1860-1981). La población española ha registrado profundos cambios en su estructura por edades y sexos en los últimos cien años. De acuerdo con la alta fecundidad y la alta mortalidad, el triángulo o pirámide de edades de 1860 presenta una amplia base, una estrecha cúspide y un perfil moderadamente convexo. En 1900, la estructura ha cambiado a tenor del descenso, aunque moderado, de la mortalidad, responsable de un ligero rejuvenecimiento de la población. En 1920, la huella del retroceso de la fecundidad, acentuado por la emigración, es claramente perceptible en el estrechamiento de la base. En 1940 culmina el proceso hacia el envejecimiento, agravado, por la circunstancial baja de natalidad provocada por la guerra civil. En 1960, se detecta un rejuvenecimiento, debido a la recuperación de la fecundidad apoyada en la intensificación de la nupcialidad. En 1981, el perfil es parecido al de las poblaciones socioeconómicamente desarrolladas, de baja fecundidad y alta esperanza de vida. 44 45 Comentario de gráficos Para facilitar la comprensión y el estudio de los hechos geográficos y la relación que existe entre ellos es habitual la utilización de gráficos. En ellos vemos muchas veces referencias a un eje de coordenadas y a una representación de puntos, lo que nos permite visualizar la evolución en el tiempo y en el espacio del hecho geográfico que estudiemos. Algunos gráficos toman, además, elementos de los diagramas (barras, círculos, bandas, etc.) para representar hechos geográficos discontinuos y con fuertes variaciones; un ejemplo de estos últimos es el climograma o diagrama termopluviométrico que ya hemos estudiado. El comentario de los gráficos suele ser bastante sencillo, puesto que presentan información sobre variables comparables o distribuciones de determinados fenómenos. Suelen seguirse varios pasos: 1. Observación y descripción del gráfico para saber qué representa (clima, población, economía, etc.) y su tipo (lineal, de barras o de sectores). a) Tipo de gráfico (según la presentación de la información): Gráfico lineal: lo más usual es que presente la evolución de un fenómeno, con los períodos de tiempo en las abscisas y los valores del hecho estudiado en las ordenadas unidos por líneas. En ocasiones es múltiple al incluir varias líneas para facilitar comparaciones. Gráfico de barras: el fenómeno es representado mediante barras de longitud o anchura proporcional a su valor. Se usa para mostrar el mismo hecho geográfico en varios espacios o para seguir su evolución en el tiempo. Gráfico sectorial (por lo general circulares, aunque admiten otras formas): la superficie de la figura representa el 100% del hecho representado y se divide en sectores proporcionales al valor de cada variable. Permite establecer comparaciones porque representa la importancia relativa de las variables entre sí y con el total. Para ver la evolución en el tiempo del fenómeno se pueden hacer series de gráficos sectoriales o asociados a gráficos de barras o lineales. Otros gráficos más complejos como, por ejemplo, el triangular, el de dispersión de puntos, entre otros. b) Información del gráfico: título, variables o hechos representados en los ejes de abscisas y ordenadas o en cada sector; también se analizan los datos que presenta la leyenda, así como las fuentes utilizadas, si se mencionan. c) Espacio geográfico concreto y tiempo. 2. Análisis y conclusiones. Este es el comentario propiamente dicho, y en él hay que relacionar los principales aspectos observados en el gráfico con los conocimientos que se tengan sobre el fenómeno estudiado, el lugar y el tiempo. Debe permitirnos explicar la forma de los gráficos y, si es posible, llegar a conclusiones e, incluso, aventurar tendencias de futuro. 