LOS PROBLEMAS FILOSÓFICOS DE DESCARTES A HEGEL Eustachio Paolo Lammana Storia della Filosofia I. CARACTERÍSTICAS GENERALES. reflexión sobre la naturaleza de los métodos utilizados. 1. LOS PROBLEMAS Para Bacon, la tarea más urgente de la filosofía es el de establecer una nueva lógica —la lógica de la invención— antítesis de la silogística En este periodo, los problemas nacen de la reflexión sobre dos grandes movimientos culturales que lo caracterizan: 1) El desarrollo imponente de la ciencias de la naturaleza, no sólo de la física (de de los aristotélicos: es necesario crear un nuevo Organon del pensamiento (en oposicón al Organon de Aristóteles). Esta tarea comprende dos momentos: uno negativo —de Galileo a Newton) sino también viviente (progresos de la Biología y, purificación de la mente de todas las fuentes de error o falsas imágenes particularmente de la embriología, con la ayuda del microscopio), con de la realidad que obstaculizan el progreso de la ciencia y que él llama los nuevos procesos experimentales y matemáticos codificados por ídolos que clasifica en cuatro clases, denominados con términos llenos Bacon y Galileo y con el presupuesto de una estructura mecanicista de de imaginación: ídolos de la tribu, de la caverna, del mercado y del la realidad natural; 2) la formación del Estado moderno nacional (de tipo teatro; y otro positivo que es la teoría de la inducción, o sea, del absolutista o de tipo constitucional-representativo) sobre las ruinas del procedimiento esencial de la nueva ciencia. Contando con los casos Estado feudal, con la aparición siempre más resuelta (en la vida social y particulares que interesan para el conocimiento de un fenómeno dado, política) de la nueva clase burguesa. es necesario distinguir aquellos en que el fenómeno se verifica, aquellos Problema del conocimiento, problema de la realidad, problema ético- en que no se verifica y aquellos en los que el fenómeno se presenta con político son planteados y discutidos en relación a aquellas dos algunas variaciones (es necesario, pues, sistematizar los hechos en tres posiciones problema del tablas: de presencia, de ausencia y de grado). Se anota el elemento sea búsqueda del que está siempre presente en el primer grupo, ausente en el segundo y fundamento de la validez objetiva) de aquellos que son los puntos de que está sujeto a variaciones correspondientes al fenómeno en el partida del método inductivo-experimental y del método deductivo- tercero, se hace la hipótesis que ese elemento sea precisamente la matemático; el problema de la realidad analizará lo concerniente a la causa del fenómeno. Finalmente, se verifica la hipótesis mediante la posibilidad de extender el principio mecanicista (de la concatenación deducción a partir de ella, de consecuencias experimentales. históricas de conocimiento será la cultura europea. esencialmente crítica (o El necesaria e causa y efecto) —propio del mundo corpóreo— a toda la Para Galileo, el aspecto de la naturaleza que el científico indaga, es realidad, incluida la espiritual o humana; el problema ético-político será el que se presta para ser traducido a números y figuras. En las una determinación del problema metafísico, en el sentido que se tratará matemáticas se capta la necesidad racional y ésta no puede no ser de ver si el mundo humano (y por lo tanto el Estado) sea una formación idéntica en Dios y en el hombre: deriva de Dios esta estructura racional que puede entrar en el mismo mecanicismo que domina en el mundo común al intelecto y a la naturaleza. natural o responda también a principios de orden diverso. Los grandes progresos de la nueva ciencia exigen, ante todo, la La experiencia, entendida como observacion de hechos particulares es, sin duda, necesaria, pero ella pone los problemas, no los resuelve; 3 provee hechos, no los explica. Explicarlos, significa encontrar las sentidos, por el método inductivo; el universal intuido por la razón por el relaciones necesarias y eternas que los ligan, mostrar de cuáles causas método deductivo; y, sin embargo, la investigación científica más son efecto. Y eso se logra únicamente si los hechos se traducen a un comprehensiva —como la de Galileo, por ejemplo— utiliza los dos, con factor común —el movimiento— que es sujeto de medida matemática y la confianza que ellos, a pesar de tener puntos de partida diversos, se consideran causa y efecto como variaciones de movimiento conexas concuerdan plenamente en los resultados. ¿Está fundada esta entre ellas de un modo necesario. La Mecánica se convierte el modelo confianza? Y ¿como se explicaría esa concordancia? de la ciencia de la naturaleza. Para responder a estas preguntas que se imponen a la reflexión es De este ideal de la ciencia nace su método: el proceso de la necesario conducir las dos posiciones iniciales al centro de actividad en investigación tiene dos momentos: uno analítico (método resolutivo) y que se unifican y del que parten; y este centro es el yo, es el sujeto de uno sintético (método compositivo): en el primero, se descomponen los pensamiento, independientemente del contenido sensible de la fenómenos en sus elementos y se traducen en grandezas numéricas percepción de la que parte el método inductivo o el contenido racional entre las cuales se propone una relación matemática a manera de de la intuición de la que parte el método deductivo. Hay siempre un yo hipótesis; en el segundo, la hipótesis se verfica con el cálculo y el que siente, en un caso, y un yo que intuye racionalmente en el otro. experimento, observando si la recomposición de los elementos de ¿Qué encontramos efectivamente en este yo que, por la vía de la acuerdo con la relación supuesta da como resultado el fenómeno por experiencia o del cálculo, es el constructor de la ciencia? ¿Qué es este explicar. yo, que como sujeto del conocimiento, antes de conocer otra cosa o que en el acto de conocer otra cosa, se conoce a sí mismo? El conocimiento El pasaje del problema del método, que es de por sí un problema de sí —no ya el particular percibido o el universal intuido— es la científico, al problema de la validez del conocimiento científico, que es posición inicial de la investigación filosófica y dependiendo que el yo, en un problema filosófico, se da de esta manera: el método es un este primer contacto consigo mismo, encuentre en sí conceptos procedimiento de pensamiento que, presupuesta la verdad A de una universal inderivables de la experiencia y connaturales con la razón o cierta posición inicial, indica cuáles desarrollos implica esta posición representaciones derivadas de impresiones sensoriales, se determina inicial en dirección de la verdad: pero ¿cuál es el valor cognoscitivo, el ya, en esta primera postura, la divergencia entre racionalismo y valor de verdad de esa posición inicial? Si ese supuesto de verdad es empirismo. arbitrario, su desarrollo, en vez de ser una aproximación a la verdad, es Pero, a esta primera postura, le sigue una segunda: ¿qué autoriza al un enredo siempre mayor en una red de ilusiones. Es necesario, pues, sujeto a ir más allá de sí mismo para afirmar la existencia de algo que someter a la crítica esta posición inicial. Más todavía, porque los no sea él? métodos, teorizados y practicados en la investigación científica son dos A) Si el sujeto no encuentra en sí mismo sino representaciones y parten de posiciones iniciales opuestas: el particular percibido por los sensibles (empirismo), ¿qué justifica el paso de estos modos de ser del 4 sujeto a una realidad objetivamente existente o, al menos la distinción la una a la otra? O, en otros términos, ¿cómo debe estar constituida entre elementos subjetivos y objetivos de la experiencia misma? Y, esta realidad heterogénea al pensamiento para que, no obstante ello, puesto que la naturaleza, tal como la construye el físico, se nos pueda ser conocida por el pensamiento? Aquí, el problema metafísico presenta como un conjunto de cosas —o sea seres que resultan se mezcla con el gnoseológico: y de los varios pensadores que discuten permanentes (sustancias) en las variaciones de sus estados o esta cuestión, algunos parten del examen de la actividad cognoscitiva cualidades (accidentes)— ligados entre sí por relaciones universales y para determinar la naturaleza de la realidad conocida y otros parten de necesarias (leyes), por las cuales todos los fenómenos pueden ser la determinación de la naturaleza de la realidad para establecer cómo sujetos a cálculo y previsión segura, ¿qué fundamento se puede sea posible conocerla. encontrar a esta estructura de la realidad natural en los datos de la experiencia que tomamos inmediatamente de nuestro yo? B) Si, por el contrario, el sujeto encuentra en sí mismo, en su 2. LAS ORIENTACIONES GENERALES: RACIONALISMO Y EMPIRISMO, MECANICISMO Y FINALISMO. inmediata intuición, ideas y principios universales, independientes de la experiencia (racionalismo), ¿qué autoriza la aplicación de estas En el tratamiento de estos problemas, por lo tanto, se delinean dos intuiciones a los hechos y a los objetos de la experiencia? La razón grandes orientaciones filosóficas y se desarrollan en el 600’ y el 700’: el podrá construir un edificio conceptual intrínsecamente conexo y racionalismo y el empirismo. Posteriormente, ambos influyen para la compacto: pero ¿con qué fundamento pretendemos que las cosas — creación de aquel fenómeno característico de la cultura europea del independientes de nosotros— entren ahí dócilmente, cada una en el 700’ que es la Ilustración. puesto que nosotros con nuestra razón, le asignamos? E aquí el A la cabeza del racionalismo, encontramos a Descartes (1596- problema del fundamento o criterio de verdad en el conocimiento de esa 1650); a la cabeza del empirismo —orientación característicamente realidad que se supone existente fuera de nosotros? inglesa que, a través de Francis Bacon, se remonta al occamismo y a Roger Bacon— encontramos a Hobbes (1588-1679) y Locke (1632- Hay, por último un último aspecto del problema. Hasta ahora nos 1704). hemos referido a la cuestión de la existencia de una realidad distinta de El Discurso del Método de Descartes (1637) es celebrado como una la del sujeto; pero está también el asunto de la naturaleza o estructura especie de manifiesto del racionalismo moderno. Su valor no reside intrínseca de una tal realidad. Puesto que la realidad que el tanto en la crítica del viejo mundo cultural —ya llevada a cabo mucho pensamiento pone como existente es (en todo o en parte, poco importa) antes por el Renacimiento—, ni en la demostración de la fecundidad de naturaleza opuesta a la del pensamiento, supuesto que esté cognoscitiva de las matemáticas o en la determinación de los cánones fundamentada la suposición de una realidad material y heterogénea a la metódicos del conocimiento. Descartes había sido precedido en ello por del pensamiento, ¿cómo es posible establecer un puenta para pasar de Galileo. Lo que hay de nuevo en la obra cartesiana es que el problema 5 de la objetividad, típico de las matemáticas es encuadrado en el esta dificultad, los continuadores de Descartes, tienden a atenuar el problema general de la certeza racional; el centro de la filosofía se dualismo entre pensamiento y materia, por dos vías. Una es la que traslada del exterior al interior del pensamiento, de la naturaleza al yo. siguieron los ocasionalistas (el holandés Geulinx 1624-1669 y el francés Con este doble resultado: mientras se encuentra en la razón el Malebranche 1638-1715) y concluida por el holandés Benito Spinoza fundamento de la interpretación mecánica de la naturaleza hecha 1632-1677: se desnudan las sustancias finitas de cualquier forma de posible por las matemáticas, al mismo tiempo, se le limita el alcance al autonomía para atribuirle exclusivamente a la sustancia infinita de Dios ser sustraída de ella la realidad espiritual del yo, cuya irreducible toda originalidad con respecto a la naturaleza es vigorosamente reafirmada paralelamente— de movimiento y reducir en Dios la corporeidad a (dualismo entre materia y espíritu, extensión y pensamiento). pensamiento —pensamiento de la extensión— hasta que, con Spinoza actividad generadora tanto de pensamiento como — Hobbes, por el contrario, erige el mecanicismo matemático como precisamente, la sustancia infinita de Dios es identificada con una principio de interpretación de la realidad universal, sometiendo a él impersonal necesidad lógico-mecánica y el universo se presenta como incluso el mundo humano y toda la vida espiritual; con tal objetivo, el eterno desarrollo de una fórmula geométrica cuyo pensamiento y reduce toda la actividad racional a sensación y ésta a movimiento extensión son aspectos distintos pero inseparables de una única mecánico de partículas de materia. Pero no se plantea el problema realidad divina (panlogismo monístico y mecanicista: una única gnoseológico de la verdad objetiva de la sensación y de toda la sustancia agente según una necesidad lógico-matemática). La otra vía interpretación mecánica de la naturaleza cuya real existencia es es la seguida por el alemán Leibniz (1646-1716) el cual, negando a la admitida dogmáticamente. Éste es, en cambio, el interés dominante de materia cualquier realidad originaria, sustituye el dualismo cartesiano de Locke, que analiza el intelecto humano, distinguiendo las ideas o pensamiento y extensión por un espiritualismo pluralístico o sea, una representaciones que la experiencia sensorial genera, intentando concepción por la cual el mundo está formado por una pluralidad infinita establecer qué cosa nos hacen conocer realmente las ideas. de relidades espirituales todas, entre las cuales el Dios creador ha El desarrollo del racionalismo cartesiano encuentra su posiblidad de puesto una armonía. En esta armonía encuentra su fundamento tanto el conexión en la conclusión metafísica del sistema de Descartes de la conocimiento que el pensamiento de cada individuo tiene del universo, existencia de sustancias pensantes y sustancias extensas, de la como la posibilidad de subordinar el mecanicismo al formalismo dualidad entre realidad espiritual y realidad material que excluye (panlogismo pluralístico y teleológico: en el universo es el pensamiento cualquier acción recíproca de la una sobre la otra. La misma vida del de dios el que actúa para armonizar una pluralidad infinita de seres pensamiento parece ser imposible sin admitir una acción del cuerpo espirituales haciendo realidad el fin del mejor de los mundos posibles). sobre el alma (en la sensación) y del alma sobre el cuerpo (en la voluntad) y, por otra parte, no se entiende como lo inextenso y lo El desarrollo del racionalismo cartesiano, por lo tanto, tenía un extenso puedan tener algún tipo de relación entre ellos. Para eliminar procedimiento prevalentemente metafísico, en función del cual era 6 tratado el problema del conocimiento. En cambio, en el desarrollo del empirismo lockiano, el problema del conocimiento está en primer plano El 700’ es el siglo de la Ilustración, o sea, de un movimiento de y a él se subordina el problema metafísico. Sin embargo, es análoga la cultura general tendiente a clarificar con las luces de la razón toda la orientación y el resultado: es decir, progresivamente, se elimina la realidad y a combatir el oscurantismo donqueriera se anidase. Ella realidad física contrapuesta al pensamiento en cuanto sería del todo representa el fruto maduro de la crítica del pasado que desde el inconocible y se reduce la realidad conocible a la experiencia, o sea, a Renacimiento había recibido su impulso más vivo, y se afirma sobre determinaciones de la vida de pensamiento del sujeto que experimenta. todo con la extensión —a todas las esferas de la vida humana — de los Locke había reducido la naturaleza, en cuanto conocible, a genérica procedimientos racionales que —habiéndose mostrado fecundos en los corporeidaad o solidez (cualidades primarias) causantes de nuestras progresos admirables de las ciencias físicas— habían sido teóricamente impresiones. Sus continuadores en Inglaterra son Berkeley (1685-1753) sistematizados por el cartesianismo (investigación de las ideas claras y y Hume (1711-1776), en Francia Condillac (1715-1780). Berkeley niega distintas) y en la doctrina de Hobbes (reducción de las formaciones la existencia de la corporeidad incluso entendida a la manera de Locke, natrurales y síquicas más complejas a los factores más simples e mostrando que las cualidades primarias son tan subjetivas como las inmediatos proveídos por la experiencia). secundarias y no reconociendo otra existencia que la de sustancias La Ilustración acaba por convertirse en un tentativo de proceso —en espirituales, de yoes, no sujetas a otra acción causal que la de Dios, en nombre de la razón— a la historia: la fe optimista en el poder cuyo pensamiento se resuelve la objetividad del mundo natural. Hume reformador y renovador de la razón se convierte en odio al pasado destruye con su crítica la validez objetiva incluso de estas nociones de (antihistoticismo). Este carácter se muestra particularmente en Francia. sustancia y causa, sobre las que se basaba la interpretación mecánica En la primera mitad del 700’ Francia mira a Inglaterra como a su de la naturaleza y reduce la experiencia y, por tanto, la realidad modelo, como a la patria del libre pensamiento y de la nueva ciencia, a conocible, a un fluir de apariencias subjetivas, entre las cuales el hábito, la patria del constitucionalismo y el racionalismo. Pero las ideas o sea una fuerza también ella subjetiva, fija relaciones más o menos inglesas asumen en Francia un ímpetu revolucionario más radical. constantes: ir (Revolución de 1789). El ideal de un cosmopolitanismo y un (escepticismo). Análogamente, Condillac transforma el empirismo humanitarismo racionalista —en el pensamiento científico y filosófico— lockiano en sensismo riguroso sosteniendo que la sensación es la se convierte en un decidido ahistoricismo (la historia es el dominio de lo generadora de toda la vida síquica del hombre y declarando problemas irracional) y en la exaltación del salvaje como un hombre que vive insolubles y, por lo tanto, insostenibles, los que se refieren a realidades precisamente fuera de la historia, en el estado de naturaleza. El que se supone existen más allá de nuestra vida síquica. progreso —como victoria siempre más plena sobre el oscurantismo— más allá de estas apariencias, no se puede es el artículo de fe fundamental de la nueva religión, la religión de la 3. LA ILUSTRACIÓN. Razón, de la cual la Enciclopedia fue como su Biblia. 