CONSIDERACIONES PRELIMINARES SOBRE EL CAMBIO CLIMATICO Y SU IMPACTO EN LA AGRICULTURA Dr. Jorge E. Fernández Reyes I INTRODUCCION Hace ya varios años, que se viene sosteniendo a nivel doctrinario, que existe una nueva agenda de la “Agricultura” (en una concepción amplia), y ello porque luego del cambio cualitativo que se diera en el tratamiento de la misma (en sus aspectos políticos, técnicos y jurídicos) y que se refleja claramente en la expresión acuñada por la doctrina italiana de que “ya no se consume lo que se produce sino que se produce lo que se consume”, estamos asistiendo a la incorporación de aspectos nuevos a nivel internacional, que inciden directa e indirectamente en el fenómeno de la Agricultura a nivel regional y nacional. Uno de estos aspectos, se encuentra en el fenómeno individualizado en la terminología internacional como “el cambio climático”, esto es, la afectación del “clima” por la actividad humana. En consecuencia, este aspecto se incluye en la agenda internacional a partir del año 1979 y su consideración y tratamiento ha venido creciendo a medida que transcurre el tiempo con la firme intención de lograr la “protección del clima”, tal es así que en la reciente reunión del G8 (reunión de los países más industrializados), se ha aprobado una recomendación para reducir al menos a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero hasta el año 2050. (1) (2) Los “gases de efecto invernadero”, son gases capaces de absorber y de retransmitir parte de la radiación terrestre, es decir, de la radiación que emite la Tierra, impidiendo que la energía pase directamente al espacio. Si estos no existieran, la parte de la atmósfera más cercana al suelo y la superficie terrestre estarían a unos 32º C por debajo de su temperatura actual. Como derivación de la intensificación del “efecto invernadero” por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, es necesario mantener el balance energético global, y el sistema climático debe ajustarse a los niveles en aumento de la GEI (calentamiento global). Ante esta realidad, y sus repercusiones, la intención del presente trabajo es incursionar en la consideración del fenómeno del “cambio climático”, su historia y evolución reciente, su progresiva incidencia en el tratamiento de la Agricultura. Su análisis puede observarse en los efectos positivos y negativos, de y desde la Agricultura; así como en aquellos aspectos vinculados a la promoción de acciones de mitigación y en la necesaria adaptación del fenómeno productivo al cambio climático, siendo imprescindible su regulación jurídica conforme a las nuevas realidades mundiales. II 1 En efecto, en el mes de julio del corriente año (2008), se reunieron en la ciudad de Toyako en Japón, los Jefes de Estado integrantes del G8 (denominación otorgada al grupo de los países más industrializados y ricos del mundo, integrado por el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Canadá, Japón que integran el G7 y Rusia). 2 En dicha reunión EEUU (no firmante de los anteriores Acuerdos relacionados con el tema, específicamente el Protocolo de Kyoto) aceptó incorporar medidas vinculantes para alcanzar dicho objetivo, en la próxima reunión – auspiciada por Naciones Unidas – sobre un nuevo acuerdo sobre el cambio climático, a celebrarse en Copenhague a fines del año 2009. EL CAMBIO CLIMATICO Una cronología histórica del tema, ubica a las primeras manifestaciones y tratamiento a nivel internacional del fenómeno del “cambio climático” en la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima del año 1979, propiciada por Naciones Unidas. Reunión de carácter científico, donde se reconoce al “cambio climático” como uno de los problemas más graves que en la actualidad afecta a la humanidad, y se convoca a los gobiernos de los países de la comunidad internacional a “controlar y prever potenciales cambios en el clima provocados por el hombre que pudiesen resultar adversos al bienestar de la humanidad.” (3) Con posterioridad en el tiempo (fines de la década del 80 y principios de la década del 90), se realizaron una serie de Conferencias de carácter intergubernamental, orientadas a constatar los avances logrados en cuanto a la evidencia científica del fenómeno, y aumentar la conciencia internacional sobre el tema. (4) A ello se añade, en el transcurso del año 1990, el Primer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, donde se confirma la evidencia científica sobre el “cambio climático”, dándose inicio a las negociaciones para abordar la confección de una Acuerdo Marco regulatorio del fenómeno climático a nivel mundial. En forma prácticamente inmediata – a estar a los tiempos de las negociaciones a nivel internacional de temas extremadamente sensibles o complejos - y para ser más precisos, en el mes de diciembre de 1990, en la 3 En dicha ocasión se respaldaron los planes para establecer un Programa Climático Mundial (WCP) bajo la responsabilidad conjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el Consejo Internacional para las Ciencias (ICSU), y la Organización Metereológica Mundial (OMM). 