15 de diciembre de 2010 Nº 22

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15 de diciembre de 2010
Nº 22
FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL Y AUTONOMÍA DEL
ÓRGANO JUDICIAL Y EL MINISTERIO PÚBLICO
WALDO ALBARRACÍN SÁNCHEZ
CONTENIDO
1
INTRODUCCIÓN
1.1 La naturaleza de los poderes del Estado
1.2 El órgano judicial boliviano y su trayectoria histórica
1.3 Ministerio Público
2
HISTORIA DEL SOMETIMIENTO POLÍTICO
2.1 Causas formales o legales
2.2 Causas de hecho
2.3 La corrupción
1
3
4
7
8
8
9
9
3
Relación comparada de las previsiones constitucionales sobre la independencia de
los tribunales de justicia
9
4
ANÁLISIS
10
1 INTRODUCCIÓN
La historia republicana muestra que el Estado boliviano desde su nacimiento, definió la
existencia de un referente jurídico político que además de establecer su estructura, consagró
los principios ideológicos que regirán en adelante y que debían prevalecer como derechos
subjetivos y facultades otorgadas a la ciudadanía; me refiero a la Constitución proyectada en
esa época por Simón Bolívar 1 y enviada a la Asamblea Constituyente para su aprobación, en la
misma se preveía la existencia del Poder Público, dividido en cuatro secciones: Electoral,
Legislativa, Ejecutiva y Judicial. Los posteriores textos constitucionales si bien establecieron
la existencia de tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), lo hicieron en la idea de
generar un equilibrio en el ejercicio de la soberanía, a efecto de evitar la concentración del
poder en una sola instancia u órgano e ir progresivamente consolidando el Estado de Derecho.
En el ámbito continental, esta historia fue similar (salvando las peculiaridades de cada país),
en la mayoría de Latinoamérica. Una vez constituidas la repúblicas, tras la liberación de la
1
La primera Constitución Política del Estado boliviana, fue proyectada por Simón Bolívar, la misma
mostraba una notoria influencia de la Escuela Liberal, heredada a los ideólogos franceses y
norteamericanos. Dicho documento fue enviado a la Asamblea Constituyente, la misma que reunida
en Sucre en 1826, procedió a la respectiva aprobación.
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colonia española, se fueron consolidando precisamente Estados republicanos con una
estructura interna donde las constituciones políticas le asignaban específicamente la tarea de
legislar al parlamento (independientemente de que éste se rija por el sistema bicameral o
unicameral), la labor expresa de gobernar al Poder Ejecutivo y la de administrar justicia a las
instancias jurisdiccionales, diseñándose en este último caso su propia estructura jerárquica, a
la cabeza de una Corte Suprema de Justicia o Supremo Tribunal, por debajo de éste las Cortes
o Tribunales Departamentales o Provinciales, dependiendo de cada país, hasta llegar a los
jueces en diferentes materias(penal, civil, familiar, laboral, etc.).
De una u otra manera en América Latina se construyeron Sstados siguiendo los lineamientos
montesquianos, sobre la base del principio de equilibrio de poderes.
Sin embargo este diseño estatal no se plasmó a plenitud en nuestros países, toda vez que, con
el transcurso del tiempo, el poder político pretendió ejercer dominio sobre todas las instancias,
generando un irregular monopolio que daba lugar a situaciones de peligrosa inseguridad
jurídica y por consiguiente, de indefensión ciudadana. Las dictaduras militares que tuvieron
una vigencia prolongada en el poder en varios países del continente, constituyen el ejemplo
más emblemático de esta forma tan grosera de copar espacios de los diferentes ámbitos
estatales.
Siguiendo con la referencia acerca de la realidad de la región, podemos añadir que los
procesos políticos en el área andina, no han sido proclives en muchos casos a respetar la
independencia institucional. La historia nos presenta interferencias de todo tipo que nos
inducen a creer que los órganos judiciales fueron siempre, en primera línea, instrumentos al
servicio del poder. Acá se vuelve recurrente el citar como ejemplo a los regímenes
autoritarios, sean éstos militares o civiles. La experiencia permite registrar que, incluso en
democracia, es posible verificar comportamientos políticos que advierten sobre la relativa
independencia del Poder Judicial.
