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Lingua Americana
Año VIII Nº 14 (2004): 73 - 83
Empleo de las construcciones
latinas en los documentos
jurídicos
Ángel Delgado, Donaldo García y Valentina Truneanu
Facultad de Ciencias de la Comunicación,
Universidad Católica Cecilio Acosta.
Facultad de Humanidades y Educación, Universidad del Zulia.
E-mail: dgarcia_ferrer@hotmail.com; adelgado95@hotmail.com;
vtruneanu@iamnet.com
Resumen
La influencia del Derecho Romano en nuestra jurisprudencia ha determinado que pervivan construcciones latinas en el lenguaje jurídico,
fundamentalmente en los documentos escritos. El objetivo de esta investigación consiste en describir desde el punto de vista morfológico y semántico las construcciones latinas frecuentemente empleadas en los escritos
jurídicos. Para ello se tomó una muestra conformada por documentos notariados y documentos judiciales de tribunales de primera y segunda instancia, a los cuales se les aplicó un instrumento con el fin de medir los
cambios en los niveles morfológico, sintáctico y semántico. Entre los resultados encontrados puede mencionarse que el lenguaje jurídico actual
conserva una serie de cultismos y expresiones latinas que designan principios, instituciones o actuaciones propias del derecho. Las construcciones latinas recurrentes son en su mayoría de flexión nominal. Las locuciones sufren numerosos cambios al aparecer en los documentos jurídicos,
porque el emisor desconoce la morfología y gramática latinas, gracias a lo
cual se pierden o se cambian las desinencias propias de esta lengua (y con
esto su función sintáctica), además de que se altera su significado original
para adquirir otro diferente dentro del discurso jurídico.
Palabras clave: Construcciones
morfología.
latinas,
documentos
Recibido: marzo 11, 2004 / Aceptado: mayo 28, 2004
jurídicos,
Lingua Americana
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Use of Latin Expressions in Legal
Documents
Abstract
Due to the influence of Roman Law in our jurisprudence, there are
Latin expressions in legal discourse, basically in documents. The objective of this research is to describe morphologically and semantically the
Latin expressions often used in legal documents. This study was made
with a sample of notarized documents and judicial documents of civil
and mercantile courts of first instance. The results show the following:
Legal discourse actually displays many Latin expressions that designate
principles, institutions and acts which are characteristic of law. Those
expressions suffer many changes when they appear in legal documents,
because the speaker ignores Latin morphology and grammar. Therefore,
Latin endings are lost or changed, as their syntactic function. Also, the
original meaning in Latin acquires a more concrete sense inside legal discourse.
Key words: Latin expressions, legal documents, morphology.
Introducción
El latín ha sido objeto tradicional de estudios diacrónicos, ya
sea para seguir su evolución hacia las lenguas romances o para
explorar el origen de fenómenos lingüísticos que se producen en
el español. Nació como lengua de los pobladores del Lacio, en Italia, y progresivamente fue extendiéndose hasta conformarse
como lengua oficial del vasto Imperio Romano. Con la caída del
Imperio Romano de Occidente y la implantación del régimen feudal, el latín seguiría como vehículo de entendimiento de la cultura
en la Edad Media. Aunque dejó de tener hablantes nativos, pervive como antepasado lingüístico de varias lenguas y aparece en diversas construcciones usadas en el español actual. Su presencia
abarca el discurso periodístico, el habla cotidiana, el lenguaje de
la filosofía y de la ciencia en general. Uno de los campos donde se
usa de manera más constante y fructífera es el discurso jurídico.
La profusión de voces latinas en el lenguaje jurídico obedece
al hecho de que el Derecho Romano constituye la base principal
de las legislaciones en los países de habla hispana. Los cultismos
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provenientes del latín han ejercido una gran influencia en la configuración del discurso jurídico, el cual puede considerarse una
variedad lingüística particular. El lenguaje jurídico “procede de
diversos lenguajes: el común, el técnico, el científico, el filosófico,
junto a expresiones privativas cuyo alcance y definición están
prescritos con más o menos precisión por el legislador” (Rodríguez Sánchez, 1986: 86-87). El uso reiterado de las construcciones latinas puede observarse en todo tipo de escritos dentro de
este ámbito: documentos registrados o notariados, actuaciones
judiciales y doctrinas. Sin embargo, el latín empleado en la actualidad no constituye un traslado fiel del latín clásico, sino que presenta sus propias características. A pesar de su uso dentro del español, no ha habido estudios suficientes del latín sincrónico, lo
cual constituye una justificación para este trabajo.
