15 de diciembre de 2010 Nº 22 FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL Y AUTONOMÍA DEL ÓRGANO JUDICIAL Y EL MINISTERIO PÚBLICO WALDO ALBARRACÍN SÁNCHEZ CONTENIDO 1 INTRODUCCIÓN 1.1 La naturaleza de los poderes del Estado 1.2 El órgano judicial boliviano y su trayectoria histórica 1.3 Ministerio Público 2 HISTORIA DEL SOMETIMIENTO POLÍTICO 2.1 Causas formales o legales 2.2 Causas de hecho 2.3 La corrupción 1 3 4 7 8 8 9 9 3 Relación comparada de las previsiones constitucionales sobre la independencia de los tribunales de justicia 9 4 ANÁLISIS 10 1 INTRODUCCIÓN La historia republicana muestra que el Estado boliviano desde su nacimiento, definió la existencia de un referente jurídico político que además de establecer su estructura, consagró los principios ideológicos que regirán en adelante y que debían prevalecer como derechos subjetivos y facultades otorgadas a la ciudadanía; me refiero a la Constitución proyectada en esa época por Simón Bolívar 1 y enviada a la Asamblea Constituyente para su aprobación, en la misma se preveía la existencia del Poder Público, dividido en cuatro secciones: Electoral, Legislativa, Ejecutiva y Judicial. Los posteriores textos constitucionales si bien establecieron la existencia de tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), lo hicieron en la idea de generar un equilibrio en el ejercicio de la soberanía, a efecto de evitar la concentración del poder en una sola instancia u órgano e ir progresivamente consolidando el Estado de Derecho. En el ámbito continental, esta historia fue similar (salvando las peculiaridades de cada país), en la mayoría de Latinoamérica. Una vez constituidas la repúblicas, tras la liberación de la 1 La primera Constitución Política del Estado boliviana, fue proyectada por Simón Bolívar, la misma mostraba una notoria influencia de la Escuela Liberal, heredada a los ideólogos franceses y norteamericanos. Dicho documento fue enviado a la Asamblea Constituyente, la misma que reunida en Sucre en 1826, procedió a la respectiva aprobación. Página 2 colonia española, se fueron consolidando precisamente Estados republicanos con una estructura interna donde las constituciones políticas le asignaban específicamente la tarea de legislar al parlamento (independientemente de que éste se rija por el sistema bicameral o unicameral), la labor expresa de gobernar al Poder Ejecutivo y la de administrar justicia a las instancias jurisdiccionales, diseñándose en este último caso su propia estructura jerárquica, a la cabeza de una Corte Suprema de Justicia o Supremo Tribunal, por debajo de éste las Cortes o Tribunales Departamentales o Provinciales, dependiendo de cada país, hasta llegar a los jueces en diferentes materias(penal, civil, familiar, laboral, etc.). De una u otra manera en América Latina se construyeron Sstados siguiendo los lineamientos montesquianos, sobre la base del principio de equilibrio de poderes. Sin embargo este diseño estatal no se plasmó a plenitud en nuestros países, toda vez que, con el transcurso del tiempo, el poder político pretendió ejercer dominio sobre todas las instancias, generando un irregular monopolio que daba lugar a situaciones de peligrosa inseguridad jurídica y por consiguiente, de indefensión ciudadana. Las dictaduras militares que tuvieron una vigencia prolongada en el poder en varios países del continente, constituyen el ejemplo más emblemático de esta forma tan grosera de copar espacios de los diferentes ámbitos estatales. Siguiendo con la referencia acerca de la realidad de la región, podemos añadir que los procesos políticos en el área andina, no han sido proclives en muchos casos a respetar la independencia institucional. La historia nos presenta interferencias de todo tipo que nos inducen a creer que los órganos judiciales fueron siempre, en primera línea, instrumentos al servicio del poder. Acá se vuelve recurrente el citar como ejemplo a los regímenes autoritarios, sean éstos militares o civiles. La experiencia permite registrar que, incluso en democracia, es posible verificar comportamientos políticos que advierten sobre la relativa independencia del Poder Judicial. Sin embargo de este antecedente relacionado al diseño de Estados de derecho en base a la distribución y equilibrio de poderes y de su parcial cumplimiento a consecuencia de ese permanente afán de acaparamiento de todas las instancias de administración estatal, de parte del poder político, no es menos evidente que, a estas alturas subsiste la necesidad ostensible de consolidar verdaderos regímenes que permitan una nueva construcción