® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International Información Legal y Tributaria julio 2015 ÁREA LABORAL La garantía de indemnidad y su relación con la reclamación-blindaje Xavier Murciano, Abogado Departamento Laboral Barcelona xavier.murciano@crowehorwath.es Reclamar un derecho y ser represaliado por ello. Sin una relación de causa-efecto entre ambas acciones, es frecuente que las empresas actúen siguiendo esta pauta cuando un empleado de su plantilla ejercita sus derechos, sea de forma judicial o extrajudicial. Se trata de la garantía de indemnidad, aquella protección conferida al trabajador por el ejercicio de sus derechos ante la consecuente represalia de la compañía. Esta figura, construida por los tribunales y la doctrina en los últimos veinte años, es un quebradero de cabeza para muchos empresarios en la gestión de sus recursos humanos, dado que reduce considerablemente las posibilidades de imponer medidas de cualquier índole hacia sus trabajadores. La raíz de este concepto jurídico acuñado por varios autores tiene su fundamento en el derecho a la tutela judicial efectiva recogido en el artículo 24.1 de la Constitución Española y en la protección que los jueces confieren del mismo hacia aquellas personas que no lo puedan ejercitar en el ámbito de su relación laboral. La garantía de indemnidad se puede generar por las reclamaciones presentadas ante la propia empresa u órganos internos de la misma, así como por el ejercicio de acciones por las que se promueva un proceso judicial o de preparación del mismo; incluso, no son pocos los casos en que la denuncia de un trabajador ante Inspección de Trabajo y de la Seguridad Social ha comportado una acción por parte de la empresa que ha repercutido de forma negativa en el empleado. Todo ello resulta con independencia del órgano administrativo o jurisdiccional al que se acuda, de si se ejerce individual o colectivamente, o bien de que la reclamación del trabajador haya prosperado siempre y cuando ésta tuviera una cierta fundamentación legal. En el análisis de cualquier supuesto susceptible de ser encuadrado dentro de la protección de la garantía de indemnidad, es imprescindible en todo caso precisar el ámbito temporal entre la reclamación y la presunta represalia. En este sentido, la jurisprudencia no ha definido hasta el momento una línea clara en cuanto al tiempo que debe transcurrir para que la conducta empresarial no sea considerada como represalia, si bien de un análisis de las sentencias más relevantes recaídas en los últimos años en que se contempla la conexión temporal de esta figura, se puede inferir que con carácter general se empieza a dudar de la garantía que asiste al trabajador pasado un año y medio, o más, de la reclamación o acción ejercitada, aunque la experiencia nos dice que debe estudiarse caso por caso. Además, resulta de suma importancia que exista una clara y meridiana conexión entre la reclamación o acción presentada, y la conducta empresarial que incide en el ámbito del derecho fundamental. Y asimismo, últimamente los tribunales han considerado indispensable la suficiencia de los indicios aportados por el trabajador, que deben ser de entidad tal que puedan suscitar la sospecha de que se ha vulnerado un derecho fundamental. Con ello, a raíz de esta figura se han ido desarrollando varios conceptos, tales como el que la doctrina constitucional ha acuñado con el término “reclamación-blindaje”, entendiéndose por tal el abuso de la garantía de indemnidad por parte de los trabajadores ante el criterio laxo de la jurisprudencia de admitir el encaje de todo tipo de situaciones alrededor del marco protector de la tutela judicial efectiva. El caso más paradigmático del uso indebido de dicha institución es el de aquellos empleados que, conocedores de la delicada situación en la que se encuentran en la empresa, deciden presentar cualquier tipo de reclamación, aun carente de toda razón, con la finalidad de hacerse tributarios de esta garantía en ÁREA LABORAL 2 >> Vacaciones no siempre plácidas ÁREA FISCAL 3 >> ¿Cómo afecta la posesión de obras de arte y antigüedades al Impuesto sobre el Patrimonio? >> La nueva conflictividad con la AEAT, el auge de los procedimientos de gestión y recaudación tributaria ÁREA MERCANTIL 5 >> El resurgir de la responsabilidad penal como respuesta a la criminalidad societaria en el seno del concurso de acreedores >> La nacionalidad de las empresas. Caso particular de las Joint Venture ÁREA PROCESAL Y ARB. 8 >> GAZPROM-LITUANIA: ¿“anti-suit injunction” vs. reconocimiento y ejecución de laudo arbitral? ÁREA CONCURSAL 10 CROWE HORWATH AUDITORÍA Y CONSULTORÍA11 NUESTROS SERVICIOS 12 el caso de verse efectivamente afectados por una previsible decisión de la compañía que resulte perjudicial de sus intereses. Así las cosas, demostrándose la utilización fraudulenta de esta garantía, las pretensiones del trabajador deben quedar del todo desestimadas sin poder considerarse, por lo tanto, la improcedencia de la decisión empresarial. Por ello, son numerosos los autores y magistrados que consideran que la mera presentación de una reclamación o acción sin fundamento por parte del empleado no debe bloquear el normal ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ejercicio de los poderes disciplinarios y de organización de la empresa, pues a ésta le bastará probar que su decisión, aunque pueda ser discutible desde el punto de vista de la legalidad ordinaria, está basada en motivos reales y consistentes, que no tienen nada que ver con la intención de represaliar al trabajador por la solicitud planteada o el litigio previamente entablado contra la empresa. Este principio supone, pues, una protección para los trabajadores que garantiza, en ocasiones, la indemnidad ante la reclamación de sus derechos. El miedo al despido, a ser sancionado, a un cambio de horario o una reducción de jornada, todo ello pueden ser conjeturas que provoquen en el empleado un temor ante el que se quieran proteger; aun así, no todo vale y el abuso de esta figura no siempre procura al trabajador el pretendido blindaje. ÁREA LABORAL Vacaciones no siempre plácidas Javier Abelló, Abogado Departamento Laboral Barcelona javier.abello@crowehorwath.es El derecho a vacaciones anuales retribuidas está reconocido ampliamente en la normativa socio-laboral española, en el ámbito comunitario y por normativa de carácter internacional. En España es un derecho reconocido por el artículo de 40.2 de la Constitución Española y por el artículo 38 del Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (ET), que regula el instituto junto con los convenios colectivos de trabajo en el marco de la regulación estatutaria. En el contexto comunitario, el derecho a vacaciones retribuidas ha sido declarado reiteradamente como un principio del derecho social vinculado a la garantía de seguridad y salud de los trabajadores. En la dimensión internacional, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce y regula este derecho en los artículos 101 y 132 de su convenio. En el contexto español, en tanto que las vacaciones son un derecho de los trabajadores, no pueden ser compradas por el empresario. Así lo establece el artículo 38.1 ET, que dispone que el período de vacaciones anuales retribuidas no es sustituible por compensación económica. No