La problemática de la aplicación temporal de las normas del Nuevo Código Civil y Comercial Por Héctor Eduardo Leguisamón (*) I. Preludio Después de un largo trayecto de espinosas vicisitudes y avatares por todos conocidos acaecidos desde que fue elaborado el Anteproyecto por la Comisión Redactora, pasando por su revisión en el Poder Ejecutivo Nacional que envió el Proyecto al Congreso de la Nación, el prolongado tratamiento en la Comisión Bicameral de este último, la aprobación en la Cámara de Senadores, hasta que finalmente lo fue en la de Diputados luego de un dilatado lapso que, incluso, hizo pensar a muchos que no lo sería, fue sancionado por la ley 26.994 el nuevo Código Civil y Comercial, norma esta última que también derogó el Código Civil y el Código de Comercio y, además, modificó y abolió otras leyes complementarias, y, por imperio de la ley 27.077 (B.O. del 19/12/2014), comenzará a regir el 1° de agosto de 2015. Estamos viviendo un momento histórico puesto que se trata de la unificación de dos códigos de fondo que –con reformas esporádicas, más allá de la que hace ya casi medio siglo considerablemente produjo la ley 17.711 en el Código Civil- rigieron por prácticamente ciento cincuenta años, por lo cual sus disposiciones son de un conocimiento arraigado en la comunidad jurídica; pero lo más significativo es que tanto el Código Civil como el Código de Comercio –y las leyes complementarias reformadas o derogadas- tendrán una vigencia ultractiva pues seguirán gobernando los efectos de los hechos y actos jurídicos anteriores a la fecha de entrada en vigor del nuevo Código Civil y Comercial. De esta manera, sin perjuicio de señalar que el nuevo Código Civil y Comercial contiene, traspasando el art. 75, inc. 12, de la Constitución Nacional, considerable cantidad de normas de indudable naturaleza procesal (v.gr., sobre las reglas de la prueba y los procesos de familia, concretamente en el de divorcio-, y también otras que impactan o influyen en el proceso judicial que, por tratarse de materia sustancial, deben ser reguladas por la legislación de fondo, se genera la problemática de cuál de los códigos se aplicará a los actos y hechos jurídicos que se hubiesen celebrado u ocurrido con anterioridad a la fecha de entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, es decir, en definitiva, a las relaciones y situaciones jurídicas existentes, para la solución de las controversias con procesos judiciales en trámite y de las que todavía éstos no se promovieron –pues para los posteriores no existe duda alguna de que se aplica el nuevo ordenamiento sustancial-, teniendo en cuenta el art. 7 de este último en cuanto establece: "A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. La leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público, excepto disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley no puede afectar derechos amparados por garantías constitucionales. Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo", redacción que es prácticamente idéntica a la del art. 3 del derogado Código Civil según la reforma de la ley 17.711, salvo en cuanto en la parte final del tercer párrafo se refiere a la excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo. II. Algunas voces ya escuchadas Algunas voces ya se han escuchado al respecto, anticipándose a la problemática que vendrá. Así, con fecha 15 de abril de 2015 la Cámara de Apelaciones de la Circunscripción Judicial de Trelew, provincia de Chubut, de oficio se reunió en Acuerdo Plenario y dictó el Acuerdo n° 194 en el cual, con la finalidad de unificar criterios en rededor de la interpretación del art. 7 del nuevo Código Civil y Comercial, dispuso que una vez dictada la sentencia de grado en una causa bajo el régimen de los Códigos Civil y de Comercio hoy vigentes, en las sucesivas instancias judiciales habrá de revisarse la sentencia de grado a la luz de los mismos ordenamientos bajo cuyo amparo ella se dictó (publicado el 17/4/2015 en elDial.com, record lógico AA8E65), y, asimismo, se puede leer en el último párrafo de los considerandos: "Asimismo, es dable aconsejar a los Sres. Jueces de primera instancia que ante la presentación de demandas con sustento en las normas que cesan en su vigencia en el plazo de su traslado, propicien con un despacho saneador su adecuación, en el plazo que fijen, a las normas que entrarán en vigencia, a fin de evitar que se trabe la litis con apoyatura en normas que, a días vista, habrán de cesar en su vigencia". En el ejemplar de La Ley del 22/4/2015, a manera de respuesta al mentado Acuerdo Plenario de la Cámara de Apelaciones de Trelew, se publicó un trabajo de Kemelmajer de Carlucci[1], mientras se terminaba de imprimir