1 ONTOLOGIA Platón Aristóteles Santo Tomás de Aquino Francisco Suárez Renato Descartes David Hume Emmanuel Kant Edmund Husserl Ludwig Wittgenstein Martin Heidegger Xavier Zubiri ANTOLOGIA INDICE 1. .Que es Metafísica? José Gómez Caffarena $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$$$p. 2 2. La Ontología como parte fundamental de la Metafísica. Bela Weismahr. ....$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$$p. 12 3. Para una Historia del concepto de Metafísica. Emerich Coreth. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$.p. 17 4. Idea Preliminar de Metafísica. Germán Marquínez Argote. $$$$$$$$$$$$$$$.$$$$$$$$$$$$.$$$p. 35 5. Sócrates, Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino: modelos de aproximación a la trascendencia. Peter Henrici. $$.$$$.p. 40 6. Objeciones contra la posibilidad de la Metafísica. Bela Weismahr. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$.. p. 59 7. ¿Es posible la Metafísica? José Gómez Caffarena. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$.$p. 71 8. ¿Son posibles afirmaciones verdaderas acerca de la realidad no experimentada empíricamente? Bela Weismahr. $$..$$$..p. 94 9. Ser y Vigencia Absoluta. Jose Gomez Caffarena. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$$.$$$.$p. 123 10. La exterioridad Metafisica del Otro. Enrique Dussel. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$..$$$$..p. 140 11. .Delenda est Metaphysica? Germán Marquínez Argote. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$..$$$$..p. 147 12. .Ontologia o Metafisica? German Marquinez Argote. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$$$$$$..p. 150 13. La Constitucion Onto-teo-logica de la Metafisica. Martin Heidegger. $$$$$$$$$$$$$$$$$.$$$$$$$...p. 161 14. Superacion de la Metafisica. Martin Heidegger. $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$p. 175 2 METAFÍSICA FUNDAMENTAL José Gómez Caffarena CAPÍTULO PRIMERO Ciencia de la «Physis», de lo natural. Lo natural es aquello que percibimos por los sentidos, a lo que se vuelve en primer lugar nuestro QUÉ ES METAFÍSICA conocimiento, lo que es consiguientemente objeto de la Ciencia más (Delimitaciones temáticas) propiamente tal. «Ta meta ta Physica» designa gráficamente el pretendido poder humano de transgredir lo inmediato, lo que percibimos Hay, ante todo, que tratar de obtener una visión más sistemática de inmediatamente y organizamos en una primera Ciencia. De ir más allá lo que puede ser el contenido de una Metafísica; y, a continuación y por de la Física. De llegar de algún modo a lo «en sí», tras lo «fenoménico». consiguiente, una visión de lo que puede ser el método de su Ir a lo «nouménico», que no es de ningún modo «empírico», diremos fundamentación. Son estos, temas tocados ya sumariamente en la usando el vocabulario de Kant. Introducción; pero que requieren una atención más detenida, antes de pasar a desarrollar mi intento de Metafísica fundamental. La noción kantiana de la Metafísica, a la que acabo de aludir, es la más asequible y conviene tomarla como base para nuestro futuro 1 UNA PRIMERA APROXIMACIÓN La palabra Metafísica proviene históricamente de las obras de intento de profundización. «Más allá de lo empírico» Aristóteles y quizá solo haya intentado denominar inicialmente- la serie de escritos del Corpus aristotelicum que, en una determinada Empecemos por lo último. ¿Qué es exactamente lo empírico? colocación biblionómica, se pusieron detrás de la física («ta meta ta Aquello que, inmediata o mediatamente, es objeto de una experiencia Physika»). ¿Por qué, entonces, ha hecho tanta fortuna el nombre de sensible. Por tanto aquello, en lo que cabe según la palabra del Metafísica? Indudablemente los volúmenes de Aristóteles así llamados neopositivismo actual, la «verificabilidad», o, como mejor diríamos hoy y eran de una importancia relevante. Eran nada menos que su Filosofía dirían los más cautos en la línea empirista, la «falsabilidad». Si yo digo primera, aquel último intento de reflexión sobre la realidad que debía una proposición falsa de orden empírico, la experiencia me desmiente, dar sus principios decisivos. Quizá por eso (según otra opinión), fue tarde o temprano; o si queremos, la realidad a través de la experiencia deliberado y profundo el llamarle «Metafísica». sensible me desmiente. Yo puedo afirmar: «dentro de 25.000 años habrá un eclipse, en tal hora y en tal minuto». Tardará un poco en En todo caso, si el nombre de Metafísica ha triunfado, es que es muy hacerse posible la verificación, pero el criterio de verificabilidad está sugerente para expresar ese contenido: Meta = más allá; Física = la establecido, y la proposición tiene un canon que la mide ante todo 3 hombre que goce de nuestro poder sensible y de nuestra lógica. Yo se dé conocimiento empírico, no se sigue que sea legítimo el afirmo: «hay habitantes en la Luna; o en Marte u otro planeta...» Esta conocimiento meta-empírico. Y, desde luego, las condiciones de ambos proposición es verificable, como ya Kant notó. Pertenece a «la Física». serán muy diferentes. En cambio, si yo afirmo que «hay Dios», como notaron tanto Kant reaccionaba violentamente contra la «homogeneización» de la escépticos como espíritus religiosos de todos los tiempos, con eso no Física y de la Metafísica que habían realizado los filósofos racionalistas cambia nada en la experiencia sensible. Si otro frente a mí dice «no hay anteriores a él. En la que de conocimientos empíricos, inmediatos, se Dios», ¿a qué experimento lo puedo yo emplazar? No es solución procedía como sin solución de continuidad, al campo de lo meta- apelar a una «experiencia interior»; yo no la puedo dar a otros, y el empírico y se hacían afirmaciones y enteros tratados, de lógica mismo testimonio de la mía otro lo explicará de otra manera; no es impecable pero muy gratuita en sus presupuestos, sobre Dios o sobre el inequívocamente una presencia de Dios. Tampoco cambia la situación alma. Como si lo uno y lo otro, lo empírico y lo meta-empírico, se rigiera la apelación al milagro. Suponiendo que se admita como naturalmente por un mismo canon de conocimiento. Kant vio que precisamente del por hoy inexplicable un hecho, puede negarse su sentido; puede hecho de que se pasaba la frontera de lo empírico procedía el que en negarse que su única explicación concebible sea Dios; y, en todo caso, ese mundo del más allá, donde no es posible el control de la no es algo de que yo hombre disponga, como dispongo de los medios verificabilidad (que tarde o temprano castiga al que ha dicho la de verificación de lo natural. La afirmación sobre Dios es, pues, falsedad), se diera un caos de opiniones y sistemas. La más noble, la absolutamente inverificable. Lo mismo la afirmación sobre la libertad en reina en otro tiempo de las Ciencias, se ve destronada hoy y su compe- su sentido más profundo; no puedo verificar que no esté yo determinado tencia ha quedado convertida en un campo de perpetua lucha, donde ocultamente. La pretendida «experiencia directa» de la libertad queda los sistemas se suceden unos a otros, viene a decir en el Prólogo de la en impresión. Y tampoco es verificable la afirmación de la inmortalidad, Crítica. Obviamente se pregunta: ¿es posible la Metafísica? y ¿cómo, ni otras relativas al destino humano. El clásico «¿quién ha visto a las bajo qué condiciones? Tal pregunta, como ya he dicho, es el verdadero almas de los muertos?» de los escépticos, es irrebatible en sus problema crítico. A esta pregunta responden negativamente la mayoría presupuestos. de los que hoy se llaman filósofos. Entendemos entonces que Kant tuviera por objeto principal de la «Más allá de lo fenoménico» Metafísica, lo más propio de ella, lo que llamaba los tres «noúmenos», o ideas puramente inteligibles (Dios, libertad, inmortalidad; y el «mundo» Muy unido al carácter descrito de lo empírico está el de lo como unidad creada por Dios); solo son alcanzables en un proceso fenoménico. ¿Qué es lo fenoménico? La realidad en cuanto me racional que tiene que justificarse en sus derechos. Del hecho de que aparece. Por contraposición a la realidad como es en sí (o como 4 aparecería a un hipotético Entender absoluto, al Entendimiento Este carácter del conocimiento humano y su objeto es el que Kant arquetípico; una hipótesis heredada de la tradición que Kant tiene expresó con la palabra de raíz griega fenómeno: «lo que aparece» (en siempre presente). La realidad frente a mí, como me aparece a mí, la conciencia). La «Fenomenología» de Husserl lo ha mantenido; si estructurada conforme a mis estructuras: espacio-temporalmente y bien, como ya veremos, negando que tenga sentido especial la según unas categorías esquematizadas para lo espacio-temporal. hipótesis de otros entendimientos y del Entendimiento arquetípico y ¿Puedo yo saber más allá del fenómeno? Puede mi ciencia, mi reduciendo el llamado «en sí» (que en Kant se contrapone al conocimiento, pretender saber del «en-sí» (del «para Dios», si Dios fenómeno), al mismo fenómeno. existe)? ¿Puede tener un alcance absoluto? (En un sentido de «absoluto» que se entiende fácilmente.) O bien, ¿tiene siempre alcance relativo? La Ciencia, por su parte, ha asimilado hoy también la restricción fenomenológica. Ella sí, con todo derecho, prescinde de la pregunta por la correspondencia con un hipotético «en sí» de las cosas, un hipotético Notemos que al hablar de «relativo» con referencia al alcance del «para todo entendimiento, aun para el arquetípico». Como, no obstante, conocimiento humano, podemos aludir a una relatividad respecto de el hombre cada sujeto humano: es la que se da, como bien experimentamos en pronunciamiento ontológico, cuando no sabe mantener el debido límite tantos juicios de la vida práctica en los que puede mucho, por la metódico, convierte todas las conclusiones científicas en una Metafísica complejidad del tema, la perspectiva, el punto de vista desde el que deficiente. Cuando, por el contrario, quiere unilateralizar la restricción mira concretamente el espectador. No será igual en todas las materias, propia de la Ciencia, niega la posibilidad de una Metafísica. Tanto una habrá incluso algunas en que sea mínimo, pero un margen de postura como la otra resultan difícilmente justificables. científico siente en sí siempre la aspiración al perspectivismo, por usar la palabra de Ortega, resulta ineliminable. Con estas insinuaciones, he tratado de un modo inicial no solo de Es, sin embargo, más hondo el sentido del término «relativo» en definir el campo propio de la Metafísica, sino también de defenderlo este contexto: alude a que el conocimiento humano será siempre sumariamente contra las incursiones que pretendían de antemano humano, relativo por tanto al hombre en cuanto tal. Ya que, para una desvirtuarlo. Pero, aunque mi defensa sea válida —lo cual es aún consideración no ingenua, es un conocimiento cuyo objeto está discutible— no disimula lo audaz del empeño metafísico y el riesgo que intervenido por estructuras típicas de la subjetividad a nivel humano, supone ese aventurarse más allá de lo fenoménico. ¿Con qué derecho estructuras que no podemos pretender sean comunes a todo posible puede intentarlo el hombre? Aunque el problema crítico, como dije hace entender, y, en todo caso, no serán las de un hipotético Entender poco, más bien se establece en primer lugar alrededor del tema de lo absoluto. empírico, como límite que parece prohibir un más allá, no cabe duda de que también puede plantearse ante este otro límite que ahora nos ocu- 5 pa. ¿Puede el hombre intentar conocer algo más allá de lo que ese algo exactamente, esta? No es fácil hoy delimitarlo, cuando las Ciencias tiene de relación con él? ¿Tiene sentido siquiera hablar de conocer algo positivas, a partir del desarrollo del método experimental, han definido más allá de su «aparecer para mí», lo que querría decir, de conocer tan netamente su estatuto, plenamente diferenciado de lo filosófico por más allá de su ser conocido para mí? la relación a la verificación controlable. de Aristóteles tenía un espíritu de naturalista; lo que intentó hacer en fenomenicidad y empiricidad se entrecruzan y es difícil discernir sus tratados físicos y psicológicos fue algo así como lo que las Ciencias exactamente sus fronteras. «Metafísica» quiere en todo caso decir, habían de hacer después. Y hay en esos tratados momentos según interpretó Kant la obvia sugerencia etimológica de la palabra, verdaderamente «científicos». Pero una pura Ciencia positiva no era tanto transgresión de la frontera empírica como de la fenoménica. Es posible entonces. La mayor parte de lo que hizo Aristóteles como Física esta, sin duda, una clara descripción, que, al subrayar el aspecto de es absolutamente caduco. Con ello se entreveraba inevitablemente una audacia en la empresa, subraya también la problematicidad de su reflexión filosófica, tampoco pura como filosofía. Acertadamente él resultado. sabrá reconocerle ese estatuto al tenerla por «filosofía segunda». Algo, En realidad, en la Crítica kantiana, las características pues, que supone una reflexión filosófica superior y más pura. 2. PRECISIONES HISTÓRICAS SOBRE «METAFÍSICA» En el Corpus aristotelicum, la Filosofía primera es «ciencia del ente A. Aristóteles en cuanto tal, y de las determinaciones propias del ente»; así en la brillante y sugestiva definición del libro 3º de la Metafísica. Nos Con la descripción hecha, inspirada en Kant, tenemos ya un asomamos a una enorme profundidad con esa definición. Sin embargo, elemental criterio para lo que entendemos por Metafísica. Pero para el taxonomista Aristóteles, lo que más queda de relieve es que así debemos aún profundizar en la noción dada, con objeto de delimitarla y llegamos a lo supremamente universal (to katholon). definirla en la medida de lo posible, y recoger a la vez toda válida aportación tradicional. Vamos para ello a considerar las definiciones En otros pasajes de la Metafísica, esta aparece, más bien, como intentadas en la Historia de la Metafísica. Siempre teniendo en cuenta el «ciencia de lo divino», del Ente Supremo. No es difícil ver que puede inicial punto de vista adoptado, que nos servirá para unificar los datos haber una relación entre el ente en cuanto tal y el Ente Supremo; pero dispersos. no es quizá tan fácil definirla exactamente. Menos aún es claro en dónde está la relación para el mismo Aristóteles. No han faltado algunos Ya hemos recordado que —con un sentido u otro— la «Metafísica» entre sus estudiosos que atribuyan a simple superposición de tratados aristotélica se define en contraposición con la Física. ¿Qué era, escritos en momentos distintos la dualidad de objeto de la Metafísica 6 aristotélica. grado de abstracción». «Segundo grado de abstracción» es el de la Matemática que prescinde no solo de la materia individual, sino también Parece más probable históricamente que esa dualidad se deba al de la materia específica o genérica. Sus objetos (el número, las mismo Aristóteles. Hemos de pensar entonces que ya él mismo intuyó figuras...) necesitan realizarse en la materia, pero en cuál es indiferente; de algún modo la relación de los dos temas. Pero, al no estar esa son solo formas espaciales que requieren un asiento material. En el relación tan clara para los historiadores y como nosotros no «tercer grado de abstracción» se sitúa la Metafísica. pretendemos aquí hacer historia como tal, vamos a prescindir de entrar en una discusión a fondo. Una vez notada la dualidad de objeto y Por qué y cómo, no es tan obvio en la explicación que hacen los planteado el problema de su relación, es mejor pasar inmediatamente a escolásticos. Que tenga un mayor grado de abstracción (entendiendo ver su influjo en el pensamiento cristiano que pretendió asimilar y por abstracción siempre precisión de materia, inmaterialidad) el saber desarrollar su doctrina metafísica. sobre Dios y el alma, es comprensible porque su objeto lo forman «espíritus». Que la ciencia del ente en cuanto tal tenga un sumo grado de En realidad, los escolásticos fueron en este punto —y salvas abstracción en el sentido" de suprema generalidad, también es claro; concreciones que desde nuestro punto de vista general no tienen pero no lo es tanto el que eso se una con el «prescindir de la materia». relevancia— los justos continuadores de Aristóteles. En ellos veremos Porque el «ente», si en algo se verifica, es en la materia; «ente» son, desarrollada su concepción. ante todo, las realidades materiales. B. Escolásticos Los escolásticos responderían que en el «en cuanto tal», precisamente porque subimos a esa determinación tan abstracta, Veamos ante todo un punto menos importante. Los escolásticos con prescindimos de la realizabilidad en la materia; ya se puede también base en Aristóteles dieron (y dan aún ciertos neoescolásticos) otra de- realizar en el espíritu y por tanto ya no está limitado a lo material. Pero finición de Metafísica: «es la ciencia de lo más plenamente inmaterial». se puede responder que igualmente prescinde de lo espiritual. ¿Qué Esto es poner como criterio para distinguir las Ciencias y para interés tiene entonces, el subrayar que prescinde de lo material? catalogarlas la materialidad. Surgen así tres tipos de ciencia; todas las ciencias prescinden de la materia de alguna manera, pero Toda esta división da un poco la sensación de lo artificial. Está, como diversamente. Las Ciencias físicas (Química, Física, Biología, etc.), sabemos, en dependencia de la Metafísica platónica, en que la materia prescinden ya de algún modo, porque prescinden de la materia es un principio de incognoscibilidad y la inmaterialidad es el principio del individual. Sin esa precisión de la individualidad, no habría ciencia. Pero conocer. Por eso resulta más sorprendente que escuelas que se han no prescinden de la «materia genérica»; están, por ello, en un «primer distanciado muy expresamente de esa concepción, por ejemplo la de 7 Suárez, sigan sin embargo adoptando el criterio de materialidad e relación a la subjetividad; es la «Ciencia de los principios de la razón». inmaterialidad para la división de las Ciencias. No dice esto algo absolutamente distinto de la «Ciencia del ente» aristotélica; lo dice, eso sí, más en relación con el sujeto. Y, según un En realidad late un criterio más profundo bajo la inmaterialidad para la caracterización de la Metafísica: pero no es otro que el kantiano de la inevitable elemento de la mentalidad del tiempo, lo dice subrayando el aspecto racional (Ciencia de la razón). inverificabilidad, que ya conocemos. Será el saber de lo más lejano, de lo más mediato, de lo no dado ni dable en una experiencia sensible. Pero lo más nuevo de la época racionalista es la división de la Pero es mejor, entonces, formularlo así, como inverificabilidad; sin Metafísica. Hay ante todo una Metafísica general, desde Wolff (y aun complicarlo con teorías caducas. algo antes) denominada Ontología, Ciencia del ente como la Filosofía primera aristotélica —de los primeros principios, trata los «más En todo caso, no es toda esa cuestión la verdaderamente central. generales», cosa bien comprensible—.Y una serie de Metafísicas Más importante es que los escolásticos siguieran manteniendo para la especiales, «regionales», podríamos decir: la Teología natural, trata de Metafísica la dualidad de contenido que se encuentra en el Corpus Dios, la Psicología trata del alma —ambas se funden a veces en una aristotelicum y al mismo tiempo la unidad de ambos elementos. común Pneumatología— la Cosmología trata del mundo, con varia amplitud. Si todas por ser «metafísica» han de tratar de los primeros Incluso podemos encontrar en los mejores de ellos, sobre todo en principios de la razón, habrá que convenir en dar a «primeros» un Santo Tomás, una razón profunda de la unidad. Un tratado racional sentido amplio: «primeros» en un sector determinado. Dos cambios muy sobre Dios solo puede tener lugar en el ámbito de una inquisición sobre notables supone esta división sobre lo conservado por la tradición el ente: al tratar de encontrar el origen de ente. Y, por otra parte, toda escolástica hasta entonces: el tratado independiente de Dios y la inquisición del ente, llevada debidamente hasta el fin, nos conduce a la elevación al rango de Metafísica de los tratados sobre el hombre y el afirmación del Ente originario, Dios. Utilizando una palabra (que definió mundo (que en la concepción aristotélica vigente hasta entonces Kant con sentido más restringido), podemos decir con Heidegger que la pertenecían a la «Física»). Metafísica tradicional ha sido Ontoteología. No es Teo- sino porque es Ontología; ni puede ser Onto- sin ser también Teología. La última innovación acusa la presencia de una nueva «Física», la ciencia experimental, surgida en el Renacimiento y en continuo auge. C. El racionalismo Frente a ella, con razón se ven como «Metafísica» la Psicología y la Cosmología filosóficas. La «Física» aristotélica, juzgaremos Con el racionalismo en los siglos XVII y XVIII se va imponiendo, por comparativamente, quería también ser ciencia experimental pero con una parte, una noción de la Metafísica que tiene más cuenta con su métodos muy pobres; por eso se aventuraba con la razón más allá de lo 8 experimentable, en una actitud que hoy calificaríamos de mezcla de pretenderemos apoyarnos para saber del Infinito? De ninguna manera Ciencia y Filosofía. Como la «Física» en el nuevo sentido es un hecho podremos mantener que es objeto de un saber natural humano por sí. definitivamente aclimatado en nuestro mundo intelectual, parece Si de algún modo podemos llegar a saber de Dios naturalmente, habrá absolutamente improcedente el seguir usando sin más la terminología de ser indirectamente por razón del ente, en el ámbito de una aristotélica. Convendremos, pues, en llamar Metafísica también al saber Ontología. Ya que, eso sí, preguntarnos por el ente, por el ser de las que el hombre puede alcanzar, filosóficamente, procediendo más allá cosas, puede ser preguntarnos sobre su por qué último, el por qué de de los resultados de las ciencias experimentales en su conocimiento del su existencia. hombre y del mundo. Pero para preservar el justo privilegio de la Filosofía primera y para, marcar que es ella quien proporciona a la D. El idealismo Cosmología y a la Psicología filosófica el poder de avanzar más allá de las conclusiones científicas, con la luz de sus últimos principios, La división de Metafísica general y Metafísicas especiales no podríamos llamarla Metafísica primera o pura; y las otras Metafísicas perdura formalmente como tal sino en manuales escolásticos. Es cierto «segundas» o mixtas, ya que utilizan un material fenoménico y que una determinada huella suya puede encontrarse en la obra de Kant empírico. Si es que no queremos usar el neologismo de Teilhard y (donde, de las dos partes que dividen la Lógica trascendental, la llamarlas «Hiperfísica». primera, «Analítica» responde a la Ontología wolffiana, mientras que los tres capítulos de la segunda, «Dialéctica», responden a los tres tratados La innovación más característica del período racionalista en que se wolffianos sobre el mundo, el alma y Dios). Pero de esa revisión crítica, hizo, y desde luego, menos feliz en sí misma, es la constitución de la la Ontología va a salir transformada enteramente en su sentido; y la Teología Natural en «Ciencia» independiente como una «Metafísica Cosmología va, prácticamente a desaparecer. Mientras que la especial». Nunca había existido eso en la tradición filosófica. Una Psicología desaparece también como saber metaempírico objetivo, va a Teología natural como disciplina independiente es, claramente, un cobrar un inesperado puesto relevante como saber del sujeto; como tal, intento desmesurado. Busca saber directamente de Dios, de lo Infinito, absorberá a la Ontología; como tal, también y sobre todo, originará una y nosotros no tenemos ninguna experiencia de lo Infinito para basarnos Axiología, que será precisamente la que abrirá el acceso a lo más en ella. Directamente solo podrá hacer el hombre una Teología sobre la auténticamente metafísico, la pregunta por Dios y por el destino base de una «revelación» divina, de algo que acepte como «palabra de humano. La forma tradicional onto-teológica de la Metafísica se torna Dios» en base a unos «signos» históricos, y a lo que otorgue así su fe: así axio-teológica. es el caso de la Teología cristiana. Si en el renacimiento metafísico que supone el idealismo postHacer una Teología natural es de lo más problemático. ¿Dónde kantiano, queda en un primer momento (con Fichte) la base 9 axioteológica, buscando solo el reencontrar un mayor sentido habría que añadir —es aportación kantiana— que no es solo en el ontológico; con la culminación del idealismo absoluto en Hegel la Onto- ámbito de una Ontología, preguntando el por qué último del ente («¿por teología vuelve a tomar el absoluto primado y muy consciente y qué hay algo más bien nada?»), sino también preguntándonos por el deliberadamente. En realidad, como ha notado muy acertadamente sentido último del valor («¿para qué vale algo últimamente?») como Heidegger, eso puede ocurrir en el clima postcrítico porque lo que establecemos el objeto de las últimas cuestiones del hombre, que debe recibe el relieve es el aspecto lógico. Lo más nuclear del Sistema de afrontar la Metafísica. De una Axiología (investigación sobre el valor, como Onto-Teo-Lógica. Las otras hoy tan esencial e imprescindible como la Ontología, y en realidad Wolff reciben, un papel inseparable de ella), vale también lo dicho. Son el lugar en que la subordinado a partir de ahí. «Filosofía de la Naturaleza» y «Filosofía del cuestión de Dios puede únicamente plantearse para el hombre en plano Espíritu» completarán el desarrollo especulativo que arranca de la natural. Deberíamos, pues, completar la caracterización heideggeriana Lógica; e integrarán así a su modo la Onto-teología. diciendo que la Metafísica se presenta como Ontoaxio-(teo)-logía. Hegel se «Metafísicas describiría mejor especiales» de incluso, Notemos siempre que la mención de Dios es solo problemática (por eso Quisiera ahora, para cerrar este recorrido histórico que, a pesar de entre paréntesis). La Metafísica propiamente es Ontoaxiología; en ella la simplificación, ha podido resultar confuso y complejo, mostrar en un sin embargo inevitablemente se plantea el problema de Dios; sea cual cuadro sinóptico las correspondencias; con lo que creo quedará algo sea la solución que haya de recibir. más inteligible. Tratando al mismo tiempo (en la última casilla del cuadro) de sugerir, con actitud constructiva y aunque sea solo a título 3. HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA METAFÍSICA PURA de hipótesis inicial, lo que a mi juicio sería una división actual. La caracterización kantiana es bien comprensible, y buena para una primera aproximación; pero no toca lo nuclear del contenido. Sobre este contenido nos hemos formado una cierta idea, siguiendo las vicisitudes tradicionales. ¿Podemos intentar ahora una definición? Será mucho mejor no pretenderla muy solemne y perfecta, sino contentarse con algo que describa suficientemente la función de la Metafísica para el hombre, e indique su contenido de un modo que no sea puramente exterior. En este sentido resulta sugerente la definición Con Hegel, pues, corregimos la división racionalista en un sentido que nos devuelve bastante a la tradición aristotélico-escolástica. Solo que da Julián Marías en su Introducción a la Filosofía: «una certidumbre radical y última que el hombre tiene que hacerse». Se sugiere en esta 10 definición el origen de la función antropológica de la Metafísica; así Otra formulación de «lo último», quizá más expresiva, podría ser la como el que es algo que el hombre más busca que encuentra y que de «lo absoluto». La Metafísica, en efecto, es una inquisición humana nunca podrá tener como definitivamente logrado (Marías recuerda que —y el posible saber humano consecuente a ella— de alcance absoluto, Aristóteles mismo llamaba a la Metafísica la ciencia buscada). Es, ante y dirigida a lo absoluto. Al decir «de alcance absoluto» no se pretende todo, una deliberada inquisición; también, un sistema de posibles excluir soluciones para las cuestiones últimas. precisamente la estructura humana del mismo conocer. Si por el condicionamiento que a todo saber humano pone «absoluto» pretendiéramos un conocimiento que prescindiera de este Ultimidad condicionamiento, habría que dar por fallido el intento. Pero, aceptando el margen de relatividad que la presencia condicionante de las Esa palabra de la definición dada es la que exhibiría lo más propio estructuras humanas pone en todo conocimiento humano, ¿no es lo de la Metafísica. Responde de un modo compendioso a lo que, a través característico de la Metafísica el pretender no quedar exclusivamente de nuestro recorrido histórico, hemos ido decantando como Metafísica en ello, sino tener y ser consciente de tener un cierto «alcance pura. El vocablo «último» puede entenderse recoger las principales absoluto»? Equivale lo que estoy diciendo a lo que ya he dicho al hablar características hasta ahora mencionadas. Las últimas cuestiones de la fenomenicidad y de la empiricidad, que la Metafísica trata de algún humanas versan sobre el ser y el valor (bien) —mostraremos la última modo de superar. coincidencia de ambos—. Cuestiones en cuyo ámbito se plantea para el hombre la posible cuestión de Dios. Junto con ese «alcance absoluto» del saber buscado en la Metafísica, hay que poner entonces, en su caracterización, la del Y toda posible respuesta a esas cuestiones es metafísica: irá, más dirigirse «a lo absoluto». Preguntarse por el ser y el valer equivale a allá del fenómeno, al en-sí de la realidad (no a lo que «aparece», sino a preguntar por lo absoluto, aquello que está más allá de todo lo que «es»); intentará también saber, más allá de lo empírico, de lo no condicionamiento y toda determinación. Las preguntas últimas, antes dable en ninguna posible experiencia, como único decisivo fundamento aludidas, ¿por qué es algo? y ¿para qué vale algo?, son claramente de toda posible experiencia. Esa implicación fundamentante es la que preguntas por lo condicionante de todo lo demás. Quizá está en exige y justifica el esfuerzo por ir más allá de toda experiencia —un ellas/entonces, y en ese dirigirse a lo absoluto, lo más propio de la esfuerzo que, si no, ninguna vana curiosidad justificaría—. La Metafísica, aquello que le trae como consecuencia el ser un saber de metaempiricidad e inverificabilidad no son la nota esencial del saber alcance absoluto. metafísico, sino su inevitable propiedad. (Y quizá no solo lo «último» es metafenoménico y metaempírico...) Podría, pues, valer esta definición: «saber de alcance absoluto, por dirigirse a lo absoluto». Incluso en esta fórmula podría verse también 11 incluido no solo el elemento de ultimidad, sino también el de radicalidad, hace falta fundamentar la Metafísica, sino que es ella misma quien tiene que contenía la definición antes comentada de Julián Marías. que intentar hacerlo. Es un punto en el que, en todo caso, tenemos que detenernos ahora. ¿Queda ya claro lo que enuncia el título del presente volumen: Metafísica fundamental? La Metafísica tiene que comenzar por esta función autofundante. O esta se logra, o la Metafísica debe renunciar a Radicalidad ser. En su definición antes mencionada y tomada por mí como base, Creo que siempre se ha sentido esto de algún modo. Pero, incluye Julián Marías otra nota fundamental en la noción de Metafísica: ciertamente en la Edad Moderna, tras el planteamiento explícito del la «radicalidad». Es un cuestionar radical, es decir, que va a «las problema crítico sobre la posibilidad misma de la Metafísica, su raíces» mismas de toda problemática, que no deja nada incuestionado, necesidad de radicalidad y el relieve de su función autofundante se han no asume gratuitamente ningún presupuesto, ni lo toma prestado de hecho mayores. La delimitación neta del campo de la Ciencia, y de su ningún otro «saber» anterior. Esto debe entenderse bien, para que no método, ha dejado más al desnudo la ambición de la Metafísica. Le han resulte ridículamente quimérico: no es que la Metafísica quiera obligado con ello a mayor rigor crítico. demostrar todo desde unos axiomas iniciales. Ni que quiera hacer tabula rasa de la vida humana real, cual históricamente se ha Esto nos conduce ahora, después del esfuerzo de delimitación desarrollado, de todo lo que ha hecho al hombre venir a su madurez temática del presente capítulo, a intentar en el siguiente una visión actual (la que le permite, precisamente, hacer Metafísica); que no dé histórica de las vicisitudes del esfuerzo autofundante, esfuerzo de por válido el estatuto de los otros saberes humanos, particularmente la radicalidad realizado en la Edad Moderna y sobre todo por Kant. Ciencia... Sino, simplemente, que quiere hacerse explícitamente problema de todo, de lo mismo que está en la base de lo mencionado; ¿Es posible la Metafísica? Es la pregunta de la Crítica de Kant. Es la aunque solo sea para concluir: esto está aquí y el hombre siempre lo pregunta que nosotros planteamos desde el principio. El siguiente vive así y así lo presupone... capítulo va en busca de la justa situación histórica para un buen planteamiento. Esto equivale a decir que la Metafísica, para intentar ser algo y aspirar a tener un puesto en la visión humana de la realidad, tiene que autofundarse. Necesita fundarse, no es algo obvio. Y no puede pedir a otro saber o reflexión humana que le dé tal fundación. Por eso, no solo 12 BELA WEISSMAHR ONTOLOGÍA INTRODUCCIÓN fundamentales de las otras ciencias. Aristóteles se situaba en la LA ONTOLOGÍA COMO PARTE FUNDAMENTAL DE LA tradición de la filosofía griega que desde sus comienzos, desde los METAFÍSICA denominados filósofos jónicos de la naturaleza, ya en el siglo VI, se habían preguntado por una arjé (un fundamento y origen) de la El empleo del término «ontología» sólo puede hallarse desde el siglo pluralidad de cosas. Y en ese esfuerzo la reflexión filosófica de los XVII. Aparece, en efecto, por vez primera en el Lexicon-philosophicum griegos, ya desde Parménides, había designado con la palabra «ser» el de R. Goclenius (Francfort 1613). Algo más tarde se encuentra en las fundamento unitario de todo cuanto se nos aparece. Y con la irrupción obras de A. Calovius (Rostock 1636) y de J.B. du Hamel (París 1687). de ese término surgía lo que más tarde se denominó ontología. El factor J. Clauberg utiliza la palabra (primero en la forma de ontosophia) en el unitario de la realidad había recibido de este modo su nombre clásico. título de su un metafísica (Amsterdam 1656). La obra de mayor influencia que llevó dicho título fue sin embargo la Philosophia prima Los dos grandes proyectos filosóficos de Platón y de Aristóteles, sive ontologia de Ch. Wolff, aparecida en Francfort y Leipzig en 1730; que dicha obra, junto con las otras latinas del mismo autor, iba a marcar de representaron las primeras cimas de un pensamiento metafísico. En la una manera radical la filosofía escolástica y oficial del siglo XVIII (para concepción platónica es evidente que los fundamentos últimos de la la historia de la palabra, véase J. École en Ch. Wolff 1962, V-IX). realidad y lo divino no se diferencian en definitiva. Mas también para influyeron profundamente en el pensamiento occidental, Aristóteles el campo temático de la «filosofía primera» no sólo abarca la Así, pues, el nombre de «ontología» es de fecha reciente, aunque el doctrina de los principios internos de las cosas mundanas, sino que contenido —sobre el que versa el estudio presente— es mucho más incluye también la reflexión filosófica que avanza hasta la causa antiguo, porque ontología significa de hecho la ciencia del ente o del transcendente y universalísima de toda la realidad. Con ello la ser. Con ello la palabra remite al propio Aristóteles, que en el libro IV de metafísica, desde sus primeras representaciones tan vastas como los escritos que después de su muerte se reunieron bajo el título clásicas, fue una ciencia en que las investigaciones ontológicas general de Metafísica había hablado de una ciencia que estudia el ente avanzaron hasta lo que bien podría llamarse una doctrina filosófica de en cuanto ente (tó ón é ón) y que constituye la más fundamental de Dios. El convencimiento de que la doctrina general del ser y la doctrina todas las ciencias. Con la demostración de que debe darse una ciencia de lo absoluto pertenecen a la misma ciencia se mantuvo también en que se ocupa de la realidad en su conjunto desde un punto de vista épocas posteriores, y en concreto durante toda la edad media; ello vino superior y último y que explica por lo mismo las cuestiones condicionado por el hecho mismo de que la metafísica se ofrecía sobre 13 todo bajo la forma de comentarios a los textos clásicos. El primer que era la doctrina filosófica de Dios. Esta «metafísica especial», tratado sistemático sobre la metafísica, las Disputationes metaphysicae dividida en tres partes, siguió más tarde a la «metafísica general», que de F. Suárez (1597) representa todavía esa concepción. por las mismas fechas empezó a conocerse por el nombre de «ontología». Su cometido fue el de estudiar aquellas cuestiones más En la edad moderna se impuso un proceso de diferenciación. Éste generales que debían anteponerse a las mencionadas partes de la se debió ante todo a la formación de una ciencia de la naturaleza, metaphysica specialis. En este sentido la ontología, en tanto que distinta de la filosofía natural; ciencia que se apoyaba en los doctrina general del ser, no pudo por menos de convertirse en una experimentos y que no pretendía entender la esencia de las cosas, sino disciplina filosófica sumamente abstracta, toda vez que el estudio de lo las relaciones cuantitativas constantes que median entre los procesos existente concreto (mundo, alma, Dios) quedaba reservado a las naturales. Lo cual condujo al conocimiento de que era necesario distintas ramas de la metafísica especial. introducir algunas distinciones respecto de los problemas tratados en la filosofía de la naturaleza tradicional. Esa filosofía escolástica naturalista Pero el que la ontología se convirtiera en una doctrina de principios que se reclamaba a la autoridad de Aristóteles (y que constaba de la abstractos se debió también a otra razón. La distinción que la edad filosofía de lo inanimado, de la «física» antigua, y de la filosofía de todo moderna introdujo en la metafísica estuvo condicionada, entre otras lo animado y vivo, el tratado de anima) contenía de hecho, en forma cosas, por la influencia del racionalismo cartesiano que, como es bien bastante indiferenciada, tanto algunos elementos que anticipaban los sabido, otorgaba un gran valor a la definición clara y precisa de los conocimientos científico-naturales en el sentido moderno como ciertos conceptos y al método deductivo. El afán de exponer en conceptos razonamientos filosóficos en sentido estricto. El descubrimiento de que claros las cuestiones últimas y el deseo de desarrollar el conocimiento en ese campo era preciso distinguir abrió una visión más amplia: las sobre las mismas de un modo estrictamente deductivo hizo que la reflexiones filosóficas propiamente dichas sobre la naturaleza inerte y metafísica se convirtiera en un sistema de los principios más animada estaban con la metafísica en una conexión mucho más universales, cuya propiedad más importante es la no contradicción estrecha de lo que llegó a expresar la escolástica medieval al explicar y conceptual. Y con eso la ontología, presentada como una metafísica exponer la «física» y el tratado de anima antes de la metafísica. Con general, se convirtió en la ciencia de lo conceptualmente posible y ello se impuso la idea de ofrecer el estudio de los correspondientes abstracto. problemas filosóficos bajo el título de metaphysica specialis, a la que pertenecían la cosmología (o filosofía de lo material, y por ende la La división, que ya se abría paso, de la filosofía teorética en filosofía de la res extensa de Descartes) y la psicología filosófica o metafísica general u ontología y en metafísica especial, subdividida en racional (la filosofía de lo espiritual, es decir, de la res cogitans en el cosmología, sistema cartesiano); y a las que después se agregó una tercera parte, cuidadosamente a término Ch. Wolff. En la filosofía alemana anterior a psicología y doctrina filosófica de Dios, la llevó 14 Kant tal división fue aceptada por todos. En el desarrollo ulterior del fundamental». pensamiento filosófico la designación de «ontología» experimentó diversas oscilaciones de significado, dependiendo siempre de la idea Y con esto queda ya dicho que para nosotros las palabras que se tenía del ser y del ente. En los últimos doscientos años también «metafísico» y «ontológico» son sinónimas. De ahí que, sobre todo en la palabra «metafísica» ha adquirido significados muy diferentes de la parte primera —en que se trata de la fundamentación de la disciplina acuerdo con la postura de las distintas escuelas, hasta el punto de filosófica básica y de llegar a lo que podríamos llamar un «conocimiento llegar a significar una colección de afirmaciones carentes de del ser»— no utilicemos todavía la palabra ontología sino que hablemos fundamento, la descripción de un saber oculto, un sistema conceptual de metafísica. El presente tratado consta de dos partes. En la primera anquilosado y ajeno a la realidad, y también una doctrina del ser en se trata de la autofundamentación (o dicho más exactamente: de la sentido clásico y una ciencia filosófica fundamental. Por todo ello hoy demostración de una fundamentalidad que ya está dada) de la apenas si se utilizan esas designaciones sin indicar explícitamente lo metafísica, como una ciencia sui generis, a la vez que se determina el que se entiende por las mismas. Y hay que señalar además que unas objeto y, respectivamente, el método de la metafísica. La parte segunda breves descripciones pueden sugerir en el mejor de los casos la desarrolla —en la medida de lo posible— la comprensión originaria del posición que se defiende. Porque la comprensión exacta de tales ser que el hombre tiene, y ello mediante el estudio de los temas expresiones sólo puede ser el resultado de una investigación general. clásicos que han ocupado a la metafísica desde el comienzo. Allí Por eso aquí sólo queremos hacer las observaciones siguientes. habremos de demostrar sobre todo cómo la inteligencia del ser, que sólo es accesible a un conocimiento supraconceptual y siempre Dos son los motivos por los que hemos elegido la palabra «ontología» como título del presente tratado. Primero, para dar a análogo, puede exponerse en un lenguaje que se articula conceptualmente. entender que queremos mantenernos de una manera consciente en la tradición occidental de la filosofía del ser. Segundo, para poner de Bibliografía general: Brunner 1950; Mark 1952; Nink 1952; Van Steenberghen relieve que aquí se trata de aquella parte básica y general de la 1953; Heimsoeth 1965; Krings 1954; Conrad-Mattius 1957; Ramsey 1961; 5 2 disciplina filosófica que se llama metafísica tradicional y que culmina en la reflexión sobre lo absoluto; es decir, en la doctrina filosófica de Dios o teología natural. Con otras palabras: porque la teología natural es parte integrante de la metafísica, y porque la metafísica tiene que 3 Móller 1962; Coreth 1964, 1980; Martin 1965; de Finance 1966; Heidegger } 2 1966; De Petter 1972; Haeffner 1981; Metaphysik 1977. ¿QUÉ ES METAFÍSICA? desarrollarse como una doctrina del ente real, por todo eso nosotros llamamos ontología al presente tratado. Trata, en efecto, de las cuestiones fundamentales de la metafísica; es, pues, una «metafísica Es una pregunta difícil de contestar, porque la metafísica no existe. 15 Sólo existen distintos sistemas o proyectos filosóficos, a menudo efecto, de poder cumplir ese cometido; es decir, no duda de la notablemente discrepantes, que se designan a sí mismos como posibilidad de expresar sus puntos de vista sobre las estructuras metafísica o, al menos, reconocen la tradición metafísica -de occidente, fundamentales de la realidad en tal forma que merezca un aunque el nombre de «metafísica» (o de «ontología») se rechace por reconocimiento científico. Por ello es también del parecer de que sus distintos motivos. Dado que la comprensión exacta de lo que debe ser investigaciones proporcionan perspectivas con validez para todas las la metafísica es distinta según la respectiva posición que se adopte, se ciencias. impone aquí desde el comienzo el que intentemos ofrecer una definición precisa de la metafísica. Semejante intento, aunque quisiera hacerse 3. Como las afirmaciones del metafísico se refieren a lo pasar por una investigación objetiva e histórica (cf. por ej., Ta-katura universalmente válido y necesario, o séase, a lo que es eterno e Ando 1974), estaría marcado necesariamente por la propia concepción inmutable, su objeto específico no es lo que nos viene dado en su forma previa que se tiene de la metafísica, y por lo mismo desembocaría casual, sino algo que «está más allá», es decir, lo no empírico o inevitablemente en definir anticipadamente la concepción de la transcendente. metafísica que debe ser el resultado de las reflexiones que habremos de hacernos. Estas tres notas están estrechamente ligadas entre sí. Bajo las mismas late la convicción fundamental de que es posible expresar con En consecuencia, aquí sólo vamos a dar tres notas o características palabras los elementos necesarios y generales de la realidad, que en muy generales con las que se puede demostrar fácilmente que son principio no son accesibles a la investigación empírica y que en virtud propias de la metafísica, tanto en el sentir de la mayor parte de sus de la fundamentalidad de las afirmaciones hechas y su posible defensores como en la opinión de la mayor parte de sus adversarios. exposición sistemática bien puede denominarse científica. (Pensamos poder renunciar a una demostración, puesto que los conocimientos histórico-filosóficos más elementales bastan para poder asentir a dicha caracterización.) Dicho brevemente: el metafísico parte del hecho de que es posible formular afirmaciones absolutamente válidas incluso sobre elementos de la realidad no demostrables empíricamente. Con lo cual expresa 1. El metafísico entiende su especialidad como la disciplina filosófica fundamental, cuyo cometido es dar una interpretación universal de la también su convencimiento de que existen campos o aspectos de la realidad que no son accesibles a la experiencia empírica. realidad, en cuanto que penetra hasta los últimos fundamentos o el fundamento último de todo lo que existe. Cuando en este contexto hablamos de experiencia empírica o de lo «empírico», nos estamos refiriendo a aquella forma de experiencia que 2. El metafísico es un «optimista cognitivo»; está convencido, en surge mediante la observación de lo que nos viene dado a modo de 16 objeto. Hoy (y desde hace ya largo tiempo) no se puede partir sin más positiva. Si la metafísica es posible, lo es sólo en tanto que lleva a dar del supuesto de que se pueden hacer afirmaciones universalmente una respuesta positiva a la mentada pregunta. En la medida en que se válidas sobre elementos de la realidad empíricos y no demostrables. demuestra que pueden formularse afirmaciones verdaderas sobre la Hay que empezar examinando la validez de una afirmación tan realidad no accesible a la investigación empírica, síguese también el decisiva. Por ello la pregunta primera y más fundamental de la modo y manera, el tipo de método con que la metafísica ha de proceder metafísica es ésta: ¿Es posible hacer afirmaciones verdaderas sobre la para ser posible. Por tanto, el modo con que logra el acceso a su objeto realidad (es decir sobre lo que «existe», sobre lo que «es»), aunque su determina su método (cosa que por lo demás ocurre también en las validez no pueda demostrarse empíricamente? otras ciencias). Con ocasión, pues, de la respuesta a la pregunta acerca de la posibilidad de unas afirmaciones verdaderas, que se Que ésta sea la pregunta metafísica clave, no cabe la menor duda. Y ello porque en todos los sistemas metafísicos se afirma de modo refieren a la realidad no accesible a una investigación empírica, tiene también que desarrollar su propio método. explícito o se supone tácitamente tal posibilidad. Y todos cuantos rechazan la metafísica combaten abiertamente esa misma posibilidad. Así, pues, en esa pregunta se decide el destino de la metafísica. Tiene una importancia fundamental advertir aquí una vez más que no puede darse una fundamentación concreta y lograda de la metafísica que pueda presentarse con la pretensión de haber Y aquí hemos de hacer todavía tres advertencias: proporcionado la única fundamentación válida. Como, en definitiva, la metafísica siempre versa sobre el todo, cualquier punto de apoyo El plantearse esa pregunta uno practica ya en cierto modo la concreto, que necesariamente es particular, resulta en cierto modo metafísica: a modo de interrogante. Queda así establecido que la caprichoso. Dicho con mayor precisión: cualquier punto de arranque se metafísica es posible al menos como pregunta y que responde a una encuentra siempre en un contexto de discusión condicionado por la necesidad humana fundamental. Así lo reconoce también Kant, que historia. Cuando éste se desplaza, experimenta también una oscilación considera la metafísica como una disposición natural (cf. KrVB 21 —es el punto de partida elegido. Ahora bien, la estructura fundamental de la decir, la edición segunda de la Crítica de la razón pura con la fundamentación de la metafísica tiene que ser siempre la misma, paginación de la edición original—). En todo caso queda sin resolver si porque, hablando con propiedad, a la metafísica no hay que la cuestión planteada puede obtener una respuesta positiva, de si se fundamentarla, sino únicamente defenderla contra quienes afirman su puede hacer efectiva la pretensión que en ella se expresa. imposibilidad. La pregunta en cuestión es de importancia decisiva en la medida en que se puede determinar el método de la metafísica con su respuesta Bibliografia: Walsh 1967; Weingartner 1969, 1974; Brugger 1968; Muck 1968. 17 METAFÍSICA Emerich Coreth INTRODUCCIÓN concepto previo de metafísica. Así que ahora se trata de un preconcepto —no de un concepto totalmente adecuado— que nos debe 1. PARA UNA HISTORIA DEL CONCEPTO DE METAFÍSICA marcar la dirección hacia ulteriores preguntas, haciendo el papel de orientación previa. Este preconcepto precede como condición al ¿Qué es metafísica? Esta pregunta se presenta necesariamente al comienzo mismo. Cada pregunta ulterior, por lo tanto —v. gr. cómo es desarrollo objetivo de la metafísica. Sin embargo, no interviene en su desarrollo objetivo, como fundamento. posible la metafísica, cómo se puede fundamentar y realizar metódicamente—, estará ya dirigida por un conocimiento previo de lo que es o quiere ser la metafísica. La determinación histórica de un preconcepto de metafísica es anterior a la pregunta de si es posible y cómo lo es, eso que con la palabra "metafísica" ha entendido, y hasta hoy entiende la historia del Este saber en torno a la metafísica no puede ser todavía un saber pensar. elaborado, conseguido y fundamentado a partir de ella misma. Un saber tal sólo es posible al fin de una auténtica realización de la metafísica. Al Antecede también ese preconcepto a las preguntas sobre la comienzo se exige solamente un presaber, el cual tiene que prestar su posibilidad do que ese concepto previo resista una reflexión crítica, y de servicio como principio dirigente a todos los problemas metafísicos. si puede fundamentarse y realizarse a partir de la posición del problema adoptada por el filosofar actual. Exige, pues, una orientación provisional sobre lo que se contiene en el concepto de metafísica tal como ha sido entendida en la tradición 1. La primera pregunta de la filosofía occidental planteada ya en el histórica del pensamiento, y sobre la manera cómo debe entenderse a primitivo pensamiento griego, era la pregunta sobre el «arjé pantón. partir de esa tradición. Esta pregunta no piensa solamente en un primero en el tiempo, en un comienzo, del que proviene todo, sino en un primero como razón Con ello remitimos nuestra pregunta previa a la historia. "Metafísica" es un concepto históricamente acuñado. Algo que procede de la historia, algo que en la historia ha experimentado originaria que sirve de base a todo ente, y que en él se hace presente al fundamentarlo. múltiples perfeccionamientos y modificaciones. Tenemos que interrogar pues a la Y no piensa solamente en una razón de este o de cada fenómeno historia del pensamiento, para poder conseguir, partiendo de ella, un en particular, sino en el fundamento que comprehende sencillamente a 18 todo lo que es. Con esto el concepto de metafísica queda únicamente preparado, Con esta pregunta se entiende ya la filosofía como metafísica, como pero no elaborado. Este concepto, tal como lo entiende la tradición, nos ciencia de las últimas razones y de la totalidad del ente: sabiendo que la remite siempre a Aristóteles. Por lo tanto, su escrito, o escritos, que última razón sólo puede alcanzarse en el horizonte de la totalidad. llevan el nombre de "metafísica" permanecerán siempre fundamentando Totalidad que sólo puede ponerse ante nuestros ojos partiendo de eso y marcando la dirección para una comprensión de la esencia de la último que es común a todo (ente). La metafísica se entiende ya en su metafísica. pregunta originaria como unidad de la ciencia fundamental, y de la ciencia general, aunque no haya conseguido captar plenamente su Desde luego, Aristóteles no entra todavía en un verdadero concepto esencia, diferenciarla de los demás ámbitos del saber, ni separar la esencial de metafísica. Su "metafísica" conquistaba por primera vez el razón última del ente de las demás cosas que constituyen el mundo de nombre de tá meta tá fisicá en la nueva edición de sus obras realizada la experiencia. Pero la pregunta acerca del fundamento está ya por Andrónico de .Rodas (en el siglo I a. J. C.). Sin embargo, parece formulada y entra como fuerza impulsiva en el pensamiento ulterior. La cierto que el título no procede únicamente de un apuro bibliográfico, diferenciación entre el fundamento y lo fundamentado —preparada ya como hasta ahora se admitía; dar nombre a los escritos que sin título por los eleatas— la lleva a efecto sobre todo Platón. Éste acepta más alguno (que hiciera referencia a la materia) seguían a los libros de la allá de las cosas empíricas sensibles, particulares y mudables, de este "física". El título parece tener desde un principio un significado que mundo, un reino suprasensible de las esencias eternas necesarias y responde al contenido objetivo de sus páginas-: se trata de lo que está universales, que culmina en la idea del bien. Frente al ser de sombras y más allá del mundo de las cosas (Dingwelt) en cuanto su razón y a la realidad aparente (me ón) de las cosas sensiblemente trasfondo. Se trata de una penetración de las cosas "físicas" en experimentales, sólo las ideas poseen un ser auténticamente válido dirección a su razón "metafísica" y un entender las cosas "físicas" a (óntos ón). El espíritu humano ordenado al mundo de las ideas partir de su fundamento "metafísico". Y tan agudamente toca este título trasciende la realidad sensible, en dirección a lo suprasensible. El saber "metafísica" el contenido y la pretensión de cada libro de Aristóteles, sobre las ideas es condición y norma para el conocimiento del mundo. que habría de convertirse además de en nombre usual de la ciencia allí El explicitar este saber, el reconocer a lo suprasensible como único tratada, en nombro usual de aquella ciencia que Aristóteles mismo verdadero ente, es tarea de la filosofía. Según esto, en Platón, la había llamado sofía (sabiduría) o prote filosofía (primera ciencia). filosofía se determina en cuanto metafísica, en el sentido de una ciencia de lo suprasensible, es decir, de las ideas necesarias y universales, que Lo (que él entiende por "sabiduría" puede llevarnos a una fundamentan y preceden ejemplarmente (a manera de arquetipos) al comprensión do lo que posteriormente la historia del pensamiento mundo sensible. occidental, desde la época griega, pasando por la escolástica de la 19 edad media, hasta la filosofía moderna, y actual, entienden por ciencia. El problema encuentra su solución sólo a través de un tercer Metafísica como título (nombre) de una ciencia. concepto de metafísica que desde entonces se hizo clásico: ciencia del ente en cuanto ente. Según esto, la metafísica se extiende a un círculo El concepto de metafísica de Aristóteles ―más exactamente: su de objetos de amplitud sencillamente universal. Comprehende lo concepto de prima filosofía, no es perfectamente uno ni unívoco. Antes sensible y lo suprasensible, lo experimentable y lo no experimentable, bien hay que distinguir muchas determinaciones dispares de concepto todo ente en absoluto. Sin embargo, tiene que investigar el ente en que pueden proporcionar a la investigación del desarrollo espiritual del cuanto tal. Tiene que profundizar lo que tiene de propio el ente en filósofo valiosísimos puntos de partida. cuanto ente y por lo tanto qué es lo que corresponde a todo ente. De esta forma la metafísica como ciencia del ente en cuanto ente A nosotros no nos toca tratar en particular de la todavía muy problemática historia del desenvolvimiento del pensar aristotélico y do comprehende también la ciencia de los últimos fundamentos del ente y en consecuencia la ciencia del ente suprasensible y divino. su concepto de metafísica, sino del objeto en sí; puesto que el objeto mismo se ha elaborado a través de los siglos sin dependencia alguna Precisamente de este hecho resulta una tensión entre dos polos del problema de su génesis y ha sellado el concepto de metafísica del que determina la esencia de la metafísica. Si Aristóteles vio claramente Occidente. el problema planteado, aunque no lo puso totalmente en claro, culo quiere decir que tal tensión no se debe solamente a una falta i Ir En los libros de metafísica de Aristóteles pueden distinguirse ecuanimidad de su pensamiento, sino que se funda en la cosa misma, claramente tres conceptos de metafísica diferentes. En una primera en su estructura. Por ello ha seguido influyendo, en la ulterior historia de determinación —que según parece es también la primera en el tiempo, la metafísica, determinándola. acuñada esencialmente por el pensamiento platónico— metafísica es la ciencia de lo suprasensible. Y en cuanto que para Aristóteles —de Por una parte, metafísica es la ciencia del óv é óv, es decir de lo manera distinta que para Platón— el conocimiento de lo suprasensible más universal. Es pues una ciencia universal que abarca la totalidad del tiene que partir y elevarse del conocimiento de lo sensible, en una ser. segunda determinación, la metafísica queda ya referida a las cosas experimentables, entendida como ciencia de las razones de las cosas. Por otra parte, la metafísica se levanta a ciencia del Zeióv, del Con estas expresiones quiere Aristóteles significar tanto las causas fundamento divino de todos los entes. Investigar pues lo divino, eso que material y formal como las causas eficiente y final. De aquí se siguen implica algo eterno, inmutable, totalmente aparte, no puede, según ciertamente algunas aporías muy difíciles de superar. Ante todo, esta Aristóteles, ser tarea ni de la física ni de la matemática, en cuanto que diversidad de causas pone en tela de juicio la unidad de la primera éstas solamente versan sobre ámbitos especiales del ser. Es más bien 20 tarea de una ciencia que preceda y supere a todas las demás, en teológica, en cuanto que considera a Dios y a las otras sustancias cuanto que ella sería la más sublime de todas y por lo tanto habría de suprasensibles: los puros espíritus. Es metafísica, en cuanto investiga el llamarse "primera filosofía". Pero nos enfrentamos ahora con otra ente y todo aquello que quidditativamente es propio del ente en cuanto pregunta, ¿Cómo puede venir esta dualidad a converger en una ente. Así pues, semejante tarea sólo puede realizarla un pensamiento unidad? ―Y que conste que Aristóteles sostiene con toda firmeza la metafísico que trascienda los objetos físicos. Y es primera filosofía en unidad de la primera filosofía— ¿Hasta qué punto la ciencia de lo divino, cuanto que tiene que profundizar en las primeras causas de las cosas. en cuanto ciencia del más sublime de los entes cae dentro del ámbito de objetos de la ciencia del ente en cuanto tal? O expresado de manera Pero si la unidad de una ciencia se funda en la unidad de su objeto, diferente: ¿Hasta qué punto la ciencia del ente en cuanto tal tiene que ir aquí —de la misma manera que en Aristóteles— vuelve a ponerse en esencialmente a la búsqueda de lo divino? Esta pregunta fue ya tela de juicio la unidad de la metafísica en razón de la triplicidad de formulada por Aristóteles. Y él mismo trató también de encontrar la objetos: el ente en cuanto ente, los primeros principios del ente, y las respuesta: La teología se ocupa del primero y más eficaz de los esencias suprasensibles, ante todo Dios como la suprema causa de orígenes, es decir, del origen más universal de todo ente. Por el todos los entes. Sin embargo, Tomás defiende con toda decisión la contrario, la ciencia del ente en cuanto tal tiene que investigar las unidad de la metafísica como ciencia, y esboza más agudamente que primeras causas del ente en cuanto tal, puesto que a ella concierne la Aristóteles el fundamento intrínseco de esta unidad. El objeto inmediato totalidad del ente. Este planteamiento permanece fragmentario en de la metafísica es el ente en cuanto ente. Sin embargo, pertenece a la Aristóteles, y no será desarrollado ulteriormente. Con todo, muestra ya esencia de una ciencia la pregunta acerca de los fundamentos de su que —en la unidad de la metafísica— la ciencia del ente en cuanto tal y objeto. Por esta razón la pregunta acerca de los primeros principios del la del Ser divino llegan a entrelazarse por medio de la ciencia de los ente entra dentro de la ciencia del ente en cuanto ente. En este punto, últimos fundamentos del ente. Con esto queda decisivamente marcada Tomás distingue dos ciasen de principios. Unos que subsisten en sí la dirección que habrá de seguir la determinación de la esencia de la mismos, es decir que non entes autónomos, y a la vez fundamentan metafísica en el futuro. otros seres haciendo el papel de principios —sea a modo de causa eficiente (extrínseca), sea como elemento constitutivo (intrínseco). 2. Tomás de Aquino, dependiendo de Aristóteles, pero sin duda Otros, que no son entes autónomos, sino que subsisten solamente en superándolo, distingue en su comentario a la metafísica tres aspectos cuanto principios, cuyo ser consiste, por lo tanto, en ser principios. En el de esta ciencia que corresponden a las tres determinaciones aris- ente en general reconoce Tomás de Aquino como principios de esta totélicas de la primera filosofía. segunda clase al "esse" y a la "essentia". En los seres materiales añadirá a estos dos, la "materia" y la "forma". Es manifiesto que estos Para Tomás de Aquino la primera filosofía es una ciencia divina o principios, que integran la constitución intrínseca del ser, caen dentro 21 del campo de objetos de la metafísica. Pero la metafísica tiene que aristotélico, y se penetra la esencia de la metafísica con una claridad investigar también los principios de la primera clase, los que poseen mucho mayor. Su objeto propio es, pues, el ente en cuanto ente: y, subsistencia propia con anterioridad a su función fundamentadora, convertido ya en algo tradicional, se mantendrá, en adelanto, este puesto que su conocimiento es necesario para el esclarecimiento del concepto de metafísica como el fundamental y decisivo. ente en su esencia misma. Y ante todo la metafísica, en cuanto ciencia del ente en cuanto ente, tiene que anticipar a Dios, a ese Dios que es la Así, la investigación de los fundamentos —tanto intrínsecos como causa primera y universalísima de todos los entes en cuanto tales, y a extrínsecos— del ser, y en ella la búsqueda intelectual de Dios como la vez su principio constitutivo. Pero Dios no llegará nunca a ser objeto primera causa de todos los seres entran en el recinto de quehacer de la inmediato de la metafísica. Solamente la teología sobrenatural tendrá a metafísica, sólo en la medida que las exija una clarificación científica de Dios por objeto inmediato. Teología que está en condiciones de los seres en cuanto tales. Científica en cuanto que se vuelve hacia sus reflexionar sobre Dios mismo basándose en la revelación divina. La fundamentos. metafísica, por el contrario, en cuanto puede llegar a ser teología natural, alcanza a Dios solamente como primer principio de todos los Esta determinación de la esencia de la metafísica, sin mutación seres. Mas en este sentido, la metafísica, tiene que convertirse, de alguna en sus líneas fundamentales, mantendrá su validez dentro de la acuerdo con su esencia, en teología, es decir, tiene que investigar el filosofía escolástica posterior. Incluso Francisco Suárez la reconoce ente en cuanto tal, tiene que anticipar necesariamente a la primera como válida, aunque su metafísica en la forma externa se aparte de las causa de todos los entes, sin por eso perder su propia esencia ni estructuraciones que habían estado en vigor hasta su tiempo, dando un abandonar su objeto. Por el contrario, un descubrimiento del ser en nuevo paso hacia adelante. Sus Disputationes metaphysicae (1597) cuanto tal puede llevarse a término solamente cuando la teología ofrecen la primera metafísica sistemática de la escolástica. En ellas la natural lo aprehende a partir de su origen primero, del ser absoluto de metafísica se contrasta de la teología. En ellas se abandona la forma de Dios. Si bien es verdad que la esencia de la metafísica aparece en simple comentario de la metafísica de Aristóteles, y se desarrolla un Tomás de Aquino, de forma similar a la que se nos presenta en sistema autónomo, que en adelante marcará ya una dirección. Sin Aristóteles, en sus dos aspectos: de ciencia del ente en cuanto ente, y embargo, Francisco Suárez permanece totalmente fiel a la tradición de de ciencia del ser divino —a los que llama "metafísica" y "teología"—, Aristóteles y Tomás de Aquino en la determinación de la esencia de la también lo es que esos dos matices "quedarán, en comunidad, metafísica. También para él es la metafísica la ciencia que versa sobre comprehendidos, como en un paréntesis formal, dentro del estudio de la doctrina general del ser y la doctrina sobre Dios de forma unitaria, las causas, que se nos ofrece bajo el título de primera filosofía". Ontología y teología (natural) no se diferenciaban todavía en el sentido actual. Y la filosofía de la naturaleza y la sicología (o antropología) caen Con esto, se lleva mucho más lejos el desarrollo del planteamiento también para él fuera del ámbito de objetos de la metafísica. 22 Todas estas transformaciones sistemáticas y terminológicas son en 3. Sólo en el siglo XVII comienzan a hacerse valer algunos cambios realidad impulsos que hacen avanzar en una dirección determinada ese y distensiones en el concepto de metafísica. En primer lugar se produce desarrollo, que con Christian Wolff llegará a su consunción, y que lleva una transformación sistemática que prepara la trascendental separación a una separación definitiva entre la ciencia del ser y la de Dios. Wolff entre la filosofía de Dios y la filosofía del ser. Distinción que habría de equipara en su nueva clasificación de las ciencias filosóficas, la hacerse definitiva por medio de Christian Wolff. A partir de la Instauratio metafísica con la filosofía teórica, hecho que condiciona una notable magna scientiarun Francisco Bacon de Verulan se desgarra la filosofía ampliación de su objeto. Además él distingue entre "Metaphysica en tres secciones que tratan respectivamente de Dios, de la naturaleza generalis" y "Metaphysica specialis". La primera, llamada también y de los hombres. Precede a éstas una ciencia fundamental, designada ontología, es, como disciplina filosófica fundamental, la ciencia del ente con el nombre de "primera filosofía", la cual corresponde a lo que más en cuanto tal. En esta medida se aferra Wolff al concepto clásico de tarde se llamará ontología. Mientras que hasta ese tiempo la metafísica metafísica de la tradición, a pesar de su punto de partida racionalista. representaba la culminación de la filosofía, como unidad de las doctrinas de Dios y del ser, a partir de ese momento muchos la situarán El asigna como quehacer de la metafísica la deducción de delante de la filosofía de la naturaleza y de la sicología, y le darán un proposiciones partiendo de; conceptos plenamente definidos y de puesto que subsigue inmediatamente a la lógica. Si bien es verdad que axiomas, que valgan para todos lo» objeto» inteligibles en general. Al aquí se abre paso también ese pensamiento tan acertado de que la hacerlo convierte a la metafísica en un vacío axiomatismo formal- metafísica debe entenderse como ciencia filosófica fundamental, que ontológico, en una doctrina de principios, que carece de lo más de- queda presupuesta en todas las demás ciencias, sin tener ella que cisivo: la cimentación en el ser. Está, pues muy lejos de pedir a la suponer a ninguna, con todo —como en Bacon— queda reducida a una metafísica el descubrimiento del ser. doctrina de principios puramente formal, que precede a toda filosofía de contenido, y que queda así diferenciada de la doctrina de Dios. En Wolff, la metafísica especial se desmiembra en tres ciencias filosóficas que él llama: cosmología, sicología y teología (natural). Esta Una innovación ulterior de aquel tiempo afecta al nombre mismo. A triplicidad vuelve ti recordar por una parte la división de la filosofía de lo que hasta entonces se llamaba metafísica o primera filosofía Bacon y por otra la distinción do la sustancia de Descartes. La designará Maignan con el nombre de "Philosophia entis", el cartesiano estructuración creada por Wolff, debido a su claridad sistemática, fue Clauberg con el de "Ontosophia", y finalmente se le designará con el aceptada casi universalmente, y mantenida de muy diversas maneras nombre de "Ontología". Título utilizado por primera vez, según parece, hasta nuestros días. por Du Hamel y que ha permanecido en boga hasta nuestros días. Esta estructuración aporta en un nuevo aspecto bivalente: la 23 dilatación del concepto de metafísica, que ya abraza también a la severidad. cosmología y a la sicología, y la separación entre la ontología y la teología, que hasta ahora habían conservado su unidad en la metafísica. Desde mediados del siglo XVIII, el frente de la filosofía escolástica, incluso el católico, aceptó con amplitud no sólo parte del contenido ideológico de la escuela racionalista wolffiana, sino también algo de su Por una parte, no cabe duda de que estas consideraciones tienen sistemática. La razón decisiva que movió a esta aceptación se corno base ese pensamiento tan acertado de que una filosofía de la encuentra en la aptitud de la construcción del sistema para ser utilizada naturaleza y del hombre (cosmología y sicología) tienen que ser en la enseñanza. También la restauración de la escolástica, desde verdaderamente filosóficas, y así aprehender algo que está más allá del mediados del siglo XIX, permaneció fiel, casi sin excepción, a la círculo de posibilidades de las ciencias empíricas: es decir, tienen que distribución wolffiana de las disciplinas filosóficas. Esta fidelidad es ser esencialmente metafísicas. ciertamente digna de tenerse en cuenta, ya que el movimiento de restauración de la escolástica se esforzaba por purificarse de toda la Ellas tienen que aclarar los fundamentos y estructuras esenciales filtración racionalista, para volver a profundizar sobre el tesoro clásico de lo que en el hombre y la naturaleza resulta accesible para la de la tradición. Incluso hoy, después de que se ha venido conociendo, experiencia y para las ciencias empíricas. Semejante trascendencia y en los últimos decenios, en medida creciente la insuficiencia de esta penetración de la experiencia sólo es posible a base de un evidenciar estructuración, y se intenta superarla, seguimos fieles a Wolff en cierta metafísico del ente en cuanto tal. Así pues, se da esencialmente por manera. supuesta la metafísica general. 