“Tesis Relevantes Publicadas en el Semanario Judicial de la

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Boletín Informativo - ACTUALIZACIÓN JURISPRUDENCIAL
Julio 2012
“Tesis Relevantes Publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta – Julio 2012”
A continuación nos permitimos hacer de su conocimiento, los criterios más recientes emitidos por nuestros más altos
tribunales, publicados en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta correspondientes al mes de julio del 2012,
los cuales esperamos sean de su interés.
I.
FISCAL
Exención del pago por contribuciones sobre la propiedad inmobiliaria, interpretación del Artículo 115, fracción
IV, párrafo segundo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Conforme a la fracción IV, inciso a) del artículo 115 de la Constitución Federal, forman parte de la hacienda publica
municipal, entre otros elementos, los ingresos derivados de las contribuciones, incluyendo tasas adicionales, que
establezcan los Estados sobre la propiedad inmobiliaria, su fraccionamiento, división, consolidación, traslación y mejora,
así como las que tengan por base el cambio del valor de los inmuebles. Asimismo, del segundo párrafo de la fracción
del precepto constitucional referido se desprende expresamente que los Estados no pueden establecer exenciones
o subsidios en favor de persona o institución alguna respecto de las contribuciones que corresponde recaudar a los
Municipios, salvo que tales bienes sean utilizados por entidades paraestatales o por particulares, bajo cualquier título,
para fines administrativos o propósitos distintos a los de su objeto público. En este sentido, las normas estatales que
establecen exenciones respecto de las contribuciones relacionadas con la propiedad inmobiliaria, en supuestos distintos
a las excepciones de referencia, transgreden el principio de reserva de fuentes de ingresos municipales y generan un
perjuicio a la hacienda pública municipal al afectar la recaudación que se tenia contemplada.
Novena Época. Instancia: Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: P./J.22/2012 (9a.)
Página: 244.
Principio de generalidad tributaria. Su alcance en relación con las exenciones.
Del artículo 31 y de su fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos derivan diferentes principios
que el legislador debe considerar al crear una norma tributaria, entre ellos, el de generalidad, el cual establece en sentido
afirmativo la obligación de contribuir para el gasto público y para el legislador la de considerar a todos los sujetos que
demuestren capacidad económica susceptible de ser gravada, sin atender a criterios como su nacionalidad, estado civil,
clase social, religión, raza, etcétera; y, en sentido negativo, la prohibición de otorgar privilegios o áreas inmunes, por lo
que las formas de liberación de la obligación son totalmente excepcionales y deben evitarse. En el caso de las exenciones
como forma de liberación a través del cumplimiento de ciertas reglas, requisitos o características previstos en ley, sirven
para establecer criterios de justicia social y para satisfacer otras finalidades tuteladas constitucionalmente o derivadas de
índole económico, político y social que se consideren de ineludible cumplimiento. Sin embargo, esto no significa que el
legislador deba establecer exenciones, tampoco que, una vez previstas, los elementos que determinen su procedencia
sean idénticos a los que confirman los elementos esenciales de un impuesto, por el contrario, para que una exención
cumpla con el principio de generalidad tributaria debe fundarse en valores y principios diversos a los que tradicionalmente
justifican el gravamen, pues su existencia sobrepasa el objeto recaudatorio para el sostenimiento del gasto público.
Décima Época. Instancia: Sala. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: 2 a. L/2012 (10a.) Página:
1258.
Reserva de fuentes de ingresos municipales. Casos en los que las legislaturas estatales pueden eximir
del pago de contribuciones sobre la propiedad inmobiliaria o en relación con los ingresos derivados de la
prestación de servicios públicos municipales.
