en España - masmenos

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Sanidad
Pública
en España
revista de estudiantes
otoño 2009
centro de estudios de sevilla
autores
Segio ALBA / Universidad de Sevilla
Ryan BRAMLETT / University of Colorado at Boulder
Fátima CABAÑAS / Universidad de Sevilla
Mª José DE CASTRO / Universidad de Sevilla
Ana GÓMEZ / Universidad de Sevilla
Cristina GONZÁLEZ / Universidad de Sevilla
Antonio GUTIÉRREZ / Universidad de Sevilla
Heather HANHARDT / University of Wisconsin-Madison
Valerie HARTSHORN / Mount Holyoke College
Victoria HILL / Elon University
Kate LOFTESNESS / University of Oregon
Pedro LÓPEZ / Universidad de Sevilla
Leticia MARTÍN / Universidad de Sevilla
Fernando NARANJO / Universidad de Sevilla
Nichole OSINSKI / University of Indiana
Marilyn PÉREZ / The Pennsylvania State University
Edison REYES / Universidad de Sevilla
Thomas ROBERTS / The Pennsylvania State University
Renee ROBINSON / Elon University
Gloria ROMERO / Universidad de Sevilla
Catherine ROSS / Elon University
Kelly SNODGRASS / University of Illinois at Urbana Champaign
www.ciee.org/masmenos
Sanidad
Pública
en España
Maritheresa F. Frain, Ph.D.: Directora del
Centro de Estudios de CIEE en Sevilla
Oscar Ceballos: Coordinador, editor, y
diseñador gráfico
José Enrique García: Coordinación de
estudiantes de la Universidad de Sevilla y
revisión de traducciones inglés-español
Eduardo del Campo: Edición de textos
originales, asesoramiento periodístico
Olga Merino: Coordinadora Residente del
Programa de Liberal Arts
Kate LOFTESNESS: Revisión de textos en inglés
contenidos
El precio de lo que sale “gratis”
Kate LOFTESNESS / traducción de Ana Gómez....................................................
La voz de la elección
Victoria HILL / traducción de Fernando Naranjo...............................................
La batalla entre salud y probreza
Kelly SNODGRASS / traducción de Gloria Romero...............................................
La fuerza del hábito
Ryan BRAMLETT / traducción de Pedro López....................................................
Pacientes dispuestos a esperar
por una atención de calidad
Thomas ROBERTS / traducción de Sergio Alba....................................................
El coste de la enfermedad mental
Heather HANHARDT / traducción de Fátima Cabañas.......................................
Tres kilogramos de vida
Renee ROBINSON / traducción de Edison Reyes.................................................
¿Así que quieres ser médico?
Nichole OSINSKI / traducción de Leticia Martín.................................................
revista de estudiantes
otoño 2009
¿Qué tiene de fantástico el mundo
del mundo del plástico?
Catherine ROSS / traducción de Cristina González...........................................
Si el hombre pudiera decir lo que ama
Valerie HARTSHORN / traducción de Mª José de Castro.................................
Luz en una comunidad de esperanza
Marilyn PÉREZ / traducción de Antonio Gutiérrez...........................................
seville study center
Impresión : ESCANDÓN S.L.
© ciee study center in seville. 2009
Depósito Legal: CA-411-2009
ISSN 1885-5490
Facultad de
Filología,
Dpto. de
Filología Inglesa
(Lengua Inglesa)
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CIEE Seville Study Center
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NOTA DEL EDITOR
L
os ciudadanos españoles cuentan con una
cobertura sanitaria universal. La Constitución de 1978 establece en sus artículos 40 y 49
“el derecho de todos los ciudadanos a la protección de
la salud, siendo los Poderes Públicos los encargados de
ejercerla”. Hoy día, tal prestación la facilita una
red pública formada por los servicios de salud
de las 17 comunidades autónomas del país, la
cual se encuentra bajo el escrutinio permanente
de los usuarios. A pesar de las muchas críticas
que se le hacen, la percepción que del conjunto
se tiene es positiva.
Son los ciudadanos, a través de sus impuestos y cotizaciones a la seguridad social, los que
sufragan el gasto sanitario en España. En el año
2006, éste alcanzó los 53.000 millones de euros,
un 5,9 por ciento del PIB nacional. Esto supone
un gasto por persona y año de 1.139 euros, en
un contexto de constante aumento presupuestario. El sistema, por más que esté dotado de
los mayores avances técnicos y de un amplio
número de cualificados profesionales, apenas
da abasto a cubrir las necesidades sanitarias de
una población cada vez más exigente a la vez
que longeva. El elevado número de usuarios
que no son contribuyentes netos y que cada vez
requieren de la sanidad pública durante más
años y con más frecuencia es uno de los grandes
problemas para la viabilidad del sistema, aunque no el único.
Los usuarios han aún de soportar largas
listas de espera para consultar a un especialista
o para ser operados. Los servicios de urgencias
están masificados cuando no colapsados. Los
hospitales son en general incómodos. Los profesionales de la medicina pública son retribuidos
en España de manera sustancialmente inferior a
los de la mayoría de países desarrollados, incluídos los Estados Unidos, y su motivación se ve
además mermada por una excesiva politización
de la gestión sanitaria. Sin embargo, España es
Óscar Ceballos
por ejemplo el país del mundo en el que se realiza el mayor número de transplantes de órganos
por habitante. La asistencia sanitaria es de gran
calidad y está garantizada para el conjunto de
ciudadanos, vivan en una gran ciudad o en el
lugar más remoto y apartado.
Con todos sus defectos, sería pues inconcebible para los españoles como para los más
de dos millones de extranjeros que residen de
forma legal en España, que se limitara en modo
alguno su derecho a la asistencia sanitaria. En
los Estados Unidos en cambio, un 25 por ciento
de la población carece de la misma. Ha sido
con la idea de acabar con una discriminación
tan dramática como ésta, que el Presidente
Obama ha establecido como prioridad absoluta
de su mandato la reforma del sistema público
sanitario.
Gracias al contacto con profesionales,
futuros profesionales y usuarios de la sanidad
pública que los estudiantes participantes en
más+menos 13 han tenido, hemos aumentado
nuestra perspectiva sobre un debate tan lleno de
paradojas como de cuestiones morales, todas las
cuales nos obligan a considerar muy seriamente qué es lo que se debe hacer. Lo primero es
informarnos y conocer la realidad.
Queremos agradecer a todos esos profesionales de la salud los conocimientos, opiniones
y experiencias que tan generosamente han
compartido con nosotros: Javier Conde, Joana
Marín, Antonio y Carlos Jiménez, Eduardo
Quiroga, Luz Viudes, Teresa Torre, Frank
García-Castrillón, Josefa Espinaco y Dolores Galindo; igualmente a los estudiantes de
medicina de la Universidad de Sevilla, que nos
han mostrado su facultad y nos han hablado de
sus esperanzas y de sus preocupaciones; y, antes
que a nadie, a los propios usuarios de la sanidad
pública, que son los que le ha dado realidad a
nuestras historias.
EL PRECIO
DE LO QUE SALE
“GRATIS”
Kate Loftesness / traducción Ana Gómez
Más de 30 años después de convertirse en un derecho exigido constitucionalmente, el sistema
sanitario público español lucha contra los crecientes costes y el mantenimiento de un nivel alto de
asistencia para todos los ciudadanos.
I
magine que descubre que tiene cáncer, SIDA
u otra enfermedad seria que podría costar
cientos de miles de dólares en tratamientos médicos. Ahora imagine que tiene la garantía de
poder recibir todo el tratamiento que necesite,
completamente gratuito. Esto sería algo difícil
de concebir para los americanos, pero para los
ciudadanos españoles es una realidad.
La asistencia sanitaria pública ha sido objeto
de gran atención tras el reciente impulso que
pretende dar el presidente de Estados Unidos
Barack Obama al sistema público de salud,
pero para muchos americanos la idea de recibir
un tratamiento médico costoso completamente gratis parece demasiado buena para
ser cierta. En España, el gobierno ha
proporcionado asistencia sanitaria universal durante décadas, pero los españoles
todavía se enfrentan a las mismas dudas.
El sistema público de salud español ha
sido objeto de atención por su amplio
alcance y eficacia así como por sus
defectos, incluyendo gastos enormes que
continúan aumentando en medio de una
crisis económica.
En 1978, la Constitución española ofrecía a
todos los ciudadanos el derecho a una asistencia sanitaria universal. Hoy en día, el sistema
que administra este derecho está dividido en
17 comunidades autónomas que funcionan
independientemente unas de otros, incluido el
Servicio Andaluz de Salud (SAS). El SAS mantiene 1.491 centros médicos, donde los andaluces pueden recibir atención médica primaria y
especializada.
El Dr. Francisco Javier Conde García,
médico internista del hospital Virgen Macarena
y profesor de la Universidad de Sevilla, cree
que el sistema público de salud logra con éxito
la cobertura de salud universal recogida por la
constitución española. “Es una realidad. Aquí
no se discrimina a nadie”, afirma el Dr. Conde.
Opiniones diversas
Sin embargo, no todo el mundo está contento. Esther Menacho Dorado, que forma parte
del equipo de edición y producción del programa de Canal Sur Radio El Público, oye muchas
quejas acerca de los defectos del sistema.
“Cada tarde, recibimos llamadas de oyentes
que nos cuentan lo que les pasa, lo que les preocupa”, explica Esther. “Uno de los problemas
que aparecen con más frecuencia es el problema
de la salud: andaluces descontentos porque
Aunque Manuel padecía un caso muy serio
de queratocono, la misma enfermedad que
tenía su madre, el SAS le dijo que no era una
enfermedad grave y no cubriría el implante de
anillos en la córnea que los médicos veían necesario para que pudiera conservar la vista. Esta
operación, que puede costar entre 4.000 y 6.000
euros por ojo, era demasiado cara para Manuel
o su familia.
Después de denunciar al SAS públicamente
y dar a conocer su caso en la radio, un médico
privado se enteró de la difícil situación y operó
a Manuel y su madre gratis el pasado mes de
noviembre.
La operación, que ahora cubre el
SAS en parte gracias a la protesta pública
de Manuel, detuvo el avance del queratocono, aunque él todavía tiene problemas
para ver. “Yo me siento mosqueado con
el sistema de salud. Si me hubieran diagnosticado esta enfermedad hace cuatro
años, ahora tendría gafas, pero vería
mucho más de lo que veo. Ahora mismo,
estoy mosqueado, muy mosqueado”,
afirma Manuel.
Aunque el caso de Manuel no es un ejemplo
aislado, las estadísticas hablan muy bien de los
servicios del SAS. Según una encuesta del SAS,
el 88,2 por ciento de los usuarios reconocen estar “satisfechos” o “muy satisfechos”, y el 50 por
ciento dicen que los médicos son “muy buenos”.
Yasameen Raissinia, estudiante de 21
años de San José, California, que participa en
el “Programa de Negocios Internacionales y
Cultura” de CIEE, conoció el sistema sanitario
español en su tercer día en Sevilla cuando fue a
Urgencias en Triana con un pie roto. “No había
absolutamente nadie. Entramos y salimos en
media hora”, comenta Raissinia.
El sistema público de salud español ha
sido objeto de atención por su amplio
alcance y eficacia así como por sus
defectos, incluyendo gastos enormes que
continúan aumentando en medio de una
crisis económica.
04 / más+menos
llevan meses esperando a que les vea un especialista, informes médicos perdidos, solicitudes de
una segunda opinión médica que nunca llegan
o enfermedades que el SAS no cubre”.
Manuel Barragán García, onubense de 21
años, se puso en contacto con El Público después
de que el SAS le negara la cobertura de una
costosa operación que necesitaba para evitar
quedarse ciego. “Lo que tenía era una enfermedad que deformaba la córnea e iba a llegar a un
punto que la córnea se iba a ir abriendo como
una flor hasta perder la visión por completo”,
explica Manuel.