La presente investigación tiene como objetivo general describir morfológicamente las construcciones latinas empleadas en
los documentos jurídicos. Para ello se plantearon como objetivos
específicos los siguientes: 1) Determinar cuáles son las construcciones latinas frecuentemente empleadas en los documentos jurídicos, y 2) determinar los cambios morfológicos que presentan
dichas construcciones en comparación con el latín clásico.
1. Fundamentación teórica
1.1. Morfología flexiva del latín
El latín era una lengua fuertemente flexiva (Sapir, 1994;
Pensado, 1999). Sus morfemas léxicos y gramaticales aparecían
muy fusionados a través de distintos procesos, y, por ser una
lengua desinencial, cambiaba sus desinencias o terminaciones
para indicar la función que cumplían las palabras dentro de la
oración. Sapir (1994) clasifica el latín como una lengua fusional
y sintética.
La flexión nominal latina observaba variaciones de género,
número y caso. El latín disponía de cinco declinaciones y siete
casos (nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo, ablativo
y locativo). Algunos autores (Henle, 1997; Carrera, 1998) no
cuentan el locativo entre estos últimos, por lo restringido de su
uso.
Las funciones de los casos mencionados son las siguientes:
• Nominativo: Caso que se refiere al sujeto en la oración.
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• Vocativo: Tiene una función fáctica. Es el caso que permite
apelar a alguien o algo.
• Acusativo: Su principal función es señalar el complemento directo. Otros valores, como mostrar una relación de extensión local o temporal, van marcados por el uso de preposiciones concretas que los determinan.
• Genitivo: Caso que indica posesión o pertenencia.
• Dativo: Corresponde al complemento indirecto de los verbos transitivos.
• Ablativo: Corresponde funcionalmente a los complementos circunstanciales porque expresa sus modalidades:
temporales, locales, modales, causales, etc. Se presenta
con o sin preposición, y puede aparecer por exigencia del
verbo.
Cuando el latín evolucionó al español, se simplificaron las
categorías morfológicas, lo cual condujo a una drástica reducción
de esta compleja morfología flexiva. Esto responde a una tendencia general de las lenguas indoeuropeas (excepto la mayoría de
las eslavas), las cuales han reducido fuertemente sus sistemas de
flexión.
El origen de la simplicidad nominal del español está en la
pérdida de la declinación, que era una importante fuente de alomorfismo (Pensado, 1999). La flexión nominal en español sólo observa variaciones de género y número, y cuenta con un género
menos que el latín (el neutro). “La flexión verbal, por el contrario,
no sólo se ha conservado relativamente bien, sino que ha recreado la morfología perdida” (Pensado, 1999: 4428).
1.2. Los préstamos latinos en el español
La mayor parte del léxico del español procede del latín, como
producto de un largo proceso de evolución, donde sucedieron diferentes cambios fonetológicos. Sin embargo, algunas palabras
conservaron total o parcialmente la forma que tenían en su lengua origen, lo cual se debe a presiones conservadoras. Estas palabras se denominan cultismos o semicultismos, según el menor
o mayor avance alcanzado por la evolución. Alvar y Pottier (1983)
consideran cultismos a todas aquellas palabras que mantienen
su aspecto latino sin haber sufrido las transformaciones normales en las voces populares. En español contamos, además, con
abundantes dobletes, es decir, parejas de palabras con un mismo
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origen etimológico y distinta evolución. Ejemplo: colocar (culto) /
colgar (popular), del verbo latino collocare.
Carmen Pensado (1999) reseñó el fenómeno de la interpenetración del español y el latín, el cual resulta característico de la situación en que se encuentran ambas lenguas: Una lengua clásica
distinta de la nativa acumula las funciones de prestigio, lo cual
favorece la entrada masiva de préstamos (palabras tomadas de
otra lengua que luego reaccionan con las palabras autóctonas).
