Sanidad Pública en España revista de estudiantes otoño 2009 centro de estudios de sevilla autores Segio ALBA / Universidad de Sevilla Ryan BRAMLETT / University of Colorado at Boulder Fátima CABAÑAS / Universidad de Sevilla Mª José DE CASTRO / Universidad de Sevilla Ana GÓMEZ / Universidad de Sevilla Cristina GONZÁLEZ / Universidad de Sevilla Antonio GUTIÉRREZ / Universidad de Sevilla Heather HANHARDT / University of Wisconsin-Madison Valerie HARTSHORN / Mount Holyoke College Victoria HILL / Elon University Kate LOFTESNESS / University of Oregon Pedro LÓPEZ / Universidad de Sevilla Leticia MARTÍN / Universidad de Sevilla Fernando NARANJO / Universidad de Sevilla Nichole OSINSKI / University of Indiana Marilyn PÉREZ / The Pennsylvania State University Edison REYES / Universidad de Sevilla Thomas ROBERTS / The Pennsylvania State University Renee ROBINSON / Elon University Gloria ROMERO / Universidad de Sevilla Catherine ROSS / Elon University Kelly SNODGRASS / University of Illinois at Urbana Champaign www.ciee.org/masmenos Sanidad Pública en España Maritheresa F. Frain, Ph.D.: Directora del Centro de Estudios de CIEE en Sevilla Oscar Ceballos: Coordinador, editor, y diseñador gráfico José Enrique García: Coordinación de estudiantes de la Universidad de Sevilla y revisión de traducciones inglés-español Eduardo del Campo: Edición de textos originales, asesoramiento periodístico Olga Merino: Coordinadora Residente del Programa de Liberal Arts Kate LOFTESNESS: Revisión de textos en inglés contenidos El precio de lo que sale “gratis” Kate LOFTESNESS / traducción de Ana Gómez.................................................... La voz de la elección Victoria HILL / traducción de Fernando Naranjo............................................... La batalla entre salud y probreza Kelly SNODGRASS / traducción de Gloria Romero............................................... La fuerza del hábito Ryan BRAMLETT / traducción de Pedro López.................................................... Pacientes dispuestos a esperar por una atención de calidad Thomas ROBERTS / traducción de Sergio Alba.................................................... El coste de la enfermedad mental Heather HANHARDT / traducción de Fátima Cabañas....................................... Tres kilogramos de vida Renee ROBINSON / traducción de Edison Reyes................................................. ¿Así que quieres ser médico? Nichole OSINSKI / traducción de Leticia Martín................................................. revista de estudiantes otoño 2009 ¿Qué tiene de fantástico el mundo del mundo del plástico? Catherine ROSS / traducción de Cristina González........................................... Si el hombre pudiera decir lo que ama Valerie HARTSHORN / traducción de Mª José de Castro................................. Luz en una comunidad de esperanza Marilyn PÉREZ / traducción de Antonio Gutiérrez........................................... seville study center Impresión : ESCANDÓN S.L. © ciee study center in seville. 2009 Depósito Legal: CA-411-2009 ISSN 1885-5490 Facultad de Filología, Dpto. de Filología Inglesa (Lengua Inglesa) 04 05 07 08 09 11 12 13 15 16 17 CIEE Seville Study Center C/ Muñoz y Pabón, 9 41004 Sevilla tel: 954 41 20 02 fax: 954 22 24 70 publications: oceballos@ciee.org www.ciee.org/masmenos www.ciee.org 1.800.40.STUDY studyinfo@ciee.org NOTA DEL EDITOR L os ciudadanos españoles cuentan con una cobertura sanitaria universal. La Constitución de 1978 establece en sus artículos 40 y 49 “el derecho de todos los ciudadanos a la protección de la salud, siendo los Poderes Públicos los encargados de ejercerla”. Hoy día, tal prestación la facilita una red pública formada por los servicios de salud de las 17 comunidades autónomas del país, la cual se encuentra bajo el escrutinio permanente de los usuarios. A pesar de las muchas críticas que se le hacen, la percepción que del conjunto se tiene es positiva. Son los ciudadanos, a través de sus impuestos y cotizaciones a la seguridad social, los que sufragan el gasto sanitario en España. En el año 2006, éste alcanzó los 53.000 millones de euros, un 5,9 por ciento del PIB nacional. Esto supone un gasto por persona y año de 1.139 euros, en un contexto de constante aumento presupuestario. El sistema, por más que esté dotado de los mayores avances técnicos y de un amplio número de cualificados profesionales, apenas da abasto a cubrir las necesidades sanitarias de una población cada vez más exigente a la vez que longeva. El elevado número de usuarios que no son contribuyentes netos y que cada vez requieren de la sanidad pública durante más años y con más frecuencia es uno de los grandes problemas para la viabilidad del sistema, aunque no el único. Los usuarios han aún de soportar largas listas de espera para consultar a un especialista o para ser operados. Los servicios de urgencias están masificados cuando no colapsados. Los hospitales son en general incómodos. Los profesionales de la medicina pública son retribuidos en España de manera sustancialmente inferior a los de la mayoría de países desarrollados, incluídos los Estados Unidos, y su motivación se ve además mermada por una excesiva politización de la gestión sanitaria. Sin embargo, España es Óscar Ceballos por ejemplo el país del mundo en el que se realiza el mayor número de transplantes de órganos por habitante. La asistencia sanitaria es de gran calidad y está garantizada para el conjunto de ciudadanos, vivan en una gran ciudad o en el lugar más remoto y apartado. Con todos sus defectos, sería pues inconcebible para los españoles como para los más de dos millones de extranjeros que residen de forma legal en España, que se limitara en modo alguno su derecho a la asistencia sanitaria. En los Estados Unidos en cambio, un 25 por ciento de la población carece de la misma. Ha sido con la idea de acabar con una discriminación tan dramática como ésta, que el Presidente Obama ha establecido como prioridad absoluta de su mandato la reforma del sistema público sanitario. Gracias al contacto con profesionales, futuros profesionales y usuarios de la sanidad pública que los estudiantes participantes en más+menos 13 han tenido, hemos aumentado nuestra perspectiva sobre un debate tan lleno de paradojas como de cuestiones morales, todas las cuales nos obligan a considerar muy seriamente qué es lo que se debe hacer. Lo primero es informarnos y conocer la realidad. Queremos agradecer a todos esos profesionales de la salud los conocimientos, opiniones y experiencias que tan generosamente han compartido con nosotros: Javier Conde, Joana Marín, Antonio y Carlos Jiménez, Eduardo Quiroga, Luz Viudes, Teresa Torre, Frank García-Castrillón, Josefa Espinaco y Dolores Galindo; igualmente a los estudiantes de medicina de la Universidad de Sevilla, que nos han mostrado su facultad y nos han hablado de sus esperanzas y de sus preocupaciones; y, antes que a nadie, a los propios usuarios de la sanidad pública, que son los que le ha dado realidad a nuestras historias. EL PRECIO DE LO QUE SALE “GRATIS” Kate Loftesness / traducción Ana Gómez Más de 30 años después de convertirse en un derecho exigido constitucionalmente, el sistema sanitario público español lucha contra los crecientes costes y el mantenimiento de un nivel alto de asistencia para todos los ciudadanos. I magine que descubre que tiene cáncer, SIDA u otra enfermedad seria que podría costar cientos de miles de dólares en tratamientos médicos. Ahora imagine que tiene la garantía de poder recibir todo el tratamiento que necesite, completamente gratuito. Esto sería algo difícil de concebir para los americanos, pero para los ciudadanos españoles es una realidad. La asistencia sanitaria pública ha sido objeto de gran atención tras el reciente impulso que pretende dar el presidente de Estados Unidos Barack Obama al sistema público de salud, pero para muchos americanos la idea de recibir un tratamiento médico costoso completamente gratis parece demasiado buena para ser cierta. En España, el gobierno ha proporcionado asistencia sanitaria universal durante décadas, pero los españoles todavía se enfrentan a las mismas dudas. El sistema público de salud español ha sido objeto de atención por su amplio alcance y eficacia así como por sus defectos, incluyendo gastos enormes que continúan aumentando en medio de una crisis económica. En 1978, la Constitución española ofrecía a todos los ciudadanos el derecho a una asistencia sanitaria universal. Hoy en día, el sistema que administra este derecho está dividido en 17 comunidades autónomas que funcionan independientemente unas de otros, incluido el Servicio Andaluz de Salud (SAS). El SAS mantiene 1.491 centros médicos, donde los andaluces pueden recibir atención médica primaria y especializada. El Dr. Francisco Javier Conde García, médico internista del hospital Virgen Macarena y profesor de la Universidad de Sevilla, cree que el sistema público de salud logra con éxito la cobertura de salud universal recogida por la constitución española. “Es una realidad. Aquí no se discrimina a nadie”, afirma el Dr. Conde. Opiniones diversas Sin embargo, no todo el mundo está contento. Esther Menacho Dorado, que forma parte del equipo de edición y producción del programa de Canal Sur Radio El Público, oye muchas quejas acerca de los defectos del sistema. “Cada tarde, recibimos llamadas de oyentes que nos cuentan lo que les pasa, lo que les preocupa”, explica Esther. “Uno de los problemas que aparecen con más frecuencia es el problema de la salud: andaluces descontentos porque Aunque Manuel padecía un caso muy serio de queratocono, la misma enfermedad que tenía su madre, el SAS le dijo que no era una enfermedad grave y no cubriría el implante de anillos en la córnea que los médicos veían necesario para que pudiera conservar la vista. Esta operación, que puede costar entre 4.000 y 6.000 euros por ojo, era demasiado cara para Manuel o su familia. Después de denunciar al SAS públicamente y dar a conocer su caso en la radio, un médico privado se enteró de la difícil situación y operó a Manuel y su madre gratis el pasado mes de noviembre. La operación, que ahora cubre el SAS en parte gracias a la protesta pública de Manuel, detuvo el avance del queratocono, aunque él todavía tiene problemas para ver. “Yo me siento mosqueado con el sistema de salud. Si me hubieran diagnosticado esta enfermedad hace cuatro años, ahora tendría gafas, pero vería mucho más de lo que veo. Ahora mismo, estoy mosqueado, muy mosqueado”, afirma Manuel. Aunque el caso de Manuel no es un ejemplo aislado, las estadísticas hablan muy bien de los servicios del SAS. Según una encuesta del SAS, el 88,2 por ciento de los usuarios reconocen estar “satisfechos” o “muy satisfechos”, y el 50 por ciento dicen que los médicos son “muy buenos”. Yasameen Raissinia, estudiante de 21 años de San José, California, que participa en el “Programa de Negocios Internacionales y Cultura” de CIEE, conoció el sistema sanitario español en su tercer día en Sevilla cuando fue a Urgencias en Triana con un pie roto. “No había absolutamente nadie. Entramos y salimos en media hora”, comenta Raissinia. El sistema público de salud español ha sido objeto de atención por su amplio alcance y eficacia así como por sus defectos, incluyendo gastos enormes que continúan aumentando en medio de una crisis económica. 