Los médicos la escayolaron y le mandaron
unos medicamentos, incluyendo una inyección
diaria en el estómago para aumentar la circulación sanguínea del pie. Como no es ciudadana
española, Raissinia tuvo que pagar cerca de 180
euros en total que su seguro privado le reembolsará una vez que se hayan hecho los trámites.
Una semana después de la visita a Urgencias, Raissinia volvió para ver a un traumatólogo, y allí se encontró con mucha más gente y
una hora de espera. Este médico le dijo que los
rayos X no eran concluyentes y a lo mejor ni siquiera se había roto el pie. Ya no tuvo que llevar
la escayola ni usar muletas, pero el dolor duró
un mes y aún no sabe exactamente lo que pasó.
“En general, la atención y el servicio de
Urgencias fueron geniales”, explica Raissinia.
“En realidad no sé lo que sucedió. Puede que el
médico fuera un poco incompetente”.
El Dr. Conde admite que la falta de motivación en el personal médico es un problema
en el sistema sanitario español: “La gente
está quemada”. Ve también otros problemas
importantes en la excesiva burocracia, la falta
de comunicación, las largas listas de espera y los
gastos cada vez más grandes.
¿Puede España hacer frente a su sistema
sanitario?
Con la crisis económica actual, el coste
del sistema público de salud español está en el
centro de un creciente debate público. Aunque
el español es uno de los sistemas menos caros de
todos los países occidentalizados, con un coste
menor que el de Estados Unidos, Alemania,
Japón y Reino Unido, aun así necesitó 53.000
millones de euros en 2006, el 5,9 por ciento del
PNB. Un informe actual de Fedea, Fundación
de Estudios de Economía Aplicada, demuestra
que los gastos actuales no son sostenibles. Entre
2003 y 2007, el déficit del sistema de salud
nacional aumentó 11.000 millones de euros, y
el informe Fedea estima que si las tendencias
actuales continúan, podría exceder los 50.000
millones de euros para 2020.
El Dr. Conde atribuye la mayor parte de
este incremento a una población envejecida y
un número mayor de pacientes crónicos. Según
un artículo reciente de El País, en 10 años, uno
de cada cinco españoles tendrá más de 65 años.
“La edad ya no es tan limitante como antes”,
aclara el Dr. Conde. “Los pacientes se van
cronificando más”.
El Dr. Conde añade que una tecnología médica más cara, el mayor número de inmigrantes
y las cambiantes expectativas del usuario también sobrecargan el sistema actual. El ciudadano español común va al médico ocho veces al
año, un 40 por ciento más que el promedio del
resto de la Unión Europea. El Dr. Conde señala
que una forma importante de reducir los costes
es cambiar la manera de pensar de la gente:
“No puedes ir al médico por una tontería. No
es un problema del sistema; es un problema del
usuario”.
Aunque con sus defectos y aspectos que mejorar, él tiene fe en los fundamentos del sistema:
“A pesar de lo crítico que yo soy, el sistema funciona muy bien. Considero que aquí en España
es un éxito, y esto no va a cambiar”.
La voz de la elección
Victoria Hill / traducción Fernando Naranjo
Los dieciséis fue una vez considerada una edad de transición: de la inocencia a la experiencia; de la
ingenuidad al conocimiento. Ahora la relacionamos con hormonas revueltas, conductas arriesgadas y
la decisión final. Con la reciente aprobación por el gobierno socialista español de leyes que suavizan
el aborto y las restricciones sobre la píldora del “día después”, la controversia se va generalizando.
Á
ngela se dirige nerviosa hacia el cruce de
San Jacinto con Pagés del Corro y gira a
la izquierda. Estruja un billete de veinte euros
contra la húmeda palma de su mano: el dinero
ganado la noche del miércoles pasado por
cuidar de sus dos primos. El corazón le late con
fuerza mientras la pregunta “¿Qué he hecho?”
retumba en su cabeza. Entra en la farmacia,
se acerca al mostrador y confiesa tímidamente: “Hola, necesito comprar la píldora del día
después.”
Ángela, como cualquier otra mujer española
mayor de 16 años, puede comprar la así llamada “píldora del día después” sin prescripción,
siguiendo la nueva legislación presentada al
parlamento español por Bibiana Aido, Ministra
de Igualdad, y aprobada el 6 de octubre de
2009. Además, cualquier joven de 16 años o
mayor puede también abortar sin el permiso de
sus padres o tutores legales. De acuerdo con esta
nueva ley, el límite para abortar está establecido
en las 14 semanas de embarazo.
Desde 1985, el aborto en España sólo se
permitía para las menores de 18 años (como
para el resto de mujeres, sin importar la edad)
en caso de violación, enfermedad mental o, en
ocasiones, cuando el feto corre algún peligro.
Pero ahora, “todas las circunstancias de aborto
son subvencionadas por la sanidad pública.
Un médico puede decir que no por motivos de
conciencia, y hay que respetarlo. Pero todos los
casos son costeados”, explica el Dr. Javier Conde García, miembro facultativo de la Unidad de
Medicina Interna del Hospital Virgen Macarena de Sevilla.
El Diario de Sevilla documentó que el 7 de octubre de 2009, un día después de la aprobación
del proyecto de ley, había 400 farmacias en la
ciudad y 800 en Andalucía que vendían la píldora, la cual sirve para interrumpir el embarazo
en las horas o días inmediatamente posteriores a
las relaciones sexuales.
La reciente aprobación de estas leyes ha
causado un debate radical dentro de la sociedad
española y las opiniones están divididas. El 44%
más+menos / 05
de los adultos españoles apoyan los cambios
propuestos, mientras que el 46% se oponen, de
acuerdo con una encuesta de 2.000 entrevistas
telefónicas realizada por el Instituto Noxa para
el periódico La Vanguardia.
Pro-vida
“O
torgar al aborto la connotación de
que no sólo está permitido sino que es
socialmente aceptable es el mayor problema. El
aborto es considerado entonces un derecho irrevocable. Cuando una nueva ley sólo ayuda a un
puñado de personas, la ley deja de ser una ley,
y pasa a ser una esclavitud, a la que la mayoría
general es sometida como esclavos”, explica
Francisco J. González, subdirector de Fundación Vida, una organización sita en Madrid
dedicada a reducir el número de abortos.
“Ninguna mujer es lo suficientemente
madura para tomar esa decisión con independencia a los 16 años”, afirma Francisco.
“Siempre se toma una decisión equivocada.
No existe un buen aborto... Es un error
enorme no proteger a la juventud en este
sentido. Los padres son los únicos que
pueden aconsejar sin ninguna influencia
externa. Aunque su consejo puede no ser
siempre el correcto, la juventud está obligada a reflexionar”.
Junto con la ausencia de implicación
parental, la falta de madurez es una cuestión importante para muchos. “Pueden
conducir a los 18, pero abortar a los 16. Ahora
dime si eso tiene sentido”, apunta Julia de 52
años, madre de dos niños. “La nueva ley del
aborto está orientada hacia la clase baja y los
ignorantes. Creo que una educación adecuada
puede evitar estos problemas. El gobierno está
actuando tarde, y es un problema que no saben
cómo resolver... Esta ley va a causar muchos
problemas por facilitar una solución a personas
inmaduras”.
El diario El País informó el 1 de noviembre
de 2009 que “las mujeres con menos recursos
abortan más tarde,” y la Agencia de Salud
Pública de Barcelona (ASPB) declaró que “más
de una tercera parte de las mujeres que esperan
más tiempo para abortar no habían completado
el primer ciclo de sus estudios universitarios,”
señalando una conexión entre la posición socioeconómica y el momento del aborto.
Javi, estudiante universitario de 21 años,
piensa como Julia, a pesar de la diferencia de
edad. “Creo que la nueva ley es muy hipócrita.
Permitimos a las chicas de 16 años o mayores
abortar, pero seguimos protegiéndolas de muchas otras cosas. Si son menores para algunas
cosas, deben serlo para todo”.
tivos y condones, en lugar de tomar la píldora
del día después o tener que someterse a un
aborto...” explica Gladys, de 49 años y madre
de tres niños. “Hay mucha oposición por parte
de un gran porcentaje de la población española.
Pero no creo que esta nueva ley vaya a provocar
una conducta promiscua”.
El Instituto Ramón Carande de Sevilla
afronta uno o dos embarazos completos por
año académico. “Estas son las chicas que eligen
tener el bebé... hay muchas otras que han
utilizado la píldora del día después”, subraya
Encarnación Quiroga, consejera académica y
psicóloga del centro.
Los jueves, durante dos horas, una enfermera aconseja a los estudiantes sobre salud en general y educación sexual. La confidencialidad y
regularidad de este programa inspira confianza
y crea “una demanda de este servicio”, expone
facilidad para abortar, la mayor disponibilidad
de la píldora del día después puede acarrear un
incremento de su uso como principal método
anticonceptivo. Pero el Dr. Carlos GonzálezVilardell, Presidente de la Asociación de
Profesionales Médicos de Sevilla, advierte que
“podría haber un aumento de las enfermedades
de transmisión sexual”.
Además, esta nueva legislación tendrá
indudablemente un impacto económico en el
país. En 2006, las comunidades autónomas y el
estado central funcionaban con un presupuesto
sanitario total de 53.000 millones de euros (el
5,9 % del PNB), incluyendo procedimientos
como el aborto y medicamentos como la píldora del día después. La nueva política hace que
el aborto y la píldora del día después sean más
fáciles de conseguir para más mujeres, pero sin
garantizar que el gobierno gastará más dinero
proporcionando estos servicios en el futuro y
durante la crisis económica actual.
Además de los asuntos financieros, esta
divisiva legislación ya está planteando muchas cuestiones culturales, morales y políticas, dividiendo la opinión popular casi por
la mitad y provocando un incremento de la
confrontación entre el partido gobernante
(PSOE) y el partido de la oposición (Partido
Popular).
Con todo esto en mente, mucha gente
destaca que esta nueva legislación que facilita los abortos y la píldora del día después es más
profunda de lo que podría parecer.
“Mucha gente joven actúa sin pensar. Un
gran error es creer que esta píldora será la solución a todo”, afirma Javi.
Nicole, estudiante universitaria de 18 años,
no lo ve de ese modo. Ella ha utilizado la píldora en varias ocasiones como una solución, todas
justificadas por “un error de borrachera” o por
“no tener condones”. Para ella, junto con otras
muchas jóvenes, la opción es clara. “Fue una
decisión muy fácil de tomar... Lo último que
quiero es tener un niño”.
“La edad a la que el sexo es una
posibilidad es la edad adecuada para
tomar la decisión. Ante todo prefiero
que usen anticonceptivos y condones,
en lugar de tomar la píldora del día
después o tener que someterse a un
aborto...”
Pro-elección
“L
a edad a la que el sexo es una posibilidad
es la edad adecuada para tomar la decisión. Ante todo prefiero que usen anticoncep-
06 / más+menos
Encarnación. “Los estudiantes pueden venir al
centro de salud, donde distribuimos la píldora
del día después y los anticonceptivos. Las chicas
normalmente tienen que tomar la píldora en
la consulta, para comprobar que no se hacen
trapicheos fuera... Los padres no se enteran de
nada. Para las chicas, eso es extremadamente
importante”.
Un anticonceptivo subcutáneo, repartido
inicialmente en 2003 en El Vacie, una barriada chabolista de Sevilla, y especialmente útil
para mujeres que olvidan usar regularmente
otros métodos, se está haciendo también muy
popular. En algunos lugares del país, se les
financia a los pacientes al 100%. El País declaró
el 6 de junio de 2009 que desde diciembre de
2002 habían sido distribuidos 16.220 implantes.
Josefa Espinaco, una de las coordinadoras del
centro de salud del asentamiento, explica que la
educación urge. “Allí, muchas mujeres no saben
absolutamente nada acerca de la prevención del
embarazo,” afirma Josefa. “Yo he tratado a una
mujer de 26 años, con hasta ocho embarazos.”
