TRASPLANTE HEPATICO POR CIRROSIS COLESTASICAS 11 Isabel Cirera Lorenzo Antonio Rimola Castellà INTRODUCCION CIRROSIS BILIAR PRIMARIA Las dos principales enfermedades colestásicas crónicas del adulto con indicación de trasplante hepático son las cirrosis biliar primaria (CBP) y la colangitis esclerosante primaria (CEP). Ambas entidades constituyen aproximadamente el 10% de las indicaciones de trasplante hepático en adultos1. A diferencia de lo que ocurre en las enfermedades hepáticas donde la diana lesional son los propios hepatocitos (hepatopatía viral, autoinmune o alcohólica), la historia natural de la CBP y la CEP ha sido bien definida gracias a la realización de estudios clínicos con un elevado número de pacientes seguidos durante largos períodos de tiempo. Estos estudios, han permitido desarrollar modelos matemáticos que estiman la probabilidad de supervivencia de un paciente afecto de CBP o de CEP en un momento determinado, lo que nos puede ayudar a la elección del momento más adecuado para indicar el trasplante hepático. Además de las indicaciones de trasplante hepático compartidas con otras hepatopatías crónicas, en la CBP y la CEP existen otras complicaciones más específicas derivadas de su carácter colestásico que pueden llevar a considerar la indicación de trasplante hepático aún en ausencia de una cirrosis hepática establecida. Tal sería el caso del prurito intratable, la osteodistrofia o la colangitis bacteriana recurrente. Estos síntomas, si bien no tienen porqué constituir un riesgo vital, pueden empeorar notablemente la calidad de vida de estos pacientes, siendo el trasplante la única alternativa. Clínica y Diagnóstico de la CBP La cirrosis biliar primaria, más correctamente denominada colangitis crónica destructiva no supurativa, se caracteriza por una inflamación granulomatosa portal con destrucción de los conductos biliares intrahepáticos septales e interlobulillares. El diagnóstico de CBP se basa en la combinación de hallazgos clínicos, bioquímicos, serológicos e histológicos. La existencia de una colestasis crónica, generalmente en mujeres de mediana edad, con elevación de las inmunoglobulinas tipo IgM, la presencia de anticuerpos antimitocondriales (AMA), especialmente los anti-M2, y una biopsia donde se observa daño de los conductos biliares con presencia de granulomas epitelioides configuran el diagnóstico de cirrosis biliar primaria. En la gran mayoría de casos (60%), el diagnóstico se realiza estando el paciente asintomático al encontrar colestasis analítica y presencia de AMA. Tras una larga fase asintomática, los pacientes acabarán presentando síntomas que empeoran notablemente la calidad de vida, o complicaciones secundarias a la insuficiencia hepática y a la hipertensión portal. La aparición de estas complicaciones pueden plantear, al igual que ocurre en la cirrosis no colestásica, la necesidad de un trasplante hepático. Historia Natural: Modelos Pronósticos Tal como se muestra en la Tabla 11.1, la indicación del trasplante hepático se establece en paci143 Entre los modelos pronósticos más utilizados destacan el propuesto por la Clínica Mayo9 y el modelo Europeo10 que combinan una serie de variables clínicas y analíticas. En todos ellos la bilirrubina destaca como el factor predictivo más importante, al que se añaden, tal como se muestra en la Tabla 11.2 y 11.3, la edad, la concentración de albúmina, el tiempo de protrombina, la presencia de edemas o el estadio histológico. entes sintomáticos o en aquéllos en los que la enfermedad se encuentra en su fase final2. Aplicando estos simples criterios de selección, la supervivencia de estos pacientes es superior al 80% a los 5 años de seguimiento. El prurito puede llegar a ser intratable y constituir también una indicación de trasplante hepático cuando han fallado todos los tratamientos médicos3,4. La presencia de ascitis, encefalopatía hepática, hemorragias repetidas por rotura de varices esofágicas y osteodistrofia importante, constituyen indicaciones claras de trasplante hepático. Elegir el momento más adecuado para realizar el trasplante hepático es muy importante en la CBP puesto que la