7 Los diversos problemas filosóficos encuentran en la Ilustración francesa las soluciones más adversas al espiritualismo tradicional. En al Renacimiento —en el cual destaca la figura de Vico— nos ocuparemos más tarde. gnoseología, el empirismo se transforma en sensismo escepticizante; Dado el espíritu general de la Ilustración, se entiende que entre los en metafísica triunfa el materialismo más radical (el mundo es una problemas filosóficos despertara el mayor interés los más relacionados máquina que se forma por sí misma y el hombre mismo no es más que con la vida práctica, es decir, el problema religioso y el problema ético- una máquina viviente; en religión, el anticlericalismo se convierte en político. En relación con el primero, contra el misticismo antiracionalista exaltación del ateísmo; en moral, la reacción al ascetismo y al fanatismo —que en la segunda mitad del 600’ había encontrado, en los se convierte en el más rudo sensualismo. En Alemania, el pensamiento Pensamientos de Pascal (1623-1662) la expresión más vigorosa— se filosófico en el 700’ se inspira ante todo en Leibniz y de la doctrina afirma un decidido racionalismo crítico que se expresa en esa corriente leibniziana fue eficacísimo divulgador Wolf (1679-1754). Pero el de ideas religiosas que, habiéndose formado en Inglaterra, se difundió formalismo y el dogmatismo del pensamiento wolffiano determinaron en toda Europa, particularmente en Francia, y que se conoce bajo el por reacción el surgimiento de corrientes filosóficas más abiertas al nombre de deísmo. Por lo que respecta al problema ético-politico, empirismo inglés. Esta tendencia a un contacto del pensamiento con la Hobbes y Spinoza por un lado y Locke y Rousseau por otro son los experiencia se manifestó sobre todo como interés por el análisis representantes de las orientaciones más significativas. sicológico en el cual, se siguió generalmente el principio intelectualista absolutista los dos primeros; en sentido liberal-democrático los tendiente a reducir toda la vida síquica a representaciones sin que por segundos. En sentido ello dejara de poner de relieve aquellas esferas de actividad espiritual Pero este periodo ilustrado de pensamiento, especialmente hacia irreductibles inmediatamente al intelecto —esa facultad de las ideas sus finales, presenta también manifestaciones de pensamiento que claras y distintas— (como por ejemplo el arte) y, más en particular, al exaltan, más allá de la fría inteligencia a-histórica (a la que la Ilustración sentimiento como facultad de valoración (práctica y estética). Pero el reducía la racionalidad humana), el sentimiento como fuente de los más espíritu ilustrado se hizo sentir incluso en este dominio de indagación en elevados valores morales y religiosos (escuela inglesa de Shaftesbury. cuanto el conocimiento del alma era visto como un medio para la 1617-1713 y el propio Rousseau) y la historia como educación de la felicidad. humanidad por obra de la revelación de Dios (Lessing, 1729-1781). En lo que se refiere a Italia, ésta se levanta nel 700’ del vacío 4. EL PROBLEMA DE KANT. intelectual en que había caído hacia fines del Renacimiento; y se levanta, precisamente, en el contacto con las orientaciones de la El racionalismo, de Descartes a Kant, presenta un carácter cultura, especialmente francesa e inglesa y a través de la asimilación de dogmático porque considera el a priori racional (ideas innatas) como las ideas ilustradas dominantes en ellas. Pero del pensamiento posterior válido para el conocimiento de una realidad distinta del sujeto, sin 8 justificar esta pretensión y, por lo tanto, arbitrariamente (y el recurso a la infalible (Rousseau, ética inglesa del sentido moral). Racionalismo y intervención de Dios y a los milagros del ocasionalismo y de la armonía empirismo no han sabido resolver el problema cómo sean posibles las preestablecida, son un vano expediente y un círculo vicioso). Por esto, matemáticas, cómo es posible la física, ni han sabido satisfacer la ni viene justificado el fundamento de la validez objetiva de la física y las exigencia metafísica del espíritu humano, ni, en fin, han sabido matemáticas ni está sustentado el edificio metafísico que sobre ese interpretar el significado más profundo del mundo moral. supuesto arbitrario construyó el racionalismo. El empirismo, por su De ahí surge la tarea que Kant asigna a la filosofía: 1) demostrar, parte, está condenado al escepticismo: su desarrollo de Locke a Hume contra el escepticismo humeano la validez objetiva del saber científico; lo demuestra. Decidido a permanecer firme a las impresiones 2) demostrar de qué manera las mismas razones que convalidan el sensoriales y a negar objetividad a lo que no se puede reducir a ellas, saber dentro de los límites de la experiencia, excluyen la posibilidad de no sabe dar razón de los nexos que se establecen entre los datos una metafísica como ciencia (lo que explica los fracasos de las proporcionados por las impresiones —para que resulten no una tentativas de construirla), pero confirman, al mismo tiempo, la amalgama caótica sino la experiencia, o sea un ordenamiento de legitimidad de la metafísica como exigencia y disposición del alma datos— y que no son ellos mismos datos. Decir que estos nexos nacen humana, 3) proveer a la conciencia moral los datos suficientes para de hábitos de la conciencia (Hume) no satisface porque no puede delinear el mundo suprasensible, capaz de satisfacer esta exigencia hacerse habitual una relación que no este en los actos singulares que metafísica sin colisión con el conocimiento científico de la naturaleza. repitiéndose dan lugar al hábito. Por lo tanto, el empirismo tampoco ¿Es posible una metafísica como ciencia? He aquí la cuestión principal explica, es más niega las verdades físico-matemáticas y en cuanto a la para Kant. y ¿cuáles son las condiciones del saber en general y de su metafísica, la declara imposible (y los resultados desastrozos que, a validez objetiva? He aquí la vía por la cuál él quiere llegar a la solución juicio de Kant, han dado los esfuerzos racionalistas en el campo de la primera cuestión. Ocurre someter a análisis a la experiencia, para metafísico, justificarían la condena por parte de los empiristas). ver cuáles son, efectivamente, las condiciones que hacen posible el E. KANT (1724-1804), ante tales situaciones. sostiene estos tres conocimiento objetivo de la naturaleza y hacer este examen fijando la hechos: 1) es innegable la existencia y el progreso de la nueva ciencia atención no tanto en los contenidos del pensamiento que construye la de la naturaleza, físico-matemática; 2) existe y persiste, en el espíritu ciencia (ya sean esos las ideas innatas de los racionalistas, ya sean las humano, una exigencia del suprasensible, una natural disposición impresiones sensoriales de los empiristas) sino en el pensamiento metafísica, que el fracaso de los tentativos de construir una ciencia del mismo que trabajajo con esos contenidos. Se trata de encontrar los suprasensible en títulos que la razón presenta para demostrar su potencia cognoscitiva; dependencia de la metafísica (como hace el racionalismo tradicional) se trata de hacer la crítica de la razón misma, con el doble intento de amenaza ser arrastrada al escepticismo que golpea a ésta, ahí donde explicar la existencia de la ciencia de la naturaleza y de buscar si la en los testimonios inmediatos de la conciencia común es segura e exigencia metafísica puede ser satisfecha extendiendo, en cierto modo, no ha destruido; 3) la moralidad, colocado 9 al supresensible, las condiciones por las cuáles se realiza la experiencia tanto de un mundo de cosas en sí con el cuál la sensibilidad a o si no se deba, más bien, recurrir a otra vía (la moralidad). Criticismo posteriori, le pone en relación. Y, por otro lado, la autoconciencia es la denominación que Kant da a esta obra suya, en contraste con el humana está limitada por aquello constituye el mundo de la fe religiosa, dogmatismo de los racionalistas y el escepticismo de los empiristas. o sea, de una realidad divina, de una espiritualidad pura, que la sensibilidad no condiciona en modo alguno, que trasciende el mundo de 5. KANT Y LA FILOSOFIA DEL OCHOCIENTOS: IDEALISMO, ESPIRITUALISMO, POSITIVISMO. la experiencia y al hombre mismo en cuanto sujeto de actividad trascendental, a pesar de ser esta la raíz más profunda, la fuente de aquello que constituye el valor. Kant, en relación con aquello que está Kant concluye, de manera original, el movimiento especulativo característico de la edad moderna tendiente a buscar en el pensamiento del hombre el secreto de la realidad universal. Para Kant, el mundo de la experiencia, no sólo para su posibilidad de conocimiento, sino por su misma realidad, presupone al ser humano (no tiene, por lo tanto, una existencia en sí, independiente del pensamiento humano, como sostenía el dogmatismo racionalista anterior). Pero el hombre, precisamente por ser presupuesto por la experiencia, no es el hombre como puede ser dado o formado en la experiencia, el hombre empírico (como pretendía el empirismo anterior) sino el hombre como actividad espiritual, como conciencia de sí, como o trascendental, cuya unidad interior no puede ser creada por la experiencia si es en ella y por ella que la experiencia se constituye como unidad ordenada de los datos sensoriales. Y esta soberanía del hombre se revela más claramente, según Kant, en la moralidad: el hombre que obra exclusivamente por el deber, se desvincula de toda sujeción a la naturaleza y afirma su autonomía absoluta. Pero en Kant, el humanismo encuentra una doble limitación. Por un lado, la autoconciencia, como actividad espiritual, en cuanto a priori, no puede funcionar desligada de la sensibilidad, o sea, del cuerpo y por lo más allá de estos límites, se declara agnóstico: el noumeno, según él, no es conocible, tanto como cosa en sí de donde provienen las sensaciones, como pura realidad espiritual, como mundo de la libertad de la cual participa el ser humano en cuanto razón, pero que no se agota en ella. Este agnosticismo resultaba ser una posición contradictoria e insostenible y por ello, en torno a esos dos límites trabajó el pensamiento post-kantiano, orientándose, durante el siglo XIX, en tres direcciones: el idealismo, el espiritualismo y el positivismo. El idealismo suprime ambos límites, afirmando la absolutez y la infinitud de la conciencia humana: no hay otra realidad que el yo, en el yo y por el yo. Todo límite que encuentra el pensamiento no puede ser sino un límite puesto por él mismo dentro de sí mismo; y es una necesidad para el pensamiento, definir, delimitar su mismo contenido para que pueda pensar. El pensamiento define su infinitud para poder siempre sobrepasar los límites y extender siempre más su ámbito. El infinito que se define para reafirmar su infinitud es el ritmo dialéctico propio del pensamiento y determina su desarrollo. Por lo tanto, en este movimiento infinito, por una parte el pensamiento se afirma como la absoluta subjetividad universal que traza la trama del universo, es él mismo Dios, eliminando todo residuo de trascendencia. Por otra parte, 10 el contenido del conocimiento es generado por el mismo movimiento del pensamiento. De su esfuerzo de reducirlo al a priori. ¿No había limitada pensamiento, no recibido de fuera, de la presupuesta cosa en sí. El yo, Kant el conocimiento humano a la experiencia? El retorno a Kant quiere como actividad creativa del universo tanto en su aspecto formal como significar, para el positivismo, reducción de la realidad (al menos de la en cuanto a su contenido, es el noumeno, pero la realidad de él se realidad que nos puede interesar) a la experiencia y eliminación de identifica con aquella del mundo de la experiencia en cuyo proceso de todos aquellos elementos metafísicos que, la filosofía anterior había formación viene desarrollándose a sí mismo. La realidad es desarrollo introducido, comprendidas en ello las mismas formas a priori kantianas dialéctico, es historia y en este proceso se realizan correlativamente y la misma autoconciencia humana como yo trascendental. El sujeto y objeto, pensamiento y ser, Dios y el mundo. Estos son los humanismo se reduce a naturalismo. El hombre mismo, su misma motivos dominantes en el idealismo alemán de los primeros decenios razón, son considerados como resultados de condiciones impuestas por del siglo, representado particularmente por la triada: Johannes Fichte la naturaleza sensible. La ciencia, se comprende como ciencia de la (1762-1814), Federico Schelling (1775-1854) y Georg Wilhelm Frederick naturaleza que renueva sus triunfos de manera más grandiosa que en Hegel (1770-1831). el setecientos y que quiere una vez más hacer derivar la vida espiritual del juego de las fuerzas agentes de la naturaleza material. El espiritualismo, en contraposición a la tendencia inmanentista para La crítica, llevada a cabo de varias formas, de los conceptos y los disolver la realidad divina en la del mundo y por la tanto en la procedimientos propios de la ciencia de la naturaleza, entre los fines del autoconiencia humana, busca reconstituir aquel límite superior del ochocientos y los principios del novecientos, tenderá a volver a humanismo que Kant había entrevisto y, al mismo tiempo, oscurecido remarcar la fuerza originaria e irreductible del espíritu incluso dentro del con su agnosticismo: a remarcar la trascendencia de la realidad divina mundo de la naturaleza. Tendrá lugar el redespertar del idealismo y del sobre lo trascendental de la razón humana. En este sentido se orientan, espiritualismo, que caracteriza una orientación especulativa de este tanto en Alemania como en los otros países de Europa, muchos período. movimientos doctrinales de oposición o limitación del idealismo y, más particularmente, en el pensamiento italiano del resurgimiento, en su corriente más viva. 6. ROMANTICISMO E IDEALISMO. Finalmente, la segunda mitad del ochocientos es la era del El idealismo postkantiano representa la sistematización doctrinal de positivismo. Éste busca reconstituir lo que, en Kant, era el límite inferior aquel movimiento cultural que reacciona frente al iluminismo y que es de la autoconciencia humana, aquella esfera del a posteriori de donde denominado Romanticismo del cual existen algunos rasgos en el propio provenía el contenido siempre nuevo del mundo de la experiencia y que Kant. el idealismo había forzado y extenuado en formas puras de Kant, aunque conserva muchos elementos ilustrados, está fuera de 11 su espíritu por los motivos más profundos de su pensamiento. La idea A este esteticismo se liga la orientación —representada por poetas- del yo como legislador de la naturaleza, el drama de la razón que se filósofos alemanes y románticos por antonomasia— que desarrolló la debate entre la necesidad del suprasensible y la conciencia del carácter idea kantiana de la actividad creadora del espíritu en el sentido del ilusorio de todo saber metafísico, la conciencia de la seriedad de la vida anarquismo del genio: cada uno, y particularmente el genio, se entendida no como gozo del bienestar sino como una lucha contra la constituye libremente su mundo, sin ningún vínculo o regla ni siquiera la absorción en la naturaleza por medio de la conquista de la libertad fidelidad al propio pasado: el mundo es el sueño que cada uno sueña espiritual, la afirmación de los derechos del sentimiento como reflejo de (SCHLEGEL y NOVALIS). la actividad fantástica, por la cual la vida en la belleza expresa la unidad Pero a parte de estas formas extremas, el concepto fundamental del espiritual más profunda, son estos, conceptos que Kant transmite al Romanticismo, —la creatividad del espíritu— fue desarrollado, como pensamiento de la generación sucesiva. habíamos dicho, por el idealismo a partir del sentido kantiano del yo Como Kant en el campo del pensamiento, la Revolución francesa representa en el campo de la vida social y política, la conclusión y la superación del movimiento ilustrado. El fracaso, al menos inmediato, de la Revolución y de sus ideologías, determinó en el espíritu una reacción que se expresa principalmente en estas formas: despertar del sentimiento religioso, reconocimiento del valor de la tradición, aprecio por lo que hay de irracional o mejor de a-lógico en la vida, conciencia de la nacionalidad en oposición al ideal cosmopolita, nostalgia del pasado y sentido de la historia. Historicismo por un lado y desarrollo de la idea kantiana de la creatividad del espíritu por otro, son las dos características del romanticismo. El interés amoroso por el pasado (Herder) si orienta particularmente al medioevo (aprecio del espíritu del catolicismo dominante en él) o a la antigüedad clásica (neohumanismo, que ve el ideal de la humanitas en la contemplación y la creación de la belleza y admira la antigüedad como la época que más se aproximó a este ideal: éste está representado particularmente por GOETHE y SCHILLER quien propone como tarea moral del hombre la formación del alma bella. como principio activo de ordenamiento universal. 12 II. CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD 1. EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO. pensamiento― otras facultades, como la de cambiar de posición y de recibir impresiones sensoriales de sustancias no pensantes, y que ambas facultades se refieren en modo evidente a algo “extenso”, algo En el planteamiento del problema gnoseológico, el conocimiento de sí mismo constituye el punto inicial de la investigación, tanto para el racionalismo cartesiano que para el empirismo inglés. Las divergencias extraño al pensamiento, así el yo, al aprehenderse a sí mismo, advierte la presencia ante sí de sustancias corpóreas, cuyo atributo esencial es la extensión. entre las dos corrientes se manifiestan ya en la determinación de la naturaleza del yo, de cuya indagación toma su punto de partida. La distinción entre conciencia de sí y conciencia de lo que es distinto de sí, es rápidamente transformada por Descartes en dualidad metafísica de pensamiento y extensión, de realidad espiritual y realidad corpórea. a) Descartes. El pensamiento de Descartes (tanto en el Discurso del Método como en las Meditaciones) parte de la duda universal, de la suposición de que no solamente los sentidos, sino la misma razón nos engañan constantemente y que incluso la evidencia matemática sería falaz (la naturaleza podría ser el dominio de lo irracional, y nosotros podríamos ser víctimas de un Genio maligno engañador). Pero en esta misma duda se reafirma la certeza de mi yo: si me engaño y dudo, pienso: “cogito, ergo sum”. Si pienso, soy; en mi pensar intuyo, inmediatamente, mi ser; pensar y ser coinciden: yo soy ese mismo pensar. Es la refutación del escepticismo que encontramos ya en San Agustín y que habíamos visto renovada en Campanella. b) Hobbes. Veamos ahora qué es el yo y en que consiste el conocimiento de sí mismo para la corriente empirista inglesa. Hobbes, como hemos dicho, está preocupado sobre todo por descubrir, por así decirlo, el funcionamiento intrínseco del mecanicismo que domina la realidad y, para hacer esto, se refugia, al igual que Descartes, en el yo que conoce, casi prescindiendo de la existencia o no existencia de otras realidades. Es más, recurre a una ficción: supongamos, dice, que el universo desaparezca y que de esa desaparición total no se salve sino un hombre con su pensamiento y con su patrimonio de representaciones de las cosas ya experimentadas por él y de su Pero Descartes pasa, de inmediato del acto de pensar, cuya certeza había emergido de la duda misma, a la afirmación de la sustancia pensante, del ser del “cogitare” a la “res cogitans”: el yo pensante es un ser que para existir no tiene necesidad de otro (lo que constituye, precisamente, el concepto de sustancia). Y si el atributo esencial de esta sustancia es el pensar, ésta no puede existir sin que en su propia naturaleza estén contenidas ideas para pensar: el yo, por ello, tiene ideas innatas. Pero, dado que reconoce en sí ―más allá del ordenamiento: los “fantasmas” con los cuales este hombre reconstruiría mentalmente el universo desaparecido, no son diversos de los “fantasmas” con los cuales nuestra razón opera ahora, cuando calculamos los movimientos de los astros o medimos la grandeza de la tierra; para hacer esto, sostiene, “no subimos al cielo para dividirlo en partes y medir los movimientos, sino que lo hacemos permaneciendo tranquilamente en nuestro estudio o en la oscuridad”. La formación de estos fantasmas, su concatenación necesaria en ese juego lógico del 13 pensamiento que es la deducción científica, lo busca Hobbes en el yo. filosofar es, ante todo, reflexión del sujeto sobre su vida pensante, Éste es, para él, nada menos que un cuerpo (porque una sustancia análisis del intelecto: pero se debe añadir, de inmediato que, por un inextensa es inadmisible para él); es cerebro, es corazón, es órgano lado, él prescinde, en este