El futuro
E
n 2008, hubo 115.812 abortos voluntarios
en España, un incremento del 3,27 % con
respecto a 2007, según el Ministerio de Sanidad y Política Social. De estos, 10.221 fueron
practicados en mujeres de entre 15 y 18 años, la
mayoría en la sanidad privada. Junto a la gran
La batalla entre
salud y pobreza
Kelly Snodgrass / traducción Gloria Romero
Casas con suelos de tierra compacta y paredes de metal muy finas, sin
calefacción, electricidad o agua caliente… En medio de la civilización
occidental, esta vida premoderna todavía existe hoy en día, haciendo que sus
habitantes gitanos sufran “innecesarias, evitables e injustas” enfermedades.
M
artes, 2 de noviembre, 9 de la mañana.
Sebastián, de tres años, estaba tranquilamente sentado en su sillita delante de la
guardería de El Vacie, esperando a que el día
comenzase. Demasiado pequeño para comprender bien lo que ocurre a su alrededor, Sebastián
miraba sentado con ojos sorprendidos cómo
Pili, la supervisora de la guardería, consolaba a María, la mujer encargada de cuidar de
los niños más pequeños (de 6 meses a 1 año).
La situación se puso más difícil cuando otras
madres comenzaron a llegar para dejar a sus
hijos, preguntando qué había ocurrido para que
María estuviera tan disgustada.
En medio de todo este jaleo, María, llorando, se refugió en la habitación donde a uno de
sus niños se le echará en falta para siempre.
Durante el fin de semana de Halloween de
2009, el hermano de Sebastián, Antonio, con
apenas 8 meses, murió de bronquitis de forma
repentina e inesperada. De acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (OMS),
hay una media anual de 8 muertos por cada
100.000 brotes de bronquitis, enfisema y asma
en España. Pero este índice de mortalidad no
justifica la muerte de Antonio ni el sufrimiento de María.
El poblado chabolista de El Vacie está
situado a solo unos minutos a las afueras
de Sevilla, la cuarta ciudad más grande de
España. Las grandes diferencias con respecto
a la vida moderna resaltan aun más por
la presencia de un tanatorio, un hospital
concurrido y un hotel de 4 estrellas situado
literalmente a unos pasos de la entrada de El
Vacie. Las modernas carreteras pavimentadas se
convierten de repente en un camino rudimentario hecho de tierra y arcilla, salpicado, cual
decoración, de maleza seca y basura fermentadas bajo el sol de Andalucía.
El poblado chabolista más antiguo de
Europa, El Vacie, alberga actualmente a 930
habitantes según el censo más reciente. Esto
supone un 20% de crecimiento en los últimos
4 años. La mayor parte de la población es de
Andalucía, pero también hay una minoría de
ascendencia portuguesa. Casi todos son gitanos.
Con todos estos residentes en 90 casas y 50
chabolas sin calefacción ni agua potable, la
accesibilidad a la asistencia sanitaria en El Vacie
es de una extrema importancia.
El desafío de mantener a todos los habitantes de El Vacie tan sanos como al resto de los
ciudadanos de Sevilla ha persistido durante décadas. Según la Fundación Secretariado Gitano,
la dramática marginalidad de los residentes de
El Vacie provoca una esperanza de vida 10 años
menor que la de la media de los ciudadanos
de Sevilla. Dado que supuestamente tienen el
mismo acceso a la sanidad pública que el resto
de los ciudadanos españoles, el Ayuntamiento
de Sevilla se ha estado coordinando con las
Organizaciones No Gubernamentales (ONGs)
para equilibrar esta estadística.
Esta falta de ingresos en El Vacie explica el
número de enfermedades que son “innecesarias,
evitables e injustas”, como lo ha denunciado la
Oficina del Defensor Andaluz ante el Parlamento autónomo en el Informe sobre erradicación
del chabolismo en Andalucía presentado en 2005.
“Mayores ingresos igual a mejoras en la salud”,
afirma el Dr. Javier Conde, que trabaja en
la Unidad de Medicina Interna del Hospital
Virgen Macarena de Sevilla. Situado a una
mera distancia de 800 metros de El Vacie, este
hospital público es el receptor habitual de los
En medio de todo este jaleo, María,
llorando, se refugió en la habitación
donde a uno de sus niños se le echará
en falta para siempre.
habitantes del poblado chabolista cuya salud ha
alcanzado un estado crítico.
En un intento por solucionar este problema,
las ONGs Fundación Gota de Leche y Aliento
han dedicado mucho tiempo a cubrir las necesidades básicas de El Vacie. La Fundación Gota
de Leche, creada en 1892 en París para mejorar
la calidad de vida, crear hábitos de higiene
saludables y mejorar el acceso a los recursos
socio-higiénicos en los sectores de la población
con más carencias, trabaja en El Vacie proporcionando desayunos y almuerzos, así como ropa
y zapatos para los niños matriculados en los
colegios públicos.
La Fundación Aliento se encarga del mantenimiento de la guardería para los niños de El
Vacie de entre 6 meses y 3 años. Su programa
diario consiste en un desayuno con leche calien-
te y galletas, un baño y ropa limpia, clases para
aprender cosas como los números o los sonidos
de los animales, y acaba con el almuerzo. Uno
de los objetivos de la guardería es conseguir
que los niños dejen de usar pañales y que sean
capaces de comer por sí solos. Estos son los
requisitos para poder entrar luego en el colegio
en educación infantil.
Pero aun con toda esta ayuda, todavía hay
casos de “innecesarias, evitables e injustas”
muertes como la de Antonio.
Dolores Galindo, trabajadora social de Pino
Montano B, el centro de salud público encargado
de los residentes de El Vacie, afirma que muchos
de los pacientes de esta zona son bebés, niños
pequeños y embarazadas. Vienen por diversas
razones, desde una picadura de insecto hasta infecciones respiratorias o enfermedades crónicas.
Es verdad que la población de El Vacie
aguanta muchos más problemas de salud,
pero Dolores afirma que esto se debe en parte
al hecho de que “no conocen nada sobre la
prevención”. De acuerdo con el artículo del 1
de octubre de 2009 sobre los gitanos españoles
publicado en El Mundo, solo un 47% de las mujeres se han hecho una citología y un mero
30% una mamografía.
El entorno de El Vacie es otro factor
importante. “Tal vez son más propensos, con
más vulnerabilidad para contraer enfermedades”, continua explicando Dolores. De acuerdo con un informe de la ONG gitana Unión
Romaní, “las ratas pasean por las calles como
si fueran perros”. En el siglo XXI, los habitantes
de El Vacie, como Antonio y su familia, todavía
carecen de calefacción, aire acondicionado y
agua potable.
Sin embargo, para la comunidad gitana,
la familia lo es todo, incluyendo una medicina
extraordinaria. Con cuidados y atenciones de
su hija y sus nietos, la mujer conocida como “la
abuela de El Vacie”, María Díaz Cortés, consiguió llevar una vida relativamente saludable
en una casa hecha con paredes de metal y suelo
de tierra. Cuando murió en 2008, se pensó que
María había sido la mujer más vieja de Europa;
acababa de celebrar su 117 cumpleaños en el
poblado chabolista al que había considerado su
hogar durante más de 40 años.
más+menos / 07
La FUERZA
del HÁBITO
Ryan Bramlett / traducción Pedro López
Generaciones de españoles crecieron, vivieron y murieron fumando cigarrillos en una época en la que
sus efectos nocivos eran desconocidos y se veía como algo glamuroso. Hoy, las restricciones legales
para fumar en lugares públicos y la conciencia general sobre sus riesgos para la salud han cambiado
el clima en el país que trajo por primera vez el tabaco de América a Europa hace 500 años.
murió a la edad de ochenta y siete
Joaquín
años con un solo pulmón, ayudándose para
respirar con una gran bombona de oxígeno
que llevaba consigo en una silla de ruedas.
“Quería parecer mayor”, decía su viuda,
Rosario, explicando por qué su marido empezó
a fumar con tan solo doce años. Encendiendo
cigarrillos con su característico mechero metálico, Joaquín dio caladas durante la época antes
de que el tabaco se asociara definitivamente
con 25 enfermedades.
Por el contrario, el hábito de fumar era
signo de madurez e incluso de lujo. La aprobación por parte de celebridades como Marlene
Dietrich y James Dean ensalzó la imagen del
tabaco. Afirmaciones como “más médicos
fuman Camel que cualquier otro tabaco”, de
un anuncio de Camel en 1946, tranquilizaba a
un público ignorante. Sin embargo, en
1957, un artículo de la BBC informó de
que el Consejo de Investigación Médica
había descubierto que “la conexión
entre fumar y el cáncer de pulmón era
un directo ‘causa-efecto’”.
A pesar de la creciente evidencia,
Joaquín siguió fumando hasta que los
médicos se lo prohibieron. “No le importaba”, explicaba Rosario, sonriendo. “A él le
gustaba y murió fumando”. Un cenicero de cristal limpio seguía aún en la mesa de la cocina.
Con una expresión más seria, Rosario añadió:
“Pero la última parte de su vida fue imposible”.
En la actualidad, el tabaco lidera las causas
de muerte evitables en España. Aproximadamente 54.000 españoles mueren cada año por
temas de salud relacionados con el tabaco,
alrededor de 1.000 personas cada semana. En
2003, la seguridad social española pagó alrededor de 3.919 millones de Euros para tratar seis
de las enfermedades más comunes asociadas
con el consumo del tabaco. En respuesta a esta
“enfermedad crónica y adictiva”, la primera
versión de la ley española anti-tabaco entró
en vigor a principios de 2006. Esta ley prohibía fumar en muchos lugares públicos donde
anteriormente había sido normal. Por ejemplo,
se prohibió el consumo de tabaco en lugares de
trabajo o en centros culturales españoles. Sin
embargo, restaurantes, bares y otros “locales
de ocio” de menos de cien metros cuadrados
fueron excluidos de esta restricción. Aunque
a algunos establecimientos se les exigió tener
zonas para fumadores y no fumadores, la ley ha
sido calificada de ineficaz. De hecho, se estima
que de estos 350.000 locales, solo 40.000 han
establecido zonas para fumadores o lo han
prohibido por completo.
En un bar lleno de gente cerca de la Plaza
de la Alfalfa, un tupido velo de humo formaba
una aureola alrededor de las luces de navidad
colgadas de la pared. La camarera corría de un
lado a otro atendiendo a clientes, con un cigarrillo encendido que sus labios apenas sujetaban. A través de los huecos entre la multitud en
movimiento, los coloridos botones retroilumina-
ción. La mayoría de la gente de mi edad fuma”.
Al preguntarle si alguna vez evitaba lugares
concretos debido a la cantidad de humo en el
ambiente, respondió: “Tengo que aguantarme;
no es que tenga mucha elección”.
El propietario de una bulliciosa pizzería
cerca de la Calle Feria, sin embargo, aprovechó la ley anti-tabaco. El suyo forma parte de
la minoría de negocios en donde fumar se ha
prohibido en el interior del restaurante. Dentro,
algo parecía faltar en el bar mientras el olor a
pizza caliente salía de la cocina. “Yo no fumo”,
dijo, “y es una cuestión del aire que se respira;
hay familias y niños que vienen aquí. La gente
puede irse a fumar al patio si quiere”.
Pronto, este tipo de ambientes podrían ser
obligatorios. La nueva ley anti-tabaco, programada para entrar en vigor en 2010, prohibirá
probablemente fumar en todos los
locales públicos cerrados. Esta versión
busca compensar las medidas tan
“light” de la ley de 2006. Según la
ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez,
la primera ley sirvió como una “fase de
evaluación”. La segunda versión viene
en un momento en el que “estamos
preparados para ampliar los términos
de aplicación de la primera ley”.
Para los propietarios y clientes de bares y
restaurantes de Sevilla, esto significará un cambio drástico en su entorno. Según Antonio, un
camarero de la Bodega de la Gitana, el cambio
sería bien recibido. “No soy fumador y para mí
es perfecto. No quiero trabajar en un sitio todo
lleno de humo, pero no me queda otra”.
