RESUMEN:

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RESUMEN: Todos los detectives se llaman Flanagan
Juan, apodado Flanagan, por sus tendencias detectivescas, se enzarza en unas arduas aventuras, donde el
menor de sus problemas es el de sustraerle a un matón de su instituto, unas fotos comprometidas, que el ayudó
a captar, de una de las chicas más atractivas del colegio. Por muy complicado que pueda parecer este percance
para un adolescente, como ya he dicho antes, esto no es nada en relación al caso que le asigna Carmen, una
chica de su edad, morena y de ojos verdes, cuya belleza vuelve loco a nuestro joven detective. Ella le informa
sobre la desaparición de su sobrino, un bebé de tan solo unos meses de vida. Según la información que le
procuró Carmen, el principal sospechoso era Manolo, el padre del benjamín, un tipo despreciable, que podría
haber llegado a maltratar al dicho párvulo. Por tanto, también cotejaban la posibilidad de que Feli, la madre, lo
hubiese regalado a una familia acomodada para que pudiese tener una buena vida.
Tras tener procesar todos los datos, y agenciarse de varias hipótesis, Flanagan, fue a investigar el último sitio
donde sabía que había estado Feli con. su hijo. Allí conoció a Ángel Vila, un supuesto detective, que también
estaba investigando la desaparición del bebé, que, aunque lo único que pretendía era utilizarlo para robar en
casa de unos ricachones.
Ángel consiguió escapar con el botín robado, y Flanagan, pensando que el hijo de los Rocafort, era el sobrino
de Carmen, se lo llevó. Por desgracia para Flanagan, fue demasiado tarde, cuando descubrió los planes de
aquel estafador, del que había creído un compañero de profesión. Y cuando Flanagan ya lo daba todo por
perdido, Nines (Angelines), una joven adolescente, vecina de los Rocafort, lo salvó de caer sobre las fauces de
la policía, y haber pagado con las consecuencias del robo de un delincuente que le había tomado por pardillo.
Ya en casa de Nines, y lo que es más importante, a salvo de la policía, Flanagan pudo fijarse en la belleza de
la chica, de la que tardó poco en quedar preso.
Al terminar este pequeño capítulo de su corta vida, Nines se unió a su causa, y él descubrió que el bebé de los
Rocafort, era precisamente el bebé de los Rocafort. Aunque pensaba que las cosas no podían ir peor, si que
podían, ya que Manolo, se llevó al niño, afirmando que era el suyo. Pero Flanagan, en un momento de
brillantez, decidió seguirlo, este lo llevó a una clínica privada, perteneciente a un tal Dr. Villena. Flanagan
extrañado porque Manolo no salía, decidió entrar. Allí el Dr. Villena, le comentó que le había quitado el bebé
a Manolo, argumentando, que lo hacía para devolvérselo a los verdaderos, y tras eso lo echó por la puerta de
atrás, aunque más tarde descubriría que todo era una farsa y Manolo había sido asesinado por él. Con motivo
de proteger su negocio de tráfico de bebés. Sabido esto, a Flanagan solo le quedaba reunir las pruebas
necesarias para inculpar a los maleantes. Así que ingenió un plan con Nines para poder investigar en casa del
Dr. Villena con libertad.
Aunque no consiguieron las pruebas necesarias, consiguieron saber donde encontrar el bebé de Feli, y además
con la información recopilada, consiguieron realizar el plan definitivo, que consistía en invitar a la fiesta de
Año Nuevo, que el Dr. Villena tenía planeado celebrar en su casa, a todas las parejas con las que el anfitrión,
había realizado la venta de bebés, además había convencido a Ángel Vila, para que ese mismo día, con su
supuesta colaboración, robaran una gran colección de vasijas, que tenía el Dr., en su casa, cosa a la que no se
negó. Con todo esto, aún faltaba la colaboración de los Rocafort, que tenían que llamar a la policía, y contarle
una historia ficticia.
Con el plan ya en marcha, Nines informó a Flanagan de que los Rocafort, se habían negado, en el último
momento, de prestar el tan necesario favor, ya cuando Flanagan lo daba todo por perdido, llegó la policía,
pillando in fraganti, a Ángel Vila. Y además por si fuera poco, el Dr. Villena, acabó confesando, llevándose a
todos por delante. Pero ¿quién había llamado a la policía?
La respuesta, era Carmen, su amada Carmen. Y ya resuelto el caso, a Flanagan, solo le quedaba, resolver el
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dilema, que llevaba debatiendo silencio durante tanto tiempo: ¿Carmen o Nines? Y argumentando, la riqueza
de Nines, y que pertenecían a clases diferentes, a mundos distintos, se quedó con Carmen.
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