4. En conexión con estas transformaciones, más bien formales, que Por otra parte, la distribución de Wolff tiene el trascendental defecto afectan solamente a la terminología y a la sistemática, se viene a parar de hacer que la ontología prescinda de Dios fundamentalmente. Y como a un cambio muy significativo en el contenido del concepto do la metafísica es la ciencia del ser en cuanto tal, y Dios el fundamento metafísica. Christian Wolff define la filosofía como la ciencia de las absoluto del ser, se encuentra aquélla con el camino cerrado para llegar cosas posibles, en cuanto posibles. La filosofía no trata de la realidad a una última aclaración y fundamentación del ser. Con esto la sino de la posibilidad escueta. Para el racionalismo wolffiano, sin metafísica se ahoga, o bien es una doctrina puramente formal y embargo, "posibilidad" significa solamente cogitabilidad o inteligibilidad, abstracta de los primeros conceptos y principios, o bien, si quiere la cual está constituida por la mera no repugnancia. Así pues, la filosofía superar esa limitación, se ve obligada, para solventar el compromiso, a tiene que deducir todo contenido de nuestro conocimiento, conforme a hablar de Dios de manera puramente hipotética. Dificultad que se su inteligibilidad no contradictoria, partiendo do primeros conceptos y experimenta siempre que se mantiene el esquema de Wolff en toda su axiomas. Sobre esta base de la determinación de la esencia de la 24 filosofía llegan los discípulos de Wolff a una extraña fluctuación con separar el pensar del ser, y a través de la condicionada definición de respecto al concepto de metafísica. Si la metafísica trata del ente en filosofía, a la que ya no interesaba en absoluto lo real, sino solamente lo cuanto tal, esto quiere decir, en la nueva concepción de la filosofía, que posible en cuanto tal, el conocimiento había perdido de tal manera su tiene que captar todos los objetos inteligibles en su inteligibilidad y cimentación en el ser, que se podía separar plenamente la doctrina del deducirlos de los primeros principios. ¿Cuál es entonces el objeto que ser de la doctrina de los principios. Ya no se veía con claridad, que los propiamente determina la esencia do la metafísica? ¿Es tal vez, en primeros y más generales principios del conocimiento son aquellos que realidad, el fondo, el ente mismo, en cuanto que es ente? ¿O lo son — salen del ente en cuanto tal, que están enraizados en lo que hace ente de al ente, y por lo tanto es nota común de todo ente: en el ser del ente. manera puramente formal— los primeros principios del conocimiento, de los que puede deducirse la inteligibilidad sin contradicción de los objetos? La respuesta a esta pregunta será diferente. O expresándolo de forma inversa: ya no se veía claro que una ciencia del ente en cuanto tal, es decir, una ciencia, que trata de descubrir al ente en su ser, debe dar previamente, conforme a su Unos señalan como objeto de la metafísica, siguiendo la tradición esencia, los principios de las restantes ciencias y de sus campos, clásica, al ente en general, o al ente inmaterial. Otros, por el contrario, puesto que cada objeto es, ante todo, ente, a pesar de las otras sobre todo los recientes wolffianos, se separan de esa tradición, y ven determinaciones que le sean propias. Y, por lo tanto, coincide en esa en la metafísica la ciencia de los primeros principios de nuestro nota con todos los entes. Y al olvidar este pensamiento, quedó también conocimiento, los cuales fundamentan los principios de todas las demás olvidado a la vez el ser. Se pudo crear —siguiendo la dirección ciencias. La metafísica, se transforma, ya explícitamente de una absolutamente contraria a la de su tradición clásica— la metafísica doctrina acerca del ser en una doctrina de principios. La ontología se como filosofía de las esencias puras, y emprender la tarea de justificar convierte en una teoría del conocimiento, que tiene que profundizar los los primeros principios de lo posible en cuanto tal, en el terreno del puro primeros principios del conocimiento. A este grupo pertenecen, dentro pensamiento, sin tener que recurrir al ser. de la metafísica de escuela, tanto el maestro de Kant, Knutzen, como Baumgarten, cuyo libro de texto siguió Kant durante decenios, para dar La escuela wolffiana no puede tampoco ofrecer distinción esencial sus clases de metafísica. Esta conexión, advertida por Max Wundt alguna entre el conocimiento metafísico y los demás modos de antes que nadie, es de la mayor importancia para llegar a una entender, puesto que había perdido ya su cimentación en el ser. problemática comprensión histórica de Kant y de su concepto de Deficiencia a la que Kant ya había hecho referencia. Los primeros metafísica. principios no se distinguirán en adelante de los conocimientos empíricos en razón de su especie, sino solamente en razón de su grado. Es decir, A partir del planteamiento racionalista en general, que amenazaba se distinguirán cuantitativamente, en la medida en que son los 25 conocimientos más universales y no alternativamente. ―Libertad, Inmortalidad, Dios—. La Metaphysica specialis supone, sin embargo, una Metaphysica generalis previa, y de ésta se trata, en Crusius, por el contrario, para asegurar una distinción esencial, principio, en la Crítica de la razón pura. Por supuesto que no se la recurre, apoyándose en Leibniz, a la diferencia entre verdades nece- entiende, en el sentido de la metafísica clásica, una ciencia del ser en sarias y verdades contingentes. cuanto ser —de ello no habla Kant—, sino en el sentido racionalista de metafísica, una ciencia de los primeros principios de nuestro La metafísica, según esto, tiene que ocuparse de las verdades conocimiento, en cuanto son universales y necesarios. necesarias de razón, es decir, de las que pueden deducirse a priori de los conceptos. La pregunta acerca de la posibilidad de la metafísica nos conduce a la pregunta sobre la posibilidad del conocimiento universal y necesario. Así, en el período prekantiano de la filosofía moderna, y bajo el Pero al responder a esta pregunta Kant se sale tanto del ámbito del influjo decisivo del pensamiento racionalista, se forma un concepto de racionalismo como del empirismo, y supera a ambos de la misma metafísica que se diferencia ya muchísimo del clásico. No se determina manera. más la esencia de la metafísica por razón del contenido sino sólo formalmente. No se atiende ya a su objeto sino a la manera peculiar del Kant, en contra del racionalismo, ve que los juicios universales y conocer metafísico. La metafísica no es ya ciencia del ente en cuanto necesarios no pueden ser solamente analíticos sino también sintéticos, ente, sino ciencia de los primeros principios del conocimiento, en cuanto si es que han de poseer el valor de conocimiento científico. Es decir, que quedan marcados con la universalidad y necesidad. han de ser no sólo juicios explicativos sino también ampliativos. 5. Aquí reside el punto de partida histórico para llegar a una Pero estos juicios sintéticos que, a pesar de todo, han de ser de comprensión de Kant y del problema fundamental de su Crítica de la validez universal y necesaria, no pueden fundarse en la experiencia, por razón pura: ¿Cómo es posible la metafísica como ciencia? Pero sólo so lo tanto no pueden ser sintéticos o. posteriori —en sentido empirista— entenderá acertadamente esta pregunta, en su sentido pleno, si se la puesto que la experiencia siempre ofrece lo singular y contingente con considera como una pregunta que afecta tanto a la metafísica general exclusividad. como a la especial. En última instancia al formular esta pregunta, se está pensando en la Metaphysica specialis. La trilogía que en ella El problema, para Kant, sólo tiene solución, si es que existen juicios había, encontrado Wolff —cosmología, sicología y teología, (natural), se sintéticos a priori, que se fundamenten en principios preexperimentales repite en las tres ideas de la pura razón de Kant ―Mundo, Alma. Dios― y, a pesar de todo, aporten un progreso en el conocimiento. , y vuelve a aparecer en los tres postulados de la razón práctica 26 Con esto la pregunta sobre la posibilidad de la metafísica se fundamentales de la razón pura sólo tienen validez en el campo de la convierte —como pregunta sobre la posibilidad de un conocimiento experiencia. Y aun dentro de la experiencia no pueden determinar su universal y necesario— en pregunta acerca de los juicios sintéticos a objeto como él es "en sí", sino solamente en su apariencia. La priori. metafísica, en este sentido, no tiene ya una función objetiva sino meramente subjetiva. El pensamiento se cierra definitivamente en una Esta pregunta sitúa al problema del apriori en su absoluta amplitud y gran "metafísica de la subjetividad". profundidad. Es preciso comprender el conocimiento a partir de las condiciones previas de su posibilidad. Esto exige una vuelta hacia atrás Aquí aparece con toda su agudeza, que la metafísica había perdido del conocimiento; desde el objeto hacia sí mismo, o, como diría Kant, ya su cimentación en el ser mucho antes de Kant, y que había dejado "hacia nuestra manera de conocer los objetos, en cuanto ésta debe ser, de ser una ciencia del ser en cuanto tal para convertirse en una ciencia a priori, posible". Así se realiza esa vuelta trascendental, que marcará la formal de los primeros principios de la razón. La crítica, de la razón, de dirección de la filosofía postkantiana. Para Kant esto no es sino un Kant, no es más que la consiguiente autocrítica de una metafísica sin preguntar del ser, es decir, de una metafísica que se entiende o malentiende a sí condicionado; un preguntar, tomando como punto do partida el objeto misma como una pura filosofía de las esencias, y por lo tanto como de la experiencia, acerca de la razón pura que le condiciona metafísica de la mera subjetividad. retrospectivo acerca de la condición, partiendo previamente. La metafísica se convierte, de esta forma, en filosofía trascendental: no es sino "puro conocimiento de razón procedente de Si las proposiciones fundamentales de la razón pura no proceden desnudos conceptos". "Por lo tanto, metafísica es la ciencia de los del ser, ¿cómo habrían de ser aplicables al ser? Si las proposiciones conceptos y proposiciones fundamentales de la mente humana". O, fundamentales de la razón pura revelan solamente una necesidad del como se le llama una vez en su obra póstuma, Metaphysica est logica pensar, y de ninguna manera una necesidad del ser, ¿cómo reclamarán intellectus puri. Ella "contiene los actos puros del pensamiento, incluso una validez para el ser mismo? Si el conocimiento no está cabe el ser, los conceptos y proposiciones a priori, a los que la complejidad de las no puede nunca alcanzarlo. Así la metafísica —en un sentido objetivo— representaciones empíricas, sobre todo, unifica reglamentariamente. Y es imponible como ciencia. Esta es la consecuencia última del olvido por este medio puede convertirse, como es natural, en conocimiento racionalista del ser. empírico, es decir, en experiencia". A pesar de todo, es manifiesto el propósito do Kant de llegar a una De que la razón haya de determinar su objeto a través de su propia metaphysica specialis. Aunque la metafísica, como ciencia, sea actividad, y de que esté ordenada al contenido de la experiencia como imposible, la metafísica, como construcción natural, sigue existiendo. limitada que es, deduce Kant que los conceptos y proposiciones Aspecto que se manifiesta en las ideas de la razón pura 27 correspondientes a los tres campos de la metafísica especial. Y si pensamiento kantiano; mucho antes ya, en la Crítica de la razón pura, solamente es posible un pensar, y no un conocer cutas magnitudes se había lanzado el anatema contra la posibilidad de la metafísica. metafísicas, porque falta la visión conveniente que pueda hacer terminar la proyección apriorística de la razón en un conocimiento; si, A pesar de todo, la obra de Kant tiene una profunda significación en por lo tanto, en el proceso del conocimiento sólo corresponde a las la historia de la metafísica. Significa en primer lugar —negativamente— ideas un papel regulativo, no constitutivo, con todo, el aferramiento de la autoanulación crítica de una metafísica que en realidad no era ya Kant voluntad metafísica alguna. Que la metafísica es imposible sin un volverse hacia fundamentalmente inconmovible de llegar a una metafísica. Así capta él el ser, lo probó Kant de manera convincente. Esto no lo debemos con novedad el problema y pretende conquistar a partir de la necesidad olvidar. del a obrar las idean práctico, trascendentales un acceso manifiesta a la metafísica, su entendiéndola nuevamente en sentido de Metaphysica specialis. Pero a la vez, Kant, positivamente, ha realizado la vuelta trascendental del pensamiento que sería fundamental para toda la Los postulados de la razón práctica corresponden otra vez a los tres filosofía posterior. Por cierto que Kant sólo da un primer paso por este ámbitos de objetos de la metafísica especial y les proporcionan ahora camino. Se vuelve hacia la subjetividad finita, y con ello se cierra el prácticamente un valor real, inalcanzable teoréticamente. Por lo tanto, acceso a la metafísica. se abre todo un abismo infranqueable entre conocer y querer, entre saber teorético y fe práctica. Contraposición que ni siquiera podrá Ciertamente, su punto de partida puede y tiene que llevarse verdaderamente superarse a través de la primacía de la razón práctica adelante y completarse. Hay que entender la autorrealización del sujeto sobre la teórica asegurada por Kant. finito a partir de las condiciones de su posibilidad, que le son previas y le trascienden, es decir, hay que entenderla en el ser y a partir del ser. Y con ésta se relacionan todas esas contraposiciones ulteriores que La crítica de Kant obliga a la metafísica a pensar de forma salpican el pensamiento de Kant; entre la apariencia y la cosa en sí, trascendental, y en este pensar trascendental —más radical y crítico entre el ámbito de la causalidad necesaria de la naturaleza y el de la que Kant mismo— obliga a la metafísica a anular su crítica en virtud de causalidad libre del querer y obrar moral. Que Kant haya sentido estas ese retroceso sobre la última e incondicionada condición de toda contraposiciones como preguntas a las que hay que responder y condición: el ser. quehaceres que hay que llevar a cabo nos lo manifiesta su Crítica del juicio en la que ulteriormente pretende reconstruir esa unidad 6. En el idealismo alemán posterior a Kant, metafísica era un destrozada. El fracaso de este intento revela solamente, y con tanto concepto prohibido. La consideraba como una "metafísica dogmática" a mayor agudeza, la insolubilidad del problema en el plano del la que se consideraba como realismo ingenuo de una filosofía de la 28 cosa en sí. A ella contraponía la filosofía trascendental como un sentido clásico. idealismo crítico de una filosofía del espíritu que se realiza a sí mismo, y se hace a sí mismo mediatamente inteligible. En este sentido, "la Todavía con más razón puede decirse esto de Schelling, el cual ya doctrina de la ciencia", en cuanto ciencia fundamental, ocupa en Fichte muy pronto supera a Fichte, en la medida que el yo se trasciende a sí el lugar de la metafísica. Ciencia fundamental que tiene como contenido mismo y se interioriza en el Absoluto, que precede a la dualidad de lo la razón pura, está latente en el fondo de toda ciencia y les proporciona objetivo y lo subjetivo, lo real y lo ideal, y ofrece la posibilidad de todas las proposiciones fundamentales. Ciertamente aquí se abre paso levantar al idealismo subjetivo hasta un idealismo objetivo, que la consideración siguiente, que supera el carácter formal de los Schelling mismo llama "ideal-realismo". primeros principios —en el racionalismo y en Kant—. La forma presupone un contenido, y procede de él. Por lo tanto, una ciencia Por más que la prosecución de este pensamiento en la filosofía de formal —como la lógica— presupone una ciencia fundamental, cuyo la identidad permanezca dudosa, la pretensión misma se llama en el objeto constituye la unidad originaria de forma y contenido. fondo metafísica; metafísica en el sentido en que se la ha entendido desde hace mucho tiempo, y a la que se vuelve el pensamiento de Cuando Fichte, en el punto de partida de su teoría de la ciencia, recurre a la certeza originaria del Yo que se pone a sí mismo, da un Schelling cada vez de forma más definida, sobre todo en sus últimas obras. paso más en el camino emprendido por Kant: el descubrimiento del desenvolvimiento real del espíritu. En Kant se consideraba el "yo Cuando se habla de la distinción entre filosofía positiva y negativa, pienso" en aspecto meramente formal, es decir, como función con "filosofía negativa" quiere significarse la ciencia a priori de la razón condicionante y determinante de cualquier objeto. Ante la mirada de pura. Ciencia que conserva de todas maneras una validez relativa, pero Kant no se había presentado, pues, el "yo pienso" en su realidad y a la que hay que superar por medio de la "filosofía positiva", que en el actualidad propia. Esto lo consigne Fichte, que frente a la vacía "éxtasis" —afirmación necesaria del ser "con anterioridad a la razón"— formalidad aporta como punto de partida no sólo un momento del avanza hacia una doctrina del ser, que encierra de alguna manera a la contenido, sino también el carácter de realización del Yo. Y de tal doctrina de Dios, y obtiene a partir de ella su fundamento último. La manera que en contraposición con Kant, puede avanzar hacia un "Yo en metafísica reivindica así su antigua unidad. sí". Aunque la primera época de la filosofía de Fichte sea también idealismo subjetivo en su forma más pura, en seguida supera las Este punto de partida va mucho más lejos que el de Hegel, según el fronteras de su operación intelectual a través del pensamiento de que el cual la idea de una ciencia pura de la razón se consuma en una ciencia conocer supone el ser: un ser absoluto como condición de la razón absoluta de la razón. limitada: Y con ello se acerca Fichte a la idea de una metafísica en el 29 Sin embargo, Hegel no recurre menos al concepto clásico de Hegel es ontología y teología a la vez. No es solamente teoría del ser metafísica. De la misma manera que Fichte y Schelling, exige Hegel un que partiendo del "puro ser" del comienzo va determinando punto de partida absoluto para la filosofía. Este sin embargo no se ulteriormente el ser de forma dialéctica hasta llegar a la "idea absoluta", presenta inmediatamente —como en Fichte y Schelling— a la intuición sino simultáneamente es en ese mismo proceso una "descripción de intelectual, sino que tiene que ser elaborado primeramente en la Dios..., tal como El es en su esencia eterna, antes de la creación de la reflexión sobre las experiencias de la conciencia. Así la "fenomenología naturaleza y de todo espíritu finito". Si finalmente el sistema total de del espíritu" lleva al "conocer absoluto", a la realización del conocer que Hegel aparece en La enciclopedia, y se concreta en la trilogía de Idea, se entiende a sí misma como absoluta. Realización que adquiere Naturaleza y Espíritu, hay que tener en cuenta que su filosofía de la experiencia de sí misma en una diferenciación dialéctica, donde no naturaleza corresponde a lo que se llamaba cosmología en el sistema pierde su identidad sino que la conserva y hace realidad como wolffiano, y su filosofía del espíritu a lo que allí tenía el nombre de "identidad de la identidad y de la no identidad". sicología —o mejor neumatología, según Crusius. Sin embargo, la teología (natural) y la ontología vuelven a unirse en la metafísica, y así Desde este "punto de vista" de la ciencia absoluta, la lógica se hace unidas preceden a aquéllas. De esta manera, aunque no abiertamente, a la vez metafísica. La deducción trascendental-lógica tiene su vuelve a surgir, incluso en la construcción sistemática de Hegel, el quehacer no sólo en los puros conceptos y principios fundamentales, concepto clásico de metafísica. como ocurría en la concepción kantiana y en la de la escuela racionalista. 7. No merece la pena adentrarse en la enmarañada multiplicidad de significados deficientes y erróneos de la metafísica en el siglo XIX ya Así pues, lo formal se funda en el contenido, como ya lo entendió Fichte. Por lo tanto no hay lógica formal alguna que preceda al bien adelantado. Todos éstos podrían aportar muy poco a una determinación de la esencia de la metafísica. contenido del pensamiento, sino una lógica de contenido que determina las formas del pensamiento en cuanto al contenido. Sin embargo, Algunos, partiendo de presupuestos kantianos y positivistas, la puesto que todos los contenidos del proceso absoluto del pensamiento contraponían a la ciencia objetiva como concepción subjetiva del están puestos como momentos objetivos del contenido mismo, y ya que mundo. Otros la excluían del ámbito de posibilidad del conocimiento la dualidad kantiana del "en sí" y "para sí" queda absorbida y sublimada racional, al concebirla como cosa del sentimiento y de la vivencia, de la en un absoluto en-y-para-sí, la "ciencia de la lógica" no sólo tiene que fe práctica y de la decisión irracional. En el mejor de los casos se la convertirse en una metafísica que capta a todos los entes a partir de su reducía a un "intento de llegar, partiendo de los resultados más razón absoluta de ser, sino en una metafísica que recupere de nuevo la generales de las ciencias particulares, a una síntesis universal del primitiva unidad de la teoría de Dios y la teoría del ser. La lógica de contenido de la experiencia total, en una cosmovisión unitaria y 30 epistemológicamente fundamentada". Queda claro que esto tiene ya muy poco que ver con lo que propiamente es o quiere ser la metafísica. Por más que Karl Jaspers llama al tercer tomo de su obra capital Metafísica, y trata en él de lo comprehensivo y trascendental, a lo cual hace referencia todo ámbito de objetos por encima de sí mismo, sigue Si en la transición del siglo XIX al XX ha vuelto a surgir la cuestión ontológica de formas diversas, la mayor parte de las veces se limita a siendo una "metafísica de cifras", que carece de la posibilidad de determinar lo trascendente con expresiones conceptualmente lógicas. un pensar ontológico, que —fuera del campo escolástico— no puede consumarse en una metafísica. Ya Husserl, del que procede la tantas Esto sería una inadmisible "objetivación de lo inobjetivable", que ya veces mencionada vuelta al objeto y en sus seguidores la vuelta a la en principio es inconcebible como objeto. Así el concepto de metafísica antología, esboza la idea de una ontología regional y más allá de esto queda también aquí completamente vacío frente a su sentido clásico. A ve la tarea de una "ontología universal", a la que sin embargo concibe pesar de todas las referencias a la metafísica, la tesis kantiana como conserva fundamentalmente su validez: la metafísica como ciencia es una ciencia puramente formal. Debido a la reducción fenomenológica, que determina su pensamiento a ser una filosofía de imposible. puras esencias, sin poder captar las esencias y las maneras de ser a partir del ser, se encierra de nuevo en un idealismo trascendental, que 8. Con respecto a la posibilidad de la metafísica, la idea de no supera la limitación kantiana ni alcanza de manera alguna la Heidegger de una "ontología fundamental" merece mayor atención. Con realidad. infatigable y casi fatigante insistencia, repite Heidegger su reproche contra toda la metafísica occidental. Esta ha considerado sólo el ente, y Así él mismo se corta el acceso a una metafísica o a una ontología ha investigado su esencia con exclusividad, habiéndose olvidado sin metafísica. Nicolai Hartmann, por el contrario, supera el idealismo lógico embargo, del ser. La metafísica medita sobre el ente y no sobre el ser de los neokantianos, y avanza hacia un pensamiento realístico en cuyo del ente. Piensa ónticamente y no ontológicamente, puesto que no plano se esfuerza por establecer una ontología. Pero esta ontología atiende a la diferencia ontológica entre ser y ente. Es metafísica, de la sigue siendo una descripción empírico-fenomenológica de los modos y esencia, sin comprender ni fundamentar la esencia a partir del ser. grados del ser, sigue siendo —en expresión de Hartmann— "análisis categorial", sin llegar a hacerse consciente de los presupuestos Y al no entender la esencia tomando al ser como punto de partida, metafísicos. Para él los "problemas metafísicos propios y legítimos" no sólo la puede pensar desde Platón— como aquello que se descubre a se distinguen de las "cuestiones que permanecen irresueltas e una visión (ideín) certera: como la esencia (eidos) de la cosa. Es decir, insolubles" en el fondo de todos los ámbitos del saber. Con ello la puede captar y fundamentar la esencia y su verdad solamente a partir posibilidad de la metafísica como ciencia, queda sepultada de nuevo. del sujeto, no pasa, por lo tanto, de ser “metafísica de la subjetividad, sin poder trascender todavía, al sujeto en su relación al objeto y para 31 llegar al ser como la razón comprehensiva que posibilita la dualidad de situado en la abertura del ser". Y en otro lugar, "El hombre existe" sujeto y objeto. significa: el hombre es el ente cuyo ser está señalado en el ser, partiendo del ser, y a través de la abierta interioridad en la Puesto que la metafísica por tratar del ente ha olvidado el ser, se le inocultabilidad del ser". Así se determina al hombre en su esencia como caracteriza por "el olvido del ser". Todavía más, puesto que en su "la patria (Ortschdt) de la verdad del ser". Ahora tratará Heidegger en su investigación del ente "nada tiene que ver con el ser" es en lo profundo obra cumbre Ser y Tiempo de descubrir en el fondo de la esencia del mismo de su esencia "nihilismus", y hasta tal punto que el moderno hombre este suceso: la privación del ser. La ontología fundamental se nihilismo ha patentizado esta esencia de la metafísica, aunque hasta convierte en "analítica existencial del ser-ahí" o existente. La totalidad ahora hubiera estado oculta. de la constitución o estructura existencial del hombre tiene que traerse ante nuestros ojos y retrotraerse de forma trascendental hasta el Por el contrario —después de Heidegger —hay que proponer la cuestión del ser con anterioridad a toda metafísica. fundamento apriori de su posibilidad, el ser del existente (Daseins), en el cual se devela el ser en absoluto, y en el que por primera vez se hace posible un encuentro empírico-ontológico, un mostrarse del ente, un El ser tiene que considerarse e investigarse como aquello por lo que relacionarse con el ente. Ontología fundamental, en el sentido de el ente es ente. La pregunta acerca del ser hay que dirigirla sin Heidegger, es esencialmente filosofía trascendental, que trata del embargo, al hombre. Pues el hombre —ser-ahí— se caracteriza, más problema del apriori, del problema del apriori ontológico: el ser. que ningún otro ente, por la comprensión del ser. Y si el ente nos sale al encuentro, si nosotros lo conocemos, tratamos con él, y siempre nos El método para llevar a cabo esta problemática trascendental- relacionamos con el ente de cualquier manera que sea; esto supone fundamental-ontológica es la fenomenología. Método que Heidegger previamente que siempre está abierto para nosotros el horizonte en el toma de Husserl y lo perfila todavía más. Por más que la posición del que el ente puede salimos al encuentro y manifestársenos; esto problema quede justificada, Heidegger se cierra el acceso a la solución presupone que nosotros sabemos algo acerca de eso que en suma con su manera de entender y poner en ejercicio, utilizar, el método. hace que el ente sea ente: el ser del ente. El hombre posee un Quiere, pues, si bien a través de un descubrimiento metódico, "traer" al conocimiento del ser previo como condición de toda relación con el ser "a un mostrarse a sí mismo" en el fondo del ser-ahí del hombre con ente. Posee un saber ontológico acerca del ser, con el que comprende inmediatez fenomenológica, quiere hacerlo accesible a una simple al ente (ón) desde su razón última (lógos). "El hombre es y es hombre, mirada". Ciertamente para él, no es el pensamiento la patria (Ort) de la en tanto que es el ex-sistente. Está situado hacia afuera en la abertura abertura del ser. Antes bien, piensa en encontrancias o temples del ser, como apertura que es el mismo ser, el cual como yección ha (Befindlichkeiten) prerracionales que podrían captar al ser más proyectado para sí la esencia del hombre... Así yectado, el hombre está originaria e inmediatamente. Así encuentra solamente el ser humano y 32 humanamente comprensible, es decir, al ser finitivo y temporal, sin esfumó en una teoría de los primeros principios del pensamiento, tal poderlo trascender con una comprensión metafísica. El ser se encierra como la crítica de Kant lo pedía. Ahí ve Heidegger con acierto; cuanto para él en las dimensiones de finitud y temporalidad. Con ello queda más se convierta la metafísica en pura teoría de las esencias y de los también para Heidegger cerrada la posibilidad de la metafísica. principios, tanto mayor es el peligro que tiene de caer en una "metafísica de la subjetividad". Cuanto menos fundamentadas en el ser 9. Ciertamente el problema fundamental de Heidegger merece ser aparezcan las esencialidades y los axiomas de esencia, tanto más tomado en serio. Aunque sus juicios sobre la historia de la metafísica habría que fundamentarlos en la razón pura; se convertirían de son demasiado sumarios y problemáticos, no salvándose de ello ni principios del ser que eran en puros principios del pensamiento, y la siquiera sus más grandes pensadores, sin embargo, Heidegger hace metafísica, de una ciencia del ser en una ciencia de la pura razón, se referencia a problemas auténticos y quehaceres a los que no puede cierra en sí misma, y ya no alcanza al ser. renunciar lícitamente —enseñado por la historia― un nuevo desarrollo metódico de la metafísica. La metafísica clásica, desde Aristóteles, ha Según Heidegger, el hombre, puesto que posee una comprensión señalado al "ente en cuanto ente" como su objeto propio. Allí se del ser, ex-siste en la patencia del ser, descuella pues, como ente entre menciona el ente pero no el ser del ente; sin embargo, reflexionar sobre los entes y conoce que el ser trasciende a todo ente fundamentándolo, el ente en cuanto ente quiere decir apuntar a lo que es propio y con ello hace que se entienda la dualidad entre sujeto y objeto precisamente del ente en cuanto ente —y por lo tanto de todos los partiendo del fundamento previo de su unidad. Es éste un problema casi entes, a lo que determina al ente en su carácter de ser: el ser del ente. tan antiguo como lar metafísica occidental, y brota una y otra vez en sus Aunque es verdad que sólo se menciona como objeto el ente y no al puntos álgidos. Ya en Platón, el conocimiento del ente en su esencia ser, no es menos cierto que allí se pone en evidencia que el ser no se (eidos) no sólo procedía de una visión certera (ideín) del sujeto finito, y nos presenta nunca en sí mismo como objeto de manera inmediata, así se subjetivaba, sino que se fundamentaba en la idea (idéa) como sino siempre se ilumina en el ente del que es fundamento. Y aunque el razón trascendental, que transciende de igual manera sujeto y objeto, ente permanecía en primer plano, ningún pensador ha conocido mejor que fundamenta tanto la capacidad de conocimiento del espíritu ni prestado mayor atención que Tomás de Aquino a la diferencia humano como la cognoscibilidad de las cosas intramundanas. El mismo ontológica entre ente (ens) y ser (esse); entendiendo y determinando al punto de partida, aunque profundizado ontológicamente, aparece de ente a partir del ser. De todas maneras, el pensamiento metafísico nuevo en Santo Tomás de Aquino. La verdad no tiene su fundamento y posterior fue desviándose cada vez más hacia una pura filosofía de las su medida en la razón finita, sino en el ser. Con todo, el fundamento esencias, que no podía ya fundamentar las esencias en el ser. Esto último absoluto y trascendental es el ser divino, en el que convergen puede decirse de la escolástica posterior, pero puede decirse todavía verdad del ser y verdad del conocimiento; por lo tanto él es el origen de con mayor razón del racionalismo, para el que la teoría del ente se todo ser y de todo conocer. El conocimiento del hombre es verdadero 33 porque y en la medida en que el ser en el horizonte del absoluto se le afirmación originaria del ser absoluto el "éxtasis" como acto descubre en su verdad. fundamental de la "filosofía positiva"—, de lo que se trata es sencillamente de alcanzar en el horizonte del ser absoluto el plano Pero precisamente allí donde el pensamiento cae dentro del círculo de influencia de la subjetividad pura, en el idealismo alemán vuelve a absoluto de la comprensión del ser, sobre el que se hace posible la captación de todo ente en su ser. repetirse expresamente la misma pregunta: el problema de la subjetividad que se trasciende a sí misma. Ya en Fichte este problema 10. Con estas indicaciones hemos querido exponer que el problema es algo palpitante. Aunque al principio piensa también en la inmanencia ontológico fundamental, es decir, la pregunta acerca de si al realizarse del sujeto, sin embargo, más tarde supera las dificultades hasta llegar al del pensamiento finito le resulta posible y en qué sentido el ser absoluto como fundamento previo de la razón finita. Todavía con trascenderse a sí mismo, el alcanzar y asegurar el horizonte del ser en más claridad se manifiesta el problema en Schelling, que trata desde el general, ha sido siempre algo viviente en la historia de la metafísica y principio del fundamento absoluto de la unidad, el "sujeto-objeto" sigue abriéndose paso sin interrupción, si bien es verdad que su planteo absoluto, como "punto indiferente (común) de lo subjetivo y objetivo". no fue siempre sistemático. Cómo puede suceder esto, es una cuestión De la misma manera en Hegel, cuando quiere absorber dialécticamente ulterior que nosotros propondremos seguidamente y a la que tenemos la contradicción de sujeto y objeto en un "conocer absoluto", para que responder: la cuestión del método con el que la metafísica puede alcanzar ese fundamento absoluto, que se desarrolla o desenvuelve a sí fundamentarse y realizarse conforme a su esencia. Provisionalmente mismo —por necesidad dialéctica— en todo ente finito, y se hace podemos establecer, sólo en forma de hipótesis, como principio director consciente de sí mismo en el conocer del espíritu finito. Cuando en la determinación del método, el pre-concepto de metafísica que Schelling en su época posterior —yendo más lejos que Hegel— resulta de su historia y que nos manifiesta lo que la metafísica es o comprende que el espíritu humano no puede entender nunca quiere ser conforme a la tradición. adecuadamente al absoluto, y por lo tanto no es el lugar de la automediación divina, y comprende que el espíritu humano tiene que Metafísica se define, en su tradición clásica, como la ciencia del situar al absoluto fuera de la razón finita y suponerlo como pura e ente en cuanto ente. Interroga al ente no bajo el aspecto de su regional interna automediación divina; cuando entiende además que el ente finito o categorial ser-así determinado y limitado, sino sólo bajo .el aspecto de es aprehensible solamente a partir de la libertad creadora de Dios, y no que sencillamente es, de que es precisamente ente. Y como el ente es lo es partiendo de la necesidad dialéctica; entonces formula él de nuevo ante todo ente y es conocido ante todo como ente, por eso la metafísica y con señorial agudeza el problema de la razón que se trasciende a sí toca al ente en aquello que lo determina como ente, en aquello por lo misma y —precisamente por ello se fundamenta a sí misma. Cuando que el ente es ente: en el ser del ente. En esta medida es la metafísica Schelling quiere responder a esta pregunta por medio de la necesaria la ciencia fundamental por antonomasia, la que trata de investigar el 34 ente y, a la vez, nuestro conocimiento acerca del ente partiendo de su con su esfuerzo el plano de la comprensión del ser. Y esto sólo lo fundamento: el ser del ente. Y esto sólo es posible si se va, más allá de puede hacer si entiende el conocimiento humano acerca del ente en el todo ente finito, hasta el último fundamento de todo ser: hasta, el ser horizonte del absoluto. absoluto. Y como —avanzando más— todo ente, cualquiera que sea la región o dimensión del ser a la que pertenezca, coincide en que es Con toda razón la realización de la metafísica en el descubrimiento ente, la metafísica tiene que tratar de todo ente- en general. Esto lo ha ontológico del ente exige esa siempre repetida anticipación (Ausgriff) de hacer no en un compendio ulterior de todos los entes particulares y del ser absoluto, que es en realidad el único arranque a partir del cual el de los ámbitos del ser —que sería imposible— sino en el conocimiento ser del ente puede revelarse en su última profundidad y plenitud. Así se previo fundamental de lo que hace ente al ente, y por lo tanto es común confirma tanto por la historia como por la problemática de contenido de a todo ente: en el saber acerca del ser del ente. Por eso también es la la metafísica, la bipolaridad del concepto clásico de metafísica: como metafísica —precisamente como ciencia fundamental— la ciencia una ciencia del ente en cuanto tal y una ciencia del fundamento universal por antonomasia. Ciencia que abraza la totalidad de la absoluto del ser. Pero de tal manera que en esa dualidad se consuma la realidad, y consecuentemente al abarcarla y fundamentarla trasciende esencia de una sola y misma ciencia. todas las ciencias particulares y todo conocimiento singular empírico. Pero de la misma manera, esto puede hacerlo sólo si le resulta posible Con lo dicho hemos conquistado un preconcepto de metafísica comprender el complejo conjunto de los entes, recurriendo y partiendo sacándolo de la historia. A pesar de todo, queda en pie todavía la del último punto de unidad y fundamento originario: a partir del ser cuestión de si es posible y en qué sentido lo que la tradición del absoluto. Y como estos aspectos —ciencia del ser como ciencia pensamiento occidental ha entendido, y hasta hoy entiende, por fundamental y ciencia general — esencialmente forman un conjunto e metafísica; la cuestión de si se puede fundamentar y realizar integran la unidad de una ciencia, así también esta ciencia es bajo críticamente una metafísica como ciencia, incluso tomando como base cualquiera de estos aspectos lo que su nombre dice: metafísica. El el conocimiento actual del problema y del método. "objeto" de la metafísica nunca es objeto en el sentido de dato físicoempírico. Ese objeto, para conseguirlo y realizarlo con el conocimiento, exige un pensar que va más allá de lo experimentable físicamente, y lo trasciende tendiendo a lo supremo: al ser. Es decir exige un pensar "meta-físico". La historia del problema ha puesto en claro ulteriormente que una básica fundamentación ontológica de la metafísica tiene que alcanzar 35 METAFÍSICA DESDE LATINOAMÉRICA Germán Marquínez Argote siglo XVII gran resonancia y que popularizaría en el XVIII Christian 2. Idea preliminar de metafísica Wolff. En esta forma, el viejo nombre fue desplazado o colocado al lado del nuevo como mero sinónimo: Metaphysica sive Ontologia. 2.1 Por lo que hace al nombre, el tratado que nos ocupa ha recibido varios en el transcurso de los siglos. Así, Aristóteles buscaba una 2.4 Si de la interpretación de los nombres pasamos a definir el objeto Filosofía primera (próte philosophía) en la que estarían radicadas las mismo de la metafísica, nos tenemos que remontara Aristóteles, padre restantes partes del cuerpo filosófico o Filosofía segunda (déutera de la misma. Para éste, el objeto de la filosofía primera es universal, philosophía). Por tener clara conciencia de que un saber universal y frente a las demás ciencias que estudian aspectos particulares de las radical no era algo dado o constituido con anterioridad, sino un objeto cosas. ¿En qué consiste este pretendido carácter universal? Si bien en cuya búsqueda estaba comprometido, llamará también a su filosofía nos fijamos, vemos que las cosas son esto o lo otro, pero si por primera la ciencia que se busca (zetouméne epistéme). En realidad, abstracción prescindimos de las diferencias, esto o lo otro, nos el quehacer metafísico ha sido siempre, en los mejores momentos quedamos con que son, con el mero ser de las mismas. Algo, en tanto creadores, una búsqueda de las últimas y efectivas raíces de las cosas. que es, recibe el nombre de ente (ón). Pues bien, "hay una ciencia que estudia el ente en cuanto ente (ón é ón) y las propiedades que le 2.2 Ausente en las obras de Aristóteles, el término Metafísica se debe corresponden en cuanto tal". Tal ciencia es la filosofía primera o a Andrónico de Rodas, décimo Escolarca del Liceo, quien en el s. I a.C. metafísica. recogió, ordenó y editó las obras completas (corpus aristotelicum) del Estagirita, que hasta entonces figuraban en tratados sueltos. No 2.5 Pero dando un giro imprevisible, nos dice Aristóteles a continuación pareciéndole muy claro el objeto de los tratados de filosofía primera, los que "la palabra ser se dice de muchas maneras, pero que todos estos colocó, para salir del paso, después de los libros de física (tá meta tá sentidos se refieren a una sola cosa". Esta cosa de la que se predica el physiká). Este rótulo, en forma abreviada y sustantivada, pasó a ser el ser en sentido primario es la sustancia (ousía), el ente en sí y de por sí, nombre oficial y propio de este saber primero y fundamental. del cuál dependen los accidentes. En esta forma, "el objeto de las inquisiciones de todos los tiempos, pasados y presentes, la pregunta 2.3 El nombre más reciente es el de Ontología (óntos—lógos), la constante acerca do lo que es el ente (tí tó ón) se reduce a esta otra: ciencia o el tratado del ente, o idea del ser. Nadie antes de Johannes ¿qué es la sustancia?". En virtud de este rápido deslizamiento del plano Clauberg (1674) había utilizado dicho término, que encontraría en el trascendental al categorial, la metafísica se convierte en una 36 investigación de las sustancias. Y es que el mundo entero está, para Aristóteles, sostenido sobre entes que reposan en sí o sustancias. 3.1 Desde M. Kant se viene hablando de un horizonte de nuestro conocimiento, pero, especialmente en nuestros días, han hecho 2.6 Entre las sustancias hay una que es la más noble y suficiente de abundante uso de esta categoría Husserl, Heidegger, Zubiri y Jaspers. todas, el Theós, que como objeto de deseo o amor, mueve a todas sin El término horizonte (del gr. oros, límite) significa en el lenguaje ser ella movida. Siendo esto así, la teoría de la sustancia debe culminar cotidiano aquella línea lejana en la que parece juntarse el cielo con la en una investigación sobre Dios. No es extraño, entonces, que tierra. Así decimos que el sol sale por el horizonte, que las nubes lo Aristóteles Los cubren, etc. Horizonte en este sentido no es solamente la línea que comentaristas del Estagirita señalan el carácter dual que la metafísica limita mi visión ocular, sino también el campo que queda abierto ante tuvo desde un comienzo: el en te en general, por una parte, y, por otra. mis ojos al interior de dicha línea. Ahora bien, dado que nuestro Dios. El puente entre ambos temas, como lo hemos visto, es la entendimiento es una facultad visiva, podemos hablar también de un sustancia. Al pensamiento cristiano le quedará más fácil articular horizonte de visión intelectual. En este segundo sentido, horizonte es el ambos temas mediante la teoría de la creación, desconocida para límite que circunscribe y, por lo mismo, hace posible la búsqueda o Aristóteles. Dios entra en metafísica a título de Causa Primera del ser. investigación de algo. Cierto que puede desplazarse, pero de nuevo Los modernos, a su vez, resolverán el viejo problema de la dualidad, reaparece El hombre ve y entiende todo siempre dentro de un horizonte distinguiendo una metafísica general, que llaman Ontología y que trata de visión ocular o intelectual. de "los califique primeros a su principios filosofía del primera de conocimiento teología. humano" (A.C. Baumgarten) y otra metafísica especial que, a la luz de los primeros 3.2 El principio formal constituyente de un horizonte es la visión. Sin principios, trata del mundo, del alma y de Dios. La Cosmología, la ojos o sin mente no habría horizonte, pero el horizonte no es un Psicología y la Teología natural serían partes especiales dependientes espacio vacío, sino un campo donde están alojadas las cosas vistas. de la Metafísica General u Ontología. Sin cosas tampoco habría horizonte. El horizonte cumple las siguientes funciones: delimita mi campo de visión y, al mismo tiempo, lo 2.7 Podríamos decir, en resumen, que la metafísica, en todos los constituye; totaliza las cosas confiriéndoles un sentido último y, en tiempos, se ha preguntado por el ser en general y por los primeros consecuencia, las aclara. "La claridad del horizonte, escribe Zubiri, no principios y causas del ser. Pero, como vamos a ver, la respuesta a significa la claridad con que se ve el horizonte. El hecho de que el dicha pregunta, aun bajo fórmulas aparentemente iguales, ha ido horizonte se forme inmediatamente en mi visión de las cosas, no quiero cambiando de acuerdo a los distintos horizontes históricos de visión. decir que inmediatamente se vea también el horizonte mismo con plena claridad. Esto equivaldría a convertir el horizonte de visión en una cosa 3. Horizontes históricos de la metafísica vista. El horizonte no es una cosa más que se ve. Propiamente 37 hablando, el horizonte no se ve. Por lo menos, su visión no es nada Las cosas y el hombre mismo sólo se comprenden en tanto que comparable a la visión de las cosas. Se ven las cosas en el horizonte. brotando y formando parte de la naturaleza. Por esta razón Aristóteles En el trato vidente con las cosas se forma el ámbito de claridad que las llamará a tales filósofos "fisiólogos". Pero el propio Aristóteles cuando circunda. Este ámbito sólo es posible gracias a un horizonte. Pero la se formula la pregunta estrictamente metafísica ¿qué es lo que es?, claridad hace ver propiamente las cosas, no el horizonte mismo... El tampoco escapa a dicho horizonte. Lo que siempre y verdaderamente género de claridad que hace derramar sobre las cosas, hace que es para Aristóteles, es la naturaleza; es decir, el conjunto de las veamos éstas y, por tanto, no reparemos en él. El horizonte es sustancias que se generan y corrompen para volver a nacer. Las esencialmente horizonte de y para las cosas. Hace descubrir cosas sustancias, modo primerísimo de ser, constituyen los pivotes sobre los porque se oculta él mismo. Si viéramos el horizonte, no veríamos las que descansa en últimas el mundo, el fondo permanente e inagotable cosas. El horizonte hace ver sin ser visto, esto es, hace posible la dia- de donde emergen todas las manifestaciones y posibilidades. El fanidad". hombre es una sustancia y el propio Theós o Dios queda incluido en la naturaleza como la más noble y autosuficiente de las sustancias. Dios 3.3 Si bien, hasta cierto punto, el horizonte pasa desapercibido para no crea, no produce las cosas. Las cosas se hacen y son por sí mismas quien vive de su claridad, dentro de él, es posible, empero, comprender bajo un cierto influjo de Dios que, como sustancia perfectísima, suscita un horizonte desde otro horizonte. La distancia que nos da el tiempo en todas las demás el deseo o la aspiración a ser en acto lo que por nos permite diferenciar hoy los distintos horizontes históricos dentro de naturaleza pueden y tienen que ser. En este sentido afirma Aristóteles los cuales se planteó y se trató de responder la pregunta metafísica: que el Theós mueve sin ser movido. Aun admitiendo cierta ¿qué es el ser? Estos han sido fundamentalmente tres: el horizonte de trascendencia en el Dios de Aristóteles, es evidente que éste es la physis, el horizonte de la creación y el horizonte de la subjetividad. El avistado dentro del horizonte griego de visión que, como venimos primero corresponde a la filosofía griega, el segundo a la filosofía afirmando, fue en todo momento la naturaleza o physis. cristiana, el tercero a la filosofía moderna. ¿Existe hoy un nuevo horizonte postmoderno que nos permita hacer metafísica? 3.5 Pero si para el griego el mundo es physis, para el cristiano es creación. Estamos, pues, ante un nuevo horizonte de visión, en el cual 3.4 En cuanto a los griegos es claro que su horizonte de comprensión las mismas categorías metafísicas griegas, aunque sean asumidas, no fue la physis o naturaleza. Cuando los presocráticos, profundamente van a tener el mismo sentido. A este propósito escribe Zubiri: "El conmovidos por los cambios que observan en las cosas, se preguntan cristianismo tiene una idea de mundo distinta de la de los griegos. La ¿de qué están hechas?, buscan un principio (arkhé) del cual nacen y al idea de mundo fue uno de los más importantes puntos de encuentro del cual revierten cuando mueren. Este fondo universal del que todo cristianismo con la filosofía, y lo que forzó a los pensadores cristianos a emerge y al que todo retorna cíclicamente, es la naturaleza o physis. elaborar un pensamiento filosófico propio. Puede decirse que 38 originariamente toda la radical innovación que el cristianismo introduce en la filosofía es una nueva idea del mundo. Mientras los metafísicos 3.7 Con Descartes adviene la modernidad y con ésta se inaugura un cristianos, salvo en puntos concretos, absorben, depuran y elevan la nuevo horizonte: el de la subjetividad. El yo—pienso (ego cogito) se metafísica griega, en cambio rompen con ésta por su idea del mundo. Y convierte en el primer principio indubitable de la nueva filosofía. Y a ante todo por la raíz de éste: el mundo está "creado". Este es su medida que el incipiente ideísmo cartesiano avance hacia el idealismo carácter último y para muchos pensadores un carácter formal e en sus diversas formas, el mundo natural y Dios pasarán a ser merum intrínseco del mundo en cuanto tal. Mundo es entonces la totalidad del cogitatum o meras cosas pensadas, y por lo mismo, radicadas en el yo, ente creado qua creado. Con ello, la metafísica se convierte en teoría nueva realidad radical. Dentro del nuevo horizonte, las cosas no son lo de la creación". que de suyo son, sino lo que yo pienso que son. La metafísica dará en teoría crítica del conocimiento. La ontología, en este contexto, no 3.6 Ya dentro del horizonte de la creación, será imposible entender el tratará del ser, sino de la idea del ser. Este tipo de metafísica ser como la madre naturaleza de los presocráticos o la naturaleza ontológica tiene su última y máxima expresión en La ciencia de la siempre activa de las sustancias. Ser para los grandes metafísicos lógica de Hegel. Pero la metafísica no podía seguir siendo una lógica escolásticos significa ser creante o ser creado. La creación está del mundo de las abstracciones. De aquí que fuera repudiada por todos siempre presente en su especulación como horizonte último. Tomás de los grandes espíritus de la segunda mitad del s. XIX: "La metafísica, Aquino, por ejemplo, entenderá el ser como acto (esse ut actus) o como la teología, escribe Augusto Comte, trata sobre todo de explicar perfección de todas las perfecciones, que las cosas participan en la la naturaleza íntima de los seres, el origen y destino de las cosas..., medida de su esencia siempre finita. Dios, en cambio, es el Ipsum Esse pero en lugar de operar con los agentes sobrenaturales propiamente o plenitud del ser. Seres participación. Para Duns Scoto, otro de los dichos, los reemplaza cada vez más por esas entidades o grandes metafísicos escolásticos, las cosas son "no—nadas" en cuanto abstracciones personificadas, cuyo uso verdaderamente característico están viniendo de la nada. En consecuencia, ser es para Scoto existir o ha permitido a menudo designarla con el nombre de ontología". existencia (ek—sistencia) pura y simple. Finalmente Francisco Suárez, prescindiendo de la cuestión de la existencia, considera que la palabra 3.8 Si la ontología ha muerto en la medida en que no nos es posible ser (ens en sentido nominal) significa todo lo que, por ser pensar hoy desde el horizonte de la subjetividad, ¿tendremos que incontradictorio, es factible o realizable por Dios. Ser es posibilidad. En retornar al horizonte de la creación o de la physis para poder hacer resumidas cuentas, la historia de la metafísica en los grandes metafísica? O más bien, ¿habrá que confesar con los grandes filósofos pensadores cristianos, desde la edad media al renacimiento, no es sino de la segunda mitad del pasado siglo (Marx, Nietzsche, Comte) que la historia de esta cuestión: ¿Qué es el ser creado en tanto que toda metafísica ha definitivamente muerto? O sin regresar al pasado y creado? sin negarnos a un posible futuro, ¿podemos todavía pensar en una 39 nueva posibilidad para el quehacer metafísico? Este es el reto que tienen planteadas las metafísicas postmodernas. La metafísica, en efecto, fue posible de nuevo en nuestro siglo en la medida en que se pretendió superar el horizonte de la modernidad e instaurar un nuevo horizonte, vagamente intuido por Henri Bergson y posteriormente por la fenomenología y el existencialismo y que podríamos sintetizar en el grito de E. Husserl: "ir a las cosas mismas". 3.9 Pues bien, el nuevo horizonte que hoy alcanzamos a contemplar es el de la realidad-alteridad. Nace de una ruptura franca y decidida con el idealismo moderno, pero no para recaer ingenuamente en alguno de los viejos realismos. El realismo griego fue fisicista, el nuevo realismo es humanista, más aún, personalista. El personalismo es un aspecto fundamental que comparte el nuevo realismo con el realismo cristiano, pero el nuevo personalismo no es teológico. La nueva metafísica quiere ser una metafísica intramundana y, sólo por profundización de la condición mundana y humana de la realidad, aspira a abrirse a la trascendencia teologal. El nuevo horizonte es el de la realidad a la que el hombre está abierto por el hecho de ser hombre. La realidad es lo que las cosas son de suyo. A la luz de este horizonte las cosas se presentan como lo otro que yo, y los hombres como los otros como yo, es decir, prójimos. La realidad funda la alteridad y la alteridad es el complemento de la realidad a nivel personal. Dentro de este nuevo horizonte realista y alterativo, el ser, tema privilegiado en todas las metafísicas históricas, queda relegado a un segundo plano: el ser es acto segundo. Ni que (lucir tiene que son Xavier Zubiri y Emmanuel Levinas quienes han hecho posible definitivamente el nuevo horizonte. Sólo resta justificar cómo responde este nuevo estilo de pensar postmoderno a los problemas que hoy tenemos planteados los latinoamericanos. 40 SÓCRATES, PLATÓN, ARISTÓTELES, SANTO TOMÁS DE AQUINO MODELOS DE APROXIMACIÓN A LA TRASCENDENCIA (Peter Henrici: Introduzione alla Metafísica) 1.-SÓCRATES Y EL VALOR ÉTICO INCONDICIONADO. Con Sócrates (y no con los presocráticos) comienza la gran tradición de la metafísica griega, que proseguirá de manera ininterrumpida hasta el Medioevo. Después de la crisis sofística (utilitarismo y relativismo de un discurso ―logos― reducido a ser solamente un hablar persuasivo), Sócrates, a pesar de adoptar la perspectiva antropocéntrica (y no cosmocéntrica) de los sofistas, señala la posibilidad, para el ser humano, de conocer un absoluto, inefable y la Esta educación del alma se desarrolla, esencialmente, en dos fases: la primera consiste en liberar al alma de la ignorancia y de una falsa apariencia del saber (doxa) por medio de una crisis purificante (Sofista 230b-c), con el fin de estimularla para buscar la verdad, para una profundización posterior del conocimiento (conclusión de los diversos diálogos: “De eso hablaremos en otra ocasión”). La segunda fase, la mayéutica, (Teeteto 148e-150d) hará descubrir al interlocutor (y al lector del dialogo) un saber que ya tenia sin ser consciente de ello. Un saber de orden practico que sirve para regir la necesidad de orientar la propia conducta moral de acuerdo acción (arete, traducido imperfectamente por virtud). a este absoluto. Sócrates no ha dejado ningún escrito, por lo que no es sino a través de los diálogos de Platón, sobre todo los del primer periodo, que debemos reconstruir su figura y su enseñanza (no su doctrina porque pareciera no haber tenido alguna). Al fin, la personalidad de Sócrates se mostrara mas importante para la metafísica que su enseñanza. 1.2 El dialogo Eutrifón puede servir como ejemplo. El sacerdote Eutrifón, mientras esta a punto de acusar a su padre de haber dejado morir por negligencia a un delincuente, acusación que considera su deber desde el punto de vista religioso (hosion), encuentra a Sócrates ante el tribunal, acusado de impiedad por Meleto. Los dos, Eutrifón y Meleto, deben, por lo tanto, saber exactamente que es lo religioso y que 1.1. En general, Sócrates aparece sobre todo como un educador. Sin embargo, mientras la educación griega clásica miraba de manera cosa es lo irreligioso o impío. Se busca definir y fijar este saber en un dialogo que se desarrolla conforme a las siguientes fases: particular a la destreza física (deportes, artes, técnicas), Sócrates se 1o Lo religioso debe ser siempre lo mismo, idéntico a sí mismo y preocupa únicamente de la psyche, del alma, es decir, de aquello que siempre distinto de su contrario (5c-d) por un carácter único, de acuerdo gobierna las acciones. (Apología 29d-30b; Carmide 154d-e; Alcibíades con el cual cualquier acto impío es impío y cualquier acto religioso es 128a-130e). religioso. (6d-e). 41 2o Eutrifón define lo religioso metodológicamente: es el actuar convencido que el sabe perfectamente por qué actúa así, acusando a siguiendo el ejemplo de los dioses (5d-a), es aquello que es agradable a su padre (15d). los dioses (6a). Pero Sócrates no acepta estas historias (6a-c) y, por otra parte, los propios dioses mitológicos están divididos entre ellos (7b, 8a-b). 1.3 Este dialogo, por lo tanto, nos permite asistir, en pleno, a la crisis de la religión mitológica como norma de comportamiento: ella no solo 3o Un disenso semejante es posible porque no se trata de hechos verificables, medibles, sino de valores (7b-d); y todavía cabe añadir que la discusión no versa acerca del aprecio de estos valores en si, sino la valoración de los actos particulares, en cuanto corresponden o no a resulta incapaz de precisar las normas de acción que han de regir de frente a la razón (2o), sino que conduce a Eutrifón a una acción que será desaprobada por la mayor parte de los hombres (6a) y por parte de Mileto al acusar a Sócrates. ellos (8de). Sócrates, sin embargo, no contrapone a esta religión otro tipo de saber: 4o Si, para evitar la dificultad, se define lo religioso como aquello que es aprobado por todos los dioses (9d-e), la cuestión se replantea el asunto como pregunta por el fundamento de este consenso: .lo que es religioso es aprobado por los dioses porque es religioso o es religioso porque los dioses lo aprueban? (10a). Ahora bien, puesto que es claro que una cosa es amada por el hecho de ser amable y que no es amable porque sea amada de hecho, se sigue que lo religioso es amado por los dioses por la propia naturaleza de lo religioso. Es algo, por decirlo así, que se impone a los propios dioses y, por ello, será necesario definir esa naturaleza, esta esencia (ousia, el ser) de lo religioso (10d-11b). 5o La definición que se pretende entonces, a partir el género y la especie (una especie de justicia) recurre de nuevo y tras un largo giro, (lo que es correcto conforme al ritual), a aquello que es agradable a los ni el juicio de la mayor parte de los hombres, ni una simple definición a nivel de la manipulación de la palabra, a la manera de los sofistas (5o). Sócrates, más bien, se remite al fondo mismo de la religión mitológica: una ley que se impone a los dioses (4o) y que resulta de la naturaleza, del ser mismo que se trata de juzgar (1o, 3o, 4o). Esta naturaleza de lo religioso no es posible expresarla, no se deja definir (incluso el discurso se muestra inadecuado ante esta realidad), pero, sin embargo, no es algo que se pueda despreciar: en el fondo de este dialogo, subyace la solida convicción de que lo religioso existe, con su naturaleza bien definida (que se impone de manera determinada e inmutable a lo impío) y que, en cuanto tal, es norma de acción. Es en el actuar, en efecto, que Eutrifón, Meleto (y Sócrates) muestran que ellos saben lo que es religioso y como se deben comportar ―en absoluto, hasta la muerte― el que es religioso y no impío. dioses (15a-e) para definir de que especie de justicia se trata: el circulo vicioso se cierra. Hay, por lo tanto, un saber cierto, presente en la acción (un saber vivido) que no se deja expresar o explicar, porque tiene que ver con lo 6o A estas alturas, Eutrifón deja el discurso, aunque Sócrates se diga que se encuentra mas allá de aquello de lo que se puede disponer con 42 el discurso (de aquello que se puede manipular expresándose de una único) que fundamenta (realmente, ontológicamente, explicando el por manera mejor que en otra: una norma absoluta que se impone incluso a que es así), lo múltiple (las diversas acciones religiosas, los diferentes los dioses míticos, es decir, que da fundamento al mito mismo. triángulos, etc.). Es, por lo mismo, el deber ser, la norma ontológica que se encuentra mas allá de los datos de la experiencia (y de la cual derivan estos hechos). Este prototipo tiene los siguientes caracteres: 2. PLATÓN Y EL AMOR DE LA BELLEZA. 2o “En si mismo”, “siempre el mismo” (auto to$, auto kath’hauton: lo Platón persigue, con su pensamiento, la misma finalidad política que Sócrates: promover el bienestar de la ciudad, asumiendo el rol de educador. Sin embargo, al procurar hacerlo con una enseñanza mas mismo en si mismo = es precisamente esto), queriendo significar con ello que no se debe definir en relación a aquel que conoce (contra los sofistas) ni como variable (ahora así, después de otra manera, contra continua y sistemática y por medio de obras escritas, Platón es conducido a encontrar respuestas a lo que quedaba como preguntas abiertas en Sócrates y a transformar en doctrina metafísica la búsqueda socrática. Heráclito), sino que es inmóvil (no esta, por lo tanto, sujeto al devenir, entendiendo por movimiento (kinesis) cualquier tipo de cambio y devenir). Platón recupero con ello algunos rasgos del ser inmóvil de Parménides. En efecto, la idea es denominada también: El explica así el saber descubierto por Sócrates con la teoría de la preexistencia del alma y de la reminiscencia (anamnesis ―Menón 8286). Son tres las doctrinas platónicas que nos interesan aquí. 3o El verdadero ser, la realidad mas real (ontos on), en oposición a la simple apariencia (doxa) que descubre todo lo sensible, todo el mundo de la experiencia. Contrariamente, por lo tanto, a nuestra manera de hablar (no es sino 2.1 La doctrina de las “ideas” puede remontarse, en cuanto a la terminología, al propio Sócrates (Eutrifón 5,d, 6d: “mi idea”, “un carácter único”), donde la idea indica cierta configuración visible (de idein, ver) fija y característica a la luz de la cual se reconoce una cosa (una virtud) una idea), la idea es, para Platón, algo mas real, mas existente que las cosas materiales y los datos de la experiencia. Ella es tal en cuanto es inmóvil, no siendo el movimiento sino una manera insuficiente de ser (lo que llega a ser no es todavía en plenitud). a partir de aquello que ella es. Nosotros, trataremos de comprender este modo de ver de Platón, En Platón, la idea se convierte en una realidad ontológica, una especie de ser. 1o Un prototipo (no solo un ejemplar), al cual se deben parecer todos los seres (acciones virtuosas, figuras geométricas, seres existentes) de una especie o de otra; es, por lo tanto lo uno (la naturaleza, el carácter recordando que cualquier regla verdadera para nuestra conducta debe ser realista, adecuada a la realidad. El deber ser, impone su ley incluso al ser y es, por ello, más real que aquello que viene realizado en la experiencia. En este sentido, la idea Platónica es: 43 4o Suprasensible, algo mas que aquello que puede ser objeto de la determinada) sino también principios ontológicos (una acción es justa experiencia y, por ello, puramente inteligible, que no se puede ver sino por su semejanza con la idea de justicia, etc.), la idea del Bien es el con el pensamiento (no con los sentidos). principio ontológico supremo: aquello a partir de lo cual todo lo que es Con todo esto, Platón nos ensena que hay algo real más real que aquello que consideramos habitualmente como la única realidad: algo bueno adquiere su ser, su valor. La idea del Bien es aquello que explica, en ultima instancia, el por que de todo lo que es. mas real que aquello que se presenta a nuestros sentidos, de lo que En cuanto tal, la idea del Bien esta mas allá de todo lo que puede ser puede ser visto, escuchado, etc. (algo también mas real que aquello (epekeina tes ousias: República 509b) y reina sobre el mundo inteligible que puede ser percibido a través de las experiencias suprasensibles, de las ideas (República 509d). La idea del bien adquiere, así, rasgos parasicológicas o espirituales: la idea Platónica no se conoce sino con divinos, y la metafísica, en cuanto conduce a conocer (por medio del el puro pensamiento). Esto mas real que aquello que vemos discurso, del logos) esta idea del bien, se convierte en teología (cuyo habitualmente, es descrito de la manera mas clara por Platón en la nombre se remonta, precisamente, a Platón). famosa alegoría de La Caverna (República 514a-516c): a partir de las sombras proyectadas sobre la pared, se llega a los objetos a los que pertenecen dichas sombras y a la luz del fuego que las proyecta (y, finalmente, al sol que es mucho mas luminoso que el fuego). Ahora bien, en cuanto visible (a la inteligencia, al pensamiento), el Bien se identifica con lo Bello (la justa medida, la armonía, el orden interno del ser) mucho mas fácilmente en cuanto que para los griegos la virtud y la bondad constituyen una sola cosa (kalokagathia – belleza bondad), mientras el vicio es feo, vergonzoso. 2.2 La idea del Bien (República 517b-e) es, por decirlo así, la idea de las ideas, el principio supremo a partir de la cual las demás ideas adquieren su valor y su inteligibilidad. De hecho, ninguna virtud es virtud, ningún placer es placer, si no es un placer bueno, una manera buena de obrar (República 505c-d), y para conocerla, es necesario, en primer lugar, conocer el bien como tal (República 505a-b), conocimiento necesario, sobre todo, para aquellos que tienen el encargo de gobernar 2.3 Para acceder al conocimiento de la idea del Bien, para verla, la mente humana debe salir del mundo de los sentidos y de la apariencia e, incluso, morir; muerte a la cual arrastra la filosofía (Fedón 661b-d) y que ella misma anticipa con una purificación progresiva que libera al alma de las cadenas que la ligan al cuerpo. Platón propone dos vías para esa purificación-ascensión: la ciudad (República 505e- 506a). Por medio del amor (eros) que, atraído por la Belleza, supera las La idea del Bien es, pues, el principio supremo de unificación de lo múltiple. Y como las ideas no son solamente los principios del conocimiento (aquello por lo cual se reconoce como justa una acción tendencias instintivas del alma y que lo lanzan hacia abajo (Fedro 237d238c, 253c-254e). Este amor es descrito en el discurso de iniciación de Diotima en El Banquete, donde el propio Sócrates es iniciado en este 44 amor que, hijo de Poros y de Penia esta en búsqueda de lo bello y del saber (Banquete 203c-204c) y que, atraído por las bellezas de este 3.1 Lo que es el ser. mundo, se eleva hasta la Belleza que existe en si misma y por si misma, simple y eterna, de la cual participan todas las cosas bellas. (Banquete 209e- 212a). El vértice de esta ascensión seria el éxtasis místico ante esta Belleza divina. 3.11 La episteme o ciencia, a la que aspiraba Aristóteles en toda su obra, significa un saber fundamentado, un saber que sabe lo que es necesariamente (y por ello siempre, eternamente) así, puesto que conoce el por que de lo que es conocido, su fundamento (ultimo), su Ahora bien, la metafísica, no siendo ni experiencia mística ni éxtasis, causa. debe tratar de recuperar, mediante un discurso conceptual, dialectico (deuteros plous: el segundo tipo de navegación, es decir, remando “a puro pulmón” cuando el viento no es capaz ya de inflar las velas y hacer avanzar a la barca: Fedón 99d) aquello que eros hace ver directamente. Ese saber se adquiere por medio del silogismo que une la verdad de la conclusión a sus premisas (la proposición mayor). Así, yo se que soy mortal por el hecho que todos los hombres son mortales y que todos los hombres son mortales porque cualquier viviente que esta compuesto de Aquí no seguimos mas a Platón en este modo de razonar per medio de partes, puede dejar de vivir$ proporciones y armonías (razonamiento todavía estético) porque lo encontraremos, de una forma mas críticamente elaborada, en Aristóteles. Ahora bien, el silogismo se compone de juicios que enuncian un ser: es así, mientras que los conceptos de los que se compone el juicio afirman los que es (así). El lugar propio de la verdad (científica) es el ser (así) de lo que es, o en otros términos, lo que es en cuanto es (on he on, ens 3. ARISTÓTELES Y EL FUNDAMENTO DE LO QUE ES qua ens)$ La ciencia fundamental, la filosofía primera, deberá, por ello, VERDADERO. considerar lo que es en cuanto es, o bien, el ser de los seres: ella será La filosofía primera de Aristóteles ha dado a la metafísica no solamente una filosofía del ser (del es así). el nombre, sino también su contenido y sus estructuras fundamentales. 3.12 Un rápido análisis semántico de este ser, muestra que el es así se Como la lógica de Aristóteles, durante mas de 2000 anos era la lógica dice de modos diferentes (to on pollachos legetai): sin mas, de la misma manera, la Metafísica de Aristóteles se convirtió en La Metafísica. 1o En el caso principal, cuando se trata de un saber verdaderamente científico (necesario) y fundamentado, ser significa lo que el sujeto (del Nuestra exposición no busca hacer una reconstrucción histórica de lo juicio) es en si mismo (su esencia) o lo que le pertenece pudo haber sido la metafísica para Aristóteles, sino hacernos repensar necesariamente y de suyo: diciendo es, se enuncia la verdad profunda sistemáticamente las doctrinas fundamentales de esa metafísica. de aquello de lo que se habla (por ejemplo, el hombre es mortal). A este modo, Aristóteles lo llama el ser por esencia, en latín, per se. 45 2o También pueden ser verdaderos los juicios que no se fundamentan (como en Platón) sino diferentes maneras de ser realmente: lo que sobre esta esencia, que no tienen nada de necesario (ni de puede ser es en un sentido diferente de lo que es necesariamente o que demostrable), sino que son verdaderas de hecho, (por ejemplo Catalina es por accidente (que no existe sino como puro hecho). esta resfriada). Aristóteles llama a este modo ser por accidente, en latín, per accidens. Por ello, el termino ser no es ni univoco (como animal se predica del perro y del pez), ni equivoco (un puro homónimo, como manzana 3o Pueden ser verdaderos también los juicios que no se fundamentan ―fruta― y manzana ―un espacio determinado de un predio en algo que es de hecho, sino en algo que puede ser, en un poder ser urbanizado―), sino que es empleado en un sentido análogo, con real. (Por ejemplo Pedro toca bien el piano como una posibilidad real no significados diferentes pero que tienen una cierta relación entre sí como una realidad actual). Este modo, Aristóteles lo llama ser en (analogon, de acuerdo con una relación). Así, sano se predica del potencia, en latín in potentia. bienestar físico de un ser humano, pero una comida o un clima se dicen 4o Finalmente, es así, puede servir también para afirmar lo que no existe o no puede existir (por ejemplo, el latín le era desconocido a Sócrates). En este caso, el verbo ser tiene una función puramente sanos porque favorecen la salud o una lectura se denomina sana porque procura al alma algo semejante a lo que la salud representa para el cuerpo. lógica y sirve para explicar incluso una negación, sin significar de De las realidades de las que se predica el ser, al ser por esencia (ousia, ninguna manera una existencia, un ser. En este caso no hace sino unir lo que es), le corresponde en sentido propio y en sentido derivado por de una manera absoluta el predicado al sujeto. Aristóteles llama a este su relación con este modo de ser, a los otros. Estos otros modos son, modo el ser en cuanto verdadero (y el no ser en cuanto falso), en latín pues, en el plano ontológico, únicamente en sentido análogo. (Nótese essere copulae, secundum compositione et divisione. que el ser por excelencia, lo que es propiamente, no es ya en La confrontación de los tres primeros significados con el cuarto muestra que ser tiene siempre el carácter de afirmación absoluta (verdadera Aristóteles, un ontos on mas allá del mundo de la experiencia, sino la ousia misma, el ser de los seres de este mundo). para todos, en cualquier hipótesis, simplemente), lo que significa 3.14 Las categorías designan, entonces, los modos de ser de la o en la normalmente una existencia, según las diferentes modalidades en que ousia misma. Ellas se deducen, de nuevo, de un hecho lingüístico: de la algo se puede dar, puede existir. La lógica no hace, pues, sino mostrar manera como se enuncia (Kategorein = enunciar) lo que es, es decir, se lo ontológico, el modo como esta siendo de hecho el mundo real. deducen del juicio, siempre compuesto por un sujeto y un predicado. 3.13 La analogía del ser debe ser comprendida en esta dimensión El sujeto designa lo que es propiamente, la ousia como tal: la sustancia ontológica. Los análisis precedentes han mostrado que ser se predica (lo que sostiene, substat, todo el ser, o bien lo que es en si mismo, ens de modo mas o menos propio: no existen tanto diferentes grados de ser in se). 46 Por los predicados, Aristóteles distingue nueve aspectos, bajo los estos seres a la luz de lo que hemos descubierto acerca del ser (el cuales puede ser considerado el ser en cuanto tal de un sujeto (y por poder ser objeto de ciencia cierta) como tal? ello nueve maneras de ser de la sustancia): cantidad (quanto), cualidad (como), relación (en contacto con que), lugar (donde), tiempo (cuando), posición (en cual postura), haber (provisto de que), actividad y pasividad. Estas maneras de ser no existen en si, sino solamente en otro (entia in alio), en la sustancia, como aquello que le sucede ser (accidente). Las diez categorías (sustancia + 9 categorías de accidentes) constituyen, por lo tanto, los géneros supremos de todo lo que es o puede ser. Sin embargo, el elenco de las categorías de accidentes, variable en el propio Aristóteles, en cuanto lo establece de un modo empírico, no es considerado ni necesario ni exhaustivo. Aristóteles trato de responder a estas cuestiones considerando, de preferencia los seres vivos. Los vivientes, en efecto, son los seres que conocemos mejor, es decir, que reconocemos mas fácilmente como tales seres (un perro o un pájaro, un cuervo o un colibrí), y de los cuales resulta evidente que un individuo permanece idéntico a si mismo a través de todos su cambios (este pino será siempre este pino, desde su primera aparición hasta que no sea cortado y, tal vez, transformado). 3.21 La composición de los seres singulares de forma y materia, responde a la cuestión acerca del modo como podemos conocer que este ser es tal ser. De hecho, nosotros reconocemos un ser (singular) por aquello que el es de acuerdo con un cierto aspecto exterior, característico, siempre el mismo y que tiene en común con los otros seres de la misma especie. 3.2 La Constitución de los seres concretos. (Un gato se distingue de un perro por su tamaño, su pelo, su manera de andar, por algo que es común a todos los gatos). A la luz de estos principios ontológicos, descubiertos mediante un análisis lógico de lo que es verdadero, podemos considerar ahora los seres concretos, dados en la experiencia. Y es ahí, en los limites de la física, donde se presentan las principales dificultades que debe superar la metafísica aristotélica. Los contenidos del saber verdadero son (y deben ser) universales y necesarios, y el ser que funda este saber Su forma (morphe) especifica es un conjunto estructurado de rasgos característicos que forman un todo que es algo mas o diverso de la suma (o la unión) de sus partes (así, incluso desde el plano fonético, de tiene una forma (significativa) que es algo mas que la unión de un d y una e. deberá ser, el también, universal y necesario. Ahora bien, los seres que Considerando el argumento mas a fondo, se encontrara que este ser se nos dan en la experiencia se nos presentan siempre como singulares debe tener un principio interno de unidad, en virtud del cual presenta y variables (en devenir). .Como es posible que las estructuras siempre este aspecto especifico: es un gato, no solamente se parece a ontológicas fundamentales son, o pueden ser, verdaderas para los un gato. seres dados en la experiencia? .De que manera habrá que concebir Para los seres vivos, es su principio vital (psyche) o entelequia 47 (literalmente el ser cumplido, pleno, completado); los productos que, en cuanto cambiante, el individuo no logra nunca a ser artificiales de la técnica humana, por el contrario, no tienen ni siquiera perfectamente igual a ella. A estas cuestiones, Aristóteles responde una morphe, su forma no es sino un esquema (una cierta disposición analizando el modo en que podemos y debemos pensar el devenir característica de las partes, como por ejemplo la de una mesa o una (Kinesis, movimiento). silla, que no están provistos de una unidad interna). 