Nietzsche en dos caras

Anuncio
bauldefilosofia.es
(mariano.gomez1@educa.madrid.org)
Nietzsche en dos caras.
F. Nietzsche, filósofo alemán del siglo XIX (1844-1900), ha pasado a la historia de la filosofía como uno de los
grandes críticos de la cultura occidental, no en vano es, junto a Marx y Freud, uno de los "maestros de la
sospecha". Su objetivo (como filósofo encuadrado en las filas del "vitalismo") es afirmar la Vida, frente a todos los
intentos llevados a cabo en la cultura occidental por negarla, mediante la moral, la filosofía (metafísica), la ciencia
o la religión judeo-cristiana. Para Nietzsche “bien”, “verdad” y “Dios” no son más que "falsificaciones" que
esconden un resentimiento hacia los verdaderos impulsos vitales. Sólo desenmascarando dichas falsificaciones,
será posible afirmar la Vida tal y como es: trágica, paradójica, instintiva, espontánea y creadora. Dirá nuestro
autor que, la esencia misma de la Vida es ‘’voluntad de poder’’: una fuerza instintiva, ciega, creadora que anima a
cada viviente.
Nietzsche, encuentra un ejemplo claro de su afirmación en la cultura griega, concretamente en la tragedia. Según
Nietzsche la cultura griega es el resultado de una lucha entre dos fuerzas opuestas: lo apolíneo y lo dionisiaco.
Dionisos representa la Vida como pura fuerza y desmesura; en contraposición, Apolo aparece como el dios de la
luz, del orden y de la moderación. En la tragedia encontramos la afirmación de la Vida sin exclusiones ni
prejuicios. Pero esta situación empieza a cambiar con Eurípides (s. V a.C), quien rompe el equilibrio a favor de lo
apolíneo. Junto a él, Sócrates y los filósofos posteriores comienzan a afirmar toda una serie de valores enemigos
de la Vida. Será el principio de la negación de ésta.
Con el fin de desenmascarar todas las falsificaciones de la Vida, Nietzsche empleará dos métodos. El método
genealógico consiste en ir al origen de algo (valores, conceptos…), para ver cómo nace ese algo, cómo se va
desarrollando y cómo se modifica con el paso del tiempo. El método del martillazo consta de dos momentos:
criticar y destruir, para afirmar y crear. De este modo, la filosofía de Nietzsche comienza siendo una filosofía del
martillo (con todo lo enemigo de la vida), para terminar siendo una filosofía vitalista (que defiende los verdaderos
valores vitales).
(Crítica a la moral) Nietzsche se propone llevar a cabo un estudio de los ‘’valores morales’’ con el fin de
determinar la valoración que merecen, encontrar su procedencia e investigar el origen de los mismos. La
valoración de nuestro autor no puede ser más demoledora: la moral tradicional (‘’moral de esclavos’’), ha llevado
al hombre a la decadencia, al empobrecimiento y a la negación de la vida.
Según Nietzsche, la moral tradicional con el fin de asegurar la validez, universalidad y obligatoriedad de los
valores, ha buscado siempre un fundamente absoluto, eterno y sobrehumano para los mismos (Dios, la Razón, la
Metafísica). Con ello, nos ha hecho creer que el lugar del que proceden dichos valores, está situado más allá de
esta vida (el ámbito de lo suprasensible, lo transcendental o metafísico). Frente a esto, Nietzsche dirá que los
valores ‘’no han caído del, pues son los hombres enfrentados entre sí los que se dan a sí mismos su ‘’bien’’ y su
‘’mal’’. En consecuencia, los valores emergen de la ‘’voluntad de poder’’: un combate incesante de instintos y
fuerzas que luchan entre sí para conseguir la dominación y el poder. Pero según Nietzsche, en la moral occidental,
la voluntad de poder solo ha manifestado su aspecto más negativo, pues ha identificado lo bueno con lo
decadente y ha impuesto unos valores que son producto del resentimiento (voluntad de poder reactiva). Por otra
parte, al enmascarar la verdadera procedencia de los valores ha provocado que el hombre olvide su poder
creador y se convierta en un esclavo de ellos.
Aplicando el método genealógico descubre cómo originariamente el término “bueno” ha ido asociado a lo
aristocrático y noble (lo propio del señor), mientras que el de “malo”, a lo vulgar y lo plebeyo (lo propio del
esclavo). El esclavo es el individuo que no es capaz de valorarse a sí mismo, por lo que necesita de los demás para
estimarse (heteronomía). El señor, por el contrario, es aquel que confía en sus fuerzas y se manda a sí mismo
(autonomía).