Sin embargo de este antecedente relacionado al diseño de Estados de derecho en base a la
distribución y equilibrio de poderes y de su parcial cumplimiento a consecuencia de ese
permanente afán de acaparamiento de todas las instancias de administración estatal, de parte
del poder político, no es menos evidente que, a estas alturas subsiste la necesidad ostensible de
consolidar verdaderos regímenes que permitan una nueva construcción estatal con roles
específicos y definidos para cada órgano y absoluta independencia entre uno y otro, que
además, este esquema jurídico definido en la Constitución Política del Estado, sea susceptible
de materializarse en la práctica, justamente porque en la actualidad resulta insuficiente la
definición legal cuando en los hechos concretos y palpables los administradores de justicia aún
mantienen una relación de subordinación fáctica hacia el poder político.
Las pruebas son elocuentes, solo hay que abrir las cortinas y mirar la realidad, particularmente
la boliviana, que si bien experimentó cambios gubernamentales por la vía constitucional, sin
espacio para regímenes antidemocráticos desde octubre de 1982, sin embargo,
independientemente del norte ideológico que caracterizó a sus diferentes gobiernos, lo
evidente y real es que, éstos muestran una característica común y es que ninguno de ellos,
incluido el actual, estuvieron y están en condiciones de permitir el funcionamiento de otras
instancias de poder, al margen de su control. En esas circunstancias el concepto de autonomía
de poderes o equilibrio de los mismos, resulta más formal que práctico y es a través de este
fenómeno que se da lugar a un proceso degenerativo del sistema democrático. No será posible
Página 3
consolidar un verdadero proceso de fortalecimiento institucional de las instancias
jurisdiccionales en el país y el propio Ministerio Público (Fiscalía), si no estamos convencidos
de la necesidad de edificarlos sobre sólidos pilares que sostengan su real independencia
política.
Es esta asignatura pendiente la que debemos resolver, siendo la intención del presente
documento generar y provocar un amplio debate al respecto.
1.1 La naturaleza de los poderes del Estado
Esencialmente la teoría de la división de poderes nutre todos los ordenamientos
constitucionales en América Latina, y divide claramente las funciones del Estado entre
órganos distintos2. La doctrina nació a mediados del siglo XVII y fue adoptada en el contexto
de la guerra civil inglesa que, temporalmente, destruyó la monarquía. Posteriormente, el
órgano parlamentario desdibujó la separación entre el gobierno y el Parlamento puesto que su
característica primordial es que el Poder Ejecutivo-Legislativo se comparte en la medida en
que los gobiernos son designados, apoyados y, según el caso, destituidos por el voto
parlamentario.
En Estados Unidos, la división de poderes adoptó una modalidad diferente de la inglesa. En
primer lugar, porque el principio se estableció dentro un régimen republicano puro. La
doctrina de “checks and balances” (frenos y contrapesos) cristalizada en la Constitución de
1787, dio lugar a la opción de que cada rama de gobierno tuviera un grado de control directo
sobre otras ramas del poder.
La separación democrática de los poderes no significa que éstos apenas cumplan funciones
divergentes sino que cada órgano pueda ejercer control sobre el otro a fin de proteger la
vigencia de las normas y principios constitucionales, y en todos los casos, evitar los excesos
de poder.
Para neutralizar el poder mal empleado existen mecanismos de control extraorgánicos. En los
Estados Unidos, las primeras decisiones en ese sentido fueron el veto presidencial, la
atribución compartida entre el Senado y el Poder Ejecutivo de nombrar a los jueces y la
autorización de los tribunales de justicia de juzgar e interpretar la Constitución, sin ningún
otro límite que la propia Carta Fundamental. La Suprema Corte se convirtió así en un poder
superior al propio Parlamento. Desde la fundación constitucional se erigió la figura del juez
con alta discrecionalidad para juzgar y por tanto la de un “Gobernante de la Justicia”.
El Derecho Positivo, de acuerdo a los principios del Derecho Natural, está sujeto a las leyes
superiores de la “Justicia y la Razón”. De esta manera y sobre la base de los valores de una
democracia liberal, la revisión judicial de las decisiones públicas, impide que la ley no sólo
sea contraria a la Constitución, sino también a la razón del derecho no contemplado en el
Derecho escrito.
Una Constitución hecha para la libertad (y no para la organización del poder, como ocurrió en
la mayoría de países latinoamericanos), tenía que darle al juez un lugar privilegiado en la
escala del poder real. Según John Locke, una sociedad organizada está basada en una
2
Montesquiu. El Espíritu de las leyes. TECNOS, Madrid 1986
Página 4
comunidad sustentada en poderes limitados y en la soberanía de los individuos 3. El Poder
Legislativo y el gobierno deben preservar la libertad natural y no privar de ella a los
individuos.