4 Se pueden citar varias de ellas a título ilustrativo: Conferencia Villach (1985); Conferencia de Toronto (1988); Conferencia de Ottawa (1989); la Conferencia de Tata (1989); la Conferencia y Declaración de la Haya (1989); la Conferencia Ministerial de Noordwijk (1989); el Acuerdo de El Cairo (1989); la Conferencia de Bergen (1990) y la Segunda Conferencia del Clima (1990). Asamblea General de las Naciones Unidas se aprueba el comienzo de las negociaciones para elaborar un Tratado. (5) (6) Como corolario de lo actuado, el 9 de mayo de 1992 se aprueba en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos de Norteamérica) la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (en adelante CMNUCC), y luego con su firma por 154 países (además de la Comunidad Europea) en la ciudad de Río de Janeiro (República Federativa de Brasil) el 11 de junio del mismo año en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (la denominada Cumbre de la Tierra), el “cambio climático” adquiere relevancia formal y convencional en el concierto mundial, sin perjuicio de sus aspectos sustantivos.(7) Un planteamiento de esta naturaleza (ingreso a la agenda internacional del “cambio climático”) a nivel del mencionado organismo internacional, nos remonta al mismo cuestionamiento (sobre el tema ambiental considerado en forma genérica) que en ocasión de la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente se realizara en Estocolmo (Suecia) en el año 1972, oportunidad donde claramente se establecen las primeras bases o cimientos de una política ambiental contemporánea a nivel mundial. Es decir, el fenómeno del “cambio climático”, es: (i) un “tema ambiental nuevo a nivel internacional” y por lo tanto su incorporación en la agenda internacional y su regulación deviene de su novedad; o (ii) el tema en sí mismo ha existido desde hace tiempo y la comunidad 5 internacional (principalmente las naciones El Grupo Intergubernamental de Expertos (IPCC), fue creado en el año 1988, por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial. 6 Se crea un Comité Intergubernamental de Negociación para la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CIN/CMCC), que debía proyectar el texto a ser analizado en la Cumbre de la Tierra en junio de 1992. 7 La Cumbre de la Tierra realizada en el mes de junio del año 1992, se transformó en la mayor reunión de Jefes de Estado, donde se aprobaron diversos documentos de extrema importancia en materia ambiental (a vía de ejemplo, la Declaración de Río, la Agenda XXI, el Convenio sobre Diversidad Biológica, etc.), y que luego han sido objeto de reglamentación y seguimiento (a vía de ejemplo: Río + 10). desarrolladas) no lo había querido ingresar a la agenda porque podría “limitar” sus actividades a nivel nacional, y su inclusión actualmente obedece a la significación e impacto que viene teniendo en la interrelación de los países, siendo imposible eludir su tratamiento; o (iii) el tema existió desde siempre, y recién ahora es: o cuando el tema adquiere significación ambiental, o cuando la comunidad internacional adquiere conciencia y preocupación sobre él mismo, y asume el compromiso de adoptar medidas concretas para regular la acción y las actividades de los Estados integrantes de la comunidad internacional. Es válido formular estas interrogantes ante la impactante presencia del fenómeno del “cambio climático”, aunque seamos conscientes, de que el impacto de las actividades humanas adquiere mayor significación cuantitativa y cualitativa en la alteración del clima, en los tiempos modernos. No obstante la consideración expresa que de algunos instrumentos se hará, la respuesta internacional al “cambio climático”, ha seguido en forma por demás intensa, a partir de la aprobación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En ese sentido, y de acuerdo a la modalidad de funcionamiento establecido en la CMNUCC, se han celebrado varias Conferencias de la Partes (COP) en su condición de órgano supremo de la Convención (artículo 7 de la Convención); se han elaborado diversos Informes de Evaluación; se ha producido un intenso intercambio y análisis de la información nacional de un porcentaje importante de los miembros signatarios del Convenio Marco; se han desarrollado instancias de cooperación y asistencia entre los países firmantes del Convenio Marco; se han aplicado instrumentos de mitigación y adaptación a las nuevas realidades; al igual que se han obtenido fuentes de financiación para abordar las causas y consecuencias del “cambio climático”. (8) A los efectos de ingresar en el tema en estudio, es importante hacer un breve análisis de las principales disposiciones aprobadas a nivel internacional, de donde surgen a su vez, las nociones principales sobre el cambio climático. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático tiene por objetivo: “La estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas (obra del hombre) peligrosas en el sistema climático. Este nivel debería lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible.” Sumariamente, por “clima” se entiende un promedio, a una escala de tiempo dado, del tiempo atmosférico, y sobre el clima influyen muchos fenómenos que provocan cambios. Cuando nos referimos al cambio climático, aludimos a la variación global del clima de la tierra. Los cambios se relacionan con el tiempo y los parámetros climáticos (temperatura, precipitaciones, nubosidad, etc.) y los mismos obedecen a causas naturales y también a la acción del hombre, siendo éstos últimos los vinculados a la noción de “cambio climático”. Dice el artículo 1 de la Convención: “Por cambio climático se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables.” 8 La Conferencia de las Partes, celebra su primera sesión en la ciudad de Berlín del 28/3 al 7/4 de 1995, donde se destaca la participación de 117 delegados de Países Partes; 53 observadores de distintos países, y más de 2000 observadores y periodistas. Lo que interesa entonces, es el impacto que tiene el cambio climático en la vida, en la sociedad, en el ser humano, en la economía, etc., lo que implica adoptar: (i) acciones de mitigación (a vía de ejemplo la modificación del modelo de consumo energético y la producción energética); y (ii) adaptación al fenómeno propiamente dicho del cambio climático, ejes centrales de la regulación de la Convención Marco. No corresponde realizar un desarrollo técnico del fenómeno del cambio climático, no sólo por la ausencia de especialización del autor, sino también porque no es estrictamente el objeto de este documento. Sin embargo, solamente a los efectos de situar el tema, y con las limitaciones antedichas, el “sistema climático” está siendo impactado por el efecto invernadero. El efecto invernadero es un fenómeno natural que, en sus principios, posibilitó la vida en la Tierra, producido por los gases que absorben parte de la radiación (infrarroja) proveniente de la radicación de energía del Sol que llega a la superficie y es reflejada nuevamente hacia la atmosfera. De esa forma se provoca la temperatura de la tierra, al quedar atrapada en la atmósfera mientras que el resto de la radiación es emitida directamente al espacio. Vale decir, que sin esos gases, la temperatura de la Tierra habría sido de 32 grados por debajo de la actual, lo cual no hubiera asegurado la vida en la superficie de la Tierra. Los gases que producen el “efecto invernadero” son gases naturales, como el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, el ozono troposférico (de la baja atmósfera), y otros gases industriales. El problema se encuentra en el equilibrio que debe tener el sistema climático, dado que de no existir podría producirse un “enfriamiento global” o un “calentamiento global”, siendo este último derivado de una concentración y aumento de los gases de efecto invernadero que producen un aumento de la temperatura en la Tierra, y la alteración del clima (v.g. “cambio climático” por esas causas). Continuando con la Convención Marco, sus principales características se encuentran en la expresa consagración del principio precautorio, del principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas de los Estados (siendo los principales responsables de enfrentar el cambio climático los países desarrollados), de las necesidades especiales de los países en desarrollo (i.e. flexibilidad en la implementación de sus compromisos) y de la importancia de promover el desarrollo sostenible.(9) Si bien los Estados desarrollados y en desarrollo asumen compromisos generales, es decir, la presentación de “Comunicaciones Nacionales” (consistentes en el inventario de emisiones, etc.), la adopción de “Programas Nacionales” orientados a mitigar los efectos del cambio climático y procurar la adaptación al mismo, la transferencia de tecnología y el manejo sostenible, y la mejora de los reservorios de gases de efecto invernadero (océanos y bosques); y la educación, acceso a la información, etc., los países industrializados asumen compromisos específicos. Dichos compromisos – conforme a la Convención Marco - se pueden ordenar en: (i) la adopción de políticas y medidas que procuren retornar al nivel de emisiones de gases de efecto invernadero a los niveles del año 1990 antes del año 2000 (10) (11); (ii) el suministro de recursos financieros nuevos y adicionales (no se trata de fondos preexistentes redireccionados a estos fines), con la finalidad de financiar el “costo total acordado” que requieran los 9 El principio precautorio, en términos básicos refiere a que la ausencia de una certidumbre científica total no es un elemento válido para posponer una acción cuando existe una amenaza de daño grave o irreversible. 