A B O I V . - IViini. I^f» SE 1 1 de Ae:«sto de 1 8 0 7 PUBLirA LOS MIÉRCOLES . : # ^ í ^ ^ , '^'"" Oficinas: SAÜTA 15 CÉNTIMOS EN TODA. ESPAiNÍA CÉNTIMOS 15 KN LA l'LAYA. i-ou CAKEINKTTI • ESGBAC1A,5? -• • ' PLAYA DE ESPINHO Bicicletas PEUGEOT * üfoí/e/a ESPAÑA ¡¡440 PESETAS!! | J . G. GIROD, Posííw, 25 3/ 27, Madrid. | Un maestro de escuela á s u mujer: — ¿Podrás creer c|ue h e perdido los tirames—¡Es singular! —¡No, hija; es plural! MAQUINARIA Y ARTÍCULOS PAKA IMPRENTA Litografía y Encuademación. Ramón Corchs H a i i t a n « > r , 7 . — B A B < EL-ONA — H n n t n n e r * 7. ÚNICO REPRESENTANTE EN ESPAÜA DE LA (ASA áLAUZET Y C." dt París. Tipos comunes.—Titulares.—Orlai—Letras át madera p^ra oarteles.— Fileteriss de cobra.- Tipos para dorar á mano J i voluta, d &—Dopóaito de tintas de LaDeche Breham, de P»ria. SOMBREROS fKt^ •a&orfta f nífiOB y ador nos para an oontaoolÓQ. • o l e r y Zender. Saloearío de S. Felipe. HILERAS, 4. BAÑOS-DUCHAS R,IBICKT«I>. 7 . BiCO HISPANO - COLONIAlcada íuscrición, las carpetas provisionales que les corre<pondan y q u e están ANUNCIO ya confeccionadas. P o r Real orden de 23 de Barcelona 25 d e Julio de este mes, publicada en la 1897.—El secretario geneGaceta del 24 del actual, se ral, An'xfiíffs lie Artiñano. establecen las bases d e adjudicación de las obligaciones hipotecarias del Teso r o de Filipinas, serie A, s u s c i i l a d 15 del presente mes de Julio,disponiéndose ¥ia¡%t am mohtfiíu q u e á las suscriciones de V K/'n gasto». u n a y dos obligaciones se ias adjudique u n a obliga ción, y q u e todo-! los demás {LBGAIJTS FORTFOLK pedidos se prorrateen á racoa ión d e i8,8y p o r 100 de laf obligaciones suscritas, no 4 MAflNlFICAS FOTOGUFtAl t o m á n d o s e e n c u e n t a la L« o b n coDtUJá de TClnt' fracción que resulte infe- uadernoi. rior á media obligación \ aumentándose una obliga PRECIO DBL CUADKBNO ción al pedido en que la O L'fNTIBlOS «n H a d r l * fracción represente media ODÜgación ó más. E n su KMirxiMX ofvirw tntKMM> consecuencia, los señores CHARADAS Buscritores pueden presen t a r s e d e s d c el día 26 del ac- Mineral es mi primera, tual en los establecimien consonante mi secunda, tos en q u e realizaron su y bebida mi tercera, suscrición p a r a liquidar el / el totlo lo a c e r t a r á s 20 por 100 del segundo pla- que es un apel.ido ilustre zo y sucesivos h a s t a dondf d e español q u e fué poeta. alcancf, con el exceso del 10 p o r ICO entregado a suscribirse. E n San Sebastián; — i Sabe usted n a d a r , Los suscritorcs que lo Julia? deseen podrán anticipar el —No, señor, ¿y usted? — ¡Ahí Yo n a d o en un pago d e los plazos tercero c u a r t o V quinto, desde el mar d e esperanzas. referido di;i 26 conforme á —¡Es un m a r muy bolas condiciones del Rea! rrascosoí decreto de 28 de Junio lilti — ¡Si que lo es! mo, recibiendo, una vez —¡Pues, p o r si acaso, llerea'izado el pago total de ve usted calabazas! /ÜELTAMi MONDf Un ciiarlatán predica rodeado de curiosos y desde lo alto de la mesilla portátil las excelencias de s u s específicos. — Mi bálsamo contra el renma, dice, se compone de simples, y mientras haya simples aquí, n o dejaré el sitio. El cinematógrafo: En un espectáculo ptib l i c o s e d e s c o ripusoel apar a t o quedando el cuadro completamente á oscuras. pí.u\ DO C R U S I I R O Pero el empresario no E s p i n h o es verdaderamente un jardín plantado á era ile los que se achicaban orillas del mar; no se puede calcular la animación por nada, y en el in^to exque p o r aqui se vé, de todas partes llegan forasteros: cl.'iiiin; — ¡ C o m b a t e de negros los trenes que aquí llegan llcnus, salen completamen te vacíos. Ya tenemos dicho q u e es la mejor playa del d t n l i o de un túnel! país p o r todos conceptos; aún nos falta decir otro y *%. es el de hallarse muy cerca de Oporto, á donde los forasteros van :l menudo, no sólo p o r q u e tienen allí Maestro y discípulo; transacciones comerciales, sino q u e también p o r ver ;(Jué es el volapuk? la segunda capital del país. - l . a lengua universal, E s una ciudad comercial, llena d e vida, d e un pa—¿Y quién la habla? norama lindísimo, con monumentos históricos, y en ¡Nadie! íin, con todas las diversiones. E s raro, pues, el q u e viene á esta bella playa q u e no vaya á Oporto, p o r las grandes facilidades del CHARADAS R Á P m A S t r a s p o r t e y p o r su baratura. I !^ Pesa y medida. T o d o O p o r t o dista veinte kilómetros, hay trenes casi de hora en hora p a r a ir y volver d tiempo se gasta medida. apenas cuarenta minutos. 2.^ Tres notas musicaCada billete en tercera de ida, sólo cuesta dos les. Todo pueblo. reales, en segunda de ida y vuelta, dos pesetas y cinco 3," E n la baraja y negacéntimos y en primera, tres pesetas y cinco céntimos, de modo que cualquiera puede tomar un baño, ción. T o d o animal almuerza y m a r c h a á las diez de la mañana y puede volver á las cuatro de la tarde p a r a comer en su casa Recursos infantiles: *•* , Mariquita (tres y media LA CONFESIÓN d e la madrugada). - M a m á , ¡Señor cur^! ¡Señor cura! tengo mucha sed. ¿qué tenoré en mi corazón L a mamá no contesta. que á veces siento dulzura Mariquita dcj a pasar y otras tanta agitación? unos minutos y despué? i^\it tendré, q u e el alma mía dice; ríe y llora sin cesar, —Mamá, si tú no te desy á veces siente alegría piertas tendré q u e despery otras me mata el pesar? tar á papá ((Jué tendré q u e aqui en las sienes llega el calor á abrasarme?... —¡Hija mía; lo ijuc tienes es g a n a d e fastidiarme! Soluciones d los pasaV I T « I ' Mt.\.. tiempos lie!, número antt*** rior. Gedeón enseña á su hijo una lámina que representa ei Coliseo r.;mano y le dice: A la charada: — Los antiguos nos llevaban la ventaja en todo. MALVABI5CO Ningún arquitecto m o d e r n o ha construido n a d a que h a y a podido resistir t a n t o tiempo. Al logogrifo; .*. Necrología publicada p o r un periódico inglés: • Con la muerte d e t a n ilustre ciudadano, la socied a d h a perdido u n o de sus mas bellos ornamentos; la Iglesia, uno d e s ú s fieles; su c-^posa, un marido modelo, y nosotros un suscriptor q u e pagaba los recibos con puntualidad nunca bastante alabada.* ¡!. • '. E n t r e artistas; —¿Qué hay, después d e todo, entre la risa y las lágrima!,? I-a nariz, replica seriamente u n o de los del corro. AM G E L S E Í P U L V S D A L G: D £ s M A J A K S O N V E V A N G A S C o. N A L D A If A P K R E Z z U S l O A C O K T R B S A S X A tí 0 A K ó R O DA O ^ue,uo^iu)í)D año l¥. T atúRID: 11 lia JIgoíío ESPAÑA KL d» 1897. I Mam. 188. PINTORESCA 4>EI«K:RAL]FIÍ: Es el foro fantástico, cuajado de flores y de verdura, sobre el que se dibuja gallarda la silueta del palacio de la Alhauíbra, entre cuyos afiligranados muros se desarrolló la novelesca historia de la última dominación árabe, tan poética, tan tierna, tan sencilla, que fué su epílogo un suspiro. Aquellos árboles frondosos sirvieron de dosel á Zoraidf», cuando el africano, rendido de amor se prosternaba ante el trono de su hermosura; en aquel mirador de encaje pasó las plácidas noches, aspirando el aroma de los nardos y los jazmines que trepan,"todavía, por'sus alféizares, y escuchando las]¡armonías de la guzla regia, cuyos acordes suaves recuerdan en sus trinos los pájaros del Generalife cual si^fueran misteriosos espíritus de aquella edad de amor y poesía. E l Generalife ha sido cantado ])or los más grandes poetas on versos inmortales. Los novelistas le han escogido como escenario donde desarrollar los dramas de amor más interesantes. Los pájaros continúan tejiendo allí i^iis nidos y lanzando sus armonías en verano d u r a n t e las serenas noches de Andalucia. H o y no es el Generalife lo que fué antes. Hoy jierteneee á ]iarticiilar6s. fuera de aciuella parte reservada como monumento nacional. H o y más que un lugar de recreo es una huerta. Pero, siempre, por los restos que quedan de las grandezas pasadas, como son su torre, su mirador, sus baños y sus alboreas, será un sitio donde la imaginación se complazca eu sueños deliciosos. CROfllCA POLÍTICA hot alborotos del extrari-nilio ;/ el espíritu púhlir.o.—Ainbienle peligroso.—Una granjaerza despreciada.