su libro "La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes" el 24 de abril de 2015 en la editorial Rubinzal-Culzoni. En tal trabajo la prestigiosa doctrinaria mendocina cuestionó algunas de las consideraciones y suministró su posición. III. Reflexiones sobre la aplicación temporal de las normas del nuevo Código Civil y Comercial Tanto en el Acuerdo Plenario de la Cámara de Apelaciones de Trelew se alude a la noción o teoría de "consumo jurídico" respecto de la aplicación temporal de la nueva ley como barrera para su aplicación retroactiva, con cita de Borda quien dijo que: "dictada una nueva ley, las partes anteriores de esa relación o situación jurídica quedan sujetas a la antigua ley, en tanto que las partes posteriores son regidas por la nueva ley"[2], como en el trabajo Kemelmajer de Carlucci, quien concuerda con tal cita y también la de los maestros Morello, López y Moisset de Espanés que se hicieran asimismo en el Acuerdo Plenario, y nos recuerda que la noción de consumo que subyace en el art. 7 del nuevo Código Civil y Comercial fue tomada por Borda de la obra de Rubier, "quien distingue entre leyes que gobiernan la constitución y la extensión de una relación jurídica, y leyes que gobiernan el contenido y las consecuencias. Cada fase se rige por la ley vigente al momento de esa etapa; el consumo o el agotamiento debe analizarse según cada una de esas etapas[3], en concreto, para cada tipo de situaciones, siendo imposible una formulación en abstracto, para todo tipo de cuestiones". Más allá y sin entrar en el análisis sobre su procedencia[4], lo cierto es que no corresponde a los jueces legislar ni siquiera por vía de una acordada o acuerdo plenario anticipando con aplicación de qué ley será resuelto el caso justiciable, menos diferenciando si fue objeto de decisión en la primera instancia quedando pendiente la de segunda, ni tampoco a modo de "consejo" para los jueces de primera instancia para que dispongan la adecuación de las demandas que se presenten antes de la entrada en vigor del nuevo Código Civil y Comercial y que estuviesen fundadas en los códigos que próximamente cesarán en su vigencia en el plazo de su traslado, por lo cual coincido en este aspecto con el pensamiento de Kemelmajer de Carlucci. Sin embargo, coincido con el Acuerdo Plenario en cuanto si un caso fue decidido en primera instancia bajo el régimen de los Códigos Civil y de Comercio hoy vigentes también debe serlo en las sucesivas instancias, y, por ende, me permito discrepar con Kemelmajer de Carlucci quien entiende que en el caso del divorcio contencioso el tribunal de apelaciones no puede ni debe revisar la sentencia de grado a la luz del Código Civil sino a la del nuevo Código Civil y Comercial que regirá al momento de la extinción del divorcio en tanto ha eliminado el divorcio contencioso. No obstante, por el contrario, concuerdo con Kemelmajer de Carlucci en cuanto sostiene que "En definitiva, la noción de consumo jurídico no se vincula a la existencia de una sentencia que no se encuentra firme [...]", pero dejo de coincidir –parcialmente, al menos- en cuanto afirma "[…] y, por lo tanto, las causas que se encuentran en apelación o en ulterior instancia deben ser resueltas interpretando rectamente el art. 7, que en nada modifica el art. 3 según texto de la ley 17.711, excepto en lo que hace a las nuevas leyes supletorias más favorables para el consumidor". Como vemos, la noción o tesis del "consumo jurídico" no parece ser suficiente para resolver sobre el derecho transitorio, es decir, concretamente a qué partes de la relación o situación jurídica existente antes de su entrada en vigor se aplica el nuevo Código Civil y Comercial, pues cinco camaristas –uno de ellos prestigioso civilista, Marcelo López Mesa-, por un lado, y, por el otro, una de las integrantes de la Comisión Redactora del Anteproyecto del ahora nuevo Código Civil y Comercial- que comulgan con ella concluyen de manera distinta sobre su aplicación. En su recordado artículo, el maestro Borda dijo: "Preferimos seguir el sistema descriptivo de Roubier, que ha precisado con verdadero rigor científico, todas las situaciones en que la ley debe considerarse retroactiva: 1) Cuando vuelve sobre la constitución de una relación o situación jurídica anteriormente constituida; como, por ejemplo, si se exigiera para acreditar el dominio, medios distintos de los que la ley exigía en el momento en que se adquirió. 2) Cuando vuelve sobre la extinción de una relación jurídica anteriormente extinguida, como, por ejemplo, si se dispusiera que todas las remisiones de deuda hechas con anterioridad a la ley son nulas. 