papers 7 - VIII Congreso de la AMP

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1
EDITORIAL
Angelina Harari
PAPERS 7
Comité de Acción
de la Escuela Una- Scilicet
François Ansermet
Susana Amado
Domenico Cosenza
Angelina Harari (coordinadora)
Juan Fernando Pérez
Antoni Vicens
Rose-Paule Vinciguerra
Responsable de la edición:
Marta Davidovich
1
En la preparación temática del próximo
Congreso de la AMP, dimos un paso
importante en función del envío de los
trabajos para la Jornada Clínica que va a
realizarse el jueves 25 de abril de 2012.
Pero Papers seguirá explorando aun más
el tema a través de las contribuciones de
los miembros de la AMP que envíen sus
textos para el Boletín.
En cada edición tratamos de hacer
dialogar dos textos, armando una pareja,
en este número se trata de los textos de
Philippe de Georges y
Silvia Ons. ¿Cuál es la cuestión en juego?
El primer texto aborda el cambio del
simbólico en el campo de la
epistemología, con la propuesta del nuevo
paradigma que une a los
comportamentalistas, los cognitivistas y
los biólogos hipermodernos en torno a la
idea de que "el hombre es un animal entre
otros". Con una viñeta clínica nos muestra
la reacción de un profesor de ciencias de
la vida y de la tierra que no puede
responder bien al llamado de ser padre, es
decir, no puede responder a ese lugar
como un animal entre otros. Por otro lado,
Silvia Ons enfoca la cuestión de los
excesos, no tanto de la ciencia en la
forclusión del sujeto sino del abuso hecho
a un niño. En un extremo la utilización del
niño como objeto de goce del adulto
puede, por otro lado, hacer equivaler el
empuje a tener e idealizar hijos. Como
ejemplo muestra la infantilización del
sujeto que puede ser efecto paradojal del
mercado que insta a los individuos a ser
consumidores responsables. Los dos
textos intentan, por distintas vías, dar
cuenta principalmente del lugar del sujeto
pero también secundariamente del padre,
2
en ese simbólico que cambia.
Traducción Marina Recalde
Hombres de laboratorio
Philippe De Georges
Los cambios simbólicos del Siglo XXI
encuentran una explicación en el campo
de la epistemología. La última doxa
científica reposa sobre un postulado
naturalista que renueva el género. No se
trata del Darwinismo de fin del siglo XIX,
con sus consecuencias sociales
reaccionarias y racistas. Tampoco de la
presuposición implícita que los
fenomenólogos prestaron a Freud,
l´ »Hommo natura », que estaba según
Binswanger en la clave de la teoría de las
pulsiones. El análisis está más bien
ordenado en nuestros días en la cuestión
de un modelo estructuralista, al que se
opone el nuevo paradigma que une en su
seno comportamentalistas, cognitivistas y
biologistas hipermodernos. Una fórmula lo
resume : « El hombre es un animal como
los otros ».
Hace algunos años, había recibido en
consulta a un joven que tenía la
profesión de enseñar las ciencias de la
2
vida y de la tierra. Me había explicado que
este bello lema era el leitmotiv que
intentaba transmitir a los colegiales
incultos donde tenía el cargo.
Pero ¡Ay ! Una joven mujer le acaba de
confesar que esperaba un hijo de él. Será
padre pronto. Y el joven, lejos de
experimentar satisfacción viril alguna, ha
sentido que se abrió el suelo bajo sus
pasos. No encontró en él ninguna de las
certezas que permitieran al primer
Bonobo alojar sin pestañar tal novedad y
hacer frente, instintivamente, a las
obligaciones ligadas a la función. Fue
entonces que no le era posible ser padre
como los otros animales: el lugar donde
una mujer lo requería revelaba ser de otro
orden…
Sin embargo, el lema del neo-naturalismo
es el que sostiene el brazo armado (si se
puede decir) de la ciencia actual. Se trata
por ejemplo de demostrar que los
principios sobre los que reposan la
pretendida antropología no son otros que
creencias hechas para enmascarar la
realidad animal del hombre. Es así la idea
de un salto cualitativo que funde la
hominización de la especie: posición
vertical, oposición del pulgar, uso
instrumental de la mano, prolongación de
ésta por la herramienta, disposición al
lenguaje articulado. Todos estos rasgos
discriminatorios, que supo testimoniar de
la aparición del hombre deben ser
reconducidas a lo que otros llaman, en
otro contexto, un detalle de la historia. En
todo caso, como se dice: No hay
discontinuidad,
ruptura,
diferencia
radical !
