rEVISIÓN Revisión de las novedades presentadas en el XXIX Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS) (I) Óscar Fernández, José C. Álvarez-Cermeño, Carmen Arnal-García, Rafael Arroyo-González, Lluís Brieva, M. Carmen Calles-Hernández, Bonaventura Casanova-Estruch, Manuel Comabella, Juan A. García-Merino, Guillermo Izquierdo, José E. Meca-Lallana, María del Mar Mendibe-Bilbao, Delicias Muñoz-García, Javier Olascoaga, Pedro Oliva-Nacarino, Celia Oreja-Guevara, José M. Prieto, Lluís Ramió-Torrentà, Lucía Romero-Pinel, Albert Saiz, Alfredo Rodríguez-Antigüedad; Grupo Post-ECTRIMS Resumen. Los datos más relevantes presentados en la XXIX edición del Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS), celebrado en octubre de 2013 en Dinamarca, se han resumido en la sexta edición de la Reunión de Expertos Post-ECTRIMS celebrada en Madrid en octubre de 2013, fruto de la cual nace esta revisión, que se publica en tres partes. Esta primera parte de la revisión Post-ECTRIMS presenta una visión actualizada de las diferencias de género en la esclerosis múltiple (EM), así como las nuevas evidencias sobre el impacto de las hormonas sexuales en la enfermedad. Podemos asumir que aún queda mucho por descubrir con relación al componente genético de la enfermedad. De la misma manera, a los ya conocidos factores ambientales de riesgo para la EM se unen posibles infecciones y hábitos de vida como desencadenantes. La interacción entre la genética y el ambiente cada vez cobra más fuerza como causa de susceptibilidad a la EM. En cuanto a los mecanismos de inflamación, las proteínas del complejo axoglial pueden ser las dianas antigénicas iniciales en lugar de las proteínas de mielina, y las células B se han visto implicadas en la producción de citocinas tóxicas para los oligodendrocitos. La quitinasa 3-like 1 se valida como marcador pronóstico de conversión a EM, y las bandas oligoclonales de inmunoglobulina M y la L-selectina podrían incorporarse como posibles medidas dentro de la estrategia de estratificación del riesgo en pacientes tratados con natalizumab. Palabras clave. Daño tisular. Epigenética. Esclerosis múltiple. Inflamación. Sexo. Introducción Sexo y esclerosis múltiple El Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS) es el congreso internacional más importante sobre esta enfermedad. En su última edición, celebrada en Dinamarca en octubre de 2013, ha superado los 8.000 especialistas en esclerosis múltiple (EM) procedentes de todo el mundo. Por sexto año consecutivo se ha celebrado en Madrid la Reunión de Expertos Post-ECTRIMS, una reunión que cuenta con el aval científico de la Sociedad Española de Neurología y en la que se han dado cita reconocidos líderes de opinión nacionales para presentar los datos más relevantes abordados en el Congreso del ECTRIMS. El presente artículo integra una revisión completa, que sale publicada en tres partes, y que recoge las últimas novedades en investigación básica y clínica presentadas en el mayor congreso internacional dedicado al entendimiento y tratamiento de la EM. El sexo influye en la susceptibilidad de padecer la EM y en su expresión fenotípica. Así queda reflejado tanto en los estudios transversales de prevalencia como en los estudios longitudinales de incidencia, que muestran que la EM es más frecuente en la mujer, sobre todo la forma remitente recurrente (RR), y que está aumentando en las últimas décadas. Existen excepciones, tal y como muestra el estudio realizado por Mackenzie et al [1] en una cohorte inglesa durante el período comprendido entre 1990-2000, con datos incrementados de prevalencia, quizás por un incremento de la esperanza de vida y del acceso a los servicios de salud, aunque con resultados de una incidencia disminuida similar en hombres y en mujeres. Por el contrario, una revisión sistemática reciente sobre la incidencia y prevalencia de la EM en Europa, en la que se han analizado 123 estudios llevados a cabo entre 19852001, concluye que, salvo raras excepciones, la incidencia de la EM es mayor entre las mujeres, en una www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 Hospital Regional Universitario Carlos Haya; Málaga (O. Fernández). Hospital Universitario Ramón y Cajal; Madrid (J.C. Álvarez-Cermeño). Hospital Virgen de las Nieves; Granada (C. Arnal-García). Hospital Clínico San Carlos; Madrid (R. ArroyoGonzález, C. Oreja-Guevara). Hospital Arnau de Vilanova; Lleida (Ll. Brieva). Hospital Universitario Son Espases; Palma de Mallorca (M.C. CallesHernández). Hospital La Fe; Valencia (B. Casanova-Estruch). Hospital Universitari Vall d’Hebron; Barcelona (M. Comabella). Hospital Universitario Puerta de Hierro; Madrid (J.A. GarcíaMerino). Hospital Universitario Virgen Macarena; Sevilla (G. Izquierdo). Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca; Murcia (J.E. MecaLallana). Hospital de Cruces; Bilbao (M.M. Mendibe-Bilbao). Hospital Xeral-Cíes; Vigo, Pontevedra (D. Muñoz-García). Hospital Universitario Donostia; S. Sebastián (J. Olascoaga). Hospital Universitario Central de Asturias; Oviedo, Asturias (P. Oliva-Nacarino). Complejo Hospitalario Universitario; Santiago de Compostela, A Coruña (J.M. Prieto). Hospital Universitari Josep Trueta; Institut d’Investigació Biomèdica de Girona; Girona (Ll. RamióTorrentà). Hospital Universitari de Bellvitge; L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona (L. Romero-Pinel). Hospital Clínic; Barcelona (A. Saiz). Hospital Universitario de Basurto; Bilbao (A. Rodríguez-Antigüedad). Correspondencia: Dr. Óscar Fernández Fernández. Director del Instituto de Neurociencias Clínicas. Hospital Regional Universitario Carlos Haya. Avda. Carlos Haya, s/n. E-29010 Málaga. E-mail: oscar.fernandez.sspa@ juntadeandalucia.es Declaración de intereses: El grupo de trabajo Post-ECTRIMS cuenta con una ayuda no condicionada a la educación médica 269 O. Fernández, et al continuada de Teva Neuroscience España. O.F. declara haber recibido honorarios como consultor, asesor, conferenciante o moderador, y ha participado en ensayos clínicos y otros proyectos de investigación promovidos por Biogen-Idec, Bayer-Schering, Merck-Serono, Teva, Novartis, Almirall y Allergan. El resto de autores declara no tener ningún conflicto de interés en relación con este artículo. Nota: Todos los autores del grupo PostECTRIMS han contribuido por igual en la elaboración del manuscrito. Aceptado tras