04 / más+menos llevan meses esperando a que les vea un especialista, informes médicos perdidos, solicitudes de una segunda opinión médica que nunca llegan o enfermedades que el SAS no cubre”. Manuel Barragán García, onubense de 21 años, se puso en contacto con El Público después de que el SAS le negara la cobertura de una costosa operación que necesitaba para evitar quedarse ciego. “Lo que tenía era una enfermedad que deformaba la córnea e iba a llegar a un punto que la córnea se iba a ir abriendo como una flor hasta perder la visión por completo”, explica Manuel. Los médicos la escayolaron y le mandaron unos medicamentos, incluyendo una inyección diaria en el estómago para aumentar la circulación sanguínea del pie. Como no es ciudadana española, Raissinia tuvo que pagar cerca de 180 euros en total que su seguro privado le reembolsará una vez que se hayan hecho los trámites. Una semana después de la visita a Urgencias, Raissinia volvió para ver a un traumatólogo, y allí se encontró con mucha más gente y una hora de espera. Este médico le dijo que los rayos X no eran concluyentes y a lo mejor ni siquiera se había roto el pie. Ya no tuvo que llevar la escayola ni usar muletas, pero el dolor duró un mes y aún no sabe exactamente lo que pasó. “En general, la atención y el servicio de Urgencias fueron geniales”, explica Raissinia. “En realidad no sé lo que sucedió. Puede que el médico fuera un poco incompetente”. El Dr. Conde admite que la falta de motivación en el personal médico es un problema en el sistema sanitario español: “La gente está quemada”. Ve también otros problemas importantes en la excesiva burocracia, la falta de comunicación, las largas listas de espera y los gastos cada vez más grandes. ¿Puede España hacer frente a su sistema sanitario? Con la crisis económica actual, el coste del sistema público de salud español está en el centro de un creciente debate público. Aunque el español es uno de los sistemas menos caros de todos los países occidentalizados, con un coste menor que el de Estados Unidos, Alemania, Japón y Reino Unido, aun así necesitó 53.000 millones de euros en 2006, el 5,9 por ciento del PNB. Un informe actual de Fedea, Fundación de Estudios de Economía Aplicada, demuestra que los gastos actuales no son sostenibles. Entre 2003 y 2007, el déficit del sistema de salud nacional aumentó 11.000 millones de euros, y el informe Fedea estima que si las tendencias actuales continúan, podría exceder los 50.000 millones de euros para 2020. El Dr. Conde atribuye la mayor parte de este incremento a una población envejecida y un número mayor de pacientes crónicos. Según un artículo reciente de El País, en 10 años, uno de cada cinco españoles tendrá más de 65 años. “La edad ya no es tan limitante como antes”, aclara el Dr. Conde. “Los pacientes se van cronificando más”. El Dr. Conde añade que una tecnología médica más cara, el mayor número de inmigrantes y las cambiantes expectativas del usuario también sobrecargan el sistema actual. El ciudadano español común va al médico ocho veces al año, un 40 por ciento más que el promedio del resto de la Unión Europea. El Dr. Conde señala que una forma importante de reducir los costes es cambiar la manera de pensar de la gente: “No puedes ir al médico por una tontería. No es un problema del sistema; es un problema del usuario”. Aunque con sus defectos y aspectos que mejorar, él tiene fe en los fundamentos del sistema: “A pesar de lo crítico que yo soy, el sistema funciona muy bien. Considero que aquí en España es un éxito, y esto no va a cambiar”. La voz de la elección Victoria Hill / traducción Fernando Naranjo Los dieciséis fue una vez considerada una edad de transición: de la inocencia a la experiencia; de la ingenuidad al conocimiento. Ahora la relacionamos con hormonas revueltas, conductas arriesgadas y la decisión final. Con la reciente aprobación por el gobierno socialista español de leyes que suavizan el aborto y las restricciones sobre la píldora del “día después”, la controversia se va generalizando. Á ngela se dirige nerviosa hacia el cruce de San Jacinto con Pagés del Corro y gira a la izquierda. Estruja un billete de veinte euros contra la húmeda palma de su mano: el dinero ganado la noche del miércoles pasado por cuidar de sus dos primos. El corazón le late con fuerza mientras la pregunta “¿Qué he hecho?” retumba en su cabeza. Entra en la farmacia, se acerca al mostrador y confiesa tímidamente: “Hola, necesito comprar la píldora del día después.” Ángela, como cualquier otra mujer española mayor de 16 años, puede comprar la así llamada “píldora del día después” sin prescripción, siguiendo la nueva legislación presentada al parlamento español por Bibiana Aido, Ministra de Igualdad, y aprobada el 6 de octubre de 2009. Además, cualquier joven de 16 años o mayor puede también abortar sin el permiso de sus padres o tutores legales. De acuerdo con esta nueva ley, el límite para abortar está establecido en las 14 semanas de embarazo. Desde 1985, el aborto en España sólo se permitía para las menores de 18 años (como para el resto de mujeres, sin importar la edad) en caso de violación, enfermedad mental o, en ocasiones, cuando el feto corre algún peligro. Pero ahora, “todas las circunstancias de aborto son subvencionadas por la sanidad pública. Un médico puede decir que no por motivos de conciencia, y hay que respetarlo. Pero todos los casos son costeados”, explica el Dr. Javier Conde García, miembro facultativo de la Unidad de Medicina Interna del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. El Diario de Sevilla documentó que el 7 de octubre de 2009, un día después de la aprobación del proyecto de ley, había 400 farmacias en la ciudad y 800 en Andalucía que vendían la píldora, la cual sirve para interrumpir el embarazo en las horas o días inmediatamente posteriores a las relaciones sexuales. La reciente aprobación de estas leyes ha causado un debate radical dentro de la sociedad española y las opiniones están divididas. El 44% más+menos / 05 de los adultos españoles apoyan los cambios propuestos, mientras que el 46% se oponen, de acuerdo con una encuesta de 2.000 entrevistas telefónicas realizada por el Instituto Noxa para el periódico La Vanguardia. Pro-vida “O torgar al aborto la connotación de que no sólo está permitido sino que es socialmente aceptable es el mayor problema. El aborto es considerado entonces un derecho irrevocable. Cuando una nueva ley sólo ayuda a un puñado de personas, la ley deja de ser una ley, y pasa a ser una esclavitud, a la que la mayoría general es sometida como esclavos”, explica Francisco J. González, subdirector de Fundación Vida, una organización sita en Madrid dedicada a reducir el número de abortos. “Ninguna mujer es lo suficientemente madura para tomar esa decisión con independencia a los 16 años”, afirma Francisco. “Siempre se toma una decisión equivocada. No existe un buen aborto... Es un error enorme no proteger a la juventud en este sentido. Los padres son los únicos que pueden aconsejar sin ninguna influencia externa. Aunque su consejo puede no ser siempre el correcto, la juventud está obligada a reflexionar”. Junto con la ausencia de implicación parental, la falta de madurez es una cuestión importante para muchos. “Pueden conducir a los 18, pero abortar a los 16. Ahora dime si eso tiene sentido”, apunta Julia de 52 años, madre de dos niños. “La nueva ley del aborto está orientada hacia la clase baja y los ignorantes. Creo que una educación adecuada puede evitar estos problemas. El gobierno está actuando tarde, y es un problema que no saben cómo resolver... Esta ley va a causar muchos problemas por facilitar una solución a personas inmaduras”. El diario El País informó el 1 de noviembre de 2009 que “las mujeres con menos recursos abortan más tarde,” y la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) declaró que “más de una tercera parte de las mujeres que esperan más tiempo para abortar no habían completado el primer ciclo de sus estudios universitarios,” señalando una conexión entre la posición socioeconómica y el momento del aborto. Javi, estudiante universitario de 21 años, piensa como Julia, a pesar de la diferencia de edad. “Creo que la nueva ley es muy hipócrita. Permitimos a las chicas de 16 años o mayores abortar, pero seguimos protegiéndolas de muchas otras cosas. Si son menores para algunas cosas, deben serlo para todo”. tivos y condones, en lugar de tomar la píldora del día después o tener que someterse a un aborto...” explica Gladys, de 49 años y madre de tres niños. “Hay mucha oposición por parte de un gran porcentaje de la población española. Pero no creo que esta nueva ley vaya a provocar una conducta promiscua”. El Instituto Ramón Carande de Sevilla afronta uno o dos embarazos completos por año académico. “Estas son las chicas que eligen tener el bebé... hay muchas otras que han utilizado la píldora del día después”, subraya Encarnación Quiroga, consejera académica y psicóloga del centro. Los jueves, durante dos horas, una enfermera aconseja a los estudiantes sobre salud en general y educación sexual. La confidencialidad y regularidad de este programa inspira confianza y crea “una demanda de este servicio”, expone facilidad para abortar, la mayor disponibilidad de la píldora del día después puede acarrear un incremento de su uso como principal método anticonceptivo. Pero el Dr. Carlos GonzálezVilardell, Presidente de la Asociación de Profesionales Médicos de Sevilla, advierte que “podría haber un aumento de las enfermedades de transmisión sexual”. Además, esta nueva legislación tendrá indudablemente un impacto económico en el país. En 2006, las comunidades autónomas y el estado central funcionaban con un presupuesto sanitario total de 53.000 millones de euros (el 5,9 % del PNB), incluyendo procedimientos como el aborto y medicamentos como la píldora del día después. La nueva política hace que el aborto y la píldora del día después sean más fáciles de conseguir para más mujeres, pero sin garantizar que el gobierno gastará más dinero proporcionando estos servicios en el futuro y durante la crisis económica actual. Además de los asuntos financieros, esta divisiva legislación ya está planteando muchas cuestiones culturales, morales y políticas, dividiendo la opinión popular casi por la mitad y provocando un incremento de la confrontación entre el partido gobernante (PSOE) y el partido de la oposición (Partido Popular). Con todo esto en mente, mucha gente destaca que esta nueva legislación que facilita los abortos y la píldora del día después es más profunda de lo que podría parecer. “Mucha gente joven actúa sin pensar. Un gran error es creer que esta píldora será la solución a todo”, afirma Javi. Nicole, estudiante universitaria de 18 años, no lo ve de ese modo. Ella ha utilizado la píldora en varias ocasiones como una solución, todas justificadas por “un error de borrachera” o por “no tener condones”. Para ella, junto con otras muchas jóvenes, la opción es clara. “Fue una decisión muy fácil de tomar... Lo último que quiero es tener un niño”. “La edad a la que el sexo es una posibilidad es la edad adecuada para tomar la decisión. Ante todo prefiero que usen anticonceptivos y condones, en lugar de tomar la píldora del día después o tener que someterse a un aborto...” Pro-elección “L a edad a la que el sexo es una posibilidad es la edad adecuada para tomar la decisión. Ante todo prefiero que usen anticoncep- 06 / más+menos Encarnación. “Los estudiantes pueden venir al centro de salud, donde distribuimos la píldora del día después y los anticonceptivos. Las chicas normalmente tienen que tomar la píldora en la consulta, para comprobar que no se hacen trapicheos fuera... Los padres no se enteran de nada. Para las chicas, eso es extremadamente importante”. Un anticonceptivo subcutáneo, repartido inicialmente en 2003 en El Vacie, una barriada chabolista de Sevilla, y especialmente