análisis psicológico del intelecto, de cualquier sensorial en cuyas partes pequeñas un movimiento externo determina presupuesto metafísico, en el sentido que a él no le interesa saber si el un movimiento interno que es sensación. (Hobbes no distingue el alma que piensa es una sustancia ni tampoco si es una sustancia movimiento de la conciencia del movimiento que es una distinción espiritual ―como quería Descartes― o material ―como quería Hobbes esencial). En la sensación está, precisamente, el “fantasma” o la (la materialidad o inmaterialidad del alma, para él, es cuestión de fe). Y “representación” de la cosa. por otro lado, el intelecto ―o sea el yo pensante, la actividad de La sensación se transforma después, a través de movimiento internos y más complicados en imaginación, memoria, fantasía, intelección, hasta la función más elevada que es la razón o función de las nociones universales, mediante las cuales es posible la ciencia. Las nociones universales no son sino nombres, que indican lo que hay de semejante en las imágenes particulares (nominalismo) y tienen valor sólo en cuanto evocan las imágenes particulares recabadas a través de la experiencia (empirismo). Pero, por otro lado, una vez formadas, esas imágenes se prestan a ser definidas y unidas de manera necesaria y representar y de entender, no interesa tanto por sí misma, en su actividad, como acto de representar, sino por aquello que representa, por la idea como dice él o representación que ocupa nuestra mente y existe sólo en cuanto está presente al entendimiento. El dato del problema es éste: tenemos ideas, es decir, representaciones, las cuales no tienen otra realidad que en nuestra mente, existen en cuanto están presentes al entendimiento. La pregunta es ¿qué nos hace conocer esas ideas? Para responder a esta pregunta, Locke indaga como se forman en nosotros, cuál es su génesis psicológica. universal, independientemente de la experiencia (deduccionismo), De inicio, hay que excluir que sean innatas: los niños y los salvajes no precisamente por tratarse de nombres y los nombres son construidos tienes esos conocimientos que cartesianos y neoplatónicos afirman que libremente por nosotros, sin referencia directa a la realidad empírica (de han sido infusas por Dios en todos los hombres. Nuestra alma es una ahí la formación extraordinariamente importante del lenguaje) ―de “tabula rasa”, no en el sentido que no posea aptitudes originarias (por manera semejante a cómo el matemático construye los números y las ejemplo, la capacidad de pensar, de querer, de recordar), sino en el figuras―: y pueden, por ello, ser sometidas a operaciones de unión y sentido que sólo a través del ejercicio de estas capacidades adquirimos separación ―de manera semejante al sumar y al restar matemáticos― las que forman, precisamente lo que se llama razonamiento: razonar es representaciones elementales o ideas simples, las cuales son ideas de calcular. Qué valor tenga, objetivamente, este calcular, lo veremos sensación , adquiridas a través de los sentidos externos (colores, después. sonidos, sabores…), o ideas de reflexión, adquiridas a través del c) Locke También para Locke, como para Descartes y para Hobbes, ideas. La experiencia es la fuente de todas nuestras sentido interno, o sea a través de la conciencia que el alma tiene como 14 del reflejo que sus varios modos de ser o actuar reenvían en ella casi similares, acto que se concreta en el nombre con que se designa una como en un espejo (ejemplo: idea de percibir, de recordar, de clase de cosas. desear…). Su antiabstractismo nominalista si distingue, pues, del de Hobbes y del Estas ideas simples, son sometidas por el intelecto a una elaboración: de Locke, por la relevancia que con él viene dado a la actividad original mediante la abstracción se obtienen las ideas generales; mediante la del espíritu, como creador del significado universal de las ideas o de los combinación de las ideas simples se obtienen las ideas complejas, las nombres. De hecho, debe existir algo que perciba las ideas y el ser cuales son ideas de sustancias (fierro, oro…) o de modos (modos de percipiente no puede sino ser pensamiento, espíritu, yo. Existen, por lo ser o de obrar que pueden subsistir por sí mismos, como triángulo o tanto, sustancias espirituales, las cuales se distinguen netamente de las mentira). Así, las ideas generales y las complejas vienen fijadas ideas percibidas en cuanto éstas son pasivas e inertes, mientras que mediante nombre por medio del lenguaje. aquellas son, por su esencia, actividad. La intuición directa de nuestro propio yo es la única vía a través de la cual nos formamos la idea de la causalidad activa: sólo los espíritus son causas eficientes. d) Berkeley. Otro representante del empirismo inglés, Berkeley, se une a Locke, en cuanto también él parte del análisis del dato de conciencia más elemental, como presencia de la idea a una mente, pero poniendo el acento de la reflexión más en la mente como actividad que se representa la idea, que en la idea representada (contrariamente a lo que había hecho Locke) y ello, para reafirmar el concepto del yo como sustancia espiritual. e) Hume. Frente a esta afirmación metafísica de la realidad espiritual del yo como actividad ―tomada del hecho empírico de la conciencia elemental de la idea presente a la mente―, Hume propone que la reflexión filosófica se atenga firmemente a la experiencia, o sea, al testimonio de la conciencia, sin aventurarse en el mar de la metafísica. Toda nuestra vida psíquica está constituida, según él, de impresiones (percepciones actuales) y de ideas (imágenes o copias meguadas de aquellas). Unas y otras no están aisaldas atomísticamente, sino La idea tiene para él estas dos características: 1) no existe sino en asociadas de tal manera que las ideas simples se agrupan en cuanto es pensada por una mente; 2) por su contenido mental es representaciones de cosas y éstas se unen entre ellas en un orden más siempre particular: no existen, ni siquiera en la mente, ideas generales o menos estable. Se forman, particularmente, ciertas ideas complejas, (no está presente en la mente el triángulo, sino un cierto triángulo; no el ciertas ideas de relaciones, que constituyen el esqueleto del mundo de color, sino este o aquel color). La universalidad no es una propiedad de nuestro conocimiento, impidiendo que éste se disuelva en una la idea, sino un acto de la mente, para la cual, una cierta idea particular polvareda desordenada de impresiones. es considerada como signo que está para todas las otras ideas 15 sensu”, pero es necesario añadir “nisi ipse intellectus”. El poder Pero, poner bajo este trabajo de asociación, una especie de soporte (alma, sustancia espiritual), es para Hume una ilusión: la mente es una especie de teatro, donde las diversas percepciones hacen su aparición, intelectivo es originario, no derivable de la experiencia sensorial, aunque sólo a través de la experiencia sensible puedan desarrollarse y actualizarse las virtualidad que el entendimiento posee originariamente. pasan y se mezclan; pero este teatro está constituido por las propias percepciones que aparecen. Las percepciones que se parecen en nuestra vida interior son asociadas entre sí y a este as o colección de 2. EL CONOCIMIENTO DE LO OTRO: EL CRITERIO DE VERDAD Y LA REALIDAD EN LA CORRIENTE RACIONALISTA representaciones le llamamos yo. La certeza inherente al conocimiento de sí (ya sea el cogitare de f) Leibniz. Si el empirismo, por su lógica interna, es conducido a considerar el yo como un teatro de representaciones, y, por ello, a acentuar el aspecto de pasividad y receptividad de la vida psíquica, el racionalismo, por el contrario, a través de su representante más complejo y maduro de este periodo, Leibniz, reafirma, de la manera más enérgica, el carácter del yo como centro de actividad, desarrollando de una manera original, el concepto del innatismo cartesiano. Nuestro yo, como cualquier otro ser del universo, es, para Leibniz, una mónada, o sea, una realidad simple que en su unidad contiene y expresa la Descartes o la presencia de la idea a la mente de los empiristas ingleses) no puede ser sino el primer momento de la investigación gnoseológica, a la cual debe seguir un segundo que analiza la verdad del conocimiento, con relación a su objeto. El yo forma parte de la realidad y el conocimiento de sí es conocimiento de la realidad; pero el yo no es la realidad. Hay un mundo por conocer; eventualmente, hay incluso una realidad supramundana (Dios) por conocer: ¿qué es aquello que nos autoriza pasar del cogitare al essere (a un ser diverso del pensamiento), de la idea a la realidad? ¿Existe un criterio de verdad? representación del universo. Todos los conocimientos, nuestra alma, los extrae de su propio fondo. Contra Locke, Leibniz sostiene el innatismo, no en el sentido que desde un principio todas las ideas estén a) Descartes. Que yo exista, en cuanto pienso, es un conocimiento desarrolladas plenamente en nuestra alma, sino en el sentido que en claro y distinto y, por ello, cierto. Se puede, pues, dice Descartes, ella existen disposiciones o virtualidades naturales para esos datos o establecer como criterio de verdad que es verdadero aquello que se nos contenidos representativos. El conocimiento es desarrollo de las presenta tan claro y distinto como la conciencia del yo. Pero la claridad mónadas y éste presenta dos grados: el de la percepción (en la cual, de y la distinción de la conciencia del yo, depende de la coincidencia, en acuerdo con las apariencias, las realidades externas actúan sobre ella, del pensar con el ser, por el hecho que el yo no puede ser pensado nuestra alma) y el del entendimiento: el pasaje de aquel a éste es un sin que exista. El problema general de la verdad, por lo tanto, se plantea pasaje de las ideas oscuras y confusas a las ideas claras y distintas. así: esa coincidencia ¿se tiene sólo en el yo? Y entonces, la certeza en Por lo tanto, es verdad que “nihil es in intelectu, quod non prius fuerit in torno a una cosa cualquiera no se puede tener sino en la medida en que 16 su ser se reduzca al ser del yo que se piensa a sí mismo: el ser es nuestra voluntad, la cual da su asentimiento a ideas confusas y oscuras, idéntico al ser pensado por el yo (idealismo). O bien, se quiere salir del como si fueran claras y distintas: el error es efecto de un abuso de cerco del yo para aprehender una realidad objetiva y, entonces, es libertad. necesario que el yo descubra en sí mismo una idea, la cual, a pesar de referirse a un ser distinto del yo, tenga, sin embargo, en sí mismo, la garantía de la existencia necesaria de ese otro ser, es decir, que se presente como coincidencia de pensar y ser (realismo). Con esto, Descartes considera que ha resuelto el problema del conocimiento, por parte del pensamiento, incluso de aquello que es externo y opuesto al pensamiento, o sea, de la naturaleza física como res extensa, como mundo corpóreo. También en torno a ello serán Descartes sigue esta segunda vía: el yo, pensándose a sí mismo, se verdaderas aquellas ideas que se presenten a la mente como claras y piensa como limitado e imperfecto: pero no podría advertir su finitud, si distintas: esas y no otras. A estas alturas, Descartes retoma la no tuviera en sí la idea de lo infinito y de lo perfecto. Pero pensar lo distinción, ya llevada a cabo por los atomistas y retomada por Galileo, infinito y lo perfecto, Dios, y pensarlo existente, es la misma cosa: el ser entre las cualidades secundarias (colores, sabores, olores…) y las absolutamente perfecto no puede no tener esa perfección que es la cualidades primarias de los cuerpos (propiedades geométricas como la existencia (argumento ontológico). La idea de lo infinito es, por lo tanto, figura y el movimiento): las primeras son para él, subjetivas y tienen la impronta puesta en mí ser por el propio Ser Infinito: Por ello, solamente un valor biológico (indican lo que es útil o dañoso a nuestra pensándome a mí mismo, pienso, con un mismo acto de intuición, a vida física) y dan lugar a ideas oscuras y confusas y, por ello, no Dios y sé que no podría tener la idea de Dios, si Dios no existiera. pueden ser objeto de ciencia. Las segundas, en cambio, son Con la certeza acerca de Dios, he tocado el punto en que la coincidencia entre pensamiento y ser no está ya limitada a una existencia finita, contingente y transitoria, sino a una que es necesaria, universal, eterna y, por ello, tengo la garantía absoluta que la ley de mi pensamiento es verdaderamente la ley del universo y que todo aquello que se presenta a mi razón claro y distinto, es verdadero con una verdade eterna y universal. Dios no puede no ser veraz y por ello no determinaciones de la extensión, y la extensión es el atributo esencial de las sustancias corpóreas (la espacialidad es aquello a lo que racionalmente se reduce la materia): por ello, sólo éstas dan lugar a ideas claras y distintas. Y así se explica, según Descartes, por qué sólo la matemática (ciencia del espacio y por ello de las figuras y del movimiento) ofrece un conocimiento objetivo de la naturaleza: así se explica por qué la ciencia de la naturaleza no pueda sino ser mecánica. puede quererme engañar: la veracidad divina es la garantía de la Del concepto de movimiento, debe derivar, según Descartes, cualquier validez absoluta del criterio supremo de la claridad y la distinción de las idea de fuerza: en la naturaleza no hay fuerza creadoras de movimiento: ideas. Y las ideas innatas son, precisamente, determinaciones de esta la causa única del movimiento que hay en el mundo, es Dios, que ha verdad que nuestro pensamiento lleva en sí mismo, puestas ahí por el creado los cuerpos con una cuantidad determinada y constante de propio Dios. Si caemos en algún error, es debido a la precipitación de movimiento y de reposo: los seres singulares de la naturaleza son 17 absolutamente pasivos. En la naturaleza no hay sino una serie de instante tras instante, para determinar cada hecho físico relacionado variaciones en la distribución del movimiento. El mecanicismo explica con una psíquico y viceversa. Pero, Malebranche tuvo, más allá de esta incluso, la formación y la vida de los organismos vegetales y animales: idea, otra intuición para la cual, en cuanto referida al recurso a Dios, se los animales no tienen conciencia, son simples autómatas. remitía a Descartes, aunque de manera más original. Según Descartes, Descartes concluye, pues, que el mundo espiritual y el corpóreo son absolutamente heterogéneos y separados: no puede haber actividad de uno sobre otro. Y sin embargo, los dos mundos se unen no sólo en Dios que es el creador de ambos, sino también en el ser humano, que es un compuesto de alma y cuerpo. ¿Cómo puede Dios, ser inextenso, haber impreso el movimiento a los cuerpos? Y ¿Cómo es posible en el hombre la unión recíproca de alma y cuerpo? Y, más en general, si los seres finitos son puramente pasivos respecto de Dios, ¿pueden ser considerados sustancias? O bien ¿el concepto de sustancia debe reservarse sólo para Dios? Son problemas que Descartes deja abiertos a la especulación posterior. para nosotros, el mundo corpóreo es pura espacialidad y nosotros no conocemos sino aquello que en él hay de inteligible en cuanto deducible de la extensión; ahora bien, estas ideas no pueden sino estar en Dios, quien es fuente de toda inteligibilidad: por lo tanto, concluye Malebranche, aquello que conocemos del mundo corpóreo lo intuimos en Dios: nosotros vemos todas las cosas en Dios. El dualismo de Descartes viene así profundamente atenuado: la extensión, de sustancia contrapuesta al pensamiento, es reducida a la idea de extensión, poseída por el pensamiento divino y por ello, a pensamiento: la extensión real es sustituida por la extensión inteligible y sólo ésta es necesaria para la ciencia matemática de la naturaleza. Este ciencia, por lo tanto, conservaría su valor incluso si un mundo corpóreo no existiera b) El Ocasionalismo: Geulinx y Malebranche. Estos continuadores de Descartes, aceptando el principio cartesiano de la dualidad de espíritu y o no hubiera nunca existido (y según Malebranche, sólo por fe, no por fuerza de la razón, se puede admitir la existencia de una realidad física). materia, buscan resolver el problema, dejado irresuelto por Descartes, acerca del modo como puedan explicarse aquellos hecho que parecen testimoniar una acción recíproca de un tipo de sustancia sobre otro, c) Spinoza. A una solución todavía más radical del problema derivado como las sensaciones en las que el alma depende del cuerpo y las del voliciones que producen movimientos corpóreos en los que el cuerpo cartesianismo en sentido monístico, reduciendo la dualidad cartesiana depende del alma. Para ellos, esta acción recíproca no existe: es Dios de espíritu y materia a la unidad de una sola Sustancia, la Sustancia mismo quien, con ocasión de un movimiento corpóreo, produce una Divina. Ya el propio Descartes había declarado que el concepto de impresión psíquica y que, con ocasión de un acto psíquico, produce un sustancia, en el sentido propio de la palabra, o sea “quello que existe de movimiento corpóreo. Dios, a cuya veracidad recurre Descartes para tal manera que no necesita de otro para existir”, aquello que es causa dar un fundamento de validez objetiva al conocimiento racional de la sui, no podría aplicarse propiamente sino a Dios: sólo en sentido naturaleza, es invocado aquí (de manera muy burda) para intervenir, amplio, entendiendo por sustancia “aquello que no necesita de otro para dualismo cartesiano, llegó Spinoza, quien desarrolló el 18 existir sino el concurso divino”, podría ser aplicado a los seres finitos. extensión divina. Estos modos, por ello, tienen su realidad verdadera en Spinoza, en cambio, lleva a la conclusión extrema la tendencia afirmada Dios, en cuanto cada ser es lo que es en relación con el universo, que por los ocasionalistas, quitando toda realidad sustancial y autónoma a es Dios (como cada figura geométrica es en cuanto está deterninada los seres finitos. El concepto mismo de sustancia implica, según él, que dentro del espacio infinito); y puesto que Dios es infinito y eterno, tal es no haya sino una sola Sustancia, eterna e infinita. Esta única sustancia también (en su realidad verdadera) cada ser del universo. Que los seres es Dios, cuya realidad se identifica con la del mundo. Dios y mundo son singulares sean en el tiempo ―cerrados entre el nacimiento y la la misma cosa, esto es, la Naturaleza, vista de un lado como actividad muerte― es apariencia, debida a una especie de ilusión de nuestra productiva inifinita (natura naturans) y del otro lado, como totalidad imaginación sensorial, que temporaliza lo que es eterno y delimita lo infinita del producto (natura naturata): el mundo se sigue de Dios, no que es infinito. Pero se pregunta ¿cómo es posible que en un mundo tanto como efecto de una causa, sino como consecuencia lógicamente que se identifica con la necesidad racional de Dios, surja esta ilusión? deducida de su principio. Observen la deducción geométrica, o sea, ¿Cómo es posible que en un mundo, del cual todo tipo de libertad está aquel proceso por medio del cual las propiedades del triángulo se excluida, un ser finito (el hombre) pueda con la imaginación (y con la siguen necesariamente de su definición y, más en general, del espacio pasión) cerrarse en su finitud (en vez de ser y vivir en el infinito), de infinito se forman las infinitas figuras geométricas: las propiedades del modo tal que genere aquel error de perspectiva que no hace aparecer el triángulo no están fuera de la esencia determinada en la definición, no mundo como un proceso de seres caducos? Es una dificultad, ésta, son diferentes de ella, ni las propiedades