estatal con roles específicos y definidos para cada órgano y absoluta independencia entre uno y otro, que además, este esquema jurídico definido en la Constitución Política del Estado, sea susceptible de materializarse en la práctica, justamente porque en la actualidad resulta insuficiente la definición legal cuando en los hechos concretos y palpables los administradores de justicia aún mantienen una relación de subordinación fáctica hacia el poder político. Las pruebas son elocuentes, solo hay que abrir las cortinas y mirar la realidad, particularmente la boliviana, que si bien experimentó cambios gubernamentales por la vía constitucional, sin espacio para regímenes antidemocráticos desde octubre de 1982, sin embargo, independientemente del norte ideológico que caracterizó a sus diferentes gobiernos, lo evidente y real es que, éstos muestran una característica común y es que ninguno de ellos, incluido el actual, estuvieron y están en condiciones de permitir el funcionamiento de otras instancias de poder, al margen de su control. En esas circunstancias el concepto de autonomía de poderes o equilibrio de los mismos, resulta más formal que práctico y es a través de este fenómeno que se da lugar a un proceso degenerativo del sistema democrático. No será posible Página 3 consolidar un verdadero proceso de fortalecimiento institucional de las instancias jurisdiccionales en el país y el propio Ministerio Público (Fiscalía), si no estamos convencidos de la necesidad de edificarlos sobre sólidos pilares que sostengan su real independencia política. Es esta asignatura pendiente la que debemos resolver, siendo la intención del presente documento generar y provocar un amplio debate al respecto. 1.1 La naturaleza de los poderes del Estado Esencialmente la teoría de la división de poderes nutre todos los ordenamientos constitucionales en América Latina, y divide claramente las funciones del Estado entre órganos distintos2. La doctrina nació a mediados del siglo XVII y fue adoptada en el contexto de la guerra civil inglesa que, temporalmente, destruyó la monarquía. Posteriormente, el órgano parlamentario desdibujó la separación entre el gobierno y el Parlamento puesto que su característica primordial es que el Poder Ejecutivo-Legislativo se comparte en la medida en que los gobiernos son designados, apoyados y, según el caso, destituidos por el voto parlamentario. En Estados Unidos, la división de poderes adoptó una modalidad diferente de la inglesa. En primer lugar, porque el principio se estableció dentro un régimen republicano puro. La doctrina de “checks and balances” (frenos y contrapesos) cristalizada en la Constitución de 1787, dio lugar a la opción de que cada rama de gobierno tuviera un grado de control directo sobre otras ramas del poder. La separación democrática de los poderes no significa que éstos apenas cumplan funciones divergentes sino que cada órgano pueda ejercer control sobre el otro a fin de proteger la vigencia de las normas y principios constitucionales, y en todos los casos, evitar los excesos de poder. Para neutralizar el poder mal empleado existen mecanismos de control extraorgánicos. En los Estados Unidos, las primeras decisiones en ese sentido fueron el veto presidencial, la atribución compartida entre el Senado y el Poder Ejecutivo de nombrar a los jueces y la autorización de los tribunales de justicia de juzgar e interpretar la Constitución, sin ningún otro límite que la propia Carta Fundamental. La Suprema Corte se convirtió así en un poder superior al propio Parlamento. Desde la fundación constitucional se erigió la figura del juez con alta discrecionalidad para juzgar y por tanto la de un “Gobernante de la Justicia”. El Derecho Positivo, de acuerdo a los principios del Derecho Natural, está sujeto a las leyes superiores de la “Justicia y la Razón”. De esta manera y sobre la base de los valores de una democracia liberal, la revisión judicial de las decisiones públicas, impide que la ley no sólo sea contraria a la Constitución, sino también a la razón del derecho no contemplado en el Derecho escrito. Una Constitución hecha para la libertad (y no para la organización del poder, como ocurrió en la mayoría de países latinoamericanos), tenía que darle al juez un lugar privilegiado en la escala del poder real. Según John Locke, una sociedad organizada está basada en una 2 Montesquiu. El Espíritu de las leyes. TECNOS, Madrid 1986 Página 4 comunidad sustentada en poderes limitados y en la soberanía de los individuos 3. El Poder Legislativo y el gobierno deben preservar la libertad natural y no privar de ella a los individuos. La discrecionalidad judicial, para cualquier jusnaturalista, se hace necesaria por esa lógica. El juez no crea el Derecho, lo analiza y cuando es insuficiente interpreta analógicamente, integra para cubrir vacíos y más allá aún, crea jurisprudencia. De este modo el juez se torna en legislador negativo y se hace partícipe de la vida colectiva, adquiriendo liderazgo y funciones que en cierta forma llega a compartir con el Parlamento y el Gobierno. 