Conforme a la fracción IV, inicios a) y c), del artículo 115 de la Constitución Federal, forman parte de la hacienda pública
municipal los ingresos que se obtengan de las contribuciones que establezcan los Estados sobre la propiedad inmobiliaria
y aquellos derivados de la prestación de servicios públicos a su cargo. Así mismo del segundo párrafo de la fracción del
precepto constitucional referido se desprende expresamente que las leyes de los Estados no pueden establecer exenciones
a favor de persona o institución alguna respecto de las contribuciones que corresponde recaudar a los Municipios sobre
dichos conceptos, quedando solamente exceptuados de ese pago los bienes del dominio público de la Federación,
los Estados o los Municipios, salvo que tales bienes sean utilizados por entidades paraestatales o por particulares, bajo
cualquier titulo, para fines administrativos o propósitos distintos a los de su objeto público. En ese sentido, las normas
estatales que establezcan exenciones o subsidios respecto de las contribuciones señaladas en el citado artículo 115,
fracción IV, incisos a) y c), en supuestos distintos a los casos de excepción previstos en el segundo párrafo de dicha
fracción, transgreden el principio de reserva de fuentes de ingresos municipales que asegura a los municipios tener
disponibles ciertas fuentes de ingreso para atender el cumplimiento de sus necesidades y responsabilidades públicas.
Lo anterior, ya que con la incorporación de tales supuestos de exención se genera un perjuicio a la hacienda pública
municipal, al afectar la recaudación que se tenía contemplada.
Novena Época. Instancia: Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: P/J. 21/2012 (9a.)
Página: 347.
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II. ADMINISTRATIVO
Contestación a la solicitud de desinmovilización de cuentas bancarias y/o de devolución de los montos que
hubieran sido extraídos de éstas. Es un acto administrativo definitivo impugnable a través del juicio contencioso
administrativo federal.
En términos del artículo 14 de la Ley Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa son impugnables
ante dicho órgano los actos administrativo, incluyendo aquellos que si bien no resuelven un procedimiento, contienen una
manifestación de la última voluntad de la administración pública, respecto a una situación o caso especifico, siempre que se
ubiquen en cualquiera de las hipótesis previstas. Desde tal perspectiva, la contestación a la solicitud de desinmovilización
de cuentas bancarias y/o devolución de los montos que hubieran sido extraídos de éstas, es un acto administrativo que
causa un agravio en materia fiscal al solicitante, impugnable conforme a la fracción IV del señalado precepto a través del
juicio contencioso administrativo federal, dado que no se trata de un acto informativo sino que entraña la manifestación de
la voluntad definitiva de la administración pública, en relación con la solicitud elevada ante ella.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
I.1o.(I Región) 9 A (10a.) Página: 1793.
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II. CONSTITUCIONAL Y AMPARO
Amparo contra leyes. El quejoso tiene interés jurídico para impugnar tanto los preceptos que específicamente
se le hayan aplicado, como aquellos que, por la estrecha relación de sus disposiciones, puedan resultarle
aplicables, máxime si el acto reclamado carece de una debida fundamentación.
Si el quejoso reclama, en esencia, el sistema normativo que regula una situación especifica en la cual se ubica, debe
considerarse que cuenta con interés jurídico para reclamar tanto los preceptos que específicamente se le hayan aplicado,
como aquellos que, por la estrecha relación que guardan sus disposiciones, puedan resultarle aplicables como consecuencia;
es decir, todos aquellos que regulan el sistema especifico dentro del que se ubique, máxime cuando, ante la indebida
fundamentación del acto a través del cual le fue aplicado dicho sistema, la determinación de la hipótesis legal en la que se
encuentra inmerso, solo puede ser resultado de un análisis de fondo en el juicio de garantías.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
I.15º.T.1 K (10a.) Página: 1766.
Control de convencionalidad. Los órganos con funciones jurisdicciones, al ejercerlo en el ámbito de sus
respectivas atribuciones, deben asegurar el respeto de los derechos humanos del gobernado y suprimir aquellas
prácticas que tiendan a degenéralos o limitarlos.
Los tribunales del Estado Mexicano, en asuntos sometidos a su consideración y tratándose de los derechos humanos, están
obligados a ejercer el control de convencionalidad; esto es, no deben limitarse a aplicar sólo las leyes locales, si no también
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los tratados, convenciones, pactos o acuerdos celebrados por
México, conforme a la jurisprudencia emitida por los tribunales internacionales que los interpretan. En ese sentido, los
órganos con funciones jurisdiccionales, al ejercer dicho control, deben suprimir aquellas prácticas que tiendan a denegar o
limitar los derechos humanos del gobernado, y asegurar su respeto conforme a las leyes que los garanticen, en el ámbito
de sus respectivas atribuciones, es decir, jurídico, político, administrativo, económico y cultural, estando siempre por la
prevención, investigación, sanción y reparación, frente a las violaciones de los derechos humanos.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
XXV.1º. 1 K (10a.) Página: 1824.