1o Porque si se da el devenir, es necesario que haya algo que devenga, Ahora bien, la forma de un viviente no es propia del individuo, en cuanto que a pesar de cambiar, permanece el mismo (de otra manera, no se la comparte con todos los individuos de la misma especie. .De que estaría ante esto que deviene, sino ante una sustitución de un ser por manera se distingue, entonces, de sus semejantes? Para resolver esta otro). Es necesario, por ello, en todo devenir, que haya un sustrato cuestión, Aristóteles recurre, insólitamente, al modelo de los productos (hypokeimenon). artificiales. Así como se puede multiplicar el mismo objeto reproduciendo la misma forma (de una mesa, de una estatua) usando materiales nuevos, así sucedería en los seres vivos: cada individuo seria un todo compuesto (synolon) de forma (idéntica para toda la especie) y de materia individual. Esta teoría se llama hilemorfismo (de hyle y morphe). Lo que es, aquello que existe realmente, no es, pues, ni la forma ni la materia solamente, sino el todo, el concreto; pero es así, tal como es, en virtud de la forma. Y es por ello que se puede decir: es la forma la que da el ser. La materia, como tal, tomado por si misma, no es nada (ni esto, ni aquello y, por ello, tampoco existente): es un puro poder ser (en latín potentia pura). 2o Todo devenir se desarrolla entre dos términos, uno inicial y otro final (la semilla – el árbol, la ignorancia – el saber matemático, etc.). El primero se caracteriza por la carencia (steresis, privación) de lo que se encuentra (hexis, tener) en el termino final: una perfección, un ser efectivamente así (energeia, acto, actividad; la terminología muestra que Aristóteles tenia en mente especialmente las perfecciones activas, la vida de los seres vivos). 3o Al termino inicial, sin embargo, no solo le falta solamente este acto. Puesto que el sustrato lo tendrá al final, a pesar de permanecer el mismo, puede tenerlo desde el principio: es más, esta destinado a haberlo (en cuanto el devenir se desarrolla de manera ordenada, en una sola dirección: el huevo no se convierte en cualquier cosa, sino en una 3.22 Los seres cambiantes y en movimiento (como lo son todos los pollo ―si es huevo de gallina por supuesto― o en un huevo frito, tibio, seres dados en nuestra experiencia) ofrecen un problema ulterior. Para cocido o a la mexicana). En el termino inicial del devenir se encuentra, explicar como pueden ser verdaderos, es necesario responder no pues, un poder ser determinado (dynamis, potencia; la terminología solamente a las dificultades ya vistas por Parménides y los eléatas, (lo remite, de nuevo, a la capacidad de obrar de los seres vivos), el cual se que es no cambia, lo que cambia no es), sino también ver de que debe describir no solo como aquello que no es el acto, sino como lo que manera un ser puede permanecer el mismo convirtiéndose en otro y en puede pasar al acto, al cual esta ordenado. Es, por lo tanto, a partir del que sentido se puede afirmar de manera absoluta su forma a pesar de acto, que se define el poder ser o la potencia: el acto es anterior a la 48 potencia (mas fundamental que la potencia). Del ser en devenir, la distinción entre acto y potencia puede ser 4o Todo lo que deviene esta, pues, compuesto de acto y potencia (de ser efectivamente y de poder ser) que no solamente se suceden (primero es la potencia, después el acto), sino que son simultáneamente, puesto que el devenir efectivo elimina solamente la carencia de acto que se encuentra en el termino inicial y no el poder ser. Esto, por el contrario, permanece el mismo y, poco a poco, se va transferida analógicamente a las otras composiciones del ser concreto: así, la forma actualiza la materia (la que hemos definido como un puro poder ser, una potencia) y la sustancia esta en potencia de ser actualizada por medio de sus accidentes. Se nos preguntara, finalmente, por el valor ontológico de esta distinción: .los seres están constituidos verdaderamente de dos principios, o es esta una pura teoría metafísica para hacer pensable el devenir? realizando, actualizando. 5o Un análisis del ser en devenir servirá para subrayar esta Se debe responder, al parecer, que no podemos pensar de otra manera el devenir; y puesto que el principio rector de toda nuestra indagación simultaneidad del acto y la potencia en aquello que deviene. era el de buscar el fundamento de nuestro saber en el ser real, Lo que deviene, en efecto, no se encuentra ni al principio ni al final de su devenir, sino entre los dos, es decir, todo lo que esta en devenir ha deberemos admitir que este pensamiento necesario no parece sostenerse sin un fundamento ontológico. devenido ya y devendrá todavía. A cada momento (parte de un movimiento) de su devenir, el ser que deviene se encontrara al mismo tiempo en la situación ontológica de termino final y de termino inicial. 3.23 La posibilidad real del devenir depende, sin embargo, de otros factores que Aristóteles llama causa ((aitiai, aquello en virtud de lo cual algo es). Hasta aquí, en efecto, no hemos establecido sino la Con ello, podemos entender la definición aristotélica del devenir: es el acto de un ser en potencia en cuanto está todavía en potencia, es decir, es ya una actualización de la potencia ―no esta ya en el termino pensabilidad del devenir (que no es absurdo, impensable o una pura apariencia falaz). Es necesario aun, ver en virtud de que eso se produce realmente. inicial― pero esta actualización está todavía en potencia en relación al 1o En el ser mismo que deviene se requieren dos causas internas: algo termino final. que cambia y algo que permanece. Por analogía con los productos 6o En conclusión, acto y potencia son distintos como la perfección y el poder ser perfecto: son contrarios, pero relativos el uno al otro. Aunque distintos, no se suceden el uno al otro, sino que existen artificiales de la técnica humana, la primera se llama causa formal, la segunda causa material, suponiendo que el mismo material recibe una nueva forma por medio del proceso formativo. simultáneamente: el acto de un ser en devenir es un acto que actualiza una potencia, un acto recibido en una potencia. Propiamente hablando, acto y potencia no son: es por ellos que el ser en devenir es: no son entes, sino principios de los entes (en devenir). 2o De acuerdo con la naturaleza del cambio que se produce, estas causas pueden ser diferentes: ―La ousia, a pesar de seguir siendo la misma, puede ser cambiada 49 accidentalmente, es decir, recibir nuevos predicados (el ser humano que comunica con su obrar algo de su propia actualidad a otro; el que llega a ser filosofo, el pedazo de madera una estatua$). La causa esta en acto, actualiza lo que el otro no era sino en potencia. En el caso material es entonces la ousia misma; la causa formal, los accidentes. de los seres vivos que se desarrollan, su perfección final se encuentra ―Pero la ousia misma puede ser destruida o constituida, a lo que Aristóteles le llama generación o corrupción (especialmente en el caso de los seres vivos). La causa material que permanece son ahora los elementos (stoicheia) mientras la forma es la forma potencial (la morphe o entelequia) del mismo ser. ya preformada en su entelequia; esta es, pues, la verdadera causa final de su desarrollo (que se llama entonces teleológico: que se explica con su fin, de acuerdo con un termino que remite a Kant y no a Aristóteles), y estas nos aparecerá como una especie de tensión dinámica por realizarse a si misma. Esta realización, sin embargo, no puede hacerse sino con la influencia de una causa externa (la lluvia, la energía solar$, ―Finalmente, suponiendo que los elementos puedan ser destruidos o lo que Aristóteles denomina globalmente, la influencia del cielo). cambiados el uno en el otro, no quedaría como causa material sino un sustrato universal, absolutamente indeterminado (nec quid, nec quale, nec quantus, nec aliquid eorum quibus ens determinatum), el cual no es nada, puesto que es un real poder ser (poder ser todo, es decir cualquier cosa). Aristóteles lo llama materia prima, (prote hyle, en 4o La necesidad de una causa externa para el devenir se anuncia en el famoso principio del movimiento; todo aquello que se mueve (que deviene, que cambia) es movido por otro. En latín, quidquid movetur, ab alio movetur. oposición a la materia segunda que son los elementos ya formados), 3.24 El Dios aristotélico viene descubierto por medio del razonamiento, ingenerable e incorruptible y, por ello, eterna. aplicando sistemáticamente el principio del movimiento. Mientras que 3o Fuera del ser que deviene, hay todavía otra causa o incluso diversas causas externas, puesto que al termino final del devenir habrá mas ser (un ser mas perfeccionado), mas acerca del cual se debe dar razón, mas que debe estar fundamentado. Recurriendo de nuevo al modelo de la producción técnica, se ve que el artista realiza mediante su actividad toda especie de devenir sobre la tierra es causado en ultima instancia por la influencia de los cielos, los cielos mismos no devienen (son incorruptibles e ingenerables), se encuentran únicamente en un movimiento local eterno, el mas perfecto que puede existir, es decir, circular. .De donde les viene a ellos este movimiento? (causa eficiente) una idea preconcebida de lo que quiere producir Aristóteles responde: del hecho que los espíritus que animan las (causa final). esferas celestes (modelo astro biológico del cosmos) desean imitar la En el proceso de producción, la causa final es, por ello la primera perfección del Primer Motor. (aunque solamente a modo de plano, de contenido mental, de fin por Este es, pues, causa (directa o indirecta) de todo el movimiento, pero realizar, no en cuanto existente): ella determina la causa eficiente a únicamente como causa final, (kinai hos eromenon: mueve en cuanto actuar, a actuar de tal manera. Actuar es propio de lo que esta en acto y objeto de amor). Para que el razonamiento pueda encontrar un 50 fundamento (es decir, para que todo lo que se pueda saber tenga un profundidad, ha sido creado. No hay en el nada ni de eterno ni de fundamento) no se puede proceder indefinidamente (ananke stenai) es absolutamente necesario, sino que es algo contingente (que puede no necesario detenerse; es necesario admitir una causa adecuada primera ser) y Dios es no solamente el bien supremo o un demiurgo (que (o ultima) de todo el movimiento, la cual, para ser verdaderamente plasma el mundo), o un primer motor, sino que es el creador del mundo: primera no puede estar sujeta, a su vez, a ningún movimiento: debe ser causa de cualquier ser no divino como tal. Esta perspectiva ya inmutable e inmóvil. anunciada en el Libro de la Sabiduría 13,1-5, donde se remonta de la En cuanto inmutable, este Primer Motor debe ser acto puro puesto que cualquier potencia dice un poder ser cambiado. belleza del mundo no a la Belleza en si, sino al Autor de la belleza, obliga a repensar y recuperar, desde sus mismas bases, la ontología antigua: no habrá ya un ser necesario (la Moira, la ananke de la Y, puesto que la actividad mas noble es el pensamiento, será puro pensamiento, que no tiene otro objeto que el pensamiento puro mismo: puro pensamiento que se piensa a si mismo (noesis noeseos). Para imitar esta perfecta identidad consigo mismo, en el mundo material, las esferas celestes giran sobre si mismas. mitología griega) como fundamento ultimo, sino una persona que es libre y que ama; y será necesario buscar la comprensión de los seres finitos no tanto en su necesidad sino en la gratuidad de su existencia que, precisamente en cuanto tal, en cuanto gratuita, esta llena de un sentido profundo. Es evidente la insuficiencia de esta concepción teológica desde el punto de vista cristiano: el Dios de Aristóteles no es sino fundamento del devenir en el mundo y no del ser mismo del mundo. No es, en efecto, creador del mundo (el mundo es, inevitablemente, eterno, desde 4.1 La transformación de la ontología aristotélica: la composición real de ser (existencia) y esencia. siempre y para siempre y por lo tanto subsistente a su manera) y se 4.11 Cuando, en el siglo XIII, la metafísica de Aristóteles es introducida desinteresa totalmente del mundo: no hay huella de alguna providencia en divina. Es por esa insuficiencia teológica que el aristotelismo será comentaristas árabes y judíos, los cuales creían también en la creación profundamente replanteado y modificado cuando sea retomado por los del mundo. Así, Alfarabi, (s. X) y Avicena (s. XI) habían hecho ya la autores cristianos. distinción entre lo posible (la esencia) y lo real (el existente) Occidente, llega ya interpretada y transformada por los considerando la existencia de los seres creados no como una consecuencia necesaria de la esencia sino como una consecuencia de 4. SANTO TOMÁS. LA ONTOLOGÍA DEL SER CREADO Y LA METAFÍSICA DEL ACTO DE SER. la creación divina. Así, las cosas existen no por fuerza de su ousia, sino por su ser creado por voluntad divina y no hay, por ello, en relación con La revelación cristiana (y judía) ha aportado al pensamiento filosófico el ser creado pasaje sucesivo y gradual entre la potencia y el ser en una nueva perspectiva: el mundo, en su totalidad, hasta su extrema acto, sino mas bien, un salto de la pura posibilidad a la existencia, salto 51 del no ser al ser. La esencia o la posibilidad no es parangonable con la distinguir, yendo más allá que Aristóteles, el acto sustancial que hace materia prima aristotélica que, de acuerdo a un proceso natural y poco a que sea esta sustancia en cuanto tal, y el acto existencial que le hace poco, sería actualizada, no es un poder ser real (una potencia subjetiva ser realmente, existir. Un ente (sustantivo), es decir, un ser existente que existe realmente como sustrato del devenir), sino una pura sería, por lo tanto, un compuesto de aquello que es (su esencia, posibilidad objetiva (que no puede ser concebida sino como objeto de compuesta a su vez de materia y forma) y su mismo ser (verbo), el un pensamiento), algo no real, pero que puede existir. La existencia, hecho de ser. como consecuencia, permanece externa a la esencia, es accidental a aquella. En esos términos expresan estos comentaristas la contingencia de los seres creados como un ser por accidente. Así, lo privan de su verdadera sustancialidad. Ahora bien, no hay solamente dos aspectos: no es simplemente que se pueda preguntar de este ente y de cualquier otro si existe (an sit) y qué es (quid sit). La teoría pretende, por el contrario, que se trata aquí de dos principios ontológicos de los cuales el uno no es el otro y que Por eso, el comentarista hebreo Avicebron (s. XI), que será seguido por también, propiamente hablando, no son, sino gracias a los cuales San Buenaventura y otros, ha propuesto una solución diferente: los cualquier ser finito es, de manera semejante a aquella por la cual seres creados con contingentes, no necesarios en cuanto que su cualquier ser en devenir es por virtud de los dos principios ontológicos sustancia esta compuesta de materia y forma. En cuanto tal, sin que el de la potencia y del acto. ser le sea accidental, esta sustancia se puede descomponer, puede perecer. Esta solución, muy elegante, no excluye, sin embargo, que la materia prima sea eterna, obligando a admitir una composicion de materia y forma incluso en los seres espirituales creados (los ángeles), ¿Para qué esta teoría, bastante sutil, para no decir abstrusa, a partir del momento que no parece derivar, como las distinciones aristotélicas (sustancia y accidente, materia y forma, acto y potencia) de la experiencia misma en cuanto busca hacerla comprensible? una especie de materia espiritual. Además de esta dificultad, el análisis ontológico que esta solución propone es incompleta, porque si el compuesto como tal no existe necesariamente, entonces, no es simplemente en cuanto tal ser: su ser es algo distinto de eso que es. Esta distinción será tematizada por Santo Tomas. Para sostener esta teoría, se ofrecen normalmente tres argumentos que se colocan, es verdad, en un nivel propiamente metafísico, donde no se interrogan más directamente los seres dados en la experiencia, sino el ser mismo de estos seres: de que manera y bajo que condiciones pueden existir. 4.12 La distinción real entre la esencia y su existencia significa que la sustancia, incluso cuando está perfectamente constituida (compuesta de materia y forma, perfectamente pensable de acuerdo con la necesidad intrínseca), no es por ese mismo hecho: puede o podría no existir de hecho, incluso existiendo. En otras palabras, es necesario 1o Un primer argumento (de derivación originalmente teológica, como hemos dicho), considera que estos seres son contingentemente, es decir, que podrían no existir a pesar de estar existiendo de hecho. Su necesidad de ser (que les somete a la ley de la no contradicción) no 52 viene a ellos, pues, a partir de la necesidad de su ousia, ni se deriva de que el ser de esta ousia no puede ser el fundamento de su ser de esta ella (porque la ousia seria igualmente pensable incluso si estos seres no manera, de la existencia de tal ser, de su limitación a esta ousia. Es existieran). Esta necesidad deberá ser atribuida, pues, a una causa (el necesario, pues, pensar que la ousia, la esencia, sea algo realmente creador) que les ha conferido a ellos el ser y que ha de ser concebido distinto de su ser. como algo distinto de la esencia misma, plenamente constituida. 2o Además, la mayor parte de estas ousias se encuentran multiplicadas en su especie (hay diferentes seres humanos, gatos, cada uno de los cuales realiza esa ousia, la esencia del ser humano, del gato$). Ahora bien, ya se ha dicho que esa multiplicidad era posible gracias a la materia, que permite la multiplicación de la misma forma. Sin embargo, 4.13 ¿De que manera es necesario concebir, de acuerdo con esta teoría, la esencia y el ser? Su distinción no es comparable: • Ni con aquella entre materia y forma, no solamente porque la esencia misma esta compuesta de materia (pensada) y de forma, sino sobre todo porque, por eso mismo, la esencia es una potencia completamente determinada, como lo era la forma aristotélica. a pesar de tener la misma esencia de los otros, cada individuo es distinto; es él el que existe y no otro. No puede, por ello, ser únicamente verdad que es la forma la que da el ser, sino que el ser debe ser concebido como algo que se sobreañade a la composición de materia y forma. 3o El tercer argumento, que es el que aparece con mayor frecuencia en los manuales, es desde el punto de vista filosófico el más difícil. No solamente el ente singular no agota todo aquello que es su ousia; es, por ello, finito, limitado en su esencia. Pero esta ousia misma no agota • Ni con la distinción entre sustancia y accidente, puesto que el ser no es accidental a este ser, sino que constituye y funda, por el contrario, la necesidad sustancial. Por otra parte, la esencia no es sobredeterminada por el ser, como lo es la sustancia por sus accidentes. • Ni tampoco con la distinción entre lo posible y lo real, puesto que estos dos principios se distinguen precisamente en los seres que existen realmente. Por lo cual, la sustancia es posible no en sí misma, sino en relación con un ser posible. su hecho de ser; no solamente esta en medio de los otros entes, entre Menos aún, la esencia y el ser pueden ser concebidos de acuerdo con otros, sino que, además, tiene en común con todos los otros existentes el modelo de la distinción entre potencia y acto, ya que estos no son su necesidad de ser, su ser mismo; el mismo participa del ser al existir, dos realidades existentes, sino dos principios del ser, por los cuales un con el mismo derecho que las otras ousias. El ser es, entonces, algo (o ente es, son principios ontológicos (del ser que es, no una manera de mejor, un estado de cosas) que no coincide con el ser de tal ousia, ni se concebir el ser, principios lógicos), de los cuales el uno no es el otro (es reduce a este ser de esta ousia; el ser no es limitado, determinado; el decir, que ellos son realmente distintos), porque son opuestos (y es algo infinito. Entonces, así como en el primer argumento hemos relativos el uno al otro) como aquello por lo cual este ser es este ser, y debido concluir que no es, que no puede ser la ousia el fundamento de aquel otro es aquel otro (por ello determinado, limitado) y aquello por lo su ser (es decir, del hecho de su existencia), aquí es necesario concluir cual el es (absolutamente, a su manera, y por ello virtualmente de 53 manera infinita). de Platonismo renovado que relativiza este mundo), sino también Estos dos principios, sin embargo, se encuentran, de hecho, siempre juntos, pero uno de ellos no se concibe sin el otro porque se concibe, precisamente, en relación con el otro: esta esencia es la que tiene (no la que es) su ser y este ser es el ser de su esencia (así como un padre es padre por su hijo y el hijo es hijo por su padre, relación que no se puede escindir, que distingue entre el padre y el hijo aunque los conserva conduce a concebir de manera mas adecuada, el fundamento último del saber: no es tanto la ousia, sino algo mas fundamental, inefable e inconcebible adecuadamente, de lo que deriva la necesidad misma de la ousia y la posibilidad de aquello que ella es: el ser (el hecho de ser) de esta ousia. Este ser debe ser concebido como por-si infinito y como acto de ser. Y es este el ultimo aspecto que debe ser explicado. siempre unidos). En nuestro caso, sin embargo, no se trata de dos seres que son el uno para el otro, sino de dos principios, por los cuales, por la relación entre ellos que no se puede escindir, este ser es. Así 5. EL SER COMO ACTO DE SER Y LA RELECTURA DE ARISTÓTELES. como para el devenir, aquí es necesario hacer notar la prioridad del acto en relación con la potencia: la esencia es conocible, e incluso pensable, solo en cuanto es, porque todo su sentido es el de ser. De lo que es, no se puede nunca deducir que es, mientras que ser es significativo en sí e indica que hay necesariamente algo que es. frecuentemente, la esencia como principio de Se caracteriza, limitación (de La distinción real entre esencia y existencia implica una nueva manera de concebir el ser: se dice que este es visto en el tomismo como acto de ser (actus essendi), es decir, como una perfección que actualiza la potencialidad, en cuanto el ser no es un dato sino un evento que no se puede expresar mediante un verbo. determinación a no ser sino tal ser) y al ser como principio de actualización (ve el pensamiento limitado a lo que yo pienso y el acto de pensar ilimitado). 5.1 Es en el juicio que hemos descubierto el ser, como fundamento del es verdad o es verdaderamente así que el juicio afirma. Debemos Finalmente, se nos preguntara cual es el valor de esta teoría. Es ahora, a la luz de cuanto hemos dicho, considerar, mas de cerca, lo que necesario responder, como para el análisis del ser en devenir, para el sucede en el juicio. acto y la potencia, que también aquí hay una necesidad de distinguir, al pensar el ser finito y contingente, estos dos principios como ontológicamente diferentes. Por ello, es necesario admitir que este pensamiento tiene un fundamento ontológico. En primer lugar, el juicio se presenta como una objetivación. Por medio del conocimiento, lo que es conocido por mi, entra de alguna manera en mi: es esto (esta cosa aquí) conocida por mi, es tal como yo la conozco, la idea que yo tengo de ella (la forma intencional de esto, dicen los 4.14 Con lo que hemos dicho, aparece con claridad la importancia escolásticos, que ciertamente focaliza la cosa pero que ontológicamente metafísica de esta teoría: ella permite no solamente pensar la se presenta como un accidente de mi facultad de conocer). Ahora bien, contingencia radical de todos los seres de experiencia (por una especie en el juicio, elimino esa referencia a mi: no es únicamente así como es 54 para mí como conozco esto, sino que esto, en si mismo, es así, nada de necesario (porque normalmente el predicado no esta incluido independientemente del conocimiento que tengo de él. analíticamente en el sujeto y lo hace reuniendo lo que el juicio distingue Emitiendo un juicio, haciendo una afirmación, le devuelvo a la cosa, por decirlo así, ese su ser en si que había perdido entrando en mi por medio del conocimiento. Es, en función de este ser en si de la cosa juzgada que el juicio reivindica una verdad absoluta y universal (necesaria a su modo): es verdad no solamente para mi, sino para cualquiera (es decir, necesariamente. Desde ahí, se puede ver que ser significa mucho más que ser dado (un dato), porque lo dado es precisamente esa multiplicidad que el juicio distingue (es decir, la ousia): eso significa este ser activamente un todo consigo mismo que realiza o actualiza esta ousia como este ser concreto. para todos) y no solo en esta circunstancia y ahora, sino para siempre Que esto no sea solo un juego de palabras o una extrapolación (a partir del momento que ha sido verdadero ahora). ontológica inducida a partir de la estructura sintáctica de las lenguas Ahora bien, el ser en si de la cosa misma, que el juicio entiende y enuncia, se expresa por medio de un verbo (ser) que se conjuga de acuerdo con la situación de la cosa misma (y no de acuerdo con la percepción de quien conoce) y que, frecuentemente, es sustituido por otro verbo conjugado. Decir ser aquello que es, no es solamente, pues, hacer una constatación, fijar una situación de hecho, es referirse a una actividad propia de la cosa afirmada, en virtud de la cual ella es (o indoeuropeas, se prueba a partir de nuestras reflexiones acerca de la composición de esencia y existencia. En esta caso, como en aquel, el ser nos aparece como el acto que realiza la ousia, que en sí misma, no es sino un poder ser: y puesto que la ousia parece contener ya todo aquello que se puede decir de positivo de este ser, toda su perfección, el acto de ser que realiza, que hace ser esta perfección, ha de ser la perfección de la perfección. mejor, aun, ella se hace ser) esta o aquella. .En que consiste, pues, esta actividad de ser? 5.2 Se trata de una filosofía del ser, ya no de la ousia, ni del ente (ens) Desde una primera aproximación, el juicio se nos presenta como una que se enuncia como tal: una filosofía que pone sus preguntas, por síntesis: expresa la unidad de elementos diferentes o de aspectos que decirlo así, perpendicularmente a las ciencias. nosotros, conociéndolos, distinguimos inevitablemente: un esto (un dato sensible), caracterizado por un concepto inteligible (su forma), del cual Estas investigan las ousias, preguntan ¿que es esto?, ¿como es esto? .de acuerdo con que leyes sucede esto? se enuncia una situación de hecho (el predicado). El juicio afirma que estos elementos son en la cosa misma, uno, y lo hace sirviéndose del verbo ser: no es, pues, una identidad quasi matemática de diversos lo que enuncia, sino una unidad dinámica, una concreción, un permanecer Aquí, por el contrario, no se pregunta solo ¿es esto? .de que manera es esto? Sino sobre todo ¿Que es (el) ser?, ¿De que manera es posible ser? ¿Por que hay algo en lugar de nada? juntos en una totalidad única (un reunir y mantener unido) realizada por Se busca, pues, un fundamento del saber, mas profundo de las ousias, el ser. Es el ser el que hace ser todo lo que es, en si mismo, no tiene un fundamento que funde la realidad y la posibilidad de las ousias y 55 que, como tal, pertenece al ámbito del misterio, de lo inefable, dado que absoluta, mientras que el acto, el accidente, sería relativo a la potencia). funda la posibilidad misma de cualquier discurso. Pero este fundamento Al contrario, ser sustancial y ser accidental aparecen claramente como no se busca solamente (como en Sócrates y Platón), sino que esta dos maneras diferentes de ser, que se definen como acto primero y acto siempre presente ya en el hecho de ser de los seres, en este milagro segundo. El ser finito, en efecto, permanece el mismo, a pesar de estar absoluto de que aquello que podría no ser, sea, exista, con una sujeto inevitablemente al movimiento: el es, pues, de una manera necesidad inherente a su propio ser. Se trata, entonces, de la fundamental, estable, en si mismo (in se). Este es su acto primero o admiración ante el misterio del ser, la admiración originaria que percibe sustancial. Lo que se puede modificar, por el contrario, (la grandeza, la el ser mismo como algo maravillosamente bueno, precioso, la cantidad, etc.), no es propiamente. No es esta longitud, esta blancura, perfección de todas las perfecciones: y vio Dios que esto era bueno este grado de inteligencia que existen: son, mas bien, aquello por medio (Gen. 1, 10.12.18.21.25.31). Como la admiración del amor ante la de lo cual este ser es así. Las acciones, la perfecciones que se maravilla de que tu existes y la maravilla estética ante la realidad de una encuentran en un ser ya existente en si, sobre determinando su ser obra de arte. esto, su ousia. Al igual que esta, el accidente es por y en el acto de ser Tal tipo de filosofía será una filosofía optimista, que descubre en el fondo de lo que es un sentido profundo y será una filosofía de lo concreto, porque el ser nos aparece como la concreción ultima. Tal vez, de esta ousia: es un acto segundo (es decir, accesorio, derivado), un encontrarse o darse en (esse in alio). Su manera de ser es, si se puede decir así, ser tenido. Sustancia y accidente son análogamente. sin embargo, tal filosofía no pueda ser sino la filosofía de un creyente, Esta manera de ser propia de los accidentes resultara más evidente porque, tal vez, el creyente tendrá el valor para poner en duda, la ousia aun, considerando dos categorías de accidentes que, poco analizadas misma y probablemente, solo el tendrá la percepción intelectiva por Aristóteles, ocuparan un puesto privilegiado en la ontología de los suficientemente afinada para acoger el acto en toda su originalidad. filósofos cristianos: la acción y la relación. En cuanto a la acción, se le puede considerar ya sea en cuanto produce 5.3 La doctrina aristotélica de la sustancia y los accidentes se encuentra con ello ante la necesidad de ser reinterpretada: ya no se deduce simplemente de la estructura del juicio, compuesta por un sujeto (invariable) y predicados (múltiples y variables) que lo determinan ulteriormente (por lo cual, desde el punto de vista gramatical, sujeto y predicado pueden ser invertidos); ya no aparece, tampoco, como un caso particular de la composición del ser en devenir (caso, por cierto, muy particular, por el hecho que en el, la potencia, la sustancia, sería un efecto en otra cosa (actio transiens, por ejemplo fabricar una estatua); desde este punto de vista, que analizaremos aquí, la realidad de la acción se encuentra en aquello que es hecho por medio de ella (actio est in passio). Pero la acción se puede considerar también en cuanto perfección de quien la realiza, como expresión dinámica, como manifestación de su acto de ser mismo (operatio immanens), ya sea que esta actividad realice algo fuera de si, ya sea que se limite enteramente a este ser, como su desarrollo orgánico o espiritual., 56 ejercicio de sus funciones vitales o de sus facultades intelectuales$ Dicho esto, es evidente que, al menos los seres vivos, y sobre todo los seres humanos, tienen su propia perfección, de la cual son capaces precisamente en esta acción. Ellos son aquello que pueden y deben ser solamente a través de su acción (de aquí la importancia de la moral, regla del actuar para la perfección humana). Esto es verdad sobre todo debe encontrar siempre un fundamento en el ser (de un modo u otro). Pero si este fundamento explica ya por si mismo el ser (accidental) de la relación (su ser-en del lenguaje escolástico), es decir, si la sustancia esta en relación por este fundamento mismo, es una cosa nueva, y un puro hecho que esta sustancia sea realmente en relación con ello (por ejemplo, yo conozco el sur de Italia). para lo actos espirituales (el conocer, el querer) del ser humano; este En lenguaje escolástico: el esse-ad de la relación hiperdeterminada del recupera y realiza ahí algo de la infinitud de su acto de ser. Eso que se ser de la sustancia, actualiza una de sus perfecciones posibles, es llama accidente, no es, pues, algo accidental, extraño a su sustancia: decir, el ser en comunicación con$ que no contradice el ser en si, ni se ella alcanza ahí su perfección; y es su acto ultimo (más allá del cual no le añade, sino que lo explicita. hay una mas alta perfección posible; no hay sino la acción misma que puede ser siempre perfeccionada). Y, sin embargo, esta perfección no se identifica con la sustancia; el hombre no es lo que hace, no es su acción: estas son suyas, se encuentran en él; él las posee (de manera variable, además). Y es precisamente por esta no identidad con sus accidentes, como la sustancia finita se manifiesta limitada, no absoluta, en devenir. 5.4 El Dios de Santo Tomas (filosofo) es, como el de Aristóteles, acto puro, pero en un sentido muy diferente: el de Santo Tomas no excluye solamente el poder ser que funda el devenir, sino en un modo mas esencial, aquel que funda la contingencia y la finitud de los entes. Dios no es un ser de tal esencia: el es el puro acto de ser, ser simplemente, sin otra esencia que la de existir. No hay, pues, lo que Dios es. Él es, Un discurso análogo se puede hacer en cuanto a la relación: todo ser finito se encuentra con muchos otros entes (dependiendo de ellos: hijopadre; influyendo en: obrero-producto; conociéndose entre ellos, encontrándose cerca de$) insertándose con ello en la solidaridad global (el orden) de los seres. Ahora bien, hay relaciones (de eso es todo. Por este motivo, Él es, de acuerdo con la concepción tomista, la perfección de las perfecciones, e infinito, entendiendo la infinitud como una perfección positiva, y no como el apeiron (lo indeterminado, lo indefinido) de los griegos; por el hecho mismo de ser y nada mas, Dios es absolutamente determinado. dependencia), que constituyen la sustancia misma de un ser (la filiación, la dependencia del ser creado del Creador); estas se llaman relaciones trascendentales (es decir, que no entran en una relación particular). Pero también para las otras relaciones llamadas predicamentales (es decir que constituyen una categoría de accidentes a parte, como por ejemplo la relación del yo con la cosa conocida), se encuentra o se No desarrollaremos ulteriormente estas consideraciones onto-teológicas (es decir, un discurso sobre Dios que se apoye sobre un discurso del ser); estas son objeto de la teología natural, tratado que constituye su complemento indispensable, la otra mitad de la metafísica, en cuanto ontología natural. 57 esencia finita con su ser: Dios/ser // sustancia creada/su ser. Lo mismo 5.5 La doctrina de la analogía del ser puede apreciarse así, en su verdadera dimensión y significación. Es claro ahora que ella se pone inmediatamente al nivel ontológico y que significa la diferencia de ser entre Dios y los entes finitos y entre la sustancia y sus accidentes. Para definir más de cerca esta diferencia, se distinguen dos clases de analogía: la de atribución y la de proporción. La primera es la que hemos encontrado ya en Aristóteles: la transferencia, la atribución de una palabra desde su significado propio (analogatum princeps) a otros significados menos propios, pero que están en relación con el significado propio. (La salud atribuida al organismo, al clima o a la coloración de la piel). A primera vista, no parece sino tratarse de un uso impropio, pero legítimo, de una palabra. Y, por ello, para definir la analogía al nivel ontológico, se ha recurrido, a la analogía de proporcionalidad que se funda en relaciones de similitud entre diferentes datos. Pero, en ese caso, nos adentramos en el nivel de la metáfora (se habla del sol que ríe, porque representa una cierta se puede decir de la sustancia en relación con el ser en sí y del accidente en relación con el ser en otro: sustancia/ser en si // accidente/ser en otro. Pero, ¿cómo sabemos que existe esta similitud de relaciones? Se puede mostrar por medio del razonamiento siguiente, de naturaleza dialéctica. A primera vista, no hay ninguna semejanza entre el ser divino, simplemente tal, no proporcionado a ninguna esencia y el ser de una creatura siempre proporcionado a su esencia. Sucede, sin embargo, que esta proporción imita, de algún modo, el carácter absoluto del ser divino, desde el momento que si la creatura no fuera auténticamente ens in se, subsistente en si mismo, a imitación del ens a se (el ser por si mismo, como viene llamado Dios, en modo muy impropio, ciertamente, porque Dios no es ens), se seguiría de ahí una relación mutua de la creatura y de Dios; la creatura seria dependiente de Dios de tal manera que seria una especie de adherencia suya, y Dios, por ese mismo hecho, no seria mas el totalmente otro. similitud de efectos con una persona que ríe). No obstante, bajo la Es necesario deducir que es precisamente por esta proporción interna, metáfora, se esconde, con frecuencia, una similitud de ser (cuando se mutua, de su esencia y su ser, que el ser creado subsiste a su modo, es confronta por ejemplo un rey con un león, o a un león con un rey). .Sera decir en cuanto ens ab alio, dependiente de Dios, tan absolutamente lo mismo con Dios y los entes, con las sustancia y los accidentes? como Dios es. Una proporción matemática esta compuesta por cuatro términos, puesto Para la sustancia y el accidente, se aplica un razonamiento análogo. Si en una ecuación: a/b = c/d. Una proporcionalidad análoga no pone en los accidentes, por su ser en otro, su ser tenido, no tuvieran un cierto ecuación, sino que enuncia solamente una similitud: león/animales // ser propio, a imitación de la sustancia, se identificarían simplemente con rey/seres humanos. No hay, pues, nada de igual ni de idéntico, sino una aquellos y la distinción entre sustancia y accidente, desaparecería. relación que es semejante a otra. Y es precisamente el caso entre Dios y los entes finitos, entre la sustancia y el accidente. La relación de Dios con el ser es simplemente semejante, y nada mas, a la relación de una Ahora bien, estos razonamientos muestran también que la semejanza de relaciones es siempre esta marcada siempre por una mayor 58 desemejanza. Si el ser de las criaturas y el ser de los accidentes imitan palabra ser viene atribuida a cosas diferentes, porque la segunda de de alguna manera a Dios que es y al ser de la sustancia, esta imitación estas “cosas” (el ser de los entes finitos, de los accidentes) depende acaece en una manera completamente diferente de ser, que se ella misma, de la primera, es decir, no es sino por esa dependencia expresa, en el caso de las creaturas, precisamente por el hecho que ontológica. hay una relación entre el ser y la esencia, mientras en Dios no hay tal relación porque no hay tal distinción. Sería conveniente, pues, suscribir, desde un punto de vista filosófico, la formula del IV Concilio Lateranense: “entre el Creador y la creatura no se puede indicar tal semejanza que la desemejanza no sea mas grande todavía”. De cuanto hemos visto, resulta que la analogía del ser no se deja expresar, ni se reduce a conceptos análogos, (el mismo concepto aplicado a diferentes cosas, pero semejantes), porque se trata aquí de modos de ser que no pueden expresar sino mediante juicios. Más que una propiedad de nuestros conceptos o ideas metafísicas, la analogía Por ultimo, dado que hemos debido caracterizar al ser finito como ente del ser indica una manera de conducir el discurso tal, que, afirmando el en si mismo, pero en dependencia del ser divino y el accidente como ser finito, se logra, al mismo tiempo, decir en cierto modo lo inefable del dependiente (de una manera diferente) de la sustancia, en el fondo de ser divino. De que manera se desarrolla este discurso, es asunto de la la analogía de proporcionalidad, reaparece la analogía de atribución, Teología natural. esta vez a nivel ontológico, como atribución intrínseca, en la cual la 59 Béla Weismahr ONTOLOGÍA OBJECIONES CONTRA LA POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA Antes de que intentemos demostrar que es posible formular teóricamente válidas. afirmaciones verdaderas sobre una realidad que no es accesible a la experiencia será conveniente conocer las objeciones más importantes contra la metafísica (que siempre son de hecho objeciones contra su posibilidad). Ya se comprende que aquí sólo puede tratarse de una selección muy limitada. Y no resulta especialmente difícil encontrarlas. Cuando se trata de una crítica de la metafísica, no se puede pasar por alto a I. Kant; y dado que el ataque más radical contra esa metafísica procede del positivismo lógico de los años veinte y treinta de nuestro siglo, también habrá que mencionar sus argumentos. I. Sobre la posibilidad de la metafísica como ciencia según Kant a) La posición de la metafísica en el pensamiento kantiano En el prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura escribe Kant: «Hasta ahora... el destino no ha sido tan favorable a la metafísica como para haberse abierto (en contraste con la lógica, las matemáticas y la física) el camino seguro de una ciencia, pese a ser más antigua que todas las otras... Y es que en ella la razón se queda continuamente en la estacada... En ella hay que desandar innumerables Por lo demás quedará patente que con la exposición de los propósitos de Kant y del positivismo lógico aparecerán en lo esencial los motivos básicos de toda metafísica. De todos modos para hacer justicia a Kant debemos recordar que no estaba interesado en la destrucción de la metafísica, sino que su objetivo era darle un fundamento nuevo. Se había formado, en efecto, una estima muy alta de la misma, que no se debía tanto a su forma tal como le había llegado a través de Ch. Wolff y de A.G. Baumgarten, sino a su cometido de proporcionar conocimientos veces el camino, porque echamos de ver que no conduce adonde quería llevarnos, y por lo que hace a la unanimidad de sus secuaces en las afirmaciones, está tan lejos de ser así que más bien parece un campo de batalla... en el que hasta ahora jamás ningún combatiente ha conseguido el rincón más pequeño ni ha podido establecer una posesión duradera sobre su victoria. No hay, pues, duda alguna de que hasta ahora su proceder ha sido un mero ir a tientas y, lo que es peor, ha discurrido entre meros conceptos» (B XIVs). sobre Dios, la libertad y la inmortalidad (cf. KrV B 17). Cierto que el resultado de su investigación es negativo, en el sentido de que la metafísica no es posible como una ciencia teorética fundamentada, pero en todo caso sigue abierto el camino de la razón práctica, de la cual sin embargo no se obtiene justificación alguna para formular afirmaciones Kant cree poder aportar la razón de por qué la metafísica no ha conseguido llegar a una cierta unanimidad, ni siquiera en algunas de las cuestiones fundamentales. Y así escribe: «Si nosotros, en el empleo de 60 los principios intelectuales, no aplicamos nuestra razón simplemente a campos pueden llegar a conciliarse porque los resultados de tales los objetos de la experiencia, sino que osamos extenderla más allá de ciencias no son meras construcciones de conceptos vacíos, sino los límites de esta ultima, brotan unos principios escasamente afirmaciones cuya verdad puede demostrarse mediante la experiencia. razonables que ni pueden esperar confirmación en la experiencia ni temer tampoco una refutación, y cada uno de los cuales no sólo existe en sí mismo sin contradicción sino que incluso encuentra condiciones para su necesidad en la naturaleza de la razón; sólo que desgraciadamente lo contrario tiene de su parte motivos igualmente válidos y necesarios para su afirmación» (B 448s). «Así, pues, el verdadero motivo del fracaso de la metafísica como rienda subyace De todo ello síguese para Kant que sólo puede hablarse de un conocimiento científico, cuando los resultados de la ciencia se refieren a algo experimental (y esto significa para él, como veremos más adelante, siempre algo visible), lo que para él constituye el criterio de que no se trata de la mera combinación de conceptos vacíos. según Kant en el hecho de que en ella aparecen ―al desarrollar sus teorías sobre los fundamentos últimos de la i calidad, o sobre la realidad en su conjunto— contradicciones inevitables, «de las cuales ciertamente puede deducir que en el fondo subyacen algunos errores ocultos, pero que ella no puede descubrir, porque los principios de los que se sirve ya no admiten ninguna piedra de toque de la experiencia, puesto que traspasan los límites de la misma» (A VIII). b) ¿Cómo define Kant el conocimiento científico? Kant se sabe obligado al ideal del conocimiento científico. Lo cual significa que de antemano tiene una idea precisa de lo que es el conocimiento científico. Para él el paradigma de la ciencia lo representan las matemáticas y la ciencia de la naturaleza fundada en principios empíricos, cuya encarnación más destacada es la física. Esta opción fundamental no se justifica en ningún sido de una forma explícita; pero el motivo, evidentemente decisivo para la misma, viene así indicado: en tales ciencias existe un consenso entre los especialistas, por lo que hacen unos progresos claros. Los motivos obedecen, según Kant, a lo siguiente: las diferencias de opinión en esos Por lo que se refiere a la universalidad y necesidad de las afirmaciones, sin las cuales no puede darse ciencia alguna, desarrolla Kant la explicación siguiente: ante todo está convencido de que la universalidad y necesidad de los principios científicos no pueden derivar de la experiencia, porque para él la experiencia sólo es, propiamente hablando, la percepción sensible de lo particular: y es incuestionable que dicha experiencia, por muchas veces que se repita, jamás podrá garantizar que un determinado resultado no podría ser diferente. En este sentido la experiencia sólo conduce a una necesidad y universalidad hipotéticas y no en sentido estricto. Ahora bien, puesto que esto último se da sin duda alguna en nuestro conocimiento científico —y tal es la convicción de Kant—, su origen y procedencia debe estar en otra parte. Pues bien, según la visión kantiana, la misma ciencia de la naturaleza sólo alcanza el camino seguro de la ciencia cuando sus investigadores logran comprender «que la razón sólo reconoce lo que ella misma produce de acuerdo con su proyecto» (B XIII). Y de ello saca esta conclusión: es posible un conocimiento 61 científico, capa/ de ir más allá de lo experimental formulando afirmaciones necesarias y universales, porque el mismo se basa en conceptos «puros», con otras palabras, en conceptos «preparados» en la inteligencia humana (B 91) y que por lo mismo se forman sin tener que apoyarse en la experiencia. Toda la Crítica de la razón pura está empeñada en demostrar cómo llegamos a tales conceptos, cuáles son esos conceptos y cómo pueden tener validez objetiva. Respecto de este último cometido es necesario ciertamente determinar la conexión entre Las dos fuentes fundamentales de nuestro conocimiento están relacionadas entre sí. «Sin la sensibilidad no se nos daría ningún objeto y sin la inteligencia no se pensaría ninguno. Las ideas sin contenido están vacías, las intuiciones sin conceptos son ciegas» (B 75). Por lo demás, es necesario distinguirlas siempre claramente, porque «la inteligencia no puede ver nada y los sentidos nada pueden pensar» (ibíd.). los conceptos «puros» y la experiencia. Acerca de lo cual valgan las observaciones siguientes. La doctrina de las dos fuentes del conocimiento humano que — aunque relacionadas entre sí— en el fondo coexisten bastante Para Kant nuestro conocimiento es una síntesis de percepción sensible y de actividad espontánea de la inteligencia (del pensamiento). Todo el contenido del conocimiento deriva de la percepción sensible, pues sólo a través de ella se nos dan unos objetos, sólo ella nos proporciona unas visiones. Por el contrario, la determinación formal del conocimiento deriva de la estructura cognitiva del propio conocedor. O es una pura intuición, a la que se debe el que todos los objetos percibidos se nos aparezcan «insertos» en el espacio y en el tiempo (por lo que Kant califica el tiempo y el espacio como «las formas apriorísticas de la sensibilidad») o bien es un concepto puro, es decir, desvinculadas, no procede de Kant, sino que es una posición tradicional en el pensamiento filosófico, que al menos se remonta hasta Platón. Sus orígenes son de índole antropológica, en la que se pone de manifiesto la concepción dualista de cuerpo y alma. Cierto que en favor suyo pueden aducirse algunos argumentos importantes y de peso, pero no puede representar toda la verdad. Pues que el hombre conocedor, pese a la dualidad de su conocer, es siempre una única persona, resulta muy curioso contentarse con indicar los dos elementos distintos entre sí del conocimiento humano —¡lo que naturalmente también debe hacerse!— sin entrar en su unidad. un principio ordenador que pertenece a la naturaleza de nuestra inteligencia; principio del que el material de la percepción sensible, captado ya de una manera espaciotemporal, recibe su definición Verdad es que en un pasaje Kant hace la observación de que el necesaria y universal. Como a los conceptos puros mencionados les doble tronco del conocimiento humano, a saber, la sensibilidad y la corresponde en nuestro pensamiento la función de principios de orden inteligencia, «tal vez procedan de una raíz común, aunque desconocida apriorístico, o sea independientes de la experiencia, Kant les da el para nosotros» (B 29); pero no hace esfuerzo alguno por descubrir ese nombre de “categorías”. supuesto fundamento unitario. 62 juicios enriquecen nuestro saber; pero sólo con ellos no se puede edifiLa concepción expuesta del conocimiento late también bajo la definición del juicio sintético a priori, a la que tan gran valor otorga Kant. De conformidad con sus ideas acerca de la estructura de nuestro conocimiento, distingue siempre estas clases de juicios, según que se trate de juicios necesarios o no necesarios, es decir, según que amplíen o no nuestro conocimiento: car una ciencia. De ahí que una condición indispensable del conocimiento científico, es decir, del que amplía nuestro saber siendo a la vez universal y necesario, sea el juicio sintético a priori, en el cual el predicado afirma algo sobre el sujeto que, por una parte, no está contenido en él, pero que, por otra, le compete necesariamente y que por tanto no puede derivar de la experiencia particular por mucho que se repita. Y éstos son los ejemplos que Kant pone: La línea recta es la más corta entre dos puntos —¡Kant es de la opinión de que todas las Un juicio es analítico cuando el predicado de la oración sólo expresa de forma explícita lo que realmente ya estaba contenido en el concepto proposiciones de la matemática pura y de la geometría son en su conjunto sintéticas!—. Y este otro: Todos los cuerpos son substancias. del sujeto, aunque todavía no con toda claridad (por ej., todos los cuerpos son extensos). El juicio analítico no agrega nada nuevo a nuestro saber originario. Una vez que poseemos el concepto —sin que Kant otorgue importancia alguna al modo como llegamos al mismo, pudiendo ser de origen empírico, aunque también puede tratarse de un concepto «puro»—, la verdad del «juicio aclaratorio» no depende de la experiencia, sino que está dado a priori, siendo por lo mismo necesario. Después de lo expuesto es fácil comprender por qué para Kant la pregunta de cómo son posibles en la ciencia la necesidad y la universalidad es equivalente a esta otra: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Resumiendo las reflexiones kantianas expuestas hasta aquí podemos decir lo siguiente acerca de la estructura y los límites del conocimiento científico, que es como decir acerca de la posibilidad y del campo de aplicación de los juicios sintéticos a priori: Las proposiciones en las que el predicado añade algo nuevo al contenido del sujeto las denomina Kant juicios sintéticos o juicios extensivos. Sin ellos no se dan conocimientos nuevos, y resultan imprescindibles para la ciencia. Dentro de esos juicios se distinguen dos tipos: los juicios sintéticos a posteriori, que son aquellos en los que lo que el predicado agrega al sujeto procede de la experiencia o, mejor dicho, de la percepción particular. Y éste es el ejemplo de tales juicios que Kant aduce de continuo: Todos (o algunos) cuerpos son pesados (cf. B 11s, y respectivamente Prolegomena § 2). Sin duda que tales 1. La necesidad y universalidad, propiedades indispensables de las proposiciones científicas, se explican fácilmente. No derivan de la experiencia de las cosas individuales sino de la inteligencia, la cual llega a su objeto en tanto que ordena las impresiones sensibles de acuerdo con juicios apriorísticos que le son propios (y propios de cada inteligencia humana), de acuerdo con las categorías. De esta explicación se deduce ciertamente que el conocimiento científico, necesario y universal, ordenado según las categorías de la inteligencia, no alcanza la «cosa en sí», sino que siempre tiene que ver en exclusiva 63 con la «cosa tomo fenómeno» o manifestación. O dicho de otro modo — Wolff para quien la metafísica era la ciencia de lo mentalmente a fin de evitar el concepto problemático de «cosa en sí»—, que las posible— y de los criterios del conocimiento científico, que acabamos afirmaciones científicas no pueden referirse a la realidad tal tomo es, de exponer, síguese que no puede llevar a cabo su pretensión de sino solamente a la realidad tal como se aparece a nosotros, proporcionar un saber científico. Al elevarse, en efecto, sobre cualquier tipo de experiencia «persigue conceptos netos» (B 634), lo cual no conduce a un saber fundado sino únicamente a un saber aparente. Así, 2. Un conocimiento científico sólo puede darse «dentro de los límites de la experiencia posible», porque los «conceptos sin visiones están pues, la metafísica no es posible como ciencia teorética fundada sobre principios. vacíos». En efecto, si cediendo al impulso de nuestra inteligencia hacia lo incondicionado, se extiende la validez de nuestros conceptos más allá de los límites de toda experiencia posible, esos conceptos resultan Esta conclusión negativa no es sin embargo el único resultado de indeterminados, en cuyo caso no pueden verificarse y, por tanto, no son las investigaciones de Kant. Está personalmente convencido de haber de utilidad para la ciencia. Si, pese a todo, se intenta aplicarlos a lo logrado retirar del camino los impedimentos más importantes que se experimental concreto, ello conduce a conclusiones dispares y oponen a la aceptación de aquellas convicciones existencialmente contradictorias entre sí, a verdaderas antinomias. Con lo que se hace decisivas sobre las que versa en definitiva la metafísica. Dado que, patente que han sido aplicados de manera ilícita. según él, existe un uso práctico de la razón, fundado en la experiencia de la moralidad, en el que la razón se eleva por encima de las fronteras de la sensibilidad, el hombre puede tener una certeza respecto de la Por consiguiente, el conocimiento científico podemos describirlo siguiendo el pensamiento kantiano en estos términos: Es un conocimiento expuesto con conceptos inequívocos y referidos a lo que pueden percibir los sentidos, conceptos necesarios y universales: pero un conocimiento que sólo capta la cosa como manifestación (lo fenoménico). c) ¿Qué se sigue de esa definición para la metafísica como ciencia? Según Kant la metafísica es un conocimiento racional y especulativo totalmente aislado, «que se eleva por completo más allá de la enseñanza experimental, y ello mediante meros conceptos» (B XIV). De esta definición de la metafísica —en la que se deja sentir la idea de Ch. libertad humana, de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma; certeza que no puede demostrarse teoréticamente pero que basta para una actuación responsable. Y ello partiendo del supuesto de que todas las razones teoréticas aducidas contra tales realidades carecen de cualquier valor. Y de hecho, son nulas, según Kant, porque de la «delimitación de fronteras» trazada por él respecto de la competencia de la razón teórica sobre los fenómenos, síguese que no está permitido a la razón negar lo suprasensible (de lo que ciertamente tampoco puede decir nada positivo). «Así, pues —escribe Kant—, yo debería eliminar el saber para dejar sitio a la fe, y el dogmatismo de la metafísica, es decir, el prejuicio de continuar en ella sin una crítica de la razón pura es la 64 verdadera fuente de toda la incredulidad que contradice a la moralidad, realidad (Kant dice: con los objetos, Gegenstande), es decir, la visión, incredulidad que en todo tiempo ha sido muy dogmática» (B XXX). sólo puede ser sensible. Lo cual significa que sólo puede ser provocada d) ¿Cuáles son los supuestos de Kant? por la afección de los sentidos que deriva de los objetos. Según Kant, deriva de nuestra misma naturaleza, sin caer en la cuenta que tal Kant fue un pensador agudo y consecuente en extremo. Quien pretenda oponerse a sus resultados sólo tiene la posibilidad de evaluar sus premisas. De ahí la importancia que revista para nosotros exponer afirmación sólo tiene sentido porque para él es cosa establecida de antemano que el conocimiento de la realidad dada sólo puede ser un conocimiento de objetos condicionados por el espacio y el tiempo. claramente lo que para Kant resultaba evidente y que por lo mismo puede admitirse según él sin ulteriores indagaciones. Para ello habremos de resignarnos a ciertas repeticiones inevitables. Éstos son los axiomas básicos para Kant: 1. Un conocimiento referido a la realidad o, dicho en lumia más general, referido a un dato concreto, es un conocimiento objetivo, en el sentido de un objeto que viene dado en el espacio y el tiempo. Cierto que Kant analiza las condiciones del conocimiento derivadas del sujeto cognoscente, pero sólo las valora como sus componentes formales. No se le ocurre en modo alguno que también puedan proporcionar una explicación de la realidad (puesto que el mismo conocimiento es también una cierta realidad). La realidad subjetiva como tal o la intersubjetividad no entran en el análisis del conocimiento. Y aquí se echa ya de ver hasta qué punto la concepción cognitiva de Kant depende de la forma de conocimiento de las ciencias naturales. Este primer supuesto básico condiciona a su vez los tres siguientes, que se encuentran en mutua interdependencia. 3. Partiendo de ese mismo supuesto básico es evidente también que sólo puede adquirir relevancia científica el saber capaz de una formulación inequívoca y precisa. De ahí la exigencia: en la ciencia sólo pueden entrar conceptos claramente definidos y determinados de una manera inequívoca. Esto se puede llevar fácilmente a término en la lógica, ya que «en ella la inteligencia sólo tiene que habérselas consigo misma y con su forma» (B IX). Pero en las ciencias, que se refieren a una realidad dada, la situación resulta más difícil. Y ello porque unos conceptos inequívocamente precisos en cuanto a su contenido sólo podemos obtenerlos de donde obtenemos una visión en la que se nos aparece la realidad. Ahora bien, como —en virtud de los supuestos hechos— nosotros tenemos esa visión sólo como una visión sensible, síguese que nuestro conocimiento, en la medida en que ha de ser preciso en su contenido, nunca puede traspasar las fronteras de una experiencia posible (la cual está limitada por la posibilidad de una visión sensible). Por lo demás, este resultado no es sorprendente, porque en principio ya está contenido en el primero de los supuestos mentados. 2. Dado que sólo el conocimiento objetivo es valorado como conocimiento de la realidad dada, el acto cognitivo por el que nos relacionamos, en tanto que conocedores, de una manera directa con la 4. De la determinación del conocimiento de contenido, expuesto de 65 forma conceptualmente clara, síguese un conocimiento objetivo referido porque en realidad lo único que dice es esto: si definimos lo a la visión sensible, de modo que el concepto de la experiencia queda científicamente cognoscible como lo hace Kant, no se puede ir más allá limitado al tipo de conocimiento que sólo proporciona lo particular y de los límites de ese ámbito cognitivo. Y en las condiciones del contingente (lo que ocurre precisamente en un caso determinado); de lo conocimiento científico aceptadas por Kant la metafísica es pura y cual se deriva que la necesidad y universalidad no pueden provenir de simplemente imposible como ciencia teorética. la experiencia así entendida (ni respectivamente de una inducción que se apoya exclusivamente en una experiencia así entendida). Kant empero no ha demostrado que resulten inevitables los supuestos que él establece respecto del conocimiento humano. Y sobre 5. Mas para Kant es incuestionable que la necesidad y universalidad todo no ha probado que un conocimiento referido a la realidad esté no sólo se dan en la lógica sí que también en las ciencias que se limitado al conocimiento de los objetos condicionados por el tiempo y el refieren a la realidad dada. Tras los supuestos realizados, eso sólo espacio. No ha demostrado que sólo la visión sensible sea capaz de puede ocurrir cuando es posible afirmar algo sobre los objetos ponernos en contacto con la realidad, ni ha probado tampoco que sólo «independientemente lo que se puede exponer con conceptos inequívocos pueda ser objeto de la experiencia»; es decir, si nuestro pensamiento determina los objetos —al menos en cierta medida—. De de un conocimiento fundado y merecedor del calificativo de científico. ahí la teoría kantiana de los «conceptos puros» como una de las condiciones posibilitantes de la ciencia, junto con la consecuencia de que un saber científico de las cosas solo es posible entendiendo las A modo de conclusión, permítasenos referirnos aquí a una tensión y discrepancia que afecta a toda la Crítica de la razón pura: uno de los cosas como manifestaciones o fenómenos, pero no cual cosas en sí. resultados decisivos de dicha obra es la consignación de que e) Lo que Kant demuestra y lo que no demuestra afirmaciones válidas en sentido científico-teórico sólo pueden referirse a La crítica kantiana de la razón pura es la determinación de fronteras la cosa como manifestación, jamás a la cosa en sí. Ahora bien, si tal de la forma de conocimiento que se da en las ciencias modernas; es afirmación ha de tener un valor universal e ilimitado, debe también decir, aquellas ciencias que se refieren a procesos del mundo material poder predicarse de las afirmaciones (de los resultados) de la Crítica de que pueden comprobarse mediante la percepción y que describen las la razón pura, con la consecuencia extremadamente desagradable de regularidades e que todo cuanto Kant proclama en su crítica sobre la estructura o sobre inequívocos. Su investigación demuestra que con tal conocimiento no las posibilidades y límites de nuestra inteligencia y de nuestra razón no puede establecerse nada que supere el campo de la experiencia la afecta directamente a ella misma, sino que sólo informa sobre cómo (empírica) posible. En el fondo, esta afirmación es una tautología, nosotros podemos concebirla en virtud de una regularidad que a descubiertas por medio de conceptos claros 66 nosotros nos está en definitiva totalmente encubierta. Por todo lo cual la más que simular un sentido que no tienen en modo alguno. explicación kantiana del conocimiento queda por completo en el aire; y el escepticismo, que Kant pretendía superar a toda costa, se apunta nuevos triunfos. Así pues, la tesis de la fenomenalidad de la Crítica de la razón pura no es aplicable a la misma, de lo que se sigue que no puede ser válida en un sentido estrictamente universal, sino que más bien ha de dar cabida a las excepciones. Partiendo de esta idea J.A. Ayer defiende en su libro Lenguaje, verdad y lógica (Sprache, Wahrheit und Logik), publicado en 1935, la tesis de que «ninguna afirmación, referida a una "realidad" que transciende la frontera de toda experiencia sensible posible, puede tener un significado científico» (1970, 42). Ayer se hace a sí mismo la Bibliografía: Lotz 1955; de Vries 1977; Coreth-Schondorf 1983, 97-130. 2. La crítica del positivismo lógico a la metafísica El ataque más encarnizado que se ha llevado a término en la historia de la filosofía procede de los filósofos pertenecientes al llamado Círculo de Viena o que están bajo su influencia, y a los que se conoce como positivistas lógicos, empiristas lógicos y también neopositivistas. Se dieron a conocer por los años treinta del presente siglo. Dicho ataque se condensa en la afirmación de que todos los asertos metafísicos carecen objeción de que eso ya lo había afirmado Kant, pero advierte al respecto que su posición es más radical que la kantiana: «Él (Kant) dijo, en efecto, que la inteligencia humana está dispuesta de tal modo que se enreda en contradicciones cuando osa traspasar la frontera de una experiencia posible e intenta ocuparse de las cosas en sí. Y así convirtió la imposibilidad de una metafísica transcendente ―no como lo hacemos nosotros— en una cuestión de lógica, sino en un hecho» (ibíd., 42s). de sentido. Así, pues, para Carnap y Ayer los principios metafísicos han de En su trabajo Superación de la metafísica mediante un análisis lógico del lenguaje (Überwindung der Metaphysik durch logische Analyse der Sprache), aparecido en 1931, escribe R. Carnap: «Mediante el desarrollo de la lógica moderna ha sido posible dar una respuesta nueva y más aquilatada a la pregunta sobre la validez y justificación de la metafísica... En el campo de la metafísica... el análisis lógico conduce al resultado negativo de que los supuestos principios de ese campo son totalmente absurdos» (1931, 219s). Los principios de la metafísica son para Carnap principios aparentes o seudoprincipios; no sólo no son verdaderos sino que ni siquiera pueden ser falsos, no hacen calificarse como absurdos y sin sentido, porque «no responden a las condiciones bajo las cuales una afirmación puede en exclusiva tener un significado científico» (Ayer 1970, 43). A este resultado llegaron los primeros positivistas lógicos porque, en su opinión, sólo existen dos tipos de afirmaciones que puedan satisfacer y hacer justicia a los criterios del pensamiento científico: primero, aquellas que expresan unos hechos a su vez perceptibles, es decir, las que mediante un razonamiento controlado por la lógica pueden reducirse a lo percibido de una manera sensible; segundo, las que exponen las reglas del pensamiento exacto, es decir, los principios de la lógica formal y de la 67 matemática. Las afirmaciones de cualquier otro tipo pertenecen al edad moderna se ha dejado sentir con intermitencias, de que un saber campo de los sentimientos no controlables, de la imaginación o de la con contenido que aspira al calificativo de científico ha de orientarse por poesía, en una palabra, al campo de la «metafísica». el modelo de las ciencias empíricas y elevarse a la categoría de principio básico formulado de manera explícita. Del desarrollo consecuente de dicha opción derivan todas sus tesis. Por eso la Ésta expresa únicamente un sentimiento vital; pero lo hace de una manera inadecuada, toda vez que la expresión adecuada para el sentimiento vital es el arte. Ciencia sería, por una parte, la ciencia exacta de la naturaleza y, por otra, la lógica y la matemática. realidad se identifica sin más con la observación particular del mundo corpóreo que tenemos a mano. Por eso el positivismo lógico (a diferencia de Kant) renuncia a los juicios sintéticos a priori que no pueden probarse empíricamente; de lo cual se sigue la consecuencia, aceptada explícitamente, de que los juicios de hecho sólo pueden ser La verdad sobre la que versan las tesis de la lógica y de la matemática es puramente formal; con otras palabras, esas ciencias nada afirman respecto de la realidad, carecen de contenido o son meras tautologías. Un saber con contenido sólo puede proporcionarlo la percepción sensible. De lo cual se deduce que el criterio de verdad para hipotéticos. Por eso el juicio analítico se entiende en un sentido esencialmente más rígido de como lo hace Kant, ya que se le define como una tautología. Y por eso, finalmente, a la filosofía sólo se le reserva el único cometido del análisis lógico del lenguaje (y por ello de acuerdo con el único criterio de sentido de la verificabilidad empírica). el neopositivismo es el «principio de verificación empírica»: sólo pueden considerarse verdaderas, es decir, «cargadas de sentido», aquellas afirmaciones con un contenido que pueden reducirse inequívocamente a hechos perceptibles por los sentidos. La discusión científica de las tesis sustentadas por el positivismo lógico bien pronto demostró que eran insostenibles. Por ello nadie lo defiende hoy en su radicalismo originario. Señalemos sobre todo los puntos flacos siguientes: En consecuencia todo conocimiento verdadero tiene su fundamento 1. Habría que preguntarse qué es el status lógico del propio en los hechos percibidos por nuestros órganos sensoriales; es decir, en principio de verificación. No puede ser un principio empírico, y a la vez los «asertos base» (también denominados «asertos actuarios» o es indudable que tampoco se trata de un principio meramente formal, Protokollsatze), que consignan tales hechos de un modo que podríamos pues no cabe afirmar que sea una pura tautología. Más bien se trata de asimilar al de quien levanta un acta. una afirmación universal que afirma algo concreto y determinado sobre aseveraciones que, en opinión del hablante, se refieren a la realidad. En el positivismo lógico late la idea, que desde los comienzos de la Esta idea pone al neopositivismo en una alternativa: o admite que 68 existen frases con sentido y con un valor científico, aunque no estén 4. Por lo demás, hablar de los principios actuarios como puros referidas a ninguna de las clases de afirmaciones con sentido admitidas principios de observación resulta problemático por el hecho mismo de por el propio neopositivismo, o bien hay que afirmar que el fundamento que no existe observación alguna que escape a la teoría o, en un último de toda certeza científica es una afirmación «metafísica» sentido más general, que escape a algún tipo de prejuicio o absurda. En uno y otro caso se impone una revisión del sistema. conocimiento previo. 2. Se ha demostrado además que la aplicación estricta del criterio 5. Hay que reprochar al positivismo lógico (desde luego que no sólo de sentido empírico conduce a una consecuencia en extremo incómoda a él, pero sí de una manera muy particular) el que no considere al sujeto para el positivismo lógico, a saber: que las hipótesis básicas de la cognoscente como tal. Es ciertamente algo que siempre se da por investigación científico-natural (como, por ejemplo, el principio de la supuesto cuando de observaciones se trata; pero su papel termina con conservación de masa y energía), al no poder verificarse mediante una registrar si se trata o no del caso en cuestión. El proceso cognitivo ha observación particular, tienen que considerarse como principios de explicarse en la medida de lo posible sin el sujeto, lo que en el fondo metafísicos y sin sentido. constituye una exigencia contradictoria. «El interés patente del 3. Hay otra dificultad insalvable que se deriva respecto de los «principios actuarios», que deben constituir la base de cualquier afirmación científica con contenido. ¿Qué es lo que se entiende al hablar de la «realidad dada» (das Gegebene)? ¿Se trata del proceso que se observa como algo «dado» o son únicamente mis datos planteamiento positivista tiende a desconectar la subjetividad del proceso cognitivo. ¿Por amor a la verdad? ¡Desde luego! Pero simultáneamente se prescribe a la verdad cómo tiene que mostrarse, a saber: sólo en el campo de acción de la decisión binaria del sí y del no de unas circunstancias finitas» (B. Casper 1972, 37). sensibles sobre el mismo? Y, sobre todo, ¿cuál es el comportamiento Bibliografía: Carnap 1931 (1977); Carnap 1966; Ayer 1970; Indarte mutuo entre frase y realidad, es decir, cuáles son las relaciones que 1972; Schulz 1972; Krampf 1973; Ayer 1976; Ettelt 1979. median entre la afirmación y el proceso que aquélla describe?, ¿cómo 3. Las relaciones con la metafísica en la posterior filosofía analítica han de entenderse? Cualquiera que sea su definición más precisa, esos procesos nunca pueden ser como tales idénticos en sentido estricto a la afirmación, ya que proceso y afirmaciones pertenecen a dimensiones diferentes. De conformidad con ello sólo se habla de "coincidencia". Ahora bien, para poder examinar dicha coincidencia de frase y realidad, sería necesario compararlas entre sí. Pero ello no es posible según los supuestos básicos del positivismo: nada se puede afirmar sobre la relación entre realidad y aseveración» (W. Schulz 1972, 52). En la filosofía posterior, que se ha ido diferenciando notablemente, quedó diluida de una manera esencial la radical actitud antimetafísica de los comienzos. Se fue imponiendo la convicción de que los metafísicos no dicen simplemente tonterías. A ese convencimiento condujo sobre todo la circunstancia de haberse demostrado como inviable una clara delimitación de fronteras entre afirmaciones «científicas» y «metafísicas» sobre la base del criterio empírico de 69 sentido. Como, además, la propuesta de K. Popper para utilizar la admitiendo la posibilidad de desarrollar teorías metafísicas con sentido falsabilidad (Falsifi-zierbarkeit) fundamental de las afirmaciones cual y coherentes en sí mismas; y ello porque la única competente para criterio delimitador con ayuda de las observaciones no daba buenos establecer una relación con la realidad es la ciencia empírica. Se pone resultados en todos y cada uno de los casos, hubo que resignarse a no así de manifiesto que se comparte la opinión de Kant de que todas las poder eliminar por completo en ninguna teoría general ciertas hipótesis teorías son vacías por cuanto que sobrepasan el ámbito de la que habría que llamar metafísicas. experiencia particular posible. Otro motivo del cambio de actitud entre los filósofos analíticos fue la concepción del lenguaje Esta actitud es también el motivo de la desconfianza de muchos desarrollada por Wittgenstein en sus filósofos analíticos cuando se trata de utilizar términos muy generales, Investigaciones filosóficas (Philosophische Unter-suchungen). Según como son los de «realidad», «existencia» y «evolución». Se es del dicha teoría, es un error pensar que el lenguaje sólo existe para parecer de que no se da nada parecido al «ser» y que lo único que hay describir situaciones. Hay que suponer más bien que en él se dan los son entes particulares; no existe algo como la verdad, lo que sí existe más diversos «juegos lingüísticos», cada uno de los cuales tiene únicamente son afirmaciones verdaderas; tampoco existe un problema finalidad propia y se justifica por el hecho de que con su ayuda de inducción, sino sólo investigaciones de unos razonamientos podemos hacernos entender en un contexto determinado. No se inductivos concretos y particulares (cf. C.B. Daly 1961, 181). excluyen mutuamente, por lo que nada cabe objetar contra el lenguaje de la metafísica, mediante el cual se articula una actitud posible frente al mundo. Así pues, ciertos supuestos básicos siguen siendo indiscutibles. El conocimiento, en la medida en que persigue un saber con contenido, apunta a unos «objetos» claramente identificables, que o bien son Esta nueva actitud de tolerancia, y hasta de apertura hacia la cosas individuales o propiedades de cosas individuales o bien se trata metafísica tiene en todo caso sus límites. Y así, aunque se considera el de «entidades» (Entitaten) abstractas, cuales son, por ejemplo, las juego lingüístico de la metafísica como una posibilidad coherente del clases de cosas. De ahí que un saber contenidístico sólo pueda uso del lenguaje, se rechaza la idea de que la metafísica proporcione proceder de la percepción particular. Y de ahí también la exigencia, una explicación definitivamente válida sobre la realidad, puesto que ya necesaria a todas luces para la ciencia particular, de que todos los se tiene por absurda la idea de que pueda darse un juego lingüístico conceptos empleados en la ciencia tengan que ser siempre exactos, o, capaz de fundamentar y dar cuenta de todos los otros. Se pone además lo que es lo mismo, que sólo pueda hablarse de ciencia cuando se en duda la relación de los sistemas metafísicos con la realidad, aun puede representar el saber obtenido mediante conceptos inequívocos 70 definidos y claramente diferenciados de otros, y eso aun en el caso de investigaciones filosóficas que se consideran obligatorias. Por ello es sin duda correcto que la metafísica no pueda eludir la exigencia de la crítica del lenguaje. Ciertamente que aún queda por aclarar si las fronteras de lo que se puede exponer lingüísticamente coinciden sin más con aquello que es posible expresar mediante una conceptualidad inequívoca. Bibliografía: Halier 1967; Tugcndhat 1967; Waish 1967; Apel 1967/68Stegmüller 1969; Kórner 1970, 211-289; Rod 1976; Indarte 1978. 