Documento 786721

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Año: 19, Abril 1977 No. 387
GRAN BRETAÑA ESTUDIO QUE PUEDE SERVIR DE MODELO
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Por Vermont Royster
Resulta innecesario informar a cualquiera que en Europa es Gran Bretaña un país enfermo. Salta
a la vista la evidencia por doquiera.
Los signos externos son la libra, que no solamente declina, sino que se desploma, que la
producción industrial decrece y que el grado de inflación de su moneda es comparable solamente
con el de una de las naciones africanas nacientes, o con el de una de tantas repúblicas
latinoamericanas que padecen de mala administración crónica.
Las señales internas no son menos obvias para quienes se detienen a observarlas. Con pocas y
raras excepciones, la condición física de las plantas industriales es decrépita; sus acerías y
fábricas de automóviles tratan de salir del paso con maquinaria y equipos anticuados y gastados.
Pocas de sus industrias pueden competir, ya sea con sus socios en el mercado común o con el
mundo exterior.
Con todo y todo, el nivel de vida de sus habitantes es más bajo que el de cualquier otro país
parecido de Europa y muy, muy inferior al de Estados Unidos. Y la reducción en el nivel de vida
es general, tanto para los pares del reino, como para los agricultores. El tiempo apremia aun para
aquellos que pertenecen a sindicatos poderosos y que laboran en las industrias que disfrutan de
protección y gozan de subsidios. Se venció ya para la clase media los médicos, los contadores,
los profesores de universidad, los empleados, los periodistas, los empleados públicos y los
tenderos.
Reviste todo esto un aspecto curioso, porque Gran Bretaña no se vio reducida a ese estado por
haber sido vencida en guerra, ni por terremotos, ni pestes, ni sequías, ni ningún desastre de la
naturaleza. El desastre británico es de su propia creación. Ha arribado a esa condición a causa de
la política calculada de su gobierno y a causa de la aceptación resignada de su pueblo.
Es así como Gran Bretaña puede servir de ejemplo a quien quiera aprender, pues es una muestra
clásica de cómo arruinar a una nación otrora fuerte y vigorosa.
La fórmula es sencilla. Se ha de empezar agobiando a la nación con una sobrecarga económica
imposible de sobrellevar. En el caso particular de Gran Bretaña consistió en un programa de
bienestar social que cubrió prácticamente todo. Lo más resaltante del programa es la inclusión
1
[i] Reproducido y traducido por el CEES con permiso y por cortesía de THE WALL STREET JOURNAL 1975
Dow & Jones Company, Inc. Derechos Reservados.
del servicio médico gratuito, pero está también el de subsidios para la construcción de viviendas,
para la alimentación, para el transporte, y un elaborado sistema que cubre muchos otros
renglones.
De una manera u otra, se hace necesario pagar todo esto. Lo que significa que hay que acudir a
mayores impuestos o a las imprentas gubernamentales para la impresión de más billetes, o a una
política combinada. El dinero impreso por el Gobierno ocasiona inflación, lo cual da por
resultado un aumento general de precios, incluso los del programa de bienestar social, lo cual
origina la necesidad de imprimir más dinero, acelerando así el proceso de inflación. Los mayores
impuestos se requieren, no sólo para pagar los costos, sino también para absorber los excesos de
la inflación.
Esto se convierte en un círculo vicioso. Hoy día, el promedio del impuesto sobre la renta alcanza
como el cincuenta por ciento en una renta que aproximadamente equivale a quince mil dólares y
de allí en adelante, aumenta rápidamente. En otras palabras, el límite máximo de ingresos a base
de salarios, después de deducidos los impuestos , es de veinticinco mil dólares,
aproximadamente. Y claro está, conforme la inflación aumenta, el poder adquisitivo de todos los
salarios y sueldos decrece.
Y no es esto el total de las imposiciones o cargas. Hay el impuesto al valor agregado (o IVA,
especie de impuesto sobre las ventas) que grava lo que uno compra con lo que le ha quedado
después de pagar el impuesto sobre la renta. El IVA es de un ocho por ciento sobre casi todo
(excepto algunos artículos de primera necesidad) y llega hasta el veinticinco por ciento sobre
muchas mercancías. Nuevamente la inflación, al incrementar el precio de las mercancías,
también incrementa el monto del impuesto IVA sobre cada compra. Existen asimismo los
impuestos locales sobre la propiedad (pagados por el ocupante) que sólo en el año pasado
aumentaron del treinta al sesenta por ciento.