Órganos públicos. La regularidad en su funcionamiento constituye un principio de orden constitucional.
Las funciones propias de un Poder no pueden ser entorpecidas por otro de los Poderes a los que se les otorgue una atribución
que tenga injerencia en aquél, como es la de designar a los titulares de sus órganos; así, la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos estructura el funcionamiento del poder público bajo el principio de preservación de la regularidad en el ejercicio
de las funciones que encomienda a los diversos órganos de gobierno que conforman los Poderes en que éste se divide, lo que
implica que los actos llevados a cabo por las autoridades en ejercicio de su competencia y que repercutan en la integración y
funcionamiento de los órganos del Estado deben sujetarse a la no afectación de su desempeño regular.
Décima Época. Instancia: Sala. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: 2 a. LIV/2012 (10a.) Página: 1352.
Prorroga de la jurisdicción respecto de bienes inmuebles. Está autorizada por el artículo 121 constitucional.
La interpretación sistemática de las fracciones I y II de esta disposición constitucional, encuentra su fundamento en el principio de
territorialidad. Estas cláusulas constitucionales fueron diseñadas para preservar la soberanía de los Estados en el sistema federal
previendo la injerencia extraterritorial de las legislaciones abusivas de un Estado en el territorio de otro. En consonancia con ello,
la fracción II recoge el principio estatutario “lex rei sitae”, conforme al cual, los bienes muebles e inmuebles se rigen por la ley del
lugar de su ubicación. Sin embargo, esta restricción constitucional no constituye obstáculo alguno para que de conformidad con
la fracción III del citado precepto, se prorrogue la jurisdicción en cuanto a conflictos que involucren bienes inmuebles, siempre y
cuando al Juez del conocimiento aplique la ley sustantiva del Estado en que se ubique el predio o la finca de que se trate, porque
la prórroga solo opera respeto de la jurisdicción más no respecto de la ley la integridad de un Estado queda protegida mediante
la aplicación de sus propias leyes con independencia de que la controversia pueda ser juzgada en otro Estado. Porqué el Pacto
Federal no sólo garantiza la autonomía de las entidades federativas sino también procura la cooperación entre ellas en beneficio
de la población. Visto de esta manera, no existe contradicción alguna entre las fracciones I, II y III de artículo 121 constitucional
sino que, por el contrario todas ellas se complementan ya que las primeras dos fracciones establecen la legislación conforme a
la cual deberá resolverse la controversia mientras que la fracción citada en el ultimo reconoce la fuerza ejecutoria a las sentencias
procuradas por los tribunales de un Estado sobre derechos reales o bienes inmuebles ubicados en otro, a condición de que se
observen las prescripciones constitucionales en cuestión.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: I.4º.C.1
C (10a.) Página: 2037.
Prorroga de la jurisdicción tratándose de bienes inmuebles. El fondo de la controversia debe resolverse conforme a
la ley adjetiva del estado a cuya jurisdicción se someten las partes.
Este tribunal ha sostenido que de acuerdo a la interpretación armónica, sistemática y teleológica del articulo 121, fracciones I, II
y III de la Carta Magna, en tratándose de bienes inmuebles, la prorroga opera exclusivamente respecto de la jurisdicción y nunca
respecto de la ley, porque el Pacto Federal protege a la integridad territorial de los Estados de la aplicación de leyes de otros Estados,
que pudieran modificar o alterar el régimen interior o los límites geopolíticos de las entidades federativas mediante su apropiación,
adjudicación o incluso cambio de destino. Sin embargo, es conveniente aclarar que esta finalidad constitucional se consigue,
ordinariamente, mediante la aplicación de la legislación sustantiva del lugar de la ubicación de los bienes, por lo que, en principio,
la restricción constitucional no alcanzaría a la legislación adjetiva, siempre y cuando existiera coincidencia entre las disposiciones
procesales correspondientes en cuanto al punto jurisdiccional controvertido y, bajo esta perspectiva, no habría obstáculo para que
el procedimiento pudiera llevarse conforme al ordenamiento procesal del Estado a cuya jurisdicción se sometieron las partes, ya
que este tipo de códigos normalmente se limitan a establecer los términos que permiten respetar el derecho al debido proceso por
lo que incluso llegan a ser muy similares a las del resto de las entidades federativas. Es claro, no obstante, que si alguna legislación
adjetiva desbordara este propósito y además de regular los aspectos del debido proceso se inmiscuyera en situaciones sustantivas
que pudieran afectar al régimen o destino de los bienes inmuebles, se tornarían inmediatamente inaplicables exclusivamente en
estos aspectos.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: I.4º. C.2
C (10a.) Página: 2038.
