Joveret Identidad Judía CREDO DE UN JUDÍO NO-CREYENTE Por Egon Friedler Parafraseando el libro que recoge el célebre intercambio de ideas entre el escritor Umberto Eco y el cardenal Martini, deseo explicar por la presente en qué cree un judío que no cree. Entiendo que este testimonio personal puede resultar de interés en un momento en que se está librando una profunda lucha de ideas en relación al futuro del pueblo judío. Creo en el valor de continuidad del pueblo judío y estoy convencido de que sólo podremos asegurarla si seguimos siendo un pueblo y nos negamos a convertirnos en una secta. Creo en el pluralismo es una condición básica de nuestra supervivencia porque la vida judía es imposible sin variedad, sin la confrontación pacífica de diferentes ideas, sin el respeto mutuo de corrientes filosóficas y/o religiosas diversas. Creo en la inmensa riqueza de nuestras fuentes bíblicas y talmúdicas y en la necesidad de estudiarlas con una visión moderna, crítica, imaginativa, despojada de un criterio reverencial paralizante. Creo plenamente en la vigencia del sionismo no solo como fundamento ideológico y espiritual irrenunciable del estado de Israel sino también como nexo de unión imprescindible entre Israel y las Diásporas. Por ello, considero erróneas las críticas que sostienen su presunto carácter obsoleto y sostengo que si bien podemos estar cerca del fin de una etapa en la historia del sionismo, aún quedan muchos desafíos por delante. Creo que el pueblo judío debe sentirse profundamente comprometido con la modernidad y con el avasallante avance científico que une a la humanidad y genera la conciencia de que poseemos un destino común. A lo largo de nuestra historia hemos aprendido que solo podemos sentirnos plenamente libres en sociedades cabalmente democráticas. En el espíritu de la máxima del sabio Hillel “no hagas a tu prójimo lo que no quieras que te hagan a ti” debemos bregar por la plenitud de las libertades democráticas en todo el orbe y al mismo tiempo debemos impedir que prosperen todos los intentos teocráticos o de otra naturaleza de menoscabar las libertades democráticas en Israel. Creo en el valor permanente de la cultura judía en sus más variadas vertientes, desde la entrañable vieja cultura Yidish de Europa Oriental a la moderna creación literaria hebrea, del añejo y encantador folklore judeoespañol a las más sofisticadas expresiones de la erudición moderna. Creo en el valor supremo de la razón como herramienta fundamental del progreso en la sociedad, la ciencia y la tecnología y en su utilidad para forjar una sociedad más justa y equitativa. Creo en los valores éticos legados por el judaísmo a la humanidad y en la necesidad de su aplicación a la vida cotidiana. Creo en la autenticidad judía por lo que veo como un factor degradante de la vida judía el fingimiento de una fe que no se tiene o se ha perdido en aras de una adaptación a un conformismo institucional religioso generalizado. Creo en la legitimidad de todas las formas de judaísmo y al mismo tiempo reclamo el reconocimiento de la legitimidad de mi judaísmo por parte de las demás corrientes en el amplio espectro religioso e ideológico del pueblo judío. Un judío agnóstico o ateo es no menos ni más judío que un judío religioso observante. Creo que sin libertad de elección el judaísmo pierde su esencia, su valor espiritual y su universalidad. Por ello, es un deber colectivo preservar esa libertad de elección y resistir los intentos de todos aquellos que pretenden abolirla. Creo en el profundo valor vivencial de la vida judía. Cada judío atesora su muy personal bagaje de recuerdos en el que caben las experiencias más diversas, desde las institucionales que pautan etapas de la vida hasta las más íntimas e intransferibles. Creo en la familia judía tradicional como base de la sociedad y en la necesidad de fortalecerla por todos los medios. Al mismo tiempo, considero que es necesario tener una visión pragmática y tolerante en relación a nuevos tipos de vínculos que se están difundiendo e institucionalizando