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124. Algunas ciudades estuvieron en contra de la Independencia de la Nueva
Granada. ¿Cuáles fueron los factores que llevaron a que estas ciudades no
apoyaran la Independencia? (Camilo Alejandro Alvarado Hernández, Grado 9,
Bogotá, D. C.).
LAS CONSECUENCIAS Y LOS FACTORES QUE LLEVARON A QUE PASTO
NO APOYARA LA INDEPENDENCIA
INTRODUCCIÓN
La historia sirve para explicar el presente, así como para reconocer nuestra herencia; los
elementos del pasado y del presente deben ser el insumo para que mejoremos nuestro
futuro.
En el ensayo realizado, partimos del presente y llegamos a un turbulento período de la
historia de Colombia en donde lo que hoy se conoce como el departamento de Nariño, pasó
de ser uno más de los escenarios de confrontación, a convertirse en el epicentro del
conflicto entre realistas y patriotas, por su ubicación estratégica como puerta de
Suramérica.
Además, se recopilan aspectos generales del contexto, para luego explicar las principales
razones que, a nuestro juicio, incidieron para que Pasto estuviese en contra de la
independencia, y así, culminar con la referencia de los sucesos históricos más destacados de
la confrontación militar y su desenlace.
Desarrollar este proyecto nos permitió acercarnos a la ‘matria’, valorarla, comprenderla y
quererla, tomar lo bueno y desechar lo malo, para aspirar a un hoy y mañana mejores.
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UN ESTIGMA HEREDADO, UN FUTURO PRODUCTO DE NUESTRA
HISTORIA, FORTALEZA, TRABAJO, LEALTAD Y VISIÓN PROSPECTIVA.
La historia del pueblo pastuso es la historia de un pueblo que luchó hasta el final, vencido
en una guerra que ganaron naciones, con sus principales líderes perseguidos, desterrados o
asesinados. Un pueblo que no fue considerado amigo de la naciente República, ni de sus
gestores, devastado por los efectos de más de tres lustros de confrontación, que recibió y
aún hoy continúa recibiendo la indiferencia de la nación.
Es imposible que un hecho tan trascendente como el que Pasto haya asumido una posición
en contra de la independencia no influya en su posterior desarrollo. De allí que desde hace
varios años Nariño se ubica entre los últimos departamentos del país, equiparándose con el
Chocó en los índices de desarrollo humano. Situación que choca con el empuje de sus
habitantes y las potencialidades de la región, donde se hace evidente la necesidad de obras
de infraestructura y de vías de comunicación, requisito para propiciar un verdadero
desarrollo regional y nacional.
Un fenómeno social reciente, como las pirámides, tuvo un mayor asidero y efectos
perversos en Nariño y Putumayo, Frente al escaso desarrollo industrial y la falta de empleo,
las comunidades se dejaron llevar por la ilusión y la ambición, y terminaron perdiendo el
fruto del trabajo de varios años. En esta situación, no sólo el pueblo fue el responsable; las
pirámides pagaban impuestos a la DIAN, ponían sus anuncios en la radio, financiaban al
Deportivo Pasto y las festividades de la Virgen de las Mercedes, por mencionar los casos
que para el pueblo tuvieron mayor representación, no los que más lo afectaron. Después de
la declaratoria del incumplimiento de pago del interés pactado y del cierre de las pirámides
por parte del gobierno, es el momento en el que, del pueblo, vuelven a surgir los gritos de
autonomía, que, según algunos investigadores, es una de las teorías de lo que buscaban los
pastusos con su posición en la época de la Independencia. Esta situación tuvo un alto
impacto sobre la región y poca resonancia nacional. Así como la violencia, el exterminio
del pueblo awa, las minas antipersona y los demás problemas que enfrentamos, que si bien
son objeto de análisis para el Gobierno, algunas acciones que se generan como solución,
resultan insuficientes frente a la complejidad de los problemas.
Otro efecto que podemos entrever también tiene sus orígenes en la época de la
Independencia, es el chiste pastuso. El doctor Armando Montenegro, en un ensayo acerca
del tema publicado en el Diario del Sur, señala que algunos chistes pueden tener un carácter
tendencioso y hostil, que trata, en algunas oportunidades, de señalar de manera peyorativa
las características disonantes de un segmento minoritario en contraste con un grupo
dominante, del que han sido objeto variados grupos sociales en diferentes épocas. También
manifiesta que los chistes pastusos reflejan una burla a una sociedad rezagada de la
modernidad.
Los chistes durante mucho tiempo se han convertido en una dura carga para los pastusos
quienes hemos sido objeto de burla. El doctor Montenegro señala que en la década del
treinta era imposible que los pastusos aceptaran o se rieran de estos chistes. Incluso,
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algunos años atrás, José Ordoñez se quejaba de que los pastusos lo entutelaron por dedicar
largas sesiones de tiempo a los chistes pastusos, durante su maratón de humor. Estos chistes
que demeritan las cualidades de este valioso pueblo, tienen su origen en las lamentables y
despóticas menciones de Pasto, hechas por los próceres de nuestra independencia; en los
relatos de cronistas, guerreros e intelectuales acerca del aislamiento geográfico y las
dificultades de acceso a nuestra región que generaban atraso material; así como el hecho de
ser los perdedores de una guerra.
Por el contrario, también existen otras formas de humor más reivindicativas, que
demuestran madurez y una mayor tranquilidad frente a un estigma heredado. Son los
chistes en donde el pastuso aparece como ingenuo, callado y tímido pero que al final es el
más despierto de todos y quien sale vencedor; hay otros que asimilan la pasividad del
pastuso con ternura y creatividad; y otra tendencia, en donde los pastusos nos reímos de
nosotros mismos y exageramos nuestros usos y costumbres característicos para divertirnos
y relajarnos. Ejemplos de esta última tendencia, serían la familia Tarapues, las caricaturas
que han evolucionado de ella, creadas por Pedro Pablo Enríquez y los trovadores de cuyes
Rosendo y Roserito de gran resonancia nacional. A través de estos humoristas nos hacemos
visibles para el resto del país; para algunos mal caracterizados, para otros bien
representados, lo que, en últimas puede ser interpretado como un mínimo reconocimiento
en camino de obtener lo que realmente merecemos por lo que somos.
La posición que tomó Pasto en la época de la Independencia es una parte constitutiva del
pueblo pastuso en los seminarios y talleres del bicentenario promovidos por diferentes
instituciones gubernamentales. Los pastusos se cuestionan acerca de los valores de
Agualongo y Mercanchano, así como el papel que jugaron héroes como Simón Bolívar o
Antonio José de Sucre. El debate se intensifica, pues los patriotas que representan unos
valores republicanos, sin duda progresistas, se constituyen como héroes nacionales, pero
para nuestra ‘matria’ son el ejemplo de una fuerza desmedida, los contendores de un pueblo
que por diversas causas se opuso a la independencia. De otra parte los héroes locales
representan las características del pastuso, el valor, el honor y la lealtad. Agualongo prefirió
la muerte a renunciar a sus ideales en una etapa de la historia en donde los pastusos habían
sido víctimas de tantos vejámenes. Su sentido de pertenencia a esta región les impedía la
aceptación por la fuerza de la república, una forma de dominación que no era lo mismo,
pero era igual, y que acababa con algunos usos y costumbres tradicionales.
Sin embargo, se trata de entender que esta posición hace parte de nuestra historia. Por eso,
con estos elementos y los que poseemos en la actualidad, debemos proyectarnos hacia un
futuro mejor.
En una forma de expresión cultural tan representativa del pueblo nariñense como los
Carnavales de Pasto del año 2010, patrimonio inmaterial de la humanidad, se exaltan los
héroes de la Independencia nacional y al mismo tiempo, se hace homenaje al valor del
pueblo pastuso durante la independencia.
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Cada bando tuvo razones de peso que lo llevaron a asumir la posición que tomó aunque el
debate se puede centrar en las acciones desmedidas en contra del pueblo pastuso por parte
de los republicanos. Sin embargo, para la nación, la independencia es un avance frente a la
forma de gobierno monárquica.
Con todos estos elementos de la historia, sus consecuencias, la ubicación estratégica de
Nariño en el Pacífico considerado el foco de desarrollo en el siglo XXI, la diversidad de sus
regiones andina, amazónica y pacífica, su inmenso e inexplorado potencial turístico, su
vocación agrícola, el arte, la ciencia y lo más importante, el valor del que somos herederos
los nariñenses, recibimos el bicentenario de la Independencia con grandes retos dispuestos
a luchar, como lo hicimos antaño, con la fuerza del león en contra de la corrupción, la falta
de representación, la indiferencia, la violencia, el narcotráfico, la guerra, el olvido, la falta
de trabajo, en búsqueda del futuro que nos merecemos seguros de que podemos lograrlo.
LA SITUACIÓN DE PASTO A FINALES DEL SIGLO XVIII
El Distrito de Pasto a finales del siglo XVIII, comprendía la misma zona que hoy ocupa el
departamento de Nariño, a excepción del distrito de Barbacoas que tenía cabildo y
jurisdicción propios en toda la costa de Tacamez e Iscuandé. La región de Túquerres e
Ipiales se había erigido en tenencia al mando de un corregidor que dependía del cabildo de
Pasto. La región se encontraba aislada por su posición y las características de su geografía,
situación que hasta hoy la sigue afectando.
El cabildo de Pasto tenía una gran importancia y una fuerte influencia sobre los habitantes
de la región, los cargos de liderazgo eran ocupados por las familias poderosas, durante
varios años. El historiador Jairo Gutiérrez Ramos manifiesta que tan sólo en una muestra de
20 años, la familia Santacruz nunca permaneció por fuera del cabildo.
