maqueta buskes - rústica.qxp 13.01.2009 13:03 Seite 105 4 La evolución del ser humano Desarrollos en la paleoantropología En el capítulo anterior vimos que, en principio, podemos clasificar la naturaleza viva de diferentes maneras. La clasificación que usemos dependerá en parte de nuestros intereses y de qué conceptos y criterios manejemos. Por ello podría dar la impresión de que estas clasificaciones son siempre arbitrarias. Sin embargo, no es así. Nuestros conocimientos sobre el origen y el desarrollo de la vida en la tierra se han multiplicado de forma espectacular en los últimos cien años. Cada vez comprendemos mejor la forma en que la vida se ramifica en innumerables estratos y cómo se ha llegado hasta la actual biodiversidad. Las taxonomías de hoy en día ya no se basan en las características externas de los organismos (morfología), sino en su parentesco filogenético. Los organismos que provienen de la misma rama evolutiva están emparentados entre sí y pertenecen al mismo grupo, aunque su apariencia exterior pueda ser muy diferente. A la inversa, los organismos que pese a su parecido superficial no proceden de la misma rama evolutiva, no pertenecen al mismo grupo desde el punto de vista taxonómico. El espectacular desarrollo del conocimiento también se ha producido en la ciencia que investiga el origen y la evolución del ser humano, la paleoantropología (del griego palaios = viejo, anthropos = persona). Hace un siglo, el origen y la evolución del ser humano todavía estaban envueltos en una espesa niebla. Sin embargo, en el transcurso de unas cuantas generaciones hemos ido comprendiendo cada vez más cómo es el árbol genea- maqueta buskes - rústica.qxp 106 13.01.2009 13:03 Seite 106 Capítulo 4. La evolución del ser humano lógico del hombre. Esta comprensión se debe sobre todo al diligente trabajo de investigadores que buscan restos fósiles y formulan hipótesis sobre la evolución del ser humano. La imagen de la evolución humana que emerge ante nosotros aún no es nítida. Podríamos compararla con un gran rompecabezas cuyos contornos se van dibujando poco a poco. Sin embargo, la imagen es cada vez más clara, pues en las últimas décadas se han encontrado muchos restos fósiles importantes de los antiguos antropoides. Asimismo, en la actualidad podemos estimar con bastante exactitud la edad de esos fósiles, entre otras cosas, examinando las capas geológicas en que se encontraron, y recurriendo a distintas técnicas de datación. Una de estas técnicas es la datación con carbono. El carbono es un elemento natural presente en todos los compuestos orgánicos y que tiene dos composiciones (isótopos), a saber: el carbono-12 y el carbono-14. El carbono-14 posee la característica de que es débilmente radiactivo y poco a poco se transmuta en nitrógeno. Por medio de aparatos especiales podemos contar la cantidad de átomos de carbono presentes en un fósil y ello ofrece una indicación de su antigüedad. Si el fósil (u otro objeto orgánico) contiene mucho carbono, es relativamente joven, mientras que una escasa cantidad de carbono apunta a mucha antigüedad. Sin embargo, la datación con carbono no es adecuada para objetos con más de 5 mil años de antigüedad porque, pasado ese tiempo, el isótopo se habrá transmutado por completo en nitrógeno. Para los objetos y fósiles más antiguos se utiliza una técnica de datación basada en los elementos potasio y argón. El principio es básicamente el mismo que el de la datación con carbono, la única diferencia radica en que la velocidad de transmutación del isótopo radiactivo potasio-40 es mucho más lenta que la del carbono-14. Transcurren millones de años antes de que el isótopo se haya convertido del todo en argón. Por consiguiente se puede determinar la edad de los fósiles midiendo la cantidad de gas de argón presente en las rocas y los sedimentos en los que se han encontrado los objetos. En ambas técnicas se aplica un margen de error de entre el cinco y el diez por ciento. Recientemente se han desarrollado técnicas aún más perfeccionadas por lo que la edad de un objeto puede determinarse de distintas maneras y el margen de inseguridad se reduce aún más. maqueta buskes - rústica.qxp 13.01.2009 13:03 Seite 107 Primates y homínidos 107 Antes, los científicos tenían que arreglárselas sin