rápidamente en las sociedades contemporáneas. Creo en la máxima de Goethe de que “mientras el árbol de la teoría es gris, el de la vida es verde” por lo que considero necesario hacer frente a todo dogmatismo, toda visión excluyente, toda determinación categórica por parte de líderes de cualquier sector respecto a la definición de “quién es judío”. Creo que el estado de Israel es el corazón del pueblo judío y no concibo un judío indiferente a su futuro, sus problemas, su desarrollo y su lugar en la familia de los pueblos. Creo en la necesidad de un judaísmo vivo y creativo. Para mí el judaísmo no es la veneración de textos congelados en un pasado remoto, sino un proceso de creación constante. Creo en la vocación universalista del judaísmo y en que el sueño profético de la paz universal es una meta alcanzable. Propugno una lucha sin descanso por convertir la globalización técnica y económica en la globalización de un espíritu de tolerancia y comprensión universal por encima de las diferencias religiosas, étnicas y políticas. Creo en la eficacia de la educación por lo que estoy convencido de que es un cometido esencial de nuestras comunidades el otorgar una prioridad esencial a la formación judía de las nuevas generaciones. Creo en el Hombre más allá de todas las decepciones del siglo que acaba de terminar. Considero que la humanidad ha dado importantes pasos adelante no solo en el campo del avance material y tecnológico, sino también en la extensión de libertades y derechos a amplios sectores de la humanidad anteriormente marginados. Creo que el falso mesianismo ha sido una constante funesta en la historia del pueblo judío y considero por ello que es vital hacer frente a las tendencias ultranacionalistas en Israel de los que surgió el asesino de Itzjak Rabin y del que podrían salir otros fratricidas criminales descontentos con una política de paz que no responda a sus expectativas. Creo que uno de los valores a cultivar por todos los sectores del judaísmo es el sentido de servicio a la comunidad, que por supuesto, va mucho más allá de sus propios marcos. Creo esencial profundizar el pluralismo democrático de nuestras comunidades y frustrar los intentos de grupos religiosos minoritarios de ganar su control e imponer una serie de normas y formas de vida que la amplia mayoría no quiere. Creo que es vital robustecer las relaciones entre Israel y la Diáspora sobre la base de la búsqueda de objetivos comunes en las más variadas facetas de la vida y la cultura. Creo que es vital tanto en la familia como en la comunidad buscar formas nuevas y creativas de celebrar las fiestas judías. Creo en el valor permanente de la “Ahavat Israel”, o sea el amor por todo lo judío, como sentimiento de solidaridad vivo entre los judíos de todo el mundo, más allá de todas las diferencias que puedan separarnos. SÍMBOLOS JUDÍOS JAI: simboliza la vida del pueblo judío SHOFAR: instrumento musical que se toca en Rosh Hashaná y Iom Kipur. MAGUEN DAVID: símbolo que llevaba el rey David en su escudo. Representa a todo el pueblo judío. TORÁ: libro sagrado para el pueblo. Contiene historias, valores y enseñanzas. MEZUZÁ: símbolo que surgió en Egipto y es utilizado como tradición para proteger la casa judía. MENORÁH: símbolo que representa los arbustos en llamas que vio Moshé en el Monte Sinaí. VINO, VELAS Y JALÁ DE SHABAT: elementos utilizados en la mesa de shabat que identifican un momento pleno de la vida de una familia judía. LUJOT HABRITH: (tablas de la ley) son las tablas que contienen los 10 mandamientos que rigen como valores universales para la convivencia en armonía entre los seres humanos. Significativos por ser parte de la herencia de la cultura judía. Judaísmo JUDAÍSMO: (iahudut). Civilización y cultura de los judíos, que incluye su religión, pensamiento, ética y forma de vida. Por extensión, comunidad judía de un lugar determinado (por ejemplo, “el judaísmo español”). El origen de la religión judía es la fe en un Dios único, creador y conductor del universo, cuya voluntad conforma un