3
La imaginación desbordante de los sabios
se emplea entonces en elaborar
protocolos experimentales que puedan
poner en evidencia : 1) que aquello que es
supuesto ser lo propio del hombre está ya
presente en los grandes primates ; 2),que
aquello que es supuesto desaparecer en el
humano persiste a pesar de las
apariencias. Dos informes de experiencias
van a ilustrar este razonamiento,
destinado a derribar de una buena vez por
todas y a la iluminación de la nueva razón
las pretensiones exorbitantes de la
especie humana: una « muestra » de
ciertos
grandes
simios
poseen
características
comportamentales
y
sociales que se creían reservadas a los
humanos, y la otra que hombres y mujeres
están determinados en sus relaciones
íntimas por procesos de una fisiología
estrictamente animal.
Tomamos prestados los dos relatos de lo
que es conveniente llamar « un gran
cotidiano de la tarde » del cual lo serio, es
una referencia.
La primera experiencia nos es relatada
bajo un título que no deja de atraer al
lector
ordinario,
masculino
de
preferencia: »El oficio más viejo del
mundo ». . Nuestros sabios sin prejuicio
alguno han observado con el tacto
necesario las condiciones en las cuales las
hembras de una alegre banda de Bonobos
consentían a las relaciones sexuales. El
estudio ha permitido probar que eran
tanto más complacientes, mientras que el
macho se había tomado el tiempo primero
de despiojar cuidadosamente. Un alma
ingenua habría concluido de esto, por
3
ejemplo, que la ternura existe en los
Bonobos, o que la preocupación por el
Otro no es más que una virtud
Heideggeriana, o aún que una variedad de
preliminares existe en la práctica en
ciertos grandes simios, Lo que bastaría por
otra parte para sostener que el simio no
ha esperado al hombre para saber hacer
su corte!
Había allí el tema de una lección de ética
susceptible de contradecir a Cioran (« En
el Zoos, no hay más que simios que se
encierran: el hombre no está muy lejos! »)
y fácilmente opuesto a los muros de
ciertos clientes de hoteles neo-yorkinos
(del grupo Accor, con o sin acuerdo,
(accord)) .
Pero esto sería no contar con el grano de
sal que esconden nuestros científicos: la
lección que extraen es en efecto que los
Bonobos practican una forma de
prostitución (el despioje como forma de
pago), no siendo entonces el oficio más
viejo del mundo, sino una norma natural
cuando no universal.
En La segunda experiencia se ataca a uno
de los credo de los antropólogos, aquel
según el cual la aparición de la humanidad
se acompaña de la desaparición de ciertas
regulaciones hormonales sexuales: es
corriente leer que el oestrus que
caracteriza a las hembras mamíferas
desaparece en los primeros ancestros. Las
mujeres (osamos decirlo aun) cesan de no
estar sexualmente disponibles más que en
el momento de la ovulación, que es
también el tiempo donde la fecundación
es posible. Los humanos, desde nuestros
4
lejanos ancestros, no copulan más que en
tiempo de fecundación máxima. De golpe
se origina, según los autores que fueron
autoridad en el tema, una primera
disociación entre comportamiento sexual
y reproducción. Los imprudentes van
hasta a sostener que esta revolución –que
procede de una mutación genética y por lo
tanto de mecanismos de evolución de la
especie- es la fuente del deseo (osan
decirlo!) y del pudor. Se comprende que
una
afirmación
tal
siente
su
antropocentrismo de lejos, ¿qué dije? su
desprecio respecto de otros mamíferos,
moviliza a nuestros investigadores up to
date. No retroceden frente a ningún
esfuerzo, he allí que transforman en
laboratorio de estudio ciertos bares
americanos donde mujeres (insisto) poco
vestidas danzan delante de los
consumidores (bebidas). Las danzas son,
como se dice, subjetivas; las damas se
apoyan en la ocasión sobre las rodillas de
sus clientes, que deslizan los billetes
(verdes) en el elástico de sus culottes.