1.2 El órgano judicial boliviano y su trayectoria histórica La Constitución Política del Estado aprobada por la Asamblea Constituyente en 1826, señalaba que la “facultad de juzgar pertenece a los tribunales establecidos por ley. Los magistrados y jueces durarán tanto cuánto durasen sus buenos servicios, no pudiendo ser relevados de sus funciones sino en determinados casos legales”. Se establecía también que “…La primera magistratura judicial reside en la Corte Suprema de Justicia, compuesta de un presidente, seis vocales y un fiscal, dividida en salas”. Prescribía dicho texto también que: “ .. Se establecerán Cortes de Distrito Judicial en los departamentos que el legislativo juzgue conveniente. En las provincias se establecerán partidos judiciales y jueces de paz en cada pueblo para las conciliaciones”. En agosto de 1831, durante el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, se aprueba un nuevo texto constitucional, estableciéndose solamente la existencia de tres poderes, se eliminó el Poder Electoral4, subsistiendo entre los tres –desde luego- el Poder Judicial encabezado éste por la Corte Suprema, manteniéndose la misma estructura definida en el texto anterior. En la Constitución de 1839 5, se preserva la estructura del órgano judicial, especificando sin embargo que para proveer los vacantes de Vocales de la Corte Suprema de Justicia, se debería llenarlas con un individuo por cada uno de los 6 departamentos y otro por el de Tarija y distrito Litoral. Era incumbencia de las Municipalidades proponer al Senado el nombre para Ministro de la Corte Suprema que correspondía al departamento. En la Constitución de 1843 6, se amplían las atribuciones del Presidente de la República y entre ellas le otorga la potestad de nombrar a los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, de las ternas que elabore el Senado y a los Vocales de las Cortes de Distrito, de las ternas que le pase la Cámara de Diputados. 3 LOCKE, John, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Alianza Editorial, Madrid, 1994. 4 La segunda Constitución Política fue aprobada por la Asamblea Constituyente reunida en 1831 y promulgada el 14 de agosto de ese año por el Mariscal Andrés de Santa Cruz, introduciéndose algunas reformas sustanciales. 5 La Constitución Política del Estado de 1839 fue sancionada el 26 de octubre de 1839 y promulgada en la misma fecha por el presidente de entonces José Miguel de Velasco 6 La Constitución Política de 1843, fue sancionada el 11 de junio de ese año y promulgada el 17 de junio por el presidente José Ballivián. Página 5 Dicho texto le atribuye a la Corte Suprema emitir dictámenes previos cuando el Presidente de la República, pretenda ejercer su atribución constitucional de disolver las cámaras legislativas. En la Constitución de 1851 7, a través de su artículo 82, se definía que: “El Poder Judicial reside en la Corte Suprema, en las Superiores y Juzgados de la República. A ellos pertenece privativamente la potestad de juzgar y aplicar esta Constitución con preferencia a las demás leyes, y las leyes con preferencia a otras resoluciones...” Se impone el número de siete magistrados como miembros de la Corte Suprema, uno por cada departamento, con nacimiento en él, y de un fiscal nombrado por el Poder Ejecutivo” La Constitución que entró en vigor en 1861, 8estableció que el Poder Legislativo se ejerce principalmente por una Asamblea, compuesta por diputados elegidos por votación directa y accesoriamente por un Consejo de Estado, de funcionamiento ininterrumpido. Esta Asamblea era la que tenía la atribución de elegir a los Vocales de la Corte de Casación(Corte Suprema), a los Vocales de las Cortes de Distrito, de listas de nombres propuestos por los diputados. Por su parte el Consejo de Estado tenía entre sus atribuciones principales, la de juzgar a los Magistrados de la Corte Suprema. La justicia se administraba por la Corte de Casación, las Cortes de Distrito y demás tribunales y juzgados que las leyes establezcan. La Constitución de 18789, definió que los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia sean nombrados por la Cámara de Diputados a propuesta en terna del Senado, los de las Cortes Superiores de Distrito, elegidos por el Senado de ternas propuestas por la Corte Suprema, ésta nombraba a los Jueces de Partido e Instructores de las ternas elaboradas por las Cortes de Distrito. El Referéndum Popular de 11 de enero de 1931, aprobó una nueva reforma de la Constitución Política del Estado 10 y, en lo concerniente al Poder Judicial, se ampliaron sus atribuciones, estableciéndose la facultad de los jueces para conocer y resolver la validez o invalidez de las elecciones populares, consagrándose el Recurso Extraordinario y Directo de Nulidad, contra todo acto o resolución de autoridad pública, que no fuere judicial. La Corte Suprema se dividía en dos salas y se componía de un Presidente y ocho ministros, los que debían ser elegidos por el Congreso, mediante dos tercios de votos. Se facultaba a la Corte Suprema para conocer en única instancia de los juicios contra las resoluciones del Poder Legislativo o una de sus 5.La Constitución Política del Estado de 1851, fue sancionada el 20 de septiembre de ese año y promulgada al día siguiente por Manuel Isidoro Belzu, Presidente de la República de ese año. 8 La Constitución de 1861, fue sancionada el 29 de julio del referido año y promulgada el 5 de agosto a través del Presidente de la República José María Achá. 9 La denominada Asamblea Constituyente de 1877-1878, sancionó el 14 de febrero de 1878 una nueva constitución, promulgada por el Presidente de la República Hilarión Daza. 10 La revuelta política del 25 de junio de 1930, entre otras aspiraciones, estaba la de introducir ciertas reformas emblemáticas a la CPE, como el Hábeas Corpus, el régimen económico social, la autonomía universitaria, etc. Este movimiento político derivó en un referéndum a través del cual se aprobó un nuevo texto constitucional, aprobado precisamente el 11 de enero de 1931. Página 6 cámaras, cuando tales resoluciones afectaren a uno o más derechos concretos, sean civiles o políticos. La reformas constitucionales realizadas en 1947 al texto anterior que data de 1945, en lo concerniente al órgano jurisdiccional, a través del Art. 72 atribuyen al Senado la potestad de elegir por mayoría absoluto de votos a los Magistrados de las Cortes de Distrito de las ternas propuestas por la Corte Suprema. Asimismo el Art. 145, le otorga otra atribución a la referida Cámara para proponer ternas ante la Cámara de Diputados para que ésta proceda a la elección de los Ministros de la Corte Suprema de Justicia. De los datos mencionados anteriormente, podemos inferir que el funcionamiento del Poder Judicial, hoy denominado Órgano Judicial, siempre dependió de las decisiones de las otras instancias de poder. Los diversos textos constitucionales definieron en unos casos que la designación de los magistrados tanto de la Corte Suprema, como de las Cortes de Distrito pasaba por los votos de los legisladores indefectiblemente, ya sea para proponer ternas o para designar y, en otros casos se establecía la intervención del Presidente de la República. La penúltima Constitución, aprobada en febrero de 196711, mantuvo la tradición de atribuir al Poder Legislativo la designación de los magistrados, es así que, por previsión del Art. 125 del señalado texto constitucional, los Ministros de la Corte Suprema debían ser elegirlos por la Cámara de Diputados de ternas propuestas por el Senado y a los Vocales de las Cortes de Distrito, Corte Nacional del Trabajo y Corte de Minería, los nombraba la Cámara de Senadores, de ternas enviadas por la Corte Suprema de Justicia, aspecto también previsto en la Ley de Organización Judicial de entonces, artículo 95. Esta figura tampoco cambió sustancialmente en la modificación parcial que se realizó en la Ley de Reforma a la Constitución, No. 1585 de 12 de agosto de 1994, sancionada por el Congreso Nacional, porque se mantuvo la potestad parlamentaria para designar magistrados, con la modificación de que, en adelante lo haría el Congreso Nacional, por dos tercios de voto del total de sus miembros, prescindiéndose de la intervención específica de cada cámara como acontecía anteriormente. La Ley No. 2650 de 13 de abril de 2004, definió la entrada en vigencia de la última modificación parcial de la Constitución de 1967, manteniendo ésta a través del Art. 59, numeral 20, la potestad del Congreso Nacional de nombrar a los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, a los Magistrados del Tribunal Constitucional, a los Consejeros de la Judicatura, al Fiscal General de la República