3) Cuando se refiere a los efectos de una relación jurídica producidos antes de que la nueva ley se halle en vigencia; por ejemplo, si una ley ordenase la limitación de la tasa de los intereses y dispusiera que todos los intereses cobrados demás en los últimos cinco años anteriores a la nueva ley deben ser devueltos. 4) Cuando atribuyen efectos que antes no tenían a ciertos hechos o actos jurídicos, si esos efectos se atribuyen por la vinculación del hecho o acto con un período de tiempo anterior a la vigencia de la ley; así, por ejemplo, será retroactiva una ley que grave con un impuesto una actividad por haberla desarrollado durante un período anterior a la sanción de la ley. 5) Cuando se refieren en sus condiciones de validez y en sus efectos que ya han producido, a los elementos anteriores de una relación o situación jurídica que se encuentra en curso de constitución o de extinción en el momento de la entrada en vigencia de la ley, siempre que estos elementos tengan un valor jurídico propio; tal, por ejemplo, la interrupción de una prescripción en curso; si una nueva ley, puesta en vigor después que la interrupción se produjo, la dejara sin efecto, sería retroactiva[5]". Y aclaró también el maestro Borda: "Particularmente importante es no confundir los efectos retroactivos con los efectos inmediatos de la ley. Deben reputarse tales: a) Cuando la ley anula o modifica, acrece o disminuye los efectos en curso de las relaciones o situaciones jurídicas, es decir, los que se producen después de su entrada en vigor, pero que resultan de relaciones jurídicas nacidas bajo el imperio de la ley antigua; por ejemplo, si una ley altera el contenido del derecho de propiedad o del régimen matrimonial o modifica los efectos de los contratos en curso de ejecución en el momento de dictarse la ley, pero modificándolos sólo a partir del momento de su entrada en vigencia. b) Cuando vuelve sin retroactividad, es decir, respetando los elementos anteriores que tengan un valor jurídico propio, sobre la constitución o la extinción en curso de una relación jurídica; por ejemplo, cuando se modifica el término de la prescripción aún no cumplida"[6]. Dado que está en tela de juicio la aplicación del nuevo Código Civil y Comercial a los procesos en trámite, y que además contempla normas de naturaleza procesal –inconstitucionalmente por traspasar el art. 75, inc. 12, de la Carta Magna-, posiblemente sea conveniente tomar en cuenta algunas reflexiones sobre la aplicación inmediata de leyes procesales a los procesos en trámite vertidos desde la doctrina procesalista. Aunque la ley 25.488 –de reformas al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, y de padres desconocidos- no lo prescribió expresamente, señalando también la diferencia con la ley 22.434 – también de reformas al misma código adjetivo-, Palacio se inclinaba por seguir los lineamientos que ésta disponía, expresando que cabía hacer excepción a la aplicación inmediata respecto de las diligencias y plazos que hubiesen tenido principio de ejecución o comenzado su curso, los cuales se regían por las disposiciones hasta entonces aplicables, ya que de lo contrario resultaría afectado el principio de preclusión, al que prestan respaldo las garantías constitucionales de la propiedad y de la defensa en juicio, debiendo entenderse por "principio de ejecución" el cumplimiento del acto o actos procesales que configuran el necesario presupuesto de otro acto posterior[7]. El proceso judicial tiene un desarrollo dinámico que avanza, mediante la realización de sucesivos actos, al dictado de la sentencia definitiva que pone fin al conflicto. Pues, según el principio de preclusión, se impide que una vez cumplida una etapa o fase del proceso pueda volverse atrás. La preclusión opera así como una suerte de compuerta que luego de cerrada no puede ser reabierta. Como con el sistema de esclusas del canal de Panamá, una vez que un buque pasa a otro tramo del canal, resulta imposible volver atrás[8]. Enseñaba Eisner que "se trata de que los actos sucesivos que componen su curso, avancen y se incorporen en el orden previsto y sin retrocesos, de modo que sus efectos queden fijados de un modo irrevocable y puedan valer de sustento a las futuras actuaciones"[9]. En su momento opiné que quizá resulte útil completar el pensamiento de Palacio con la idea de consumación del acto o de la etapa del proceso de que se trate para aplicarle o no las reformas de la ley 25.488. Vale decir, que el acto puede haber tenido principio de ejecución pero no haberse consumado, y en tales condiciones, no le era aplicable la reforma[10]. En esta inteligencia, también quizá resulte útil completar el pensamiento de Borda, basado en el de Rubier, con la idea de consumación de la consecuencia o efecto de la