supervivencia después del trasplante está en relación inversa con el estado evolutivo de la enfermedad5. Frecuentemente, cuando aparece alguna de las complicaciones anteriormente citadas, la enfermedad puede encontrarse en fase muy avanzada lo cual puede condicionar una peor supervivencia tras el trasplante hepático6. Por tanto, es importante recordar que es preferible remitir precozmente a un centro de trasplante a un paciente con CBP que hacerlo cuando la enfermedad está muy evolucionada. En la mayoría de los casos, la indicación de trasplante en la CBP se establece en base a unos índices pronósticos que se han obtenido de estudios cuyo objetivo era evaluar la eficacia de los tratamientos usados en estos pacientes. Estos índices representan una importante ayuda para establecer el momento más adecuado para la realización del trasplante. De todas las variables clínicas o analíticas con valor pronóstico, el nivel de bilirrubina sérica continúa siendo, tal como se conocía desde hace tiempo7,8, el factor con mayor valor pronóstico en cuanto a la supervivencia libre de trasplante. Así, cuando los niveles de bilirrubina son superiores a 6 mg/dL la esperanza de vida calculada es inferior a los 18 meses7. 144 De acuerdo con estos índices se considera la posibilidad de un trasplante hepático en aquellos pacientes cuya probabilidad estimada sin trasplante hepático se sitúe entre uno y dos años, lo que corresponde a un índice pronóstico de Christensen (modelo europeo) superior a 5 o a un índice de la Clínica Mayo superior a 7,8. Puntuaciones por encima de estos valores se asocian a un aumento de la mortalidad postrasplante y un aumento del consumo de recursos valorado por días de estancia en unidad de intensivos y hospitalaria, y unos mayores requerimientos transfusionales11. Estos índices permiten calcular la probabilidad de supervivencia de grupos con CBP a un tiempo determinado. Sin embargo, su utilidad en la indi- cación del trasplante hepático es controvertida y tiene varios inconvenientes. El primero de ellos, es que son modelos que están realizados con datos retrospectivos, basados en pacientes en los que no se habían utilizado los tratamientos disponibles en la actualidad y, lo más engorroso, es que son modelos donde las diferentes variables utilizadas se combinan en complejas fórmulas matemáticas de difícil manejo en la práctica clínica. Además, su aplicabilidad se puede ver limitada por el período variable en que los pacientes están en lista de espera, por no tener en cuenta el efecto deletéreo de la hemorragia por varices en la evolución de la enfermedad, y por no tener en consideración las indicaciones que pueden limitar extremadamente la calidad de vida del paciente con CBP, como pueden ser el prurito, la astenia o la osteodistrofia hepática. En un estudio muy reciente12, el grupo de la Clínica Mayo ha propuesto un modelo adaptado del original de historia natural de la CBP5. Este baremo se ha construido siguiendo una estructura similar al baremo de ChildPugh incluyendo seis variables de fácil obtención como son la edad, los niveles de bilirrubina y albúmina, el tiempo de protrombina y la presencia o no de edemas. Este modelo simplificado se correlaciona ampliamente con el original, con una supervivencia estimada al año del 91% en pacientes con la mínima puntuación. También, el grupo de Christensen y cols ha publicado recientemente un estudio dirigido a identificar variables predictivas de supervivencia en el postrasplante6. En este estudio, el trasplante hepático ofrece un claro beneficio en la esperanza de vida cuando el cálculo de supervivencia es inferior al 85% con tratamiento médico. Ello refleja claramente los excelentes resultados que tiene el trasplante hepático en la CBP y en general, en todas las colestasis crónicas, con una supervivencia superior al 90% a los dos años del trasplante13. Influencia del Tratamiento Médico en la Selección de Pacientes con CBP El tratamiento de la CBP con ácido ursodesoxicólico (AUDC) mejora la colestasis analítica y prolonga la supervivencia libre de trasplante en la CBP, especialmente en los pacientes con formas moderadas o