y al Defensor del Pueblo, por dos tercios de votos de sus miembros”. Por su parte el Art. 116 del mismo texto, definió que: “El Poder Judicial se ejerce por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el Tribunal Constitucional, las Cortes Superiores de Distrito, los tribunales y jueces de instancia y demás tribunales y juzgados que establece la Ley…” 11 Después de la Constitución aprobada en 1961, que fue la primera norma suprema promulgada con posterioridad a la revolución de 1952, durante el segundo gobierno del Gral. René Barrientos Ortuño, el Congreso Nacional asumió el rol de Asamblea Constituyente, presidido por el Dr. Luís Adolfo Síles Salinas, dando lugar a una nueva CPE, que, en rigor de verdad, no obstante haber sufrido dos modificaciones parciales, fue la última antes de la que tenemos en actual vigencia. Página 7 1.3 Ministerio Público La trayectoria del Ministerio Público o Fiscalía es muy similar a la de los tribunales de justicia, respecto a su emergencia, nombramiento de sus máximas autoridades y subordinación política, es decir, en el seno de las instancias de poder, no se pudo romper jamás esa especie de cordón umbilical que le une a las mismas. Nació como una entidad encargada de defender los intereses del Estado y de la sociedad, de realizar la persecución penal frente a los delitos que se cometan en el país, dirigiendo así las Diligencias de Policía Judicial que debían realizarse al efecto. Sin recorrer demasiado en el tiempo, conviene referirse a la Ley 1469 de 19 de febrero de 1993, denominada “Ley del Ministerio Público”, cuyo Título Preliminar al enarbolar los “Principios Generales”, en el numeral 2, precisamente se refiere al Principio de Independencia Funcional y Autonomía Presupuestaria, señalando específicamente que: “El Ministerio Público es independiente de los Poderes del Estado en lo funcional…”. Sin embargo coherente con lo establecido en la Constitución de 1967, que aún estaba en vigencia, en el Art. 42 de la mencionada Ley, se definía que “…El Fiscal General de la República es elegido por el Presidente de la República, de terna propuesta por el Senado Nacional, por dos tercios de votos del total de sus miembros y por el período que establece la Constitución Política del Estado. Pudiendo ser reelecto”. Al respecto el citado texto constitucional establecía como tiempo de duración del mandato del Fiscal General, 10 años. Posteriormente, el 13 de febrero de 2001, el Congreso Nacional aprobó la Ley No. 2175, (Ley Orgánica del Ministerio Público), dicha norma define en sus principios generales que, el Ministerio Público es un órgano constitucional y tiene por finalidad promover la acción de la justicia, defender la legalidad, los intereses del Estado y de la sociedad y que goza de independencia funcional. El Capítulo II de la norma de marras, al referirse a las “Funciones del Ministerio Público”, atribuye en su Art. 12 al Poder Legislativo, a través de las Comisiones que designen las Cámaras, tareas investigativas y promoción de la acción penal pública, en los juicios de responsabilidad contra Ministros de la Corte Suprema de Justicia, Fiscal General de la República, Magistrados del Tribunal Constitucional y Consejeros de la Judicatura. Asimismo, dicho articulado le otorga al parlamento las funciones de Ministerio Público, en la investigación de los asuntos de interés nacional que se le encomiende por Resolución Camaral. Si bien se ratifica la independencia funcional del Ministerio Público, sin embargo en el Art. 13 de la citada Ley, se define que: “… A requerimiento de las Comisiones Legislativas, los fiscales tendrán la obligación de colaborar en el ejercicio de las facultades de investigación atribuidas a las Comisiones de ambas Cámaras”. Asimismo el Art. 34, establece que: “El Fiscal General de la República es designado por el Honorable Congreso Nacional, por dos tercios de votos de sus miembros presentes”. Por su parte, el Art. 39, dispone que: “Los Fiscales de Distrito, serán designados por la Cámara de Diputados, por dos tercios de votos del total de sus miembros, de la nómina total de postulantes a la carrera fiscal..” Continuando con esa lógica de darle un carácter de interdicto al Ministerio Público, cabe enfatizar que, el Art. 126 del texto constitucional aprobado por Ley No. 2650 de 13 de abril de 2004, establece que: “ El Fiscal General de la República es designado por el Congreso Nacional, por dos tercios de votos de sus miembros presentes…”, definiéndose como tiempo Página 8 de sus funciones 10 años…”, debiendo dar cuenta de sus actos al Poder Legislativo, por lo menos una vez al año, pudiendo ser citado por las Comisiones de las Cámaras Legislativas. Los datos descritos, ponen en evidencia que el Ministerio Público nació como una institución subordinada a las instancias de poder y, más allá de que formalmente tiene establecida su independencia, el sólo hecho de que el nombramiento de sus máximas autoridades tenga su origen precisamente en los entes políticos, este aspecto es determinante para condicionar su funcionamiento o su debilidad institucional, a partir de la subordinación política en que se somete a la institución. 