—Los errores de cálculo que eso origina,— Divorcio peligrosísimo, — El sueño de los /ainisteriaUa. Síntoma del malestar general, que se agrava con cualquier motivo, los alborotos de los vecinos del e x t r a r r a d i o madrileño presentan rasgos característicos que conviene estudiar. Es uno de éstos el movimiento de simpatía producido por los mismos en el ánimo de la inmensa mayoría de las gentes, á quienes en nada t o c a b a el asunto. Esos motines parciales, causados por intereses muy locales que se sienten heridos por disposiciones administrativas, han despertado siempre más curiosidad que solicitud. Ahora, por el contrario, la conciencia general se ha puesto resueltamente del lado de los que protestaban contra las medidas de la autoridad. Y esto n o sólo por la razón que pudiera asistir á los vecinos de las zonas exteriores de Madrid, pues en tales cuestiones de administración nuestra masa social no ¡irofundiza mucho, sino por el hecho escueto de recargar los tributos y por el deseo común de que se empiece á romper de cualquier modo el marasmo en que parece sumido nuestro pueblo Sí; esto es lo más grave que aparece en el fondo d e los citados acontecimientos. Personas de orden, clases sociales, cuyas conveniencias pueden padecer mucho en la revuelta, entidades n a d a levantiscas, periódicos cuyas tradiciones les aconsejan predicar la tranquilidad en las calles, han hecho pocos esfuerzos por ocultar sus simpatías hacia los que de algún modo protestaban c o n t r a la manera con la cual se administran hoy ios intereses públicos. Este ambiente moral, creado por los efectos d e la conducta seguida d u r a n t e dos años en altas y bajas esferas de gobierno y aun por el proceder de todos los elementos políticos, debiera atraer seriamente la atención de los h o m b r e s que se hallan al frente de los n ^ o c i o s públicos. En ambiente de esa naturaleza todos los gérmenes de perturbación se desarrollan con facilidad faltos de la presión social que en otras condiciones los aisla, debilita y sofoca. * * Imposible parece que al cabo d e larguísimo período d e revoluciones, pronunciamientos, intentonas, conjuras y motines, aún no nos hayamos dado cuenta de la influencia decisiva que en tales movimientos alcanza la atmósfera social. Hechos abundantísimos nos presenta p a r a ese estudio la Historia de E s p a ñ a en el siglo XIX, y, no obstante verlos tan de cerca, todavía por fijarnos solamente en lo material, el principal elemento de éxitos y de fracasos se nos escapa. Vemos al político que conspira, al general que se hace instrumento capital d e la conspiración, al jefe que se pronuncia, al soldado que se bate, al cabecilla que levanta partidas, al h o m b r e del pueblo que á su lado lucha; la causa más poderosa de la d e r r o t a ó del triunfo no la percibimos. Esto influye en nuestros juicios, forma falsos conceptos y determina actos de personajes y partidos perniciosos para los destinos d e la patria. L a fuerza del espíritu público, el estado de la conciencia social, las energías morales que esa fuerza da ó quita, son á nuestros ojos cantidades despreciables. De ahí los enormes « r r o r e s d e cálculo. Así se explica que, por haber visto en determinada ocasión á unos cuantos batallones sublevados cambiar el orden vigente, se h a y a crcido que otros tantos batallones podían hacer lo mismo en cualquier tiempo. De este modo se comprende el infundado temor d e los gobernantes, hasta en épocas en las cuales el espíritu público e s t a b a resueltamente por el reposo, y la confianza de hombres, como Ruiz Zorrilla, por ejemplo, en la conspiración t r a m a d a aun en plena paz de los ánimos. Los movimientos del alma colectiva, producen la presión social. Esta, si es favorable ai régimen vigente, enfría los ardores de la sedición, siembra la vacilación en sus filas, contiene á los prudentes y aisla á los exaltados, y si es adversa á la continuación del estado de cosas político, da calor á los tibios, anima á los circunspectos, empuja á los vacilantes y hace confiar á todos en el triunfo. L a diferencia que hay entre una y otra atmóstera moral p a r a el desarrollo de las insurrecciones, puede estudiarse en hechos como el alzamiento de Cádiz en iS6S y la sublevación de Badajoz en 1883. En la revolución de 1854 se marcó esa diferencia dentro de un corto periodo. El pronunciamiento militar, sin la conveniente preparación del espíritu público, iba de vencida cuando buscó la fuerza de este con el programa de Manzanares. Esa fuerza debiera ser apreciada, cual ninguna otra, por los gobernantes y conservada y acrecida con singular esmero. Sin embargo, se la desconoce cada vez más en todo orden de cuestiones. T a m p o c o los gobernados hacen grande estima de ella: pero la fuerza existe á pesar de todo y de todos. Y no sólo existe, sino que despreciada en Cuba, nos hace pagar en c u e b r a n t o s la desestimación, y desdeñada en la península, pudo ser para el señor Cánovas motivo de conflictos peligrosos. Por lo pronto las inquietudes respecto del orden público provienen de ahí. Se siente como por instinto ensancharse la distancia entre el gobierno y la nación. L a situación moral así creada es d e una inseguridad extrema. Como el hombre, cuyos centros nerviosos padecen soluciones de continuidad, el Estado español está expuesto á no dominar sus movimientos, ni regirlos con precisión. Y, sin embargo, condición tal es hoy más indispensable que nunca. El nuevo embajador de los Estados Unidos está ya en Europa. Digan l o q u e quieran los ministeriales, la llegada de Mr. Woodford vá á marcar el principio d e una crisis en la cuestión de Cuba, Importa mucho á la dignidad de España que la resolución que en t! asunto se adopte sea independiente de la presión extranjera. Para ello se necesita de u n a gran compene tración de espíritu del gobierno y de ¡a nación, á fin de que la fuerza moral de aquel sea poderosa. Y que la primera necesidad del orden es la quietad de los ánimos, porque lo contingente es de imposible previsión, hállase harto d e m o s t r a d o por la terrible catástrofe que ha puesto ñn á la vida del h o m b r e más eminente de la restauración y del periodo por ésta rerpesentado. Nada hacía temer que un factor tan principal de la vida pública desapareciera. L a salud de! Sr. Cánovas e r a buena; su robustez, proverbial; su cerebro, tan patente como el primer día; su dominio sobre la casi totalidad de los elementos políticos, mayor que nunca. Y, sin embargo, un h o m b r e oscuro, un sectario fanático, un napolitano, nacido allá en un rincón de su país, un sujeto de quien nadie podía imaginar que influyese poco ni mucho en los destinos d e España, h a venido á decidir d e ellos. Las traidoras balas de su revolver han b a s t a d o á cambiar el planteamiento de los problemas que más agitan á E s p a ñ a . E s t o p r u e b a una vez más que es preciso hacer del bien el fondo del cuadro y dejar á la voluntad de Dios la colocación d e las figuras. En un establecimiento balneario, en Santa Águeda, el domingo S del corriente, el Sr. Cánovas, tranquilo, confiado, ajeno al peligro que en torno de él se cernía, p a s a b a bajo el b r a z o criminal de un anarquista, desde la cúspide política y social de E s p a ñ a al tribunal de Dios. Lo trágico del suceso, la magnitud de las consecuencias, el legítimo deseo de no admitir la más remota solidaridad con el crimen, ni aún en el aprovechamiento de los efectos, han contenido hasta á los elementos más díscolos; p e r o el difícil estado en que la nación íjueda n o es un secreto p a r a nadie. De aquí el temor universal. Si la situación del espíritu público fuese normal y tranquila no se darían tamaños recelos. Porque la nación es inmortal, y en medio de la paz de los ánimos, nuevas fuentes de autoridad aparecerían y nuevos elementos de dirección se impodrían sin graves quebrantos. H . THOTASrO Ya en máquina este número y muy avanzada la tirada, nos sorprendió la triste noticia del atentado. Inmediatamente hicimos suspender é inutilizar la edición, y reuniendo algunos elementos de los pocos que nos era posible disponer, con tan escaso tiempo, reemplazamos algimas de las páginas con otras en las que Nuiivo MUNDO sólo se p r o p o n e rendir un homenaje al h o m b r e ilustre, cuyo fin trágico preocupa hoy á toda España, con la botita de chagrén ribeteada Ó con el zapato de rejilla atado con cordones de borlas, y con el mantón! bordado y de largos y sedosos Hecos, se presenta la reina de estas verbenas callejeras d e r r a m a n d o sal y oliendo á gloria, según rezan las antiguas canciones. VEEBENAS C A L L E J E K A S Y no es completamente a r b i t r a r i a la calificación de reina que se suele tributar á la mujer de l o s barrios populares de MaAgosto es el mes en que más verbenas se celebran en Madrid, porque en realidad ella es la q u e gobierna y dirige el hodrid; pero son verbenas callejeras, con un carácter muy distingar, la que gana el dinero, no to de las tradicionales de San siendo á su lado el h o m b r e Antonio, de San Juan y San NOTA ARTÍSTICA.