71 J. Gómez Caffarena Metafísica Fundamental ¿ES POSIBLE LA METAFÍSICA? Acabamos de ver qué puede ser una Metafísica. Pero aquí y allí, mientras hacíamos su delimitación temática, hemos visto apuntar la duda sobre su misma posibilidad. Ha quedado lejos el tiempo en que tal posibilidad era cosa obvia. Es por esto por lo que hay que comenzar haciendo una Metafísica fundamental. Creo que se pueden distinguir en el proceso de crisis histórica a que me refiero tres momentos: el de los siglos XVII y XVIII, el de los siglos XIX-XX y el que posiblemente se inicia con nuestra contemporánea actualidad. En todos estos momentos vamos a ver el progresivo desarrollo de tres «líneas de fuerza»: el progreso de la Ciencia, el Pero antes aún, antes de /intentar ese esfuerzo por cuenta propia, es indispensable el tomar noticia, en una visión necesariamente Humanismo, la alternancia (visible sobre todo en los siglos XIX-XX) de exaltación y depresión en la conciencia humanista. genérica y simplificadora, pero que debe buscar ser lo más universal y comprensiva, de la historia de la crisis de la Metafísica —acaecida 1. LA CRISIS EN LOS SIGLOS XVII-XVIII sobre todo en la Edad Moderna—, así como de los intentos de nueva fundamentación. Eso vamos a hacer en el presente capítulo. Creo que es, indudablemente, al progreso científico al que hay que atribuir en primer lugar la crisis de la Metafísica en la Edad Moderna. El Este intento de visión histórica presenta un serio problema: tiene que «macroscopizar» los hechos, buscando hacerlos inteligibles y significativos. Esto supone un peligro para la objetividad de la visión; porque no podrá hacerse sino desde un determinado ángulo, con una cierta hipótesis en la mente. Creo que no cabe sino aceptar esta limitación. He buscado con sinceridad un punto de vista objetivo sobre la historia de estos cuatro siglos. No pretendo, por otra parte, que sea el único posible. En todo caso, la presentación histórica que hago a continuación servirá para iluminar mi propio método y ambientar así lo que va a ser el contenido más propio del libro. hombre entrevé por primera vez la posibilidad, no ya teórica sino real y concreta, de un conocimiento exacto de las cosas. Un conocimiento que no quede en teorías abstractas, sino que se atenga siempre al control de la verificación en experiencias, un conocimiento efectivo que se traduzca en un dominio real de los fenómenos del mundo. Un ideal así siempre había existido. Pero los intentos de realización habían tropezado' con la falta de métodos adecuados. Es la revolución en los métodos experimentales la que en los albores de la Edad Moderna hace real y concreta la posibilidad y la dilatación sin límites de un conocimiento verdaderamente científico. 72 simplificadora, esta afirmación me parece recoge sin embargo el hecho Este hecho pone inmediatamente en contingencia la confianza que más decisivo de la Filosofía de la Edad Moderna. el hombre tenía en la Metafísica. Hay que decir que tal confianza siempre había tenido sus tentaciones (escepticismo, conatos de empirismo...). Muchos hombres habían sucumbido a ellas. Pero todo eso eran casos aislados. No teniendo el hombre una posibilidad concreta de conocimiento científico real y siempre dilatable, la sed de saber que el hombre tiene le volvía una y otra vez a las construcciones metafísicas. A partir, en cambio, de la revolución científica que se realiza a comienzos de la Edad Moderna, se agudizará siempre más una duda empirista y fenomenista, diametralmente contraria a la Metafísica. ¿Podemos conocer algo que no sea de un modo o de otro verificable en la experiencia? ¿Podemos conocer otra cosa que el aparecer de la realidad para nosotros? Ya en la primera presentación del contenido de la «Metafísica» en el capítulo anterior pusimos todo el acento en su pretensión de metaempiricidad y metafenomenicidad. Y dejamos entender el problema crítico que esto plantea. Es la tradición filosófica inglesa, añadamos solamente, la que agudizó más al extremo la posición empirista y la consiguiente repulsa de la Metafísica. En su línea de desarrollo, Hume es el autor que queda para la historia como Tratemos de precisar un poco este hecho fundamental. Ante todo, para hacérnoslo comprensible, tenemos que recordar que se sitúa de algún modo como culminación del gran movimiento humanista, propio del Renacimiento. Pero entendamos bien: no es que el antropocentrismo de la fundamentación nueva de la Metafísica (como lo vamos a ver dentro de un momento en Descartes y más plenamente en Kant) se sitúe simplemente en continuidad con el humanismo renacentista. El humanismo renacentista es humanismo frente al teocentrismo en que había situado (con una consagración prematuramente pretendida definitiva) a la cultura occidental la cristiandad medieval. Valores naturales —esto es lo que ante todo se pone de relieve—, que estaban preteridos en ese teocentrismo, recobran ahora su vigencia. El hombre es sin duda considerado central entre esos valores; pero es un hombre parte del cosmos y que encuentra su gozo y su explicación en él. Quizá sería mejor hablar de naturalismo para caracterizar en su conjunto el espíritu del renacimiento. representante extremo de la crisis. Para llegar al antropocentrismo del nuevo intento de fundamentación La nueva fundamentación humanista metafísica patente en Descartes ha sido también decisivo el influjo del mismo progreso científico; por cuanto, sobre todo, ha planteado un Hostigada en el campo de la objetividad por la presencia absorbente de la nueva Ciencia, la Metafísica intenta una nueva fundamentación mediante una «conversión» al hombre. Aunque excesivamente problema crítico-epistemológico al descubrirnos que el mundo que perciben nuestros sentidos no puede ser asumido por la Ciencia como el mundo simplemente real. Descartes no hará sino llevar la «duda 73 metódica», que surge ante ese hecho, a su plena expresión. El momento más decisivo de eclosión del nuevo planteamiento Es conveniente echar también desde aquí una mirada a la presencia del hombre en la fundamentación de la Metafísica clásica. Porque, por una parte (como ha notado Heidegger), hay una innegable presencia de lo humano en la misma Metafísica de los grandes filósofos griegos a partir de Sócrates. Muy concretamente en Platón, cuyo influjo es, como bien sabemos, decisivo y permanente en toda la historia posterior del pensamiento occidental. La concepción de la suprema realidad como un mundo de «ideas» lleva a todas luces la marca de una proyección antropológica, no poco ingenua. Pero, por otra parte, hay que subrayar más bien que —salva, eso sí, la extraordinaria anticipación por parte del antropocéntrico, el surgir con ello de la «Filosofía moderna», ha de situarse en las especulaciones de Descartes. Preocupado por los peligros de duda, y aún de error, que surgen de la aceptación del nuevo punto de vista físico (las «cualidades sensibles» que vemos no podemos tenerlas por reales), él siente una necesidad nueva, la de reconducir la Filosofía a un origen en el que ya no quepa la duda. Hasta entonces, hay que reconocer que en el ámbito de pensamiento del mundo occidental, heredado de los griegos, la Filosofía era como una prolongación profundizadora y sistematizadora de la visión de las cosas que da al hombre el simple sentido común. genio de San Agustín— la fundamentación moderna y su típico antropologismo-humanismo, que llega a ser antropocentrismo, queda a mucha distancia del espíritu greco-latino. Es típicamente moderna, requiere una determinada madurez de la humanidad, esta impostación del problema. Surgía así un «realismo» ingenuo. Existen, «se dan», están ahí antes de toda reflexión, un conjunto de cosas, realidades en sí, independientes aunque interrelacionadas. Y entre ellas hay algunas que poseen la propiedad del pensamiento; la conciencia es propiedad de unas determinadas cosas y consiste fundamentalmente en el poder de Y, cierto, no podemos negar, haciendo ya una primera valoración, reflejar el mundo, de un modo muy prevalentemente pasivo. que va a ser exagerada la conversión antropocéntrica moderna. En este sentido, nos puede ya desde ahora ser comprensible y esperable la actual crisis de la modernidad... Pero, por otra parte, no temo afirmar que hay en la conversión moderna y el nuevo intento de fundamentación algo perenne, que es ya irreversible en la historia de la humanidad. Este punto de partida común a las filosofías realistas con el sentido común permanece sustancialmente incuestionado hasta el siglo XVII. Hay ciertas fisuras que anuncian la revolución, pero que no llegan a la plena ruptura de la convicción fundamental realista. Hay que mencionar entre ellas a las preocupaciones del «nominalismo» medieval por explicar el auténtico sentido de la relación del lenguaje humano a las Descartes: el nuevo punto de partida cosas, o bien las mismas preocupaciones científicas por explicar ya no 74 ingenuamente el origen de las cualidades con las que percibimos el mundo sensible. Lo curioso es, como se ha hecho bien notar, que el descubrimiento queda en poco en manos de Descartes; es excesivo para su momento. Fisuras que pronuncian la necesidad de un nuevo punto de vista cuando se quiera ir hasta el fin del problema. Por lo pronto, Descartes lo interpreta mal: aísla excesivamente a la conciencia, creándole incluso un problema de salida a la realidad exterior, el famoso problema «del puente». Descartes (un ingeniero, podemos decir, como no habrá habido otro) encuentra un puente genial, Descartes llega a revolucionar el punto de partida de la Filosofía pero tan arbitrario que valdrá para poco: el puente es Dios, cuya idea precisamente por el camino de la duda, como es bien sabido. Duda encuentra tan enlazada con la conciencia que su realidad resulta cierta metódica, hiperbólicamente universal; que no significa en él ningún con la certeza de ella; y la realidad de Dios, sumo garante de verdad, escepticismo (pocos hombres habrá habido tan dogmáticos y puede ya significar para la conciencia la salida a la realidad externa, convencidos de la posibilidad de encontrar una seguridad como que sin esta garantía podría quedar en duda sobre si era simple Descartes), sino un querer de una vez para siempre, y a fin de evitar las representación (posición de duda que en Berkeley pasaría a ser provisionalidades de retrocesos paulatinos, encontrar al fin aquello que afirmación: para la realidad material ser es igual a ser percibido). Este es para el hombre indubitable y hacerlo así origen, punto de partida, de solipsismo de la conciencia cartesiana no es justo. Pronto la reflexión su reflexión filosófica. filosófica verá que la conciencia se encuentra a sí misma desde el primer momento íntimamente solidaría con la realidad que no es ella, se encuentra también esencialmente coligada a otras conciencias iguales a Es sabido que lo indubitable aparece entonces ser la misma conciencia; «pienso, luego existo». Como veremos más despacio, esto ella; y, de esta manera, no es sino un pseudoproblema el de su «salida» a las cosas, pues desde siempre ya se encuentra en ellas. no es un raciocinio (como parece sonar), sino que equivale a decir: «existo pensando». La realidad inicial que se da no son cosas entre las que algunas hay que piensan, sino esta realidad pensante... (sentiente, Curiosamente, recae Descartes a continuación en un cierto realismo: amante, etc.) que es la conciencia. Ha cambiado como vemos frente a la conciencia, que pasa a ser «res cogitatis», la realidad diametralmente el punto de partida, surge aquí lo que podríamos llamar externa, «res extensa» (admitida como tal por la veracidad divina) forma un punto de partida idealista o subjetivista frente al realista ingenuo u un contrapunto dualista cuya tensión denota bien lo inestable de toda la objetivista a que nos hemos referido. El descubrimiento de Descartes es situación. En todo caso, la sustancia pensante que es el espíritu verdaderamente revolucionario y su revolución va a marcar la Edad humano Moderna. interferencia. La Metafísica ve más claro que nunca su estatuto y sus desarrolla ambiciosamente sus fueros sin ninguna 75 derechos. Aspira a la suprema exactitud y rigor científico. Es conocido existo yo mismo frente a las cosas, existo conociendo, amando, el «more geométrico demonstrata» de la «Ética» de Spinoza. El actuando. No existo solo, existo siempre en un mundo; y solo cuando pensamiento tiene conciencia de llevar en sí la ley de la realidad. Aun soy conciencia de lo que no soy yo (la «intencionalidad» de la en las posiciones mucho más matizadas y moderadas de Leibniz o de conciencia, que destacará Husserl) puedo ser consciente de mí mismo. Wolff, la Metafísica procede con un optimismo que pronto hemos de ver Pero a las cosas siempre las conozco como el otro término de la entrar en honda crisis. relación, «como desde fuera», mientras que a mí me conozco «desde dentro». La formación y desarrollo, paralelos con este «racionalismo continental», del «empirismo inglés» (del que ya antes hicimos mención) prepara el nuevo y más radical brote de la crisis. Establecido así el punto de partida para una reflexión filosófica —un punto de partida que no es el del sentido común ni el de las Ciencias, porque quiere llevar la reflexión a un nivel más profundo, un punto de partida que no es realista en el sentido del realismo ingenuo, pero que El replanteamiento kantiano como vemos tampoco tiene por qué ser idealista (ni «asertórica» ni «problemáticamente» en la terminología de Kant) puesto que supone la Kant debe replantearse a fondo el problema iniciado por Descartes. En él se hace mucho más consciente y madura la adopción de un punto de partida no ingenuamente realista. Es el sujeto humano consciente quien —ahora ya enfrentado siempre con un mundo y teniendo que realidad de un mundo en el que se encuentra enclavado el sujeto—, queda abierta para el hombre una inmensa posibilidad de reflexión. Esta va a ser la gran Filosofía moderna definitivamente puesta en marcha con la revolución de Kant y de la que aún hoy no podemos evadirnos. interpretar su propia realidad enclavada en el mundo— busca el filosofar. El hombre moderno filosofará no como el griego por curiosidad admirativa frente al mundo, sino por la necesidad personal —en el límite, por la «angustia»— de dar un sentido a su propia existencia. Pero filosofará además con la conciencia de constituir él un polo de la relación inicial en la que «se da» la realidad. No vale como punto de partida aquel: existen cosas y entre ellas algunas que piensan y entre ellas me encuentro yo... Hay ahí demasiados presupuestos que pueden cuestionarse. Puede preguntarse: ¿y cómo sé que existen cosas? Solo lo sé desde mi mismo. Pero entonces lo que radicalmente sé es que Dado el nuevo punto de partida, el hombre que quiere preguntarse por la realidad, debe indudablemente responder con la respuesta muy bien expresada por Ortega: la realidad radical, es decir, la originaria en el orden del darse, es mi propia vida, mi conciencia enclavada en el mundo. Y, si a continuación se pregunta angustiado —como no puede menos de preguntarse— por el sentido de esta realidad vital, su origen, su destino..., es ciertamente una respuesta antropocéntrica la que dará. 76 Las preguntas se establecen, como ya recordamos en la Introducción, alrededor del hombre. La primera de ellas es la que Kant espacio-temporal. No puede pues aspirar la Metafísica al estatuto de una Ciencia. aborda en su primera gran obra, la Crítica ¿Le la Razón Pura: ¿qué puedo conocer? Esto es un notable-testimonio de la relevancia de la Ciencia en aquel momento. Kant, en efecto, no oculta su admiración por No es esta, sin embargo, la última palabra de Kant sobre la Metafísica. Ya en la misma Crítica de la Razón Pura aparece ella, concretamente por la que ha realizado Newton. claramente algo que se desarrollará más en los escritos posteriores: con base en la innegable vivencia moral del hombre, puede la El empirismo inglés parecerá a Kant incapaz de justificar Metafísica encontrar una mejor fundamentación. Las preguntas más teóricamente ese indudable hecho de la existencia y del progreso de las decisivas que el hombre se hace son más bien aquellas: ¿qué debo Ciencias. Kant intentará teorizar una fundamentación de las Ciencias; y hacer?, ¿qué me cabe esperar? Ninguna Ciencia puede responder a esto le hará deber situarse en continuidad con el racionalismo y a través estas preguntas. Y no por ello han de quedar sin respuesta. La de él con la tradición filosófica y su prevalencia de lo intelectual. Pero Metafísica entra entonces en el campo humano como fe racional. esta fundamentación de las Ciencias, y la seriedad con que se intenta, Queda fundada de un modo ya inatacable por cualquier ulterior distancia al mismo tiempo definitivamente a Kant de ese racionalismo. progreso científico. Kant se gloriará de haber de esa manera «Despertado del sueño dogmático por Hume», como él mismo, encontrado el verdadero fundamento y haber logrado un puesto para la confesará, hay en él una atención a la experiencia sensible por la que Metafísica como fe, aun a costa de quitarle el pretendido carácter de es claro heredero del empirismo. ciencia. Y aquí se origina, como es bien conocido, lo que hay de negativo en Sobre todo esto tendremos, naturalmente, que pensar muy despacio. la solución por Kant de la crisis de la Metafísica. Definido el nuevo Digamos solo ahora: cuando la tradición llamaba «ciencia» a la estatuto teorético de la Ciencia, la Metafísica es medida por ese canon Metafísica, no tenía en cuenta las características que la Ciencia y resulta insolvente. Dado que la intuición que el hombre tiene es Moderna va a vindicar para sí. Pensaba solamente en un conocimiento siempre y solo la sensible, la Metafísica que por definición querría ir humanamente cierto, razonado y fundado. En el racionalismo sí se más allá de la experiencia sensible, no puede apelar al control de una había intentado subrayar el carácter de ciencia de la Metafísica, se auténtica experiencia. Ni en el sentido más obvio de las Ciencias de la había tendido a olvidar lo propio del conocimiento metafísico en la naturaleza, ni en el sentido en el que la misma Matemática, en sí pura- tradición: así, por ejemplo, la «analogía» del conocimiento metafísico... mente formal, tiene sin embargo referencia a la experiencia sensible, No tendremos, pues, que lamentar quizá este veredicto kantiano, que 77 para la posteridad quedará casi insuperable: la Metafísica no es movimiento en el cosmos, Kant cree haber logrado variar eficazmente la «ciencia», siempre entendida ésta en el sentido moderno. hipótesis de base de las teorías clásicas del conocimiento. La nueva hipótesis es, dice, que el objeto se rige por el conocimiento. Hay otro punto, aún de mayor importancia, en la fundamentación de Kant. Es el vínculo estrecho en que quedan situadas para siempre la La comparación no deja de presentar dificultades. Si no ha de aludir Metafísica y la Antropología. Heidegger no temerá decirnos hoy que al simple hecho de un cambio de hipótesis, sino quiere significar un precisamente en esto consiste el resultado de la fundamentación cambio del mismo sentido del hecho por Copérnico en su revolución kantiana de la Metafísica: en la inseparable vinculación de Metafísica y astronómica, que acabó con el geocentrismo, tropieza con el obstáculo Antropología. de haber hecho aparentemente algo de sentido contrario. Muy gráficamente lo ha expresado en nuestros días Bertrand Russell: «Kant habló de sí mismo como autor de una revolución copernicana, pero Es un punto éste que merece nos detengamos algo más en él. Lo vamos a hacer alrededor de la misma conciencia que Kant tomó de lo que había hecho y de la expresión que dio de ello. Ha pasado a la historia su afirmación de haber hecho una «revolución copernicana» en el pensamiento. hubiera sido más exacto si hubiera hablado de una contrarrevolución ptolomeica, dado que ponía de nuevo al hombre en el centro, del que Copérnico lo había destronado». Jean Wahl, tras hacer una observación semejante, añade, respondiéndose, una primera justificación del paralelo: «ambos explican un movimiento aparente por el espíritu del observador». La «revolución copernicana» de Kant y su sentido Para responder más a fondo, hay que recordar ante todo que En el prólogo de la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura, en 1787, creyó Kant poder expresar, con una alusión que se ha hecho célebre, la obra realizada por él, asimilándola a la revolución astronómica realizada por Copérnico. Igual que Copérnico cambió la hipótesis de base para tratar de explicar lo que, dados los nuevos instrumentales de investigación astronómica, no era ya explicable sobre los movimientos de los astros, suponiendo que no es la tierra el centro alrededor del cual todo gira sino más bien un punto él mismo en cuando Kant nos dice que en su hipótesis «el objeto se rige por el conocimiento"», no ha de entenderse el objeto integral. Como es sabido, y nosotros estudiaremos detenidamente más adelante, piensa Kant —y de hecho reencuentra con ello lo más nuclear de la concepción tomista del conocimiento— que hay en él un elemento material y otro formal. Es solo el formal el que el mismo hombre aporta de sus propias estructuras. El elemento material se debe a la «afección» del hombre por la realidad, en la que se encuentra desde siempre inserto. 78 «formas a priori» (ya lo estudiaremos detenidamente) la realidad del Ya se ve con esto que no se da esa «centralidad» del hombre-sujeto kantiano que pensaba Russell. Tampoco es verdad lo que dice Wahl de que «Kant piensa que el espíritu humano es idéntico con el espíritu 4 racional en general» . No. En la mente de Kant jamás el espíritu humano es idéntico con el espíritu racional en general; mucho menos con el espíritu, en cuanto tal. Es el único espíritu que nos es accesible y solo a través de él podemos hacernos una idea de qué pueda ser el ««espíritu», o que pueda ser el «espíritu racional» en general. Pero cuando por el «análisis trascendental» (que Kant propugna como método y ya estudiaremos) establecemos las estructuras constitutivas del espíritu humano como entendimiento y como voluntad —una voluntad sujeta al imperativo mismo que la constituye, un entendimiento esencialmente asociado a una sensibilidad y a través de ella implantado en una realidad—, no podemos pretender extender estos rasgos al espíritu en general ni siquiera al espíritu racional en general. Admitida como hipótesis al menos esta sugerencia, desaparece ya el sentido ptolomeico que podría parecer tener la «inversión» de Kant: si el entendimiento humano es quien confiere al objeto que conoce en la mundo en la que se encuentra enclavado desde siempre. Esto le da posibilidades de dominar ese mundo a la perfección por una Ciencia y una Técnica cada vez más logradas. Es lo que se iba haciendo, y lo que han hecho más los siglos posteriores a Kant: la Ciencia y la Técnica han encontrado en él el primer gran teórico de sus posibilidades. Pero notemos: siempre se supone al hombre dependiente de una realidad, la propia y la ajena, en la que se encuentra ya siempre enclavado cuando accede a la conciencia. Nunca su estructuración llega por tanto a lo último, al en-sí de esa realidad. Esto puede decirse equivalentemente diciendo que el hombre debe admitir la posibilidad de un conocimiento diverso de esa misma realidad, que él conoce de esta manera concreta conforme a sus propias estructuras; podrán darse otros entendimientos que conozcan de manera distinta, conforme a otras estructuras, esa misma realidad. Y solo un Entendimiento Absoluto conocería perfectamente, adecuadamente, esa' realidad como ella es en sí; más aún, podremos pensar con la tradición, a la que en este punto se adscribe Kant al hacer esta hipótesis, que más bien es el Entendimiento Absoluto quien configura al conocerla la misma realidad en sí. experiencia lo que hay en él de universal y necesario, y lo hace conforme a sus estructuras propias, eso es lo que más le aleja del posible Centro absoluto de la realidad: el hombre verá siempre las cosas al modo humano, no como son en sí. Paga muy cara la autonomía que cobra sobre su mundo: solo se hace centro de él a costa de que sea su mundo, quizá enteramente distinto del mundo en sí —el mundo, simplemente tal—. Se ha subrayado poco esa esencial modestia del kantismo; a veces incluso se ha olvidado. Con ella, hay perfecto acuerdo entre el efecto producido en la concepción astronómica por la hipótesis de Copérnico y el efecto producido en la concepción filosófica por la hipótesis de Kant: en ambos casos el hombre pierde el centro del cosmos. En el pensamiento tradicional cristiano ocupaba ese centro, no por su propia fuerza (pues no se desconocía su finitud), pero sí por ser una El hombre estructura conforme a sus propias «categorías» y otras «participación de Dios». La doctrina agustiniana de la «iluminación» era 79 la clave de ese pensamiento. Sea que se haga consistir la iluminación como es en sí (das Substanziale, gusta de decir Kant). Porque la en una ayuda especial, sea que se considere (como hizo Santo Tomás) realidad en sí no sería sino el término de su intuición creadora. al mismo entendimiento como una participación permanente de la luz divina, el hombre vivía su vida espiritual en el centro de la realidad; por eso, aunque imperfectamente, conocía la realidad como ella es en sí, como la conoce Dios mismo. «Veía el mundo con los ojos de Dios», podríamos decir; por eso caía tantas veces en el excesivo realismo, el defecto de absolutizar los modos humanos de conocer. No iremos descaminados si atribuimos a la fe cristiana, pacíficamente poseída, parte decisiva en el-mantenimiento de esa convicción. ¿Cómo queda la posibilidad de la Metafísica en esta nueva situación? Ya hemos dicho suficientemente que, al no ceñirse a la ley de referencia a la experiencia sensible que es propia de las ciencias, no podrá la Metafísica ser «una Ciencia». Lo que hemos dicho a continuación sobre la «revolución copernicana» operada por Kant problematiza de nuevo en otro sentido la posibilidad de la Metafísica: en cuanto que se subraya tan fuertemente el carácter «fenoménico» de cuanto el hombre pueda conocer. Kant, habremos de ver, no ha En Kant, la Humanidad se ha emancipado en lo fundamental de esa tematizado suficientemente la respuesta. Pero es un hecho visión de fe y va a tener que hacer más radicalmente filosofía. Dios, si decididamente claro que para él sigue en pie la genuina posibilidad de en ella ha de tener un puesto, habrá de reconquistarse desde el afirmaciones metafísicas por parte del hombre. Es que, aun perdido hombre; y no por el fácil arbitrio de Descartes. En todo caso, desde el como un punto en el inmenso cosmos —la situación astronómicamente principio está ahí como hipótesis; y, ya así, consuma la relativización «copernicana», que ya sabemos impresionaba profundamente el «copernicana» del alcance del conocer humano. Desde la Dissertatio, espíritu y la emotividad de Kant, y que ahora comprendemos bien en de 1770, que abre el «periodo crítico», tiene Kant siempre presente el qué sentido él ha hecho símbolo de un elemento de la situación Intellectus Archetypus, que con su intuición creadora pone la realidad filosófica del hombre—, encuentra el hombre en sí mismo la llamada como ella es en sí, a quien por definición ésta se acomoda. Al avanzar que lo «religa» de nuevo con un centro absoluto: para Kant reside en el el periodo crítico quedará, especulativamente, en hipótesis; pero la imperativo moral. necesidad de su presuposición como hipótesis para el hombre será la suprema razón del alcance meramente «fenoménico», relativo a sus estructuras específicas, de su conocimiento de la realidad. El espíritu humano es un modo posible de espíritu. La posibilidad de otros espíritus ya lo relativiza, pues cada uno conocerá la realidad a su modo, según sus propias estructuras. La posibilidad del Espíritu Infinito consuma esta relativización. El sería quien únicamente conocería la realidad en sí, tal A pesar de sus innegables deficiencias, que la hacen un comienzo siempre necesitado de superación cuanto inevitable como comienzo, hay en la posición original de Kant un importante equilibrio en el mantenimiento simultáneo de una fidelidad —no fácil— a la doble llamada: de la conciencia de la finitud por un lado, de la exigencia de 80 absoluto por otro. La primera fidelidad hace del pensamiento de Kant ateísmo), o desaparece Dios, porque el hombre ya no puede una Crítica, crítica de los absolutismos metafísicos precedentes. Esa reencontrarlo desde su pequeño rincón. presencia de finitud la pone el hombre; por eso es un antropocentrismo —lo más típicamente «copernicano», como hemos visto. Por otra parte, la fidelidad a la exigencia de absoluto, hace que Kant no renuncie a la Metafísica, sino intente fundarla de nuevo. Y, como ha expresado muy bien Heidegger, «el resultado de la fundamentación kantiana consiste precisamente por ello en el descubrimiento de la necesaria conexión de ¿Son estas posiciones la lógica continuación de la filosofía de Kant? ¿Se siguen necesariamente del planteamiento antropocéntrico moderno? La misma contraposición de ambas las problematiza. Hay aquí una sugerencia que no podemos desoír. la Antropología con la Metafísica». El Humanismo absolutizador 2. LA CRISIS EN LOS SIGLOS XIX-XX Es el segundo de los elementos que mencionamos presentes en la Desde Kant nos aparecen entonces, en una mirada macroscópica, las posiciones filosóficas de los siglos siguientes como la unilateralización de uno de los extremos, en él equilibrados: el pensamiento del siglo XIX extrema, en reacción contra Kant, la exigencia de absoluto; el del siglo XX la conciencia de finitud. Ya dijimos que aquello en lo que coinciden siglo XIX-XX es el clima antropocéntrico de la reflexión. No solo un antropocentrismo del interés en virtud del cual se filosofa, sino también el considerar al hombre como inevitable centro inicial. En el siglo XIX se llega desde ahí a la asunción del hombre a la interioridad misma de la Realidad Absoluta en un intento de explicación metafísica total. En el XX se tiende a reducir al hombre a centro pequeño totalmente aislado perdido en un inmenso mundo que le posición kantiana, la exigencia de absoluto, el que prevalece desbordantemente en la filosofía inmediatamente posterior a Kant. Surge así una gran Metafísica, seguramente la más potente y ambiciosa de las que se han dado en la Historia humana. El esfuerzo crítico de Kant queda siempre en la base; pero queda sobre todo por razón del puesto relevante concedido al sujeto en la fundamentación, no tanto por la inhibición crítica con que limitaba el estatuto de la Metafísica. Para Fichte, la Metafísica se llamará sin más La Ciencia (Wissenschaft). Para Hegel, también es «Sistema de las Ciencias» el conjunto de la filosofía especulativa. Un aire entusiástico nos revela que estamos en el clima espiritual del romanticismo; y hace prever un colapso del magnífico pero precipitado edificio$ desborda. Así también se explica el doble matiz del ateísmo moderno: o desaparece Dios porque viene a coincidir con el hombre (al divinizarse, el hombre hunde, en realidad, a Dios; del panteísmo se pasa al El antropocentrismo sigue presente en esta nueva modalidad. Si en Kant el hombre era punto de partida, centro inicial insuperable como tal, 81 pero cuya exigencia de absoluto en medio de su finitud remitía a un no «subjetivo» como era el de Fichte. Pero, como ha notado bien ulterior centro, el Dios de la tradición recuperado desde el hombre, y si Heidegger, no se pierde por eso el carácter de «subjetidad» (si no ya en el último período de Fichte y de Schelling volvemos a una subjetividad). Por él, la Metafísica hegeliana puede seguir siendo concepción semejante, en todo el idealismo sin embargo —y en su ple- llamada humanista. nitud, en Hegel— la antropocentricidad toma otro carácter: ya desde el principio se revela en el hombre lo Absoluto. Se llega hasta ahí por una pretendida profundización y desarrollo de la «intuición intelectual» que encierra en su fondo la autoconciencia humana. Hombre y Absoluto están dados desde el principio. En un sentido, pues, no es el antropocentrismo lo que simplemente suena, sino algo menos acentuado. En otro sentido, en cambio, el antropocentrismo (diluido) se hace más Y esto nos explicará por qué en su colapso rápido tras la muerte del gran filósofo, en 1831, es un acentuadísimo humanismo el que recibe la herencia. La «izquierda hegeliana» vuelca (de un modo poco preciso y riguroso) el ímpetu de absoluto que inspiraba la gran construcción idealista en una inmensa exaltación del hombre. esencial y ya nunca abandonable. En Hegel claramente el Absoluto o «Dios» necesita del hombre para ser lo que es; esto equivale en realidad a divinizar al hombre. Feuerbach reprocha a Hegel el haber sustituido la vieja y superada Teología de la tradición por una Filosofía teológica no muy lejana de ella en realidad. En una como en otra, se encuentra el hombre «alienado», En las presentaciones clásicas de este período por la Historia de la Filosofía, se suele marcar como de tal manera lógico y aun necesario el proceso que lleva de Kant a Hegel, que parece ser este el único final posible de la «revolución copernicana». La objeción antes mencionada de Russell tendría así su plena justificación. Pero creo que por todo lo dicho está ya claro que hay en esta continuación idealista de la obra de enajenado. Proyecta fuera de sí sus mejores realidades en forma de «ideales» y los adora como Dios, sin advertir que con ese nombre no está llamando sino a ese producto enajenado de sí mismo. Es menester criticar la religión y la Metafísica, que el hombre se descubra ser y haber sido siempre en realidad su propio objeto de culto; «el hombre es el ser supremo para el hombre». Kant una desviación unilateral de lo que ella en realidad significó. Hay un olvido de aquella conciencia de finitud nunca plenamente superable, que es lo más «copernicano» del pensamiento crítico de Kant. Todo esto es enormemente típico del momento aún romántico del siglo XIX. En realidad, se corresponde con la conciencia gloriosa que el hombre cobra de su poder a través del gran progreso científico y téc- El Hombre (y con él el Mundo) se subliman en el Absoluto, en la Metafísica idealista de Hegel. Esta quiere ser un «idealismo objetivo», nico. Por eso, proclamaciones de exaltado humanismo muy semejantes a las de Feuerbach, las encontramos en otro filósofo contemporáneo, Augusto Comte, que, por otra parte, es curiosamente el fundador del 82 «positivismo», una tendencia bastante dispar en su profundo espíritu, la Metafísica de Nietzsche es concretamente el lógico final de toda la que luego estudiaremos. Metafísica iniciada con Platón; y será ya muy difícil el llegar a aceptar este arriesgado juicio histórico... En todo caso, es claro que estas Metafísicas de la segunda mitad del XIX son un resultado no ilógico de A finales ya del siglo un filósofo de hondísima entraña poética, con desgarradora sensibilidad para el proceso histórico que vive el hombre moderno, es quien ha acuñado las expresiones más enérgicas de ese humanismo absolutizador. Poco simpatizante de Feuerbach y de la grande y ambiciosa Metafísica idealista de Hegel; así como un reflejo y plasmación de la situación general de espíritu de esos años, profundamente marcada según ya hemos dicho por el mismo progreso de la Ciencia y la Técnica. Comte, más directamente influido por el pensamiento pesimista de Schopenhauer (que había creído encontrar la verdadera prolongación del planteamiento kantiano en una drástica disociación del mundo El progreso científico-técnico va, por otra parte, a producir bien conocido y de la voluntad, voluntad que no alcanza satisfacción), pronto crisis más radicales en la Metafísica. En seguida las Federico Nietzsche encuentra al hombre —y, a través del hombre, el consideraremos. fondo mismo de la realidad toda— como «voluntad de poder». Debe reconocer lúcidamente, por más que esto le aterre, que este hombre (todos, en el proceso de desarrollo que supone la Edad Moderna) «ha matado a Dios». Es vano y simplemente evasivo todo intento de situar valores absolutos «más allá» de la realidad del hombre y su mundo. Pero esto no es renunciar al Absoluto, sino buscar su realización a través del hombre mismo: el hombre debe llegar a superarse en el «Superhombre». No debe aspirar a una eternidad distinta de su vida presente; pero debe desear la eternización de esta: «el eterno retorno de lo mismo». Mencionemos aún una posición más, bajo este epígrafe del «Humanismo absolutizador». El joven Carlos Marx, entusiasta en sus primeros momentos de Feuerbach y heredero con él, y en parte a su través, de la «izquierda hegeliana», recibirá con entusiasmo el ateísmo de la inversión antropológica del idealismo. Lo que hay de ateo en Marx proviene sustancialmente de aquí. Pero hay ya en la posición marxiana una novedad decisiva. Piensa que Feuerbach no ha llegado al fondo de la «alienación» del hombre; la «alienación» más profunda no está en lo religioso, sino en lo económico. Por eso tampoco se remedia con una teoría nueva que ponga en sustitución al «Hombre» donde antes estaba En todos estos pensadores post-hegelianos encontraremos una «Dios»; sino con una praxis revolucionaria que cambie la miseria de la voluntad de superación de la Metafísica. Pero, como bien nos dirá hoy situación-base alienante.. Este «materialismo histórico» es en realidad, Heidegger, en sus reflexiones tan profundas sobre ellos, en realidad su en su primer momento, un replanteamiento humanístico, que devuelve esfuerzo sigue siendo una Metafísica. Heidegger dirá ulteriormente que al hombre mucho de su "conciencia de finitud y de relatividad a la 83 naturaleza material; sin, por otra parte, absorberlo plenamente en ella. las ciencias hecha por Kant y la consiguiente nueva fundación de la Es un interesantísimo planteamiento que podría en realidad prolongarse Metafísica, ésta pudo asimilar el impacto de la primera revolución física; en muchas direcciones. Federico Engels inspirará al Marx de la habría que decir que, si bien la revolución einsteiniana obligaría a madurez curiosamente rehacer en parte la fundamentación kantiana de las ciencias, no cosmológica y, en este sentido, anticopernicana: lo que constituirá el aportaría nada esencialmente diverso que amenazara a la Metafísica. «materialismo dialéctico» sistemático. Dejando el problema de si esto También hemos visto ya hasta qué punto la revolución del pensamiento 1 filosófico operada por Kant, puede llegar a asimilar y a tomar como por la mayor originalidad de este el descubrimiento de la relatividad del símbolo la otra gran revolución científica del tiempo del Renacimiento, la pensamiento humano a una «infraestructura» de tipo económico- llevada a cabo en la Astronomía por Copérnico. la dirección de una nueva Metafísica último responde, o no, a las intuiciones genuinas de Marx, hay que dar sociológico. Esta se alinea con una serie de otros descubrimientos típicos del XIX, que ponen ciertamente un difícil reto a la Metafísica. Pero en el siglo XIX y comienzos del XX han visto la luz tres nuevas revoluciones científicas aún más inquietantes y amenazadoras para la El segundo asalto de la Ciencia contra la Metafísica Metafísica. Son, de nuevo, marcadamente humillantes para el hombre. La nueva concepción del origen animal de la especie humana en la evolución biológica de los organismos en la tierra, presentada por El progreso científico en la Edad Moderna, al que ya hemos atribuido el factor quizá más decisivo en la crisis de la Metafísica, ha tenido una serie de momentos verdaderamente revolucionarios, que han dejado una huella particular en esa crisis. Es quizá una nota común a todos ellos la de subrayar la finitud del hombre; constituyen por eso otras tantas «humillaciones» para él. primera vez en plena coherencia por Darwin, amenaza con reducir al hombre a la esfera animal; la ya mencionada del «materialismo histórico» de Marx tiende a explicar como «ideologías», simples «superestructuras» que surgen como reflejo de hechos-base de orden material, los sistemas de pensamiento, las religiones, el arte y la Metafísica... Finalmente, la concepción del «inconsciente» introducida por la práctica clínica psico-analítica de Freud amenaza en un modo Ya hemos hablado de la revolución que supusieron las nuevas teorías sobre la constitución física de la materia, que condujeron a la semejante dichas construcciones, reduciéndolas también a reflejos de situaciones psíquicas. relativización fenoménica del poder cognoscitivo humano. Todavía en línea con esa revolución, primeramente llevada a cabo en el Renacimiento, la teoría de la relatividad de Einstein constituirá un paso más. Ya vimos, sin embargo, cómo a través de la fundación teórica de Es una auténtica «escalada del poder» por las infraestructuras... No es de extrañar que en el contexto de la presentación de esos 84 descubrimientos haya siempre alusiones peyorativas a la Metafísica, despacio en ella. cuyo fin se canta. En un primer momento, el hombre es religioso. Ignorante de las Ya hemos hecho una cierta reflexión sobre este tema en la leyes de los fenómenos naturales del mundo en el que vive enclavado y Introducción. En realidad, es solo con la recentísima emergencia del de su propia vida psíquica, impotente por ello para actuar eficazmente «estructuralismo», como el ataque a la Metafísica se hace frontal y sobre esos fenómenos, el hombre acude al mito para lograr una cierta definitivo por parte de esta mentalidad. Volveremos sobre ello al final explicación de lo que le desborda y a la oración y al rito, para obtener del capítulo. Aquí hay que notar antes que, curiosamente, el primer los efectos que superan su poder inmediato. El desarrollo cultural, resultado de la emergencia de estas revoluciones científicas son nuevas promoviendo las posibilidades de la razón y del lenguaje, hace al «metafísicas» de tono materialista. Así muy concretamente, y por más hombre que en el nombre se niegue, el «materialismo dialéctico» de Engels- «desmitologización») al estadio metafísico. El hombre sustituye la Marx, en cuya génesis, además de la fundamental intuición marxiana explicación mítica por otra más abstracta (ser, bien, causas...). Pero la del materialismo histórico, intervino decisivamente el libro de la racionalización no está en el período metafísico sino a mitad de camino. evolución de las especies de Darwin. Así también la Metapsicología de Su sucesivo proceso llevará al descubrimiento del método científico y Freud. Le es difícil al hombre, hemos de concluir ante estas con él al nuevo estadio, positivo, en el que el hombre es ya capaz de ir incongruencias, el retenerse en el terreno de lo simplemente científico; progresivamente conociendo las leyes de los fenómenos por las tiende a prolongar las intuiciones científicas en visiones del mundo ya ciencias y, consecuentemente, actuando con eficacia sobre ellos por las no estrictamente tales. Que por lo mismo que se hacen, sin embargo, técnicas. (La Técnica, rudimentariamente, había siempre existido, pero en continuidad con lo científico, y aun pretendiendo simplemente es potenciada incomparablemente por la Ciencia.) Esta situación explanar esto, no son auténticas reflexiones filosóficas radicales que positiva de la Humanidad es la que Comte ve comenzando a realizarse puedan hacerse problema y tratar de justificar los principios que ponen en su momento histórico. Se augura un camino sin fin y canta con en juego al efectuar esa prolongación de los datos científicos. euforia a las nuevas posibilidades que esto abre al hombre. pasar (por un proceso que hoy llamaríamos de Curiosamente, su «positivismo» cientista, que quiere significar el final de toda Metafísica, como de toda genuina religión, conserva un alto Quien teorizó de modo paradigmático esta situación típica del ataque de las Ciencias a la Metafísica en el siglo XIX fue Augusto Comte. Es bien conocida su visión histórica de los «tres estadios» del desarrollo cultural de la Humanidad. Vale la pena de pensar un poco más tono no sólo ético sino aun religioso. (Comte, al final de su vida, hablará de la «Religión de la Humanidad» y en tonos muy concretos y realistas.) La Ciencia, en su avasalladora irrupción, no ha excluido, pues, todo humanismo; en esto, Comte está a la altura de su contemporáneo 85 Feuerbach, como ya dijimos. En tanto en cuanto no lo ha hecho, podemos preguntarnos: ¿ha excluido verdaderamente toda Metafísica? Todo el proceso de la Edad Moderna que estamos considerando, ¿no conduce hacia una tal muerte de la Metafísica en manos de la Veremos que los positivistas más recientes creerán, no sin razón, que Comte no ha sido plenamente fiel a su intuición. Hay aún en él residuos de lo pasado que habría que eliminar. Pero antes tratemos de discernir lo que hay de más indudable en este mensaje de Comte. Creo que —aparte dé la excesiva y por ello falsificadora simplificación— se contiene una verdad en la general descripción del proceso Ciencia? No es eludible esta pregunta. Pero hay ya elementos para una respuesta. Hemos visto que esa muerte no se produce tan fácilmente... Perviven siempre residuos metafísicos en aquellos que la intentan. Y creo, como aún hemos de decir repetidamente, que eso no es simple inercia. Sino pervivencia de algo profundo e insustituiblemente humano, algo que no se puede excluir coherentemente. racionalizador. Es un hecho histórico innegable —y conviene que lo conmemoremos aquí en nuestro intento de historia de la crítica de la Metafísica— que las Metafísicas en la historia humana han surgido en el seno de tradiciones religiosas preexistentes, y como un esfuerzo de racionalización de las intuiciones religiosas primero vertidas en lenguaje simbólico. Las grandes religiones han incorporado, en realidad, mucho de esa racionalización metafísica. Y así han podido subsistir. Una tensión queda, sin embargo, siempre irresuelta en el problema del papel que deben jugar los conceptos racionales y los símbolos. Procesos de «desmitologización», que van acompañados de «desacralización» y; Entonces quizá hay que replantear el verdadero sentido del proceso sugerido por Comte, en orden a evitar su excesivo simplismo. ¿No habremos de concluir que hay algo válido en el estadio religioso, que no queda simplemente explicado por la ignorancia y la impotencia, aunque inicialmente se mezcle con ellas? ¿Y que es eso lo que precisamente recoge la Metafísica y trata de desarrollar en otro nivel de lenguaje más riguroso? (Lo que ocurre es que nunca, si esto es así, podrá lograrlo ni deberá por ello pretender excluir totalmente el insustituible papel del símbolo... Ya insistiremos en ello.) más generalmente, «secularización», son entonces inevitables donde quiera que se da un rápido progreso cultural. Pero una lección importante que se desprende de estas someras consideraciones de Redescubrimiento humanista de la finitud Filosofía de la Historia es que la Metafísica debe ser muy cauta en su pretensión de sustituir simplemente con sus construcciones racionales a la Religión y sus expresiones simbólicas... Porque el principio irrestricto El clima espiritual de nuestro siglo XX nos aparece marcado por una de la búsqueda de lo racional llevaría a la muerte de la misma mayor madurez, obtenida a través del realismo del esfuerzo científico Metafísica en manos de la Ciencia, no menos que la Religión había en continuado, que ha ido revelando sus propios límites, y con ello esa dialéctica tendido a morir en manos de la Metafísica. destruyendo entusiasmos ingenuos que se pudieron suscitar en un 86 primer momento. Consideremos algunas otras de sus manifestaciones. El hombre del siglo XX es en esto, en gran medida, heredero del Es típica la tendencia historicista que se constituye incluso en una elemento crítico del pensamiento de Kant. La conciencia de la propia auténtica Filosofía, pero que, en todo caso, invade ambientalmente finitud se ha hecho más y más aguda y ha dado un tono muy diverso al todas las otras posiciones intelectuales. No puede el hombre alcanzar antropocentrismo, al humanismo. Con ello, si no desaparece siempre de una vez la verdad; es más, nunca alcanza algo que con razón pueda del todo la exigencia de absoluto, sí deja de tener la relevancia que tuvo tener por absolutamente valedero. Toda posición es rectificable, en el humanismo del siglo pasado. El hombre hoy se siente muy histórica. El historicismo puede entonces incluso aparecer como un radicalmente finito, limitado en todas sus posibilidades y ante todo en modo paradójico de escapar a la historicidad; que se destruye, sin las cognoscitivas; cree, sí, poder dominar científicamente su mundo y embargo, si pretende ser él mismo una Filosofía superior a las otras. aprovechar sus recursos por la técnica para hacer más confortable su propia vida; pero ahí mismo encuentra su propio límite. Otro sector del pensamiento occidental de hoy sufre de otra manera la herida de esta conciencia de la finitud. En él no es ya conciencia Las ciencias mismas tienen hoy claramente marcado su propio resignada, que en sobriedad renuncie a las antiguas pretensiones. límite; es más, difícilmente logran siquiera encontrarse todas en un Renace, por el contrario, una aguda conciencia de exigencias común lenguaje; los esfuerzos de las escuelas neopositivistas no lo han trascendentes de felicidad, realización plena, eternización; que se conseguido aún. Y, más allá, quedan cuestiones que nunca serán sienten esencialmente frustradas, porque prevalece la conciencia de la campo de un conocer científico. El hombre se reconcentra en su finitud finitud, irrealizabilidad del deseo humano, irrealidad del amor, mal, y tiende, entonces, a declarar inasequible aquello a lo que siente no muerte. El resultado es la típica lucidez amarga del existencialismo. La tener acceso con su instrumento sistematizador que es la Ciencia. Es Metafísica es para esta actitud de espíritu una ilusión, inevitablemente imposible la Metafísica; carece, sin más, de significación. En su aspecto deseada pero imposible. Entre los representantes occidentales de la religioso esta postura nos da el típico agnosticismo de un gran número Filosofía marxista —una Filosofía que conserva más que otras un aura de hombres de hoy. de grandeza y de exaltación del hombre— hay también, sin embargo, ciertas inflexiones positivistas o existencialistas, y a través de ella también penetra, por tanto, la conciencia de finitud. Si quisiéramos calificar en su conjunto la situación a que así llegamos, usando aún el símil astronómico, parece tendríamos que hablar de algo así como «copernicanismo desarraigado». El hombre de hoy renuncia, pues, a hacer Metafísica, por considerar 87 excesivamente grande esa tarea, desmedida a las fuerzas humanas. el sentido de reencontrar más plenamente el derecho de ese sujeto Hace su pequeña filosofía de su propio existir en el mundo. Pero no humano que siempre se supone y no quiere, justamente, ser olvidado. pretende ir muy lejos con ella. Parece, pues, que con esta nueva Pero esto ¿no llevará a redescubrir de nuevo la exigencia de absoluto y actitud, que prolonga uno de los aspectos de la crítica kantiana, dejando con ella una nueva posibilidad de Metafísica en la línea de la de lado o desvalorizando el otro, desequilibrando unilateralmente la fundamentación kantiana? La tensión entre la conciencia de finitud y la balanza en un sentido completamente opuesto al de las Metafísicas exigencia de absoluto, que en nuestro siglo se había roto en favor del idealistas del siglo pasado, llegamos por fin a la anulación de la primer elemento, volvería así a recuperarse... En seguida voy a insinuar Metafísica, a su muerte en manos de la Ciencia; aquello que Comte el camino de profundización que por ahí entreveo. pretendió anunciar pero, como vimos, no realizó. Haciendo interesante contrapunto que ilumina un aspecto importante Cabe, empero, dudar de que esté plenamente realizado en estas de la cuestión, el brote recentísimo del «estructuralismo» querría sacar actitudes de nuestro siglo, cabe de nuevo descubrir en ellas elementos al humanismo finitista actual de la inconsecuencia que hace un metafísicos... Pero, en todo caso, lo que es más importante subrayar es momento tocábamos. Sacarlo en el sentido de acabar definitivamente que esa situación parece incoherente e inestable a otros hombres bien con lo que tiene de humanismo, de rechazar definitivamente los actuales. Tratemos de describir adecuadamente esta autocrítica actual derechos del sujeto, de reducir al hombre —como slogan, la Filosofía que nos va a ser preciosa: estructuralista ha elegido el de la «muerte del hombre»— a las estructuras subyacentes. Se quiere así hacer el esfuerzo plenamente coherente con las revoluciones de la humillación del hombre, que ya ¿Es coherente en sí el humanismo que muchas de estas posturas quieren mantener? ¿Es concebible el antropocentrismo que hay incluso en la Filosofía neopositivista donde el mundo .queda reducido a su revelación fenoménica al hombre? (Wittgenstein nos dirá justamente que, en su concepción del mundo, el mundo en sí y el mundo para el sujeto vienen a coincidir y no es teóricamente superable el solipsismo...) hemos recordado. El que el esfuerzo se haya intentado es importante y aleccionador. Si es aún pronto para juzgar históricamente del fenómeno tan reciente del estructuralismo, quizá no lo es para avanzar que difícilmente podrá lograr eso tan en sí coherente pero utópico que pretende: la eliminación del sujeto. ¿Quién, en definitiva, piensa y habla de las estructuras? ¿Quién ha descubierto que el hombre es producto de estructuras? Ante estas preguntas tan graves, parte de la conciencia de nuestro mundo actual, la parte más honda y sana —permítaseme este juicio de valor que espero poder justificar con todo mi esfuerzo—, reacciona, en 3. LA SITUACIÓN -ACTUAL 88 puntos; pero, como hoy reconocen todos los mejores exegetas, lo Intento, ya brevemente, en estos últimos párrafos del capítulo, presentar la situación actual del problema de la fundamentación de la Metafísica, planteado exactamente en estos términos o en otros equivalentes. Mi atención va a los intentos que juzgo más positivos y enriquecedores en nuestro momento. Y, habiendo de hacer una necesaria selección en busca de lo más significativo, se va a centrar sobre todo en la figura de Heidegger. Antes, sin embargo, en orden a situar el mismo esfuerzo heideggeriano, habré de referirme a la Fenomenología, la Filosofía de ese gran inspirador de todo el esencial de su esfuerzo debe entenderse en continuidad con el de Kant. La distancia de algo más de un siglo que media entre ambos hace que las preocupaciones sean muchas veces diversas, pero el temperamento filosófico es bastante afín. El clima de más desarrollo científico y el desencanto frente a las grandes aventuras filosóficas del siglo pasado hacen de Husserl un metodizador mucho más riguroso, que pretende hacer de la Filosofía una «estricta ciencia»; empeño realmente poco posible, que no deberá tomarse demasiado rigurosamente y que determinará, por otra parte, serios defectos. pensamiento contemporáneo que ha sido Edmund Husserl. En una primera etapa, la del escrito Investigaciones lógicas, es Fenomenología y Filosofía de la existencia Husserl un psicólogo que pretende ascender por este camino a la Filosofía. A partir de los años 1906 y 1907, y tal como queda reflejado en su obra más definitiva Ideas para una Fenomenología Pura (1910), Para nuestro siglo, tras el caos de posiciones dispares consiguiente Husserl reacciona fuertemente contra todo «psicologismo». Su reacción a la caída de la Metafísica idealista, Husserl ha sido en realidad como le lleva a entender que el mismo Kant no fue suficientemente riguroso «un nuevo Kant». Como él, ha querido fundar y ha buscado un con su conversión «trascendental» y permaneció más ligado de lo comienzo y un método. No habla expresamente de Metafísica, pero su debido a la mentalidad psicológica. Lo que Husserl preconiza, es Filosofía pasará a serlo a partir de una inevitable inflexión de su exactamente eso, una reasunción del método kantiano, llevada con más esfuerzo crítico. Filosofaba en el momento en que el Neokantismo rigor hasta el fin. «Reducción trascendental» es como él la llama, o proclamaba la necesidad de «una vuelta a Kant», y probablemente él bien, «reducción fenomenológico-trascendental». No solo, como se encarnó sin pretenderlo esa consigna con más efectividad que los preconizaba en la primera obra, «reducción eidética», es decir, esfuerzo cuidadosos exegetas kantianos. por concentrar la atención intuitiva de la mente en lo esencial de los contenidos de conciencia, prescindiendo de todo lo que es en ella accidental. Hay que hacer algo más; hay que superar decididamente la Husserl conoció y leyó a Kant como a ningún otro filósofo. Tuvo «actitud natural», es decir, la actitud de sentido común que también mucho interés en marcar su distanciamiento respecto a él en diversos sigue espontáneamente el hombre de ciencia, en virtud de la cual se 89 parte del mundo, considerando entonces al hombre como una parte del real alcance que tal distinción tenía en Kant: el de índice supremo de la mismo mundo, dotado del poder de pensar. La actitud preconizada finitud humana, como contrapuesta al entender arquetípico. Se rompe (que, como vemos, coincide inicialmente con la de la «revolución con ello el equilibrio «copernicano» entre conciencia de finitud y copernicana» de Kant) debe llevar a considerar como el punto de exigencia de absoluto. El resultado de la fundamentación husserliana arranque de toda auténtica reflexión filosófica el bipolo con-ciencia- queda entonces lógicamente expuesto al vaivén de posiciones cosas, o bien conciencia-mundo, donde todo lo dado es-para-Ia- extremas, que ya hemos visto sucederse en los siglos XIX-XX. conciencia, «fenómeno», reasumiendo el término de Kant y en su mismo sentido. El método fenomenológico-trascendental de la reducción va, entonces, a descubrir cuáles son las estructuras condicionantes, noesis, del fenómeno; va a tratar de cómo puede llegar algo a ser fenómeno en el ámbito de la conciencia; después de haber tratado, como algo previo, de describir adecuadamente este fenómeno en lo que tiene de objetivo (noema). Veámoslo brevemente. Lo que a primera vista dice Husserl es sencillo: puesto que no hay fundamento teórico para mantener la distinción de fenómeno y realidad en sí, llamemos realidad en sí al mismo fenómeno. El atractivo «realismo de sentido común» de esta proclamación, ha hecho su éxito. Pero sus consecuencias van más lejos de lo que parece. Cuando en este presupuesto Husserl intenta adoptar de nuevo una actitud metafísica, investigando la constitutividad Husserl reprocha a Kant (con razón, al menos en lo más externo, trascendental de la conciencia, es a un Idealismo Absoluto a lo que aunque quizá podrían encontrarse indicios de algo ya menos fatalmente se ve empujado. «El Yo trascendental, ha notado Gurvitch, reprochable) el haber partido de la objetividad (de las Ciencias) como se erige en subrogado del Absoluto». Desde Ideen se ve claramente. de un hecho bruto. Va unido a lo anterior el no haber buscado los Sus discípulos, como sabemos, no han querido seguirle en esa fundamentos de posibilidad de la misma reflexión trascendental que Metafísica idealista y no les falta razón en su negativa. Pero creo que intentaba. Con razón exige Husserl que esta reflexión sea autofundante. los que, no siguiéndolo, han mantenido por otra parte el presupuesto Como tendremos ocasión de ver en el capítulo siguiente, una buena dicho, sólo han sido lógicos cuando han decidido más bien, de nuevo, realización de Husserl es la justificación de la objetividad como renunciar conscientemente a la Metafísica. El mejor representante de intersubjetividad. esta «Fenomenología consecuente» es Merleau-Ponty en su Fenomenología de la percepción. El sujeto espiritual agota su función en su relación al mundo, no hay que buscar un absoluto fuera, ni dentro, Pero la requisitoria de rigor no queda ahí; Husserl cree debe extenderla a la eliminación de la molesta distancia kantiana entre «fenómeno» y «realidad en sí»; y esto, aun cuando llega a ver bien el de esa relación. Husserl se extravía en su última reducción. «La mayor enseñanza de la reducción trascendental es la imposibilidad de una reducción completa». Simplemente hay que constatar la correlación 90 hombre-mundo, sin pretender explicarla trascendentalmente, lo que metafísico, equivale paradójicamente a establecer una cierta equivaldría a romper su equilibrio. De nuevo aparece así el «Metafísica de la no-metafísica». Si la hipótesis se mantiene en simple «copernicanismo desarraigado». hipótesis sin pretender erigirse indebidamente en tesis, no es ningún residuo metafísico dogmático, sino una simple toma de conciencia de la finitud. Son muchos los testimonios que el hombre puede encontrar en No pretendo que queden aclaradas ahora estas últimas alusiones, a las que volveremos más adelante. Quería solamente hacer entrever con ellas la gravedad del paso dado por Husserl; y volver a inculcar la necesidad de mantener el equilibrio entre la conciencia de la finitud y la exigencia de absoluto, la actitud típicamente copernicana. Husserl, por sí mismo de esta finitud; para Kant era sobre todo la conciencia de pasivididad que hay en el origen mismo de todo conocer; una fenomenología actual más compleja encontrará otros muchos índices y ante todo, como vamos a ver ahora mismo al hablar de Heidegger, la esencial temporalidad del yo-sujeto. el plan de rigor que pretende, no ha querido admitir esa peculiar conciencia del límite cognoscitivo, que era esencial a la Filosofía kantiana; es más, deliberada y conscientemente se ha opuesto a ella. Le ha La Fenomenología de Husserl ha sido para nuestro siglo un estímulo parecido que el «yo» trascendental al que llega la reducción y una pedagogía filosófica. De hecho, sin embargo, cada uno de los fenomenológica debe considerarse como un Yo absoluto, el verdadero discípulos, conservando una inmensa veneración al maestro, ha creído Absoluto. Ha rechazado, por ello, la noción típicamente kantiana de la deber separarse de su posición estricta, y ha intentado la continuación «realidad en sí», aun en la acepción más pura de término correlativo de en una dirección diversa. Creo que no será difícil admitir que es un posible Entender arque-típico. Tal hipótesis, y la consiguiente Heidegger con su «fenomenología existencial» o su Filosofía de la conciencia de finitud para el sujeto, le ha parecido por una parte, un existencia, el que ha dado la interpretación a la vez más fiel al espíritu, resto injustificado de Metafísica dogmática; por otra parte el dejar como más fecunda en sus consecuencias, y más en continuidad con la objeto de la Filosofía trascendental un yo humano le ha parecido una tradición del pensamiento filosófico occidental. reincidencia en el psicologismo; he aquí la razón principal de sus animadversiones contra Kant. La preocupación esencial de Heidegger fue desde el primer momento metafísica. Fue la constitución de una «Ontología funPero creo que hay que conceder la razón a Kant y no a Husserl. Un damental», la labor verdaderamente posible y urgente hoy; entendió crítico bien imparcial, como es Paul Ricoeur, encuentra con razón hacer con ello una repetición y readaptación de la fundamentación injustificado el rechazo de la hipótesis limitante. Rechazarla, aun como kantiana; así queda bien claro en la última parte de su Kant y el hipótesis, haciéndose como se hace en nombre de una asepsia ante lo problema de la Metafísica, escrito contemporáneamente con su obra 91 fundamental Ser y Tiempo. palabra de la problematización aparentemente más radical que ha hecho del tema el «último Heidegger». Según la letra de muchas de sus expresiones sería la misma Metafísica la que deberíamos abandonar. El sujeto trascendental recobra enérgicamente su finitud: he aquí la diferencia fundamental con Husserl. Es el hombre, no ciertamente ¿Qué significan exactamente esas expresiones? ¿«Superación» del Humanismo y de la Metafísica? tomado como objeto de investigación, como puede serlo de diversas ciencias, sino como sujeto siempre presupuesto. Vemos claramente que con toda razón puede Heidegger pensar recoge en esto la problemática El mensaje de esta última época de Heidegger es fundamental y lo kantiana. Heidegger subrayará la temporalidad y la historicidad del habremos de tener continuamente presente. Se refiere, de un modo hombre, así como su situación en el mundo. Pero (contra todos los general, a la primacía del ser sobre los entes concretos y muy malentendidos a que pudo dar lugar Ser y Tiempo en su primer particularmente sobre el hombre. A la búsqueda del ser se iba ya desde momento), el hombre se somete al análisis «fenomenológico- las primeras obras; pero se pretendía encontrar al ser demasiado ligado existencial» no por sí y para sí, sino en busca de la revelación del ser. con el ente, y concretamente con el hombre, en el que se revela el ser, El hombre es Da-sein; la palabra alemana del existir sugiere el lugar (de y sin el cual el ser no podría darse. Había, pues, un cierto la posible revelación) del ser. La finitud del hombre, pues, no se cierra antropocentrismo, heredado de la tradición. A partir del opúsculo sobre sí; reaparece el otro elemento de la tensión kantiana, la exigencia «Introducción a la Metafísica», de los años 30, y de la larga meditación de absoluto. Pero no precipitadamente dirigida a un absoluto sobre Nietzsche que ocupa los años oscuros que fueron para Heidegger preexistente, sino mantenida en su problematicidad. el final del nazismo y la guerra, Heidegger ha pensado deber abandonar mucho de lo que fue su inicial antropocentrismo. Le parece, en efecto, que tal ha sido el defecto de la Metafísica tradicional. Por eso nos habla Todo lo dicho puede ya hacernos comprender que va a ser esta abierta y problemática postura de Heidegger la que con más empeño vamos a tratar de incorporar en el comienzo de nuestro esfuerzo de Metafísica fundamental, tan afín al que él preconizó en su libro de 1927. Junto a Heidegger habrá que tomar siempre en consideración el igualmente de superación del humanismo (Ver sobre todo la «Carta sobre el humanismo» de 1947, en la que rechaza el existencialismo humanista con que Sartre pretendía prolongar su propio pensamiento) y la misma Metafísica, que de hecho históricamente ha estado impregnada de ese humanismo. pensador en tantos puntos hermano, Karl Jaspers. Vayamos, ante todo, al fondo del mensaje. Es, sin duda, lo más Pero antes de dar por cerrada la presente visión histórico-crítica del problema de la posibilidad de la Metafísica, es menester decir una seguramente válido. No sólo significa que el hombre desde siempre se 92 da enclavado en la realidad: la «mundanidad» que ya conocíamos. noménico, por buscarlo como un «más allá» óntico, «cósico»... Pero Significa que la realidad envuelve al hombre como un misterio: la entonces —debemos resolver con el sensato crítico reciente de realidad constituye al hombre, el hombre es un don de la realidad. Pero Heidegger, W. Richardson— lo que el mismo Heidegger intenta hacer además significa que la realidad se hace en el hombre lenguaje (solo el es una mejor Metafísica. hombre dice «ser»). Y es el lenguaje humano, tal como se ha dado en la gran tradición 'histórica el lugar privilegiado para conocer la realidad. Heidegger empleará muchas de sus páginas en desvelar los misterios ¿Y qué significa la superación del humanismo, del condicionamiento antropológico de esa posible Metafísica? De nuevo, no significa lo que semánticos de la tradición filosófica. parece sonar. Sería errado por ello situar a Heidegger en línea con el reciente estructuralismo y su proclamación de la «muerte del hombre» Vengamos a la peculiaridad de la expresión, buscada por Heidegger (una postura «cientista», diametralmente opuesta a la suya). «Hay que para su mensaje. Nos dejará inevitablemente la impresión de un partir del ser para comprender al hombre», nos dice ahora Heidegger, pretendido radicalismo que tiende a hacerla llamativa, pero resulta como en Ser y tiempo nos dijo que había que partir del hombre para menos claramente justificable. comprender al ser. Pero los mensajes, en su idea, no se oponen sino que se complementan. En la carta con la que prologa el libro de Richardson, dice poder aceptar la distinción hecha por este entre ¿Qué significa exactamente la «superación» de la Metafísica (Ueberwinaung der Metaphysik), que se proclama en todos los tonos? Para un pensamiento como el suyo, totalmente dedicado al «ser», y en un momento en que se imponen corrientes decididamente antimetafísicas, cómo el neo-positivismo o el estructuralismo (que condenarían el pensamiento de Heidegger como sin sentido, no menos que los restantes esfuerzos metafísicos) la proclamación heideggeriana resulta equívoca y, por lo menos por este título, menos oportuna. En «Heidegger I» y «Heidegger II», solo con la condición de que se entienda que el «II» estaba ya en el «I» como clave de su orientación y al «II» solo se puede llegar a través del «/»... («Por la fenomenología al pensamiento», es el expresivo título de la obra de Richardson). También en los escritos de la madurez sigue siendo verdad, aunque ahora menos acentuada, que «sin hombre no hay ser»; porque «ser» no es simplemente «realidad» («entes», diría Heidegger), sino el sentido de la realidad, como se revela en el nombre y su lenguaje. realidad, Heidegger rechaza las Metafísicas de la historia occidental después de Platón por su «olvido del ser», por su tendencia a perderse en el «ente»... ¿No habría entonces que decir que es por infidelidad a lo La meditación sobre Nietzsche en los años 30 impresionó que como Metafísicas pretendían? Quizá también por no haber profundamente a Heidegger. Tal vez demasiado; hasta hacerle querer entendido bien el «meta» de su trascendencia sobre lo empírico y lo fe- explicar su desconcertante pensamiento —tan innegablemente 93 significativo del siglo XIX— como clave de toda la historia occidental. Será difícil hacerse solidario de las interpretaciones heideggerianas, geniales pero arbitrarias. Para entenderlas, en todo caso, hay que tener bien presente el pensamiento de quien las hace... ¡Que es, finalmente, un metafísico y un humanista! Que se rebela, justa pero exageradamente, contra el onticismo, o cosismo, por un lado, contra el antropomorfismo de la concepción del ser por otro. (Su Ser y tiempo, en efecto, no solo buscaba descubrir el ser desde el hombre, sino según el modelo del hombre. Hay que felicitarle de haber superado eso). Pero permanece hijo de la «revolución copernicana» como nosotros la hemos entendido. La crisis del humanismo, que él denuncia, viene de la unilateralización de la tensión de conciencia de finitud y exigencia de absoluto, tantas veces ya mencionada. Heidegger será por ello, con Kant, el mayor inspirador para mi propio esfuerzo. En lo que menos le seguiré, sin embargo (como ya puede verse de estas críticas que aquí le he hecho), será en sus visiones históricas. Encuentro algo de forzado e inexacto (aun dentro de sus rasgos geniales) y de curiosamente mítico en su «historia del ser» (una especie de trasposición laica del mito bíblico del pecado del Paraíso..., donde el Paraíso son los presocráticos, el Adán pecador es Platón, y todos nosotros los hijos desgraciados). ¡Creo que la historia del pensamiento occidental es otra cosa más compleja y más progresiva! Cuanto he dicho en este capítulo sugiere cómo la entiendo. Y las alusiones que siempre volveré a hacer podrán ir completando la sugerencia. 