2 HISTORIA DEL SOMETIMIENTO POLÍTICO Tanto los órganos jurisdiccionales como el Ministerio Público muestran en su trayectoria una preocupante subordinación hacia las instancias de poder, que elimina cualquier posibilidad de actuación institucional exenta del monitoreo gubernamental. Este fenómeno se materializó en las diferentes coyunturas históricas, a través de los distintos regímenes gubernamentales que sometieron a los tribunales de justicia, así como a la Fiscalía a una irregular interdicción, control y finalmente utilización política. 12 2.1 Causas formales o legales La descripción efectuada en las páginas anteriores, pone en evidencia que, a partir de lo que se estableció en los diferentes textos constitucionales y las normas secundarias como las leyes, el nombramiento tanto de Ministros de la Corte Suprema de Justicia, Magistrados del Tribunal Constitucional, Vocales de las Cortes Superiores de Distrito, Fiscal General de la República y Fiscales de Distrito, entre otros, siempre tuvo su origen en el Parlamento, en unos casos, el Poder Ejecutivo en otros, o en la coordinación entre ambos. Es decir que, la presunta independencia también mencionada en las diferentes constituciones que tuvieron vigencia en el país, ya nació condicionada y limitada por previsión de los propios preceptos constitucionales. Este copamiento político en muchos casos fue absoluto en los tres poderes del Estado, a partir de lo que definía el Art. 90 de la Constitución Política del Estado de 1967, la misma que, al referirse a la elección de Presidente y Vicepresidente de la República, establecía que, cuando ningún candidato obtenga la mayoría absoluta en las elecciones generales, será el Congreso Nacional el que los elija en base a las tres fórmulas que hayan obtenido mayor votación. En esas circunstancias se consolidaron alianzas en el Parlamento que dieron lugar al nombramiento de los diferentes Mandatarios de la República. Entonces, esos pactos políticos, por un lado definían la composición del Gobierno y simultáneamente viabilizaban la designación de autoridades de alto rango del Poder Judicial, así como del Ministerio Público, dando como resultado un copamiento político absoluto de todas las instancias de poder, por consiguiente, de qué independencia institucional se puede hablar, si la propia norma constitucional estaba determinando tal subordinación. 12 Waldo Albarracin Sánchez.- Estructura y Funcionamiento del Poder Judicial en Bolivia y la violación de los derechos humanos.- La Paz, Noviembre de 1996- APDHB Página 9 2.2 Causas de hecho Además de que la norma suprema y las inferiores establecían las condiciones descritas en el acápite anterior, también sopesamos con el problema referido a las decisiones políticas asumidas por parte de las instancias de poder. Decíamos en los párrafos anteriores que, esta obsesión negativa de no dejar ningún espacio fuera del control de la organización política encaramada en el Gobierno, más que beneficio genera un retroceso democrático. Un común denominador de los diferentes gobernantes de turno en Bolivia, consistía en que cada uno considera a su gestión como revolucionaria, parte del criterio de que todo lo que se hizo anteriormente fue negativo para el país y que se ha presentado la oportunidad para promover las verdaderas transformaciones, por tanto como se tiene identificado el fin principal, cualquier medio para ese objetivo es válido. Se considera que todas las instancias estatales deben estar subordinadas a ese proyecto, por consiguiente, el copamiento del Estado es necesario para garantizar el éxito del proceso de cambio. En ese entendido digitan el accionar del conjunto de instituciones estatales, invaden las mismas con su militancia partidaria, aunque ésta no reúna las condiciones legales o técnicas requeridas. Sin embargo el resultado es el mismo, en todas las coyunturas, incluyendo la actual, debilitad y vulnerabilidad de las instituciones, corrupción en su interior, sometimiento político y en consecuencia incumplimiento de los fines para los que fue creada la institución. En ese contexto, la autonomía institucional es lo que menos funciona, afectando este fenómeno pernicioso a la consolidación del sistema democrático. En consecuencia, vuelve la pregunta, fueron autónomos alguna vez el Órgano Judicial y el Ministerio Público?., la respuesta es no, sin embargo esta realidad no puede servir de argumento para postergar una aspiración legítima que se tiene, en sentido de hacer realidad el estado de derecho. 