Investigación criminal: pasado, presente y futuro. Proyecto de Ley para la Provincia de Buenos Aires Dr Bevaqua Alejandro - Servicio Penitenciario Bonaerense - Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. “Todos los que se proponen escribir deberían, antes que nada, dar a conocer las razones que les mueven a hacerlo, los principios fundamentales que les inspiran, sus creencias firmes o dudosas sobre el argumento que les preocupa y, si fuese posible, deberían añadir una fotografía de sus facultades mentales en el momento que tomaron la pluma para comunicar a los demás las propias ideas. De este modo, y conociendo perfectamente el instrumento que ha servido para la obra podríamos, leyéndola, convivir moralmente con el autor, hollar con paso igual la misma vía que él recorrió, con su manera de observar, de pensar y de creer”. Mantegazza, Paolo1 Resumen Abstract La Medicina Legal –subsumimos en ella la idea de Psiquiatría Forense– está atravesando una gravísima crisis profesional; este trance resulta atribuible, entre varios otros factores, a una devaluación en la calidad y en la cantidad de los profesionales contratados desde la estructura estatal para llevar a cabo una tarea de altísima trascendencia social, como lo es la Investigación Criminal. El presente trabajo sólo pretende elevar a consideración de los lectores un Proyecto de Ley que debería contribuir a mejorar la integración de los cuerpos profesionales de Policía Científica de la Provincia de Buenos Aires, República Argentina, con miras a elevar el prestigio de éstos y, consiguientemente, a favorecer una mayor resolución de casos criminales ocurridos en el ámbito del mencionado territorio. Legal Medicine –including the idea of Forensic Psychiatry– is going through a very serious professional crisis; this trance is attributable, among several other things, to a devaluation in the quality and quantity of the professionals hired by State institutions to carry out such an important social task as Criminal Investigation. The purpose of this paper is to make readers consider a bill that should help improve the integration of professional bodies into the Scientific Police Corps of the Province of Buenos Aires, Argentine Republic, with the aim of raising their prestige and, therefore, favoring a higher resolution of criminal cases within its territory. Key Words: Legal Medicine, Forensic Psychiatry, Law, Scientific Police. Palabras clave: Medicina Legal, Psiquiatría Forense, Ley, Policía Científica. www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 1 hombre7, debemos rastrear sus orígenes hasta tiempos muy remotos. Pero no es esa la intención de nuestro escrito; para conocer el desarrollo histórico de la ciencia en general, y de la Medicina en particular, el lector interesado podrá consultar textos específicos y de excelente factura. Antes bien, nosotros nos proponemos trazar un panorama de la Medicina Legal limitado a nuestro medio y, a partir de allí, pasando por el presente, aproximarnos a espiar su futuro y plantear algún proyecto para mejorar la utilidad de esta imprescindible herramienta que es la Medicina Legal, auxiliar ineludible de la Justicia: 1) si y sólo si es empleada por manos expertas, y 2) si y sólo si los informes confeccionados por el perito son elevados a hombres y mujeres del foro verdaderamente capaces de valorarlos e interpretarlos, lo cual nunca será cierto si no se cumple, a su vez, la primera premisa. Nos enfrentamos entonces a una aporía insalvable. Entremos en tema, pero no sin antes considerar, y seriamente, el sabio consejo que nos brinda Paolo Mantegazza en el epígrafe. Desde esa perspectiva debemos explicitar qué nos mueve a desarrollar, de manera muy prieta, estas líneas. No se trata concretamente de hacer historia, sino de presentar una realidad que es en sí misma histórica8: es nuestra convicción sincera que la Medicina Legal es una herramienta invalorable para los Poderes del Estado, que el Ejecutivo precisa, imperiosamente, para cuestiones de Investigación Criminal y de la que el Judicial no podrá nunca prescindir para la adecuada resolución de las cuestiones médicas vinculadas al Derecho –cualesquiera sean ellas, siempre que, efectivamente, sean de índole médica y no de otra– para alcanzar una solución justa a la problemática planteada. Por último, el Legislativo no podrá plasmar adecuadas leyes vinculadas a la problemática médico-legal sin el concurso efectivo de los especialistas en este campo. Resaltamos la idea de “efectivamente” pues las sociedades actuales, y la nuestra no es una excepción, tienden a medicalizar, o bien judicializar, problemas que en principio no corresponden a estos campos de conocimiento; de allí que se sobrecarguen estas áreas del saber con problemas ajenos a ellas, lo que trae como consecuencia cuasi inevitable un alto grado de insatisfacción social por las soluciones planteadas – lo cual es lógico, ya que éstas no son desarrolladas por especialistas en la temática abordada–, así como una sobrecarga inconmensurable de las estructuras médicas y judiciales, que a la postre sólo dificulta su ya pobre funcionamiento, planteado esto desde la percepción social. A su vez, para que esta o cualquier otra herramienta Introducción: La Medicina Legal2, sea estrictamente como rama de la ciencia médica, sea como verdadero puente entre ésta y el Derecho, no puede pensarse fuera de un contexto socio-histórico que la determina, la condiciona y que, por ende, la caracteriza en tanto ciencia al servicio del hombre o, por lo menos, de ciertos hombres que se engloban en un subconjunto social normativo, esto es, que son respetuosos de la norma como aglutinante social y como determinante de superación. Así, la Medicina Legal, que no tiene entidad en sí, sino sólo ante el requerimiento judicial, es útil –al certero decir de Lucero3 con quien coincidimos plenamente– tanto para exonerar al inocente como para castigar al culpable4, y adquiere, entonces, todo su valor como herramienta útil para el Poder Judicial si y sólo si se dan dos supuestos tan imprescindibles como entrelazados: 