Revisión en amparo directo. Dentro de las cuestiones propiamente constitucionales materia de esa instancia, debe
comprenderse la interpretación de la ley controvertida.
Si bien es cierto que en juicio de amparo directo no puede señalarse como acto reclamado destacado la ley que a juicio del quejoso
es inconstitucional, sino que conforme al artículo 166, fracción IV, de la ley de la materia, tal circunstancia debe hacerse valer en
los conceptos de violación, también lo es que el tribunal colegiado de circuito que conozca del asunto al analizar los conceptos
relativos, entre otras consideraciones, puede sustentar las que establezcan el alcance de la ley o norma controvertida, aunque
en principio éstas puedan entenderse de legalidad, pero si constituyen la base de ese análisis, entonces se tornan en materia
propiamente de constitucionalidad. En ese sentido, si conforme a los artículos 83, fracción V, de la Ley de Amparo y 10, fracción III,
de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, la materia del recurso de revisión en amparo directo se limita a la decisión
de cuestiones propias de constitucionalidad, es evidente que su solución implica que la Suprema Corte de Justicia de la Nación
analice la interpretación adoptada por el tribunal colegiado de circuito del conocimiento, para establecer si la ley cuestionada se
apega a la Carta Magna. Así, el alto tribunal puede modificar válidamente tal interpretación, en virtud de que constituye el sustento
del pronunciamiento de constitucionalidad que le corresponde emitir en definitiva. Lo anterior encuentra fundamento por una parte,
en el principio de unidad del ordenamiento jurídico, el que, en parte, en conjunción con la fuerza normativa de la Ley Fundamental,
genera que el orden de principios reconocidos en sus disposiciones irradie a todo el ordenamiento jurídico secundario, haciendo
posible que los contenidos constitucionales presenten una importante influencia en la actividad interpretativa de los órganos
jurisdiccionales. Tal situación tiene como consecuencia que, por una parte, la interpretación de las disposiciones legales sea
objetiva y uniforme, armonizando su aplicación en las distintas materias jurídicas y, por otra, en la labor jurisdiccional unificadora
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre todo, si se toma en cuenta que en la aplicación de normas jurídicas existe
la posibilidad de que estas sean interpretadas de modo diverso, con lo cual pueden obtenerse diferentes soluciones jurídicas,
existiendo la posibilidad de que algunas resulten contrarias a la Ley Fundamental. Por tanto la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, al resolver el recurso de revisión interpuesto en amparo directo, debe fijar el alcance de la ley cuestionada y, por ende,
interpretarla para determinar cuál es el mandato contenido en ella.
Novena Época. Instancia: Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis: 1 a./J. 8/2012 (9a.) Página: 536.
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IV. ARBITRAJE
Laudo arbitral. Circunstancias que el juez debe analizar, conforme a la fracción II del Artículo 1457 del código de
comercio, cuando se demanda su nulidad.
Cuando se demanda la nulidad de un laudo arbitral con fundamento en la fracción II del artículo 1457 del Código de
Comercio, ya sea porque el objeto de la controversia no es susceptible de solución por la vía del arbitraje; o , porque el
reconocimiento o la ejecución del laudo son contrarios al “orden público”, el Juez debe resolver atendiendo a las constancias
del juicio y pruebas desahogadas, pero ello no significa que deba analizar y descartar todas y cada una de las hipótesis, sólo
que advierta que se actualiza alguna, a pesar de que sea distinta a las invocadas por las partes, la pueda invocar de oficio.