10 Los países miembros de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, y los Países de Europa Central y del Este, individualizados como los países del Anexo I. 11 Los objetivos de emisiones para luego del año 2000 fueron regulados por el Protocolo de Kyoto. países en desarrollo para presentar sus comunicaciones nacionales, y otras proyectos relacionados con la Convención. (12) Desde el punto de vista jurídico existen dos instancias de aplicabilidad de la norma internacional, es decir la que la propia Convención dispone, y en paralelo la entrada en vigencia en cada uno de los países signatarios. (13) La primera de las situaciones regulada en el numeral 1 del Artículo 23 de la Convención Marco (“1. La Convención entrará en vigor al nonagésimo día contado desde la fecha en que se haya depositado el quincuagésimo instrumento de ratificación, aceptación, aprobación o adhesión.”), ya ha sido cumplida (14), y la segunda de las situaciones se contempla en el numeral 2 del mencionado artículo (Respecto de cada Estado u organización regional de integración económica que ratifique, acepte o aprueba la Convención o se adhiera a ella una vez depositado el quincuagésimo instrumento de ratificación, aceptación, aprobación o adhesión, la Convención entrará en vigor al nonagésimo día contado desde la fecha en que el Estado o la organización haya depositado su instrumento de ratificación, aceptación, aprobación o adhesión.”). Naturalmente, que la suscripción de la Convención, como primera obligación, deviene en la necesaria incorporación de la misma, al ordenamiento jurídico del Estado signatario, por los mecanismos jurídicos que la Constitución de cada país imponga, y según el nivel jurídico de incorporación de la misma. Posteriormente, y una vez ingresada al orden jurídico nacional, se trata del cumplimiento de los preceptos allí establecidos, que pueden ser de carácter formal o sustantivo. 12 Se trata de los países individualizados como los del Anexo II. En la República Oriental del Uruguay, la “Convención Marco sobre el Cambio Climático”, fue aprobada por la Ley No. 16.517, de 22 de julio de 1994. Por su parte el “Protocolo de Kyoto” de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, fue aprobado por la Ley No. 17.279, de 23 de noviembre de 2000. 14 La Convención Marco entró en vigencia el 21 de marzo de 1994., es decir noventa días después de haberse recibido el quincuagésimo instrumento de ratificación. En Río de Janeiro en el año 1992 en la Cumbre de la Tierra, la Convención Marco fue firmada por 154 países (además de la UE). 13 Complementariamente, y sin perjuicio de otras consideraciones de importancia que se podrían efectuar de la Convención Marco, interesa resalta la creación de mecanismos financieros para proporcionar fondos sobre la base de la donación o la concesión (Fondo Especial para el Cambio Climático y Fondo para los países menos desarrollados – para la adaptación a los impactos del cambio climático, obtención de tecnologías limpias y limitar el crecimiento de las emisiones). En diciembre del año 1997, las Partes de la Convención, en ocasión de la Tercera sesión de la Conferencia de las Partes (individualizada como COP3), aprueban por consenso, el denominado Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. (15) En sustancia, contiene metas de reducción de emisiones vinculantes para los países del Anexo I (se trata de los países industrializados), con la finalidad de lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esto implica detener y revertir la tendencia al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. En primer lugar, los miembros de la Convención, acordaron por consenso, que los países desarrollados deberían aceptar un compromiso específico y vinculante de reducir sus emisiones colectivas de sus gases de efecto invernadero (se identificaron los tres gases más importantes – dióxido de carbono, metano y oxido nitroso) en al menos un 5% tomando como base los niveles de 1990, en un período que se estableció entre el año 2008 y el año 2012. (16) En segundo lugar, también acordaron establecer un régimen de “comercio de emisiones” y un “mecanismo para un desarrollo limpio”. 