relación o situación jurídica existente para aplicarle o no las normas del nuevo Código Civil y Comercial, y esto, yendo más allá que el Acuerdo Plenario como también parcialmente de la opinión de Kemelmajer de Carlucci, sin que interese o sea relevante que se haya dictado sentencia de primera instancia, sino directamente sin que se hubiese promovido proceso judicial. Así, a las consecuencias o efectos de la relación o situación jurídica existente que se hubiesen consumado corresponderá que sean resueltos por los derogados Código Civil y de Comercio porque estaban gobernados por éstos, y los que no se hubiesen consumado, es decir, los que permanezcan latentes o en curso de cumplimiento, por el nuevo Código Civil y Comercial, que deben ser apreciados en cada caso concreto por el juez sin que interese si el de primera instancia o de una ulterior. Sin pretender llegar a la altura de los prestigiosos maestros civilistas mencionados, entiendo que bien podemos denominar a la noción o tesis de "consumo jurídico" –por ser un tanto ambiguacomo de "consumación jurídica". En tal cauce, concretamente en cuanto a los ejemplos que refiere Kemelmajer de Carlucci publicado en el citado ejemplar de La Ley del 24/4/2015, aunque la última parte del tercer párrafo del art. 7 del nuevo Código Civil y Comercial si una norma, por ejemplo, reduce el valor de un electrodoméstico, aunque más favorable al consumidor que lo adquirió en cuotas, no podría ser aplicable a las cuotas pendientes de pago a la entrada en vigencia de esa nueva norma bajo el argumento de que es una consecuencia en curso de cumplimiento, porque en realidad implicaría variar el precio del electrodoméstico fijado y consumado al tiempo de la compra. Comparto la posición de Kemelmajer de Carlucci en lo que respecta al ejemplo del accidente de tránsito acaecido con anterioridad a la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial y consecuente aplicación del art. 1113 del Código Civil después de agosto de 2015 porque se trata de una relación jurídica que nació durante la vigencia de aquél, y así se consumó el factor objetivo de atribución de la responsabilidad, pero yendo más allá, entiendo que a las consecuencias de ese accidente de tránsito –los daños y los perjuicios, y, asimismo, la legitimación para reclamarlostambién corresponde sean resueltas por las normas del mentado Código Civil, pues también se consumaron esas consecuencias perjudiciales que deben ser resarcidas con el accidente, sin que sea relevante que las secuelas se verifiquen con posterioridad, porque de ser así, entonces se haría aplicación retroactiva del nuevo Código Civil y Comercial, por ejemplo, con la nueva partida resarcitoria de "interferencia en el proyecto de vida del damnificado" prevista en el art. 1738, in fine, del nuevo Código Civil y Comercial; o si en casos de gran discapacidad del damnificado directo se le reconociera legitimación a los ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquélla recibiendo trato familiar ostensible como lo determina el art. 1741, 1er. párr., del nuevo Código Civil y Comercial, cuando no la tenían según el abrogado Código Civil; o si la indemnización por incapacidad física o psíquica se fijara con el parámetro que establece el art. 1746 del nuevo Código Civil y Comercial. Precisamente la prestigiosa jurista mendocina en su ya referido libro señala que si bien la doctrina y la jurisprudencia coincide en que la responsabilidad civil se rige por la ley vigente al momento del hecho antijurídico dañoso, las discrepancias surgen sobre qué son elementos constitutivos y qué consecuencias de ese ilícito, pues, como se ha señalado, la nueva ley rige las consecuencias que no están consumadas al momento de la entrada en vigencia, y cita algunos ejemplos, como ser el de la sala F de la Cámara Nacional Civil que en 1971 decidió aplicar el art. 1069 del Código Civil en su nueva redacción al fijar el monto de la indemnización de un hecho acaecido con anterioridad a la entrada en vigencia por ser una consecuencia del ilícito, solución que fue criticada por Moisset de Espanés[11]; o la decisión del fallo plenario también de la Cámara Nacional Civil que sentó como doctrina legal obligatoria que "No corresponde aplicar la nueva norma del art. 1078 del Código Civil cuando el hecho dañoso fue anterior a la puesta en vigencia de la ley 17.711"[12]; en el mismo sentido se resolvió no aplicar el nuevo art. 1117 (según ley 24.830) si la ley entró en vigencia mientras el proceso estaba tramitándose[13], o sea, el hecho dañoso acaeció durante la vigencia de la ley anterior[14]; y señala que la solución coincide con la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que en el caso "Maurice