Responsabilidad internacional del Estado Colombiano en el caso

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"CAMINO DEL HALLAZGO Y DEL JUICIO"
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RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO
COLOMBIANO EN EL CASO
DE LA “MASACRE DE MAPIRIPÁN”
Autores:
Nardín Lozano Navarrete.
Diego Fernando Sevilla Cortés.
Diego Hernán Morales Sánchez.
Bibiana Andrea Soler Montero.
María Alejandra Benavides.
Yina Natalia Poveda.
Natalia Amortegui.
Edgar Gutiérrez Sánchez.
Ana maría Jiménez.
Estudiantes de Investigación Asistida Facultad de Derecho- USTA
FECHA DE RECEPCIÓN: 29 DE AGOSTO DE 2006
FECHA DE APROBACIÓN: 18 DE OCTUBRE DE 2006
“Mapiripán, otro caso inscrito en la memoria de las
tragedias del conflicto armado colombiano, vuelve ocho
años después a ser pronunciado en el texto definitivo e
inapelable de la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos del pasado 10 de octubre. Esta vez
para develar, no sólo la realidad de los infortunios ocurridos
entre el 15 y 20 de julio de 1997, cuando un centenar de
miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia
privaron de la libertad, torturaron y asesinaron por lo menos
a 49 personas en dicho lugar del departamento del Meta,
sino las circunstancias padecidas posteriormente por los
familiares sobrevivientes de la masacre, ejemplificando con
esto las consecuencias de las graves violaciones a los
derechos humanos que desde tiempos inmemoriales se
presentan en todo el territorio nacional”1.
El Estado Social de Derecho se caracteriza por garantizar los derechos
fundamentales, reconocidos a través de una Constitución, con el fin de evitar
la desigualdad y que se atente contra la Dignidad Humana. Colombia, a través
de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, se estableció como Estado
Social de Derecho asumiendo de esta forma un compromiso por la defensa de
los intereses de sus ciudadanos2 y la garantía de los derechos humanos.
En ejercicio de su soberanía, el Estado tiene la facultad de ratificar tratados
internacionales con el objeto de proteger los derechos de las personas sujetas
a su jurisdicción, generando así medios eficaces para el cumplimiento de
dichos convenios, y reconocer la competencia de tribunales internacionales
para que se pronuncien sobre las violaciones de derechos humanos e
infracciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH), que tengan lugar en
su territorio.
El Estado Colombiano es parte de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, la cual obliga al Estado a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella “y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza,
color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición social”3.
El
caso
Mapiripán
ocho
años
después,
27
de
octubre
de
2005,
en:
http://www.voltairenet.org/article130263.html
2 El artículo primero de la Constitución Política de Colombia establece que: Colombia es un Estado social de
derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo
y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.
1
3
Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 1.1.
En virtud del reconocimiento de la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) por parte de Colombia, el
21 de julio de 1985, el Estado puede ser juzgado internacionalmente por los
actos y omisiones de sus agentes, y obligado a pagar una justa indemnización
a las víctimas de dichas violaciones.
Las condenas impuestas por la Corte IDH son de obligatorio cumplimiento para
los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos que
ratificaron la Convención, como en el caso del Estado Colombiano, el cual ha
sido declarado responsable internacionalmente por la Corte IDH, en reiteradas
oportunidades, como por ejemplo en el caso Caballero, Delgado y Santana, el
caso “Las palmeras”, el caso de “los 19 Comerciantes” y la “masacre de
Mapiripán”.
Este artículo pretende analizar la responsabilidad del Estado colombiano frente
a las violaciones de derechos humanos que tuvieron lugar en el caso de la
masacre de Mapiripán, a partir del estudio de los hechos, los derechos de las
victimas y el comportamiento desplegado por las partes del conflicto armado
interno que enfrenta Colombia.