—(Del aldum de Vaamonde). más que una especie de prínP e d r o , que tienen algo de cipe consorte que se aprocampestres. vecha lo mejor que puede L a de San Justo y Pastor d e la lista civil. que anima el antiguo barrio de Maravillas, donde se riñó Con frecuencia, este prínla gloriosa jornada del 2 de cipe se convierte en tirano Mayo de 1808; la de San Caque se impone por la bo/etd yetano, que lleva el regocijo limpia ó por el palo bien á la calle de Embajadores y manejado, pero tiene que sulas a d y a c e n t e s , donde tienen cumbir siempre ante la nesus domicilios la m a y o r í a d e cesidad d e la cajetilla ó del las cigarreras; la de la p a r r o alimento que proporciona la quia de San Lorenzo que es señora, que es la que sabe la fiesta d e la calle de Santa ganarlo. Isabel; la de la Virgen de la Y como lo gana, lo gasta; Paloma, que divierte á los que asi como no la asusta vecinosdelmodesto santuario el trabajo, se perece por el donde se venera la m i l ^ r o s a rumbo, y aunque pase todo imagen, á la que tanta devoel año hecha u n a esclava ción profesan las madrileñas para ganarse un jornal, tener netas, ya hayan nacido en hulimpia su casa y arreglada su milde ó en d o r a d a cuna, son ropa, nada la importarán los verbenas esencialmente calleafanes y los sacrificios si la jeras, que n o buscan el mistenoche d e la verbena d e su rio d e la e n r a m a d a , ni la calle puede lucir un buen pafrondosidad de los árboles. ñolón, llevando á su lado un h o m b r e bien vestido para T o d a s las sillas de las caque la obsequie con el dinesas en medio d e la Q^lle, muro que ella ha tenido buen chos farolitos de ¿ftlores y cuidado de ponerle en los muchas tiras d e pape! picabolsillos del traje que ella ha do, son el o r n a m e n t o de la pagado. verbena, en la que tocan sin cesar los insoportables piaE s p r o b a b l e que después nos de m a n u b r i o manejados de la verbena todo tenga por los más d e s a r r a p a d o s de que ir á P e ñ a r a n d a ; pero los golfos d é l a coronada villa. mientras dura vida y dulzura y todo se h a b r á perdido El piano de manubrio se menos el honor, si se ha poha sobrepuesto á la clásica dido lucir d u r a n t e u n a noguitarra con desdoro de la che. tradición y d e l a e s t é t i c a . Nada más agradable que oir KANABAI* por la noche el pespunteo ó el rasgueo de la guitarra hábilmente tañida y acompaSOBERANOS QüE MADRUGAN ñ a n d o de c u a n d o en cuando cantares que rebosan gracia, Los reyes de Europa, con cuentan amores ó refieren excepción de la reina Victopenas; pero nada más intoleria de Inglaterra y su hijo, rable que el incansable maestán convencidísimos d e la nubrio repitiendo con una teconveniencia de madrugar. nacidad desesperante tangos El emperador Guillermo y más tangos siempre iguales. se levanta á las cinco da la mañana. L a guitarra se calla porque ya no toca p a r a que se Nuestra reina regente su bailen las saladas seguidillas, Majestad doña María Cristimanifestación del g a r b o y na no se levanta nunca desde la gentileza, y el piano mepués de las siete. cánico produce l a m ú s i c a El rey H u m b e r t o se leadecuada para el baile agavanta á las seis. rrado en que la pareja se E I r e y O s c a r d e S u e c i a y el mece soñolientamente á un d e Rumania, tienen las miscompás monótono. m a s h o r a s para levantarse. Este es el baile de las verEl e m p e r a d o r difunto del oenas callejeras, el de los Brasil, D. Pedro,se levantaba Salones que se establecen á á tas tres de la mañana y 'a puerta d e las t a b e r n a s y con frecuencia v i s i t a b a á En estos dias di maícjlar público i¡ue denuncia la excitación entre los puestos de sandías, sus amigos entre las cuatro de los dfiimox, quizás alefttada por el calor que caldea los cerebros de torraos y de avellanas. y las cinco de la madrugada. y enardece la sani^re, la figura del Guardia civil se destaca del fondo indefinido del tumulto como garantía de la tranquilidad nacional. L a gala femenil de esta L a reina Victoria p e r fiesta es el pañolón de Mamanece en cama hasta las Al repasar el curioso álbum del g£7iial artista, hemos escogido nila. Bien peinada, con muocho, y entre la familia del esta nota que si está vulgarizada por los constantes servicios que la bechos caracolillos en el pelo y príncipe de Gales, el primer nemérita presta alorden público, parecede uva oportunidad innegable. mucha bandolina en la frendesayuno nunca se verifica Un toque de ateficidn dado por un corneta de la Guardia civil, ^> calzada primorosamente antes de las diez. suele ser mds convincente que las exhortaciones de las autoridades. ©iivefsa©i©nes. ^. Allá por los años de 1460 existía en Zafra, ciudad de E x t r e m a d u r a , un castillo feudal cuyo señor era el famoso D. Mendo Méndez do Pelaez, conde de Zafra, apodado Bigotes por el inmenso bigotazo que adornaba su ceñudo semblante de pocos amigos. Digno émulo de los señores do horca y cuchillo, ejercía poder absoluto en sus dominios sin q u e nadie pudiese poner coto al más pequeño de sus caprichos y cuyos sanguinarios instintos hacían que todos le odiaran y le temieran. Corría el mes de Agosto; el calor era sofocantp; la fuente pública de Zafra no daba agua, los pozos y cisternas se habían secado y la ciudad sufría la más terribles de las calamidadcí^: la sed. Solo en el patio del castillo existía una fuente q u e , proviniendo de un rico manantial le^^ jano, prodigaba agua fresca y cristalina. E n vano las autoridadesse habían acoreado á U. Mendo para q u e hiciese gracia diaria del agua que de la fuente se perdía sin provecho alguno; este g r a n tirano solo otoi-gaba esta merced cuando su mal humor c e s a b a por algunos instantes, porque el espectáculo de desesperación de los infelices que se acercaban á su castillo para apagar su sed le divertía. U n a gitana pudo penetrar u n día en el patio de la mansión señorial, burlando la vigilancia de los centinelas, llenó una alcarraza de agua y se disponía á e s c a p a r , cuando fué sorprendida y ilovada como cj imiiiai en presencia del conde. —¡CómOj infame gitana, te lias atrevido á e n t r a r en mi casa y tomar el agua que no es tuya!... —¡Ah, señor—exclamó la gitana arrodillándose y vertiendo abundantes lágrimas — perdonadme! ¡Mi anciana madre muere de sed, h u r t o 2>ara ella, no p a r a mí; tened piedad! Sus ruegos no fueron escuchados; sus lágrimas no fueron atendidas. E l feroz conde ordenó que la desnudasen de medio cuerpo jiara arriba, lanzasen la alcarraza al aire y dieran á la infeliz tantos palos como pedazos se hiciera en su caída. L a alcarraza se hizo siete pedazos y la delin- cuente sufrió el castigo tal y como el señor lo había ordenado siendo después arrojada del castillo. A l salvar el puente levadizo volvió el rostro enfurecida, y dirigiéndose al conde que desde la muralla la observaba, le dijo en tono estridente y profético; —¡¡Siete ])edazos, siete!! ¡Los siete días de la .semana! ¡Hoy es martes te emplazo para el martes próximo! ¡¡Tanta agua tendrás que navegarás sobro ella!! ¡¡Maldito seas!! A l oir el conde el emplazamiento mandó gente en persecución de la gitana, la cual huyendo como el ciervo perseguido por los porros, pudo refugiarse en las montañas vecinas. E l tirano, á pesar de su poca conciencia, sufrió aquella noche terribles insomnios, recordando la maldición de la gitana. A l siguiente día una intensa nebro se apoderó de él, y agravándose por momentos, entregó su perversa alma al Creador el lunes de la siguiente se- mana. E n la mañana del martes, el cuerpo y e r t a de D. Mendo, colocado sobre nn riquísimo catafalco, estaba cspuosto en nna de las salas bajas del castillo. E l cielo, cubierto de espesas y negruzcas nubns, envió tan fuertes lluvias, que en jiocas horas el castillo estaba inundado y el cadáver dol conde, en su caja, que lo servía de barco, flotando sobi-eel agua y siguiéndola corriente, salía de la puerta del castillo en dirección á las vertientes do la montana, donde oscilando, subiendo y bajando, lle^ó al borde de un prpcipicrio en ol que el agua formaba una inmensa catarata y allí se det u v o breves instantes. Entonces un fantasma ai)areció — Conde — dijo con voz extridente fijando su mirada salvaje en el cuerpo rígido del conde—mi emplazamiento se lia cumplido. «¡Tanta agua ten-.-JíPai, CETÍTC j^flT^i'---- la cúspide de la montaña: é r a l a gitann. Su silueta, destacando de las niibes plomizas que se amontonaban en el cielo, parecía la de u n espectro de otro mundo, y su rostro cobrizo, contraído por una mueca que tanto podía expresar la satisfacción como la rabia, y que en realidad acaso espresara estos dos sentimientos juntos, acentuaba más su semejanza con un ser sobrenatural, algo así como evocación de la tormenta. .í;-;.