El propietario de un famoso bar de tapas en
la Plaza de la Alfalfa dio también su visión al
respecto: “No fumo,” señaló, “pero para mí no
importa mucho. El problema es la perspectiva
que viene con la ley. Es como si los fumadores
fueran criminales y eso no me gusta. ¡Vivimos
en un país democrático!” ¿Y si quitan las máquinas expendedoras de tabaco? “El bar seguirá
teniendo ganancias con o sin tabaco”.
Manuel Fernández Vicario, presidente de
la Unión de Asociaciones de Estanqueros de
España, sugiere que tales medidas tendrán un
En un bar lleno de gente cerca de la Plaza
de la Alfalfa, un tupido velo de humo
formaba una aureola alrededor de las luces
de navidad colgadas de la pared.
08 / más+menos
dos de la máquina de tabaco aguardaban a los
clientes. En este bar, el cual está incluido en el
ochenta por ciento de los “locales de ocio” a los
que afecta el límite de tamaño, el único indicio
de la ley anti-tabaco es la pegatina de advertencia situada en la caja registradora. Al preguntarle a la camarera acerca del trabajo en un local
tan lleno de fumadores pasivos, ella simplemente responde: “No me importa en absoluto”.
Entre fumadores, ésta suele ser una opinión
común. Kaitlin, una estudiante de intercambio de Nueva York, ciudad en la que fumar en
lugares públicos cerrados está estrictamente
prohibido, se mostraba igualmente indiferente. “Yo soy también fumadora, así que estar
alrededor de humo tampoco es que me moleste
demasiado”, comentaba ella. ¿Qué pasa con los
no fumadores que a menudo se encuentran en
esta situación? Pedro, uno de los clientes del bar,
respondía: “Me molesta porque no tengo elec-
impacto económico. En su opinión, limitar el
consumo o venta de tabaco podría “destruir
parte de la economía.” De cualquier manera,
Trinidad Jiménez está intentando acelerar la
llegada de la nueva ley anti-tabaco con el fin de
coincidir con el objetivo de la Unión Europea de
estar fundamentalmente libre de humo para el
año 2012. Más que una cuestión de economía,
la importancia de la ley para la ministra es “la
protección de la salud de nuestros ciudadanos”.
Los 75 años como fumador de Joaquín
proporcionan una perspectiva polifacética en
este asunto. Aunque finalmente muriera por
complicaciones de salud debidas al tabaco, sus
ochenta y siete años sobrepasan con creces la
expectativa de vida de un fumador habitual.
Mientras que sus costes médicos fueron pagados
por el estado, los impuestos de su tabaco probablemente superaron los gastos. Joaquín generó
este hábito durante una época en la que fumar
se veía glamuroso y como un signo de madurez. En la última media década, sin embargo,
esta concepción se ha visto deteriorada por los
peligros que conlleva. A punto de que la nueva
La historia del
ley anti-tabaco entre en vigor en 2010, parece
que los cigarrillos van a ser erradicados. Pero
en un país donde el treinta por ciento de la
población por encima de los dieciséis años son
fumadores, la eficacia está aún por verse. Como
el trabajador de un bar puntualizó, con su cigarrillo encendido en el cenicero: “Puedes sacar el
tabaco del negocio, pero no puedes sacarlo del
fumador”.
tabaco en Sevilla
“Solo el Diablo puede dar a un hombre el poder de producir humo de su boca”.
E
sta declaración hecha por el Tribunal de
la Inquisición española condenó al primer
fumador en Europa a siete años de prisión. Rodrigo de Jerez volvió de El Nuevo Mundo con
la tripulación de Colón. Tras haber observado
la práctica de los indios de inhalar a través de
tallos de caña de azúcar el humo procedente de
una hoja seca quemándose, trajo algunas hojas
consigo en La Niña. Al ser liberado, el hábito ya
había empezado a afianzarse. Por el 1570, los
conquistadores españoles ya importaban tabaco
de América como un artículo de lujo para la
clase alta. Aquellos que no podían permitirse
el tabaco de liar solían recoger las cabezas de
los puros, las desenrollaban y volvían a liar las
hojas que quedaran en pequeños cigarros. De
este modo nació el cigarrillo. Cien años después
del viaje de Colón, la planta ya se cultivaba en
el sureste asiático y la zona centro, el norte de
África y en algunas partes del oeste de Europa.
La construcción de la Real Fábrica de Tabacos
en Sevilla comenzó en 1728 y la producción
empezó treinta años más tarde. Durante la
mayor parte del siglo XIX, la mano de obra
mayormente femenina y gitana cruzaba el
Guadalquivir cada mañana para llegar a la
fábrica, pasando justo por el mismo lugar en el
cual Rodrigo de Jerez fue condenado a la cárcel.
Carmen, el personaje creado por Próspero Merimee en 1845, estaba inspirado en esas cigarreras cuyas manos liaban tabaco todo el día. La
fábrica continuó con su producción hasta 1950,
cuando la fabricación de tabaco fue trasladada
a Los Remedios y el edificio original se convirtió
en la sede de la Universidad de Sevilla.
Pacientes dispuestos
a esperar por una atención
de calidad
Thomas Roberts / traducción Sergio Alba
“Si alguien piensa que los centros de salud y hospitales públicos españoles están saturados ahora,
debería haber visto cómo eran hace medio siglo, cuando había un baño para cada 20 pacientes y
cada habitación estaba abarrotada con 6 o más camas”, recuerda Pepa, 69 años.
P
epa Garrido recuerda estar apretujada entre
el marco de la puerta y la cola de pacientes
para entrar en la bulliciosa consulta del médico
en el Virgen de los Reyes, en la calle Marqués de
Parada. “La enfermera asomaba la cabeza cada
5 minutos e intentaba hacerse oír en medio del
bullicioso charloteo de más de 30 pacientes que
esperaban ansiosamente para ver al doctor”.
–¿Quién es el próximo en la cola?– decía la
enfermera con firmeza. Los pacientes rápidamente se abrían paso a codazos y levantaban los
brazos al aire, discutiendo sobre su número en
la cola.
–¡Yo estaba aquí primero!
–¡No, estaba yo!
–¡Yo iba detrás de ella!
–¡Luego yo! ¡Luego yo!
“La consulta del médico era una casa de
locos”, relata Pepa, una sevillana de 69 años,
agitando la cabeza. “Estaba abarrotada y
desorganizada”. En un sistema sanitario desmantelado, pacientes y médicos se enfrentaban
a un embotellamiento en la atención primaria
durante el régimen de Franco.
Pepa creció en el centro de Sevilla, en el
barrio de El Arenal, y ha ido toda su vida al
ambulatorio Virgen de los Reyes. Aunque se
queja de las largas colas y esperas, reconoce
que “los médico siempre han sido excelentes y
muy educados. Si necesitabas algo urgente, te
ayudaban y trataban muy bien. La atención que
se prestaba a la asistencia era de primera clase”.
Teresa Torres, madrileña de 72 años y antigua propietaria de una farmacia, no se muestra
tan entusiasta. “Seguro que la asistencia técnica
era buena, pero el personal era muy variable”,
aclara Teresa. “No era raro tener que esperar 6
u 8 meses para una operación que no se consideraba urgente”.
Teresa es parte del 10 por ciento de personas en España que pagan un seguro privado.
“La ventaja, para mí, era que podías ir a un
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médico el lunes y estar operándote esa misma
semana. Sin colas, sin esperas. Era sencillo. Pero
también había que pagarlo”.
Era típico que la sanidad privada estuviera
reservada para aquellas personas con una alta
posición laboral, que podían pagar por tener
una comodidad extra. Aunque eran cómodos,
los hospitales privados también eran más pequeños y tenían servicios limitados. Para casos más
especializados, los pacientes a menudo recurrían
a la asistencia médica de los hospitales
públicos más grandes y avanzados.
El Dr. Javier Conde, de la Unidad de
Medicina Interna del Hospital Virgen
Macarena (Sevilla), defiende el viejo sistema sanitario público, afirmando que “se
prestaba atención a la calidad”. De hecho,
el sistema cubría la mayoría de las necesidades médicas de los pacientes. En Sevilla,
había tres hospitales; el mayor era el García
Morato, llamado ahora Virgen del Rocío, construido en 1954. Desde entonces, se ha convertido en uno de los hospitales más importantes de
España, conocido por los servicios médicos que
presta y la investigación.
En los años de privaciones que siguieron
a la Guerra Civil española, Franco estableció
en 1942 el Seguro Obligatorio de Enfermedad
(SOE) para garantizar a los trabajadores el
derecho a la asistencia sanitaria universal. En el
recién creado sistema de Seguridad Social, los
trabajadores recibían un documento llamado
Cartilla Sanitaria. “Era obligatoria para la
cobertura sanitaria, como el pasaporte o el certificado de nacimiento”, explica Pepa, e incluía
el número de afiliación laboral, el número de
seguridad social y los beneficiarios.
“Era gratis. Bueno, yo digo gratis, pero nada
es gratis. Había que trabajar para conseguir
una”, aclara Pepa. Los
españoles participaban
en el sistema público de
salud pagando una cuota
mensual a la seguridad
social, que se descontaba
normalmente de los salarios. La seguridad social
cubría a los trabajadores y
sus familias.
Además de cubrir la
asistencia hospitalaria, la
seguridad social ayudaba
a pagar las medicinas
recetadas. “Se vendían
de forma privada y estas
medicinas se ofrecían al
precio más bajo a la gente
con seguridad social”,
apunta la farmacéutica
Teresa Torres. “Se pagaba
una parte, el veintitan-
tos por ciento, y la seguridad social pagaba el
resto”.
El cuidado dental, sin embargo, no lo cubría
en absoluto la seguridad social. “Si tenías una
caries, el dentista te sacaba el diente, todo bien,
lo tiraba y listo para marcharte. Pero había que
pagar”, explica Pepa Garrido. “Si tenías los
dientes torcidos y no podías pagar para que te
los arreglasen, tenías que aguantarte con los
dientes mal”.
de modo que no había tiempo suficiente para
cada paciente.
Pepa comenta que “los médicos casi no
tenían tiempo suficiente para revisar los casos
después de hacer la última receta. A veces veían
a 50 ó 60 pacientes en una hora”. Los médicos
sencillamente “estaban quemados”, añade el
Dr. Conde. “Había una falta de motivación”.
Además de los médicos que trabajaban
demasiado, los hospitales estaban limitados en
tamaño y capacidad hasta mediados de
los años sesenta. Pepa recuerda la visita a
su hijo Mariano, que ahora tiene 41 años,
en el hospital García Morato cuando tuvo
apendicitis. “En una habitación había
3 camas a la izquierda, 3 a la derecha y
otra supletoria en el lateral”, explica Pepa
haciendo gestos con la mano. “Había un
cuarto de baño para unas 20 personas y un
teléfono en el pasillo. No se podía llamar por
teléfono a nadie. Era muy difícil”.
Las horas de visitas estaban también restringidas. A la familia se le permitía solo dos
horas cada día. “Mi padre tuvo unas cuantas
operaciones, incluyendo la extirpación del riñón
derecho. Nunca quiso estar solo en un hospital
público; siempre decía que quería a sus hijos
y su mujer a su lado”. Por esa razón, su padre
pagó para que le operasen en clínicas privadas,
donde las horas de visitas no estaban restringidas.
Los donantes de sangre, por otro lado,
tenían privilegios de visita especiales y podían
estar todo el día en un hospital público. Eso
fue lo que hizo Pepa. “El pensar en las agujas
hacía que me marease, pero fui a donar sangre
porque quería estar con mi hijo”.