Nuestros sabios han encontrado un pura
sangre (si puedo decir) el más objetivo,
para llegar a su conclusión: cuentan el
número de billetes que las bailarinas
recolectan al final de la noche. Y bien, uno
en mil, : la receta es significativamente
superior en período de ovulación, y es
mínima durante la regla !
CQFD : alguien dice de esto, el oestrus
existe en la mujer, como en las otras
hembras. Nuestros especialistas dejan
abiertas algunas cuestiones que sólo
evocan: ¿Las hormonas modifican la
apariencia de los artistas, su ímpetu a
4
jugar el juego de la ostentación o emiten
señales objetivas? Es que siempre la
frontera antropológica se pulveriza.
Los dejo consolarse releyendo aquello que
Lacan dice de las experiencias de Pavlov y
del deseo del experimentador. Retengo
por mi parte que la ciencia forcluye al
sujeto, el científico como sujeto de la
ciencia sirve ciegamente a su fantasma.
Traducción: Marita Salgado
Rostros ambiguos de la niñez
Silvia Ons
El abuso a menores, de creciente
actualidad, ponen sobre la escena-entre
otras cosas-el lugar del niño como blanco
de venganza, ataque, maltrato y violencia
mortal. Abundan numerosos ejemplos
asociados con el crimen, la pedofilia, la
prostitución, el trabajo infantil etc. Todos
ellos tienen en común excesos sin medida
dirigidos al menor. La utilización del niño
como objeto de goce del adulto está
lamentablemente a la hora del día,
causando estupor y sublevación.
En el otro extremo, aparece el niño
estimado, figura adorada y buscada a
cualquier precio, el anhelo por tenerlo
ejerce una fuerza de atracción irresistible.
Los niños se muestran cual oropeles,
piezas de valor inestimable, las actrices los
5
exhiben en fotos costosas, o cubren sus
rostros temiendo secuestros, la ropa
infantil es la más vendida y cada vez emula
más a la del adulto. Las mujeres y los
hombres quieren ser padres sin ninguna
condición: con parejas heterosexuales,
homosexuales o sin pareja alguna. El "
empuje a tener un niño" es poderosísimo,
en ningún momento de la historia su sitial
ha sido asunto de tantas miradas como en
la actualidad. Tal miramiento reviste
distintos ribetes: ya en la palestra, ya en el
trono, ya como víctima del goce perverso,
ya como el bien más estimado, su figura es
central en nuestra contemporaneidad.
Claro que al “empuje a tener un niño”
deberíamos agregar el “empuje a ser un
niño”. Hace tiempo Lévi-Strauss1 había
observado que el consumo moderno
estaba
transformando
a
los
norteamericanos en niños, siempre al
acecho de novedades. Si nos detenemos
en los parques de atracciones, los juegos
del ordenador y televisión, los productos
que parece juguetes, hay que reconocer
que su idea se confirma. Por su parte
Lacan, se refirió a la figura del niño
generalizado inspirándose en un texto de
Malraux: “no hay personas mayores”,
respondió el confesor de las Antimemorias
cuando se le preguntó que es lo que había
aprendido en sus largos años de
sacerdocio.