gobierno supremo y absoluto, en oposición a las creencias paganas, según las cuales los mismos dioses dependen de entidades superiores y de un sistema de leyes previas que no pueden cambiar. En la religión judía el culto no es una forma de congraciarse con Dios y lograr su favor, sino un precepto divino. La voluntad de Dios se manifiesta en el mundo material a través de las leyes de la naturaleza; y en el mundo espiritual, como ley religiosa y moral. Mientras que en el mundo material la ley divina es ineludible, en el mundo espiritual es sólo mandato y exigencia. La fuente del judaísmo se encuentra en la Torá, que, según la tradición judía, fue dada al pueblo de Israel por Dios en el monte Sinaí. De acuerdo a esta tradición, en aquel momento no sólo se entregaron sus leyes (la Torá escrita), sino también aquéllas que la explican y complementan (la Torásbebe'alpé, leyes transmitidas por tradición oral). Las interpretaciones hechas desde entonces y hasta el presente son consideradas como reveladoras de conceptos que subyacen en la Torá y que han sido olvidados a lo largo del tiempo. Toda interpretación renovadora aceptada por los sabios es considerada como TorámiSinái -ley entregada en el Monte Sinaí. Esta concepción evitó interpretaciones consideradas contrarias al espíritu de laTorá. El judaísmo hace hincapié en la acción y no sólo en la fe. Se pide al ser humano que viva de acuerdo a las leyes bíblicas y que cumpla con sus preceptos. Pero no exige unanimidad de criterios cuando éstos no contradicen los principios básicos. El judaísmo no es misionero, pero considera que todo ser humano debe creer en un solo Dios y cumplir los principios morales básicos -los siete preceptos de los hijos de Nóaj. Un no judío que desea cumplir con toda la Torá es aceptado en el pueblo judío comoguer (“converso”). Identidad judía El judaísmo es una mezcla de varios aspectos personales en cada uno. Entre esos aspectos se encuentran: espiritualidad, sentirse distinto, Israel, tnua, tradición, cultura, religión, valores judíos, shoa, comunidad, historia, etc. Idea: a cada concepto asignar un color u objeto y luego que cada uno diseñe algo con la proporción de colores que los janijim quieran. Por ejemplo colage, dibujo, tierra de colores. Judaísmo: extractos de 7º Veidá Habonim Dror cree en el judaísmo como cultura. Desde una concepción marxista de la cultura entendemos que la religión es parte integra pero no hace a la totalidad de la misma. La cultura judía desarrollo a través de su historia una moral y una ética basada en los valores de justicia e igualdad que llevan al desarrollo de sociedades más humanitarias. Habonim Dror lleva a la práctica su idea de judaísmo a través de una educación basada en fuentes provenientes de la cultura judía tanto de índole religiosas como laicas, como así también bibliografía que se encuentra en coherencia con los principios del movimiento. El movimiento ubica a la educación judía sionista como base de sus actividades entendiendo a la necesidad de una soberanía territorial como eje principal de la continuidad y el crecimiento de la cultura judía. A partir de este concepto de judaísmo Habonim Dror entiende la necesidad de separación de las leyes religiosas y civiles del ámbito estatal. En lo referido al movimiento kibutziano, entendemos que este es una expresión de judaísmo cultural que permite redefinir y adaptar nuestras costumbres y tradiciones. Por ello debemos crear un vínculo entre Habonim Dror y el movimiento kibutziano, para fortalecer el judaísmo cultural dentro de Habonim Dror. Para ello Habonim Dror debe formar parte de las actividades dentro del movimiento kibutziano, cuyo objetivo es enriquecer espiritual y culturalmente el judaísmo dentro de Habonim Dror, por lo ya hecho en los kibutzim en este aspecto. Esta acción mancomunada se expresa en la creación de actividades educadoras para con el movimiento. En conclusión, la educación judía dentro de Habonim Dror contiene: acciones culturales, historia y tradición del pueblo judío, filosofía – valores