graves4,14-16. Si bien el tratamiento con AUDC mejora los niveles de bilirrubina, no modifica el valor pronóstico de la misma ni del modelo de la Clínica Mayo tal como se ha podido compro- bar en los dos estudios multicéntricos que incluyen el mayor número de pacientes con CBP14,15. Por otra parte, aunque el tratamiento con UDCA prolonga el período libre de trasplante, lo cual se traduciría en que los candidatos serían de edad más avanzada, en un estudio reciente se ha sugerido que este retraso en el momento del trasplante tampoco influye en los resultados del mismo17. Recidiva de la CBP Tras el Trasplante Hepático La CBP puede recidivar tras el trasplante hepático en el injerto con una frecuencia muy variable que ha sido tema de controversia desde que fue descrita por primera vez en 198218. Ello es debido a que los criterios utilizados para el diagnóstico de la enfermedad en el órgano nativo no son completamente extrapolables a la nueva situación que supone el trasplante hepático. Los anticuerpos antimitocondriales, que pueden constituir el mejor marcador de la enfermedad aunque carecen de efecto patogenético, generalmente persisten elevados tras el trasplante independientemente del daño del injerto y por lo tanto son de poca utilidad en el diagnóstico de la recidiva20-25. Por lo tanto, el diagnóstico de recidiva depende fundamentalmente de criterios morfológicos que en el contexto del trasplante hepático pueden ser difíciles de diferenciar de otras lesiones del injerto como hepatitis crónica, colangitis o rechazo crónico21-27. Además, se ha sugerido que el tratamiento inmunosupresor basado en tacrolimus puede influir en la tasa de recidiva de la enfermedad28. Actualmente, se acepta que aproximadamente el 10% de los pacientes tratados con ciclosporina asociada o no a azatioprina desarrollan signos histológicos de CBP. Un estudio publicado en forma de resumen calcula que el riesgo acumulado de recidiva de la CBP es al año del 1,1%, a los 5 años del 7,9% y a los 10 años del 21,6%29. A pesar de ello, es evidente que a corto y medio plazo el impacto de la recidiva en la supervivencia del paciente y del injerto es de escasa relevancia clínica con una supervivencia a los 5 años en torno al 80%. COLANGITIS ESCLEROSANTE PRIMARIA Clínica y Diagnóstico de la CEP La CEP es una enfermedad fibrótica inflamatoria crónica que afecta a los conductos biliares intra y extrahepáticos, y a la vesícula biliar30. 145 El diagnóstico se basa en tres hallazgos: la presencia de colestasis manifestada básicamente por elevación de la fosfatasa alcalina, las alteraciones colangiográficas típicas mostrando estenosis e irregularidades de los conductos biliares intra y/o extrahepáticos y que constituyen la base fundamental para el diagnóstico y, en ocasiones, una biopsia compatible donde se observe una lesión fibro-obliterativa de los conductos biliares. Un dato adicional para el diagnóstico es la positividad de los anticuerpos anticitoplasma leucocitario (ANCA), lo cual acontece en aproximadamente el 80% de los pacientes. En el 75% de los casos se asocia a una enfermedad inflamatoria intestinal, generalmente colitis ulcerosa, lo cual ha llevado a que se diagnostiquen con mayor frecuencia pacientes con CEP asintomáticos31,32. Los tratamientos específicos utilizados para la CEP son superponibles a los ensayados en la CBP con resultados muy variables34,35. Cuando la situación clínica se encuentra en fase terminal, el trasplante es la única alternativa terapéutica que permite mejorar la supervivencia y la calidad de vida de estos pacientes. No obstante, en el momento de indicarlo hay que tener en cuenta varias consideraciones. La primera de ellas es que en el curso de la CEP pueden presentarse algunas complicaciones que pueden ser tratadas quirúrgicamente. En estos casos, si el paciente puede ser candidato a trasplante hepático las intervenciones quirúrgicas deben ser cuidadosamente valoradas ya que pueden incluso llegar a contraindicar el mismo, al aumentar la morbimortalidad postoperatoria13,36,37. La segunda consideración es que debe realizarse un extenso estudio de exclusión del colangiocarcioma dado el