1. La verdadera formación y plena dedicación del experto, y 2. La valía y la atención que a los dichos de éste otorguen los destinatarios de sus informes, los hombres y mujeres del foro, particularmente, los magistrados y las magistradas. A ambos puntos ya nos hemos dedicado con máxima atención en un trabajo anterior5, por lo que huelga extenderse sobre el mismo tópico; refiramos al lector interesado a esas líneas, en las que a conciencia exponemos nuestra posición de manera cruda y sin eufemismos. Cumplidos efectivamente estos dos supuestos o condiciones, cabría esperar un buen resultado, –esto es, un desenlace de la trama judicial acorde a la realidad de los hechos sujetos a investigación– tanto para los individuos procesados como para el conjunto social que los alberga en su seno. Así, cabe considerar el desarrollo pasado de la Medicina Legal –y, por ende, su futuro– no sólo desde un punto de vista histórico en general, sino y sobre todo desde la historia constitutiva de cada sociedad en particular. La Medicina Legal, en formas diversas y muchas veces ajena, en apariencia, a su (¿socialmente devaluada?)6 forma actual, tiene una historicidad casi tan lejana como permite inferirlo la aparición de los primeros registros escritos relacionados con la investigación criminal. Por supuesto, entonces, siendo la historia de la Medicina Legal la de la propia Medicina, y ésta la del www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 2 Para aquellos –quizás, lamentablemente, mayoría– que no otorgan la debida preeminencia a estos valores13, queda aún por considerar la normativa vigente en lo que atañe precisamente al tópico de las especializaciones médicas. Así, nuestra sincera creencia, nuestra más firme convicción, nos lleva a adherir plenamente a la norma como elemento totémico, aglutinante, alrededor del que cualquier construcción es posible y lejos del que nada es factible. Finalmente, declarar sobre nuestro estado mental o considerar la calidad de nuestras facultades no nos compete. Su apreciación corresponderá al lector, que los inferirá de nuestros escritos, tanto éste como los anteriores. Lo cierto es que, desde nuestra perspectiva, la Medicina Legal enfrenta una crisis como nunca antes ha visto y se ha convertido en un territorio donde medran todo tipo de advenedizos, que no sólo no sirven al cometido mismo de la especialidad, sino que ponen en riesgo, como bien señala el Prof. Dr. Humberto Lucero, “la honra, el patrimonio y la libertad de los sujetos” sometidos a la pseudoexperticia de muchos –aunque brillantes especialistas en sus campos respectivos– falsos peritos. Por tal motivo, por el riesgo que arrostramos, debemos intentar, de manera inmediata, poner coto a tal situación. Este proyecto pretende ser sólo una de las formas posibles de ayudar, y ayudarnos, como especialistas en este apasionante campo de las ciencias forenses. Ahora sí, habiendo cumplimentado lo aconsejado por Mantegazza, pasemos al tema en cuestión. sea verdaderamente útil, mucho dependerá de quién sea el que la maneje. Nosotros vemos, con seria preocupación, la paupérrima calidad profesional de numerosos sujetos que ya graduados de médicos, sin especialización alguna o, por el contrario, con varias especialidades sobre sus hombros, pretenden y alcanzan, con muy poco cuando no nulo esfuerzo, un título de Especialista en Medicina Legal que nunca honrarán –y, por ende, jamás enaltecerán tampoco a sus Maestros ni a su Escuela de pertenencia si es que alguna vez los tuvieron–, sino que, además, muy probablemente utilizarán para provocar un mal social mayor. Queda claro por nuestras expresiones que, fieles a nuestro compromiso, evitaremos el uso de eufemismos y llamaremos a las cosas por su nombre según nuestra apreciación, que no es absoluta a ciencia cierta, pero que, a diferencia de muchas otras formas de aprehender la realidad y de expresarla, está debidamente fundamentada. Y ello obliga tanto a aquel que concuerde con nosotros como mucho más a quien disienta con las opiniones aquí vertidas a fundar científica y filosóficamente su posicionamiento. Al primero, ya que muy pobre lectura hará de estas líneas si nada puede agregar a ellas; al segundo, pues si quiere oponerse a nuestras premisas y conclusiones debe hacerlo con argumentos sólidos que vayan más allá de la mera descalificación de lo dicho o de quién lo dice9. De la confrontación inteligente, de la adecuada exposición de argumentos en contra, más que del consenso ignorante, del asentimiento aburrido y sin compromiso, surgirá con más frecuencia la verdad. He allí expuestas las razones que nos mueven a pensar y desarrollar estas líneas como fundamento de esta propuesta legislativa. A su vez, los principios en que confiamos y que vemos vulnerados cotidianamente, tanto desde lo individual cuanto mucho más grave a nuestro entender desde lo institucional, son los preceptos legales, éticos y morales que rigen nuestra profesión y que, a la fecha, son violentados, tergiversados o manipulados, cuando no directamente ignorados, a voluntad de unos pocos con la necesaria complicidad de muchos. Nuestra valoración de los cimientos éticos y morales de la profesión médica –quizás, sin más vueltas, por habernos formado en la Escuela liderada por Maldonado– es superlativa, y entendemos que con ellos, más aun que con la Ley misma, alcanza para reglar un adecuado comportamiento.10,11 Pero esa ley moral… ¿es tal ley? ¿Tiene la universalidad de la ley que parece regir el juego de los astros?12 Seguramente, no. Un poco de historia En lo que atañe a nuestro pasado, y centrando la atención en nuestro medio, resulta obvio que la corriente colonizadora inicial, la española, y luego el aporte de varios inmigrantes llegados en oleadas sucesivas, que trajeron consigo los nuevos pensamientos y adelantos del ya Viejo Mundo, podrían parecer la base del desarrollo médico –y, en consecuencia, del médico legal– de nuestra sociedad desde ese punto. Decimos sólo “parecer” pues la llegada de los colonizadores no fue precisamente a una tierra vacía, sino a una ocupada por varias civilizaciones que