puede, por tanto, el empresario privar al trabajador de sus vacaciones pagándole cantidad alguna, bajo ninguna circunstancia. Existe un solo supuesto en que las vacaciones (o, mejor dicho, la expectativa de vacaciones) puede frustrarse por el empresario pagando al trabajador una cantidad dineraria, cual es que, a fecha de efectos de su despido, el trabajador no haya disfrutado de todas sus vacaciones devengadas. En tal caso, el trabajador no tiene derecho a disfrutar de esos días, debiendo el empresario satisfacerle una cantidad dineraria en compensación por la frustración de dicha expectativa. Por lo que se refiere a su duración, el ET establece que en ningún caso su duración puede ser inferior a treinta días naturales, por lo que se computan como parte del período vacacional los domingos y festivos comprendidos entre el inicio y el final del mismo. Nada obsta a que esta duración prevista por la norma laboral básica se mejore en negocia- ción colectiva o en el contrato de trabajo. Pero el derecho a vacaciones va devengándose con cada jornada trabajada, calculándose por lo común el período devengado a razón de dos días y medio de vacaciones por cada mes de trabajo, de tal suerte que los trabajadores con antigüedad menor al año no tienen derecho a treinta días naturales de vacaciones –o a los que establezca la negociación colectiva o el contrato de trabajo- , sino a las que, atendida su antigüedad en la empresa, le correspondan proporcionalmente. Salvo previsión convencional o contractual en sentido contrario, las vacaciones anuales deben disfrutarse dentro del año en que se devengan, lo cual impide acumularlas a los períodos vacacionales correspondientes a años posteriores. Algunos convenios colectivos prevén que las vacaciones devengadas en un año puedan disfrutarse el transcurso del siguiente, pero en tal caso acostumbran a fijar una fecha límite para ello, más allá de la cual se pierde el derecho a disfrutarlas, sin que ello obligue a la empresa a compensar al trabajador por tal pérdida. Existen otros supuestos en que la persona trabajadora tiene derecho a disfrutar las vacaciones al finalizar dicha suspensión, aunque haya terminado el año natural a que correspondan. Así, cuando el período de vacaciones fijado en el correspondiente calendario coincide en el tiempo con una incapacidad temporal derivada de embarazo, parto, lactancia natural o con algunos otros supuestos de suspensión del contrato de trabajo relacionados con estas contingencias. Por otra parte, en el supuesto de que el período de vacaciones coincida con una incapacidad temporal por contingencias distintas a las recién referidas que imposibilite al trabajador disfrutarlas, total o parcialmente, durante el año natural a que correspondan, tiene derecho a hacerlo una vez finalizada su incapacidad y siempre que no hayan transcurrido más de dieciocho meses a partir del final del año en que se hayan originado. En los aspectos examinados hasta el momento no es frecuente que se origine conflicto entre el empresario y el trabajador. Pero las vacaciones están en el origen de no pocas disputas entre ellos por lo que se refiere a la fijación del período o períodos de su disfrute. Y es que, si bien el ET apuesta por el consenso entre el trabajador y el empresario -disponiendo que el disfrute de las vacaciones “se fijará” de común acuerdo entre el empresario y el trabajador de conformidad con lo establecido en su caso en los convenios ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 2 colectivos sobre planificación anual de las vacaciones- no siempre resulta fácil conjugar los intereses del trabajador con los de la empresa, que tiene necesidades operativas no necesariamente menguantes en los meses estivales, especialmente las de producción vinculada especialmente al verano, como la heladera, la de producción de zumos y refrescos o las de productos desinfectantes y de limpieza de piscinas, por ejemplo. Los convenios colectivos de trabajo de empresas de este perfil de producción estacional estival prevén en ocasiones mecanismos que sientan las bases de la fijación del período de disfrute de las vacaciones anuales en atención a esta peculiaridad del ciclo productivo. En cualquier caso, la concomitancia de los intereses de los trabajadores con los de las empresas entraña con frecuencia dificultades, que el dimensionamiento de las plantillas -reducidas por causa de la crisis económica por la que atravesamos- no hace sino agravar. Las posibilidades combinatorias de los turnos de vacaciones de los empleados son indudablemente menores en empresas cuyo personal no es numeroso. En la consecución de una solución satisfactoria para las partes deben conjugarse no sólo los intereses de la empresa con los de los trabajadores –que, a su vez, están íntimamente ligados con los de sus familias-, sino también los de éstos entre sí. El respeto a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral de los trabajadores no debe primar sobre el legítimo interés del empresario en la gestión eficiente de su negocio, con la adopción de las decisiones organizativas que garanticen la disponibilidad de los recursos ajustada a sus necesidades productivas y operativas. Y ello plantea un escenario que propicia con cierta frecuencia desencuentros entre las partes que frustran la posibilidad del deseable consenso y que hacen preciso acudir al mecanismo supletorio de fijación de las vacaciones, en que es un tercero –el Juez- quien decide cuál es el período vacacional. En efecto, para suplir la falta de entente que pueda producirse entre el empresario y el trabajador, el ET prevé que sea la jurisdicción social la que fije cuál deba ser el período vacacional de éste, previendo la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social un procedimiento especialmente concebido para dirimir la cuestión, de tramitación urgente, cuya vista debe señalarse en un plazo de cinco días desde la presentación de la demanda y que culmina una sentencia que debe ser dictada en el plazo máximo de tres días desde la celebración del juicio. La sentencia, irrecurrible, pone fin al contencioso, pero las partes quedan a sus expensas –y, por tanto, expuestas a un pronunciamiento que frustre su interés, acaso el de ambas- al desechar la oportunidad de pactar una solución de consenso, trocándose así lo que deberían ser unos días de reconfortante descanso y evasión, en unas vacaciones fruto del disenso y no siempre plácidas. ÁREA FISCAL ¿Cómo afecta la posesión de obras de arte y antigüedades al Impuesto sobre el Patrimonio? Jaime Seguí, Abogado Socio del Departamento Fiscal Barcelona jaime.segui@crowehorwath.es Los años 2008, 2009 y 2010 fueron los únicos años en los que fue de aplicación la bonificación del 100% de la cuota íntegra, posteriormente por las necesidades recaudatorias del Estado el Real Decreto-Ley 13/2011 derogó con carácter temporal para los años 2011 y 2012, lo cierto es que esta derogación se ha ido extendiendo en el tiempo, en la actualidad se demora su entrada en vigor en 2016, pero ya veremos que ocurre en el futuro. Me gustaría fijarme en un aspecto del Impuesto sobre el Patrimonio que en cierta medida en algunas ocasiones podría pasar desapercibido, se trata de las obras de arte y las antigüedades, las cuales forman parte de la base imponible del impuesto y se tienen que declarar sobre el valor de mercado, lo que en algunas ocasiones puede suponer incrementar el importe a pagar por este impuesto. Si bien se establece una exención por la titularidad por parte de personas distintas del propio autor de dicho tipo de bienes, en los siguientes casos: a Cuando estén incluidos en al Inventario General de Bienes Muebles del Patrimonio Histórico Español o en el Registro de Bienes de Interés Cultural, o cuando tengan la consideración de bienes integrantes del Patrimonio Histórico de las Comunidades Autónomas. b) Cuando su valor unitario esté por debajo del umbral señalado en la normativa al efecto (en particular, en el artículo 26.4 de la Ley 16/1985, el cual a su vez se remite a lo dispuesto en el artículo 26 del Real Decreto 111/1986). 