46 El comentario es distinto según el gráfico muestre la evolución temporal de hechos geográficos demográficos o económicos (el índice sintético de fecundidad español, por ejemplo) o lo haga con su distribución o magnitud (por ejemplo, la población inmigrante por sectores económicos). En ambos casos hay que trabajar, al menos, lo siguiente: Definición del hecho o fenómeno estudiado. Explicación de los factores, características y consecuencias de cada fenómeno, y de la tendencia o de la distribución del mismo. Comparar con otros territorios del entorno físico o socio— económico (por ejemplo, países, regiones, provincia, ciudades, etc.). En el caso del comentario de gráficos de evolución, también habría que; Comparar la evolución de distintos fenómenos si se dan simultáneamente. Dividir la gráfica en distintas partes, y explicarlas, si hay cambios de tendencia en los hechos y variables que se estudian. Si es posible, aventurar, de forma argumentada, tendencias de futuro previsibles. 47 EJE CRONOLÓGICO SIGLO XIX 1814: Restauración Absolutismo: Fernando VII. 1820-23: Trienio Liberal. Principios XIX: Emancipación hispanoamericana. Reinado Fernando VII 1823-33: Década Ominosa Guerra de Sucesión: Isabel-Carlos. 1833-40: Guerras Carlistas. Paralela a ellas: Regencia de Mª. Cristina. 1840: Regencia de Espartero. 1843: Reinado de Isabel II (1843-68). 1868-73: Sexenio Democrático. 1871-73: Reinado de Amadeo I de Saboya. Guerras Carlistas. 1873-74: Primera República. Guerras Carlistas. Revolución Cantonal. 1874: Golpe de estado (Pavía). Gobierno de Serrano. 1875: RESTAURACIÓN: Alfonso XII (hasta 1902). Fin guerras carlistas. Pacificación en Cuba. Guerra Cuba, Filipinas y Marruecos. Pérdida de las Colonias. SIGLO XX Mediados XIX y principios XX: Emigración a América. Reinado de Alfonso XIII (1903). Restauración Borbónica. 1918: Epidemia de la gripe: mucha mortandad, sobre todo ancianos y niños. 1923: Dictadura de Primo de Rivera. Europa en Guerra: 1914-18: I Guerra Mundial, económicamente buena para España. Nacionalismos (Hitler, Mussolini), Años 20: Guerra Marruecos, desastre de Annual. 2ª Revolución Industrial: cambios en las formas de vida y en la economía. 1900-1930: población: crecimiento continuado. Causas: descenso de la mortalidad, disminución del número de emigrantes. Movimientos migratorios: hacia las zonas más industrializadas y éxodo rural. 1931: II República. 1936-39: Guerra Civil. Generaciones Huecas. 1950-73: Emigración hacia Europa. 1939-75: Dictadura Franquista. Franco muere el 20 noviembre de 1975. 1939-1944: II Guerra Mundial. 1950-60: Emigración hacia América. 1960: Baby Boom. Boom económico. 1975: Monarquía de Juan Carlos I. Crisis económica. Despenalización de los anticonceptivos. 1985: Entrada en la UE. 48 EL MOVIMIENTO NATURAL DE LA POBLACIÓN Los principales acontecimientos históricos que han tenido incidencia demográfica Principales ascensos de la natalidad: Prosperidad económica de los años veinte: 1920-1930 Período 1956-1965 Principales descensos de la natalidad: Crisis económica de 1929 e inestabilidad política de la II República (1931-193). La Guerra Civil y la postguerra (1936-1939) Los años finales del desarrollismo (1965-1975) Crisis de mortalidad catastrófica en la segunda mitad del siglo XIX: Epidemia de cólera en 1885 Guerras carlistas en 1868-1876 Guerras coloniales: 1868-1879 Guerra de Cuba y Filipinas: 1895-1898 Mortalidad catastrófica en la primera mitad del siglo XX: Epidemia de gripe de 1918 Guerra Civil (1936-1939) Además, se debe concluir que en los momentos de mortalidad catastrófica las curvas de la natalidad y de la mortalidad experimentan comportamientos opuestos: la curva de la natalidad desciende y la de la mortalidad asciende, pudiendo llegar a colocarse por encima de la curva de natalidad, lo que supone decrecimiento de la población. 49 Comentario. Plano de Palma de Mallorca Nos encontramos ante el plano de Palma de Mallorca, principal ciudad de la isla de Mallorca y capital administrativa de la Comunidad Autónoma de Baleares. La ciudad está claramente marcada en sus orígenes y en su desarrollo por su situación costera y su carácter portuario (de ahí que, a grandes rasgos, su morfología pueda recordar a otras ciudades españolas similares, como Alicante o Barcelona). Podemos observar, al N, NE y E del puerto, la zona medieval de la ciudad. Esta área se caracteriza por un plano de tipo anárquico o irregular, con calles estrechas, cortas y que describen curvas. Es el plano prototípico de los cascos históricos españoles, zonas que en la actualidad resultan problemáticas para el tráfico, y que en algunos casos se encuentran considerablemente degradados. No es el caso