revisión externa: 14.07.14. Cómo citar este artículo: Fernández O, Álvarez-Cermeño JC, Arnal-García C, Arroyo-González R, Brieva Ll, Calles-Hernández MC, et al. Revisión de las novedades presentadas en el XXIX Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS) (I). Rev Neurol 2014; 59: 269-80. English version available at www.neurologia.com © 2014 Revista de Neurología relación de 3 a 1, y que la prevalencia se ve aumentada en los estudios más recientes [2]. Mientras que dicha relación de 3 a 1 está sobrerrepresentada en las formas RR, la proporción de ambos sexos es prácticamente igual en la enfermedad primariamente progresiva (PP), un cambio que podría atribuirse a una menor probabilidad de recaídas en los hombres. En el estudio retrospectivo de cohorte MSBase realizado por Kalincik et al [3], diseñado para analizar el efecto del sexo en la incidencia de recaídas, se incluyeron 23.000 pacientes de 176 centros en 65 países. Los resultados mostraron una frecuencia de recaídas superior en mujeres (17,7%), pero más benignas, que afectan fundamentalmente a la vía visual y sensitiva, mientras que en los hombres las recaídas son menos frecuentes, pe­ro más graves. Afectan a vías como la piramidal, el tronco y el cerebelo, que se han asociado clásicamente a peor pronóstico por secuelas mayores. La relación del sexo con la discapacidad a largo plazo queda reflejada en los estudios de cohortes que han demostrado una progresión más lenta en las mujeres [4,5], si bien el estudio de las diferencias de género en cuanto a evolución radiológica muestra que la atrofia de la sustancia gris en la EMRR no depende del género [6]. En definitiva, existen evidencias para afirmar que el sexo influye tanto en la susceptibilidad y expresión fenotípica como en la evolución de la EM. Las causas aún se desconocen, pero se descarta el cambio en los criterios diagnósticos al no tener en cuenta la fecha de diagnóstico, sino el inicio de la enfermedad ajustado por año de nacimiento, así como el aumento de la esperanza de vida, que sólo modifica la prevalencia. Todo apunta al efecto de las hormonas sexuales, aparte del papel de los cromosomas, y a las interacciones geneticoambientales o epigenéticas. Nuevas evidencias sobre el efecto de las hormonas sexuales Según estudios preclínicos, la progesterona promueve un fenotipo antiinflamatorio Th2 in vitro y reduce la gravedad de la encefalomielitis autoinmune experimental aguda y crónica. Los estudios observacionales realizados en mujeres embarazadas muestran su papel remielinizante y protector. Sin embargo, los resultados del estudio POPARTMUS [7] han fracasado en demostrar una mejoría posparto en 300 pacientes tratadas con dosis elevadas de progesterona (10 mg/día) y dosis bajas de estradiol (100 µg vía transdérmica, una vez a la semana). En el modelo experimental de encefalomielitis au- 270 toinmune experimental, los resultados son controvertidos, ya que algunos estudios apoyan el beneficio clínico y el efecto neuroprotector de la progesterona, especialmente evidente en combinación con el estradiol E2 [8], mientras que otros sugieren su repercusión en el aumento de la vulnerabilidad neural al daño apoptótico [9] o la ausencia de efecto [10]. Los estrógenos en la encefalomielitis autoinmune experimental se comportan como inmunomoduladores periféricos, y como neuroprotectores en el sistema nervioso central. En la EM, los bajos niveles de estrógenos durante el posparto se asocian con un aumento de los brotes y, durante la menopausia (sobre todo inducida), con la aparición o empeoramiento de síntomas como la falta de concentración, memoria, fatiga, depresión y cefalea, entre otros [11]. La testosterona ha demostrado favorecer la capacidad de remielinización en un modelo animal de desmielinización inducida por cuprizona mediante la inducción de un aumento de los progenitores de oligodendrocitos y de la proteína glial fibrilar acídica (GFAP). En la EM, un estudio exploratorio del efecto del tratamiento con testosterona en 10 pacientes con EMRR puso de manifiesto una disminución de la atrofia cerebral, mejora cognitiva y aumento del factor neurotrófico ciliar, aunque sin efecto sobre las lesiones activas [12]. El trabajo de Bove et al [13] presentado en esta edición del Congreso ECTRIMS encontró, además de una elevada prevalencia de hipogonadismo hipogonadotrópico en pacientes con EM (39%), una correlación inversa entre los resultados del Symbol Digit Modality Test y los niveles basales de testosterona libre, aunque no con la relación testosterona/estradiol; unos hallazgos que asocian la testosterona con peores resultados clínicos, si bien su posible papel neuroprotector o como marcador de la gravedad de la enfermedad aún está por determinar. Componente genético, factores desencadenantes y epigenética Contribución genética Aún queda mucho por hacer en cuanto al estudio del componente genético de la EM. Así lo ponen de manifiesto hechos como: – La reducción de las estimaciones del estadístico λs, que refleja la agregación familiar, es decir, el riesgo de recurrencia, de que un hermano de un paciente con EM tenga la enfermedad, y que se han visto claramente disminuidas desde valores www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 Novedades presentadas en el XXIX Congreso del ECTRIMS iniciales de 20-40 a valores de 6,3 en los últimos estudios [14]. – La existencia de una mayor probabilidad de hallar asociaciones reales entre alelos comunes y la enfermedad con mayores tamaños muestrales [15]. – El aumento en los últimos años del número de asociaciones genéticas identificadas, llegando a superar las 100 en el año 2013 [16]. – La ampliación de la lista de genes asociados con la EM fuera de la región HLA mostrada por el estudio ImmunoChip (considerado hasta la fecha como el mayor experimento en el análisis genético de las variaciones comunes en la EM) [17]. Este último trabajo ha descrito el mapa genético más completo de susceptibilidad a la EM, ampliando la lista de genes asociados con la EM a 110 variantes genéticas comunes fuera de la región HLA, la mayoría de ellas (54%) localizadas en regiones intergénicas, el 43% en regiones intrónicas y sólo un 3% en regiones codificantes exónicas. Estos hallazgos apuntan a la existencia de variantes raras aún por identificar, que contribuirán a caracterizar mejor el componente genético de la EM. Los mecanismos subyacentes por