LLAMADO URGENTE A LA REFLEXIÓN Y LA ACCIÓN, POR UN

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LLAMADO URGENTE A LA REFLEXIÓN Y LA ACCIÓN, POR UN MÉXICO PARA TODOS
"Ya estamos hasta la madre"
Marcha por la paz con justicia y dignidad
SI NO RENACEMOS DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU, NO PODREMOS ENTRAR EN EL REINO DE DIOS
(Jn. 3,5)
Refiere el Evangelio de Juan que, un tal Nicodemo, escriba de Jerusalén fue a ver a Jesús. El
narrador puntualiza que "era de noche" cuando tuvo lugar ese encuentro. Esto, connota: miedo,
crisis, injusticia, alejamiento de Dios, pecado. El tema central es RENACER DEL AGUA Y DEL
ESPÍRITU, comenzar una vida nueva, diferente.
Estas palabras en labios de Jesús son bastante iluminadoras para encontrar una salida a la noche
oscura que sufre México: crisis institucional, falta de credibilidad hacia políticos, funcionarios,
servidores públicos, policías; corrupción, impunidad, empobrecimiento generalizado, negación
sistemática del gobierno para reconocer problemas nacionales e incapacidad para resolverlos con
la participación ciudadana; separación de los tres poderes del Estado mexicano, respecto a la
sociedad civil. Ni el Ejecutivo, ni el Judicial, ni el Legislativo tienen mecanismos adecuados,
permanentes de consulta y representación ciudadana. No hay referéndum, plebiscito, encuestas,
ni la costumbre del pueblo de ser tomado en cuenta. Los tres Poderes del Estado mexicano, en sus
tres niveles, no sólo no cuentan con estructuras y prácticas democráticas de consulta y
comunicación, sino que actúan, no pocas veces, en contra de la misma ciudadanía. A sus
espaldas se deciden muchas cosas. Aunque ahora hay más transparencia, falta mucha
información.
Somos parte de una nación fragmentada, cada vez más lejana de la comunión; ante una Iglesia
católica que no ha hecho lo suficiente para haber impedido este desastre nacional, por medio de
la evangelización y educación en la fe cristiana. Nosotros, como institución, pudimos haber
contribuido a sembrar valores humanos y cristianos. No lo hicimos. Podemos justificarnos, pero los
hechos ahí están. Si hiciésemos una encuesta sobre la Iglesia, sobre todo entre los jóvenes, nos
llevaríamos una sorpresa al saber lo que piensan. A nosotros nunca nos van a tirar la puerta para
exigirnos participación; simplemente se están alejando; hay un éxodo silencioso. Tenemos que
aprender de Europa. Es grande el poder clerical. Los laicos no tienen valor para hablar.
Por otra parte, al gobierno actual, le ha obsesionado la imagen, la honorable fachada, en lugar de
reconocer desafíos y dialogarlos con el pueblo. A los mexicanos se nos ha ocultado que, México es
un país muy rico; que genera enormes ganancias, pero que se van, casi la mitad de ellas, a la
acumulación inmoral de unos cuantos privilegiados, beneficiados del régimen en turno. La clase
media no crece y no hay futuro para los jóvenes quienes, hoy están mejor preparados hasta con
posgrado y no encuentran trabajo, y si lo encuentran, se les paga una miseria. La macroeconomía,
bien; el bolcillo de los clasemedieros, cada vez peor.
Y de las mujeres, ni qué decir: son las más afectadas por esta deshumanización nacional. Los
feminicidios son la mejor prueba de nuestra autodestrucción. El mal trato y la exclusión siguen
marcando la nota de nuestra vida social, no obstante avances en leyes y organizaciones. Nunca
como ahora se habla de Derechos Humanos, sobre todo de la mujer; sin embargo, jamás habíamos
presenciado violencia tan despiadada, por delincuentes que antes fueron abandonados por la
sociedad; gente que se creó sin atención y sin amor.
Activistas y defensores, as de los DDHH son vistos como enemigos, como una amenaza,
obstaculizando su misión y sufriendo toda clase de atropellos. Una vida amenazada por ser
solidaria con los más vulnerables.