c/ Francia", el 6/11/2005 decidió que la ley francesa de responsabilidad médica del 4/3/2002, no podía ser aplicada retroactivamente a una mala praxis médica operada antes de su entrada en vigencia; y también en idéntico sentido la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha resuelto que, en materia de accidentes de trabajo, rige la ley imperante en el momento en que el hecho se produjo[15]; y también cita otros casos jurisprudenciales en un sentido u otro[16]. Sin embargo, no comparto el ejemplo que da sobre el supuesto de divorcio contencioso, y entiendo que merece un parágrafo aparte. IV. El particular caso del divorcio En efecto, Kemelmajer de Carlucci entiende que "Para que haya divorcio se requiere sentencia (arts. 213.3 del Código Civil y 435 inc. c del nuevo Código Civil y Comercial); se trata de una sentencia constitutiva, sin perjuicio de que algunos efectos se retrotraigan a un momento anterior. Por lo tanto, mientas no haya sentencia firme, no hay divorcio, lo que implica, contrariamente a lo que sostiene este acuerdo[17], que después del 1/8/2015, si el expediente que declara el divorcio contencioso se encuentra en Cámara porque la sentencia de primera instancia fue apelada, el tribunal de apelaciones no puede ni debe revisar esta decisión a la luz del Código Civil, porque está extinguiendo una relación, y la ley que rige al momento de la extinción (el Código Civil y Comercial) ha eliminado el divorcio contencioso. Debe pues, declarar el divorcio, pero sin calificación de inocencia o culpabilidad" y agrega "Esta es la doctrina que subyace en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación del 28/4/1992[18] que confirmó la de la cámara de apelaciones que había rechazado el pedido de alimentos del hijo extramatrimonial contra los herederos del padre, pues a la época en que el superior debía pronunciarse se había derogado el antiguo art. 331 del Código Civil norma que había sido el fundamento de la sentencia de primera instancia que había fijado alimentos provisorios"[19]. En primer lugar, se podría decir que el caso del divorcio encuadraría en el primer o en el tercer supuesto de los descriptos por Rubier según el maestro Borda. En segundo término, en el razonamiento parte de una premisa falsa –al menos parcialmente- cual es que en el divorcio se trata de una sentencia constitutiva, puesto que tanto las denominadas sentencias constitutivas (las que establecen, por ejemplo, un nuevo estado civil –como en el divorcio- o filiatorio) como las de condena, tratándose de pronunciamientos que se dictan en un proceso de conocimiento, tienen un componente lógico de declaración, ya que tanto una sentencia constitutiva como una de condena, antes de establecer el nuevo estado civil o imponer la prestación al demandado, debieron declarar la existencia del derecho invocado, a diferencia de lo que ocurre sí con las sentencias meramente declarativas que se agotan con la declaración que hace cesar el estado de incertidumbre[20]. Por tanto, lógicamente la conclusión a la que arriba es falsa. Si en el caso del accidente de tránsito, tratándose de una sentencia de condena, el juez debe declarar el derecho de las partes con la ley vigente al momento que la relación jurídica nació y generó las consecuencias dañosas, de la misma manera en el caso del divorcio, aunque se trate de una sentencia constitutiva, el juez debe declarar el derecho de las partes y, en su caso, el divorcio según la ley vigente al momento en que nació y consumó la situación jurídica al producirse los hechos que dieron sustento a las causales de divorcio invocadas en la demanda y, de existir, en la reconvención. De lo contrario, tendríamos que aceptar que dado que el nuevo Código Civil y Comercial prevé el divorcio incausado el juez podría, una vez entrado éste en vigor, decretar el divorcio fuera de las causales invocadas, con lo cual el juez no sólo vulneraría el principio de congruencia al conceder algo basado en circunstancias distintas a las que fundamentaron la pretensión, pudiéndose llegar al absurdo de que decretara el divorcio, incluso, aunque no hubiesen sido acreditadas las causales alegadas, sino que estaría aplicando retroactivamente el nuevo Código Civil y Comercial contrariando precisamente su art. 7. A mayor abundamiento, cabe puntualizar que cuando se demanda la nulidad de un matrimonio también se trata de una sentencia constitutiva, y la causal que se invoque debe ser juzgada a la luz de la ley vigente al momento en que se produjo. En tercer lugar, cabe ponderar que bien pudo alguna de las partes –o ambas- pretender que, además, de la sentencia constitutiva estableciendo el divorcio por culpa del otro cónyuge, se lo condenara