RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL Acción de terceros En la lesión patrimonial a los usuarios de una vía pública derivada de la acción de terceros, la Administración ha de acreditar las circunstancias de hecho que definen el estándar de rendimiento ofrecido por el servicio público a fin de evitar situaciones de riesgo y reparar los daños producidos. Antecedente normativo Cita: -Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. 1. Planteamiento Un particular presenta un escrito de reclamación por responsabilidad administrativa en el que solicita el pago de una indemnización por las lesiones ocasionadas por caída en la vía pública, mientras circulaba con su motocicleta, debido a una gran mancha de aceite que provocó el deslizamiento del vehículo y la consiguiente caída. El accidente provocó importantes lesiones. Considera el particular que es deber de la Administración mantener limpias las vías públicas, por lo que la existencia de esa mancha de aceite supone un mal funcionamiento del servicio; el daño se ha producido por este mal funcionamiento en relación de causalidad. El Ayuntamiento pone de manifiesto que, al margen de que el daño lo habría ocasionado un tercero, adjudicó en su día el contrato del servicio de limpieza de las vías públicas a una empresa; en él se indica entre las condiciones, cómo se ha de proceder a la limpieza, las modalidades y las frecuencias. Afirma que en ningún momento se había comunicado el derramamiento de aceite sobre vía pública alguna antes del accidente y considera que no puede vigilar de forma continua la limpieza de las vías. Se pregunta si ha de estimar o no la reclamación. 2. Consideraciones jurídicas El artículo 139 de la Ley de Régimen jurídico y del procedimiento administrativo común recoge el principio, formulado en la Constitución (artículo 106), según el cual los particulares tienen derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos. De la lectura de este artículos se deducen los requisitos necesarios para reconocer la existencia de esta responsabilidad, los siguientes: -que la lesión derive del funcionamiento normal o anormal de la Administración. -que la lesión en los bienes y derechos sea antijurídica, es decir, que quienes la 1 sufran, no tengan el deber de soportala. -que el daño sea efectivo no traducible a meras especulaciones o simples expectativas. -que el daño sea evaluable económicamente. -que el daño sea individualizable, en relación a una persona o grupo de personas. -que exista relación de causalidad directa y eficaz entre el hecho que se imputa a la Administración y el daño producido. -que la lesión o daño no se haya producido por causas de fuerza mayor. Como afirma el Tribunal Supremo, en sentencia de 31 de octubre de 2014, el sistema de responsabilidad patrimonial reconocido en el artículo 106 de la Constitución es “a) unitario: rige para todas las Administraciones; b) general: abarca toda la actividad -por acción u omisión- derivada del funcionamiento de los servicios públicos, tanto si éstos incumben a los poderes públicos, como si son los particulares los que llevan a cabo actividades públicas que el ordenamiento jurídico considera de interés general; c) de responsabilidad directa: la Administración responde directamente, sin perjuicio de una eventual y posterior acción de regreso contra quienes hubieran incurrido en dolo, culpa, o negligencia grave; d) objetiva, prescinde de la idea de culpa, por lo que, además de erigirse la causalidad en pilar esencial del sistema, es preciso que el daño sea la materialización de un riesgo jurídicamente relevante creado por el servicio público; y, e) tiende a la reparación integral.” La prueba sobre las circunstancias determinantes de la existencia de responsabilidad, salvo en los casos de fuerza mayor, incumbe, en principio, al reclamante que ha sufrido el daño. En los supuestos como el planteado en el que interviene la acción de un tercero, la jurisprudencia nos indica que la Administración ha de probar ésta como causa eficiente salvo se trate de un hecho notorio y, en caso de ser controvertido, la Administración habrá de acreditar las circunstancias de hecho que definan “el estándar de rendimiento ofrecido por el servicio público para evitar las situaciones de riesgo de lesión patrimonial a los usuarios del mismo derivadas de la acción de terceros y para reparar los efectos dañosos en el caso de que se actúe tales situaciones de riesgo...” (STS de 3 de diciembre de 2002). En el ámbito de accidentes producidos en la vía pública por la presencia de sustancias oleaginosas, la jurisprudencia, según recoge la sentencia del Juzgado de lo contencioso administrativo de Tarragona de 29 de septiembre de 2014, establece los siguientes principios: -la acción de terceros no excluye en todos los supuestos la responsabilidad patrimonial de la Administración; es preciso para ello, que el funcionamiento del 2 servicio