mal pronóstico que supone. Historia Natural: Modelos Pronósticos En general, la CBP tiende a seguir una progresión más gradual y predecible, mientras que la CEP puede seguir un curso evolutivo más fluctuante. La evolución de la enfermedad puede dividirse en cuatro períodos: un período preclínico durante el cual no existen síntomas hepatobiliares y las pruebas de función hepática son normales; un segundo período asintomático durante el cual a pesar de la alteración de las pruebas de función hepática el paciente está libre de síntomas; un tercer período sintomático donde 146 los síntoma predominates son prurito, ictericia, coluria e hipocolia, con episodios recortados de colangitis aguda en algunas ocasiones; y un período terminal con las manifestaciones de insuficiencia hepática avanzada e hipertensión portal. Las indicaciones para trasplante incluyen pacientes de los dos últimos períodos es decir, pacientes con ictericia progresiva, hemorragia recidivante por rotura de varices esofágicas, ascitis, osteodistrofia progresiva, prurito intratable, encefalopatía hepática y colangitis bacteriana de repetición (Tabla 11.4). La información disponible acerca de la historia natural de la CEP es más reducida si se compara con la existente sobre la CBP38-41. Como se muestra en las Tablas 11.5 y 11.6, y al igual que en la CBP, se dispone de dos índices pronósticos, uno de la Clínica Mayo39,40 y otro del King’s College38 que nos ayudan a establecer las posibilidades de supervivencia de un paciente determinado y la indicación de trasplante hepático. En todos, la bilirrubina tiene un valor predictivo importante que puede verse disminuido si existen elevaciones bruscas por obstrucción del flujo biliar y colangitis. Aparte de ser índices pronósticos que requieren complejos cálculos matemáticos, tienen el inconveniente adicional de precisar del estadio histológico para su cálculo. Recientemente se ha propuesto que la puntuación de Child-Pugh y la edad son los factores con mayor capacidad predictiva de mortalidad, lo cual hace la evaluación más fácil y evita el estadio histológico42,43. Al igual que sucede con la CBP, los pacientes con CEP pueden presentar complicaciones que obliguen a realizar el trasplante hepático en períodos más tempranos a los aconsejados por los índices matemáticos. Tal sería el caso de los episodios de colangitis bacteriana de repetición cuando el tratamiento endoscópico o la radiología intervencionista no consiguen solventar la estenosis44. Diferentes estudios han analizado los factores de riesgo de morbimortalidad postrasplante con objeto de mejorar la selección de candidatos y el momento adecuado para realizar el trasplante. El estadio avanzado de la enfermedad, manifestado por la presencia de niveles elevados de bilirrubina, ascitis o encefalopatía hepática, y la disfunción renal son los factores más ampliamente aceptados. Otros factores que se han podido identificar son más discutidos, existiendo discrepancias en los diferentes estudios publicados13,37,45-48. Tal sería el caso de la existencia previa de enfermedad inflamatoria intestinal, los antecedentes de cirugía biliar y la implantación de un colangiocarcinoma (ver más adelante) Enfermedad Inflamatoria Intestinal y CEP Entre el 50 y el 75% de los pacientes con CEP presentan enfermedad inflamatoria intestinal (EII), predominantemente colitis ulcerosa, en algún momento de su evolución32,48. La EII puede aparecer incluso después de trasplante, no existiendo una relación temporal en la evolución clínica de ambos procesos49. El impacto de la EII en la evolución postraplante no está bien establecido. Algunos estudios han encontrado que los trasplantados con CEP e EII tienen una mayor incidencia de rechazo grave y de necesidad de retrasplante que los pacientes sin EII46 o incluso una supervivencia inferior37,47. Sin embargo, otros estudios concluyen que la existencia de EII no influye en el pronóstico postrasplante50 e, incluso, que la clínica puede controlarse con el tratamiento habitual51. Al igual que en pacientes con CEP y EII no trasplantados, el paciente trasplantado debe seguir controles endoscópicos