La discrecionalidad judicial, para cualquier jusnaturalista, se hace necesaria por esa lógica. El
juez no crea el Derecho, lo analiza y cuando es insuficiente interpreta analógicamente, integra
para cubrir vacíos y más allá aún, crea jurisprudencia. De este modo el juez se torna en
legislador negativo y se hace partícipe de la vida colectiva, adquiriendo liderazgo y funciones
que en cierta forma llega a compartir con el Parlamento y el Gobierno.
1.2 El órgano judicial boliviano y su trayectoria histórica
La Constitución Política del Estado aprobada por la Asamblea Constituyente en 1826,
señalaba que la “facultad de juzgar pertenece a los tribunales establecidos por ley. Los
magistrados y jueces durarán tanto cuánto durasen sus buenos servicios, no pudiendo ser
relevados de sus funciones sino en determinados casos legales”.
Se establecía también que “…La primera magistratura judicial reside en la Corte Suprema de
Justicia, compuesta de un presidente, seis vocales y un fiscal, dividida en salas”. Prescribía
dicho texto también que: “ .. Se establecerán Cortes de Distrito Judicial en los departamentos
que el legislativo juzgue conveniente. En las provincias se establecerán partidos judiciales y
jueces de paz en cada pueblo para las conciliaciones”.
En agosto de 1831, durante el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, se aprueba un
nuevo texto constitucional, estableciéndose solamente la existencia de tres poderes, se eliminó
el Poder Electoral4, subsistiendo entre los tres –desde luego- el Poder Judicial encabezado
éste por la Corte Suprema, manteniéndose la misma estructura definida en el texto anterior.
En la Constitución de 1839 5, se preserva la estructura del órgano judicial, especificando sin
embargo que para proveer los vacantes de Vocales de la Corte Suprema de Justicia, se debería
llenarlas con un individuo por cada uno de los 6 departamentos y otro por el de Tarija y
distrito Litoral. Era incumbencia de las Municipalidades proponer al Senado el nombre para
Ministro de la Corte Suprema que correspondía al departamento.
En la Constitución de 1843 6, se amplían las atribuciones del Presidente de la República y entre
ellas le otorga la potestad de nombrar a los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, de las
ternas que elabore el Senado y a los Vocales de las Cortes de Distrito, de las ternas que le pase
la Cámara de Diputados.
3
LOCKE, John, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Alianza Editorial, Madrid, 1994.
4
La segunda Constitución Política fue aprobada por la Asamblea Constituyente reunida en 1831 y
promulgada el 14 de agosto de ese año por el Mariscal Andrés de Santa Cruz, introduciéndose
algunas reformas sustanciales.
5
La Constitución Política del Estado de 1839 fue sancionada el 26 de octubre de 1839 y
promulgada en la misma fecha por el presidente de entonces José Miguel de Velasco
6
La Constitución Política de 1843, fue sancionada el 11 de junio de ese año y promulgada el 17 de
junio por el presidente José Ballivián.
Página 5
Dicho texto le atribuye a la Corte Suprema emitir dictámenes previos cuando el Presidente de
la República, pretenda ejercer su atribución constitucional de disolver las cámaras legislativas.
En la Constitución de 1851 7, a través de su artículo 82, se definía que: “El Poder Judicial
reside en la Corte Suprema, en las Superiores y Juzgados de la República. A ellos pertenece
privativamente la potestad de juzgar y aplicar esta Constitución con preferencia a las demás
leyes, y las leyes con preferencia a otras resoluciones...”
Se impone el número de siete magistrados como miembros de la Corte Suprema, uno por cada
departamento, con nacimiento en él, y de un fiscal nombrado por el Poder Ejecutivo”
La Constitución que entró en vigor en 1861, 8estableció que el Poder Legislativo se ejerce
principalmente por una Asamblea, compuesta por diputados elegidos por votación directa y
accesoriamente por un Consejo de Estado, de funcionamiento ininterrumpido. Esta Asamblea
era la que tenía la atribución de elegir a los Vocales de la Corte de Casación(Corte Suprema),
a los Vocales de las Cortes de Distrito, de listas de nombres propuestos por los diputados.
Por su parte el Consejo de Estado tenía entre sus atribuciones principales, la de juzgar a los
Magistrados de la Corte Suprema.
La justicia se administraba por la Corte de Casación, las Cortes de Distrito y demás tribunales
y juzgados que las leyes establezcan.