siguen en sentido temporal a insuperable para el panlogismo monístico de Spinoza. la definición; y de igual manera, las diversas figuras no son algo diferente del espacio ni son posteriores a él. Análogo es, según Spinoza, la relación entre Dios y el mundo (Deus sive Natura); la causalidad divina, productora del mundo, está fuera del tiempo; no es transitiva, sino inmanente en su propio producto, es impersonal y por lo tanto no obra por fines (cualquier consideración teleológica es antropomorfismo); obra de acuerdo con la necesidad de la naturaleza y no por la acción de fuerzas externas libres. De cualquier manera, ¿en que relación se encuentran entre sí los dos órdenes de modos el del pensamiento y el de la extensión? Este era el problema del ocasionalismo. Para Spinoza, esta relación es de paralelismo: los dos órdenes de modos forman dos series, que no pueden interferir jamás entre ellas: cada momento de cualquier serie no puede ser determinado sino por un momento antecedente de la misma serie (un movimiento corpóreo por otro momento corpóreo, un pensamiento por otro pensamiento): si bien, no hay momento de una Pensamiento y extensión no son dos órdenes de sustancias, como serie que no tenga su correpondiente en la otra, ni movimiento corpóreo quería Descartes, sino solamente dos atributos de la Sustancia divina y que no coincida con un pensamiento (la idea de aquel movimiento), ni los seres pensantes singulares y los seres corpóreos singulares no son pensamiento que no coincida con un movimiento corpóreo que es algo sino modos, modos de ser del único pensamiento divino y de la única así como su aspecto exterior. “Ordo et conexio idearum idem est ac 19 ordo et conexio rerum”. Sobre esta base metafísica, se entiende que para Spinoza, el problema del conocimiento deja de ser un problema, en cuanto se refiere al pasaje de la idea a la cosa: la idea es la cosa misma, y la cosa misma se piensa en la idea. No puede haber distinción entre conocimiento verdadero y conocimiento falso, si no en el sentido de conocimiento distinta del pensamiento (paralela a él), si bien en constante coincidencia con él y, por ello, pensable con verdad. Pero este dualismo es eliminado resueltamente por Leibniz, con la reducción de la materia a puro fenómeno del espíritu y, por ello, a pensamiento (panlogismo); y, por otra parte, la realidad espiritual, la concibe como una multiplicidad infnita de centros de pensamiento (panlogismo pluralístico). oscuro y confuso y conocimiento claro y distinto: se trata de una Leibniz critica la definición cartesiana de materia, por mostrar que diferencia de grado, no de cualidad (verdadero o falso). ninguna realidad originaria se puede atribuir a la materia misma: la Es tarea del hombre elevarse de uno a otro de los tres grados del conocimiento, que son también tres ámbitos de la actividad práctica: 1) forma imaginativa del conocimiento, fundada sobre la percepción sensible, limitada a lo particular y errónea en el sentido que no viene acompañada de la conciencia de su finitud y parcialdiad (y a la cual corresponde en el orden práctico el sometimiento a las pasiones, la pasividad de frente a los objetos que consideramos como extraños a nosotros; 2) forma racional del conocimiento, que constituye un ordenamiento de las cosas fundado sobre la aprehensión de aquello que hay de común y de universal en ellas (al cual corresponde en el órden práctico la liberación de las pasiones por cualquier cosa particular, la apatía); 3) forma intuitiva del conocimiento con la cual se contempla el universo derivar del infinito ser universal de Dios: que es conocimiento de las cosas “sub specie aeternitatis” (a la cual corresponde en el orden práctico el “amor Dei intellectualis”, con el cual tocamos la beatitud, en cuanto sentimos la eternidad de nuestro ser en Dios. extensión no es real: 1) porque es divisible hasta el infinito (lo real, en cambio, no puede sino ser simple y cuando se dice sustancia se entiende así); 2) porque, siendo homogénea, es indiferente a toda multiplicidad de figuras y movimientos y no contienen en sí el principio de aquellas diferenciación que, sin embargo, hay en la naturaleza: principio que no puede ser concebido sino como una fuerza. El ser real, por tanto, debiendo ser simple y al mismo tiempo principio de diferenciación, no puede concebirse que como centro de fuerza, o sea, como algo que puede actuar independientemente de otro ser y que, a pesar de tener partes, pueda y deba acoger en su unidad simple, una multiplicidad de determinaciones y relaciones. Este acogida de lo múltiple en lo uno es posible solamente en una realidad espiritual, o sea, en un ser capaz de actividad representativa: en efecto, la característica de ésta es que, aun permaneciendo una e idéntica en sí misma, afirma su unidad con una tensión (apetición) hacia un continuo cambio de representaciones. Ser y actuar, desarrollarse y el desarrollo se cumple en una perenne sucesión de actos representativos. Al centro de fuerza representativo, así entendido, Leibniz da el nombre de d) Leibniz. El dualismo cartesiano era superado por Spinoza bajo la forma de panlogismo monístico sólo hasta cierto punto, porque la extensión, en cuanto reducida a atributo de Dios, permanece siempre mónadas, es decir, de realidades espirituales, incluso en aquellos ámbitos que parecen inertes y privados de vida. 20 La realidad, o sea, el espíritu, es actividad representativa, pero no es Este límite interno, que toda mónada encuentra en el desarrollo necesariamente actividad consciente. Poniendo de relieve este espontáneo de su actividad representativa del universo, es inherente al equívoco entre percibir y darse cuenta de percibir (= cogitare) Leibniz carácter finito de la mónada y, por ello, al punto de vista particular corrige la definición cartesiana del espíritu: la gota de agua por aquello desde el cual refleja el universo. Esto constituye la materia inseparable que tiene de realidad, percibe, pero no tiene conciencia de su percibir de toda mónada y, por ello, mientras forma también el límite entre una (no apercibe, de acuerdo con el término usado por Leibniz). La mónada y otra, es lo que determina la dependencia ideal (o conciencia no es sino una pequeña isla luminosa que emerge del vasto subordinación) de las mónadas más imperfectas de aquellas más oceáno del incosciente. La realidad universal está, en su mayor parte, perfectas y, por lo tanto, la formación de los seres vivientes. Estos son constituida de percepciones insensibles. constelaciones o agrupaciones de mónadas, entre las cuales la central Ahora se pregunta. ¿De dónde le viene a las mónadas el contenido de sus representaciones? No de fuera, porque implicaría la acción de algo distinto de ella sobre ella y cualquier forma de pasividad debe excluirse de las mónadas. No hay entre las mónadas ninguna acción recíproca: las mónadas no tienen puertas ni ventanas: cada una saca del fondo de sí lo que se representa (porque, en su actividad representativa no pretende sino realizarse a sí misma). ¿Y que se representa? El universo. Cada mónada es un espejo viviente del universo, o sea, un espejo que no refleja imágenes que le vengan de fuera, sino que es el alma, mientras que las otras se enuclean en torno a ella formando lo que llamamos cuerpo. Y este modo de organización y de vida está difundido por todo el universo: es únicamente la imperfección de nuestra actividad representativa la que nos hace aparecer como muerto lo que está vivo, como masa extensa y continua el complejo infinito de las mónadas que constituyen un cuerpo. Masa corpórea, espacio, tiempo, son fenómenos, o sea, el modo de aparecer a nosotros de las agrupaciones orgánicas de esos vivientes y percipientes que son las mónadas. proyecta fuera de sí los fenómenos de los cuáles es fuente. No por ello, La eliminación de la materia como realidad sustantiva y la concepción la vida interior es igual en todas las mónadas: cada una representa el que cada mónada lleva en sí misma la representación de todo el universos desde su particular punto de vista: cada mónada es el universo, permiten a Leibniz superar la dificultad inherente al problema universo en pequeño, representa finitamente la infinidad del universo. del conocimiento como problema de la correspondencia entre De acuerdo con el grado de claridad y distinción con que el universo es representado en cada una de las mónadas, éstas ocupan un puesto más o menos alto en la jerarquía de los seres: pero incluso en aquellas que son más elevadas entre las mónadas finitas, permanece siempre un residuo más o menos vasto de ideas confusas e indistintas, que constituyen el fondo subconsciente de la vida de cada una de ellas. pensamiento y realidad, del pasaje de la idea a cosas heterogéneas a la idea misma. Para Leibniz, ningún sujeto tiene necesidad de salir de sí para conocer la realidad universal: para él, como para Spinoza, más que de contraposición entre ideas verdaderas y falsas, se debe hablar de distinción de grados de conocimiento, fundada sobre la claridad y la distinción (u oscuridad y confusión) de las ideas mismas: con la ventaja 21 sobre Spinoza que, estando constituido el mundo por una pluralidad de necesariamente, se deduce de él). Pero el mundo creado por Dios no centros de pensamiento autónomo, la existencia de grados de es el resultado de una necesidad racional de ese tipo, sino de una libre conocimiento, al menos parcialmente ilusorios, se comprende mejor que elección de la voluntad divina; elección, sin embargo, no arbitraria, sino en un mundo que se identifica con la única Sustancia divina. iluminada Pero el concepto de una pluralidad de mónadas, totalmente independientes entre sí y no susceptibles de recibir acción alguna de las otras, crea a Leibniz una dificultad nueva en relación con la verdad del conocimiento. La verdad deber ser una, idéntica para todos los sujetos cognoscentes: pero si cada sujeto se desarrolla independientemente de los otros y el conocimiento no es sino este mismo desarrollo, ¿quien nos asegura que haya acuerdo entre el mundo representativo de un individuo y el de otro? Es más, si cada individuo humano es la organización de una multiplicidad de mónadas (cuerpo) en torno a una mónada central (alma), ¿cómo se explica el acuerdo entre la actividad de la mónada alma y la de las mónadas cuerpo? Lebiniz desata el nudo recurriendo, a la manera de los ocasionalistas, a Dios: hay entre la por esta razón suficiente, que entre las infinitas combinaciones posibles hay una sola por medio de la cual la más grande suma de realidad es realizada en el máximo orden posible; entre los varios modos posibles hay uno solo que es el mejor; y Dios hay realizado, precisamene éste (optimismo y finalismo). También la ciencia humana, al reconstruir el mundo se guía por los mismos principios racionales que precedieron a la creación del mundo: el principio de no contradicción para las verdades de razón y el de razón suficiente para las verdades de hecho. El ideal de la ciencia sería el de reconstruir el sistema de las leyes y volver a hacer el cálculo que condujo a Dios a escoger éste como el mejor entre los mundos posibles: pero es un ideal superior a las capacidades de nuestro entendimiento, que debe extaer sus ideas de la experiencia. actividad de las diversas mónadas una armonía preestablecida por Dios en el acto de la creación: por ella, todo acto representativo de una mónada se realiza en el momento preciso en el cual en las otras 3. EL CONOCIMIENTO DE LO OTRO: EL CRITERIO DE VERDAD DEL EMPIRISMO. mónadas se realizan los actos representados en aquella. Dios no interviene cada vez para poner de acuerdo los diversos relojes; los ha fabricado de modo que su sincronía sea perfecta. Y esto, porque Dios, al constituir esta armonía, si bien no actúa con la necesidad lógica o geométrica del spinozismo, sino con libertad, sin embargo, esta libertad es guiada por el “principio de lo mejor”. En un mundo de necesidad racional (como el mundo matemático) no vale sino la ley lógica de la nocontradicción (dado un principio, no se puede sin contradicción rehusarse a admitir aquello que lógicamente y, por ello, a) Hobbes. Hemos visto como Hobbes, preocupado sobre todo de extender el ámbito del mecanicismo hasta la vida interior, definió el pensar racional como cálculo: cálculo con conceptos que no son sino nombres. La ciencia de la naturaleza es una colección de nombres, los cuales tienen un significado en cuanto evocan las representaciones sensibles de las que deriva (y así se salva el empirismo); pero, por otro lado, precisamente por tratarse de nombres construidos por nosotros, el cálculo hecho con ellos (en la deducción) produce un saber universal y necesario, independiente de la experiencia, porque no hace sino 22 explicitar las relaciones que nosotros mismos hemos incluido en la denominación de los conceptos generales. La ciencia de la naturaleza pretende determinar no lo que existe, sino el necesario concatenamiento de las nociones y de los nombres, lo cual sería válido incluso si el mundo externo se redujera a un sistema de apariencias y hobbesiano de verdad). Pero Locke, va más allá y se pregunta: cuando percibimos relaciones verdaderas entre las ideas ¿Qué conocemos ―a través de ellas― acerca de la existencia y la naturaleza de las cosas a las que se refieren las ideas? de fantasmas de nuestra conciencia. En relación con la existencia, dice que estamos ciertos de nuestra Por lo tanto, la verdad para Hobbes es de carácter formal: se refiere a la concatenación de los conceptos, es más de los nombres, en coherencia con el significado que en esos nombres nosotros mismos hemos propia existencia (por intuición), de Dios (por demostración) y de las cosas externas, como causa de nuestras sensaciones, pero de manera limitada a la duración de éstas. incluido: la verdad, en el sentido tradicional de la palabra, de congruencua entre los conceptos y la existencia de las cosas, no interesa a Hobbes. Acerca de la naturaleza de las cosas, dice Locke, no podemos tener ninguna certeza científica: la experiencia no nos da sino ideas simples de propiedades sensoriales, e incluso las cualidades primarias ―que b) Locke. El nominalismo de Hobbes lo encontramos también en Locje: las ideas generales, extraídas de las ideas simples (de sensación o de reflexión), son fijadas lingüísticamente mediante nombres. Pero él se propone, explícitamente, el problema del valor cognoscitivo de estos nombres o ideas y del criterio de verdad del conocimiento. Y también Locke da, inicialmente, una definición de la verdad que tiene el mismo carácter formal del criterio de verdad que hemos encontrado en Hobbes. Para él, en efecto, la verdad es percepción del acuerdo o desacuerdo entre las ideas (es, por lo tanto, relación entre ideas, no relación de las ideas con las cosas): y la verdad es intuitiva (si la percepción de este acuerdo o desacuerdo entre las ideas es evidente inmediatamente: por ejemplo 3 = 2+1; o el blanco no es el negro), o bien demostrativa (si se recurre a otras ideas intermedias, como sucede en las matemáticas y, en general, cuando se trabaja con ideas consideradas en su universalidad abstracta, independientemente de la existencia real de las cosas, lo que es, precisamente, el concepto consideramos objetivas respecto a las secundarias― nos dan la constitución general de la corporalidad, pero no las determinaciones particulares de ésta en la estructura de cada cuerpo. Las cosas que llamamos sustancias no son sino colecciones de ideas simples que coexisten por una unión que no es desconocida. Y las leyes y clasificaciones de las ciencias naturales no tienen ningún valor de conocimiento objetivo: se refieren no a las cosas, sino a los nombres con los que las designamos y que son signos formados arbitrariamente con el fin práctico de catalogar las cosas y podernos orientar mejor en medio de ellas. Este fin es práctico y práctico por ello, y no cognoscitivo, el valor de las proposiciones universales y necesarias que las ciencias naturales formulan para definir las cosas. Estas definiciones dan la esencia nominal, no la esencia real de los objetos: y mientras que para las matemáticas las dos especies de esencia coinciden, porque las entidades matemáticas no existen sino en cuanto 23 nosotros las hemos construido y denominado, y sus ideas son modelos (el espacio ―que representa el presupuesto de la figura, grandeza, para sí mismas, en cambio, en las ciencias naturales las ideas son movimiento, posición, etc. que son precisamente las cualidades copias de modelos existentes fuera de nosotros y no nos es dado en primarias― no es en sí mismo, sino la idea subjetiva de exterioridad, modo alguna la posibilidad de establecer el grado de coincidencia que constituida por ciertos datos de sensaciones táctiles y musculares, a las existe entre la copia y el modelo, entre la esencia ideal (o nominal) y la que se asocian ulteriormente datos visuales). [Análogamente, más esencia de las cosas mismas (o real). Debemos limitarnos a simples tarde, Condillac ―el filósofo francés que transforma el empirismo conjeturas. lockiano en sensismo, pretendiendo hacer derivar de la sensación no Para Locke, por lo tanto, las matemáticas son verdadero conocimiento, pero es ciencia de nombres y no de cosas y el conocimiento de las cosas, en cuanto a su naturaleza, no puede ir más allá de la probabilidad. Actúa en él la conciencia de la irreductibilidad del mundo físico a relaciones puramente matemáticas, con las cuales Descartes había debido identificarlo para declararlo plenamente conocible. El realismo de Locke concluye con un agnosticismo parcial. sólo el contenido del conocimiento sino también las funciones del alma― atribuye al tacto, entendido como sentido muscular, el poder de generar en el alma la idea de exterioridad espacial, y por ello mismo, de mundo corpóreo, y la tarea de enseñar a la vista a juzgar los objetos exteriores. Para él, también, de esta idea de espacio, no se puede deducir la existencia de un mundo externo.] Para Berkeley, por lo tanto, también las cualidades primarias, determinaciones del espacio, han de reducirse a la subjetividad. Por otro lado, la sustancia material entendida como sustrato de las c) Berkeley-Condillac. Berkeley no puede suprimir este agnosticismo de Locke, sino eliminando su realismo, o sea, negando la existencia real de cosas externas (materiales) que corresponden a las ideas que tenemos de ellas. Ya Malebranche, como hemos visto, había sustituido la extensión real por la extensión inteligible, o sea, la idea de extensión cualidades sensibles, que existe fuera de nuestra mente e inconocible para nosotros, es una ficción sin significado alguno. Las cosas no son sino colecciones de cualidades sensibles. Las cualidades sensibles no existen se no en cuanto son percibidas por una mente; por lo cual, el ser de las cosas se reduce a ser percibidas: esse es percipi. presente en la mente de Dios. Berkeley llega, por vía empírica, a un resultado análogo al que Malebranche había llegado por una vía teológica. Él demuestra su inmaterialismo (no existencia de un mundo corpóreo) reduciendo el espacio a la idea de exterioridad, entendida como una representación tan empíricamente subjetiva como las cualidades sensibles secundarias. En efecto, Berkeley prosigue la reducción del objeto físico a elementos de la vida del sujeto y muestra que las cualidades primarias son tan subjetivas como las secundarias Es verdad, existo yo, como sujeto que percibe las ideas y existen las ideas en mí. Mas, entonces, ¿no existe en el mundo otro ser que mi yo? Y ¿cómo se explica que las cosas se piensan existiendo incluso cuando no son percibidas por mí? Y ¿todas las ideas percibidas por mí son verdaderas? ¿Cómo puede