posteriores debido al riesgo de desarrollar cáncer de colon52,53. Influencia de la Cirugía Biliar en el Trasplante por CEP El impacto de la cirugía biliar en la evolución postrasplante también es controvertido. La mayoría de estudios publicados destacan una influencia negativa en los resultados del trasplante36,37,47, mientras que otros estudios no ha encontrado que tengan ningún papel en la morbimortalidad postrasplante45,46. No obstante, en los pacientes con CEP que puedan ser futuros candidatos a trasplante es aconsejable evitar al máximo la cirugía sobre el hilio hepático, e intentar solucionar las estenosis únicas con técnicas endoscópicas o radiología intervencionista. CEP y Colangiocarcinoma En el caso de la CEP otro factor a tener en cuenta en el momento de indicar el trasplante es la posibilidad de desarrollar un colangiocarcinoma. Entre un 10 y un 20% de los pacientes con CEP desarrollarán este tipo de tumor en el curso de la evolución de su enfermedad54, particularmente los pacientes con EII55. Su presencia constituye para la mayoría de grupos una contraindicación absoluta para el trasplante dado el elevado índice de recidiva tumoral postrasplante. Desafortunadamente, hasta el momento actual no se han podido identificar factores predictivos de aparición de este tumor siendo frecuente encontrarlo en las piezas de hepatectomía56. La implantación de un colangiocarcinoma debe sospecharse cuando un paciente se descompensa clínica o analíticamente de forma brusca e injustificada. El empeoramiento del índice de la Clínica Mayo o el aumento de la bilir147 rubina en un paciente con CEP parece incrementar notablemente el riesgo de colangiocarcinoma57,58, por lo que se ha llegado a sugerir la conveniencia de adelantar el momento del trasplante hepático en estos pacientes con la intención de disminuir este riesgo. Desafortunadamente, no existe ningún marcador que permita sospechar su aparición ya que, los marcadores tumorales CEA, CA 19-9, CA 50 y CA 242 son poco útiles en el diagnóstico debido a su baja especificidad59. Recientemente se ha sugerido que la tomografía con emisión de positrones sería de utilidad en el diagnóstico de estos tumores en estadios tempranos60. Recidiva de la CEP Tras el Trasplante La CEP puede recidivar tras el trasplante con una frecuencia que varía según las series entre el 5 y el 20%, dependiendo si los criterios que se utilizan son predominantemente histológicos o colangiográficos. La posible recidiva de la CEP se basa en estudios donde se han observado que las complicaciones biliares, especialmente las estenosis no anastomóticas, son más frecuentes en pacientes trasplantados por CEP que en pacientes trasplantados por otras indicaciones51,61,64. Sin embargo, definir si son recidiva de la enfermedad o estenosis de otro origen es difícil puesto que lesiones radiológicas similares se han visto asociadas a trombosis de la arteria hepática, a la utilización de la solución Euro-Collins, a la utilización de injertos ABO-incompatibles, a rechazo crónico, a la lesión de isquemia-reperfusión y a episodios repetidos de colangitis en pacientes con anastomosis biliar en Y de Roux65-67. Además, los pacientes con CEP trasplantados tienen una mayor incidencia de fibrosis periductal y de lesiones fibro-obliterativas de los conductos biliares que son justamente las lesiones histológicas clásicas de la CEP68. Al contrario del rechazo crónico, el impacto de la recidiva de la CEP no parece ejercer gran influencia sobre la supervivencia y la viabilidad del injerto siendo la supervivencia del paciente a los 5 años superior al 80%, independientemente de la existencia o no de recidiva45,51. BIBLIOGRAFIA 1. Actividad de donación y trasplante 1998. Organización Nacional de Trasplantes. 2. Benhamou JP. Indications for liver transplantation in primary biliary cirrhosis. Hepatology 1994;20:S11-S13. 148 3. Navasa M, Forns X, Sánchez V, Andreu H, Marcos V, Borrás JM et al. Quality of life, major medical complications and hospital service utilization in patients with primary biliary cirrhosis. J Hepatol 1996;25:129-134. 