Nadie logra escapar. Los que trabajan en sindicatos obreros fuertes y que pueden reclamar
aumentos en sus salarios del treinta por ciento o más, pueden creer lograrlo, pero difícilmente lo
hacen, porque inmediatamente ascienden a la clasificación de los que están sujetos a una
contribución mayor y también porque, como ocurrió en la primavera de 1975, el gobierno
aumentó el IVA para contrarrestar el aumento de salarios. Los que no trabajan en sindicatos
obreros fuertes están en peores condiciones.
De todos modos, el que cobra por horas ve poca conexión entre su salario y la productividad de
sus labores. Nada logra con laborar más y, por consiguiente, no lo hace. De ahí la paradoja que
mientras los salarios en Gran Bretaña son inferiores a los de Estados Unidos, los costos
verdaderos en la industria por concepto de salarios son superiores.
Mientras tanto, a la clase media se le está liquidando de manera efectiva, no sólo a través de la
inflación y los impuestos que aumentan en forma cuantiosa y progresiva, sino a través de otras
medidas que han sido concebidas con ese fin tales como los impuestos confiscatorios en caso de
herencias y recientemente por un impuesto directo sobre la «riqueza». Este no es un impuesto
que grave lo que uno puede ganar o gastar, sino que grava directamente al capital que le pueda
quedar, si al caso le queda algo.
Los efectos económicos de todo esto son de largo alcance. Por ejemplo, en el impuesto
progresivo de la renta va incluida una cláusula especial que cubre el dinero que uno invierte y
cuyo impuesto puede llegar a ascender hasta un noventa y ocho por ciento. Es así como a los que
normalmente ahorrarían e invertirían en la industria británica, se les presiona por ambos lados.
Resulta más y más difícil para ellos el ahorrar y si lo hacen no tienen ningún incentivo para
invertir a causa del sobreimpuesto aplicable a la renta proveniente de la inversión.
La consecuencia es que Tony Been, exministro de Industria, pudo decir con acierto que la
industria británica se muere de inanición por falta de capital. Lo que no dijo es cuál es la causa
de esa inanición.
La solución que proponen es que el tesoro británico sea el que supla el capital de inversión. La
fábrica de automóviles British Leyland es el ejemplo más reciente. Pero esto viene a aumentar la
larga lista de industrias que esperan obtener subsidios, lo cual contribuye a aumentar la presión
para mayores impuestos y mayor inflación.
Gastar y gastar, impuestos más impuestos, inflación sobre inflación. No sólo es esta la fórmula
perfecta para arruinar cualquier economía, sino para asegurarse que de la ruina sólo pueda surgir
un Estado totalmente socialista. Si se reduce a la gente al grado en que ya no puedan atender a
sus propias necesidades, el Estado se verá obligado a hacerlo. Si se reduce a la industria al grado
en que ya no pueda proveer su propio capital, el Estado se verá obligado a proporcionarlo.
Quizá sea esto exactamente lo que se proponen los dirigentes militantes de los sindicatos
(algunos de los cuales son marxistas confesos), y los intelectuales de izquierda del Partido
Laborista. Indudablemente, si los comparamos con los sindicatos norteamericanos, los sindicatos
británicos son salvajemente irresponsables, pues ignoran los convenios y golpean al antojo,
haciendo víctima al país de sus chantajes. Cierto que muchos de los afiliados al Partido Laborista
desean una Gran Bretaña completamente socialista y propugnan por cualquier política que pueda
servir para alcanzarla.
Pero con intención o sin ella, Gran Bretaña constituye hoy un modelo perfecto (como para libro
de texto) de cómo arruinar un país. Modelo que lo hace a uno recapacitar y que puede servir a
cualquier visitante que tras de permanecer allí algún tiempo, regresa a casa con el presentimiento
de que esa pueda ser la imagen del futuro.
El Centro de Estudios Económico-Sociales, CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad privada,
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publicaciones contribuye al estudio de los problemas económico-sociales y de sus soluciones, y a
difundir la filosofia de la libertad.
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