Pasto era cabecera de distrito con su cabildo, ayuntamiento, justicia, regimiento y escudo de
armas, mientras que las dos ciudades cercanas a ella, Popayán y Quito, con similar período
de fundación y pobladores, la superaban en jerarquía: Popayan era capital de la gobernación
y Quito de Presidencia. Tal vez, como lo señala el Doctor Ramos los desafectos entre Pasto
y Quito eran de vieja data, quizá por la subordinación de Pasto o por la competencia en la
elaboración y venta de textiles.
Pasto dependía en lo judicial de la audiencia de Quito y para última instancia, del Consejo
de Indias.
En la jurisdicción eclesiástica, el sector correspondía al Obispo de Popayán, pero a causa de
que el ilustrísimo señor Fray Juan del Valle tuvo inconveniente al pasar por esta zona a
lomo de indio de camino a Popayán, encomendó la zona a Quito a causa de los malos
caminos y el peligro de los asaltos de los indios sindaguas.
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Pasto tenia similares condiciones históricas, fundacionales y poblacionales que Popayán o
Quito, sin embargo, su aislamiento geográfico no le había permitido obtener la categoría de
la que era merecedora.
La ciudad de Pasto era una ciudad tranquila, que luchaba por dejar de lado costumbres
pueblerinas que la pudieran hacer lucir como desordenada. La religión católica era la oficial
y las autoridades religiosas y civiles se encargaban de hacerla valer y respetar; las clases
sociales estaban determinadas por la raza. Los indígenas se ubicaban principalmente en los
pueblos cercanos a la ciudad.
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¿POR QUÉ PASTO ASUMIÓ UNA POSICIÓN EN CONTRA DE LA
INDEPENDENCIA?
LA AUTODETERMINACIÓN Y LOS INTERESES DE DIFERENTES
ESTAMENTOS SOCIALES
LA AUTODETERMINACIÓN
Durante la época de la Independencia —y también en la actualidad—, se escucharon voces
de autodeterminación, cuando una sociedad se siente tratada con injusticia como sucedía
con Pasto en la época de la colonia e independencia, ya que la importancia de la ciudad no
correspondía con las instituciones con que contaba, se plantea como alternativa la
autonomía.
Fue Alejandro Macaulay quien estando en el Ejido de Pasto, expresó la esencia del
realismo pastuso: “Quiero suponer más y es que Quito, Popayán y demás provincias
interesadas en la reunión de todos los pueblos, permitiesen a Pasto la absoluta y quimérica
separación a que ésta aspira. ¿Cómo podrá sostenerse? ¿Con qué tesoro público contará
para mantener tropas y tribunales de justicia?” (Muñoz, 1996, p. 243).
Al respecto, Lidia Inés Muñoz afirma:
De esta manera se entrevé que Pasto buscaba su independencia a su manera.
Necesitaba liberarse de las coyunturas administrativas de Quito y Popayán,
para convertirse en una especie de ciudad estado. Por eso sus reclamos de
ser el centro de gobierno, disponer de autonomía administrativa, legislativa,
judicial y eclesiástica sumado a su expresa solicitud de contar con una
Universidad y ser la sede de la Casa de la Moneda (p. 247).
LOS INTERESES DE DIFERENTES ESTAMENTOS SOCIALES
El Cabildo
El cabildo de Pasto era fuente de autoridad, en el confluían las funciones ejecutivas,
legislativas y judiciales. De acuerdo con el historiador Enrique Herrera, el aislamiento
geográfico obligó a Pasto, en gran medida, a autodeterminarse a través de la autonomía en
la elección y designación de algunos funcionarios oriundos de la región y no venidos de
España. Además, que quienes pertenecían al cabildo eran personas de renombrada
importancia y poseedores de grandes extensiones de tierra, lo cual hacia que el statu quo le
conviniera a estos líderes de la comunidad. Si bien en el centro y norte del país los criollos
añoraban la libertad con fines altruistas y progresistas, también los animaban fines más
terrenales como la libertad de comercio de sus productos, beneficios económicos que
venían unidos a la causa de la república. Una situación diferente sucedía en Pasto. A causa
del aislamiento geográfico, el comercio era limitado, principalmente entre Popayán y Quito,
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el mayor tesoro de los dirigentes de estas tierras eran sus latifundios y la tenencia de la
tierra estaba amenazada durante el período de la Independencia.
Los Indígenas
Durante la Conquista, el cronista Cieza de León, en su paso por el valle de Atríz, resaltó la
laboriosidad de los indígenas que se hacía visible en el trabajo de la tierra y la cantidad de
sembrados existentes, condición que permito a los indígenas mantenerse frente a los
grandes cambios impuestos por los invasores españoles. Para la época de la Independencia,
teniendo en cuenta lo referido por el Doctor Jairo Gutiérrez Ramos, podemos afirmar que
las comunidades indígenas asumieron un papel protagónico durante las guerras de
intendencia a favor del rey. Si bien también se presentaron sucesos en donde los indígenas
de Pasto asumieron una posición beligerante en contra de los impuestos, a partir de 1809,
enfilan sus energías en la defensa del realismo, a través de la lucha o con actos como el
siguiente:
En marzo de 1811, las Cortes de Cádiz decretaron la abolición del tributo
indígena y, por su parte, la élite pastusa procuró estimular la adhesión de los
indios a la causa realista, promoviendo, así, una rebaja en las demoras. Sin
embargo, esta "generosa" propuesta tuvo una inesperada respuesta. El 6 de
agosto de 1810 los gobernadores de 30 pueblos de indios se dirigieron al
gobernador de Popayán por medio del defensor de naturales, para enfatizar
el hecho de que su conducta frente a la revolución quiteña de 1809 no había
tenido otro fin que el de demostrar su fidelidad y amor, y su deseo de servir
con sus personas y vidas y, sin interés alguno, a la justa causa de la defensa
de su "desgraciado y amado Rey Don Fernando Séptimo". Por ello, pese a
que el capitán Gregorio Angulo "hizo publicar bando, prometiéndonos
rebaja de una tercia parte del tributo a los que sirviésemos" en vista de lo
cual hubiesen podido reclamar la gracia […] considerando las necesidades y
aflicciones que padece nuestro Rey y Señor natural, por las traiciones y
maldades de los franceses, cedemos en su Majestad la parte del tributo que
se nos prometió condonar; y sintiendo nuestra pobreza, por no tener con qué
socorrerlo, quisiéramos ser tan felices que pudiéramos redimir a nuestro
Soberano a costa de nuestras propias vidas (2007, p. 2).
Situación que nos da a entender que los indígenas no estaban obligados a pelear a favor del
rey, sino que lo hacían de manera voluntaria y desinteresada frente a lo cual el gobernador
de Popayán enaltece tan noble gesto de fidelidad y promete tener en cuenta a este pueblo
para que en el futuro sean tratados con consideración, Claro está, eran promesas, en el caso
de que los españoles hubiesen ganado la guerra.
La actitud de los pueblos indígenas y campesinos de la región también estaba motivada por
la defensa de las tierras comunales del resguardo, como afirma el Doctor Ramos, en
defensa del resguardo; su integridad y motor de su actuación política.
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El distrito de Pasto contaba con resguardos legalmente constituidos que durante la época de
la Colonia no vieron amenazadas la posesión de sus tierras comunales, ni su forma de vida:
una mezcla de elementos tradicionales y otros impuestos durante la Colonia a los cuales ya
estaban adaptados.
Y OTRA GENTE DEL PUEBLO
Durante los sucesos acaecidos en España frente a la abdicación del trono de Carlos V y en
asenso de su hijo Fernando VII, a causa de las maquinaciones y ambiciones imperialistas de
Napoleón Bonaparte, el Cabildo de Pasto respondió con total y absoluto respeto, así como
con muestras de su fidelidad hacia el soberano residente en la madre patria. Este suceso y la
respuesta del Cabildo frente a lo sucedido en Quito el 10 de agosto de 1809, donde se
asume una posición radical de rechazo frente a la formación de otra Junta en la Ciudad de
Quito, marcaron el destino de Pasto durante la época de Independencia, y lo siguen
marcando hasta la actualidad.
A partir de estos episodios, continua la defensa del pueblo pastuso frente a los rebeldes
patriotas fundamentalmente con su valor y lealtad a través de ejércitos improvisados
provistos de palos y machetes y armas de fuego en mal estado, defendiéndose de la maldad
contenida en las actuaciones de los patriotas Quiteños y caleños. La guerra nos tocó de
frente, y de allí en adelante, el pueblo pastuso cierra sus filas en contra de quienes tan mal
los han tratado.
De acuerdo con la historiadora Lidia Inés Muñoz Cordero, los pastusos conformaron un
solo cuerpo, se reunieron pastusos, los propios miembros del cabildo de la ciudad, con
paisanos —campesinos y otros—, guaicosos provenientes de tierra caliente, patíanos,
negros, indígenas, mujeres, niños, clérigos y monjas; sin discriminación étnica, o de
posición social, edad, sexo, o condición intervenían por igual, directa o indirectamente en
las acciones encaminadas a defender su ciudad.
En muchas oportunidades, el pueblo de Pasto, como el Ave Fénix resurge de sus cenizas y
vuelve al campo de batalla. En la última etapa del proceso, el obispo Jiménez de Enciso se
muestra a favor de la capitulación, después de haber sido un radical defensor del rey, a
causa de la presión de Bolívar, situación que provocó el descontento de la población por lo
que llegaron a hacerle disparos al obispo. De igual manera, Bolívar señaló que era
necesario convencer a quienes tenían que perder, sin embargo, el pueblo continúa en su
batalla a riesgo de quedar convertido en un pequeño grupo sin respaldo político.