Por un lado, el mercado insta a que los
individuos se conviertan en consumidores
responsables, gestores de su vida. Por el
otro
funciona
como
un
agente
“infantilizador” de los sujetos. Adultos que
compran ositos infantiles y que llevan
camisetas Barbie, que van en monopatín o
en patineta tarareando melodías de los
programas televisivos infantiles. Los
perfumes incluyen olores de pegamento
de los colegiales y los geles de baño
simulan chocolate. Los viejos quieren
parecer jóvenes y los jóvenes adultos se
niegan a envejecer. Conforme se
desarrolla el mercado del “consumo
regresivo”, la negativa a envejecer
comienza cada vez más pronto, ya que los
individuos parecen querer vivir en la
prolongación eterna de la infancia o
adolescencia.
El empuje a tener un niño parece no
conocer barreras ni de sexo, ni de edad, ni
de estado civil, ni de orientación sexual.
En diversos casos, y de manera bastante
destacada, llama la atención el lugar que
tiene el infante en si mismo y no como
producto o consecuencia de la unión
entre sus padres. Se escucha decir a
algunos hombres que si no encuentran a
la mujer adecuada alquilarían un vientre, y
en las mujeres la alternativa de semen
anónimo está en el horizonte. Ya en
ausencia de partenaire, o con partenaire
del mismo sexo, la ciencia suplirá el
impedimento. No es un hecho menor que,
por
las
nuevas
tecnologías,
la
reproducción se haya desligado de la
relación sexual. Semen anónimo, alquiler
de vientres y otros tantos procedimientos
hacen que la gestación prescinda del
contacto entre los cuerpos. El niño se
independiza de tal unión así como de la
familia, hoy en crisis, al menos en sus
figuras tradicionales.
Eric Laurent2
destaca
su
lugar
como
objeto,
desamarrado del discurso familiar,
podemos preguntarnos si acaso la
frecuente hiperkinesia infantil no es una
de las consecuencias de tal ausencia de
inscripción. El nacimiento de un niño se
libera de la existencia de la familia, de tal
2
1
Lévi Strauss,( 1946): “La technique du bonheur
aux U.S.A., Láge d´or” ,N 1
5
Laurent,E., ( 2009): “Las nuevas inscripciones del
sufrimiento del niño” , El goce sin rostro, Bs. As.,
Tres haches
6
manera que- afirma este mismo autor- es
el mismo niño el que crea a la familia, lejos
de ser creado por ella. Se refiere con esto
a los numerosos casos en los que el
alumbramiento precede al casamiento y
no a la inversa. El eje común, que gobierna
las nuevas maneras en las que el infante
viene al mundo, es la de no quedar
dependiente de las estructuras de antaño
y tal desanudamiento lo identifica con lo
que Lacan3 denominó “el objeto a
liberado”.
Abundan en Lacan
las referencias
históricas relativas al padre: desde la
declinación de la imago paterna en “La
familia”4, al ocaso viril que explica las
relaciones sexuales contemporáneas al
estilo pequeño Hans,5 la tragedia en la
trilogía de Claudel representativa del
“nuevo padre” como padre humillado,
hasta la degradación del “nombrar para”6
donde se verifica la decadencia de la
nominación de estos tiempos. Entonces la
cuestión de padre está atravesada por
determinaciones
estructurales
e
históricas. En este sentido, no nos
adherimos a la idea de Tort7 quien
considera que Lacan ha montado al padre
como un universal a-histórico.
3
Lacan, J., ( 2008): “De un Otro al otro”, El
Seminario, Libro 16, Bs. As., Paidós, pág. 268.
4
Lacan, J;( 2003):
La familia , Bs. As., Ed
.Argonauta, págs 92-4 .
5
. Lacan, J; (1988) : “ La relación de objeto”, El
Seminario, Libro 7, Bs. As, Paidós, págs. 418-20.
6
Lacan, J; El Seminario, “Los no incautos yerran”,
sesión del 19 de marzo de 1974, inédito.