alcanzaron, unas más que otras, un importante grado de desarrollo y penetración entre quienes habitaban este continente en ese momento.14 Podría argüirse, de manera rápida y simplista, que no cabe considerar un verdadero desarrollo en el arte de curar –no lo llamemos específicamente Medicina si se www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 3 que sólo puede darlo el estudio, la reflexión y la observación de los problemas inherentes a esta materia”21. quiere– en relación con grupos étnicos imbuidos de innúmeros prejuicios; sin embargo, bien analizada la cuestión, la ciencia española no carecía de estas mismas –permítasenos la expresión aunque resulte poco feliz– absurdas equivocaciones y hasta prejuicios a la luz de los conocimientos actuales, que no lo eran tanto para la época. Piénsese, por ejemplo, en la calificación de los dementes como “endemoniados”. Así entonces, el origen de la ciencia médica vernácula –y de la Medicina Legal rioplatense– enraíza en el entrecruzamiento de dos culturas tan heterogéneas que, necesaria y obligadamente, se complementan, tanto por sus similitudes como por sus diferencias. A su vez, la Medicina y su organización inicial dependerán, fundamentalmente, de la cuestión militar, ya que los primeros médicos (protomédicos)15 que llegaron a estas tierras lo hicieron como parte de las expediciones religioso-militares de reconocimiento y conquista16. Transcurrido el tiempo, tocó en suerte al Virrey Juan José Vértiz y Salcedo17 sentar las bases de la Medicina rioplatense: el Protomedicato, entendiéndose por éste el “tribunal conformado por protomédicos y examinadores encargados de comprobar la preparación y aptitudes de los que pretendían ser médicos, cirujanos, etc.”18. Esta primera etapa de la Medicina reconoce –vale la pena señalarlo desde ahora– lamentables similitudes con el campo médico legal actual; señala Juan R. Beltrán: “… al lado de médicos, cirujanos, licenciados autorizados para curar, mediaba una pléyade de barberos, sangradores, flebótomos, algebristas, etc., y subsistía la infaltable corte de curanderos, hechiceros y herboristas. (…) Sin embargo existía una legislación clara y severa para el ejercicio de la Medicina contenida en las Leyes de Indias y en los estatutos legales que sobre protomedicato regían en España”19,20. (El destacado en cursiva nos pertenece.) Compárense estas líneas, de donde se desprende la temeraria imprudencia de muchos sujetos que, libremente y sin control alguno, ejercían el arte de curar en la época de la conquista, con lo dicho por Nerio Rojas –a lo cual adherimos– respecto del campo médico legal: “Algunos han dicho que basta ser un médico bien informado para ser un buen médico legista. Craso y peligroso error que sólo se explica para justificar la audacia y la improvisación. La medicina legal requiere conocimientos especiales, tiene asuntos exclusivamente suyos (…); requiere muchos conocimientos legales y jurídicos que la mayoría de los médicos ignora o comprende mal; exige hábitos mentales propios y cierto criterio especial, ajeno a la medicina corriente, Así, del pasado más remoto al presente más tangible, poco se ha progresado –muy poco a nuestro juicio– en estas cuestiones de atribuir a cada uno sus méritos según su real capacidad, capacitación y campo de incumbencia; en otras palabras, el mismo irrespeto por la norma antaño que hogaño. Incluso puede sostenerse, sin temor a yerro, que la proliferación de “entendidos” en la época de la conquista del territorio resulta comprensible a la luz del escaso número de profesionales diplomados disponibles para la atención de la población, el menor cúmulo de conocimientos expertos que cada individuo reunía en sí y, si se nos permite, la ignorancia general de la población que habitaba tanto estas tierras como las europeas. Los tiempos actuales no permiten esgrimir ni siquiera esta tibia explicación. La institución del Protomedicato, cuya organización primigenia corresponde atribuirla a Juan II de Castilla22, tenía entre sus atribuciones la jurisdicción exclusiva para la intervención en “crímenes y excesos que cometían los médicos, cirujanos, licenciados, etc., en el ejercicio de su profesión”23 y sus veredictos, en este sentido, resultaban inapelables aun ante el mismísimo rey24. Se desprende de aquí la imagen de un poder impensable en los tiempos modernos para un tribunal ético-científico, a la par que queda flotando la idea de honorabilidad y compromiso absoluto con la función de parte de los designados para estos cargos25. Pareciera desplegarse ante nuestros ojos, entonces, todo el real valor del gobierno y la dirección meritocráticos y no, simplemente, partidocráticos o digitocráticos. Se reconocían al Protomedicato tres funciones generales, aunque no por ello menos específicas: a) enseñanza y dirección en centros de Medicina, Cirugía y Farmacia, b) administración de Justicia y persecución de médi- cos que cometieran faltas en el ejercicio profesional y a los curanderos (o sea, del ejercicio ilegal de la profesión médica), c) fijación de aranceles para exámenes y visitas a locales de expendio de medicamentos, ungüentos y demás productos medicinales de la época, y regulación de multas y determinación del destino de lo recaudado. www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 4 los pocos “especialistas” en Medicina Legal que se desempeñan en el Servicio Penitenciario Bonaerense están, en realidad y según nuestro concepto de especialista, muy lejos de serlo. Un interesante detalle en lo que hace al trabajo de estos protomédicos y sus examinados es que, hasta cierto punto, aplicaban en su tarea el método científico tal como hoy lo concebimos. Entre sus obligaciones figuraba, por ejemplo, “hacer experiencia y prueba de todo lo posible en lo que atañe a medicinas, yerbas o simientes de tierras americanas desconocidas en Europa, así como llevar un detallado registro de su forma de cultivo, preparación, administración e indicaciones específicas de las mismas”26, según nos enseña Beltrán con suficiente documentación respaldatoria. Hacia fines del 1700 existían en