Tal era el convencimiento del pueblo que es preciso recordar el caso de una mujer tomado
de un texto que el historiador Enrique Herrera Enríquez preparó para la Comunidad
Educativa de Morasurco y la mujer campesina, el cual a continuación se transcribe:
´Ñora´ Joaquina, gran matrona heroína del campo, como familiar y cariñosamente se le
llamaba a Doña Joaquina Enríquez, tía del coronel pastuso Joaquín Enríquez, compañero de
lucha de Agualongo, Merchancano, Polo, Canchala, Calzón, Toro, Angulo, Aztorquiza y
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otros tantos más que participaron en la defensa de Pasto y su gente, era una anciana
octogenaria que vivía en Aticance, lugar del campo que se ubicaba alrededor de la ciudad
de Pasto rodeada de su pequeña parcela donde cultivaba gran cantidad de productos
agrícolas y animales domésticos, recibió, como era su habitual costumbre, a un grupo de
conocidos que venían a contarle los últimos acontecimientos de la guerra […] que se había
recrudecido. Pasto estaba ocupada por las fuerzas republicanas al mando de Bartolomé
Salóm quien obedeciendo órdenes de Bolívar reprimía cruelmente a la población.
Los hombres al mando de Agualongo y Merchancano, se quejaban de la situación tan
crítica en que se encontraban, particularmente por no tener armas a su disposición. ´Ñora´
Joaquina escuchó, dejó avivar el fuego y fijando su fría mirada en los contertulios les dijo:
No puede ser que hombres como ustedes, valientes y aguerridos estén acordándose sin tener
en cuenta que allá en la ciudad existe un grupo de gente que hace falta motivar para que
actué, como actuaron en 1814, cuando Nariño pretendió ocupar a sangre y fuego a Pasto y
no lo logró ¡Ese grupo son las mujeres! ¡A ellas se tiene que acudir! ¡Y yo, ´Ñora´ Joaquina
voy hacerlo de manera inmediata! Un silencio reinó en el recinto como acatamiento y
aceptación de la propuesta.
´Ñora´ Joaquina, bastón en mano, salió de su casa arropada con su “chalina”, rumbo a la
ciudad. En cada puerta que ella determinaba, golpeaba y entraba, conversaba con la señora
de la casa y salía para nuevamente ingresar a otra de las casas. El comentario de la
diligencia que hacia la enigmática señora comenzó a expandirse por entre la ciudad. El
respeto y acatamiento a sus propuestas eran un mandato que debía acogerse para liberar a la
ciudad de las tropas invasoras.
El comentario llegó hasta Bartolomé Salóm, quien ordenó seguir cautelosamente a “Ñora”
Joaquina. Ésta así lo presintió y lo hizo conocer de sus amigos cuando llegó nuevamente
hasta su casa en Aticance. Los hombres se prepararon y esperaron la llegada de los
soldados venezolanos. Al irrumpir éstos últimos en la casona del campo, se inició una gran
pelea donde los puños, las picas y los palos se enfrentaban a las armas de fuego y acero que
tenían los republicanos. Un sablazo destellante dio contra la cabeza de “Ñora” Joaquina,
quien cayó de bruces sobre el suelo.
Al terminar el pequeño combate entre las gentes de Agualongo y Merchancano contra las
de Batolomé Salóm, un grupo de cadáveres quedaron esparcidos entre la casa, entre ellos el
de “Ñora” Joaquina, que recogieron sus amigos, y con él se adentraron hasta el monte para
darle sepultura.
Hubo momentos en esa campaña contra los rebeldes de Pasto, que ya no eran los simples
defensores de la monarquía española, si no como los heroicos defensores de sus vidas y
hacienda, y como los vengadores de la muerte cruel de sus madres, de sus padres, hijos y
familiares” (Ibarra citado en Herrera Enríquez, 1996, p.327).
EL AISLAMIENTO GEOGRAFICO
Nariño es una región enmarcada por desafiantes abismos, cañones e imponentes montañas.
En las primeras décadas del siglo XX, el departamento de Nariño continuaba aislado del
resto de Colombia. Para viajar de Pasto a Bogotá se utilizaban cuarenta días como mínimo,
siguiendo inadecuados caminos, pasando por lugares inhóspitos y malsanos como el valle
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del Patía, con riesgos secundarios; muchos tomaban otra vía que consistía en dar la vuelta
por el río Magdalena, Barranquilla y Panamá para llegar a Pasto entrando por Tumaco, el
Telembí, Barbacoas y Túquerres.
Apenas en la década de 1930, se construyó la carretera que unió a Nariño con Popayán y, a
través de esta ciudad, con los otros departamentos del interior. El historiador Emiliano Díaz
del Castillo manifiesta que a este mal carreteable se le conocía como Sánchez Cerro, ya que
el General Luis Sánchez Cerro, presidente Peruano motivó esta construcción en 1932. Fue
realizada con urgencia por el gobierno nacional para trasladar las tropas en defensa del
territorio nacional de Leticia, durante la guerra con el Perú.
Julio Souza Alvez ingeniero portugués fue uno de los artífices del desarrollo vial del
Departamento de Nariño desde la década de 1920. Este ingeniero fue quien construyó la
mayoría de puentes y carreteras de esta región, desde su llegada en 1922 hasta
aproximadamente la década de 1950. Luego, en 1970, se construyó la carretera
Panamericana, vía de acceso principal que comunica a Nariño con el resto de Colombia y
con la República del Ecuador. El Doctor Díaz del Castillo en el libro Por qué Pasto fue
Realista, publicado en 1987, señala que da testimonio de haber sido víctima de las
condiciones de la carretera, cuando de tramo en tramo debía parar ya que a través de
comunicación telefónica se daba vía a los que iban o venían de y para Pasto.
Hoy en día, la situación ha mejorado pero el atraso comparativamente sigue siendo
evidente, continuamos siendo la región menos desarrollada en vías de la zona andina, del
departamento del Cauca hacia el Norte, es notable un mayor desarrollo vial.
A nivel interno, las alarmas del volcán Galeras han servido para solicitar al Gobierno
nacional una vía circunvalar, sin embargo, esta petición sigue irresuelta y el tránsito es
arriesgado, impidiendo el progreso de una región maravillosa con un gran potencial
turístico. Sin embargo, peor aún es la situación de la Costa Pacífica nariñense, que cuenta
con trochas en pésimo estado de poco kilometraje y de días de camino, o de regiones donde
el único medio de transporte es a través de los ríos encareciendo el valor del viaje, y
sumiendo en la pobreza y la desesperanza a una gran parte de la población.
La excepción es la transversal Pasto-Tumaco, que desafortunadamente presenta las
consecuencias de ser el corredor de la droga al Pacífico y por lo tanto, de la presencia de
todos los grupos armados al margen de la ley.
La configuración geográfica y topográfica del departamento de Nariño presenta altas
montañas con las cálidas costas, valles y cordilleras. Humboldt denominó la región como
‘El Tibet de América’ y la consideró una de las regiones más aisladas y elevadas del
continente americano.
La cordillera de los Andes, al penetrar a Colombia por el Departamento de Nariño, forma el
nudo de los Pastos, el cual se bifurca en dos ramales: la cordillera Occidental, en la que se
encuentran los volcanes Chiles (4.718 m.), Cumbal (4.764 m.) y Azufral (4.070 m.), así
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como la depresión Hoz de Minamá; y la cordillera Centro-Oriental, en la que están
ubicados el altiplano de Túquerres-Ipiales, el valle de Atriz y los volcanes Galeras (4.276
m) y Doña Juana (4.250 m)12.
Durante la época de la Independencia, Simón Bolívar se quejaba de las testarudas gentes
que habitaban este país, así como de los infranqueables abismos que lo rodeaban, campos
de batalla obligados.
LA TEOCRACIA Y LA TEOLOGÍA
La Teocracia
En la sesión del cabildo de Pasto celebrada el 29 de agosto de 1809, se aprueba un Auto y
Proclama, ratificando el respeto a la Junta de Gobierno de Sevilla, rechazando la de Quito,
señalando “la soberanía jamás recae en los pueblos y mucho menos en el de Quito” (Díaz
del Castillo, 2004, p.178).
Para la época, la autoridad del Rey era la autoridad de Dios, tanto así que en las primeras
proclamas de independencia de lo que hoy es Colombia los constituyentes se declaraban
subordinados al Rey y en contra de la coyuntura política que sucedía en España.
Por eso no es de extrañar que
en suma habían jurado reconocimiento y obediencia al rey de España
tendrían que cumplir este juramento aunque Pasto fuera destruida hasta sus
cimientos […] Para los pastusos el juramento imponía la más grande
obligación y compromiso de honor y de conciencia, quien a él faltara se
consideraba un ser que nada valía, indigno y deshonrado (p. 178).
En 1814, el Cabildo en respuesta a Nariño señala “la justicia de la causa, la santidad de los
juramentos, la obligación de defender a las autoridades legítimas, el amor y la unión que la
misma naturaleza inspira a la sangre de nuestros progenitores y de nuestros hermanos: el
reconocer el derecho de la soberanía y de la madre patria”4. El juramento de fidelidad fue
uno de los aspectos que motivó la defensa del Rey don Fernando VII. Si hasta hace
relativamente muy poco tiempo, la palabra tenía valor, aún más lo tenía el juramento en esa
época.
En el período comprendido entre 1809 y 1824, los líderes de Pasto capitularon en 1811, y el
5 de junio de 1822, capitulación de Berruecos pactada entre Simón Bolívar y Basilio
García, frente al inminente acorralamiento y superioridad en número de las tropas patriotas.