90.151,82 euros cuando se trate de obras pictóricas y escultóricas de menos de 100 años de antigüedad. 60.101,21 euros en los casos de obras pictóricas de 100 o más años de antigüedad, o de colecciones o conjuntos de objetos artísticos, culturales y antigüedades. 42.070,85 euros cuando se trate de obras escultóricas, relieves y bajo relieves con 100 o más años de antigüedad; así como colecciones de dibujos, grabados, libros, documentos, instrumentos musicales y cuando se trata de mobiliario. ® 3 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 30.050,61 euros en los casos de alfombras, tapices y tejidos históricos. 18.030,36 euros cuando se trate de dibujos, grabados, libros impresos o manuscritos y documentos unitarios en cualquier soporte. 9.015,18 euros en los casos de instrumentos musicales unitarios de carácter histórico; y para la cerámica, porcelana y cristal antiguos. 6.010,12 euros cuando se trate de objetos arqueológicos, y 2.404,05 euros en los casos de objetos etnográficos. c) Cuando hayan sido cedidos en depósito permanente por un período no inferior a tres años a museos o instituciones culturales sin fin de lucro para su exhibición pública, con independencia de su valor. La exención es aplicable únicamente mientras los bienes estén depositados. Por tanto en el caso de que los bienes superen los importes mencionados en el apartado b) deberían haber sido puestos en conocimiento de la Administración cultural a los efectos de su inclusión en el Inventario General o tratarse de obtener la declaración de Bien de Interés Cultural. Es relevante indicar que los valores expuestos se basan en valores fijados en el año 1986, hace casi 30 años, lo que quizás cabe plantearse su desfase. Tal y como he indicado, el valor sobre el que se tienen que declarar es el valor de mercado, sin duda esto puede ser objeto de polémica, puesto que en este tipo de bienes la determinación del valor de mercado puede ser muy fluctuante, puesto que se basa en las más estrictas normas de oferta y demanda. En consecuencia, en la medida que el Impuesto sobre el Patrimonio continúe vigente, estos bienes pueden tener su incidencia en la declaración del Impuesto si bien, tal y como hemos indicado, existe la posibilidad de aplicar la exención al menos hasta que no entre en vigor la bonificación del 100% de la cuota del Impuesto. ÁREA FISCAL La nueva conflictividad con la AEAT, el auge de los procedimientos de gestión y recaudación tributaria Daniel Tarroja, Abogado Gerente del Departamento Fiscal Barcelona daniel.tarroja@crowehorwath.es • Procedimientos de comprobación de la aplicación de la exención de tributación en IRPF por las rentas obtenidas por la realización de trabajos en el extranjero (art. 7.p LIRPF). En los últimos ejercicios hemos podido comprobar como la AEAT ha aumentado en gran número las actuaciones de comprobación e investigación de los obligados tributarios en aplicación del Plan de Control Tributario y Aduanero, que establece anualmente aquellas actuaciones de control y directrices dirigidas al control y detección de diferentes tipologías de fraude, enmarcadas por parte de la AEAT, de carácter prioritario. • Procedimientos de comprobación de la aplicación de la exención de tributación en IRPF por las rentas obtenidas por desplazamientos y dietas. • Procedimientos de comprobación de la deducibilidad de gastos vinculados al ejercicio de las actividades profesionales. Pero tal y como nos tiene acostumbrados nuestra Administración Tributaria (incluso en exceso) dista mucho la finalidad o voluntad con la que se conciben estas directrices, a la realidad de la aplicación de las mismas. De los diferentes órganos que configuran la AEAT, esto es Inspección Tributaria, Gestión Tributaria y Recaudación, estos dos últimos (Gestión y Recaudación) son los que más han aumentado sus actuaciones en aplicación de estos criterios y directrices. Entre las actuaciones de comprobación e investigación que efectúa Gestión Tributaria, se ha detectado un aumento significativo de los siguientes: En este mismo sentido, los procedimientos que efectúan los órganos de Recaudación y que también han experimentado un considerable aumento son: • Procedimientos de derivación de la responsabilidad solidaria y subsidiaria (art. 42 y 43 LGT). • Procedimientos de adopción de medidas cautelares tendentes al aseguramiento del cobro de las deudas tributarias que puedan derivarse de un procedimiento (art. 81 LGT). ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 4 Tanto los procedimientos utilizados por los órganos de Gestión Tributaria, como los que utiliza Recaudación Tributaria, se caracterizan por ser procedimientos breves (duran como máximo 6 meses), y en el caso de Gestión Tributaria el principal motivo de conflictividad radica en la dificultad de acreditación mediante prueba (art. 105 LGT) de la exención o deducibilidad de las rentas o gastos cuestionados. En sede de Recaudación Tributaria, los procedimientos enumerados se caracterizan, al igual que los procedimientos de Gestión Tributaria, por ser procedimientos en los que actúan con mucha celeridad, con el único fin de poder asegurar el cobro de las deudas tributarias, bien por derivación a otro obligado tributario (en los casos de derivación de la responsabilidad tributaria) bien con la adopción de medidas cautelares consistentes en la anotación preventiva de embargos sobre cualquier bien del obligado tributario, llegando incluso al bloqueo de las cuentas bancarias desde los que desarrolla la actividad profesional o empresarial. Los resultados de los mencionados procedimientos en el caso de los que se realizan en sede de Gestión Tributaria, finalizan con la imposición de liquidaciones provisionales de menor cuantía y, debido a que los elementos comprobados (deducibilidad de gastos o exención de algún tipo de renta) sólo pueden ser acreditados mediante la aportación de la prueba documental pertinente, motivan que toda la discusión en sede de revisión en vía administrativa, se centre en la acreditación mediante pruebas documentales de la correcta aplicación, en su caso de la deducibilidad o exención. En sede de Recaudación Tributaria, la afectación de los mencionados procedimientos en la mayoría de obligados tributarios, es si cabe mayor, habida cuenta que en los procedimientos de derivación, mediante justificaciones poco consistentes y sólidas, la Administración Tributaria deriva las deudas tributarias originadas en sede del obligado tributario originario o principal al obligado tributario derivado, pudiendo