útil para mujeres que olvidan usar regularmente otros métodos, se está haciendo también muy popular. En algunos lugares del país, se les financia a los pacientes al 100%. El País declaró el 6 de junio de 2009 que desde diciembre de 2002 habían sido distribuidos 16.220 implantes. Josefa Espinaco, una de las coordinadoras del centro de salud del asentamiento, explica que la educación urge. “Allí, muchas mujeres no saben absolutamente nada acerca de la prevención del embarazo,” afirma Josefa. “Yo he tratado a una mujer de 26 años, con hasta ocho embarazos.” El futuro E n 2008, hubo 115.812 abortos voluntarios en España, un incremento del 3,27 % con respecto a 2007, según el Ministerio de Sanidad y Política Social. De estos, 10.221 fueron practicados en mujeres de entre 15 y 18 años, la mayoría en la sanidad privada. Junto a la gran La batalla entre salud y pobreza Kelly Snodgrass / traducción Gloria Romero Casas con suelos de tierra compacta y paredes de metal muy finas, sin calefacción, electricidad o agua caliente… En medio de la civilización occidental, esta vida premoderna todavía existe hoy en día, haciendo que sus habitantes gitanos sufran “innecesarias, evitables e injustas” enfermedades. M artes, 2 de noviembre, 9 de la mañana. Sebastián, de tres años, estaba tranquilamente sentado en su sillita delante de la guardería de El Vacie, esperando a que el día comenzase. Demasiado pequeño para comprender bien lo que ocurre a su alrededor, Sebastián miraba sentado con ojos sorprendidos cómo Pili, la supervisora de la guardería, consolaba a María, la mujer encargada de cuidar de los niños más pequeños (de 6 meses a 1 año). La situación se puso más difícil cuando otras madres comenzaron a llegar para dejar a sus hijos, preguntando qué había ocurrido para que María estuviera tan disgustada. En medio de todo este jaleo, María, llorando, se refugió en la habitación donde a uno de sus niños se le echará en falta para siempre. Durante el fin de semana de Halloween de 2009, el hermano de Sebastián, Antonio, con apenas 8 meses, murió de bronquitis de forma repentina e inesperada. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay una media anual de 8 muertos por cada 100.000 brotes de bronquitis, enfisema y asma en España. Pero este índice de mortalidad no justifica la muerte de Antonio ni el sufrimiento de María. El poblado chabolista de El Vacie está situado a solo unos minutos a las afueras de Sevilla, la cuarta ciudad más grande de España. Las grandes diferencias con respecto a la vida moderna resaltan aun más por la presencia de un tanatorio, un hospital concurrido y un hotel de 4 estrellas situado literalmente a unos pasos de la entrada de El Vacie. Las modernas carreteras pavimentadas se convierten de repente en un camino rudimentario hecho de tierra y arcilla, salpicado, cual decoración, de maleza seca y basura fermentadas bajo el sol de Andalucía. El poblado chabolista más antiguo de Europa, El Vacie, alberga actualmente a 930 habitantes según el censo más reciente. Esto supone un 20% de crecimiento en los últimos 4 años. La mayor parte de la población es de Andalucía, pero también hay una minoría de ascendencia portuguesa. Casi todos son gitanos. Con todos estos residentes en 90 casas y 50 chabolas sin calefacción ni agua potable, la accesibilidad a la asistencia sanitaria en El Vacie es de una extrema importancia. El desafío de mantener a todos los habitantes de El Vacie tan sanos como al resto de los ciudadanos de Sevilla ha persistido durante décadas. Según la Fundación Secretariado Gitano, la dramática marginalidad de los residentes de El Vacie provoca una esperanza de vida 10 años menor que la de la media de los ciudadanos de Sevilla. Dado que supuestamente tienen el mismo acceso a la sanidad pública que el resto de los ciudadanos españoles, el Ayuntamiento de Sevilla se ha estado coordinando con las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) para equilibrar esta estadística. Esta falta de ingresos en El Vacie explica el número de enfermedades que son “innecesarias, evitables e injustas”, como lo ha denunciado la Oficina del Defensor Andaluz ante el Parlamento autónomo en el Informe sobre erradicación del chabolismo en Andalucía presentado en 2005. “Mayores ingresos igual a mejoras en la salud”, afirma el Dr. Javier Conde, que trabaja en la Unidad de Medicina Interna del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. Situado a una mera distancia de 800 metros de El Vacie, este hospital público es el receptor habitual de los En medio de todo este jaleo, María, llorando, se refugió en la habitación donde a uno de sus niños se le echará en falta para siempre. habitantes del poblado chabolista cuya salud ha alcanzado un estado crítico. En un intento por solucionar este problema, las ONGs Fundación Gota de Leche y Aliento han dedicado mucho tiempo a cubrir las necesidades básicas de El Vacie. La Fundación Gota de Leche, creada en 1892 en París para mejorar la calidad de vida, crear hábitos de higiene saludables y mejorar el acceso a los recursos socio-higiénicos en los sectores de la población con más carencias, trabaja en El Vacie proporcionando desayunos y almuerzos, así como ropa y zapatos para los niños matriculados en los colegios públicos. La Fundación Aliento se encarga del mantenimiento de la guardería para los niños de El Vacie de entre 6 meses y 3 años. Su programa diario consiste en un desayuno con leche calien- te y galletas, un baño y ropa limpia, clases para aprender cosas como los números o los sonidos de los animales, y acaba con el almuerzo. Uno de los objetivos de la guardería es conseguir que los niños dejen de usar pañales y que sean capaces de comer por sí solos. Estos son los requisitos para poder entrar luego en el colegio en educación infantil. Pero aun con toda esta ayuda, todavía hay casos de “innecesarias, evitables e injustas” muertes como la de Antonio. Dolores Galindo, trabajadora social de Pino Montano B, el centro de salud público encargado de los residentes de El Vacie, afirma que muchos de los pacientes de esta zona son bebés, niños pequeños y embarazadas. Vienen por diversas razones, desde una picadura de insecto hasta infecciones respiratorias o enfermedades crónicas. Es verdad que la población de El Vacie aguanta muchos más problemas de salud, pero Dolores afirma que esto se debe en parte al hecho de que “no conocen nada sobre la prevención”. De acuerdo con el artículo del 1 de octubre de 2009 sobre los gitanos españoles publicado en El Mundo, solo un 47% de las mujeres se han hecho una citología y un mero 30% una mamografía. El entorno de El Vacie es otro factor importante. “Tal vez son más propensos, con más vulnerabilidad para contraer enfermedades”, continua explicando Dolores. De acuerdo con un informe de la ONG gitana Unión Romaní, “las ratas pasean por las calles como si fueran perros”. En el siglo XXI, los habitantes de El Vacie, como Antonio y su familia, todavía carecen de calefacción, aire acondicionado y agua potable. Sin embargo, para la comunidad gitana, la familia lo es todo, incluyendo una medicina extraordinaria. Con cuidados y atenciones de su hija y sus nietos, la mujer conocida como “la abuela de El Vacie”, María Díaz Cortés, consiguió llevar una vida relativamente saludable en una casa hecha con paredes de metal y suelo de tierra. Cuando murió en 2008, se pensó que María había sido la mujer más vieja de Europa; acababa de celebrar su 117 cumpleaños en el poblado chabolista al que había considerado su hogar durante más de 40 años. más+menos / 07 La FUERZA del HÁBITO Ryan Bramlett / traducción Pedro López Generaciones de españoles crecieron, vivieron y murieron fumando cigarrillos en una época en la que sus efectos nocivos eran desconocidos y se veía como algo glamuroso. Hoy, las restricciones legales para fumar en lugares públicos y la conciencia general sobre sus riesgos para la salud han cambiado el clima en el país que trajo por primera vez el tabaco de América a Europa hace 500 años. murió a la edad de ochenta y siete Joaquín años con un solo pulmón, ayudándose para respirar con una gran bombona de oxígeno que llevaba consigo en una silla de ruedas. “Quería parecer mayor”, decía su viuda, Rosario, explicando por qué su marido empezó a fumar con tan solo doce años. Encendiendo cigarrillos con su característico mechero metálico, Joaquín dio caladas durante la época antes de que el tabaco se asociara definitivamente con 25 enfermedades. Por el contrario, el hábito de fumar era signo de madurez e incluso de lujo. La aprobación por parte de celebridades como Marlene Dietrich y James Dean ensalzó la imagen del tabaco. Afirmaciones como “más médicos fuman Camel que cualquier otro tabaco”, de un anuncio de Camel en 1946, tranquilizaba a un público ignorante. Sin embargo, en 1957, un artículo de la BBC informó de que el Consejo de Investigación Médica había descubierto que “la conexión entre fumar y el cáncer de pulmón era un directo ‘causa-efecto’”. A pesar de la creciente evidencia, Joaquín siguió fumando hasta que los médicos se lo prohibieron. “No le importaba”, explicaba Rosario, sonriendo. “A él le gustaba y murió fumando”. Un cenicero de cristal limpio seguía aún en la mesa de la cocina. Con una expresión más seria, Rosario añadió: “Pero la última parte de su vida fue imposible”. En la actualidad, el tabaco lidera las causas de muerte evitables en España. Aproximadamente 54.000 españoles mueren cada año por temas de salud relacionados con el tabaco, alrededor de 1.000 personas cada semana. En 2003, la seguridad social española pagó alrededor de 3.919 millones de Euros para tratar seis de las enfermedades más comunes asociadas con el consumo del tabaco. En respuesta a esta “enfermedad crónica y adictiva”, la primera versión de la ley española anti-tabaco entró en vigor a principios de 2006. Esta ley prohibía fumar en muchos lugares públicos donde anteriormente había sido normal. Por ejemplo, se prohibió el consumo de tabaco en lugares de trabajo o en centros culturales españoles. Sin embargo, restaurantes, bares y otros “locales de ocio” de menos de cien metros cuadrados fueron excluidos de esta restricción. Aunque a algunos establecimientos se les exigió tener zonas para fumadores y no fumadores, la ley ha sido calificada de ineficaz. De hecho, se estima que de estos 350.000 locales, solo 40.000 han establecido zonas para fumadores o lo han prohibido por completo. En un bar lleno de gente cerca de la Plaza de la Alfalfa, un tupido velo de humo formaba una aureola alrededor de las luces de navidad colgadas de la pared. La camarera corría de un lado a otro atendiendo a clientes, con un cigarrillo encendido que sus labios apenas sujetaban. A través de los huecos entre la multitud en movimiento, los coloridos botones retroilumina- ción. La mayoría de la gente de mi edad fuma”. Al preguntarle si alguna vez evitaba lugares concretos debido a la cantidad de humo en el ambiente, respondió: “Tengo que aguantarme; no es que tenga mucha elección”. El propietario de una bulliciosa pizzería cerca de la Calle Feria, sin embargo, aprovechó la ley anti-tabaco. El suyo forma parte de la minoría de negocios en donde fumar se ha prohibido en el interior del restaurante. Dentro, algo parecía faltar en el bar mientras el olor a pizza caliente salía de la cocina. “Yo no fumo”, dijo, “y es una cuestión del aire que se respira; hay familias y niños que vienen aquí. La gente puede irse a fumar al patio si quiere”. Pronto, este tipo de ambientes podrían ser obligatorios. La nueva ley anti-tabaco, programada para entrar en vigor en 2010, prohibirá probablemente fumar en todos los locales públicos cerrados. Esta versión busca compensar las medidas tan “light” de la ley de 2006. Según la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, la primera ley sirvió como una “fase de evaluación”. La segunda versión viene en un momento en el que “estamos preparados para ampliar los términos de aplicación de la primera ley”. Para los propietarios y clientes de bares y restaurantes de Sevilla, esto significará un cambio drástico en su entorno. Según Antonio, un camarero de la Bodega de la Gitana, el cambio sería bien recibido. “No soy fumador y para mí es perfecto. No quiero trabajar en un sitio todo lleno de humo, pero no me queda otra”. El propietario de un famoso bar de tapas en la Plaza de la Alfalfa dio también su visión al respecto: “No fumo,” señaló, “pero para mí no importa mucho. El problema es la perspectiva que viene con la ley. Es como si los fumadores fueran criminales y eso no me gusta. ¡Vivimos en un país democrático!” ¿Y si quitan las máquinas expendedoras de tabaco? “El bar seguirá teniendo ganancias con o sin tabaco”. Manuel Fernández Vicario, presidente de la Unión de Asociaciones de Estanqueros de España, sugiere que tales medidas tendrán un En un bar lleno de gente cerca de la Plaza de la Alfalfa, un tupido velo de humo formaba una aureola alrededor de las luces de navidad colgadas de la pared. 