estos prácticos recursos y los expertos se equivocaban con regularidad, como se desprende del siguiente caso famoso. En 1912, en una cantera de grava situada en la localidad inglesa de Piltdown Common en Sussex se realizó un descubrimiento aparentemente sensacional: algunos fragmentos bien conservados de cráneo y mandíbula de un antropoide extinguido. La noticia saltó a las portadas de todos los periódicos y el antepasado fue bautizado como el hombre de Piltdown. Los fósiles evidenciaban exactamente las características que en aquella época se esperaba de un precursor del hombre moderno, concretamente un cráneo grande y moderno (con su correspondiente volumen cerebral), combinado con unas mandíbulas primitivas y simiescas y grandes dientes caninos. A la sazón se creía que los antropoides se diferencian de los pitecántropos por su gran cerebro. Sólo en 1953, cuando los «descubridores» ya habían fallecido, un protésico dental descubrió que el supuesto descubrimiento era en realidad un montaje. Resultó ser una combinación de un cráneo desgastado adrede de un hombre contemporáneo y la mandíbula de un orangután. Todo el mundo, incluidos los científicos, se había tragado el anzuelo. Desde entonces, los investigadores son bastante más cautos. Al fin y al cabo, el engaño confirmó el prejuicio de que los paleontólogos tienen todo tipo de ideas preconcebidas sobre nuestros lejanos ancestros. Primates y homínidos El hombre actual, sus ancestros extinguidos y los monos y prosimios de hoy en día pertenecen al orden de los primates. El término «primate» proviene de Linneo y significa literalmente «primero en rango». Entre los rasgos característicos de los primates cabe destacar un cerebro relativamente grande, unas extremidades acabadas en cinco dedos de las cuales el pulgar es oponible a los demás (manos y pies prensiles), uñas planas en lugar de garras, ojos en la parte anterior del rostro y un periodo de gestación relativamente largo. Los primates suelen tener, en cada parto, una sola cría, que depende durante mucho tiem- maqueta buskes - rústica.qxp 108 13.01.2009 13:03 Seite 108 Capítulo 4. La evolución del ser humano po del cuidado parental. La mayoría de las ciento ochenta especies de primates que existen hoy en día son arborícolas (viven en los árboles). Las manos (y pies) prensiles y la visión estereoscópica son claras adaptaciones a un entorno con muchos árboles. Para poder saltar o balancearse de rama en rama, es preciso ser capaz de estimar bien la distancia y tener un firme agarre. Los primates descienden de pequeños arborícolas insectívoros cuya actividad se desarrollaba principalmente de noche. Los primeros primates se remontan seguramente al Paleoceno tardío, aproximadamente hace 60 millones de años. En torno a aquella época, hace cerca de 65 millones de años, los dinosaurios desaparecieron de repente de la faz de la tierra, seguramente a causa del impacto de un gigantesco meteorito en la actual península de Yucatán, en México. Ello dio libertad de acción a los primates y otros mamíferos. Los nichos ecológicos que dejaron libres los dinosaurios fueron ocupados pronto por los mamíferos. Como hemos visto antes, los biólogos designan un fenómeno de este tipo con el término de «radiación adaptativa». Existe la posibilidad de que el cerebro relativamente grande de los primates surgiera para hacer posible unos movimientos ágiles y coordinados en los árboles, que le permitieran cazar insectos y huir de los depredadores. Además hay fuertes indicios de que una creciente estructura social aceleró el desarrollo del cerebro. Por otra parte, casi todos los primates tienen pelaje. La única excepción es el ser humano, razón por la cual el zoólogo Desmond Morris etiquetó a nuestra especie de «mono desnudo». Dentro del orden de los primates se puede establecer una clasificación más específica en diferentes familias, géneros y especies. Por ejemplo, los seres humanos modernos y los pitecántropos extinguidos pertenecen a la familia de los homínidos. Dentro de la familia de los homínidos se distinguen dos géneros: el género extinto Australopithecus (literalmente: «mono meridional») y el género Homo. Estos dos géneros se subdividen a su vez en especies diferentes (Ilustración 4.1). A veces, los australopitecos se clasifican