introducir entre ellas una distinción de verdad o falsedad, de imagen ficticia o de representación real? Berkeley dice: yo me percibo como actividad perceptora, como causalidad 24 eficiente, pero soy consciente de la limitación de esta actividad mía; no concepto de genérica existecia de un ser real (espiritual) fuera de la depende de mí tener o no tener ciertas impresiones sensibles; esto lo conciencia pensante; 2) el concepto de sustancia; 3) el concepto de padezco como algo inevitable: por ello, recibo la acción de otros seres acción causal de una sustancia sobre otra. Hume, disolverá estos tres que, por las razones antes dichas, no pueden concebirse sino como conceptos, reduciendo el empirismo a escepticismo, o sea, a afirmación seres espirituales, pensantes y sentientes. Y para explicar la identidad de que ninguna cosa puede conocer el pensamiento sino a sí mismo en necesaria de ciertas impresiones sensibles para todas las conciencias, sus actuales y fugitivas determinaciones constituidas de impresiones así como para mostrar el fundamento de nuestra creencia en la (percepciones actuales) e ideas (imágenes tenues de aquellas). existencia de cosas que no son percibidas por nosotros, pone por encima de las conciencias finitas, la conciencia infinita de Dios, por la cual las cosas son percibidas eternamente de manera que subsisten en ese ser percibidas por Dios, incluso si no son percibidas por alguna conciencia finita. Y es Dios, quien presente quien, presente en nuestras almas produce en ellas las impresiones que tenemos. Las así llamadas leyes de la naturaleza no son sino relaciones constantes en la sucesión y coexistencia con las cuales las ideas son determinadas por Dios en Lo que denominamos objetividad inherente a la percepción actual y por medio de la cual sostenemos que podemos afirmar la existencia de una cosa correspondiente a ella, es identificada por Hume con la creencia, que es nuestro modo de sentir, una forma particular de reacción del sujeto ante un contenido mental, cuando éste se presenta con una grado de fuerza y vivacidad (que falta en la ficción imaginativa): por ello, la objetividad no sirve para transferirnos fuera de nuestra conciencia y a indicarnos un objeto. nuestros espíritus: la ciencia es la gramática del lenguaje divino. En empirismo se transforma en el obispo Berkeley en misticismo (análogo, por cierto, al de los ocasionalistas); y el inmaterialismo al que llega por vía empírica y que culmina en la afirmación de Dios como Supremo Pensante, coincide con el espiritualismo monadístico al que llega Leibniz, por vía metafísica y racionalista (ésta implica también la reducción de la materia a pensamiento y culmina también en la afirmación de Dios como Mónada Suprema, que determina en cada una de las infinitas mónadas creadas, las experiencia cognitivas). Para Hume, ni siquiera este grado de creencia y esta forma de objetividad puede atribuirse a todo aquello que no es impresión sino ideas compuestas como las de causalidad y sustancia que se encuentran asociadas a las impresiones y sobre las cuales se irradia ese sentimiento de creencia en la objetividad que es inherente a las impresiones. Tales ideas son como las de las matemáticas: en su abstracción, son formaciones convencionales de la mente y en la demostración se concatenan entre ellas sin relación a la realidad de la experiencia y de ahí deriva el rigor necesario y la certeza de estas concatenaciones (es el mismo concepto del valor de las matemáticas d) Hume. La crítica de Berkeley había llegado a disolver el concepto de que habíamos encontrado en Locke). Para las ideas de causa y existencia corpórea, mantenido por Locke con el reconocimiento de la sustancia, en cambio, se tiene la pretensión de que valgan para las objetividad de las cualidades primarias, pero había respetado 1) el cosas reales, es decir, que “in rerum natura”, dadas ciertas condiciones 25 (causa), éstas produzcan necesariamente un cierto efecto y que las inmediato y actual; no hay ningún ser fijo, idéntico a sí mismo y, en este diversas cualidades que se nos revelan a través de las impresiones, sentido, objetivo, que se encuentre en el “cogitare”. El pensamiento sean iherentes necesariamente, incluso en su variación, a algo que moderno, con Descartes y primero con Campanella, había buscado permanece sin cambio, idéntico a si mismo (sustancia). Este carácter de vencer el escepticismo refugiándose (como la había hecho San Agustín) objetividad que se pretende atribuir a la necesidad de la relación causa- en la certeza del “cogito”: inmediatamente Descartes había deducido de efecto y a la relación sustancia-accidente, es para Hume, un pura él el “esse” de la “res cogitans”. Con Hume, el escepticismo ha entrado ilusión. En cuanto a aquel, se reduce a una simple relación de sucesión: hasta el campo de la subjetivadad: no es conocible alguna “res”, el propter hoc no es sino post hoc: la sucesión entre dos fenómenos la “cogitans” o “extensa” que exista. constatamos, la dependencia causal, no. Si la sucesión entre parejas de fenómenos semejantes es constante o frecuente, la constatación habitual de ella produce en nosotros una asociación de las dos ideas, 4. EL HISTORICISMO DE JUAN BAUTISTA VICO de tal manera que al aparecérsenos la primera, esperamos que Juan Bautista Vico (1668-1744), en la Ciencia Nueva, en su visión aparezca la segunda. La denominada necesidad objetiva de la causa filosófica de la realidad a través del estudio de la historia humana, viene reducida a necesidad psicológica, inherente a nuestra conciencia. contrasta con la cultura filosófica contemporánea en general, toda ella Análogamente, para la sustancia, en cuanto al concepto de sustancia orientada hacia la naturaleza física, especialmente con el racionalismo material o de cosa externa, la crítica de Hume coincide con la de cartesiano. Éste rechazaba fuera del dominio de la ciencia todo aquello Berkeley; pero la extiende también al yo, reduciéndolo a un as de que no pudiera sujetarse a la necesidad de la demostración geométrica impresiones y recuerdos que se suceden más o menos rápidamente, y reducido a las ideas claras y distintas y desdeñaba, particularmente, la sin que haya nada de idéntico o permanente. Solamente, puesto que historia ―fundamentada sobre el testimonio― y todas las producciones muchas de estas impresiones se presentan como semejantes entre sí a humanas no derivadas del entendimiento (fantasía, pasión), dominio intervalos más o menos prolongados, la imaginación pasa, por el éste de lo probable y no de la certeza racional. Vico, como Leibniz, camino de la asociación, de una a otra de ellas de manera tan rápida y contrapone al ser abstracto de la matemática cartesiana, lo concreto de fácil de hacerse la ilusión de encontrarse frente a un único ser. la realidad espiritual como acción y desarrollo, y por ello finalidad, en la En conclusión , la experiencia es un fluir de apariencias, entre las cuales el hábito ha fijado asociaciones más o menos constantes induciendo a esperar para el futuro, algo análogo al pasado. Más allá de estas apariencias nuestra razón no puede ir. Es éste el escepticismo humeano; no hay certeza para el pensamiento sino de su pensar que se hace presente una racionalidad más profunda de aquella que rige ―en la claridad del entendimiento― el pensamiento geométrico. Pero la vida de esta realidad espiritual, Vico la toma de la historia humana: en él, por primera vez, el racionalismo se convierte en historicismo, es decir, la razón es considerada como una realidad que se actualiza a sí misma en una fecundidad creativa inagotable que 26 conoce y hace. Vico opone al cartesianismo: 1) las verdades de la física presentan ese mismo carácter de simple probabilidad que Descartes reprocha al conocimiento del mundo humano, porque los hechos de la naturaleza pueden ser constatados en la experiencia, no deducidos racionalmente; 2) la deducción matemática proporciona, si, la certeza absoluta, pero no sobre la realidad, sino sobre abstracciones, sobre entidades producidas por nuestra mente, a su arbitrio; 3) en cuanto a la realidad espiritual, al yo, el “cogito” cartesiano proporciona también certeza absoluta, pero no es capaz de ir más allá del pensar actual, del estado presente de nuestra conciencia: tenemos conciencia de nuestro ser, pero no ciencia de él. historia, el ser humano se conoce a sí mismo como él se ha forjado, o sea, que se ha venido haciendo con su actividad. En la historia, el proceso cognoscitivo (“verum”) se identifica con el proceso generador de la propia realidad constituida (“factum”): por lo tanto, “verum ipsum factum”, “verum et factum convertuntur”. (Se trata de un criterio de verdad análogo al que Kant hará extensivo después al conocimiento de la naturaleza, con su principio del yo legislador de la naturaleza, por medio del cual conocemos el orden natural sólo porque nuestro entendimiento lo constituye y lo conoce en el acto que lo constituye). Así, el espíritu adquiere conocimiento de su esencia universal y eterna, o sea, de las formas universales y necesarias de su acción (y esta es la filosofía) sólo a través de los cambiantes sucesos del desarrollo histórico de la humanidad: de ahí el acoplamiento de la filosofía (ciencia No tenemos ciencia de nuestro yo y no tenemos ciencia de la naturaleza, porque la ciencia es conocimiento de las causas, o sea, del de la verdad) con la filología (conciencia de lo cierto, o sea, certeza de los datos). modo de producirse de las cosas: tener ciencia de algo significa mandarla al efecto y sólo Dios Creador, no nosotros, puede tener ciencia tanto de la realidad natural como de nuestro yo. Criterio, éste, de verdad, confirmado por las propias matemáticas, que son ciencia cierta precisamente porque se refieren a objetos producidos por nosotros mismos (entidades abstractas, números y figuras): pero, precisamente por eso no es sino una ciencia de ficciones. (En esto, Vico concordaba con las conclusiones propias del empirismo inglés sobre el valor del conocimiento matemático). Con Vico, pues, se opone un decidido historicismo al intelectualismo cartesiano. En el desarrollo histórico de la humanidad, encontramos las mismas fases de desarrollo del espíritu individual y, por otra parte, estas fases representan momentos ideales eternos de la vida del espíritu, leyes suyas presentes y actuantes en cada uno de sus actos. Vico distingue tres grados de conocimiento: sentido, fantasía y mente pura (para él es de particular interés la fantasía en cuanto actividad creadora del lenguaje, de la poesía y del mito); y tres grados de actividad práctica: pasión salvaje, sujeción a una ley de fuerza y arbitraria, libre Ahora bien ¿este criterio de verdad no es aplicable sino a ficciones? ¿No hay modo alguno de salir, en virtud de él, del escepticismo? Aquí es donde aparece el gran descubrimiento de Vico. Es, precisamente, el mundo humano, despreciado por el cartesianismo, la realidad de la cual es posible hacer verdadera ciencia (he aquí la Ciencia Nueva): en la observancia de los dictámenes de las razón (y es para él, de particular interés, el procedimiento por medio del cual del seno mismo de la pasión y a través de ella, se determina el sentido de lo justo,; sobre la base de la naturalidad se yergue el mundo de la espiritualidad humana 27 y a través del juego de las actividades egoístas y utilitarias, se vienen necesidad (sus juicios sintéticos no son sino asociaciones subjetivas de realizando ―más allá de la conciencia individual― los fines universales elementos sensibles vividos por el individuo en su propia subjetividad, del espíritu). En el progreso espiritual del género humano se vislumbra conexiones relativas a las condiciones particulares en las cuales, de la obra de la Divina Providencia. En virtud de ésta, el amor propio que cuando en cuando, ésta se encuentra). tiraniza al hombre, se amplía hacia esferas más amplias, adquiriendo un valor de universalidad y de espiritualidad siempre más plenas. Del egoísmo emerge la conciencia de la humanidad común. Los individuos buscan, en su actuar, su propio interés, pero el resultado de su acción, sobre pasa, con mucho, el fin que ellos se proponían conscientemente: piensa en sí mismos, pero terminan obrando por la humanidad que vive en ellos. Este es el milagro continuo de la historia humana. Kant, pone de relieve que el presupuesto común a una y otra postura es éste: que haya un ordenamiento natural subsistente, o sea, un sistema de leyes inherentes a la realidad en cuanto tal, independientemente de nuestro conocimiento y que la tarea de la ciencia sea el descubrimiento de esas leyes. El empirismo cree que este sistema se revela a través de la experiencia, pero, puesto que la experiencia no pude darnos sino lo particular, puesto que la experiencia, a lo más, puede decir lo que ha sucedido hasta ahora a nosotros o en relación con nosotros, no aquello 5. KANT: A) EL CONOCIMIENTO COMO SÍNTESIS A PRIORI. que debe suceder y que no puede no suceder, es natural que el empirismo se desilusione y caiga en el escepticismo (Hume). El En torno al problema del conocimiento, empirismo racionalismo lucharon por cerca de dos siglos. El empirismo acentúa como esencial el momento del conocer, consistente en la adquisición de elementos nuevos que añadimos (por síntesis) al saber ya poseído y formulado en conceptos; elementos nuevos que podemos tomar de la experiencia. El racionalismo acentúa, como esencial, en cambio, el otro momento del conocimiento, por medio del cual se llega a la formulación de leyes, o seda de nexos necesarios y universales, y sostiene que esto no se puede conseguir si no es por medio del análisis de los conceptos que ya tenemos (dado un concepto, no se puede no afirmar como predicado racionalismo sostiene que nuestra mente tiene, de por sí, principios a priori (independientes de la experiencia), desarrollando los cuales, logra constituir ―dentro de sí― un orden de ideas, verdadero en cuanto coincidente con el orden de las cosas existentes fuera de ella: pero la pretensión del racionalismo aparece absurda a quien considera que, para hacer la confrontación de ambos órdenes ―el de las ideas y el de las cosas― o para establecer la adecuación del primero con el segundo, sería necesario tener presentes a los dos y, en cambio, la mente conoce sólo el primero, no pudiendo salir fuera de sí para obtener el segundo. aquello que ya está contenido, implícitamente, en él). El empirismo, reprocha al racionalismo su esterilidad (éste, muele siempre el mismo trigo: no es capaz de ampliar sino, a lo más, de explicar con sus juicios analíticos el saber que ya se tiene): el racionalismo reprocha al empirismo la falta de validez objetiva, o sea, de universalidad y Por ello es necesario, concluye Kant, abandonar el presupuesto común al empirismo y al racionalismo y admitir que el orden natural existe en la medida en que nuestra conciencia lo construye en el acto de conocer. Sólo así es posible satisfacer las exigencias del empirismo y del 28 racionalismo; el conocimiento es síntesis a priori: síntesis porque es subsistentes organización o conexión de datos sensibles (que son la materia del rerpesentaciones necesarias y universales, leyes inevitables de nuestra conocimiento), como el empirismo exige; a priori, porque el principio de actividad intuitiva (de la actividad, es decir, por medio de la cual esta organización es nuestra conciencia, la cual al constituirla, obra de obtenemos inmediata y directamente las impresiones sensibles); son acuerdo con leyes esenciales de su naturaleza y, por ello, universales y exigencias a priori de nuestra conciencia, por lo cual nos aparece como necesarias ―conforme a la exigencia del racionalismo―, modos de una necesidad que, cualquier sensación que nos impresione no puede funcionar de nuestra mente, o sea, modos de ordenar las impresiones no ser intuida junto a otra o, al menos, no puede no ser colocada antes sensibles, de dar forma a la materia de la experiencia. o después de otra. Espacio y tiempo son una especie de lentes de En esta tarea formativa de la experiencia, nuestro pensamiento procede como por tres grados: a) la intuición, de la cual son formas a priori el espacio y el tiempo; b) el entendimiento, del cual son formas a priori las ni representaciones puramente empíricas: son colores que difunden su color sobre las cosas que a través de ellas son observadas: y las cosas no pueden ser vistas por nuestra conciencia sino a través de estas lentes. categorías, que para Kant son doce, y entre la cuales son Espacio y tiempo dan a las impresiones un principio de ordenación y de importantísimas las de sustancia y causa; c) la razón propiamente conexión, pero serían una ordenación y una conexión demasiado dicha, como actividad que tiende al absoluto y a lo incondicionado y lo indefinida y débil si no inteviniera el entendimiento para unificar con expresa en las tres ideas del alma el mundo y Dios. lazos más estrechos las impresiones que éste encuentra dispersas en Nuestro conocimiento de la naturaleza implica, ante todo, que tengamos impresiones sensibles (materia del conocimiento). Pero cualquier sensación que tengamos debe ser colocada en el espacio o en el tiempo. Y, si la sensación proviene del sentido externo, como por ejemplo la sensación visiva de un color, ésta no puede ser intuida sino junto a otro, fuera de otra (y esto quiere decir que debe ser colocada en el espacio), e, incluso, antes o después de otra (esto quiere decir que debe ser colocada en el tiempo): si proviene del sentido interno, como por ejemplo un sentimiento de placer o de dolor, ésta no es intuida en el espacio, sino en el tiempo (no tiene sentido decir que un placer se siente aquí o allá, pero es cierto que tiene una duración, y es experimentado ahora, o ha sido experimentado antes o se imagina que debe ser experimentado después). Espacio y tiempo no son realidades un espacio indefinido y en un tiempo indefinido. El entendimiento constituye objetos definibles cada uno por lo que es en sí mismo y en relación con los otros; en otros términos, forma conceptos de cosas. Y esto es posible en cuanto el entendimiento funciona, también, conforme a leyes de la propia natualeza, en cuanto expresa exigencias ordenadoras necesarias y universales, por medios de las cuales, por ejemplo, ciertas cualidades sensibles constantemente coexistentes en el espacio, se transforman en propiedades de una sustancia, o bien, ciertas cualidades sensibles que constantemente siguen a otras en el tiempo, se transforman en efecto de una causa. Estos modos de funcionamiento del entendimiento en su tarea sintetizadora son denominadas, por Kant. Categorías (y causa y sustancia son, precisamente, dos de ellas). Todas esas formas diversas de unificación 29 son, a su vez, unificadas en la conciencia que el yo tiene de sí mismo, trabaja sobre la trama constituida por las relaciones de causalidad y como centro e referencia de todas las impresiones sensibles y como sustancia, que son leyes a priori del entendimiento, a las cuales, por actividad sintetizadora única e idéntica en la variación de las ello, no puede sustraerse ningún evento, porque éste es un hecho de representaciones. Yo pienso, es la forma suprema de la actividad experiencia en cuanto contenida en esta trama que el entendimiento sintetizadora constitutiva de la experiencia. Pero, debe notarse: el yo viene tejiendo. que se afirma en este acto de síntesis es razón, o sea, exigencia de universalidad: implica, por ello, coherencia, es decir, orden intrínseco, no sólo entre lo que pienso ahora y lo que he pensado hasta hoy, sino también entre lo que pienso yo y lo que piensan los demás. Se trata de una especie de yo más amplio, una especie de conciencia general que organiza de acuerdo con reglas universales, todas las representaciones que atraviesan todas las conciencias empíricas posibles. 