56 INEFICACIA ÉTICA Y JURÍDICA DE LA PENA VITALICIA Lorena Andrea Pérez Ferrer Médico Cirujano y Maestría en Bioética por la Universidad México Norte Médico especialista en reconocimiento de la fertilidad y reproducción humana por el Instituto PPVI. lap023@yahoo.com Rodrigo Madero Mesa Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana. Abogado postulante y socio fundador del Despacho Islas, Moya, Salinas y Madero, S.C. rmadero@imsm.mxero RESUMEN La pena de prisión vitalicia, o cadena perpetua, fue considerada una pena inusitada de las prohibidas por el artículo 22 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hasta Mayo de 2006, fecha en que fue desacreditada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en las jurisprudencias P./J.1/2006 y P./J.2/2006. Este cambio de criterio de la Suprema Corte de Justicia obedece un tema políticointernacional para que legalmente sea posible extraditar personas a los Estados Unidos de América. El presente artículo analiza filosófica, ética y jurídicamente la pena de prisión vitalicia para así, demostrar su ineficacia. Palabras clave: Constitución, prisión vitalicia, ética, Suprema Corte de Justicia, eficacia. Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 57 ABSTRACT Imprisonment for life, or life imprisonment, was considered an unusual punishment as prohibited by Article 22 of Mexico´s Political Constitution until May 2006, when it was discredited by the Supreme Court of Justice of the Nation in the case laws P./J.2/2006 and P./J.1/2006. This criteria change in the Supreme Court of Justice is the consequence of an international political strategy to extradite Mexican citizens to the United States of America. This article examines the philosophical, ethical and legal aspects in order to determine life imprisonment´s inefficacy. Keywords: Constitution, life imprisonment, ethics, Supreme Court of Justice, efficacy. 1. INTRODUCCIÓN El presente trabajo busca realizar un análisis filosófico, ético y jurídico de la pena de prisión vitalicia. Derivado del análisis que se realice, se demostrará que la misma es ineficaz en su imposición, pues además de su incapacidad para resolver el problema de la delincuencia, es contraria al ser humano en cuanto a su esencia y naturaleza. Primero será necesario abordar los conceptos dignidad y libertad. Después de explicar estos conceptos, insistimos inherentes al ser humano, se estudiará la pena de prisión vitalicia con base en los principios bioéticos a efecto de obtener una repuesta certera en cuanto a la licitud moral de este tipo de penas. No podemos dejar de analizar las implicaciones jurídicas que presenta la pena de prisión vitalicia, pues es en el mundo del derecho en donde encuentra su aplicación. En México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cambió su criterio de que la pena de prisión vitalicia no es inusitada ni trascendental, obedeciendo, desde nuestro particular punto de vista, a presiones político-internacionales. Sin embargo, dentro del presente trabajo no nos vamos a detener a exponer las razones de los ministros que aprobaron el cambio de criterio; por el contrario, expondremos y citaremos a los ministros que se opusieron a dicha determinación y decidieron sostener Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 58 que la aplicación de la pena de prisión vitalicia es una pena inusitada y trascendental. La omisión de citar a los ministros que se pronunciaron en favor de la pena de prisión vitalicia, es porque se consideran desde un punto de vista de derecho positivo, por lo que, para considerar la eficacia de algo tan trascendental como la limitación de derechos fundamentales, el análisis de esta ciencia debe hacerse desde una perspectiva iusnaturalista. En conclusión determinaremos que la ineficacia de aplicar la pena de prisión vitalicia convierte a la sociedad en ineficaz con un Estado que fracasó en la prevención del delito. 