de otra manera, concretamente en dos géneros: Australopithecus y Paranthropus («casi hombre»). El nombre Paranthropus se reserva en esta clasificación a la rama «robusta» de estos homínidos que tiene como representantes al Australopithecus aethiopicus, Australopithecus robustus y Australopithecus boisei. El Australopithecus africanus y el Australopithecus afarensis, más gráciles, son maqueta buskes - rústica.qxp 13.01.2009 13:03 Seite 109 Los primeros homínidos 109 Familia de los homínidos Dos géneros: Australopithecus y Homo Australopithecus Homo A. anamensis A. afarensis A. africanus A. aethiopicus A. robustus A. boisei H. habilis H. rudolfensis H. ergaster H. erectus H. heidelbergensis H. neanderthalensis Ilustración 4.1: Los dos géneros de la familia de los homínidos. considerados como los «verdaderos» australopitecos. En el presente capítulo se parte de la clasificación usual en un único género, el Australopithecus, en la que cabe distinguir una forma grácil y otra robusta. Los primeros homínidos Los australopitecos se extinguieron por completo. Sólo los conocemos por los restos fósiles en su mayoría fragmentarios. Todos estos fósiles se han encontrado en África. Los australopitecos vivieron entre 4,5 y 1,5 millones de años atrás. En 1924, el paleontólogo Raymond Dart encontró los primeros restos de un Australopithecus en Sudáfrica. El fósil es el cráneo de un niño al que se bautizó con el nombre de el niño de Taung (Taung se encuentra cerca de Kimberley en Sudáfrica). El espécimen resultó tener 2 millones de años de antigüedad. Lo que llama la atención del pequeño cráneo es que presenta características tanto simiescas como homínidas. Así, la capacidad craneal de este homínido es todavía bastante pequeña y comparable a la de los simios modernos, mientras que el rostro plano y la dentadura recuerdan más a los seres humanos modernos. La nueva especie descubierta fue bautizada por Dart como Australopithecus africanus (Ilustración 4.2). maqueta buskes - rústica.qxp 110 13.01.2009 13:03 Seite 110 Capítulo 4. La evolución del ser humano Ilustración 4.2: Cráneo del niño de Taung. Este joven representante de la especie Australopithecus africanus vivió hace unos 2,3 millones de años en África meridional. En la década de los años cuarenta del siglo pasado salieron a la luz más restos de este tipo. Constituían indicios importantes de que el origen del ser humano debió de situarse en África. En la primera mitad del siglo XX , muchos paleontólogos, entre ellos el holandés Eugène Dubois, todavía creían que el origen del ser humano se encontraba en Asia. Sin embargo, esta hipótesis demostró ser incorrecta. Entretanto, en Sudáfrica y en África oriental también se habían encontrado restos de otra especie de Australopithecus. La nueva especie descubierta resultó ser tan antigua como el Australopithecus africanus, cerca de 2 millones de años, pero presentaba características muy distintas. La nueva especie tenía una complexión mucho más robusta que el Australopithecus africanus, de ahí que se le diera el nombre maqueta buskes - rústica.qxp 13.01.2009 13:03 Seite 111 Los primeros homínidos 111 de Australopithecus robustus. Lo que salta enseguida a la vista en estos robustos homínidos es la gruesa pared craneal, las enormes mandíbulas y muelas, los pronunciados arcos filiares y pómulos, y una curiosa cresta ósea que recorre el hueso coronal de delante hacia atrás. Los robustos australopitecos seguramente tenían unas enormes mandíbulas para masticar y la cresta ósea debía servir de anclaje para los músculos maseteros. El más robusto de estos antiguos homínidos es el Australopithecus boisei, que fue descubierto en 1959 por la pareja de paleontólogos Louis y Mary Leakey en la garganta de Olduvai, en Tanzania. El Australopithecus boisei también recibió el nombre de «hombre cascanueces» debido a sus enormes mandíbulas y sus molares con una superficie de masticación del tamaño de una moneda de euro (Ilustración 4.3). A pesar de su aterrador aspecto, los australopitecos eran principalmente vegetarianos. Al igual que los gorilas actuales, mascaban grandes cantidades de hojas y cortezas de árboles (los molares muestran siempre mucho desgaste, al igual que los de los primates vegetarianos contemporáneos). Posiblemente, cascaban