de este modo obtener el cobro de la deuda tributaria. En el caso de la adopción de medidas cautelares, los efectos son más perversos aún, pues sin que exista una liquidación tributaria de carácter definitivo que obligue al ciudadano a efectuar su ingreso, la Administración Tributaria puede, tras la reforma que efectuó la Ley 7/2012 de medidas contra el fraude fiscal, bloquear todos los bienes de un obligado tributario hasta que se resuelva el procedimiento tributario que se esté tramitando, con el único objetivo de garantizar el futuro cobro. Este tipo de medidas, que la Administración puede adoptar en el caso de sociedades mercantiles, se caracteriza por el bloqueo de las cuentas bancarias desde las que opera en su tráfico comercial y, con el bloqueo de los ingresos que provienen por parte de los clientes, lo que de facto supone la paralización de la actividad de la empresa hasta que no se resuelva el procedimiento en cuestión. No parece que los efectos que generan estos procedimientos en los ciudadanos, combatan efectivamente el fraude fiscal, más bien el resultado de los mismos sea garantizar (en exceso) el ingreso de las posibles deudas tributarias, aunque ello signifique en algunos casos, poner en serio riesgo la actividad que desarrollan tanto ciudadanos como entidades mercantiles y que, a la postre, supone atacar la propia fuente de ingresos que pretenden recaudar. El fin no justifica los medios, aunque el fin sea, según ellos, combatir el fraude fiscal. Pues con este tipo de actuaciones, que emanan de nuestras instituciones públicas a las que en demasiadas ocasiones hay que recordarles que deben actuar con adecuación a los principios de buena fe (ya que deben servir a los ciudadanos y no al revés), la finalidad más bien parece la recaudación a cualquier precio, antes que combatir el auténtico fraude fiscal. ÁREA MERCANTIL El resurgir de la responsabilidad penal como respuesta a la criminalidad societaria en el seno del concurso de acreedores Laura Prendes, Abogada Departamento Mercantil Madrid laura.prendes@crowehorwath.es La reciente reforma del Código Penal llevada a cabo por la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo (en adelante, la “Reforma”), pone de manifiesto modificaciones sustancia- les que hacen referencia, entre otras, a la responsabilidad penal de las personas jurídicas y sus representantes –administradores sociales- en los supuestos relacionados con la insolvencia actual o inminente de aquéllas; responsabilidad que ha sido incluida en nuestro Código Penal tras la reforma efectuada por la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio –artículo 31 bis-, tras la gran lucha contra principios ® 5 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International clásicos1 y parte de la doctrina2, que en definitiva también encontraban una gran dificultad en deducir la aplicación de las consecuencias –de forma principal la ejecución de una pena privativa de libertad- a un ente jurídico de carácter abstracto. Tradicionalmente se venían agrupando los delitos conocidos como “Delitos de Insolvencia Punible” en un mismo capítulo3, incluyéndose entre éstos tanto el alzamiento de bienes –refiriéndose a conductas de obstaculización o frustración de la ejecución- como la insolvencia o bancarrota. La extraordinaria necesidad de una revisión técnica de estos delitos llevada a cabo por la Reforma –tal y como establece su Exposición de Motivos- ha llevado consigo que estos grupos de delitos se desarrollen de forma separada, esto es, en capítulos diferentes. Más en concreto, esta reforma introduce un nuevo tipo penal como es el “Concurso Punible” o “Bancarrota”. La creación de un nuevo tipo delictivo –de peligro- trata la necesidad de responder penalmente a los supuestos de realización de conductas contrarias al deber de diligencia en la gestión de asuntos económicos, producidos éstos en una situación de insolvencia –actual o inminente, como ya hemos dicho- y que ponen en peligro tanto intereses de acreedores como del orden socioeconómico, o que incluso han podido llegar a provocar la situación de insolvencia del deudor en cuestión. También se ocupa de tipificar las conductas que son susceptibles de constituir o de cumplir con los requisitos exigidos por el tipo penal, que con anterioridad a esta fecha no quedaban delimitadas por el precepto. Este cambio no es casual, sino que refuerza de un modo importante tanto la certeza como la seguridad jurídica en la determinación de las conductas punibles, seguridad que era sustancialmente necesaria si tenemos en cuenta que el Derecho Penal concreta el ius puniendi del Estado fijando responsabilidades subjetivas y penas de carácter y naturaleza resarcitoria. Tal es la importancia que se quiere dar a este aspecto en la Reforma, que el legislador se encarga de reflejarlo en la Exposición de Motivos. 1 El principio “societas delinquere non potest” es un principio propio del Derecho Romano que establece que “la persona jurídica no puede delinquir”. Esta incapacidad jurídica para delinquir se entendía por la falta del elemento subjetivo dentro del delito, es decir, falta de voluntad por la persona que comprenda dolo en sus actuaciones, excluyendo a la persona jurídica de los entes con capacidad para formarse una voluntad contraria a Derecho. 2 Entre los que se oponen a esta capacidad delictiva de las personas jurídicas, y en concreto de los entes societarios, debemos destacar a Savigny, jurista alemán que ya en los inicios del siglo XIX se pronunciaba en tal sentido en su “Teoría de la Ficción” cuando afirmaba que “la persona jurídica es una pura ficción jurídica”. 3 Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, Título XIII, Capítulo VII, artículos del 257 al 261 bis. A todo lo anterior se une que el Derecho Penal es en todo caso de aplicación subsidiaria4, entendiendo este carácter subsidiario en cuanto a que su aplicación debe producirse solo en casos extraordinariamente graves y siempre y cuando no haya otro remedio o mecanismo menos gravoso, de acuerdo el con principio de intervención mínima5, inspirador de nuestro Derecho Penal6. El nuevo tipo delictivo responde a un régimen de perseguibilidad concreto, esto es, que la conducta únicamente será perseguible bien una vez sea declarado el concurso de acreedores –ya sea voluntario o necesario- por el Juez de lo Mercantil, bien cuando se haya producido un sobreseimiento de pagos. Además, las conductas tipificadas como perseguibles han sido delimitadas mediante la introducción de un númerus clausus en el art. 259 CP7, pese al cual se sigue dejando al arbitrio del Juez la posibilidad de declarar la existencia de conductas punibles8. Así pues, sin perjuicio de que estamos seguros de que el legislador lo que ha intentado ha sido evitar conductas dolosas destinadas a perjudicar el bien jurídico al que se brinda protección9, y aunque los supuestos susceptibles de constituir delito se han restringido y delimitado, el precepto analizado genera incertidumbre e inseguridad a la hora de que los administradores de las sociedades tomen decisiones arriesgadas –propias, por otro lado, de su ventura y oficioque pudieran ser entendidas contrarias a la exigencia legal de su deber de actuar “con la diligencia de un ordenado empresario o representante leal”. 