“Hay una historia-dice Lacan8, aunque no
sea forzosamente la que se cree, lo que
vivimos es muy precisamente esto: que
curiosamente la pérdida, la pérdida de lo
que se soportaría en la dimensión del
amor a ese nombre del Padre se sustituye
una función que no es otra cosa que la del
“nombrar para”. Ser nombrado para algo,
he aquí lo que despunta en un orden que
se ve efectivamente sustituir al Nombre
del Padre”
Notablemente Lacan, no pone tanto el
acento en la desaparición de la autoridad
paterna como en la extinción del amor por
ese nombre. Tal afirmación consuena con
aquella otra que asevera que el
capitalismo forcluye el amor y la
castración. ¿Y acaso: el “ser nombrado
para” que lo sustituye, no explica el afán
de figuración del sujeto contemporáneo?
Estar en una lista, aparecer de alguna
manera, ser reconocido por los otros,
mostrarse a toda costa en la vidriera, ser
contado en alguna pasarela. El usual
empleo del verbo “convocar” habla de
este fenómeno: piénsese en la satisfacción
que emana de los sujetos cuando
profieren: “me convocaron”. “Ser
nombrado para” lleva al ansía por ocupar
un cargo, saberse buen hacedor y, cuando
ya no se está en ese lugar, la vivencia de
ser desalojado y de no existir puede
imponerse conduciendo a severas
depresiones. Es que ese afán no se explica
por mera vanidad y si se trata de
narcisismo, ello no debe hacernos olvidar
que ese narcisismo es suplencia.
En “La familia” Lacan alude al
debilitamiento social de la imago paterna,
condicionado por los efectos extremos del
progreso social, a punto tal que se acentúa
en las comunidades más alteradas por
estos efectos, concentración económica y
7
Tort,M., ( 2008): Fin del dogma paterno, Bs. As.,
Paidós.
6
8
Lacan, J., “Los no incautos…” ob.cit.
7
catástrofes políticas. Por un lado, el fin del
patriarcado y su correlato: la desaparición
de la dimensión trágica del padre. Con
estas palabras, se refiere en los Escritos a
esta disolución y a sus consecuencias:
“El Edipo sin embargo no podría
conservar indefinidamente el estrellato en
una formas de sociedad donde se pierde
cada vez más el sentido de la tragedia.”9
Por otro lado, se anuncia ya en La familia,
la multiplicación de las formas de la
familia conyugal. A los nuevos diseños
familiares, previstos por Lacan, se le
agrega la duración del amor. Las parejas
parecen no resistir el paso del tiempo.
Cada vez es más difícil la convivencia, cada
vez ella dura menos, cada vez se deshace
más rápido la relación amorosa. Siempre
se supo que la excesiva proximidad era
enemiga del amor, pero quizás lo nuevo
es la fugacidad con la que tal vecindad
afecta el vínculo, al extremo de romperlo
prematuramente. Y aún sin llegar a la
convivencia, las uniones están-la mayoría
de las veces- signadas por lo efímero. Y la
mirada está puesta en el niño que parece
asegurar perdurabilidad en tiempos de "
amores líquidos": frágiles e inconstantes.
Tales padres toman al hijo cual propiedad,
no aceptando el límite necesario que
genera el otro padre. La falta de límites,
tan común en la infancia suele remitir a tal
presunción, así, el niño de nuestros días
parece nacido de uno y no de dos.
En ningún momento de la historia hubocomo en esta tal empuje a tener un niño.
9
Lacan, J., ( 1985):
“ Subversión del sujeto y
dialéctica del deseo”, Escritos II, Argentina, Siglo
veintiuno editores,
pág. 787 ( trad.: Tomás
Este anhelo se levanta generalmente en
nombre de derechos que se afirman,
emancipados de cualquier condición.
Lacan supo desmontar la ilusión
subyacente en la consigna “tu cuerpo te
pertenece” para encontrar allí las nupcias
del liberalismo con la ciencia:
“Problemas del derecho al nacimiento por una parte- pero también, en el mismo
movimiento el tu cuerpo te pertenece,
donde se vulgariza al comienzo del siglo
un adagio de liberalismo, la cuestión de
saber si por el hecho de ignorar en qué
ese cuerpo es sostenido por el discurso de
la ciencia, se va a llegar al derecho de
cortar ese cuerpo para el intercambio
.¿Aislaremos la consecuencia con el
término de niño generalizado?”10
Si recordamos que esta cita se remonta al
año 1968, no podemos dejar de destacar
que Lacan no solo diagnosticó su época
sino que anteló la actual. Primero vinculó
a la consigna” tu cuerpo te pertenece” con
el liberalismo como discurso que inaugura
una nueva adscripción: ya no a Dios, ya no
a la Iglesia ni al Estado sino al individuo.