Responsabilidad del Estado en caso de violaciones de Derechos
Humanos
Al referirse a la responsabilidad del Estado, es necesario precisar el contenido
y alcance de dicho concepto. Para ello la jurisprudencia de la Corte IDH resulta
de gran utilidad. Dicho tribunal, en el caso “El Amparo” señaló al respecto que:
“[L]a responsabilidad internacional del Estado se compromete a partir del
momento en que deja él de cumplir una obligación internacional,
independientemente de la verificación de falta o culpa de su parte, y de
la ocurrencia de un daño adicional. Más que una presunta actitud o falla
psicológica de los agentes del poder público, lo que realmente es
determinante es la conducta objetiva del Estado (la debida diligencia
para evitar violaciones de los derechos humanos). Se puede, así,
ciertamente llegar a la configuración de la responsabilidad objetiva o
"absoluta" del Estado a partir de la violación de sus obligaciones
internacionales convencionales en materia de protección de los
derechos humanos. Sobre dicha responsabilidad objetiva reposa el
deber de prevención”.
De acuerdo con lo anterior, la responsabilidad internacional del Estado puede
ser por acción u omisión. La responsabilidad por acción se constituye de
diversas formas: en primer lugar, esta puede tener origen en la emisión de
leyes contrarias a los tratados ratificados por el Estado; en segundo lugar,
cuando la violación se realiza directamente por agentes estatales o por actos
del poder público, en tercer lugar, cuando los funcionarios del Estado ejecutan
actos violatorios de Derechos Humanos en ejercicio de sus funciones y en
cuarto lugar, cuando tales conductas son determinadas o consentidas expresa
o tácitamente por un funcionario público pero realizadas por particulares 4.
Si la acción se presenta por manipulación de material probatorio o por no
impulsar investigaciones eficaces, el Estado puede ser declarado responsable
por la violación de las garantías judiciales, el debido proceso y la protección
judicial, derechos contemplados en los artículos 8 y 25 de la Convención
Americana.
La responsabilidad por omisión, tiene lugar cuando: existiendo una obligación
de actuar el Estado se abstiene de desplegar tal conducta o cuando la
administración de justicia no contemple el derecho de toda persona acusada de
un delito a tener acceso a un juez natural independiente e imparcial o el
derecho a la defensa técnica5. Sobre el particular la Corte IDH ha señalado
que:
Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
y Defensoría del Pueblo de Colombia, Manual de calificación de conductas violatoria: derechos
humanos y derecho internacional humanitario, volumen I, mayo de 2004, p 58.
5 Ibídem, p.38.
4
”Son muchas las maneras como un Estado puede violar un tratado
internacional y, específicamente, la Convención. En este último caso,
puede hacerlo, por ejemplo, omitiendo dictar las normas a que está
obligado por el artículo 2. También, por supuesto, dictando disposiciones
que no estén en conformidad con lo que de él exigen sus obligaciones
dentro de la Convención. Si esas normas se han adoptado de acuerdo
con el ordenamiento jurídico interno o contra él, es indiferente para estos
efectos”6.
La declaratoria de responsabilidad internacional
de un Estado conlleva la
imposición de una pena cuyo objeto es sancionar al responsable y reparar a
las victimas por los daños causados a raíz de la vulneración de sus derechos,
y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada. Claro ejemplo de ello
es la sanción impuesta al Estado Colombiano por la Corte IDH en el caso de
Mapiripán, según la cual el Estado debe establecer la verdad de los hechos
ocurridos en Mapiripán; individualizar y sancionar a los autores materiales,
intelectuales y promotores de los hechos, garantizando la seguridad de las
víctimas,
investigadores,
testigos,
defensores
de
derechos
humanos,
empleados judiciales, fiscales y otros operadores judiciales que tienen y han
tenido contacto con el caso, así como a los ex pobladores y actuales
pobladores de Mapiripán; ofrecer disculpa pública y reconocer ante la
comunidad nacional e internacional la responsabilidad frente a los hechos y
construir un monumento para recordar los hechos de la masacre de Mapiripán
y reivindicar la memoria histórica de las víctimas.