4 De forma clásica los profesionales del Derecho se refieren a la rama Penal como última ratio legis. 5 Esta idea preside la Exposición de Motivos del Código Penal ya en la primera mención que realiza acerca de los delitos socioeconómicos se recoge “En segundo lugar, se ha afrontado la antinomia existente entre el principio de intervención mínima y las crecientes necesidades de tutela en una sociedad cada vez más compleja, dando prudente acogida a nuevas formas de delincuencia, pero eliminando, a la vez, figuras delictivas que han perdido su razón de ser”. 6 En este sentido, FERNÁNDEZ DE LA GÁNDARA, LUIS.- Catedrático de Derecho Mercantil. Abogado. “Los delitos societarios: reflexiones preliminares sobre la imposición de acuerdos sociales abusivos, art. 291 CP”. Actualidad Jurídica Aranzadi, Madrid, marzo 1996, cuando expresamente dice: “debemos hacer frente a la fácil huida hacia el derecho penal”. 7 Algunas de ellas tales como: ocultar, causar daño o destruir los bienes o elementos patrimoniales incluidos o que habrían estado incluidos en la masa del concurso; entrega o transferencia de dinero u otros activos patrimoniales que no guarden proporción con la situación patrimonial del deudor, ni con sus ingresos, y que carezcan de justificación económica o empresarial; incumplimiento del deber legal de llevar contabilidad, llevanza de una contabilidad doble o cometer irregularidades relevantes para la comprensión de si situación patrimonial o financiera, entre otras. 8 El art. 259.1.9º CP reza: “«1. Será castigado con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de ocho a veinticuatro meses quien, encontrándose en una situación de insolvencia actual o inminente, realice alguna de las siguientes conductas: “9ª Realice cualquier otra conducta activa u omisiva que constituya una infracción grave del deber de diligencia en la gestión de asuntos económicos y a la que sea imputable una disminución del patrimonio del deudor o por medio de la cual se oculte la situación económica real del deudor o su actividad empresarial”. 9 El patrimonio, el orden socioeconómico y los intereses de los acreedores. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 6 En lo que respecta a la protección de los intereses de los acreedores –art. 260 CP-, debemos hacer especial mención a lo que denominamos como “pars conditio creditorum”10, principio verdaderamente protegido en este tipo delictivo en lo que a los acreedores respecta y que responde a la exigencia legal de un tratamiento equitativo de todos los acreedores que se encuentren en iguales circunstancias, respetando –en cualquier caso- las reglas de preferencia y prelación de créditos que dan fundamento a los procedimientos concursales. Se contempla, de igual manera, un supuesto agravado que tipifican en el art. 259 bis CP para los casos en los cuales (i) el perjuicio patrimonial –efectivo o no en ese momento- se genere a una pluralidad de personas o las pueda poner en grave situación económica; (ii) el perjuicio al acreedor responda a una cuantía superior a 600.000 €; o (iii) que al menos la mitad del importe de los créditos concursales tenga la consideración de crédito público11. Por último, y no menos importante, debemos añadir que este delito del art. 259 CP será perseguible con independencia del estado del procedimiento concursal. Con esta previsión se logra que a pesar de que el concurso de acreedores esté en tramitación o no haya concluido, esta circunstancia no impedirá o suspenderá la tramitación del procedimiento penal, que discurrirá de forma independiente al procedimiento concursal, lo que a efectos prácticos significa que en ningún caso la calificación que el Juez de lo Mercantil estime adecuada sobre el procedimiento concursal vinculará obligatoriamente a los Jueces o Tribunales del orden Penal para decidir en cuanto a la existencia o no de conducta delictiva. Sin embargo, si el procedimiento penal terminare antes que el concurso determinando la existencia de conducta delictiva y de ella dimanare responsabilidad civil, el dinero que se consiga recibir del responsable civil se incorporará a la masa activa para hacer frente a las deudas del concurso. 10 “Igual condición de crédito”. 11 El concepto de crédito público alcanza a las deudas cuyos acreedores sean la Seguridad Social o la Hacienda Pública. ÁREA MERCANTIL La nacionalidad de las empresas. Caso particular de las Joint Venture Alfredo Luengo Departamento Mercantil Madrid alfredo.luengo@crowehorwath.es El art. 8 de la Ley de Sociedades de Capital establece: “Serán españolas y se regirán por la presente ley todas las sociedades de capital que tengan su domicilio en territorio español, cualquiera que sea el lugar en que se hubieran constituido”. De la lectura de este artículo se extrae el criterio del ordenamiento español en cuanto a la ley aplicable a las Joint Venture: la teoría de la incorporación. Es decir, la Joint Venture ostentará la nacionalidad española si se constituye conforme a las leyes del Estado español. Esto anterior constituye la regla general. Se complementa con una regla excepcional, la que establece el art. 9.2 de la Ley de Sociedades de Capital: “Las sociedades de capital cuyo principal establecimiento o explotación radique dentro del territorio español deberán tener su domicilio en España”. Pero ésta se va a aplicar para combatir el fraude que representan las falsas sociedades extranjeras. Es preciso distinguir dos aspectos: i) La cuestión conflictual. Partiendo de la siguiente afirmación: “la regla básica en Derecho Internacional Privado español para determinar la Ley aplicable a las sociedades es la siguiente (art. 8 de la Ley de Sociedades de Capital): las sociedades se rigen por la Ley del Estado con arreglo a cuyo Derecho material se han constituido”, hay que realizar varias precisiones: 1. En cuanto a la autonomía de la voluntad conflictual. Los socios tienen la capacidad de acordar la ley aplicable a la sociedad, y la ejercitan constituyendo la sociedad conforme a un determinado ordenamiento jurídico (teoría de la incorporación). Esta autonomía no encuentra limitación alguna, ni siquiera si los socios optan por someter la constitución a las leyes de los llamados paraísos fiscales. La sociedad tendrá nacionalidad española si se constituye conforme al derecho español y, como consecuencia de esto, la sociedad deberá domiciliarse en España, pues es un requisito de las leyes españolas. Incluso ® 7 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International en el supuesto en que se constituyera conforme a derecho español sin instalar su domicilio en España, en cuyo caso se le seguiría atribuyendo nacionalidad española. 2. Datos irrelevantes. Existe una serie de circunstancias que no obstan a la hora de determinar la ley aplicable a la sociedad: el lugar de celebración del contrato, el domicilio de la entidad, o el país en que lleva a cabo sus actividades económicas. 