2) Nosotros conocemos las cosas, no tal como son en sí mismas, sino tal como nos aparecen, desde el momento que se nos revelan a través de representaciones que están en nosotros y por nosotros y que asumen las formas espaciales y temporales propias de nuestra manera de intuir los objetos (lentes coloreados): por lo tanto, nuestro conocimiento de la naturaleza es fenoménico. Esto no excluye la existencia de cosas en sí, al menos como causa de nuestras Este yo es el legislador de la naturaleza y, en ese sentido, es nuestro impresiones sensibles, pero el concepto de cosa en sí no es sino el entendimiento el que impone a las cosas su legislación. La naturaleza concepto de objeto pensable fuera del espacio y del tiempo, por puras no es sino experiencia posible. El criterio de verdad consiste en que la categorías y, por ello, inteligible (noumeno). Éste expresa una simple representación de un hecho se preste para ser inscrita armónicamente posibilidad (es decir, que es pensable en cuanto no contiene en la trama de relaciones que nuestro entendimiento constituye de contradicción en sí), pero no contiene en sí la realidad del objeto. Tiene, acuerdo con sus leyes, para reducir a unidad la multiplicidad de los pues, un valor especialmente negativo: limita las pretensions de la datos intuibles. sensibilidad en cuanto lo que nos es dado en ella no es realidad en sí, Los resultados más importantes de este concepto del saber son dos: sino fenómeno, y limita las pretensiones del entendimiento, en el sentido que éste no puede conocer las cosas en sí, sino tan sólo 1) La ciencia físico-matemática tiene el fundamento de su objetividad pensarlas en su posibilidad, como una X desconocida. precisamente en la universalidad y la necesidad de los ligaduras a priori que el yo pone entre los datos sensoriales: así como ninguna impresión puede ser recibida por nuestra conciencia se no de acuerdo con las formas de espacio y tiempo, y las matemáticas trabajan con entidades construidas en el espacio y el tiempo, las leyes de las matemáticas valen para todas las impresiones posibles, son condiciones necesarias y universales de toda experiencia posible. Análogamente, la física Nuestra ciencia se limita a la experiencia, y la experiencia es sistematización de fenómenos. Y es una sistematización nunca cumplida, hecha de una concatenación de condiciones y condiciones que se extiende al infinito, como infinitos son el espacio y el tiempo en los cuales todos los fenómenos son intuidos. Sin embargo, la mente quisiera alcanzar síntesis definitivas, quisiera organizar los conceptos 30 en sistematizaciones perfectas. Esta exigencia es lo que Kant denomina razón, propiamente dicha y las ideas de ella (el alma, el mundo y Dios) son, precisamente, expresions de esa exigencia. Pero tal exigencia y tales ideas tienen valor sólo en cuanto añaden al entendimiento la infinitud del camino que debe recorrer y lo lanzan en su tarea infinita como si ésta pudiera concluirse en una sistematización perfecta; las ideas sirven como regla a la mente, como ideal de su tarea de unificación de la experiencia (el uso regulativo). Cuando la mente cree que existen objetos correspondientes a estas ideas, y quiere servirse de ellas como de términos conclusivos de la experiencia (y, por ejemplo, hace intervenir a Dios para explicar los fenómenos de la naturaleza), es víctima de una ilusión: se sirve de conceptos como el de sustancia o el de causa (que valen para relacionar un fenómeno con otro dentro de la experiencia) para construir seres que estaría fuera de la experiencia (por ejemplo un alma sustancial, un Dios Causa Primera). De ahí derivan las antinomias y los sofismas con que choca la razón cuando por este camino quiere construir una metafísica. La crítica de la razón condena como injustificada la afirmación de la realidad de esos 6. KANT: B) LA REALIDAD NOUMÉNICA COMO MUNDO DE LA LIBERTAD. Dado que la crítica del conocimiento ha conducido a Kant a la conclusión de que el objeto de la ciencia no puede ser sino el fenómeno y que éste se distingue de la cosa en sí, ¿se puede determinar de algún modo la naturaleza de ésta? El yo, además de sujeto de conocimiento, es también sujeto de moralidad: la ley del deber, a la cual el hombre se siente sometido, es incondicionada, de tal manera que por ella, la autoconciencia se afirma como independiente de toda condición empírica (en efecto, el deber no impone ningún fin determinado, sólo exige que cualquier fin sea querido bajo la forma de la racionalidad, es decir, querido en cuanto capaz de entrar en un orden universal y exige, por ello, que cualquier acción no sea valorada por su resultado, sino por el motivo que la ha guiado: el deber por el deber). El hombre, en cuanto sujeto del deber, en cuanto persona, se percibe como el ser sin el cual nada tendría valor en el mundo y ve en las cosas medios para la realización de su espiritualidad. seres suprasensibles: nadie, tampoco, por el mismo motivo, tiene argumento alguno para negar esta realidad. El pensamiento teórico, si no pude demostrar la realidad correspondiente a estas ideas, muestra su pensabilidad y, por ello, la posibilidad lógica de estos objetos. En relación con la realidad suprasensible, la crítica de la razón pura ha traído consigo dos ventajas: a) Demuestra su pensabilidad; b) Excluye la posibilidad de demostrar, por las vías de la ciencia, la existencia del mundo suprasensible y ha excluido también la posibilidad de demostrar su no existencia. Queda un campo libre: lo ocupará la “razón práctica”, la “fe moral”. Ahora bien, el imperativo categórico y la absoluta dignidad de la persona humana serían palabras vanas si el hombre fuera solamente un ser natural, una cosa más entre las cosas, sujeto a la necesidad mecánica que domina en el mundo de la experiencia física. Por otro lado, ya en el conocimiento, el hecho que el yo con su actividad sintética a priori sea creador del mundo de la naturaleza y de la ciencia, demuestra que no es un simple objeto de la experiencia sino que constituye su límite superior: la actividad formativa de la razón pura teórica puede ser considerada como indicio de una cosa en sí, de una realidad nouménica mucho más significativa que la oscura cosa en sí de 31 la que provienen las impresiones sensibles, límite inferior del mundo de más, nos impone la consideración del mundo de la naturaleza desde un la experiencia. Pero en la razón pura práctica, en la buena voluntad, el punto de vista finalístico, es decir, como una realidad que, además de yo es actividad que se desvincula decididamente de cualquier tipo de estar sujeta a lla categoría de la causalidad mecánica, pueda dependencia de la realidad física; el hombre se percibe como subordinarse también al concepto de fin, haciendo posible la autónomo, como libre, libre en la ley que es expresión de su naturaleza realización, a través de la causalidad mecánica― de un finalidad racional. La libertad es el presupuesto necesario del deber: debo, por lo providencial a la cual nuestra conciencia moral no puede renunciar. tanto, puedo. La voluntad moral es, por lo tanto, el tipo de la cosa en sí, que obra fuera de la concatenación mecanicista propia de la naturaleza. En ella, el mundo inteligible se revela como el mundo de la libertad, como un reino de fines, o sea, como comunión de espíritus en el amor desinteresado del Bien. Pero, independientemente de esta exigencia de nuestra conciencia moral, la misma naturaleza muestra su disposición a una consideración teleológica de parte nuestra, como integradora de la consideración mecánica. En los organismos vivientes, la coordinación de sus partes presupone la idea del todo: el todo no pude ser considerado como el Y bajo la sugestión de la conciencia moral y de lo suprasensible en simpe resultado mecánico de la agregación de las partes, sino como el nosotros, nos sentimos autorizados a esforzarnos de alcanzar lo resultado de un proceso que parte de la representación del todo y que a suprasensible que está presente fuera de nosotros y de encontrar al partir de ella se dirige hacia las diversas fases de su explicación (la menos una sombra de ello en la finalidad de la naturaleza. Por esta vía, fabricación de una máquina no se explica si no se admite que a ésta le la conexión mecánica de la naturaleza se subordina a la finaldad moral ha precedido un diseño, un plan). A partir de esto, somos inducidos a y se nos es dato acoger lo suprasensible en lo sensible. La naturaleza, considerar la naturaleza como obra de un Espíritu que obra de acuerdo como es constituida por la ciencia, es indiferente ―en la necesidad de a fines (Dios). En términos más generales, somos inducidos a extender su mecanicismo― a los valores morales de la humanidad y, la finalidad a partir de los seres orgánicos a la totalidad de la naturaleza, recíprocamente, estos valores morales se realizan en la interioridad de porque sólo así podemos reducir a unidad orgánica las múltiples series la conciencia, en la buena voluntad, sobre la que no influye para nada la causales que el mecanicismo establece en los diversos campos de la necesidad natural. El resultado no cuenta para aquello que tiene que realidad. Independientes entre sí: y el hecho de esta multiplicidad se ver con la esencia de la moralidad. Pero no es indiferente para el presta para ser reducida a esa unidad que nuestra mente vislumbra hombre de buena voluntad que su conducto produzca frutos o no en el como su ideal, nos autoriza a retenir que el mundo ha sido constituido mundo sensible en la que se desarrolla necesariamente; que la realidad con el objetivo de que se adapte a las exigencias de nuestro espíritu. En natural ofrezca condiciones favorables o contrarias al éxito de sus esta finalidad se revela ―como sustrato de la naturaleza― la acción de accions tendientes a esos fines en los que el amor desinteresado por el aquel principio suprasensible que habíamos acogido en la conciencia bien se viene poco a poco realizando. Esta exigencia nos permite, es del deber; el mundo fenoménico aparece formado para servir a la 32 realización de los valores espirituales y, más particularmente, morales. No se trata de que esta consideración teleológica de la naturaleza sea para Kant una forma de conocimiento que se agrega o sobrepone a la mecánica propia de la ciencia. El conocimiento es referencia de un fenómeno a otro de acuerdo con la categoría de la causalidad; la consideración teleológica, en cambio, es referencia de un objeto a nuestra subjetividad de seres espirituales, y por ello, al sentimiento. La primera referencia Kant la denomina juicio determinante, porque es dado el universal (la categoría) y éste viene determinado en el particular al que se aplica; la segunda referencia, la denomina juicio reflexionante, porque parte de la intuición del hecho particular, sobre el cual la mente reflexiona para relacionarlo con un universal que no nos es dado como concepto sino que es vivido en el sentimiento. acuerdo con el principio fundamental de Kant, el concepto de causa, como las otras categorías, vale como nexo entre las sensaciones y no como ligamen entre la experiencia y lo que se supone que está fuera de ella. Se acoge, en cambio, el concepto de cosa en sí en el segundo sentido, considerando al yo como actividad productora del mundo de la experiencia ya no sólo en su forma, sino también en su materia: éste es el principio central del idealismo, tal como fue desarrollado por Fichte, Schelling y Hegel. Kant se había planteado el problema: ¿cómo es posible la experiencia? y había llegado al yo (yo pienso), como suprema condición a priori de ella. Fichte, en La Doctrina de la Ciencia, parte del yo y se pregunta ¿cómo es posible el yo? O sea, ¿cuáles son los actos a través de los cuales el yo se realiza a sí mismo? De tal manera, los actos del yo no son solamente enumerados (como en Kant) sino deducidos como momentos necesarios de un desarrollo; y, además, la formación del 7. EL CONOCIMIENTO EN EL IDEALISMO POST-KANTIANO: EL mundo de la experiencia ―en su integridad, comprendida su materia― CONOCIMIENTO COMO DIALÉCTICA. se inscribe en el cuadro de la vida espiritual del yo, y conocido en su Kant, en relación con la realidad en sí, se había declarado agnóstico: el suprema razón de ser. Así, el criticisimo se ha transformado en noumeno no es, para él, teóricamente conocible, por lo que nuestro idealismo. Es más, Fichte no ve, en filosofía, otra alternativa que aquella conocimiento se limita a la experiencia. Pero, entre los críticos y que se da entre idealismo (que va del pensamiento al ser, del yo a la continuadores del pensamiento kantiano, se distinguen dos sentidos del naturaleza) y dogmatismo (que parte del ser y quiere llegar al concepto de cosa en sí: la cosa en sí como la realidad misteriosa que pensamiento). El carácter preferente del primero en relación con el está fuera de nosotros y de la cual provienen las impresiones segundo se demuestra, según Fichte, tanto por motivos prácticos (el sensoriales, y la cosa en sí como el yo, como principio unificador de las idealismo responde a la energía e independencia del carácter, el experiencia de acuerdo con leyes a priori. Se rechaza, por dogmatismo a la flaqueza y a la adaptabilidad) como por motivos contradictorio, el concepto de cosa en sí en el primer sentido: partiendo teóricos (el idealismo, considerando al yo como el ser que piensa, del pensamiento, no es posible afirmar la existencia de una realidad que encuentra al ser en el pensamiento y con ello da razón del uno y del esté fuera del pensamiento y opuesta a él. Es contradictorio decir que otro; el dogmatismo, en cambio, que parte del ser, permanece ligado a esta presunta realidad es causa de las sensaciones, cuando, de él y no puede alcanzar al yo: coherentemente desarrollado, conduce al 33 materialismo y al mecanicismo spinoziano). En el seno de la Naturaleza, con la aparición de la sensibilidad, se El yo, cuyo desarrollo constituye la realidad universal, no es el yo enciende la luz de la conciencia y se inicia el desarrollo del Espíritu, empírico o individual es el yo universal o el yo puro. Éste es inagotable tanto en su forma teórica como en su forma práctica. Tanto en la una actividad infinita, que se despliega en dos formas: como producción como en la otra forma, la Naturaleza aparece como lo opuesto al yo; las inconsciente y como reflexión consciente sobre los productos de la cosas, que son resultado de la productividad inconsciente del Espíritu, primera. En la primera forma, es decir como espontaneidad creadora, aparecen escindidas del Espíritu mismo. El yo teórico tiende a no puede producir sin producir algo determinado y, por ello, sin determinar lo consciente (o sea lo subjetivo) por medio del inconsciente objetivarse en algo que se encuentra delante de sí, como no-yo, (lo objetivo) ―en cuanto quiere tener representaciones conforme a la contrapuesto al yo, como ser contrapuesto al saber. En el objeto, la naturaleza―. El yo práctico, tiende a determinar lo inconsciente por infinitud originaria del yo absoluto se define, es decir, asume una medio determinación particular, por la cual se auto aprehendecomo yo finito representaciones libres en realidad objetiva. Pero este esfuerzo del uno empírico correlativo al objeto finito. Sobre esta distinción y correlación y del otro ―nunca satisfecho plenamente― postula una identidad del yo (finito) y del no-yo, en seno al yo puro, se desarrolla la reflexión, originaria de lo consciente y lo inconsciente, de subjetivo y objetivo. como actividad teórica. En ésta, el yo se esfuerza por ponerse como Dicha identidad ―postulada por el yo teórico y por el yo práctico― es absoluto, superando el límite que el no-yo le opone, pero el límite vivida, concretamente, en la esfera estética. Por ello, el arte es, según reaparece siempre más allá. Es más, sin esta oposición del yo contra el Schelling, el órgano de la filosofía, en cuanto es conocimiento del no yo, la vida del conocimiento se detendría, la reflexión se extinguiría. Absoluto y el Absoluto es identidad indiferenciada del yo y el no-yo, ¿Por qué esta necesidad del límite? En síntesis ¿a qué fin tienden la unidad de Naturaleza y Espíritu, puesta más allá de su distinción. reflexión y el conocimiento? Aquí es donde se revela la subordinación En Hegel, el carácter dialéctico del conocimiento es aún más del yo teórico al yo moral. Nosotros conocemos para actuar y ninguna decididamente afirmado. El conocimiento, es conciencia siempre más acción es posible sin una resistencia a vencer, sin un obstáculo contra plena que lo real adquiere de sí misma yse entiende que la ley el cual nuestra actividad golpee y golpeando se desarrolle. dialéctica de la realización del ser sea también la ley del conocer. Federico Schelling se une a Fichte, en cuanto que para él, la filosofía Hegel, por tanto, contrapone una nueva lógica, la lógica de lo concreto, del espíritu es historia de la autoconciencia y reconstrucción de la serie a la lógica antigua, de lo abstracto. La realidad concreta es vida, es de actos por los cuales el Espíritu se realiza a sí mismo. Pero a él, lo desarrollo ―como se ha dicho―; ahora bien, el desarrollo implica la que le interesa no es tanto (como para Fichte) la tendencia del yo hacia coincidencia de los opuestos (cfr. Heráclito, Nicolás de Cusa, Bruno) el infinito, como una especie de acción heroica estimulada sin descanso porque cada uno de sus momentos es, en cuanto ahí coinciden ―en un y dirigida por la ley del deber, sino el momento de la actividad del yo en mismo punto― el dejar de ser (no ser ya más) y el comenzar a ser (lo la cual, inconscientemente, se objetiva y se hace Naturaleza. que no se es todavía); el ser está, pues, indisolublemente unido con el de lo consciente ―en cuanto quiere traducir sus 34 no-ser. Cada uno de nosotros es sujeto de vida espiritual en cuanto concentra en su ser actual su pasado (lo que ya no es más) y anticipa 8. EL PROBLEMA DE LA REALIDAD EN EL IDEALISMO POST- su advenir (lo que no es todavía) en cuanto está en relación activa y en KANTIANO. comunión con los otros individuos (que no son él): realiza el bien en Fichte, en la Doctrina de la Ciencia, desarrolla la doctrina de Kant en el cuanto lucha contra el mal y lo vence; consigue la felicidad en la medida sentido de un idealismo ético. El yo universal o yo puro, es realidad que supera el dolor. absoluta, pero es una realidad que no es ser, sino hacer: “hacerse, es Dado lo anterior, no rige ―según Hegel― el antiguo principio hacerse como la ley deldeber exige que se haga. Las cosas son en sí lo aristotélico de la no-contradicción y de la identidad: es idéntico consigo que nosotros debemos hacernos: el mundo externo es el teatro de mismo sólo lo que está muerto o es abstracto. Lo que está vivo y tiene nuestra obra moral, es el material del deber hecho accesible a los realidad concreta, y es necesario que contínuamente se supere a sí sentidos”. Toda la realidad es desarrollo indefinido del yo, es impulso mismo, es decir, que se niegue a sí mismo para reafirmarse en una perenne y la directiva de este desarrollo sono los datos del deber. El no- forma superior, se contradiga (deje de ser lo que es y comience a ser lo yo existe en cuanto es puesto por el yo como un obstáculo a vencer: sin que no es).Ser y no ser, separados el uno del otro, son unilaterales y el choque del yo con el no-yo, la reflexión se extinguiría y ninguna abstractos: su realidad está en su síntesis (tesis, antitesis y síntesis, son acción sería posible. En este esfuerzo para la realización de un ideal los tres momentos dialécticos de la vida de lo real). Y, mientras