La Constitución de 18789, definió que los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia sean
nombrados por la Cámara de Diputados a propuesta en terna del Senado, los de las Cortes
Superiores de Distrito, elegidos por el Senado de ternas propuestas por la Corte Suprema, ésta
nombraba a los Jueces de Partido e Instructores de las ternas elaboradas por las Cortes de
Distrito.
El Referéndum Popular de 11 de enero de 1931, aprobó una nueva reforma de la Constitución
Política del Estado 10 y, en lo concerniente al Poder Judicial, se ampliaron sus atribuciones,
estableciéndose la facultad de los jueces para conocer y resolver la validez o invalidez de las
elecciones populares, consagrándose el Recurso Extraordinario y Directo de Nulidad, contra
todo acto o resolución de autoridad pública, que no fuere judicial. La Corte Suprema se dividía
en dos salas y se componía de un Presidente y ocho ministros, los que debían ser elegidos por
el Congreso, mediante dos tercios de votos. Se facultaba a la Corte Suprema para conocer en
única instancia de los juicios contra las resoluciones del Poder Legislativo o una de sus
5.La Constitución Política del Estado de 1851, fue sancionada el 20 de septiembre de ese año y
promulgada al día siguiente por Manuel Isidoro Belzu, Presidente de la República de ese año.
8
La Constitución de 1861, fue sancionada el 29 de julio del referido año y promulgada el 5 de
agosto a través del Presidente de la República José María Achá.
9
La denominada Asamblea Constituyente de 1877-1878, sancionó el 14 de febrero de 1878 una
nueva constitución, promulgada por el Presidente de la República Hilarión Daza.
10
La revuelta política del 25 de junio de 1930, entre otras aspiraciones, estaba la de introducir
ciertas reformas emblemáticas a la CPE, como el Hábeas Corpus, el régimen económico social, la
autonomía universitaria, etc. Este movimiento político derivó en un referéndum a través del cual se
aprobó un nuevo texto constitucional, aprobado precisamente el 11 de enero de 1931.
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cámaras, cuando tales resoluciones afectaren a uno o más derechos concretos, sean civiles o
políticos.
La reformas constitucionales realizadas en 1947 al texto anterior que data de 1945, en lo
concerniente al órgano jurisdiccional, a través del Art. 72 atribuyen al Senado la potestad de
elegir por mayoría absoluto de votos a los Magistrados de las Cortes de Distrito de las ternas
propuestas por la Corte Suprema. Asimismo el Art. 145, le otorga otra atribución a la referida
Cámara para proponer ternas ante la Cámara de Diputados para que ésta proceda a la elección
de los Ministros de la Corte Suprema de Justicia.
De los datos mencionados anteriormente, podemos inferir que el funcionamiento del Poder
Judicial, hoy denominado Órgano Judicial, siempre dependió de las decisiones de las otras
instancias de poder. Los diversos textos constitucionales definieron en unos casos que la
designación de los magistrados tanto de la Corte Suprema, como de las Cortes de Distrito
pasaba por los votos de los legisladores indefectiblemente, ya sea para proponer ternas o para
designar y, en otros casos se establecía la intervención del Presidente de la República.
La penúltima Constitución, aprobada en febrero de 196711, mantuvo la tradición de atribuir al
Poder Legislativo la designación de los magistrados, es así que, por previsión del Art. 125 del
señalado texto constitucional, los Ministros de la Corte Suprema debían ser elegirlos por la
Cámara de Diputados de ternas propuestas por el Senado y a los Vocales de las Cortes de
Distrito, Corte Nacional del Trabajo y Corte de Minería, los nombraba la Cámara de
Senadores, de ternas enviadas por la Corte Suprema de Justicia, aspecto también previsto en la
Ley de Organización Judicial de entonces, artículo 95. Esta figura tampoco cambió
sustancialmente en la modificación parcial que se realizó en la Ley de Reforma a la
Constitución, No. 1585 de 12 de agosto de 1994, sancionada por el Congreso Nacional,
porque se mantuvo la potestad parlamentaria para designar magistrados, con la modificación
de que, en adelante lo haría el Congreso Nacional, por dos tercios de voto del total de sus
miembros, prescindiéndose de la intervención específica de cada cámara como acontecía
anteriormente.