de Palma, ya que en este casco histórico se concentran los espacios de la Universidad y el Palacio de Marivent. La zona medieval tiene dos claros centros en la Plaza Mayor (que se sitúa prácticamente en su centro geométrico), y la Catedral y el Real Castillo (junto a la línea de costa). De época medieval también, pero situado fuera (y a considerable distancia) del casco histórico se sitúa el castillo de Bellver (al SW). Construido entre los siglos XIII y XIV, es de planta circular, y durante casi toda su historia se ha utilizado como prisión. En torno al casco histórico se aprecia la presencia de amplias avenidas, las Rondas, que ocupan el espacio de las antiguas murallas, derribadas en el siglo XIX o principios del XX para construirse los ensanches (estructura ésta que se puede apreciar también en Madrid o Barcelona). En el caso que nos ocupa, el proyecto del Ensanche fue realizado por B. Calvet en 1901. Presenta plano en cuadrícula, con calles anchas, largas y que se cortan en perpendicular, dando lugar a manzanas de casas de forma regular. Considerando todo el ensanche en conjunto, se puede apreciar una clara estructura radiocéntrica, tomando como centro el conjunto del casco histórico. Estos ensanches surgen en el siglo XIX como respuesta a la necesidad de viviendas de calidad que tiene la incipiente burguesía industrial, y en la actualidad constituyen los barrios de prestigio de las grandes ciudades, con altísimos precios por metro cuadrado. El ensanche mallorquín engloba una serie de antiguos núcleos de población, como El Terreno, Son Armadans, Son Espanyolet o Santa Catalina, surgidos en su mayor parte a lo largo del siglo XIX. Más allá del ensanche, siguiendo las grandes avenidas y la línea de costa, es de suponer (aunque no aparece en el plano) que se habrán desarrollado los barrios más populares propios del siglo XX. 50 Comentario. Plano de Barcelona El plano de la ciudad de Barcelona nos permite apreciar, en primer lugar, la importancia de los condicionantes geográficos en los desarrollos urbanos. Su condición de ciudad marítima limita las posibilidades de crecimiento, quedando en la actualidad el centro histórico, origen de la ciudad, muy ladeado dentro de ésta, al contrario de lo que ocurre en la otra gran urbe española, Madrid, que, sin estas limitaciones, se ha expandido en todas direcciones. Barcelona es una ciudad de fundación ibérica que alcanza un notable esplendor (del que apenas quedan restos) en época romana. Es, sin embargo, en la Edad Media especialmente a partir del siglo XIII, tras la unión de Cataluña y Aragón), cuando la ciudad vuelve a revitalizarse, convirtiéndose en uno de los más importantes puertos del Mediterráneo. De esta época data el inicio de la configuración del actual casco histórico o “Barrio Gótico”, situado en torno al puerto, y que presenta la configuración típica de los barrios medievales: calles estrechas y cortas que van formando revueltas y cortándose entre sí de manera desordenada, estando todo el conjunto rodeado por la muralla. La gran expansión de la ciudad fuera de este recinto medieval se va a producir a mediados del siglo XIX, cuando el espectacular crecimiento de la población debido al éxodo rural obligue a plantearse la necesidad de construir nuevos barrios. Se derribarán las murallas, y el ingeniero Ildefonso Cerdá planificará el Ensanche de la ciudad en los Llanos del Llobregat (1859). Aunque con modificaciones sobre el proyecto original, el nuevo y gran barrio se irá construyendo a lo largo del siglo. El Ensanche presenta la estructura en cuadrícula o damero tradicional en estos barrios de nueva creación (otro ejemplo es el de Salamanca, en Madrid), con calles largas y anchas que se cortan en perpendicular, formando manzanas cuadradas de viviendas (teóricamente, estos cuadrados deberían haberse construido sólo en tres de sus caras, dejando el resto abierto para espacios verdes; al final, la especulación motivó que la densidad de las construcciones fuera mucho mayor). En este barrio, ocupado preferentemente por la burguesía, será necesario abrir con posterioridad vías transversales para facilitar el tráfico: son las “Diagonales”. En el siglo XX, las nuevas necesidades de la población