para la infinito, cada uno de nosotros adquiere conciencia del orden universal lógica ordinaria el universal es abstracto y los individuos son una del cual su tarea individual forma parte: orden divino, corriente espiritual especie de copias diferentes de un mismo modelo, para la dialéctica que se expande en una producción inagotable y circulando a través de hegeliana el universal es concreto, en cuanto se realiza solamente en las conciencias individuales, las funde como en una sola vida, que es la totalidad orgánica de los individuos, cada uno de los cuales es, por ello, misma vida de Dios. Dios es orden ordenante, principio o ley de con respecto a él, como un órgano respecto al organismo. comunión y de ordenación de todas las voluntades finitas. El grado supremo del movimiento dialéctico en el conocimiento, es la Para Fichte, la Naturaleza es la pura contraposición del Sujeto, el no-yo filosofía, para la cual, el Pensamiento adquiere, en la forma clara del del cual la conciencia se sirve como instrumento para reflexionar sobre concepto, plena conciencia de sí y de su realización a través de los sí misma, es la ocasión o la condición que el yo se pone a sí mismo diversos momentos dialécticos. Tal conciencia, en el arte y en la religión para realizar el desarrollo dialéctico que le es propio, más que una era solamente preparada, respectivamente, como intuición del infinito realidad que entra en este proceso dialéctico y sujeta ella misa a un en lo finito (en lo bello) y como representación y sentimiento de la desarrollo. unidad de lo finito y lo infinito (en lo divino). En la filosofía, el Espíritu se Schelling, en cambio, en su idealismo trascendental, elabora una hace del todo transparente a sí mismo e inmune a cualquier limitación, doctrina en la cual, el mundo de la naturaleza es presentado como se hace libertad absoluta. expresión de un sistema dialéctico de categorías paralelo al del propio 35 espíritu, habiendo emergido éste, de una realidad indiferenciada, que no En Hegel, el idealismo se hace absoluto. La relación entre pensamiento es más naturaleza que espíritu ni más espíritu que naturaleza, sino y naturaleza no es, como en Schelling, de paralelismo, sino de antítesis identidad del uno y el otro, de yo y no-yo, de sujeto y objeto. La dialéctica: la resolución de esta antítesis no adviene ya en la esfera naturaleza, es la prehistoria de la Conciencia, es inteligencia petrificada; extralógica, sino en un saber conceptual. El principio absoluto de la es espíritu visible, como el Espíritu es Naturaleza invisible. En la realidad no es, como para Schelling, unidad indiferenciada de Naturaleza actúa la misma actividad inteligencia que obra en el pensamiento y naturaleza, sino una unidad que se viene constituyendo pensamiento, con las mismas leyes y con el mismo procedimiento a través de las distinciones, o sea, como resultado de un desarrollo. Lo dialéctico; inconscientemente, en la naturaleza, conscientemente en el que es idealmente primero en este desarrollo, es la pensabilidad misma pensamiento. La acción de la inteligencia en la Naturaleza, se de lo real, la Idea, el ser inmanente al pensamiento, el ser en sí que, manifiesta como finalidad interior, como espontánea organización de la como tal, no se conoce a sí mismo. Para conocerse, tiene que hacerse materia en formas vivientes, como vitalidad del todo y de sus partes, Naturaleza, ponerse como otro diferente de sí. La naturaleza es, pues, que se potencializa hacia grados siempre más elevados, en virtud de la exteriorización de la Idea, su estiramiento en el espacio y el tiempo. una antítesis entre fuerza posiitiva y fuerza negativa, o sea, de una En el Espíritu, en fin, la Idea retorna a sí misma, como pensamiento polaridad (análoga a la de la energía eléctrica) que es la ley inmanente concreto de sí misma. El desarrollo del Absoluto es, por lo tanto, de la naturaleza en su totalidad. En el culmen de este proceso de desarrollo del pensamiento, desarrollo lógico: todo lo que es real es potencialización está la sensibilidad, que representa el encenderse ―en racional, todo lo que es racional, es real. Por ello, no hay distinción el universo― de la luz de la conciencia y el inicio del desarrollo del entre Ser absoluto y Saber absoluto. La Metafísica (ciencia del Ser) es Espíritu tanto en su forma teórica, como en la práctica. Tanto en una también Lógica (ciencia del pensamiento). Toda la filosofía es Lógica. forma como en la otra, la Naturaleza aparece como lo opuesto al yo, Dios es el Universal por excelenecia y no existe sino en su realización pero este dualismo se compone en el Absoluto, que es, como hemos en el mundo, a través de la actuación de los particulares. Por ello, la dicho, la identidad indiferenciada del yo y el no-yo, unidad de naturaleza filosofía (como ciencia del universal) se identifica con la historia del y Espíritu: (el yo, para Schelling, no puede nunca ser absoluto, mundo. Ésta tiene como meta la libertad, y la Idea, la Naturaleza, el precisamente porque exige siempre un no-yo como contraparte). Es Espíritu son, precisamente, los tres grados de este proceso dialéctico más, Schelling va tan lejos en este orden de ideas, que excluye, de autoliberación del Ser o, lo que es lo mismo, de autoconciencia del eleáticamente, que en el Absoluto pueda haber alguna diferencia o Absoluto. cambio. El universo, como multiplicidad de cosas finitas es, para él, pura apariencia, simple punto de vista subjetivo, propio de quien en el universo se ha puesto como fuera del centro, como quien se ha separado de la totalidad. 36 III.EL PROBLEMA RELIGIOSO 1. EL DlOS DE LA FE Y EL DlOS DE LA FILOSOFIA: PASCAL. directamente todos aquellos que intentan iluminar con y fundamentar en la especulación su fe cristiana. Así, Malebranche, sacerdote oratoriano, quiere poner el pensamiento de Descartes al servicio de la revelación De Descartes a los ocasionalistas, de Leibniz a Malebranche y a Berkeley, Dios asume el rol de fundamento último de la certeza y principio de la realidad tanto natural como humana: es más, la lógica de muchas de aquellas doctrinas conducirían a retrotraer del mundo a Dios, de las creaturas al Creador, de los seres finitos al Ser Infinito toda causalidad y sustancialidad, como hizo, explícitamente, Spinoza. cristiana, desarrollando ampliamente los apuntes de agustinismo que en él estaban contenidos: su concepto de la “visión de todas las cosas en Dios”, es una variación del motivo agustiniano “in Deo vivimos, movemur et sumus”. Y Leibniz se exalta en la descripción de una “Ciudad de Dios”, de un reino espiritual universal, dominado por la aspiración de todas las mónadas al absoluto y que abraza a todos los Pero este Dios afirmado por la razón para resolver sus problemas de espíritus que fueron, son y que serán; en ella, todo debe consumarse verdad racional y de verdad inteligible, no es suficiente para el alma por el más grande bien de los buenos; por la fe en ella, las cosas religiosa que quiere resolver el problema de la salvación del alma. Y conducen a la “gracia” por las vías propias de la naturaleza. Finalmente, Pascal, en pleno triunfo del racionalismo cartesiano, hace resonar su Berkeley, para el cual, como hemos visto, Dios es el supremo Pensante voz que invoca la fe. Contrapone a la lógica cartesiana de las ideas en todas las conciencias, quien da al conocimiento un valor de claras y distintas ―o sea a la lógica de la razón― la lógica del corazón, simbolismo religioso: en la naturaleza Dios está presente y actuante y a la superficialidad del “esprit de geometrie”, la penetración profunda del se revela con un sistema de signos, con un lenguaje del cual, “esprit de finesse”. Retoma la trágica situación del espíritu humano que precisamente la religión nos hace entender el sentido. piensa y quiere lo infinito y que está irremediablemente ligado a lo finito: entre lo que somos y lo que sentimos que debemos ser, hay un abismo que no puede ser llenado sino por Dios. La vía para llegar a Dios es señalada por la fe cristiana, y la fe está necesariamente por encima de la razón: es un acto de voluntad y vida en el sentimiento: Es necesario querer ver a Dios para poderlo ver; es necesario comenzar con el obrar automáticamente como si se creyese; se acaba creyendo. Sobre este motivo fundamental Pascal intentó su apología del cristianismo. La religiosidad de Spinoza es de otro tipo y recuerda la de Giordano Bruno: es búsqueda de la libertad del espíritu y de la bienaventuranza del alma en el amor de Dios, pero en un amor que está hecho de conocimiento racional y que es amor de un Dios cuya realidad se identifica con la realidad misma de la naturaleza: “amor dei intellectualis”: “deus sive natura”. Esta forma de religiosidad se identifica para él con la filosofía y debe distinguirse claramente de las religiones históricas (de las cuales est típica para el, judío, la que está contenida Pascal fue la expresión genial y el portavoz de aquel misticismo que en la Biblia), cuya verdad tiene, según él, (como también para Bruno) un daba forma al movimiento jansenista de Puerto Real, de inspiración valor exclusivamente práctico: sirven para mantener vivo en las masas agustiniana. Pero en el agustinismo se inspiran más o menos el sentido del deber e para inculcar la obediencia a los preceptos 37 morales. intervención directa de Dios en el mundo, alguna relación que no sea el propio orden universal que la razón descubre. Es la religión de la naturaleza que es, al mismo tiempo, religión de la razón (de la Diosa 2. RELIGIÓN FILOSÓFICA Y RELIGIONES HISTORICAS: EL Razón, como se le llamará en Francia). DEÍSMO. Las religiones históricas particulares son una corrupción de la religión Esta contraposición entre una religión filosófica y las religiones históricas es un motivo ampliamente desarrollado en estos tiempos, en humana originaria, corrupción que se debe a la ignorancia de las masas y a la maldad de sus propagadores. continuidad con el análogo motivo que hemos encontrado en la edad precedente, dedicado al concepto de religión natural. Como crítica despiadada de la dominación y las supersticiones de las religiones históricas, el deísmo se difundió por toda Europa: en Francia, El concepto de religión natural asume en este edad la forma de deísmo, que surge en Inglaterra y se difunde en toda Europa. Es la expresión del espíritu ilustrado en materia de religión. En Inglaterra concurrieron a la formación del espíritu ilustrado tanta la orientación mecanicista ―que excluye toda finalidad de la naturaleza pero implica la existencia de una Voltaire le dio una voz que resonó muy ampliamente. Para él, el deísmo es sobre todo sostén del obrar moral, estímulo de la energía necesaria para vencer los males que hay en la realidad y en la vida y que hacen de nuestro mundo algo muy distante del “mejor de los mundos posibles” nacido las fábulas del optimismo leivbniziano. admirable ordenación del universo― como aquellos movimientos que, como la escuela neoplatónica de Cambridge, en reacción al mecanicismo, atribuían a la naturaleza una organización finalística, derivada quizá de la presencia de un alma cósmica en el universo. Ellos acentúan lo divino que está en el mundo y ponen en la razón individual la fuente exclusiva de cualquier certeza teórica y práctica. Ahora bien, el deísmo quiere afirmar la autonomía de la vida religiosa con respecto a cualquier autoridad o tradición eclesiástica, exaltando una religión que sea: a) natural en su objeto, es decir, con base en la admiración del orden y la belleza de la naturaleza, de la cual se excluye cualquier intervención del Dios trascendente: b) racional por su criterio de verdad En esta acentuación del valor práctico del deísmo, frente al cognoscitivo, Voltaire se encuentra con Hume, quien toma distancia de la corriente deísta prevalente, en cuanto, con base en su escepticismo, niega cualquier valor teórico-racional a las pruebas de la existencia de Dios. La religión es para él, un hecho natural del espíritu humano, pero conectado, más que con la necesidad de saber, con la necesidad práctica de protección y de ayuda. Pero demuestra un sentido histórico y psicológico más penetrante que otros críticos deístas de las religiones positivas, al atribuir su evolución histórica a fuerzas naturales y no al engaño o a la ignorancia. y de certeza; c) universal y libre en sus manifestaciones. El deísmo se contrapone al teísmo tradicional, en cuanto excluye cualquier carácter personal de lo divino y no admite, por ello, ninguna 3. LA SUPERACIÓN DEL ILUMINISMO. El carácter abstracto del racionalismo y la incomprensión de la historia 38 en el campo de la religión, propios del deísmo, son superados por historia, el que es transmitido por Lessing a los grandes pensadores algunas doctrinas que exaltan el sentimiento ―frente al frío intelecto― alemanes de la siguiente generación. como fuente de más altos valores ético-religiosos y que ven en la historia de las religiones una progresiva revelación de lo divino. Shaftesbury (1671-1713) y su escuela (los teóricos del sentimiento) ponen en la naturaleza humana un sentido que en su inmediatez, con un lance de entusiasmo y no por fuerza de razonamientos, nos transporta hacia el corazón del universo y nos hace sentir la armonía del todo, como belleza y perfección divina. Para Rousseau, el centro de la vida interior de la persona no es el entendimiento, (como sostenía el iluminismo), sino el sentimiento: la fuente del valor del hombre no es la ciencia, sino la conciencia de una Ley de Bien y Amor, y por ello mismo de aquella fuerza divina que vive en la naturaleza y se manifiesta en mí como en todos los demás individuos; conciencia, pues, de la humanidad en su conjunto, en la cual todos somos libres e iguales y de la cual no podemos y no debemos despojarnos. Entrar en nosotros mismos significa reencontrar a Dios: en el culto del corazón se silencian las dudas del entendimiento y los disensos y ritos de las diversas religiones históricas. (Esta religión del sentimiento fue expresada por Rousseau en la famosa Profesión de fe del Vicario de Savoia, en El Emilio. Lessing, finalmente, reconoce la necesidad ideal y, por ello, el alto valor de todas las formas particulares asumidas a lo largo de la historia de la humanidad, especialmente en la esfera religiosa. La historia de las religiones es para él no un sucesión de errores y prejuicios, y menos aún de engaños y charlatanería; es la historia dela educación de la humanidad por obra de la revelación de Dios. Es el concepto de desarrollo ―ya afirmado por Vico―, el concepto de desarrollo como esencial a la vida del espíritu y de inmanencia de los divino en la Kant tiene su doctrina sobre la fe religiosa, pero ésta tan estrechamente ligada a la doctrina moral, que no podemos tratarla sino después de esta, en la siguiente sección. 39 IV. EL PROBLEMA MORAL 1. LA LIBERTAD HUMANA. práctica del hombre se identifica con la vida, teórica: la voluntad no es sino la actividad de las ideas y, puesto que esta se desarrolla en una concatenación necesaria de una idea con otra, no hay puesto para una En el pensamiento cristiano, especialmente en la formulación que le había dado San Agustín, la libertad del querer humano era cuestionada en relación con la gracia divina. En el pensamiento del 600 y del 700, el problema de la libertad se presenta con un significado análogo, aunque de forma diferente, en conexión con los que hemos llamado problemas del ocasionalismo: cuanto mayor era la parte atribuida a la actividad de Dios no sólo en el acontecer universal, sino también, y más particularmente, en el conocer y el actuar humanos, tanto menor era el puesto que quedaba para la iniciativa y la libertad de la voluntad humana. voluntad libre. La conciencia que pretendemos tener de ser libres en algunas de nuestras acciones, no es sino ignorancia de las causas por las cuales estas acciones están determinadas. El hombre no puede pretender la modificación de la realidad, en la que todo sucede con absoluta necesidad (él no constituye, como se hace la ilusión de hacerlo, un “imperium in imperio”): lo que puede hacer, es más lo que debe hacer, es rectificar la visión que tiene de esta realidad, elevándose de la conciencia de los sentidos ―imperfecta y parcial (y que nos hace esclavos de las pasiones)― al conocimiento filosófico, que es la consideración de las cosas “sub especie aeternitatis” y libertad en la Pero la más grande amenaza a la libertad humana parece provenir de infinita sustancia de Dios. Como si esta rectificación la visión de la aquella ley de necesidad mecánica que la nueva ciencia de la realidad no implicara una libre iniciativa de la voluntad (y sólo así podría naturaleza pone como dominadora de la realidad. ¿El hombre no forma ser asumido como deber moral) y no fuese él mismo un actuar sobre la parte de esta realidad? Para Hobbes, en efecto, el filósofo del realidad (al menos sobre la realidad de nuestro pensamiento). mecanicismo por excelencia, el querer no es sino la manifestación de un movimiento de partículas del organismo que tiene su origen en la sensación; este movimiento, transmitido por el cerebro al corazón ya sea que favorezca o turbe el movimiento vital, suscita la tendencia hacia el objeto o la repulsión hacia él y, con ello, el placer o el dolor. Cuando dos o más tendencias opuestas se presentan, prevalece la más fuerte: en esta prevalencia que es puramente mecánica― consiste la voluntad. No hay ningún tipo de libertad en el obrar humano. Finalmente, la libertad es amenazada también por otra vía, aun cuando la realidad humana, como realidad espiritual se distinga de la realidad físcia y sea sustraída al mecanicismo de ésta: en el seno de la realidad espiritual humana existe una dualidad entre entendimiento y voluntad, entre conocimiento y práctica y la exigencia racionalista, propia de docrinas como la de Descartes y Leibniz, podría conducir a un predominio del entendimiento sobre la voluntad y a un determinismo intelectualista. Si el entendimiento es la facultad de las ideas claras y Con una visión más profunda, pero con un resultado igualmente distintas, y si la voluntad es racional cuando se determina por ideas negativo para la posibilidad de una voluntad libre, Spinoza hace claras y distintas y es pasional cuando sigue ideas confusas y oscuras, coincidir la libertad con la necesidad del orden universal. La vida ¿no son las ideas las que prescriben a la voluntad su dirección? 40 Por un lado, Descartes afirma que la libertad verdadera es la libertad (nuestra conducta es dominada no por una necesidad absoluta ―como racional, es decir, el conformarse de la voluntad con la verdad racional, la necesidad lógica o la matemática― sino por una necesidad moral, el ceder a la razón no es ceder a una fuerza exterior, no significa ser por medio de la cual la acción se realiza por la prevalencia de la bondad obligados por otro, sino realizar nuestra esencia más profunda. Por otro del lado, quiere salvar la libertad, como oscuro poder de hacer o no hacer, representaciones contrarias, inclina, pero no obliga). subordinando en cierto modo el entendimiento a la voluntad, en cuanto es la voluntad la que interviene para dar o negar su consentimiento, pronunciándose entendimiento, con relación juzgándolas a las ideas verdaderas o presentadas falsas. Y por que el este consentimiento no sea necesario sino libre, resulta de la posibilidad del error. La voluntad, por soberbia precipitación, se pronuncia, sin que se dé la condición necesaria para pronunciarse con verdad, es decir, sin objeto: la representación del bien, prevalece sobre las A pesar de estos sutiles razonamientos, no se ve cómo, en un mundo en el que todo esta preestablecido “a aeterno” por Dios en una armonía entre mónadas y mónadas y que es la mejor posible, pueda ser reconocida algún tipo de libertad verdadera en cada una de las mónadas: el principio de lo mejor, que ha guiado a Dios en la creación del mundo implica, si, en Dios, la libertad de elección, pero la excluye en el ser finito inscrito en este sistema pre-establecido. que se dé la claridad y la distinción. Como si esta precipitación de la voluntad no pudiera estar determinada necesariamente, precisamente por la presión de las ideasen cuanto oscuras y confusas. 