los cuales el alelo HLA-DRB*15:01 confiere un mayor riesgo para el desarrollo de la enfermedad todavía se desconocen. Investigadores del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña [18] han investigado el perfil de expresión génica con microarrays en células de sangre periférica de pacientes estratificados de acuerdo con la presencia de este alelo. Los hallazgos apuntan a un papel de las vías coestimuladoras de las células T helper en el aumento del riesgo a la EM observado en los individuos HLA-DRB1*15:01 positivos y sugieren una interacción génica entre el alelo HLA-DRB1*15:01 y otros genes conocidos de susceptibilidad a la EM. La farmacogenética se presenta como una puerta abierta a la identificación de variantes genéticas que responden al tratamiento. Hasta la fecha hay dos estudios publicados de asociación de genoma completo en relación con el interferón β [19,20], con asociaciones identificadas aún pendientes de validar en cohortes amplias de pacientes. Pero, sobre todo, destaca el desarrollo de anticuerpos neutralizantes en pacientes tratados con interferón, probablemente mediado genéticamente por alelos de HLA de clase II, tal y como se observó en el estudio de Hoffmann et al [21], en pacientes con el alelo HLA-DRB1*0401 y HLA-DRB1*0408, y que presentaban un mayor riesgo de desarrollar anticuerpos neutralizantes. En línea con este efecto favorecedor de alelos del HLA en el desarrollo de anticuerpos www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 neutralizantes se mostraron los hallazgos del trabajo de Link et al recientemente publicado [22]. Estos resultados replican los previamente publicados por Hoffmann et al [21] y muestran una asociación entre el riesgo elevado de desarrollar anticuerpos neutralizantes y el alelo DRB1*0401 en pacientes tratados con interferón β-1b, así como una asociación con el principal alelo de riesgo genético para la EM DRB1*15 en pacientes tratados con interferón β-1a. Por su parte, el estudio de variantes genéticas en los receptores tipo Toll (TLR) muestra una asociación del polimorfismo del TLR6 y un mayor riesgo de desarrollar anticuerpos neutralizantes [23]. La relación entre polimorfismos de genes asociados a la EM y la expresión de genes proximales ha sido investigada por el grupo de James [24] para entender el impacto de la genética en la patogenia de la EM. Para ello, analizaron el transcriptoma mediante secuenciación del ARN de células mononucleares de 120 pacientes con EM –105 EMRR, nueve EM secundariamente progresivas (SP) y seis EMPP–. Para cada variante genética asociada con la enfermedad, identificada dentro del proyecto ImmunoChip, estudiaron la expresión de los genes situados dentro de los 400 kb a cada lado de dicha variante o polimorfismo (single-nucleotide polymorphism). Como principales resultados, destaca la región r201202118 en desequilibrio de ligamiento con otros polimorfismos asociados con la expresión diferencial de los genes CYP27B1, METTL21B, TSFM y, en particular, METTL21B, cuya expresión se encuentra muy disminuida en los pacientes portadores del genotipo de riesgo. Estos resultados confirman los hallazgos previos de un trabajo español en el que participaron colaboradores de la Red Española de Esclerosis Múltiple [25]. Factores desencadenantes de la EM: nuevos y más eficaces enfoques para prevenir la enfermedad La investigación epidemiológica rigurosa es fundamental, ya que va a mejorar el conocimiento de los factores ambientales implicados en la EM, siendo a este nivel donde se puede obtener de forma más plausible una prevención o una reducción del riesgo de desarrollar la enfermedad. La implicación de los virus en la patogenia de la EM es conocida; sin embargo, la relación entre las infecciones víricas como desencadenantes de la enfermedad sigue sin resolverse, entre otros aspectos porque se desconoce la etapa de la enfermedad en la que ejercen su efecto y el modo de interacción con otros factores ambientales y genéticos. Existe una creciente evidencia sobre los virus involucrados en 271 O. Fernández, et al la enfermedad, principalmente el virus de EpsteinBarr (VEB) y los retrovirus humanos endógenos. Estos últimos pueden modular la respuesta inmune por mecanismos de respuesta innata o adaptativa, o actuar sobre la expresión de genes próximos. Su asociación con la EM se ha evidenciado en numerosos trabajos publicados que muestran la presencia de partículas retrovirales en cultivos celulares de linfocitos de pacientes con EM y no en sujetos controles [26,27]. La infección por el VEB es uno de los factores de riesgo en la aparición de la enfermedad mejor documentado. Como potencial mecanismo biológico subyacente implicado, se propone una expansión de células T autorreactivas viricoespecíficas, en respuesta a la infección de los linfocitos B, que atraviesan la barrera hematoencefálica y pueden desencadenar la EM. La seroprevalencia del VEB y los niveles elevados tanto del antígeno de la cápside (VCA) como del antígeno nuclear (EBNA) son frecuentes en la población pediátrica con EM [28,29]. Los pacientes con mononucleosis infecciosa tienen un riesgo 2-3 veces superior de desarrollar EM [30], y los pacientes con EM presentan unos niveles incrementados del antígeno nuclear del VEB (EBNA-1) que pueden preceder a la aparición de la enfermedad [31]. El incremento de la respuesta inmune selectiva al EBNA-1 en pacientes con síndrome clínico aislado ha sugerido su posible papel como marcador pronóstico de conversión a esclerosis múltiple clínicamente definida (EMCD) [32]. Sin embargo, un trabajo de Khule et al [33] para definir variables que pueden predecir mejor la conversión de síndrome clínico aislado a EMCD estudió los siguientes factores como posibles contribuyentes, de forma independiente, al riesgo asociado a bandas oligoclonales (BOC) de inmunoglobulina G (IgG) y lesiones hiperintensas en T2 sugestivas de desmielinización en resonancia magnética (RM) basal: respuesta humoral sistémica al VEB, niveles séricos de vitamina D, evidencia bioquímica de consumo de tabaco (determinación de cotinina) y determinación de IgG-citomegalovirus. Los resultados mostraron que la presencia de BOC y lesiones en la RM incrementaban de forma independiente el riesgo de conversión a EM, y encontraron una asociación débil con la vitamina D. Los niveles de cotinina sérica y los anticuerpos anti-EBNA-1 no resultaron predictores