Todo esto lleva a la afirmación de una ‘’moral de señores’’ afirmativa, creadora, noble y aristocrática que, con el
tiempo, fue suplantada por una “moral de esclavos”, produciéndose una transmutación o inversión de los
bauldefilosofia.es
(mariano.gomez1@educa.madrid.org)
valores. De este modo se origina una nueva comprensión de lo bueno y lo malo, fruto del resentimiento hacia la
vida (voluntad de poder reactiva). Esta transmutación fue llevada a cabo por Sócrates y la religión judeo-cristiana
(la casta sacerdotal judía). Según Nietzsche, Cristo y su evangelio son enemigos de la Vida; su moral es una moral
de esclavos porque llama ‘’bienaventurados’’ a los pobres, humildes (esclavos), considera ‘’malo’’ cualquier
impulso vital que hay en el ser humano, quita valor a esta vida exigiendo al cristiano renunciar a este mundo para
conseguir otro mejor y por último, introduce el concepto de pecado y culpa.
(Crítica a la Razón o teoría del conocimiento) Al igual que la moral, con el fin de asegurar la universalidad de los
valores, ha recurrido a un fundamento último y sobrehumano, también la razón, para asegurar la universalidad y
la verdad de los conocimientos ha recurrido a lo ‘’suprasensible’’, lo ‘’transcendental’’, lo ‘’metafísico’’ como lugar
del que nacen los conocimientos. Ésta es la razón por la que Nietzsche ve necesario preguntarse por el verdadero
origen de los conocimientos. Nuestro autor afirma que la forma más básica del conocimiento es la intuición, la
única forma de captar la Vida. Sin embargo, la intuición se limita a captar la relación de las cosas con el hombre,
no la cosa en sí. Estas intuiciones son expresadas por medio del lenguaje (primera falsificación). Las palabras son
metáforas aceptadas socialmente, por lo que todo aquello que coincida con la metáfora será considerado
verdadero y lo que no, falso. Por su parte, la metáfora se transforma en concepto, al comparar casos particulares,
en los que las diferencias individuales son desechadas. Con el concepto creemos llegar a la “cosa en sí”,
suplantando de este modo a la vida (los conceptos son necrópolis de intuiciones). Se produce así una segunda
falsificación. Frente a todo esto, Nietzsche defenderá una visión perspectivista del conocimiento, pues los
“hechos en sí” son incognoscibles y lo que llamamos ‘’verdad’’ no es más que el triunfo de una perspectiva sobre
otras, producto de una voluntad de poder (en nuestro caso, reactiva).
(Crítica a la metafísica) Nietzsche critica a la metafísica tradicional y, en concreto, a Platón. Según nuestro autor,
los filósofos han cometido el error de considerar el ‘’ser’’ como algo fijo e inmutable, por esta razón han
inventado otro mundo (al que consideran verdadero) en oposición a éste (considerado aparente). Esto ha sido
obra del resentimiento hacia la Vida, el devenir, lo irracional e instintivo. En ese otro mundo han situado el
fundamento de la verdad y de los valores morales, haciéndonos creer en la existencia de algo universal e
inmutable. Frente a esto, Nietzsche afirma que solo es real este mundo y que el devenir captado por los sentidos
constituye la verdadera y única realidad.
Todas estas falsificaciones y negaciones de la vida presentes en la cultura occidental, son las responsables del
nihilismo que se ha hecho patente tras la ‘’muerte de Dios’’. ‘’Dios ha muerto’’ (el ámbito de lo transcendental y
lo metafísico) y, en consecuencia, los ‘’valores supremos’’ de la cultura occidental se han desmoronado, han
perdido su valor. Lo que tradicionalmente ha sido considerado como valioso o verdadero, ahora es ‘’nada’’
(nihilismo). Por esta razón Nietzsche considera que el nihilismo constituye la esencia de la cultura occidental
(nihilismo reactivo). A partir de aquí hay dos posibilidades: permanecer en este vacío que ha dejado la muerte de
Dios, colocando en su lugar nuevos “dioses” (nihilismo pasivo) o afrontar su muerte y sacar de ella un impulso
creativo que afirme la Vida (nihilismo activo). Esto último será lo que proponga Nietzsche.
La propuesta de Nietzsche para afirmar la vida se concreta en tres puntos: la llegada del superhombre, la voluntad
de poder y el eterno retorno. Nietzsche afirmaba que ‘’hablaba para un hombre que aún no había llegado’’: el
superhombre. A él le corresponde la tarea de destruir y derribar los fundamentos de la cultura occidental
(filosofía del martillazo), con el fin de crear unos nuevos valores que afirmen la Vida. Lo logrará dejando actuar su
voluntad de poder: poder creativo. Pero para que llegue el superhombre, el hombre tiene que pasar por tres
metamorfosis: del camello obediente (metáfora de hombre que soporta el nihilismo reactivo), al león destructor
(metáfora del martillazo), hasta que llegue el niño, aquel que haciendo uso de su ‘’voluntad de poder activa’’ crea
sus propios valores (nihilismo activo). La idea del eterno retorno se encuadra dentro de la voluntad de Nietzsche
por afirmar la Vida, esta vida, como la única que existe. Se impone así una imagen cíclica del tiempo, frente a otra
lineal (característica de la tradición judeo-cristiana). Pero afirmar el eterno retorno no significa apostar por la
constante repetición de lo mismo, lo que se repite es la ‘’capacidad creadora’’ del superhombre, su ‘’voluntad de
poder’’, para afirmar la Vida.
Descargar