el Río de la Plata tres grupos o categorías de médicos bien definidas27: En el Protomedicato tuvieron lugar también lo que podríamos considerar específicamente las primeras acciones médico-legales en nuestro territorio, bajo la dirección del protomédico Miguel Gorman, y “sus acciones comprendían aspectos de orden social, jurídico y administrativo”28. Entre las incumbencias de este profesional figuraban: a) analizar el estado sanitario en los casos de baja de marinos y militares (tarea equivalente a las actuales Juntas de Reconocimiento Médico Militar); 1. Doctores: aquellos que reunían en su bagaje cultural estudios complementarios a los propiamente médicos. b) vigilar el ejercicio profesional y denunciar el curan- 2. Licenciados, o personas autorizadas para ejercer alguna rama de la Medicina, en particular, en sitios donde no hubiera profesionales más calificados. derismo; c) accionar contra profesionales por delitos cometidos durante el ejercicio de su actividad específica; 3. Médicos Militares y Médicos de Prisiones, gradua- d) salvaguardar la salud de los presos enfermos; ase- dos generalmente en los Colegios de Cirujanos de Barcelona o Cádiz. Entre estos profesionales destacaban los algebristas, denominación con que se reconocía a los especializados en la osteología u orientados a ella, antecesores de los actuales traumatólogos. sorar a la Justicia en calidad de perito y realizar, cuando así correspondiere, las operaciones autopsias, aunque en ocasiones estas no se llevaran a cabo por inconsistentes –aún para ese período histórico– razones religiosas, resabio de un oscurantismo medieval prolongado en el ultracatolicismo español de la época. Alejandro Korn, en su excelente trabajo ya citado por nosotros respecto de las influencias filosóficas en la evolución nacional, sostiene en su página 23: “España tomó una parte menos activa en la expansión del renacimiento y menor aún en la reforma religiosa que fue su corolario”. Antecedentes específicamente médico-legales Entre los médicos destinados a la atención de los reclusos, puede rastrearse, a su vez, el origen de un aspecto fundamental de la Criminología en tanto ciencia que estudia, entre otros aspectos, a los delincuentes en prisión. Ello nos lleva a considerar a esta rama del conocimiento, cuyo estudio hoy se asocia a los hombres y mujeres del foro, como más vinculada a la Medicina, en especial a la Medicina Legal, que al Derecho. Lamentablemente, ni las autoridades políticas ni los integrantes del foro han reconocido aún, en nuestro medio, el valor de los estudios médico-legales hacia el interior de las cárceles. No menos cierto es también que los mismísimos profesionales médicos de la Dirección General de Salud Penitenciaria –salvo honrosas excepciones, entre las que siempre destacamos a los Dres. Mario Zueedyk y Miguel A. Canziani– no se percatan del valor potencial de la investigación médico-legal, ni del conocimiento en general, al tiempo que e) evaluar personas intoxicadas (equivalente a la Toxicología Forense actual) por acción de prescripciones hechas por curanderos; f) realizar pericias psiquiátricas (nuestra moderna Psiquiatría Forense). En esos tiempos pretéritos, predominaba la ideología –para qué negarlo, aún extendida a nuestra época, aunque de formas muchas veces simulada– de Thomas Willis, quien aconsejaba la internación de los alienados en virtud de su peligrosidad y como medida de protección social. Estas ideas fueron sostenidas en nuestro medio durante el Protomedicato por el mismo Gorman, que sustentaba que “la existencia de alienados en promiscuo y permanente contacto con la sociedad impedía su estudio metó- www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 5 dico y serio”. La idea de Gorman de estudiar ciertas patologías o desviaciones de conducta en un ámbito acotado coincide con nuestra posición sobre la importancia de estudiar al delincuente recluso durante su privación de la libertad. dad actual nos muestra por doquier individuos, médicos ellos, no capacitados en absoluto en cuestiones médico-legales o psiquiátrico-forenses, que actúan en calidad de peritos médicos con resultados desastrosos para la tarea por desarrollar, a pesar del conocimiento que de esa situación tienen las autoridades correspondientes. Basta, para corroborar nuestros dichos, observar la (falta de) especialización, en Medicina Legal o Psiquiatría Forense, que se encuentra en los cuerpos de Policía Científica de la Provincia de Buenos Aires. De la tarea que lleven a cabo los profesionales de equipos de Investigación Criminal dependerá, en grado sumo, no sólo la adecuada resolución de los casos sometidos a su experticia, sino también la posibilidad de castigo del culpable o de exoneración del inocente para restituir el orden social mediante fallos más ajustados a la verdad, basados en los informes elevados a consideración de los magistrados. En suma, un cuerpo de Investigación Criminal adecuadamente conformado, bajo las órdenes de un fiscal entrenado, mejorará la tasa de resolución de hechos criminales; por el contrario, equipos deficientemente conformados o bajo las órdenes de fiscales inexpertos, sólo conducirán, como hoy ocurre, a un ínfimo porcentaje de hechos antinormativos esclarecidos y al rechazo social a lo dictaminado por los peritos y jueces. Situación actual de los hechos La comisión de un delito de cualquier naturaleza, pero particularmente los más aberrantes, como los hechos de sangre, los de privación ilegítima de la libertad (secuestro extorsivo) o los abusos contra la integridad sexual, requiere, para restaurar un justo equilibrio social, el debido esclarecimiento y el justo castigo de sus autores, determinado por la autoridad judicial competente. Resulta en este punto innecesario entrar en la discusión sobre la filosofía de la pena; quede ello para otros autores más calificados en el tema. Lo cierto es que la resolución última de un suceso criminal –o sea, el castigo del culpable o la exoneración del inocente– precisa, en su inicio, la adecuada investigación de los hechos. Dicha tarea corresponde no a una persona, sino