A pesar de las largas colas y frustraciones, “los hospitales públicos ofrecían el mejor
tratamiento y cuidado posibles,” afirma
Pepa. Para alguien que
“realmente nunca” ha
estado enfermo, un viaje
rutinario a la consulta del
médico le llevaría una
hora y media o más, la
mayor parte del tiempo en
la sala de espera. “Al final
la enfermera salía: ‘¿Pepa
Garrido? ¿Pepa Garrido?’
Yo me ponía en pie, y entraba y salía de la consulta
del médico en menos de 5
minutos”.
Para Pepa, “el sistema
sanitario era lo mejor y
lo peor. No teníamos otra
elección así que era las
dos cosas”.
Además de los médicos que trabajaban
demasiado, los hospitales estaban
limitados en tamaño y capacidad
hasta mediados de los años sesenta.
10 / más+menos
Después de los 18 años, se esperaba que los
jóvenes trabajaran y pagaran su propia asistencia sanitaria. “Con 24 años, tuve apendicitis y
necesitaba operarme. Yo no trabajaba en esa
época, por lo que no tenía seguridad social.
Afortunadamente mi padre me pagó una sanidad privada. Sin él, no estoy segura de lo que
habría hecho,” recuerda Pepa.
Para los desempleados que carecían de
medios para pagar una asistencia sanitaria adecuada, el Hospital San Lázaro ofrecía cuidados
médicos que cubría el Instituto Nacional de
Previsión. La mayoría de estos servicios eran caritativos y ofrecían una asistencia que “también
era buena”, comenta Pepa.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, en 1960 había 11 médicos, 1 dentista
y 3 farmacéuticos por cada 10.000 personas
en España. El sistema estaba saturado con
demasiados pacientes para tan pocos médicos,
El coste de
la enfermedad mental
Heather Hanhardt / traducción Fátima Cabañas
Recibir un tratamiento íntimo y frecuente para una enfermedad mental en España, como en
Estados Unidos, puede ser un lujo. La sanidad pública es una opción… al menos en España.
E
n un frenético y abarrotado servicio de
urgencias del Hospital Waukesha Memorial
en Estados Unidos, las lágrimas brotan tras la
montura marrón de las gafas de Julie Wright:
la reacción de una madre que se enfrenta con
la situación de un hijo entre la vida y la muerte. Nora, la hija de 23 años de Julie, ha sido
rápidamente trasladada en una camilla desde
una ruidosa ambulancia. Su cuerpo cercano a la
madurez parece pálido y sin vida, mientras los
médicos y enfermeras se abren paso alrededor de
ella, introduciendo tubos, conectando máquinas e
intentando desesperadamente salvarle la vida.
Nora es la víctima de una sobredosis en un
aparente intento de suicidio. Su madre la encontró sólo unos minutos antes tirada inconsciente en
el suelo de su habitación, con frascos de pastillas
desparramados por ahí. Desde la sala de espera,
Julie, con un rostro lleno de arrugas por el sufrimiento bajo un canoso pelo marrón, no podía
hacer nada excepto esperar a oír si su única hija
viviría o moriría.
Nora es estabilizada unos minutos después
de su llegada. En unas pocas horas, la trasladarán a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde
máquinas y fluidos intravenosos la mantendrán
viva durante dos días, hasta que los tubos puedan
ser retirados. Los sollozos de Julie disminuyen
mientras el médico le explica el estado de su hija.
Con un tono profesional y serio, recomienda que
después de que se recupere su cuerpo, Nora entre
en tratamiento para el problema más grande que
la está asolando: su enfermedad mental.
Durante toda su adolescencia y comienzos de
la edad adulta, Nora ha solicitado atención médica por cuestiones de depresión, ansiedad y autoestima. Ha visto a psicólogos, psiquiatras, terapeutas
y consejeros. Ha tomado medicación y asistido a
sesiones de terapia semanal. Durante un tiempo,
las mejoras de Nora fueron obvias para sus seres
queridos, como Julie. “Siempre me he preocupado por Nora. Siempre supe cuando algo no iba
bien en su esquema mental, pero parecía mucho
mejor últimamente. Parecía ser ella misma”.
En 2008, Nora cumplió 22 años y terminó
la carrera de Artes liberales en una universidad
de la zona. Consiguió su independencia como
mujer adulta y, con ello, perdió la cobertura de
su seguro médico. Sin seguro médico, Nora se
vio obligada a prescindir de sus tratamientos y
medicamentos habituales y tuvo que arreglárselas
sola con el cuidado de su salud mental. Desde
ese momento, Nora ha sido hospitalizada dos
veces por intento de suicidio, este último el más
grave. Fue entonces cuando la conocí, mientras
trabajaba de enfermera auxiliar en la unidad de
urgencias ese día.
En un artículo de octubre de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) expone: “Los
trastornos mentales, neurológicos y de conducta
son comunes para todos los países y causan un
inmenso sufrimiento. Las personas con estos
trastornos a menudo están sometidas a un aislamiento social, baja calidad de vida e incremento
de la mortalidad. Estos desórdenes son la causa
de asombrosos costes económicos y sociales”. La
OMS también advierte de que el cuidado de la
salud mental apenas se aborda, y esto lleva a consecuencias potencialmente funestas debido a la
falta de reconocimiento de la seriedad de las enfermedades mentales y la falta de comprensión de
los beneficios del tratamiento. Aproximadamente
887.000 personas en todo el mundo mueren por
suicidio cada año, una cifra que no incluye los
intentos fallidos de suicidio, como el de Nora.
¿En qué sentido habría sido diferente el caso
de Nora si su tratamiento mental lo hubiera
cubierto una asistencia sanitaria universal? En
España, la asistencia sanitaria es un servicio
financiado por el gobierno, proporcionado por
una serie de sistemas públicos en cada una de las
17 comunidades autónomas. El sistema provee de
atención médica, incluyendo atención a la salud
mental, para todos los residentes españoles e
inmigrantes sin importar la capacidad de pago y
sin ningún gasto para el paciente.
“La Ley General de Sanidad (1986) dispuso la
integración de la salud mental dentro del sistema
de asistencia sanitaria general y estableció que
los pacientes psiquiátricos deberían ser considerados como usuarios del servicio de igual valía.
Posteriormente, las redes de salud mental fueron
integradas en el sistema general de salud”, explica
el Dr. Luis Salvador-Carrulla en un artículo de
marzo de 2006 publicado en la revista The European Journal of Psychiatry. Según la Consejería de
Salud de la Junta de Andalucía, se estima que un
9% de la población española actualmente sufre
algún tipo de trastorno mental.
Además del gran sistema público, también
existe aparte un sector privado de asistencia sanitaria en España. Los pacientes que eligen esta asistencia sanitaria deben pagarla de sus propios bolsillos. La Dra. Joana Marín, Directora del Centro
de Psicología Clínica y de la Salud de Sevilla, una
clínica privada, atiende a pacientes de distintas
edades y con una variedad de trastornos mentales.
La mayoría de ellos son mujeres. “A un hombre le
cuesta más hablar de sus emociones e interiorizar
lo que siente”, comenta Joana. La mayoría de los
pacientes a los que atiende son diagnosticados de
ansiedad, depresión, problemas de comunicación,
problemas de pareja, falta de control de impulsos
y trastornos de personalidad. “Vemos a muchos
pacientes, normalmente cada semana, pero no podemos tratar a pacientes con psicosis activa, como
la esquizofrenia. Estos pacientes deben acudir al
sistema público para su tratamiento porque aquí
no tenemos los recursos necesarios”.
El sistema sanitario público tiene otros recursos que las consultas más pequeñas y privadas no
pueden proporcionar, como personal de seguridad
y medicamentos. La falta de especialización en
la salud mental dentro del sistema, sin embargo,
puede que no proporcione un cuidado suficiente.
“El sistema de sanidad pública, tal y como
está, no puede facilitar un tratamiento completo a
los pacientes con enfermedades mentales. Carece
de individualismo”, según el Dr. Frank Castrillón,
psicólogo privado. En 2006, The European Journal
of Psychiatry publicó que el cuidado de la salud
mental está entre las áreas menos financiadas dentro del sistema sanitario público y que la atención
psiquiátrica ha sufrido reducciones en los recursos
disponibles para los pacientes. Desde 2001, todos
los hospitales psiquiátricos se han cerrado en Andalucía y se han reducido en el resto de España.
Frank Castrillón explica que a un paciente que entra en un hospital general con una
enfermedad mental probablemente le examinará
primero un médico de familia antes de mandarlo
al psiquiatra, si es que llega a derivarlo. “Los
pacientes del sistema sanitario público pueden ver
a un psicólogo o a un psiquiatra una vez cada tres
meses en el mejor de los casos. En mi consulta
veo a pacientes cada dos semanas o más a menudo”. La Dra. Joana Marín advierte de que la
importancia de una relación íntima y de confianza entre el profesional de la salud y el paciente
puede ser crucial en el tratamiento. “Puede ser
un problema si alguien necesita tratamiento con
más frecuencia, porque eso no existe en el sistema
sanitario público español”.
La atención de la salud mental privada en España puede proporcionar un tratamiento más regular y sistemático, pero sólo está disponible con
un coste para el paciente. “Hay muchos casos en
esta consulta en los que los pacientes han dejado
el sistema público y se han venido con nosotros,
con la esperanza de una orientación más especializada. Sin embargo, lo contrario también ocurre.
Hay casos económicos en los que los pacientes
tienen que recurrir a la sanidad pública”, explica
la Dra. Joana Marín.
Un asesoramiento íntimo y continuado en el
cuidado de la salud mental en España, así como
en Estados Unidos, puede ser un lujo que no todo
el mundo se puede permitir. El coste puede llevar
a casos como el de Nora, donde, sin un tratamiento adecuado, situaciones urgentes de vida o
muerte suceden debido a enfermedades mentales.
Una vez que Nora se haya recuperado físicamente, tendrá que estar pagando por la atención médica recibida por este intento de suicidio durante
años, incluso con la ayuda que le ofrecen organizaciones financieras que subvencionan en Estados
Unidos. Si Nora hubiese recibido tratamiento en
España, dentro del sistema sanitario público, no
tendría que pagar para que le salvasen la vida.
más+menos / 11
Tres kilogramos de vida
Renee Robinson / traducción Edison Reyes
Cada día nacen niños en todos los puntos del planeta. Sin embargo, no todos nacen de la misma
manera o bajo las mismas condiciones. Algunos vienen al mundo en un hospital público y otros lo
hacen en uno privado. Algunos en una casa y otros en una bañera. ¿Cuál es el caso de Sevilla?
“D
ebe ser como cuando tienes una
relación sexual: con seguridad y sin
interrupciones. De esta manera se consigue un
nacimiento orgásmico”. ¿Qué querrá decir? La
idea que nos da el doctor Marsden Wagner, ex
director del Departamento de Salud MaternoInfantil de la OMS, no es muy convencional.
Pero no resulta tan extraña tras escuchar a
Luz Viudes Middelman, una doula o matrona
alternativa de Tarifa, que nos comenta esta
revolucionaria idea, al punto de parecernos
hasta lógica.
En su labor como doula, Luz se dedica a dar
apoyo emocional y psicológico a las mujeres
durante el embarazo, el parto y el posparto. Los
ojos le brillan cuando
nos habla sobre lo que
ahora se conoce como
un nacimiento orgásmico: “Las personas
involucradas deberían
respetar, tanto como
sea posible, la intimidad
y la conexión que se
crea en ese momento”.
No obstante, es
difícil conseguir esa
intimidad en el sistema
sanitario público.
Basta con imaginar esas
horas previas al parto
(el sudor comienza a
brotar, las obscenidades
salen a gritos, el dolor
se intensifica), y en ese
momento la mujer de la
cama de al lado mantiene una conversación
con su marido sobre los
planes que tiene para
cenar con los abuelos el
próximo fin de semana.
Este no es precisamente el entorno tranquilo e
íntimo al que Luz se refería. Por tanto, ¿es ésta
la única opción para las mujeres en España?