de la conversión a EM, si bien los pacientes con títulos de IgG EBNA-1 más elevados presentaban un mayor porcentaje de BOC positivas. La relación epidemiológica entre EM e infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y tratamiento antirretroviral es muy débil, a pesar de 272 una edad de aparición y prevalencia similares en ambas entidades, ya que sólo se han descrito 10 casos de pacientes con VIH y EM en los últimos 30 años. Los últimos datos del Registro Nacional Danés, en el que 5.018 pacientes con VIH fueron emparejados con 50.194 controles por edad y sexo, mostraron un único paciente con VIH que desarrolló EM, lo que confiere un riesgo relativo bastante bajo de 0,3. Estos resultados son similares a los encontrados en un registro inglés, en el que se determinó un riesgo relativo de desarrollar la enfermedad del 0,38, y que se redujo a un 0,22 tras un año de seguimiento, tiempo en el que previsiblemente estos pacientes estaban con tratamiento antirretroviral. Estos resultados han sido el punto de partida para diseñar el primer ensayo clínico con el objetivo de investigar las infecciones como causa de la EM. Se trata del proyecto CHARCOT INSPIRE, un estudio piloto con raltegravir en las formas recurrentes de la enfermedad, y cuyos resultados se presentarán en la próxima edición del ECTRIMS. A la evidente relación establecida con el tabaquismo se suman los resultados del trabajo presentado por el grupo de Alfredsson [34], que muestran que la duración e intensidad del consumo de tabaco contribuyen de forma independiente al aumento del riesgo de la enfermedad, un efecto perjudicial que disminuye una década después de dejar de fumar. El consumo de sal se ha visto asociado con un incremento de la actividad clinicorradiológica de la EM en un reciente estudio de Farez et al [35], que demuestra una mayor tasa de brotes, actividad en la RM y la carga lesional en T2 en el grupo de pacientes con una ingesta de sal más elevada, así como un incremento de 3,65 en el número de lesiones en RM por gramo de sal diaria consumida; datos que no se correlacionaron con los niveles de sodio sérico. Un reciente análisis de posibles factores con valor predictivo para la edad de aparición de la EM en 2.511 pacientes daneses presentado por Oturai et al [36] ha determinado que un índice de masa corporal elevado a los 20 años, mononucleosis previa, consumo de alcohol elevado entre los 15-19 años, y ser homocigoto para HLA-DRB1*15.01 se asocian con la aparición de la enfermedad en edades más jóvenes. Interacciones geneticoambientales como causas de esclerosis múltiple Afortunadamente, cada vez son más conocidos los factores de riesgo que van a dar lugar a un síndrome clínico. El objetivo actual es profundizar en los fenotipos intermedios, es decir, en los mecanismos moleculares o funciones celulares alteradas que po- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 Novedades presentadas en el XXIX Congreso del ECTRIMS drían estar implicados en el desarrollo de rasgos paraclínicos tipo lesiones desmielinizantes y asintomáticas en T2, que posteriormente en muchos casos dan lugar a un síndrome neurológico aislado o EM. Hay trabajos ambiciosos con el fin de identificar nuevas variables genéticas asociadas con EM, como el mencionado estudio ImmunoChip [17], si bien las nuevas vías de estudio deben dirigirse a identificar dónde ejercen su efecto los alelos de riesgo (en el sistema nervioso central o en la periferia) y el nivel molecular sobre el que actúan (expresión de proteínas, expresión de ARN mensajero, transcripcional o postranscripcional). Como ejemplo, el estudio de Ottoboni et al [37] ha demostrado que la estimulación de monocitos con factor de necrosis tumoral α (TNF-α) altera la expresión de diferentes genes de riesgo en la EM, de algunos de los cuales no se conocía su sensibilidad al TNF-α; estos hallazgos sugieren una interrelación entre los distintos genes implicados en la enfermedad. Con el objetivo de entender las consecuencias funcionales de las variantes genéticas de susceptibilidad a EM, De Jager tiene actualmente en marcha varios proyectos. En línea con lo expuesto, destacan el ImmVar Project, una revisión sistemática de loci de susceptibilidad, y los proyectos PhenoGenetic y CLIMB, para identificar cuáles son las vías moleculares que se ven afectadas por los loci de susceptibilidad genética. Destaca el hecho de que menos del 40% de los alelos de riesgo para la EM influye directamente en la expresión génica, y el resto está implicado en funciones reguladoras. Otro resultado destacable es que la estirpe mieloide desempeña un papel importante en la susceptibilidad a la enfermedad. La importancia de la genética y del ambiente en la EM ha dado paso a la evidencia de que la susceptibilidad a la enfermedad está determinada por cambios epigenéticos o cambios heredables en la expresión génica que no se corresponden a cambios en la secuencia de ADN, y que suelen deberse a factores medioambientales. Muchos de los cambios epigenéticos en la EM se consideran localizados en la región MHC, no sólo a raíz de nuevos estudios, sino también basándose en datos previos que han demostrado cambios intergeneracionales en la frecuencia del alelo HLA-DRB1*15 en mujeres [38], así como una relación mujer/hombre en la EM mayor en los pacientes HLA-DRB1*15(+) frente a los pacientes HLA-DRB1*15(–) [39]. Además del incremento en la relación mujer/hombre que viene demostrando la epidemiología genética en las últimas décadas [40], se ha objetivado un efecto del origen parental en la susceptibilidad a la enfermedad, de manera que aquellos hermanastros que comparten madre con www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 EM tienen mayor riesgo de desarrollar la enfermedad que los que comparten padre afecto [41]. Todos estos datos en relación con el sexo femenino en la EM implican mecanismos epigenéticos. Ha quedado demostrado que el tabaco y la dieta (vitamina D y folato) son factores de riesgo ambientales que influyen en la expresión génica vía mecanismos epigenéticos, como la metilación del ADN, modificación de histonas o micro-ARN [42]. Como ejemplo, la metilación del ADN en dinucleótidos CpG en células T CD4+ aisladas de pacientes con EMRR y su contribución en la patogenia de la enfermedad ha sido investigada por el grupo de Graves, y han encontrado una señal diferencial de metilación en el