2. CONCEPTOS FILOSÓFICOS Libertad El uso propio de la palabra libertad sólo aplica cuando se habla de seres inteligentes y justamente en tanto que poseen inteligencia 1 . Las libertades adquiridas resultan imposibles sin las libertades que al hombre le son innatas. Antonio Millán-Puelles 2 en su obra El valor de la libertad expresa al tratar sobre la libertad moral, que en ella “el hombre se ajusta a la verdad de la perfección de su ser”. Esta libertad incluye el dominio de las pasiones y la elevación al bien común. Es la libertad moral la que nos permite determinar nuestras acciones, y no necesariamente encaminadas al bien, entendido como fin último, sino que puede dirigirnos en busca de bienes inmediatos, personales, intrascendentales, que percibimos erróneamente. Es el caso de los criminales, que buscan su bien, que puede presentarse en diversas formas (económico, personal, placentero), percibiéndolo erróneamente. La libertad moral es posible tan sólo en tanto conquistada por el propio sujeto. Ningún hombre puede otorgar libertad moral a otro hombre. Las libertades adquiridas tienen en común con la libertad de arbitrio el ser una cierta forma de autoposesión humana. La libertad de arbitrio se refiere a la libertad interior que depende de nosotros o de nuestra autonomía. Las libertades adquiridas son finitas, en tanto que se pueden limitar. 1 2 ANTONIO MILLÁN-PUELLES. El valor de la libertad. Ediciones RIALP, S.A. Madrid, 1995. Pág. 21 Ibid. Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 59 Libertad se define como: El estado o condición de quien no es esclavo o no está preso 3 . Consideramos que esta definición es referente a las libertades adquiridas, que forman parte del mundo externo que nos determina, ante el cual estamos sujetos. Kant distingue las leyes morales –que pertenecen al deber ser- de las “leyes naturales o físicas” –que pertenecen al ser-. Las leyes morales, cuando no se refieren más que a acciones externas y su legitimidad, se las llama jurídicas. La libertad, a que se refieren las leyes jurídicas, no puede ser más que la libertad en la práctica externa, y por ello es posible limitarla. La libertad jurídica es adquirida, y aunque en sí misma no tiene efecto sobre la libertad innata o la esencia metafísica de la libertad, sí lo tiene sobre la esencia física, que forma parte de la naturaleza humana. Por tanto, la limitación de la libertad física repercute directamente en la condición natural del ser humano. Dignidad Dignidad se define como: Cualidad de digno; y digno se define como: Merecedor de 4 algo . Entonces, si el hombre tiene dignidad, significa que tiene cualidad de digno y por tanto es merecedor de algo; esto nos lleva indiscutiblemente a las siguientes preguntas: ¿Merecedor de qué? ¿Merecedor a ser respetado en su esencia? El ser humano es merecedor de ser tratado como un fin en sí mismo, tiene una función y/o actividad propia que en su realización logrará el bien y la perfección, tal y como decía Aristóteles. Todo ser humano, sea cual sea, posee una dignidad propia, inalienable, en el sentido inequívoco que Kant lo definió: “aquello que está por encima de cualquier precio y que no admite equivalente alguno, pues no tiene un valor relativo sino absoluto” 5 . La dignidad de la persona, en un sentido ontológico, se refiere al valor intrínseco de todo ser humano, independientemente de su raza, edad, sexo, condición social o económica, 3 4 5 Diccionario de la lengua española. Real Academia de la Lengua Española. Vigésimo segunda edición. Ibid. TOMÁS DE KONINCK. De la dignidad humana. Editorial Dykinson. Madrid, 2006. Pág. 11. Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 60 ideas políticas o religiosas. La persona humana tiene un valor intrínseco y absoluto que le confiere la titularidad de derechos y libertades en el marco de un Estado de derecho. Si comprendemos el significado implícito que la dignidad humana tiene respecto a los derechos humanos, comprenderemos que la libertad, en su calidad de derecho fundamental, no puede ser violentada sin atentar directamente contra la dignidad. 3. ARGUMENTOS ÉTICOS El principio de libertad vinculada a la responsabilidad, principio fundamental de la ética, se ve transgredido por este tipo de penas, en las que se rechaza cualquier posibilidad de libertad. El principio de beneficencia establece que se debe promover el bien. El principio de no maleficencia implica el imperativo de hacer activamente el bien y prevenir el mal. Por el contrario, la pena de prisión vitalicia promueve el mal. El principio de autonomía se refiere al respeto debido a los derechos fundamentales del hombre, incluido el de la autodeterminación. Este principio se inspira en la máxima “no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”, y es por tanto, en el que se basa una moralidad inspirada en el respeto mutuo. El principio de doble efecto determina que es lícito llevar a cabo una acción (u omitirla deliberadamente) también cuando esta elección comporte incluso un efecto negativo, bajo ciertas condiciones. Por lo que hace a la primera condición, la pena de prisión busca la justicia social, que el criminal sea castigado por los delitos cometidos en contra de la sociedad en la que vive, por lo cual, consideramos que el acto no es malo en sí mismo; la prisión, siempre ha sido considerada como un medio para lograr la readaptación o reinserción del individuo; sin embargo, cuando se le agrega el término perpetuo o vitalicio, implica que ya no cumplirá con los fines para los que fue creada y se perdería todo el objeto de dicho castigo; en tales circunstancias, la pena de prisión, al ser vitalicia implica un daño en sí misma. En relación con la segunda condición, sí existe un daño intencional. La pena vitalicia no busca en ningún momento la readaptación o reinserción de la persona, busca exiliarlo de la sociedad. Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 61 En referencia a la tercera condición, el fin de la pena de prisión vitalicia es generar intimidación en la sociedad para producir temor en su población, y el medio para la consecución de ese fin, es el individuo. Se cosifica a la persona, se utiliza bajo el argumento de que se está velando por el bien de la sociedad. La sociedad no puede estar bien si sus integrantes, que son su esencia, no lo están. En lo que respecta a la proporcionalidad, la misma no existe. No hay razón para permitir el daño a la persona y, que proporcionalmente se obtenga un beneficio social suficiente, puesto que, existe una posibilidad de que la pena propuesta disminuya el índice delictivo, pero no es una certeza, y aunque así fuera, el sacrificar un derecho fundamental de una persona por la colectividad es una visión utilitarista que reduce a la persona humana a un objeto social atentando contra su dignidad humana. Por último, sin duda existen otras opciones para buscar la justicia, que no atentan contra la dignidad humana. Habiendo analizado todos los requisitos del principio de doble efecto terapéutico concluimos que la pena de prisión vitalicia transgrede todos y cada uno de ellos, por lo que éticamente no se puede sustentar la imposición de dicho castigo. Los principios proporcionan instrucciones generales del comportamiento, pero es el valor ético del bien de la persona como fin último el que alcanza aquello que da el sentido último de la acción. 4. ARGUMENTOS JURÍDICOS Reformado en su integridad mediante decreto publicado en el diario oficial de la federación el 18 de junio de 2008, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos actualmente vigente establece: “Articulo 22. Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales. Toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado….” Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 62 El numeral en cita, establece garantías de seguridad jurídica que, con relación al presente trabajo, se alinean en tres cuestiones principales: a) prohibición de aplicar la pena de muerte; b) prohibición de imponer penas inusitadas y trascendentales; y c) proporcionalidad de las penas. Si por pena inusitada, en su acepción constitucional, se entiende aquella que ha sido abolida por inhumana, cruel, infamante y excesiva o porque no corresponde a los fines punitivos; ha de concluirse que la prisión vitalicia o cadena perpetua es inusitada y, por tanto, prohibida por el artículo 22 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en virtud de que en la legislación mexicana la pena de prisión siempre ha tenido un límite determinado, por estimarse que cuando es de por vida es inhumana, cruel, infamante, excesiva y se aparta de la finalidad esencial de la pena establecida en el artículo 18 del propio ordenamiento, que es la readaptación social del delincuente. En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el artículo 18, segundo párrafo, siempre ha sido como finalidad de la pena y garantía del sentenciado la readaptación social del delincuente sobre la base del trabajo, la capacitación y la educación como medios para lograr ese fin; en consecuencia, si en la legislación mexicana no se encuentra prevista y sancionada como pena la cadena perpetua o prisión vitalicia, porque contraviene el fin último de la pena, que consiste en readaptar al delincuente para incorporarlo a la sociedad, es evidente que se trata de una pena inusitada, por tanto, es inconstitucional. Es conveniente tener presente los criterios jurisprudenciales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación antes del 2006, dentro de los cuales se consideraba que la pena de prisión vitalicia era una pena inusitada y, al estar prohibida por el artículo 22 de la Constitución, en una solicitud de extradición, el Estado requirente debía comprometerse a no aplicarla en términos del artículo 10 de la Ley de Extradición