En Andalucía, las opciones para las mujeres
que van a dar a luz se reducen a los sistemas
sanitarios públicos o privados. Según el Dr. Antonio Jiménez, Jefe de la Unidad de Ginecología
del Hospital Universitario Virgen Macarena de
Sevilla, el 80% escoge la vía pública. Si el 20%
restante escoge un centro privado para poder
disfrutar de una mejor comida, una habitación
12 / más+menos
individual antes y después del parto (sin la mujer
charlatana al lado) y una atención más personalizada, ¿por qué elegir cualquier otra opción?
El dinero es un factor importante. El doctor
Carlos Jiménez, que ha seguido los pasos de su
padre en el campo de la ginecología, señala que
se debe pensar en pagar un importe de más de
4.550€ (6.700$) para dar a luz en una clínica
privada. Este precio sería considerado una
“ganga” en Estados Unidos, donde por cada
retoño se embolsan 5.950€ (8.800$), según el
informe del March of Dimes de 2007. El caso es
que en Estados Unidos no hay otra elección, y
en Sevilla las mujeres pueden elegir no pagar
una fortuna.
El Dr. Antonio Jiménez explica que otro
factor crítico que afecta a la decisión son los
mayores recursos disponibles en el sistema público (una ventaja de la que se hacen eco Olga
Merino y Morgan Reiss, dos madres que viven
en Sevilla). La asistencia médica, los paritorios,
el personal y la tecnología que se ofrece son
de mejor calidad. De hecho, si hubiese alguna
complicación repentina durante el parto en una
clínica privada, la afectada sería trasladada inmediatamente al hospital público más cercano.
El Dr. Jiménez nos explica que esta ha sido
la situación desde 1975, momento en el que la
tecnología mejoró notablemente el desarrollo
de los embarazos, partos y nacimientos en
Sevilla. De acuerdo con las estadísticas, la tasa
de mortalidad infantil descendió en picado de
22 muertes por cada 1.000 nacimientos a sólo
menos de 6 en 1998. La tasa de mortalidad
materna también descendió de los 43 casos en
1975 a simplemente 2 en 1996.
En el pasado, los bebes prematuros que
cabían en la palma de la mano prácticamente
no tenían ninguna esperanza de sobrevivir. Con
la incorporación de las “máquinas milagrosas”, como los ventiladores y las incubadoras,
los 4.000 prematuros
que nacen cada año
en España tienen
ahora la oportunidad
de sobrevivir. Luz
Viudes añade que el
método revolucionario
conocido como “el
cuidado canguro” ha
mejorado el panorama.
Este método enfatiza
la importancia del contacto piel a piel entre
el bebé y la madre,
que ayuda a estabilizar
el ritmo cardiaco, la
temperatura corporal y
la respiración del bebé.
Amamantar al bebé
es también una parte
esencial de este método
para desarrollar la fuerza del recién nacido.
Un bebé prematuro al
que Luz ayudó a nacer
debía permanecer en
la incubadora durante
dos meses; combinando la tecnología y el método del “cuidado canguro”, el tiempo se redujo a
tres semanas.
Otros desarrollos tecnológicos incluyen
esa maravillosa inyección que prácticamente
adormece desde la cintura hacia abajo: la tan
deseada epidural. Este salvavidas no estuvo
disponible hasta mediados del siglo XX. La
epidural da ahora a las mujeres la opción de
sentir dolor o... menos dolor. Para Olga Merino,
la epidural fue “estar en la gloria” después de
horas de dolorosas y fatigosas contracciones. El
Dr. Jiménez señala que un 80% de las mujeres
utilizan la epidural durante el parto. El 20%
que no la utilizan están en este grupo simplemente porque no les da tiempo. Un ínfimo
menos del 1% de las pacientes desean un parto
natural, evitando el uso de la epidural.
A pesar de este pequeño
porcentaje, muchos doctores,
entre ellos Carlos Jiménez, están
a favor de los partos naturales y se
esfuerzan por hacer que los partos
sean “lo más natural posible”. En
este sentido, hay opciones para las
mujeres, como Morgan Reiss, que
quieren dar a luz voluntariamente
sin el uso de medicamentos. En
principio Morgan había pensado
en un parto en el agua, pero ya que
en Sevilla no hay centros especializados tendría que haberse hecho los 530 kilómetros hasta Madrid. En lugar de eso, se le asignó
la tarea a un matrón belga, conocido como “la
persona indicada” para los partos naturales, que
ayudó a Morgan con el embarazo y el parto, ya
que él está “bien informado y más dispuesto a
hacer cosas revolucionarias”. El matrón resultó
ser la opción perfecta para Morgan: el parto
ocurrió de forma tan rápida y simple que no
hubiese tenido tiempo para pedir la epidural.
Aunque Morgan admite que durante el momento más duro del parto sí que la quiso, también
nos cuenta con una sonrisa que “justamente
cuando crees que no puedes aguantar más... ése
es el momento en el que nace el bebé”.
Mientras que da la sensación de que todo
funciona correctamente en el sistema sanitario
público español, ¿existen algunos problemas que
haya que solucionar? El Dr. Antonio Jiménez suspira: “Hay una montaña de cosas por
hacer”. Tanto él como su hijo están de acuerdo
en que la sensación de “estar quemado” es algo
da ya que puede haber un médico apoyado por
uno o dos matronas atendiendo a ocho mujeres
que dan a luz en la misma noche”.
Olga Merino nos cuenta una experiencia
similar cuando recuerda el momento del parto.
Nos describe como una matrona entraba bruscamente para monitorizarlos a ella y al bebé
durante las contracciones, antes de
dejarla sola con su marido, sin decir ni una palabra o sin preocuparse por saber cómo estaba. Morgan
Reiss se encontró con el mismo
problema de atención personal y
decidió complementar sus citas en
el hospital público con las consultas
a una ginecóloga privada: “Quería
que me explicasen más las cosas.
En la consulta, podía estar con ella
durante una hora… era un trato
mucho más personalizado”.
Visto así, ¿quedan hoy en día momentos
humanos personales e íntimos en los hospitales
públicos?
Quizás en los momentos justo después del
alumbramiento. Para Luz, que ha participado
en 14 partos como doula, ese es el momento más
preciado. “Ver a la madre teniendo el primer
contacto con el bebé crea una situación hermosa. Te encuentras muy cerca de la forma más
pura de vida, llena de amor. Estar ahí junto a los
padres es el mejor regalo. Es como una inyección de vida que deseas cada vez más y más”.
Basta con imaginar esas horas previas al parto
(el sudor comienza a brotar, las obscenidades
salen a gritos, el dolor se intensifica), y en
ese momento la mujer de la cama de al lado
mantiene una conversación con su marido sobre
los planes que tiene para cenar con los abuelos el
próximo fin de semana.
frecuente entre los profesionales médicos. Nos
explican que son especialmente las doctoras de
entre 35 y 45 años las más afectadas y las que
muestran actitudes más negativas.
Mientras que la tecnología ha proporcionado una sensación de seguridad a las mujeres de
que todo saldrá bien si las cosas se complican
durante el embarazo, también se ha llevado
consigo el contacto humano. “Más seguridad…
menos humanidad”, afirma el Dr. Antonio
Jiménez. Su hijo el Dr. Carlos añade que tantas
exigencias hacen imposible que se dedique más
tiempo y la atención que requieren los partos.
Luz hace hincapié también en esta idea: “Es
imposible ofrecer una atención más especializa-
¿Así que quieres ser médico?
Nichole Osinski / traducción Leticia Martín
¿Pero qué es lo que hay que hacer para ser médico en España? El viaje de los estudiantes de
medicina: de las prácticas a la práctica profesional.
H
ace varios años, un cuerpo muerto yacía
sobre una fría mesa, cubierto sólo con una
fina sábana. Un grupo de estudiantes alrededor del cadáver, esperando a ver lo próximo
que iba a ocurrir. En ese momento, la sábana
se retiraba para mostrar lo que una vez fue un
cuerpo con vida. Para Jara Ternero Vega, ésta
fue la primera vez que vio un cadáver. Ella y el
resto del grupo eran estudiantes de medicina
que estaban en clase. Jara, ya en su cuarto año
en la Universidad de Sevilla, está acostumbrada
a situaciones así. “Al principio fue un poco duro
ver muertos o cosas como sangre, pero consigues acostumbrarte”.
Éste es solo uno de los muchos obstáculos
que encuentran los estudiantes de medicina
en España en su recorrido para conseguir el
título de “doctor”. Después del bachillerato,
los estudiantes hacen una prueba de acceso
llamada selectividad, la cual abarca diferentes
materias desde química hasta matemáticas. Si
la nota final es lo bastante alta, los solicitantes
podrán entrar en la Facultad de Medicina. En la
Universidad de Sevilla, aproximadamente 1.000
estudiantes compiten para tan solo 350 plazas.
De todo el alumnado de medicina en España, el 70% son mujeres frente a un 30% que
son hombres. Leila Tazy, una de las estudiantes,
piensa que la selectividad es una buena manera
de seleccionar a quien realmente quiere estar
aquí y trabajar duro. Se vino de Marruecos a
España hace 10 años y ahora está estudiando
medicina, tal y como siempre quiso hacer.
El porcentaje de estudiantes de otros países
es bajo. Pero cada uno tiene una historia
diferente de porqué está estudiando medicina
en España. Brett Sharp, de Colorado, estudió
biología en San Francisco cuando tenía 23 años.
Todo cambió cuando se vino a España con su
novio, y decidió vivir en Sevilla y terminar la
carrera de medicina.
¿Una razón por la que la facultad de medicina en España era mejor que en EEUU? El
precio. En EEUU, los estudiantes pueden llegar
a pagar aproximadamente de 10.000 a 22.000
dólares al año por asistir a una facultad de
medicina pública. En España, los seis años de
más+menos / 13
estudio cuestan alrededor de 6.000 euros (unos
7.877 dólares) en las universidades públicas.
En las universidades privadas españolas, cuesta
aproximadamente 10.000 euros (13.128 dólares). En EEUU, un estudiante tiene que pagar
mucho más si quiere asistir a una facultad de
medicina privada, incluyendo las del Ivy League
(liga de ocho prestigiosas universidades del noreste del país). Por ejemplo, en Harvard
cuestan 66.000 dólares los 10 meses y
medio del curso académico 2009-2010.
Incluyendo las universidades públicas
y privadas, España tiene un total de 28 facultades de medicina. Madrid y Barcelona
encabezan el ranking. Los estudiantes de la
Universidad de Sevilla pueden participar
también en un programa de intercambio
llamado Séneca, y estudiar en otra universidad española durante un año.
En España, las dificultades pueden surgir en
la propia clase. Tanto Jara como su compañera
Macarena Moreno Lebrón están de acuerdo en
que muchas veces los profesores emplean términos médicos que muchos estudiantes no entienden. “Los profesores piensan que conocemos
todas las palabras, y no hay tiempo suficiente
para buscarlas en el diccionario”, explica Jara.
Los estudiantes se ocupan también de temas médicos cotidianos que pueden resultar extraños o
dar miedo. En algunas ocasiones, aunque poco
frecuentes, tienen el “síndrome del estudiante
de medicina”, por el que creen que padecen la
enfermedad o la infección que están estudiando.
Trabajar con cadáveres es un aspecto que
puede causar dificultad a algunos alumnos,
ya sea por ver las diferentes partes del cuerpo
cortadas o simplemente saber que una vez fue
alguien que caminaba y respiraba. Macarena
explica que lo peor de un muerto es el olor: “El
olor del formaldehído es la peor parte”.
Después de seis años de estudio, los futuros
incluso tercera vez para poder conseguir una
nota lo bastante buena que les permita elegir la
especialidad que quieran.
Un pequeño porcentaje no termina la
carrera de medicina. “Existen muchas responsabilidades”, afirma Juan Manuel, que también
explica que algunos estudiantes quieren entrar
en medicina porque ven series de televisión en
las que aparecen hospitales, como House o
Scrubs. El gran porcentaje que se gradúa
(más de la mitad) y hace una especialidad
tiene buenas perspectivas de encontrar
trabajo. “Hay muchas plazas por todo el
mundo, pero el problema es conseguir la
plaza que uno quiere”, dice Leila.