En igual sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su
concepto sobre la de la ley de justicia y paz señaló que:
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ciertas Atribuciones de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (Arts. 41, 42, 44, 46, 47, 50 y 51 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos), Opinión Consultiva OC 13/93 del 16 de julio de 1993, Serie A No. 13, párrs. 26-30;
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de
Leyes Violatorias de la Convención (Arts. 1 y 2 Convención Americana Sobre Derechos Humanos),
Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994, Serie A No. 14, párrs. 37.
6
“La CIDH ha señalado consistentemente en sus informes sobre situación
de derechos humanos en los países del hemisferio y sobre casos
individuales, la obligación de los Estados de poner en marcha
mecanismos idóneos para alcanzar la verdad, la justicia y la reparación
de
las
víctimas
de
violaciones
a
los
derechos
humanos.
El
establecimiento de la verdad de lo sucedido, la búsqueda seria de una
medida de justicia mediante la determinación de la responsabilidad de
los perpetradores frente a las víctimas, y la reparación del daño
causado, lejos de obstaculizar acuerdos que puedan coadyuvar a la
pacificación, constituyen pilares básicos de su fortaleza”7.
Análisis de la responsabilidad Estatal
En la sentencia proferida por la Corte IDH
en el caso de la “Masacre de
Mapiripán contra Colombia, de fecha 15 de septiembre de 2005, se analizó la
responsabilidad del Estado en mención.
Frente a la demanda, el Estado en su debida oportunidad reconoció su
responsabilidad internacional por la violación de los artículos 4.1 (Derecho a la
Vida y respeto a esta), 5.1, 5.2, (Integridad Personal) 7.1 y 7.2 (Libertad
Personal) de la Convención, en relación con los hechos ocurridos en Mapiripán
entre el 15 y el 20 de julio de 1997, pero aclaró que no aceptaba la atribución
de los actos de los grupos de autodefensa, como suyos, tal como sostiene la
Comisión Interamericana en la demanda.
La Corte, determinó en primer lugar que la Convención Americana era un
instrumento viable para analizar la responsabilidad del Estado en los siguientes
términos:
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “La Comisión Interamericana considera que la
Ley de Justicia y Paz no es concordante con sus resoluciones”, en
http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/cidhcol1.html
7
“[S]i bien la misma Convención Americana hace expresa referencia a las
normas del Derecho Internacional general para su interpretación y
aplicación, las obligaciones contenidas en los artículos 1.1 y 2 de la
Convención constituyen en definitiva la base para la determinación de
responsabilidad internacional a un Estado por violaciones a la misma. De
tal manera, dicho instrumento constituye en efecto lex specialis en
materia de responsabilidad estatal, en razón de su especial naturaleza
de tratado internacional de derechos humanos vis-à-vis el Derecho
Internacional general. Por lo tanto, la atribución de responsabilidad
internacional al Estado, así como los alcances y efectos del
reconocimiento realizado en el presente caso, deben ser efectuados a la
luz de la propia Convención” 8.
En segundo lugar, la Corte reiteró que la responsabilidad del Estado es
atribuible por las acciones u omisiones de sus funcionarios al obrar como
garantes, no sólo del orden democrático sino también de los derechos
fundamentales de cada individuo que conforma la sociedad.
En este orden de ideas, es viable analizar la responsabilidad del Estado
Colombiano en virtud de los actos realizados por las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC), puesto que el Estado reconoció los hechos aducidos por la
Comisión en su demanda9. Estos hechos son:
a) Según la Fiscalía General de la Nación, el Ejército colombiano permitió
el aterrizaje de las aeronaves que transportaban a los paramilitares, sin
practicar ningún tipo de control, registro o anotación10.
b) El Ejército colombiano facilitó el transporte de los paramilitares hasta
Mapiripán desde el aeropuerto en dos camiones tipo “reo” de los que
usualmente utiliza el Ejército, los cuales fueron autorizados para acceder
a la pista ante una llamada de un oficial del Batallón “Joaquín París”.