Internacional, para que ésta fuera procedente. Sin embargo las jurisprudencias P./J.1/2006 y P./J.2/2006 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de Mayo de 2006, resolvieron lo siguiente: “PRISIÓN VITALICIA. NO CONSTITUYE UNA PENA INUSITADA DE LAS PROHIBIDAS POR Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 63 EL ARTÍCULO 22 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.” Refiere el Ministro Góngora Pimentel 6 : “Cuando la pena de prisión se impone de por vida, producto del arbitrio violento y caprichoso del legislador, denota una política de simple reducción del condenado, despojándolo de sus derechos y convirtiéndolo en simple cosa de la administración”. Como apunta Roberto Bergalli "perder toda esperanza… porque esta Suprema Corte de Justicia ha dicho que el legislador puede conducirse con el mismo espíritu de ferocidad que la del delincuente, porque puede dictar leyes de hierro para los gobernados que obedecen, robusteciendo el autoritarismo punitivo….este tribunal autoriza a que se le imponga la muerte social a través de la prisión vitalicia o perpetua….Atrás quedó el principio proclamado por nuestra Constitución de que era preciso actuar sobre el infractor y recuperarlo a través de la readaptación….se da un giro en sentido inverso a nuestro sistema penal, sin tomar en cuenta que entre mayor sea la crueldad de los castigos, los ánimos de los hombres se endurecen…La hora del garrote ha llegado….” El ministro Juan Silva Meza 7 , nos explica la agresión a la dignidad humana, con base en lo siguiente: ausencia de beneficio de ese tipo de penas, escasa eficacia disuasoria, su carácter irreversible, efecto des-educativo, y la desvalorización oficial de la vida humana. Es inusitada y trascendental al utilizar al ser humano como un medio y no como un fin en sí mismo; lo utiliza como objeto de disuasión y persuasión social, puesto que, no buscan ni reinsertarlo, ni readaptarlo, sino que lo mutila socialmente y lo segrega definitivamente de la comunidad. Kant y Hegel 8 , representantes más destacados de la teoría absoluta de la pena, encuentran su justificación, exclusivamente en el delito cometido; para ellos, la pena es retribución, compensación del mal causado por el delito. 6 Voto particular P./J.2/2006 (Énfasis añadido) 7 Voto particular P./J.2/2006 (Énfasis añadido) 8 JOSÉ CEREZO MIR, Curso de Derecho Penal Español I, Editorial Tecnos, Quinta Edición, España 1996. Pág. 20 Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 64 Las teorías relativas en cambio, justifican la pena por sus efectos preventivos, distinguiendo entre prevención especial y prevención general; ésta última, implica la intimidación, es decir, la amenaza de la pena puede infundir temor a los posibles delincuentes y moverles a abstenerse de cometer el delito. La prevención especial, implica un cambio en la actuación del delincuente, para evitar que vuelva a delinquir en el futuro, aquí es donde se encuentra la reinserción o readaptación social del reo. 9 Bajo la teoría unitaria del tratadista español en cita José Cerezo Mir10 , la retribución de la pena y la prevención especial y general de la misma, no se encuentran aislados; la retribución es el fundamento de la pena, mientras que la prevención especial y la prevención general, son los fines de la misma. En este orden de ideas y siguiendo al autor en cita, la pena encuentra su justificación en el delito cometido y en la necesidad de evitar la comisión de nuevos delitos en el futuro. La pena ha de ser justa, adecuada a la gravedad del delito pero además, ha de ser necesaria para el mantenimiento del orden social, pues se trata de la justificación de la pena estatal. Si la pena rebasa la gravedad del delito, en virtud de las exigencias de la prevención general, el delincuente es utilizado como medio o instrumento en el mantenimiento del orden social. Esto implica un desconocimiento de su dignidad humana. Un derecho penal basado en la prevención general, daría lugar a un incremento constante de las penas de los delitos más graves, o de los que se cometen con mayor frecuencia; se llegaría fácilmente a penas injustas, desproporcionadas a la gravedad del delito.11 En esta tesitura, la pena de prisión vitalicia se basa exclusivamente en la prevención general del delito, utiliza al individuo como mero instrumento de intimidación social, suprimiéndolo definitivamente de la sociedad, convirtiéndose en una pena cruel, excesiva e inhumana y, por tanto, inusitada. En el ámbito punitivo, el principio constitucional de proporcionalidad encuentra su base en el derecho fundamental a la libertad personal, el respeto a la dignidad de la persona, 9 Id. Pág. 21 10 Id. Pág. 24 – 28. 