a abonar el daño moral que le hubiese ocasionado algunas de las causales en que incurrió –como es frecuente y ha sido sostenido por la doctrina y admitido por la jurisprudencia-. Esta hipótesis se enmarca con absoluta evidencia en la del accidente de tránsito, y el juez debe aplicar la norma vigente al tiempo en que nació tal situación jurídica con el derecho de uno de los cónyuges –o de ambos-. Cuando entre en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial de incurrir un consorte en alguna circunstancia –para no llamarla causal de divorcio- generadora de daño para el otro (por ej., que uno tenga relaciones sexuales extramatrimoniales y lo haga público, o, al menos no tenga el pudor de intentar mantenerlas ocultas, llegando al conocimiento de familiares y amigos de ambos), no se podrá sostener que por inexistencia de causales de divorcio resulta improcedente su resarcimiento, puesto que el art. 1737 del nuevo Código Civil y Comercial determina que "Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva", como, asimismo, su art. 1724 estatuye como factores subjetivos de atribución de responsabilidad a la culpa y al dolo, previendo que éste se configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos; cuestión para la cual no está preparado el procedimiento determinado en el art. 436 y ss., sencillamente por cuanto no corresponde que allí lo estuviera de acuerdo al art. 75, inc. 12, de la Constitución Nacional. En cuarto término, si en realidad se tratara del momento en que se habrá de dictar la sentencia, el juez podría ser el que elija qué ordenamiento jurídico aplicará mediante la simple vía de demorar el dictado de la sentencia definitiva (por ej., mediante la fijación de una audiencia a "reconciliación"). En quinto lugar, que el precedente que cita de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el cual subyacería la doctrina en rededor del caso de divorcio, sin perjuicio de señalar que no tiene obligatoriedad legal en tanto ninguna norma lo prevé expresamente, ni tampoco moral, merece algunas consideraciones especiales. La primera de ellas que fue dictado hace más veintitrés años y el único que continúa integrando el cimero tribunal de los nueve jueces que suscribieron el fallo, es el doctor Carlos S. Fayt[21]; y, la segunda, que según resulta de su lectura, el voto de la mayoría, a modo de respuesta, se limitó a los agravios expresados por el recurrente, y así se dijo en el Considerando 6°: "Que, en primer término, asiste razón al a quo en el sentido que no se configura agravio alguno al derecho de propiedad, puesto que una nueva ley no desconoce un derecho definitivamente incorporado al patrimonio cuando el eventual afectado no ejerció ni se le habían reconocido los derechos que le acordaba el anterior régimen (Fallos: 299:49 y 146)", en el Considerando 7°: "Que, por otra parte, esta Corte ya ha señalado que las diferencias existentes entre las situaciones anteriores y posteriores a la sanción de un nuevo régimen no importan agravio a la garantía de igualdad ante la ley, porque de lo contrario toda modificación legislativa implicaría desconocerla (Fallos: 295:694), ya que nadie tiene derecho adquirido al mantenimiento de leyes o reglamentos, ni a su inalterabilidad (Fallos: 275:130; 283:360; 299:93)"; en el Considerando 8°: "Que, además, la garantía de la igualdad no obsta a que el legislador contemple en forma distinta situaciones que considera diferentes, con tal que la discriminación no sea arbitraria ni importe ilegítima persecución o indebido privilegio de personas o de grupos de personas, aunque su fundamento sea opinable (Fallos: 200:1049; 301:1185; 302:457)"; y, finalmente, en el Considerando 9°: "Que, a la luz de dichos principios, el Tribunal no advierte que la situación jurídica en la que se halla el actor –en razón de las respectivas fechas de fallecimiento de su padre y de la entrada en vigencia de la ley 23.264- se originen en motivos de discriminación propios de la ley, sino que resulta de la aplicación intertemporal de la nueva normativa fundada en causas objetivas, lo que es normalmente ineficaz para obtener la declaración de inconstitucionalidad pretendida" (sic, las bastardillas no están en el original). Sin embargo, es dable subrayar el voto en disidencia del doctor Mariano Augusto Cavagna Martínez emitido en tal sentencia[22], del cual resulta la certeza de la afirmación respecto de la limitación del voto de la mayoría y que resulta útil transcribir para que no se pierda su esencia: "1°) Que contra la resolución de la Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que, al confirmar en lo principal la de primera instancia, rechazó la pretensión por alimentos deducida por un