15 La República Oriental del Uruguay, incorporo a su ordenamiento jurídico el Protocolo de Kyoto, mediante la Ley No. q7.279 de 23 de noviembre de 2000. 16 En forma complementaria del punto de vista de la normativa a nivel internacional, debe señalarse en forma expresa el Protocolo de Montreal de 16 de setiembre de 1987, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono. A mayor abundamiento, el Protocolo de Kyoto, en su artículo 12 habilita a las Partes del Anexo I a desarrollar proyectos que generen reducción de emisiones, en territorios de Partes No Anexo I, con una doble finalidad: (a) ayudar a las Partes No Anexo I a lograr un desarrollo sostenible y a contribuir al objetivo último de la Convención y; (b) ayudar a las Partes Anexo I en la demostración del cumplimiento de sus compromisos cuantificados de limitación y reducción de emisiones (mitigación) mediante la presentación de los certificados de reducción de emisiones (CER) resultantes de dichas actividades. Asimismo, se establece un período que va del 2008 al 2012 para que las Partes Anexo I demuestren haber cumplido con los niveles de abatimiento de emisiones previstos por el Protocolo de Kyoto, respecto a sus correspondientes del año de referencia, es decir el año 1990. Recientemente, el Programa de las Naciones Unidas creó el Fondo de Carbono para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio, vinculando entonces, el desafío energético y la mitigación del cambio climático con todos los objetivos de desarrollo del milenio (i.e. lucha contra la pobreza, la sustentabilidad del desarrollo y la reducción de las desigualdades). A vía de ejemplo de las acciones de mitigación y adaptación reiteradamente aludidas en un país desarrollado, el Gobierno británico adoptó una serie de medidas bien interesantes del punto de vista de una política estratégica respecto al “cambio climático”, conscientes de que el 40% de las emisiones de carbono provienen directamente de la conducta humana individual (i.e. calefacción en los hogares, electrodomésticos, traslados en auto, etc.). En primer lugar, se desarrolló una campaña nacional de concientización de la población en su conjunto, propiciando la reducción de la emisión de carbono en sus distintas modalidades. En segundo lugar, se le “puso” precio al carbono, es decir, desde el Estado se otorgan incentivos a las empresas industriales para ahorrar energía y reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Los incentivos pueden adoptar diversas modalidades, una de ellas es el “mercado del carbono” (instrumento previsto en el Protocolo de Kyoto); y el otro es el “sistema de comercio de emisiones” (Emissions Trading Squeme), utilizado prioritariamente por la Unión Europea en su estrategia de reducción de las emisiones de carbono.(17) En tercer lugar, se estableció el “Impuesto del cambio climático”, que consiste en un impuesto al consumo de energía para las industrias de mayor porte, con la finalidad de promover el ahorro de energía, en base a acuerdos voluntarios sobre el ahorro. (18) El Protocolo de Kyoto, forma parte de una respuesta internacional al fenómeno del “cambio climático”, reforzando los compromisos asumidos por las Partes del Anexo I (países desarrollados) de la Convención Marco, estableciendo objetivos diferenciales de limitación de emisiones de gases de efecto invernadero, y además contiene la individualización de los “gases de efecto invernadero” comprendidos en la aplicación de los compromisos asumidos, y establece el mecanismo de desarrollo limpio, como un instrumento de aplicación de los mismos. Los principales compromisos resultantes de dicha Convención, se pueden resumir en: - Reducción de las emisiones netas de los GEI. - Elaboración de Inventarios Nacionales de Emisiones y Absorciones de GEI. 17 Elaboración de las Comunicaciones Nacionales. Existe un mercado financiero nuevo e importante: Los fondos privados de inversión que comercializan carbono en Londres (Inglaterra) superan el billón de euros. 18 Para completar esta información del Reino Unido, debe señalarse el Proyecto de Ley sobre el Cambio Climático; la elaboración del Informe Stern (octubre de 2006) que sin lugar a dudas ha significado un cambio en el debate sobre el “cambio climático”; y la experiencia que se está desarrollando en la ciudad de Woking al suroeste de Londres. - Planificación de medidas de mitigación y/o adaptación al cambio climático. - Desarrollo, difusión y transferencia de tecnologías, prácticas y procesos que reduzcan emisiones. - Sensibilización pública. Dichos compromisos se orientan – tal cual hemos expresado con anterioridad – a estabilizar las concentraciones de los gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático. III IMPACTO EN LA AGRICULTURA De