94 Béla Weismahr Ontología ¿SON POSIBLES AFIRMACIONES VERDADERAS ACERCA DE LA REALIDAD NO EXPERIMENTADA EMPÍRICAMENTE? El que algo sea posible sólo puede demostrarse cuando se hace patente su realidad. Así pues, si se pretende demostrar la posibilidad de la metafísica como ciencia, será preciso mostrar que indudablemente existen de hecho afirmaciones verdaderas sobre una realidad a la que no tiene acceso la experiencia empírica. En la medida en que se logra hacer patente que tales afirmaciones existen, se pondrá de manifiesto cómo llegamos a Lis mismas, o en qué manera están a nuestra disposición. el hombre es capaz de formular afirmaciones indudablemente verdaderas sobre algo que es real y no empírico. Los adversarios de la metafísica lo niegan por distintos motivos; es decir, sostienen que a ningún hombre le es posible hacer afirmaciones verdaderas sobre una realidad no accesible a la experiencia empírica. Pero ocurre que con tal postura expresan (sin quererlo e incluso hasta sin pensarlo) un saber sobre algo que en principio no es accesible a la experiencia empírica. En efecto, cuando se hace una afirmación (cualquiera que sea), cuando se lleva a cabo como tal afirmación y no Con ello se habrá probado asimismo que existe un campo de la realidad no accesible a la experiencia empírica (y que, por tanto, no se puede equiparar realidad con lo que es empíricamente experimentable); con otras palabras, cómo podemos tener entrada a ese campo. También quedará patente que las .afirmaciones relativas a ese campo se aduce simplemente como un ejemplo gramatical o como opinión de otros, se la está afirmando como verdadera. Mas, si se afirma como verdadera, también se afirmará concomitantemente como verdadero, como absolutamente válido aquello que representa la condición necesaria para que dicha afirmación pueda pasar por verdadera. no se dan independientemente unas de otras, sino que constituyen un sistema coherente de afirmaciones verdaderas sobre una realidad no empírica. Ahora bien, si ese sistema se da, también existe la metafísica. Pues bien, tal es el programa que vamos a recorrer paso a paso. Recordemos aquí una vez más que cuando hablamos de experiencia nos referimos a la que surge por la percepción de la realidad objetiva que nos viene dada. I. El argumento de la «retorsión» Siguiendo las exigencias de nuestro programa debemos mostrar que Si lo aplicamos a nuestro caso, diremos que la afirmación de que nadie puede hacer afirmaciones verdaderas sobre la realidad no experimentable empíricamente sólo puede ser verdadera cuando sabemos sobre qué tema podemos formular aseveraciones verdaderas y sobre qué otro no podemos hacerlo. Así pues, la afirmación formulada por los adversarios de la metafísica lleva implícito un saber respecto del alcance fundamental de nuestro conocimiento. El saber antes mencionado sólo se refiere sin embargo a lo que no es accesible a la 95 experiencia. En efecto, está claro que el alcance fundamental de un modo directo sino indirecto simplemente, a saber, mediante el nuestro saber jamás puede establecerse empíricamente (es decir, cumplimiento de la afirmación; con otras palabras, por el hecho de mediante la observación de cada uno de los objetos existentes). expresar que la afirmación se hace en serio y que, por ende, se afirma como verdadera. Al mismo tiempo queda también de manifiesto que nuestro conocimiento acerca del alcance básico de nuestro saber es un Podríamos aducir una larga lista de ejemplos parecidos. Al hablar de conocimiento que se refiere a la realidad. Puesto que en la medida en Kant y del positivismo lógico (n. 34 y 39) ya nos hemos referido a que se sabe la amplitud fundamental de un saber, se sabe también de razonamientos similares. Basta citar ahora dos más: 1. El escepticismo algo que define de hecho el saber real (el saber realizado de manera radical desaparece necesariamente tan pronto como adquiere la efectiva), y al que no se le puede denegar en consecuencia la formulación explícita de un punto de vista, porque el afirmar que no hay designación de «realidad» (lo cual no significa sin embargo que se sepa certeza alguna en nuestro conocimiento ha de considerarse ya como de algo que está presente de un modo objetivo). Por tanto, la afirmación una aseveración cierta para que pueda tomarse en serio como tal de que nadie puede hacer afirmaciones verdaderas sobre la realidad no afirmación. Incluso eso es lo que ocurre, cuando se defiende el accesible a la experiencia sólo puede ser verdadera cuando pone a escepticismo sólo como una tesis probable, porque en tanto que nuestra disposición un saber que no es derivable de la experiencia, alguien lo defiende afirma implícitamente que al menos está seguro de pero que pese a todo se refiere a la realidad. Lo cual indica que la su probabilidad. 2. Cuando alguien aduce argumentos en defensa del afirmación lleva implícita una contradicción. determinismo total y en contra del libre albedrío no hace sino expresar su convencimiento de que mediante una argumentación racional puede persuadir a su adversario de la verdad del determinismo; es decir, Aunque no se trata ciertamente de una contradicción explícita, no es una afirmación contra otra afirmación. No se dice: Es posible afirmar algo verdadero sobre una realidad no experimental, y no es posible. Más bien se trata de una contradicción que se establece en el proceso afirmativo: la verdad de la afirmación depende de una hipótesis formulada de modo tácito, que contradice a lo que explícitamente se puede formar su juicio mediante las razones aducidas. Pero sería imposible de ser cierta su propia afirmación, porque cualquier convicción, cualquier punto de vista adoptado, y hasta cualquier argumentación, serían mera consecuencia de procesos que discurren necesariamente y sobre los que no cabría ejercer la mínima influencia mediante argumentos racionales (cf. Keller 1982, 66s). sostiene en la afirmación. Y, dado que esa hipótesis es la condición indispensable para la verdad de la afirmación de marras, tampoco puede afirmarse que no se expresa en manera alguna; no se hace de Todos los argumentos de este tipo son una forma de la denominada 96 «retorsión», que consiste en volver contra el adversario su propio indirecta, para poder contraponerlo a lo expresado de forma explícita. argumento mediante un razonamiento determinado. (Dicho con mayor Pero tal formulación no se establece de una vez para siempre, sino que precisión, en la lógica clásica se habla de «retorsión», cuando se le más bien puede darse de distintos modos. De ahí que cualquier puede «dar la vuelta» a un dilema; entendiendo por dilema un contraposición, o cualquier conclusión sacada de la contraposición silogismo, cuya primera parte consta de una disyunción completa —«ya susodicha, parezca contener un elemento incontrolable y caprichoso. sea a o no a»— mientras que en la parte segunda se saca la misma Esta impresión surge al menos cuando nos orientamos por un ideal de conclusión de las dos proposiciones hipotéticas de la parte primera, de cientificismo establecido de antemano. Sin embargo, hay que los dos miembros posibles de la disyunción. Al argumento se le puede preguntarse por qué la metafísica ha de medirse por el rasero de ese «dar vueltas» si de las dos proposiciones hipotéticas que aparecen en ideal, en vez de desarrollar el concepto de ciencia que le compete, pues la parte segunda se puede sacar, sobre hipótesis diferentes, una que es éste el que se ha de sacar de las propiedades de las conclusión contraria.) Por lo demás, en nuestro caso se trata de una afirmaciones metafísicas. De las reflexiones hechas hasta ahora forma especial de esa manera de argumentación, pues no se enlaza podemos ya derivar tres de tales propiedades: con lo que el adversario ha dicho explícitamente, sino con aquello que, al presentar su afirmación, tendría que admitir como verdadero cual condición ineludible para la validez de su afirmación, independientemente de si lo ha querido o no. Así pues, en esos argumentos se muestra la verdad de una afirmación haciendo ver que 1. Las afirmaciones metafísicas son afirmaciones en las que se asume una conciencia explícita de las convicciones básicas de la vida cotidiana, que por lo general no son reflexivas. Son incontrovertiblemente ciertas, porque ni siquiera cabe la posibilidad de negarlas en serio sin tener que admitir tácitamente su validez. la afirmación contradictoriamente opuesta se elimina a sí misma por la contradicción que comporta. Y como en tales argumentos se pone de manifiesto una autocontradicción latente, adquieren la máxima fuerza probatoria. 2. Sin embargo, tales afirmaciones —y ya nos hemos referido a ello— no pueden establecerse de una manera precisa. Tan pronto como se las formula explícitamente no hacen sino representar de modo inadecuado el saber que constituye la condición posibilitadora de su propia vigencia. Por qué tenga que ser así, es fácil de explicar: aquello A pesar de lo cual en la discusión filosófica apenas si se tienen en que las afirmaciones expresan sobre los elementos de la realidad que cuenta, porque en ellos no se trata de una contradicción de frases o no pueden probarse empíricamente, es decir, su contenido, no sentencias, sino de una contradicción entre un contenido formulado en pertenece —per definitionem— a lo que normalmente apunta nuestro una afirmación y el supuesto que necesariamente ha de hacerse para la conocimiento y, en consecuencia, nuestras afirmaciones; y, por lo verdad de una proposición. De lo cual se sigue que en principio sólo mismo, sólo puede entrar indirectamente en nuestro campo de visión, hay que formular el supuesto, expresado únicamente de manera por medio de nuestras afirmaciones sobre los objetos. Como en ellas 97 se trata de las condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento referido a los objetos, su contenido no puede expresarse verbalmente en la forma que nos es habitual, que separa claramente uno del otro y que nosotros reclamamos ton razón en nuestras afirmaciones referidas a los objetos. Por ello, consideradas desde el punto de vista de un lenguaje que describe los objetos presentes, resultan vagas e imprecisas, y hasta dan la impresión de que están vacías de contenido. Mas no es así en modo alguno, aunque no podamos fijar su contenido de forma inequívoca. Una objeción posible contra la prueba —realizada con ayuda de la retorsión— de afirmaciones necesariamente verdaderas acerca de la realidad no empírica, se deriva del hecho de que el razonamiento expuesto presenta a primera vista una cierta semejanza con aquellas afirmaciones en las que se siguen unas paradojas de la autoaplicación de lo que en ellas se afirma. Como esas paradojas pueden evitarse observando ciertas reglas, parece congruente intentar, mediante un procedimiento similar, una refutación de las conclusiones que se 3. Hay, pues, que admitir «detrás» o «debajo» del plano del derivan de la retorsión. El supuesto para ello es desde luego el hecho conocimiento formulado explícitamente otro plano cognitivo, que de de que ambos casos son semejantes. Pero esa hipótesis no es ordinario no se formula y que ni siquiera puede formularse al modo de correcta. nuestro conocimiento objetivo, pero cuya importancia radica en que constituye el fundamento de todos nuestros conocimientos formulados de manera explícita y que perseguimos directamente. Se le puede llamar «implícito» o «atemático», aunque haciendo hincapié en que también llega a exponerse, si bien no de modo directo sino sólo mediante la expresión de lo manifestado explícitamente. De no ser así, nada podríamos saber de ese plano latente de nuestro conocimiento, en cuyo caso tampoco sería posible hablar del mismo ionio de un tipo de conocimiento a saber. Tomemos como ejemplo la paradoja clásica del mentiroso. Dice un cretense: «Todos los cretenses son embusteros.» Y ahora se plantea la cuestión de si esa frase es verdadera o falsa. Si partimos del supuesto de que la frase es verdadera, quiere decir que todos los cretenses, incluido el que aquí habla, son embusteros, y por tanto es una mentira, no es verdadera. Pero si no es verdadera, entonces miente el cretense, y la frase sigue siendo cierta. Tenemos aquí, por consiguiente, que de la verdad de una frase se sigue su falsedad, mientras que de su falsedad síguese su verdad. Otro ejemplo es la A la luz de esta distinción, la metafísica ha de definirse como la paradoja russelliana. «Se constituye la clase de todas las clases que disciplina filosófica, que se impone el cometido de expresar de una no se contienen a sí mismas, y se plantea la cuestión de que si una tal manera sistemática ese saber tan fundamental y latente. La dificultad, clase se contiene a sí misma, implicaría la afirmación de ese problema la imposibilidad de encerrarla (Unabschliessbarkeit) y su carácter en el sentido de que no se contiene a sí misma, mientras que la fundamental para cualquier otro saber se los confiere a la metafísica la negación diría que sí se contiene» (Bochefiski - Menne 1973, 89). naturaleza de su cometido. También en este caso existe la contradicción de que, cualquiera sea la 98 hipótesis que se haga, siempre se deriva de ella lo contrario. de la investigación cotidiana, sí al menos teóricamente) al principio de la falsabilidad; con otras palabras, sólo están dispuestas a hablar de un principio científico cuando pueden darse unos criterios por los que Pero en el caso de la retorsión antes mencionada la situación es totalmente distinta. El afirmar que nosotros somos incapaces de formular afirmaciones verdaderas sobre lo real no empírico sólo puede ser verdadero en el supuesto tácito de un saber, que empíricamente también una frase puede ser falsa. De los enunciados de la ciencia experimental cabe, pues, decir, lo que L. Wittgenstein anotó en su diario: «Para que una frase pueda ser verdadera, también tiene que poder ser falsa» (5.VI.1915, Wittgenstein 1960, 143). nunca puede lograrse, sobre los límites de lo que nosotros podemos expresar y afirmar. No se trata, pues, de una hipótesis que haya de expresarse en sentido propio para llegar a una contradicción. No se Sin embargo, tal aserto no puede considerarse como una regla para trata realmente de que sea necesario formular explícitamente las las afirmaciones verdaderas, ya que existen afirmaciones que nunca hipótesis contrapuestas entre sí, de las que siempre se deriva lo pueden ser falsas, entendiendo por tales no sólo aquellas que en virtud contradictoriamente opuesto, para tener que llegar a una paradoja. de su forma lógica —como tautologías— nunca pueden ser falsas, sino Aquí no se trata, por tanto, de la elección entre hipótesis alternativas, también afirmaciones que en razón de su contenido tampoco pueden sino de una única hipótesis, de un único supuesto, que se ha de hacer ser erróneas. Tales son las afirmaciones que expresan lingüísticamente de necesidad tácitamente, porque es la condición que hace posible la lo que no puede negarse sin caer en contradicción con aquello que el verdad de tal afirmación. enunciado afirma de un modo concomitante y necesario. Bibliografía: Apel 1984. Pues bien, tales son las afirmaciones metafísicas en el sentido pleno de la palabra. De acuerdo con ello existen también afirmaciones que nunca pueden ser verdaderas, entendiendo por tales no sólo los enunciados que, como las contradicciones (o las frases sin sentido), 2. Lo que no puede negarse jamás puedan ser ciertos por su misma forma, sí que también aquellos otros que en virtud de su contenido sólo pueden ser no verdaderos, toda vez que afirman algo que sólo puede afirmarse mediante una La mayor parte de las afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas. Cuando se trata de situaciones contingentes, siempre se da esa doble posibilidad. Por eso es congruente que las ciencias experimentales se deslinden de la metafísica por cuanto que se atienen (si no en la praxis contradicción que se establece en el curso del enunciado. Ahora bien, los enunciados que se les oponen contradictoriamente (cf. n. 52) son los enunciados de la metafísica. 99 certeza inconmovible del «yo existo», pudiendo así superar su duda Ya hemos aducido algunos ejemplos acerca de frases que, expresando su contenido, son necesariamente verdaderas. Ahora vamos a plantearnos la cuestión en general de qué es aquello que, tan pronto como se hace una afirmación, no puede negar se sin contradecirse implícitamente. ¿Qué es, pues, lo que necesariamente se supone, es decir, se afirma necesariamente, al establecer cualquier afirmación (tanto si es verdadera como falsa)? radical. No obstante el razonamiento (casi) igual, no se trata exactamente de lo mismo que Descartes tenía in mente. A él lo único que le importaba en el fondo era la certeza indudable que corresponde a la frase «Yo soy» cada vez que se pronuncie o se tome en consideración, a fin de poder fundamentar todos los otros saberes a partir de esa certeza. A nosotros, en cambio, lo que nos importa sobre todo es el saber que se supone en el acto de cualquier afirmación para que lleve implícita siempre nuestra propia existencia como un contenido que se sabe simultánea y necesariamente. La respuesta a esta pregunta todavía no podemos desarrollarla aquí de forma completa, porque tal respuesta desembocaría en un proyecto de metafísica general. Aquí lo primero que nos importa es la fundamentación de la metafísica, y por ello nos limitamos a dos datos fundamentales, que vienen confirmados en cada afirmación: el saber acerca del «ser», implícito en el saber acerca de la propia existencia, y el saber acerca de la capacidad de verdad que contienen nuestras afirmaciones. Si bien se advierte, ese saber acerca de la propia existencia no es el resultado de una conclusión, sino que aquí se trata de una experiencia inmediata: al realizar cualquier afirmación no importa la que sea (o en cualquier otro acto consciente), siempre soy consciente de mi actuación y existencia; o, mejor dicho, soy simultáneamente consciente. Por eso representa un malentendido de la situación que ahí se da tomar el «yo pienso» en el sentido y significado de «ahora existe un pensamiento», como lo hace A. J. Ayer (1970, 59). Porque no se trata a) En cada afirmación el hombre sabe algo acerca de su existencia y, con ella, acerca del «ser» en general de deducir algo a partir de la presencia de un pensamiento, sino de aquello de lo que tengo conciencia concomitante en el acto de pensar. En tanto que hago una afirmación, cualquiera que sea (o en tanto Ese saber que acompaña a todos mis actos conscientes no puede que ejerzo una actividad consciente de cualquier tipo, da lo mismo), me interpretarse en el sentido de que sólo se compruebe con ello este resulta indudable que yo existo. Con esta comprobación se expresa, dato: Si de una «cosa» se puede predicar que ejerce una actividad (por desde un punto de partida algo distinto, la idea por la que Descartes ej., el pensar), en tal afirmación va implícito también el que esa «cosa» partiendo de la duda, y por ende del proceso del pensamiento, llegó a la existe. No se trata, en efecto, de lo que cualquier observador puede 100 comprobar en determinados casos, sino de lo que yo sé en tanto que identidad personal. Pues es cierto que nunca me encuentro sin una actuante, aquello que tengo presente en la realización de mi acto. Y sensación, y que el yo como tal jamás se puede observar. eso es mi propia existencia, acerca de la cual sé por tanto con un saber originario; es decir, sin que tal saber venga proporcionado por un concepto de la existencia obtenido de cualquier otra parte. Y ello porque en la actividad consciente me viene dada mi existencia, y por eso sé ante todo lo que significa «ser» y existir. De conformidad con esto también se puede entender a Kant, que en la parte principal sobre los paralogismos (KrV A 341-405, B 399-432) critica la doctrina del alma de la metafísica racionalista, montada sobre el análisis conceptual del «yo pienso». En cualquier caso resulta atinada su crítica de que «el yo, que subyace en todo pensamiento, no aa) La problemática de ese saber puede ser objeto en el mismo sentido en que lo es aquello que le viene dado en el pensamiento como un objeto distinto de él. Tampoco es posible aplicar al yo las categorías como leyes de la síntesis del dato Se trata, por lo demás, de un saber muy particular. Por una parte, me resulta en efecto indudable que yo soy, que existo; y con ello se me abre el sentido del «ser» en tal manera que no tengo que ser instruido al respecto, ni propiamente puedo serlo. Por otra parte, sin embargo, mi propio yo y mi propia existencia no me son asibles de una manera efectiva; lo que aquí se me abre no se deja comprobar. Nada me está más próximo que mi yo, a pesar de lo cual me resulta casi inencontrable cuando me vuelvo a mí mismo con mirada investigadora. Mientras lo abandono en el fondo de mi conocimiento objetivo, está visible... en el mismo sentido (en que se aplica a los fenómenos)» (Brugger 1955, 116). De todas formas, con ello no se demuestra en modo alguno que el hombre pensante y actuante no sepa nada de su propia existencia. Así parece haberlo vislumbrado el propio Kant, que en una nota (B 422s) habla del yo «que existe de hecho» y que no viene dado como una representación empírica sino «puramente intelectual». Esa experiencia existencial precede además, según Kant, a la experiencia que surge mediante la aplicación de las categorías (cf. Brugger 1955, 114-119). incuestionablemente allí; pero tan pronto como intento atraparlo, se escapa. Mi yo como tal nunca me viene dado empíricamente. Bajo la concepción de Hume, de Kant y de otros late el convencimiento de que sólo se puede hablar de un saber, cuando el Por eso, a pesar de la contradicción que se realiza al afirmarlo, se comprende en cierto modo por qué D. Hume pudo sostener en su Tratado sobre la naturaleza humana (libro I, parte IV, capítulo VI) que sólo se pueden percibir estados de conciencia, pero nunca tener una certeza acerca de la existencia de un yo que garantiza y constituye la saber se refiere a objetos que pueden darse inequívocamente. Ahora bien, es indudable que eso siempre debe ocurrir según la forma gramatical y que, por tanto, es imposible hacer una afirmación sobre algo, sin designarlo como un objeto y sin introducirlo en la discusión 101 como tal. Pero con ello todavía no queda resuelto si sólo se puede incorporar a la confrontación filosófica, que por descontado tiene que realizarse de una manera lingüística, aquello que puede objetivarse por completo. Con esta observación nos hemos anticipado un poco a nuestras reflexiones. En efecto, antes es preciso analizar con mayor exactitud si es correcta la opinión de muchos filósofos del lenguaje de que sólo se puede introducir en una discusión filosófica seria lo que se deja bb) El problema de los límites de nuestro saber objetivar, es decir, aquello que so puede determinar como un objeto clara e inequívocamente identificable. En este problema hay que empezar por admitir —como ya se ha indicado— que sólo cabe hablar Con la cuestión de si en la discusión filosófica sólo se puede sobre aquello que se introduce lingüísticamente como objeto en la introducir lo que se deja objetivizar sin reservas queda planteado el discusión. Pero con tal aserto, en el fondo tautológico, aún no queda problema, decisivo para cualquier pensamiento sistemático, de la resuelta la cuestión de si sólo ha de darse por conocido lo que se frontera de nuestro conocimiento, o sea, la cuestión del límite de puede describir inequívocamente. nuestro lenguaje y, con ello, la cuestión del límite de nuestro mundo. Y, sí se trata de ese problema, se puede asentir por completo a la afirmación de L. Wittgenstein: «Los límites de mi lenguaje representan los límites de mi mundo» (Tractatus 5.6.), y no obstante ser de la opinión de que la delimitación de las fronteras de nuestro lenguaje y, por ende, también de nuestro mundo, adoptada en el Tractatus es demasiado restrictiva. Una tal concepción puede incluso reclamarse al dicho Tractatus, pues es el propio Wittgenstein el que, por una parte, consigna en el prólogo: «Lo que se puede decir ser puede decir claramente, y aquello de lo que no se puede hablar es preciso silenciarlo» (cf. también 4.116 y 7), para ceñirse a este principio básico en casi todo el tratado; por otra parte, sin embargo, en las últimas páginas de su obra no sólo expresa el carácter aporético de ese principio fundamental al afirmar en una nota enigmática el sinsentido de todo el Tractatus (6.54), sino también por el hecho de mencionar lo inefable, lo místico y aquello de lo que ni siquiera se puede hablar. Cierto que el conocimiento humano va ligado al lenguaje en el sentido de que para nosotros no existe un conocimiento totalmente alingüístico. Y ello porque sin algún género de interpretación lingüística de la realidad no se nos da ninguna realidad como tal. Pero del hecho de que sea necesaria una exposición lingüística de la realidad para entender esa realidad no se sigue que sólo exista lo que el lenguaje puede exponer sin reservas y por completo (al menos el lenguaje que describe inequívocamente su objeto). No se puede afirmar, por tanto, que la realidad a la que el lenguaje se refiere no contenga un plus respecto de lo que el concepto puede aportar exactamente. No cabe, pues, excluir que existe una dimensión de la realidad que jamás puede ser descrita positivamente sino que sólo puede ponerse en lenguaje por cuanto que se alude a la misma mediante una conexión de enunciados afirmativos y negativos. Por consiguiente, semejante forma dialéctica de hablar no se puede calificar de ilegítima a priori, cuando se trata de 102 la representación lingüística de la realidad. de la condición última que hace posible nuestro saber objetivo como tal). Y es que, efectivamente, no existen fenómenos paradójicos, si se entiende por fenómeno únicamente algo delimitado con precisión, o En este punto surge, sin embargo, la objeción siguiente: «No existen fenómenos paradójicos. Cuando en la descripción de un fenómeno se derivan ciertas paradojas, debemos admitir que tal descripción parte de premisas inconvenientes, que se sirve de medios categoriales inadecuados» (Tugendhat 1979, 11). Acerca de esta posición, compartida por muchos, hay que advertir lo primero que bajo cuando lo que se muestra es objeto de subdivisiones y aislamientos hasta tanto que puede ser descrito de manera inequívoca. Para ello se ha cuidado el método de no tomar ya en consideración conjuntos de realidades ni problemas de gran amplitud y eliminar con ello del pensamiento todo cuanto suscita admiración y resulta misterioso (lo cual no puede equipararse a priori con lo absurdo y contradictorio). la misma late una concepción totalmente fija de la realidad, del conocimiento y del lenguaje. Se parte del supuesto de que la realidad es sólo aquello que se puede identificar como objeto, que el conocimiento no es más que el conocimiento Al comprobar y consignar que no es lícito el rechazo apriorista de lo claramente supraconceptual, de lo que no se puede representar plenamente por representable, y que por tanto sólo es tolerable como representación medio del lenguaje objetivante, no por ello hemos demostrado de la realidad aquella manera de hablar que todo lo identifica ciertamente que existe esa dimensión supraconceptual. Ésa será una exactamente como un objeto. Es evidente la estructura circular de prueba que sólo podrá darse mediante una reflexión sobre nuestra semejante reflexión. Con lo cual queda dicho también que tal posición experiencia. no es un opción razonable (cosa que desde luego sugiere el propio Tugendhat; cf. 1979, 58), que por razones metodológicas pueda aplicarse a un campo especial, aunque resulte sumamente cc) El saber acerca de lo no objetivable (por completo) problemática para una interpretación filosófica de la realidad. Todos los filósofos para los que sólo cuenta como realidad el objeto Hay que recordar lo que ya hemos indicado en la breve reflexión anterior sobre el Tractatus de Wittgenstein (n, 62), y es que ni siquiera un pensamiento concebido con toda claridad y exactitud puede evitar en definitiva conclusiones aporéticas. Dicho de un modo más preciso: puede sí evitarlas, pero sólo cuando renuncia de antemano al planteamiento de cuestiones generales (como, por ejemplo, la cuestión que se puede identificar como tal de manera inequívoca pasan por alto el hecho de que cada vez que pienso un objeto, hablo y emito un juicio sobre él, en el acto de pensar, hablar y juzgar capto mi existir efectivo, con lo cual sé lo que significan «existir» y «ser» en general. Así, pues, mi saber no es nunca sólo un saber acerca de algo como un objeto perfectamente determinado. Ocurre más bien que yo, para poder súber de .algo como tal algo, necesito saber que yo sé, y con ello me vienen 103 dados conjuntamente mi yo que sabe y mi propio saber. Ese saber el saber objetivo como criterio de conocimiento, hay que decir que el yo acerca del propio saber y de la propia existencia, como condición como tal es inexpresable. De lo cual sin embargo no se sigue en modo indispensable de mi saber objetivo, no puede ser a su vez un saber alguno que yo, al hablar de mi yo, sólo tenga la alternativa de hablar de objetivo sino únicamente su fundamento. No se articula en forma datos empíricos —que nunca pueden ser mi propio yo— o bien de específica y tampoco puede ser jamás representado de un modo referirme a un X eternamente desconocido, puesto que mi yo me es adecuado. Y esto vale también cuando me aplico a mi yo, cuando conocido en grado sumo (aunque de manera diferente que un «él» o hablo de mi yo. También entonces me viene dado conjuntamente mi un «ello») al ser lo experimentado directamente a la vez que lo yo, aunque, o mejor dicho porque, lo convierto en un objeto separado expresado de manera concomitante en cada actuación consciente. del sujeto (que soy yo), y sólo al realizar la afirmación como de aquello de lo que yo hablo. Sólo que esa expresión no se da a través del concepto estático, como un contenido significativo fijo, sino a través de la dinámica de la Ese «estar presente para mí mismo» de mi existencia, implícito en realización, es decir, mediante el comprender (a través del concepto cada acto del saber acerca de los objetos, es un saber que no me lo como actividad), del que es condición indispensable. Por ello lo así proporciona algún concepto de mi yo sino que se caracteriza por su expresado no es comprobable en principio, y por ello fácilmente pueden inmediatez, y tiene por lo mismo un carácter experimental. Esta pasarlo por alto quienes sólo consideran realidad lo que puede inmediatez del saber es ciertamente una «inmediatez mediada» comprobarse de manera inequívoca, aunque sea el fundamento y el (vermittelte Unmittelbarkeit), con lo que se trata de una mediación que apriori universal de cualquier saber y entender. no elimina su carácter inmediato y directo. Y, para terminar, una observación más: mi yo y mi propia existencia Aquí, pues, el que sabe es a la vez lo sabido, y lo sabido es a su se hacen patentes en cada una de mis afirmaciones ciertamente que vez el que sabe; pero ese saber se me da siempre sólo como algo como una realidad no empírica aunque indiscutible, de modo que cada implícito en el acto de saber acerca de objetos determinados. Por eso afirmación es siempre algo más que una mera reacción instintiva o que no tengo una visión intelectual explícita de mi yo ni de mi existencia. una maquinal «escupida de datos». Cuando yo afirmo algo, siempre se expresa en ello a la vez algo más: que esa toma de posición parte de mí, que yo estoy detrás y que me reconozco en ello. Debido a que el saber acerca de mi yo (de mi existencia) tiene esa estructura de inmediatez mediada, se puede y hasta se debe afirmar de él que tiene un carácter aparentemente contradictorio. Si tomamos Ese dato resulta a su vez paradójico para el pensamiento 104 objetivante: yo soy origen en el sentido pleno de la palabra, algo sale de empirista, haya aprovechado sólo en forma limitada las posibilidades de mí que no puede reducirse a algo distinto de mí mismo, sin ser por ello la reflexión transcendental y no haya llegado hasta el fundamento un origen absoluto sin más. último del pensamiento. dd) Reflexión metodológica y conclusión Que las posibilidades de la reflexión transcendental lleguen más allá de lo que Kant admitió, queda ya demostrado por nuestra reflexión precedente, a través de la cual nosotros hemos llegado a la En las páginas que anteceden no hemos centrado nuestra atención en aquello a lo que se refieren nuestras afirmaciones, sino en aquello que se supone en cada afirmación como necesario, en la medida en que es un acto humano realizado de manera consciente. El conocimiento así adquirido se designa desde Kant como «transcendental». No se ocupa de los objetos, sino de las condiciones apriorísticas de nuestro conocimiento efectivo de los objetos. En la formulación kantiana se dice: «Yo llamo transcendental a todo conocimiento que no se ocupa tanto de los objetos sino de nuestra autoconciencia como un saber acerca del propio ser y, por ende, acerca del ser en general, y un saber inmediato, implícito en cada actuación consciente aun cuando no se pueda establecer conceptualmente. La reflexión transcendental abre una dimensión de la realidad y del conocimiento que de ordinario no se tiene en cuenta lo bastante y que se caracteriza porque en ella ya no tiene sentido la distinción entre realidad y conocimiento, puesto que en ella realidad y conocimiento son la misma cosa, ya que aquí lo real es lo conocido y lo conocido es lo real. forma de conocimiento de los objetos, en tanto que es posible apriori» (KrVB 25). La reflexión transcendental parte del hecho lingüístico y analiza sus implicaciones no objetivas. Por ello hay que esperar que la filosofía El sistema de las ideas obtenidas por la reflexión transcendental se denomina desde Kant «filosofía transcendental», sin que sea un descubrimiento exclusivamente kantiano. Con la plena conciencia metodológica que es dado encontrar en Kant ciertamente que nadie la había aplicado antes de él, aunque ya desde Platón estuvo presente en la filosofía la idea, que subyace en el fondo de la misma, de que el conocimiento de los objetos viene codeterminado por las condiciones de nuestra capacidad cognitiva (cf. Flasch 1973, 105-152). Cabe incluso reprochar a Kant el que, debido a su actitud racionalista y analítica del lenguaje supere de una vez radicalmente sus prejuicios, derivados de sus comienzos positivistas, acerca de lo que el análisis puede significar. Pero, mientras se atenga exclusivamente a lo expresado de una manera objetiva y no tome conocimiento de la importantísima dimensión de la realidad a la que apunta en muchos aspectos cada acto de lenguaje, no se podrá diferenciarse claramente de la ciencia lingüística o de la semántica formal. Y por lo mismo tampoco se podrá considerar aún como una disciplina filosófica en 105 sentido pleno. particular no se puede fundamentar en ningún caso sobre la misma, porque el convencimiento de la verdad del hecho afirmado, que normalmente acompaña a la afirmación, no excluye en forma alguna Bibliografía: Maréchal 1949; Lotz 1955; Muck 1964; Holz 1966; Holz 1973; Lotz 1978; Krings 1979. afirmaciones erróneas. Y a pesar de eso la afirmación de la verdad del enunciado, implícita en cada enunciado, es un hecho importante. Sobre el mismo versan los dos razonamientos siguientes. b) El saber acerca de la concordancia fundamental entre enunciado y realidad Quien afirma algo (lo que sea y como sea, y por tanto también en los casos en que lo haga como meramente posible o verosímil) no sólo afirma aquello que consigna de un modo explícito (por ej., este tren avanza rápido; todos los hombres son mortales; es un deber el ser justo), sino que afirma también por inclusión que de hecho es como él lo afirma, y que, por consiguiente, su afirmación es verdadera. Decir cómo es una «cosa» (de la que se habla) sin decir implícitamente que realmente es así, no tendría ningún sentido. No podemos entrar aquí en las cuestiones difíciles y complejas de la mentira, la ironía y el lenguaje metafórico. Baste consignar este dato: incluso quien miente ha de tener aa) La radical capacidad de verdad de nuestros enunciados. Empecemos por una observación: los hombres (con excepción de los enfermos mentales) saben de la fiabilidad de sus aseveraciones. Lo cual no les impide hacer afirmaciones en las que, aunque se presenten como meramente posibles o probables, se contiene un elemento apodíctico con pretensiones de-absoluto. Lo cual nos hace sospechar que la afirmación de la verdad de un enunciado, implícita en cada uno de los ásenos, ha de entenderse en un «doble aspecto», por así decirlo: un aspecto sujeto a error y otro aspecto inmune al mismo. Sospecha que se robustece con la reflexión siguiente. el propósito de no ser tomado como embustero, sino como alguien que toma en serio su afirmación y que la presenta con pretensiones de «Verdadero» y «falso» se consideran como los dos valores de verdad, pues de lo contrario su mentira no alcanzaría su objetivo (cf. al verdad del enunciado, que se contraponen mutuamente. En una respecto, Weinrich 1974). Así, pues, la afirmación implícita de la verdad consideración formal de la frase hasta pueden parecer equivalentes. de un enunciado entra necesariamente en el mismo. Pero tan pronto como entra en juego el contenido, «verdadero» y «falso» en tanto que propiedades de los enunciados ya no son Sin embargo, esta observación parece ser bastante banal. En efecto, ¿qué se puede sacar de la misma? La verdad de un enunciado alternativas equivalentes. Pues se puede decir con razón que enunciados falsos y erróneos sólo son posibles porque son posibles los enunciados verdaderos. Mas no se puede decir: los enunciados 106 verdaderos sólo son posibles porque son posibles asimismo los expresa de un modo infalible en el enunciado particular (ya que el enunciados falsos. Dicho de otro modo: el error es una desviación de la enunciado particular como tal siempre está sujeto a error), pero que en verdad, pero la verdad no es una desviación del error. No existe ahí cada enunciado particular tiene que estar presente, pues de lo contrario «simetría» alguna, liste hecho lo expresó Spinoza con su frase tantas no se podría pensar la asimetría de verdad y error a que ya nos hemos veces citada: «Veritas norma sui et falsi est», la verdad es norma de sí referido. misma y de lo falso (Ethica II, prop. 43 scholion). Formulado de otro modo: en cada uno de nuestros enunciados no Para poder entender lo que significa que tanto el error torno la sólo va implícito un saber acerca de la verdad del enunciado particular verdad se conocen a través de la verdad, debemos preguntarnos: ¿Qué sujeto a error, sí que también un saber inmune al error acerca del es lo que hace posible reconocer un enunciado falso como falso y uno fundamento último de nuestro conocimiento de la verdad; es decir, verdadero como verdadero? Y ésta es la respuesta: un enunciado acerca de la naturaleza de nuestra razón. El saber indudable, implícito erróneo se reconoce como tal porque el sujeto cognoscente sabe de la en el enunciado, acerca de la capacidad radical de verdad de la razón no concordancia de su enunciado con la realidad; pero eso sólo es es la condición indispensable para que podamos distinguir en general la posible en virtud de un saber acerca de la realidad en sí (es decir, de un verdad del error. saber que es absolutamente verdadero): norma falsi est veritas, la verdad es norma de lo falso. De acuerdo con ello, el enunciado verdadero sr reconoce como tal por cuanto que el hombre conocedor sabe de la coincidencia de su enunciado con la realidad como tal; lo cual sólo es posible cuando el hombre puede conocer de hecho la realidad como tal: norma veri est veritas, la norma de lo verdadero es la verdad. Así, pues, la veritas, que es la norma de sí misma y de lo falso, es la coincidencia fundamental de conocimiento y realidad que hace posible el juicio como tal. De dónde surja ese saber apriorístico lo explica un texto de Tomás de Aquino, citado asimismo frecuentemente: «En la razón está presente la verdad como aquello que deriva del acto de la razón y como aquello que es conocido por la razón. Deriva, en efecto, de la actividad de la razón, por cuanto que el juicio de la razón representa la realidad tal como es. Pero es conocida por la razón en tanto que ésta reflexiona sobre su acto, con lo cual la razón no sólo sabe de su proceso, sí que también de su correspondencia con la realidad. Ésta, sin embargo, sólo puede ser conocida, cuando es conocida la naturaleza del principio Puede también describirse como un saber (apriorístico) acerca de la activo, es decir, de la razón como un principio en cuya naturaleza entra realidad como tal realidad. Por ello se trata aquí de un saber el coincidir con la realidad. Así, pues, la razón conoce la verdad en absolutamente verdadero, inmune al error, que ciertamente no se tanto que reflexiona sobre sí misma» (De ver., q.l, a.9). Pero reflexionar 107 sobre sí significa captarse a sí misma. De lo cual se deriva que el mendacium: el hecho de prescindir de algunas determinaciones no fundamento último del conocimiento de la verdad es la autopresencia significa de por sí una mentira. Mediante una descripción más exacta de la razón, el «estar en sí» del hombre, al que ya antes (n. 66) hemos del objeto ―cosa que a menudo sólo es posible mediante una aludido. exposición más detallada de la situación general— el enunciado puede acercarse siempre más a la realidad, de modo que la coincidencia con la misma sea siempre más precisa. bb) Identidad y diferencia entre enunciado y realidad. Pero aquí hemos de reflexionar sobre lo que sigue. «Más precisa» Por lo que a la verdad (y a la falsedad) de los enunciados se refiere es importante otra reflexión más. significa que nunca es exacta del todo. Así, pues, el enunciado nunca puede representar la realidad tal como ésta es. Se excluye una coincidencia perfecta y completa entre enunciado y realidad. Pero con Los predicados de «verdadero» y «falso», atribuidos a un enunciado, expresan algo sobre la relación del enunciado con la realidad; de tal modo que «verdadero» afirma que entre enunciado y realidad existe una coincidencia o correspondencia, mientras que el predicado «falso» consigna la no correspondencia entre ambos extremos. Y surge aquí una pregunta: ¿Qué significa «correspondencia» en este caso? Debería significar que el enunciado representa la realidad tal como esa es en sí. Pero ¿lo hace alguna vez? Si la exactitud de la representación no plantea unas pretensiones demasiado altas, podemos responder en principio que sí. A la pregunta de qué color tienen las paredes de nuestra sala de estar, nos daremos por satisfechos con la respuesta de que son de color crema (en el esta idea aflora la cuestión fundamental de la posibilidad de enunciados verdaderos en toda su agudeza. ¿Se pueden llamar verdaderos unos enunciados, cuando lo que debe constituir la verdad como tal, es a saber, la coincidencia del enunciado con lo que existe, nunca puede realizarse en su significado específico y pleno? En tal caso ¿no será la verdad un ideal jamás alcanzable? Si así fuera, habremos de admitir que nuestros enunciados sólo proporcionan un modelo de la realidad, que aunque se imponga en la práctica y sea en coherente, jamás coincide efectivamente con la realidad. Y así las cosas, ¿no habrá que decir con Kant que nosotros sólo tenemos acceso a la cosa tal como se nos aparece en virtud de nuestra estructura cognitiva, pero que la realidad en sí siempre se nos oculta? supuesto de que tengan ese color), aun cuando la designación de «color crema» resulta bastante imprecisa, toda vez que son muchas las tonalidades que ese color puede presentar. Aunque el enunciado nunca pueda expresar la realidad hasta el último detalle, la respuesta se puede considerar como verdadera. Y ello porque abstrahentium non est Sin embargo, estas conclusiones no son inevitables. Se impone únicamente porque pasamos por alto un aspecto sumamente importante de nuestro conocimiento formulado en afirmaciones. En 108 efecto, hay que tener en cuenta por qué podemos pensar que la el enunciado que hacemos. Su presencia, pues, no puede ponerse en realidad como tal no nos es accesible. El fundamento de lo mismo es duda. Mas, como ese saber acerca de la realidad tal como ella es en sí evidentemente nuestro saber acerca de la distancia, nunca superable sólo nos es dado atemáticamente, como la condición posibilitadora de por completo, entre enunciado y realidad. Que nosotros sabemos de nuestro saber acerca de la insuficiencia de nuestros enunciados que esa distancia es algo innegable, puesto que es la condición para que sólo se nos puede abrir por una reflexión transcendental, resulta fácil pueda aflorar el «problema de la crítica del conocimiento», para comprender por qué la experiencia de la mera condición de modelo de plantearse la cuestión de si es posible hablar de una coincidencia de nuestro conocimiento temático constituye para nosotros un problema nuestro conocimiento, representado conceptualmente y formulado en real que no se supera de inmediato (cf. De Petter 1964, 27-29). unos enunciados, y de la realidad. A esa dimensión latente y extraordinariamente importante de Así, pues, persiste el hecho de ese saber. Pero ¿cómo explicarlo?, nuestro conocimiento formulado en enunciados apunta el hecho de que ¿de dónde procede? Si nos preguntamos por el origen de ese saber, nosotros tomamos conciencia de que el enunciado siempre puede una cosa es cierta: no puede proceder de lo que se representa en el acercarse más a la realidad. Y también es lo resulta comprensible sólo enunciado como un contenido positivo, porque lo que se expresa en cuando sabemos de una manera no tematizada (y nunca totalmente nuestros enunciados no. puede ser el fundamento de la experiencia de tematizable) acerca de la utilidad como tal. su propia imperfección (de su propia negatividad). De lo cual se deriva de nuevo la distinción, decisiva para la El saber acerca de la distancia entre enunciado y realidad sólo metafísica, con la que a menudo nos hemos ya encontrado. En efecto, puede explicarse, por tanto, diciendo que la persona que hace el nuestro saber, que ha de representarse lingüísticamente se da «en dos enunciado ha comparado la realidad tal como es «en sí» con lo que estratos», presenta un «doble aspecto». En -la superficie del proceso contiene el enunciado como tal. Pero eso significa nada menos que «al cognitivo humano está el elemento del saber, que se expresa lado» o «detrás» del saber que se expresa temáticamente, o de forma directamente en los enunciados pero que frente a la realidad es siempre explícita, exacta imperfecto en razón de su carácter estático y abstracto, como el polo elemento modélico montado sobre nuestro armazón cognitivo. Pero en el fondo cognitivo), que coincide con la realidad tal como ésta es «así». De no de ese proceso cognitivo hay presente otro elemento de saber, en darse ese elemento cognitivo en nuestro conocimiento, tampoco principio no sabido temáticamente como contenido de conocimiento, podríamos tener conciencia de la imperfección del saber tematizado en que solo se expresa de un modo indirecto a través de las distintas y del conceptualmente, que nosotros tenemos podemos presente otro dar saber cuenta (otro 109 propiedades del enunciado y que no puede fijarse de manera a la inversa, no hay nada decible que no esté referido a algo indecible. inequívoca, pero que como el otro polo de nuestra estructura cognitiva Lo decible y lo indecible se condicionan mutuamente. Y única y garantiza la validez real de nuestro conocimiento formulado en exclusivamente a través de esa contraposición se dan de hecho. Este enunciados (cf. De Petter 1972, 85-88). planteamiento dialéctico difícilmente puede sobreestimarse en su importancia, pues sólo a través de él resulta comprensible que la aporía positivista sólo se dé cuando lo decible y lo indecible se separan como Estos dos elementos del conocimiento humano son diferentes en la identidad, están en una relación tensa y se encuentran referidos el uno al otro. Cuando se limita lo conocido al concepto determinado campos sin relación dialéctica y se "pasa" de lo decible a lo indecible para "discutir" después en forma no permitiva de lo "propiamente" indecible» (W. Schulz 1967, 41). inequívocamente como tal, es decir, a aquello de lo que podemos darnos razón y dar cuenta a los demás con una claridad unívoca y sin malentendidos (¡aunque ello sólo sea posible dentro de un marco Para la metafísica esta visión es simplemente fundamental, pues aislado!), ya no se salvaguarda la relación con la realidad del contenido que tiene que enunciar lo indecible (o, dicho con mayor precisión, lo así expresado, porque tal relación no se da sin el conocimiento de la que no se puede decir con una terminología descriptiva, con un realidad que transciende el concepto como tal, pero que como tal lenguaje objetivo inequívoco). Pero eso sólo puede hacerlo porque en conocimiento real no se puede expresar directamente. Sin embargo, la esencia del lenguaje entra el que exprese de alguna manera lo no ese conocimiento de la realidad se ordena a su vez a la articulación lingüístico, y al hacerlo presenta lo decible a la vez que alude a lo conceptual-lingüística, pues que sin algún tipo de expresión no se indecible. podría hacer valer, no tendría ningún valor cognitivo. Un conocimiento lingüísticamente, y con ello se pone en lenguaje «alusivamente» lo finito nunca se realiza en pura inmanencia, sólo puede cumplirse indecible, aunque no se lo describa como un objeto. De no ser así, no mediante una exteriorización. El entender no acontece en un hubiéramos podido hablar de ello. También esta referencia a lo indecible se hace «pensamiento puro»; el lenguaje, es decir, la formulación, la discusión y la delimitación son tan indispensables para la comprensión humana de la realidad como el elemento de la visión intelectual implícita. Bibliografía: Daly 1961, 178-205; De Petter 1964, 25-43; Oeing-Hanhoff 1967; Liebbrucks 1977. La unidad y diversidad de esos dos elementos los subraya claramente W. Schulz en su trabajo sobre Wittgenstein: «No hay nada indecible en sí mismo, que no sea relativo a algo que puede decirse; y, 3. Por qué son posibles enunciados verdaderos sobre la realidad no experimental 110 El argumento de la retorsión ha evidenciado que cualquier negación el fondo es aquello a lo que hay continuas referencias en el curso de la de la posibilidad de enunciados verdaderos sobre la realidad no historia de la filosofía, es decir, que cada acto consciente de empírica tiene que presuponer un saber acerca de lo real no empírico. conocimiento (y por tanto, cada enunciado) contiene un plus respecto Ese saber está determinado por una reflexión ulterior, primero, como un de los datos recibidos de fuera. Dicho con otras palabras, la persona saber implícito en todo acto consciente acerca de la propia existencia y, conocedora nunca se comporta de un modo meramente pasivo en su con ello, acerca de la existencia en general, y, segundo, como el saber conocimiento, aunque el conocer humano y finito sea también siempre acerca de la identidad entre conocimiento y realidad. Hemos visto que receptivo y no pueda entenderse por lo mismo como un acto creativo en cada uno de nuestros enunciados, en tanto que se considera como una exclusiva. Ese otro elemento, que representa un plus respecto de la acción humana realizada de modo consciente, contiene la referencia a percepción de los datos particulares, se designa habitualmente como un elemento de conocimiento que no se expresa directamente en ella pensamiento. Y así se deriva el esquema ampliamente difundido, según por el que conocemos algún contenido y que, si bien no se puede el cual el conocimiento humano es una síntesis de experiencia (en el determinar nunca de forma inequívoca, no puede ser sólo un puro sentido de percepción de lo singular) y de pensamiento. A la elemento formal de nuestro saber objetivo y al que corresponde una experiencia habría, pues, que atribuir el elemento a posteriori y al universalidad perfecta, ya que no puede negarse su validez absoluta. pensamiento el elemento apriorístico en nuestro entramado cognitivo. A continuación analizaremos con mayor precisión en un doble Sin embargo, como representación de la estructura cognitiva aspecto ese saber que sólo se puede representar mediante un análisis humana, ese esquema está mucho menos diferenciado. En efecto, transcendental. Primero, nos planteamos la cuestión de dónde procede. cuando la estructura del conocimiento humano se explica únicamente Y, segundo, avanzando más allá de cuanto llevamos dicho hasta ahora, desde la tensión de la experiencia receptiva y del pensamiento habrá que determinar a qué se refiere. Quedará patente que con ello configurador, ya se ha respondido en buena medida a la pregunta de está dado a la vez el objeto de la metafísica. qué hace realmente el pensamiento (es decir, la inteligencia humana). El pensamiento (la inteligencia del hombre) ordena simplemente el material provisto por la percepción sensible, y todo ello de acuerdo con a) ¿Cómo llegamos al saber de la realidad como tal? su propia naturaleza o —para emplear la terminología kantiana— de conformidad con sus propias categorías. Ese saber no deriva evidentemente de la experiencia, entendiendo por experiencia sólo la percepción de unos datos particulares, pues que es un saber necesario y universal. Con ello lo único que se establece en Mas si eso es toda la verdad, si el plus aportado por el pensamiento 111 al conocimiento efectivamente completo es de naturaleza puramente necesariamente una manera de conocimiento independiente por formal, entonces no podremos salir jamás de nuestra subjetividad (que completo de la percepción sensible). desde luego rige para todos los hombres y en ese sentido es transcendental), y sólo podremos conocer las manifestaciones o fenómenos sistematizados por categorías innatas en nuestra inteligencia, pero nunca conoceremos la realidad «en sí». Con ello queda superado el rígido contraste entre el elemento aposteriorístico y el apriorístico de nuestro conocimiento, pues eso significa que también lo que no procede de la experiencia particular como tal, lo experimentamos de alguna numera .que habrá que precisar Pero como ya se ha demostrado que sabemos de la realidad como más, es decir, nos lo apropiamos -a posteriori. Esta experiencia tal —aunque sólo sea de manera atemática—, no podemos asentir a intelectual de lo apriorístico (de lo absolutamente válido y, por ende, de esa conclusión. Por eso hay que decir que al pensamiento, a la lo general) no se puede entender sin embargo como una captación inteligencia humana, no sólo le compete una función formal y intelectual explícita de lo absoluto, ya que una visión intelectual ordenadora frente a los datos proporcionados por la sensibilidad explícita, una contemplación directa de lo suprasensible no nos (función que en modo alguno puede ponerse en litigio), sino que el corresponde a los hombres. pensamiento, la inteligencia, aporta también algo de contenido al hecho de conocer. Mas esta afirmación significa que la oposición entre experiencia y pensamiento ha de relativizarse esencialmente, y que por lo mismo hay que atribuir también al pensamiento (a la inteligencia o, dicho de manera más precisa, a la razón) una relación con la realidad que le corresponde como tal, una actividad experimental. Así, pues, ese elemento incondicionalmente válido del saber siempre lo conconocemos, lo coexperimentamos; está implícito en cada saber nuestro acerca de los objetos como la i condición posibilitadora de la validez real de todos nuestros conocimientos explícitos con una relación objetiva. Se trata aquí, nada más y nada menos, que de la autoconciencia que acompaña a cada acto consciente, por la cual A dicha conclusión sólo podríamos escapar en el supuesto de las sabemos de nosotros mismos (de nuestro yo) y del significado de la ideae innatae, de los contenidos cognitivos explícitos innatos en existencia, del ser como tal. A través de ese conocimiento sabemos de nosotros. Mas, como no se puede demostrar la existencia de ideas la realidad como tal. Ese saber nos viene dado «por experiencia», y por innatas que como contenidos cognitivos estén explícitamente a nuestra tanto a posteriori, ya que, de una parte, es el resultado de la disposición, desaparece dicha posibilidad. Debemos, pues, mantener autopresencia del yo pensante y actuante y, de la otra, es el resultado que la inteligencia humana puede adquirir por sí misma un saber del conocimiento objetivo, porque la autoexperiencia nunca nos es necesario, universal y a la vez con un contenido (lo cual no significa posible «de un modo puro», sino que nos viene dada conjuntamente 112 con el saber acerca de los objetos. comparable con la sensibilidad del animal. Y por eso la inteligencia humana es una inteligencia referida a la sensibilidad, una inteligencia que en unión con la sensibilidad se adueña en cierto modo de la De conformidad con su propia condición, siempre surge cuando tomamos contacto con la realidad objetiva. Pero en tanto que se da esa realidad en una articulación lingüística, es decir, en un pensamiento conceptual y en una actuación externa y configuradora. toma de contacto, surge (como condición posibilitadora para que pueda experimentarse la realidad exterior como realidad) inmediatamente el saber concomitante y atemático acerca de la realidad como tal por Pero en definitiva la inteligencia sólo puede hacer esto porque es cuanto que la inteligencia (el yo) se reconoce a sí misma como realidad más que una mera capacidad o facultad ordenadora (capaz de análisis que comprende la realidad. Por consiguiente, en la medida en que la y de síntesis); porque en lo más profundo es la facultad para captar la toma de contacto con la realidad objetiva sólo es ocasión para que realidad como tal, y por eso se llama razón, poniendo de relieve la pueda surgir esa experiencia de la realidad como tal ni la autopresencia inteligencia ordenadora. de la propia subjetividad, hay que calificar ese saber como un saber apriorístico. 2. Ahora podemos ya solucionar la cuestión de en qué medida está la metafísica referida a la experiencia y en qué grado es independiente De esta reflexión sobre el origen del saber atemático acerca de lo incondicionalmente válido se siguen dos conclusiones. de la misma. Ante todo hay que definir la experiencia como un conocimiento de lo presente; o sea, como aquella forma de conocimiento que, en oposición al pensamiento discursivo y a la recepción de un conocimiento a través de un testimonio, brota del 1. Hemos encontrado la raíz oculta del doble tronco del conocimiento humano, a saber: la sensibilidad y la inteligencia (cf. n. 20). El único y mismo hombre que, como ser espiritual consciente de sí mismo, está abierto a la realidad como tal, es decir, a lo incondicional, y ello por su misma naturaleza, en tanto que ser finito y material sólo puede realizar esa apertura de su naturaleza cuando llega a sí mismo mediante actuaciones espaciotemporales y externas en las que se contacto directo con la realidad. Con ello no se niega sino que más bien se supone en razón de la temporalidad del hombre —que tiene como consecuencia que el conocimiento humano nunca pueda realizarse en un solo momento sino siempre con una cierta duración— el que entre también en la experiencia el recuerdo, el cual reúne lo que es igual en las distintas percepciones (en el sentido de la empeiría aristotélica, Cf. Analítica segunda 2, 19; 100a 3-14). expresa y realiza. Por eso la sensibilidad del hombre es siempre una sensibilidad específicamente humana, conformada ya por la inteligencia, y que por lo mismo sólo bajo ciertos aspectos es Partiendo de esa definición hay que decir, además, que la 113 metafísica no puede pasarse sin la experiencia. Teniendo que ser, en transcendental podemos denominarla experiencia atemática de la efecto, la ciencia de toda la realidad concreta, ha de fundamentarse en realidad como tal y también experiencia transcendental. Con el empleo la misma realidad mediante la experiencia. Pero al mismo tiempo es de esta última designación suponemos ciertamente que en la definición preciso poner de relieve que la metafísica no necesita de experiencias de lo que puede llamarse trascendental» se va más lejos que Kant. especiales, sino simplemente de las que ha hecho inevitablemente Para él, en efecto, semejante designación carecería de sentido, pues en cualquier hombre que ha llegado al uso de razón. La independencia su opinión no se puede justamente experimentar la dimensión repetidamente señalada de la metafísica respecto de la experiencia no transcendental de nuestro saber como condición que hace posible la significa por consiguiente que pueda pasarse sin más de la experiencia (que sólo se refiere a lo sensible). Para nosotros, en experiencia, sino que simplemente no ha de perseguir afanosamente cambio, ese elemento del saber —que sólo puede hacerse patente una búsqueda de datos, hechos y situaciones —como hacen las otras mediante una reflexión transcendental— no es algo meramente formal ciencias— para poder empezar su trabajo, porque el saber que late en sino algo de contenido, que se experimenta en la forma ya explicada ella surge simplemente cuando el hombre se halla en el mundo de una como el apriori sin más y que constituye el único fundamento oculto de manera consciente. todos y cada uno de los elementos de nuestro conocimiento que pueden demostrarse como apriorísticos. Con ello el hombre se sabe en el mundo y ha experimentado, por ende, lo que significan existir, pensar, querer, decidir, obrar, llegar a Porque admitimos también una «experiencia transcendental» o, ser, pasar, permanecer, lo que es duración, extensión, relaciones, dicho de otro modo, una «experiencia atemática del ser», al señalar la coincidencia y diversidad, unidad, pluralidad, alteridad y muchas otras cuestión fundamental de la metafísica (n. 11 y 47), designábamos cosas. Dicho con mayor precisión: al experimentarse a sí mismo en «experiencia empírica» a la que nace por la percepción sensible del contacto con el mundo el hombre hace una experiencia fundamental, objeto particular y que en el ámbito de las ciencias se considera la que no puede representarse en sí misma, pero de la que se deriva el experiencia por antonomasia. Con ello tratábamos de evitar de saber acerca de los conceptos y definiciones fundamentales de la antemano el prejuicio empírico-positivista de que sólo se puede existencia aducidos sólo como ejemplo— junto con las ideas básicas experimentar lo perceptible por los sentidos, o, lo que es lo mismo, que de ellos se siguen directamente (cf. prima principia). dejarse determinar directamente por ello, pese a todos los intermediarios. Lo que cuenta más bien es que aquello que constituye la experiencia como tal, es decir, «el dejarse determinar directamente Esa experiencia básica, en la que se toma conciencia de la realidad como tal, y que sólo es posible tematizar mediante un análisis por la realidad presente (no obstante la mediación de todo tipo)», es algo que está presente no sólo en la percepción sensible sí que 114 también en la autopresencia (de la que nos hacemos conscientes por la secundarias frente al ser; es decir, son distinciones dentro del ser. De percepción de los objetos) del sujeto conocedor. Así, pues, para ahí que el ser no sólo incluye lo real sino también lo posible (en el nosotros la «experiencia» sin más y en sentido amplío es un concepto sentido de la potencialidad real). Asimismo, lo que se puede denominar superior, que se diferencia en los elementos de la experiencia «apariencia», en contraposición a ser, pertenece también al campo del «empírica» y de la «transcendental» mutuamente relacionados. ser. Pero sobre todo ha de tenerse en cuenta que no sólo pertenece al ser lo que nosotros pensamos, sino que el pensamiento mismo es una manera de ser. Así, pues, sólo se pueden concebir el pensar y el ser Bibliografía: De Petter 1964, 25-43; Wahl 1965. como oposiciones que se excluyen cuando previamente se ha definido el ser como lo que se opone al pensamiento, con lo que se ha desgajado el pensamiento del ser y en el fondo se le ha privado de b) Lo que se aprende con ese saber lugar y relación. Pero en tal caso no habrá que extrañarse de que-, tras dicha operación, el pensamiento y el ser ya no puedan reunirse jamás. Se puede responder a esta cuestión con una sola palabra: el ser. Es decir, aquello de lo que se viene hablando de continuo en la filosofía occidental desde los tiempos de Parménides y que desde Aristóteles se considera como el objeto propio de la metafísica. Cierto que sólo se De ahí que el «lugar» de la comprensión del ser sea la reflexividad de nuestro pensamiento. Dicho de una manera más concreta: la entiende adecuadamente lo que la expresión «ser» designa, si se parte autoconciencia o conciencia del yo, por la que cada uno de nosotros — de la idea de que no significa nada objetivo, nada que exista a la en la manera en que ya queda descrita e implícita siempre en el saber manera de las determinaciones particulares. Significa más bien lo ineludible y que no puede reducirse a ninguna otra cosa, cada condición condicionante y por lo mismo incondicionada en toda realidad, lo que nosotros suponemos necesariamente en todos nuestros actos conscientes y en cada uno de nuestros enunciados. El ser como tal no puede significar nada objetivo por el mero hecho de que designa lo que corresponde a todo lo que es de alguna manera. acerca de alguna otra cosa— se conoce a sí mismo como existente, se está presente a sí mismo y, con ello, experimenta de modo directo la identidad de conocimiento y realidad, de pensamiento y de ser en un punto (aunque sea sólo de forma implícita en el saber acerca de otra cosa). Se trata de un punto «en que el ser se "aclara" para sí mismo — en la identidad—, con lo que proyecta en general el horizonte de la "aclaración" y ofrece la posibilidad de que también otra cosa, a saber, 2 un contenido objetivo, entre en la luz de la conciencia» (Coreth 1964, 139). El ser, captado juntamente en el yo a través del conocimiento de El ser precede, pues, a todas las distinciones. Todas las lo otro, es el apriori; es aquello que se aplica a todo y bajo lo cual distinciones corrientes, exclusivas de otra cosa, se demuestran quedan subsumidas todas las cosas. Lo que en mí mismo reconozco 115 como la realidad última es a la vez lo que yo atribuyo a otros o descubro tal. Por ello ese saber, que nace a través de una experiencia en otros. transcendental, es un saber, superpleno, un saber con contenido en grado máximo: lo contiene todo sin que nada le escape. Es incluso aquello que proporciona a cualquier saber particular, representando Al haber experimentado en mí, en tanto que ente, el ser como la identidad de ser y conocer, adquiero también la experiencia originaria conceptualmente, el contenido de realidad, y como tal es simplemente el contenido. de lo que es «manera de ser espiritual», de lo que es «espíritu». Sólo desde ahí puedo entender lo que es «osa», «materia», es decir, un ser que no está en sí mismo en un sentido pleno (formal), y no a la inversa. Por lo demás, cuando pretendemos definir con precisión conceptual Así, pues, el «concepto» del ser (mejor dicho: la inteligencia del ser) no ese contenido, siempre sugerido por la palabra «ser» pero sin se obtiene originariamente del dato objetivo y cosificado, sino del ente expresarlo propiamente, tropezamos con enormes dificultades. Porque que está en sí, del ente espiritual «aclarado» e iluminado para sí el ser como dato de nuestra «experiencia del ser» aparece sin mismo, que somos nosotros mismos. contornos precisos; fuera de que «es», no se puede dar ninguna determinación concreta. Pero esa referencia al «es» no nos aporta ninguna ayuda ulterior, ya que se trata precisamente de la definición de Conocer el ente como ente, y por tanto al ser como lo que hace que ese «es». el ente sea ente, equivale a subsumirlo bajo el «respecto» absolutamente válido que todo lo abarca a priori y que nosotros, con ocasión de cualquier experiencia objetiva, coexperimentamos en nosotros mismos como identidad de realidad y conocimiento. Por una parte, esa situación no tiene nada de sorprendente, puesto que lo que constituye el fundamento definitorio de todo lo particular no se puede definir a la manera de lo particular; es decir, desde una cosa que se le contrapone como distinta y otra (pero que aquí es sólo un Tres observaciones más a modo de conclusión. supuestamente otro). Por otra parte, se trata dé un estado sumamente insatisfactorio para nuestro pensamiento, al que gustaría poner fin y 1. Sobre el contenido de la inteligencia del ser. En la conciencia obtenida a través del mundo acerca del propio ser sabemos directamediatamente (o mediata-directamente) acerca de las determinaciones fundamentales del ente finito (que somos nosotros mismos) y con ello sabemos también de las determinaciones fundamentales del ser como que incluso es necesario terminar, si se quiere cultivar la metafísica como una ciencia argumentativa. Fácilmente se llega después a las ideas siguientes (como lo certifica la historia de la filosofía): como punto de partida se elige el criterio, en sí perfectamente correcto, de que el ser es aquello en lo que coinciden todas las cosas, y se intenta después 116 definir de un modo conceptual claro e inequívoco esa realidad una y siguen. Mas la imposibilidad de la definición conceptual del ser no común. significa que hayamos de callar sobre él, sino simplemente que la exposición más precisa de la inteligencia del ser como tarea específica de la metafísica sólo puede consistir en desarrollar cada vez más lo Pero cualquier tentativa por definir el ser con una precisión implícito en la experiencia del ser sin darla jamás por acabada. conceptual conduce inevitablemente a una operación de vaciado y desrealización de aquello que desde la experiencia auténtica se entiende por ser; lo que desemboca en la desaparición de la metafísica. 2. Sobre la no objetivabilidad del ser. La metafísica es difícil porque En efecto, cuando se busca lo inequívocamente común en todos los su objeto no es propiamente objetivable. La razón última de eso es la entes, cuando se hace la tentativa de encontrar aquello en que siguiente: siempre estamos personalmente implicados. El ser es coinciden sin duda alguna lo real y lo pensado y aun el pensamiento siempre también mi ser. No puedo reflexionar sobre la realidad en su mismo, lo nouménico y lo fenomenológico, lo efectivo y lo posible, lo conjunto, y hacerlo como si estuviese fuera de esa realidad. Así, pues, material y lo que no se puede aprehender por los sentidos, sólo se siempre tengo que implicarme para poder captar la realidad como tal. puede obtener una definición para el ser que no dice positivamente Tropezamos aquí con la verdadera causa de la dificultad, porque nunca nada: es aquello que no es simplemente nada. Esa definición puedo representarme (mi yo) adecuadamente, jamás puedo verme conceptual del ser, según la cual no es meramente nada, no expresa de hasta el fondo, no tengo una intuición espiritual directa de mi yo (cf. n. hecho absolutamente ningún contenido. Por eso se le puede aplicar la 66). Cierto que como hombre soy un ser espiritual, racional, reflexivo, famosa descripción paradójica de Hegel en la Ciencia de la lógica: «El que está en sí, capaz de lo absoluto y, por tanto, absoluto también en ser, lo indeterminado inmediato es de hecho nada, y ni más ni menos cierto modo; pero eso sólo lo soy en finitud y, por consiguiente, con que nada» (Hegel 1934, 67). múltiples condicionamientos. El fundamento último de la realidad sólo puede alcanzarlo quien es a su vez fundamento de su realidad, quien es lo absoluto. Pero como soy finito, no soy capaz de eso. Este concepto completamente vaciado del ser no es apropiado para la metafísica, además de que no corresponde a la experiencia ontológica inmediata. Debemos, pues, renunciar a una definición De todo lo cual síguese algo de importancia capital de cara al «conceptual» exacta. Porque el ser es ciertamente lo que compete a método de la metafísica y de la filosofía en general. No se puede todas las cosas, pero a la vez es algo que u impere a cada una de desarrollar de un modo puramente deductivo en el sentido de que se manera diferente. De cómo haya de entenderse esto y de sus atenga a una investigación evidente, a la vez que a una visión clara y consecuencias nos ocuparemos ampliamente en las páginas que distinta, como lo intentó Descartes al comienzo de la edad moderna; o 117 que se reclame —con Husserl— unos inicios absolutamente claros, eso, sin reflexión transcendental (realizada de modo más o menos unas visiones esenciales totalmente inmediatas (cf. Husserl 1965, 71), consciente) no hay metafísica alguna. a fin de montar desde esos puntos de arranque, perfectamente claros, la «filosofía como una ciencia estricta». 