público opere de forma mediata, como un nexo causal eficiente (SSTS de 8 de octubre de 1986 y de 11 de febrero de 1987). -el nexo causal ha de establecerse, bien en relación a una situación de inactividad de la Administración titular de la explotación del servicio en el cumplimiento de sus deberes de conservación y mantenimiento de los elementos de las carreteras, a fin de mantenerlas útiles y libres de obstáculos para garantizar la seguridad del tráfico; bien en relación a una ineficiencia administrativa en la restauración de las condiciones de seguridad alteradas con la eliminación de la fuente del riesgo o en la disposición de señales viarias adecuadas para advertir del peligro existente. La jurisprudencia del Tribunal Supremo, en relación a la apreciación de responsabilidad de la Administración cuando concurre la acción de terceros y la inactividad de la Administración, ha afirmado que "...ni el puro deber abstracto de cumplir ciertos fines es suficiente para generar su responsabilidad (por mera inactividad de la Administración) cuando el proceso causal de los daños haya sido originado por un tercero, ni siempre la concurrencia de la actuación de éste exime de responsabilidad a la Administración cuando el deber abstracto de actuación se ha concretado e individualizado en un caso determinado..." (STS de 17 de marzo de 1993, reproducida en la sentencia del Juzgado de lo contencioso administrativo de Tarragona, el 29 de septiembre de 2014). De ahí que, para determinar la responsabilidad de la Administración sea preciso dilucidar si, entre las pautas de funcionamiento de la actividad de servicio público, se incluye la actuación necesaria para evitar el daño y, para ello, el Tribunal Supremo, en sentencia de 7 de octubre de 1997 señala como criterio metodológico la necesidad de “atender no sólo el contenido de las obligaciones explícita o implícitamente impuestas a la Administración competente por las normas reguladoras del servicio, sino también a una valoración del rendimiento exigible en función del principio de eficacia que impone la Constitución Española a la actuación administrativa.” En un caso como el planteado, se puede concluir, que al particular reclamante de la indemnización le incumbe probar las cuestiones de hecho determinantes de la existencia de la antijuridicidad, la valoración del daño, la relación de causalidad necesaria para imputar a la Administración la pretendida responsabilidad. La Administración, por su parte, ha de acreditar la incidencia como causa eficiente de la acción de terceros y, salvo que se trate de hechos notorios, “le corresponde también a la Administración acreditar aquellas circunstancias de hecho que definen el estándar de rendimiento ofrecido por el servicio público para evitar las situaciones de riesgo de lesión patrimonial a los usuarios derivadas de la acción de terceros y para reparar los daños producidos por los mismos…” (STS de 3 de diciembre de 2002). En el caso de que la Administración acredite que se desarrolló la necesaria actividad encaminada a advertir el peligro existente en la calzada o a restaurar las condiciones de seguridad alteradas no puede reconocer la existencia de responsabilidad patrimonial. 3 La sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Barcelona de 23 de octubre de 2014, afirma que “no se puede exigir que el deber de vigilancia de la Administración sea tan intenso que requiera su presencia en todo lugar y tiempo antes que se produzcan los siniestros por existencia de obstáculos en la calzada. Su responsabilidad sólo le sería exigible (lo que no acontece en el caso de autos), si una vez avisados los servicios de mantenimiento, no actuara con la suficiente diligencia y prontitud para solucionar el problema.” 3. Conclusiones El Ayuntamiento ante una reclamación patrimonial por lesiones sufridas a consecuencia de la acción de terceros, habrá de acreditar las circunstancias de hecho que definen el estándar de rendimiento ofrecido por el servicio público para evitar las situaciones de riesgo de lesión patrimonial a los usuarios derivadas de esta acción y para reparar los daños producidos por los mismos. En el caso planteado el Ayuntamiento tiene formalizado un contrato de limpieza de las vías públicas del casco urbano, que el adjudicatario del mismo las limpia según la modalidad y frecuencia que se establecen en las condiciones del contrato, consideradas adecuadas al rendimiento ofrecido por el servicio público para evitar situaciones de riesgo de lesión patrimonial. Además, no obra en el Ayuntamiento denuncia alguna relativa al vertido de aceite en la calzada. Por otra parte, una vez producido el accidente, la policía local dio los avisos oportunos para su inmediata limpieza. En consecuencia, se considera que el servicio de limpieza actuó de forma correcta y, por ello, se considera correcta una propuesta de desestimación de la reclamación patrimonial formulada. 4