obligarán a seguir ampliando la ciudad, hacia lo que se conoce como el “gran Barcelona”. Se trata de barrios que, sin presentar el caos urbanístico del casco histórico, tampoco ofrecen la regularidad del Ensanche. Más bien, cada uno de estos barrios presenta una fisonomía diferente de los demás, al construirse por diferentes promotores y en diferentes momentos. Este último crecimiento, en algunos casos, ha incluido dentro de la ciudad viejos municipios independientes. No recoge el mapa ofrecido las últimas variaciones experimentadas por la ciudad con las obras derivadas de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992, que permitieron, por ejemplo, una mayor apertura de la urbe hacia el mar a lo largo de toda su franja costera. 51 Comentario. Plano de Toledo El plano corresponde al casco antiguo de la ciudad de Toledo. De origen prerromano, ha acogido a diversos pueblos y culturas a lo largo de la historia. Tras la dominación romana, en la Edad Media, Toledo fue capital del reino visigodo, conquistada por los musulmanes, y reconquistada por los cristianos; y en la Edad Moderna fue ciudad imperial, alcanzando su mayor esplendor. Su emplazamiento, localizado sobre un cerro semirrodeado por el río Tajo, tiene un carácter eminentemente defensivo. Además, su ubicación, junto a un vado por el que el río podía cruzarse fácilmente a pie, facilita las comunicaciones, pues Toledo se sitúa en una posición estratégica en las vías de comercio y comunicación del mundo antiguo y medieval, al ser paso obligado en las rutas hacia el sur peninsular. Históricamente se ha beneficiado de su situación en el único eje natural de comunicación entre las zonas occidental y oriental de la submeseta sur y entre las capitales de los dos estados peninsulares medievales (el cristiano y el musulmán). El casco antiguo poseía murallas de las que se conservan hoy amplios retazos. Estas tenían finalidad defensiva, fiscal (asegurar el pago de impuestos) y sanitaria (aislar la ciudad en caso de epidemia). El plano del casco antiguo es muy irregular, de calles estrechas y tortuosas, que conservan en buena parte el trazado musulmán (adarves, corrales, plazas, patios y plazuelas). No obstante, se observan en él plazas y avenidas más amplias y regulares correspondientes a reformas urbanísticas posteriores, realizadas en la Edad Moderna o en el siglo XIX. La trama es cerrada y compacta, debido a que el crecimiento de la ciudad se localizó durante siglos dentro del espacio intramuros. De este modo desaparecieron progresivamente los patios y los huertos existentes dentro del recinto amurallado y la trama se densificó. La edificación tradicional es de baja altura, aunque experimenta una progresiva tendencia a la verticalización. En el plano se aprecia la existencia de destacados edificios históricos y artísticos, pertenecientes a diversas épocas y culturas: musulmanes (zocos, mezquitas), judíos (barrio de la judería, sinagogas) y cristianos (iglesias, la catedral gótica, monasterios, conventos, edificios mudéjares y renacentistas, como el Alcázar levantado por Carlos I). Los usos del suelo tradicionales eran residenciales, comerciales y artesanales (paños, damasquinados, armas). Actualmente, esta zona está perdiendo usos residenciales, a raíz del deterioro de muchas viviendas y presenta importantes usos terciarios (oficinas, comercios, restaurantes), en muchos casos relacionados con el importante turismo que atrae esta zona de la ciudad, tanto por su propia configuración urbana como por los destacados monumentos históricos y artísticos que posee. Socialmente, en el pasado convivieron en la ciudad diversas razas y culturas (musulmana, cristiana y judía), aunque en barrios separados. Ello ha dejado su impronta en el casco antiguo (barrio de la judería). Actualmente, se manifiesta un progresivo envejecimiento de los grupos sociales que viven en esta zona, debido a la antigüedad y al deterioro de muchos inmuebles. Los principales problemas que afectan hoy al casco antiguo son el vaciamiento de los inmuebles por la deficiente habitabilidad de las viviendas, el deterioro de algunos edificios históricos y la saturación y la congestión de oficinas, equipamientos y comercios. Ello