también nueces duras con su formidable dentadura. El nombre de «boisei» remite al empresario londinense Charles Boise, que financió diversas expediciones de los Leakey. El descubrimiento de los australopitecos gráciles y robustos (entre los que se encuentra también el Australopithecus aethiopicus) demostró que hace 2 millones de años vivieron al menos cuatro especies diferentes de homínidos en África. Posteriores descubrimientos demostrarían que durante un tiempo pudieron haber coexistido más de media docena de homínidos (incluidos los representantes del género Homo). El Australopithecus más famoso fue encontrado en 1974 por el paleontólogo norteamericano Donald Johanson. Durante una expedición en Hadar (Etiopía) su equipo se topó con el esqueleto fósil de una especie desconocida de homínidos. Encontraron casi la mitad de un esqueleto, con partes del cráneo y la mandíbula, lo cual era excepcional para los criterios paleontológicos. Nunca antes se habían encontrado tantos restos fósiles pertenecientes a un único homínido. El descubrimiento fue además noticia mundial porque resultó ser el representante de los australopitecos más antiguo encontrado hasta el momento: el fósil contaba más de 3 millones de años de antigüedad. Johanson dio a la nueva especie el nombre de Australopithecus afarensis, una remisión al trián- maqueta buskes - rústica.qxp 112 13.01.2009 13:03 Seite 112 Capítulo 4. La evolución del ser humano Ilustración 4.3: Cráneo de la especie de homínidos Australopithecus boisei (el «hombre cascanueces»). El fósil fue encontrado en Tanzania y tiene poco menos de 2 millones de años. gulo de Afar, la región inhóspita donde tuvo lugar el sensacional descubrimiento. El espécimen fósil recibió el apodo de «Lucy» porque, después de la euforia del descubrimiento, y mientras descansaban en el campamento, los miembros del equipo se pasaron la noche escuchando la canción de los Beatles Lucy in the sky with diamonds. maqueta buskes - rústica.qxp 13.01.2009 13:03 Seite 113 Los primeros homínidos 113 Ilustración 4.4: Australopithecus afarensis («Lucy»). El fósil descubierto por Donald Johanson en Hadar (Etiopía) tiene 3,2 millones de años de antigüedad. Lucy resultó ser una mujer adulta de un metro de estatura. El hecho de que Lucy fuera adulta al morir se dedujo de su anatomía (la pelvis) y su dentadura (Ilustración 4.4). Y lo que es más importante, sobre la base de un análisis de la manera en que estaban sujetos entre sí sus huesos, se pudo deducir que Lucy había caminado erguida sobre maqueta buskes - rústica.qxp 114 13.01.2009 13:03 Seite 114 Capítulo 4. La evolución del ser humano las dos piernas. Esto era extraordinario porque el Australopithecus afarensis (al igual que otros australopitecos) tenía una capacidad craneal de apenas 500 centímetros cúbicos, la misma cantidad que un chimpancé moderno. Ello dio al traste con una de las principales suposiciones sobre la evolución humana, pues hasta entonces se había asumido que los primeros homínidos habían desarrollado primero el cerebro, y que sólo más tarde habían empezado a caminar sobre dos piernas (bipedalismo). Lucy demostró que era justo al revés. Por otra parte, el Australopithecus afarensis podía no sólo caminar erguido sino también trepar a los árboles, como evidencian sus brazos relativamente largos. El descubrimiento en torno al bipedalismo de los australopitecos se vio confirmado en 1978 por un espectacular hallazgo realizado por Mary Leakey en Laetoli, Tanzania. Allí se encontró un rastro de setenta metros de largo con huellas petrificadas que resultaron tener cerca de 3,5 millones de años. Las huellas de pies, que se conservaron en la ceniza volcánica y que también se atribuyeron al Australopithecus afarensis, demostraron inequívocamente que estos individuos caminaban erguidos sobre sus dos piernas (Ilustración 4.5). Las pisadas de Laetoli fueron dejadas claramente por homínidos. La forma en que se reparte el peso entre el talón y los dedos de los pies sólo puede indicar a un homínido al caminar. En vista de que hasta hace 3 o 3,5 millones de años, en África sólo vivían australopitecos y aún no había representantes del género Homo, el hallazgo demuestra que el Australopithecus afarensis caminaba erguido. Los simios de la actualidad dejan huellas