cromosoma 6 entre pacientes y sujetos controles que correspondía a la región del HLA, en particular en el gen HLA-DRB1, y que se mostraba más hipometilada en pacientes con EM, sobre todo en los portadores del alelo HLA-DRB1*15:01. La interacción genética con la vitamina D está documentada. El riesgo de padecer la enfermedad se asocia con el mes de nacimiento y el genotipo HLADRB1 [43], una interacción que comenzó a entenderse a raíz del hallazgo de un elemento de respuesta a la vitamina D en la región promotora del gen HLADRB1 [44], pero que se complica a medida que salen a la luz nuevos resultados, como los derivados del estudio del mapa genómico del receptor de la vitamina D, que muestran la existencia de 2.776 regiones genómicas ocupadas por dicho receptor, y de 229 genes que cambian su expresión en respuesta a la vitamina D, especialmente en enfermedades autoinmunes o en determinados tipos de cáncer [45]. Un estudio reciente en población adolescente ha demostrado que la deficiencia grave de la vitamina D provoca cambios en la metilación del ADN de los leucocitos [46], lo cual demuestra que dicha deficiencia da lugar a cambios epigenéticos involucrados en la regulación de las células inmunes. La interacción entre la obesidad en la adolescencia y los genes de riesgo HLA incrementa el desarrollo de la EM. Este hallazgo proviene de los nuevos datos derivados del estudio sueco EIMS, que se lleva realizando desde el año 2005 con el objetivo de estudiar factores genéticos, ambientales y las interacciones en relación con el riesgo de desarrollar EM, y que hasta la fecha cuenta con un total de 2.400 casos incidentes de EM y 4.800 controles. Concretamente, los datos de la cohorte del estudio EIMS, coincidente con los derivados de una cohorte de la Universidad de California (KPNC), han demostrado que el índice de masa corporal elevado en la adolescencia incrementa el riesgo de susceptibi­ lidad a EM, y esto es así sobre todo en pacientes 273 O. Fernández, et al HLA-DRB1*15(+) y HLA-A*02(–). Entre las posibles explicaciones, se sugiere que la obesidad podría inducir un estado crónico de bajo grado de inflamación que favorecería la activación de la autoinmunidad del sistema nervioso central, que la leptina podría ser un nexo de unión entre obesidad, estado metabólico y autoinmunidad, o que la obesidad estaría ligada a niveles bajos de vitamina D, siendo esta última poco probable, al no modificarse los resultados por la exposición solar. Esclerosis múltiple pediátrica Entre un 4,5-9% del total de las EM se inician antes de los 18 años. En el año 2007, el Grupo de Estudio Internacional de Esclerosis Múltiple Pediátrica publicó un trabajo de referencia en el que se establecieron unas definiciones de consenso para las distintas enfermedades desmielinizantes de la edad pediátrica [47]. Este grupo de pacientes tiene unas ca­ racterís­ticas epidemiológicas y clínicas especiales. Al igual que ocurre en la edad adulta, es más frecuente en las mujeres, aunque por debajo de los 11 años esta relación mujer/varón casi se equipara, y a medida que se alcanza la adolescencia es más frecuente en mujeres. La mayoría de los pacientes comienza con una forma RR, y los casos de evolución PP son anecdóticos. Los afectados sufren una mayor tasa de brotes en los dos primeros años, el intervalo entre el primer y segundo brote es menor, y pueden alcanzar cierta discapacidad a una edad más temprana. En los últimos años se han realizado varios estudios sobre el deterioro cognitivo en esta población de pacientes, y se ha observado que el 30-70% presenta alteraciones cognitivas desde fases incipientes de la enfermedad, con las consecuencias académicas y sociales que puede conllevar a esta edad. El diagnóstico diferencial requiere la exclusión de otras enfermedades desmielinizantes típicas en la edad pediátrica, como la encefalomielitis aguda diseminada, con un pronóstico mucho mejor. Existen distintos criterios de RM específicos de la edad pediátrica [48,49], pero se siguen utilizando los de Barkhof-Tintoré, aunque se sabe que en esta etapa pediátrica tienen una menor sensibilidad que en la edad adulta. Es frecuente observar lesiones con un mayor componente inflamatorio, difusas, mal definidas y más edematosas, y un mayor número de lesiones en territorio posterior [50]. En las primeras fases se observan menos agujeros negros, menos lesiones corticales y menos atrofia cerebral. El estudio del líquido cefalorraquídeo puede mostrar algunas peculiaridades. En uno de los estudios de refe- 274 rencia de Chabas [51], los pacientes menores de 11 años presentan un perfil inflamatorio distinto al de los adolescentes. En menores de 11 años puede aparecer pleocitosis neutrofílica, menor porcentaje de BOC positivas y secreción intratecal de IgG, y en adolescentes se observan hallazgos parecidos a los adultos, con incremento de IgG y secreción intratecal de BOC. Estos hallazgos tienen una explicación inmunológica, que se relaciona con el papel fundamental de la inmunidad innata en los pacientes más jóvenes frente a la adaptativa. En cuanto al pronóstico en esta población de pacientes, se debe comentar que existen pocos estudios longitudinales sobre la historia natural de la enfermedad. Se describe que pueden evolucionar a una forma SP a una edad más temprana. Los pacientes se mantienen en una evolución RR mucho más tiempo, pero pueden alcanzar una evolución SP en torno a unos 10 años antes que la población adulta, y con una media de 35 años. En cuanto al tratamiento modificador de la evolución de la enfermedad, el Grupo de Estudio Internacional de Esclerosis Múltiple Pediátrica [47] recomienda que todos los pacientes pediátricos con EM sean considerados para el tratamiento con interferón β o acetato de glatiramero desde el diagnóstico de la enfermedad. Estos fármacos han demostrado eficacia en la reducción de la tasa anual de recaídas similar a la observada en adultos. Desafortunadamente, un porcentaje alto de este grupo discontinúa el tratamiento por intolerancia, persistencia de recaídas y falta de adhesión. Se han notificado varios trabajos que proceden de experiencias personales con fármacos co­mo el natalizumab, que pueden ser eficaces siguiendo las indicaciones de ficha técnica similares a las de los adultos. Se está realizando el primer ensayo clínico con fingolimod en esta población de pacientes. Los nuevos fármacos orales pueden