Los préstamos son un procedimiento universal, del cual se beneficiaron tanto el español como el latín (Seco, 1994).
El hablante, por lo general, emplea préstamos latinos con
conciencia de que lo son, pero esto no sucede en todas las ocasiones. Algunas palabras, a pesar de su carácter de préstamos latinos, tienen un uso tan extendido que se consideran propios del
inventario de nuestra lengua. Por ejemplo, con caries, ultimátum
o etcétera, el hablante tiene menor conciencia de usar un latinismo que en los casos de mea culpa o ipso facto. Tampoco se reconocen como préstamos latinos agenda (lo que se debe hacer) ni
cláusula (conclusión).
Algunas de estas expresiones han sido reconstruidas: Unas,
principalmente conformadas por dos palabras, se fusionaron ortográficamente. Ejemplo: et cetera (y lo demás) se escribe en español etcétera, así como vice versa (al contrario) se escribe viceversa. Otras palabras han sufrido cambios en la categoría gramatical. Habitat era una forma verbal en latín (tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo habito), pero en español
es usado como sustantivo y se escribe con tilde: hábitat. Igual sucede con la palabra latina ego, forma del pronombre yo, que, en
nuestra lengua, también se ha convertido en sustantivo.
Cuando el hablante tiene conciencia de la construcción latina como expresión ajena al español, suele distinguirla en el discurso escrito mediante el empleo de comillas o cursivas.
Los latinismos incorporados en nuestra lengua pueden clasificarse de la siguiente manera:
1. Términos aislados: Pueden ser sustantivos (libido, ratio),
pronombres (idem) o preposiciones (versus).
2. Combinaciones categoriales: Entre ellas se mencionan preposición + nombre (post data, per capita), nombre + adjetivo
(motu proprio) y nombre + nombre (Opus Dei, rigor mortis).
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Oraciones o frases hechas; por ejemplo alea iacta est (la
suerte está echada) y mens sana in corpore sano (mente sana
en cuerpo sano).
1.3. Empleo de las construcciones latinas
en el discurso actual
Las construcciones latinas en la actualidad pueden aparecer en distintos tipos de discurso, tanto orales como escritos.
Dentro del habla cotidiana no es extraño escuchar términos
como alias, grosso modo, retro, persona non grata, lapsus, currículum vitae. Otros pertenecen al campo de alguna disciplina científica. Ejemplos: vademécum (que significa “ven conmigo”), palabra que designa un libro de consulta, específicamente médico; in
vitro (en el vidrio), que se utiliza frecuentemente para designar la
fecundación artificial en probeta. En estos ejemplos, como puede
observarse, el término latino adquiere una significación adaptada al contexto en que se utiliza.
Algunas abreviaturas de uso muy frecuente en español corresponden a expresiones en latín, tales como a.m. y p.m. (que
significan ante meridiem y post meridiem, respectivamente), o vs.
(versus, común en enfrentamientos deportivos). El discurso académico cuenta igualmente con su inventario de latinismos, cuando se habla de obtener un doctorado honoris causa, trabajar ad
honorem o sacar summa cum laude. En lo económico y político, se
emplean términos como déficit, superavit, statuo quo.
El establecimiento de los pontífices cristianos en la ciudad
de Roma hizo que el latín (desde el siglo III) se convirtiera en la
lengua universal de la Iglesia Católica. Sin embargo, los decretos
del Concilio Vaticano II (1962-65) establecieron en la liturgia el
uso de la lengua viva de cada país en lugar del latín tradicional.
No obstante, se mantienen términos como Ave María, Ángelus y
Corpus Christi.
En los medios impresos de habla hispana, es común encontrar construcciones latinas, la mayoría usadas correctamente, es
decir, de una manera en que no se altera el sentido ni la morfología de la construcción latina. De esta manera, aparecen en la
prensa locuciones como ex profeso (a propósito), misa corpore insepulto (de cuerpo presente), in fraganti o ipso facto. Estas locuciones aparecen en diversas secciones de los periódicos.
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Sin embargo, las voces latinas no están exentas de sufrir
modificaciones al aparecer en la escritura. Una de los más frecuentes reside en la acentuación. Una misma palabra puede aparecer con o sin tilde (ítem o item), dependiendo de que la palabra
se ajuste a las normas de acentuación del español o se prefiera
conservar la palabra latina en su forma original.
Se presentan dudas en el plural de muchos cultismos de
procedencia latina (como curriculum, memorandum, item). En estos casos, aparecen las incertidumbres lingüísticas. “En términos generales, la relativa sencillez que caracteriza la asignación
del género a los préstamos y el consenso que existe en torno a dicho proceso contrastan con la complejidad de su pluralización y
la falta de consenso y de criterio (uniforme) que recalcan diversos
estudiosos en torno a ella” (Ambadiang, 1999: 4896). La asignación del género a los préstamos depende de su adaptación a la fonología española o de su castellanización. En cambio, diversos
factores interactúan en la formación del plural. Los préstamos
que terminan en consonante son los que generan mayores dudas.
En estos casos, el hablante dispone de varias alternativas: Mantener igual la forma en el plural y el singular e indicar el número a
través del artículo (el currículum, los currículum), mantener el plural correspondiente latino (curricula) o preferir la castellanización
de las formas, cuyo plural se construye según las normas regulares de la lengua (los currículos).
Otros errores frecuentes en la utilización de latinismos son
de tipo gramatical: cambios vocálicos, adición o elisión de consonantes, uso de preposiciones en casos donde no se necesita o no
corresponde. Ejemplo: escribir motu propio o de motu propio en lugar de la forma correcta motu proprio.
2. Metodología
2.1. Muestra
Para llevar a cabo este estudio, se tomó una muestra conformada por treinta documentos introducidos en tribunales de primera instancia en lo civil y mercantil del Municipio Maracaibo y
20 documentos notariados en materia civil en la Notaría Pública
Décima Primera de dicho municipio. Dichos documentos fueron
recogidos entre febrero y abril de 2003. Los primeros se definen
como documentos judiciales porque son escritos o instrumentos
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producidos en litigio y refrendados por la autoridad judicial competente. Los documentos notariados son escritos redactados por
las partes interesadas, con intervención de un notario o funcionario público que les dé fe o autoridad.
2.2. Instrumento
Se diseñó una ficha de observación para recoger los datos
que permitirían el cumplimiento de los objetivos. Se tomaron todas las construcciones latinas que aparecieron en la muestra, y
se consideraron los siguientes aspectos: construcciones más frecuentes dentro de los documentos, significado literal en latín, significado que adquieren en el contexto, tipos de construcciones
preferidas y cambios morfológicos de la palabra en comparación
con el latín clásico
3. Resultados
En los documentos jurídicos estudiados, se registraron
construcciones latinas con mucha frecuencia. Las más empleadas fueron: ejusdem, modus operandi, intuitu personae, ut supra,
ab intestato, litis, periculum in mora, apud acta y perpetuatio jurisdictionis.
El estudio de dichas construcciones arrojó los siguientes resultados:
1) Hay un desconocimiento del caso latino por parte de quienes
redactan los documentos jurídicos. Esto se demuestra en las confusiones constantes entre las terminaciones y su concordancia.
Por ejemplo: En los documentos se lee perpetuatio jurisdictione (perpetuidad de la jurisdicción). Perpetuatio es nominativo y
a jurisdictio le corresponde un genitivo por su función y no un
ablativo como indica la terminación, de modo que la forma correcta sería perpetuatio jurisdictionis. Litis, refiriéndose a litigio,
aparece siempre en su forma genitiva, y no en nominativo, que sería lis. En ocasiones, dentro de un mismo documento se observan
vacilaciones. Intuitu personae (por consideración a la persona)
aparece escrito como intuito personae, intuita personae o intuite
personae.
2) El guión aparece con frecuencia, como muestra de la incertidumbre lingüística. Ejemplos: apud-acta, ut-supra, ab-intestato. Como dichas construcciones aparecen siempre juntas el ha-
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blante tiende a unirlas como si fueran derivaciones o compuestos. Asimismo, se emplean otras marcas que destacan la construcción latina del resto del enunciado, como mayúsculas o comillas. Esto obedece a que el hablante no reconoce estas expresiones como palabras patrimoniales, sino que está consciente de su
carácter de latinismos y desea diferenciarlas.
3) Las formaciones latinas tienen una carga semántica propia del contexto. Una palabra que en latín posee un significado
general, abstracto, dentro del discurso jurídico adquiere una
concreta significación, aplicada a un contexto jurídico específico.
Ejemplo: ejusdem es un pronombre en genitivo que significa “del
mismo”, pero en contexto significa “de la misma ley mencionada
anteriormente”. Véase la siguiente cita tomada de uno de los documentos de la muestra:
Pero esa amplitud tampoco puede aplicarse en forma
absoluta e ilimitada, sino que está regulada por el artículo 1º de la Ley de Reforma que fija en términos genéricos la competencia agraria, pero siempre atemperada
por el artículo 12 ejusdem.
Notitia quiere decir conocimiento, pero en el derecho se refiere al conocimiento que tiene una persona de cometer un acto ilegal. Affectio en latín es afecto o sentimiento; en el discurso jurídico, consiste en todo vínculo de parentesco, amistad, dependencia
o negocio entre quienes cometen una acción ilegal y son cómplices de la misma.
4) Las construcciones más frecuentes giran en torno al nombre. Aparecen construcciones con un solo nombre (interpositio),
preposición + nombre (apud acta), nombre + nombre (exceptio
doli), pronombre (ejusdem), nombre + adjetivo (pretium vilis),
nombre + verbo en gerundio (modus operandi) y nombre + preposición + nombre (periculum in mora). Igualmente, se registraron
locuciones adverbiales (ut supra), participios con función de adjetivo (omissis) y una oración simple (iura novit curia).
Los cambios de desinencia, para los efectos, constituyen
sólo una falla ortográfica porque no se pierde ni se altera el sentido de la construcción latina. A pesar de haber una modificación
en el nivel morfosintáctico, para una persona entendida en la materia es lo mismo leer intuito personae, intuite personae o intuitu
personae porque entiende el sentido de la locución dentro del documento. Para comprender las construcciones latinas dentro del
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discurso jurídico no se necesita un conocimiento profundo de la
lengua latina, sino del significado de esos elementos léxicos en su
contexto. El significado literal no da cuenta del significado en
uso.
Es propio de las locuciones presentar anomalías de construcción sintáctica, como lo afirman Piera y Varela (1999). “Las
locuciones pueden mostrar una estructura o una concordancia
internas que fuera de ellas no se dan, por arcaicas y agramaticales” (Piera y Varela, 1999: 4404). Las construcciones latinas presentan algunas de las características de las locuciones prototípicas, según los mismos autores: 1) Sus componentes léxicos son
invariables y no conmutables por otros (modus operandi, causa
simulandi, en lugar de *causa operandi, *modus simulandi); 2)
no admiten alteraciones de orden (*simulandi causa en vez de
causa simulandi); 3) no es posible desplazar sus elementos fuera
de la locución (*la forma operandi) y 4) no se puede insertar nada
entre dos complementos léxicamente determinados (*modus
adecuado operandi).
La falta de conciencia de la desinencia latina puede deberse
a la carencia de estudios profundos de latín en las Escuelas de
Derecho y en el Ciclo Diversificado, donde la mención Humanidades (única que ofrece latín) tiene poca relevancia en cuanto al número de planteles que la ofrecen y de los estudiantes que la cursan. Por lo tanto, puede inferirse que su uso en el discurso jurídico no responde a un conocimiento de la lengua latina, sino al hecho de que las construcciones latinas son sumamente empleadas
en ese contexto y terminan lexicalizándose. De este modo, el hablante aprende esas construcciones de memoria.
En conclusión, puede afirmarse que el latín en el discurso
jurídico adquiere unas características peculiares: se olvida su
morfología flexiva, es objeto de lexicalización y modificación por el
hablante, y tiene una significación totalmente inscrita dentro del
contexto jurídico.
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