^,- drás que navegarás sobro ella!» ¡Ahora húndete en los abismos, albergue de todos los tiranos! íja gitana desapareció y el cuerpo del conde se precipitó en el torrente, rebotando de piedra en piedra, hasta perderse en el fondo. H a y un refrán qiie dice: Va á ífover más que cuando enterraron á Zafra. Este refrán nació de la verídica historia que dejo relatada. E ü a a r d o MONTESINOS Dlbi^Qs de EsteTM. NOTAS BIOGRÁFICAS DK D. /Antonio Cánovas del Castillo, El día 8 d e F e b r e r o de 1828 nació en Málaga. Sus padres que se hallaban en posición humilde, dedicáronle al estudio de las ciencias exactas, pero como su vocación le inclinara á las letras, consagróse al estudio d e los Clásicos y de la Historia. A los dieciocho años fundó el periódico titulado La joven Málaga, que fué acogido con indifencia. Contrariado por et mal éxito de su periódico y habiendo muerto su p a d r e , dejándolo en situación difícil, trasladóse á Madrid en busca de la fortuna que tan esquiva se mostraba en su tierra. Interesado por su suerte su tío D. Serafín Estévanez Calderón, entonces Consejero de Estado, proporcionóle un destino en las oficinas centrales de la dirección del ferrocarril de Madrid á Aranjuez, pudiendo de este modo costearse los gastos de los primeros a ñ o s d e la carrera de Derecho Poco tiempo después s e dio á conocer como escritor, ganando lo suficiente p a r a vivir en posición r e l a t i v a m e n t e desahogada y poder terminar su carrera. Dejó entonces el destino citado y se lanzó de lleno á la política a c t i ' va, entrando como redactor en La Patria, periódico fundado por D. J o a q u í n Francisco Pacheco, y en el cual figuró hasta el año 1851. Siguió e s c r i b i e n d o c o m o colaboiador en otros periódicos, entre ellos Las .Xoi'eiiaíii's, diario favorecido por los escritores progresistas. En esta época Cánovas publicó una novela, La campana de Ifuesra y una Historia de la decadencia de España fiesde el advenimiento al trono de D. Felipe / / / hasta la muerte de D. Carlos íf, más tarde continuada en unión de don Joaquín Maldonado Macanaz. A causa de los sucesos del 22 de Junio de 1866 se decretó el destierro del Sr. Cánovas, medida que sirvió para que éste extremase su oposición á los últimos gobiernos d e Isabel II. DespuÓs de la revolución de 1S6S el Sr. Cánovas adoptó una actitud expectante, n o queriendo admitir ningún cargo del nuevo gobierno, que estaba constituido, en su mayor parte, por sus antiguos amigos políticos. En las Cortes Constituyentes de 1869 se distinguió por su gran habilidad y elocuencia. En las tempestuosas discusiones de aquella Asamblea llamó mucho la atención, principalmente por su notable y brillante discurso en rehabilitación de la memoria de la Reina Cristina, de Isabel 11 y de la casa de Borbón. Votó en blanco en la célebre sesión del 16 de Noviembre de 1870, en que se eligió rey de E s p a ñ a al duque de Aosta, luego Amadeo I. En Congresos sucesivos p r o ' n u n c i ó elocuentísimos y eruditos discursos sobre cuestiones económicas internacionales y de política interior. Más tarde aconsejó á sus amigos que formasen parte d e los ministerios de aquella c^aca. No quiso aceptar ningún puesto e n l o s días en que reinó don Amadeo, y disolvió el grupo d e q u e e r a jefe cuando vio que sus correligionarios se ponían al servicio del nuevo rey, conservando él su libertad de acción. No bien se tuvo en Madrid noticia de la sublevación ocurrida en Sagunto, el Sr, Cánovas fue preso; pero algunas horas después la restauración había triunfado, y Cánovas, present a n d o los poderes que le acreditaban como representante del monarca a c l a m a d o , entró á P r e p a r á b a n s e entonocupar en su patria (31 ces en Espaiía los aconde Diciembre de 1874} tecimientos de 1854, y el el más alto puesto políSr. Cánovas, ya con altico, y comenzó á desgún prestigio, alcanzado arrollarse ta fase más en las lides periodísticas, interesante d e su vida t u v o en ellos participapolítica. Constituyó en ción. Pocas personas llaM a d r i d un ministerio maron t a n t o la atención MÁLAHA S FEBRERO 1S2S.— SANTA Ai^riviiA S Ancsio iSg?. regencia, á cuyo frente como el Sr. Cánovas en se puso hasta la llegada la revolución de 1854, de D. Alfonso XII á E s p a ñ a (Enero d e 1875). por creérsele autor del célebre Manifiesto de Manzanares. Triunfante la revolución liberal, el Sr. Cánovas aceptó un Sentado ya éste en el trono, siguió al frente del Gobierno y puesto en el ministerio de Estado, y fué elegido diputado de las reunió una Junta de notables para redactar u n a Constitución, Cortes Constituyentes. que fué a p r o b a d a en las Cortes de 1S76, primera de la restauración. Continuó al frente de la presidencia del Consejo de minisEstuvo encargado en dicho ministerio de la correspondencia, tros hasta F e b r e r o de 1881, sin más interrupción que los efímey más t a r d e fué n o m b r a d o Agente de Preces en Roma, destino ros gabinetes de los generales Jovellar y Martínez Campos. que d e s e m p e ñ ó con gran satisfacción del Gobierno. En 1858 obtuvo el cargo de director general de AdministraNo se ocultó al Sr. Cánovas que D. Alfonso, si había de proción; en 1S60, el de subsecretario del ministerio de la Gobernalongar su reinado, necesitaba el concurso d e aquellos mismos ción, y en 1864 aceptó esta cartera en u n ministerio de concique destronaron á Isabel II. Y p a r a conseguir esto, formó en un liación, formado por moderados. día el p a r t i d o conservador liberal, con algunos restos del partido moderado y con cuantos, habiendo intervenido en la política Sustituido en 1865 el ministerio González Brabo por otro de la revolución, quisieron seguirle. p u r a m e n t e unionista, fué encargado el Sr. Cánovas de la cartera d e Ultramar, de la cual pasó al año siguiente al ministerio de No preguntó á nadie sus antecedentes; confirió la principal Hacienda. cartera, la d e Gobernación, á un revolucionario muy significado, al Sr. R o m e r o Robledo, y tomó de las ideas proclamadas en 1868 lo que consideró necesario á la vida nacional; la tolerancia religiosa y algunas de las libertades conquistadas. Desde 1S59 era individuo de la Academia de la Historia y en 1S65 ingresó en la Academia de la Lengua. Además de las o b r a s citadas y de un tomo de poesías escribió los Problemas conterapjránzos, colección d e artículos y de discursos pronunciados en el Ateneo; Estudios literarios; El Solitarto y su tiempo; el prólogo á las o b r a s d e Moreno Nieto; el de las de D. Manuel de la Revilla; otro para una traducción de lord Byron; el de la versión castellana de las Oraciones escogidas de Demásteites. por D. Arcadio Roda y el de los Poetas dramáticos contemp.irdneos, por el señor Novo y Colson. E r a el Sr. Cánovas del Castillo caballero del Toisón de Oro, d e la Legión de Honor, de la Corona y de los Santos de Italia y de las órdenes más preclaras deRusia,Turquía,Portugal y R o m a . Son tan conocidos los hechos relativos á la vida del Sr. Cánovas en estos últimos años y tan notoria su alta significación política en los ministerios que ha presidido desde la muerte de D . Alfonso, que consideramos ocioso el e n t r a r en cierto género de detalles referentes á la laboriosa existencia del grande h o m b r e que acaba de bajar á la tumba. UNA POESÍA DE DON ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO La mitad Llegut'^ por fin. Osado pprngi'ino, de la lejana cumbre do la TÍda_ al p u n t o de nacer torai' el f-amino. Y en vano me estorbaron la subida el sendero escarpado ó la maleza en las y>enaB estériles crecida. Con firme planta, hollando su as]>ereza vencí. Uoí^ué: sobre la ansiada cumbre del triunfo el alma á disfrutar empieza. Más vivos ya los rayos de su lumbre da á mis ojos el ^oi y más admiro de los astros la incierta muchedumbre. Mi'is puro ambiente desde a(iuí respiro, V el águila real rjue en alto vuelo hiende el aire á mis jñes, cansada miro. Y con las manos á tocar ol cielo me atreviera tal "vez. y desde el monte con pena alcanzo á distinguir el sueln. Mas, ¡ay! que en otra luz el horizonte brilla y nuevas te ofrece ya. alma mía, dudosas lides que t u esfuerzo afronte. A buscarlas secreta voz te guía, y descender como subiste anholaft, sin gozar del pasado triunfo un día. Desatado huracán hincho t u s velas, cuitada nave, y dol seguro j)uerto donde lograste paz, huyendo vuelas, Y por el nuevo rumbo que abre incierto t u timón en las olas soy movido al último horizonte descubierto. Si otro bien logro y a ver conseguido y esta vida revuelta no reposa, no sabré, no, donde encontrarle nido; ni más podré vencer y a la escabrosa senda ó las altas contrapuestas peñas en que el t o r r e n t e rápido rebosa. Alma, díme: ¿por qué, si tan risueñas t u s horas comenzaron de jornada, no bien