08 / más+menos dos de la máquina de tabaco aguardaban a los clientes. En este bar, el cual está incluido en el ochenta por ciento de los “locales de ocio” a los que afecta el límite de tamaño, el único indicio de la ley anti-tabaco es la pegatina de advertencia situada en la caja registradora. Al preguntarle a la camarera acerca del trabajo en un local tan lleno de fumadores pasivos, ella simplemente responde: “No me importa en absoluto”. Entre fumadores, ésta suele ser una opinión común. Kaitlin, una estudiante de intercambio de Nueva York, ciudad en la que fumar en lugares públicos cerrados está estrictamente prohibido, se mostraba igualmente indiferente. “Yo soy también fumadora, así que estar alrededor de humo tampoco es que me moleste demasiado”, comentaba ella. ¿Qué pasa con los no fumadores que a menudo se encuentran en esta situación? Pedro, uno de los clientes del bar, respondía: “Me molesta porque no tengo elec- impacto económico. En su opinión, limitar el consumo o venta de tabaco podría “destruir parte de la economía.” De cualquier manera, Trinidad Jiménez está intentando acelerar la llegada de la nueva ley anti-tabaco con el fin de coincidir con el objetivo de la Unión Europea de estar fundamentalmente libre de humo para el año 2012. Más que una cuestión de economía, la importancia de la ley para la ministra es “la protección de la salud de nuestros ciudadanos”. Los 75 años como fumador de Joaquín proporcionan una perspectiva polifacética en este asunto. Aunque finalmente muriera por complicaciones de salud debidas al tabaco, sus ochenta y siete años sobrepasan con creces la expectativa de vida de un fumador habitual. Mientras que sus costes médicos fueron pagados por el estado, los impuestos de su tabaco probablemente superaron los gastos. Joaquín generó este hábito durante una época en la que fumar se veía glamuroso y como un signo de madurez. En la última media década, sin embargo, esta concepción se ha visto deteriorada por los peligros que conlleva. A punto de que la nueva La historia del ley anti-tabaco entre en vigor en 2010, parece que los cigarrillos van a ser erradicados. Pero en un país donde el treinta por ciento de la población por encima de los dieciséis años son fumadores, la eficacia está aún por verse. Como el trabajador de un bar puntualizó, con su cigarrillo encendido en el cenicero: “Puedes sacar el tabaco del negocio, pero no puedes sacarlo del fumador”. tabaco en Sevilla “Solo el Diablo puede dar a un hombre el poder de producir humo de su boca”. E sta declaración hecha por el Tribunal de la Inquisición española condenó al primer fumador en Europa a siete años de prisión. Rodrigo de Jerez volvió de El Nuevo Mundo con la tripulación de Colón. Tras haber observado la práctica de los indios de inhalar a través de tallos de caña de azúcar el humo procedente de una hoja seca quemándose, trajo algunas hojas consigo en La Niña. Al ser liberado, el hábito ya había empezado a afianzarse. Por el 1570, los conquistadores españoles ya importaban tabaco de América como un artículo de lujo para la clase alta. Aquellos que no podían permitirse el tabaco de liar solían recoger las cabezas de los puros, las desenrollaban y volvían a liar las hojas que quedaran en pequeños cigarros. De este modo nació el cigarrillo. Cien años después del viaje de Colón, la planta ya se cultivaba en el sureste asiático y la zona centro, el norte de África y en algunas partes del oeste de Europa. La construcción de la Real Fábrica de Tabacos en Sevilla comenzó en 1728 y la producción empezó treinta años más tarde. Durante la mayor parte del siglo XIX, la mano de obra mayormente femenina y gitana cruzaba el Guadalquivir cada mañana para llegar a la fábrica, pasando justo por el mismo lugar en el cual Rodrigo de Jerez fue condenado a la cárcel. Carmen, el personaje creado por Próspero Merimee en 1845, estaba inspirado en esas cigarreras cuyas manos liaban tabaco todo el día. La fábrica continuó con su producción hasta 1950, cuando la fabricación de tabaco fue trasladada a Los Remedios y el edificio original se convirtió en la sede de la Universidad de Sevilla. Pacientes dispuestos a esperar por una atención de calidad Thomas Roberts / traducción Sergio Alba “Si alguien piensa que los centros de salud y hospitales públicos españoles están saturados ahora, debería haber visto cómo eran hace medio siglo, cuando había un baño para cada 20 pacientes y cada habitación estaba abarrotada con 6 o más camas”, recuerda Pepa, 69 años. P epa Garrido recuerda estar apretujada entre el marco de la puerta y la cola de pacientes para entrar en la bulliciosa consulta del médico en el Virgen de los Reyes, en la calle Marqués de Parada. “La enfermera asomaba la cabeza cada 5 minutos e intentaba hacerse oír en medio del bullicioso charloteo de más de 30 pacientes que esperaban ansiosamente para ver al doctor”. –¿Quién es el próximo en la cola?– decía la enfermera con firmeza. Los pacientes rápidamente se abrían paso a codazos y levantaban los brazos al aire, discutiendo sobre su número en la cola. –¡Yo estaba aquí primero! –¡No, estaba yo! –¡Yo iba detrás de ella! –¡Luego yo! ¡Luego yo! “La consulta del médico era una casa de locos”, relata Pepa, una sevillana de 69 años, agitando la cabeza. “Estaba abarrotada y desorganizada”. En un sistema sanitario desmantelado, pacientes y médicos se enfrentaban a un embotellamiento en la atención primaria durante el régimen de Franco. Pepa creció en el centro de Sevilla, en el barrio de El Arenal, y ha ido toda su vida al ambulatorio Virgen de los Reyes. Aunque se queja de las largas colas y esperas, reconoce que “los médico siempre han sido excelentes y muy educados. Si necesitabas algo urgente, te ayudaban y trataban muy bien. La atención que se prestaba a la asistencia era de primera clase”. Teresa Torres, madrileña de 72 años y antigua propietaria de una farmacia, no se muestra tan entusiasta. “Seguro que la asistencia técnica era buena, pero el personal era muy variable”, aclara Teresa. “No era raro tener que esperar 6 u 8 meses para una operación que no se consideraba urgente”. Teresa es parte del 10 por ciento de personas en España que pagan un seguro privado. “La ventaja, para mí, era que podías ir a un más+menos / 09 médico el lunes y estar operándote esa misma semana. Sin colas, sin esperas. Era sencillo. Pero también había que pagarlo”. Era típico que la sanidad privada estuviera reservada para aquellas personas con una alta posición laboral, que podían pagar por tener una comodidad extra. Aunque eran cómodos, los hospitales privados también eran más pequeños y tenían servicios limitados. Para casos más especializados, los pacientes a menudo recurrían a la asistencia médica de los hospitales públicos más grandes y avanzados. El Dr. Javier Conde, de la Unidad de Medicina Interna del Hospital Virgen Macarena (Sevilla), defiende el viejo sistema sanitario público, afirmando que “se prestaba atención a la calidad”. De hecho, el sistema cubría la mayoría de las necesidades médicas de los pacientes. En Sevilla, había tres hospitales; el mayor era el García Morato, llamado ahora Virgen del Rocío, construido en 1954. Desde entonces, se ha convertido en uno de los hospitales más importantes de España, conocido por los servicios médicos que presta y la investigación. En los años de privaciones que siguieron a la Guerra Civil española, Franco estableció en 1942 el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) para garantizar a los trabajadores el derecho a la asistencia sanitaria universal. En el recién creado sistema de Seguridad Social, los trabajadores recibían un documento llamado Cartilla Sanitaria. “Era obligatoria para la cobertura sanitaria, como el pasaporte o el certificado de nacimiento”, explica Pepa, e incluía el número de afiliación laboral, el número de seguridad social y los beneficiarios. “Era gratis. Bueno, yo digo gratis, pero nada es gratis. Había que trabajar para conseguir una”, aclara Pepa. Los españoles participaban en el sistema público de salud pagando una cuota mensual a la seguridad social, que se descontaba normalmente de los salarios. La seguridad social cubría a los trabajadores y sus familias. Además de cubrir la asistencia hospitalaria, la seguridad social ayudaba a pagar las medicinas recetadas. “Se vendían de forma privada y estas medicinas se ofrecían al precio más bajo a la gente con seguridad social”, apunta la farmacéutica Teresa Torres. “Se pagaba una parte, el veintitan- tos por ciento, y la seguridad social pagaba el resto”. El cuidado dental, sin embargo, no lo cubría en absoluto la seguridad social. “Si tenías una caries, el dentista te sacaba el diente, todo bien, lo tiraba y listo para marcharte. Pero había que pagar”, explica Pepa Garrido. “Si tenías los dientes torcidos y no podías pagar para que te los arreglasen, tenías que aguantarte con los dientes mal”. de modo que no había tiempo suficiente para cada paciente. Pepa comenta que “los médicos casi no tenían tiempo suficiente para revisar los casos después de hacer la última receta. A veces veían a 50 ó 60 pacientes en una hora”. Los médicos sencillamente “estaban quemados”, añade el Dr. Conde. “Había una falta de motivación”. Además de los médicos que trabajaban demasiado, los hospitales estaban limitados en tamaño y capacidad hasta mediados de los años sesenta. Pepa recuerda la visita a su hijo Mariano, que ahora tiene 41 años, en el hospital García Morato cuando tuvo apendicitis. “En una habitación había 3 camas a la izquierda, 3 a la derecha y otra supletoria en el lateral”, explica Pepa haciendo gestos con la mano. “Había un cuarto de baño para unas 20 personas y un teléfono en el pasillo. No se podía llamar por teléfono a nadie. Era muy difícil”. Las horas de visitas estaban también restringidas. A la familia se le permitía solo dos horas cada día. “Mi padre tuvo unas cuantas operaciones, incluyendo la extirpación del riñón derecho. Nunca quiso estar solo en un hospital público; siempre decía que quería a sus hijos y su mujer a su lado”. Por esa razón, su padre pagó para que le operasen en clínicas privadas, donde las horas de visitas no estaban restringidas. Los donantes de sangre, por otro lado, tenían privilegios de visita especiales y podían estar todo el día en un hospital público. Eso fue lo que hizo Pepa. “El pensar en las agujas hacía que me marease, pero fui a donar sangre porque quería estar con mi hijo”. A pesar de las largas colas y frustraciones, “los hospitales públicos ofrecían el mejor tratamiento y cuidado posibles,” afirma Pepa. Para alguien que “realmente nunca” ha estado enfermo, un viaje rutinario a la consulta del médico le llevaría una hora y media o más, la mayor parte del tiempo en la sala de espera. “Al final la enfermera salía: ‘¿Pepa Garrido? ¿Pepa Garrido?’ Yo me ponía en pie, y entraba y salía de la consulta del médico en menos de 5 minutos”. Para Pepa, “el sistema sanitario era lo mejor y lo peor. No teníamos otra elección así que era las dos cosas”. Además de los médicos que trabajaban demasiado, los hospitales estaban limitados en tamaño y capacidad hasta mediados de los años sesenta. 10 / más+menos Después de los 18 años, se esperaba que los jóvenes trabajaran y pagaran su propia asistencia sanitaria. “Con 24 años, tuve apendicitis y necesitaba operarme. Yo no trabajaba en esa época, por lo que no tenía seguridad social. Afortunadamente mi padre me pagó una sanidad privada. Sin él, no estoy segura de lo que habría hecho,” recuerda Pepa. Para los desempleados que carecían de medios para pagar una asistencia sanitaria adecuada, el Hospital San Lázaro ofrecía cuidados médicos que cubría el Instituto Nacional de Previsión. La mayoría de estos servicios eran caritativos y ofrecían una asistencia que “también era buena”, comenta Pepa. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, en 1960 había 11 médicos, 1 dentista y 3 farmacéuticos por cada 10.000 personas en España. El sistema estaba saturado con demasiados pacientes para tan pocos médicos, El coste de la enfermedad mental Heather Hanhardt / traducción Fátima Cabañas Recibir un tratamiento íntimo y frecuente para una enfermedad mental en España, como en Estados Unidos, puede ser un lujo. La sanidad pública es una opción… al menos en España. E n un frenético y abarrotado servicio de urgencias del Hospital Waukesha Memorial en Estados Unidos, las lágrimas brotan tras la montura marrón de las gafas de Julie Wright: la reacción de una madre que se enfrenta con la situación de un hijo entre la vida y la muerte. Nora, la hija de 23 años de Julie, ha sido rápidamente trasladada en una camilla desde una ruidosa ambulancia. Su cuerpo cercano a la madurez parece pálido y sin vida, mientras los médicos y enfermeras se abren paso alrededor de ella, introduciendo tubos, conectando máquinas e intentando desesperadamente salvarle la vida. Nora es la víctima de una sobredosis en un aparente intento de suicidio. Su madre la encontró sólo unos minutos antes tirada inconsciente en el suelo de su habitación, con frascos de pastillas desparramados por ahí. Desde la sala de espera, Julie, con un rostro lleno de arrugas por el sufrimiento bajo un canoso pelo marrón, no podía hacer nada excepto esperar a oír si su única hija viviría o moriría. Nora es estabilizada unos minutos después de su llegada. En unas pocas horas, la trasladarán a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde máquinas y fluidos intravenosos la mantendrán viva durante dos días, hasta que los tubos puedan ser retirados. Los sollozos de Julie disminuyen mientras el médico le explica el estado de su hija. Con un tono profesional y serio, recomienda que después de que se recupere su cuerpo, Nora entre en tratamiento para el problema más grande que la está asolando: su enfermedad mental. Durante toda su adolescencia y comienzos de la edad adulta, Nora ha solicitado atención médica por cuestiones de depresión, ansiedad y autoestima. Ha visto a psicólogos, psiquiatras, terapeutas y consejeros. Ha tomado medicación y asistido a sesiones de terapia semanal. Durante un tiempo, las mejoras de Nora fueron obvias para sus seres queridos, como Julie. “Siempre me he preocupado por Nora. Siempre supe cuando algo no iba bien en su esquema mental, pero parecía mucho mejor últimamente. Parecía ser ella misma”. En 2008, Nora cumplió 22 años y terminó la carrera de Artes liberales en una universidad de la zona. Consiguió su independencia como mujer adulta y, con ello, perdió la cobertura de su seguro médico. Sin seguro médico, Nora se vio obligada a prescindir de sus tratamientos y medicamentos habituales y tuvo que arreglárselas sola con el cuidado de su salud mental. Desde ese momento, Nora ha sido hospitalizada dos veces por intento de suicidio, este último el más grave. Fue entonces cuando la conocí, mientras trabajaba de enfermera auxiliar en la unidad de urgencias ese día. En un artículo de octubre de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) expone: “Los trastornos mentales, neurológicos y de conducta son comunes para todos los países y causan un inmenso sufrimiento. Las personas con estos trastornos a menudo están sometidas a un aislamiento social, baja calidad de vida e incremento de la mortalidad. Estos desórdenes son la causa de asombrosos costes económicos y sociales”. La OMS también advierte de que el cuidado de la salud mental apenas se aborda, y esto lleva a consecuencias potencialmente funestas debido a la falta de reconocimiento de la seriedad de las enfermedades mentales y la falta de comprensión de los beneficios del tratamiento. Aproximadamente 887.000 personas en todo el mundo mueren por suicidio cada año, una cifra que no incluye los intentos fallidos de suicidio, como el de Nora. ¿En qué sentido habría sido diferente el caso de Nora si su tratamiento mental lo hubiera cubierto una asistencia sanitaria universal? En España, la asistencia sanitaria es un servicio financiado por el gobierno, proporcionado por una serie de sistemas públicos en cada una de las 17 comunidades autónomas. El sistema provee de atención médica, incluyendo atención a la salud mental, para todos los residentes españoles e inmigrantes sin importar la capacidad de pago y sin ningún gasto para el paciente. “La Ley General de Sanidad (1986) dispuso la integración de la salud mental dentro del sistema de asistencia sanitaria general y estableció que los pacientes psiquiátricos deberían ser considerados como usuarios del servicio de igual valía. Posteriormente, las redes de salud mental fueron integradas en el sistema general de salud”, explica el Dr. Luis Salvador-Carrulla en un artículo de marzo de 2006 publicado en la revista The European Journal of Psychiatry. Según la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, se estima que un 9% de la población española actualmente sufre algún tipo de trastorno mental. Además del gran sistema público, también existe aparte un sector privado de asistencia sanitaria en España. Los pacientes que eligen esta asistencia sanitaria deben pagarla de sus propios bolsillos. La Dra. Joana Marín, Directora del Centro de Psicología Clínica y de la Salud de Sevilla, una clínica privada, atiende a pacientes de distintas edades y con una variedad de trastornos mentales. La mayoría de ellos son mujeres. “A un hombre le cuesta más hablar de sus emociones e interiorizar lo que siente”, comenta Joana. La mayoría de los pacientes a los que atiende son diagnosticados de ansiedad, depresión, problemas de comunicación, problemas de pareja, falta de control de impulsos y trastornos de personalidad. “Vemos a muchos pacientes, normalmente cada semana, pero no podemos tratar a pacientes con psicosis activa, como la esquizofrenia. Estos pacientes deben acudir al sistema público para su tratamiento porque aquí no tenemos los recursos necesarios”. El sistema sanitario público tiene otros recursos que las consultas más pequeñas y privadas no pueden proporcionar, como personal de seguridad y medicamentos. La falta de especialización en la salud mental dentro del sistema, sin embargo, puede que no proporcione un cuidado suficiente. “El sistema de sanidad pública, tal y como está, no puede facilitar un tratamiento completo a los pacientes con enfermedades mentales. Carece de individualismo”, según el Dr. Frank Castrillón, psicólogo privado. En 2006, The European Journal of Psychiatry publicó que el cuidado de la salud mental está entre las áreas menos financiadas dentro del sistema sanitario público y que la atención psiquiátrica ha sufrido reducciones en los recursos disponibles para los pacientes. Desde 2001, todos los hospitales psiquiátricos se han cerrado en Andalucía y se han reducido en el resto de España. Frank Castrillón explica que a un paciente que entra en un hospital general con una enfermedad mental probablemente le examinará primero un médico de familia antes de mandarlo al psiquiatra, si es que llega a derivarlo. “Los pacientes del sistema sanitario público pueden ver a un psicólogo o a un psiquiatra una vez cada tres meses en el mejor de los casos. En mi consulta veo a pacientes cada dos semanas o más a menudo”. La Dra. Joana Marín advierte de que la importancia de una relación íntima y de confianza entre el profesional de la salud y el paciente puede ser crucial en el tratamiento. “Puede ser un problema si alguien necesita tratamiento con más frecuencia, porque eso no existe en el sistema sanitario público español”. La atención de la salud mental privada en España puede proporcionar un tratamiento más regular y sistemático, pero sólo está disponible con un coste para el paciente. “Hay muchos casos en esta consulta en los que los pacientes han dejado el sistema público y se han venido con nosotros, con la esperanza de una orientación más especializada. Sin embargo, lo contrario también ocurre. Hay casos económicos en los que los pacientes tienen que recurrir a la sanidad pública”, explica la Dra. Joana Marín. Un asesoramiento íntimo y continuado en el cuidado de la salud mental en España, así como en Estados Unidos, puede ser un lujo que no todo el mundo se puede permitir. El coste puede llevar a casos como el de Nora, donde, sin un tratamiento adecuado, situaciones urgentes de vida o muerte suceden debido a enfermedades mentales. Una vez que Nora se haya recuperado físicamente, tendrá que estar pagando por la atención médica recibida por este intento de suicidio durante años, incluso con la ayuda que le ofrecen organizaciones financieras que subvencionan en Estados Unidos. Si Nora hubiese recibido tratamiento en España, dentro del sistema sanitario público, no tendría que pagar para que le salvasen la vida. más+menos / 11 Tres kilogramos de vida Renee Robinson / traducción Edison Reyes Cada día nacen niños en todos los puntos del planeta. Sin embargo, no todos nacen de la misma manera o bajo las mismas condiciones. Algunos vienen al mundo en un hospital público y otros lo hacen en uno privado. Algunos en una casa y otros en una bañera. ¿Cuál es el caso de Sevilla? “D ebe ser como cuando tienes una relación sexual: con seguridad y sin interrupciones. De esta manera se consigue un nacimiento orgásmico”. ¿Qué querrá decir? La idea que nos da el doctor Marsden Wagner, ex director del Departamento de Salud MaternoInfantil de la OMS, no es muy convencional. Pero no resulta tan extraña tras escuchar a Luz Viudes Middelman, una doula o matrona alternativa de Tarifa, que nos comenta esta revolucionaria idea, al punto de parecernos hasta lógica. En su labor como doula, Luz se dedica a dar apoyo emocional y psicológico a las mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto. Los ojos le brillan cuando nos habla sobre lo que ahora se conoce como un nacimiento orgásmico: “Las personas involucradas deberían respetar, tanto como sea posible, la intimidad y la conexión que se crea en ese momento”. No obstante, es difícil conseguir esa