exige políticas de rehabilitación morfológica y funcional. Las regiones españolas donde es más frecuente este tipo de plano son Andalucía, Murcia, la Comunidad Valenciana, Extremadura y Castilla-La Mancha, 52 debido a que contaron con una prolongada presencia musulmana en su territorio, especialmente las tres primeras, en las que la vida urbana contó con un importante florecimiento. Los musulmanes en general no fundaron ciudades nuevas, sino que aprovecharon asentamientos anteriores (Toledo, Córdoba, Granada), cuyo plano remodelaron y revitalizaron como centros estratégicos, administrativos, económicos, religiosos y culturales. 53 Comentario del plano urbano de Pamplona Pamplona, como las ciudades con una larga historia, presenta un espacio complejo en el que pueden apreciarse distintas áreas correspondientes a las diferentes etapas del desarrollo urbano: el casco antiguo; el ensanche desde mediados del siglo XIX a la primera mitad del siglo XX; y la periferia. 1. El casco antiguo Pamplona se asienta en un emplazamiento estratégico de carácter defensivo, sobre una terraza alta en la margen izquierda del río Arga, al que se asoma por un talud de fuerte pendiente. Se sitúa en la cuenca de Pamplona, en un punto crucial para las comunicaciones y el comercio, tanto con Francia (está al pie del paso más accesible del Pirineo occidental por donde discurría la ruta de peregrinación medieval del Camino de Santiago) como con otras regiones españolas (País Vasco, La Rioja, Aragón y norte de Castilla). Además, la ciudad está rodeada de un importante entorno agrario. El casco antiguo tiene un origen romano: se remonta al campamento establecido por Pompeyo (Pompaelo) sobre una antigua población vascona que se llamaría Iruñea. Conserva restos de la cerca: murallas reconstruidas tras la incorporación de Navarra a Castilla (1515), que tenían finalidad defensiva, fiscal y sanitaria; baluartes (baluarte del Redín al norte), y la ciudadela que Felipe II hizo construir para proteger la ciudad hacia el sur y que hoy es un gran parque central con jardines. El plano del casco antiguo es irregular y se organiza en tres barrios en torno a la Plaza del Castillo, que desempeña una función militar y no tiene una posición central: un barrio de forma pentagonal (San Cernín) y otros dos más o menos rectangulares (San Nicolás y La Navarrería). En el plano de esta zona se aprecian plazas, que corresponden a épocas posteriores. Las plazas del Ayuntamiento y del Mercado son espacios internos del siglo XVIII, de escasa entidad, creados en el contacto de los tres burgos. La plaza de San Francisco es el único caso de remodelación interior a finales del siglo XIX. La trama es compacta debido a que el crecimiento urbano a lo largo de la historia ha tendido a densificarla para aprovechar al máximo el espacio. La edificación tradicional es de baja altura. Quedan restos de edificios históricos y artísticos, como iglesias medievales, la catedral gótica, palacios de la época moderna e iglesias del siglo XVIII. Las casas del siglo XIX son más altas, de 4 o 5 plantas, y muestran la tendencia a la verticalización cuando el hacinamiento del centro obligó a crecer en altura. En algunas áreas la edificación pertenece a las últimas décadas debido a procesos de renovación que llevaron a la sustitución de inmuebles en estado de ruina por otros modernos. Los usos del suelo tradicionales del casco antiguo eran residenciales, artesanales y comerciales. Actualmente, la plaza del Castillo sigue siendo el corazón funcional y social de la ciudad en el que están representadas todas las funciones: la administrativa (gobierno de Navarra), la financiera y toda clase de oficinas y servicios. Las funciones económicas de mayor centralidad se ubican en las zonas de contacto con el área más moderna del ensanche. El centro comercial y de negocios comprende, por tanto, un triángulo entre la plaza del Castillo y las dos plazas circulares de la avenida de la Baja 54 Navarra. Aquí se encuentran los edificios de la banca, los seguros y oficinas, que han sustituido en los edificios a la función residencial. Luego siguen unas orlas que contienen actividades de menor centralidad: comercios, despachos, consultas médicas, centros educativos y culturales. En el resto del casco antiguo hay espacios comerciales y de esparcimiento y algunas actividades residuales de tipo artesanal (muebles, confección, carpintería). Los problemas que afectan hoy al casco antiguo son el deterioro de algunos inmuebles y el envejecimiento demográfico, que han dado lugar a algunos procesos de sustitución social, aunque sin llegar a los extremos de otras ciudades, de modo que socialmente la población que reside hoy en esta zona es mayoritariamente obrera y asalariada. La solución a estos problemas es la rehabilitación morfológica y funcional. 