Untitled - Museo Del Greco

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 Elena Vázquez Dueñas Doctora en Historia del Arte Jueves 27 de octubre 19 horas Museo del Greco Felipe de Guevara (c. 1500‐1563). Coleccionismo y crítica de arte en la corte de Felipe II. Vermeyen, J.C., Felipe de Guevara, 1531, Sterling and Francine Clark Art Institute, Williamstown, Massachusetts. Hacia 1560 el cortesano Felipe de Guevara, en los últimos años de su vida, emprendió la tarea de escribir un tratado de pintura en castellano a partir de su lectura de distintos textos clásicos. Sin embargo, a pesar de ser el primero en llevar a cabo una obra semejante en España, no tuvo repercusión alguna, permaneciendo inédita hasta el siglo XVIII. Únicamente, el arquitecto de El Escorial, Juan de Herrera pareció mostrar interés por ella, como lo demuestra la presencia del manuscrito entre sus bienes, tal y como consta en el inventario que se hizo a su muerte en 1597. A lo largo de esta conferencia buscaremos las causas que expliquen esta escasa repercusión y nos sumergiremos en el contenido de esta obra que lleva por título Comentario de la pintura y pintores antiguos. además el papel desempeñado por este Analizaremos cortesano en la Corte de Felipe II, y haremos un recorrido por las distintas facetas en las que destacó: anticuario, numismático, coleccionista de pinturas y monedas, y tratadista de arte. Santiago Arroyo Esteban Jueves 24 de noviembre 19 horas Museo del Greco Diálogo de la Pintura: Tiziano y El Greco Son muchas las fuentes que sitúan a El Greco en el taller de Tiziano Vecellio durante su estancia en Venecia de finales de los años sesenta del siglo XVI. Aun cuando dicha noticia sea de una dudosa veracidad, lo cierto es que su fama de discípulo del gran pintor cadorino le precedió en su posterior viaje a Roma y probablemente le acompañase cuando decidió trasladarse a España en 1577, precisamente al año siguiente de la muerte de Tiziano. Es probable, por tanto, que Felipe II, tras haber perdido al que sin duda era su pintor favorito, viese en el artista cretense la posibilidad de perpetuar el estilo de Tiziano en la decoración de su magna construcción del Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial. La prueba de fuego que se le impuso a El Greco fue la ejecución del Martirio de San Mauricio y la Legión Tebana que, sin embargo, acabaría por no contentar al monarca. Su fracaso le negó posteriores encargos regios. No es en sí la relación directa entre Tiziano y El Greco la que articulará nuestra intervención, sino el vínculo teórico‐pictórico existente entre ambos. Para ello, partiremos de Dialogo della pittura publicado en 1557 por Lodovico Dolce, que fue, de entre todos los textos escritos sobre pintura en el siglo XVI, el que mejor plasmó y teorizó las ideas pictóricas de Tiziano. El escrito de Dolce, homenajeado en el título de la conferencia, servirá pues de base para analizar de qué modo las ideas del pintor cadorino y las del cretense pueden considerarse afines (sin perder nunca de vista que el Dialogo precede por lo menos en 10 años a la llegada de El Greco a Venecia y que quizá Dolce no tuviera ocasión de conocerlo antes de morir en 1568), especialmente en lo que se refiere a su idea del colorito y al espíritu contestatario de ambos a Giorgio Vasari y a Miguel Ángel. Será por tanto necesario contextualizar nuestra intervención acudiendo a otras valiosísimas fuentes a nuestra disposición, especialmente el ejemplar de la segunda la edición de las Vite de Vasari (1568) que el Greco poseyó y anotó con todo tipo de reveladores comentarios. Incidiremos asimismo que ese “vínculo” con Tiziano costó caro al artista cretense, valorado por la crítica inmediatamente posterior en cuanto su arte más se acercaba al del cadorino. Si a Francisco Pacheco ya se le hacía complicado disertar sobre El Greco, y lo hacía con una reverencia no ausente de incomprensión, los teóricos posteriores, especialmente Antonio Palomino, pondrán precisamente en el Martirio de San Mauricio escurialense el punto de inflexión a partir del cual El Greco dejó de ser ese magnifico discípulo del cadorino para convertirse en un pintor extravagante y fantasioso, arrebatándole todo fundamento intelectual a su arte. 
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