Esto condujo a la perdida innecesaria de numerosas vidas, sin embargo, el pueblo seguía
4
Ver: Leopoldo López Álvarez, pp. 13-14. “Campaña del Sur y la Destrucción del ejército Patriota”, en:
Herrera (1996, p. 305).
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altivo combatiente y en ocasiones, en contra de la capitulación, fiel a sus principios ideales
y con sentido de defensa y valor.
La Teología
Durante mucho tiempo, Pasto ha sido considerada ciudad teológica. En la época de la
Colonia y de los procesos de independencia, las construcciones más altas eran sus iglesias.
Durante casi trescientos años los peninsulares se habían encargado de exaltar la importancia
de la religión católica de diferentes formas. A través de la fuerza, por medio de los castigos,
las multas y las promesas de salvación o de condena ante el incumplimiento de los
preceptos.
Esta fue una lección bien aprendida, y a lo largo de la Independencia van a ser recurrentes
las alusiones de las autoridades de la provincia de Pasto con respecto a la defensa de la
religión a través de la defensa de Don Fernando VII, quien recibía su mandato del todo
poderoso. Uno de los hechos que pudo haber incidido en esta visión durante el período de
la Independencia fue el fusilamiento del cura del pueblo del Patía en 1812, José Maria
Mocillo, ejecutado por el Coronel José María Cabal. Así como el sacrilegio cometido
contra las iglesias de Pasto por las tropas patriotas en diferentes sucesos durante el período
de la Independencia.
Unas de la muestras de religiosidad son las rogativas y procesiones, comunes hoy en día en
Pasto, a causa de fenómenos naturales o sociales, la Gobernadora de Nariño, la Virgen de
las Mercedes, recorre las calles del centro de la ciudad para facilitar una pronta solución a
los problemas. Lo mismo se hacía en la época de la Independencia, pero seguramente, con
mayor devoción y respeto.
Es así como en 1814, durante la campaña del sur, los habitantes de Pasto, temerosos de la
avanzada de Nariño, sacan en procesión, y como rogativa, a la Virgen de las Mercedes.
En 1816, el Cabildo de Pasto afirma: “[…] reanimados con la fidelidad y la confianza en la
protección del cielo, invocada la de su madre santísima, cuya sagrada imagen de Mercedes
la tomaron en hombros las débiles fuerzas de las mujeres, salimos unos pocos hombres, que
no llegaban a doscientos y destrozamos las fuerzas de Nariño que podían llegar a
ochocientos o mil” (Díaz del Castillo, 2004, p. 174).
Después de la Batalla de Boyacá, en Octubre de 1819, las llamas de la religiosidad y el
realismo se avivan aún más con la llegada del obispo de Popayán, Salvador Jiménez de
Enciso, quien se trasladó a Pasto en defensa de la religión y el Rey, excomulgando a los
patriotas, negándoles la absolución.
El 31 de diciembre de 1823, en el Diario Político y Militar de los patriotas se escribe:
[…] de Popayán sale el 1 de enero con 800 hacia Patía en donde hay
partidarios enemigos y hacia Pasto con el objeto de concurrir a la
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pacificación de aquel país. Será muy difícil y acaso la tranquilidad no se
restituirá a Pasto mientras no se traslade la población a otros puntos y el
territorio tenga nuevos habitantes. La mediada es dura y difícil de
ejecutarse, pero es necesaria […] ignorantes en extremo, fanáticos pues
creen que la religión perece con la republica (Citado en Herrera, 1996,
p.320).
La defensa del realismo y la religión se convirtieron en la misma causa en los sucesos de
1824. Juegan un papel muy importante Las Conceptas, trinchera de Agualongo, de quienes
hoy se dice, guardan dos pinturas sin firma de este famoso guerrero y pintor.
PASTO REALISTA Y LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA
A partir de los acontecimientos del 16 de agosto de 1819, en Quito, surgen hechos que van
a determinar la posición asumida por el cabildo de Pasto que fue la entrada consciente en la
guerra en el bando del rey. La respuesta de indignación del cabildo frente a Quito y su
denuncia, incluían la solicitud al Gobernador Miguel Tacón del envío de armas, municiones
y tropas frente a lo que se veía venir.
Comprensivo y halagador fue el reconocimiento de los méritos del ayuntamiento por parte
del Virrey de Santa Fe, en carta dirigida al Gobernador, que entre otras cosas decía: ´No
puedo explicar a usía bastantemente, el aprecio con que miro tan esclarecidas pruebas de
lealtad, celo y amor al soberano y la Patria´ que habían dado los habitantes de Pasto y le
encomendaba que dé las gracias en nombre de él y del soberano que representaba, a los que
particularmente se hubiesen distinguido en las acciones del 16, 18 y 19 de octubre.
También le informaba con especificación ´de los sujetos que hayan contraído merito
señalado´ para el premio a los que consideren acreedores. Aún más: ´[…] la ciudad de
Santa Fé celebró con iluminación general y misa de acción de gracias el triunfo de Pasto´
(Ortiz, 1987, p. 81).
Por lo cual, Tacón se comunicó con el Cabildo afirmando “que tenía especial y muy
señalado encargo del excelentismo señor virrey para darle a su nombre y al de su majestad,
alabanzas y gracias con la distinguida expresión de que, por ser el primer cabildo a quien
toco la feliz suerte de manifestar su lealtad, debe ser preferido en el reconocimiento y
elogio de la Nación y del Rey” (p. 81).
A consecuencia de la respuesta del cabildo, el 16 de octubre de 1809, se libró la primera
batalla en América entre realistas y patriotas, en el paso de Funes. Los patriotas con una
leve desventaja en el número de combatientes, quienes esperaban refuerzos de Ipiales; los
realistas peor armados, integrados por los pastusos, y las compañías de Taminango,
Popayán, Patía y las auxiliares de Yacuanquer, con los indios de los pueblos de Obonuco,
Jongovito, Catambuco y todos los del pueblo de Funes; armados con lanzas y espadas,
atravesaron el Guáitara para tomar el campamento de los rebeldes.
Los patriotas se habían emplazado en la meseta
13
con tres piezas de cañones de bronce de vara y cuarta de largo y cinco dedos
de diámetro interior, doce fusiles, varios pares de pistolas y el resto de la
gente armada con lanzas y otras armas blancas.
[…]
Al aproximarse nuestras tropas, pusieron bandera blanca los enemigos, con
cuyo motivo se adelantó el Teniente de la 6ª Compañía, Dn. Juan María de
la Villota, previniéndoles rindiese las armas; pero la contestación fué pegar
fuego á los tres cañones, que no causaron avería alguna, porque al fogonazo
se postraron de bruces los nuestros, é inmediatamente avanzados, y aunque
hicieron bastante resistencia, se rindieron después de tres cuartos de hora de
combate; de nuestra parte sólo murió el soldado de la 2ª Compañía, Pedro
Díaz Lucena, quien creyendo que se habían rendido abrazó á uno de los
enemigos que le extendió los brazos, y al hacerlo con otro que se los alargó
también, le tiró el mismo un pistolazo; y después de muerto le dieron varias
lanzadas y palos; salió herido Felipe Hurtado de la Compañía de Patía, con
una estocada cerca de la pontezuela del brazo izquierdo. De los enemigos
han muerto algunos, cuyo número se ignora, por haber muchas
concavidades y peñascos en el campo de batalla, el que se reconocerá
mañana
[…]
Hemos hecho ciento siete prisioneros hombres y ocho mujeres con dos hijos
[…]
También hemos cogido algunas balas de cañón y fusil, pólvora y metralla,
lanzas, fusiles y pistolas, algún dinero, caballerías y monturas y otros
pertrechos de boca y guerra, cuyo número, peso y medida aún no se ha
podido puntualizar (Guerrero, 1912, pp. 37-38).
El 16 de septiembre de 1811, el cabildo de Pasto, analizando la crítica situación, al ser
atacada por el Norte y el Sur, acordó convenir unas honrosas y cristianas capitulaciones,
con algunas excepciones de quienes no estaban de acuerdo con esta determinación.
Luego de ser derrotados, los quiteños se rearmaron y entraron con cinco mil hombres a
Pasto el 22 de septiembre de 1811 a cargo de Pedro Montúfar y Feliciano Checa, los
pastusos tuvieron que resistir veinte días de abusos, saqueos y miseria, lo que trajo como
consecuencia que el pueblo acentuara su rechazo a la causa patriota.
Entre los despojos, se apoderaron de ochenta mil pesos de oro en barras, parte del que
Miguel Tacon había sacado en su fuga de la casa de moneda de Popayán. Este tesoro fue
14
ocultado, bajo la gravedad del juramento de no contar a nadie este hecho, entre las paredes
del templo de Santo Domingo, hoy Cristo Rey en Pasto. Consistía en cuatrocientas trece
libras de oro dicen unos, otros hablan de doce arrobas de ese precioso metal que no pudo
llevar Tacón en su fuga. Este botín indemnizó a la junta de Quito, de todos los gastos de la
campaña contra Pasto.
“Dos días después llega por el norte Joaquín Caicedo y Cuero encontrando una ciudad en
ruinas luego de haber sido ubicado a un precio incalculable de crímenes y torturas el tesoro
de Tacón” (Herrera, X ,1996, p. 298).