ser una alternativa interesante en un futuro. Inflamación y daño tisular en la esclerosis múltiple Mecanismos de inflamación Bar-Or [52] se centró en el estudio de cohortes pediátricas, debido a la posibilidad que ofrece de estudiar eventos en fases muy tempranas de la enfermedad, como una aproximación para identificar posibles dianas antigénicas y estudiar el papel de los distintos tipos celulares implicados en los mecanismos de inflamación. La respuesta aumentada de células T frente a antígenos de la mielina que se ob- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 Novedades presentadas en el XXIX Congreso del ECTRIMS serva no sólo en niños con enfermedades desmielinizantes, sino también en aquellos con procesos no inflamatorios del sistema nervioso central y enfermedades autoinmunes, como diabetes mellitus tipo 1, implica mecanismos de disregulación inmune compartidos y combinados de las diferentes enfermedades, y desafía la visión existente de que las células autorreactivas del sistema nervioso central, de forma inherente, median la enfermedad en etapas tempranas de la EM. De manera interesante, las técnicas de proteómica en el líquido cefalorraquídeo no muestran proteínas procedentes de la mielina compacta, que actuarían como dianas antigénicas iniciales, sino proteínas del aparato axoglial, como neurofascina y contactina, entre otras, que podrían estar indicando un papel patogénico en la enfermedad [53], y que plantean el modelo alternativo de la teoría patogénica basado en una alteración primaria en el sistema nervioso central que desencadena una respuesta inmune, con la subsecuente lesión inflamatoria del sistema nervioso central [54]. La EM es un proceso inflamatorio continuo, como podemos comprobar por la expansión epitópica que se refleja en suero en tan sólo tres meses tras la aparición del síndrome clínico aislado en niños (Quintana, datos no publicados). En los últimos años, las células Th17 han adquirido un papel fundamental. En pacientes sometidos a trasplante de médula ósea, disminuye la respuesta Th17 y no la respuesta Th1 como mecanismo subyacente a la disminución de la actividad de la enfermedad que se observa en estos pacientes [55]. Por su parte, la participación de las células B va más allá del proceso conocido de producción de anticuerpos y presentación antigénica. Se ha demostrado que producen citocinas tóxicas para los oligodendrocitos en estudios in vitro [56], y que forman centros germinales ectópicos cuya presencia contribuye a la patología de la sustancia gris subpial y al desarrollo de un curso clínico acelerado de la enfermedad [57]. Mecanismos de daño tisular Kerschensteiner [58] centró el daño tisular neuroinflamatorio en el axón y en cómo las nuevas técnicas de microscopia in vivo pueden ayudar a entender mejor los mecanismos implicados. Como ejemplo, destaca el trabajo de Nikic et al [59], en el cual, mediante imágenes in vivo, los autores identificaron en un modelo murino de EM una forma de daño axonal no descrita hasta la fecha, y que denominaron ‘degeneración axonal focal’. La describen como un proceso secuencial, que comienza con edemas focales y progresa hasta la fragmentación del www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 axón. Curiosamente, no todos los axones inflamados progresan, sino que un 30% se recupera espontáneamente. El primer signo de daño parece ser una alteración morfológica mitocondrial, restringida a áreas de infiltración inflamatoria incluso cuando la mielina está intacta, desencadenada por especies reactivas de microglía activada. De hecho, el tratamiento con antioxidantes recupera el 80% de los axones en fase de daño inflamatorio. Asimismo, el bloqueo del influjo de calcio al interior del axón previene la oxidación mitocondrial, lo que demuestra la relación causal entre ambos mecanismos. El daño oxidativo asociado al daño del ADN mitocondrial se ha mostrado como la vía dominante de degeneración y daño tisular en las lesiones corticales en un trabajo de Wimmer et al [60] diseñado para identificar mecanismos específicos que conducen a la desmielinización primaria tipo placa y neurodegeneración. El análisis neuropatológico, combinado con el estudio de expresión génica en cerebros post mortem de pacientes con EM, meningitis, enfermedad de Alzheimer y sujetos controles, ha identificado una expresión diferencial de 301 genes relacionados con la EM, la mayoría de ellos implicados en procesos de inflamación y estrés oxidativo. En otra línea, la inflamación microglial podría estar implicada en la inflamación difusa de la sustancia blanca, que, según el trabajo de Bramow et al [61], se encontraría asociada con una remielinización menos permanente y una supervivencia reducida, al menos en la EM progresiva. El análisis inmunohistoquímico de muestras de pacientes con formas progresivas mostró una menor carga de desmielinización en zonas de la sustancia blanca con formación de nódulos microgliales, así como áreas de desmielinización en zonas aparentemente remielinizadas con inflamación residual. El sustrato histopatológico de la atrofia cortical aún se desconoce, si bien nuevos hallazgos de RM aportados por el estudio de Klaver et al [62] en 11 cerebros post mortem concluyen que, aunque la distribución histológica es heterogénea, la atrofia de la sustancia gris visible en la RM tiene como sustrato predominante una pérdida axonal y neuronal que no se correlaciona con la desmielinización. El patrón inmunológico de desmielinización también se muestra heterogéneo entre individuos, lo cual sugiere que los mecanismos y dianas de daño tisular en lesiones tempranas de EM pueden diferir entre los distintos grupos de pacientes [63]. El análisis longitudinal del patrón lesional en muestras de biopsias secuenciales o muestras de biopsia y autopsia mediante inmunohistoquímica muestra una homogeneidad histopatológica que se mantiene en 275 O. Fernández, et al Tabla. Papel de los biomarcadores en el suero y el líquido cefalorraquídeo. Activación inmune y daño tisular Activación inmune Niveles séricos de marcadores de superficie, ARNm, micro-ARN, etc.; niveles en el LCR de citocinas/quimiocinas, MMP, etc. Factores inmunes solubles Niveles séricos de citocinas, anticuerpos, micro-ARN, etc. Daño tisular Niveles séricos de neurofilamentos; niveles en el LCR de MBP, neurofilamentos, etc. KIR4.1 Bandas oligoclonales intratecales