a un conjunto de ellas con profundos conocimientos, cada una, de cuatro ramas de la ciencia: Medicina Legal, Psiquiatría Forense, Criminología y Criminalística. Sin el concurso, científicamente fundado y socialmente comprometido, de verdaderos especialistas en cada una de estas áreas del saber, deviene muy difícil, cuando no impensable, la resolución de los casos investigados. De los cuatro especialistas necesarios para la tarea de Investigación Criminal, nos ocuparemos de lo que atañe al médico legista y al psiquiatra forense, aunque estas consideraciones pueden extenderse grosso modo a las otras áreas mencionadas. Corresponde aclarar en este momento que ninguno de estos profesionales puede ni debe ignorar los rudimentos –y algo más– de los conocimientos de las otras áreas de trabajo mencionadas. Es decir, un especialista, un verdadero especialista, no es sólo aquel que conoce, más o menos profundamente, su área de competencia con absoluta prescindencia de todas las accesorias que hacen a su cometido final. El especialista en Medicina Legal o en Psiquiatría Forense, sujeto tanto a la legislación como al ejercicio profesional y al de las especialidades médicas, debe ajustarse a las normas vigentes; por otro lado, resulta impensable e ilógico continuar permitiendo el ejercicio de una tarea, de indudable trascendencia social, a profesionales que no cuenten con la debida habilitación como especialistas en tales campos. La reali- Futuro de las Ciencias Forenses en nuestra provincia El futuro de la ciencia médica en el campo de la Investigación Criminal –la Medicina Legal y la Psiquiatría Forense– dependerá, en gran medida, del corpus normativo que la enmarque y le indique el derrotero por seguir. Este conjunto de normas –de las cuales ésta es sólo una propuesta más– debe estar pensado por y para nuestra sociedad, que está adquiriendo, a poco de ver las noticias difundidas por los medios de comunicación, un carácter cada día más violento, con criminales que exceden, en mucho, la capacidad de control del Estado. La contención de la ola criminal que nos asfixia como sociedad depende, obviamente, no sólo de la Investigación Criminal de los hechos ya acaecidos, sino, amén de ello, de la puesta en práctica de políticas sociales y educativas sobre las generaciones más jóvenes, y de la instrumentación de medidas realmente eficaces de reeducación y resocialización –suponiendo que ello fuera, hasta cierto punto, factible– de aquellas personas privadas de su libertad en virtud de www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 6 su conducta antinormativa. Sin embargo, si bien pudiera parecer que la Medicina Legal y la Psiquiatría Forense tienen principal injerencia en los momentos posteriores a la comisión de los hechos delictivos y, por ende, en su esclarecimiento, lo cierto es que los médicos efectivamente especializados en cuestiones criminales –los verdaderos especialistas en Medicina Legal o Psiquiatría Forense– tienen un capital de conocimientos adquiridos en la práctica cotidiana basado en el estudio de los distintos tipos criminales, que no debe ser despreciado ni desmerecido. Del integral aprovechamiento de las tareas de investigación científica –realizadas según el método científico, y sólo de acuerdo con éste, por los integrantes de los cuerpos de Policía, del Poder Judicial y del Servicio Penitenciario–, podrán diseñarse políticas de estado tendientes a comprender integralmente el fenómeno criminal y las mejores medidas para su contención. Lo cierto es que para un integral aprovechamiento de los conocimientos médico legales y psiquiátrico-forenses, deviene inadmisible continuar dejando su práctica en manos de improvisados, no especializados y no comprometidos con la importancia de un adecuado cometido. Debe, imperativamente, legislarse –a la brevedad posible– respecto de la cantidad y calidad personal, científica y de formación humanística integral, de aquellos profesionales que el Estado Provincial habilite para el desempeño de una tarea de Investigación Criminal. Lo contrario, es decir, continuar como hasta la fecha, es dar a los criminales una innegable ventaja operativa y, al mismo tiempo, negar a los ciudadanos honestos la posibilidad de una mayor protección de sus vidas y bienes. Legislar en el sentido propuesto, o sea, crear una fuerza de investigación criminal científicamente fundada y socialmente comprometida, no significa pretensión de vulnerar los superiores Derechos Humanos de aquellos que han delinquido; por el contrario, implica velar por dichos derechos con mayor profundidad, tanto en los aspectos que atañen al delincuente como en los que hacen a sus víctimas29,30,31. Debe, en suma, revertirse un procedimiento de trabajo retroalimentado endogámicamente, que reconoce raíces en los primeros tiempos de nuestro país. Dicho lo anterior, se propone a los señores integrantes de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires considerar y dar curso favorable al siguiente Proyecto de Ley con las modificaciones que estimen convenientes para mejor proveer. Proyecto de Ley para los profesionales médicos que integren cuadros de Investigación Criminal –médicos legistas y psiquiatras forenses– de la Policía de la Provincia de Buenos Aires 1. Declarar la Emergencia de Investigación Criminal (IC) en todo el ámbito de la Provincia de Buenos Aires por el término de dos (2) años desde la promulgación de la presente. El objeto de dicho plazo es el de capacitar debidamente, durante ese lapso, a los agentes profesionales médicos que integran los cuerpos de Policía Científica y todo otro organismo, con competencia en Investigación Criminal, que se determine. 2. El objetivo por lograr con la presente disposición es otorgar una respuesta, siempre en lo que atañe a la Investigación Criminal, a los gravísimos problemas relacionados con la vida y los bienes de las personas amenazados por la creciente ola de inseguridad. Se hace hincapié en los aspectos investigativos del fenómeno delictivo a partir de los cuales se pretende –integrando equipos multi e interdisciplinarios– alcanzar una mejor comprensión del accionar criminal y una adecuada resolución de los delitos cometidos. 