hijo extramatrimonial contra los herederos del padre fallecido, el actor interpuso el recurso extraordinario cuya denegación origina esta presentación directa." "2°) Que el a quo sostuvo que la ley 23.264 –derogatoria del art. 331 del Código Civil- era inmediatamente aplicable a la situación jurídica en la que se hallaba el actor y que, en consecuencia, éste carecía del derecho a percibir alimentos de los demandados al momento del dictado de la sentencia, sin que ello importara violación del derecho de propiedad consagrado por el art. 17 de la Constitución Nacional". "3°) Que, a tal efecto, la alzada estimó que la falta de una sentencia firme favorable al actor a la fecha de entrada en vigencia de esa norma, había implicado que la expectativa de convertir el reclamo alimentario en derecho asistencial quedara trunca, a lo que no obstaba la anterior fijación de una cuota previsional que –por su misma naturaleza- no había podido importar definitiva decisión judicial sobre el tema". "4°) Que el apelante solicita la revocatoria de la decisión impugnando de inconstitucionalidad al art. 19 de la ley 23.264 –derogatorio del art. 331 del Código Civil- como incompatible con el art. 16 de la Constitución Nacional y, en subsidio, la descalificación de su interpretación por arbitrariedad por ser contraria al fin previsto por aquella norma". "5°) Que, a tal efecto, cabe señalar que la primera regla de interpretación de las leyes es dar pleno efecto a la intención del legislador y a los fines que las informan, propósito que no debe ser obviado por los jueces con motivo de las posibles imperfecciones técnicas de su instrumentación legal (Fallos: 302:973 y 308:2246). De ahí que no pueda prescindirse de las consecuencias que derivan de la diversidad de criterios, porque ellas constituyen uno de los índices más seguros para verificar su razonabilidad y su coherencia con el sistema en que está engarzada la norma (Fallos: 307:1018 y 2200)." "6°) Que la solución del fallo llevar al actor a una posición jurídica en la que la Cámara –en razón de su interpretación intertemporal de la ley respecto de las fechas de fallecimiento de su padre y de su entrada en vigencia- lo ha privado de la particular asistencia que preveía el art. 331 del Código Civil, sin reconocer simultáneamente los beneficios del actual art. 3565 del mismo ordenamiento, por lo que el propósito del legislador de equiparar a una y otra clase de hijos ha sido notoriamente afectado por una discriminación que conduce a consecuencias incompatibles con el sistema legal." "7°) Que ello es así porque la cuestión planteada no pasa por la invalidación de la ley que modifica las normas vigentes, sino por una comprensión sistemática de las consecuencias a las que cabe extender las nuevas disposiciones, las que en su aplicación práctica no pueden perjudicar a quien la ley ha puesto en mejor condición que la que tenía. De ahí que la aplicación del criterio anteriormente enunciado lleva a la descalificación de la sentencia porque desvirtúa el sentido de la norma al proyectarse en efectos perjudiciales para quien el legislador quiso beneficiar." En definitiva, tal precedente del máximo tribunal nacional no es justificativo ni fundamento para que a los casos de divorcios contenciosos aún no decididos –o, incluso, no iniciados- se les aplique el nuevo Código Civil y Comercial a partir del 1/8/2015. (*) Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad del Museo Social Argentino; profesor titular de Taller de Práctica Profesional Civil y Comercial en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Museo Social Argentino; profesor invitado en cursos de posgrado y en la Carrera de Especialización en Derecho Procesal Civil de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y de Especialización en la Función Judicial de la Facultad de Derecho de la Universidad de Morón, y en Fundesi, y profesor adjunto en la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado. Ex profesor de Derecho Procesal Civil y Comercial en las Facultades de Derecho de la Universidad del Museo Social Argentino, Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina, Universidad Católica Argentina, Universidad Argentina de la Empresa y Universidad de Belgrano, y docente Jefe de Comisión en el Servicio Jurídico Gratuito de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Miembro de la Asociación Argentina de Derecho Procesal; del Instituto de Derecho Procesal Civil de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales; del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal, de la Asociación Internacional de Derecho Procesal y de la International Law Association. Director del Suplemento de Derecho Procesal