Nota de Prensa 27 marzo 2013 La economía del bien común, cuestión de sentido común La economía del bien común a debate en el Seminario ÉTNOR Francisco Álvarez, emisor del bien común, explicó ayer en Valencia las bases de este modelo Un modelo económico que no funciona, unas instituciones económicas y políticas que no responden a sus objetivos fundacionales y unas empresas alejadas de su fin fundamental: dar servicios a la sociedad. Este es el panorama ante el que la Economía del Bien Común pretende ofrecer una alternativa. Una modelo que, como bien explicó ayer Francisco Álvarez, Presidente de Ética Family Office y “emisor” del bien común en España, el encargado de acercar ayer este modelo a los asistentes al Seminario ÉTNOR de Ética Económica y Empresarial, no inventa nada nuevo, pero recoge y ensambla otras propuestas como la ética empresarial, la responsabilidad social, o los valores del cooperativismo. El propio Christian Felber, impulsor de esta iniciativa, así lo reconocía en su visita a Valencia hace ahora justo un año: La Economía del Bien Común “no inventa nada nuevo”, y simplemente se plantea cumplir con lo que recogen la mayoría de las constituciones de los países democráticos, pues digámoslo alto y claro “nuestro sistema económico actual es inconstitucional.” En este sentido, Álvarez destacaba ayer cómo también en nuestro caso el preámbulo de la Constitución Española habla de “establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien” y de “promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida”. Las instituciones económicas no son una diferencia. El Fondo Monetario Internacional, creado tras la Gran Depresión de los años 30 para evitar crisis financieras, recoge literalmente, tal y como reza en su página web, que fue creado para fomentar un crecimiento económico sostenible, mejorar los niveles de vida y reducir la pobreza. Unos principios que siguen siendo los mismos desde entonces, y que comparte con el Banco Mundial. Recuperando, pues, compromisos olvidados, la Economía del Bien Común pretende como eje fundamental pasar de las dos coordenadas que rigen hoy la economía y la política: el afán de lucro y la competitividad, a otras dos “más humanas”: el bienestar y servicio a la sociedad y la cooperación. Pero como resaltó ayer el ponente, el modelo no es un modelo filosófico o espiritual, sino un modelo de acción concretado en un sistema de indicadores que se recogen en la Matriz del Bien Común, compuesta por 17 indicadores que tienen un objetivo muy claro: reemplazar el medidor único e insuficiente del PIB a nivel de Estado y/o el beneficio económico a nivel empresarial. ¿Por qué medimos el medio y no el fin? “¿Podemos medir el éxito de una granja contando las herramientas y tractores que hay en el garaje?”, ejemplifica Felber en su libro. Una empresa puede y debe tener beneficios, pero también aportar valor. Y eso es lo que encontramos en la matriz, 5 valores: dignidad, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social y participación democrática y transparencia; y 5 grupos de interés principales a los que aplicarlo: proveedores (situado estratégicamente en primer lugar), financiadores, empleados (incluidos propietarios), clientes y ámbito social. Y ante el argumento de que es algo que suena muy bien, pero que no se puede hacer, no hay nada mejor que dos ejemplos de éxito: La Fageda, una empresa social que lleva 30 años trabajando y que en 2011 facturó 14 millones de euros. Y el proyecto Microvinya de Celler de la Muntanya, un modelo de abajo arriba que está dando grandes pasos en la comarca alicantina de Muro de Alcoy impulsando el proyecto QuoMmon. En definitiva, un modelo de desarrollo sostenible según Christian Felber en consonancia con lo que verdaderamente somos como seres humanos. Hacer empresa y economía como nos comportamos en nuestra vida cotidiana, con nuestros valores, y con el modelo que el sentido común nos llevaría a querer y valorar.