3. El Poder Ejecutivo deberá, en un plazo improrro- gable de sesenta (60) días desde la promulgación de la presente, informar al Poder Legislativo sobre la composición actual de los equipos de Investigación Criminal en las distintas sedes de Policía Científica de la Provincia de Buenos Aires, particularmente, en referencia a los encargados de investigar hechos de sangre, de privación ilegítima de la libertad (secuestro extorsivo) y de abuso sexual en cualquiera de sus variantes. Se requiere conocer, específicamente: a. Cantidad de equipos de IC en cada sede de Policía Científica. b. Cantidad de especialistas en Medicina Legal en cada equipo, entidad que otorga dicho título, fecha de emisión y fecha de recertificación de dicho título, si así www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 7 correspondiere. c. Cantidad de especialistas en Psiquiatría Forense en cada equipo, entidad que otorga dicho título, fecha de emisión y fecha de recertificación de dicho título, si así correspondiere. (Se destaca, en los puntos b y c, el carácter de especialista en el área de competencia de los mencionados profesionales de acuerdo con lo normado por los Reglamentos y la Leyes que determinan tal carácter). d. Grado de dedicación del profesional a las especialidades mencionadas de acuerdo con la normativa vigente (Ley de Especialidades Médicas, Reglamento de Especialidades Médicas del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires). e. Profesional que ejerce la jefatura de los equipos médicos de IC, título que ostenta, entidad emisora y fecha de emisión, fecha de recertificación, si así correspondiere. f. Modos de actualización previstos, desde la Institución Policial o la que correspondiere, para los conocimientos médico-legales y psiquiátrico-forenses; capacitaciones realizadas por cada uno de los agentes mencionados en los últimos dos años; trabajos científicos publicados, etc. Se tendrán por aprobadas las materias antedichas que el profesional ya haya cursado y aprobado en una Universidad Nacional, Colegios Profesionales o Instituciones Nacionales o Extranjeras reconocidas por el Estado Nacional. 6. Se designará, a los fines del artículo anterior, una Comisión de Profesionales ad hoc para el diseño y la conformación del Plan de Estudios dirigido a los integrantes de los cuerpos de IC, de preferencia uno por cada área específica de trabajo (Medicina Legal, Psiquiatría Forense, Criminología y Criminalística). Entre los encargados del diseño del Plan de Estudios se consensuarán las materias complementarias que obligatoriamente deberán cursar y aprobar los integrantes de los equipos, excepto lo previsto en el artículo anterior para quienes ya las hubieran cursado y aprobado. 7. Los ascensos dentro de la Fuerza Policial, en lo que atañe a los integrantes de los equipos de IC, dependerán, de aquí en adelante, de la capacitación e investigación científica que cada profesional lleve a cabo o, en otras palabras, de su propio esfuerzo personal. 4. El Poder Ejecutivo someterá a la aprobación de este Congreso las medidas complementarias o correctivas para que se consoliden definitivamente, en todo el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, verdaderos equipos de Investigación Criminal en relación con el accionar delictivo en general y, particularmente, en lo que atañe a los delitos de sangre, de privación ilegítima de la libertad (secuestro extorsivo) y de abuso sexual en cualquiera de sus modalidades. 8. A los fines de esta Ley, el Poder Ejecutivo dispondrá de las partidas necesarias para el pago a los docentes de los distintos cursos que se lleven a cabo y, cuando así correspondiere, la emisión de pasajes para el agente cuando éste deba trasladarse fuera de su lugar de asiento habitual. Todo otro gasto que la capacitación demande –fuera de los previstos específicamente– correrá por cuenta y cargo del profesional. La institución en la que éste se desempeñe otorgará la licencia correspondiente al tiempo que dure cada ciclo de capacitación del agente; el total de días hábiles otorgados no podrá exceder los sesenta (60) días por año calendario. El agente deberá, a su regreso, entregar copia de los certificados de los cursos realizados a los efectos de justificar su ausencia laboral y agregar dichas certificaciones a su legajo personal. El incumplimiento de estas normas redundará en el descuento de los días inasistidos al trabajo por parte del agente y a las demás sanciones que pudieren corresponder. Asimismo, el agente deberá dictar un seminario sobre el tema del curso realizado a los otros integrantes del equipo de IC de su lugar de asiento o de otras dependencias vecinas. 5. El Poder Ejecutivo elevará a consideración de este cuerpo deliberativo el Plan de Capacitación Permanente y Continua al que obligatoriamente estará sujeto todo integrante de los equipos de IC desde la sanción de la presente Ley. Dicha capacitación, amén de las materias específicas a cada área, deberá contener aquellas humanísticas que indudablemente hacen a la cuestión: Sociología, Antropología, Criminología, Psiquiatría, Metodología de la Ciencia, Idiomas (preferentemente inglés, por ser ésta la lengua en la que, a la fecha, se publican la inmensa mayoría de los trabajos científicos; su conocimiento, por ende, es necesario para una adecuada actualización de conocimientos por parte del agente), Estadística y cualquiera otra que, a criterio del cuerpo legislativo, se determine en el futuro. www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 8 9. Se establece un plazo de veinticuatro (24) meses 13. Los profesionales integrantes de la Comisión Superior de Evaluación, Seguimiento y Control de los Cuerpos de Investigación Criminal serán designados por el Poder Ejecutivo, con acuerdo del Poder Legislativo, priorizándose para su integración a profesionales debidamente capacitados que hoy revistan en la administración pública provincial. Se tendrán asimismo en especial consideración, los antecedentes científicos de cada uno de los profesionales. desde la promulgación de la presente para que todo médico integrante de las fuerzas policiales en función médico-legal alcance el título de Especialista en Medicina Legal o en Psiquiatría Forense. Vencido dicho plazo, el agente que no hubiera alcanzado este requisito, será reasignado a otra tarea ajena a la IC o desafectado de la fuerza. 