acuerdo al planteamiento inicial, corresponde analizar como se inserta la Agricultura mundial (del punto de vista de su desarrollo técnico y comercial) en los objetivos del concierto internacional de países en el tema del “cambio climático”. Parece claro, que la Agricultura a nivel mundial en los términos antes señalados, producto del “cambio climático”, enfrentará grandes desafíos en las décadas siguientes, y consecuentemente, podrán surgir dificultades para lograr la seguridad alimentaria de las poblaciones en crecimiento, principalmente por la degradación de los suelos y las carencias o insuficiencias en materia de recursos hídricos. A titulo de inventario, bueno es señalar, que la mayor parte de las actividades humanas emiten gases de efecto invernadero, aunque las mismas comenzaron a adquirir relevancia cuantitativa en el Siglo XIX debido a la Revolución Industrial y a los cambios en el uso de la tierra. Siguiendo a las principales fuentes de emisión de los “gases de efecto invernadero”, se señala a la “deforestación” como la segunda fuente mas importante de emisión de “dióxido de carbono”, vale decir cuando se cortan (talan) los bosques, la mayor parte del carbono que se genera en la quema y descomposición de los árboles se escapa a la atmósfera. Por el contrario, cuando se plantan nuevos bosques, los árboles que crecen absorben el dióxido de carbono, eliminándolo de la atmósfera. Por su parte, el segundo gas de efecto invernadero más importante, “el metano”, tiene su origen principalmente en el ganado bovino, ovino, equino y suino – a través - de las bacterias y otros microbios en los tractos digestivos de los animales y en la descomposición del estiércol animal, al igual que en los cultivos de arroz por las bacterias y otros microorganismos que descomponen la materia orgánica. En cuanto al “óxido nitroso”, el nitrógeno que contienen muchos abonos y fertilizantes minerales y orgánicos aumenta los procesos naturales de nitrificación y desnitrificación que producen las bacterias y otros microbios en el suelo. A partir de estos procesos se convierte parte del nitrógeno en óxido nitroso. Desde estas realidades, es que surgen los nuevos enfoques para la agricultura en general y la silvicultura en particular, porque según viene de verse, los efectos derivados de la emisión de gases de efecto invernadero, pueden aparecer como negativos o positivos, siendo la estabilización de los mismos (naturalmente con otras actividades humanas) el objetivo principal en materia de cambio climático. Veamos un ejemplo, de lo expresado anteriormente, y de que forma la Agricultura - a nivel nacional y regional - se verá necesariamente condicionada en su desarrollo, por imperio de los compromisos asumidos a nivel internacional, con relación al “cambio climático”. Se encuentra científicamente probado que la Agricultura en general y la silvicultura son fuentes importantes de generación de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso (principales gases de efecto invernadero). La Agricultura es la responsable del 20% del efecto invernadero de origen humano (lo hay por causas naturales, por ejemplo el vapor de agua que es el más importante), siendo las prácticas agrícolas intensivas, la cría del ganado, el cultivo del arroz, etc. las responsables de la emisión del 58% del metano proveniente de las actividades humanas y una cuota importante del óxido nitroso. Por su parte, en la silvicultura, los bosques en su calidad de portadores de gran cantidad de carbono, pueden actuar como “sumideros” al absorber el carbono del aire, o como “reservorios”, si tuvieran flujos de carbono balanceados. La deforestación, implica la generación de una fuente neta de dióxido de carbono. Desde lo general, se deberán aplicar medidas y tecnologías que reduzcan significativamente las emisiones netas provenientes de la agricultura en general (19 como de los bosques, teniendo presente los costos de producción, el aumento de los rendimientos y los beneficios sociales implícitos en la aplicación de tecnologías modernas y compatibles con los requerimientos ambientales, en este caso, vinculados al “cambio climático”. Desde lo particular, la regulación normativa (a nivel internacional, regional o nacional) creadora de “áreas o reservas protegidas” que actúan como “reservorios” (i.e. protección), y arbitradora de la presión económica sobre las masas forestales existentes, producto de la demanda internacional (por madera, leña para combustible y el consumo de subsistencia), y la expansión del área agrícola (principalmente) y ganadera (i.e. manejo), surge como una condicionante necesaria en los modelos de producción contemporáneos, que se verán reflejados en la comercialización de los productos y subsidiariamente