La Ley No. 2650 de 13 de abril de 2004, definió la entrada en vigencia de la última
modificación parcial de la Constitución de 1967, manteniendo ésta a través del Art. 59,
numeral 20, la potestad del Congreso Nacional de nombrar a los Ministros de la Corte
Suprema de Justicia, a los Magistrados del Tribunal Constitucional, a los Consejeros de la
Judicatura, al Fiscal General de la República y al Defensor del Pueblo, por dos tercios de votos
de sus miembros”.
Por su parte el Art. 116 del mismo texto, definió que: “El Poder Judicial se ejerce por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, el Tribunal Constitucional, las Cortes Superiores de
Distrito, los tribunales y jueces de instancia y demás tribunales y juzgados que establece la
Ley…”
11
Después de la Constitución aprobada en 1961, que fue la primera norma suprema promulgada
con posterioridad a la revolución de 1952, durante el segundo gobierno del Gral. René Barrientos
Ortuño, el Congreso Nacional asumió el rol de Asamblea Constituyente, presidido por el Dr. Luís
Adolfo Síles Salinas, dando lugar a una nueva CPE, que, en rigor de verdad, no obstante haber
sufrido dos modificaciones parciales, fue la última antes de la que tenemos en actual vigencia.
Página 7
1.3 Ministerio Público
La trayectoria del Ministerio Público o Fiscalía es muy similar a la de los tribunales de
justicia, respecto a su emergencia, nombramiento de sus máximas autoridades y subordinación
política, es decir, en el seno de las instancias de poder, no se pudo romper jamás esa especie
de cordón umbilical que le une a las mismas. Nació como una entidad encargada de defender
los intereses del Estado y de la sociedad, de realizar la persecución penal frente a los delitos
que se cometan en el país, dirigiendo así las Diligencias de Policía Judicial que debían
realizarse al efecto.
Sin recorrer demasiado en el tiempo, conviene referirse a la Ley 1469 de 19 de febrero de
1993, denominada “Ley del Ministerio Público”, cuyo Título Preliminar al enarbolar los
“Principios Generales”, en el numeral 2, precisamente se refiere al Principio de Independencia
Funcional y Autonomía Presupuestaria, señalando específicamente que: “El Ministerio
Público es independiente de los Poderes del Estado en lo funcional…”. Sin embargo coherente
con lo establecido en la Constitución de 1967, que aún estaba en vigencia, en el Art. 42 de la
mencionada Ley, se definía que “…El Fiscal General de la República es elegido por el
Presidente de la República, de terna propuesta por el Senado Nacional, por dos tercios de
votos del total de sus miembros y por el período que establece la Constitución Política del
Estado. Pudiendo ser reelecto”. Al respecto el citado texto constitucional establecía como
tiempo de duración del mandato del Fiscal General, 10 años.
Posteriormente, el 13 de febrero de 2001, el Congreso Nacional aprobó la Ley No. 2175, (Ley
Orgánica del Ministerio Público), dicha norma define en sus principios generales que, el
Ministerio Público es un órgano constitucional y tiene por finalidad promover la acción de la
justicia, defender la legalidad, los intereses del Estado y de la sociedad y que goza de
independencia funcional.
El Capítulo II de la norma de marras, al referirse a las “Funciones del Ministerio Público”,
atribuye en su Art. 12 al Poder Legislativo, a través de las Comisiones que designen las
Cámaras, tareas investigativas y promoción de la acción penal pública, en los juicios de
responsabilidad contra Ministros de la Corte Suprema de Justicia, Fiscal General de la
República, Magistrados del Tribunal Constitucional y Consejeros de la Judicatura. Asimismo,
dicho articulado le otorga al parlamento las funciones de Ministerio Público, en la
investigación de los asuntos de interés nacional que se le encomiende por Resolución Camaral.
Si bien se ratifica la independencia funcional del Ministerio Público, sin embargo en el Art. 13
de la citada Ley, se define que: “… A requerimiento de las Comisiones Legislativas, los
fiscales tendrán la obligación de colaborar en el ejercicio de las facultades de investigación
atribuidas a las Comisiones de ambas Cámaras”. Asimismo el Art. 34, establece que: “El
Fiscal General de la República es designado por el Honorable Congreso Nacional, por dos
tercios de votos de sus miembros presentes”. Por su parte, el Art. 39, dispone que: “Los
Fiscales de Distrito, serán designados por la Cámara de Diputados, por dos tercios de votos
del total de sus miembros, de la nómina total de postulantes a la carrera fiscal..”
Continuando con esa lógica de darle un carácter de interdicto al Ministerio Público, cabe
enfatizar que, el Art. 126 del texto constitucional aprobado por Ley No. 2650 de 13 de abril de
2004, establece que: “ El Fiscal General de la República es designado por el Congreso
Nacional, por dos tercios de votos de sus miembros presentes…”, definiéndose como tiempo
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de sus funciones 10 años…”, debiendo dar cuenta de sus actos al Poder Legislativo, por lo
menos una vez al año, pudiendo ser citado por las Comisiones de las Cámaras Legislativas.
Los datos descritos, ponen en evidencia que el Ministerio Público nació como una institución
subordinada a las instancias de poder y, más allá de que formalmente tiene establecida su
independencia, el sólo hecho de que el nombramiento de sus máximas autoridades tenga su
origen precisamente en los entes políticos, este aspecto es determinante para condicionar su
funcionamiento o su debilidad institucional, a partir de la subordinación política en que se
somete a la institución.
2 HISTORIA DEL SOMETIMIENTO POLÍTICO
Tanto los órganos jurisdiccionales como el Ministerio Público muestran en su trayectoria una
preocupante subordinación hacia las instancias de poder, que elimina cualquier posibilidad de
actuación institucional exenta del monitoreo gubernamental. Este fenómeno se materializó en
las diferentes coyunturas históricas, a través de los distintos regímenes gubernamentales que
sometieron a los tribunales de justicia, así como a la Fiscalía a una irregular interdicción,
control y finalmente utilización política. 12
2.1 Causas formales o legales
La descripción efectuada en las páginas anteriores, pone en evidencia que, a partir de lo que se
estableció en los diferentes textos constitucionales y las normas secundarias como las leyes, el
nombramiento tanto de Ministros de la Corte Suprema de Justicia, Magistrados del Tribunal
Constitucional, Vocales de las Cortes Superiores de Distrito, Fiscal General de la República y
Fiscales de Distrito, entre otros, siempre tuvo su origen en el Parlamento, en unos casos, el
Poder Ejecutivo en otros, o en la coordinación entre ambos. Es decir que, la presunta
independencia también mencionada en las diferentes constituciones que tuvieron vigencia en
el país, ya nació condicionada y limitada por previsión de los propios preceptos
constitucionales.
Este copamiento político en muchos casos fue absoluto en los tres poderes del Estado, a partir
de lo que definía el Art. 90 de la Constitución Política del Estado de 1967, la misma que, al
referirse a la elección de Presidente y Vicepresidente de la República, establecía que, cuando
ningún candidato obtenga la mayoría absoluta en las elecciones generales, será el Congreso
Nacional el que los elija en base a las tres fórmulas que hayan obtenido mayor votación. En
esas circunstancias se consolidaron alianzas en el Parlamento que dieron lugar al
nombramiento de los diferentes Mandatarios de la República. Entonces, esos pactos políticos,
por un lado definían la composición del Gobierno y simultáneamente viabilizaban la
designación de autoridades de alto rango del Poder Judicial, así como del Ministerio Público,
dando como resultado un copamiento político absoluto de todas las instancias de poder, por
consiguiente, de qué independencia institucional se puede hablar, si la propia norma
constitucional estaba determinando tal subordinación.
12
Waldo Albarracin Sánchez.- Estructura y Funcionamiento del Poder Judicial en Bolivia y la
violación de los derechos humanos.- La Paz, Noviembre de 1996- APDHB
Página 9
2.2 Causas de hecho
Además de que la norma suprema y las inferiores establecían las condiciones descritas en el
acápite anterior, también sopesamos con el problema referido a las decisiones políticas
asumidas por parte de las instancias de poder. Decíamos en los párrafos anteriores que, esta
obsesión negativa de no dejar ningún espacio fuera del control de la organización política
encaramada en el Gobierno, más que beneficio genera un retroceso democrático. Un común
denominador de los diferentes gobernantes de turno en Bolivia, consistía en que cada uno
considera a su gestión como revolucionaria, parte del criterio de que todo lo que se hizo
anteriormente fue negativo para el país y que se ha presentado la oportunidad para promover
las verdaderas transformaciones, por tanto como se tiene identificado el fin principal,
cualquier medio para ese objetivo es válido. Se considera que todas las instancias estatales
deben estar subordinadas a ese proyecto, por consiguiente, el copamiento del Estado es
necesario para garantizar el éxito del proceso de cambio. En ese entendido digitan el accionar
del conjunto de instituciones estatales, invaden las mismas con su militancia partidaria, aunque
ésta no reúna las condiciones legales o técnicas requeridas. Sin embargo el resultado es el
mismo, en todas las coyunturas, incluyendo la actual, debilitad y vulnerabilidad de las
instituciones, corrupción en su interior, sometimiento político y en consecuencia
incumplimiento de los fines para los que fue creada la institución. En ese contexto, la
autonomía institucional es lo que menos funciona, afectando este fenómeno pernicioso a la
consolidación del sistema democrático. En consecuencia, vuelve la pregunta, fueron
autónomos alguna vez el Órgano Judicial y el Ministerio Público?., la respuesta es no, sin
embargo esta realidad no puede servir de argumento para postergar una aspiración legítima
que se tiene, en sentido de hacer realidad el estado de derecho.
