Metodologías para Medir el Balance de Gases Invernadero Dr. Jorge Pérez Quezada, Profesor Depto. de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables, Universidad de Chile Para entender lo que significa el balance de gases invernadero en los distintos ecosistemas o áreas urbanas, y las metodologías asociadas a su medición, es necesario revisar algunos conceptos de la ecología de ecosistemas. Primero se debe considerar que tanto el anhídrido carbónico (CO2), como el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) forman parte de los ciclos biogeoquímicos del carbono y el nitrógeno. Luego debemos entender los conceptos de reservorio y flujo que ocurren dentro de estos ciclos: en el caso de un bosque por ejemplo, el carbono (generalmente medido como CO2) está contenido en distintos reservorios como son la biomasa vegetal y animal, y en el suelo en forma de microfauna y materia orgánica en distintos grados de descomposición. Los flujos a su vez, pueden ser hacia el ecosistema, representado esencialmente por la fotosíntesis de las plantas, o desde el ecosistema, en forma de respiración de plantas, animales y descomponedores. El balance de CO2 en el bosque sería entonces el resultado de los flujos de este gas (entradas y salidas) en la interfase biósferaatmósfera, durante un periodo de tiempo. Para que los balances medidos en distintos lugares sean comparables, éstos se deben llevar a una expresión de tiempo y unidad de área conocidos, por ejemplo g CO2/ m2 año. Si el balance es positivo en un año, significa que uno o más reservorios del ecosistema están aumentando su tamaño, es decir, el ecosistema está capturando carbono. Para cuantificar los reservorios mencionados, se debe muestrear cada uno de ellos en un ecosistema. Dada la dificultad de conseguir muestras de biomasa animal, generalmente se utiliza la biomasa vegetal en pie y la materia orgánica del suelo para hacer comparaciones. La Figura 1 muestra el carbono total acumulado en suelos y vegetación en las distintas zonas del planeta. Se puede observar que hay algunos ecosistemas terrestres de gran acumulación de biomasa como son los bosques tropicales. Estos tienen una alta productividad anual, es decir, su balance de carbono es positivo. Se sabe además que la mayor parte de los nutrientes del suelo ya han sido extraídos y una vez que pasan a constituir parte de organismos vivos, la biomasa es reciclada sobre el suelo apenas estos individuos mueren. Esto implica que la mayor parte de la biomasa está en la parte aérea y los suelos son muy pobres. Los otros ecosistemas que presentan gran acumulación de carbono son los bosques boreales de coníferas, los cuales al revés que los bosques tropicales, tienen una baja productividad anual pero gran acumulación de biomasa. Las condiciones de baja temperatura hacen que la materia orgánica sea degradada lentamente, lo cual implica que ésta se acumula sobre y bajo el suelo. Para medir el balance de carbono en una pradera por ejemplo, se puede cosechar el crecimiento anual en el momento de mayor acumulación de biomasa. La limitante de este método es que sólo representa lo que sucede en un área muy pequeña, por lo que se deben realizar repeticiones de las estimaciones. Mediciones más exactas se pueden obtener a través de técnicas micrometeorológicas. Dentro de éstas, la más simple es una cámara cerrada que se pone sobre la vegetación y de la cual se extrae una muestra de aire, la que es llevada a un sensor de concentración de CO2, y el flujo se mide por diferencia de concentración entre el inicio y el término de la medición. Estas mediciones son generalmente reducidas en tiempo (2 minutos aprox.) y al igual que en el caso de la cosecha de biomasa, representan sólo el balance en un área reducida (generalmente 1 m2). Para mediciones de áreas más extensas, las metodologías de Bowen ratio y eddy covariance son las más utilizadas a nivel mundial. Estas técnicas tienen la ventaja que integran el flujo que está ocurriendo en un área extensa (> 1 ha), dependiendo de la altura a la que se ubica el instrumento analizador del gas y de la velocidad del viento. En el caso del metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) se aplican los mismos conceptos de reservorios y flujos. Estos gases se conocen como biogénicos traza, ya que tienen origen biológico y su concentración atmosférica en volumen es de unas pocas partes por millón. A pesar de su baja concentración, tienen gran importancia ya que su acción como gases invernadero es alta, lo cual se refleja en su potencial de calentamiento global (PCG) de 23 (CH4) y 296 (N2O) que representa el efecto invernadero en equivalentes de CO2, ya que el PCG de éste último se asigna como 1. El aumento de la concentración de estos gases está documentado en los últimos 25 años por estaciones de monitoreo, y anterior a eso por muestras obtenidas a través del análisis de gases atrapados en hielo glacial. El intercambio de estos gases biogénicos traza depende del consumo y fijación que hagan plantas y microorganismos, del transporte físico a través de suelos, sedimentos y agua, y del intercambio superficie-aire. Los métodos existentes para medir el balance de CH4 y N2O son similares a los descritos para el carbono, es decir se utilizan distintos diseños y tamaños de cámaras de donde se toma una muestra de aire, la cual es analizada por cromatografía de gases con distintos tipos de sensores. Los flujos también se determinan por diferencia de concentración entre muestreos, aunque en el caso de estos gases traza, el tiempo de muestreo debe ser 30-40 minutos, debido a que los cambios de concentración son muy pequeños y a veces cercanos al mínimo perceptible por los sensores. En ecosistemas acuáticos (marinos o terrestres), las mediciones son un poco más complejas pero se basan en los mismos principios y se utilizan técnicas similares. En zonas urbanas se pueden utilizar las técnicas micrometeorológicas mencionadas o bien recurrir a datos bibliográficos y construir con ellos tablas de emisión y fijación. Estos registros incluyen estimaciones de las emisiones de vehículos, industrias y calefacción, etc., y las capturas que realizan las áreas verdes de las ciudades. Otra metodología importante son los modelos de simulación. Estos modelos son representaciones matemáticas que buscan ser análogos a algún ecosistema de interés, para integrar información y predecir la respuesta del ecosistema al cambio de alguna de las variables ambientales. Estos modelos generalmente están organizados en compartimentos o reservorios y contienen ecuaciones que representan los flujos entre ellos. Para “alimentar” estos modelos se usan las mediciones directas descritas anteriormente. La mayor disponibilidad de capacidad computacional y software a menor costo han permitido el uso más frecuente de las técnicas de modelación. Incluso existen modelos completos, como CO2FIX, el cual fue específicamente diseñado para cuantificar secuestro de carbono en ecosistemas de bosque. Finalmente es necesario mencionar que las técnicas de muestreo y análisis están evolucionando muy rápido y la tendencia en los estudios de balance de gases a nivel de ecosistemas es analizar más de un gas simultáneamente y generalmente al mismo tiempo evaluar las dinámicas meteorológicas, de nutrientes y de agua. Esto permitirá aumentar nuestro conocimiento y habilidad de utilizar modelos de simulación para extrapolar los balances a escalas regional y global.