Esto es así, pues los motivos o causas de nulidad previstos en la fracción I del articulo 1457 del Código de Comercio, deben
ser acreditados por quien los invoque, pero en el caso de las dos hipótesis referidas en la fracción II de ese mismo precepto,
el Juez debe pronunciarse respecto de las circunstancias hechas valer por las partes, y solo si advierte que alguna de las
hipótesis se actualiza, aun y cuando no haya sido invocada, puede de oficio invocarla para declarar nulo el laudo arbitral.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
I.7º.C.17 C (10a.) Página: 1877.
Laudo arbitral. Cuando no es aplicable la convención sobre el reconocimiento y ejecución de las sentencias
arbitrales extranjeras.
La Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras no resulta aplicable cuando un
laudo arbitral se emitió en el idioma español en la Republica Mexicana y se va a ejecutar dentro del propio país, sólo basta
lo dispuesto en el artículo 1461 del Código de Comercio y la aludida convención tendrá un carácter análogo al principio de
convencionalidad.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
I.7º.C.18 C (10a.) Página: 1877.
Laudo arbitral. Cuando, por qué y en qué condiciones se deben analizar las consideraciones que lo sustentan.
Para llegar a la conclusión de que un laudo es contrario o no al “orden público” es necesario leerlo, analizarlo y calificarlo,
pues de otra forma sería imposible resolver la disyuntiva. Sin embargo, se debe distinguir entre analizar el laudo arbitral para
resolver si su contenido es contrario al “orden público”, para reconocerlo como resolución en el sistema jurídico mexicano
y ordenar su ejecución; distinto es analizarlo para resolver si las consideraciones vertidas son correctas o no. Así es, pues
mientras lo primero busca sólo que el laudo arbitral no contraríe el “orden público” para que pueda ser anulado o ejecutado,
lo segundo sería tanto como analizar las consideraciones que sustentan las conclusiones para ordenar variarlas, lo que está
vedado al juzgador ante quien se pide ya sea su nulidad o el reconocimiento y su ejecución.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
I.7º.C.19 C (10a.) Página: 1878.
Laudo arbitral. Orden público será determinado por el juez cuando se reclama su nulidad o reconocimiento y
ejecución.
Como el concepto de “orden público” no se encuentra definido en la constitución ni el Código de Comercio, ello deja claro
que es preciso determinar su significado en cada caso concreto pues no basta con asimilarlo a las normas imperativas, sino
que es necesario proteger nuestra cultura jurídica mexicana de intromisiones que la desvirtúen. Esto es así, dado que una
interpretación conjunta de la fracción II del artículo 1457, con la fracción II del artículo 1462 del Código de Comercio, incluso
con el precepto V, inciso 2, de la Convención sobre el Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras,
lleva a la conclusión de que son dos las hipótesis que pueden ocasionar que el juzgador de oficio declare que un laudo
arbitral es nulo o que no lo reconozca como una resolución acorde al sistema jurídico mexicano y por ende deniegue su
ejecución, y es cuando: a) Según la legislación mexicana, el objeto de la controversia no sea susceptible de solución por
vía del arbitraje; o b) Cuando el laudo sea contrario al “orden público” mexicano. Así las cosas, la referencia a la legislación
mexicana es para guiar al juzgador quien debe velar que el objeto de la controversia pueda ser objeto de arbitraje, es decir,
que no exista alguna disposición legal mexicana que le impida; mientras que por otra parte, el concepto de “orden público”
es más amplio pues no basta con afirmar que en un laudo arbitral se está dejando de aplicar una disposición legal que
se autodefine como de “orden público” para que se tenga necesariamente que concluir que se transgrede el mismo, sino
que es necesario un estudio más profundo, caso por caso, que permita concluir que con su reconocimiento y ejecución es
evidente que sí se transgrede nuestro orden jurídico. En conclusión, se reitera deberá ser el juzgador quien en cada caso
concreto determine si se transgrede o no el “orden jurídico”.
Décima Época. Instancia: Tribunal Colegiado de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tesis:
I.7º.C.20 C(10a.) Página: 1878.
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Esperamos que la información proporcionada en el presente boletín informativo haya resultado de su interés.
Estamos a sus órdenes para cualquier duda o comentario al respecto.
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