Corte IDH, caso de la “masacre de Mapiripán”, sentencia del 15 de septiembre de 2005, párr. 107.
Corte IDH, caso de la “masacre de Mapiripán”, supra párrs. 34, 37 y 96.29 a 96.47.
10 Corte IDH, caso de la “masacre de Mapiripán”, párrs. 96.30 y 96.31.
8
9
c) Los camiones se dirigieron a un paraje cercano a la llamada “Trocha
Ganadera”. En la carretera, se les unieron paramilitares de Casanare y
Meta y desde allí, por vía fluvial, pasando por “El Barrancón” –donde se
encontraban la Brigada Móvil II y la Infantería de Marina– continuaron su
recorrido sin ningún contratiempo y sin control hasta Charras, en la orilla
opuesta al río Guaviare, frente a Mapiripán11;
d) Los miembros del grupo paramilitar transitaron sin ser detenidos por
áreas de entrenamiento de las tropas de la Brigada Móvil II 12.
e) La colaboración entre los miembros del Ejército y las AUC involucró el
suministro de pertrechos y comunicaciones a los paramilitares13;
f) La incursión de los paramilitares en Mapiripán fue un acto calculado de
manera minuciosa desde varios meses antes de julio de 1997, ejecutado
con base en una coordinada previsión logística y con la colaboración,
aquiescencia y omisión de miembros del Ejército.
g) La participación de funcionarios del Estado en la masacre no se limitó a
facilitar el ingreso de las AUC a la región, ya que las autoridades
tuvieron conocimiento del ataque perpetrado contra la población civil en
Mapiripán y omitieron adoptar las medidas necesarias para proteger a
los miembros de la comunidad14;
h) La Fiscalía General de Nación determinó que, no obstante, ante el arribo
de las AUC, se dispuso la movilización de las tropas del Batallón
“Joaquín París” desde San José de Guaviare hacia otras localidades,
dejando sin protección alguna a la población campesina de dicho lugar y
de Mapiripán.
Corte IDH, caso de la “masacre de Mapiripán”, supra párr. 96.32.
Corte IDH, supra párr. 96.32.
13 Corte IDH, supra párr. 96.35.
14 Corte IDH, supra párr. 96.43.
11
12
i) La movilización de las tropas del Ejército a otras localidades fue
injustificada y se basó en conjeturas o simples contingencias15;
j) Según la Fiscalía General de la Nación, las omisiones de la VII Brigada
no fueron un simple incumplimiento de su deber legal de controlar la
zona, sino que involucró “abstenciones en necesaria connivencia con la
agrupación armada ilegal, así como en actitudes positivas eficaces
tendientes a que los paramilitares lograran su propósito, pues
indudablemente sin ese concurso no hubieran logrado actuar”16;
k) El brigadier general Jaime Humberto Uscátegui Ramírez, comandante
de la brigada VII, del Coronel Lino Hernando Sánchez
Prado
Comandante de la brigada Móvil II, exhibieron completa inactividad
funcional y operativa a pesar de tener conocimiento sobre la masacre y
se determino que ante el arribo de las AUC se dispuso la movilizaron de
las tropas del batallón Joaquín Paris
desde San José del Guaviare
hacia otras localidades, dejando desprotegidas a las poblaciones de
dicho lugar y de Mapiripán.
l) Miembros del Ejército habrían adoptado medidas tendientes a encubrir
los hechos17; y
m) Las omisiones de la VII Brigada se extendieron a la falta de colaboración
con las autoridades judiciales que intentaron llegar al lugar de los
hechos18.
De este modo, las conductas desplegadas por los miembros de las fuerzas
militares determinan el grado de responsabilidad del Estado en la perpetración
de las graves violaciones de derechos humanos en contra de los pobladores de
Corte IDH, supra párr. 96.38.