Jairo Gutérrez Ramos dirá que:
Luego de varias rebeliones fallidas contra el gobierno republicano instalado
en Pasto, unas milicias conformadas por negros cimarrones del valle del
Patía, indígenas del distrito de la ciudad y vecinos desafectos al mando del
padre Pedro José Sañudo y don Ramón Zambrano, derrotaron a los patriotas
el 20 de mayo de 1812, recuperando para el Rey la ciudad de Pasto y
permaneciendo allí por dos meses. El combate duró cerca de nueve horas, en
el que se apresaron al presidente de Popayán don Joaquín Caicedo y Cuero y
unos 440 soldados (2007, p. 4).
El disgusto del gobierno de Popayán se hizo sentir con una amenazante carta enviada al
cabildo de Pasto el 4 de julio de 1812:
La ruina de Pasto ha llegado y esa ciudad infame y criminal va á ser reducida á cenizas.
No hay remedio: un Pueblo estúpido, perjuro é ingrato que ha roto los pactos y
convenciones políticas y que con la más negra perfidia ha cometido el horrible atentado de
hacer prisionero al Presidente de este Gobierno, después que enjugó sus lágrimas y le
levantó de la desgracia en los días de sus amarguras, debe ser, como el Pueblo Judío,
entregado al saqueo y á las llamas. Tiemble, pues, la ingrata Pasto que ha hecho causa
común con los asesinos y ladrones de Patía, y tiemblen esos hombres de escoria y de
oprobio que se han erigido en cabezas de la insurrección de los pueblos. Una fuerza
poderosa, terrible, destructora y hábilmente dirigida va á caer sobre esa ciudad inicua.
Ella será víctima del furor de un Reino entero, puesto en la actitud de vengarse y
aniquilarla.
Las tropas belicosas de las Provincias confederadas de la Nueva Granada reducirán á
pabezas á Pasto y sólo podrá evitar su irremediable destrucción poniendo inmediatamente
en libertad las personas del Presidente, Oficiales y soldados, pérfidamente sorprendidos, y
entregando todas las armas.
15
Decídase, pues, ese Ayuntamiento: ésta es la primera y última intimidación que le hace este
Gobierno, justamente irritado, de la Provincia de Popayán” (Guerrero, 1912, pp. 85-86).
José María Cabal y el norteamericano Alejandro Macaulay, dirigieron un enérgico ataque
contra la provincia de los Pastos el 26 de julio de 1812. Amenaza a la ciudad afirmando que
va a experimentar desolación y que tras el asalto nadie podrá contener las consecuencias
lastimosas que sobrevengan. Ante la falta de municiones, el cabildo decide realizar un
acuerdo, sin embargo, los patriotas incumplen lo pactado y continúan sus amenazas a Pasto.
Pidiendo a los dirigentes y al pueblo que reflexione frente a los espantosos estragos que van
a caer sobre la ciudad, amenazada con ser reducida a cenizas.
El cabildo de Pasto no se deja amedrentar y responde que sostendrán el antiguo gobierno
hasta que deje existir el último hombre de la ciudad; en otra oportunidad responde que
esperan a su contrincantes hasta quedar sepultados en las ruinas de su patria con el consuelo
y la gloria de haber sido hombres de palabra.
Después de ser descubierto en Catambuco intentando pasar a Pasto Macaulay es fusilado el
26 de enero de 1813, en la Plaza mayor de Pasto, junto a Joaquín de Caicedo y Cuero por
orden del Presidente Toribio Montes de Quito.
Los pastusos, apoyados por los patíanos juntaron fuerzas para detener la marcha y el
dominio patriota en el Sur.
Se instauró un gobierno realista de facto a la cabeza de Blas de la Villota y Estanislao
Merchancano, con la influencia de jefes patíanos como Juan José Caicedo y Joaquín de Paz.
Sin embargo, el triunfo no es definitivo, y para septiembre de 1813, Antonio Nariño
emprende la Campaña del Sur desde Santa Fe de Bogota con mil quinientos soldados de
infantería, quinientos jinetes, un cuerpo de ingeniería y artilleros.
El 4 de marzo de 1814, Nariño dirige un oficio al cabildo de Pasto con la amenaza “de
cerrar por la primera vez mi alma a los sentimientos de compasión y entregarla a (Pasto) a
las llamas para que sirva de escarmiento a los obstinados” (Citado en Herrera, 1996, p.
305).
El 4 de abril el cabildo de Pasto recuerda en comunicación que envía a Nariño que es “Por
uno y otro extremo hemos padecido violencias, incendios, robos y escándalos y hasta ahora
no podemos comprender con qué autoridad se ha formado aquestas revoluciones,
pretendiendo por la fuerza, o sujetarnos o destruirnos al mismo tiempo que se decanta la
libertad” (p. 305).
16
Nuevamente, Nariño, desde la caldera amenaza a Pasto: “Si me hace un tiro Pasto quedará
destruida hasta sus fundamentos,” o hace causa común con los patriotas “[…] o quedará
destruida de un modo que nunca jamás pueda ser habitada” (p. 305).
El cabildo lo invita a la Batalla en el Juanambú para solucionar las diferencias.
“recibidos por una férrea resistencia en el paso del río Juanambú al ser rechazados por los
pastusos a punta de metralla y piedra que rueda por entre los grandes abismos de
Juanambú” (p. 305)..
Después de superar las dificultades, Nariño se creyó vencedor, sin embargo, en las
cercanías de Pasto cayó prisionero. Para describir lo sucedido tomamos el relato del
historiador Gilberto Guerrero Gómez:
[…]
el indio, que buscaba enemigos, sobrevivientes de la batalla se abalanza sobre él con su
lanza, pero Nariño se enfrenta con su gesto dominante y cuando inquiere a quien busca le
contesta, que a un tal Nariño, a lo cual responde no me mates, llévame a Pasto y allá te
entregaré a Nariño. Los aprehensores acceden a la propuesta y se encaminan a la ciudad
nombrada, que para el mártir significaba algo así como su tumba.
[…]
Arriba el prisionero a la ciudad que fuera la catedral del monarquismo. Vencido entra por
sus calles, donde comienzan a congregarse las gentes curiosas, que ya conocían la versión
de que ese hombre iba a entregar al general Nariño
[…]
Afuera la multitud vociferante y energúmena pedía la comparecencia del prisionero para
que entregara al odiado caudillo de la revolución.
[…]
sereno e imperturbable intrépido y valiente, con voz varonil que estremece los cimientos de
la plaza pública, tras un breve discurso de palabras convincentes, con las que comienza a
despertar la emotiva atracción de la muchedumbre, con alusiones al coraje y valentía de las
razas del sur que lo habían derrotado, lanza la inmortal frase: ¿Queréis al General Nariño
[…] ? Aquí lo tenéis. Yo soy el General Nariño.
[…]
17
El pueblo enfurecido, aunque parezca increíble, se aplaca instantáneamente en sus ímpetus
de horda salvaje se conmueve cuando lanza el histórico apotegma, abriéndose la chaqueta,
conforme a la estatua de bronce en la Plaza de Nariño, inmortaliza su figura heroica para
eterna gloria. Allí en el gesto enhiesto de su vida está la salvación de su vida. El ademán del
prócer por un lado y del otro la generosidad de un pueblo (Guerrero Gómez, 2000, IV, p.
50-51).
Después de trece meses de prisión en la ciudad de Pasto, Nariño salió a caballo en el mes
de julio de 1815, a Quito vía a Cádiz.
En 1819, la situación cambió tras la derrota de José María Barreiro en la Batalla de Boyacá
del 7 de agosto, por lo que nuevamente las fuerzas del Rey llegan al sur, en un nuevo
episodio de guerra.
En febrero de 1821, el general Manuel Valdés es derrotado en la Batalla de Genoy y en
diciembre de 1821, Bolívar se dirige a Pasto.
El 29 de enero, de 1822, Bolívar comunica a Santander desde Popayán que espera dar un
combate en el Sur con rabia y esperando triunfar o no volver.
El 22 de febrero, de 1822, Santander se comunica con el libertador manifestando temor
frente al Juanambú y Pasto, a quienes considera el sepulcro de los bravos.
Bolívar, al frente de la campaña del Sur, se enfrentó a los pastusos dirigidos por Basilio
García en el Cariaco en lo que se conoce como la Batalla de Bomboná, el 7 de abril de
1822, en una batalla que se dice fue una ganancia a un precio muy alto para el Libertador.
Bolívar convenció a los dirigentes a ceder en capitulación para que fueran respetados sus
bienes, sin embargo, el pueblo raso se sintió traicionado con tal determinación.
Benito Boves quien se había fugado de sus captores organizó una guerrilla y el 28 de
octubre tomo la ciudad de Pasto para el rey.
Simón Bolívar encargó a Sucre controlar a los amotinados, quien se tomo la ciudad el 24 de
diciembre de 1822. El saldo fue de cuatroscientos pastusos muertos y unos mil trescientos
realistas deportados. José María Obando se refiere a este acontecimiento con una negativa
admiración al cuestionarse cómo alguien con las cualidades de Sucre pudo haber cometido
semejantes atropellos contra la población, saqueo, asesinatos, violaciones y los templos
asaltados y saqueados.
Después de la llegada de Simón Bolívar a la ciudad, la situación no mejoró: se
implementaron sanciones económicas, deportaciones, reclutamientos forzados de indígenas,
fusilamientos sin juicio y la disolución de los resguardos y supresión de los conventos
menores ordenados por el Congreso, y robo de ganado.
18
El 28 de octubre toman las banderas del Rey, el mestizo Agustín Agualongo, en lo militar,
Benito Boves y Estanislao Merchancano, en lo civil. Quienes deponen al intedente, Antonio
Obando, encargado de la ciudad.