Diagnóstico/pronóstico Índice de inmunoglobulina G Quitinasa 3-like 1 en el síndrome clínico aislado Subunidad ligera de los neurofilamentos en el síndrome clínico aislado Gammapatía monoclonal (interferón β) Farmacovigilancia Cribado inicial Serología VVZ, VJC (inmunosupresión) Serología VJC (natalizumab) Seguimiento CD56 brillantes (daclizumab) Anticuerpos neutralizantes (interferón β y natalizumab) Potenciales marcadores sustitutivos del tratamiento Potenciales futuros marcadores de respuesta basal Degeneración axonal Niveles en el LCR de neurofilamentos Distintivo del interferón de tipo 1 Patogénesis y activación inmunológica Perfiles transcriptómicos de células mononucleares de sangre periférica Los anticuerpos anti-MOG podrían asociarse con un amplio espectro de enfermedades desmielinizantes del sistema nervioso central. Un estudio reciente muestra títulos elevados en población pediátrica con encefalitis aguda diseminada, EM, neuromielitis óptica, AQP-4(–), neuritis óptica aislada o mie­ litis transversa, pero no en los adultos con dichas patologías [71]. Otros estudios, utilizando arrays de ADN, han evidenciado una respuesta heterogénea de anticuerpos frente a diferentes antígenos de la mielina, como CNP, MBP, MOG y PLP [72]. Es importante destacar el hecho de que el tratamiento con metilprednisolona disminuye claramente la reactividad de autoanticuerpos, de cara a la realización, en la práctica clínica, de punción lumbar en pacientes en tratamiento con corticoides, por posibles resultados negativos. ARNm: ARN mensajero; LCR: líquido cefalorraquídeo; MBP: proteína básica de la mielina; MMP: metaloproteinasas de la matriz; VJC: virus John Cunningham; VVZ: virus de la varicela zóster. cada paciente, una observación con implicaciones potencialmente importantes para el enfoque terapéutico individualizado. Biomarcadores en el líquido cefalorraquídeo: estado actual y aplicación clínica Diagnóstico y pronóstico de la enfermedad El canal de potasio KIR4.1 ha demostrado ser una diana de la respuesta de autoanticuerpos en un grupo de pacientes con EM [64], al presentar unos niveles séricos más elevados, en comparación con otras enfermedades neurológicas y sujetos controles. No obstante, aunque los resultados han sido re- 276 plicados en dos grupos independientes, es necesaria su evaluación en otras series. Las BOC de IgM predicen una mayor discapacidad y una mayor actividad de la enfermedad [65,66] (Tabla). La quitinasa 3-like 1 se ha validado como un marcador pronóstico de conversión a EM y de gravedad de la enfermedad en pacientes con síndrome clínico aislado [67], y la subunidad ligera de los neurofilamentos (NfL) aparece como buen marcador pronóstico de la evolución a EM de los síndromes neurológicos aislados [68] (Tabla). La utilidad de la GFAP en el líquido cefalorraquídeo en el diagnóstico y pronóstico de enfermedades inflamatorias desmielinizantes (neuromielitis óptica, neuromielitis óptica seronegativa, EM, enfermedad desmielinizante tumefactiva y enfermedad de Behçet) la abordaron Nishiyama et al [69] sobre la base de estudios patológicos previos en neuromielitis óptica que muestran una extensa pérdida de GFAP y de acuaporina-4 (AQP-4), sobre todo en regiones perivasculares [70]. Como principales resultados se destacaron los niveles elevados de GFAP que se observan en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con neuromielitis óptica, y un caso de neuromielitis óptica seronegativa con elevados niveles de GFAP que posteriormente seroconvierte. Estos hallazgos reflejan un daño astrocitario y el posible papel de la GFAP como biomarcador de neuromielitis óptica en determinados casos. Daño axonal y neuroprotección La presencia de neurofilamentos en el líquido cefalorraquídeo como posible marcador de neurodege- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 Novedades presentadas en el XXIX Congreso del ECTRIMS neración, junto con los hallazgos preclínicos y a efectos de la pérdida de volumen neuronal que sugieren un posible efecto neuroprotector del fingolimod, han sido las premisas para el desarrollo de un estudio que pretendía demostrar una reducción de los niveles de NfL en los pacientes del estudio FREEDOMS tratados con fingolimod (0,5 mg y 1,25 mg) durante un año [33]. Después de 12 meses de tratamiento, se observó una reducción significativa en los niveles de NfL frente a placebo (p = 0,001), que se asoció con ambas dosis de fingolimod. En línea con lo expuesto, el tratamiento con natalizumab también disminuye claramente los niveles de NfL en el líquido cefalorraquídeo, y posiblemente la acumulación de daño axonal en las formas recidivantes de EM [73]. Estos hallazgos refuerzan la justificación de la determinación de los NfL como medida de neurodegeneración y su uso en el seguimiento del posible papel neuroprotector del tra­ tamiento. Además, la liberación de NfL al líquido cefalorraquídeo se ha asociado estrechamente con la presencia de BOC de IgM [74]. Predicción del riesgo Las BOC de IgM frente a lípidos han resultado ser un factor protector del desarrollo de leucoencefalopatía multifocal progresiva en los pacientes tratados con natalizumab. Un estudio nacional en 365 pacientes con EM tratados con natalizumab ha demostrado que el porcentaje de pacientes con leucoencefalopatía multifocal progresiva es superior entre los pacientes negativos para BOC de IgM frente a lípidos que entre los de BOC de IgM(+). Asimismo, la combinación de la IgM con el factor de estratificación del riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva en presencia de anticuerpos antiVJC mostró un riesgo de desarrollar leucoencefalopatía multifocal progresiva similar entre los pacientes anti-VJC(–) y entre los pacientes anti-VJC(+) e IgM(+), mientras que el grupo de mayor riesgo eran los pacientes anti-VJC(+) e IgM(–). Otra novedad en la identificación de nuevos biomarcadores para predecir el riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva viene del trabajo de Schneider et al [75], quienes han evaluado el papel de los niveles de L-selectina (CD62L). Para ello, analizaron y compararon los niveles de L-selectina en pacientes tratados con natalizumab que desa­ rro­llaron leucoencefalopatía multifocal progresiva con aquellos que no la desarrollaron. Asimismo, compararon con controles sanos, pacientes con EM no tratados y pacientes que desarrollaron leucoencefalopatía multifocal