2.3 La corrupción Dentro de estas causas fácticas que debilitan la institucionalidad de los estrados judiciales y la Fiscalía, nos encontramos con el fenómeno de la corrupción. Más allá de las modalidades de nombramiento de las autoridades de ambas entidades, lo evidente es que, el elemento corrupción es un contribuyente efectivo al proceso de deterioro del sistema de administración de justicia. Si en líneas anteriores se habló de la dependencia o subordinación política, completa el panorama negativo la influencia económica, escenario bajo el cual, desde las más altas esferas hasta en los niveles del personal de apoyo, reina el factor corrupción, los precios a los fallos judiciales, a los requerimientos fiscales, son parte de la actividad cotidiana, a que se someten y adhieren las partes, bajo la intermediación de abogados inescrupulosos que encontraron el instrumento ideal para lucrar con la desgracia ajena. Este problema antiguo, no fue resuelto en la actualidad, porque en el contexto del pragmatismo político, la manera de cómo funcionan las cosas en este ámbito, le resulta por demás funcional al actual régimen de gobierno, toda vez que puede someter a jueces a fiscales a sus estrategias políticas, fundamentalmente para atropellar a sus adversarios políticos. 3 Relación comparada de las previsiones constitucionales sobre la independencia de los tribunales de justicia Bolivia.- Art. 178 “La potestad de impartir justicia emana del pueblo boliviano y se sustenta en los principios de independencia, imparcialidad, seguridad jurídica, publicidad, probidad, Página 10 celeridad, gratuidad, pluralismo jurídico, interculturalidad, equidad, servicio a la sociedad, participación ciudadana, armonía social y respeto a los derechos. Constituyen garantías de la independencia judicial: 1.- El desempeño de los jueces de acuerdo a la carrera judicial. 2.- La autonomía presupuestaria de los órganos judiciales…” CHILE.- Art. 73.- “La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el presidente de la República, ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenidos de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos. COLOMBIA.- Art. 228.- “La Administración de justicia es función pública. Sus decisiones son independientes. Las actuaciones serán públicas y permanentes, con las excepciones que establezca la ley y en ellas prevalecerá el derecho sustancial. Los términos procesales se observarán con diligencias y su incumplimiento será sancionado. Su funcionamiento será desconcentrado y autónomo. ECUADOR.- Art. 199.- “Los órganos de la función judicial, serán independientes en el ejercicio de sus deberes y atribuciones. Ninguna función del Estado podrá interferir en los asuntos propios de aquellos. Los magistrados y jueces serán independientes en el ejercicio de su potestad jurisdiccional, aún frente a los demás órganos de la función judicial; Sólo estarán sometidos a la constitución y a la ley” PERÚ.- Art. 139.-“Son principios y derechos de la función jurisdiccional: …2.- La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional. Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional, ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias, ni retardar su ejecución. Estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la facultad de investigación del Congreso, cuyo ejercicio, no debe, sin embargo, interferir en el proceso jurisdiccional ni surte efecto jurisdiccional alguno”. VENEZUELA.- Art. 254.-.”El Poder Judicial es independiente y el Tribunal Supremo de Justicia, gozará de autonomía funcional, financiera y administrativa. A tal efecto, dentro del presupuesto general del Estado se le asignará al sistema de justicia, una partida anual variable, no menor del dos por ciento del presupuesto ordinario nacional, para su efectivo funcionamiento, el cual no podrá ser reducido o modificado sin autorización previa de la Asamblea Nacional. El Poder Judicial, no está facultado para establecer, tasa, aranceles, ni exigir pago alguno por sus servicios.” 