2. EL PRINCIPIO DEL BIEN. Leibniz pone también nuestra verdadera autonomía en el dominio de la La pregunta “acerca de qué criterio seguir para distinguir, en nuestra razón en nosotros y, con ello, en la conducta iluminada por el conducta, lo que es bueno y lo que es malo tiene, en los distintos conocimiento claro y distinto de las verdades necesarias y eternas. Es sistemas, respuestas conformes con los presupuestos metafísicos y más, niega que la libertad sea indiferencia o poder de determinarse sin gnoseológicos de cada una de las doctrinas. Pero dos orientaciones razón por una u otra de las formas de conducta opuestas. El desarrollo merecen ser subrayadas particularmente (ambas delineadas en el de cada una de las mónadas (y por ello de cada uno de nosotros) está pensamiento inglés): la orientación utilitarista y la sentimental. determinado por una fuerza inmanente y, en cada una, todos los eventos están incluidos como predicados en las nociones del sujeto de una proposición. Cada acto mío está determinado por mi pasado. El alma es una especie de “autómata espiritual”. Decididamente utilitarista es la ética de Hobbes. Para él, el bien es aquello que nos da placer; mal, lo que nos causa dolor. La renuncia a un placer actual no puede justificarse sino por la expectativa de un mayor placer futuro y el placer calculado es el placer útil. El hombre no ¿Determinismo? Parecería. Pero Leibniz sostiene que a pesar de ello, busca sino su utilidad; es egoísta por naturaleza. En el egoísmo tienen hay libertad en nosotros. Y entiende por libertad la espontaneidad (el origen todas las pasiones (incluso las denominadas altruistas como la principio de nuestra conducta está en nosotros) y la contingencia caridad y la misericordia).La moral, no es sino este egoísmo bien 41 entendido, o sea, el cálculo y la previsón razonada que sustituyen al de obedecer dependa de ésta o aquella condición, de ésta o aquella impulso pasional en la satisfacción del egoísmo. En cierto modo, se circunstancia de hecho. Este imperativo es universal, o sea, que manda acerca al utilitarismo de Locke en cuanto pone el motivo de la acción a todos y cada uno en todos los actos de su voluntad y manda siempre buena en el temor de la pena con que amenaza la ley (pero tiene, en su lo mismo. No impone ningún fin determinado, ni se refiere a ningún doctrina moral, motivos por los que supera el utilitarismo). contenido de la voluntad, es decir, no obliga a querer esto o aquello, El utilitarismo es cálculo: la ética del sentimiento, en cambio, admite, en el alma humana, un órgano especial de aprobación moral, un sentido porque todos los objetos que podemos querer son particulares, relativos a una u otra situación de hecho. moral o gusto moral que nos muestra inmediatamente ―con sus Es verdad, no podemos actuar sino en vista de un fin particular, pero lo reacciones de complacencia por las acciones rectas y de repugnancia que la moralidad exige es que el fin sea querido en forma de por las malas― el valor que poseen las acciones, por encima de racionalidad, o sea, no en vista de los efectos prometidos, sino cualquier consideración hedonista o utilitaria y por fuera de cualquier solamente en consideración de la posibilidad de que aquel fin particular frío análisis del entendimiento. Entre estos teóricos del sentimiento forme parte de un orden universal; mi fin particular debe concordar moral, que acentúan el carácter de interioridad de la vida ética, el más armónicamente con los fines particulares de todos los seres racionales importante es Shaftesbury. de tal modo que constituyan un todo armónico con ellos. La voluntad es Una variación notable de esta orientación es la ética de la simpatía, representada por Hume y por su amigo, el gran economista Adam Smith (1723-1790). El acto de aprobación o desaprobación, que es el centro de la conciencia ética, se fundamenta en un sentimiento que no es egoísta sino de simpatía, por medio del cual sentimos como nuestros y de manera desinteresada, los placeres y dolores de otros. moralmente buena cuando quiere algo ―cualquier cosa― sólo porque debes hacerla, porque es un deber en cuanto forma parte del orden universal de los fines (el deber por el deber). (Primera formulación del imperativo categórico: “obra de tal manera que puedas querer que la máxima de tu acción se universalice”). De esta manera, independientemente del resultado de nuestra acción ―que depende de las circunstancias externas y sensibles―, la voluntad, en cuanto motivada por la conciencia del deber, o sea en 3. KANT. cuanto voluntad buena, ha realizado por sí mismo, un valor absoluto. La La vida espiritual humana no se limita a la ciencia, es también acción realidad moral es, pues, toda interior y mientras en el conocimiento práctica, y por ello, moralidad. El yo, además de ser sujeto de teórico la conciencia está ligada a la sensibilidad sin la cual no es capaz conocimiento, es también sujeto de moralidad, o sea, se siente de construir el orden natural que es su objeto, en la moralidad, la sometido a la ley del deber. Ésta, dice Kant, es un imperativo autoconciencia se afirma como independiente de cualquier condición categórico, es decir, que manda de modo absoluto, sin que la obligación empírica y, por ello, partícipe de la realidad inteligible. El hombre, en 42 cuanto sujeto del deber, en cuanto persona, se percibe a sí mismo sea que los fines en que se concreta el bien moral encuentren en la como el ser sin el cual nada tendría valor en el mundo, y ve en las naturaleza condiciones favorables o contrarias, ya sea que la buena cosas todos los medios para la realización de su espiritualidad (segunda voluntad produzca frutos o no en el mundo sensible, se determina en la formulación del imperativo: “obra de tal manera que trates a la conciencia del hombre ―en cuanto ser sensible― un estado de mayor humanidad ―o sea la espiritualidad humana―, tanto en ti como en los o menor felicidad o infelicidad. La correspondencia de la felicidad, demás, siempre y al mismo tiempo, como fines y nunca como simples entendida así, con la virtud, es lo que Kant llama sumo bien. Y el medios”). El yo, participando de una realidad suprasensible, lejos de hombre moral no puede renunciar a la fe de que, en último análisis, la recibir una ley del mundo sensible, impone a éste su propia ley (tercera buena voluntad, lejos de permanecer infecunda, encuentre en la formulación del imperativo: “obra de tal modo que tu voluntad pueda ser naturaleza física no indiferencia u hostilidad, sino cooperación, para considerada com constituyente de una legislación universal). producir aquellos resultados que constituyen la felicidad del hombre La voluntad moral e, pues, autónoma, obedece a una ley que ella virtuoso. misma ―en cuanto pura razón práctica― se ha dado a sí misma. La Para ello, es necesario poder pensar que la naturaleza realice ese necesidad natural es heteronomía, en cuanto cualquier evento en la mismo principio suprasensible que se revela en nosotros en la naturaleza está determinado por una fuerza extraña a él (es efecto de conciencia moral y que, con respecto a nuestro ser, el ser de nosotros una causa externa). La autonomía implica independencia de causas seres humanos, el vínculo que nos liga con la naturaleza física y nos extrañas determinantes, ausencia de pasividad, implica, pues, la sujeta a las vicisitudes del tiempo (nacimiento y muerte) no sea tal que libertad. Ésta es la condición del deber; el deber es nuestro único indicio elimine definitivamente ese elemento de nuestra vida ―la moralidad― por medio del cual nuestra conciencia nos revela la libertad. Si cualquier que nos hace partícipe de lo eterno. Dios, considerado a un tiempo acto nuestro, en cuanto sujeto al tiempo y forma parte de la naturaleza como legislador moral y autor de la naturaleza y la inmortalidad del alma está determinado como cualquier evento natural, en cuanto surge de la como perpetuación del valor moral que se realiza en la voluntad moral voluntad moral, cual causalidad inteligible, en cuanto actividad, se ubica de cada sujeto (y que es la persona), son, para Kant, los “postulados por encima de las circunstancias particulares temporales y es libre. religiosos” de nuestra fe moral. La creencia en la providencia divina nos Auténtica libertad es la que se identifica con la ley. Moral. da seguridad de que a través de los males físicos se realiza el bien; la El valor moral, la virtud, consistente en la buena voluntad, es independiente de la naturaleza. Pero, por otro lado, en la naturaleza vive y actúa el hombre que lo realiza; está ligado a la naturaleza en cuanto, además de ser razón práctica es también sensibilidad, o sea, sujeto de placeres y dolores, de felicidad e infelicidad. Por lo tanto, ya felicidad aparece como conciencia de nuestra independencia de la naturaleza y, por ello, de los males que puede inflingirnos. La fe en Dios es el fundamento de nuestra esperanza en una posible felicidad absoluta, correlativa a la realización del bien moral en su totalidad, así como el fundamento de nuestra seguridad en que aquello que debe ser 43 será porque en Dios ya es. De igual manera, la convicción de que la Alemania durante la época de la invasión napoleónica (cfr. sus naturaleza no es una cosa en sí, nos da la certeza de que nuestra Discursos a la Nación Alemana). muerte física no es un fin real: la conciencia del valor absoluto de la También, para Hegel, el Estado es la expresión más plena del universal buena voluntad se transforma en conciencia de la perennidad de la ético (en cuanto a la determinación más específica de los principios persona que es sujeto de la buena voluntad y en confianza en la organizativos del Estado, a Hegel se le llamó, el filósofo de la realización de una comunión espiritual ―fuera del tiempo― entre todos restauración prusiana). El universal ético es el principio que obra en esa los seres racionales que han sido, son y serán (reino de los fines). fase del desarrollo dialéctico que es denominada por Hegel “espíritu No podemos representarnos estos objetos suprasensibles sino de manera inadecuada y simbólica. Necesariamente, nos formamos de Dios una imagen antropomórfica y expresamos la perennidad de nuestro espíritu en términos tomados de la vida temporal, como progreso con una duración indefinida. Pero, precisamente por ello, son objetos de fe y no de ciencia, de convicción moral y no de convicción teórica. De cualquier manera, se trata de una convicción racional, tan profunda y tenaz, que ninguna duda teórica puede o debe descalificar. En esto consiste lo que Kant denomina “primado de la razón práctica”. subjetivo”, intermedia entre la del llamado “espíritu objetivo” y la suprema, del Espíritu Absoluto, en el cual (con el arte, la religión y la filosofía) el Espíritu alcanza la eternidad y la infinitud de su naturaleza. En el grado subjetivo, el Espíritu no sobrepasa los límites de la conciencia individual, de la sensación a la conciencia de realizar el reino de la razón con el entendimiento y con la voluntad. Pero esta tarea es infinita y, en cambio, el espíritu individual es finito. He aquí una grande contradicción, de la cual no se sale sino mediante el pasaje al “Espíritu Objetivo”. Este paso consiste en la toma de conciencia, de parte de la conciencia individual de su participación en el mundo ético, en el cual, el Espíritu se ha objetivado en formas e institucioes supreindividuales y 4. EL PROBLEMA MORAL (Y POLÍTICO) EN EL IDEALISMO POSTKANTIANO. Para Fichte, la autorealización del yo puro, es un deber, es una tarea moral. La realización de esta tarea exige que los diversos yo empíricos, lo diversos individuos, se unan en una activa cooperación y formen un organismo espiritual constituido con intrínseca firmeza sobre la base del concepto de Nación (unidad de valores espirituales, participación a la cual, las conciencias de los individuos apartan el contenido de su acción ética). Y en la conciencia nacional de los ciudadanos del Estado, como organización política, encuentra su base más sólida. A la formulación de esta doctrina ético-política Fichte fue conducido por los problemas de potenciadoras de las energías del individuo. Éstas son: el derecho (que regula y coordina desde fuera las libertades individuales), la moralidad (conciencia de la obligatoriedad y universalidad de la Ley interior) y, finalmente, el eticidad, o sea, la concreción de la idealidad del Espíritu que informa esos organismos éticos que son la familia, la socieda civil y ―supremo entre todos― el Estado. En el Estado, el individuo encuentra la fuerza para dirigir y plasmas todas sus actividades espirituales, el Bien superior, el Ideal en cuya realización él mismo realiza su libertad más verdadera. En el Estado, se realiza el “espíritu del pueblo”. A través de los contrastes entre los Estados ―o sea a través de la guerra― se realiza en la historia el 44 “Espíritu del mundo”, el cual se vale de los intereses y de las tendencias conscientes particulares ―de los individuos o de los pueblos― como de instrumentos para lograr sus fines universales (astucia de la Razón). 45 V. EL PROBLEMA POLÍTICO 1. ESTADO ABSOLUTO Y ESTADO CONSTITUCIONAL: HOBBES, LOCKE Y SPINOZA. transforma una multitud informe y discorde en “pueblo”. Para Locke, en cambio, el contrato es estipulado entre pueblo y soberano y conlleva obligaciones recíprocas. El contrato consiste en la cesión al soberano de los derechos de defensa y castigo, o sea del uso de la fuerza En Inglaterra ―más que en ninguna otra parte, como hemos visto― el contraste entre el pueblo y el príncipe pone al pensamiento político el problema siguiente: ¿la soberanía del Estado pertenece originariamente al pueblo o al príncipe? Y más en general ¿Cuál es el fundamento de legitimidad del poder soberano? El Estado ―en la forma despótica que había asumido― aparecía como una formación histórica opresiva y mortificadora de la genuina naturaleza del hombre. De ahí la contraposición entre estado de naturaleza y Estado como organización política. En el estado de naturaleza el individuo tiene derechos (derechos naturales) que se resumen en el concepto de libertad; el Estado político, en cambio, es subordinación de los individuos a la autoridad soberana. ¿Cómo y por qué se pasa del estado de naturaleza al estado político? ¿Qué conserva el individuo de su libertad una vez convertido en ciudadano de un Estado? colectiva, con el objetivo preciso se tutelar los derechos fundamentales (a la vida, a la libertad y a la propiedad) que los individuos tienen por naturaleza y que son inalienables y subsisten incluso en el seno del Estado y, cuando es preciso, han de ser hechos valer incluso en contra del soberano. Para uno y para otro, pues, el derecho del individuo es el presupuesto del Estado y la relación entre el individuo y el Estado es, sustancialmente, una relación de antagonismo. Para Hobbes, el Soberano está fuera y contra los ciudadanos y no hay nada que garantice en su doctrina que en el Soberano se encarne el Estado, es decir que él realice los fines y los intereses de la comunidad y no sus intereses particulares de déspota, su derecho natural de individuo preexistente al Estado. Locke, busca evitar este peligro y acentúa la necesidad de que el pueblo pueda defender en el Parlamento sus derechos naturales de frente al arbitrio del Soberano, pero el pueblo Este problema es resuelto en sentido absolutista por Hobbes (1651) y está constituido por una multiplicidad de individuos, cada uno de ellos en un sentido liberal-constitucional por Locke (1689). Tanto el uno como cerrado en la esfera de sus propios derechos, preocupado sólo de ellos el otro, afirman que el paso del estado de naturaleza al Estado político y separado y contrapuesto a los otros individuos. se da por medio de un contrato pero, para Hobbes, el contrato está determinado por la necesidad de poner fin a la guerra de todos contra todos a la que conduce el desenfrenado egoísmo propio del estado de naturaleza y de conseguir la paz social. Este contrato consiste en un esfuerzo recíproco de todos los individuos de renunciar a sus derechos naturales a favor del Soberano, el cual, siendo extraño al contrato, no tiene ninguna obligación hacia los ciudadanos y en la afirmación de su voluntad ―dotada de poder absoluto― establece esa unidad que Spinoza, en la determinación del origen, del fundamento y de los fines de la soberanía política en general, retoma, por una parte, el principio maquiavélico del Estado como fuerza y, por otra ―con su gran conciudadano Grocio y con Hobbes― el principio contractualista como expresión del paso ideal del estado de naturaleza al estado civil y como justificación jurídica de la soberanía absoluta del Estado. Pero ―a diferencia de Hobbes― el Estado, una vez que ha sido constituido, 46 aparece a Spinoza como un órgano moral e insrumento de libertad ética en el Estado ―y no sól contra el Estado― la verdadera libertad del o, al menos, para ponerla en marcha. El poder absoluto del Estado hombre, la cual se tiene solamente cuando la voluntad del individuo encuentra en esta finalidad superior su fundamento justificativo y, al coincide con la voluntad general, o sea, con la voluntad de un bien que mismo tiempo, un límite interno, en virtud del cual, ciertas libertades no sea ni de uno ni de otro individuo, sino un bien común, en cuya individuales de realización las voluntades singulares se fundamentan y se unifican. El pensamiento) pueden ser mantenidas y garantizadas por el interés contrato social, constitutivo de la soberanía popular, es, precisamente, mismo del Estado. el acto con el cual los individuos renuncian a sus intereses particulares (particularmente la libertad de conciencia y y egoístas (derechos naturales) a favor de la comunidad y constituyen así la “voluntad general” que e expresa en la ley del Estado. De tal 2. DEL ESTADO LIBERAL AL ESTADO DEMOCRÁTICO: MONTESQUIEU Y ROUSSEAU. manera, el individuo que, como súbdito, obedece a la ley, como ciudadano ―partícipe de la soberanía― constituye él mismo la ley, y, El nuevo pensamiento político del 700 es representado particularmente obedeciéndola, se obedece a sí mismo y lejos de mutilarla, realiza su por Montesquieu, con su Esprit des Lois y por Rousseau, con El verdadera libertad. Contrato Social. Montesquieu toma como modelo la constitución inglesa, cuyo núcleo central mira en la separación de poderes, en el sentido que el poder legislativo (representado por el Parlamento) está totalmente separado del ejecutivo (representado por el Príncipe) y, tanto el uno como el otro, del poder judicial, de tal manera que puedan hacer contrapeso el uno al otro, estableciendo un equilibrio que impida la arbitrariedad y el abuso. Pero en este liberalismo de inspiración inglesa, la participación del pueblo en el gobierno a través del parlamento, tenía una meta prevalentemente negativa, la de defender los derechos del individuo ante el Estado representado por el Príncipe. Con Rousseau, en cambio, al concepto individualista de libertad natural y pre-estatal, se contrapone el concepto democrático de libertad y de soberanía popular. Ésta es participación del pueblo en el gobierno, no sólo de manera puramente negativa, sino como condición para realizar