Corte IDH, supra párr. 96.44.
17 Corte IDH, supra párr. 96.45.
18 Corte IDH, supra párr. 96.46.
15
16
Mapiripán, puesto que estas fueron necesarias para llegar al lugar de los
hechos y cometer la masacre.
La Corte observó en su fallo que, si bien los hechos ocurridos entre el 15 y el
20 de julio de 1997 en Mapiripán fueron cometidos por miembros de grupos
paramilitares, la preparación y ejecución de la masacre no habría podido
perpetrarse sin la colaboración, aquiescencia y tolerancia, manifestadas en
varias acciones y omisiones, de miembros de las Fuerzas Militares del Estado,
inclusive de altos funcionarios de éstas en las zonas19.
“Ciertamente no existen pruebas documentales ante este Tribunal que
demuestren que el Estado dirigiera directamente la ejecución de la
masacre o que existiese una relación de dependencia entre el Ejército y
los grupos paramilitares o una delegación de funciones públicas de
aquél a éstos. No obstante, al analizar los hechos reconocidos por el
Estado, surge claramente que tanto las conductas de sus propios
agentes como las de los miembros de grupos paramilitares son
atribuibles a Colombia en la medida en que éstos actuaron de hecho en
una situación y en zonas que estaban bajo el control del Estado. En
efecto, la incursión de los paramilitares en Mapiripán fue un acto
planeado desde”20.
Así, el Estado Colombiano es responsable de la violación del derecho a la vida,
a la integridad personal, al buen nombre y a la familia entre otros derechos de
la Convención Americana, por las acciones que apoyaron la incursión
paramilitar en Mapiripán y por las omisiones del deber de prevención que
permitieron la perpetración de la masacre.
Conclusiones:
19
20
Corte IDH, caso de la masacre de Mapiripán.
Corte IDH, supra párrs. 96.30 a 96.39, 96.43 y 116.
El Estado es responsable por los actos cometidos en Mapiripán por las
fuerzas militares lo que se encuentra sustentado en los siguientes
hechos: el ejército suministró material de apoyo y de comunicaciones a
los paramilitares con el fin de que atentaran contra la población de
Mapiripán y facilitó su movilización al lugar de los hechos. Además, se
adoptaron medidas tendentes a encubrir las omisiones realizadas por el
ejército.
El Estado es responsable por abstenerse de realizar los controles
debidos en el transporte de los paramilitares lo cual da lugar a concluir
que se trataba de una operación militar”; El ejercito se abstuvo de
impedir la llegada de las AUC a Mapiripán; La movilización de las tropas
del ejercito fue injustificada y sin fundamentos. Las omisiones de la VII
brigada no solo consistieron en un simple incumplimiento de su deber
legal de controlar la zona sino que involucro abstenciones en necesaria
complicidad con la agrupación armada ilegal.
Los principios propugnados por Colombia, siguiendo la filosofía del
Estado Social de Derecho, en el caso bajo examen, resultan siendo letra
muerta a la luz del derecho internacional de los derechos humanos y de
las obligaciones asumidas por este al ratificar tratados sobre el tema.
La sentencia de la Corte IDH en este caso contribuyó a que el Estado
Colombiano cumpliera con su deber legal de garantizar los derechos de
las víctimas a la verdad, justicia y reparación, al determinar que estas
debían ser reparadas por los daños ocasionados por esta masacre.
A lo largo de este artículo se demostró que el Estado Colombiano no fue
diligente en cuanto al agotamiento de los recursos internos para reparar
eficazmente a las víctimas.
Que este fallo contribuya a que el Estado Colombiano cumpla con su deber
constitucional de ser garante de los derechos de la población civil, para que
este no realice actos ni omisiones que vayan en contra de los derechos
humanos y así la Corte no tenga que emitir fallos desfavorables en contra
Colombia.
Bogotá, junio 22 de 2006
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