La inseguridad personal y colectiva crece por todos lados, mientras el territorio nacional es ya, un
enorme cementerio de migrantes y personas no identificadas.
Ante esta noche oscura nacional, Jesús Resucitado se presenta con la propuesta de una nueva
vida. A este México cristiano, evangélico y católico; a este pueblo guadalupano, El Hijo de Dios le
entrega una palabra vivificadora; le asegura que la solución emergente a nuestra crisis es
RENACER DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU, revalorar nuestra consagración bautismal. Ser bautizado no
significa una membrecía, una pertenencia pasiva; ES UNA FUERZA FORMIDABLE
TRANSFORMADORA, DORMIDA. Todo ser humano es hijo de Dios. Los bautizados somos el Equipo
trabajo con el que Jesucristo puede contar; al que le puede confiar, nada más ni nada menos, que
la causa de su Reino, que no es otra cosa sino una sociedad donde todos, as quepamos y nos
tratemos como hermanos: con verdad, con justicia, con respeto, con amor.
La Iglesia que fundó Jesucristo la formamos todos los bautizados: Jerarquía y Feligreses, y todos
por igual, en lo individual y en lo colectivo, ESTAMOS AL SERVICIO DE ESE REINO, ¡que NO ES DE
ESTE MUNDO!, por más que empiece aquí.
Aquí es donde urge la participación responsable de todos los bautizados. Tenemos que ser
conscientes de la fuerza bautismal que poseemos. El Espíritu Santo, la gracia, los dones, carismas,
que nos han sido dados para el cumplimiento de nuestra misión, ¡NO LOS ESTAMOS
APROVECHANDO! ¡SOMOS UNA FUERZA DORMIDA! Y si esto no fuera así, no tendríamos el
desastre de País que tenemos. No basta rezar; hay que buscar primero el Reino de Dios y su
justicia. Es hora de perder el miedo.
Por esta misma razón, quiero motivarlos, as, fraternalmente, a que nos sumemos a la invitación
que hace la Conferencia del Episcopado Mexicano, a través del Obispo Víctor René Rodríguez, para
unirnos a la Caravana por la Paz, con Justicia y Dignidad, encabezada por el humanista y defensor
de los Derechos Humanos de todo México, Javier Sicilia.
La Caravana inició el día 5; tiene su máxima expresión el 8 de mayo en el Zócalo de la Ciudad de
México, pero no termina aquí. Aquí nace un movimiento para REFUNDAR MÉXICO; un NUEVO
PACTO NACIONAL incluyente con todas las personas que quieran participar en un esfuerzo
nacional por superar el paternalismo, el infantilismo irresponsable, la inconsciencia, a fin de
alcanzar un despertar ciudadano y cristiano. Todos, as, debemos unirnos para construir un México
sano, equitativo y justo, ejerciendo nuestro derecho a participar, a estar informados para tomar
las mejores decisiones sobre nuestra vida, nuestros recursos, autoridades, leyes, oportunidades.
TENEMOS QUE RENACER DE LO ALTO; DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU; DESDE NUESTRA DIGNIDAD
BAUTISMAL. Ser cristianos de estadística, no ha salvado a México del infierno que vivimos. Llegó la
oportunidad de hacer la voluntad de Dios, y no decirle solamente: “Señor, Señor”.
Lo que como católicos pedimos hacia afuera, para la sociedad, la Iglesia, como institución, lo debe
dar hacia dentro: reconocer y valorar el papel del laico y de la mujer, no sólo en documentos, sino
en estructuras de participación eclesial, de acuerdo a los signos de los tiempos.
Reivindiquemos juntos el derecho de vivir con justicia y dignidad, disfrutando este País que es de
todos, pero que, en la práctica pertenece a unos cuantos que son cada vez más ricos. Tener al
hombre más rico del mundo, es la mejor prueba de nuestra falta de evangelización, de omisiones
de nosotros como Iglesia, de nuestra ceguera, del desequilibrio social que sufrimos.
Participemos activa y valientemente por la transformación de México.
Desde la mirada amorosa de Jesús.
José Alejandro Solalinde Guerra
7 de mayo de 2011
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