11 Ibidem Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 65 y el principio constitucional de legalidad. La autoridad no puede actuar más allá de los límites constitucionalmente previstos. El artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, interpretado en su conjunto, establece la libertad como derecho humano. La libertad del ser humano, en su acepción de adquirida, constituye uno de los derechos más preciados y más valorados por el hombre. A lo largo de la historia de la humanidad, en nombre de ese derecho, se han peleado guerras, revoluciones, separado naciones, creado estados, etc… La pena de prisión perpetua ocasiona que la libertad de la persona sea suprimida en su totalidad y, por tanto, el contenido de éste derecho humano desaparece, es interrumpido definitivamente. La consideración de que la pena de prisión vitalicia no es inusitada ni trascendental, no es más que el Estado tratando de justificar su fracaso en la prevención del delito, por su ineficiente política social, que no fue capaz de retraer o resolver los factores del crimen. El miedo no debe guiar la conducta de los hombres y éstos deben actuar no por temor de haber infringido las reglas de esa convivencia y, tener la posibilidad de ajustarse a ella, sino por el convencimiento de actuar apegados a la norma. La amenaza de su inexistencia social en caso de condenársele a prisión perpetua, es suprimir todo derecho humano de la persona, alejarla de la sociedad, dejarla en el olvido sin darle jamás posibilidad para reinsertarse. Social y políticamente, la imposición de la pena de prisión vitalicia, constituye un ejercicio de diagnóstico y pronóstico hecho sobre el delincuente. Es utilizar a la persona como un simple experimento, como un medio para alcanzar fines que nunca se estará seguro de lograr, pues los países que tienen regulada la cadena perpetua, no han demostrado eficiencia en la disminución del índice delictivo. El ser humano es un fin en sí mismo, nunca puede ser tratado como un medio. Considerar la imposición de la pena de prisión vitalicia, desde nuestro punto de vista no contribuye a la disminución de los delitos que se consideran graves, en tanto no se modifiquen las situaciones de hecho que les dan origen, manteniéndolos impunes. En cambio, queda asentado un precedente de que el Estado puede aplicar toda su fuerza Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 66 punitiva sin ningún límite contra los individuos que gobierna, que según el mismo Estado, no tienen la capacidad ni la tendrán, de ser reinsertos en la sociedad. Un Estado que mata, que tortura, que humilla a un ciudadano no sólo pierde cualquier legitimidad, sino que contradice su razón de ser, poniéndose al nivel de los mismos delincuentes. 5. CONSIDERACIONES GENERALES Cualquier forma de amputación de una parte de la humanidad merece ser calificada de bárbara o de “crimen contra la humanidad”, especialmente porque viola el principio de reciprocidad, pues aquél que rechaza o extermina es también un hombre. El bárbaro es propiamente aquél que ya no puede reconocer su propia humanidad, aunque incluso así, sigue siendo un ser humano. Cuanto más distinto aparece el otro (por su raza, etnia, condición social, costumbres, religión, edad, estado de salud…), menos probable es que estemos dispuestos, por simpatía natural, a tomar partido por él. Todas las maneras de liquidar en la práctica al otro participan de la injusticia: racismo, sexismo, fanatismo religioso, etc. Todos los seres humanos tenemos los mismos derechos y no deben hacerse consideraciones especiales, uno no es más o menos humano. La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 comienza su preámbulo con las siguientes palabras: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad… Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre.” Citamos los siguientes artículos relevantes al tema que estamos tratando: Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 67 “Artículo 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” “Artículo 3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.” En este orden de ideas, la pena de prisión vitalicia atenta contra los derechos considerados fundamentales del hombre por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la dignidad y la libertad. La prisión los limita temporalmente con un fin esencialmente bueno, es la pena de prisión vitalicia la que suprime en su totalidad cualquier posibilidad de