de elDial.com Biblioteca Jurídica Online. Ha dado seminarios y escrito libros y publicado artículos, notas a fallos y comentarios de libros de su especialidad (La Ley, Doctrina Judicial, Revistas de Derecho Procesal y de Derecho de Daños de Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, Revista de Doctrina del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, elDial.com Biblioteca Jurídica Online, Revista de Derecho de Familia de LexisNexis, Revista "Abogados" del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, Revista "Conceptos" de la Universidad del Museo Social Argentino, Revista Compendio de Jurisprudencia-Doctrina y Legislación de Errepar y Revista del Colegio de Abogados del Departamento Judicial de San Martín), como, asimismo, dado conferencias y participado con ponencias en Congresos y Jornadas de su especialidad en el país y en el extranjero. hectoreleguisamon@speedy.com.ar hectorleguisamon@estudioleguisamon.com.ar [1] KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, El artículo 7 del Código Civil y Comercial y los expedientes en trámite en los que no existe sentencia firme, ejemplar de L.L. del 22/4/2015, p. 1; L.L. on line AR/DOC/1330/2015. [2] BORDA, Guillermo A., La reforma del Código Civil. Efectos de la ley con relación al tiempo, E.D. 28-810. [3] RUBIER, Paul, Le droit transitoire (Conflits des lois dans le temps), 2ª ed., París, ed. Dalloz et Sirey, 1960, n° 42, pág. 198, y n° 68, pág. 334. En este caso, ejemplifica con las causales de extinción del derecho de usufructo. [4] No están contemplados en el Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de Chubut, como medios para la unificación de la jurisprudencia contradictoria, el recurso de inaplicabilidad de la ley y la autoconvocatoria, ni la facultad de la Cámara de Apelaciones de dictar tal plenario surge de la Ley V – n° 17 (antes ley 1.130) del Digesto Jurídico de dicha provincia. [5] ROUBIER, Les conflits des lois dans le temps, París, 1929; obra reelaborada bajo el título Le droit transitoire, t. I, p. 376 y ss., París, 1960. [6] BORDA, La reforma del Código Civil. Efectos de la ley con relación al tiempo, ob. cit., p, 809; reiterado en Tratado de Derecho Civil – Parte General, t. I, ps. 171/173, Abeledo-Perrot, 1976. [7] PALACIO, Lino E., La reforma procesal civil, p. 14, LexisNexis – Abeledo-Perrot, 2002. [8] LEGUISAMÓN, Héctor Eduardo, Lecciones de derecho procesal civil, p. 15, Depalma, 2001; y Derecho procesal civil, t. I, ps. 35/36, Rubinzal-Culzoni, 2009. [9] EISNER, Isidoro, Preclusión, L.L. 118-1106; Planteos procesales, p. 87, La Ley, 1984; y En torno a la preclusión por consumación, L.L. 1987-E-402. [10] LEGUISAMÓN, Héctor Eduardo, Comentario a las reformas del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y otras normas complementarias, p. 192, La Ley, 2005. [11] MOISSET DE ESPANÉS, Luis, La irretroactividad de la ley y el nuevo art. 3 del Código Civil, p. 70, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1976. [12] CNCiv. en pleno, 21/12/1971, "Rey, José c/ Viñedos y Bodegas Arizu S.A.", L.L. 146-273, con nota de NIETO BLANC, Retroactividad de la ley y daño moral; en J.A. 13-1972-352, con nota de MOISSET DE ESPANÉS, Luis, El daño moral (arts. 522 y 1078) y la irretroactividad de la ley (art. 3°). A igual conclusión llegó un plenario de la CFed. de La Plata en pleno, 29/7/1969, L.L. 135-704. [13] CNCiv., sala J, 1/3/2001, E.D. 195-269. [14] SCJBA, 2/3/2011, AQR/JUR/5187/2011, L.L.B.A. 2011-303. [15] CSJN, 5/2/1998, D.J. 1998-2-951; L.L. 1998-C-640; Doctrina Laboral 157-893. [16] KEMELMAJER DE CARLUCCI, La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes, ps. 100/104, Rubinzal-Culzoni, abril 2015. [17] Se refiere al Acuerdo Plenario de la Cámara de Apelaciones de Trelew. [18] Fallos: 315:850, comentado por MOLINA, Mariel, La jurisprudencia de la Corte Federal frente al derecho alimentario en las relaciones familiares, en HERRERA, M., KEMELMAJER DE CARLUCCI, A., y LLOVERAS, N. (directoras), Máximos precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Derecho de familia, t. I, p. 1376, La Ley, 2014. [19] KEMELMAJER DE CARLUCCI, El artículo 7 del Código Civil y Comercial y los expedientes en trámite en los que no existe sentencia firme, ob. cit. [20] LEGUISAMÓN, Derecho procesal civil, ob. cit., t. I, ps. 16/17. [21] Los otros ocho, los doctores Ricardo Levene (h), Mariano Augusto Cavagna Martínez, Rodolfo C. Barra, Augusto César Belluscio, Enrique Santiago Petracchi, Julio S. Nazareno, Eduardo Moliné O’Connor y Antonio Boggiano. [22] Fallos: 315:853. Citar: elDial.com - DC1F0E Publicado el 26/05/2015 Copyright 2015 - elDial.com - editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina