EL JUEGO Artículo escrito por Mónica Inés Oddino La afección por el juego es un impulso humano que es universal, no tiene fronteras ni cultura ni lingüística. Muchos juegos parecen ser comunes a los seres humanos de diversas partes del mundo. Así como la danza era expresión de ritos para invocar ya sea la fertilidad o la adoración al sol o a la luna, muchos juegos que ahora pasan a ser meros pasatiempos infantiles, son en realidad reliquias de antiguos ritos religiosos que a menudo se remontan a los albores de la humanidad. La lucha de la cuerda, por ejemplo es una dramatización de la pugna entre oráculos; incluso el avión o “infernáculo” tiene que ver con los antiguos mitos sobre laberintos y ha sido adoptado más tarde para representar el viaje cristiano del alma desde la tierra hasta el cielo. En el capítulo XVII del LIBRO DE LA MUERTE egipcio hay una referencia a un juego practicado después de la defunción en el que los jugadores son los espíritus que han abandonado la vida terrenal y que moran en el mundo del más allá. Los juegos de echar suertes, como los dados y las tabas daban la oportunidad a los seres humanos de consultar a los dioses para tomar decisiones difíciles. Y el resultado de juegos emprendidos entre campeones era interpretado por sacerdotes u otras personas capacitadas para leer el futuro. Incluso en 1895 mientras los franceses atacaban la capital de Madagascar, la reina nativa y su pueblo tenían más fe para conseguir la victoria, en el resultado de un juego de predicción llamado FANORONA, practicado por los adivinos con su propio ejercito- ¿Quién no ha lanzado alguna vez una moneda al aire para tomar una decisión? – Cierta clase de juegos tienen, indudablemente, su origen en un intento de desarrollo educativo de la juventud o de mantenimiento de habilidades adquiridas. El ajedrez era una reconstrucción imaginaria de un campo de batalla. “El juego de la oca”, es otro ejemplo del camino de la vida conocido por los hombres iniciados en la antigüedad. Habilidades más mundanas, pero no-menos útiles encierran juegos tales como los dardos, el aro, las carreras pedestres o cualquier otro juego que requiera fuerza o destreza. Los juegos de ingenio o de adivinar acertijos, deben haber sido un entretenimiento practicado por los hombres de las cavernas alrededor de la hoguera. Más tarde en los laberintos y banquetes, en Grecia clásica, el fracaso de no acertar correctamente una adivinanza suponía un castigo: el perdedor debía beber un cuerno de vino adulterado a veces con sal, mientras que si acertaba, el premio era, recibir dulces o besos de un dama elegida. Los juegos son un espejo de cada civilización. Diferentes conflictos humanos han sido dramatizados a través del juego. “El culto a la conquista” (en el juego nacional afgano de Buzkaski) en el cual con riendas entre los dientes, los caballistas arrastraban el cadáver de un ternero. El conflicto entre nómadas y sedentarios está dramatizado en un juego de tablero “Dabolt Prejjesne” que se practica en Laponia. Aunque la forma de los juegos tiende a permanecer inalterable, su simbolismo se ve a menudo influenciado, por acontecimientos contemporáneos especialmente políticos del momento. Durante las guerras napoleónicas, por ejemplo, se fabricaron los juegos de ajedrez, representando a Napoleón como general, primer cónsul y emperador en la figura del rey blanco. Cada pueblo tiene sus propias figuras tomadas de su entorno; cada uno tiene su propio sistema de valores y tradiciones asociadas al juego. El jugador empedernido es, por supuesto, otro fenómeno universal, especialmente en aquellos juegos en que interviene la apuesta. Por fortuna, para la mayoría de la gente el atractivo permanente del juego reside simplemente en el puro placer de entretenerse. Es este placer intangible lo que distingue el auténtico juego, del por así decirlo, deporte profesional, en el que lo importante “es ganar” más que el “participar”. La sencilla alegoría que produce el juego ha desaparecido; el deporte competitivo ha ocupado su lugar. ¿Qué significa el juego en la vida del Hombre? Estamos hoy en día en los comienzos del siglo XXI, y veo como necesario re significar y fundamentar el juego, ya que ha sufrido una gran transformación. El juego es el primer y más eficaz educador del ser humano. Es más, el niño necesita jugar para aprender y relacionarse con el espacio. A través del juego, el niño conforma su personalidad y estimula su capacidad creativa. La intercomunicación humana es vital para el niño, mediante el juego, la persona aprende a conocerse a si misma y a comprender a los demás, y al mundo. Pestalozzi dijo: “...la actividad lúdica, es una ley de la niñez...” Con el juego está relacionada el alma infantil; deberá resguardarse el ámbito para esa alma, donde ella pueda prosperar. 1 Existe para el hombre una cantidad variada de movimientos, sin duda el más humano de todos, es el juego. Pertenece a la edad dorada de la humanidad y ha sido conservado hasta el presente. El objetivo del impulso del juego tomado dentro de un esquema general podría denominarse entonces figura viviente, y posee varias etapas en el desarrollo infantil En primer lugar surge en el niño el juego libre pleno de sentido y fantasía, luego y ya entre los 9 y 10 años de edad es el retozar, como la inspiración y la expiración el niño quiere dar riendas sueltas a ese impulso que percibe como algo tan necesario. Y la tercera forma de movimiento es el mossilesance o desplazarse, deseo de andar, ir en busca de lugares, países o metas desconocidas. Es decir: jugar, retozar, y desplazarse son expresiones de un instinto ancestral en el hombre. Aparecen esporádicamente en la infancia para luego desaparecer. El juego en sí pertenece a una de las más antiguas conductas humanas; en el juego el hombre vive de un modo íntegro e indiviso, su puro contenido lúdico. A través de él se ensayan no solo conductas humanas sino diferentes roles, trabajos y oficios existentes en la vida diaria. El niño participa plenamente en el juego con su fantasía creadora, debemos respetar esta entrega, permitiéndole a través de los juegos, crear su mundo, cuidando de no introducirlo prematuramente en una mecanización inanimada que le proporciona la técnica deportiva. Ello será posible, más adelante, a partir de la pubertad con el advenimiento del pensar abstracto, y en la adolescencia con el nacimiento del juicio propio. En el niño debemos amparar su alma infantil, que está sedienta de imágenes vivas, que al ser representadas y jugadas por él le ayudarán a mantener vivo su ser interior, su yo espiritual, que a través de él quiere manifestarse, tratando de retrasar lo más posible los juegos electrónicos o virtuales. Estimular la fantasía es hacer participar al niño con cuerpo y alma en el que hacer lúdico. Es así importante introducir rimas, preguntas y respuestas, nombres característicos, ritmos y canciones al contenido de los juegos, para hacerlo real, utilizando elementos cotidianos, que le sirvan de modelo a su esquema perceptivo- representativo del mundo. Por otra parte, a través del juego se posibilita experimentar gran caudal de la genuina sabiduría, en forma de grandes imágenes arquetípicas, que al ser jugadas, entran dentro del niño a modo de grandes enseñanzas. El niño puede desarrollar antipatía frente a lo excento de amor, a lo esquemático, y simpatía a lo amoroso, lo bello y lo armonioso. El alumno quisiera poder emularse a través del juego, ejercitando el desarrollo de la valentía, venciendo miedos y obstáculos, constituyéndose en un ser libre. Movimientos plenos de sentido como el martillar, cepillar, barrer sembrar, hachar, introducen sentido en la acción mera del jugar. Dentro del juego el niño comienza a desprenderse de lo naturalmente inconsciente, es por ello que toman importancia los juegos donde tienen que luchar contra el “hechizamiento” y su liberación. En el juego el niño quiere intervenir vigorosamente en la disputa entre: lo bueno y lo malo. Él se encuentra del lado de los buenos y quiere apartarse lo más lejos posible de los malos. De ésta misma manera a través de los juegos el niño desea vencer las flaquezas humanas y los malos propósitos, como así también el afán de dominar, la astucia, la torpeza, la voracidad en sus diferentes manifestaciones, la esclavitud. En el fondo el niño desea pulirse, esforzarse por conquistar habilidades, por ser cada día mejor buscando perfeccionarse a sí mismo. En toda esta descripción podemos deducir que lo más importante no es “jugar”, como manera de entretener al niño, y ayudarlo a canalizar correctamente sus energías, que son muchas. Si no que jugando con él lo estamos educando, le estamos permitiendo ensayar conductas para su futuro, a la vez que le mostramos una inmensa gama de cualidades a desarrollar en toda su niñez y adolescencia. De la imaginación y la creatividad del maestro depende poder alcanzar estos objetivos. Teniendo en cuenta modelos tales como juegos de persecución, “uno contra todos” o “todos contra uno”, y sus diversas combinaciones, juegos de los oficios, a través de la imitación, incorporar movimientos arquetípicos, rondas, cantadas que nos permiten vivenciar la fuerza del círculo del centro y la periferia, “la casa” lo seguro, y el “afuera” el mundo y la inseguridad que nos permite desafiar nuestro valor y astucia. Juegos grupales con consignas claras que nos posibilitan vivenciar la fuerza de lo grupal, a diferencia de lo individual- juegos de escondites, que nos permiten no solo desafiar al adversario sino ocultarnos de lo visible y vivir en cierta forma la cualidad de lo espiritual-invisible. Al esconderme ¿qué logro? : “desaparecer”, esa cualidad que sólo logro por la noche cuando duermo y me libero de mi corporalidad. Juegos de equipos con preguntas y respuestas, hablados. Juegos cantados y de imitación. Juegos de puntería y meta, le permiten al niño proponerse un objetivo y lograrlo. Juegos de pelota reglados, juegos de lucha, juegos de destreza. Todos estos juegos le permiten al niño desafiarse a sí mismo, y a los otros. Aprender a dar y recibir, aprenderse a valer por sí mismo ante el peligro y ayudar a otro en el momento que así lo requiera. Aceptar reglas, límites precisos, aprender a ganar y perder alentando a los demás, esforzándose lo más posible por lograr un objetivo o una meta. ¿Por qué el juego es tan motivante para el niño, el joven e incluso el adulto? En Alemania se han hecho, últimamente investigaciones al respecto, tratando de dilucidar el por qué de que tantos jóvenes hayan abandonado las disciplinas deportivas tradicionales en busca de alternativas nuevas de movimiento, deportes más libres no tan reglados ej: Patinaje en las calles, Caminatas y aerobismo en grupo, Bicicleta, y una cantidad innumerable de juegos que atraen a multitudes. Una de las razones que se encontró fue que el juego ofrece características de cambio y novedad, en los deportes tradicionales nada cambia, nada es nuevo, todo está reglado. 2 El juego ofrece situaciones nuevas, incertidumbre, dado que cómo se lo va a resolver, depende de los participantes. Otra característica es que posee un grado de complejidad lógico ni demasiado complejo, pues produce falta de motivación y frustración ni demasiado poco complejo pues produce aburrimiento, la última de las razones es la situación de sorpresa que presenta el juego. (... )“El juego en sí no tiene valor, si no es practicado en el momento justo, y a partir del estado anímico apropiado”(...) (Kischnik-Van Haren). ETAPAS EN EL DESARROLLO DEL JUEGO EN LOS DOS PRIMEROS SEPTENIOS: El juego del niño hasta sus siete años no es vivenciado por su “yo”; todos los elementos que son familiares para él cobran vida: los animales son sus hermanos, las estrellas son casitas, los objetos inanimados despiertan y tienen vida propia. El niño a esta edad se entrega a las cosas que puede ver, escuchar y tocar, capta al mundo a través de los sentidos y con toda profundidad de su ser, con asombro entrega y veneración. El niño debe despertar y encontrarse a sí mismo. Partiendo de un estado de estar anímicamente dormido debe ser llevado a un estado anímicamente despierto. Deberá captarse ahora no solamente al mundo de lo espacial, sino la magnitud de lo anímico, como imagen, sonido o movimiento. El niño quiere vivenciar todas las cualidades, lindo y feo, auténtico o falso, interesante o aburrido. En este primer septenio, el niño juega entregado aún sin limitación hacia el mundo. Él juega con las cosas dentro del espacio, conversa con ellas, les otorga un significado determinado, habilidades específicas, construyendo así su propio mundo de fantasía dentro del gran mundo. Muchas son las relaciones que crea, otorgándole vida a las cosas. Esto es lo que se denomina “sabiduría originaria”. Como educadores tenemos una gran responsabilidad frente a la elección de los juegos. Lo que se expresa, hasta el cambio de los dientes, a través de las fuerzas etéricas, libres y que fueron traídas al nacer por el niño, dentro del juego con carácter individual y dentro del impulso de imitación sin intensiones de alguna finalidad, encontrará su metamorfosis después de los 21 años, dentro del razonar, que en vida se nutre con las experiencias propias. Después del cambio de dientes, el niño va buscando cada