progresiva sin tratamiento www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280 con natalizumab. De forma sorprendente, la L-selectina (CD62L) mostró una fuerte correlación con el desarrollo de la leucoencefalopatía multifocal progresiva. El porcentaje de expresión de L-selectina (CD62L) por las células T CD4+ fue significativamente inferior en los pacientes que desarrollaron leucoencefalopatía multifocal progresiva previamente al diagnóstico comparados con los pacientes tratados con natalizumab sin leucoencefalopatía multifocal progresiva, unos hallazgos que apuntan a que una falta de expresión de L-selectina (CD62L) puede ser un biomarcador para la evaluación individual del riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva y, por tanto, se podría incorporar como posible medida dentro de la estrategia de la estratificación del riesgo en pacientes tratados con natalizumab. De hecho, los autores concluyen que una determinación de niveles de selectina < 15% después de 18 meses de tratamiento que se repite al cabo de un mes resulta motivo para considerar el cese del tratamiento. Obviamente, son datos que necesitan la validación en una cohorte mayor de pacientes. Conclusiones La EM es más frecuente en las mujeres, aunque se comporta de forma más benigna, estando las hormonas gonadales parcialmente implicadas en estos cambios, y cuya función resulta dependiente de la dosis y la edad en ensayos clínicos. En general, la evidencia disponible sugiere que las hormonas sexuales femeninas tienen más efecto antiinflamatorio y la testosterona más actividad neuroprotectora. Los estudios de la caracterización del componente genético de la enfermedad encuentran nuevas asociaciones o variantes genéticas raras, y la lista de genes de riesgo para la enfermedad se amplía a 110 fuera de la región HLA. Las nuevas evidencias sobre el principal factor de riesgo genético para la EM sugieren cambios epigenéticos que modifican la expresión de los genes. Aparte de los ya conocidos factores ambientales de riesgo para la EM, los nuevos factores desencadenantes apuntan hacia las infecciones y hábitos de vida, como un elevado consumo de tabaco e ingesta de sal, así como un índice de masa corporal elevado y consumo de alcohol entre los más jóvenes. La importancia de la genética y del ambiente en la EM ha dado paso a la evidencia de que la susceptibilidad a la enfermedad está determinada por cambios epigenéticos, muchos de los cuales se consideran localizados en la región MHC, a pesar de que la confir- 277 O. Fernández, et al mación molecular de dichos mecanismos y su localización continúa siendo difícil. En los mecanismos de inflamación, las proteínas del complejo axoglial actúan como dianas antigénicas iniciales en lugar de las proteínas de mielina, y la respuesta Th17 interviene en la disminución de la actividad de la enfermedad. Las células B se han visto implicadas en la producción de citocinas tóxicas para los oligodendrocitos. La oxidación mitocondrial inducida por especies reactivas procedentes de la microglía precede al cambio morfológico del axón y desencadena una degeneración axonal local que puede ser reversible. Este daño oxidativo es la vía dominante de degeneración y lesión tisular en las lesiones corticales de EM. La atrofia de la sustancia gris se explica por la pérdida axonal y neuronal, y no se correlaciona con la desmielinización, y en las formas progresivas, la inflamación difusa se asocia con una remielinización menos permanente. Entre las novedades de los biomarcadores en el líquido cefalorraquídeo destaca la validación de la quitinasa 3-like 1 como marcador pronóstico de conversión a EM. Las BOC de IgM y la L-selectina se podrían incorporar como posibles medidas dentro de la estrategia de la estratificación del riesgo en pacientes tratados con natalizumab. La segunda parte de este artículo [76] se centra en la imagen del diagnóstico y diagnóstico diferencial, en la monitorización clínica y paraclínica de la neurodegeneración, progresión y discapacidad, y en la imagen funcional y conectividad neural. Finalmente, la tercera parte [77] aborda los efectos del tratamiento inmunomodulador en la historia natural de la EM, recoge posibles estrategias terapéuticas futuras que pasan por los modelos experimentales, y expone los ensayos clínicos en marcha y futuros tratamientos. Bibliografía 1. Mackenzie IS, Morant SV, Bloomfield GA, Macdonald TM, O’Riordan J. Incidence and prevalence of multiple sclerosis in the UK 1990-2010: a descriptive study in the General Practice Research Database. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 2013 Sep 19. [Epub ahead of print]. 2. Kingwell E, Marriott JJ, Jette N, Pringsheim T, Makhani N, Morrow SA, et al. Incidence and prevalence of multiple sclerosis in Europe: a systematic review. BMC Neurol 2013; 13: 128. 3. 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The most relevant data presented at the 29th Congress of the European Committee for Treatment and Research in Multiple Sclerosis (ECTRIMS), held in October 2013 in Denmark, were summarised at the sixth edition of the Post-ECTRIMS Expert Meeting, held in Madrid in October 2013, resulting in this review, to be published in three parts. This first part of the Post-ECTRIMS review presents an update on gender differences in multiple sclerosis (MS) as well as new evidence on the impact of sex hormones on the disease. We should consider that there is still much to discover with regard to the genetic components of the disease. Similarly, possible infections and lifestyle habits are added as triggers of the known environmental risk factors for MS. The interaction between genetics and the environment has been increasingly implicated as a cause of susceptibility to MS. With regard to the mechanisms of inflammation, axo-glial proteins, instead of myelin proteins, may be the early antigenic targets, and B cells have been implicated in the production of cytokines toxic to oligodendrocytes. Chitinase 3-like 1 (CHI3L1) is validated as a prognostic marker of conversion to MS, and immunoglobulin M oligoclonal bands and L-selectin could be incorporated as possible measures of the risk stratification strategy in patients treated with natalizumab. Key words. Epigenetics. Inflammation. Multiple sclerosis. Sex. Tissue damage. 280 www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 59 (6): 269-280