Mientras tanto, Agualongo decidió marchar al sur con unos mil quinientos hombres mal
armados, encontrándose con las tropas de Bolívar en la Villa de Ibarra en julio de 1823. El
resultado fue una auténtica masacre propinada por los patriotas, cayendo en el campo de
batalla unos ochocientos pastusos muertos. El parte de batalla del Libertador lo dio al
general Santander desde Quito, el 21 de julio:
Logramos, en fin, destruir a los pastusos. No sé si me equivoco como me he
equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que por
ahora no levantarán más su cabeza los muertos. Se pueden contar quinientos
por lo menos; mas como tenían más de mil quinientos, no se puede saber si
todos los pastusos han caído o no. Muchas medidas habíamos tomado para
cogerlos a todos y realmente estaban envueltos y cortados por todas partes.
Probablemente debíamos coger el mayor número de estos malvados. Usted
sabrá por el general Salom los que hayan cooperado, y lo más que haya
sucedido después de la victoria. Yo he dictado medidas terribles contra ese
infame pueblo, y usted tendrá una copia para el ministerio, de las
instrucciones dadas al general Salom. Pasto es la puerta del Sur, y si no la
tenemos expedita, estamos siempre cortados; por consiguiente, es de
necesidad que no haya un sólo enemigo nuestro en esa garganta. Las
mujeres mismas son peligrosísimas. Lo peor de todo, es que cinco pueblos
de los pastusos son igualmente enemigos, y algunos de los de Patía también
lo son. Quiere decir esto, que tenemos un cuerpo de más de tres mil almas
contra nosotros, pero una alma de acero que no plega por nada. Desde la
conquista acá, ningún pueblo se ha mostrado más tenaz que ese. Acuérdese
usted de lo que dije sobre la capitulación de Pasto, porque desde entonces
conocí la importancia de ganar esos malvados. Ya acá visto que no se
pueden ganar, por lo mismo es preciso destruirlos hasta en sus elementos”
(Santander-Bolívar, 1988, pp. 96-97)9.
Agualongo huyó y conformó una nueva guerrilla, Pasto fue recuperada para la monarquía el
23 de agosto de 1823, por lo cual Salom fue sustituido por José Mires enfrentando a los
realistas en Pasto haciéndolos huir y en su camino derrotar al coronel José María Córdoba.
El 6 y 7 de febrero de 1824, los realistas intentan tomarse el cuartel patriotas y durante tres
días pelean en la ciudad ganando los republicanos tomando doscientos prisioneros que
fueron fusilados Agualongo, Merchancano se fugaron, pero luego fueron capturados en el
Castigo:
9
Ver: Gutiérrez Ramos (2007). “Pasto por el Rey”.
19
“El 13 de julio de 1824. Cinco días después de haber llegado a Popayán luego de un juicio
acelerado, Agualongo es fusilado en esta ciudad en compañía de sus tres oficiales,
Enríquez, Teheran e Insuasti”. Cuenta la historia que vestido con su uniforme militar no
permitió que se vendarán sus ojos “Porque quería morir de cara al sol, mirando la muerte de
frente, sin pestañear y firme como su suelo y estirpe” (Herrera, 1996, p. 322).
Finalmente, quedaron algunos reductos de guerrillas de pastusos y patíanos, que no
tuvieron la importancia ni los logros de los años 1822 a 1824.
El 21 de octubre de 1825, Bolívar escribe a Santander desde Potosí en Bolivia “Los
pastusos deben ser aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando a
aquel país a una colonia militar. De otro modo Colombia se acordara de los pastusos
cuando haya el menor alboroto o embarazo, aún cuando sea de aquí a cien años, porque
jamás se olvidarán de nuestros estragos (p. 322).
CONCLUSIONES
Pasto se enfrenta al dilema de aceptar o rechazar la Independencia después de los
acontecimientos de Quito, en 1809.
La posición asumida a favor del rey, por los líderes de Pasto respondía a múltiples razones,
una de ellas era el interés económico de grandes gamonales como don Tomás de Santacruz
a quienes les interesaba el status quo.
En el período comprendido entre 1809-1824, Pasto participó en diferentes enfrentamientos
en contra de los patriotas republicanos. En los combates fueron protagonistas de los
enfrentamientos, principalmente la gente del pueblo: los indígenas, negros y mestizos.
A pesar de que los indígenas estaban sometidos a la Corona a través del pago de tributo y la
prestación de servicios, también les interesaba mantener la forma de vida colonial para
conservar las tierras comunales base de su desarrollo material y social.
Las primeras y últimas batallas a favor del rey se libraron en lo que hoy es el departamento
de Nariño.
La violencia de la primera etapa de la guerra de la independencia de los patriotas quiteños y
caleños en contra de Pasto marco la radicalización del pueblo en la defensa del Rey.
En Pasto también existieron independentistas como por ejemplo don Francisco Sarasti.
Los dirigentes aseguraban que Pasto quería conservar la forma de vida colonial sosegada y
tranquila que habían llevado.
20
La historia de Pasto en contravía a la mayor parte del país ha generado consecuencias en la
actualidad.
Pasto tuvo diversas causas geográficas, sociales, económicas, religiosas, culturales, que lo
llevaron a asumir una posición en contra de la independencia.
Pasto ofreció una férrea resistencia a los patriotas lo que la convirtió en el epicentro del
combate después del 7 de agosto de 1819.
Los habitantes y su ciudad quedaron marcados con las huellas de las acciones violentas
sobre ellos.
En la última parte de las confrontaciones se destacan héroes locales como Agustín
Agualongo y Merchancano; el primero, dio su vida a favor de su pueblo y los principios
que habían jurado defender.
21
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Zúñiga Erazo, Eduardo. (1999). La Huella de las Voces. Pasto: Graficolor.
23
AGRADECIMIENTOS
Ministerio De Educación Nacional
Institución Educativa Municipal Morasurco
Rector: Jaime Orlando Mejía
Coordinador: Carlos Narváez
Historia Hoy-Ondas Nariño
Giovanny Arteaga
María Mercedes Figueroa
Secretaria De Cultura Del Municipio De Pasto
Director, Jorge Enrique Idrobo Burbano
Banco de la República
Centro Cultural Leopoldo López Álvarez
Doctora Carol Guerrero
Doctor Carlos López
María Fernanda Ortega Ortiz
Gestora Cultural. Mudo Espirales
Corregimiento De Morasurco.
Flor Marina Ortega. Corregidora.
Historiadores:
Doctor
Enrique Herrera Enríquez
Miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia
Doctor
Eduardo Zúñiga
Miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia
Doctora
Lidia Inés Muñoz Cordero. Presidenta de la Academia Nariñense de Historia
DIBUJOS
24
Desafortunadamente no se pudo enviar el trabajo original con dibujos
Miguel Ángel Mora Paz
Jhony Sebastian Botina Nupan
Francisco Javier Botina Botina
Nelson Daniel Bastidas Martinez
Wilmer Alexander Paz Guerra
Cristhian Andres Paz Ortega
Ruby Marleny Gaviria Realpe
Andrea Maritza Guerra Paz
25
INSTITUCIÓN EDUCATIVA MUNICIPAL MORASURCO
HISTORIA HOY- ONDAS
ANEXO
LAS CONSECUENCIAS Y LOS FACTORES QUE LLEVARON A QUE PASTO NO
APOYARA LA INDEPENDENCIA
GUIÓN
Pasto, en la Independencia.
AUTORES
IHMO
Investigadores de Historia Morasurco
Investigar, aprender, compartir conocimiento
Francisco Javier Botina Botina
Pregonero
Jhony Sebastián Botina Nupan
Escribano
Nelson Daniel Bastidas Martínez
Cabildo
Ruby Marleny Gaviria Realpe
Cabildo
Andrea Maritza Guerra Paz
Escribano
Laureano Fabian Iles Cusis
Pregonero
Miguel Ángel Mora Paz
Raizal
Danila Constanza Martínez
Escribano
Wilmer Alexander Paz Guerra
Pregonero
Andrea Milena Paz López
Pregonero
Cristhian Andrés Paz Ortega
Pregonero
Blanca Yanneth Revelo Q.
Docente Asesora
María Fernanda Ortega Asesora Dramaturgia, Gestora Cultural.
26
SAN JUAN DE PASTO
2010
Juego de ronda de los espíritus (la viuda, el duende, la llorona y el padre descabezado).
Copla.
DUENDE.— (jugando) En esta vieja silletería, entre telones y bastidores que algún día
fueron testigos cómo mis valles, mis ríos, mis montañas, mis paramos, recibieron los pasos
lejanos de ideas libertarias…
LLORONA.— ¡Los niños, los niños! ¡Mis guagüitas, los que jugaban en las calles, hacían
los mandados, sembraban las papas y las ocas, los que ordeñaban las vaquitas, (llora)
¿Dónde están?, ¿por qué me abandonaron?
VIUDA.— (suspira) Ese hombre no era chuchinga, ni langaruto, ni mucho menos
resabiado. ¡Con sólo nombrarte, oh Agustín Agualongo, he pronunciado las iniciales de la
gloria!
PADRE.—: (al duende) Hace doscientos años y vos sigues jugando. (A la llorona) Hace
doscientos años y vos sigues chillando. (A la viuda) hace doscientos años y vos sigues
desamorada, y antes de que el olvido nos cobije, yo sigo rezando y recordando aquellos
sucesos que forjaron nuestra historia. ¡Ayayay me duele la tusta!
DUENDE, LLORONA Y VIUDA..— ¡Cuente pues…!
PADRE.— Para la época la autoridad del Rey era la autoridad de Dios.