10. En un plazo improrrogable de seis (6) meses des- 14. Derógase toda otra norma que se oponga a la presente. de de la sanción de la presente Ley, el Poder Ejecutivo designará en cada Unidad Penal del Servicio Penitenciario Bonaerense al menos un (1) médico especialista en Medicina Legal para integrar las áreas de Sanidad Penitenciaria y los Grupos de Admisión y Seguimiento. Asimismo, dispondrá que un Equipo de Investigación y Asesoramiento –conformado por un especialista en Medicina Legal, uno en Psiquiatría Forense, un criminólogo, un asistente social y un abogado– eleve un informe al juzgador que corresponda cuando el sujeto privado de su libertad vaya a ser beneficiado con una morigeración de su pena, con especial énfasis en aquellos acusados de delitos de sangre, de privación ilegítima de la libertad (secuestro extorsivo) y de abuso sexual en cualquiera de sus modalidades. La jefatura de este Equipo, como de las diversas Unidades Sanitarias, será ejercida por un Especialista en Medicina Legal o Psiquiatría Forense; será elegible aquel que reúna mejores antecedentes y presente el mejor proyecto de trabajo. Su gestión al frente de la Unidad Sanitaria o del Equipo de Investigación y Asesoramiento durará veinticuatro (24) meses, y podrá ser reelegido para el cargo. Dr Bevaqua Alejandro: abevaqua@intramed.net 11. El Poder Ejecutivo establecerá vínculos con las otras provincias, con miras a integrar una verdadera red de cuerpos de IC para favorecer tanto el intercambio de experiencias como el esclarecimiento de delitos que ocurran de manera interjurisdiccional. 12. Créase una Comisión Superior de Evaluación, Seguimiento y Control de los Cuerpos de Investigación Criminal que dependerá exclusivamente del Poder Legislativo al que informará, con la periodicidad que se determine, el estado de situación de cada grupo en particular; a tal fin, la Comisión contará, en cada distrito provincial, con un Inspector que tendrá a su cargo los informes parciales que elevará a la Comisión en forma quincenal. www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 9 subsociedad o conjunto profesional sin ningún tipo de norma, lo que equivale a pretender levantar una casa sin cimientos. Bibliografía (1) Mantegazza, Paolo. Cartas médicas sobre la América Meridional. Traducción de Juan Heller, Coni Editorial, Buenos Aires, Argentina, 1949. [1] Concepto que podríamos asimilar, desde lo educativo, a lo sostenido –erróneamente a nuestro entender– por É. Durkheim cuando habla del aprendiz como una tabula rasa. [1] Se subsume bajo el título de Medicina Legal a la Psiquiatría Forense. [1] Gómez de Silva, Guido. Breve diccionario etimológico de la lengua española. 2º Edición, 5º reimpresión, Fondo de Cultura Económica, México, 2006. Proto: primero (en el tiempo o en categoría), del griego prôto, que significa ‘primero’. [1] La cuestión fundamental era “la conquista”; si llevada a cabo por las armas “convencionales” o por la religión –verdaderamente poderosísima arma de la época– era indiferente al poder europeo, donde poderío militar y religioso eran, a la postre, uno. Ha sostenido, con pleno acierto, Alejandro Korn: “Al emprender la reconquista de su dominio de los espíritus, la iglesia, que en la edad media había vivido en continua lucha con los poderes seglares, ahora no podía prescindir de su apoyo”. (Korn, Alejandro. Influencias filosóficas en la evolución nacional. Prólogo de Luis Aznar. Editorial Claridad, Buenos Aires, Argentina, 1936. Pág. 26). [1] Lucero, Humberto. Psiquiatría Forense. Ficha de Cátedra en Curso para la Especialización en Medicina Legal. Facultad de Cs. Médicas UNLP - Colegio de Médicos de la Pcia. de Buenos Aires, Bahía Blanca, septiembre 2000-septiembre 2002. [1] Maldonado, Miguel A. Curso para la Especialización en Medicina Legal. Facultad de Cs. Médicas UNLP - Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires, Bahía Blanca, septiembre 2000-septiembre 2002. [1] Bevaqua, Alejandro A. Delitos contra la integridad sexual. Perspectiva médico-legal. Editorial Scotti, La Plata, Buenos Aires, Argentina, 2011. [1] Segundo Virrey del Río de la Plata, nacido en México en 1719 y fallecido en España en 1799. Fue nombrado Virrey en 1778 y permaneció en el cargo hasta 1784, fecha en que regresó a España. [1] La idea de devaluación en la estima social a que nos referimos puede aplicarse, sin forzar la razón, no sólo a la Medicina Legal, sino a toda la ciencia en general. Las causas de este menosprecio por el saber y por la pretendida forma de adquirirlo –sin esfuerzo alguno– reconocen una raigambre mucho más profunda e intrincada de lo que suele creerse. [1] Beltrán, Juan R. Historia del Protomedicato de Buenos Aires. El Ateneo, Buenos Aires, Argentina. Pág. 2. [1] Existe igualmente hoy una legislación clara y severa para el ejercicio de las especialidades médicas que, a fuerza de ignorada, ha dejado de ser clara y severa para convertirse, como tantas otras normas en nuestro país, en letra muerta cuando no risible. [1] Marías, Julián. Idea de la metafísica. 