libertad con un fin distinto. Resulta complicado comprender que ante un comportamiento indigno e indignante, afirmemos la dignidad de todos los seres humanos, es decir, de un valor intrínseco independiente de sus actos o del grado de barbarie. ¿Por qué nos empeñamos en librar de la pena vitalicia a quien ha violado y matado a una niña, o en rehabilitar a quien sin razón nos ha destrozado la vida? ¿No va contra el sentido común, contra el equilibrio de la justicia? Parece contradictorio afirmar la dignidad de los indignos 12 . Aunque la dignidad que afirmamos es aquella intrínseca en el ser humano, la dignidad ontológica. La dignidad moral es aquella que sí puede ser sujeta a juicio. La más venerable definición de justicia, dar a cada uno lo suyo, lleva implícita una devolución. Al no poder devolver un derecho fundamental, termina siendo una utopía, concretada en la noción de “justicia social”. La compensación conduce a la reconciliación. Pero al no ser posible compensar la pérdida cuando como víctimas del delito nos han arrebatado una vida, o la integridad física, entre muchos otros ejemplos de derechos fundamentales, no es posible encontrar justicia. No es posible retribuir la pérdida de un derecho fundamental, pero mucho menos lo es a cambio de otro derecho fundamental. ¿Entonces cómo pretendemos compensar arrebatando al delincuente de igual manera derechos fundamentales, que son la libertad y la dignidad, y que no tienen compensación o equivalente? 12 JOSÉ ANTONIO MARINA et al. La lucha por la dignidad. Editorial Anagrama. Barcelona, 2000. Pág. 11 y 12. Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 68 6. CONCLUSIONES La libertad y la dignidad son innatas al ser humano. La primera, tiene como punto de partida la racionalidad del individuo para entender esa libertad y, dirigir sus acciones con un fin determinado. El límite a la libertad lo encontramos en la otra persona. Dicho de otra manera, cuando en el ejercicio de la libertad se lesiona a otra persona, debe acarrear una sanción. En este sentido, el castigo puede consistir en limitar la libertad ejercida de manera indebida, y la limitación a esa libertad debe ser con estricto respeto a la dignidad. Sin embargo, todo acto que va a suprimir una cualidad del ser humano ha de ser apreciado mediante un juicio de valor, un análisis ético. Un castigo social como la prisión, si se impune con el objetivo de ayudarlo, readaptarlo, enseñarlo, o reinsértalo, es socialmente eficaz y éticamente correcto, pues responde a una necesidad social. Después del análisis realizado, concluimos que la pena de prisión vitalicia no es éticamente lícita y es antijurídica, atenta contra la dignidad humana y la libertad, no cumple con un fin bueno o conducente hacia la verdad, es contrario a la naturaleza humana y se pretende imponer como respuesta al fracaso social o, mejor dicho, al fracaso del Estado de suprimir las causas del delito. Quienes proponen la pena de prisión vitalicia desconocen los fundamentos aquí presentados contrarios a su implementación, lo cual es preocupante; pero lo que es más desconcertante, es el desconocimiento de la población general, que ciegamente concuerda con ellos y presiona a nuestros legisladores con un fin de venganza social. El Estado ha fracasado en prevenir la comisión del delito y, en su fracaso, encuentra una salida contraria a la libertad, a la dignidad y a la propia naturaleza humana, pues nos utiliza como un medio para justificar sus fines en una estrategia política. Con éste trabajo concluimos que la imposición pena de prisión vitalicia es ética y jurídicamente ineficaz. “…todas las cosas que tienen una función que cumplir, una acción que realizar, encuentran en el cumplimiento de esta función, el bien y la perfección. Y lo mismo tendrá que ser para el hombre, si se reconoce también en él una función o actividad propia….” Revista Etbio Año 3- Núm. 5- 2013 69 ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco 13 Referencias bibliográficas: MIGUEL CARBONELL et al. Constituciones Históricas de México. Editorial Porrúa, Primera Edición. México, 2002. JOSÉ CEREZO MIR, Curso de Derecho Penal Español I, Editorial Tecnos, Quinta Edición, España 1996. TOMÁS DE KONINCK. De la dignidad humana. Editorial Dykinson. Madrid, 2006. GABRIEL GARCÍA COLORADO et al. Diccionario Enciclopédico de Bioética. Editorial Trillas. México, 2011. JULIANA GONZÁLEZ. Ética y Libertad. Fondo de cultura económica. México, 1997. JOSÉ ANTONIO MARINA et al. La lucha por la dignidad. Editorial Anagrama. 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