intimidad en el sistema sanitario público. Basta con imaginar esas horas previas al parto (el sudor comienza a brotar, las obscenidades salen a gritos, el dolor se intensifica), y en ese momento la mujer de la cama de al lado mantiene una conversación con su marido sobre los planes que tiene para cenar con los abuelos el próximo fin de semana. Este no es precisamente el entorno tranquilo e íntimo al que Luz se refería. Por tanto, ¿es ésta la única opción para las mujeres en España? En Andalucía, las opciones para las mujeres que van a dar a luz se reducen a los sistemas sanitarios públicos o privados. Según el Dr. Antonio Jiménez, Jefe de la Unidad de Ginecología del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, el 80% escoge la vía pública. Si el 20% restante escoge un centro privado para poder disfrutar de una mejor comida, una habitación 12 / más+menos individual antes y después del parto (sin la mujer charlatana al lado) y una atención más personalizada, ¿por qué elegir cualquier otra opción? El dinero es un factor importante. El doctor Carlos Jiménez, que ha seguido los pasos de su padre en el campo de la ginecología, señala que se debe pensar en pagar un importe de más de 4.550€ (6.700$) para dar a luz en una clínica privada. Este precio sería considerado una “ganga” en Estados Unidos, donde por cada retoño se embolsan 5.950€ (8.800$), según el informe del March of Dimes de 2007. El caso es que en Estados Unidos no hay otra elección, y en Sevilla las mujeres pueden elegir no pagar una fortuna. El Dr. Antonio Jiménez explica que otro factor crítico que afecta a la decisión son los mayores recursos disponibles en el sistema público (una ventaja de la que se hacen eco Olga Merino y Morgan Reiss, dos madres que viven en Sevilla). La asistencia médica, los paritorios, el personal y la tecnología que se ofrece son de mejor calidad. De hecho, si hubiese alguna complicación repentina durante el parto en una clínica privada, la afectada sería trasladada inmediatamente al hospital público más cercano. El Dr. Jiménez nos explica que esta ha sido la situación desde 1975, momento en el que la tecnología mejoró notablemente el desarrollo de los embarazos, partos y nacimientos en Sevilla. De acuerdo con las estadísticas, la tasa de mortalidad infantil descendió en picado de 22 muertes por cada 1.000 nacimientos a sólo menos de 6 en 1998. La tasa de mortalidad materna también descendió de los 43 casos en 1975 a simplemente 2 en 1996. En el pasado, los bebes prematuros que cabían en la palma de la mano prácticamente no tenían ninguna esperanza de sobrevivir. Con la incorporación de las “máquinas milagrosas”, como los ventiladores y las incubadoras, los 4.000 prematuros que nacen cada año en España tienen ahora la oportunidad de sobrevivir. Luz Viudes añade que el método revolucionario conocido como “el cuidado canguro” ha mejorado el panorama. Este método enfatiza la importancia del contacto piel a piel entre el bebé y la madre, que ayuda a estabilizar el ritmo cardiaco, la temperatura corporal y la respiración del bebé. Amamantar al bebé es también una parte esencial de este método para desarrollar la fuerza del recién nacido. Un bebé prematuro al que Luz ayudó a nacer debía permanecer en la incubadora durante dos meses; combinando la tecnología y el método del “cuidado canguro”, el tiempo se redujo a tres semanas. Otros desarrollos tecnológicos incluyen esa maravillosa inyección que prácticamente adormece desde la cintura hacia abajo: la tan deseada epidural. Este salvavidas no estuvo disponible hasta mediados del siglo XX. La epidural da ahora a las mujeres la opción de sentir dolor o... menos dolor. Para Olga Merino, la epidural fue “estar en la gloria” después de horas de dolorosas y fatigosas contracciones. El Dr. Jiménez señala que un 80% de las mujeres utilizan la epidural durante el parto. El 20% que no la utilizan están en este grupo simplemente porque no les da tiempo. Un ínfimo menos del 1% de las pacientes desean un parto natural, evitando el uso de la epidural. A pesar de este pequeño porcentaje, muchos doctores, entre ellos Carlos Jiménez, están a favor de los partos naturales y se esfuerzan por hacer que los partos sean “lo más natural posible”. En este sentido, hay opciones para las mujeres, como Morgan Reiss, que quieren dar a luz voluntariamente sin el uso de medicamentos. En principio Morgan había pensado en un parto en el agua, pero ya que en Sevilla no hay centros especializados tendría que haberse hecho los 530 kilómetros hasta Madrid. En lugar de eso, se le asignó la tarea a un matrón belga, conocido como “la persona indicada” para los partos naturales, que ayudó a Morgan con el embarazo y el parto, ya que él está “bien informado y más dispuesto a hacer cosas revolucionarias”. El matrón resultó ser la opción perfecta para Morgan: el parto ocurrió de forma tan rápida y simple que no hubiese tenido tiempo para pedir la epidural. Aunque Morgan admite que durante el momento más duro del parto sí que la quiso, también nos cuenta con una sonrisa que “justamente cuando crees que no puedes aguantar más... ése es el momento en el que nace el bebé”. Mientras que da la sensación de que todo funciona correctamente en el sistema sanitario público español, ¿existen algunos problemas que haya que solucionar? El Dr. Antonio Jiménez suspira: “Hay una montaña de cosas por hacer”. Tanto él como su hijo están de acuerdo en que la sensación de “estar quemado” es algo da ya que puede haber un médico apoyado por uno o dos matronas atendiendo a ocho mujeres que dan a luz en la misma noche”. Olga Merino nos cuenta una experiencia similar cuando recuerda el momento del parto. Nos describe como una matrona entraba bruscamente para monitorizarlos a ella y al bebé durante las contracciones, antes de dejarla sola con su marido, sin decir ni una palabra o sin preocuparse por saber cómo estaba. Morgan Reiss se encontró con el mismo problema de atención personal y decidió complementar sus citas en el hospital público con las consultas a una ginecóloga privada: “Quería que me explicasen más las cosas. En la consulta, podía estar con ella durante una hora… era un trato mucho más personalizado”. Visto así, ¿quedan hoy en día momentos humanos personales e íntimos en los hospitales públicos? Quizás en los momentos justo después del alumbramiento. Para Luz, que ha participado en 14 partos como doula, ese es el momento más preciado. “Ver a la madre teniendo el primer contacto con el bebé crea una situación hermosa. Te encuentras muy cerca de la forma más pura de vida, llena de amor. Estar ahí junto a los padres es el mejor regalo. Es como una inyección de vida que deseas cada vez más y más”. Basta con imaginar esas horas previas al parto (el sudor comienza a brotar, las obscenidades salen a gritos, el dolor se intensifica), y en ese momento la mujer de la cama de al lado mantiene una conversación con su marido sobre los planes que tiene para cenar con los abuelos el próximo fin de semana. frecuente entre los profesionales médicos. Nos explican que son especialmente las doctoras de entre 35 y 45 años las más afectadas y las que muestran actitudes más negativas. Mientras que la tecnología ha proporcionado una sensación de seguridad a las mujeres de que todo saldrá bien si las cosas se complican durante el embarazo, también se ha llevado consigo el contacto humano. “Más seguridad… menos humanidad”, afirma el Dr. Antonio Jiménez. Su hijo el Dr. Carlos añade que tantas exigencias hacen imposible que se dedique más tiempo y la atención que requieren los partos. Luz hace hincapié también en esta idea: “Es imposible ofrecer una atención más especializa- ¿Así que quieres ser médico? Nichole Osinski / traducción Leticia Martín ¿Pero qué es lo que hay que hacer para ser médico en España? El viaje de los estudiantes de medicina: de las prácticas a la práctica profesional. H ace varios años, un cuerpo muerto yacía sobre una fría mesa, cubierto sólo con una fina sábana. Un grupo de estudiantes alrededor del cadáver, esperando a ver lo próximo que iba a ocurrir. En ese momento, la sábana se retiraba para mostrar lo que una vez fue un cuerpo con vida. Para Jara Ternero Vega, ésta fue la primera vez que vio un cadáver. Ella y el resto del grupo eran estudiantes de medicina que estaban en clase. Jara, ya en su cuarto año en la Universidad de Sevilla, está acostumbrada a situaciones así. “Al principio fue un poco duro ver muertos o cosas como sangre, pero consigues acostumbrarte”. Éste es solo uno de los muchos obstáculos que encuentran los estudiantes de medicina en España en su recorrido para conseguir el título de “doctor”. Después del bachillerato, los estudiantes hacen una prueba de acceso llamada selectividad, la cual abarca diferentes materias desde química hasta matemáticas. Si la nota final es lo bastante alta, los solicitantes podrán entrar en la Facultad de Medicina. En la Universidad de Sevilla, aproximadamente 1.000 estudiantes compiten para tan solo 350 plazas. De todo el alumnado de medicina en España, el 70% son mujeres frente a un 30% que son hombres. Leila Tazy, una de las estudiantes, piensa que la selectividad es una buena manera de seleccionar a quien realmente quiere estar aquí y trabajar duro. Se vino de Marruecos a España hace 10 años y ahora está estudiando medicina, tal y como siempre quiso hacer. El porcentaje de estudiantes de otros países es bajo. Pero cada uno tiene una historia diferente de porqué está estudiando medicina en España. Brett Sharp, de Colorado, estudió biología en San Francisco cuando tenía 23 años. Todo cambió cuando se vino a España con su novio, y decidió vivir en Sevilla y terminar la carrera de medicina. ¿Una razón por la que la facultad de medicina en España era mejor que en EEUU? El precio. En EEUU, los estudiantes pueden llegar a pagar aproximadamente de 10.000 a 22.000 dólares al año por asistir a una facultad de medicina pública. En España, los seis años de más+menos / 13 estudio cuestan alrededor de 6.000 euros (unos 7.877 dólares) en las universidades públicas. En las universidades privadas españolas, cuesta aproximadamente 10.000 euros (13.128 dólares). En EEUU, un estudiante tiene que pagar mucho más si quiere asistir a una facultad de medicina privada, incluyendo las del Ivy League (liga de ocho prestigiosas universidades del noreste del país). Por ejemplo, en Harvard cuestan 66.000 dólares los 10 meses y medio del curso académico 2009-2010. Incluyendo las universidades públicas y privadas, España tiene un total de 28 facultades de medicina. Madrid y Barcelona encabezan el ranking. Los estudiantes de la Universidad de Sevilla pueden participar también en un programa de intercambio llamado Séneca, y estudiar en otra universidad española durante un año. En España, las dificultades pueden surgir en la propia clase. Tanto Jara como su compañera Macarena Moreno Lebrón están de acuerdo en que muchas veces los profesores emplean términos médicos que muchos estudiantes no entienden. “Los profesores piensan que conocemos todas las palabras, y no hay tiempo suficiente para buscarlas en el diccionario”, explica Jara. Los estudiantes se ocupan también de temas médicos cotidianos que pueden resultar extraños o dar miedo. En algunas ocasiones, aunque poco frecuentes, tienen el “síndrome del estudiante de medicina”, por el que creen que padecen la enfermedad o la infección que están estudiando. Trabajar con cadáveres es un aspecto que puede causar dificultad a algunos alumnos, ya sea por ver las diferentes partes del cuerpo cortadas o simplemente saber que una vez fue alguien que caminaba y respiraba. Macarena explica que lo peor de un muerto es el olor: “El olor del formaldehído es la peor parte”. Después de seis años de estudio, los futuros incluso tercera vez para poder conseguir una nota lo bastante buena que les permita elegir la especialidad que quieran. Un pequeño porcentaje no termina la carrera de medicina. “Existen muchas responsabilidades”, afirma Juan Manuel, que también explica que algunos estudiantes quieren entrar en medicina porque ven series de televisión en las que aparecen hospitales, como House o Scrubs. El gran porcentaje que se gradúa (más de la mitad) y hace una especialidad tiene buenas perspectivas de encontrar trabajo. “Hay muchas plazas por todo el mundo, pero el problema es conseguir la plaza que uno quiere”, dice Leila. Hacer el MIR también da una buena oportunidad de tener mayor sueldo. Los estudiantes empiezan a trabajar de residentes ganando unos 21.000 euros, y en pocos años alcanzan de 40.000 a 50.000 euros (de 52.000 a 65.000 dólares). La profesión médica ha sido siempre popular en España, no solo por lo que supone sino por su seguridad. “Es el único campo que cuando terminas la carrera tienes trabajo”, explica Jara. Para aquellos estudiantes que están pensando en llegar a ser médicos o están ya en proceso, ¿qué es importante recordar? “La motivación”, aclara Juan Manuel, “es lo más importante a tener en cuenta. Es importante simplemente querer ayudar a la gente”. Después de seis años de estudio, los futuros médicos tienen que enfrentarse a un examen para llegar a ser un MIR (Médico Interno Residente), si quieren tener una especialidad como medicina interna, oncología u oftalmología. 