Hacer el MIR también da una buena
oportunidad de tener mayor sueldo.
Los estudiantes empiezan a trabajar de
residentes ganando unos 21.000 euros,
y en pocos años alcanzan de 40.000 a 50.000
euros (de 52.000 a 65.000 dólares). La profesión
médica ha sido siempre popular en España, no
solo por lo que supone sino por su seguridad.
“Es el único campo que cuando terminas la
carrera tienes trabajo”, explica Jara.
Para aquellos estudiantes que están pensando en llegar a ser médicos o están ya en proceso,
¿qué es importante recordar? “La motivación”,
aclara Juan Manuel, “es lo más importante a
tener en cuenta. Es importante simplemente
querer ayudar a la gente”.
Después de seis años de estudio, los
futuros médicos tienen que enfrentarse
a un examen para llegar a ser un MIR
(Médico Interno Residente), si quieren
tener una especialidad como medicina
interna, oncología u oftalmología.
14 / más+menos
médicos tienen que enfrentarse a un examen
para llegar a ser un MIR (Médico Interno
Residente), si quieren tener una especialidad
como medicina interna, oncología u oftalmología. La mayoría hace el examen. Juan Manuel,
estudiante de sexto curso, se presentará al MIR
en enero de 2011. “Si sacas mala nota, no hay
muchas especialidades para elegir; pero si es
alta, conseguirás la especialidad que quieras”.
El examen del MIR, que cuesta unos 150 euros,
se puede hacer una y otra vez si un estudiante
obtiene una nota baja. Además de los seis años
de la carrera, muchos estudiantes tienen que
volver a presentarse al MIR por segunda o
¿Qué tiene de fantástico
el mundo del plástico?
Catherine Ross / traducción Cristina González
La cirugía estética se ha hecho extremadamente popular en España, un enorme “valle de silicona”.
Someterse a una liposucción o a un aumento de pecho “es lo mismo que teñirse el pelo, arreglarse los
dientes u operarse de la vista”.
I
magine a una mujer mayor ya entrados los
ochenta años, con el pelo blanco y rizado y
la piel tirante y embadurnada en productos de
belleza. Una vez irradió una belleza natural
que muchos codiciaban; ahora tiene la piel tan
tirante que apenas se le mueve cuando abre la
boca. Se ha sometido a tanta cirugía estética
que apenas puede mover los labios, lo que provoca que su voz sea casi inaudible.
Esta mujer es María del Rosario Cayetana
Fitz-James Stuart y de Silva, también conocida
como la duquesa de Alba. Su nobleza la ha
hecho un icono público de España. Su imagen
aparece constantemente en programas y revistas
del corazón por todo el país.
La duquesa de Alba es una de las precursoras de una tendencia que se ha hecho increíblemente popular en España. La cirugía estética
es más común aquí que en la mayoría de los
países. De acuerdo con la Sociedad Española de
Cirugía Estética, en España se llevan a cabo alrededor de 380.000 intervenciones simplemente
para mejorar el aspecto físico del paciente.
La Dra. Marta Rodrigo Royo, especialista
en medicina y cirugía estética, lleva trabajando
en su consulta en Sevilla desde 1993. Según
su experiencia, las operaciones más solicitadas
son el aumento de senos, labios y pómulos, así
como la eliminación de las bolsas de los ojos.
Añade también que la liposucción es bastante
frecuente. Dejando a un lado la popularidad de
la cirugía plástica en España, ésta aún continúa
siendo un lujo económico.
Aunque en España existe un sistema público
de sanidad a nivel nacional, la cirugía estética
no está cubierta. De acuerdo con el Servicio
Andaluz de Salud, hay cinco categorías en las
que la cirugía plástica sí está financiada por el
gobierno regional. Estas incluyen los cambios de
sexo, las malformaciones congénitas, la microcirugía vascular, los quemados y los reimplantes.
“El gobierno cubre todo aquello que sea
algo más que un problema estético y afecte a
la salud física o psicológica”, explica la Dra.
Rodrigo Royo. El ejemplo que proporciona es
una reducción de mamas. Aunque este procedimiento es uno de los típicos que se incluyen en
la categoría de cirugía estética, existen excepciones. Por ejemplo, el gobierno financia la cirugía
si el tamaño de los pechos de una mujer le
provoca daño físico.
Aunque los pacientes mismos tengan que
costearse las intervenciones, muchas personas,
entre ellas la fotógrafa Lola Pérez* de 46 años,
creen que merece la pena. Lola se ha sometido
a una liposucción, una cirugía de párpados
y también la eliminación de las bolsas de los
ojos… y pretende costearse “muchísimas más
operaciones en el futuro”. Lola utiliza la cirugía
estética para “quitarse unos cuantos gramos y
años de encima”.
Los 16 años de experiencia de la Dra. Rodrigo Royo le han demostrado que la mayoría
de la gente “se hace la cirugía para librarse de
un complejo psicológico sobre su apariencia”.
“Otros son muy exigentes con su cuerpo e
imagen y quieren mejorarlos si pueden”, añade
la doctora. Sin embargo, hay personas con otros
motivos para someterse a la cirugía plástica.
Carmen Gómez, de 49 años, tiene una actitud diferente ante la cirugía estética. Sin prisas
se puso unos implantes de pecho a los 47 años
porque “siempre había tenido ganas de hacer
topless en la playa”. Carmen decidió pasar por el
quirófano cuando una amiga le comentó: “Si no
tienes pecho es porque no quieres. Hoy en día
es muy fácil y sencillo”.
Las operaciones de estética se hacen más
populares cada día que pasa. Desde la perspectiva de Lola, en España las mujeres quieren
parecer más jóvenes durante el tiempo que
puedan y estar a gusto con su aspecto. La Dra.
Rodrigo Royo explica que “la cirugía estética
está de moda. Se ve tan a menudo que se acepta
como algo normal”.
Carmen nos proporciona un punto de vista
competitivo respecto a la idea de la cirugía
estética en España. “Queremos ser mujeres perfectas en el sentido más amplio de la palabra”.
Cree que las mujeres superan a los hombres
en casi todos los aspectos. Si encuentran algo
en ellas que quieren mejorar, lo mejoran, ya
sea relacionado con los estudios, habilidades
atléticas o el aspecto. “La cirugía estética es lo
mismo que teñirse el pelo, arreglarse los dientes
u operarse de la vista”, afirma Carmen.
Esther Menchado Dorado, de 30 años,
trabaja en Canal Sur Radio y está de acuerdo
en que la cirugía estética es ahora más popular
que nunca: “Casi todas mis compañeras de
trabajo se han hecho algo”. Cree que los medios
de comunicación son los grandes responsables
de este aumento. Todo, desde los realities a los
programas del corazón, es una pasarela que
exhibe los productos de la cirugía.
Si pones la televisión en una casa española
durante la cena, seguramente serás bombardeado por cuerpos que han experimentado
algún tipo de cirugía plástica. No sólo aparecen
famosos con cuerpos esculpidos, sino también
muchos presentadores que han pagado por
cambiar su aspecto. “Vuelves a casa y enciendes
el televisor para ver solamente silicona”, añade
Esther.
La Dra. Rodrigo Royo también cree que los
medios de comunicación empujan sutilmente
a los espectadores en la dirección de la cirugía
estética: “Cada vez que alguien ve un programa
en televisión que promueve la cirugía plástica,
es persuadido levemente”. La cirugía estética
está por todos lados, ya sea en una concursante
finalista de Granjero busca esposa que se acaricia
los implantes en un jacuzzi o la antigua diva
Sara Montiel luciendo en una entrevista sus
agrandados labios.
Desde labios y pechos hasta cabello y piel,
las personas siempre han intentado mejorar su
aspecto. Tanto famosos como gente corriente
pasan a menudo por el bisturí para perfeccionar
su imagen. Después de su intervención, Carmen
estaba eufórica por poderse poner ropa que
antes no rellenaba y perder peso sin parecer una
tabla de planchar. Sin embargo, ahora entiende
mejor los riesgos que ello conlleva, así como el
papel que desempeñan los medios de comunicación en la manipulación de la imagen de uno
mismo. Después de vivir dos años con sus nuevos pechos, admite que si se despertase mañana
sin ellos, no pasaría por la operación otra vez.
*Los nombres han sido cambiados en el
artículo para mantener el anonimato.
* Sus nombres reales han sido reemplazados en este artículo.
más+menos / 15
Si el hombre pudiera
decir lo que ama
Valerie Hartshorn / traducción Mª José de Castro
Angie, una transexual de 29 años que trabaja de peluquera y como coordinadora voluntaria del área
transexual en Colega, abandonó su casa en Venezuela hace dos años en busca de aceptación social,
paz interior y una operación de cambio de sexo financiada por el estado en España.
“E
n Venezuela no tienen la palabra
‘transexual’. Sólo dicen gay o lesbiana.
Pero nosotras no somos gays. La sociedad tiene
esta idea equivocada de que se elige ser gay
o transexual. Pero los gays nacen gays, y es lo
mismo para los transexuales. Actualmente hay
una campaña para cambiar la palabra “desorden” por “disforia” porque la transexualidad
no es un desorden ni una enfermedad; por el
contrario, la transexualidad es una disforia
de género: nacemos en un cuerpo diferente a
nuestra mente. Todos tenemos la capacidad de
razonar, y nosotras sabemos que en apariencia
nuestro cuerpo indica “masculinidad” mientras
que interiormente nos sentimos y actuamos
de manera femenina. Somos mujeres. Desde
edad temprana, me comportaba y vivía como
una chica. Mis padres me apoyaron. Estaban
acostumbrados.
comportarnos como los chicos que físicamente
parecemos; no nos identificamos con la imagen
que nuestro cuerpo proyecta. Mis profesores
no me defendían cuando los chicos me acosaban. Decían que las burlas eran culpa mía,
que yo les provocaba y que sería mejor para mí
comportarme sencillamente como el chico que
era. Pero no podía hacer eso. En cuanto a mi
formación, saqué el título de bachillerato a los
24 años. Yo quería estudiar, decía en serio lo de
conseguir con el tiempo un buen empleo, pero
el rechazo en el instituto fue demasiado.
Identidad
Proceso
T
ienes una identidad femenina, y en ese
periodo de edad alrededor de los 11,12,
incluso 13 ó 14 años, empiezas a pensar: “¿Por
qué me siento así? ¿Por qué me siento como una
chica y estoy dentro del cuerpo de un chico?”
Por supuesto, hay mucha confusión. A esa edad
no me vestía como una chica. Antes de los 18 ó
19 llevaba una vida “normal”: me ponía ropa
unisex que no era demasiado femenina pero
tampoco demasiado masculina. No usaba maquillaje y tenía el pelo más o menos entre corto
y en cierto modo largo para un chico. Hay que
tener en cuenta que en Venezuela la vida de los
transexuales es difícil. Es dura. La gente es muy
intolerante. Ya sabes, la vida de transexual es
mucho más obvia que, por ejemplo, la vida de
homosexual. Pero no se lo oculté a nadie. De los
pocos amigos que tenía, la mayoría eran chicas
heterosexuales, y esto es debido al sentido de
machismo que tienen los hombres y su tendencia a rechazar las disparidades de género antes
que las chicas.