5º Edición, Editorial Columba, Buenos Aires, Argentina, 1973. Pág. 7. [1] Mantegazza, P. Cartas … Ob. cit., pág. 447: “La única vía abierta al hombre para hacerse mayor que sí mismo en el tiempo, no en su organización, está en la educación de la inteligencia y del corazón, y en ese noble combate podrá encontrar un alimento fecundo la voluntad más tenaz, el deseo más tumultuoso y fantástico”. [1] Beltrán, Juan R. Historia del Protomedicato… Ob. cit. Cfr. Mantegazza, P. Cartas… Ob. cit. [1] Rojas, Nerio. Medicina Legal. Editorial El Ateneo, Buenos Aires, Argentina, 1936. T. 1, pág. 31. [1] “La recurrente falacia ad hominem: ¿Argumentar?” Mejor descalificar. Diario Río Negro, 21-01-2010, pág. 20. [1] Enseña el Prof. Dr. Miguel A. Maldonado en sus magistrales clases el siguiente concepto: Deontología Médica es el conocimiento y el cumplimiento de las normas éticas que deben dirigir y guiar el accionar del médico en su permanente interacción dentro de la sociedad en la cual se desempeña y de la cual forma parte. Etimológicamente deon significa ‘lo que debe hacerse’ y logía, ‘estudio o conocimiento’. En última instancia, se está refiriendo nuestro Maestro al valor superior que tiene –o debiera tener– nuestro Código de Ética, valor superior incluso a las Leyes generales. Carranza Casares también sostiene esta posición. [1] Rey de España, padre de Enrique IV, personaje sobre quien el genial Gregorio Marañón nos regalara un magnífico trabajo titulado Ensayo Biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo (Colección Austral. 6º Edición. Espasa Calpe, Buenos Aires, Argentina, 1950). [1] Beltrán, Juan R. Historia del Protomedicato… Ob. cit. Pág. 3. [1] Turkerville, A. S. La inquisición española. Fondo de Cultura Económica, México, 1948: [El médico era, en esta época, un funcionario de menor jerarquía] “junto al alguacil, el alcaide o carcelero, el portero, el capellán, el barbero y el tesorero o receptor de impuestos, era el encargado de detectar la locura simulada entre los sospechosos de herejía y para control sanitario del sujeto antes de aplicarle tortura. Aparentemente el mal estado de salud posponía o evitaba el acto salvaje del martirio. (…) Asimismo el humanitarismo del siglo xviii “trajo la norma que ningún reo podría ser enviado a galeras sin ser declarado físicamente apto por un médico”. De este extracto de Turkerville podemos inferir algunas ideas interesantes: [1] Carranza Casares, Carlos A. Relevancia de las normas éticas en la responsabilidad de los médicos. La Ley, 27-09-04, Nº 186. [1] Fatone, Vicente. El Hombre y Dios. Editorial Columba, Buenos Aires, Argentina, 1955. Pág. 25. [1] Consideremos el valor de la norma igual, ya sea su origen ético, moral, religioso o legal. La finalidad aglutinante social será la misma; lo inadmisible es la pretensión de construir una sociedad, www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 10 1) La historia de la Medicina Legal –particularmente, la Psiquiatría Forense– se extiende claramente a la Edad Media con la obligación profesional de detectar la simulación –tal vez, la tarea más frecuente y, al mismo tiempo, una de las más difíciles– con que se enfrenta el profesional médico legista (la otra tremenda dificultad del experto es la predicción de conducta violenta futura de un sujeto). laboratorios forenses. En esos centros se harán autopsias, se estudiarán muestras de ADN y se analizarán todos los elementos hallados en la escena del hecho”. Hasta allí, la fría noticia, ampliamente desarrollada en el texto del diario. En este sentido, pareciera ser entonces que, en el ámbito nacional, existe un movimiento tendiente a salvaguardar, parcialmente, el déficit profesional en el campo médico-legal; ello se desprende del proyecto para dotar a los fiscales de laboratorios forenses debidamente constituidos y, sería deseable, en manos de verdaderos científicos en materia médico-legal. Lo que se omite es señalar, y sobre ello queremos llamar la atención, que aunque se construya el mejor laboratorio criminalístico y se lo dote de la más avanzada tecnología y de fondos ilimitados, si el recurso humano es de formación paupérrima y de compromiso nulo con su tarea, los resultados serán siempre magros. 2) Desde entonces hasta los tiempos del Protomedicato, el prestigio del médico parece haber ido en alza para luego, en un vaivén inconcebible –aunque seguramente con mucha responsabilidad por parte de los mismos profesionales– ir descendiendo nuevamente hasta la época actual. 3) El mencionado humanitarismo surgido en el siglo xviii no debe hacernos olvidar –nunca y bajo ningún supuesto– que innúmeros médicos han participado, y participan aún, en la supervisión de torturas de prisioneros y en el maltrato de presos comunes. 4) Una de las más graves formas de agravio y humillación, tanto de los reclusos como de aquellos que, aun sin serlo, son sometidos a proceso penal, es la de exponer la salud, la honra, el patrimonio e incluso la libertad de la persona si ésta es asistida por profesionales incompetentes o, aunque competentes, no están comprometidos con su labor. En esta perspectiva cabe máxima responsabilidad a las autoridades políticas que designan funcionarios digitalmente y sin sentido alguno de las necesidades de las distintas estructuras del Estado. [1] Rojas, Nerio. Medicina Legal. Ob. cit. Pág. 30. [1] Beltrán, Juan R. Historia del Protomedicato… Ob. cit. Pág. 232. Cfr. Beltrán, J. R. El ocaso de Miguel Gorman. La Prensa Médica Argentina, Tomo XXVI, Nº 24, 1939. [1] A pesar de este trabajo por parte del equivalente colonial de los modernos Colegios Médicos, la población general siempre mantuvo y permitió, igual que en la actualidad, un amable intercambio, una sana convivencia entre médicos y curanderos. Esta situación puede denotarse claramente a través de la obra de Mantegazza, pág. xix, así como en el magnífico ensayo “Recuerdos de un médico rural” del fallecido Dr. René Favaloro. Nosotros nos hemos opuesto, fundadamente, a estas acciones de curanderismo, charlatanismo y medicinas alternativas en un trabajo sobre el particular (véase Bevaqua, Alejandro A. Medicina Legal y Medicinas alternativas –o alternativas para la Salud–. Editorial BdeF, Buenos Aires, Argentina, 2005). [1] Beltrán, Juan R. Ob. cit. Pág. 255. [1] Turvey, Brent E. & Petherick, Wayne. Forensic victimology: Examining violent crime victims in investigative and legal contexts. Elsevier, USA, 2009. Chapter 3. Conf.: Torres, Juan M. Metodología de la Ciencia. Seminario Universidad Nacional del Sur, 2007. [1] Bevaqua, Alejandro A. Fallos judiciales sobre bases endebles. www.sololocal.info/notas/usuarios <http://www.sololocal.info/ notas/usuarios> 01/05/10 [1] La Nueva Provincia, 26-04-10, pág. 8: “Los fiscales tendrán www.intramed.net Vol. 1 / Número 1 11