Pero, al mismo tiempo, desmanteló tal
quimera de libertad indicando cómo ese
cuerpo queda tomado por el discurso de la
ciencia que inaugura el derecho de cortar
ese cuerpo para el intercambio. En 1914,
Freud supo ver en el amor parental, tan
conmovedor e infantil en el fondo, el
desplazamiento del antiguo narcisismo
perdido y depositado ahora en el infante.
En esa idealización de la que el niño es
objeto se niega su sexualidad, como si ella
hiciese defecto en tal apreciación:
“La sobrestimación, marca inequívoca que
apreciamos como estigma narcisista ya en
el caso de la elección de objeto, gobierna,
Segovia)
10
Lacan, J., ( 2001): Autres écrits , Paris, Editions
du Seuil, pág. 369
7
8
como todos saben, este vínculo afectivo.
Así prevalece una compulsión a atribuir al
niño toda clase de perfecciones (para lo
cual un observador desapasionado no
descubriría motivo alguno) y a encubrir y
olvidar todos sus defectos (lo cual
mantiene estrecha relación
con la
desmentida de la sexualidad infantil)” 11
Freud descubre esa sexualidad negada
por los padres y expulsada de la economía
narcisista. Seguramente ellos, dice Lacan:
“…harán reflexiones como- Mi hijo está
muy bien dotado. O bien-Tendrás muchos
niños. En resumen, la apreciación que aquí
se dirige al objeto-claramente parcialcontrasta también con el rechazo del
deseo, en el momento mismo del
encuentro con lo que urge al sujeto en el
misterio del deseo…..Es apreciado como
objeto, es depreciado como deseo”12
Claro que conviene aclarar que el objeto al
que Lacan se refiere es el ágalma que,
cual ornamento precioso, se articula con
el Yo ideal freudiano. Si bien tales
observaciones siguen teniendo vigencia en
la actualidad, vemos aparecer también
otra figura: la del niño como objeto más
que como ideal 13 ¿Sería tan válida la
afirmación freudiana acerca de que al His
Majesty the Baby
se le niega la
sexualidad’? Al contrario, el niño actual
está hipersexualizado. De tal fenómeno
habla no solo el abuso a menores, las
fotos procaces, la prostitución infantil etc.,
sino la misma prohibición a tocar su
cuerpo. Por un lado, tal interdicción se
levanta como protección frente a los
crecientes casos de extralimitaciones
11
Freud, S .,(1990):
“ Introducción del
narcisismo”, Obras Completas, T XIV, Bs. As.,
Amorrortu editores, págs. 87-88
12
Lacan, J., (2003) “ La transferencia”, El
Seminario, Libro 8, Bs. As., Paidós, pág. 250.
13
Laurent, E, “ Nuevas inscripciones…”…” ob.cit.
8
pero, por otro lado, tal recaudo inviste a
cada gesto de significación sexual. Por
ejemplo, basta tener presente que las
maestras jardineras no pueden cambiar al
niño
estando solas, para fácilmente
adivinar el fantasma subyacente. Otras
medidas como la educación sexual en la
primera
infancia,
tendientes
a
salvaguardar
de
peligros,
pueden
ocasionar hiperestimulación cuando son
abusivas. Sabemos que para Freud, las
teorías sexuales infantiles son necesarias
en el desarrollo. Cabe cuestionar a la
educación sexual cuando se ejerce de una
manera que violenta dicha necesidad. El
aporte del psicoanálisis en los dispositivos
educativos y jurídicos es perentorio.
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