y códigos morales, que rigen al pueblo judío en Israel y la diáspora por igual y son guías en nuestro desarrollo hacia un futuro más justo. Habonim Dror declara que judía es una persona de ascendencia judía o cualquier otra persona que se declara a si misma judía, se identifica con la historia, valores éticos, cultura, civilización y el destino del pueblo judío. Judaísmo humanista y cultural El Humanismo judío es un movimiento plural que enfatiza la cultura judía y su historia más que la creencia en dios como fuente de la identidad judía por lo que sus rituales y ceremonias normalmente no incluyen rezos ni invocaciones a deidades. Entre las personas judías humanistas se encuentran ateos y creyentes y su visión filosófica deriva del humanismo, humanismo religioso y humanismo laico y sus creencias pueden resumirse en: Judía es aquella persona que se identifica con la historia, cultura y futuro del pueblo judío. Judaísmo es la cultura histórica de las personas judías y la religión es solamente una parte de esa cultura. Las personas poseen el poder y la responsabilidad de conformar sus vidas independientemente de cualquier autoridad sobrenatural. La ética y la moralidad debe servir a las necesidades humanas y las elecciones deben realizarse sobre la base de las consecuencias de las acciones y no basándose en reglas o mandamientos preconcebidas. La historia judía, como las demás es un fenómeno puramente humano y natural. Los textos bíblicos y otros tradicionales son producto de la actividad humana y se comprenden bajo el análisis arqueológico y científico. ¿Quién es judío? Con la palabra «judaísmo» se suele indicar, en diversas lenguas europeas, el conjunto de tradiciones religiosas y culturales que distinguen a los judíos del resto de la humanidad. El término se deriva del nombre «Judá” (hebreo, Yehudah), el cuarto hijo del patriarca Jacob y de Lía, que se convirtió también en el nombre de «la tierra de Judá” y de la tribu que allí se estableció, El nombre Yehudí indicaba inicialmente a un habitante de aquella región, especialmente en la época en que el pueblo hebreo se dividió en dos regiones: la de Judá y la de Israel (930-721). Después de la destrucción del reino de Israel, el nombre Yehudí pasó a ser común a todo el pueblo, especialmente después del retorno del destierro de Babilonia en el 538 a.C. El judaísmo en la historia de las religiones.- La fe judía se refiere de buen grado a la llamada divina percibida por Abrahán, a la fe con que él acogió esta llamada y a las promesas de descendencia y de tierra dadas al patriarca. Esta fe se convirtió en el signo distintivo del pueblo liberado de la esclavitud de Egipto, que precisamente en esa liberación fue constituido como pueblo. La revelación de la Ley dada a Moisés definió ulteriormente la estructura socio-religiosa de este pueblo, basado en la fe/obediencia como respuesta a la iniciativa divina de establecer una alianza con el pueblo. Aunque muchos de los elementos de la estructura socio-religiosa del judaísmo, como prescripciones cultuales, creencias sobre el origen y el fin del mundo, normas éticas, etc., se encuentran en otras religiones del Asia occidental antigua, el judaísmo ha sido la única que ha continuado su observancia hasta la era presente, y esto con una combinación típica de tres principios fundamentales. El primer principio es la fe en el Dios único. Un Dios trascendente, pero al mismo tiempo irrevocablemente comprometido con la historia de su pueblo mediante sus alianzas. La declaración de fe más importante: «Escucha, Israel…» (Shemá Israel) afirma la unidad y la unicidad de Dios. Por eso, el pecado más grave consiste en la idolatría. En segundo lugar, es esencial para el judaísmo ser pueblo. Este pueblo no encuentra su identidad únicamente en una pertenencia étnica, ni expresa su existencia necesariamente en estructuras jurídicas y políticas, sino que consiste ante todo en la conciencia participada de una historia común. Es una historia particular, pero con un significado universal para todos los