4. Heathcote EJ, Caugh-Dudek K, Walter V, Bailey RJ, Blendis LM, Ghent CN et al. The Canadian multicenter double-blind randomized controlled trial of ursodeoxycholic acid in the treatment of primary biliary cirrhosis. Hepatology 1994;19:1149-1156. 5. Markus BH, Dickson ER, Grambsch PM, Fleming TR, Mazzaferro V, Klintmalm GB et al. Efficacy of liver transplantation in patients with primary biliary cirrhosis. N Engl J Med 1989;320:1709-1713. 6. Christensen E, Gunson B, Neuberger J. Optimal timing of liver transplantation for patients with primary biliary cirrhosis: use of prognostic modelling. J Hepatol 1999;30:285-292. 7. Shapiro JM, Smith H, Schaffner F. Serum bilirubin: a prognostic factor in primary biliary cirrhosis. Gut 1979;20:137-140. 8. Neuberger JM, Gunson BK, Buckels JAC, Elias E, McMaster P. Referral of patients with primary biliary cirrhosis for liver transplantation. Gut 1990;31:1069-1072. 9. Dickson ER, Grambsch PM, Fleming TR, Fisher LD, Langworthy A. Prognosis in primary biliary cirrhosis: model for decision making. Hepatology 1989:10:1-7. 10. Christensen E, Altman DG, Neuberger J, DeStavola BL, Tygstrup N, Williams R et al. Updating prognosis in primary biliary cirrhosis using a time-dependent Cox regression model. Gastroenterology 1993;105:1865-1876. 11. Kim RW, Wiesner RH, Therneau TM, Poterucha JJ, Porayko MK, Evans RW et al. Optimal timing of liver transplantation for primary biliary cirrhosis. Hepatology 1998;28:33-38. 12. Kim RW, Wiesner RH, Poterucha JJ, Therneau TM, Benson JT, Krom RAF, Dickson ER. Adaptation of the Mayo primary biliary cirrhosis natural history model for application in liver transplant candidates. Liver Transplantation 2000;6:489-494. 13. Ricci P, Therneau TM, Malinchoc M, Benson JT, Petz JL, Klintmalm GB, et al. Prognostic model for the outcome of liver transplantation in patients with cholestatic liver disease. Hepatology 1997;25:672-677. 14. Kilmurry MR, Heathcote EJ, Cauch-Dudek K, O’Rourke K, Bailey RJ, Blendis LM et al. Is the Mayo model for predicting survival useful after the introduction of ursodeoxycholic acid treatment for primary biliary cirrhosis? Hepatology 1996;23:11481153. 15. Bonnand AM, Heathcote EJ, Lindor KD, Poupon RE. Clinical significance of serum bilirubin levels under ursodeoxycholic acid therapy in patients with primary biliary cirrhosis. J Hepatol 1997;26:164. 16. Poupon RE, Lindor KD, Cauch-Dudek K, Dickson ER, Poupon R, Heathcote EJ. Combined analysis of randomized controlled trials of ursodeoxycholic acid in primary biliary cirrhosis. Gastroenterology 1997;113:884-890. 17. Heathcote EJ, Stone J, Cauch-Dudek K, Poupon R, Chazouilleres O, Lindor KD et al. Effect of pretransplantation ursodeoxycholic acid therapy in patients with primary biliary cirrhosis. Liver Transpl Surg 1999;5:269-274. 18. Neuberger JM, Portmann B, MacDougall B, Calne RY, Williams R. Recurrence of primary biliary cirrhosis after liver transplantation. N Eng L Med 1982;306:1-4. 19. Haagsma EB, Manns M, Klein R, Grond J, Huizenga JR, Slooff MJH et al. Subtypes of antimitochondrial antibodies in primary biliary cirrhosis before and after orthotopic liver transplantation. Hepatology 1987;7:129-133. 20. Esquivel CO, van Thiel DH, Demetris AJ, Bernardos A, Iwatsuki S, Markus B, et al. Transplantation for primary biliary cirrhosis. Gastroenterology 1988;94:1207-1216. 21. Polson RJ, Portmann B, Neuberger J, Calne R, Williams R. Evidence for disease recurrence after liver transplantation for pri- 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. mary biliary cirrhosis: clinical and histological follow-up studies. Gastroenterology 1989;97:715-725. Buist LJ, Hubscher SG, Vickers C, Michell I, Neuberger J, McMaster P. Does liver transplantation cure primary biliary cirrhosis? Transplant Proc 1989;21:2402. Hubscher SG, Elias E, Buckels JAC, Mayer D, McMaster P, Neuberger JM. Primary biliary cirrhosis: histological evidence of disease recurrence after liver transplantation. J Hepatol 1993;18:173-184. Sebagh M, Farges O, Dubel L, Samuel D, Bismuth H, Reynès M. Histological features predictive of recurrence of primary biliary cirrhosis. Transplantation 1998;65:1328-1333. Gouw ASH, Haagsma EB, Manns