V
Rechazo
L
o que también es verdad es el hecho de que
muchas veces no terminamos el instituto o
vamos a la universidad debido al rechazo. No
te olvides de que no somos gays. Los gays no
quieren ser físicamente hombres o mujeres; a
ellos simplemente les gustan los hombres o las
mujeres. Para nosotras es diferente. No vamos a
16 / más+menos
más aceptadas en esta sociedad, y aquí se incluye nuestro deseo de conseguir empleos aceptables. Si se piensa en las mujeres transexuales
trabajando de prostitutas, no se las reconoce
de ninguna manera, sino que son criticadas y
juzgadas por el resto de la sociedad. El hecho
es que necesitamos esta ley para que nos ayude
a integrarnos mejor, y pienso que se aprobará,
especialmente porque aprobaron la ley de 2006
que nos permitía cambiar nuestro nombre en
el certificado de nacimiento y otros documentos oficiales. En cuanto a esa ley, el requisito es
dos años de tratamiento hormonal para poder
cambiarte el nombre legalmente. Pero ahora
también estamos luchando para poder cambiar
el género que consta en esos documentos oficiales. No le hace ningún bien a nadie cambiarse
el nombre y que aún esté registrado como “varón”, después de que la persona se ha operado y
ahora es una mujer.
Sociedad
Sí, me siento un poco más aceptada.
¿Ahora?
El gobierno trabaja en una ley de integración
transexual, cuya intención es que nos sintamos
ine a Colega (Asociación de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales), tuve una
entrevista con un psicólogo y envió mis papeles
al hospital Carlos Haya de Málaga donde me
trató un psicólogo clínico. Una vez que has
tenido entre seis y ocho citas con el psicólogo, te
mandan a un endocrino y luego empiezas con
los tratamientos hormonales. Pero el tiempo de
espera no se restringe a una cuestión de meses;
algunas pueden llegar a esperar un año entero
hasta que el psicólogo les dé el visto bueno.
Cada persona es diferente.
Pienso que es más aconsejable pasar por este
proceso a través de una asociación, como Colega, aunque se puede hacer yendo simplemente
a un psicólogo. Después de empezar el proceso
de tratamientos hormonales, hay que esperar
de un año y medio a dos años para la operación. Todo el tiempo hay que estar tomando
hormonas. Es necesario hacerlo para siempre,
durante el resto de nuestra vida. Dado que mi
cuerpo seguirá produciendo las hormonas para
las que está programado biológicamente, tendré
que tomar siempre hormonas femeninas para
contrarrestar las masculinas, y ocurre lo mismo
con las mujeres transexuales.
Operación
E
sto es lo que nos comentan desde el principio: la decisión de operarse es vuestra. Es
cómo te sientes. Si te sientes cómoda sin cirugía,
también te sientes bien con ella. Si alguien no
recurre a la cirugía, es sólo por miedo. No creo
que tenga nada que ver con la confusión o que
de repente la persona se sienta conforme con el
sexo que posee. Una vez que has empezado con
las hormonas, la confusión ya no es algo
que te aparte de la cirugía. Conozco a
alguien que, cuando llegó el momento
de la anestesia, ya no quiso operarse. No
paraba de decir que no y tuvieron que
dejarlo. Estaba asustada. ¿Yo? Yo no lo
estoy. Tengo muy claro que la cirugía es
lo que quiero. Hay que estar completamente segura de si lo que quieres es la
cirugía.
El cambio de sexo tarda entre cuatro
y seis horas. Técnicamente se llama
cirugía de resignación de sexo. El implante de
senos cuesta entre 30.000 y 36.000 euros, y la
operación de reasignación de sexo de hombre a
mujer vale de 108.000 a 120.000 euros. No sé
cuánto cuesta la reasignación de sexo de mujer
a hombre. Creo que extirpar los senos es alrededor de 24.000 euros. La seguridad social cubre
los costes de la cirugía para la reasignación de
sexo, pero no los implantes de senos porque
puede considerarse algo estético, como la cirugía plástica para el aumento de pecho. Hay que
tener en cuenta que tanto el cuerpo del hombre
como el de la mujer tienen glándulas mamarias,
aunque solo el organismo femenino produce
las hormonas que hacen que las glándulas
luego los otros españoles y después los extranjeros. La lista de espera no es corta. Hay una
lista diferente, la de casos más urgentes. Tengo
una amiga que se operará antes que otros que
están esperando. Sólo tiene un testículo, sólo
uno, y por eso necesita que le extirpen el otro.
En su caso, se siente muy incómoda con
su cuerpo y necesita ser operada cuanto
antes. Por este motivo se encuentra en la
lista urgente.
Tienes una identidad femenina, y en ese
periodo de edad alrededor de los 11,12,
incluso 13 ó 14 años, empiezas a pensar: En espera
o aún no sé cuando me operaré.
“¿Por qué me siento así? ¿Por qué me
Y
Estoy en la lista de espera y la lista
siento como una chica y estoy dentro del es larga; no sé cuanta gente hay. En mi
interior, estoy en paz conmigo misma;
cuerpo de un chico?”
por fuera, no, ya que aún tengo genitales
mamarias segreguen tejido mamario. Dado que
tomamos hormonas femeninas, nuestro cuerpo
produce tejido mamario, de modo que los implantes de senos se ven más como un capricho
que como una necesidad. Puesto que Andalucía
ofrece operaciones de reasignación de sexo
cubiertas por la seguridad social, hay gente que
viene de toda España y otros países para operarse. Nosotros, los andaluces, tenemos prioridad,
masculinos. Pero en comparación con
otras que están en contradicción con su cuerpo,
yo estoy en paz. Lo he estado siempre desde
que el proceso comenzó. Las hormonas ayudan
mucho porque puedes ver que el cuerpo se hace
más femenino, ves que los cambios ocurren. Y
ahora que hemos empezado con las hormonas,
sabemos que se acerca el momento de la operación. Sin duda, llegará”.
Luz en una comunidad
de esperanza
Marilyn Pérez / traducción Antonio Gutiérrez
Cada año, el hospital Virgen del Rocío de Sevilla recibe 1.000 nuevos casos de niños con cáncer, que
reciben tratamiento sin coste alguno. Aunque el 30% de ellos morirán, anualmente el porcentaje de
supervivientes tiende a incrementarse, como explica el jefe de la Unidad.
P
uertas coloreadas salpican intensamente
los pasillos que llevan a una habitación de
juegos de techo alto y que da a un
patio. Esta habitación está llena de
juguetes y material educativo. Al igual
que en la mayoría de los ambientes
escolares, los niños que juegan en este
lugar aprenden, ríen y crecen juntos.
Lo que lo hace diferente es que está
situado en la Unidad de Oncología
Pediátrica del Hospital Virgen del
Rocío de Sevilla.
“Para los padres de los pacientes,
es muy difícil imaginarse que sus
hijos pueden morirse antes que ellos”,
explica Elena Torrado, psicóloga de
Andex. “Están continuamente muy
preocupados”. Andex es la Asociación
de Padres de Niños con Cáncer de
Andalucía. La organización se fundó
en 1985 y se dedica a ayudar a pacientes y familiares que sufren esta enfermedad.
El jefe de la Unidad de Oncología Pediátrica del hospital, el Dr. Eduardo Quiroga, declara
que aunque el 30% de los niños no
sobreviven, cada año el porcentaje de
supervivientes sigue incrementándose,
y actualmente es del 60-70%. Cuando
vuelven al hospital de visita, más
altos, con buen aspecto y sanos, para
Eduardo Quiroga y Elena Torrado
éste es uno de los momentos más
gratificantes de su trabajo. “Cuando
vemos a antiguos pacientes curados
y que llevan una vida normal, es una
sensación estupenda. Hemos tenido
adolescentes que más tarde se casan
y algunos incluso nos traen a sus hijos
para que los conozcamos”, cuenta el
Dr. Quiroga.
Por desgracia, poder volver de
visita no es una elección para todos
más+menos / 17
los niños con cáncer. “El recuerdo más emotivo
que tengo es mi amistad con un paciente de
quince años llamado Louis”, recuerda el doctor
Quiroga. “Era un inmigrante que tenía una
familia muy pequeña. A veces iba con él al cine.
Fue difícil para mí cuando murió”.
Actualmente el margen de edad de los niños
de esta Unidad es de uno a catorce años, pero
ha habido pacientes de diecisiete. “Los niños
tienen más capacidad para comprender las cosas de lo que los adultos se piensan”, explica el
Dr. Quiroga. “Cuando los médicos informan a
los niños de su situación, tienen que contárselo
con calma, con cariño y adaptar su explicación
a la edad del niño”.
“Es importante dar tiempo al niño y la familia para que lloren cuando reciban la noticia,
y dejar que los padres sepan que los médicos
van a hacer todo lo que esté en sus manos para
ayudar”, declara el Dr. Quiroga. “Les damos
cariño y esperanza. Sus vidas cambian. Ya no
pueden hacer ciertas cosas como ir al colegio
con regularidad”.
La psicóloga Elena Torrado explica que es
incluso más difícil para los adolescentes adaptar
su vida a los cambios. Muchos mantienen su
grupo de amigos, pero algunos se distancian porque se avergüenzan de que les vean enfermos.
“Nada puede compararse con las dificultades, retos y cambios que experimentan las vidas
de los pacientes y sus familiares”, afirma el Dr.
Quiroga. Por ejemplo, “un padre tiene que
dejar su trabajo para estar con su hijo a todas
horas”. Sin embargo, esta situación no afecta
económicamente a las familias españolas como
ocurre en EEUU, en el sentido de que el servicio público de asistencia sanitaria es gratuito
“Les damos cariño y esperanza.
Sus vidas cambian. Ya no pueden
hacer ciertas cosas como ir al
colegio con regularidad.”
en España. “Un niño sin recursos puede recibir
un tratamiento caro como el de trasplante de
médula, algo que no sucedería en EEUU”,
aclara el Dr. Quiroga. Él conoce todo esto muy
bien porque estuvo un tiempo trabajando en St.
Jude’s Children Research, un centro de investigación de enfermedades infantiles en Menphis.
Pero el Dr. Quiroga subraya que todavía
pueden mejorar las cosas en España. “Podríamos recurrir a más médicos, dedicar más dinero
para investigación, y tener una casa cerca del
hospital para que los niños vivan allí durante el
tratamiento y no tengan que dormir y permanecer todo el tiempo en el hospital”, declara el
jefe de la Unidad de Oncología Pediátrica. “Sé
que en Sevilla hay diferentes eventos en los que
se puede recaudar dinero como rifas, cenas o
corridas de toros… todo lo que sea en beneficio
de los niños es bienvenido”.
Andex, la asociación de padres, también
organiza actividades de ocio para los niños
como el viaje al parque temático Isla Mágica
de Sevilla, fiestas de Navidad y unos días en la
playa. Gracias a estas actividades, muchos de los
niños, familiares y personal pasan gran parte del
tiempo juntos. Sobre sus compañeros, declara el
Dr. Quiroga que “pasan tanto tiempo compartiendo emociones muy intensas con los niños y
familiares que terminan creando vínculos muy
fuertes con ellos”.
De acuerdo con el Servicio Andaluz de
Salud (SAS), el hospital Virgen del Rocío recibe
unos 1.000 casos nuevos de cáncer infantil cada
año. No obstante, la escalofriante cifra de casos
no afecta a la forma positiva en que el personal
afronta su trabajo. “Cuanto más dura sea la situación, más gratificante es al final la ayuda que
pueda ofrecerles”, afirma Elena Torrado.
El Dr. Eduardo Quiroga está de acuerdo: “Me gusta pensar que mi conocimiento y
cuidados contribuyen al tratamiento de niños
con cáncer. La mirada de gratitud de los padres
y la sonrisa en las caras de sus hijos es lo que
sustenta mi espíritu médico cada día”.
créditos fotográficos
Gerhard Ricther / “Betty”, óleo sobre lienzo, 1988.
Cortesía de Falín M. Galbán / El Vacie, 2007.
Mark Wagner / Hospital.
Tomasz Kobosz / Parto.
18 / más+menos
Nichole Osinski / Futuros médicos en la Universidad de Sevilla, 2009.
Catherine Ross / Kiosko de prensa en Sevilla, 2009.
Valerie Hartshorn / Angie, 2009.
Cortesía del Dr. Eduardo Quiroga / Sala de juegos en la Unidad de Oncología
Infantil del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, 2009
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