4 ANÁLISIS Advertiremos que los textos constitucionales de la totalidad de los países de la región andina, consagran literalmente la independencia de los órganos jurisdiccionales, sin embargo no en todos se cumple este principio, la realidad no es homogénea ni uniforme. Hay tribunales, como es el caso de la Corte Constitucional de Colombia, donde, no obstante el escenario de violencia que vive el referido país por varias décadas, ha perfilado una interesante jurisprudencia a través de fallos que son referente emblemático en todo América Latinay dio Página 11 muestras palpables de independencia política. El otro extremo está precisamente en Bolivia, donde la historia de los órganos judiciales, está caracterizada por el avasallamiento sistemático de parte de los entes políticos, con la complicidad de la propia magistratura. La actual Constitución Política del Estado, en lo concerniente al Órgano Judicial ha eliminado la designación a través del Parlamento de las autoridades de alto rango y mantuvo la designación congresal (Asamblea Legislativa Plurinacional) del Fiscal General de la República. En el primer caso y de manera inédita se ha previsto la elección de Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Agroambiental, miembros del Consejo de la Magistratura y Magistrados del Tribunal Constitucional, a través del sufragio universal, previa depuración de la lista de candidatos en la Asamblea Legislativa Plurinacional y posterior envío de los nombres de las personas preseleccionadas al Órgano Electoral, existiendo la prohibición expresa para que los candidatos realicen campaña a su favor, ni siquiera a través de terceros, bajo pena de ser descalificados. Una primera impresión permitiría deducir que, de esta manera se estaría iniciando un serio proceso de despolitización de los nombramientos de autoridades judiciales, permitiendo además la intervención directa de la ciudadanía a través del voto. Sin embargo, todavía subsiste el riesgo de manipulación por parte de la mayoría parlamentaria, instancia política por excelencia, al otorgarle a ésta la potestad(constitucional) de depurar las listas, lo que significa que no todos los candidatos y candidatas que postulen a los diferentes cargos jurisdiccionales tienen la seguridad de ingresar en la contienda electoral, ello lo decidirá precisamente la Asamblea Legislativa Plurinacional.. El comportamiento asumido por la actual mayoría parlamentaria, que supera los dos tercios, en diferentes circunstancias, ha mostrado un evidente sesgo de sus actuaciones y una falta de equilibrio en sus decisiones, prescindiendo de lo institucional y priorizando el interés político, muy subordinado a los mandatos que emanan del Órgano Ejecutivo. Este antecedente nos hace pensar que, bajo la lógica del copamiento de cuanta instancia estatal exista, el pueblo sólo tenga la oportunidad de elegir magistrados sobre la base de una selección digitada por la bancada parlamentaria oficialista. En esas circunstancias, pierde sentido la previsión constitucional de elegir magistrados a través del voto ciudadano. Sin embargo de los riesgos antes descritos, subsiste el desafío y aspiración legítima de fortalecer estas instituciones, procurando a través de diferentes iniciativas, su fortalecimiento, búsqueda de absoluta independencia política, la transparencia de sus actos, en aras de consolidar el sistema democrático. Para el logro de este objetivo, la indiferencia ciudadana es la alternativa menos adecuada, el permitir que se nos sirva el pasado en copa nueva, constituye una claudicación o renuncia a nuestros principios. En todo caso, la vigilancia ciudadana y permanente fiscalización al comportamiento de quienes ejercen poder, debe ser la consigna permanente. Es posible fortalecer estas entidades y consolidar su autonomía, a través del permanente accionar e iniciativas ciudadanas. El año 2011, precisamente será un año de desafíos y la sociedad civil no debe permitir que el destino del país y de la democracia, dependa exclusivamente del accionar de los protagonistas Página 12 políticos. Es importante practicar de a de veras la Democracia Participativa, incrementar la vigilancia y control ciudadano. El fortalecimiento del Ministerio Público como entidad de defensa de los intereses de la sociedad y de los tribunales de justicia, pasa necesariamente por la consolidación de su independencia institucional, la transparentización de sus actos y la cualificación del elemento humano. Teléfono (5912) 2799673 Fax: (5912) 211 7326 Calle 21 N° 8227, Edificio Lydia, Piso 2, Oficina 201 Calacoto La Paz – Bolivia Página web: www.institutoprisma.org