M, Klompmaker IJ, Sloof MJH, Gerber MA. Is there recurrence of primary biliary cirrhosis after liver transplantation? A clinicopathologic study in long-term survivors. J Hepatol 1994;20:500-507. Knoop M, Bechstein WO, Schrem H, Lobeck H, Hopf U, Neuhaus P. Clinical significant of recurrent primary biliary cirrhosis after liver transplantation. Transpl Int 1996; 9 (Supl): S115-S119. Demetris AJ, Markus BH, Esquivel C, van Thiel DH, Saidman S, Gordon R et al. Pathologic analysis of liver transplantation for primary biliary cirrhosis. Hepatology 1988;8:937-947. Dmitrewski J, Hubscher SG, Mayer AD, Neuberger JM. Recurrence of primary biliary cirrhosis in the liver allograft: the effect of immunosuppression. J Hepatol 1996;24:253-257. Abu-Elmagd K, Demetris J, Rakela J, Balan V, Vinayak R, Irish W et al. Transplantation for primary biliary cirrhosis: disease recurrence and outcome in 421 patients. Hepatology 1997;26 (supl):174A. Chapman RW, Arborg BA, Rhodes JM, Summerfield JA, Dick R, Scheuer PJ, et al. Primary sclerosing cholangitis: a review of clinical features, cholangiography, and hepatic histology. Gut 1980;21:870-877. Porayko MK, Wiesner RH, LaRusso NF, Ludwig J, MacCarty RL, Steiner BL, et al. Patients with asymptomatic primary sclerosing cholangitis frequently have progressive disease. Gastroenterology 1990;98:1594-1602. Fausa O, Schrumpf E, Elgio K. Relationship of inflammatory bowel disease and primary sclerosing cholangitis. Semin Liver Dis 1991;11:7-11. Rodés J, Parés A. Tratamiento de la colangitis esclerosante primaria Gastroenterol Hepatol 1991;14:74-76. Lindor KD. Ursodiol for primary sclerosing cholangitis. N Engl J Med 1997;336: 691-695. Mitchell SA, Bansi D, Hunt N, Christie J, Fleming K, Chapman R. High dose ursodeoxycholic acid (UDCA) in primary sclerosing cholangitis (PSC): results after two years of a randomized, double-blind, placebo-controlled trial. Gastroenterology 1997;112:A757. Ismail T, Angrisani L, Powell JE, Hubscher S, Buckels J, Neuberger J et al. Primary sclerosing cholangitis: surgical options, prognostic variables and outcome. Br J Surg 1991;78:564-567. Neuberger J, Gunson B, Komolmit P, Davies MH, Christensen E. Pretransplant prediction of prognosis after liver transplantation in primary sclerosing cholangitis using a Cox regression model. Hepatology 1999;29:1375-1379. Farrant JM, Hayllar, Wilkinson ML, Karoni J, Portmann BC, Westaby D et al. Natural history and prognostic variables in primary sclerosing cholangitis. Gastroenterology 1991;100:1710-1717. Wiesner RH, Grambsch PM, Dickson ER, Ludwig J, MacCarty RL, Hunter EB et al. Primary sclerosing cholangitis: natural history, prognostic factors and survival analysis. Hepatology 1989;10:430-436. Dickson ER, Murtaugh PA, Wiesner RH, Grambsch PM, Fleming TR, Ludwig L et al. Primary sclerosing cholangitis: refinement and validation of survival models. Gastroenterology 1992;103:1893-1901. 41. Broome U, Olsson R, Loof L, Bodemar G, Hultcrantz R, Danielsson A et al. Natural history and prognostic factors in 305 Swedish patients with primary sclerosing cholangitis. Gut 1996;38:610-615. 42. Shetty K, Rybicki L, Carey WD. The Child-Pugh classification as a prognostic indicator for survival in primary sclerosing cholangitis. Hepatology 1997;25:1049-1053. 43. Talwalkar JA, Seaberg E, Kim R, Wiesner RH. Predictinf clinical and economic outcomes after liver transplantation using the Mayo primary sclerosing cholangitis model and Child-Pugh score. Liver Transplantation 2000;6:753-758. 44. Deviere J. Therapeutic endoscopy and primary sclerosing cholangitis. Endoscopy 1996;28:576-577. 45. Goss JA, Schackleton C, Farmer D, Amaout W, Seu P, Markowitz J, et al. Orthotopic liver transplantation for primary sclerosing cholangitis- a 12 year, single-center experience. Ann Surg 1997;225:472-481. 46. Narumi S, Roberts JP, Emond J, Lake J, Ascher N. Liver transplantation for primary sclerosing cholangitis. Hepatology 1995;22:451-457. 47. Wiesner RH, Porayko M, Hay JE, LaRusso N, Steers J, Krom R, Dickson ER. Liver transplantation for primary sclerosing cholangitis: impact of risk factors on outcome. Liver Transplant Surg 1996;2(Supl 1):99-108. 