tocas la cumbre la desdeñas? ¿Por qué, si el largo caminar cansada te dejó, y de subir la g r a n fatiga, pretendes emprender y a la bajada? ¿Qué impulso es éste que á trocar te obligo en l a r g a pena el breve bien que hallaste. y el suelo extraño por la tierra amiga? Tente, y la dicha de mirar te bastir; la estrecha y ardua senda que afanosa, por llegar á la cumbre, atrás dejaste. en la memoria gózate gloriosa del vencido dolor, y en la presente hermosura y quietud descansa ociosa. Mas sigues, sigues, y la voz potente de la vida. con i|ue me llamas, oigo y voy cautivo tras un nuevo horizonte reluciente; la nueva cumbre tan ansiada esquivo, y en nuevas ansias me consumo, y ciego, no en lo presente, en lo futuro vivo. Desciendo ya. 8i por v e n t u r a llego, ¿sabrás, alma infeliz, fijarme cierta tlónde los pasos encamine luego? ¿Del monte siempre á la llanura abierta, ó del llano á la cumbre, iré cruzando tras do la luz del horizonte yerta? ¿Y por seguirla pasaré olvidando siempre del sol los vivos resplandores ó el alegre r u m o r del aire blando? ¿Y ni pararme á recoger las flores, que hermosa visten la quebrada sonda, habrán de permitirme tus rigores; ni dejarás que al dulce son atienda con que el agua en las peñas escondida brota y repai-t,6 su fecunda ofrenda? ¿Cuál premio en la carrera así emprendida te han de dar, si no paras, alma loca, dol monte al llano t u perpetua huida? La mano nunca al horizonte toca, y en vano lo seguimos orgullosos de confín á confín, de roca á roca. Que él los pliegues recoge vagarosos de su túnica azul, y se adelanta á nuestros pobres pasos presurosos; porque ni en piedras ásperas quebranta su fúlgida carrera, ni de abrojos montones huella su invisible planta. Cuanto más cerca está, le ven los ojos desjíarecer más pronto, allá escondido entro albas nubes y celajes rojos. Y así, cuando en el llano apetecido estamos ya, bien lejos de la altura donde ha poco sin t r e g u a hemos subido, inayor no habrá de ser nuestra ventura, ni he de hallar yo ventaja, alma inconstante, sobre aquel que su paso no apresura. Que el horizonte siempre va delante del que necio tras él corriendo viene, y eternamente sigue t a n distante; mientras que á aquél los pasos le detiene la boca del sepulcro tenebroso que en su falda por fin u n monte tiene. P o r q u e este breve día que, anheloso, en bajar y subir se va, es la vida: apenas amanece, y y a al reposo sil misteriosa noche nos convida. Madrid, 1880. BE BOMBITA IlVrORMACIO^ Ef/FERJVIO Hallándome en Sevilla no hace mucho tiempo tuve propósitantáneas de Reverte publicadas hace pocos números, dándole to de visitar al Bamba para escribir un artículo d e información^™instrucciones p a r a que visitara al Bomha en n o m b r e mió y lo respecto á su vida y á sus costumbres, pero el día que estuve " r e t r a t a r a , á ser posible, en __ en su casa no le encontré y antes de que yo pudiese ir de nuevo su vida íntima, <Como lo encuentre ussalió él de Sevilla p a r a torear en varias plazas. -^ ted, rodeado de su íamilia Tuve que desistir entonces, pero no me pesó el viaje que y de sus amigos, en la cama, hice á su casa, primero, porque para llegar h a s t a ella es preciso levantado, haciéndole la atravesar el puente de Triana, desde el cual ofrécese á los ojos cura, t o m a n d o medicinas, un paisaje hermosísimo, diríjase la vista á cualquier punto, y como se halle; algo que este espléndido panorama, solo c o m p a r a b l e por su belleza con d e m u e s t r e su vida actual, el q u e puede admirarse desde lo alto d e la Giralda, e r a p a r a mí sus costumbres y la vida y el atractivo más poderoso que ofrecía la tierra de María Santísilas costumbres de su casa, ma, y además porque me proporcionó ocasión de conocer el baque si ahora por causa d e rrio célebre que lleva el mismo n o m b r e que el puente, barrio su enfermedad no son las populoso, pintoresco, de calles estrechas y casas bajas que normales, tienen en camconservan puro el carácter de la Andalucía moruna, y á cuyos bio el interés que les presportales pequeños suele asomar un tipo de mujer hermosísimo, ta esa misma desgracia. algo gitano, de tez de cobre, d e ojos negrísimos, de pelo abun>Además, interrogúele dante, s o b r e cuyas negruras resaltan las flores puestas con usted, y de lo que hablen gracia inimitable, tipo que se parece poco al de la señorita setrasmítame copia, lo más villana, que al perder su agreste hermosura con las imposicioexacta que le sea posible. nes de la moda y los cuidados del tocador, perdió también el Como por lo general los carácter propio, lleno de belleza semisalvaje, á la que da los toreros son h o m b r e s de tonos del c o b r e aquel sol que abrasa y aquella luz que al reflepocas palabras, será prej a r en las ondas rizadas del Guadalquivir produce resplandociso que usted pregunte res que ciegan. mucho para sacarle un Como lo interesante d e la entrevista que yo me propuse tepoco; pero no deje usted ner con el torero consistía en verificarla en su casa, p a r a sord ; hacerlo, porque esto me prender esos detalles íntimos que no se pueden imaginar y que servirá para mi artículo, y suelen ser los más curiosos, no hice intención siquiera de verlo de otra suerte, no sabría en Madrid, donde á mi regreso se hallaba, y aguardé otra ocaqué decir. sión más oportuna. Escacena me contestó Desgraciadamente la cogida que sufrió el diestro en esta muy e x t e n s a m e n t e , manplaza en una de las últimas corridas d e abono, me proporcionó dándomelas f o t o g r a f í a s esta ocasión. pedidas. L a cogida que pareció en un principio carecer de imporMe parece lo mejor, lo tancia, obligó al diestro á retirarse á su casa y á permanecer más elocuente y lo más sencillo, copiar su carta, en la que figum u c h o tiempo en ella sometido al tratamiento facultativo. ran algunos d e los p o r m e n o r e s que le pedia. E n t o n c e s escribí á hscacena, el fotógrafo que hizo las insAdemas, esta conversación escrita ofrece en mi concepto mayor novedad que otra clase de artículos; es máS verdad, más e.\pontánea, más fresca... <A fin de allegar los datos que me pide, contaré á usted los pormenores de mi entrevista con el Bomba. Cuando llegué á su c a s a , que c o m o usted s a b e está en el barrio de Triana, al final de la calle de San J a c i n t o , encontrábase el diestro descansando. Una hermosa joven que salió á recibirme y que después supe que era la hermana del torero, invitóme á pasar á una habitación contigua al dormitorio. Yo manifesté mi deseo de q u e n o se le m o lestara si estaba durmiendo, y la joven me dijo que en cuanto desp e r t a r a me avisaría. Estando hablando con la hermosa muchac h a de la dolencia que aquejaba á Emilio,llegó el joven marqués de Alvento, gran amigo del E L Bomba EN LA CAMA, ACOMPAÑADO DE SU AMIGO BL MARQUÉS DB ALVBNTO y DEL MÉDICO SR. HERUAHPSZ d i s s t r o , y diciendo que i b a á comunicarle u n a noticia, asomóse A la alcoba. Como E m i lio despertara, nos tnvit<j á pasar así que la hermana lo enteró del objeto de mi visita. Hallábase Emilio en el lecho y nos saludó muy afablemente. —;Hay ánimos?—le pregunté. EL Bomba TOMANDO UN MEDICAMENTO DE MANOS DE SU MADRE —Ánimos n o faltan, pero me incomoda mucho este mal. —(Pero no ha mejorado usted? —Noto muy poca mejoría, aunque peor no estoy, y el médic o me dice que esto es largo, lo cual me desespera, p o r q u e mi genio no es muy [)aciente. - - D 2 modo que está usted deseando ponerse bien p a r a volver á los toros. — Figúrese usted, como que vivir así es un aburrimiento. —Pues no hay más remedio que tener calma y procurar reponerse, porque una ligereza podría determinar u n a recaída peligrosa. ' ^ A s í me dice el médico. —((¿uién es el que le asiste á usted? —Don Manuel Reyero y el de cabecera D. Vicente Hernández, muy buenos los dos. —Pues yo venía por encargo de NUEVO MUNDO á retratarlo á usted así como está. —Me lo ha dicho mi hermana, p e r o yo creo q u e n o va usted á poder, porque p a r a eso hará falta más luz de la que hay a<:|uí. —Es suíiciente, todo consiste en que esté usted quieto unos cuantos segundos. —Pues la postura es bien á propósito p a r a e s t a r s e quieto, digo, si es que va usted á sacarme en la cama. —Sí, seííor; tal como está usted. Mientras así h a b l á b a m o s armé la máquina. El marqués, luego de h a b l a r con e! Samba, iba á retirarse, pero yo le invité á que se quedara. —Bí, hombre, saldrá usted también—le dijo Emilio—porque en eso n o h a b r á inconveniente. —Ninguno; al contrario, t r a t á n d o s e d e u n amigo d e usted. —Un Ituen amigo que me a c o m p a ñ a muchos ratos. — B u e n o , pues por mí, cuando ustedes quieran. —Siéntese usted aquí, s o b