(Campanas, llaman a misa, se escuchan sonidos de pueblo, y se ve una procesión de gente
que se dirige a la iglesia)
(Se arma una fotografía de iglesia. El cura está dando el sermón, habla del amor a Dios y
de su representación en la tierra en la persona del rey Fernando VII)
CURA.— Quienes den la vida y luchen por la causa de Dios, tienen ganado un pedazo de
cielo. Por el contrario, las llamas del Infierno serán destinadas a los patriotas que defienden
sus intereses terrenales. Repitan conmigo: juramos reconocimiento y obediencia al rey
Fernando VII.
FELIGRESES.— ¡Juramos!
CURA.— Viva el que todo lo puede y es perdurable su mando, viva la ciudad de Pasto y el
séptimo don Fernando.
FELIGRESES.— ¡Que viva!
27
PADRE.— Y así los pastusos fieles a su palabra cumplieron su juramento, por honor, por
amor y por lealtad…
DUENDE.— Por lealtad peleamos en Funes, desde los precipicios del Guáitara, con palos,
piedras y armas viejas…
LLORONA.— Peroles y pailas…
DUENDE.— ¡Ay, cómo lo recuerdo! La primera batalla en toda América, defendiendo los
intereses del amado rey de España. Fue así como…
(Se escucha un redoble de tambor y aparece el pregonero)
PREGONERO (Títere).— Se convoca a todos los pastusos a levantarse en armas para
defender nuestra tranquilidad, nuestras tierras, nuestra soberanía, nuestro trabajo y el honor
de nuestro rey.
(Suena redoble de tambor que anuncia la proclama en diferentes lugares y va
desapareciendo a medida que entran los ejércitos a la batalla. El ultimo pregón es
realizado por un actor en el centro del escenario, detrás de él se construye la geografía del
lugar y los ejércitos en confrontación son títeres)
DUENDE.— La victoria de Funes llena a la ciudad de Pasto de alegría. No tardaron en
llegar las felicitaciones…
VIRREY ANTONIO AMAR.— No puedo explicar a usía bastantemente, el aprecio con
que miro tales pruebas de lealtad, celo y amor al soberano y la patria.
PADRE.— Cartas de reconocimiento, títulos de nobleza y nombramientos políticos para
los protagonistas de la batalla y para los gobernantes. Aguaguados los pastusitos no sabían
que éste fue el comienzo de una larga guerra…
(En la evocación del padre aparecen: Pedro Montufar y Feliciano Checa [títeres],
comandando el ejército quiteño, para desquitarse de la derrota de Funes. Los dos
personajes entran a escena y animan a sus soldados)
PEDRO Y FELICIANO.— Vamos a saquear esta ciudad y a buscar el tesoro de Tacón. Por
muy buenas fuentes sabemos que se encuentra en la iglesia de Santo Domingo.
(Entra el ejército: se escuchan ruidos gritos, tiroteos, etc. Sale humo. Una mano lleva un
cofre. Desaparecen todos)
PADRE.— Los pastusos estuvieron sumidos en veinte largos y dolorosos días de saqueos,
abusos y miseria, lo que resultó suficiente para acentuar su rechazo de la causa patriota.
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LLORONA.— (Llorando) Y para colmo de males, dos días después llega por el Norte
Joaquín Caicedo y Cuero, encontrando una ciudad en ruinas luego de haber sido ubicado a
un precio incalculable de crímenes y torturas el tesoro de Tacón.
PADRE.— ¡Cálmate mujer! ¡Con tanta chilladera te vas a derretir! A mucho honor un
colega mío resolvió la situación… elá verá el padre Pedro José Sañudo y… (Es
interrumpido)
DUENDE.— Don Ramón Zambrano…
VIUDA.— Negros cimarrones del valle del Patía, indígenas del distrito de la ciudad…
LLORONA.— ¡A sí, sí! Y los vecinos…
PADRE.— Derrotaron a los patriotas el 20 de mayo de 1812, recuperando para el rey la
ciudad de Pasto. En el combate apresaron al presidente de Popayán don Joaquín Caicedo y
Cuero y a unos cuatrocientos cuarenta soldados.
VIUDA.— ¡Qué berracos!
(Entra el presidente encadenado, detrás de unos barrotes)
(Súbitamente llega Alejandro Macaulay en medio de un protocolo: sonido de trompeta)
MACAULAY.— (Con voz extranjera) La ruina de Pasto ha llegado y esa ciudad infame y
criminal va a ser reducida a cenizas. No hay remedio: un pueblo estúpido, perjuro e ingrato
que ha roto los pactos y convenciones políticas y que con la más negra perfidia ha cometido
el horrible atentado de hacer prisionero al presidente de este Gobierno, después de que
enjugó sus lágrimas y le levantó de la desgracia en los días de sus amarguras, debe ser
como el pueblo judío, entregado al saqueo y a las llamas.
DUENDE, VIUDA, LLORONA Y PADRE.— Y los pastusos firmamos un acuerdo.
MACAULAY.— (Afirmando con la cabeza) Tiemble, pues, la ingrata Pasto que ha hecho
causa común con los asesinos y ladrones de Patía, y tiemblen esos hombres de escoria y de
oprobio que se han erigido en cabezas de la insurrección de los pueblos. Una fuerza
poderosa, terrible, destructora y hábilmente dirigida va a caer sobre esa ciudad inicua. Ella
será víctima del furor de un reino entero, puesto en la actitud de vengarse y aniquilarla.
EJÉRCITO PASTUSO (Títeres).— No nos dejaremos amedrentar. Sostendremos el antiguo
gobierno hasta que deje de existir el último hombre de esta ciudad;
MACAULAY.— Las tropas belicosas de las provincias confederadas de la Nueva Granada
reducirán a pavesas a Pasto, y éste sólo podrá evitar su irremediable destrucción poniendo
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inmediatamente en libertad las personas del presidente, oficiales y soldados, pérfidamente
sorprendidos, y entregando todas las armas.
EJÉRCITO PASTUSO (Títeres).— Esperaremos a nuestros contrincantes hasta quedar
sepultados en las ruinas de su patria con el consuelo y la gloria de haber sido hombres de
palabra.
(Fusilamiento de Macaulay y Caicedo y Cuero, detrás del teatrino y con los ojos vendados)
EJÉRCITO PASTUSO: ¡Fuego! (Caen los personajes lentamente)
(Ronda de los espíritus, cantando una copla que hace referencia a los hechos sucedidos
anteriormente, a medida que la ronda se concluye, aparece en el escenario la imagen de
Nariño y un escribano. Nariño le dicta una carta)
NARIÑO.— Cerraré por primera vez mi alma a los sentimientos de compasión y entregaré
a Pasto a las llamas para que sirva de escarmiento a los obstinados…
DUENDE, VIUDA, LLORONA, PADRE.— ¡Y dale, otro paciente!
DUENDE.— Por uno y otro extremo hemos padecido violencias, incendios, robos y
escándalos.
PADRE.— Y hasta ahora no podemos comprender con qué autoridad se han formado estas
revoluciones,
VIUDA.— Pretendiendo por la fuerza, o sujetarnos o destruirnos.
LLORONA.— Al mismo tiempo que se decanta la libertad.
(Nariño emprende el viaje hacia el Sur, a caballo y con una banderita, generando la
ilusión de que lidera una tropa)
NARIÑO.— (El escribano lo sigue y toma nota) Si me hace un tiro Pasto quedará destruida
hasta sus fundamentos, o hace causa común con los patriotas o quedará destruida de un
modo que nunca jamás pueda ser habitada.
(Los espíritus escuchan, hacen consenso en secreto y delegan al duende)
DUENDE.— ¡Tocará pelear! ¡Nos vemos en el Juanambú!
(Nariño sortea la geografía, el clima y las dificultades que el duende le va poniendo en el
camino, hasta su llegada, donde se lo ve maltrecho)
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NARIÑO.— Recibidos por una férrea resistencia en el paso del río Juanambú al ser
rechazados por los pastusos a punta de metralla y piedra que rueda por entre los
grandes abismos de Juanambú (mientras combate, el escribano le sigue los pasos tomando
atenta nota).
(Nariño lucha enfurecidamente con un brazo que sostiene un palo. En el transcurso de la
lucha se ve cómo Nariño se agota. Aparece la imagen de la Virgen de las Mercedes)
PUEBLO (Voces).— ¡Rogativa!
(La mano que luchaba anteriormente toca el manto de la Virgen y hace la señal de la Cruz.
En seguida sale una mujer con un guagua al hombro y armada con el palo. Nariño muestra
una supuesta victoria y voltea a ver a su tropa. Descubre que está solo, por lo que se
acurruca asustado)
(Un montañés lo descubre y lo apresa)
NARIÑO.— ¿A quién busca?
MONTAÑÉS.— A un tal Nariño.
NARIÑO.— No me mates. Llévame a Pasto y allá te entregaré a Nariño.
(Como si fueran los residentes de la ciudad, los cuatro espíritus chismosean el rumor de
que alguien va a entregar a Nariño. Nariño sale en presencia de ellos)
NARIÑO.— ¿Queréis al General Nariño? Aquí lo tenéis. Yo soy el General Nariño.
(Los espíritus continúan hablando de la situación, haciendo gesticulaciones pero sin voz.
Un soldado pastuso lleva preso a Nariño. Mientras tanto, desde la parte de atrás del
escenario aparecen lentamente Bolívar y Santander [títere])
BOLÍVAR.— General Santander. Espero dar un combate en el Sur, más aventurado que el
de Boyacá. Y voy a darlo de rabia y despecho, con ánimo de triunfar o de no volver.
SANTANDER.— Nos queda otra vez el Juanambú y Pasto, el terror del ejército. Y es
preciso creerlo: el sepulcro de los bravos.