3. Situaciones en que la entidad constituida conforme a las leyes españolas carece de domicilio social o principal centro de intereses económicos en España. El supuesto incluye también los casos en que no existen centros de explotación en España. En estos casos existe una previsión de salvaguarda a los intereses de terceros con esta sociedad: “En caso de discordancia entre el domicilio registral y el que correspondería según el artículo anterior, los terceros podrán considerar como domicilio cualquiera de ellos” (art. 10 de la Ley de Sociedades de Capital). ii) La cuestión material. Se establece una conexión lógica en la aplicación de la teoría de la incorporación entre la elección de ley aplicable (presupuesto) y la constitución de la sociedad conforme a ésta: 1. La primera operación a llevar a cabo es la constitución de la sociedad conforme a la ley española (teoría de la incorporación). Posteriormente se aplica dicha ley para corroborar la correcta formación de la sociedad. 2. Una vez adquirida la personalidad jurídica porque los socios han decidido configurar la constitución de la sociedad conforme a la ley española, el paso siguiente consiste en establecer el domicilio social. Es un requisito declarativo el del art. 8 de la Ley de Socie- dades de Capital (“serán españolas y se regirán por la presente ley todas las sociedades de capital que tengan su domicilio en territorio español, cualquiera que sea el lugar en que se hubieran constituido”) porque de no llevarse a cabo esta operación, la sociedad sigue ostentando nacionalidad española. Adicionalmente, las leyes societarias españolas prevén mecanismos sancionadores para las sociedades que no cumplan con esta previsión. 3. Si la sociedad se constituye conforme a un derecho extranjero, se han de seguir las mismas precauciones que establece el ordenamiento español, esto es, la válida constitución conforme a las leyes del país que albergue dicha constitución. Al igual que las leyes societarias españolas, la legislación societaria pertinente sancionará la incorrecta constitución de la sociedad. Conforme a lo anterior: una empresa domiciliada en Copenhague celebra un contrato para la constitución de una Joint Venture con una empresa con sede en Madrid. Las partes deciden que la nueva entidad lleve a cabo su actividad en Suecia, pero que su constitución sea regida por el derecho societario español. De esta forma, domicilian la nueva Joint Venture en Estocolmo, conforme a los procedimientos que establece la ley española para la constitución de sociedades. Esta Joint Venture tiene nacionalidad española en virtud del art. 8 Ley de Sociedades de Capital, pues los socios acordaron la constitución conforme a nuestro derecho. Pero es preciso verificar si la creación de esta persona jurídica nueva se ha hecho conforme a los mecanismos previstos en las leyes españolas. Y la operación previa es analizar la cuestión conflictual, la cual remite al derecho español (cuestión material). El derecho sustantivo español decidirá si la Joint Venture cumple con los requisitos de válida constitución, o incluso podría sancionar la conducta elusiva relativa a la ausencia de domiciliación en territorio español. ÁREA PROCESAL Y ARBITRAJE GAZPROM-LITUANIA: ¿“anti-suit injunction” vs. reconocimiento y ejecución de laudo arbitral? Miguel Ángel Serrano, Abogado Socio del Departamento de Procesal y Arbitraje Madrid mangel.serrano@crowehorwath.es La Gran Sala del Tribunal de justicia de la Unión Europea se ha pronunciado, en su reciente Sentencia de 13 de mayo de 2015 (asunto C-536/13, Gazprom-República de Litua- nia), sobre la cuestión de si es compatible con el Reglamento (CE) nº 44/2001 del Consejo, de 22 de diciembre de 20001, que un órgano jurisdiccional de un Estado miembro reconozca y ejecute un laudo de 31 de julio de 2012, dictado por un tribunal arbitral sito en otro Estado miembro, en el que se dispone una orden conminatoria –antitrust injunction– por la que se obliga a una parte del procedimiento arbitral a no plantear determinadas pretensiones, así como 1 Reglamento (CE) nº 44/2001 del Consejo, de 22 de diciembre de 2000, relativo a la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 8 a reducir el alcance de alguna de las ya formuladas, en un procedimiento pendiente ante un órgano jurisdiccional de aquel primer Estado miembro. A este respecto, la referida Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea procede al análisis de distintos aspectos a tener en cuenta para dilucidar la mencionada cuestión. Y así, en primer lugar, el expresado Tribunal de Justicia señala que el arbitraje no está incluido en el ámbito de aplicación del Reglamento nº 44/2001, ya que éste sólo rige los conflictos de competencia entre los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros. Como los tribunales arbitrales no son órganos jurisdiccionales estatales, en el caso enjuiciado no existe tal conflicto, en el sentido de dicho Reglamento. A continuación, dicho Tribunal de Justicia concluye que el laudo arbitral, al igual que la resolución por la que, en su caso, un órgano jurisdiccional de un Estado miembro lo reconozca y ejecute, no pueden afectar al denominado principio de confianza recíproca2. Y ello, por dos razones: 1ª. Dado que la orden conminatoria ha sido dictada por un tribunal arbitral, no puede hablarse, por tanto, de injerencia de un órgano jurisdiccional de un Estado miembro en las competencias de un órgano jurisdiccional de otro Estado miembro. “La referida Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea procede al análisis de distintos aspectos a tener en cuenta para dilucidar la mencionada cuestión” 2ª. El hecho de que un tribunal arbitral constituido en un Estado miembro prohíba a una parte, mediante una orden conminatoria incluida en el laudo, que pueda deducir determinadas pretensiones en un procedimiento pendiente ante un órgano jurisdiccional de otro Estado miembro o le impida la continuación de ese mismo procedimiento respecto a determinados extremos de las pretensiones ya formuladas, no priva a dicha parte de la protección judicial en el marco del procedimiento de reconocimiento y ejecución del laudo arbitral, en la medida en que: 2 Principio de confianza que los Estados miembros otorgan a sus respectivos sistemas jurídicos e instituciones judiciales, y que se plasma en la armonización de las normas de competencia de los órganos jurisdiccionales sobre la base del sistema establecido por el Reglamento nº 44/2001. (i) Por un lado, esa parte puede oponerse a tal reconocimiento y ejecución; y (ii) Por otro, el órgano jurisdiccional que conozca del asunto debe determinar, sobre la base del Derecho procesal nacional y del Derecho internacional aplicables, si procede o no reconocer y ejecutar el laudo. En este sentido, debe ponderarse que la citada oposición de la parte no tendría consecuencias perjudiciales para ella, ya que el incumplimiento de la orden conminatoria incluida en el laudo arbitral no puede dar lugar a que un órgano jurisdiccional del otro Estado miembro donde radica el tribunal arbitral le imponga una sanción.3 Y, asimismo, ha de tenerse presente que la eventual limitación de la facultad, conferida a un órgano jurisdiccional de un Estado miembro ante el que está planteado un litigio paralelo, de pronunciarse sobre su propia competencia únicamente podría derivarse del reconocimiento y ejecución de un laudo arbitral, como el controvertido en el litigio principal, por un órgano jurisdiccional de ese mismo Estado miembro con arreglo a su Derecho procesal y, en su caso, al Convenio de Nueva York, que rigen en esta materia excluida del ámbito de aplicación del Reglamento nº 44/2001.4 Y a la vista de todas las consideraciones expuestas, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea estima que el Reglamento nº 44/2001 ha de interpretarse en el sentido de que no se opone a que un órgano jurisdiccional de un Estado miembro reconozca y ejecute, ni a que se niegue a reconocer y ejecutar, un laudo dictado por un tribunal arbitral localizado en otro Estado miembro por el que se prohíbe a una parte formular determinadas pretensiones o limitar las ya presentadas ante un órgano jurisdiccional de aquel primer Estado miembro, dado que dicho Reglamento no regula el reconocimiento y ejecución en un Estado miembro de un laudo dictado por un tribunal arbitral de otro Estado miembro. 