r e la c a m a --dijo Emilio al marqués. Y como yo viera que tenía en la mano un periódico, le indiqué q u e adoptara la actitud de estar leyendo al Homba lo (]ue aquel periódico decía. Kntnj el médico D. Vicente Hernández, y enterado d e lo que se t r a t a b a , logró de él que también apareciese en el retrato. Hecho éste, p a s ó el médico á ejercer sus funciones. El Bomba le preguntó si podría levantarse. —No h a y inconveniente. Mientras Emilio se vestía nos trasladamos á otra habitación, y ya en ella el diestro, estaba h a b l a n d o con él cuando entró su madre p a r a darle una medicina q u t acababa de prescribir el facultativo, — Mire usted, un bonito momento para hacer otra fotografía, si quisiera iisLcd llamar á sus hermanos... Así se hizo, y en el instante en que la madre del torero ofrecía á éste el vaso con la pócima, hice o t r o retrato. En el patio, donde acostumbra á estar acostado en un diván cuando n o tiene liebre, hice la tercera fotografía en la (¡ue le acompaña su padre. Y habiendo llegado poco después algunos individuos de la familia y amigos del t o r e r o á e n t e r a r s e del estado de su salud, hice un grupo de todos los q u e estaban presentes. En este grupo, en el que se hallan los p a d r e s dci Bomba, su hermana, sus dos hermanos Ricardo y Manuel y algunos parientes, figuran además algunos amigos íntimos de la casa, como los Sres. D. Arturo y D. José Llorent, D.José Bolaño, D. Antonio lirieva y D.Joaquín García. T e r m i n a d o el trabajo, y como yo viera que Emilio demost r a b a bastante animación, me dispuse á echar un párrafo con él respecto á sus propósitos. —De manera—le dije—que p o r lo que usted siente hallarse enfermo, es por n o poder torear. —Sí, señor; n o sólo porque para mí es la vida, sino p o r q u e dejo de cumplir muchos compromisos. —Sin embargo, eso no debe preocupar á usted, p o r q u e c u a n d o existe un motivo tan poderoso como el que á usted impide trabajar... —Bien; p e r o lo que y o digo es otra cosa; si la causa fuera ^ .• • ' • E L Bomba y su PADRE una cogida grave, de esas que desgraciadamente no permiten ni pensar siquiera, santo y muy bueno; pero estar impedido hasta de moverse por una lesión que n o tiene importancia... Yo he tenido cogidas graves relativamente, que me han obligado á guardar cama algunos días, pero nunca t a n t o tiempo como esta, y apenas cicatrizadas ya estaba en disposición de volver á los toros; pues ahora con no t r a t a r s e de u n a herida ni m u c h o menos, estoy condenado á quietud absoluta no se hasta cuando. Interrumpió nuestro diálogo el p a d r e de Emilio que nos invitaba á tomar una copa de Manzanilla. Y como después se generalizara la conversación no me pareció prudente continuar p r e g u n t a n d o y di por terminada mi labor informatoria. No obstante, si necesitara usted algún d a t o concreto escríbame y yo p r o c u r a r e facilitárselo». FAMILIA Y AMIGOS^DEL —<Qué le dice á usted el médico respecta á esto.' —(Jue no piense por ahora en los toros, porque en todo el mes de Agosto no podré salir aún de casa. Y la verdad es que estoy tan débil como si hubiera p e r d i d o toda la sangre d e mi cuerpo. — E s o prueba que la lesión, aunque n o tenga caracteres de gravedad, es más importante de lo que parece. Bomhita. Esto es lo que ligeramente variado me decía Escacena en su carta. Creo que de todo ello se desprende c u a n t o pudiera interesar á nuestros lectores respecto á la salud del afamado diestro que t a n t a s simpatías tiene entre los aficionados y tanta admiración ha sabido captarse en el corto espacio de tiempo que lleva de vida taurina. Dibujos de Ángel, de To^ogranas da FSR"cena.—Sevilla. EL AMIGO DEL AUTOR —Conque ¿estrenas?,.. —Chico, estreno. —;Es juguete? - Si, juguete. —-Siendo tuyo, será bueno, y creo justo que pete. —¡Muchas gracias! Yo confío, más tengo un miedo á la vez d e p a d r e y muy seiior mío. — ¡Miedo tú!... ¡Qué candidez! Tú vales mucho y no debes abrigar ningún temor, y es preciso que les pruebes á todos que eres autor, y que en E s p a ñ a aún hay un escritor de ingenio que tiene sentido común, cosa que ya no se vé, Lo digo como lo siento, sin fórmulas engorrosas; tú, chico, tienes talento p a r a todas esas cosas. —¡Hombre, por Dios!... No exageres. — Que no exagero, n o tal. —Éso es por lo que me quieres. ~ Y sino, diría igual, —Solo tengo u n a afición sin límites á escribir. —Y gracia é inspiración y cuanto quieras pedir. — T u elogio desmesurado me anonada, lo confieso. —Va sabes tú demasiado que es exacto y verdad eso. — Hago lo que b u e n a m e n t e puede hacer un principiante. —Bernabé, indudablemente esta vez sales triunfante. Y si por casualidad algunos de los que vayan reciben con frialdad el juguete que te ensayan, yo, empedernido moreno pero tu amigo mejor, n o he de faltar al estreno p a r a llamar al autor. —Te lo agradezco infinito. —¡No faltaba m á s ! . . Iré. y si resulta flojito, no importa, lo salvaré, —No olvidaré tu favor que es cariiíoso y leal. —¡Adiós, pues, ilustre autor! —¡Adiós, pues, mi buen Pascual! n ....Y con un lleno espantoso se estrenó el juguete aquél, que fué d e cabeza al foso y que no volvió al cartel. Pero los mismos testigos d e aquella espantosa grita, dicen que, á t e n e r amigos, se salva muy bien la ol3rita. ¿Y Pascual?... Aún le estoy viendo en la butaca d e pié, á voz en grito pidiendo,... ilque maten á Bernabé!! C R o l r BATALLBB, HECHOS MEJORADLES 4m-s-^BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA Coiistitwfe el triunfo decisivo del cristianismo sobre los árabes del mediodía. Alfonso VIH de Castilla, Pedro II de Aranón y Sancho de Navarra, comandando las tres alas del ejército de la Cri>iz, presentaron, al amanecer, la batalla á las fu&rzas de Muhatnat Alnasir qiie ocupaban toda la llanura. La lucha fué sangrienta, pero el valor y la fé de los cristianos superaron la pujanza del musulmán, cuyas falanjes dieznmdas y maltrechas desalojaron el campo. Alnasir huyó á Sevilla. La memoria de esta batalla se celebra en la cristiandad con una fiesta llamada el Triunfo de la Cruz. ACTUALIDAD FEMENINA LA DISTINGUIDA VIOLINISTA SRTA. B E T A N C O U R T Una de las fiestas más brillantes que ha ofrecido en los últimos días el Gran Casino de San Sebastián & sus habituales conrurrentes, ha sido el concierto en que la genial violinista ('armen Betancourt lució su exquisito arte. De la velada salió el público tan satisfecho, que á pesar de las distintas diversiones que solicitíin su atención, recuerda con preferencia á la gentil artista que en tan poco tiempo ha logrado^fama universal. EL CALLO La vida del ior&ro.—Su apogeo y su decadencia.—s El Gallo» protector y protegido del tGuerritat—Anécdotas. Rafael Guerra ha correspondido y corresponderá seguraEn la pintoresca huerta del Algarrobo, en el pueblo sevillamente á lo que por él hizo Fernando. Este al menos seguía esn o de Gelves, ha fallecido á consecuencia de la rotura de una perándolo así, puesto que antes de morir y preocupado como aneurisma y dilatación de la aorta, el que fué popular torero, siempre por el porvenir de sus hijos (seis nada menos), llamó á maestro entre los maestros en donaires, cuquerías y adornos en el arte de lidiar reses bravas, F e r n a n d o Gómez. su hija mayor, Gabriela, y la dictó las siguientes líneas: *A mi c o m p a d r e G u e r r a , Guerrita. Fernandillo como le llamaban sus amigos y contemporáneos, En la hora de mi muerte, que no deje sin pan á mis hijos. nació en Sevilla el i8 de Agosto d e 1849, siendo bautizado en Se lo pide moribundo su compadre, GALLITO.» la parroquia de San Lorenzo. Así que el simpático t o r e r o murió, le fueron telegrafiadas á El Gallito chico, pues asi le conocían en vida de su hermaGuiirrita las anteriores líneas. n o Juan £/ Gallo, banderillero que fué, por ser éste mayor, ha¡Azares de la vidal F e r n a n d o que había ganado tantas onbía sido petaquero y luego zapatero, oficios ambos que concluyó por a b a n d o n a r del todo, porque eran tantas las escapadas zas, se veía últimamente reducido á estrechez relativa. que hacía á los cerrados, caTal había llegado á ser ésta peas y novilladas, que maldito y t a n a c a b a d a s las facultades SI le aprovechaban tales oficios. del torero minado ya por su enfermedad, que de acuerdo Gallo F e r n a n d o ensayó con especon su discípulo, organizó unas cial predilección el quiebro de corridas de beneficio. rodillas, en el que más adelante se h a b í a d e h a c e r maestro único. Se celebraron y produjeron regular suma, de la que se hizo T o r e ó en algunas corridas y depositario un amigo de Guerra, ya en 1S69 figuró como bandeel Sr. Semilla, quien todos los rillero. Uno