14 / más+menos médicos tienen que enfrentarse a un examen para llegar a ser un MIR (Médico Interno Residente), si quieren tener una especialidad como medicina interna, oncología u oftalmología. La mayoría hace el examen. Juan Manuel, estudiante de sexto curso, se presentará al MIR en enero de 2011. “Si sacas mala nota, no hay muchas especialidades para elegir; pero si es alta, conseguirás la especialidad que quieras”. El examen del MIR, que cuesta unos 150 euros, se puede hacer una y otra vez si un estudiante obtiene una nota baja. Además de los seis años de la carrera, muchos estudiantes tienen que volver a presentarse al MIR por segunda o ¿Qué tiene de fantástico el mundo del plástico? Catherine Ross / traducción Cristina González La cirugía estética se ha hecho extremadamente popular en España, un enorme “valle de silicona”. Someterse a una liposucción o a un aumento de pecho “es lo mismo que teñirse el pelo, arreglarse los dientes u operarse de la vista”. I magine a una mujer mayor ya entrados los ochenta años, con el pelo blanco y rizado y la piel tirante y embadurnada en productos de belleza. Una vez irradió una belleza natural que muchos codiciaban; ahora tiene la piel tan tirante que apenas se le mueve cuando abre la boca. Se ha sometido a tanta cirugía estética que apenas puede mover los labios, lo que provoca que su voz sea casi inaudible. Esta mujer es María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y de Silva, también conocida como la duquesa de Alba. Su nobleza la ha hecho un icono público de España. Su imagen aparece constantemente en programas y revistas del corazón por todo el país. La duquesa de Alba es una de las precursoras de una tendencia que se ha hecho increíblemente popular en España. La cirugía estética es más común aquí que en la mayoría de los países. De acuerdo con la Sociedad Española de Cirugía Estética, en España se llevan a cabo alrededor de 380.000 intervenciones simplemente para mejorar el aspecto físico del paciente. La Dra. Marta Rodrigo Royo, especialista en medicina y cirugía estética, lleva trabajando en su consulta en Sevilla desde 1993. Según su experiencia, las operaciones más solicitadas son el aumento de senos, labios y pómulos, así como la eliminación de las bolsas de los ojos. Añade también que la liposucción es bastante frecuente. Dejando a un lado la popularidad de la cirugía plástica en España, ésta aún continúa siendo un lujo económico. Aunque en España existe un sistema público de sanidad a nivel nacional, la cirugía estética no está cubierta. De acuerdo con el Servicio Andaluz de Salud, hay cinco categorías en las que la cirugía plástica sí está financiada por el gobierno regional. Estas incluyen los cambios de sexo, las malformaciones congénitas, la microcirugía vascular, los quemados y los reimplantes. “El gobierno cubre todo aquello que sea algo más que un problema estético y afecte a la salud física o psicológica”, explica la Dra. Rodrigo Royo. El ejemplo que proporciona es una reducción de mamas. Aunque este procedimiento es uno de los típicos que se incluyen en la categoría de cirugía estética, existen excepciones. Por ejemplo, el gobierno financia la cirugía si el tamaño de los pechos de una mujer le provoca daño físico. Aunque los pacientes mismos tengan que costearse las intervenciones, muchas personas, entre ellas la fotógrafa Lola Pérez* de 46 años, creen que merece la pena. Lola se ha sometido a una liposucción, una cirugía de párpados y también la eliminación de las bolsas de los ojos… y pretende costearse “muchísimas más operaciones en el futuro”. Lola utiliza la cirugía estética para “quitarse unos cuantos gramos y años de encima”. Los 16 años de experiencia de la Dra. Rodrigo Royo le han demostrado que la mayoría de la gente “se hace la cirugía para librarse de un complejo psicológico sobre su apariencia”. “Otros son muy exigentes con su cuerpo e imagen y quieren mejorarlos si pueden”, añade la doctora. Sin embargo, hay personas con otros motivos para someterse a la cirugía plástica. Carmen Gómez, de 49 años, tiene una actitud diferente ante la cirugía estética. Sin prisas se puso unos implantes de pecho a los 47 años porque “siempre había tenido ganas de hacer topless en la playa”. Carmen decidió pasar por el quirófano cuando una amiga le comentó: “Si no tienes pecho es porque no quieres. Hoy en día es muy fácil y sencillo”. Las operaciones de estética se hacen más populares cada día que pasa. Desde la perspectiva de Lola, en España las mujeres quieren parecer más jóvenes durante el tiempo que puedan y estar a gusto con su aspecto. La Dra. Rodrigo Royo explica que “la cirugía estética está de moda. Se ve tan a menudo que se acepta como algo normal”. Carmen nos proporciona un punto de vista competitivo respecto a la idea de la cirugía estética en España. “Queremos ser mujeres perfectas en el sentido más amplio de la palabra”. Cree que las mujeres superan a los hombres en casi todos los aspectos. Si encuentran algo en ellas que quieren mejorar, lo mejoran, ya sea relacionado con los estudios, habilidades atléticas o el aspecto. “La cirugía estética es lo mismo que teñirse el pelo, arreglarse los dientes u operarse de la vista”, afirma Carmen. Esther Menchado Dorado, de 30 años, trabaja en Canal Sur Radio y está de acuerdo en que la cirugía estética es ahora más popular que nunca: “Casi todas mis compañeras de trabajo se han hecho algo”. Cree que los medios de comunicación son los grandes responsables de este aumento. Todo, desde los realities a los programas del corazón, es una pasarela que exhibe los productos de la cirugía. Si pones la televisión en una casa española durante la cena, seguramente serás bombardeado por cuerpos que han experimentado algún tipo de cirugía plástica. No sólo aparecen famosos con cuerpos esculpidos, sino también muchos presentadores que han pagado por cambiar su aspecto. “Vuelves a casa y enciendes el televisor para ver solamente silicona”, añade Esther. La Dra. Rodrigo Royo también cree que los medios de comunicación empujan sutilmente a los espectadores en la dirección de la cirugía estética: “Cada vez que alguien ve un programa en televisión que promueve la cirugía plástica, es persuadido levemente”. La cirugía estética está por todos lados, ya sea en una concursante finalista de Granjero busca esposa que se acaricia los implantes en un jacuzzi o la antigua diva Sara Montiel luciendo en una entrevista sus agrandados labios. Desde labios y pechos hasta cabello y piel, las personas siempre han intentado mejorar su aspecto. Tanto famosos como gente corriente pasan a menudo por el bisturí para perfeccionar su imagen. Después de su intervención, Carmen estaba eufórica por poderse poner ropa que antes no rellenaba y perder peso sin parecer una tabla de planchar. Sin embargo, ahora entiende mejor los riesgos que ello conlleva, así como el papel que desempeñan los medios de comunicación en la manipulación de la imagen de uno mismo. Después de vivir dos años con sus nuevos pechos, admite que si se despertase mañana sin ellos, no pasaría por la operación otra vez. *Los nombres han sido cambiados en el artículo para mantener el anonimato. * Sus nombres reales han sido reemplazados en este artículo. más+menos / 15 Si el hombre pudiera decir lo que ama Valerie Hartshorn / traducción Mª José de Castro Angie, una transexual de 29 años que trabaja de peluquera y como coordinadora voluntaria del área transexual en Colega, abandonó su casa en Venezuela hace dos años en busca de aceptación social, paz interior y una operación de cambio de sexo financiada por el estado en España. “E n Venezuela no tienen la palabra ‘transexual’. Sólo dicen gay o lesbiana. Pero nosotras no somos gays. La sociedad tiene esta idea equivocada de que se elige ser gay o transexual. Pero los gays nacen gays, y es lo mismo para los transexuales. Actualmente hay una campaña para cambiar la palabra “desorden” por “disforia” porque la transexualidad no es un desorden ni una enfermedad; por el contrario, la transexualidad es una disforia de género: nacemos en un cuerpo diferente a nuestra mente. Todos tenemos la capacidad de razonar, y nosotras sabemos que en apariencia nuestro cuerpo indica “masculinidad” mientras que interiormente nos sentimos y actuamos de manera femenina. Somos mujeres. Desde edad temprana, me comportaba y vivía como una chica. Mis padres me apoyaron. Estaban acostumbrados. comportarnos como los chicos que físicamente parecemos; no nos identificamos con la imagen que nuestro cuerpo proyecta. Mis profesores no me defendían cuando los chicos me acosaban. Decían que las burlas eran culpa mía, que yo les provocaba y que sería mejor para mí comportarme sencillamente como el chico que era. Pero no podía hacer eso. En cuanto a mi formación, saqué el título de bachillerato a los 24 años. Yo quería estudiar, decía en serio lo de conseguir con el tiempo un buen empleo, pero el rechazo en el instituto fue demasiado. Identidad Proceso T ienes una identidad femenina, y en ese periodo de edad alrededor de los 11,12, incluso 13 ó 14 años, empiezas a pensar: “¿Por qué me siento así? ¿Por qué me siento como una chica y estoy dentro del cuerpo de un chico?” Por supuesto, hay mucha confusión. A esa edad no me vestía como una chica. Antes de los 18 ó 19 llevaba una vida “normal”: me ponía ropa unisex que no era demasiado femenina pero tampoco demasiado masculina. No usaba maquillaje y tenía el pelo más o menos entre corto y en cierto modo largo para un chico. Hay que tener en cuenta que en Venezuela la vida de los transexuales es difícil. Es dura. La gente es muy intolerante. Ya sabes, la vida de transexual es mucho más obvia que, por ejemplo, la vida de homosexual. Pero no se lo oculté a nadie. De los pocos amigos que tenía, la mayoría eran chicas heterosexuales, y esto es debido al sentido de machismo que tienen los hombres y su tendencia a rechazar las disparidades de género antes que las chicas. V Rechazo L o que también es verdad es el hecho de que muchas veces no