pueblos de la tierra. El tercer principio fundamental del judaísmo es la Torá (literalmente, «doctrina”), refiríéndose a la revelación recibida de Moisés y en particular al Pentateuco (la palabra «Ley” indica solamente un aspecto parcial de esta doctrina). Aunque en las generaciones sucesivas y por parte de algunos judíos particulares se han interpretado de manera distinta estos tres elementos, desde el punto de vista histórico parece dificil que pueda hablarse de «judaísmo” sin estas características principales. Históricamente el término "judío" no contemplaba distinción alguna entre la pertenencia nacional del individuo y su creencia religiosa, y se tenía por válida la definición de judío de la Halajá, según la cual judío es aquel que: a) es hijo de madre judía o; b) se convierte formalmente al judaísmo bajo la supervisión de un reconocido tribunal rabínico. Según la Ley del Retorno, se entiende como judío y por lo tanto se ofrece la ciudadanía israelí a todas aquellas personas que fueron (o pudieron haber sido) perseguidas bajo las Leyes de Núremberg del III Reich: "Los derechos de un judío según esta ley y los derechos del olé según la Ley de Ciudadanía (1952), así como los derechos del olé según cualquier otra legislación, serán otorgados también al hijo y al nieto de un judío, a la pareja de un judío, y a la pareja del hijo y nieto de un judío, exceptuando a quien era judío y cambió de religión por voluntad propia" (Ley del Retorno, artículo 4a, a). A efectos de la Ley del Retorno, se reconoce la judeidad de un inmigrante hasta la tercera generación. Tener o haber tenido un abuelo judío es suficiente para beneficiarse de la ley. Según el humanismo judío (a grandes rasgos quienes creen que el judaísmo es una civilización que hereda valores humanos para una convivencia en armonía y brega por el bienestar de todos), se afirma que "es judío quien se siente judío". De esta manera, se desliga toda carga religiosa del individuo para incluir en el judaísmo a las personas que se rigen por los valores del judaísmo y que se sienten pertenecientes a dicha cultura. Podemos agregar a dicha definición de humanismo judío las consideraciones del judaísmo como cultura quienes creen a su vez, que ser judío implica identificarse además con la cultura y civilización judía desde las tradiciones, la comida y los valores hasta incluso la música. Entonces, ¿quién es judío? La respuesta varía dependiendo de a quién se le pregunte. Pero para poder dar una respuesta adecuada, primero es necesario entender el concepto de separación entre pueblo y religión. Es importante entender que el judaísmo es un caso singular en el que el nombre de la etnia es el mismo que el de la religión, por lo que ser judío no implica la práctica religiosa ni la creencia en ningún Dios. Muchos judíos no se identifican con las leyendas bíblicas, pero en cambio se ven unidos en la lucha por la igualdad de su pueblo y se identifican con el sionismo y con el moderno estado de Israel. Un estado que, siendo un referente para los judíos de todo el mundo, debería esforzarse un poco más e intentar representar a todas las formas de judaísmo por igual, sin conceder monopolios de ningún tipo ni beneficios exclusivos. JUDÍO: (Iehudí; pl.: Iehudim). Persona perteneciente al pueblo judío. Según la definición de la Halajá (“ley rabínica”), judío es aquél que nació de madre judía y no profesa otra religión, o que se convirtió al judaísmo. En un principio designaba sólo a los miembros de la tribu de Jehudá (Judea). En la época del Primer Templo, los judíos eran principalmente los pobladores del Reino de Jehudá. Con el tiempo, se incorporaron y mezclaron con ellos también los israelitas de las otras tribus. Para el pueblo de Israel, el término “judío” es un título de honra y simboliza su especial trayectoria por la historia de los pueblos, su fe y aspiraciones, y su contribución a la cultura humana. En boca de cristianos, el término “judío” es empleado a menudo peyorativamente, a diferencia de “israelita”. Esta distinción es herencia del Nuevo Testamento, en el cual frecuentemente se denomina “judíos” sólo a los compatriotas de Jesús que se opusieron a él. FUENTE: ZADOFF, Efraim. Enciclopedia de la historia y la cultura del pueblo judío. Editorial Carta, Jerusalén. 