de los espadas contratados en aquella corrida se meses d a b a al Gallo para sus negó á m a t a r un t o r o d e los cuaatenciones 500 pesetas. tro que había y F e r n a n d o se Con esta suma vivían el mabrindó á efectuarlo. tador y su familia, compuesta de su mujer Gabriela Ortega y Concedido el permiso, estosus hijos Rafael, que sigue con í[ueó con tales a r t e y valentía, que el público le hizo una ovagran provecho el oficio de su ción entusiasta. p a d r e , y Gabriela, F e r n a n d o , Trinidad, Lola yjoselito. Un año después e n t r ó en la cuadrilla d e l desgraciado Manuel Fuentes (Bocanegra) y desFernandillo era muy locuaz pués de estar con éste dos años y d i c h a r a c h e r o é intencionado, pasó á la d e José L a r a {Chicocontribuyendo no poco á esto rro) y con él se presentó al púúltimo su semblante gitano que blico madrileño el 20 de Abril parecía s u b r a y a r cuanto decía. de 1873. Simpático como pocos en su Al año siguiente toreó Fertrato y entusiasta por su profenando como agregado á la cuasión, c o n t a b a multitud de anécdrilla de José Machio y el 16 de dotas y sucedidos con el graceAbril de 1876 tomó la alternajo peculiar en el popular torero. tiva de m a t a d o r de toros de Una de ellas es la siguiente; manos del espada Bocanegra,en Presenciaba en clase de esla perla del Guadalquivir. pectador una corrida de toros Regresó de la H a b a n a donen la plaza de Sevilla. d e había estado escriturado, y El Gallo elogiaba la habiliel 4 de Abril de 1S80 le confirdad del joven diestro que lidiamó la alternativa en M a d r i d ba á uno de los toros, de pésiFrancisco Arjona Reyes (Cumas condiciones por cierto. rrito). Recordó F e r n a n d o que e r a Por entonces fué la época FERNANDO GÓMEZ E¿ Callo. igual á otro que le tocó á él. más próspera d e Fernando. —¿Ycómo saliste del apuro? E r a uno de los matadores ^ l e preguntaron unos amigos. que más corridas tenía y el que con Rafael, Salvador y Cara - Puc ná, que asin que se descuidiú le endiñé p o la t a b l a del *se llevaba las palmas». cuevo y á roar, contestó el Gallo. El Gallo d o m i n a b a como ninguno d e sus contemporáneos Como pensaba Fernandillo respecto de las alternativas: el toreo de las alegrías y de los Horcos. Cuando se formó el reglamento para la plaza de Sevilla, el Jugaba con los toros y los engañaba, unas veces á cuerpo G o b e r n a d o r quiso antes de aprobarlo oír á los espadas residenlimpio, o t r a s con el capote dándoles el q u i e b r o d e rodillas con tes en Sevilla. maravillosa limpieza, emi)apándolos en los vuelos de su capote Asistió el Gallo, y como se suscitara la cuestión de las alc u a n d o galleaba ó llevándolos al £Ítio que quería como si los ternativas, dijo: atrajera con un imán, con la muleta. • Ku la Iglesia ha /lahio siempre un Papa que tóos han recoBanderilleando se a d o r n a b a como los grandes maestros, noció, hasta que nació un Lútero que dijo yo voy á ser Papa, y ¡'ástima que á la hora de «meter el brazo» no tuviera decisión d e aquí vino el cisma; pues en el toreo había un p a p a q u e e r a y arran([ue! Romero, y cuando éste murió, tóos querían d a r la alternativa, F'ernando profesaba por Giierrita un afecto especial. llegando la cosa al delirio cuando salió el Lulero del toreo que Adivinaba en él un torero de muchas facultades, de mucho dio la alternativa á un/iz^í'i-''del tren. Desde entonces el toreo a m o r propio, afición y coraje. está hecho un baile de máscaras; nadie se entiende y si alguien Asi es que lo sacó de la cuadrilla de niños cordobeses y el domina es el que más chilla; pero no el que tiene más razón. que en ella era el Pataterillo fué con ayuda de los muchos y Yo he querio en varias ocasiones defender á mi tierra y me he buenos consejos del Ga/Zi?, diestramente aprovechados, el Gmllevado muy buenos disgustos.» rrila que todos hemos conocido y que aún de cuando en cuand o conocemos. • o b e r t o de ]>AL.AC10 F e r n a n d o lo presentó en Madrid como banderillero en el ftño 1882. -¥J¥ OROIPENA ZORTZICO, por Igrnaclo BuNca de S a e a s t i z a b a l . 4i'i ÍXt-V. 5 fe^ I ' * «I. 3 3 ^ ^ <x ^ 3 e: é==fe t-S" ^ : H. í J ^ rg- ^ i^ ^ i I í íf£: 1 í F ^ ^ f 4 f ^ 1 ^ m rs I j.. ^ m ^ w"^^7^ 3 -¡^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ñ—/^ ^ ^ - 1 ^ ' Vi-a 1'^' ^ ^ -J^g-^r-3 J ^ ^s^ \ J L 3 t3 í ^ É m Pg- w,a. fF^ = i^ ^ 5=2= ^ I ^ ^ s^fe^ 1 ^ *í:-^í -1^ ^ I £^i^ I-*r^ i C¿ti4j:n> •c; 3fc á -j .^ S ^ ^ t~—-—it—- * ^ ?--' S3 m ^ fcrf ^n>^ :5í: H l i i n , R. LA REINA DE LAS LOMBARDAS CONATO DE NOVELA CÓMICA O esta otra que habían aplicado con s o b r a d a justicia á la sirviente Matea: Pa firmeza en el cariño la criada del tío Potro, que por la tarde quié á uno y p o r la noche quié á otro. POB JUAN PÉREZ ZÜÑIGA (Continuación). —Sí, padre; la desaparición de nuestro abogado sería para mi u n a fortuna. —Yo creo que á las ocho y cuarto. — ¿Qué dice usted, padre? —¿No me preguntas á quú hora sale hoy la luna? ^ ¡ N o , por Dios! —Restituto Cabriola es p a r a tí todo un p a r t i d o . —¡Todo un partido! Soledad, que se hubiera conformado con u n a fracción, fi ésta le hubiera inspirado afecto, exclamó: —Siento desobedecerle; pero por esta vez me perdonará usted. En eso confío. —Pues vete por una t o q u i l a y échatela encima. —cPara qué? —(No dices que sientes frío? ^ N o , padre, ¡Qué sordo está usted hoy! — Bueno. Dejemos ahora estas cosas. Mañana será otro día. El tío Proto se levantó, encendió u n a linterna tan sorda como él y avanzó h a s t a la noria, de cuya máquina desunció á la muía que, después de saludar con el r a b o á su dueño, tomó el camino de la cuadra sin necesidad de cicerone. Soledad se metió en la casa, llegó h a s t a la cocina y dijo á !a c r i a c ' a : ^ M a t e a , danos p r o n t o la cena. —(Tiene usted apetito? —Una cosa regular. Realmente no podía tener mucho, p o r q u e á media tarde se había comido, sin que el padre la viera, un p a r de carretes y b u e n a p a r t e d e un t r o n c o d e morera. ¡Siempre el maldico vicio! —¿Podrá usted estrenar mañana su vestido en la fiesta del pueblo?—La dijo la criada. —iNo tengo mucha g a n a d e fiestas. --jEstá usted triste porque no tiene usted carta de don Restituto. —No. —Pues entonces á bailar y á divertirse mañana. ~ T ú siempre estás dispuesta. ¡Eres más loca! —Efectivamente; Matea e r a una muchacha muy alegre, bor n e ó l a si las hay (que n o deja de haberlas), y capaz de m a r e a r á todos los mozos del pueblo y algunos más. —No se sabe por qué Soledad presentía para el día siguiente sucesos extraordinarios y, hondamente preocupada, cenó poco, puf^s por si no le bastaban las luchas de su imaginación, vio en ia mesa un cochinillo asado, cuya fisonomía, tan churruscada como expresiva, se d a b a cierto aire á la del pobre Restituto, de cuyo fallecimiento tan ignorante se hallaba ia interesante hija del tío Proto. Acabada la cena, cruzó el hortelano á la casa de enfrente, en donde e s t a b a la botica abierta y el boticario á la puerta Con él a c o s t u m b r a b a el tío Proto á c h a r l a r un r a t o antes d e acostarse. Aquella noche la conversación duró más que d e ordinario y fué más interesante, pues no sólo se refirió á la fiesta del siguiente día, d e la cual era director el boticario, sino á las pretensiones de éste, que a m a b a á S. M. ia Reina de las L o m b a r das con la vehemencia con que los farmacéuticos aman cuando se ponen á ello. De la conversación aludida tendrá conocimiento et curioso lector en el capítulo siguiente. P o r ahora, bástele saber q u e á las once regresaba el tío P r o t o á su casa y á la misma hora c e r r a b a su establecimiento el Licenciado don Perfecto Sal de Higuera. A las once y media reinaba en la casa del hortelano el más profundo silencio, y sólo podía oírse hacia la parte de afuera el concierto de los grillos del c a m p o y la lechuza de la parroquia, amén d e la voz d e tal cual mozo d e la labranza que, d e vuelta de la taberna, intencionadamente c a n t a b a la copla popular que habían sacado á Soledad, y así decía: Si vas á Villapelona pregunta por la hortelana, que es una chica muy mona p o r q u e le d a á Dios la gana. CAPITULO V £ u el cual ToutlrA t'l Ifctor eu couoclmiPiilo de l o que lia< b l a r o n A la puerta de la botica P r o t o s el b o t i c a r i o . Don Perfecto Sal de Higuera era un viejo verde con el pelo negro, químicamente negro, los ojos muy pequeñitos y las narices muy grandes. Usaba gafas de seis grados bajo cero y estaba suscripto al Madrid Cómico y SL E¿ Clamor de la Farmacopea rústica. Habíase quedado viudo al fallecimiento d e su esposa, c o n la cual tuvo, veintidós años atrás, un fruto de bendición, ó