3. Sobre el principio de identidad. Este principio, que expresa la identidad del ente consigo mismo en tanto que ente, lo consideran Y no es que no tengamos ninguna idea indudable. Sólo que jamás muchos filósofos como la representación más concisa de la se nos dan con plena claridad y expresividad. De ahí que hasta las comprensión ontológica originaria, mientras que otros lo tienen por una ideas indudables y su formulación sean siempre ambivalentes. No hay trivialidad, por una mera tautología. Asimismo se enjuicia de manera ninguna formulación explícita, ni siquiera de las intuiciones indudables, distinta el ser mismo como objeto de la metafísica. A ello se añade el que proporcione su recta intelección de un modo infalible; sucede más hecho de que quienes lo consideran como un principio básico se bien que cada formulación puede ser malentendida. Porque sólo el dividen muchas veces frente a la formulación exacta y la recta único fundamento de todas nuestras intuiciones indudables —es decir, exposición del principio. Las diferentes interpretaciones del principio aquel saber acerca del ser que obtenemos de la experiencia (que ya pueden advertirse en la diversidad de las formulaciones) transcendental— contiene todo lo necesario para la recta comprensión derivan sobre todo de la distinta valoración del alcance del principio. O de cada una de las intuiciones fundamentales o de los «primeros dicho de otro modo: por la diversidad de los puntos de vista en relación principios»; pero ese saber en el fondo nunca se puede expresar por con aquello que puede desarrollarse por sí mismo desde la visión de la completo. identidad del ente. Por ello, el punto de partida de la filosofía es la experiencia cotidiana a). Si el principio «ente es ente» se traduce formalmente por A es en toda su amplitud que se pregunta por su fundamento. Cierto que el A», puede ocurrir con toda facilidad que se entienda sólo como la punto de partida elegido explícitamente puede ser muy diverso; pero la afirmación de la identidad de cada cosa consigo misma (lo que es un reflexión filosófica, cuando logra penetrar hasta los fundamentos malentendido). Y en tal caso está plena y absolutamente justificado el últimos de la realidad, acabará descubriendo, más pronto o más tarde, reproche de que se trata de una mera tautología. En efecto, de una el primer supuesto básico de todos nuestros enunciados verdaderos, identidad entendida cosísticamente vale el veredicto pronunciado por que siempre se nos da de una manera concreta: el yo que se copiensa Wittgenstein: «Digamos de paso que decir de dos cosas que son a sí mismo en cada pensamiento. Sólo entonces habrá aprehendido el idénticas a sí mismas, es un absurdo; y decir de una cosa que es punto siempre latente y central de la experiencia de la realidad. Por idéntica a si misma, no es decir absolutamente nada» (Tractatus 118 5.5303). Por eso todos cuantos no quieren entender el principio como como la formulación positiva del principio de contradicción: el ente, en una tautología hacen hincapié en que aquí se trata de algo que no tanto que es, no puede no ser. resulta claro de inmediato a una consideración superficial, aun perteneciendo al contenido de la experiencia ontológica originaria. ¿Qué es ex plus que no aparece a una consideración irreflexiva? Las opiniones discrepan en este punto. c) Al comienzo de su Fundamento de la doctrina general de la ciencia, de 1794, arranca J.G. Fichte del principio «A es A», como de un axioma indudable (por considerarlo absoluto y simple) de la conciencia empírica. Después a ese principio se le va despojando paso b). Es interesante, y está plenamente justificada, la propuesta de a paso de todas las determinaciones empíricas «hasta tanto que resta Coreth —y que en el fondo no es sino la opinión expresada ya únicamente aquello que no se puede dejar de lado sin más y de lo que frecuentemente— recogiendo y precisando que el principio de identidad ya no se puede eliminar nada» (Fichte 1965, 256). Así se presenta no es sino la compresión positiva del principio de no contradicción. como fundamento de la validez absoluta del principio originario el yo Según dicha sugerencia, A es A habría que entenderlo de este modo: que se pone a sí mismo con una vigencia incontrovertible y que «es a la «A es necesariamente A. El ente es, en tanto que tal ente, vez lo actuante y el producto de la actuación» (259). Fichte lo designa necesariamente aquello que es» (Coreth -1964, 238). Cuando aquí se como «acción operativa» y puede representarse en el principio «yo soy habla de la necesidad del ente, por supuesto que no se entiende como yo», con el que se expresa —según Fichte— un juicio inconcusamente que el ente exista de tal manera que no pueda no ser. Eso sólo puede válido: el yo como lo que se pone (el sujeto de la frase) es plenamente decirse del ser absoluto, pero no del ente condicionado. Pero sí que se idéntico al yo como ente (que actúa cual predicado de la frase), y eso significa que todo cuanto es (todo lo que existe de hecho), en tanto que significa que el yo existe porque se ha puesto. es, escapa a cualquier relación «es así que — luego» (Wenn-Dann). d). También M. Heidegger en su escrito El principio de identidad Así, pues, en cuanto ente —y aunque pueda estar condicionado de (Heidegger 1957, 11-34), parte de la fórmula «A = A» y desde la múltiples formas— siempre se encuentra también fuera de cualquier ecuación expresada al comienzo llega a la idea de la identidad. Pero condición. Cada ente proclama una necesidad, que desde luego no quiere entender esa identidad de un modo «metafísico» (tomado en siempre está bajo la condición de «en tanto que es», pero que no deja su sentido) y por ello la expone, siguiendo la tesis de Parménides «lo de ser una necesidad efectiva. En ese contexto se puede hablar con mismo es tanto percibir (pensar) como ser» (18), como expresión de razón de la «transcendencia del hecho» (cf. Henrici 1977, 372). Aquí una correspondencia originaria de hombre y ser, que desde el se demuestra esa exposición del principio de identidad efectivamente acontecimiento que en definitiva todo lo reúne (teniendo los rasgos de 119 lo absoluto) se comunican mutuamente. de entender, en el supuesto de que veamos el juicio no como una mera síntesis de los contenidos conceptuales abstractos sino más bien como una reducción del contenido mental (expresado por el predicado) a la e) En el intento de explicar el principio de identidad vamos a dejar de realidad (señalada por el sujeto). lado los axiomas crípticos de Heidegger, mientras que conectamos con Fichte. Mas, como no podemos asentir a su pretensión desmesurada de poder captar el sujeto absoluto sin más (y no sólo una referencia al La relación entre ser y conocer, expresada por el principio de sujeto absoluto) en el propio yo, nos desviamos en algunos puntos de identidad, es la explicación de por qué la inteligencia alcanza el ser en su razonamiento. Para ello nos apoyamos en la interpretación del sí de los «objetos», cuando constituye los «objetos» de según sus principio dada por P. Scheuer (1926, 450s). propias leyes; porque las leyes del pensamiento son las leyes del ser, y las leyes del ser son, ni más ni menos, las leyes del pensamiento. En definitiva: Lex mentis est lex entis, la ley de la mente es la ley del ente. El principio de identidad (en la fórmula: el ente es ente; o la de: el ente es), que para una concepción cosística o meramente lógica puede parecer una tautología, tiene un contenido metafísico de enorme Bilbiografía: De Petter 1964, 74-93; Shine 1966, 45-47, 123s; Henrich 1966; importancia. Y ello porque entre ambas aplicaciones de la palabra Lotz 1972. «ente» media la diferencia funcional que califica la relación de sujeto y predicado. En tanto que «ente» es sujeto designa al «ente en sí», mientras que en tanto que predicado indica al «ente conocido». Así las cosas, el principio proclama que el ente conocido y el ente «en sí» son 4. Las propiedades de los enunciados metafísicas y el objeto de la metafísica. lo mismo. EI ser efectivo y el ser pensado coinciden fundamentalmente. El principio de identidad expresa, pues, en la conciencia del yo (que Resumiendo las consideraciones hechas hasta aquí, podemos acompaña a todas nuestras acciones conscientes) el saber iluminador afirmar que los enunciados de la metafísica expresan lingüísticamente acerca de la identidad de conocer y ser. unas ideas (o un conocimiento fundamental) que —habida cuenta de su validez en todas nuestras afirmaciones, cuestionamientos y hasta Entendido así, el principio de identidad es la «forma» de todo juicio. Como tal viene coexpresado en cada juicio nuestro; es aquello por lo que el juicio es verdadero, por lo que lo expresado en el juicio acerca de la realidad afecta efectivamente a la realidad en cuestión. Esto es fácil discusiones acerca de su valor como condición indispensable de la afirmación o cuestionamiento y hasta de su explícita puesta en tela de juicio, ha de suponerse implícitamente—, por una parte, no se pueden negar en serio, son, pues, necesarias y universalmente válidas, al 120 tiempo que formulan nuestro saber originario acerca de lo que «es». instrospección de tipo psicológico). Por otra parte, sin embargo, se caracterizan porque, debido a la limitación (o mejor dicho, en razón de su referencia insuperable a las percepciones y representaciones sensibles) del lenguaje humano, siempre representan de un modo insuficiente las ideas que subyacen en las mismas; lo cual hace que su sentido nunca pueda determinarse de una manera perfectamente unívoca y clara. De ahí que esos enunciados se presten fácilmente (por no decir siempre) a malentendidos, sobre todo porque las más de las veces parecen contradecir la experiencia cotidiana que se impone directamente desde Así, pues, los enunciados de la metafísica formulan el «saber» necesario y universalmente válido (o respectivamente aquel «elemento del saber») que nosotros hemos designado como el saber fundamental y latente acerca del ser, como el apriori, como aquello a lo que se refiere la «experiencia transcendental», etc. Indica, pues, aquella dimensión de nuestro conocimiento en que conocer y ser se identifican. la evidencia. Se trata, según ello, de enunciados de la máxima seguridad y Por todo ello pueden dar la impresión de que se trata de afirmaciones infundadas y caprichosas, en las que sólo se expresan las posturas o las emociones provocadas por la disposición caracterológica o por las insuficiencias sociales de las personas que las formulan. Es ésta una idea que vamos ahora a comentar brevemente. certeza, así como de la vigencia más universal, que constituyen (cosa que a menudo ni siquiera se advierte) los fundamentos últimos del resto de todas nuestras afirmaciones científicas, en este sentido, y sólo en él, hay que entender la pretensión de la metafísica de ser fundamento de las otras ciencias. Lo que la metafísica pretende es, pues, fundamentar todas las ciencias particulares por cuanto que fundamenta la relación de nuestro conocimiento con la realidad en general; es decir, explica la forma de esa relación con la realidad. Se trata de los enunciados de la metafísica como tales. Porque es evidente que no todos los enunciados que se hacen en un tratado de metafísica son enunciados metafísicos en el sentido que aquí damos al término. Sólo hablamos de aquellos que no pueden negarse de una manera seria, porque si, efectivamente, se niegan, caemos en una contradicción transcendental, que no se puede descubrir simplemente con los métodos de la lógica formal, ya que sólo es accesible al análisis transcendental (que por lo demás es algo bien diferente de la Por lo demás, la metafísica no puede adentrarse en los datos de las ciencias particulares, excepto en el caso en que una ciencia particular (un científico que se apoya en los resultados de su especialidad) se apresta a formular ciertos enunciados falsos que afectan a toda la realidad como tal, es decir, pretende hacer afirmaciones metafísicas. 121 En la medida en que la metafísica fundamenta la relación de nuestro De la visión, lograda desde ahí, respecto de lo que significa conocimiento con la realidad (es decir, demuestra mediante un análisis «realidad», queda perfectamente claro que el verdadero campo objetivo transcendental el dato que siempre se nos proporciona previamente), de la metafísica es la realidad no empírica que necesariamente ha de posibilita el saber responsable y reflexivo sobre lo que es efectivamente afirmarse; es decir, la realidad a la que no tiene acceso alguno la la realidad. Con lo cual se responde a la pregunta, formulada una y otra experiencia empírica, pero que debe aceptarse necesariamente, ya que vez desde la ambigüedad y que es la verdadera pregunta de la sin ella no se puede negar una contradictio exercita (sin una metafísica: ¿Qué es el ente?» (cf. Aristóteles, Met. VII 1, 1028b 2-4). Se contradicción que se da en la ejecución de un acto consciente). nota aquí del sentido primero y radical de la palabra «ente» y por tanto del «sentido del ser»; equivale por lo mismo a esta otra pregunta: ¿De qué puede tratarse, cuando se habla de realidad, de ser? Ahora bien, no se trata de una pregunta trivial ni que sea fácil de responder, aun cuando —o tal vez por eso mismo— cada persona que emplea el lenguaje sea de la opinión de que está enterado del tema; y esto es cierto incluso cuando cada persona supone siempre ese saber en cada acto mental y en cada actuación consciente. Al mismo tiempo se confirma que llegamos a aquellas intuiciones que se expresan en los enunciados metafísicos, mediante la experiencia de la autopresencia del yo, implícita en cada percepción sensible (es decir, a través de una experiencia transcendental). Así, pues, en la metafísica no se trata de un mundo distinto que se oculte detrás o más allá del mundo perceptible, sino de aquella dimensión de nuestro mundo concreto (o de nosotros mismos), que en principio no es perceptible en un sentido empírico y que representa un plus respecto Pero precisamente por eso fácilmente puede ocurrir que nos demos de lo que se puede expresar de un modo conceptual inequívoco. por satisfechos con la primera respuesta que se presenta, pensando, por ejemplo, que el paradigma de lo que propiamente se entiende por realidad o por ente hay que buscarlo en las cosas materiales que se presentan de un modo objetivo. Mas con ello el pensamiento (o el sujeto pensante como tal) se sitúa fuera de la realidad (al menos se hace de él algo derivado) con todas las consecuencias aporéticas que de ello se derivan (cf. n. 95). Por ello el caso específico de lo que (realmente) es tiene que darse en su mismo sujeto consciente, como ya queda expuesto más arriba (n. 91, 96). Dado que la metafísica ha de hablar en un lenguaje humano sobre la realidad no empírica que necesariamente ha de afirmarse, siendo así que el lenguaje apunta ante todo a la descripción de la realidad no necesaria y empírica, sus enunciados nunca pueden ser totalmente ajenos a un malentendido. En cualquier caso se prestan a equívocos más importantes que los enunciados de las ciencias objetivas o incluso que las ciencias formales; porque el pensamiento figurativo abraza espontáneamente todos los enunciados metafísicos como tema de las representaciones deficientes de la realidad objetiva. Dado que es 122 necesario corregir de continuo esa falsa interpretación que arranca de nuestro pensamiento figurativo, todos los enunciados metafísicos requieren siempre una exposición clarificadora. Y como, además, los enunciados de la metafísica sólo son formulaciones inadecuadas de la experiencia transcendental y, como tales, han de protegerse de malentendidos mediante explicaciones ulteriores, son también enunciados necesitados de una complementación y, en tal sentido, son revisables como todos los otros enunciados científicos. De lo dicho síguese que el metafísico jamás debe dar la impresión de poder hablar sobre el ser cual si se tratase de un objeto claramente presentable y que se pueda explicar a satisfacción, porque esa manera de hablar compromete a la metafísica y provoca una crítica justificada. Con lo cual no se dice en modo alguno que se justifique cualquier crítica a la metafísica. La opinión de que sólo se puede hablar sobre lo que puede decirse claramente es falsa a todas luces, porque precisamente las «cosas» más importantes y fundamentales no se dejan expresar claramente. La alternativa: o se puede decir algo de una manera clara o en modo alguno se puede llevar al lenguaje, resulta falsa por el hecho mismo de que no está claro sin más ni más lo que significa ese «claro». Tampoco los conceptos básicos de las ciencias positivas pueden definirse jamás de un modo inequívoco. Sólo se pueden expresar ejemplarmente por medio de descripciones del lenguaje cotidiano. Así, pues, nada tiene de extraño que eso mismo se dé con especial relevancia en el caso de la metafísica. 123 José Gómez Cafarena Metafísica Fundamental SER» Y VIGENCIA ABSOLUTA (Más allá de la Crítica de Kant) La fundamental característica de la intelección afirmante, su pretensión de verdad, de conformidad con la realidad, nos encamina al también hemos visto, por qué hacernos volver atrás en lo sustancial las más recientes Críticas de nuestro siglo. punto decisivo de esta última parte de nuestra Metafísica fundamental. Esa pretensión de verdad tiene, como ya ha quedado insinuado y ahora 1. EL «SER» SEGÚN KANT: OBJETIVIDAD «TRASCENDENTAL» vamos a ver más a fondo, un alcance que desborda lo simplemente relativo. Hay una auténtica pretensión de vigencia absoluta. Ya hemos encontrado en el capítulo anterior la tesis fundamental kantiana sobre el ser: «el ser no es un predicado real». Y ya sabemos, Es ya claro, por otra parte, que tal vigencia absoluta va ligada al «ser», verbo fundamental de realidad, expresión pura de la más o menos, cuál es su significado. Expresada positivamente, dice que el ser es «posición», y no contenido. «actualización» del mensaje lingüístico del hombre. El problema de un posible conocimiento metafísico se concentra, pues, en el del ser. Si es Dado su contexto en la Crítica de la Razón Pura (la objeción al posible al hombre una afirmación que de algún modo, «rompa el cerco» «argumento ontológico» de la existencia de Dios), el significado de la de lo fenoménico y de lo empírico, esa posibilidad va —según todo lo tesis no es dudoso: se combate la posición conceptualista-racionalista dicho— ligada con- el alcance absoluto que pueda tener el «ser». de los filósofos anteriores a Kant, para quienes la existencia tendía a reducirse a «un predicado» más, caracterizado por dar a la esencia «su Recojo, al orientar así el problema en el punto capital, la herencia de última determinación», pero siempre en su misma línea. Con Kant se una saludable «desesencialización» del ser. la tradición escolástica. Pero precisamente tal como en nuestros días la opera Hay un han reestructurado los conocidos autores que han querido encontrar su redescubrimiento de lo que en el contexto lingüístico del capítulo valor como respuesta a la problemática kantiana; tengo sobre todo pasado llamamos «actualización», la inevitable «referencia a la presentes a Lotz, Coreth y Lonergan. Y creo oportuno, en este espíritu, realidad», propia del mensaje lingüístico completo. La actualización, que abordar en concreto el problema volviendo una vez más a la Crítica de puede expresarse de muy diversas maneras, recibe su más plena Kant que, como hemos visto, es adversa y, sin embargo, presenta por expresión en el verbo de simple realidad que es el ser. otra parte las ventajas de un análisis profundo y de unas posiciones positivas aseguradas; unas posiciones de las que no tienen, como Ya indicamos también que era propio de la solución kantiana el 124 referir aquello que la «posición» añade al contenido en un mensaje unos conocimientos dados; a eso apunta la palabrita de unión, «es» en lingüístico, a su relación al sujeto. Esto equivale a aproximar los juicios: a poner de relieve la diferencia de la unidad objetiva de notablemente la noción de ser a la noción de «objetividad». Y, en determinadas representaciones, respecto a una meramente subjetiva». efecto, hay una vecindad indudable. Objetividad dice superación de la simple subjetividad; como nuestro arranque humano, tiene algo Un ejemplo que pone nos lo aclara bastante: si yo tomo algo en la inevitablemente subjetivo, es este camino de la superación de la mano y pronuncio: «esto es pesado», o universalmente, «los cuerpos subjetividad el que nos queda para la objetividad, si hemos de tener son pesados», no quiere decir simplemente que, si hago los alguno. movimientos que llamo «tener el libro en la mano», siento una sensación de peso. Esa sería la disolución subjetivista de la No es difícil encontrar armonizable en principio esta «superación» y objetividad, propia de los empirismos. Kant mantiene que no quiere la «conformidad con un canon extrasubjetivo llamado realidad», por la decir solo eso, sino: «el cuerpo, en sí, es pesado». Tiene razón sin cual hemos definido por nuestra parte lo que aporta la afirmación duda: El hombre tiende a afirmar una objetividad, algo que es válido (pretensión de verdad); que es lo que viene a plasmarse en el ser, también ante otro entendimiento que no sea el suyo. como expresión plena de la actualización del mensaje lingüístico. Pero debemos recordar en seguida los límites de este interesante Es en el párrafo 19 de la Analítica trascendental (en la parte, por reconocimiento de Kant. El yo, ante el que sigue todo lo objetivo tanto, profundamente reelaborada con vistas a la segunda edición de la proponiéndose, es únicamente el «yo» trascendental; es decir, es el yo Crítica), donde Kant ha abordado más netamente el tema. Comienza humano, el hombre como tal, en cuanto sujeto; eso que existe en el diciendo: «nunca me ha satisfecho la explicación que dan los lógicos fondo de todos los yo concretos. Kant se satisface con una objetividad del juicio (afirmación) en general, como una unión de conceptos, la ante todo representación de una relación de unión entre dos conceptos»'. El condicionamiento humano. hombre; su «ser» no logra despegarse más del mismo Kant, es curioso, daba esa definición en su Lógica, y no la ha corregido (debemos recordar que, aunque posteriormente a la Crítica, El «ser» es para Kant indudablemente el vehículo expresivo de un la editó un discípulo). Sin embargo, aquí supera eso. Nota primera una alcance transubjetivo del conocimiento humano. Podría tenerse por objeción de menos importancia y luego dice: expresión de una «conformidad con la realidad», si quisiéramos conservar la tradicional definición de verdad; no es necesario «Encuentro yo que un juicio no es otra cosa sino la manera de llevar separarnos de ella para entender a Kant. Pero, eso sí, «realidad» en a la objetiva unidad de la apercepción [o sea, de presentar en unidad este contexto debería entonces significar algo complejo, que habremos objetiva ante la «apercepción», el yo profundo, el yo trascendental] de determinar más exactamente. Ante todo, incluye la subjetividad 125 misma, precisamente en el aspecto en que —a través de la intersubjetividad, como ya sabemos— es «trascendental», común y La inestabilidad de una objetividad puramente «trascendental» constitutiva de todo posible sujeto humano. Esto ante todo; y, acostumbrados por nuestra parte a mirar el problema desde la realidad Pero se puede —y debe— objetar que no ha sido Kant plenamente «radical», constituida por la autoconciencia en el mundo, quizá no consecuente al menos en un caso. Como también sabemos ya, llegó a tendremos gran inconveniente. Pero, además, la posición kantiana reconocer —y mucho más claramente en la segunda edición de la deriva de lo dicho otra explícita consecuencia: la presencia de una re- Crítica— que la existencia del sujeto, evidentemente incluida en su lación al sujeto trascendental humano en la misma constitución de la conocer en acto, supera el estatuto de la «realidad-fenómeno», sin por «realidad», en cuanto puede tomarse como canon extra-subjetivo para ello constituirse simplemente en «realidad-en-sí». Sabemos lo vacilante medir la referencia de verdad de nuestras afirmaciones; esto hace que de la terminología kantiana alrededor de esta confesión; pero ya hemos «realidad» ahí no desborde esencialmente la que Kant llama realidad- ponderado que es insustituible, si toda su Crítica no quiere perder el fenómeno; se trata de la realidad precisamente en cuanto cognoscible fundamento. Debemos entonces preguntarnos qué sentido habrá que para el hombre, dar al ser en una afirmación que el hombre profiera relativamente a su propia existencia: yo soy. Por todo lo dicho, habría que concluir que tal Ya sabemos, por otra parte, que Kant siempre tiene presente en sus reflexiones críticas otro concepto de realidad, aquel en el cual ésta sentido del verbo ser ya no mide su pretensión de verdad simplemente por la realidad-fenómeno... es simplemente la «realidad en sí». No supone eso el olvido de la subjetividad. Ya hemos dicho precisamente que tal noción de realidad ¿Cómo resolver esta aporía del kantismo? Quizá lo que se nos en sí se define por su situación frente al Entender arquetípico, admitido sugiere es una flexibilización de las rígidas distinciones kantianas... como hipótesis para expresar la finitud intelectiva humana. La intuición Porque, por otra parte, es innegable que hay también una relación intelectual de que el hombre carece y que sería propia de ese fenoménica en el ser que se pronuncia del mismo yo-sujeto. Quizá no hipotético Entender arquetípico es la única que nos daría la medida de es tan simple la opción entre «fenómeno» y «realidad en sí». la realidad en sí (precisamente por constituirla). Pero, frente a esta más plena «realidad», queda el «ser» del juicio humano siempre lejos. Así La posición kantiana es, en todo caso, inestable. Buen testigo de queda establecida la típica reducción «fenoménica» de la Crítica esto son las múltiples interpretaciones que ha sufrido el kantismo en su kantiana. En definitiva, ser es equivalente a ser-para-el-hombre. Se aún no larga historia. La radical oposición realista a la Crítica kantiana rehúye el abordar la posible relación del ser a la realidad en su sentido se apoyará en esta situación difícil para urgir contra Kant un rechazo fuerte, a la realidad-en-sí. (Como sabemos, Kant habla de algo sin matices de la presencia de la subjetividad en la misma definición incógnito = X para referirse a ella.) del ser. Me parece, sin embargo, que esta oposición así entendida no 126 es sostenible. Esa razón no es otra que esa misma función de «apelación a la realidad» que tiene el «ser». Si se hacen sinónimos «ser» y «realidad», Que el «ser», y con él todo el lenguaje humano, constituye una dejamos de tomar conciencia de cómo surge en nosotros la persuasión mediación que hace «fenoménico» todo conocer del hombre, lo hace de verdad, de conformidad con la realidad. «Ser», hemos ya dicho, es relativo al hombre-sujeto, me parece algo absolutamente indudable. una forma lingüística propiamente sintáctica, que ha debido sacrificar Las consideraciones que hemos hecho en el capítulo anterior sobre el todo contenido semántico concreto a la esencial función de vehicular la lenguaje, no me parecen permitir ya otra cosa. semanticidad integral del lenguaje. Para subrayar este su estatuto, se me hace necesario el entenderlo precisamente como signo lingüístico Precisiones hacia una superación de la pura «trascendentalidad» (como significado, transmitido por unos u otros significantes). Eso le permite revelarse como el signo de la apertura, el signo que vuelca todo Creo, en consecuencia de todo lo dicho, que: 1) Conviene, en todo caso, abandonar —al hablar en sentido el lenguaje a la realidad, el «concepto liberador». 2) Si llamamos, por contraposición —y aprovechándonos del estricto— la espontánea sinonimia que establecemos entre «ser» y estatuto lingüístico más neutro y la consiguiente fuerza sugerente del realidad. En «ser», palabra que es clave de bóveda del lenguaje término—, «realidad» a aquel canon extrasubjetivo a que nos remite indicativo humano, expresión de la actualización por la que se nuestra afirmación en fuerza (precisamente) de aquello que viene a constituye ante nosotros la objetividad, es totalmente patente e expresar el «ser», tampoco tenemos por qué excluir en un primer ineliminable la mediación fenoménica. momento el que esa «realidad» contenga una referencia a la subjetividad; ni que en primer lugar sea a la subjetividad humana. Es cierto que en el uso ordinario del lenguaje no pretendemos (Desde el primer momento hemos mantenido que la «realidad radical» normalmente quedarnos en el «concepto» o «significado», sino es para nosotros nuestra vida.) Lo que no es tan claro es que tenga que «llegar», a través de él, a la realidad a que se refiere. (Y es cierto que quedar reducida a ese elemento. ¿ No habremos de decir, más bien, de esto tomamos, precisamente, conciencia por el «ser»; es decir, al que lo que pretendemos sugerir con «realidad» —a lo que luego apunta afirmar.) Pero hay una razón poderosa, a mi juicio decisiva, para en su expresividad lingüística, como a un «canon», el «ser» de nuestras entender precisamente (y por excepción) «ser» como el significado y afirmaciones— es la «realidad en sí»? Esto equivaldría a postular una no, sin más, como la realidad a que refiere. (Por supuesto, lo que digo cierta conformidad del entender humano con esa realidad en sí, o, para mira solo a los momentos en que hablamos con pleno rigor y no decirlo de otra manera, con el Entender arquetípico asumido como pretende impedir la sinonimia en el habla espontánea.) hipótesis. (No se elimina tampoco por aquí, ya lo vemos, toda referencia subjetiva.) 127 completada. No se podrá tratar de una conformidad plena y total, cosa que ya vemos es ingenua. Pero ¿no podría al menos afirmarse una cierta 4) Un nuevo problema nos plantearía aún la reducción empírica correspondencia con la realidad, tal que el «ser» de la afirmación que Kant mantiene también para el ser en su Crítica. Siempre relativo al humana pudiera ser dicho genuina, aunque no perfecta, interpretación sujeto trascendental (humano), no lo es tan solo a su facultad intelectiva suya? (nous), sino a su necesaria ligazón con la facultad sensitiva, según la ley de esquematización de las categorías, que ya conocemos. Muy 3) Es más, dado lo dicho, ¿puede sostenerse de otra manera la típica es a este respecto la definición kantiana del contenido concreto misma Crítica kantiana? Su reconocimiento del especial estatuto de la de las categorías de la modalidad —aquellas que se refieren más existencia del sujeto (y de las afirmaciones que el hombre haga sobre inmediatamente a la «posición», al ser—, una vez que deben él, según lo dicho), ¿no equivale a un cierto desbordar la reducción considerarse fenoménica? Las mismas afirmaciones que constituyen la Crítica, y que conocimiento. La realidad I aquí igual al «ser» en sentido pleno] es últimamente reposan sobre el sujeto trascendental así «existente», ¿no definida como «la coherencia con las condiciones materiales de la desbordan en su pretensión la misma ley de fenomenicidad que experiencia» (de la sensación) . Por su parte la posibilidad [el «ser» en establecen? su sentido débil, aunque todavía categórico...] se define como «la «esquematizadas» para su uso real en nuestro 1 coherencia con las condiciones de la experiencia en su aspecto formal» Nótese que no tiende esta observación que hago a destruir la (y esto, tanto por lo que respecta a la intuición como al concepto). Es conciencia de finitud intelectual que embebe toda la Crítica kantiana. Ya claro el empirismo que penetra estas definiciones, lis el que hará a Kant la he defendido frente a Husserl. La conocida invectiva con la que mantener que solo mediante la «síntesis» alcanzamos pleno y propio Hegel pretendió destruir la reserva crítica de Kant no me parece conocimiento. Donde «síntesis» refiere a una salida "de lo conceptual plenamente justa. Sí me parece, al menos, que tiene razón en argüir hacia la experiencia sensible. esto: que la intención aseverativa de Kant en las proposiciones que constituyen su Crítica no es simplemente tal que acepte el no decir De nuevo aquí será bien difícil el negar una fundamental verdad a nada con respecto a la «realidad en sí», el dejar a esta (la realidad en estas exigencias kantianas y a la conciencia de finitud humana que sí del hombre cuya razón en su alcance es objeto de Crítica) como una encierran. Sí, habremos de decir, sin algún modo de «síntesis» no hay simple X... posible conocimiento... No es plenamente coherente la «objetividad puramente Pero sin embargo también aquí la restricción resulta algo desmedida trascendental» de Kant. Su indudable verdad precisa ser ampliada y y no plenamente coherente con la práctica del mismo Kant. En efecto, 128 sabemos que no es simplemente «empírica» la existencia del sujeto. Y sería más o menos la respuesta kantiana. tendremos que recordar una vez más que es últimamente sobre ese sujeto («trascendental, pero real, viviente en cada hombre») sobre el Ya hemos visto que esa misma respuesta presenta insuperables que versa toda la Crítica. ¿Es que son sometibles a la misma ley que aporías. Las podíamos resumir en dos: en primer lugar, la misma establecen las afirmaciones de la Crítica? ¿No son de algún modo autoconciencia se presenta en sus propias vivencias con una metaempíricas? característica de «realidad», que desborda la misma calificación que intentaba ponérsele. Se acusa por aquí una incongruencia con la Después de esta discusión de la solución kantiana, procedamos a abordar el problema directamente. restricción fenoménica anunciada antes: no se ve que puedan englobarse en un solo título «autoconciencia» y «relativo a la autoconciencia». Precisamente la autoconciencia no aparece como 2. VIGENCIA ABSOLUTA COMO ALCANCE TRANSFENOMÉNICO relativa a sí misma, sino que se presenta a sí misma como un cierto «absoluto». Recojamos, ante todo, brevemente, los datos para lograr un buen planteamiento. En segundo lugar —algo que enlaza con lo último que decíamos—: las afirmaciones que se hacen a lo largo del estudio crítico para limitar Buscamos determinar el alcance del término «realidad», con referencia al cual se constituye la verdad de nuestro conocimiento el alcance de la afirmación humana, escapan obviamente a la misma restricción. intelectual expresado en el «ser». O bien, si cambiamos el ángulo de visión, el alcance del «ser» en su referencia a la «realidad». No nos referimos a estas debilidades de la solución kantiana de modo simplemente polémico, sino para entrever a través de ellas Nos encontramos ante un problema que involucra tres niveles: el del mismas la indicación de una solución más profunda que sugiere el lenguaje (y es este aquel en el cual propiamente se plantea), el de la mismo hombre. En efecto: se nos hacen inevitables estas preguntas: percepción (al cual está referido el lenguaje en su uso más frecuente) y ¿No debemos aceptar simplemente que la misma «realidad radical» de el de la autoconciencia (aquello último donde radican y de donde surgen la autoconciencia —en relación a la cual todo se nos da— al no ser ella percepción y lenguaje). misma relativa a sí, nos supone siempre abiertos a una «realidad» que la trasciende? ¿No buscan todas las afirmaciones humanas —ante todo La «realidad» con la que nos conformamos al afirmar en el «ser», y más claramente las relativas a la autoconciencia, pero no solo ellas— ¿es exclusivamente la realidad de la autoconciencia (y sus peculiares una conformidad con la «realidad», tal que desborda todos los límites estructuras) y toda otra realidad solo en cuanto referida a ella? Esta relativos? ¿No hay una auténtica pretensión de «vigencia absoluta» en 129 toda afirmación? (No se ve por qué tendrían que tener un privilegio las latente en toda afirmación ya insinuamos algo al referirnos a la vivencia afirmaciones de una reflexión crítica sobre la autoconciencia. Es toda de «admiración». Es ciertamente fundamental y hay que tenerlo bien afirmación seria del hombre, la que envuelve tal pretensión.) presente. La hipótesis que ahora enunciamos toma sencillamente en cuenta y acepta por buena esa pretensión. La hipótesis de solución que entonces se nos brinda podría ser esta: no es necesario negar ninguno de estos dos extremos, la relatividad Lo que queremos decir es, más gráficamente, esto: que puede el «fenoménica» de todo lo afirmado por el hombre, y hasta del mismo hombre admitir al mismo tiempo que cada una de sus afirmaciones, en «ser» por el que todo afirma; y la vigencia absoluta de ése mismo las estructuras en que se expresa y en las referencias concretas que objeto, ante todo del «ser». contiene, es humana, y no podría el hombre pensar que sería tal cual la de cualquier entendimiento posible. Y que, sin embargo, al mismo En primer lugar, una palabra de explicación de la hipótesis tiempo, puede el hombre mantener que esa su afirmación tiene una enunciada. No es contradictorio este mantenimiento simultáneo de la validez más allá del ámbito simplemente humano; que no podría ser tensión de absoluto y relativo. Porque esos términos (absoluto, relativo) «.desmentida» adecuadamente por ningún otro entendimiento. Que — no se toman como exclusivos; y lo único que entonces cada uno de uniendo ambos extremos— lo que el hombre afirma (cuando afirma ellos excluye es la exclusividad con que pretendiera tomarse el otro. bien) es conforme con la misma «realidad en sí», pero sin que el hombre pueda gloriarse de haber aprehendido la «realidad en sí». Es Lo que se pretende decir manteniendo la «relatividad» del una conformidad inadecuada, incompleta, y nunca perfectamente conocimiento humano, de su «ser», no es sino que cuanto conocemos precisable desde el hombre. «En su propia clave» (que el hombre 1) lo conocemos por y en la autoconciencia, y, 2) en un lenguaje que jamás podrá precisar) eso que el hombre afirma es verdad para todc tiene unas estructuras propias, que no podemos suponer existentes en otro entendimiento. Hay una «-fundamental» coincidencia; perc solo todo hipotético entendimiento, menos que en ninguno en el hipotético fundamental. Entender absoluto. Alcance transfenoménico como «interpretación» Y lo que mantenemos en el término «absoluto» es que puede, sin contradecir lo ya reconocido hace un momento, aceptarse por buena Para describir la característica de esta tensión de absoluto y una posible pretensión humana de trasgredir de algún modo esos relativo, hemos ya sugerido la palabra «interpretación»: diremos que el límites, de tener un cierto alcance absoluto en toda afirmación. Y, antes hombre interpreta la realidad al conocerla. Y la interpreta bien (cuando aún, la innegable índole «absoluta» con que también se presenta en su conoce bien). En el capítulo siguiente procuraremos describir algo más «vivirse» la autoconciencia. Sobre la pretensión de vigencia absoluta detenidamente, en coherencia con la solución que aquí damos, las 130 modalidades y niveles de una posible teoría «interpretacionista» del hay afirmaciones en las que vivenciamos más plenamente que en otras conocimiento. Anticiparemos solo brevemente que es algo así hacia lo esta pretensión. Al máximo, quizá, en la afirmación de la persona que que parece apuntaban las soluciones mesuradas y conciliadoras de los amamos. Pero creo que, en lo fundamental, la pretensión se da problemas gnoseológicos en su diverso presentarse en la historia: la siempre. Queda, como ya sabemos, plasmada precisamente en el famosa distinción del id quod y el modus quo, la fórmula tomista del verbo y, con la máxima pureza en el verbo «ser». «Affirmatio dicit esse verbo mental como médium in quo del conocimiento de la realidad, la quod est et non esse quod non est»: esta perogrullesca aserción, que fórmula suareciana de las distinciones estructurales «de razón con encontramos repetida en los autores medievales, recoge (en su fundamento en la realidad»; la fórmula de Leibniz del phaenomenum paradoja, nacida de querer hablar sobre el ser en el lenguaje del ser...) bene fundatum... En todas estas fórmulas lo que se busca, en un esa inexorable pretensión humana. «Lo que es» no es simplemente «lo contexto u otro, en un problema concreto u otro, es siempre el mediar que nos parece» o «nos aparece»... Pretendemos algo más. entre la posición escéptica que no haría justicia a la profunda persuasión con la que el hombre afirma, y la posición extremadamente El segundo dato a tener en cuenta a la hora de querer justificar idealista (o realista), que identificaría el objeto conocido por el hombre críticamente ese alcance pretendido, es el de la imposibilidad de una con el objeto conocido por Dios y de esta manera absolutizaría las «comprobación» de la verdad de nuestras afirmaciones en su estructuras cognoscitivas del hombre, sin aceptar lo que ponen de pretendida referencia a la realidad en sí, por confrontación de esas insuperablemente humano en el objeto que conocen. mismas afirmaciones con la dicha realidad...-Como ya dijimos al hablar de la «evidencia» y su significado, no debemos normalmente suponer Dedicaremos, pues, el capítulo próximo al estudio de esta teoría que contamos con tal comprobación. interpretativa. Pero antes tenemos que tratar de ver qué justificación crítica puede prometerse. Es cierto que tenemos, en el repertorio de nuestras afirmaciones unos casos privilegiados, aquellas que se refieren a la auto-conciencia; Justificación crítica reflexiva del alcance transfenoménico ya que esta se hace presente a sí misma como realidad en el mismo acto de afirmar. Según el modo de valorar la virtualidad justificativa Aquí también, a la hora de afrontar el problema de la justificación (para un intento de justificación crítica) de este «privilegio de la crítica de la solución propuesta, debemos recoger en primer lugar autoconciencia» claramente los datos: insinuaremos a continuación. El primero sería que es connatural la postulación de vigencia absoluta (transfenoménica) en toda afirmación humana. Es cierto que se disciernen los dos (aminos posibles a) Dos posibles valoraciones del «privilegio de la autoconciencia». que 131 Para aclarar algo más esto que decimos de la no universal comprobabilidad, puede sernos útil la consideración, en cuadro En la «zona» de las de que podemos llamar afirmaciones del sentido sinóptico (muy simplificado), de los diversos tipos de afirmaciones a que común y de las ciencias, hay también una cierta manera de nos estarnos en conjunto refiriendo. De esta manera, evitaremos comprobación: confusiones que nacerían de una homogeneización excesiva. lingüístico con por la la confrontación intuición sensible. del Es elemento la que cognoscitivo ya estamos acostumbrados a llamar «verificación». Pero sabemos perfectamente, Distribución de las afirmaciones por su contenido. que la «comprobación», tomada en pleno rigor, no puede en esta zona pretender ir más allá de la fenomenicidad de lo percibido por la intuición sensible. Hemos visto precisamente que ahí quedan las teorías del conocimiento empirista. La tercera «zona», la de lo metafísico, es, desde luego, la que sale peor parada desde este punto de vista que da prevalencia al valor de la posible comprobación. Resulta, por lo dicho, inevitable el que la estimación prevalente del valor de «comprobabilidad» de una afirmación, dé una privilegiadísima relevancia al sujeto y a lo subjetivo. Que, con ello, paradójicamente, ¡viene a quedar en prototipo de la objetivización...! La afirmación «yo Es fácil ver en este cuadrito que —siempre desde el punto de vista existo» es, desde este punto de vista, afirmación objetiva. Creo que de la posible «comprobación»— hay una pequeña «zona» de esto nos situaría en un clima filosófico afín a aquél en el que se movió afirmaciones intelectuales que podemos considerar privilegiada: está en Descartes. el terreno que, con el término que ya nos es familiar, podemos denominar «existencial». Aun en ese terreno, no todo es igual en orden Pues bien, si tenemos en cuenta estas matizaciones a la hora de a la «comprobación». Pero ésta es posible, al menos, respecto al «yo» acercarnos al problema de la justificación crítica de la pretensión de y sus «actos». (Sabemos, por otra parte, que no deja por ello de ser un trans-fenomenicidad de nuestras afirmaciones, creo que no hay por qué tal conocimiento algo rebelde a la expresión lingüística, si esta busca la despreciar la aportación de esa mayor proximidad a la realidad en sí plena exactitud... El lenguaje humano está connaturalmente volcado que ofrece la autoconciencia. (Será indiferente el que queramos por hacia la experiencia sensible.) purismo terminológico evitar con Kant la denominación de «intuición 132 intelectual» para esa propiedad cognoscitiva de la autoconciencia, o conciencia como objeto de afirmación, se ha establecido por lo mismo bien aceptemos con Fichte el llamarla así. Que es nuestro más una esencial diferencia entre esas afirmaciones y todas las demás; se inmediato anclaje en la realidad, ya lo hemos repetido.) La diferencia ha sugerido una radical desconfianza respecto a las afirmaciones que decisiva viene a continuación: en efecto, podemos erigir en «objeto versan sobre el mundo exterior; se ha sugerido también la ventaja de privilegiado», en orden a la justificación crítica de la trasfenomenicidad un de nuestro conocimiento, la situación de la autoconciencia. O bien autoconciencia... «Ser» es, en esa condición, ante todo un concepto, el podemos renunciar a ello, por considerarlo menos relevante para dicha supremo concepto. Toda la Gnoseología queda, en realidad, impostada justificación. con prevalencia del concepto. No queda, pues, lo suficientemente de método deductivo con el que proceder a partir de la relieve lo dinámico de la afirmación; ni, con ello mismo, el verdadero b) Posible justificación en espíritu cartesiano. significado del «ser». La ventaja posible de la primera solución sugerida es clara: en ella, y No estoy intentando con estas críticas demoler simplemente cuanto quizá solo en ella, se explota la posibilidad de comprobación en una esta posible solución puede aportar. Venga en hora buena lo que hay afirmación con respecto a su alcance transfenoménico. La presencia de real en la situación privilegiada de la autoconciencia como simultánea en una misma conciencia de la afirmación «yo existo» con revelación de transfenomenicidad. Creo que puede, además, ser la realidad autoconsciente del yo existente (realidad independiente de extraordinariamente útil la reflexión que ahí se implica, a la hora de la mediación fenoménica) ofrece la máxima seguridad. En realidad, determinar ulteriormente la Metafísica el posible sentida a atribuir al como estamos viendo y ya hemos insinuado hace un momento, nos contenido real de lo que expresamos por «ser»; para llegar, en suma, a encontramos repitiendo el punto de arranque cartesiano en su peculiar una concepción espiritualista y no materialista de la realidad que dimensión crítica. Y en este «cuasi-laboratorio» de las afirmaciones que interpretamos como «ser». versan sobre la interioridad, podríamos intentar encontrar una «cuasiverificación» empírica del concepto de «ser» y de los supremos c) Justificación preferible (de espíritu kantiano) principios intelectuales... Podría mostrarse que cuanto ellos exhiben, como concepto o como principios, no es sino la universalización de lo que en el juicio de conciencia se da en singular. Con las críticas hechas he querido solamente prevenir unos peligros y lo que juzgaría ser una evasión del problema. Mis críticas muestran que doy clara preferencia a una segunda tendencia que, a la hora de Pero no carece de peligros toda esta orientación. Son, naturalmente, intentar justificar críticamente la pretensión de transfenomenicidad, que los peligros de la tendencia cartesiana. Erigida la seguridad en suprema ya hemos reconocido pretendida en nuestras afirmaciones, se apoya meta, y la comprobación en ideal, exaltado así el privilegio de la auto- sin más desnudamente en el hecho de esa pretensión (absolutamente 133 fundamental en la donación de sentido que el hombre hace) para darla cada tipo de afirmaciones humanas, en orden a establecer su por buena en cuanto pueda mantenerse. Esta justificación crítica peculiar estatuto «interpretativo». Ya hemos admitido que en toda arranca, por supuesto, también del sujeto existencial autoconsciente. afirmación hay alguna mediación fenoménica y por tanto una tensión Pero no para convertirlo en «objeto privilegiado» de una afirmación, de absoluto y relativo. Lo que la justificación crítica insinuada sino para aceptarlo plenamente en sus exigencias de sujeto; para mantiene es la transfenomenicidad aun en la fenomenicidad. Y deja a aceptar por bueno cuanto la reflexión «trascendental» sobre sus una detallada Criteriología el recorrer el estatuto peculiar de cada tipo estructuras revela en estas. Es, como se ve, una justificación de estilo de afirmaciones, para determinar el criterio propio y la consiguiente kantiano. La diferencia fundamental con Kant está, como ya hemos «opacidad» de la mediación fenoménica (o lo remoto del alcance repetido, en que Kant no vio entre las exigencias de la estructura transfenoménico...). trascendental la de la transfenomenicidad. (Siendo así, por otra parte, que llegó a admitir la transfenomenicidad del yo existencial que se ¿Hará falta decir, en favor de la justificación enunciada, que no afirma en los juicios relativos a la autoconciencia...; sin llegar a asimilar hay en ella ningún «subjetivismo»? El sujeto queda, así, muy en esta admisión.) primer plano, y como tal sujeto. Pero es siempre el sujeto «realidad radical», realidad-en-realidad, a través del cual se revela la realidad. Esta justificación —que podemos muy justamente llamar No hay ningún antropocentrismo desmedido. El hombre-sujeto se «trascendental», o bien «reflexiva», por aceptación de exigencia, y que, sabe siempre «un polo». Así como no puede vivir ni conocer la si quisiéramos popularizar, podríamos (no sin cierto riesgo de realidad sino «desde sí mismo», así tampoco puede dejar de saberse caricatura) plasmar en un «cuasi-razonamiento» de este tipo: Exijo, me el «lugar de revelación de la realidad» (para él, el único). Aceptarse acepto, luego es así...— no establece en principio, por no considerarla en sus exigencias relativas a la realidad es, finalmente, aceptar la esencialmente relevante, una diferencia entre afirmaciones. Toda realidad. afirmación humana es en lo esencial igual. En toda afirmación pretendemos realmente una conformidad con una realidad No será la menor alabanza posible del método elegido el que en él transfenoménica, una conformidad con todo posible entendimiento, recibe el valor gnoseológico primario la afirmación intelectual. Queda incluso con el Entender arquetípico (si existe)... de relieve que es en ella, y por virtud de su fuerza «intelectiva», como aparece el «ser», como expresión la más lograda en el lenguaje de la Quedamos así muy lejos de todo problema subjetivístico «actualización». Solo derivadamente puede el «ser» considerarse cartesiano; del famoso problema «del puente» con el mundo externo; concepto. problema que vimos reaparecía en la tendencia antes descrita. No enteramente desemejante de los conceptos en sentido estricto, podremos negar que sea necesaria una ulterior crítica particular de aquellos que exhiben las peculiaridades de la «taleidad» (los Aun entonces, concepto enteramente sui géneris, 134 «predicados reales» de la tesis kantiana sobre el ser). malentendieron, magnificándolo hasta convertirlo en un problema, no ya de la posibilidad del conocimiento metafísico, sino de la posibilidad del Es, a mi modo de ver, otro valor de esta justificación el que disipa conocimiento en cuanto tal...; con lo que el problema magnificado se definitivamente la ilusión racionalista de una independencia de la aniquilaba a sí mismo y era fácil encontrarle una respuesta. Hay, sin razón. En línea con todo lo que podemos llamar el «espíritu» de la embargo, entre los autores más recientes, planteamientos e intentos de a a a Metafísica fundamental en sus partes 2. y 3. , también en esta 4. , respuesta que ya son mucho más dignos de consideración. en el último y decisivo paso, se nos hace presente todo el influjo de la opción vital que impregna integralmente al hombre —también a su razón— y sostiene la posible Metafísica humana. La respuesta que se da al «problema crítico fundamental» en los neoescolásticos está naturalmente en función de la íntegra teoría del conocimiento que mantienen. Creo que podemos aceptar por buena la Como insinuamos ya, al fin de aquella anticipación del tema que fue tipificación que establece Van Riet al final de su concienzudo estudio. la reflexión sobre la «admiración» en el capítulo 11, será el clima del amor ínterpersonal el que más decisivamente favorezca esa opción. La Hay un primer tipo de autores (ordinariamente los provenientes de la afirmación del «otro» como persona (fin-en-sí y, por ello, realidad-en-sí) tradición suareciana) que dan prevalencia como valor cognoscitivo a la nos revelará, más que ninguna, nuestra pretensión y nos hará «constatación». El concepto, para ser críticamente válido, debe aceptarla. mostrarse coherente con la «intuición». Y se estima que el hombre posee «intuición intelectual». En este tipo habría que encuadrar d) Revisión de las soluciones neoescolásticas del «problema crítico». claramente a los mantenedores más típicos de la primera de las soluciones que nosotros hemos insinuado; véanse, como ejemplo, los Puede ser útil, para situar y valorar la solución dada, el echar una escritos de Gabriel Picard. mirada más amplia a las teorías del conocimiento recientemente mantenidas por los neoescolásticos. Ordinariamente estos tratan el Un segundo tipo de teorías del conocimiento (las dependientes más problema gnoseológico-critico de la posibilidad de la Metafísica directamente de la escuela tomista) dan prevalencia a la (recordemos que el único que nosotros estudiamos) en un contexto más «comprensión». En ellas es al menos no del todo claro que el hombre amplio, muy condicionado por diversos elementos de la tradición tenga intuición intelectual. Pero en este tipo hay aún que subdividir: la escolástica. Les costó a los profesores de Filosofía de las facultades mayoría de los autores da como gran instrumento de la comprensión el católicas el aceptar el reto de la Crítica kantiana. La rechazaron concepto (atribuyendo naturalmente al concepto de «ser» el supremo simplemente en bloque durante mucho tiempo. Cuando al fin aceptaron papel). Hay, de un modo o de otro, la noción de una «zona ideal» del de algún modo el problema, con frecuencia o casi siempre lo concepto, a la que el hombre accede intelectualmente y desde la que 135 revaloriza el conocimiento sensible. (¡Nos encontramos en la mejor transempírico deberá seguir en su orientación metódica la ya dada tradición platónica!) para el alcance transfenoménico; de algún modo la supone y la completa. Otro tipo de autores atribuye la comprensión a la afirmación o juicio. El «ser» no es primariamente un concepto, sino la «forma» de todo El problema en este segundo aspecto es francamente más difícil. juicio... En estas teorías se pone de relieve lo dinámico del conocer Dado que hemos admitido que la afirmación primigenia, que está en la humano intelectual. Está ya viéndose que en estas hay que situar la base de toda otra afirmación y en la que toda otra afirmación debe tendencia iniciada por Maréchal, que ha tomado más en serio la Crítica resolverse, es del tipo «hoc est taliter», el camino parece quedar con kantiana. ello cerrado a toda afirmación que, por ser transempírica, por definición no podría de ningún modo resolverse en afirmaciones de sujeto Y es también claro que la solución que nosotros hemos apuntado designable, espacio-temporal. Nuestro análisis del lenguaje en este como más válida se debe encuadrar en este tipo, si es que hay que punto parece no hacer sino confirmar el veredicto kantiano contra la tratar de encuadrarla. Quizá nosotros hemos puesto de relieve con más Metafísica de pretensión teórica. crudeza que otros el papel de la «aceptación de exigencias», que, sin J embargo, es connatural al método kantiano y se encuentra por tanto al La posible solución de este problema supone evidentemente menos implícito en toda teoría que establezca la solución al problema resuelto el de la síntesis a priori. Ya sabemos que en ella también se crítico más en base kantiana. funda la posibilidad de una Ciencia de sentido estricto. Para desbordar la experiencia concreta, solo puede apoyarse la mente humana en una 3. VIGENCIA ABSOLUTA COMO IRRESTRICCIÓN TRANSEMPÍRICA anticipación de su propia sintaxis dotada de cierto valor semántico. Pero, como es claro, no está resuelto el problema de la Metafísica Si es importante cuanto llevamos discutido sobre el alcance teórica en cuanto esté resuelto el problema de la Ciencia, ya que transfenoménico de la afirmación humana, la importancia del problema pretende afirmaciones universales no reducibles a afirmaciones en orden a la posibilidad de la Metafísica es aún mayor por lo que empíricas. La síntesis a priori podría darse por justificada para unas respecta al alcance transempírico. Las afirmaciones metafísicas son «categorías» esquematizadas, sin que lo esté por ello mismo para las claramente y categorías puras. Sabemos que Kant exige para la «sinteticidad» del remotamente, al campo propiamente experimental, que se refieren (por conocimiento el que de algún modo «salga de sí», sin lo que quedaría decirlo con la clásica palabra kantiana) al «noúmeno». La matizada en simple pensamiento. afirmaciones que no se reducen, ni indirecta solución que hemos dado al problema en el aspecto anterior puede ahora ayudarnos: ciertamente la que demos para el alcance Dejamos para un capítulo posterior el estudio serio de las 136 condiciones de posibilidad de una tal síntesis a priori; el estudio, pues, Podemos, para comprender lo que queremos decir, apelar también de un posible «principio» o unos posibles «principios metafísicas», a un análisis kantiano. (Un análisis que Kant no hace a propósito del capaces de sacar el conocimiento humano del campo de lo de algún «ser»; este, para él, como ya sabemos, queda en pura «posición».) modo verificable. Adelantemos solamente que lo que nunca podrá pretenderse es eludir la necesidad de una cierta referencia extraconceptual, que evite el quedar en puro pensamiento. En la Dialéctica trascendental, habla Kant, recogiendo una palabra de sus maestros racionalistas, de una «omnitudo realitatis», como de algo que está siempre idealmente presente —no usa la palabra, pero Y ya podemos entrever que tal referencia se deberá buscar en el nosotros, tomándola del léxico «existencial», no podemos evitarla— terreno de la realidad existencial. En este sentido, podemos incluso como «horizonte»; añadiríamos, un horizonte activo, fundante: decir que buena parte de lo hecho en esta Metafísica Fundamental, en «hontanar». De ese horizonte, u hontanar, brota para nosotros toda la la búsqueda de las estructuras del sujeto, ha rebasado ya de algún realidad que nos van expresando, limitada, recortada, los conceptos. modo los límites de lo empírico y de lo estrictamente descriptivo de la Cada concepto no hace sino tomar algo de la «omnitudo realitatis» y fenomenología. El análisis trascendental, la «fenomenología profunda» dárnoslo recortado por negaciones. Por eso es por lo que siempre nos ha iniciado ya de algún modo en lo metafísico. (Hemos aludido ya a usamos el «aut-aut» disyuntivo. Para discernir qué es un libro tengo la difícil «localización» del «noúmeno» kantiano de la libertad...: que negar todo el resto de la realidad. Este libro no es esto ni esto; ni «noúmeno» de cierta tangencia fenoménica que «se encuentra de silla, ni mesa... Vamos discerniendo en virtud de estos principios, algún modo entre los hechos».) piensa Kant: «de dos predicados contrapuestos solo uno puede competer, y necesariamente "compete uno a cada objeto». Eso supone Pero antes de seguir el camino así iniciado hacia una solución más que nosotros. tenemos delante previamente, atemáticamente, aun sin positiva del problema, es ya posible desde ahora encontrarle una cierta haber caído en la cuenta de ello, este horizonte de realidad, la solución general de índole más bien negativa. De este tipo: la «omnitudo realitatis». (Das Umgreifende, «lo envolvente», podíamos restricción empírica del alcance de la fuerza afirmativa del sujeto llamarlo también con la palabra de Jaspers que, sin embargo, acumula humano, no se impone en principio. otros matices: algo de lo que es en Kant la realidad en sí.) Esa «no restricción de principio» que así enunciamos queda Esto nos revela que no estamos «confinados», que nuestro poder precisamente expresada en el «ser». Y así también por este nuevo afirmante no admite límites de principio. Toda realidad está de capítulo es el «ser» expresión de vigencia absoluta en la afirmación antemano anunciada en nuestro ser, del modo que sea y aunque de humana y su lenguaje. hecho no a toda lleguemos, ni podemos llegar, determinadamente. «Quidlibet aut est aut non est», es otra perogrullada escolástica, pero 137 que expresa nuestra pretensión de llegar más allá de todo límite de principio»). Por eso he preferido mostrar separadamente la concreto. No admitimos que «haya» alguna realidad que no sea, que exigencia de ambas transcendencias en la estructura del afirmar no se deje interpretar como ser. Formamos el juicio: «la realidad es» y humano. Esta separación, hecha con fines de rigor crítico, no quita la tenemos conciencia de «no haber dejado nada fuera», aunque no ulterior fusión de los dos temas. Ambas transcendencias integran «la podamos conocer más determinadamente la inmensa mayoría de esa vigencia absoluta» de la afirmación y se compenetran en la noción realidad. Tenemos también conciencia de que en un curso indefinido humana del ser. de vida podríamos ir afirmando determinadamente infinitas posibles realidades. Siempre en el ámbito del ser: por eso el ser tiene una cierta 4. «SER» COMO INTERPRETACIÓN DE «REALIDAD» infinitud previamente, como ya gramaticalmente lo expresa su estructura de infinitum. No subsistente, claro es. Pero verdadero infinitum, no-finito, mientras, por contraposición, es finito el ente, par- Hemos llegado al final del proceso más esencial de nuestro intento de fundamentación de la Metafísica. ¿Podemos resumir el resultado? ticipio. Si una fórmula puede pretenderlo, creo que ya puede ser claro por Para justificar la plena universalidad, omnicomprensión, del ser, su cuál me inclinaría. El «ser», interpretación humana de la «realidad». irrestricción, he apelado a la pretensión humana, que se patentiza en la misma estructura afirmante puesta en juego en cada conocimiento, La misma distancia, que queda subrayada en el término «in- aun el que pretendiera negar esto mismo... Este proceder metódico era terpretación», muestra la profundidad que adquiere «la realidad», ya de esperar. Podría quizá pensarse que habría cabido deducir la cuando se hace objetivo de la ambición del «ser». Es «la realidad-en- irrestricción a partir de la transfenomenicidad ya justificada. Lotz y sí», si sabemos dar al término kantiano todo su significado, con la Coreth entre los neoescolásticos de tendencia maréchaliana, parecen presencia hipotética (aún hay que mantener esta restricción) de su proceder así. Dan incluso la impresión de tener la irrestricción como «constitutivo Entender arquetípico...», ahora «retado» por la pretensión algo más fundamental, raíz de la misma transfenomenicidad: ¿Cómo de vigencia absoluta que expresa «ser». podría tener alcance absoluto —argüirían— una afirmación que tuviera un horizonte restringido, que solo se sostuviera en una determinada Palabra de nuestro lenguaje (y antes, «palabra mental» de nuestro región de realidad? Tengo cierto temor de que se mezclen así dos mundo objetivo de significados, plasmación en él de nuestra radical sentidos diversos del «sostenerse la afirmación»; ante todo apertura), ser no coincide con la realidad. Es solo su interpretación. entendimiento (transfenomenicidad) y ante toda realidad, en cuanto toda podría ser, en algún modo, afirmada y tiene, por tanto, una estructura íntima de algún modo afín a mi entendimiento («irrestricción Pero «interpretación», por otra parte, no debe simplemente entenderse como restrictivo, como «no llegar a...». Nuestra 138 interpretación, hemos dicho, revela toda la profundidad que debemos de lo que con ello hace... ya ver en la realidad. Si volvemos una vez más a nuestro punto de partida, a la «realidad radical» que es nuestro existir-en-el-mundo, He hecho bastantes veces alusión a Heidegger y su «pensamiento encontraremos que la «interpretación» la desborda. Desde ella misma, del ser», señalando su vecindad y su distancia con lo que yo quería por supuesto. El ser expresa la autosuperación de la realidad radical... expresar. Será oportuno recogerlo también aquí. Sí, el ser es lo supremo que el hombre debe intentar pensar; lo infinitamente mayor «Concepto (es decir, «significado») dijimos ya en el capítulo que el hombre y, sin embargo, necesitado del hombre para su anterior; pero más que concepto». El «concepto liberador». Relativo al revelación... Y el hombre es don del ser, al tiempo que su «pastor». La hombre; pero revelador en él de lo no relativo. Presencia continua e paradoja resulta, a este nivel, insuperable. inseparable de «lo místico» en el seno de «lo lógico». Dije que temía una ambigüedad en las fórmulas de Heidegger. Las Por eso, verdaderamente definitorio del hombre; en su grandeza y que yo he intentado acuñar, con más valoración de la tradición su inseparable pequeñez. Símbolo plenario —a la vez resultado y metafísica occidental (en la que no ha sido tan absoluto el «olvido del realizador— de su libertad. De aquella «apertura radical», que primero ser») no rehúyen la paradoja; al contrario, casi la acentúan. Porque son encontramos en la dirección del «valer», y de la realización del proyecto más analíticas. (Quizá también porque en la comprensión del ser dan (exigencia absoluta de lo moral, «inquietud», amor interpersonal). De su más papel que Heidegger al lenguaje indicativo y su fuente interior la capacidad ilimitada de «admiración»... intelección afirmante —que es juicio y discierne.) Pero definitorio también (aunque «desde el hombre», como Por una parte, subrayan más la insuperable presencia de lo humano. interpretación) de la realidad; revelación para el hombre de su carácter El ser es nuestra interpretación de la realidad. No, no i abe perderse en misteriosamente uno y desbordante, irrepresible en los márgenes de la él; no hay poder mágico de pensar «desde el ser», si esto ha de simple relatividad. significar romper amarras del hombre que somos. Antes que «concepto» (y explicando su «más que concepto») es el Pero creo que por eso mismo, una vez que hayamos tenido la ser para el hombre comprensión preconceptual, atemática (dijimos audacia de aceptarnos en todo lo que somos, en nuestra paradójica «horizonte», «hontanar»...), en la que siempre se mueve de algún superación de nosotros mismos, la índole interpretativa del ser nos deja modo el hombre desde que emerge a la vida verdaderamente humana abiertas mayores posibilidades de afirmación. La realidad —aquella que —aun antes de madurar en su lenguaje la fórmula verbal que lo pueda desde el principio nos constituye, pero que a través del ser, expresión expresar; y, por supuesto, mucho antes de tomar conciencia explícita de nuestra vivencia metafísica, nos revela su siempre desbordante 139 profundidad— no agota su misterio en el ser. «Fundamento abisal» (Grund-Abgrund), el ser es interpretación aún inquieta, en búsqueda aún de sí misma, incapaz de calmar plenamente la admiración que ha ayudado al hombre a expresar. ¿No hay, pues, plenitud, ni quietud, fundamento-fundado y posible última llegada...? Las preguntas, tarea de la más decisiva Metafísica, quedan, en los presupuestos de nuestro proceso fundamentante, inevitablemente planteadas. 