1996. Familia y hogar judío La familia mantiene su papel predominante como institución nuclear de la sociedad, y creadora de la transmisión cultural y del aparato psíquico de los individuos, las parejas, las familias y los grupos. El judío no se define por cuán judío él o ella pueden "sentirse", por cuántas mitzvot (preceptos) pueden cumplir, o por cuánto dinero aportan a las causas de la comunidad, sino por su capacidad de encarnar (literalmente, en hijos) y transmitir judaísmo con tanta vitalidad que esos hijos escogen seguir siendo judíos y pueden, a su vez, pasar esa chispa a sus propios hijos. La familia es la célula más pequeña de la colectividad, de la sociedad, y con su buen desenvolvimiento prospera la sociedad humana. Cada familia es un mundo distinto, un mundo cerrado, donde rigen leyes especiales, características y de cierta manera diferentes. Es el mundo de la protección mutua, del amor y del cariño. Dentro del judaísmo la familia ha sido una institución sagrada, de carácter importantísimo. Cecil Roth, historiador contemporáneo, escribe “El judaísmo –en contraste con el cristianismo- es la religión del hogar y no del templo”. Para los judíos, el hogar fue siempre un santuario donde se observaba y practicaba la tradición y adonde regresaban los componentes de la familia después de su actividad, día tras día, para reanimarse y renovar fuerzas para continuar la lucha por la vida; donde los padres educaban a sus hijos para fuesen buenos hombres y buenos judíos. El hogar fue siempre el lugar de la educación moral de los jóvenes, por medio del buen ejemplo de los padres. Asimismo, era el lugar para la educación religiosa, mediante la observancia de las tradiciones; para mantener firme el sentimiento judío y para la salvaguardia de los valores espirituales del judaísmo. Los componentes de la familia intentaban crear un ambiente adecuado, basado en el amor y la comprensión, cuyo resultado es una vida armoniosa, firme en los conceptos de la tradición judía y en los verdaderos valores de la cultura universal. Se procuraba que la observancia de la tradición no se convirtiera en la rutina, sino en la expresión del sentimiento religioso que se renueva día tras día. Esta observancia de la tradición y la cultura universal nunca fueron adversarias. Cualquiera podía ser un buen judío y al mismo tiempo un hombre erudito. 10 Mandamientos 1. "Yo soy el Eterno, tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud". 2. "No tendrás ni reconocerás a otros dioses en mi presencia fuera de mí. No te harás una imagen tallada ni ninguna semejanza de aquello que está arriba en los cielos ni abajo en la tierra ni en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni los adorarás, pues yo soy el Eterno, tu Dios, el único Dios, quien tiene presente el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación con mis enemigos; pero quien muestra benevolencia con miles de generaciones a aquellos que me aman y observan mis preceptos". 3. "No tomarás para jurar en el nombre del Eterno, tu Dios, en vano, pues el Eterno no absolverá a nadie que tome su nombre en vano". 4. "Recuerda el día de shabat, para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor; mas el séptimo día es shabat para el Eterno, tu Dios; no harás ninguna labor, tú, tu hijo, tu hija, tu esclavo, tu sirvienta, tu animal y tu converso dentro de tus puertas, pues en seis días el Eterno hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el séptimo día. Por eso, el Eterno bendijo el día de shabat y lo santificó". 5. "Honra a tu padre y tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Eterno, tu Dios, te da". 6. "No asesinarás al inocente". 7. "No cometerás adulterio". 8. "No robarás". 9. "No brindes contra tu prójimo falso testimonio". 10. "No codiciarás los bienes ajenos".