terminamos el instituto o vamos a la universidad debido al rechazo. No te olvides de que no somos gays. Los gays no quieren ser físicamente hombres o mujeres; a ellos simplemente les gustan los hombres o las mujeres. Para nosotras es diferente. No vamos a 16 / más+menos más aceptadas en esta sociedad, y aquí se incluye nuestro deseo de conseguir empleos aceptables. Si se piensa en las mujeres transexuales trabajando de prostitutas, no se las reconoce de ninguna manera, sino que son criticadas y juzgadas por el resto de la sociedad. El hecho es que necesitamos esta ley para que nos ayude a integrarnos mejor, y pienso que se aprobará, especialmente porque aprobaron la ley de 2006 que nos permitía cambiar nuestro nombre en el certificado de nacimiento y otros documentos oficiales. En cuanto a esa ley, el requisito es dos años de tratamiento hormonal para poder cambiarte el nombre legalmente. Pero ahora también estamos luchando para poder cambiar el género que consta en esos documentos oficiales. No le hace ningún bien a nadie cambiarse el nombre y que aún esté registrado como “varón”, después de que la persona se ha operado y ahora es una mujer. Sociedad Sí, me siento un poco más aceptada. ¿Ahora? El gobierno trabaja en una ley de integración transexual, cuya intención es que nos sintamos ine a Colega (Asociación de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales), tuve una entrevista con un psicólogo y envió mis papeles al hospital Carlos Haya de Málaga donde me trató un psicólogo clínico. Una vez que has tenido entre seis y ocho citas con el psicólogo, te mandan a un endocrino y luego empiezas con los tratamientos hormonales. Pero el tiempo de espera no se restringe a una cuestión de meses; algunas pueden llegar a esperar un año entero hasta que el psicólogo les dé el visto bueno. Cada persona es diferente. Pienso que es más aconsejable pasar por este proceso a través de una asociación, como Colega, aunque se puede hacer yendo simplemente a un psicólogo. Después de empezar el proceso de tratamientos hormonales, hay que esperar de un año y medio a dos años para la operación. Todo el tiempo hay que estar tomando hormonas. Es necesario hacerlo para siempre, durante el resto de nuestra vida. Dado que mi cuerpo seguirá produciendo las hormonas para las que está programado biológicamente, tendré que tomar siempre hormonas femeninas para contrarrestar las masculinas, y ocurre lo mismo con las mujeres transexuales. Operación E sto es lo que nos comentan desde el principio: la decisión de operarse es vuestra. Es cómo te sientes. Si te sientes cómoda sin cirugía, también te sientes bien con ella. Si alguien no recurre a la cirugía, es sólo por miedo. No creo que tenga nada que ver con la confusión o que de repente la persona se sienta conforme con el sexo que posee. Una vez que has empezado con las hormonas, la confusión ya no es algo que te aparte de la cirugía. Conozco a alguien que, cuando llegó el momento de la anestesia, ya no quiso operarse. No paraba de decir que no y tuvieron que dejarlo. Estaba asustada. ¿Yo? Yo no lo estoy. Tengo muy claro que la cirugía es lo que quiero. Hay que estar completamente segura de si lo que quieres es la cirugía. El cambio de sexo tarda entre cuatro y seis horas. Técnicamente se llama cirugía de resignación de sexo. El implante de senos cuesta entre 30.000 y 36.000 euros, y la operación de reasignación de sexo de hombre a mujer vale de 108.000 a 120.000 euros. No sé cuánto cuesta la reasignación de sexo de mujer a hombre. Creo que extirpar los senos es alrededor de 24.000 euros. La seguridad social cubre los costes de la cirugía para la reasignación de sexo, pero no los implantes de senos porque puede considerarse algo estético, como la cirugía plástica para el aumento de pecho. Hay que tener en cuenta que tanto el cuerpo del hombre como el de la mujer tienen glándulas mamarias, aunque solo el organismo femenino produce las hormonas que hacen que las glándulas luego los otros españoles y después los extranjeros. La lista de espera no es corta. Hay una lista diferente, la de casos más urgentes. Tengo una amiga que se operará antes que otros que están esperando. Sólo tiene un testículo, sólo uno, y por eso necesita que le extirpen el otro. En su caso, se siente muy incómoda con su cuerpo y necesita ser operada cuanto antes. Por este motivo se encuentra en la lista urgente. Tienes una identidad femenina, y en ese periodo de edad alrededor de los 11,12, incluso 13 ó 14 años, empiezas a pensar: En espera o aún no sé cuando me operaré. “¿Por qué me siento así? ¿Por qué me Y Estoy en la lista de espera y la lista siento como una chica y estoy dentro del es larga; no sé cuanta gente hay. En mi interior, estoy en paz conmigo misma; cuerpo de un chico?” por fuera, no, ya que aún tengo genitales mamarias segreguen tejido mamario. Dado que tomamos hormonas femeninas, nuestro cuerpo produce tejido mamario, de modo que los implantes de senos se ven más como un capricho que como una necesidad. Puesto que Andalucía ofrece operaciones de reasignación de sexo cubiertas por la seguridad social, hay gente que viene de toda España y otros países para operarse. Nosotros, los andaluces, tenemos prioridad, masculinos. Pero en comparación con otras que están en contradicción con su cuerpo, yo estoy en paz. Lo he estado siempre desde que el proceso comenzó. Las hormonas ayudan mucho porque puedes ver que el cuerpo se hace más femenino, ves que los cambios ocurren. Y ahora que hemos empezado con las hormonas, sabemos que se acerca el momento de la operación. Sin duda, llegará”. Luz en una comunidad de esperanza Marilyn Pérez / traducción Antonio Gutiérrez Cada año, el hospital Virgen del Rocío de Sevilla recibe 1.000 nuevos casos de niños con cáncer, que reciben tratamiento sin coste alguno. Aunque el 30% de ellos morirán, anualmente el porcentaje de supervivientes tiende a incrementarse, como explica el jefe de la Unidad. P uertas coloreadas salpican intensamente los pasillos que llevan a una habitación de juegos de techo alto y que da a un patio. Esta habitación está llena de juguetes y material educativo. Al igual que en la mayoría de los ambientes escolares, los niños que juegan en este lugar aprenden, ríen y crecen juntos. Lo que lo hace diferente es que está situado en la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “Para los padres de los pacientes, es muy difícil imaginarse que sus hijos pueden morirse antes que ellos”, explica Elena Torrado, psicóloga de Andex. “Están continuamente muy preocupados”. Andex es la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Andalucía. La organización se fundó en 1985 y se dedica a ayudar a pacientes y familiares que sufren esta enfermedad. El jefe de la Unidad de Oncología Pediátrica del hospital, el Dr. Eduardo Quiroga, declara que aunque el 30% de los niños no sobreviven, cada año el porcentaje de supervivientes sigue incrementándose, y actualmente es del 60-70%. Cuando vuelven al hospital de visita, más altos, con buen aspecto y sanos, para Eduardo Quiroga y Elena Torrado éste es uno de los momentos más gratificantes de su trabajo. “Cuando vemos a antiguos pacientes curados y que llevan una vida normal, es una sensación estupenda. Hemos tenido adolescentes que más tarde se casan y algunos incluso nos traen a sus hijos para que los conozcamos”, cuenta el Dr. Quiroga. Por desgracia, poder volver de visita no es una elección para todos más+menos / 17 los niños con cáncer. “El recuerdo más emotivo que tengo es mi amistad con un paciente de quince años llamado Louis”, recuerda el doctor Quiroga. “Era un inmigrante que tenía una familia muy pequeña. A veces iba con él al cine. Fue difícil para mí cuando murió”. Actualmente el margen de edad de los niños de esta Unidad es de uno a catorce años, pero ha habido pacientes de diecisiete. “Los niños tienen más capacidad para comprender las cosas de lo que los adultos se piensan”, explica el Dr. Quiroga. “Cuando los médicos informan a los niños de su situación, tienen que contárselo con calma, con cariño y adaptar su explicación a la edad del niño”. “Es importante dar tiempo al niño y la familia para que lloren cuando reciban la noticia, y dejar que los padres sepan que los médicos van a hacer todo lo que esté en sus manos para ayudar”, declara el Dr. Quiroga. “Les damos cariño y esperanza. Sus vidas cambian. Ya no pueden hacer ciertas cosas como ir al colegio con regularidad”. La psicóloga Elena Torrado explica que es incluso más difícil para los adolescentes adaptar su vida a los cambios. Muchos mantienen su grupo de amigos, pero algunos se distancian porque se avergüenzan de que les vean enfermos. “Nada puede compararse con las dificultades, retos y cambios que experimentan las vidas de los pacientes y sus familiares”, afirma el Dr. Quiroga. Por ejemplo, “un padre tiene que dejar su trabajo para estar con su hijo a todas horas”. Sin embargo, esta situación no afecta económicamente a las familias españolas como ocurre en EEUU, en el sentido de que el servicio público de asistencia sanitaria es gratuito “Les damos cariño y esperanza. Sus vidas cambian. Ya no pueden hacer ciertas cosas como ir al colegio con regularidad.” en España. “Un niño sin recursos puede recibir un tratamiento caro como el de trasplante de médula, algo que no sucedería en EEUU”, aclara el Dr. Quiroga. Él conoce todo esto muy bien porque estuvo un tiempo trabajando en St. Jude’s Children Research, un centro de investigación de enfermedades infantiles en Menphis. Pero el Dr. Quiroga subraya que todavía pueden mejorar las cosas en España. “Podríamos recurrir a más médicos, dedicar más dinero para investigación, y tener una casa cerca del hospital para que los niños vivan allí durante el tratamiento y no tengan que dormir y permanecer todo el tiempo en el hospital”, declara el jefe de la Unidad de Oncología Pediátrica. “Sé que en Sevilla hay diferentes eventos en los que se puede recaudar dinero como rifas, cenas o corridas de toros… todo lo que sea en beneficio de los niños es bienvenido”. Andex, la asociación de padres, también organiza actividades de ocio para los niños como el viaje al parque temático Isla Mágica de Sevilla, fiestas de Navidad y unos días en la playa. Gracias a estas actividades, muchos de los niños, familiares y personal pasan gran parte del tiempo juntos. Sobre sus compañeros, declara el Dr. Quiroga que “pasan tanto tiempo compartiendo emociones muy intensas con los niños y familiares que terminan creando vínculos muy fuertes con ellos”. De acuerdo con el Servicio Andaluz de Salud (SAS), el hospital Virgen del Rocío recibe unos 1.000 casos nuevos de cáncer infantil cada año. No obstante, la escalofriante cifra de casos no afecta a la forma positiva en que el personal afronta su trabajo. “Cuanto más dura sea la situación, más gratificante es al final la ayuda que pueda ofrecerles”, afirma Elena Torrado. El Dr. Eduardo Quiroga está de acuerdo: “Me gusta pensar que mi conocimiento y cuidados contribuyen al tratamiento de niños con cáncer. La mirada de gratitud de los padres y la sonrisa en las caras de sus hijos es lo que sustenta mi espíritu médico cada día”. créditos fotográficos Gerhard Ricther / “Betty”, óleo sobre lienzo, 1988. Cortesía de Falín M. Galbán / El Vacie, 2007. Mark Wagner / Hospital. Tomasz Kobosz / Parto. 18 / más+menos Nichole Osinski / Futuros médicos en la Universidad de Sevilla, 2009. Catherine Ross / Kiosko de prensa en Sevilla, 2009. Valerie Hartshorn / Angie, 2009. Cortesía del Dr. Eduardo Quiroga / Sala de juegos en la Unidad de Oncología Infantil del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, 2009