2. El ensanche de la segunda mitad del siglo XIX y de la primera mitad del XX El ensanche urbano que se produjo en otras ciudades españolas desde mediados del siglo XIX llegó a Pamplona con retraso. Durante la mayor parte de este siglo el crecimiento de la ciudad tuvo lugar intramuros, debido al obstáculo que la gran ciudadela oponía a la expansión urbana y a que la economía regional seguía basándose en la agricultura. La ampliación de la ciudad que se produjo durante este período se debió a su configuración como centro principal de servicios de un área en proceso de modernización agraria y al establecimiento de algunas industrias. En esta expansión urbana hay que distinguir entre el ensanche ortogonal surgido para residencia de la clase media al sur del casco antiguo, las instalaciones industriales y barrios obreros que se crearon en el norte en torno a la estación del ferrocarril y algún ejemplo de barrio jardín adosado al ensanche burgués. a) El ensanche burgués Los dos primeros ensanches adoptan plano ortogonal (tienen como eje la avenida de Carlos III que une la plaza del Castillo con la de Conde de Rodezno y la vía diagonal de la avenida de la Baja Navarra). El primer ensanche (1890-1900) tuvo lugar hacia el sur rompiendo un baluarte de la ciudadela y fue una tímida respuesta al crecimiento de la población. En el segundo (1920-1950), la ciudad se expandió hacia el sur más allá de la ciudadela. La trama en la primera fase de construcción del ensanche fue de baja densidad, alternando en la edificación las manzanas con los chalés y edificios de baja altura. Pero durante los años sesenta y setenta del siglo XX se llevaron a cabo en esta primera fase procesos de renovación y sustitución, al aumentar la presión sobre el suelo. En la segunda fase, tras la Guerra Civil, aumentó la altura y la edificabilidad. Los usos del suelo fueron inicialmente residenciales para las clases medias tradicionales. Pero desde la década de 1950 se incrementaron los usos terciarios, comerciales, financieros y de servicios liberales, que se trasladaron a esta zona desde el casco antiguo. b) Las instalaciones industriales y los barrios obreros 55 La construcción de la estación del ferrocarril en el norte de la ciudad (1864), sobre la orilla derecha del Arga, junto al acceso desde San Sebastián y Vitoria, propició la localización en sus proximidades de las primeras instalaciones industriales y dio lugar a la aparición de barrios obreros, donde se alojaron los inmigrantes que acudieron a trabajar a la industria (La Chantrea). Estos barrios presentaron trama cerrada, edificación de baja calidad y deficiencias en equipamientos y servicios, que deben subsanarse en la actualidad con políticas urbanísticas adecuadas. c) Los barrios jardín Adosado al ensanche burgués, hay un barrio de chalés al estilo ciudad-jardín propio de la época (colonia de Argaray), de trama abierta y viviendas unifamiliares con jardín, que tienen una función principalmente residencial. 