140 LA EXTERIORIDAD METAFÍSICA DEL OTRO Enrique Dussel Lo otro como el otro escatológicamente distinto. Alteridad en su sentido originario y prototípico. P ermítasenos resumir lo dicho e indicar lo todavía no enunciado por Se tratará de otra tradición de las ya indicadas en los anteriores una simple formulación indicativa solamente. Enfrentamos dos parágrafos de esta obra. categorías: la de Totalidad (que hemos rápidamente sugerido en los §§ 14-15, y dentro de la cual nos hemos movido en los capítulos I y II de esta obra, §§ 1-2), y la Alteridad (que comenzaremos a exponer desde ahora). No se piense que el tema tratado es teológico, es estrictamente filosófico. En nuestro caso, los ejemplos tomados valen como meramente históricos y culturales (sin significación propiamente teológica). El hecho de haber descartado como datos de la "revelación" Habíamos dejado, en el Heidegger de Identidad y diferencia, a las experiencias que a continuación describimos ha privado al pensar Gelassenheit, etc., la cuestión de un "ámbito" ante el que sólo cabe la europeo y latinoamericano de un esencial punto de apoyo, dejando "apertura ante el misterio", la "serenidad ante las cosas", la "espera" a la entonces a la experiencia griega y moderna del ser como la única "asimilación" como "acontecimiento coparticipativo", que es un "entre" filosóficamente pensable. más allá del horizonte ontológico: la "conciliación"333. La superación de Heidegger supone, exactamente, el pensar a "el Otro" (no ya "lo" otro neutro) como lo dis-tinto, sin un "lo Mismo" (tò autó, das Selbe) idéntico, originario y ámbito desde donde procede la di-ferencia. La superación de la modernidad, de la ontología del sujeto, no se alcanza todavía en la trascendencia hombre-mundo que funda al sujeto-objeto, sino en el descubrimiento de que la Totalidad hombre-ser, como ser-en-el-mundo, se abre y es fundamento desde lo previo: "el Otro" (como momento En la obra de arte de la cultura semítico-hebrea denominan mnemotécnicamente los judíos bajo el nombre Tanáj (el Antiguo Testamento del Occidente), se relata que "Yahveh hablaba con Moisés cara-a-cara como el hombre que habla con un íntimo" (Éxodo 33, 11). En este texto poético —ya que el arte expresa el ser oculto de un pueblo, así como la tragedia de Sófocles expresaba mejor que la Ética a Nicómaco de Aristóteles el êthos del hombre griego— se usan dos nociones de extrema precisión e importancia: "cara-a-cara" e "íntimo". meta-físico y del cual es sólo óntico "lo otro"). Si la Totalidad mundana en su último horizonte: el ser, es lo ontológico, se trata ahora de algo que se encuentra más allá de lo ontológico (la fysis griega), y por ello podría denominarse: lo meta-físico, lo trans-ontológico; "el Otro" como lo más allá siempre exterior de "lo Mismo". "Cara-a-cara (en hebreo paním el paním, en la traducción griega de los Setenta: enópios enopíoi) es una reduplicación usual en el hebreo que indica lo máximo en la comparación: lo supremo. "Cara-a-cara" significa la proximidad, lo inmediato, lo que no tiene mediación, el rostro frente al rostro en la apertura o exposición (exponerse-a) de una persona ante la Para acercarnos a nuestro tema, describiremos una posición fáctica de otra. Inmediatez del encuentro no mediado todavía: frente a frente sin 141 mundo que signifique todavía: raíz misma de toda significación posible. negativa de dos exterioridades que se tocan. El rostro, o la cara (tà "En la oposición del cara-a-cara brilla la racionalidad primera, el primer enópia en griego significa "muro fronterizo", o "lo que da frente a"), que inteligible, la primera significación, es el infinito de la inteligencia que se es mirado, especialmente en sus ojos, como de otro alguien, es hasta presenta (es decir: que me habla) en el rostro". El "cara-a-cara" como donde llega la vista, hasta su límite, su último horizonte. Hasta el rostro experiencia originaria seria, nada menos, el desde donde el orden del Otro llega a luz, la vista, el mundo, el orden de la com-prensión ontológico (el mundo como horizonte trascendental de "sentido") queda (aquello que capto o prendo en el círculo del mundo). Más allá del rostro abierto: es el más allá de la totalidad mundana, previa a ella misma y visto, en el “cara-a-cara”, se vislumbra, se abre una exterioridad meta- originaria. Yahveh "hablaba" con Moisés "cara-a-cara" significa física (metá: más allá; fysis: orden del ser idéntico al pensar de la entonces el primerísimo encuentro de dos personas (siendo la misma Totalidad) o ética (en cuanto el rostro es de otra persona libre, "persona" una noción nueva y propia de esta posición del ser como libre autónoma, hontanar de pro-vocación que escapa en tanto libre a mi ya cósmico como entre los griegos) cuya relación se establece por el predeterminación o com-prensión). El viejo Schelling, negando la lenguaje mismo ("hablaba"). Hay todavía expresiones más significativas filosofía de la "intimidad" inmediativa de esa relación: "Yo le he hablado boca-a- incomprensible base de la realidad, el resto nunca absorbido (es) lo que boca" (Números, 12, 8 a). En hebreo peh-el-peh (en griego stóma katà no se deja disolver a pesar de las mayores penurias del entendimiento". stóma), como en otra lenguas, significa la inmediación del beso: los labios, las bocas reunidas por el contacto del tejido epitelial interno (la mucosa) expresan la intimidad de esa relación primera. Y el texto continúa: "Yo le he hablado boca-a-boca ante el rostro (mor'eh) y sin vueltas (hiidah: ainígmaton en griego: sin enigmas ni adivinanzas)" (Ibíd.). Todo nos indica esa manera primigenio originaria, el hontanar mismo desde donde surge el mundo, desde donde se organiza el "sentido". hegeliana, mostraba cómo la facticidad del ser, "la En esa misma tradición cultural se dice “bienaventurados los de corazón puro (hoi katharoì têi kardíai), porque ellos estarán cara-a-cara con Dios" (Mateo 5, 8), o aquello de: “hoy ciertamente estamos enigmáticamente unos ante otros de manera confusa, pero entonces será cara-a-cara, persona-a-persona (prósopon pròs prósopon). ... Resumiendo, la fe, la esperanza y el agápe permanecen, pero lo mejor de ellos es el agápe" (I Corintos 13, 12-13)340. El "corazón" indica el "órgano" que simbólicamente establece la relación irrespectiva de las Ese "cara-a-cara", "boca-a-boca" es la relación irrespectiva de la exterioridades (lo mismo que la noción de agápe), que no se encuentra intimidad, amor alterativo (expresado en hebreo, en el primer texto, por ya, como en el éros de los griegos, en el orden luminoso del mundo, la palabra rehehú; fílon en griego). El rostro de un hombre frente al orden de la visión y los ojos, de la sabiduría como noeîn (com-prender, rostro de otro en la intimidad, en la justicia, es el colocarse como un "yo" conocer, pensar o saber), sino en otra actitud que deberemos definir por personal ante un "Otro” igualmente personal. Yo-Otro no es la la que se establece más allá del horizonte ontológico y óntico, apertura inmediatez del saber absoluto hegeliano, sino que es la inmediatez ante el misterio de la libertad de Otro (ajena), espera en el sosiego (no 142 ya como "voluntad de dominio" sino como "voluntad de servicio”) a que conocí) a Fulano de Tal". "El Otro" quedará siempre como un misterio "el Otro" se exprese, desde su ámbito incomprensible (por ello suprema incomprensible en su resto escatológico de libertad mientras me abra a negatividad o exterioridad, mucho mayor al de las meras cosas reales), él como otro hombre. Cuando lo comprenda como mediación, como por medio de su palabra: abierto a la escucha, con atento oído que instrumento (el soldado para el general, el empleado de correo para el invoca, de la propia vocación que desde "el Otro" se revela como que compra una estampilla, el chofer del ómnibus para el pasajero...) lenguaje. Es bienaventurado el que tiene el "corazón puro" porque no entonces lo incluyo en mi mundo o lo dejo alejarse impersonalmente tiene mezcla de la cerrazón que aísla solipsistamente al yo en su como Mitsein. Cara-a-cara indica el límite de un ámbito ante el límite de mundo como Totalidad irrebasable, irrespectiva, insuperable. Es un otro ámbito: el enfrentamiento de dos exterioridades con-vergentes que corazón que tiene la experiencia de abrirse al Otro, porque sabe se encuentran. Su relación misma es un entre yo y el Otro que al origen establecer la relación meta-física, ética (ligazón al Otro que siempre es no dejan "espacio" ni fisura para un mundo del sentido; es proximidad. anhelo de la proximidad del encuentro del "cara-a-cara": religión [re- Dicho mundo, bien pronto y siempre, servirá de mediación: hablarán ligazón] al ámbito originario). entre ellos de las cosas del mundo. Dicho mundo sin embargo, se fue Cuando se sabe abrirse cotidiana y habitualmente al cara-a-cara se sitúa en el camino sin discontinuidad del amor al Otro al que puede degradársele como mediación, como instrumento; y así se enfrentará al "ello" cósmico, impersonal, que se manipula en el mundo del sentido y la com-prensión ontológica. organizando desde la Alteridad: intrauterinamente el Yo-fetal comenzó el diá-logo con el primer Otro: su madre (posición primera, originaria). "Nacemos" propiamente a la "luz del mundo" en el parto, pero nos recibe en sus manos para protegernos, e-ducarnos (ex: origen desde; ducere: conducir; educar: sacar de la noche para llevarlo de la mano a la luz de un mundo cultural) y amamantarnos en los símbolos y el Pablo de Tarso llama a lo esencial y primero de la relación irrespectiva: sentido de un mundo que se va tejiendo por el lenguaje: agápe (que tendremos dificultad de traducir al castellano porque la degradaríamos en conceptos equívocos) "Ma... má" —nos dice nuestra madre. Aprendemos así, sin saberlo, la palabra indoeuropea, histórica, concreta, que significa la madre (otros Cara-a-cara: verdad primera (veritas prima). El Otro no es aquel con el que soy en mi mundo (el Mitsein de Heidegger) y respecto al cual tengo un modo propio de com-prensión: el Otro como otro es, en cuanto tal y por último, incom-prensible y exterior a mi mundo; si se presenta por su rostro como un ente a mi comprensión, sobreabunda, sin embargo, en su libertad y autonomía personal como exterioridad, negatividad. Jamás podré decir, acabadamente: "Ya comprendí (abarqué capté, pueblos le dirán "ima" o de maneras muy distintas). Pa... pá" —se nos inculcará, lo que nos recuerda al Zeus Pater de los griegos, al Ju-piter de los latinos, al Dy Pitar del Sánscrito. Día a día, noche a noche, el Otro (padre-madre, hermanos, maestros, profesores...) nos introducirán a nuestro propio mundo como "Totalidad de sentido". La pedagogía es analéctica: se necesita el maestro para que conduzca al discípulo. El horizonte ontológico de nuestro mundo ha sido abierto desde la 143 Alteridad, desde la meta-física, desde la ética (el encuentro hombre- realísimo con respecto al cual y desde el cual se com-prenden los entes hombre es ética; la relación hombre-cosa es óntica u ontológica, instrumentales u objetuales intramundanos. El hombre, ante las cosas económica, mundana) Nuestro mundo no ha sido sólo reales inanimadas y vivientes (pero no mundanizantes o humanas), pedagógicamente abierto desde el Otro; nuestro mundo queda guarda una relación de com-prensor, de artista (el que ejerce una esencialmente abierto desde de la Alteridad, es alterativo por su propia técnica), de dominador, ya que las cosas reales no-humanas son naturaleza. El Otro es el origen primero y el destinatario último de todo mediaciones para su pro-yecto histórico. Pero el hombre ante otros nuestro ser-en-el-mundo. El cara-a-cara es la experiencia primera, hombres, esencialmente en la posición originaria del cara-a-cara, si no radical de nuestro ser hombres. Es el habérselas de manera los cosifica o los transforma en "medios" (mediación) de su pro-yecto supremamente real con el ser; no ya en el modo de la com-prensión del totalitario (mi pro-yecto es el único en torno al cual organizo mis ser, sino como la apertura y exposición meta-física o ética ante el rostro relaciones con los otros hombres: ego-tismo, ego-ísmo), debe abrirse a como límite después del cual el Otro, personal, se levanta como quien lo realísimo, a Otro, como ante el misterio de lo in-comprensible, dis- teniendo derecho, exige justicia, propone la paz y protesta ante mi tinto (no di-ferentes), a la escucha de su palabra: "Escucha (Shéma) las pretensión totalizante (totalitaria) de com-prenderlo. Debemos entonces leyes y las costumbres que pronuncio en vuestros oídos. describir "el carácter incom-prensible de la presencia del Otro"; "el Otro permanece infinitamente trascendente, infinitamente extranjero, y como rostro, donde se produce su epifanía y desde donde me llama, rompe con el mundo que pudiera sernos común". Se trata no de "lo Mismo", ni siquiera de "lo otro” como di-ferencia óntica en "lo Mismo"; se trata de "el Otro" que es originariamente dis-tinto, sin unidad ni identidad previa, que con-verge en el encuentro: encuentro que es el origen mismo del mundo, alteridad meta-física y ética desde donde surge el horizonte ontológico: realidad última y proximidad a la que vuelve el hombre en los momentos privilegiados de historia para beber el agua de donde vive su vida y que apaga su sed de ser más. Aprendedlas y guardadlas en vuestros oídos para practicarlas (Génesis 5, 1). Se trata de otra posición del ser, no ya como "lo visto" por los ojos y por lo tanto lo que se descubre fundado en la Totalidad ("lo Mismo": "el alma es en cierta manera todas las cosas", decía Aristóteles; la doctrina de la dynamis por la que la semilla posee ya potencialmente el árbol adulto), sino "lo oído" por los oídos y por lo tanto lo procede desde un más allá de la Totalidad ontológica (desde "el Otro" como dis-tinto de mi mundo que es "lo Mismo"; "el alma nunca com-prende a otra alma" —reformulando el enunciado aristotélico—, y el injerto que recibe el árbol de manos del jardinero no estaba potencialmente en la semilla). Más allá de la doctrina de la potencia y el acto se encuentra el Si el orden de la manifestación y el descubrimiento del ente advenimiento al ser de algo desde la nada. La nada, "nada-sentido" intramundano, pero sobreabundante como realidad cósmica no abierta dentro de mi mundo (orden ontológico de la Totalidad de "lo Mismo"), el a un mundo (lo meta-físico abarca a lo ontológico), el orden del Otro caos, lo real cósmico que no está en el horizonte de lo com-prendido, es (como el de otro hombre: cosa real, libre, autónoma, inteligente) es lo "desde donde" surge lo nuevo cuando procede de la libertad del Otro. 144 La libertad del Otro, incondicionada con respecto a mi mundo, es nada: creación (en hebreo baráh, sin correspondiente en la lengua griega). "ex nihilo omnia fit", Esto es lo que Heidegger quiso decir —pero no lo "Creación" no en el sentido cotidiano de "creación artística" (porque dijo en verdad, en la expresión “Ser-ahí, significa: estar sosteniéndose dicha creación no es sino: fabricación, invención, descubrimiento; en dentro de la nada”. La nada en este sentido no es el ser como ámbito ese caso hay sólo manifestación de lo ya dado en el mundo del artista), iluminado indeterminado del mundo sino como lo meta-físico, ético, lo sino primeramente, como la praxis analéctica del Otro autónomo y libre trans-versal (lo más allá del horizonte ontológico) que es discontinuo en mi mundo, aportando como don, regalo, gratuitamente, lo nuevo, con respecto a la mismidad del mundo como Totalidad. La nada, lo vio aquello para lo cual yo no tenía dynamis (potencia, pro-yecto, de alguna manera Hegel, es la libertad del Otro. Desde la libertad del posibilidades). Lo nuevo viene del otro: debo saber escuchar su palabra Otro irrumpe en mi mundo lo nuevo la novedad, lo no posible por la que constituye en mi lo inesperado; se trata de la Alteridad creadora, no potencia de mi totalidad. Desde la nada de mi mundo (el Otro como ya poiética, ni siquiera como la "voluntad de poder" artística de libertad in-comprensible) es creado algo en ese mi mundo desde y por Nietzsche. el Otro, inesperada, imprevisible, gratuitamente, ex ouk ónton (de los no-entes) (II Macabeos, 7, 28), ex nihilo (de la nada) (traducción latina de la Vulgata). Ahora puede comprenderse la coherencia existente entre el "mito adámico" (relato del origen del mal a partir de una libertad autónoma y no divina) y la creación ex nihilo como in-novación en "lo Porque la invención artística en la producción de nuevos valores no será para el autor de Así habló Zarathustra sino "el eterno retorno de lo mismo”: no hay así novedad, creación, no hay Alteridad, ni "el Otro"; sólo hay "lo Mismo como re-pro-ducción sobre sí de "lo Mismo": Totalidad totalitaria de la subjetividad valorante. Mismo", ahora totalidad abierta hacia "el Otro", que desde nada en mí: su libertad, presenta en mi mundo la que en dicho mundo no tiene antecedente. "El Otro como "lo otro" di-ferente dentro de la Totalidad de "lo Mismo" es parte del mundo, del horizonte trascendental ontológico. El êthos trágico se resume diciendo: “Todo es lo mismo”. El êthos dramático e histórico en cambio afirma que no hay Totalidad que totalice absolutamente al Otro como persona; la libertad del Otro es exterior al orden del eídos y aun de la pólis. Para el êthos trágico no "El Otro" como dis-tinto y exterior al horizonte trascendental de "lo Mismo" puede proponer, en cambio, algo nuevo desde su exterioridad real. La nada expresa, con respecto a mi mundo como Totalidad de la mismidad (de la potencia-acto), negativamente para mí, la afirmación de la autonomía o libertad ajena que como "el Otro" obrará lo que elija sin que yo pueda ponerle condiciones de posibilidad. El "cara-a-cara" expresa entonces una relación irrespectiva que supera el hacer (poieîn) y el com-prender (noeín), para abrirnos a un nuevo tipo de actualidad: la puede haber historia en el retorno desde siempre de lo Mismo, conocimiento por reminiscencia filosofía como mayéutica de la ya dado. La filosofía socrática y aristotélica es trágica porque al fin se conoce, se enseña, se filosofa sobre "lo Mismo": la ousía, lo divino, el ser común el tò auto, Para el êthos dramático del Adán tentado —y no del Prometeo encadenado—, hay historia en la apertura y efectuación de lo imprevisible desde el Otro, se conoce lo nuevo revelado por vez primera, y así la filosofía viene a anteponerse a la cotidianidad como el 145 Otro, pedagógico y pro-fético, y a fecundar el proceso igualmente con se abre al Otro, el Nosotros histórico a los Otros, y el Nosotros definitivo novedad (no sólo sacando mayéuticamente lo ya dado, sino aportando como humanidad al Otro absoluto, al Infinito que garantiza la algo dis-tinto). Para el trágico, el hombre perfecto es el sabio (vi- dente), imposibilidad de mediatizarlo: la apertura perenne y escatológica de la el héroe dominador (que cumple inexorablemente el Destino necesario historia. Cuando el Otro es más otro, más propiamente su irrupción en de los dioses). Para el êthos dramático de la libertad, el hombre la mismidad es creación; el Otro absoluto crea, no sólo lo nuevo en "lo perfecto es el que tiende al Otro con "amor-de-justicia" (más allá del Mismo", sino "lo Mismo" mismo. horizonte de la visión ontológica, hasta llegar al ámbito meta-físico donde se mueve dicha justicia), el pro-feta (que da su vida por el Otro en la historia del pueblo miserable, pobre, oprimido: vocación de "servicio" y no de "dominio" aristocrático del héroe de la Totalidad). De la misma manera, cuanto más otro es “el Otro”, más nada es con respecto a la Totalidad de la mismidad y por ello más libre. El Libre en absoluto, la Nada absoluta de mismidad creada, la Negatividad pura es el Otro absoluto, el Creador de la constitución real de las cosas y los "El Otro" se muestra en una doble prioridad: anterioridad en el orden de hombres. Por ello la Alteridad, "el Otro", la Nada, la Libertad, la la constitución del mundo (ordo cognoscendi) ya que el mundo se abre Creación y la Novedad se oponen a la Totalidad, "lo Mismo" (siempre desde el Otro. Anterioridad aún en el orden de la constitución real (ordo neutro), la Necesidad, el Eterno retorno y la Inmóvil. En la dia-léctica de realitatis), ya que procedemos del Otro (como hijos de la pareja: mujer- la Totalidad sólo hay relación hombre-naturaleza y por ello es onto-logía varón, y de un pueblo) tanto biológico como pedagógicamente. (el hombre como lógos ante las cosa tà ónta) o economía ("ley de la Desde la exterioridad cósmico-real las cosas irrumpen en el mundo como totalidad" manifestándose; desde la extrema exterioridad aparece en el mundo el rostro del Otro y se expresa como revelación. En el orden de la constitución real el Otro libre es mucho más real y exterior que la mera cosa (física, vegetal, animal: reino de la necesidad). La Alteridad, analécticamente, se refiere a la exterioridad de la constitución real eventual, humana. La manifestación cósica se produce desde o en vista de una revelación del Otro, en el orden de la verdad del ser (el mundo como totalidad). La revelación del otro se presenta en mi mundo como creación de la imposible a partir de mi mismidad. La ontología heideggeriana de la Totalidad se fundaba en el pro-yecto ad-viniente como com-prensión del ser. La ética de la Alteridad se abre ahora, por sobre el pro-yecto de la totalidad mundana, hacia el Otro: el Yo personal casa" o el Todo); en la analéctica de la Alteridad hay relación irrespectiva, encuentro de libertad-libertad (y sólo desde ella, libertadnaturaleza) y por ello es meta-física o ética (el hombre como libre ante otro libre real: "el Otro" que exige justicia). En la Totalidad sólo hay monólogo de "lo Mismo"; en la Alteridad hay diálogo entre "el Mismo" y "el Otro", diálogo histórico progrediente en la novedad, curso creativo, dis-curso. Ese dis-curso (corre a-través-de la novedad de la Alteridad) es la historia humana; es la vida de cada hombre desde su generación intrauterina hasta su muerte. La historia, el dis-curso, es el entre "el Mismo" y "el Otro" como exterioridades cuyo misterio nunca se agota ni se revela enteramente en ese dis-curso. ¿Llevará el hombre a su tumba como último destino la irrevelabilidad de misterio de su insondable libertad personal, de lo que su espíritu ha llegado a ser al fin de su vida 146 mínimamente expresado en el dis-curso que recogen las obras y los otros hombre Desde su nacimiento, como generación intrauterina, el hombre es un polo de libertad dis-tinto, aparición en el mundo de los Otros, ex nihilo, de una nueva exterioridad, negatividad; alguien que exige justicia, que tiene "sus" derechos; un ser ético. Meta-físico. Desde su nacimiento es un resto, un ultimidad, un ser escatológico: "el Otro" para siempre y hasta el fin. Desde el origen, desde siempre, fue dicho sobre su esencia: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2, 18). Polo entonces dis-tinto y sin embargo esencialmente alterativo. 147 METAFÍSICA DESDE LATINOAMÉRICA Germán Marquínez Argote INTRODUCCIÓN caso es buscar la etiología de la fiebre y ponerle remedio en sus raíces. Lo demás es irse por las ramas. Así lo entendió la generación de los "En esto que llamarnos civilización, desde que el hombre abandonó la metafísica, no hay sino muerte" Fernando González 1. ¿DELENDA EST METAPHYSICA? "fundadores" y lo confirma hoy, entre otras corrientes, la generación de los filósofos de la liberación. Felizmente, la filosofía latinoamericana ha tenido y tiene vocación metafísica. 1.3 Por lo que hace a la generación llamada de los "fundadores", su afirmación rotunda de la instancia metafísica tiene especial relieve por 1.1 Siendo América Latina una inmensa olla en la que se cuecen tantos problemas a altas temperaturas y presiones violentas, ¿tiene sentido ocuparse en cuestiones metafísicas? ¿No estamos, más bien, en la hora del economista, del sociólogo, del político, del ideólogo revolucionario? Hacer metafísica hoy en América Latina, ¿no es una manera de perder el tiempo o de evadir problemas que como hombres y como pueblos tenemos planteados? Ante tales planteamientos no faltará quien se sienta tentado de sentenciar canónicamente: Delenda est Metaphysica, hay que acabar con la metafísica. Fue cosa de los haber sufrido en propia carne los rigores de lo que Alejandro Korn llama "la cuaresma positiva". En los escritos del maestro argentino leemos afirmaciones como éstas: "La metafísica siempre retorna... La humanidad padece metafísica... La metafísica es necesaria... No cabe negar el problema metafísico... La hacen con frecuencia cuantos la niegan... La metafísica confesada importa una posición, aceptable o discutible, pero clara. En cambio, la metafísica clandestina que se disimula, que se disfraza de ciencia, es la madre de todos los embrollos". griegos, de monjes y frailes ociosos, de catedráticos que ayer y hoy viven en las nubes. En América Latina, aun en el caso de que la metafísica no haya muerto sin esperanzas de resurrección, las urgencias cotidianas no permiten el ejercicio de tal oficio u ocio. 1.4 Otro argentino universal escribirá en la segunda década del finiquitante siglo: "Muchos pensadores contemporáneos han cobrado horror a semejante metafísica; se fundan —y en ello no se equivocan— en la cantidad de disparates que circulan bajo ese nombre, tornándola 1.2 En respuesta al anterior discurso, lo primero que se nos ocurre es que se confunde lo urgente con lo importante. Sin duda, es urgentísimo bajar la temperatura del febricitante, pero lo realmente importante del sospechosa. Por eso llegan a afirmar que la condición primera del progreso intelectual es la liberación de toda metafísica. Paréceme que han confundido a ésta con sus manifestaciones degenerativas, como 148 quien afirmase que las frutas no son comestibles en presencia de algunas piezas putrefactas; y, por singular paradoja, algunos de los que 1.6 Si del cono sur pasamos al otro extremo de los pueblos latinos, nos se declaran enemigos de toda metafísica son, cabalmente, los que con encontramos en México con otros dos grandes Maestros de América, más sistema pertenecientes a la misma generación de los fundadores, Antonio Caso metafísicos... Creo en la posibilidad de renovar la metafísica; en el y José Vasconcelos. También éstos afirman la necesidad de una pensamiento contemporáneo observo algunos gérmenes fecundos y en metafísica, en lucha contra unas instituciones pedagógicas y políticas las sociedades menos envejecidas advierto la renovación moral que inspiradas en el positivismo. Quizás en ningún otro país echó tan favorecerá su desarrollo". Así escribía José Ingenieros, enemigo de la profundas raíces la ideología positiva y tuvo ésta tanto poder. Tal por él llamada "paleometafísica", pero decidido partidario de una situación es denunciada por los dos grandes maestros. Así, neometafísica formuladora de hipótesis inexperienciales y servidora de Vasconcelos escribe que "con el mismo furor con que habíamos sido los más nobles ideales. No hace que Korn e Ingenieros tuvieran una enciclopedistas, se impuso al pie de la letra el sistema comtiano, idea de metafísica muy distinta de la que nosotros tenemos, porque lo porque contradecía a la ortodoxia católica siempre latente en nuestro que importa destacar de momento es su rotunda afirmación de la medio y porque para algunos, no muy penetrantes, representaba una misma frente al positivismo en cuyos dogmas antimetafísicos se habían "nueva era", un "credo definitivo", el de la Ciencia con mayúscula, el educado. nuevo fetiche: la ciencia de observación y experimentación en contra ahínco elaboran hipótesis convergentes hacia de toda metafísica". 1.5 Vocación metafísica que también es compartida por otro gran maestro de la cuenca del Río Plata, Carlos Vaz Ferreira: "Aunque no 1.7 Para no hacer interminable este alegato a favor de la metafísica en hubiera, escribe el maestro uruguayo, en favor de la metafísica, otras nuestra América, dejando la vieja generación de los fundadores y razones ni de utilidad ni de dignidad, habría ésta, que parece una volviendo a Colombia, tan modesta en pensadores como pródiga en paradoja y es una verdad capital: el conocimiento de la metafísica es juristas, nos conmueve la prédica vehemente del quizás único indispensable para ser un verdadero positivista en ciencia... Sí tuviera pensador original que hemos tenido, el antioqueño Fernando González. sentido aquel ideal positivista de una ciencia que abandona el "porqué", Con palabras suyas hemos abierto este texto que se escribe en y se limita al "cómo", no se realizaría nunca por falta de metafísica, Colombia pensando en América Latina: "En esto que llamamos sino, en todo caso por exceso de metafísica... Hacer metafísica buena civilización desde que el hombre abandonó la metafísica, no hay sino es el único preservativo que se conoce para no hacerla mala... La muerte. El hombre volador vale menos que el hombre de Moisés, pues ciencia que teme a la metafísica noble, es víctima de una metafísica nada vale lo físico sin lo metafísico... No puede haber cultura sin inconsciente y vergonzante, que la parasita, y que en vez de depurarla, metafísica, pues ésta trata de los destinos del hombre, y para saber la enturbia". cómo cultivarnos es necesario saber cómo debemos devenir". Llama a 149 la suya "metafísica de la autoexpresión" del hombre suramericano, metacultural: en una palabra, metafísico. Meta— significa lo que está vacío o vano a fuer de repetidor de modos y modas extranjeras, pero más allá del sistema, de una totalidad dada o impuesta, del horizonte en el futuro armónico y egoente. Sean estas citas un pequeño de nuestro propio mundo. Por ello, "la metafísica, escribe Dussel, en el homenaje al que se consideraba, en la década del treinta, "filósofo de sentido que le damos en el presente discurso de la filosofía de la Suramérica", la patria grande, y que, sin duda, lo fue en no pequeño liberación, es el saber pensar el mundo desde la exterioridad alterativa grado. del otro", y en tal sentido, "la filosofía de la liberación pretende así formular una metafísica... exigida por la praxis revolucionaria. En 1.8 Nos haríamos pesados de continuar amontonando testimonios que contra, pues, de lo que se pudiera pensar los filósofos de la liberación confirman que, con el positivismo, la metafísica, lejos de morir reclaman una nueva metafísica: "La pregunta por el ser se origina hoy eternamente entre nosotros, resucitó en forma rejuvenecida al iniciarse para el pensar desde una nueva experiencia del ser. Esta experiencia el siglo, al tiempo que se producía la misma reacción en el viejo os origen y signo del acabamiento de la filosofía de la modernidad y continente con Henri Bergson a la cabeza. Pero pasando por encima quizás el fin de la civilización cuyo fundamento y expresión es la otras generaciones intermedias (la de la "normalización", por ejemplo, metafísica, en el sentido que Heidegger da últimamente a esta profundamente ontológica) llegamos a nuestros días en los que la palabra... Nuestra historia hoy, en América Latina, no será realmente generación de la "liberación" ha vuelto a insistir en la necesidad de la nueva si no surge de la pregunta por el ser en su originariedad actual, instancia metafísica. Así, Mario Casal la escribe: "El problema que supera los planteos de la modernidad". Los anteriores testimonios latinoamericano —dado su complejo carácter estructural — puede y muestran que la metafísica no ha muerto, pese a los distintos partes de debe ser abordado desde numerosas perspectivas. La historia, la defunción expedidos, una y otra vez, desde hace más de un siglo a sociología, la economía política, la sicología aportan numerosas y nombre del positivismo clásico y del neopositivismo lógico y del propio sugestivas facetas para su mejor comprensión...; pero si queremos marxismo en sus formas más dogmáticas y ortodoxas. abordar el problema en el centro mismo de su interés no podemos eludir —bajo ningún pretexto— un nivel ontológico de planteamiento de la cuestión. Tal perspectiva resulta fundante respecto de los otros niveles analíticos, en tanto que estos suponen siempre una cierta noción del "ser latinoamericano" que requiere una exégesis propia". 1.9 Y es que el fundamento que posibilita una respuesta radical y no simplemente urgente a nuestros problemas es metaeconómico, metapolítico, metajurídico, metapedagógico, metahistórico, 150 METAFÍSICA DESDE LATINOAMÉRICA Germán Marquínez Argote ¿ONTOLOGÍA Y/O METAFÍSICA? nombres de vieja prosapia y nada más? O más bien, ¿se trata, más allá de un posible juego de palabras, de una cuestión de fondo y de 1. Planteamiento del problema consecuencias importantes? Para no despistarnos en este asunto recordemos lo que ya dijimos en la Introducción acerca de la posición 1.1 En esta jornada, se trata de profundizar la problemática que quedó que ha venido asumiendo la filosofía latinoamericana de la liberación. planteada en el discurso introductorio para enderezar definitivamente Enrique Dussel viene oponiendo a la Ontología de la Totalidad, nuestro discurso a buen puerto. Estamos, pues, en una jornada en la dominadora, que se discuten problemas metodológicos. proponemos mostrar cómo más allá del pensar dialéctico ontológico la Meta-física de la Alteridad, liberadora: "Nos (...) se encuentra todavía un momento antropológico que permite 1.2 A primera vista pudiera parecer que la llamada "ontología" goza afirmar un nuevo ámbito para el pensar filosófico, meta-físico o hoy de excelente salud. Filósofos tan importantes en nuestro siglo alterativo". A este respecto añade A. Fornari: "Tal como hemos Martín aprendido de Enrique Dussel ello es posible en tanto que la filosofía se Paul SARTRE, entre otros, aun representando supere como ontología de Lo Mismo y piense desde el punto de vista como Nicolás HARTMANN, HEIDEGGER y Jean Edmundo HUSSERL, distintas direcciones, han dado renovado brillo a lo que la palabra "ontología" nominal y realmente ha significado en de la exterioridad del Otro". la modernidad europea. Pese a lo cual me atrevo a pensar que la antología representa 1.4 Rechazado el falso ideal de una antología del Ser Universal hoy un rezago histórico en la era postmoderna. Lo ha visto claramente Unívoco, propia de filósofos al servicio de la dominación o de Xavier ZUBIRI, quien ha revaluado recientemente el término realidad, catedráticos célibes de sospecha y espejos de inocencia (la inocencia relegando el prepotente de ser a un plano secundario. Esto significa del ser), no queda otro camino que el de una metafísica afincada en la una ruptura con la antología, forma típica del pensar moderno, y una realidad. "Nuestra" realidad da que pensar, da que hablar, da que vuelta decidida y decisiva a la metafísica o filosofía primera: "En Sobre hacer. Sólo desde la realidad propia se puede ser cuando se es la esencia Zubiri prefiere hablar de metafísica más bien que de filosofía auténticamente algo o alguien. El ser en el sentido de hacerse y rechaza positivamente el que su filosofía primera se entienda como presente, cobrar actualidad o hacerse sentir frente a los demás en el una ontología". mundo, es siempre un "acto segundo", como dice Zubiri, que pende de la realidad: sólo desde la realidad se es. Proyectos similares a los de X. 1.3 ¿Hay en este giro zubiriano una vuelta meramente nominal a dos Zubiri hemos podido detectar en autores latinoamericanos como única 151 salida del callejón en que nos había metido la antología moderna. pensamiento aristotélico-tomista partía "de aquello que existe en la Rodolfo Kusch, por ejemplo. ha analizado la metafísica "del estar realidad" y no del concepto o juicio como momentos lógicos del como algo anterior al ser"; y Agustín T. de la Riga, por su parte, ha pensamiento. El punto de vista de la filosofía antes de Descartes había propuesto una filosofía del haber "modo liberador de señalar la sido, en líneas generales, realista. Con Descartes se inaugura la realidad". manera de pensar ideísta que, por fuerza dialéctica, dará en idealismo. Como ha escrito agudamente E. Gilson, "se puede empezar 1.5 Ante estos hechos, nuestra apuesta es a favor de una metafísica no con Descartes, pero no se puede terminar sino con Berkeley o con ontológica. Propongo la ruptura definitiva y sin ambigüedades con la Kant". Kant es fruto de la revolución cartesiana. El verdadero giro ontología. Afirmo la necesidad de una metafísica de la realidad (de "lo copernicano, del que nos habla Kant, se había consumado en otro") y una metafísica de la alteridad (de "el Otro"). Como escribe Descartes y va a tener como máximo exponente a Hegel. La Ontología Dussel: "La conversión al pensar meta-físico es muerte a la totalidad". de la sujetividad, que conforma las cosas al pensamiento, conduce A la totalidad ontológica, añado por mi parte. necesariamente a la Ontología de la Identidad. En Fichte el Yo (sujeto) pone absolutamente al No-Yo (objeto); en Hegel sujeto y objeto 2. Patrón o modelo ontológico se identifican "en la Idea que se piensa a sí misma" y que deviene dialécticamente, sin dejar de ser Totalidad: todo lo real es ideal. 2.1 Debemos aclarar que con el término "ontología" no nos referimos a ningún sistema en particular, sino, en líneas generales, a todas las 2.3 De este modo, sólo a partir de la Idea es comprensible la realidad filosofías de la modernidad europea desde Descartes a Hegel y aún natural y humana, como momentos de la misma, en su devenir más allá. En Hegel culmina y hace aguas la modernidad, pero muchos dialéctico. La dialéctica hegeliana es un modo de entender las cosas filósofos antihegelianos no son suficientemente postmodernos. De ahí per descensum, desde el Olimpo de la Idea que sale fuera de sí sus adherencias ontológicas. A su vez, con el término "ontologismo" naturalizándose y que retorna otra vez a sí misma espiritualizándose vamos a designar el espíritu propio de la antología como ideología de la en una especie de círculo totalizador fuera del cual nada queda. La modernidad. Idea es el principio y fin de todas las cosas; lo engloba todo, lo es todo: Totalidad dialécticamente totalizada y cerrada sobre sí misma. 2.2 Pues bien, la primera característica del ontologismo es el ideísmo, es decir, el primado de la idea sobre la realidad que se inaugura en 2.4 En forma de ideísmo (realismo deficiente) o de idealismo (ayuno Descartes. En efecto, "el primer principio o el punto de partida de la de la realidad) es un hecho que "todo el pensamiento moderno (desde filosofía o la antología de la modernidad será, hasta que agote sus Descartes hasta Sartre de L'étre et le néant o un Romero en América posibilidades en el siglo XX: 'Yo pienso' (ego cogito, ich denke)". El Latina) se encuentra, como lo hemos demostrado, dentro de la 152 inmanencia de la sujetividad". No escapa al enfoque ideísta la segunda (idea entis) contemplar todas las cosas especularmente, es decir, en escolástica, que tiene su monumento más extraordinario en las cuanto en dicha idea se reflejan. Si necesitamos aún una confirmación Disputaciones Metafísicas de F. Suárez, "muy ontológico", y tampoco elocuente del modo ideísta con que la escolástica actual aborda la la tercera escolástica cuyo principal renovador fue el Card. Desiderio realidad, oigamos a uno de sus mayores créditos: "Como el tenor Mercier cuyo tratado de Metafísica general u Ontología es un buen mismo de la tesis lo demuestra, tratamos aquí del ser en cuanto ser en modelo de ideísmo. su aspecto lógico, o concepto del ser, e indagamos su propiedad lógica fundamental, por la que el ser en cuanto ser se constituye y se 2.5 ¿En qué consiste el ideísmo escolástico? La escolástica moderna distingue de todos los otros conceptos. Dicha propiedad es su máxima adopta Wolff según el cual existe una universalidad o trascendentalidad. Pero, en antología, el aspecto lógico metafísica general, llamada Ontología, y unas metafísicas particulares no es considerado en razón de sí mismo, sino en cuanto en él se revela que resultan de la aplicación de los principios ontológicos al estudio del el aspecto metafísica. Así, mediante el estudio del concepto del ser, mundo (Cosmología), del alma (Psicología) y de Dios (Teodicea). El es posible llegar al conocimiento del ser actual". el criterio de Christian término "ontología" es desconocido con anterioridad a 1616. Johannes Clauberg la define como la ciencia que "especula" o "contempla" el ente 2.7 Hace algunos años, en uno de mis primeros libros, caracterizaba en cuanto ente, es decir, el ente en general. ¿Y qué es lo que en la siguiente forma el talante del filósofo ideísta: El ideísta se instala contempla en forma especular en el ente en general? Ch. Wolff en ideas o conceptos y, a partir de ellos, emprende la conquista de la responde que "los predicados más abstractos en cuanto pertenecen a realidad. El ideísta se mueve primariamente entre ideas y sólo, los primeros principios del espíritu humano". A partir de tales principios, indirectamente, aborda las cosas en un segundo momento. Es verdad los más abstractos, piensan los ontólogos que se puede llegar que el ideísta, conociendo ideas, pretende conocer cosas, pero a través deductivamente, demostrativamente, a la verdad de todas las cosas: del rodeo conceptivo. El ideísta, pues, desarrolla todo el problema de la mundo, alma y Dios. Es cuestión de ir casando unas ideas con otras filosofía para el lado de la verdad lógica, porque es hipersensible a la hasta lograr el sistema more architectonico (Baungarten). La verdad; pero sus facultades, en buena medida están obturadas a la antología es, pues, una arquitectónica de ideas a partir de unos realidad en sí misma. Y es en realidad de verdad, y no al revés, que primeros principios del espíritu. debemos conocer las cosas. El ideísta usa y abusa de la lógica de los principios: especula, combina verdades hasta conseguir el "sistema" 2.6 La ontología no es ya "filosofía primera" tal como la entendía que contenga todas las verdaderas ideas de las cosas. "Especular" Aristóteles o Metafísica del "esse" en cuanto que "significa la sustancia consiste en ver reflejada la realidad en el "sistema", tamquam in de la cosa" al decir de Santo Tomás. Bajo la influencia cartesiana, speculo, como en un espejo. Lo que cobra por tanto, el ideísta también la escolástica se recluye en el sujeto para desde la idea del ser especulando no es la realidad en sí, sino un reflejo sujetivo de la 153 misma. Para el ¡deísta la sabiduría filosófica consiste en vivir instalado distintas, de las que pretende vivir si europeo moderno, adquieran en modos lógicos de pensamiento; en una especie de mundo platónico carácter sacral. En efecto, para Descartes, dichas ideas tienen la desde el cual se rige y norma la realidad sucia (sensible) de las cosas, garantía de Dios, puesto que son puestas por Dios en mí. La manera idealmente, esto es, con las manos limpias de los principios. El ideísta, de pensar de Descartes en este punto podríamos resumirla en las a la postre, se convierte en idealista: "la primera mitad del siglo XIX ha siguientes afirmaciones: "1- Dios es un ser perfecto. 2- Un ser perfecto sido el frenesí romántico de la especulación". no puede engañar. 3- Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios. 4Las ideas claras y distintas son, pues, otras tantas afirmaciones 2.8 Las consecuencias de esta forma mentis o manera de pensar son divinas en mí". Este recurso a Dios, como garantía del pensamiento y obvias: a) La realidad en sí misma no interesa ni como primum de la acción, lo encontramos en casi todos los grandes pensadores del metaphisicum ni como primum logicum, primariedades de que fue barroco. Nicolás Malebranche, y antes que él Arnoldo Gelincx (padres despejado lo real por el "cogito" cartesiano, b) Lo que importa, pues, es del ontologismo propiamente dicho) acentúan las tesis de Descartes. lo que yo pienso de las cosas, es decir, las cosas reducidas a simples Dios es el lugar de los espíritus, como el espacio el lugar natural de los objetos (res objecto) que han de estar sujetos al yo que, por ideas cuerpos. Estando en Dios como en nuestra propia casa, contemplamos claras y distintas, los piensa, c) Las cosas, en última instancia, no son en su esencia las ideas de todas las cosas. Conocer, entonces, es ver como son, sino como yo quiero que sean. El ideísmo se convierte así las cosas a la luz de Dios, sol de los espíritus. También obrar, el obrar en un inmenso voluntarismo. Recordemos que el "cogito" cartesiano no humano, sólo es comprensible desde Dios, única verdadera causa, significa pensamiento puro e inocente, sino también y sobre todo: siendo las cosas meras ocasiones de las que Dios se vale para realizar imaginar, sentir, querer. Querer y hacer que las cosas sean tal y como sus decretos, El ideísmo de la verdad y de la acción, queda las hemos ideado. Es fácil comprobar, al hilo de estas simples sacralizado. reflexiones acerca del ideísmo, hasta qué punto el ethos o talante del conquistador está sutil pero realmente informado por lo que 2.10 Por su parte Guillermo Leibniz, obturado al hecho del mal y del sintéticamente podríamos llamar "ser-idea", es decir, por la idea de que dolor, llega a la extraña tesis de que el mundo de las mónadas, que es las cosas han-de-ser como son concebidas en el proyecto yoístico de el mundo en el cual vivimos, es el mejor de los mundos posibles: "Es ser-alguien, sujetando al "YO" las cosas-objetos. Toda la historia del verdad que podemos imaginarnos mundos posibles sin pecado y sin occidente moderno tiene el carácter aristado y soberbio del que dolor, y podríamos hacer muchos de estos mundos como novelas, pretende ser-alguien, no importa a costa de quién. Utopías o Sevarambos; pero esos mismos mundos serían muy inferiores en bien al nuestro". ¿Razón? La garantía de Dios: un Ser 2.9 Pero el ontologismo no para aquí. Tiene otros aspectos más omniperfecto y sumamente bueno no puede hacer las cosas sino de la peligrosos. Por ejemplo, es sumamente grave que las ideas claras y mejor manera posible. Todo está regido, pues, con orden de acuerdo 154 con una armonía preestablecida por una Mónada Suprema. De esta creacionismo. Consiste, en el fondo, en pensar que así como "Dios manera el mundo, tal como lo concibe y quiere el europeo de la crea el mundo según sus Ideas, los conceptos humanos no hacen sino modernidad, queda garantizado en su verdad y en su bondad nada reproducir esta anterioridad del concepto objetivo divino", según señala menos que por Dios. X. Zubiri. En virtud de sus ideas claras y distintas, garantizadas nada menos que por Dios, el hombre moderno se siente creador de mundos. 2.11 ¿Puede extrañar a alguien que el concepto de garantía divina El "Nuevo Mundo" es nuevo no porque antes no existiera, sino porque finalice en la filosofía de identidad sustancial o ideal? Es la obra, es creación de la Europa moderna, a imagen y semejanza suya. primero de Spinoza y después de Hegel, en quien culmina la modernidad y el espíritu ontologista. El Absoluto-Sustancia del 2.13 M. Heidegger ha caracterizado a la modernidad como la época de filósofo sefardita tiene su correspondencia en el Absoluto-Idea del la imagen: "El proceso fundamental de la Edad Moderna es la catedrático de Berlín. La antología de la sujetividad necesitaba de Dios conquista del mundo como imagen. La palabra imagen significa ahora: como de garantía, como muy bien se lo reprochó Pascal a Descartes. la hechura del elaborar representador. En éste, el hombre lucha por la La ontología de la identidad dialéctica no necesita ya de ningún ser posición en que él pueda ser aquel existente que da a todo lo existente superior que le fíe, puesto que ella misma es Dios en marcha, en la medida y le traza la pauta". El conquistador es el hombre típico de la régimen de realización. "Lo Absoluto es la Idea". La ontología, en virtud modernidad. Se conquista la verdad de las cosas o se conquista de la sacralización de la Idea, va a imperar como "onto-teo-logía" en nuevas tierras, resultando el descubrimiento de nuevas tierras o de frase feliz de Heidegger. Pero de la "onto-teo-logía" a la "onto-teo- nuevas verdades científicas "como proceso de dominio del ente, de la política" sólo hay un paso. En Hegel se diviniza el Estado. La filosofía naturaleza o de la historia". Todo este proceso de dominación arranca de la totalidad totalizada y cerrada sobre sí misma, la dialéctica de lo en Descartes: "Las Meditaciones de prima philosophia dan un mismo, se transforma, a través del Estado divinizado, en totalitarismo. anticipo para la antología del subiectum. (...) Según lo que quiera y A este propósito ha escrito acertadamente Zubiri: "La madurez comprenda para sí, puede determinar y cumplir la esencia de la intelectual de Europa es Hegel. Y esto, no sólo por su Filosofía, sino sujetividad". Ahora bien, la conquista científica de las cosas y su por su Historia y por su Derecho. En cierto sentido, Europa es el instrumentalización tecnológica que lleva a cabo el hombre moderno no Estado, y tal vez sólo en Hegel se ha producido una ontología del hace sino reforzar la dominación a otros niveles no cosísticos: "En el Estado. La verdad de Europa está en Hegel". imperialismo planetario del hombre técnicamente organizado, llega a su punto de apogeo el sujetivísimo del hombre, para luego establecerse e 2.12 Sin insistir más en el sacralismo, obvio para quienes conocen la instalarse en la llanura de la uniformidad. Esa uniformidad pasará a ser historia del pensamiento moderno, llegamos a un tercer carácter de la luego el instrumento más seguro de la dominación completa, es decir, modernidad que no es sino una secuela de los anteriores: el técnica, sobre la tierra". 155 ideas, pero no ideología propia. La ideología es siempre algo 3. ¿Ideología al servicio de la Dominación? compartido por todos los miembros que conforman un grupo, que puede ser religioso, político, cultural, nacional, etc. En realidad no hay 3.1 "La historia de Hispanoamérica o de las Indias occidentales es el grupo que no tenga su propia ideología. Como escribe Althusser, "las proceso de dependencia del hombre de la periferia con respecto a la sociedades humanas segregan la ideología como el elemento o la at- dominación del centro nordatlántico. Desde 1492 el español se enfrenta mósfera misma indispensable a su respiración, a su vida histórica". La al hombre del Caribe, desde 1529 con el Inca. Los portugueses desde ideología no es un hecho siempre y necesariamente negativo, como a el comienzo del siglo XVI enfrentarán al Tupi-guaraní del Brasil. Poco a veces se piensa. poco va surgiendo la época colonial que sólo durante algunos decenios del siglo XVI tuvo en vilo al pensar europeo, pero de pronto 3.4 En segundo lugar, dada su función social, toda ideología cumple acalló su voz para venir a englobar al indio, al africano y al asiático "un papel histórico" hacia dentro y hacia fuera del grupo que la como un instrumento a disposición (mano de obra encomendada) del sustenta o que, más bien, es sustentado por ella. Este papel no es yo conquisto europeo". ¿En qué forma, nos preguntamos, opera el necesaria ni primariamente negativo. Como todo lo humano, es ontologismo visceral de la modernidad frente a la empresa de la ambivalente: bueno o malo según la medida y los casos. Podríamos conquista? decir, resumiendo, que la ideología tiene un triple papel o función que cumplir: a) escenificación; b) integración; c) motivación. 3.2 La respuesta, a nuestro parecer, es clara: el ontologismo opera, de cara a los hechos aludidos, en forma ideológica. Una ideología, de 3.5 Toda ideología es "un sistema de representaciones". Y es que, suyo, no se identifica con una doctrina, con un sistema, con una como muy bien anota Paul Ricoeur, la ideología en primera instancia filosofía y menos con una fe, aunque se puede sospechar que los "está ligada a la necesidad que tiene un grupo social de darse una anteriores discursos tienen adherencias ideológicas negativas cuando imagen de sí mismo, de representarse, en el sentido teatral sirven al poder. Siguiendo al Althusser podríamos decir que "una palabra, de ponerse en escena". Por la imagen que el grupo se ha ideología es un sistema (que posee su propia lógica y su rigor propio) forjado de sí mismo conserva su identidad a través de los tiempos por de representaciones (imágenes, mitos, ideas o conceptos según los grandes que sean los avatares que sufra y por muy lejano que casos), dotadas de una existencia y de un papel históricos en el seno quede el hecho fundacional. De esta manera, escribe Ricoeur, el "acto de una sociedad dada". Aclaremos la anterior definición. de fundación puede ser retomado y reactualizado en una interpretación de la que lo modela retroactivamente por medio de una representación de sí 3.3 En primer lugar, una ideología surge "en el seno de una sociedad mismo". Por la imagen, el grupo está vuelto hacia la fuente- primaria de dada", es decir, es un fenómeno social. Yo individualmente puedo tener sus orígenes, hacia el acto fundador del cual recibió su identidad, su 156 modo de ser, sus pautas sociales. De ahí que la ideología, como reciben la creencia del carácter justo y necesario de la acción imagen mediadora entre el origen y 'el momento actual, cumpla una instituida". segunda tundan de integración. 3.8 Cuando adolece de los defectos anotados, el discurso ideológico 3.6 La tercera función de una ideología en el seno de una sociedad no cobra en forma de distorsión de la realidad, de disimulación, de es estática, como las anteriores, sino eminentemente dinámica: "la encubrimiento. Una cosa es la realidad y otra el reflejo ideológico que ideología es a la praxis social lo que el motivo al proyecto individual". El pretende justificarla. Se toma la justificación por la realidad. En tal caso grupo, además do tener una vida propia, tiene una actividad hacia la palabra ideológica no tolera la crítica, se impone a bombo de afuera en relación a otros grupos o sociedades. Pues bien, do la retórica: "nada está más cerca de la fórmula retórica —arte de lo ideología profesada por el grupo recibe éste la seguridad de que tiene probable y de la persuasión— que la ideología". Ahora bien, todo esto razón en ser como es y de hacer lo que hace. Escenificación, sucede principalmente cuando un grupo, en vez de ser servido por la integración y motivación son tres necesidades que experimenta todo autoridad es dominado por ella, o cuando entra a dominar a otros grupo y que se satisfacen mediante la ideología. La ideología es, pues, grupos. "El carácter de distorsión y de simulación de la ideología pasa a tan necesaria como el aire que respiramos. Pero el aire puede, aun sin un primer plano cuando la función mediadora de la ideología te topa advertirlo, estar viciado. La ideología puede adolecer de defectos y, por con el fenómeno dominación". lo mismo, cumplir funciones negativas. Enumeremos algunas. 3.9 El ontologismo opera en forma ideológica. No nos interesa 3.7 Complejo de superioridad. Es un defecto narcisista que afecta a examinar los resultados de dicha ideología ad intra. Ello nos llevaría muchos grupos que tienen una fuerte imagen de sí mismos. Aún a repensar la historia europea en sí misma. Pero la historia de Europa recordamos la primera estrofa del himno nazi: "Alemania por encima de tiene una versión hacia América que se llama conquista y colonización, todo". El sentirse los mejores, menospreciando a los demás, es una es decir, dominación y opresión. "La historia de Hispanoamérica o tentación sutil pero real. Complejo de ortodoxia. La necesidad de de las Indias occidentales es el proceso de la dependencia del hombre integración degenera con frecuencia en un espíritu estrecho de de la periferia a la dominación del centro nordatlántico". Se da, intolerancia para con aquellos miembros que no comulgan enteramente pues, la premisa suficiente, si con la ideología y la praxis grupal. Se los condena a las tinieblas fructifiquen todos los aspectos ideológicos de tipo negativo. no necesaria, para que afloren y exteriores a nombre de la ortodoxia. "Tal vez, escribe Ricoeur, no sea posible ninguna sociedad radicalmente pluralista, radicalmente 3.10 En 1493, apenas un año después de haber desembarcado permisiva". Complejo de mesianismo. Muchos grupos fuertemente Cristóbal Colón en la Hispaniola, Alejandro VI expide la bula Inter ideologizados se sienten con una misión especial que cumplir y "de ella Coeteras en la que permitía a los españoles evangelizar esas tierras y 157 sujetarlas a su dominio. Queda justificada oficialmente la praxis tales voces, la conquista siguió adelante. Nuestra historia fue conquistadora. Vendrán después los juristas y teólogos. En 1510, Juan políticamente dependiente, y lo es aún económica y culturalmente, Mair o Mayor, escotista escocés, explicará en su cátedra de París: porque en el fondo fuimos y seguimos siendo ontológicamente "Aquel pueblo vive a lo bestia (bestialiter). Ya Tolomeo dijo en el dependientes. De aquí la necesidad de una ruptura ontológica que nos Cuadripartito que a uno y a otro lado del Ecuador, y bajo los polos, permita hacer nuestra vida y nuestra historia. No se trata de negar un viven hombres salvajes: es precisamente lo que la experiencia ha pasado que, aunque dependiente, es nuestro, sino de ser "ya" nosotros confirmado (...) De donde el primero en ocupar aquellas tierras puede mismos. "Con el 'centro', América Latina guarda cierta semejanza, pero en derecho gobernar las gentes que las habitan, pues son por su distinción deriva de ser como el 'hijo' de los pueblos hispánicos y de naturaleza siervos, como está claro". Pasemos por alto otros ideólogos Amerindia, un hijo mestizo, nuevo, único, exterior a cualquier otra de la conquista como Palacios Rubios, Matías de Paz, Bernardo de cultura y con la exigencia de deber descubrirse hoy en su exterioridad Mesa, Juan Quevedo, etc., para llegar a Ginés de Sepúlveda: "¿Qué real". cosa pudo suceder a estos bárbaros, más conveniente ni más saludable que el quedar sometidos al imperio de aquéllos cuya 4. Vuelta a la realidad prudencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros, tales que apenas merecían el nombre de seres humanos, en hombres civilizados 4.1 Visto el Nuevo Mundo ontológicamente, desde la Idea, nos va decir en cuanto pueden serlo; de torpes y libidinosos, en probos y honrados, Federico Hegel, tres siglos después que Juan Mayor, que "las zonas de impíos o siervos de los demonios, en cristianos y adoradores del frías y las tórridas no suelen ser terreno adecuado para los pueblos verdadero Dios?". En las Leyes de Indias, recopiladas en 1681, libro 1, históricos" y que "el auténtico escenario para la historia universal es, Título 1, ley 1, "se enuncia claramente ese "yo domino" con su clara por tanto, la zona templada". La razón aducida por Hegel es que "el frío dimensión la y el calor son demasiado influyentes para permitir al espíritu construir divinización que esto supone: "Dios nuestro Señor por su infinita un mundo aparte". Desde su visión ontologista piensa Hegel que la misericordia y bondad se ha servido de darnos sin merecimientos geografía aquí es inmadura; que las fieras son más pequeñas, débiles nuestros tan gran parte en el señorío de este mundo..." e impotentes que en el Viejo Mundo, que los animales son menos constitutivo-subjetual-ontológica, y, además, con nutritivos; que los indígenas andan sin espíritu y casi sin capacidad de 3.11 En honor a la verdad y a España, no se puede menos de educación; que viven como niños, que se limitan a existir lejos de todo reconocer que ningún otro imperio ha tenido críticos de voz profética lo que signifique pensamiento y fines elevados; que a América van tan poderosa como el Padre Las Casas, ni teólogos y filósofos que todas las barreduras de Europa, llevando, eso sí, el tesoro del hayan ejercido una crítica desideologizadora tan aguda y pertinente sentimiento europeo y de la cultura europea; que todo lo bueno que se como Vitoria, y la gran escuela de Salamanca. No obstante, y pese a ha hecho en América es reflejo de Europa. 158 "ser" es sordo a la "realidad". 4.2 Pero con Hegel, a la vez que alcanza su más alta cota el ontologismo idealista, hace crisis la ontología; es decir, la filosofía 4.4 De aquí el grito de vuelta a la realidad.- la realidad no es el ser, del Ser Unívoco que desciende del Olimpo abstracto y puro de la Idea a es anterior al ser. El ser se funda en la realidad. La realidad es lo la caverna de las cosas naturales y humanas para salvarnos, primario, el ser es una interpretación de la realidad. "La insatisfacción englobándonos en el círculo de la totalidad dialéctica cerrada sobre sí que la filosofía española de nuestro tiempo ha sentido frente a la noción misma. La filosofía posthegeliana se constituye en oposición crítica al del ser y que la ha llevado a plantear —por lo menos a empezar a ontologismo, al imperio de la Idea-Absoluta, y en lucha por los fueros plantear— el problema filosófico de la realidad como tal o del haber, y de la realidad secularmente negada desde la idea. Se trata de un por lo tanto a buscar una metafísica que esté más allá de la antología y movimiento de vuelta a lo real en sí, a las cosas. Las cosas son lo pueda dar razón de ella", es para J. Marías un hecho decisivo. Si ser y singular concreto, la materia, los hechos positivos, el hombre de carne realidad no se identifican sin más, ¿será lícito identificar ontología y y hueso que nace, vive y muere, la sociedad, el mundo de la metafísica?, se pregunta J. Marías. La respuesta es categórica: "Si la producción, el mundo de la cultura, etc. misión de la metafísica es hacer que sepamos a qué atenernos sobre la realidad, no puede admitirse su identificación a priori y obvia con la 4.3 Lo que está pues en marcha es un filosofar que ha renunciado a antología; la expresión metaphysica sive ontología es inadmisible, considerar la realidad sub specie entis (bajo la porque hipoteca ya el contenido de la metafísica y, por ende, la priva de idea de ser). Sin embargo, no todas las filosofías posthegelianas son suficientemente radicalidad". Es también nuestra tesis. antiontológicas como lo ha advertido claramente el último Dussel. Donde se está dando el verdadero giro copernicano que saca 4.5 Dejando la discusión que entabla J. Marías con un autor definitivamente al pensamiento de la impostación sofística del ser para latinoamericano, cuyo nombre no cita, de si antes de Zubiri fue Ortega instalarlo en la realidad es en el ámbito hispano: España y América quien instauró el tema de la realidad como el más radical de la filosofía, Latina. El problema de la España políticamente decadente y es innegable, a la luz de los últimos trabajos, que es Zubiri quien ha ido económicamente anquilosada y pobre, tal como la vieron los más lejos por el camino de la realidad, in ordine realitatis. Por ello "noventayochistas", es el mismo de América Latina: se nos niega el pan hacemos nuestro, a fortiori, lo que un escritor uruguayo advertía y la sal, es decir, que aspiramos a ser-alguien. Ellos (la Europa del acerca del Zubiri de los primeros escritos: norte) son, nosotros (los latinos) no somos, no re-presentamos nada en el mundo. Hoy, en las goteras del año dos mil, Estados Unidos es, "El problema de la filosofía contemporánea es completamente Rusia es, los países ricos son; los países pobres del mundo no son, clásico: rehacer la pregunta que interroga por el sentido del ser... Toda no re-presentamos nada, no se nos oye ni tiene en cuenta, porque el la filosofía contemporánea se lanzó precipitadamente por este "Camino 159 del ser" y no hay más que abrir las grandes obras filosóficas de nuestro 4.6 Se nos puede negar el "ser", se nos puede decir que no somos tiempo (Sartre, Jaspers...) para encontrarse con una detallada y nadie en el mundo, pero nadie nos puede quitar lo que "hay" en nuestro extensa discusión acerca del sentido del ser. . . Frente a este criterio mundo si nosotros sabemos defender estos haberes propios. Podemos compartido unánimemente por los mejores pensadores de nuestro seguir siendo, a los ojos de la antología instalada, mundialmente siglo, Zubiri sospechó ya hace muchos años que se estaba irrelevantes. Pero metafísicamente, es decir realmente, nuestra desconociendo y pasando por alto una instancia previa y aún más realidad es rica. Se trata de quitarnos el complejo del ser a cualquier radical que la del sentido del ser. Esta nueva posición suya aparece en costa. Solamente desde nuestra realidad asumida podremos, en acto forma escrita por primera vez en su famoso estudio sobre el problema segundo, ser o representar algo. Lo ha entendido la joven novela de Dios, y como el pasaje es de suma gravedad lo citaremos latinoamericana. Lo está comprendiendo la filosofía. íntegramente: 'El entendimiento conoce si algo es o no es; si es de una manera o de otra; por qué es como es y no de otra manera. El 4.7 En efecto, "esta experiencia de ir 'más-allá' la denominaremos entendimiento se mueve siempre en el “es”. Esto ha podido hacer meta; y como va más allá del horizonte de la fysis la llamaremos pensar que el "es" es la forma primaria como al hombre entra en meta-física; pero meta-física ahora contacto con las cosas. Pero esto es excesivo. Al conocer, el hombre metafísica de la modernidad, que sería para Heidegger, la metafísica entiende lo que hay y lo entiende como siendo. Pero el ser supone del sujeto. Esta metafísica, igual que la ontología de Hegel y Husserl, siempre el haber. Este texto de Zubiri, (continúa el autor uruguayo) que es un invento moderno; la ontología, que aparece con tal nombre en la se hará clásico en la histeria de la filosofía contemporánea introduce época de Wolff y Leibniz es un lógos que comprende al ón (ente'). una esencial modificación en el orden de la fundamentación. Ahora Meta-física, en cambio, significa ontología de la negatividad, ontología sabemos que el ser no es la instancia última a que cabe llegar, porque negativa de 'lo mismo'". "Confundiendo las nociones de realidad y de el ser está fundado y se funda en el haber, en lo que hay, en la ser, el 'pensar' de la dominación obtuvo un reaseguro ontológico de la realidad. La comprensión no puede ser ya definitoria del hombre, permanencia de lo existente. Pero la necesaria labor de distinción (a la puesto que antes que comprender debemos encontrarnos con cosas que es tan poco afecto el raciocinio simplificador de los ideólogos del reales, con cosas que "hay"... Zubiri es el primer filósofo que ha logrado 'statu quo') nos obliga a discernir, con Zubiri, al 'ser' como 'un momento ir más allá del ser y de su comprensión, más allá del plano del sentido y de lo real'". "Por eso mismo la Metafísica es ético-políticamente de las significaciones, y, por tanto, el primer filósofo que ha superado la potencialidad subversiva respecto a la ontología y a la legalidad del fenomenología. Esta proeza intelectual constituye el significado mundo". "Hasta hoy, fundamentación filosófica a través del ser, ha histórico de la filosofía de Zubiri y el fabuloso avance que ha realizado significado fundamentación a través del Centro. 'El Ser' ha sido, en sobre el resto de la filosofía europea actual". verdad, el Centro. Y 'el pensar' ha sido el Pensar Central. En el Centro no tiene nada que ver con la se han unido. Fuera del Centro: lo ente, lo contingente, lo 160 subdesarrollado, que sólo a través del Centro pudo ser reconocido (...), la filosofía del haber es revolucionariamente liberadora porque su fundamentación no pasa por el Centro. El haber es irreductible, no central. A partir del haber, ni la dignidad del ser ni la verdad del pensar tienen que pasar por el Centro. El habar no pone condiciones. El haber no exige que los entes vengan a él o que lo reciban. El haber no se diferencia de los entes, no tiene 'centros', ni un punto supremamente habiente. Su justicia es la de la simplicidad: allí donde hay, es eso que hay. Eso que hay en su propia dignidad. En su propia verdad". "Opusimos el estar (en la realidad se está) al ser. En cierta manera es como si justificáramos eso que occidente nunca quiso justificar y es el residuo, la masa, el indio, el proletario". 161 LA CONSTITUCIÓN ONTO-TEO-LÓGICA DE LA METAFÍSICA Martin Heidegger Este seminario pretendía comenzar un diálogo con Hegel. El pensamiento», el cual, desarrollado hasta la máxima libertad de su diálogo con un pensador sólo puede tratar del asunto del pensar. esencia, es «la idea absoluta». Hegel dice de ella, hacia el final de la Hemos determinado que «asunto» quiere decir caso de litigio, lo Ciencia de la lógica (ed. Lass., tomo II, 484): «sólo la idea absoluta es litigioso, lo único que puede constituirse en el caso del pensar. Pero en ser, vida imperecedera, verdad que se sabe a sí misma, y toda un caso de litigio, el pensar nunca provoca sin motivo lo litigioso. El verdad». Con ello, Hegel mismo le da expresamente al asunto de su asunto del pensar es lo que un litigio tiene en sí mismo de litigioso. pensar ese nombre que está por encima de todo el asunto del pensar Nuestra palabra «Streit» [litigio] (antiguo alto alemán: «strit»), no tiene el occidental: el nombre ser. sentido particular de una discordia, sino el de un apremio. El asunto del pensar apremia al pensar hasta llevarlo a su asunto y desde éste a sí (Ya se ha explicado en el seminario el uso vario, y con todo único, de la palabra «ser». Para Hegel, ser quiere decir en primer lugar, mismo. pero nunca únicamente, la «inmediatez indeterminada». Aquí, el ser Para Hegel, el asunto del pensar es el pensar en cuanto tal. A está visto desde la perspectiva de la mediación determinante, es decir, fin de no malinterpretar ni de modo psicológico ni desde la teoría del a partir del concepto absoluto, y, por eso mismo, apuntando hacia él. conocimiento esta delimitación del asunto, esto es, el pensar en cuanto «La verdad del ser es la esencia», esto es, la reflexión absoluta. La tal, tenemos que añadir, a modo de aclaración, que nos referimos al verdad de la esencia es el concepto, en el sentido del saber in-finito que pensar en cuanto tal -en la plenitud desarrollada de lo que fue pensado se sabe a sí mismo. El ser es el absoluto pensarse a sí mismo del sobre lo pensado-. Lo que esto quiere decir aquí, sólo es comprensible pensar. Sólo el pensar absoluto es la verdad del ser, «es» ser, y aquí, desde Kant, a partir de la esencia de lo trascendental, que Hegel, sin verdad quiere decir siempre el conocimiento con certeza de sí mismo de embargo, piensa absoluta, lo que para él quiere decir, especulativa. A lo conocible en cuanto tal.) esto es a lo que se refiere Hegel cuando dice que el pensar del pensar en cuanto tal se desarrolla «puro en el elemento del pensar» Sin embargo, Hegel piensa al mismo tiempo el asunto de su (Introducción a la Enciclopedia, § 14). Esto quiere decir, si lo pensar, conforme a éste, dentro de un diálogo con la historia ya nombramos con una denominación concisa aunque difícil de pensar de transcurrida del pensar. Hegel es el primero que puede y tiene que modo conforme a su asunto, que para Hegel el asunto del pensar es «el pensar así. La relación de Hegel con la historia de la filosofía es de 162 carácter especulativo, y sólo como tal, histórica. El carácter del distintos grados de formas desigualmente desarrolladas desde siempre, movimiento de la historia es el de un acontecer en el sentido del y en consecuencia, necesariamente no desarrolladas con anterioridad. proceso dialéctico. Hegel escribe (Enc. § 14): «Este mismo desarrollo del pensar que es presentado en la historia de la filosofía, se presenta Sólo a partir de esta comprensión del asunto del pensar, surge en la propia filosofía, pero liberado de aquella exterioridad histórica, para Hegel una máxima genuina que le servirá de medida para el modo puro en el elemento del pensar». y la manera en que dialoga con los pensadores que le precedieron. Nos quedamos perplejos y paralizados. Según las propias Por lo tanto, si pretendemos mantener un diálogo de palabras de Hegel, la filosofía misma, y la historia de la filosofía, deben pensamiento con Hegel, tendremos que hablar con él, ya no sólo del de encontrarse en una relación de exterioridad. Pero la exterioridad mismo asunto, sino del mismo asunto y de la misma manera. Sólo que pensada por Hegel, no es en modo alguno externa en el burdo sentido lo mismo no es lo igual. En lo igual desaparece la disparidad. En lo de lo meramente superficial e indiferente. En nuestro caso, exterioridad mismo aparece la disparidad. Aparece con tanto más empuje, cuanto significa el dominio exterior en cuyo seno se cobijan toda historia y todo con mayor decisión sea reclamado el pensar de la misma manera por el transcurso real frente al movimiento de la idea absoluta. La mencionada mismo asunto. Hegel piensa el ser de lo ente de modo especulativo- exterioridad de la historia respecto a la idea aparece como histórico. Pero desde el momento en que el pensar de Hegel tiene su consecuencia de la autoenajenación de la idea. La propia exterioridad lugar dentro de una época de la historia (lo cual no quiere decir en es una determinación dialéctica. Por ello, se permanece muy atrás absoluto que pertenezca al pasado), intentaremos pensar de la misma respecto al auténtico pensamiento de Hegel, si se mantiene que éste manera, esto es, de modo histórico, el ser pensado por Hegel. consiguió unificar en la filosofía la representación de tipo histórico y el pensar sistemático. Pues para Hegel no se trata ni de historia ni de sistema en el sentido de una doctrina. El pensar sólo puede permanecer dedicado a su asunto, si con esa permanencia se conforma cada vez más a él, si éste le resulta cada vez más litigioso. De esta manera, el asunto le exige al pensar que Pero, ¿qué pretenden estas observaciones acerca de la filosofía mantenga al asunto en el estado que le corresponde, que lo afirme y su relación con la historia? Quieren dar a entender que, para Hegel, el frente al pensar por medio de una correspondencia, llevando el asunto a asunto del pensar es histórico en sí mismo, pero en el sentido de un su resolución. Este pensar que permanece dedicado a su asunto, tiene acontecer cuyo carácter de proceso viene determinado por la dialéctica que aceptar la resolución del ser, si es que este asunto es el ser. Y esto del ser. Para Hegel, el asunto del pensar es el ser en cuanto pensar que nos obliga en el diálogo con Hegel y como preliminar a él, a aclarar se piensa a sí mismo, que sólo llega a sí mismo por medio del proceso mejor la mismidad de este mismo asunto, lo cual exige a su vez, según de su desarrollo especulativo, y que, por lo tanto, va recorriendo lo ya dicho, sacar a la luz a un tiempo a la disparidad del asunto del 163 pensar y a la disparidad de lo histórico dentro de un diálogo con la historia de la filosofía. Pero tal aclaración habrá de hacerse aquí necesariamente de modo breve y somero. Respecto a la segunda pregunta: Para Hegel, la norma que hay que adoptar para el diálogo con la historia de la filosofía, reza así: introducirse en la fuerza y el horizonte Tendremos en cuenta tres cosas a fin de explicar la disparidad que reina entre el pensar de Hegel el intentado por nosotros. de lo pensado por los pensadores anteriores. No fue casual que Hegel presentase su máxima en el transcurso de un diálogo con Spinoza y antes de un diálogo con Kant (Ciencia de la lógica, III, Lasson, tomo II, Preguntamos: pp. 216 ss.). Hegel encuentra consumado en Spinoza «el punto de vista de la substancia», que sin embargo, no puede ser el más elevado, 1. ¿Cuál es aquí y allá el asunto del pensar? 2. ¿Cuál es aquí y allá la medida para el diálogo con la historia del pensar? porque el ser aún no ha sido pensado desde el fundamento en cuanto pensar que se piensa a sí mismo en la misma medida y de modo tan decidido. El ser, en tanto que substancia y substancialidad, aún no se ha desarrollado como sujeto en su absoluta subjetividad. Con todo, 3. ¿Cuál es aquí y allá el carácter de este diálogo? Spinoza vuelve a expresar siempre de nuevo el pensamiento completo del Idealismo alemán, y al mismo tiempo lo contradice, porque hace comenzar el pensar con lo absoluto. Por el contrario, el camino de Kant es otro, y desde el punto de vista del pensar del Idealismo absoluto y de Respecto a la primera pregunta: la filosofía en general, mucho más decisivo que el sistema de Spinoza. Hegel ve en el pensamiento kantiano de la síntesis originaria de la Para Hegel, el asunto del pensar es el ser en relación con lo que fue pensado sobre lo ente en el pensar absoluto y en cuanto tal. Para nosotros, el asunto del pensar es lo mismo, y por lo tanto, el ser, pero el ser desde la perspectiva de su diferencia con lo ente. Digámoslo con más precisión todavía: para Hegel, el asunto del pensar es el pensamiento como concepto absoluto. Para nosotros, el asunto del pensar -usando un nombre provisional-, es la diferencia en cuanto diferencia. apercepción «uno de los principios más profundos para el desarrollo especulativo» (op. cit., p. 227). Hegel encuentra la fuerza de los pensadores en lo que pensó cada uno, en la medida en que esto puede ser asumido como un grado correspondiente del pensar absoluto. Y éste sólo es absoluto porque se mueve dentro de su proceso dialécticoespeculativo, para el que requiere la gradación. Para nosotros, la norma para el diálogo con la tradición histórica 164 es la misma, en la medida en que se trata de penetrar en la fuerza del la esencia de la verdad. pensar anterior. Sólo que nosotros no buscamos la fuerza en lo ya pensado, sino en un impensado del que lo pensado recibe su espacio Tras esta breve caracterización de la disparidad existente entre esencial. Pero lo ya pensado sólo es la preparación de lo todavía el pensar de Hegel y el nuestro respecto al asunto, la norma, y el impensado, que en su sobreabundancia, retorna siempre de nuevo. La carácter de un diálogo con la historia del pensar, intentaremos medida de lo impensado no conduce a integrar lo pensado con emprender de forma un poco más clara el diálogo ya comenzado con anterioridad dentro de un desarrollo y una sistematización todavía más Hegel. Esto significa que vamos a intentar dar el paso atrás. La altos y que lo superan, sino que exige la puesta en libertad del pensar denominación «paso atrás» da lugar a múltiples malentendidos. «Paso transmitido para que pueda entrar en su ser anterior todavía atrás» no significa un paso aislado del pensar, sino el modo de conservado. Esto es lo que rige en la tradición desde el principio, lo que movimiento del pensar y un largo camino. En la medida en que el paso está siempre por delante de ella, y con todo, sin ser pensado atrás determina el carácter de nuestro diálogo con la historia del pensar expresamente como lo que inicia. occidental, conduce en cierto modo al pensar fuera de lo que hasta ahora ha sido pensado en la filosofía. El pensar retrocede ante su asunto, el ser, y con ello, lleva lo pensado a una posición contraria que nos permite contemplar el conjunto de esta historia, al prepararle el Respecto a la tercera pregunta ámbito que va a ocupar, y en concreto, desde la perspectiva de lo que se constituye en fuente de todo ese pensar. A diferencia de lo que Para Hegel, el diálogo con la historia de la filosofía anterior a él, tiene un carácter de superación, [aufhebung] esto es, de comprensión mediadora en el sentido de la absoluta fundamentación. Para nosotros, el diálogo con la historia del pensar ya no tiene carácter de superación, sino de paso atrás. ocurre en Hegel, éste no es un problema heredado y ya formulado, sino precisamente lo no preguntado por nadie a lo largo de toda esa historia del pensar. Lo llamaremos, provisional e inevitablemente, con palabras del lenguaje de la tradición. Hablamos de la diferencia entre el ser y lo ente. El paso atrás va desde lo impensado, desde la diferencia en cuanto tal, hasta lo por pensar: el olvido de la diferencia. El olvido que La superación conduce a ese dominio, que eleva y reúne, de la está aquí por pensar es ese velamiento pensado a partir de la λήθη verdad puesta de modo absoluto en el sentido de la certeza (encubrimiento) de la diferencia en cuanto tal, velamiento que se ha completamente desplegada del saber que se sabe a sí mismo. sustraído desde el principio. El olvido forma parte de la diferencia, porque ésta le pertenece a aquél. No es que el olvido sólo afecte a la El paso atrás dirige hacia ese ámbito que se había pasado por alto hasta ahora y que es el primero desde el que merece ser pensada diferencia por lo olvidadizo del pensar humano. 165 La diferencia de ente y ser es el ámbito dentro del cual la moderna que todavía está por pensar. metafísica, el pensamiento occidental en la totalidad de su esencia, puede ser lo que es. Por ello, el paso atrás va desde la metafísica hasta Con esta indicación, queda excluida la otra posible mal la esencia de la metafísica. La observación sobre el uso que hace Hegel interpretación del término «paso atrás», a saber, la opinión de que el de la palabra conductora de múltiples sentidos «ser», nos permite ver paso atrás consiste en una vuelta histórica a los pensadores más que el discurso sobre el ser y lo ente nunca se puede restringir a una tempranos de la filosofía occidental. Naturalmente, el lugar al que nos época determinada de la historia de la manifestación del ser. El discurso conduce el paso atrás, sólo se descubre y se hace visible cuando se sobre el ser tampoco entiende nunca este nombre en el sentido de un consuma tal paso. género dentro de cuya generalidad vacía tuvieran su lugar como casos singulares las doctrinas de lo ente concebidas históricamente. El «ser» habla en todo tiempo de modo destinado, de un modo, por lo tanto, penetrado por la tradición. Pero el paso atrás desde la metafísica hasta su esencia, recaba una duración y una capacidad de resistencia cuya medida desconocemos. Sólo está clara una cosa: el paso precisa de una preparación que debe ser intentada aquí y ahora, pero teniendo presente a lo ente en cuanto tal en su conjunto tal y como es ahora y como empieza a mostrarse cada vez de modo más claro. Lo que es ahora, se encuentra marcado por el dominio de la esencia de la técnica moderna, dominio que se manifiesta ya en todos los campos de la vida por medio de características que pueden recibir distintos nombres tales como funcionalización, perfección, automatización, burocratización e información. De la misma manera que llamamos biología a la representación de lo vivo, la representación y formación de ese ente dominado por la esencia de la técnica puede ser llamada tecnología. La expresión también puede servir para designar a la metafísica de la era atómica. El paso atrás desde la metafísica a la esencia de la metafísica es, visto desde la actualidad y a partir de la idea que nos hemos formado de ella, el paso que va desde la tecnología y la descripción e interpretación tecnológica de la época, a esa esencia de la técnica A fin de ganar por medio de este seminario una visión del conjunto de la metafísica de Hegel, recurrimos a la explicación del fragmento con el que comienza el primer libro de la Ciencia de la lógica: «La doctrina del ser». Cada palabra del propio título del fragmento, da ya bastante que pensar. Éste reza así: ¿Cuál debe ser el comienzo de la ciencia? La respuesta de Hegel a la pregunta, consiste en probar que el comienzo es de «naturaleza especulativa». Esto quiere decir que el comienzo no es ni algo inmediato ni algo mediado. Ya intentamos enunciar esta naturaleza del comienzo por medio de una frase especulativa: «el comienzo es el resultado». Según la ambigüedad dialéctica del «es», esto quiere decir varias cosas. En primer lugar, que el comienzo -tomando a la letra el «resultare»- es el resalto hacia fuera de la consumación del movimiento dialéctico del pensar que se piensa a sí mismo. La consumación de este movimiento, la idea absoluta, es el todo completamente desplegado, la plenitud del ser. El resalto hacia fuera de esta plenitud da lugar al vacío del ser. Con él es con quien tiene que comenzar la ciencia (el saber absoluto que se sabe a sí mismo). El ser es en todas partes comienzo y final del movimiento, y antes que esto, movimiento mismo. El ser se manifiesta como movimiento que da vueltas en torno a sí mismo desde la plenitud a la 166 más extrema enajenación, y desde ésta, hasta la plenitud consumada metafísica?» (1929), determinamos la metafísica como la pregunta por en sí misma. De este modo, el asunto del pensar es, para Hegel, el lo ente en cuanto tal y en su conjunto. La totalidad del conjunto es la pensar que se piensa a sí mismo en cuanto ser que gira en torno a sí. unidad de lo ente, que unifica en su calidad de fundamento que hace Dándole una vuelta, no sólo justificada, sino necesaria, la frase surgir algo. Para el que sepa leer, esto quiere decir que la metafísica es especulativa dice así acerca del comienzo: «El resultado es el onto-teo-logía. Hoy en día, el que por medio de una larga tradición haya comienzo». En realidad, hay que comenzar con el resultado, puesto que conocido directamente tanto la teología de la fe cristiana como la de la el comienzo resulta de él. filosofía, prefiere callarse cuando entra en el terreno del pensar que concierne a Dios. Pues el carácter onto-teológico de la metafísica se ha Esto expresa lo mismo que la observación introducida por Hegel tornado cuestionable para el pensar, y no debido a algún tipo de (de modo pasajero, hacia el final, y entre paréntesis), en el fragmento ateísmo, sino debido a la experiencia de un pensar al que se le ha sobre el comienzo (Lass., I, 63): «(y sería Dios el que tendría el más manifestado en la onto-teo-logía la unidad aún impensada de la indiscutible derecho a que se comenzase por él)». Según la pregunta esencia de la metafísica. Con todo, esta esencia de la metafísica que sirve de título al fragmento, se trata aquí del «comienzo de la continúa siendo para el pensar lo más digno de ser pensado, siempre ciencia». Si tiene que comenzar por Dios, será la ciencia de Dios: la que el diálogo con la tradición que le ha sido destinada no se interrumpa teología. Este nombre se emplea aquí con su significado tardío, según arbitraria y con ello inoportunamente. el cual, la teo-logía es la expresión del pensar representativo acerca de Dios. Θεολόγος, θεολογια significa en primer lugar el decir mítico- La introducción añadida a la quinta edición de ¿Qué es poético sobre los dioses, fuera de cualquier relación con alguna doctrina metafísica? (1949), se refiere expresamente a la esencia onto- de fe o de una iglesia. teológica de la metafísica (pp. 17 ss.; 7.