2.3 La corrupción
Dentro de estas causas fácticas que debilitan la institucionalidad de los estrados judiciales y la
Fiscalía, nos encontramos con el fenómeno de la corrupción. Más allá de las modalidades de
nombramiento de las autoridades de ambas entidades, lo evidente es que, el elemento
corrupción es un contribuyente efectivo al proceso de deterioro del sistema de administración
de justicia. Si en líneas anteriores se habló de la dependencia o subordinación política,
completa el panorama negativo la influencia económica, escenario bajo el cual, desde las más
altas esferas hasta en los niveles del personal de apoyo, reina el factor corrupción, los precios a
los fallos judiciales, a los requerimientos fiscales, son parte de la actividad cotidiana, a que se
someten y adhieren las partes, bajo la intermediación de abogados inescrupulosos que
encontraron el instrumento ideal para lucrar con la desgracia ajena.
Este problema antiguo, no fue resuelto en la actualidad, porque en el contexto del
pragmatismo político, la manera de cómo funcionan las cosas en este ámbito, le resulta por
demás funcional al actual régimen de gobierno, toda vez que puede someter a jueces a fiscales
a sus estrategias políticas, fundamentalmente para atropellar a sus adversarios políticos.
3 Relación comparada de las previsiones constitucionales sobre la independencia
de los tribunales de justicia
Bolivia.- Art. 178 “La potestad de impartir justicia emana del pueblo boliviano y se sustenta
en los principios de independencia, imparcialidad, seguridad jurídica, publicidad, probidad,
Página 10
celeridad, gratuidad, pluralismo jurídico, interculturalidad, equidad, servicio a la sociedad,
participación ciudadana, armonía social y respeto a los derechos.
Constituyen garantías de la independencia judicial: 1.- El desempeño de los jueces de acuerdo
a la carrera judicial. 2.- La autonomía presupuestaria de los órganos judiciales…”
CHILE.- Art. 73.- “La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y
de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley.
Ni el presidente de la República, ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones
judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenidos de sus
resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.
COLOMBIA.- Art. 228.- “La Administración de justicia es función pública. Sus decisiones
son independientes. Las actuaciones serán públicas y permanentes, con las excepciones que
establezca la ley y en ellas prevalecerá el derecho sustancial. Los términos procesales se
observarán con diligencias y su incumplimiento será sancionado. Su funcionamiento será
desconcentrado y autónomo.
ECUADOR.- Art. 199.- “Los órganos de la función judicial, serán independientes en el
ejercicio de sus deberes y atribuciones. Ninguna función del Estado podrá interferir en los
asuntos propios de aquellos. Los magistrados y jueces serán independientes en el ejercicio de
su potestad jurisdiccional, aún frente a los demás órganos de la función judicial; Sólo estarán
sometidos a la constitución y a la ley”
PERÚ.- Art. 139.-“Son principios y derechos de la función jurisdiccional:
…2.- La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional.
Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional, ni
interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que
han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar
sentencias, ni retardar su ejecución. Estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la
facultad de investigación del Congreso, cuyo ejercicio, no debe, sin embargo, interferir en el
proceso jurisdiccional ni surte efecto jurisdiccional alguno”.
VENEZUELA.- Art. 254.-.”El Poder Judicial es independiente y el Tribunal Supremo de
Justicia, gozará de autonomía funcional, financiera y administrativa. A tal efecto, dentro del
presupuesto general del Estado se le asignará al sistema de justicia, una partida anual variable,
no menor del dos por ciento del presupuesto ordinario nacional, para su efectivo
funcionamiento, el cual no podrá ser reducido o modificado sin autorización previa de la
Asamblea Nacional. El Poder Judicial, no está facultado para establecer, tasa, aranceles, ni
exigir pago alguno por sus servicios.”
4 ANÁLISIS
Advertiremos que los textos constitucionales de la totalidad de los países de la región andina,
consagran literalmente la independencia de los órganos jurisdiccionales, sin embargo no en
todos se cumple este principio, la realidad no es homogénea ni uniforme. Hay tribunales,
como es el caso de la Corte Constitucional de Colombia, donde, no obstante el escenario de
violencia que vive el referido país por varias décadas, ha perfilado una interesante
jurisprudencia a través de fallos que son referente emblemático en todo América Latinay dio
Página 11
muestras palpables de independencia política. El otro extremo está precisamente en Bolivia,
donde la historia de los órganos judiciales, está caracterizada por el avasallamiento sistemático
de parte de los entes políticos, con la complicidad de la propia magistratura.
La actual Constitución Política del Estado, en lo concerniente al Órgano Judicial ha eliminado
la designación a través del Parlamento de las autoridades de alto rango y mantuvo la
designación congresal (Asamblea Legislativa Plurinacional) del Fiscal General de la
República.
En el primer caso y de manera inédita se ha previsto la elección de Magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia, Tribunal Agroambiental, miembros del Consejo de la Magistratura y
Magistrados del Tribunal Constitucional, a través del sufragio universal, previa depuración de
la lista de candidatos en la Asamblea Legislativa Plurinacional y posterior envío de los
nombres de las personas preseleccionadas al Órgano Electoral, existiendo la prohibición
expresa para que los candidatos realicen campaña a su favor, ni siquiera a través de terceros,
bajo pena de ser descalificados.
Una primera impresión permitiría deducir que, de esta manera se estaría iniciando un serio
proceso de despolitización de los nombramientos de autoridades judiciales, permitiendo
además la intervención directa de la ciudadanía a través del voto. Sin embargo, todavía
subsiste el riesgo de manipulación por parte de la mayoría parlamentaria, instancia política por
excelencia, al otorgarle a ésta la potestad(constitucional) de depurar las listas, lo que significa
que no todos los candidatos y candidatas que postulen a los diferentes cargos jurisdiccionales
tienen la seguridad de ingresar en la contienda electoral, ello lo decidirá precisamente la
Asamblea Legislativa Plurinacional..
El comportamiento asumido por la actual mayoría parlamentaria, que supera los dos tercios,
en diferentes circunstancias, ha mostrado un evidente sesgo de sus actuaciones y una falta de
equilibrio en sus decisiones, prescindiendo de lo institucional y priorizando el interés político,
muy subordinado a los mandatos que emanan del Órgano Ejecutivo. Este antecedente nos hace
pensar que, bajo la lógica del copamiento de cuanta instancia estatal exista, el pueblo sólo
tenga la oportunidad de elegir magistrados sobre la base de una selección digitada por la
bancada parlamentaria oficialista. En esas circunstancias, pierde sentido la previsión
constitucional de elegir magistrados a través del voto ciudadano.
Sin embargo de los riesgos antes descritos, subsiste el desafío y aspiración legítima de
fortalecer estas instituciones, procurando a través de diferentes iniciativas, su fortalecimiento,
búsqueda de absoluta independencia política, la transparencia de sus actos, en aras de
consolidar el sistema democrático.
Para el logro de este objetivo, la indiferencia ciudadana es la alternativa menos adecuada, el
permitir que se nos sirva el pasado en copa nueva, constituye una claudicación o renuncia a
nuestros principios. En todo caso, la vigilancia ciudadana y permanente fiscalización al
comportamiento de quienes ejercen poder, debe ser la consigna permanente.
Es posible fortalecer estas entidades y consolidar su autonomía, a través del permanente
accionar e iniciativas ciudadanas.
El año 2011, precisamente será un año de desafíos y la sociedad civil no debe permitir que el
destino del país y de la democracia, dependa exclusivamente del accionar de los protagonistas
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políticos. Es importante practicar de a de veras la Democracia Participativa, incrementar la
vigilancia y control ciudadano.
El fortalecimiento del Ministerio Público como entidad de defensa de los intereses de la
sociedad y de los tribunales de justicia, pasa necesariamente por la consolidación de su
independencia institucional, la transparentización de sus actos y la cualificación del elemento
humano.
Teléfono (5912) 2799673
Fax: (5912) 211 7326
Calle 21 N° 8227, Edificio Lydia, Piso 2, Oficina 201 Calacoto La Paz – Bolivia
Página web: www.institutoprisma.org
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