3 A diferencia de lo que sucedía en el supuesto que dio lugar a la Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el asunto C-185/07, Allianz y Generali Assicurazioni Generali, en que se trataba de órganos jurisdiccionales de distintos Estados miembros. 4 Es decir, al tratarse de una materia excluida del ámbito de aplicación del Reglamento nº 44/2001, no estamos ante una “materia particular” en el sentido del artículo 71 de dicho Reglamento, donde se regula las relaciones entre éste y los convenios relativos a esas materias particulares incluidas en su ámbito de aplicación. Al respecto, puede verse la Sentencia del propio Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el asunto C-533/08, TNT Express Nederland. ® 9 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ÁREA CONCURSAL De la subordinación crediticia prevista en el artículo 92.7º de la Ley Concursal Mercedes Cerezo, Abogada Departamento Mercantil Madrid mercedes.cerezo@crowehorwath.es Resulta frecuente encontrar en el seno de los concursos que se están llevando en nuestro país, una actitud poco colaborativa por parte de algunas entidades acreedoras, que como contrapartes, que se ven obligadas a mantener sus relaciones contractuales con la concursada. De ahí que la introducción de figuras como esta resulten útiles para poner límites a esas situaciones de abuso que nos estamos encontrando en la actualidad. El referido precepto prevé la posibilidad de subordinar la calificación de un crédito nacido con posterioridad a la declaración de concurso y cuya calificación, a priori y atendiendo al procedimiento legalmente previsto, sería la de crédito contra la masa. La figura fue introducida por el Real Decreto Ley 3/2009, de 27 de marzo, de medidas urgentes en materia tributaria, financiera y concursal ante la evolución de la situación económica. El precepto en cuestión reza como sigue: “92.7º Los créditos derivados de los contratos con obligaciones recíprocas a que se refieren los artículos 61, 62, 68 y 69, cuando el juez constate, previo informe de la administración concursal, que el acreedor obstaculiza de forma reiterada el cumplimiento del contrato en perjuicio del interés del concurso”. Con carácter general, el efecto sobre los contratos con obligaciones recíprocas previsto en el en el Título III, Capítulo III de la Ley Concursal, es su mantenimiento; sin que la declaración de concurso deba afectar por sí sola al cumplimiento de los mismos, y realizándose con cargo a la masa las prestaciones a que esté obligado el concursado. La regulación señalada ha dado lugar a que se produzcan situaciones de abuso en las que la parte acreedora, contraparte contractual o parte in bonis, -a la que, de alguna forma, la ley concursal le obliga a mantenerse durante el concurso-, ha obstaculizado a la concursada el cumplimiento del mismo en un claro perjuicio del interés del concurso. En virtud de lo dispuesto, la finalidad pretendida con la introducción de esta medida no es otra que actuar como técnica legislativa tendente a garantizar el cumplimiento normal del contrato vigente. De tal forma que se requiere que el contrato se desarrolle con normalidad para que el crédito resultante del mismo se cargue contra la masa; previendo, en otro caso, que la calificación del posible crédito resultante de un contrato con obligaciones recíprocas que se haya mantenido vigente tras la declaración del concurso, pueda ser degradada a subordinado, si se determina que ha concurrido la obstaculización reiterada del acreedor al cumplimiento del contrato que dio lugar al nacimiento del crédito. La interpretación del precepto ha originado posiciones doctrinales dispares, no obstante y en definitiva, se entiende que la finalidad del mismo no es otra que favorecer la continuidad de este tipo de contratos, que en muchos supuestos pueden suponer los principales activos con los que cuenta el patrimonio de la entidad concursada, anteponiendo así los fines del concurso a los intereses privados de las partes contratantes. Por su parte, la jurisprudencia ha arrojado claridad sobre los elementos que debe reunir el supuesto en cuestión para que proceda la calificación de subordinación; así, entre otras puede verse la Sentencia del Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Málaga de 16 de abril de 2014, en cuyo fundamento jurídico tercero se señalan los presupuestos requeridos para que opere el precepto: (i) Debe tratarse de créditos resultantes de contratos con obligaciones recíprocas referidos en los arts. 61, 62, 68 y 69 de la LC. (ii) Debe aportarse informe previo de la administración concursal. (iii)Ha de existir obstaculización al cumplimiento del contrato. (iv) Ha de existir reiteración en la obstaculización. (v) Debe ser constatado por el juez la producción de dicha obstaculización reiterada. (vi)La referida obstaculización debe causar un perjuicio al interés del concurso. Además de los requisitos expuestos, otro extremo controvertido surgió al no ofrecer el precepto información alguna acerca del momento en el que debe iniciarse la obstaculización. Esto es, si la misma debe darse con posterioridad a la declaración del concurso, o si por el contrario, puede haberse manifestado con anterioridad. De la literalidad del precepto parece referirse a una situación de impedimento actual, por lo que podría ser una exigencia que la obstaculización se inicie a posteriori; no obstante la jurisprudencia, teniendo en cuenta la finalidad perseguida con el artículo 92.7º de la LC, ha optado por una interpretación flexible del supuesto aceptando que la obstaculización pueda tener origen en un momento anterior a la declaración de concurso, siempre y cuando, concurra reiteración y permanencia tras dicha declaración. Como vemos, el precepto analizado se argumenta como una herramienta en favor del concurso, encaminada a asegurar la continuidad de la actividad de la concursada y que puede ser ejercitada ante la amenaza de un acreedor que ponga en juego la normal continuidad de la relación contractual. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International 10 CROWE HORWATH AUDITORÍA Y CONSULTORÍA Auditoría de la Web: una necesidad de cumplimiento normativo ante el incremento de los negocios online La Red y el comercio online ha cambiado la relación entre empresarios y consumidores, cada vez más esta relación tiende a ser virtual. Las páginas web han pasado a ser los escaparates de las compañías en la Red. Por ello, y ante una Normativa protectora de los derechos de los consumidores, la necesidad de los empresarios a cumplir con las exigencias legales de su página web es cada vez más necesaria. El incumplimiento de estos requisitos establecidos en la Ley de Sociedad de la Información se traduce en tres tipos de infracciones, leves, graves o muy graves según el tipo de incumplimiento de las obligaciones establecidas en la Ley, pudiendo variar la multa desde/hasta 30.000 euros ante una infracción leve, multa de 30.001 hasta 150.000 euros ante la comisión de infracción graves y multa de 150.001 hasta 600.000 euros. Actualmente, es más usual que los empresarios muestren a través de sus webs los productos que comercializan y los servicios que prestan, no sólo a nivel nacional sino también a nivel internacional, es por ello que deben asegurarse sobre los requisitos legales que deben cumplir sus páginas web. En segundo lugar, el crecimiento del comercio electrónico, así como el marketing digital y las comunicaciones comerciales a través de medios electrónicos, ha incrementado de manera exponencial la captación de datos de los usuarios a través de la red. Este fenómeno y la creciente concienciación de los usuarios sobre el uso de sus datos personales como mercancía de cambio para análisis económicos y de marketing, hacen necesario que las compañías deban cumplir de una manera eficiente con la Ley 15/1999, de 13 de diciembre de Protección de Datos de Carácter Personal y con el Real Decreto 1720/ 2007, de 21 de diciembre por la que se aprueba el reglamento que desarrolla la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal. Como introducción, el cumplimiento normativo de la web no se debe contemplar sólo desde la perspectiva de la Ley de Sociedad de la Información y Comercio Electrónico (LSSI - Ley 34/2002, de 11 de julio) sino también, hay que considerar de igual forma lo estipulado en la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal (Ley 15/1999, de 13 de diciembre). Cumplir con el marco normativo de la LSSI y Comercio electrónico, así como con la LOPD crea una ventaja competitiva ante el resto de empresas que no las cumplen. Además, afianza la credibilidad de la actividad del negocio y aumenta la confianza del usuario de la web, y futuro potencial cliente. El cumplimiento normativo de la web da transparencia al negocio online, incrementa su reputación siendo éste un elemento diferenciador. En este sentido, para acompañar a nuestros clientes en la implantación de un programa de cumplimiento normativo de sus páginas webs corporativas, disponemos en Crowe Horwath de un servicio de asesoramiento de Compliance, conformado por un equipo de profesionales expertos y certificados en la gestión de riesgo y cumplimiento normativo. En primer lugar, la información que identifica al titular de la web, así como las condiciones generales, términos de contratación y condiciones de uso de la página web, deben ser fácilmente accesibles, de forma permanente, fácil, directa y gratuita, tal como lo establece la LSSI. Además no debemos de olvidar, que es de gran interés para las empresas tener claro el público objetivo a quien va dirigido la comercialización, por lo que se hace necesario que dicha información se encuentre en el idioma del consumidor al cual va dirigido. Para más información pueden ponerse en contacto con Yazomary García, Senior Manager de Consultoría y Mª Pilar Varó, Consultora en Cumplimiento normativo de las nuevas tecnologías, a través de las siguientes direcciones de correo electrónico: yazomary.garcia@crowehorwath.es pilar.varo@crowehorwath.es ® 11 Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Legal y Tributario Member Member Crowe Horwath International NUESTROS SERVICIOS DETALLE DE NUESTROS SERVICIOS Procedimientos y Contenciosos Tributarios ■■ Planificación y regularización previa a la iniciación de oficio de la Administración de un procedimiento tributario. ■■ Asesoramiento y representación en los Asesoramiento jurídico y representación procesal en los procedimientos ante la Administración Tributaria y la Jurisdicción Contencioso-Administrativa procedimientos de gestión e inspección tributaria. LA FISCALIDAD CONTENCIOSA ✓✓ Debido a la complejidad, especialización del derecho tributario y la abundante normativa fiscal existente en nuestro ordenamiento jurídico, en ocasiones se requiere la intervención de un profesional especializado en la materia, a fin de ofrecer un asesoramiento óptimo y eficaz que garantice los derechos del obligado tributario y la correcta aplicación de la normativa al caso concreto. Por ello, resulta del todo necesaria la planificación estratégica del propio procedimiento y la realización de un estudio preciso sobre la fundamentación jurídica y jurisprudencial que sustentará las alegaciones, así como la impugnación de la regularización practicada. ✓✓ Estudio y diseño de una estrategia previa ✓✓ ■■ Asesoramiento y representación en el procedimiento sancionador. ✓✓ Impugnación de acuerdo sancionadores mediante la interposición de todo tipo de recursos y reclamaciones económico-administrativas ante los Tribunales Económico Administrativos Regionales y ante el Tribunal Económico Administrativo Central. SERVICIOS ESPECIALIZADOS QUE OPTIMIZAN EL ASESORAMIENTO Y RESOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS Crowe Horwath Legal y Tributario cuenta con un equipo especializado en derecho tributario, derecho procesal y derecho administrativo que le podrá asesorar y representar en los procedimientos tributarios seguidos ante las Administraciones tributarias y en los recursos o litigios suscitados ante los Tribunales, ofreciendo un conocimiento especializado y una sólida experiencia para ofrecer la mejor defensa a nuestros clientes. concreta y personal al supuesto planteado por el cliente. Representación del obligado tributario y comparecencia ante la Administración durante el procedimiento. Contestación a requerimientos de documentación, redacción de alegaciones e interposición de todo tipo de recursos y reclamaciones económico-administrativas ante los Tribunales Económico Administrativos Regionales y ante el Tribunal Económico Administrativo Central. ■■ Asesoramiento y representación en los procedimientos de recaudación tributaria. ✓✓ Optimización del pago de las regularizaciones ✓✓ ✓✓ practicadas por la Administración a través de la tramitación de aplazamientos y fraccionamientos en el pago de deudas tributarias. Suspensión y paralización del pago de las liquidaciones y acuerdos sancionadores mientras pende la resolución de la impugnación. Impugnación de los Acuerdos de derivación de responsabilidad tributaria de carácter solidario o subsidiario. ■■ Jurisdicción contencioso-administrativa. ✓✓ Finalizada la vía de revisión administrativa, impugnación de los actos administrativos de contenido tributario ante los Tribunales del orden contencioso-administrativo competente. ® Legal y Tributario Member Crowe Horwath International Legal y Tributario Member Crowe Horwath International ® Avda. Diagonal, 429, 5ª planta 08036 Barcelona Tel. + 34 932 448 900 Fax + 34 932 651 971 barcelona@crowehorwath.es P.º de la Castellana, 130, 7ª planta 28046 Madrid Tel. + 34 918 270 010 Fax + 34 918 334 028 madrid@crowehorwath.es Depósito legal: B-5.968 - 2005. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos incluidos en esta publicación sin citar expresamente su procedencia. Juana de Vega,12, 2º 15003 A Coruña Tel. + 34 981 217 139 Fax + 34 981 208 528 acoruna@crowehorwath.es