muy diferentes. Caminan sobre sus nudillos: al avanzar utilizan los brazos y los nudillos para apoyarse. Debido a la distinta distribución del peso entre las patas delanteras y traseras, surge una huella totalmente distinta. El peso recae más en los dedos de los pies que en el talón. En resumidas cuentas, Lucy evidenciaba características típicamente humanas como el bipedalismo, un rostro plano y unos dientes (caninos) relativamente pequeños, aunque también tenía características simiescas como un cerebro pequeño. Por consiguiente se puede llegar a la conclusión de que el rasgo esencial de los primeros homínidos no fue la capacidad cerebral relativamente grande, sino el bipedalismo. El Australopithecus afarensis fue durante algunas décadas el representante más antiguo del género Australopithecus. Sin embargo, en la maqueta buskes - rústica.qxp 13.01.2009 13:03 Seite 115 Los primeros homínidos 115 Ilustración 4.5: Una de las huellas de pies encontradas en Laetoli (Tanzania). La huella petrificada fue descubierta en 1978 por Mary Leakey y tiene 3,5 millones de años de antigüedad. década de los noventa se encontraron cerca del lago Turkana en Kenia restos aún más antiguos. La nueva especie recibió en nombre de Australopithecus anamensis, del nombre local anam que significa «lago». El Australopithecus anamensis aumenta todavía más la antigüedad de la familia de los homínidos, en concreto hasta más de 4 millones de años. El descubrimiento fue realizado por un equipo dirigido por Meave Leakey, nuera de Louis y Mary Leakey. Meave está casada con Richard Leakey, hijo del famoso matrimonio de paleontólogos, que también realizaron importantes hallazgos en África. maqueta buskes - rústica.qxp 116 13.01.2009 13:03 Seite 116 Capítulo 4. La evolución del ser humano Los australopitecos debieron de ser unos homínidos muy exitosos. Las seis especies diferentes vivieron hace entre 4 y 1,5 millones de años en una zona que se extendía desde la actual Etiopía hasta el Cabo de Buena Esperanza. Los representantes robustos del género formaron con el paso del tiempo una rama evolutiva independiente que se extinguió hace aproximadamente 1,5 millones de años. Posiblemente ello tuviera que ver con la aparición de un homínido nuevo y aún más exitoso, el primer ser humano verdadero perteneciente al género Homo. La mayoría de paleoantropólogos cree que los miembros gráciles de este género (Australopithecus afarensis y Australopithecus africanus) fueron seguramente los ancestros de estos nuevos homínidos. No obstante, es un error creer que el Australopithecus es el ancestro común de los seres humanos actuales y de nuestros parientes vivos más cercanos: el chimpancé y el bonobo. Los estudios de ADN y los análisis paleontológicos sitúan a este ancestro en un periodo muy anterior, concretamente hace 6 u 8 millones de años. No obstante, hay muy pocos fósiles conocidos de este periodo. Por ello, los científicos se refieren al fossil gap, el vacío fósil. El ancestro común, aún no encontrado, tiene ya un nombre: Pan prior, que significa «proto-chimpancé». El Sahelanthropus tchadensis («hombre del Sahel chadiano») hallado en 2002 constituye acaso la clave de nuestro primer periodo de evolución. Este fósil de África central tiene entre 6 y 7 millones de años de antigüedad. El espécimen, un cráneo fragmentario, recibió el apodo de «Toumaï», que significa «esperanza de vida». Todavía no está del todo claro si Toumaï pertenece a la rama de los homínidos o a la de los simios. La mayoría de los paleoantropólogos se decantan por la primera hipótesis. Los argumentos que se esgrimen son que Toumaï tiene un rostro plano como los homínidos con unos caninos relativamente pequeños. El esmalte dental también se parece más al del ser humano que al del chimpancé. Incluso hay indicios de que el Sahelanthropus tchadensis caminó erguido, una característica esencial de los homínidos. La posición del orificio occipital (foramen magnum) en el cráneo de Toumaï, que vincula la columna vertebral con el cráneo, así como el reciente hallazgo de otros restos fósiles, apuntan en esta dirección. El Sahelanthropus tchadensis tenía una capacidad craneal relativamente pequeña de apenas 350 centímetros cúbicos. No obstante, este hecho no dice mucho, pues todos los primeros homí-