La Erudición y el Aprendizaje (HA) La erudición y el aprendizaje eran altamente valorados en la cultura islámica. El mismo Mahoma declaró que “la tinta de los eruditos es más preciosa que la sangre de los mártires”. La aceptación del idioma árabe ayudaba a promover el aprendizaje. Comenzando en el siglo VIII, el árabe llegó a ser el idioma de los eruditos y de las ciencias en tierras musulmanas. Un idioma en común y el amor por el aprendizaje permitían que los eruditos de Europa, el Norte de África y el Medio Oriente intercambiaran ideas y aumentaran sus logros complementándose. Los gobernantes musulmanes construyeron escuelas, universidades, bibliotecas y otros centros de aprendizaje. Como has leído, una de las ciudades más importantes era Bagdad. Bagdad pasó de ser una aldea pequeña a una de las ciudades más grandes del mundo. Se convirtió en uno de los principales centros de aprendizaje, donde las influencias persas se combinaban con la herencia árabe del islam. En Bagdad, el califa al- Ma’mun fundó la Casa de la Sabiduría en el año 830. Los eruditos de muchas tierras se juntaban allí para hacer investigaciones y traducir textos de Grecia, Persia, India y China. Otras ciudades también llegaron a ser grandes centros de aprendizaje. En el siglo X, la dinastía Fatimí construyó una capital, El Cairo, que rivalizaba con Bagdad. Su universidad se convirtió en la más avanzada del mundo musulmán. Es en El Cairo que se inaugurará el Salón de la Sabiduría durante el siglo X. Los eruditos y la gente común podían visitar su biblioteca para leer sus libros. En España, Córdoba, la capital musulmana, se convirtió en una ciudad amplia y espléndida. Judíos, cristianos y musulmanes trabajaban y estudiaban juntos allí. La enorme biblioteca de la ciudad contenía unos 400,000 volúmenes. Los compradores viajaban por todas partes para comprar libros para sus anaqueles. Entre los textos estudiados por los eruditos musulmanes estaban las obras de los antiguos pensadores griegos, tales como los filósofos [filósofos: eruditos, maestros o pensadores que buscan del conocimiento] Platón y Aristóteles. Siguiendo el ejemplo de los griegos, los filósofos musulmanes usaban el razonamiento y la lógica [lógica: una forma de pensamiento que utiliza la razón] para comprobar verdades importantes. Como los pensadores de Europa, los musulmanes a veces se preguntaban cómo podrían hacer que concordaran la razón y la lógica con sus creencias religiosas. Al- Kindi, un filósofo árabe del siglo IX, hizo un intento de resolver este asunto. Los humanos, decía él, teníamos dos fuentes de conocimiento: la razón y la revelación de Dios. La gente podía usar la razón para comprender mejor las enseñanzas de la fe. Algunas verdades, sin embargo, podían conocerse únicamente mediante la palabra de Dios. Por ejemplo, nadie podía comprobar que habría una resurrección, o un retorno a la vida desde la muerte, en el día del juicio final. El persa Ibn Sina llegó a ser el filósofo más famoso del islam. Llamado Avicena en Europa, Ibn Sina escribió a comienzos del siglo XI. Él creía que todo conocimiento tenía su origen en Dios y que la verdad podría conocerse mediante la revelación y la razón. Por ejemplo, presentó una prueba lógica (argumento) de que el alma era inmortal [inmortal: que vive para siempre] . Sus escritos fueron ampliamente traducidos e influenciaron a muchos pensadores de la Europa medieval.