vez más el juego con otros niños y aquello que vivencia en ésta etapa, se transforma como lo valioso en el tercer septenio, después de la pubertad, en juicio propio. Los juegos en el segundo septenio, deberán ser llevados hacia el desarrollo del sentido del espacio, lo que en el futuro pueda conformar un juicio propio, en lo posible lo más móvil. El niño despierta ahora frente a la contraimagen. Busca un contrincante, o sea una figura que representa aquello que uno mismo no desea ser: el zorro, el lobo, el brujo etc. Estas imágenes le son conocidas al niño en su interior, él desea vencerlas. El maestro debe comprender la realidad anímica dentro de la cual existen fuerzas con las cuales el alma del niño entra en contacto, de lo contrario no sabrá comprender las relaciones del niño. No es lo mismo ser el persecutor que el perseguido. El primero actúa a través de la avidez, el segundo de la alegría y el deseo de evadirse. Es necesario conocer el valor ético del juego para la edad respectiva, sin perder de vista el niño y sus vivencias. Entre los 10 y 11 años existe la mayor intensidad del movimiento. A ésta edad se funden realidad y fantasía. Impulso de moverse y alegría de vivir luego de ésta edad comienza a decrecer. En éste segundo septenio existe un proceso de inmensa dramaticidad, ya que el niño va haciendo conciente su paso de la niñez a la pubertad. Antes de los 9 años, el niño sabe muy poco de su individualidad, y a partir del” rubicón” (9 a 10 años), aprende a percibirse más y más como un individuo, con sus talentos y sus impedimentos y eso le produce alegría y dolor al mismo tiempo. En cierta forma pierde el “cielo”, éste proceso concluye a los 14 años, siendo éste un proceso lleno de contrastes, problemas, tensiones y elementos contradictorios. Desde el punto de vista del movimiento, dos elementos dentro de los juegos deberá prevalecer en el período entre los 7 y los 10 años. “El tocar y el agarrar”; y entre los 10 años y 14 años: el arrojar, ellos tanto el agarrar como el arrojar ayudan al joven a individualizarse. Siendo la etapa anterior a los 10 años como alejada de la relación con el tiro hacia una meta. Recién con el despertar hacia el pensar, comienza el proceso de análisis y con él la relación con el movimiento en el tiro hacia una meta. En cuatro fases bien diferenciadas que comienzan a los siete años y concluyen a los catorce se consolida la individualidad. SEPTIMO AÑO DE VIDA: El niño aún necesita el apoyo de una forma determinada (por ej: la ronda), el orden que el adulto puede dar a la dinámica del juego, ya no solo a través de la imitación, sino apelando a esa fuerza organizadora propia que late en el niño, y que quiere crear, aportar algo nuevo a la forma antigua, reconocida. OCTAVO AÑO DE VIDA: A ésta edad tiene importancia la palabra. Se vivencian las polaridades: lo bueno - lo malo; la avidez y la inocencia: el lobo malo y las ovejas, el zorro y las gallinas. Dentro de los juegos el niño se sumerge en una problemática, para hallar solución a éste problema, es decir un enigma existencial, que jugando el niño logra ordenar su propio interior, trabajando con estos contrastes entre lo dócil y lo salvaje, se conformará en el futuro un punto de partida hacia la fortaleza del alma. 3 NOVENO AÑO DE VIDA: En esta etapa el juego referido a la “broma” ocupa un gran lugar. El niño observa atentamente el accionar del hombre, qué hace y cómo lo hace. El niño se da cuenta que los adultos no son dioses, y que además tienen defectos. Cada oficio representa una característica humana. También los roles tales como el rey, el campesino son únicamente roles que deben ser llevados, en la vida y con los cuales aún no podrá identificarse ya que la personalidad es mucho más que eso. A partir de un sentimiento interior de seguridad el niño se siente superior a cada tipo diferente. En cierto modo se fundamenta una especie de impulso de libertad dentro del niño en esta época, ya que ostenta con una fuerza cada vez mayor su ser original, cuánto más es confrontado con la unilateralidad. DÉCIMO AÑO DE VIDA: Comienza la etapa del retozar propiamente dicha. Ahora se está preparando algo que conduce a un camino decisivo. La impulsividad adopta la reflexión, lo espontáneo ahora no lo es tanto, el pensamiento actúa regulándolo. Anteriormente todo en el niño era vida y movimiento, ahora despierta dentro de él las ganas del pensar propio y su representación propia. Del ser antes uniforme se ha conformado una dualidad, el intelecto ha despertado y con ello el niño entra a manifestar su organismo, con todas las manifestaciones anímicas: astucia, codicia, pereza, crueldad. El juego “Piel de Oso” muestra este dilema. Lo imperfecto en el hombre que quiere desprenderse para que algo nuevo surja. Toda ésta problemática queda en la subconsciencia, pero es allí donde la sabiduría de los juegos pueden entrar en esa esfera y comenzar a trabajar, a través de grandes imágenes. El niño se encuentra con parte de su propio ser. Aquí reside la importancia para el educador de poder encausar estas fuerzas espirituales a través de la motivación de los juegos. DÉCIMO PRIMER AÑO DE VIDA: En ésta edad deberá agregarse el tiro con objetos, ej: con pelota, al tocarse y agarrarse. Un juego típico es el “Quemado” o “Pelota del Cazador”. A los once años debe comenzar el pensar analítico y el niño hallará una postura afín a ello en el apuntar y en el acertar. El Cazador representa el pensamiento analítico, la Liebre representa el estado que debe ser dominado, vencido. El juego de tocar y agarrarse a ésta edad representa otra cosa, pues el niño intenta no sólo escapar sino enfrentar al adversario. DÉCIMO SEGUNDO AÑO DE VIDA: Las formas de juego de ésta edad se manifiestan a través de las destrezas alcanzadas. Ahora el niño quiere lanzar y recibir en forma diestra. El niño de doce años quiere confrontarse con las cosas del espacio y quiere triunfar, sobresalir. “La Pelota de los Pueblos”, “El Quemado”, son ejemplos que le posibilitan desarrollar la destreza deseada. Estos juegos contribuyen a desarrollar la auto-confianza y participa de la formación de la incipiente personalidad que así recibe una conciencia de su propio valor, al comprobar que puede promover algo no solamente con sus miembros, sino también con su cabeza y su corazón. No hay nada peor para el niño sentir que no puede con su cuerpo, que él mismo no lo domina, él desea poder dominarlo y ser cada día más hábil con sus movimientos. Había que ofrecerle situaciones de juego que posibiliten experimentar éstas sensaciones, de ir superándose a sí mismo. DECIMOTERCERO AÑO DE VIDA: Durante esta edad lo sustancial es correr. No al correr simplemente sino con un objetivo por ejemplo: Baseball, Brennball, Kricket, Schlagball. Si consideramos que el pensar podría estar representado por la pelota, ¿Qué significa entonces si la pelota con el bate es sacada del alcance del equipo contrario? Podemos ver como el pensamiento es liberado y fluye rápidamente, con entusiasmo y brío y es así que el joven a ésta edad solo se mueve si hay entusiasmo y una importante cuota de voluntad. Esa pelota golpeada con el bate, se corresponde al impulso ético, que como tal tampoco puede imaginárselo sin una fuerza propulsora. Lógica y exacta; cuanto mejor se haya golpeado la pelota, mejor será el camino por recorrer. Esta corrida significa “el camino de la vida”. La infancia culminó y ahora se empieza a pensar acerca de la vida. 4 DÉCIMOCUARTO AÑO DE VIDA: Conjuntamente con la pubertad, el juego debería adquirir una especie de carácter de confrontación tanto para los varones como para las niñas, propio del deporte con reglas y formas claras. La pelota ahora se mueve en la esfera de lo social y la vida anímica del joven. El ego se apoderará de ella por eso no es una casualidad que nuestra juventud sienta impulso casi irresistible hacia juegos como el Fútbol, Rugby, Handball, Jockey, sobre césped y sobre hielo y otros. No se puede ni se debe reprimir esta tendencia ya que inconscientemente intervienen en lo oculto diferentes impulsos. La lucha con la pelota significa en nuestra época lo mismo que en otra se luchaba contra el adversario. Como los jóvenes griegos ejercitaban la lucha, nuestros jóvenes practican deportes en los que se lucha por conseguir o llegar a un objetivo con la pelota. Los deportes en los que se lucha por apresar la pelota y sostenerla son más saludables que el fútbol, en donde unilateralmente la fuerzas de abajo luchan a través de las patadas por mantener la pelota sin que el adversario se la quite. Esta lucha sostenida corresponde a la constitución interior del varón a ésta edad. Muy importante a esta edad es la practica de aquellos deportes sociales que ponen a prueba lo anímico en el joven tales estarían representados por el Voleybol, Badmintong, Tenis, Pelota Vasca. En éstos juegos se desarrolla