48. LaRusso NF, Wiesner RH, Ludwig J, McCarty RL. Current concepts in primary sclerosing cholangitis. N Eng J Med 1984;310:899-903. 49. Shaked A, Colonna JA, Goldstein L, Busuttil R. The interrelation between sclerosing cholangitis and ulcerative colitis in patients undergoing liver transplantation. Ann Surg 1992;215:598-603. 50. Graziadei IW, Wiesner RH, Marotta PJ, Porayko MJ, Hay JE, Charlton MR et al. Long term results of patients undergoing liver transplantation for primary sclerosing cholangitis. Hepatology 1999;30:1121-1127. 51. Befeler AS, Lissoos TW, Schiano TD, Conjeevaram H, Dasgupta KA, Millis JM, et al. Clinical course and management of inflammatory bowel disease after liver transplantation. Transplantation 1998;65:393-396. 52. Brentnall TA, Haggitt RC, Rabinovitch PS, Kimmey MB, Bronner MP, Levine DS, et al. Risk and natural history of colonic neoplasia in patients with primary sclerosing cholangitis and ulcerative colitis. Gastroenterology 1996;110:331-338. 53. Higashi H, Yamada K, Marsh JW, Tzakis A, Kakizoe S, Starzl TE. Development of colon cancer after liver transplantation for primary sclerosing cholangitis associated with ulcerative colitis. Hepatology 1990;11:477-480. 54. Rosen CB, Nagorney DM, Wiesner RH, Coffey RJ Jr, LaRusso NF. Cholangiocarcinoma complicating primary sclerosing cholangitis. Ann Surg 1991;213:21-25. 55. Broome U, Glaumann H, Hellers G, Nilsson B, Sorstad J; Hulterantz R. Liver diasease in ulcerative colitis: an epidemiological and follow-up study in the country of Stockholm. Gut 1994;35:84-89. 56. Broome U, Eriksson E. Assessment for liver transplantation in patients with primary sclerosing cholangitis. J Hepatol 1994;20:654-659. 57. Nashan B, Schlitt HJ, Tusch G, Oldhafer KJ, Ringe B, Wagner S, et al. Primary malignancies in primary sclerosing cholangitis: timing for liver transplantation. Hepatology 1996;23:1105-1111. 58. Schrumpf E, Abdelnoor M, Fausa O, Elgio K, Jenssen E, Kolmannskog F. Risk factors in primary sclerosing cholangitis. J Hepatol 1994;21:1061-1066. 59. Hultcrantz R, Olsson R, Danielsson A, Jarnerot G, Loof L, Ryden BO et al. A 3-years prospective study on serum tumor markers used for predicting cholangiocarcinoma in patients with primary sclerosing cholangitis. J Hepatol 1999;30:669-673. 60. Keiding S, Hansen SB, Rasmussen HH, Gee A, Kruse A, Roelsgaard K, et al. Detection of cholangiocarcinoma in primary sclero- 149 61. 62. 63. 64. 150 sing cholangitis by positron emission tomography. Hepatology 1998;28:700-706. Letourneau JG, Day DL, Hunter DW, Ascher NL, Najarian JS, Thompson WM, et al. Biliary complications after liver transplantation in patients with pre-existing sclerosing cholangitis. Radiology 1988;167:349-351. Brixko C, Wall SD, Ferrell LD, Roberts JP, Lake JR, Ascher NL, et al. Evidence for recurrence of primary sclerosing cholangitis after orthotopic liver transplantation. Hepatology 1993;18:325A. McEntee G, Wiesner RH, Rosen C, Cooper J, Wahlstrom E. A comparative study of patients undergoing liver transplantation for primary sclerosing cholangitis and primary biliary cirrhosis. Transplant Proc 1991;23:1563-1564. Sheng R, Campbell WL, Zajko AB, Baron RL. Cholangiographic features of biliary strictures after liver transplantation for pri- 65. 66. 67. 68. mary sclerosing cholangitis: evidence of recurrent disease. AJR 1996;166:1109-1113. Sebagh M, Farges O, Kalil A, Samuel D, Bismuth H, Reynès M. Sclerosing cholangitis following human orthotopic liver transplantation. Am J Surg Pathol 1995;19:81-90. Sánchez-Urdazpal L, Gores GJ, Ward EM, Maus TP, Wahlstrom HE, Moore SB, et al. Ischemic-type biliary complications after orthotopic liver transplantation. Hepatology 1992;16:49-53 Sánchez-Urdazpal L, Gores GJ, Ward EM, Maus TP, Buckel EG, Steers JL, et al. Diagnostic features and clinical outcome of ischemic-type biliary complications after transplantation. Hepatology 1993;17:605-609. Harrison RF, Davies MH, Neuberger JM, Hubscher SG. Fibrous and obliterative cholangitis in liver allografts: evidence of recurrent primary sclerosing cholangitis? Hepatology 1994;20:356-361.