mejor dicho, una fruta, porque, además de ser hembra, desde muy nina tenía el n o m b r e de Claudia. A Don Perfecto le iba perfectamente con la botica de Villapelona, y mucho mejor desde que se le desarrolló el amor platónico que le inspirara Soledad, la hija de su vecino Proto. Completamente chiflado por la gentil hortelana, no o b s t a n t e las relaciones de ésta con el pobre Restituto Cabriola, equivocó más de cuatro recetas, dando á los enfermos potingues opuestos á los que necesitaban, pero como á su vez el médico, que e r a muy bruto, recetaba lo contrario de lo que debía, el resultado era superior á todo elogio, y á causa del error de uno, contrarrestado por la chitiadura del otro, los enfermos sanaban, y tanto el doctor como el farmacéutico gozaban de gran fama en aquellos contornos. Don Perfecto era pulcro y bien hablado. J a m á s dejó escapar de sus labios, guarnecidos de canas teñidas, la más leve interjección malsonante. Sus juramentos reducíanse á términos p r o pios d e su profesión, q u e resultaban d e un efecto s u m a m e n t e extraño. T a n activo fué siempre el bueno d e Sal de Higuera, que n o había función p o p u l a r ni cachupinada íntima en que n o llevase la voz cantante, con gran satisfacción de todos, excepto d e su hija Claudia, niña romántica, espirituada y espirituosa, devota del coñac y d e las novelas terroríficas, y t a n sacudida d e carnes la pobrecilla, que con razón decía su p a d r e que n o había visto jamás una Claudia con t a n t o hueso. Cuando el tío P r o t o cruzó desde su casa á la botica la noche anterior al día de mi llegada al pueblo y se sentó á la p u e r t a del establecimiento frente á don Perfecto, éste se hallaba visiblem e n t e contrariado. —(Está usté raalo?^le preguntó el hortelano al sentarse, fijándose en que la nariz e x u b e r a n t e de don Perfecto estaba un t a n t o pálida y n o tan derechita c o m o d e c o s t u m b r e . —No, señor—contestó débilmente don Perfecto. —(Le falta á usté algún cabo que atar?—añadió el tío Proto, aludiendo á la organización de los festejos. —No, señor. —¿Tíé usté ya predjcaor? —Sí; viene un misionero. —{Un prisionero? — N o ^ c o n t e s t ó bruscamente el boticario y añadió p a r a sí: ^ ¡ R u i b a r b o con la sordera de este tío!... —(Y tié usté ya búscaos los músicos? - siguió preguntando el p a d r e de las alcachofas locales. —También, H e c o n t r a t a d o una murga de Madrid, c o m p u e s t a d e un bombo.,.. D e un b o m b o ("In oye usté bien? —¡Pá chasco que n o lo oyera? —Dos trombones, un bajo, un bombardino, dos clarinetes y d o s cornetines. —¡Dos calcetines? —^¡No, hombre, no! Aguce usted el oído. —-Y d e pólvora, {qué tal? - B i e n . H a b r á más de un trueno gordo. —¡Y qué voy á hacer si lo soy! E s una desgracia. Pero peor sería ser ciego d e la vista. —Mire usted; vamos adentro y en la rebotica seguiremos la conversación, porque aquí todo el mundo se entera de n u e s t r a s voces y yo necesito revelar á usted un secretilto que le interesa. —¡Pobrecillo! (Y qué es lo que tiene? —¿Quién? —El chiquillo de Teresa. (No dice usted que?.... —Digo que tengo que revelar á usted un secretillo que le interesa. Vamos adentro ¿eh? ('Jí continuará). EL CONCIERTO COPÍ LAS ZONAS (Solo de Canuto), POR SILENO Sí Ion colorados, que la ira lea cambia da eulor y los p6ne verdes, aunque personas imparciales afirman que la ministra le hace t a n m a l como los hombres sus antecesores... Lo cual es una compensación. RICA K Do =MM: NIHiL NOVÜM SÜB... Los ingleses están como chicos con zapatos nuevos desde que celebraron el Díamond Jtiltilee, y s e creen los únicos e n el mundo que disfrutaron de un reinado próspero y tranquilo que pasara de los sesenta años. A todo hay quien gane. El record de los reinados largos ya lo batid \i.r\ rey de Persia, que según aquella historia llegó á reinar ¡quinientos años! Y enChmahubounemperador.Hwangte, que se mantuvo en el trono todo un siglo, desde 2597 á 2697, antes de Jesucristo. No quiso H w a n g t e vivir más y le sucedió Chwan Hu, q u e reim') durante setenta y ocho años y el heredero d e éste, llamado Yaon, vivió reinando sobre sus celestes subditos desde 2355 á ¿356, antes de la E r a Cristiana, Cuanto más largos eran tos'reinados, más tranquilos y prósperos fueron. DECLARACIÓN MERCANTIL E L SR. SÍNCHEZ TOCA... LAS CONSECUENCIAS aumentar la velo(;idad lie los treneíi y disPÁGINAS AJENAS minuir el contruniodel combustible. Cada vagón del t r e n fué provisto de u n mástil de tres meti-os do altura con una vela Ojo COH toa peces.— Ti-enea dt velas. — Na£VO triangular—dice el periódico de quien tomo la noticia—y después do a r r a n c a r la locoSan Balandrán, motora y rodar con velocidad reglamentaría, e] maquinista ceri^ó el regulador. Llegará d¡a en que todos ims moriremos Y á pesar de las curvas, el convoy camide hambre en medio de las prodifíiosas manó á una velociiiad de lí4 kilómetros pnr ravillas do la civilización triunfante. hora, que es una mivrcha m u y decente, sin Xo crea el lector que esto ea un trozo del auxilio de la máquina. Apocalipsis ni de TMS palabras de un creLo que se le ha olvidado a] periódico i/eiiti'.. americauo es darnos las dimensiones de Es que los sabios h a n descubierto que las alas de e&t.e enorm« pato (mimnl). los peces también padecen de tuberculosis. Al leer esto un andaluz, amigo mió, docía: —Ya suponía yo que el pe/- más tísico El Colorado es eiertament:e uno de los era el lenguado. Estados más cMiltosdela América del Xorte. Cualquiera creerá que el asombroso desEn el ri'/.:n:¡i.lii.,ii de IHÍKi, los electores en cubrimiento se debo á alf^úu pescador poco número de :-í-"t.7Hy se pronunciaron en favor afortunado ó á un piscicultor venido á medel derecho político de las mujeres contra nos, pero no hay t a l cosa. Todo ello es el 29.^51 que votaron por el se_xo feo. l'ruto de las observaciones do varios sabios Y desde entonces las mujeres no han doauténticos que no tienen ningún rozamien'ado de aprovecharse de las ventajas que to con los maragatos de la plaza del Car- Í es concedían, aaiatiendo al parlamento con men. gran asiduidad y pronunciando cada disEn lo sucesivoj las sirvientes que vayan cur.so que parten los corazones. á la compra necesitan no ver si los besugos En una sesión u n a oradora batió el retienen el ojo claro, sino cercioiarse do qiio rnrd de la palabra hablando nvieve días y han sido inmunizados en algún laboratorio medio á lin do que no se aprobase cierta ley especial con la correspondiente tiibercutina. que consideraba perjudicial. —¿Tiene usted salmón esterilizado? — Ea decir, que ha derrotado á nuestro Llopreguntará la fVimula. rens. —Todavía no me lo h a remitido el docY no se h a n limitado las mujeres del Cotor á quien se los envié anteayer... pero palorado a poner de oro y azul á los hombres, sado m a ñ a n a estará ya en sazón—responsino que en su empeño de arrancarles faculderá el del fresco, que dejará do serlo. tades, hau ido hasta producir una crisis para que entrase la señora A. S. P r o t y en el Gabinete, es decir, en el Gobierno, con el Ku la linea férrea do Kansas-Paciñc so careo de ministro de Gracia y Justicia. ha llevado á efecto uu experimento p a r a Y les ha hecho t a n t a g r a c i a lodo esto á Tu ores niña que yo adoro, de encantos un inventario, tú mí pensamiento diario, tú mi tormento laai/or, porque no entiendes, bienjmío, que para tí tengo hecho, en la ceija de mi pecho todo uu cnpitril do amor. ^'errrtiician no to ofrezco, que es humilde raí fortuna; no poseo más que una joya hermosa p a r a ti; rica de gala y pureza que mil gracias atesora; uu corazón que te adora con amante írenesi. Mas si eres cual bolla esquiva, y no aceptas estas letras, ó si en ellas no penetras la extensión de mi penar, ¡misero de mí! cuitado, solo tendré en mis partidas aananctas desvanecidas y pérdidas que llorar! ¿Lloras? ¡ay! quizás no pueda; más podré hacer hancarrota, si crudo desdén derrota mi esperanza juvenil; por Dios, niña retlexiona que es ol papel consolidado un poeta enamorado y profesor mercantil, R. Rn^clUrr n i X I E S . Dr. BALAGUEft, Preciados, 25. Vacuna diaria tornera, 3 á 6, en su único I n s t i t u t o . Tubos vacuna con lanceta, 4 pesetas. Tintas de imprimir. F. f í A r O E R — P A R Í S LA L E G I T I M I D A D FABKICA DJE PICAD UKA Pedir en todo el mundo ''Jiguas de Carabaña,, PüfiGANTES, DEPURATIVAS, ANTIBILIOSAS, ANTIHERPETICAS, ANTlEiCaOFULOSAS Y ANTISÉPTICAS, UNA PESETA il(tTELLA.-GitAN D E P U l i V i T \ O: ÚNICAS EN EL CONSUMO. VENTAS, FARMACIAS y DKOtiUJSRIAS CARLOS COPPEL E S T E L A & BERNAREGGI Sala do Coocierisa - ' C o r t e s . 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