una armónica respiración: inspiración, expiración, y cuyo objetivo es dar y recibir. La más difícil pero la más efectiva de éstas formas es el tenis. En éste juego la individualidad puede efectivisarse plenamente. PELIGROS DE LA DESAPARICIÓN DEL JUEGO En una sociedad mecanicista, en donde se prima la técnica por sobre la libre fantasía, el juego es una de las actividades del hombre que corren peligro de extinguirse. Los niños son llevados prematuramente hacia el juego deportivo antes de tener edad para ello. No se reconoce el valor en sí mismo del juego creativo en donde la fantasía permite al niño crear formas nuevas. Algunas ciudades de Estados Unidos en escuelas estatales han abolido el recreo por considerarlo sin utilidad y peligroso dado el alto índice de violencia infantil. ¿Qué nos está indicando esto? En la mayoría de las escuelas el juego tiene una escasa distribución horaria dentro del cronograma semanal. La mayoría de las clases se desarrollan en el aula, sentados los niños con poca participación corporal en el aprendizaje intelectivo. Ello trae aparejado un excedente de energías que al no poder ser canalizado en forma armoniosa, explota a través de los movimientos caóticos y desordenados que culminan con aspectos varios de la agresión infantil, hoy tan frecuente. Fisiológicamente hay un contenido importante de endorfina y adrenalina que pujan por salir y es en el juego de aventura a través del cual un riesgo objetivo, pero sin peligro real y subjetivo, sino en condiciones de aventura, incertidumbre, sorpresa y algo de riesgo, el alumno tiene la posibilidad de poner en acción esas sustancias hormonales que estimulan el sistema nervioso. En otro aspecto, se estimula la conformación de la imagen corporal, los límites propios, nuestras posibilidades mínimas y máximas de lograr con nuestro cuerpo, aprendiendo a saber el límite de la fuerza, de la habilidad o la destreza etc. En Alemania se trabaja en éste sentido con niños y jóvenes que manifiestan dificultad de adaptación al grupo en la escuela o presentan índices de agresión o violencia, en una escala mayor también se trabaja con adultos, convictos o con inadaptados sociales, poniéndolos a través de diferentes actividades lúdicas en situaciones límites en donde permanentemente deben medirse a sí mismos. En Argentina en una escuela de la Provincia de Neuquén, marginal, se ha puesto a prueba un plan piloto, en éste sentido de juegos de aventura, lográndose resultados increíbles, asimismo, lograron reducir los índices de agresividad y violencia en la misma. Muchas de éstas actividades no se hacen en las escuelas o por no tener espacio físico, infraestructura o elementos de la naturaleza utilizables, como árboles, troncos, arroyos o simplemente césped, en otras situaciones se teme a los accidentes, a los problemas legales que tanto padres como agencias aseguradoras pudieran iniciar en contra de la Institución. Es por ello que antes de comenzar éste tipo de actividades lo lógico y necesario sería poner al tanto a los padres de la metodología de trabajo y el porqué de cada actividad, también esas charlas debieran hacerse a los directivos de cada escuela, si los hubiere o a las Comisiones Directivas, explicándoles de la necesidad de implementar planes de trabajo en este sentido, y pidiéndoles el apoyo y ayuda necesaria para el logro del objetivo. Claro que esto exige del docente más trabajo, exigencias extras a las que ya existen, pero no se debiera perder el objetivo pedagógico de la escuela como tal, “escuela para la vida”, en donde el niño y el jóven tiene oportunidad de ensayar conductas para su futura inserción en la sociedad. Con los resultados que se obtengan se evaluará en el futuro el beneficio para la comunidad y la necesidad de implementar o no estos planes. El juego es un vehículo a través del cual se canalizan éstas energías en forma espontánea. Los videos y la televisión son otra amenaza constante hacia la desaparición del “juego libre”. Las estructuras lúdicas que proponen éstos medios quitan la libre fantasía y la creación personal, en su lugar se pretende “entretener”, pasar el tiempo, en lugar de “aprender jugando”. 5 Bibliografía 1-Ejercitación corporal y adiestramiento de la conciencia- Rudolf Kischnick 2-Que juegan los niños- Rudolf Kischnick 3-Der Plumsak geht rum- R Kischnick 4-Juegos de todo el mundo- Federic V. Grunfeld 5-La escuela de movimiento- prof. Dr. Hermann Gall 6