BOLÍVAR.— Despreocúpese, mi general. Tengo todo bajo control. El paso por Pasto será
breve. Espero encontrarme después con el general Sucre en Quito para emprender nuestra
aventura libertaria hasta el virreinato del Perú. Cuento con un ejército numeroso y
valiente…
(El duende arma la escenografía del relieve para la batalla de Bombona, mientras
comenta)
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DUENDE.— ¿Valiente? Vamos a ver hasta dónde les dura el coraje. Esta montañita para
zumbar piedras, para que se desgualanguen achilados. Al amparo de Urcunina, nuestra
montaña de fuego, actualito el pueblo pastuso defenderá con valor sus ideales una vez más.
Y ese zambo Bolívar vivirá en carne propia la tenacidad de la resistencia de los cachas
pastusos.
(Desarrollo de la batalla, donde los dos ejércitos se enfrentan. Sonidos de guerra, redobles
de tambor. Bolívar mira desde una posición estratégica. El duende se encuentra en una
posición paralela a él)
BOLÍVAR.— (Gustoso) Miren con qué coraje mis soldados entran al campo de batalla.
DUENDE.— ¡Oh, Bambaro! ¡Entran pero no salen!
BOLÍVAR.— Cómo ondea mi bandera en el furor de la batalla…
DUENDE.— ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! La bandera ondeante se la chorearon los pastusos. El furor de la
batalla es propuesto por los nuestros. Papa, yuca y cuy. Pasto ¡Uyuyuy!
(Silencio. Sólo se escucha un jadeo que crece, hasta que aparece un soldado al lado de
Bolívar que le notifica)
SOLDADO.— Mi general, supuestamente hemos ganado. Pero ha sido tan difícil. Nuestro
ejército ha sido diezmado, y nos robaron la bandera…
BOLÍVAR.— (Malhumorado, a Santander) Estos hombres son los más tenaces, más
obstinados, y lo peor es que su país es una cadena de precipicios donde no se puede dar un
paso sin derrocarse. Cada posición es un castillo insuperable, y la voluntad del pueblo está
contra nosotros.
SANTANDER.— ¿Y ahora, qué?
BOLÍVAR.— Voy a hacer acuerdos con la élite y la Iglesia…
DUENDE.— ¡Tatay! El zambo se aprovechó de que quedamos chiltados para firmar un
acuerdo con los poderosos y los curas pastusos.
(Bolívar firma con una pluma y una gran sonrisa)
DUENDE.— Pero la gente del pueblo al ver que les arrancharon la libertad…
ESPÍRITUS Y OTROS.— (Como la gente del pueblo) ¡Pasarán sobre nuestros cadáveres!
¡Los españoles nos venden! ¡Nosotros preferimos morir a ceder!
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(Se retiran sin rendirle honores al Libertador. Doblan la bandera y se la devuelven)
(Bolívar recibe la bandera y se va airoso)
(Sale Agualongo y se le van uniendo los espíritus y el pueblo, haciendo un muro altivo con
sus cuerpos)
EN CORO. Tendrán sus hijos (los pastusos) la gloria de morir por defender los sagrados
derechos de la religión y la obediencia al rey, su señor natural, primero que obedecer a los
lobos carniceros e irreligiosos de Colombia (Sale Agualongo).
(El pueblo arma la Navidad. Sale la Virgen, cantan villancicos en murmullo, prenden
velas, el padre descabezado preside el acto religioso)
(Sucre hace su aparición en un nivel más elevado al fondo del escenario)
BOLÍVAR.— (En off) General Sucre: queda autorizado para controlar a los rebeldes. Esta
ciudad, furiosamente enemiga de la República, no se someterá a la obediencia y tratará de
turbar el sosiego y la tranquilidad pública, si no se le castiga severa y ejemplarmente…
(Sucre hace un gesto de obediencia, suena la diana que indica guerra y hace un
movimiento con su espada)
SUCRE (Enceguecido).— ¡No dejaremos vivo a nadie que respire en esta tierra!
(El pueblo cae masacrado. Sólo queda el cura descabezado en pie. Entra la Llorona,
llorando por los inocentes muerto., Recorre el espacio entre los cuerpos y llama a sus
hijos, parientes, hermanos…)
(Entra Agualongo. Se sitúa en medio de los cuerpos)
AGUALONGO.— De la tierra en que yo muera surgirá como una espiga, negra y roja de la
pólvora y la sangre, ¡mi bandera!
(Los que estaban tumbados en el piso se levantan y hacen una imagen de resistencia)
BOLÍVAR (en off).— La infame Pasto ha vuelto a levantar su odiosa cabeza de rebelión.
Pero esta cabeza quedará cortada para siempre. Ésta será la última de la vida de Pasto,
desaparecerá del catálogo de los pueblos si sus viles moradores no rinden sus armas a
Colombia.
(Entra Bolívar con un pergamino)
BOLÍVAR.— Que se cumplan mis ideas de exterminio. Dicto medidas terribles contra este
infame pueblo:
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El desarraigo, la pena de muerte sin juicio previo, la entrega de predios al ejército y las
tierras a patriotas que “las quieran habitar”. Es preciso destruirlos hasta en sus elementos.
LLORONA.— Agreden, en lo más profundo, a un pueblo amante de su tierra.
(Los espíritus hacen la ronda. el duende coge de la mano a la llorona, la viuda y el padre.
continúan jugando e integran a los demás personajes. hablan de la resistencia. en la mitad
se encuentra Agualongo)
TODOS (Cantado).— ¡Desaparecieron, pues, de nuestra vista el llanto y el dolor!
AGUALONGO.— Sí, vosotros habéis visto y palpado con alto dolor y amargura de vuestro
corazón, la desolación de vuestro pueblo. Habéis sufrido el más duro yugo del más tirano
de los intrusos, Bolívar.
TODOS (cantando).— La espada desoladora ha rodeado nuestros cuellos, la ferocidad y el
furor han desolado nuestros campos.
AGUALONGO.— Ahora es tiempo, fieles pastusos, que uniendo nuestros corazones llenos
de un valor invicto, defendamos acordes la religión, el rey y la patria, pues si no sigue en
aumento nuestro furor santo en defender los más sagrados derechos, nos veremos segunda
vez en manos de los tiranos enemigos de la Iglesia y de la humanidad…
(Sale Agualongo con los otros personajes, quedan los 4 espíritus que retoman la
narración)
VIUDA.— Agualongo decidió marchar al sur con unos mil quinientos hombres mal
armados, encontrándose con las tropas de Bolívar en la villa de Ibarra en julio de 1823. El
resultado fue una auténtica masacre propinada por los patriotas, cayendo
en el campo de batalla unos ochocientos pastusos muertos. El parte de batalla del
Libertador lo dio al general Santander desde Quito, el 21 de julio.
BOLÍVAR (off).— Logramos, en fin, destruir a los pastusos. No sé si me equivoco como
me he equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que por ahora no
levantarán más su cabeza los muertos.
VIUDA.— Agualongo huyó y conformó una nueva guerrilla, tratando varias veces de
recuperar la provincia para el rey…
PASTUSO (off).— ¡Agualongo ha sido capturado en el Castigo!
(Sale Agualongo amarrado)
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VIUDA.— El 13 de julio de 1824, cinco días después de haber llegado a Popayán luego de
un juicio acelerado, Agualongo es fusilado en esta ciudad en compañía de sus tres oficiales:
Enríquez, Teherán e Insuasti.
AGUALONGO.— Quiero morir de cara al sol, mirando la muerte de frente, sin pestañear y
firme como mi suelo y estirpe. ¡Viva el rey!
(Suena redoble de tambores. Se da la orden de fuego y Agualongo cae)
VIUDA (Lo llora).— Finalmente quedaron algunas pequeñas guerrillas de pastusos y
patianos, que no tuvieron la importancia ni los logros de los años anteriores.
BOLÍVAR: (En una fotografía de estatua) Colombia se acordará de los pastusos cuando
haya el menor alboroto o embarazo, aún cuando sea de aquí a cien años, porque jamás se
olvidarán de nuestros estragos.
(Los espíritus retoman la posición inicial, desde la cual escuchaban al padre, mientras
suena la guaneña)
ESPÍRITUS.— Adiós a todos. Ya es hora de continuar nuestras labores de espantar. Pero
recuerden, en este frío escenario, en las calles de nuestra fría pero acogedora ciudad…
VIUDA.— En los pueblos y entre ríos…
PADRE.— Ésta es la historia del pueblo pastuso, la historia de un pueblo que luchó hasta el
final y fue vencido en una guerra que ganaron naciones.
VIUDA.— Con sus principales líderes perseguidos, desterrados o asesinados…
PADRE.— Un pueblo que no fue considerado amigo de la naciente republica ni de sus
gestores.
LLORONA.— Devastado por los efectos de más de tres lustros de confrontación.
DUENDE.— Que recibió y aún hoy continúa recibiendo la indiferencia de la nación.
(Los espíritus hacen una fotografía, de lo que cada uno de ellos es)
(Entran los demás jóvenes que representaron la obra)
JOVEN 1.— No debemos olvidarnos del tesoro que es nuestra tierra: la ubicación
estratégica de Nariño en el Pacífico, considerado el foco de desarrollo en el siglo XXI.
JOVEN 2: la diversidad de sus regiones andina, amazónica y pacífica.
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JOVEN 3: Su inmenso e inexplorado potencial turístico.
JOVEN 4.— Su vocación agrícola.
JOVEN 5.— El arte, la ciencia
JOVEN 6.— Y lo más importante, el valor del que somos herederos los nariñenses
Todos: recibimos el bicentenario de la Independencia con grandes retos, dispuestos a luchar
como en antaño lo hicimos, con la fuerza del león.
**FIN**
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