en la propia producción. A mayor abundamiento, es comprobado científicamente que los suelos agrícolas son una fuente neta de generación de dióxido de carbono (gas de efecto invernadero), pero también es acertado afirmar que los mismos pueden transformarse en un “sumidero” neto, aplicando prácticas de manejo adecuado 19 Algunos autores, incorporan a la pesca, dentro de los aspectos a ser considerados respecto al “cambio climático”. para obtener una mayor productividad agrícola, y a su vez absorbieran y retuvieran mayor cantidad de carbono. En la ganadería, se afirma que las emisiones de metano del ganado, se podrían disminuir con el uso de nuevas mezclas de alimentos, habida cuenta de que el ganado bovino, representa el 80% de las estimaciones globales anuales de las emisiones de metano del ganado doméstico. Por su parte, y con relación a los cultivos de arroz de regadío, se puede reducir en forma importante la emisión de gases de efecto invernadero, mediante la aplicación de cambios en los sistemas de riego y en el uso de fertilizantes. Por lo tanto, dentro del marco normativo internacional, la Agricultura como tal, en los sectores involucrados en la alteración del clima, ya se encuentra sometida a una regulación específica, que en sustancia derrama sus efectos en la normativa de carácter regional y específicamente en la nacional, porque en sustancia jurídica, la ratificación legislativa nacional la torna aplicable en forma inmediata. También es objeto de consideración expresa a nivel de las políticas nacionales (y eventualmente regionales) tanto de los países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo, y ello, ya sea por vía de las acciones de mitigación como por aquellas tendientes a la adaptación al cambio climático. Válido es afirmar que, desde la Agricultura se pueden observar tanto efectos negativos como efectos positivos, en el desenvolvimiento del cambio climático en el futuro. En la actualidad, y conforme a la legislación internacional, el impacto en la Agricultura es, a nuestro criterio, en forma indirecta, porque a la evidencia científica, se ha incorporado una respuesta internacional que se evalúa en términos de inventarios nacionales, información, cooperación, etc., y fundamentalmente compromisos asumidos principalmente por los países desarrollados, que tienen impacto en los países en vías de desarrollo, con el objetivo a largo plazo de producir un equilibrio (“estabilización” según la Convención Marco) de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas (obra del hombre) peligrosas en el sistema climático. La intención es – parafraseando el artículo primero de la Convención Marco - que este nivel debería lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible. O sea, que en las distintas áreas deberán existir políticas nacionales orientadas a lograr el objetivo plasmado en la Convención Marco. Del punto de vista jurídico, la normativa internacional (en el caso la Convención Marco y el Protocolo de Kyoto) una vez incorporada a los ordenamientos jurídicos nacionales (cuando es ratificada por los Países signatarios del instrumento internacional) entran en vigencia en el orden jurídico nacional y como consecuencia de ello, son plenamente aplicables en el sistema jurídico de cada país. La Convención Marco y el Protocolo de Kyoto, se insertan de menor a mayor en una dimensión ambiental de esa problemática a nivel mundial, y repercuten en distintas áreas de la economía. Es más aún, las tendencias modernas analizan el fenómeno del cambio climático en relación al desarrollo y a la economía, como sustento y penetración de un tema por demás complejo y de difícil comprensión y aceptación a corto plazo. La adaptación de las políticas nacionales en las distintas áreas (transporte, energía, etc.) a las nuevas realidades, implica un proceso de regulación normativo profundo y impregnado de los compromisos asumidos internacionalmente por cada Estado signatario. La Agricultura forma parte del objeto de la necesaria regulación en función del “cambio climático”, y naturalmente, implica limitar o restringir el ejercicio del derecho de propiedad en la utilización de aquellos recursos naturales renovables (y no renovables) afectados o asignados al fenómeno productivo. Tanto las medidas o acciones de mitigación o la adaptación al cambio climático, tendrán impacto directo en algunas actividades comprendidas dentro de la concepción amplia de la Agricultura, principalmente en los aspectos productivos, en tanto generadores de emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que por su parte, otras áreas vinculadas al fenómeno productivo, serán estimuladas en función de la finalidad estabilizadora plasmada en el artículo 1 de la Convención.