3. La periferia El crecimiento urbano de Pamplona se produjo sobre todo a partir de los años sesenta del siglo XX. El motor fue un fuerte impulso industrializador, que convirtió a la ciudad y a su área metropolitana en un centro industrial importante, con empresas metalúrgicas, del automóvil, química, madereras, textiles, artes gráficas, alimentación, etc. Al amparo del desarrollo industrial se reactivaron y diversificaron los servicios. A ello hay que sumar las funciones administrativas como capital y las funciones comerciales, financieras, universitarias y sanitarias. Dentro de la periferia pueden diferenciarse diversas áreas caracterizadas por sus usos del suelo: áreas residenciales, industriales y de equipamiento. a) Las áreas residenciales Los barrios residenciales son de diversa categoría y morfología: alternan barrios de trama abierta y de trama cerrada, barrios estandarizados de edificios hechos en serie, con otros de mayor variedad y calidad. También varía la altura y el tipo y la calidad de los edificios, en función del mayor o menor valor del suelo. - Las clases medias se instalaron en un tercer ensanche urbano, que comenzó en los años sesenta (1960-1980) al oeste de la ciudadela (barrios de San Juan e Iturrama), con un carácter eminentemente residencial para las nuevas clases medias emergentes, al preverse que en una nueva etapa de industrialización crecería la demanda de espacios de vivienda de calidad. El barrio de San Juan es un ejemplo de racionalismo especulativo: el plano se organiza en torno a una avenida principal y el resto de las calles se adaptan a la antigua red de caminos, la trama presenta alta densidad y la edificación está constituida por bloques de distinta forma y altura. El barrio de Iturrama posee un plano más regular ordenado en torno a dos ejes longitudinales. A ambos barrios se añade otro de creación cooperativista, Ermitagaña, adosado a San Juan, de trama menos densa. El uso del suelo inicial de esta zona fue el residencial, pero también ha experimentado un proceso de terciarización a través de la avenida del Ejército, creada a finales de los años sesenta para conectar el centro con esta nueva zona. Así, van penetrando por los ejes viarios los principales comercios de calidad y oficinas a modo de prolongación del centro comercial y de negocios, a lo que colabora también su proximidad al campus universitario. Socialmente esta zona está ocupada por directivos y profesionales liberales medios. 56 - Barrios obreros industriales. Una vez que se consolida la industria, la margen derecha del Arga recibe el grueso de las instalaciones industriales y de los inmigrantes que acuden a trabajar a ellas, que se asientan en los barrios de la Chantrea y Rochapea. En la zona sur de la ciudad la implantación industrial es menor, pero existen también barrios obreros cerca de la zona universitaria y hospitalaria. b) Las áreas industriales - La zona norte de Pamplona concentra el grueso de la industria en torno a los principales accesos por carretera y de acuerdo con la programación industrial (polígonos industriales). Los barrios de Landaben y San Jorge tienen un claro carácter industrial y el de Rochapea mixto industrial-residencial. El plano es irregular, la trama densa y la edificación de baja calidad. - En la zona sur, en la orilla derecha del río Sadar, se han creado también algunas instalaciones industriales. c) Zonas de equipamiento En los años sesenta surgieron en la periferia urbana áreas de equipamiento que buscaban espacios más baratos y más amplios, inexistentes en el centro de la ciudad. En el valle bajo del Sadar se creó el campus universitario en un entorno de calidad y la zona hospitalaria. Otros servicios demandadores de grandes espacios buscaron también el área periférica, como el planetario, el campo de fútbol, el aeropuerto, las zonas deportivas, etc. La estructura urbana se completa con una franja periurbana en la que la ciudad penetra en el campo siguiendo las vías de acceso principales. El área suburbana es un espacio discontinuo en el que se mezclan los usos del suelo: zonas agrícolas, urbanizaciones y polígonos o industrias aislados y excepcionalmente la urbanización de alto nivel (Alzuza) o la urbanización sin arreglo a un plan, ambas aisladas en medio del campo. 57 Mapas y documentos Documento 001 Documento 002 58 Documento 003 Documento 004 59 Documento 005 Documento 006 60 Documento 007 Documento 008 61 Documento 009 Documento 010 62 Documento 011 Documento 012 63 Documento 013 Documento 014 64 Documento 015 Documento 016 65 Documento 017 Documento 018 66 Documento 019 Documento 020 67 Documento 021 Documento 022 68 Documento 023 Documento 024 69 Documento 025 Documento 026 70 Documento 027 71 72 73 74 Plano de Barcelona 75 76 Bilbao 77 Alicante 78 Salamanca 79 Córdoba 80 Granada 81 Zaragoza 82