ª ed., pp. 18 y ss.). Sin embargo, sería apresurado afirmar que la metafísica sea teología sólo ¿Por qué la «ciencia» -así reza desde Fichte el nombre para la porque es ontología. Antes habrá que decir que la metafísica es metafísica- es una teología? Respuesta: porque la ciencia es el teología, esto es, un discurso sobre Dios, porque el Dios entra en la desarrollo sistemático del saber y el ser de lo ente sólo es verdadero filosofía. De este modo, la pregunta acerca del carácter onto-teológico cuando se sabe a sí mismo como tal saber. El título escolar que surge de la metafísica, se precisa en esta nueva pregunta: ¿Cómo entra el en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna para la ciencia del Dios en la filosofía, no sólo en la moderna, sino en la filosofía como tal? ser, esto es, de lo ente en cuanto tal en general, es ontosofía u Esta pregunta sólo se podrá contestar después de haberla desarrollado ontología. Ahora bien, la metafísica occidental ya era desde su principio suficientemente como tal pregunta. en Grecia, y antes de estar vinculada a este título, ontología y teología. Este es el motivo por el que en la lección inaugural «¿Qué es Sólo podremos pensar a fondo y conforme a ella la pregunta 167 ¿cómo entra el Dios en la filosofía?, cuando al plantearla, hayamos metafísica, indicando simplemente que para Hegel el asunto del pensar iluminado suficientemente el lugar en el que el Dios tiene que entrar: la es «el pensamiento», entendiendo esta palabra como singulare tantum. propia filosofía. Mientras recorramos la historia de la filosofía El pensamiento, el pensar, es evidentemente, y según una antigua únicamente de modo histórico, siempre nos encontraremos con que el tradición, el tema de la lógica. No cabe la menor duda. Pero también es Dios ha entrado en ella. Pero suponiendo que la filosofía, entendida indiscutible que Hegel, fiel a la tradición, encuentra el asunto del pensar como pensar, sea la entrada libre y emprendida espontáneamente en lo ente en cuanto tal y en su conjunto, en el movimiento del ser dentro del terreno de lo ente en cuanto tal, entonces el Dios sólo puede desde su vacuidad hacia su plenitud desarrollada. llegar a la filosofía en la medida en que ésta exige y determina según su esencia que Dios entre en ella, así como el modo en que debe de Pero ¿cómo se le puede ocurrir al «ser» presentarse en tanto hacerlo. Por ello, la pregunta ¿cómo entra el Dios en la filosofía?, nos que «pensamiento»? ¿Y, cómo, sino debido a que el ser está marcado hace retroceder a la pregunta ¿de dónde procede la constitución de la de antemano como fundamento y el pensar, empero, al formar parte esencia onto-teológica de la metafísica? Pero aceptar la pregunta, integrante del ser, se reúne en el ser en tanto que fundamento a la planteada en estos términos, significa consumar el paso atrás. manera de una profundización y fundamentación? El ser se manifiesta en tanto que pensamiento, lo que quiere decir que el ser de lo ente se Pasemos a considerar ahora la procedencia de la esencia de la desencubre como ese fundamento que yendo hasta el fondo de sí, se estructura onto-teológica de toda metafísica, dando ese paso. Nos fundamenta a sí mismo. El fundamento, la ratio, son según su preguntamos: ¿cómo entra el Dios, y de acuerdo con él, la teología, y procedencia esencial, el Λόγος, en el sentido del dejar (sub)-yacer junto con ella, la característica fundamental onto-teo-lógica, dentro de la unificador: el Εν Πάντα. En verdad, según esto, para Hegel la «ciencia», metafísica? Planteamos esta pregunta en el marco de un diálogo con o lo que es lo mismo, la metafísica, no es precisamente «lógica» porque toda la historia de la filosofía. Pero al mismo tiempo, preguntamos con la ciencia tenga como tema el pensar, sino porque el asunto del pensar la mirada puesta particularmente en Hegel. Y esto nos conduce a sigue contemplar en primer lugar un asunto singular. desencubrimiento en tanto que Λόγος, en tanto que fundamento que siendo el ser, pero éste, desde el principio de su funda, reclama al pensar en su calidad de fundamentador. Hegel piensa el ser en su más vacía vacuidad, es decir, en lo más general. Al mismo tiempo, piensa el ser en su plenitud totalmente La metafísica piensa lo ente en cuanto tal, es decir, en lo consumada. Y asimismo, llama a la filosofía especulativa, esto es, a la general. La metafísica piensa lo ente en cuanto tal, es decir, en su auténtica filosofía, «Ciencia de la lógica» en lugar de onto-teo-logía. Al conjunto. La metafísica piensa el ser de lo ente, tanto en la unidad llamarla así, Hegel trae a la luz algo decisivo. Desde luego, resultaría profundizadora de lo más general, es decir, de lo que tiene igual valor muy fácil explicar en dos palabras el nombre «lógica» dado a la siempre, como en la unidad fundamentadora de la totalidad, es decir, de 168 lo más elevado sobre todas las cosas. De este modo, el ser de lo ente que también se encierra en la denominación empleada por Hegel, que es pensado ya de antemano en tanto que fundamento que funda. Este es el único que la aclara al entenderla como el nombre para ese pensar es el motivo por el que toda metafísica es, en el fondo, y a partir de su que profundiza siempre en lo ente como tal y lo fundamenta dentro del fundamento, ese fundar que da cuenta del fundamento, que le da todo a partir del ser en cuanto fundamento (Λόγος). La característica razones, y que, finalmente, le pide explicaciones. fundamental de la metafísica se llama onto-teo-lógica. Con esto estaríamos capacitados para explicar cómo entra el Dios en la filosofía. ¿Con qué fin mencionamos esto? Con el fin de conocer el auténtico peso de las denominaciones usadas: ontología, teología y ¿Hasta dónde puede tener éxito una explicación? Hasta donde onto-teología. A decir verdad, las denominaciones ontología y teología consideremos que el asunto del pensar es lo ente en cuanto tal, es suelen tomarse normalmente a primera vista exactamente igual que decir, el ser. Éste se manifiesta en el modo esencial del fundamento. otras cosmología, Según esto, el asunto del pensar, el ser en cuanto fundamento, sólo es arqueología. El sufijo -logia, significa, de modo sólo aproximativo pero pensado a fondo cuando el fundamento es representado como el primer usual, que se trata de una ciencia del alma, de lo vivo, del cosmos, y de fundamento, πρώτο αρχή. El asunto originario del pensar se presenta lo antiguo. Pero en el sufijo «logia» no se esconde sólo lo lógico en el como la cosa originaria, [Ur-sache] como la causa prima, que sentido de lo consecuente y de la enunciación en general, es decir, de corresponde al retorno fundamentador a la ultima ratio, a la última lo que articula, mueve, asegura y comunica todo el saber de las cuenta que hay que rendir. El ser de lo ente sólo se representa a fondo, ciencias. El sufijo «logia», es, en cada caso, un conjunto de relaciones en el sentido del fundamento, como causa sui. Con ello, ha quedado de fundamentación en las que los objetos de las ciencias se nombrado el concepto metafísico de Dios. La metafísica debe pensar representan, o lo que es lo mismo, se comprenden desde la perspectiva más allá hasta llegar a Dios, porque el asunto del pensar es el ser, pero de su fundamento. Pero la ontología y la teología sólo son «logias» en éste se manifiesta de múltiples maneras en tanto que fundamento: la medida en que profundizan en lo ente como tal y lo fundamentan en como Λόγος, como υποκείµεον, como substancia y como sujeto. conocidas, tales como psicología, biología, el todo. Dan cuenta del ser en tanto que fundamento de lo ente, le dan razones al Λόγος, y son, en un sentido esencial, conformes al Λόγος, Esta explicación toca presumiblemente algo verdadero, pero esto es, son la lógica del Λόγος. En consecuencia, habrá que llamarlas sigue siendo absolutamente insuficiente para analizar la esencia de la más exactamente, onto-lógica y teo-lógica. Pensada de modo más metafísica, ya que ésta no es sólo teo-lógica, sino también onto-lógica. conforme a su asunto y de manera clara, la metafísica es onto- Y sobre todo, la metafísica no es sólo lo uno o lo otro también sino que, teológica. antes bien, la metafísica es teo-lógica porque es onto-lógica: es esto porque es aquello. La constitución onto-teológica de la esencia de la Estamos entendiendo la palabra «lógica» en el sentido esencial metafísica no se puede explicar ni desde la teología ni mediante la 169 Lo ente significa siempre y en todas partes, lo ente del ser, ontología, suponiendo que pudiera bastar alguna vez una explicación para el asunto que queda por pensar. expresión en la que el genitivo debe ser pensado como genitivus subjectivus. A decir verdad, hablamos con ciertas reservas de un Todavía permanece impensada qué unidad es la que reúne en genitivo dirigido hacia el objeto y el sujeto, pues la denominación sujeto- un mismo lugar la ontológica y la teológica, impensada la procedencia objeto ya nació por su parte a raíz de una calificación del ser. Lo único de esta unidad, impensada la diferencia de eso diferente que ella une. que está claro es que cuando se habla del ser de lo ente y de lo ente Pues evidentemente, no se trata de la reunión de dos disciplinas de la del ser, se trata siempre de una diferencia. metafísica que existan por separado, sino de la unidad de aquello que es preguntado y pensado en la ontológica y la teológica, esto es, de lo Por lo tanto, sólo pensamos el ser conforme a su asunto, ente como tal en lo general y lo primero, a una con lo ente como tal en cuando lo pensamos en la diferencia con lo ente, y a este último, en la lo supremo y lo último. La unidad de lo aunado es de tal carácter que lo diferencia con el ser. Así es como la diferencia se hace propiamente último fundamenta a su manera a lo primero y lo primero fundamenta a visible. la suya a lo último. La disparidad de ambos modos de fundamentación inmediatamente inducidos a concebir la diferencia como una relación cae también dentro de la mencionada diferencia todavía impensada. añadida por nuestra representación al ser y lo ente. Con ello, se rebaja Si intentamos representárnosla, nos encontramos la diferencia a simple distinción, a producto de nuestro entendimiento. La constitución de la esencia de la metafísica yace en la unidad de lo ente en cuanto tal en lo general y en lo supremo. De lo que aquí Pero supongamos por un momento que la diferencia sea algo se trata es de explicar la pregunta por la esencia onto-teológica de la añadido por nuestra capacidad representativa; en ese caso, surgirá la metafísica, pero en un primer momento sólo como pregunta. Sólo el pregunta: ¿algo añadido a qué? La respuesta es: a lo ente. Bien, pero propio asunto puede indicarnos el camino hacia el lugar mencionado ¿qué significa «lo ente»? ¿Y qué puede significar, sino lo que es? De por la pregunta acerca de la constitución onto-teológica de la metafísica, esta manera llevamos el supuesto añadido, la representación de la de tal manera que intentemos pensar el asunto del pensar de modo diferencia, al dominio del ser. Pero «ser» quiere decir, por su parte, ser más conforme a él mismo. El asunto del pensar le ha sido transmitido al que es ente. Vayamos a donde vayamos con la diferencia en su calidad pensamiento occidental bajo el nombre «ser». Pensemos este asunto de supuesto añadido, nos encontraremos ya con lo ente y el ser en su de un modo aunque sólo sea ligeramente más conforme a él, y diferencia. Ocurre como en el cuento de Grimm de la liebre y el erizo: atendamos con más cuidado al lado litigioso del asunto, y entonces se «Ya estoy aquí». Pues bien, este extraño estado de cosas -que lo ente mostrará que ser significa siempre y en todas partes, el ser de lo ente, y el ser siempre sean descubiertos a partir de la diferencia y en ella- expresión en la que el genitivo debe de ser pensado como genitivus podría ser aclarado de forma algo tosca de la siguiente manera: nuestro objectivus. pensar representativo está hecho y organizado de tal manera, que 170 establece en todo lugar, y ya de entrada, la diferencia entre lo ente y el Sin dejar de contemplar la diferencia, pero permitiendo que ser, por medio de un proceso que, por así decir, pasa por encima de su entre ya mediante el paso atrás dentro de lo que está por pensar, cabeza a la vez que nace en ella. Habría mucho que decir y mucho más podemos decir que el ser de lo ente significa el ser que es lo ente. «Es» que preguntar acerca de esta explicación aparentemente esclarecedora tiene aquí un sentido transitivo y pasajero. El ser se manifiesta aquí a la pero demasiado apresurada, y antes que nada, lo siguiente: ¿de dónde manera de un tránsito hacia lo ente. Pero no es que el ser abandone su viene ese «entre» dentro del que debe insertarse la diferencia? lugar para ir a lo ente como si lo ente, que en principio se encontraba sin el ser, pudiera ser alcanzado primero por este último. El ser pasa, Pero dejemos de lado las opiniones y las explicaciones, y en su desencubriendo, por encima y más allá de lo que llega en calidad de lo lugar, fijémonos en lo siguiente: encontramos siempre, en todo lugar y que se desencubre por sí mismo gracias a esa sobrevenida. «Llegada» de forma tan indudable, lo que se denomina diferencia en el asunto del quiere decir encubrirse dentro del desencubrimiento, o lo que es lo pensar, dentro de lo ente como tal, que en un primer momento no mismo, durar encubierto, ser lo ente. caemos en la cuenta de lo que encontramos. Tampoco hay nada que nos obligue a hacerlo. Nuestro pensar es libre de dejar la diferencia El ser se manifiesta como sobrevenida desencubridora. Lo ente impensada o de pensarla propiamente como tal. Pero esta libertad no como tal, aparece a la manera de esa llegada que se encubre dentro vale para todos los casos. Sin darnos cuenta, puede ocurrir que el del desencubrimiento. pensar se vea llamado a preguntar: ¿qué es lo que quiere decir entonces este ser tan nombrado? Si el ser se muestra de inmediato El ser, en el sentido de la sobrevenida que desencubre, y lo ente como el ser de..., y con ello en el genitivo de la diferencia, entonces la como tal, en el sentido de la llegada que se encubre, se muestran como pregunta anterior rezará, si la formulamos de modo más preciso: ¿cómo diferentes gracias a lo mismo, gracias a la inter-cisión. [Unter-schied] La tiene que ser considerada la diferencia, cuando tanto el ser como lo inter-cisión da lugar y mantiene separado a ese Entre dentro del cual la ente aparecen cada uno a su manera a partir de la diferencia? Para sobrevenida y la llegada entran en relación, se separan y se reúnen. La satisfacer esta pregunta, tenemos que situarnos en primer lugar bien diferencia de ser y ente, en tanto que inter-cisión entre la sobrevenida y enfrente de la diferencia. Esta posición frente a frente se hace posible la llegada, es la resolución desencubridora y encubridora de ambas. En cuando llevamos a cabo el paso atrás, pues lo próximo sólo se nos la resolución reina el claro de lo que se cierra velándose y da lugar a la ofrece como tal y la proximidad sale por primera vez a la luz, gracias al separación y la reunión de la sobrevenida y la llegada. alejamiento que con él se consigue. Mediante el paso atrás liberamos al asunto del pensar, al ser como diferencia, para que pueda ganar esa posición frente a frente, la cual, por otra parte, debe de permanecer absolutamente libre de objetos. Al intentar pensar la diferencia como tal, no la hacemos desaparecer, sino que la seguimos hasta el origen de su esencia, y en el camino pensamos la resolución entre la sobrevenida y la llegada. Se 171 trata del asunto del pensar pensado un paso más atrás en la dirección existe de modo clasificable como las manzanas, peras y melocotones, que conviene a su asunto: se trata del ser pensado desde la diferencia. como algo dispuesto en el mostrador de las representaciones históricas. Como es natural, aquí se hace necesaria una aclaración acerca ¿Pero no oímos hablar del ser en el orden y la consecución de nuestro discurso sobre el asunto del pensar, aclaración que, por otra históricos del proceso dialéctico que piensa Hegel? Ciertamente. Pero parte, reclama nuestra atención siempre de nuevo. Al decir «el ser», el ser también se deja ver aquí únicamente bajo la luz que brilló para el estamos usando la palabra en la generalidad más amplia e imprecisa. pensar de Hegel, lo que quiere decir que la forma en la que se da el ser Pero ya sólo con hablar de una generalidad hemos pensado el ser de se determina siempre ella misma a partir del modo en que éste se da modo inadecuado, hemos representado el ser de una manera en la que luz a sí mismo. Pero este modo es un modo destinado, es siempre la él, el ser, nunca se da. La forma de comportarse del asunto del pensar, marca de una época que sólo se nos manifiesta como tal si le damos la del ser, sigue siendo un estado de cosas único en su género que en libertad de volver a su propio ser pasado. Sólo podemos llegar a la principio nuestro usual modo de pensar nunca podrá aclarar proximidad de lo destinado por medio de una súbita chispa de recuerdo suficientemente. Intentaremos dar un ejemplo teniendo en cuenta de que surge en un instante. Esto también vale para la experiencia que antemano que, para la esencia del ser, no existe ejemplo [Beispiel] tenemos de la marca que lleva en cada ocasión la diferencia de ser y alguno en ningún lugar de lo ente, presumiblemente porque la esencia ente, a la que corresponde en cada caso una interpretación de lo ente del ser es el propio juego. [Spiel] como tal. Lo dicho también vale de modo particular para nuestro intento de salir del olvido de la diferencia como tal por medio del paso atrás, y Hegel cita en cierta ocasión el caso siguiente para caracterizar de pensar en ésta como en la resolución entre la sobrevenida la generalidad de lo general: alguien desea comprar fruta en una tienda. desencubridora y la llegada que se encubre a sí misma. Ciertamente, a Pide fruta. Le ofrecen manzanas, peras, melocotones, cerezas y uvas. un oído más atento se le revela que en nuestro discurso acerca de la Pero el comprador rechaza lo ofrecido. Quiere fruta a toda costa. Pero resolución, ya dejamos que aquello que ha sido tomase la palabra, en la ocurre que, aunque lo que le ofrecen es fruta en cada caso, se hará medida en que pensamos en un desencubrir y un encubrir, esto es, en manifiesto que, sin embargo, no hay fruta que comprar. una sobrevenida (trascendencia) y una llegada (presencia). Tal vez mediante esta explicación de que la diferencia de ser y ente se Aún resulta infinitamente más imposible representar «el ser» como aquello general que corresponde a cada ente. Sólo hay ser cuando lleva en cada casó la marca que le ha sido destinada: Φύσις Λόγος Εν Ιδέα Ενέργεία, substancialidad, objetividad, subjetividad, voluntad, voluntad de poder, voluntad de voluntad. Pero lo destinado no encuentra en la resolución en calidad de preámbulo de su esencia, salga a la luz algo permanente que atraviesa el destino del ser desde el principio hasta su consumación. Pero con todo, sigue siendo difícil decir cómo debe ser pensada esa permanencia, puesto que, ni es algo general que valga para cada caso, ni una ley que garantice la necesidad 172 de un proceso en sentido dialéctico. Y aquí, nuestra meditación alcanza un punto desde el que se pueden establecer inquietantes conexiones. El ser se manifiesta en Lo único que interesa ahora a nuestro propósito es contemplar tanto que Λόγος en el sentido del fundamento, del dejar (sub)-yacer. El la posibilidad de pensar la diferencia en su calidad de resolución, de un mismo Λόγος es, como reunión, lo unificador, el Εν. Este Εν tiene sin modo tal, que se vuelva más claro hasta qué punto la constitución onto- embargo dos aspectos: por una parte, es el uno unificador, en el sentido teológica de la metafísica tiene el origen de su esencia en esa de lo que es en todo lugar lo primero y de este modo, lo más general, y resolución que inicia la historia de la metafísica y que reina en todas sus al mismo tiempo, es el uno unificador, en el sentido de lo supremo épocas, pero que siempre permanece encubierta en tanto que (Zeus). Fundando, el Λόγος reúne todo dentro de lo general, y resolución, y con ello, olvidada dentro de un olvido que todavía se sigue fundamentando, reúne todo a partir de lo único. Dicho sea de pasada, el substrayendo a sí mismo. mismo Λόγος encubre además dentro de sí el origen de la esencia de la marca del ser lingüístico, y determina con ello el modo del decir en tanto Para facilitar dicha contemplación pensemos el ser, y dentro de que lógico, en sentido amplio. él la diferencia, y a su vez dentro de ésta, la resolución, a partir de aquella marca recibida por el ser mediante la cual éste se manifestó en Cuando el ser, en tanto que el ser de lo ente, se manifiesta cuanto Λόγος, en cuanto fundamento. El ser se muestra dentro de la como la diferencia, como la resolución, perduran la separación y sobrevenida desencubridora como el dejar (sub)-yacer de lo que llega, correlación mutuas del fundar y el fundamentar, el ser funda a lo ente, y como el fundar a la manera siempre diferente de la aportación y la lo ente fundamenta al ser en tanto que ente máximo. El uno pasa al presentación. Lo ente como tal, la llegada que se encubre dentro del otro, el uno entra dentro del otro. La sobrevenida y la llegada aparecen desencubrimiento, es lo fundado, que en cuanto fundado, y por lo tanto alternantemente la una dentro de la otra como en un mutuo reflejo. producido, funda a su manera, o lo que es lo mismo, produce un efecto, Hablando desde el punto de vista de la diferencia, esto significa que la esto es, causa. La resolución de lo que funda y de lo fundado como tal, resolución es una rotación, ese girar del ser y lo ente el uno alrededor no sólo los mantiene separados a ambos, sino que los mantiene en una del otro. El propio fundar aparece en el claro de la resolución como algo correlación. Los que fueron separados, se encuentran tan retenidos que es, y que por lo tanto reclama en cuanto ente la correspondiente dentro de la resolución, que ya no es sólo que el ser en tanto que fundamentación por un ente, es decir, la causación, a saber, por medio fundamento funde lo ente, sino que lo ente, por su parte, funda a su de la causa suprema. manera al ser, esto es, lo causa. Ahora bien, lo ente sólo puede lograr tal cosa en la medida en que «es» la plenitud del ser, esto es, en tanto que el ente máximo. Una de las clásicas pruebas de este estado de cosas, en el ámbito de la historia de la metafísica, se encuentra en un texto de Leibniz que ha pasado prácticamente desapercibido y que llamaremos 173 para abreviar Las 24 tesis de la metafísica (Gerh. Phil., VII, pp. 289 ss.; compárese con El principio del fundamento, 1957, pp. 51 y ss.). La constitución onto-teológica de la metafísica procede del predominio de la diferencia que mantiene separados y correlacionados mutuamente al ser en tanto que fundamento, y a lo ente en su calidad La metafísica le corresponde al ser como Λόγος, y por lo tanto, es siempre en líneas generales lógica, pero una lógica que piensa el ser de fundado-fundamentador, proceso que es llevado a cabo por la resolución. de lo ente, y en consecuencia, la lógica determinada por lo diferente de la diferencia: la onto-teo-lógica. Lo que llamamos de este modo, vuelve a conducir a nuestro pensar a ese ámbito del que ya no se puede hablar con las palabras En la medida en que la metafísica piensa lo ente como tal en su rectoras de la metafísica: ser y ente, fundamento-fundamentado. Pues conjunto, representa a lo ente desde la perspectiva de lo diferente de la lo que nombran estas palabras, lo que representa el modo de pensar diferencia, sin tomar en consideración a la diferencia en cuanto regido por ellas, procede, como lo diferente, de la diferencia. Su origen diferencia. ya no se deja pensar dentro del horizonte de la metafísica. Lo diferente se manifiesta en tanto que ser de lo ente en lo general, y en tanto que ser de lo ente en lo supremo. La mirada a la constitución onto-teológica de la metafísica muestra un posible camino para contestar, a partir de la esencia de la metafísica, a la pregunta ¿cómo entra el Dios en la filosofía? Es porque el ser aparece como fundamento, por lo que lo ente es lo fundado, mientras que el ente supremo es lo que fundamenta en el El Dios entra en la filosofía mediante la resolución, que sentido de la causa primera. Cuando la metafísica piensa lo ente desde pensamos, en principio, como el lugar previo a la esencia de la la perspectiva de su fundamento, que es común a todo ente en cuanto diferencia entre el ser y lo ente. La diferencia constituye el proyecto en tal, entonces es lógica en cuanto onto-lógica. Pero cuando la metafísica la construcción de la esencia de la metafísica. La resolución hace piensa lo ente como tal en su conjunto, esto es, desde la perspectiva patente y da lugar al ser en cuanto fundamento que aporta y presenta, del ente supremo que todo lo fundamenta, entonces es lógica en cuanto fundamento que, a su vez, necesita una apropiada fundamentación a teo-lógica. partir de lo fundamentado por él mismo, es decir, necesita la causación por la cosa más originaria. Esta es la causa en tanto que Causa sui. Así Debido a que el pensar de la metafísica permanece introducido dentro de la diferencia, que se encuentra impensada como tal, y en virtud de la unidad unidora de la resolución, la metafísica es al tiempo y unitariamente, ontología y teología. reza el nombre que conviene al Dios en la filosofía. A este Dios, el hombre no puede ni rezarle ni hacerle sacrificios. Ante la Causa sui el hombre no puede caer temeroso de rodillas, así como tampoco puede tocar instrumentos ni bailar ante este Dios. 174 En consecuencia, tal vez el pensar sin Dios, que se ve obligado occidentales son, cada una a su modo, lenguas del pensar metafísico. a abandonar al Dios de la filosofía, al Dios Causa sui, se encuentre más Debe quedar abierta la pregunta acerca de si la esencia de las lenguas próximo al Dios divino. Pero esto sólo quiere decir aquí que tiene más occidentales sólo lleva en sí misma una marca metafísica, y por lo tanto libertad de lo que la onto-teo-lógica querría admitir. definitiva, por medio de la onto-teo-lógica, o si estas lenguas ofrecen otras posibilidades del decir, lo que también significa del no-decir que Tal vez esta observación arroje una pequeña luz sobre el habla. Ya se nos mostró con demasiada frecuencia durante los camino en cuya dirección camina un pensar que lleva a cabo el paso ejercicios de seminario, la dificultad a la que queda expuesto el decir atrás, el paso que vuelve desde la metafísica a la esencia de la que piensa. La pequeña palabra «es», que toma voz en todas partes metafísica, que vuelve desde el olvido de la diferencia como tal al dentro de nuestra lengua, y que habla del ser -incluso en donde éste no destino de ese encubrimiento de la resolución que se sustrae a sí aparece propiamente-, contiene ya, desde el έστιν γαρ είναι de mismo. Parménides, hasta el «es» de la proposición especulativa de Hegel y hasta la disolución del «es» en una posición de la voluntad de poder en Nadie puede saber si, cuándo, dónde, ni cómo, se desarrolla Nietzsche, todo el destino del ser. este paso del pensar hasta convertirse en un auténtico camino, pasaje y construcción de sendas (entendiendo por auténtico, que es usado en el La mirada a las dificultades del lenguaje debería ponernos en Ereignis). Podría ocurrir que se consolidara antes el dominio de la guardia para no convertir en moneda corriente el lenguaje del pensar metafísica, bajo la forma de la técnica moderna y de sus desarrollos de ahora intentado, construyendo con demasiado apresuramiento una incalculable rapidez. También podría ser que todo lo que aparece en el terminología, así como para no hablar ya mañana sobre la resolución en camino del paso atrás, sea simplemente usado y elaborado a su lugar de dedicar todos los esfuerzos a la penetración de nuestro pensar manera por la metafísica, que aún perdura, a modo de producto de un en lo ya expuesto. Pues lo expuesto fue dicho en un seminario. Y un pensar representativo. seminario es, como ya lo indica la palabra, un lugar y una ocasión de arrojar aquí y allá una semilla, de dispersar un germen de meditación De este modo, el propio paso atrás quedaría no consumado, y el camino abierto e indicado por él, no andado. Este tipo de reflexiones nos asaltan con suma facilidad, pero no tienen ningún peso en relación con otra dificultad de tipo muy distinto por la que tiene que pasar el paso atrás. La dificultad se encuentra en el lenguaje. Nuestras lenguas que tal vez algún día se abra a su manera y fructifique. 175 SUPERACIÓN DE LA METAFÍSICA Überwindung der Metaphysik Martin Heidegger I finalización. La finalización dura más tiempo que lo que ha durado ¿Qué significa «superación de la Metafísica»? En el pensar de hasta ahora la historia acontecida de la Metafísica. la historia acontecida del ser este rótulo está usado sólo como un expediente para hacerse entender mínimamente. En realidad este rótulo da pie a muchos malentendidos; porque no deja que la experiencia II llegue al fondo desde el cual, y sólo desde el cual, la historia del ser revela su esencia. Es el acaecimiento propio en el que el ser mismo está en torsión. Ante todo, superación no quiere decir el arrumbamiento que saca a una disciplina del horizonte de intereses de la «cultura» filosófica. La palabra «Metafísica» está pensada ya como sino de la verdad del ente, es decir, de la condición de ente, entendida en cuanto acaecer propio todavía oculto pero sobresaliente. a saber, del olvido del ser. No podemos deshacernos de la Metafísica como nos deshacemos de una opinión. De ninguna manera se la puede dejar atrás como una doctrina en la que ya no se cree y que ya nadie defiende. El hecho de que el hombre, como animal rationale -y esto quiere decir ahora el ser vivo que trabaja- tenga que vagar errante por el desierto de la desertización de la tierra podría ser un signo de que la En la medida en que se piensa la superación como artefacto de Metafísica se manifiesta a partir del ser mismo, y de que la superación la Filosofía, el rótulo más adecuado podría decir: el pasado de la de la Metafísica tiene lugar en tanto que torsión del ser. Porque el Metafísica. Pero este rótulo suscita nuevos malentendidos. Pasado trabajo [cfr. E. Jünger, «Der Arbeiter» («El trabajador») 1932] accede quiere decir aquí: pasar (marcharse para no volver), disolverse en el ahora al rango metafísico de la objetualización incondicionada de todo haber sido. Al pasar, la Metafísica está pasada. El pasado no excluye lo presente que despliega su esencia en la voluntad de voluntad. sino que incluye el hecho de que ahora, no antes, la Metafísica llegue a su dominio absoluto en el seno del ente mismo y en cuanto tal ente, en Si esto es así, entonces sería vano pretender que, porque la figura desprovista de verdad de lo real y de los objetos. Pero presentimos el final de la Metafísica, estamos ya fuera de ella. Porque experienciada desde los albores de su comienzo, la Metafísica es al la Metafísica, incluso superada, no desaparece. Regresa transformada mismo tiempo algo pasado en el sentido de que ella ha entrado en su y continúa dominando como distinción entre el ser y el ente, distinción 176 como voluntad, el derrumbamiento del mundo, la devastación de la que sigue en vigor. tierra, y el hombre tiene que ser obligado al mero trabajo. Sólo después El ocaso de la verdad del ente quiere decir: la manifestación del de este ocaso acaece de un modo propio por largo tiempo la abrupta ente, y sólo del ente, pierde la exclusividad que ha tenido hasta ahora duración del comienzo. En el ocaso termina todo, es decir, el ente en el en su pretensión de ser módulo y medida. todo de la verdad de la Metafísica. El ocaso ya ha acaecido. Las consecuencias de este acaecimiento son los sucesos de la historia del mundo en este siglo. III Ellos sólo dan el decurso final de lo que ya ha finalizado. Su curso es El ocaso de la verdad del ente acaece de un modo necesario, y ordenado por la técnica de la Historia en el sentido del último estadio de la Metafísica. Este ordenamiento es la última organización por la cual lo lo hace como acabamiento de la Metafísica. que ha finalizado pasa a la apariencia de una realidad cuyo tejido actúa El ocaso se cumplimenta al mismo tiempo en el derrumbamiento de un modo irresistible, porque pretende poder pasar sin un del mundo marcado por la Metafísica y con la devastación de la tierra desocultamiento de la esencia del ser, y ello de un modo tan decidido, que procede de la Metafísica. que no necesita presentir nada de tal desocultamiento. adecuada Al hombre de la Metafísica le está negada la verdad todavía cumplimentación en el hecho de que el hombre de la Metafísica, el oculta del ser. El animal trabajador está abandonado al vértigo de sus animal rationale, está asentado como animal de trabajo. artefactos, para que de este modo se desgarre a sí mismo y se aniquile Derrumbamiento y devastación encuentran su en la nulidad de la nada. Este asentamiento confirma la extrema ceguera sobre el olvido del ser. Pero el hombre quiere él mismo ser el voluntario de la voluntad de voluntad, para el cual toda verdad se convierte en aquel error que él necesita para poder asegurar ante sí el engaño de que la voluntad de voluntad no puede querer otra cosa que la nula Nada, frente a la cual él se afirma, sin que pueda saber de la nulidad completa de sí mismo. Antes de que el ser pueda acaecer de un modo propio en su verdad inicial, tiene que producirse necesariamente la quiebra del ser IV ¿Hasta qué punto pertenece la Metafísica a la naturaleza del hombre? El hombre, representado metafísicamente como un ente entre otros, está ante todo dotado de facultades. El ser vivo constituido de tal y tal modo, su naturaleza, el qué y el cómo de su ser, es en sí mismo metafísico: animal (sensibilidad) y rationale (no sensible). Metido de 177 Ego cogito es cogito: me cogitare. este modo dentro de los límites de lo metafísico, el hombre queda adherido a la diferencia no experienciada entre el ente y el ser. El modo del representar humano, metafísicamente marcado, en ninguna parte encuentra otra cosa que no sea un mundo construido metafísicamente. La Metafísica pertenece a la naturaleza del hombre. Pero ¿qué es la naturaleza misma? ¿Qué es la Metafísica misma? ¿Quién es, dentro de los límites de esta Metafísica natural, el hombre mismo? ¿Es sólo un yo V La figura moderna de la Ontología es la Filosofía trascendental que se convierte en Teoría del Conocimiento. que, en su vocación para un tú, se afianza tanto más en su yoidad por estar en la relación yo-tú? ¿En qué medida surge esto en la Metafísica de la época moderna? En la medida en que la entidad del ente es pensada como El ego cogito es para Descartes en todas las cogitationes lo representado y producido, lo presente, lo que no está en cuestión, lo indubitable y lo que está puesto ya siempre en el saber, lo propiamente cierto, lo que está sólidamente establecido antes que lo demás, es presencia para el representar asegurador. Entidad es ahora obstancia. La pregunta por la obstancia, por la posibilidad del estar en frente (es decir, del representar que asegura y calcula) es la pregunta por la cognoscibilidad. decir, como aquello que lo pone todo en relación a sí y de este modo lo pone en el «frente» a lo otro. Pero esta pregunta no está entendida propiamente como pregunta por el mecanismo psico-físico del proceso del conocimiento Al objeto (lo que está puesto en frente) pertenece a un tiempo la consistencia (el en-qué-consiste) de lo que está-en-frente (essentia- sino como pregunta por la posibilidad de la presencia del objeto en y para el conocer. possibilitas) y el estar de lo que está en frente (existentia). El objeto es la unidad de la estabilidad de las existencias. Las existencias, en su La «Teoría del Conocimiento» es observación, θεωρία, en la consistencia, están referidas esencialmente al emplazar del pre-sentar medida en que se pregunta al όν, pensado como objeto, en vistas a la como del tener-ante-sí asegurador. El objeto originario es la obstancia obstancia y a la posibilidad de ésta ∏ ή όν. misma. La obstancia originaria es el «yo pienso» en el sentido de «yo percibo» que de antemano se pone y se ha puesto ya delante de lo ¿En qué medida, por medio del cuestionamiento trascendental, percibible, que es subjectum. El sujeto, en el ordenamiento de la asegura Kant lo metafísico de la Metafísica moderna? En la medida en génesis trascendental del objeto, es el primer objeto del representar que la verdad se convierte en certeza y de este modo la entidad (ουσία) ontológico. del ente se transforma en la obstancia de la perceptio y de la cogitatio de la conciencia, del saber, el saber y el conocer pasan a primer plano. 178 La «Teoría del Conocimiento» y lo que se considera como tal es sí misma como realidad absoluta? en el fondo la Metafísica y la Ontología que se funda sobre la verdad ¿Hay aquí todavía una posibilidad de ir más allá de sí mismo? como certeza del representar asegurador. Sin duda que no. Pero la posibilidad de la entrada incondicionada en sí En cambio, la interpretación de la «Teoría del Conocimiento» como voluntad de la vida aún no se ha cumplimentado. Todavía no ha como explicación del «conocer» y como «teoría» de las ciencias recorre aparecido la voluntad como voluntad de voluntad en la realidad que ella un camino equivocado, aunque esta empresa de aseguramiento es sólo misma se ha preparado. De ahí que la Metafísica aún no se haya una consecuencia del cambio de la nueva interpretación del ser, visto cumplimentado con la Metafísica absoluta del espíritu. ahora como obstancia y representabilidad. A pesar de la cháchara bidimensional sobre la quiebra de la «Teoría del Conocimiento» es el rótulo que se da a la creciente, Filosofía hegeliana, sigue en pie esto: que en el siglo XIX esta Filosofía esencial incapacidad de la Metafísica moderna para saber su propia era la única que determinaba la realidad, aunque no en la forma externa esencia y el fundamento de ésta. El discurso de la «Metafísica del de una doctrina aceptada y seguida, sino como Metafísica, como Conocimiento» se queda en el mismo malentendido. En realidad se dominio de la entidad en el sentido de certeza. Los movimientos trata de la Metafísica del objeto, es decir, del ente como objeto, del contrarios a esta Metafísica pertenecen a ella. Desde la muerte de objeto para un sujeto. Hegel (1831), no sólo en Alemania sino también en Europa, todo son movimientos contrarios. El mero reverso de la interpretación equivocada que de la «Teoría del Conocimiento» hacen el Positivismo y el Empirismo se anuncia en el avance de la Logística. VII Lo característico de la Metafísica es que en ella, de un modo VI general y sin excepción, de la existentia, si es que se trata de ella, se trata sólo de un modo breve y como algo evidente y de lo que no hace El acabamiento de la Metafísica empieza con la Metafísica de Hegel, la Metafísica del saber absoluto como voluntad del espíritu. falta hablar (cfr. la pobre explicación del postulado de realidad que se encuentra en la Crítica de la Razón Pura de Kant). La única excepción la constituye Aristóteles, que piensa a fondo la ενεργεία, sin que nunca, ¿Por qué esta Metafísica es sólo el comienzo del acabamiento y no el acabamiento mismo? ¿La certeza incondicionada no ha llegado a en el futuro, este pensamiento haya podido convertirse en algo esencial en su originariedad. La transmodelación de la ενεργεία en actualitas y 179 realidad ha sepultado todo lo que aparecía en la ενεργεία,. La conexión en ella. entre ουσία, y ενεργεία se oscurece. Hegel es el primero que vuelve a pensar a fondo la existentia, pero en su «Lógica». Schelling la piensa La Metafísica es fatalidad en el sentido estricto de esta palabra, en la diferenciación entre fundamento y existencia, una diferenciación, en el único sentido al que aquí nos referimos: en ella, como rasgo sin embargo, que está enraizada en la subjetividad. fundamental de la historia acontecida de Europa occidental, deja las cosas del hombre suspendidas en medio del ente, sin que el ser del En la contracción del ser a «Naturaleza» se muestra un eco tardío y confuso del ser como φυσις ente pueda jamás ser experienciado, interrogado y ensamblado en su verdad como el pliegue de ambos, a partir de la Metafísica y por ésta. A la Naturaleza se le contraponen la razón y la libertad. Como la Pero esta fatalidad, que debe ser pensada desde el punto de Naturaleza es el ente, a la libertad y el deber no se los piensa como ser. vista de la historia del ser, es necesaria porque el ser mismo sólo puede Todo queda en la oposición ser y deber, ser y valor. Finalmente, incluso despejar en su verdad la diferencia entre ser y ente que está el ser mismo, así que la voluntad llega a su extrema inesencia, se resguardada en él, si esta diferencia misma acaece de un modo propio. convierte en un mero «valor». El valor está pensado como condición de Pero ¿cómo puede hacer esto sin que antes el ente no haya entrado en voluntad. el extremo olvido del ser y sin que, al mismo tiempo, el ser no haya tomado sobre sus espaldas su dominio incondicionado, metafísicamente incognoscible, como voluntad de voluntad, como voluntad que se hace valer desde el principio ante el ser por la VIII preeminencia única del ente (de lo objetualmente real)? La Metafísica, en todas sus figuras y en todos sus niveles históricos, es una única fatalidad («Verhängnis»: horizonte inevitable), pero quizás también la fatalidad necesaria de Occidente y el De esta manera, lo diferenciable de la diferencia en cierto modo se presenta y se mantiene, sin embargo, oculto en una extraña incognoscibilidad. Por esto la diferencia misma permanece velada. presupuesto de su dominio planetario. La voluntad de este dominio reobra sobre el centro de Occidente, un centro desde el cual, a su vez, una sola voluntad se opone a la voluntad. Un síntoma de esto es la reacción metafísico-técnica al dolor, una reacción que al mismo tiempo determina la exégesis de la esencia de aquél. El despliegue del dominio incondicionado de la Metafísica no ha hecho más que empezar. Empieza cuando la Metafísica afirma la inesencia que le es propia y abandona su esencia a ésta y la consolida Con el comienzo del acabamiento de la Metafísica comienza la preparación, desconocida y esencialmente inaccesible para la 180 Metafísica, de una primera aparición del pliegue de ser y ente. En este la obra Kant y el problema de la Metafísica cuando intenta explicar aparecer todavía se oculta el primer eco de la verdad del ser, una según este punto de vista el pensamiento kantiano que procede todavía verdad que retiene en sí la preeminencia del ser en vistas al prevalecer de la mera crítica de la Metafísica racionalista. No hay duda, sin de éste. embargo, de que con esto se le asigna al pensamiento de Kant más de lo que él mismo era capaz de pensar dentro de los límites de su filosofía. IX Hablar entonces de la superación de la Metafísica puede significar también esto: que «Metafísica» sigue siendo el nombre para el La superación de la Metafísica es pensada en el sentido de la historia acontecida del ser. Ella es el signo que anuncia la inicial torsión del olvido del ser. Anterior, aunque más oculto que este signo precursor, es lo que se muestra en este signo. Esto es el acaecimiento propio mismo. Lo que para el modo de pensar metafísico se muestra como un signo anunciador de otra cosa no cuenta más que como última apariencia de un despejamiento inicial. La superación sólo es digna de ser pensada en la medida en que se piensa en la torsión. Al mismo tiempo, este pensar insistente piensa también en la superación. Esta rememoración experiencia el acaecimiento propio único de la de-propiación del ente, en la cual se despeja la menesterosidad de la verdad del ser y de este modo también la inicialidad de la verdad, y donde se ilumina el ser humano en forma platonismo que para el mundo moderno se presenta en la interpretación que hacen Schopenhauer y Nietzsche. La inversión del platonismo, según la cual para Nietzsche lo sensible pasa a ser el mundo verdadero y lo no sensible el no verdadero, sigue estando aún del todo dentro de los límites de la Metafísica. Esta forma de superación de la Metafísica, que es a lo que Nietzsche apunta, y esto en el sentido del Positivismo del siglo XIX si bien en una forma nueva y superior, no es más que la definitiva caída en las redes de la Metafísica. Ciertamente parece que el «Meta», la trascendencia a lo suprasensible, esté dejado de lado en favor de la persistencia de lo elemental de lo sensible, mientras que lo que ocurre simplemente es que el olvido del ser está llevado a su acabamiento y lo suprasensible queda liberado y puesto en acción como voluntad de poder. de despedida. La superación es la trans-misión de la metafísica a su verdad. X Al principio podemos representarnos la superación de la Metafísica sólo desde la Metafísica misma, como si ésta se pusiera por La voluntad de voluntad, sin poder saberlo ni permitir ningún encima de sí misma por ella misma. En este caso hay razón aún para saber sobre ello, se opone a todo sino: con esta palabra se entiende hablar de la Metafísica de la Metafísica, que es lo que hace, por encima, 181 aquí la asignación de una revelabilidad del ser del ente. La voluntad de El nombre «la técnica» está entendido aquí de un modo tan voluntad lo esclerotiza todo llevándolo a la ausencia de sino. La esencial, que en su significado coincide con el rótulo: la Metafísica consecuencia de esto es la ausencia de historia acontecida. El signo consumada. Este rótulo contiene el recuerdo de la hnx°t, que es en distintivo de esta ausencia es el dominio de la Historia. El estado de general una condición fundamental del despliegue esencial de la perplejidad de ésta es el historicismo. Si se quisiera conformar la Metafísica. Este nombre hace posible al mismo tiempo que el carácter historia acontecida del ser según el modo de representar histórico (de planetario del acabamiento de la Metafísica y del dominio de ésta pueda la Historia) corriente hoy en día, entonces, con este traspié quedaría ser pensado sin referirse a los cambios históricamente demostrables de confirmado del modo más palpable él dominio del olvido del sino del los pueblos y de los continentes. ser. La época de la Metafísica consumada está a punto de empezar. XI La voluntad de voluntad se impone como formas fundamentales de su aparecer el cálculo y la organización de todo, pero esto sólo para En La Voluntad de Poder, la Metafísica de Nietzsche hace asegurarse a sí misma, de tal forma que pueda seguir de un modo aparecer el penúltimo escalón del despliegue de la voluntad de la incondicionado. entidad del ente como voluntad de voluntad. El hecho de que falte el último escalón se fundamenta en el predominio de la «Psicología», en el A la forma fundamental de este aparecer, en la que la voluntad concepto de poder y de fuerza, en el entusiasmo vital. De ahí que a este de voluntad se instala y calcula en la ausencia de historia acontecida pensar le falte el rigor y el cuidado del concepto y la calma de la del mundo de la Metafísica consumada, se la puede llamar con una meditación sobre la historia acontecida. La Historia domina y por ello la palabra, la «técnica». Aquí este nombre abraza todas las zonas del ente apologética y la polémica. que están equipando siempre la totalidad del ente: la Naturaleza convertida en objeto, la cultura como cultura que se practica, la política ¿De dónde viene el hecho de que la Metafísica de Nietzsche como política que se hace y los ideales como algo que se ha construido haya llevado al menosprecio del pensar reclamándose de «la vida»? encima. La palabra «técnica» no designa entonces las zonas aisladas Viene de esto, de que no se vio que el aseguramiento de lo consistente de la producción y del equipamiento por medio de máquinas. Ésta tiene por la planificación y la representación (por medio del poder), según la ciertamente una posición de poder privilegiada que hay que determinar doctrina de Nietzsche es igualmente esencial para la vida que la de un modo más preciso y que se basa en la primacía de lo material «intensificación» y la elevación. A ésta se la ha tomado sólo por el lado como presuntamente elemental y objetual en primera línea. de la ebriedad (psicológicamente) y, una vez más, no desde el punto de 182 vista, decisivo, que ve que aquella elevación es también lo que le da al de los «creadores», quienes, más allá de cada vida, aportan un nuevo aseguramiento de las existencias el impulso propio y siempre nuevo y la estímulo a la vida y aseguran la empresa de la cultura. justificación de la intensificación. De ahí que lo propio de la voluntad de poder sea el dominio incondicionado de la razón calculadora y no las Todo esto es de utilidad para la voluntad de poder, pero impide brumas y la confusión de un turbio bucear en la vida. El culto torcido a también que la esencia de aquélla entre en la luz clara de aquel saber Wagner ha rodeado al pensamiento de Nietzsche y a la exposición de amplio y esencial que sólo puede tener su origen en el pensar de la este pensamiento de un halo de «artisticidad» que, después del proceso historia acontecida del ser. de mofa de la Filosofía (es decir, Hegel y Schelling), que tuvo lugar por La esencia de la voluntad de poder sólo puede ser comprendida obra de Schopenhauer y después de la exégesis superficial que éste hizo de Platón y de Kant, dio lugar a que los últimos decenios del siglo XIX estuvieran maduros para un entusiasmo al que lo superficial y a partir de la voluntad de voluntad. Pero ésta sólo es experienciable si la Metafísica ha entrado ya en la transición. nebuloso de la ausencia de historia acontecida, tomados ya en sí mismos, sirvieran como signo distintivo de lo verdadero. XII Pero detrás de todo esto se encuentra esta única incapacidad: pensar desde la esencia de la Metafísica y conocer el alcance del La Metafísica de la voluntad de poder de Nietzsche está cambio esencial de la verdad así como el sentido histórico del despertar prefigurada en la proposición: «El griego conocía y sentía los miedos y del predominio de la verdad como certeza: la incapacidad además de, a espantos del estar humano: para siquiera poder vivir tuvo que poner partir de este conocimiento, repensar la Metafísica de Nietzsche ante ellos el luminoso sueño de los olímpicos.» («Sócrates y la tragedia encaminándola por las sencillas rutas de la Metafísica moderna, en vez griega» cap 3, 1871. Versión originaria de «El nacimiento de la tragedia de hacer de ella un fenómeno literario que más que purificar, sorprender desde el espíritu de la música», Munich 1933). e incluso tal vez asustar, lo que hace es calentar las cabezas. Por último, la pasión de Nietzsche por los creadores delata que sólo piensa Así se postula la oposición entre lo «titánico» y «bárbaro», lo de un modo moderno sobre el genio y lo genial, y al mismo tiempo «salvaje» e «instintivo» por una parte y la apariencia bella y sublime por piensa de un modo técnico sobre lo productivo. En el concepto de otra. voluntad de poder los dos «valores» constitutivos (la verdad y el arte) son sólo otros modos de decir la «técnica», por una parte en el sentido Aquí, aunque todavía no pensado de un modo claro y distinto ni esencial del trabajo eficaz que, por medio de la planificación y el visto desde un fundamento unitario, está señalado de antemano que la cálculo, produce las existencias, y por otra, en el sentido de la creación «voluntad» necesita al mismo tiempo del aseguramiento de las 183 existencias y de la elevación. Pero esto, que la voluntad es voluntad de poder, queda todavía oculto. ¿Qué quiere decir Nietzsche cuando aquí y allí habla de «la La doctrina de la voluntad de verdad»? ¿Quiere decir «lo verdadero» y piensa éste como lo que Schopenhauer domina al principio el pensamiento de Nietzsche. El realmente es o como lo válido de todo juzgar, de toda conducta y de prólogo de esta obra está escrito «en el aniversario del nacimiento de toda vida? Schopenhauer». ¿Qué quiere decir esto de hacer una prueba con la verdad? Con la Metafísica de Nietzsche se ha consumado la Filosofía. Esto quiere decir: ha recorrido el círculo de las posibilidades que le ¿Quiere decir hacer la propuesta de que el ente verdadero es la voluntad de poder en el eterno retorno de lo Igual? estaban señaladas de antemano. La Metafísica consumada, que es el fundamento del modo de pensar planetario, proporciona el armazón de ¿Llega alguna vez este pensar a la pregunta sobre en qué un ordenamiento de la tierra que presumiblemente va a ser largo. Este descansa la esencia de la verdad y de dónde acaece propiamente la ordenamiento ya no necesita de la Filosofía porque ésta subyace ya a verdad de la esencia? él. Pero con el fin de la Filosofía aún no ha terminado el pensar, sino que está pasando a un nuevo comienzo. XIV ¿De qué modo la obstancia llega a ser lo que constituye la XIII esencia del ente en cuanto tal? En las notas de la IV parte de Así hablaba Zarathustra, Nietzsche escribe (1886): «¡Vamos a hacer una prueba con la verdad!. ¡Tal vez sucumba la Humanidad! ¡Adelante! » (WW XII, p. Pensamos «ser» como obstancia, y luego, a partir de ahí, nos esforzamos por «el ente en sí», pero olvidarnos sólo preguntar y decir qué es lo que se entiende por «ente» y por «en sí». 307). Una nota de la época de la «Aurora» (1880/81) dice: «Lo nuevo en nuestra posición actual en relación con la Filosofía es una convicción que aún no ha tenido ninguna época: que no tenemos la verdad. Todos los hombres de antes «tenían la verdad», incluso los escépticos» (WW XI, p268). ¿Qué «es» ser? ¿Podemos preguntar por el «ser», por lo que él es? Ser permanece incuestionado y obvio, y por ello, fuera de nuestra consideración. Se mantiene en una verdad sin fondo y olvidada desde hace tiempo. 184 XV para con el ente y su primera causa, y con ello la pertenencia a lo ente. La iustificatio en el sentido de la Reforma y el concepto nietzscheano Objeto (Gegenstand) en el sentido de ob-jeto sólo se da allí de justicia como verdad son lo mismo. donde el hombre se convierte en sujeto, donde el sujeto se convierte en yo, y el yo en ego cogito; sólo allí donde este cogitare, en su esencia, es De acuerdo con la esencia, la repraesentatio se fundamenta en concebido como «unidad originariamente sintética de la apercepción la reflexio. De ahí que la esencia de la obstancia en cuanto tal sólo se trascendental»; sólo allí donde se ha alcanzado el punto culminante de manifieste allí donde la esencia del pensar como «yo pienso algo» se la «Lógica» (en la verdad como certeza del «yo pienso»). Sólo aquí se conoce y se cumplimenta de un modo propio, es decir, como reflexión. desvela la esencia del objeto en su obstancía. Sólo aquí se hace luego posible, e inevitable, concebir la obstancia misma como «el nuevo objeto verdadero» y pensarla hacia lo incondicionado. XVII Kant está en camino de considerar la esencia de la reflexión en el sentido trascendental, es decir, ontológico. Ello ocurre en forma de XVI una reflexión insignificante que se encuentra en la Critica de la Razón pertenecen Pura bajo el titulo: «De la anfibología de los conceptos de la reflexión». mutuamente. Sólo cuando la reflexión está experienciada como tal, es El párrafo es un añadido pero está lleno de intuiciones esenciales; se decir, como el respecto entrañante con el ente, sólo entonces se hace enfrenta con Leibniz y en consecuencia con toda la Metafísica anterior, determinable el ser como obstancia. tal como Kant mismo la ve y, del modo como, en su constitución Subjetividad, objeto y representación se ontológica, está fundada en la yoidad. La experiencia de la reflexión, como experiencia de este respecto, presupone, sin embargo, que el respecto con el ente esté experienciado como repraesentatio: como representar (poner-delante). XVIII Sin embargo, esto sólo puede llegar a ser un sino si la idea se ha convertido en perceptio. A este devenir subyace el cambio de la Visto desde fuera, parece que la yoidad sea únicamente la verdad como acuerdo a la verdad como certeza, un cambio donde generalización y la abstracción posterior de lo yoico a partir de cada uno queda conservada la adaecuatio. La certeza, como aseguramiento de de los «yoes» del hombre. Es evidente que Descartes piensa ante todo sí (quererse-a-sí-mismo), es la iustitia como justificación del respecto en el «yo» de él mismo como el yo de la persona individual (res 185 cogitans como substantia finita); en contraposición con esto, en cambio, Kant piensa la «conciencia en general». Con todo, Descartes piensa su propio yo individual ya a la luz de la yoidad, si bien aún no XIX representada de un modo propio. Esta yoidad aparece bajo la figura de lo certum, de la certeza, que no es otra cosa que el aseguramiento de lo representado para el representar. El velado respecto para con la yoidad en cuanto certeza de sí misma y de lo representado está ya prevaleciendo. Sólo desde este respecto es experienciable el yo individual como tal. El yo humano, como el sí mismo singularizado que se acaba en sí mismo, sólo puede quererse a la luz del respecto de la voluntad de la voluntad, todavía desconocida, hacia este yo. Ningún yo está presente «en sí» (an sich) sino que es siempre «en sí» sólo como algo que aparece «dentro de sí» (in sich), es decir, como yoidad. De ahí que ésta esencie también allí donde en modo alguno se abre paso el yo individual, donde éste más bien se retira y donde lo que domina es la sociedad y otras formas de asociación colectiva. También aquí, y precisamente aquí, se encuentra el puro dominio del «egoísmo», que debe ser pensado metafísicamente, y que no tiene nada que ver La voluntad de voluntad pone como condiciones de su posibilidad el aseguramiento de las existencias (verdad) y la transferibilidad de las pulsiones (arte). En consecuencia, la voluntad de voluntad, como ser, organiza ella misma el ente. Es solamente en la voluntad de voluntad donde la técnica (el aseguramiento de las existencias) y la ausencia incondicionada de toda meditación («vivencia») acaban dominando. La técnica, como forma suprema del estado de conciencia racional, interpretado técnicamente, y la ausencia de meditación como incapacidad organizada, impenetrable a ella misma, de llegar a establecer un respecto con lo digno de ser cuestionado se pertenecen mutuamente: son lo mismo. Por qué esto es así y de qué modo esto ha llegado a ser así es algo que aquí lo vamos a dar por experenciado y comprendido. con el «solipsismo» pensado ingenuamente. De lo que se trata es de llevar a cabo una única reflexión: que la La Filosofía de la época de la Metafísica consumada es la Antropología (cfr. ahora Holzwege, p. 91 y s.). Que además se la llame específicamente Antropología «filosófica» da igual. Ahora la Filosofía se ha convertido en Antropología, y de este modo en una presa de los descendientes de la Metafísica, es decir, de la Física en el más amplio sentido de la palabra, un sentido que incluye la Física de la vida y del hombre, la Biología y la Psicología. Convertida en Antropología, la Filosofía sucumbe por la Metafísica. Antropología no se agota en la investigación del hombre y en la voluntad de explicarlo todo a partir del hombre como expresión de éste. Incluso allí donde no se investiga, donde más bien se buscan decisiones, esto ocurre de tal modo que primero se opone una humanidad a otra, que se reconoce a la humanidad como la fuerza originaria, como si esto fuera lo primero y lo último en todo ente y como si éste y su interpretación no fueran nunca otra cosa que la consecuencia. 186 Entonces la única pregunta, la pregunta decisiva que prima aquí, es ésta: ¿a qué figura pertenece el hombre? Aquí la palabra «figura» está pensada en un sentido metafísicamente indeterminado, es XXI decir, platónico; está pensada como aquello que es y que, antes que La voluntad es en sí ya cumplimentación de la aspiración en nada, determina toda tradición y todo desarrollo, sin que, no obstante, dependa de ellos. Este reconocimiento anticipado «del hombre» lleva a que, ante todo y de un modo exclusivo, se busque el ser en el círculo del hombre y a que se vea al hombre mismo como lo consistente humano, como el µή όν de la ιδεα. tanto que realización de aquello a lo que se aspira, y esta meta, de un modo sabido y consciente, está puesta de manera esencial en el concepto, es decir, en lo representado en lo general. A la voluntad pertenece la conciencia. La voluntad de voluntad es el estado de consciencia supremo e incondicionado del auto-aseguramiento calculador del cálculo. (Cfr. La Voluntad de poder, n. 458.) De ahí que a ella pertenezca la investigación universal, XX constante, incondicionada de los medios, fundamentos y obstáculos; el La voluntad de poder, al adquirir su seguridad extrema, cambio y el juego calculado de las metas, el engaño y la manipulación, incondicionada, como aquello que todo lo asegura, es lo único que rige lo inquisitorial; la voluntad de voluntad es, en consecuencia, y por tanto lo recto. La rectitud de la voluntad de voluntad es el desconfiada y alevosa consigo misma y no piensa en otra cosa que en aseguramiento incondicionado y completo de sí misma. Lo que obedece asegurarse a sí misma como poder. es correcto y está en orden, porque la voluntad de voluntad misma es el orden único. En este autoaseguramiento de la voluntad de voluntad se La ausencia de metas que es además la ausencia esencial de la ha perdido la esencia inicial de la verdad. Lo rector de la voluntad de incondicionada voluntad de voluntad es el acabamiento de la esencia de voluntad es lo no verdadero por excelencia. El carácter rector de lo no la voluntad, una voluntad que se ha anunciado en el concepto kantiano verdadero tiene en el círculo de la voluntad de voluntad una de razón práctica como voluntad pura. Ésta se quiere a sí misma y es, irresistibilidad propia. Pero lo rector de lo no verdadero, que él mismo, en tanto que voluntad, el ser. Por esto, desde el punto de vista del como tal, permanece oculto, es al mismo tiempo lo más inquietante que contenido, la voluntad pura y su ley son formales. Ella es para sí misma puede acaecer propiamente en la inversión de la esencia de la verdad. el único contenido como forma. Lo rector se hace dueño de lo verdadero y deja de lado la verdad. La voluntad de aseguramiento incondicionado es lo que primero pone de manifiesto la inseguridad general. XXII 187 El hecho de que la voluntad esté personificada a veces en estos misma. Aquí la voluntad de voluntad inventa el discurso de la «misión». y aquellos «hombres de voluntad» hace que la voluntad de voluntad Ésta no está pensada en vistas a lo inicial y a su preservación, sino parezca ser la irradiación de estas personas. De ahí la opinión de que la como meta asignada desde el punto de vista del «destino» y por ello voluntad humana sea el origen de la voluntad de voluntad, cuando lo como meta que justifica la voluntad de voluntad. que ocurre es que el hombre es querido por la voluntad de voluntad, sin que experiencie la esencia de este querer. En tanto que el hombre es el que ha sido querido así y el que XXIV está puesto en la voluntad de voluntad, de un modo necesario se apela La lucha entre aquellos que están en el poder y aquellos que en su esencia a «la voluntad», que es liberada como la instancia de la verdad. La pregunta es siempre si el individuo y las colectividades son a partir de esta voluntad o si todavía negocian y comercian con ella, e incluso contra ella, sin saber que ella les ha ganado ya la partida. El carácter único del ser se muestra también en la voluntad de voluntad, que sólo permite una dirección en la que se pueda querer. De ahí proviene la uniformidad del mundo de la voluntad de voluntad, que está tan alejado de la simplicidad de lo inicial como lo está la no-esencia de la esencia, aunque ésta pertenezca a aquélla. quieren llegar al poder: en cada uno de estos bandos está la lucha por el poder. En todas partes es el poder el factor determinante. Por esta lucha por el poder, la esencia del poder está puesta por ambos lados en la esencia de su dominio incondicionado. Pero al mismo tiempo se esconde aquí también una cosa: que esta lucha está al servicio del poder y es lo que el poder quiere. El poder se ha apoderado de antemano de estas luchas. Sólo la voluntad de voluntad de poder da poder a estas luchas. Pero el poder se apodera de las cosas del hombre de un modo tal que expropia al hombre de la posibilidad de que, por tales caminos, pueda salir alguna vez del olvido del ser. Esta lucha es necesariamente planetaria y, como tal, indecidible en su esencia, XXIII porque no tiene nada que decidir, por cuanto está excluida de toda diferenciación, de la diferencia (entre el ser y el ente) y con ello de la Como la voluntad de voluntad niega toda meta en sí y sólo permite metas en tanto que medios para vencerse deliberadamente a sí verdad, y, por su propia fuerza, está arrumbada en lo carente de sino: al estado de abandono del ser. misma en el juego y para instalar el espacio de juego para este juego, pero como, a pesar de todo, la voluntad de voluntad, si tiene que instalarse en el ente, no puede aparecer como la anarquía de las catástrofes, que es lo que ella es, además tiene que legitimarse a sí XXV 188 El dolor, del que primero hay que hacer la experiencia y cuyo del proceso de ordenación. Este mecanismo mismo está determinado desgarro hay que sostener hasta el final, es la comprensión y el saber por el vacío del estado de abandono del ser, en el seno del cual el de que la ausencia de penuria es la suprema y la más oculta de las consumo del ente para el hacer de la técnica, a la que pertenece penurias, que empieza a apremiar desde la más lejana de las lejanías. también la cultura, es la única salida en la cual el hombre obsesionado en sí mismo puede salvar aún la subjetividad llevándola a la La ausencia de penuria consiste en creer que se tiene en las ultrahumanidad. Subhumanidad y ultrahumanidad son lo mismo; se manos lo real y la realidad y que se sabe qué es lo verdadero, sin que pertenecen mutuamente, del mismo modo que en el animal rationale se necesite saber en qué esencia la verdad. metafísico el «debajo» de la animalidad y el «encima» de la ratio están acoplados indisolublemente para que uno corresponda al otro. Desde la perspectiva de la historia acontecida del ser, la esencia del nihilismo es el estado de abandono del ser, en tanto que en él se Subhumanidad y ultrahumanidad hay que pensarlas aquí metafísicamente, no como valoraciones morales. produce el hecho de que el ser se deja ir a las maquinaciones. Este dejarse ir sojuzga al hombre en una servidumbre incondicionada. Esta El consumo del ente, como tal y en su decurso, está no es en modo alguno una decadencia, algo «negativo» en algún determinado por el equipamiento en el sentido metafísico, algo por sentido u otro. medio de lo cual el hombre se hace «señor» de lo «elemental». El consumo incluye el uso reglado del ente, que se convierte en De ahí que tampoco cualquier humanidad sea adecuada para realizar, en el sentido de la historia acontecida, históricamente el nihilismo incondicionado. De ahí que incluso sea necesaria una lucha sobre la decisión relativa a qué humanidad es capaz para la realización incondicionada del nihilismo. oportunidad y materia para realizaciones y para 1a intensificación de éstas. Este uso se utiliza en beneficio del equipamiento. Pero en la medida en que éste va a parar a la incondicionalidad de la intensificación y del aseguramiento de sí y tiene realmente como meta la ausencia de metas, este uso es usura. Las «guerras mundiales» y su «totalidad» son ya consecuencia del estado de abandono del Ser. Se abren paso para poner a seguro, XXVI como existencias, una forma permanente de usura. En este proceso Los signos del último estado de abandono del ser son las está implicado también el hombre, que no oculta por más tiempo su proclamaciones de las «ideas» y «valores», y el imprevisible vaivén de carácter de ser la materia prima más importante. El hombre es la la proclamación de la «acción» y de la imprescindibilidad del «espíritu». «materia prima más importante» porque permanece como el sujeto de Todo esto se encuentra ya enganchado al mecanismo del equipamiento toda usura, y además de tal forma que, de un modo incondicionado, 189 deja que su voluntad se disuelva en este proceso y con ello se convierte se ha convertido en algo carente de sentido y de contenido. La errancia en «objeto» del estado de abandono del Ser. Las guerras mundiales no conoce verdad alguna del Ser; en cambio, constituyen la forma preliminar de la supresión de la diferencia entre ordenamiento y la seguridad totalmente equipados de toda planificación guerra y paz, una supresión que es necesaria porque el «mundo» se ha de toda zona. En el círculo de las zonas, las distintas regiones del convertido en in-mundo como consecuencia del estado de abandono equipamiento humano se convierten necesariamente en «sectores»; del ente por una verdad del ser. Porque «mundo», en el sentido de la incluso el «sector» de la poesía, el «sector» de la cultura no son más historia del Ser (cfr. Sein und Zeit), significa la esenciación inobjetual que regiones del «dirigismo» del momento, aseguradas de un modo de la verdad del Ser para el hombre, en la medida en que éste está plenificado. Las indignaciones morales de aquellos que aún no saben lo transpropiado al Ser. En la época del poder exclusivo del poder, es que hay se dirigen a menudo a la arbitrariedad y a las pretensiones de decir, del acoso incondicionado del ente para el consumo en la usura, el dominio de los «dirigentes», la forma más espantosa del homenaje mundo se ha convertido en in-mundo, en la medida en que el Ser, si continuo. El dirigente es el escándalo que no se libra de perseguir el bien esencia, lo hace sin su propio prevalecimiento. El ente es real escándalo que él mismo ha provocado, pero sólo de un modo aparente, como lo real efectivo. Por todas partes hay acción efectiva y en ninguna porque los dirigentes no son los que actúan. Se cree que los dirigentes, parte un hacer mundo del mundo, y sin embargo, aunque olvidado, hay en el furor ciego de un egoísmo exclusivo, se han arrogado todos los el Ser. Más allá de la guerra y de la paz está la mera errancia de la derechos y se han organizado según su obstinación. En realidad ellos usura del ente en el autoaseguramiento del ordenar desde este vacío son las consecuencias inevitables del hecho de que el ente haya del estado de abandono del Ser. «Guerra» y «paz», cambiadas en su pasado al modo de la errancia, en la que se expande el vacío que exige in-esencia, están acogidas en la errancia y, al haberse hecho un único ordenamiento y un único aseguramiento del ente. Allí está irreconocibles en vistas a una diferencia, han desaparecido en el mero exigida la necesidad del «dirigismo», es decir, del cálculo planificador desarrollo del hacer cada vez más cosas. La pregunta sobre cuándo va del aseguramiento de la totalidad del ente. Para ello hay que instalar y a haber paz no se puede contestar, no porque la duración de la guerra equipar este tipo de hombres que sirven al dirigismo. Los «dirigentes» sea imprevisible sino porque la misma pregunta pregunta por algo que son los principales trabajadores del equipamiento, porque vigilan todos ya no existe, porque tampoco la guerra es ya nada que pudiera los sectores del aseguramiento de la usura del ente, porque abarcan desembocar en una paz. La guerra se ha convertido en una variedad de con la mirada el círculo entero que delimita los sectores, y de este modo la usura del ente, que se continúa en la paz. Contar con una larga dominan la errancia en su calculabilidad. El modo de abarcar con la guerra es sólo la forma anticuada en la que se reconoce lo que de vista todo este círculo es la capacidad de prever por medio del cálculo, nuevo trae la época de la usura. Esta larga guerra, en su longitud, no va una capacidad que de antemano se ha desatado librándose a las pasando lentamente a una paz del tipo de las paces de antes, sino a un exigencias estado en el que lo bélico ya no es experienciado como tal y lo pacífico constantemente, y de un modo creciente, los ordenamientos que están que plantea la necesidad de estar desarrolla el asegurándose 190 al servicio de las siguientes posibilidades del ordenar. La subordinación investigaciones del químico Kuhn, galardonado este año con el premio de todas las posibles aspiraciones en vistas a la totalidad de la Goethe de la ciudad de Frankfurt, abren ya la posibilidad de dirigir de un planificación y del aseguramiento se llama «instinto». La palabra modo planificado, según las necesidades de cada momento, la designa aquí el «intelecto» que va más allá del entendimiento limitado producción de seres vivos, machos o hembras. A1 dirigismo literario, en que sólo calcula a partir de lo más próximo; el «intelecto» a cuyo el sector «cultura», corresponde, en buena lógica, el dirigismo de la «intelectualismo» no se le escapa nada que, a modo de «factor», tenga fecundación. (Que nadie, por una mojigatería anticuada, se refugie en que entrar en la cuenta de los cálculos de los distintos «sectores». El diferencias que ya no existen. Las necesidades de material humano instinto es la superación del intelecto que corresponde a la están sometidas a la misma regulación del ordenamiento del ultrahumanidad, una superación que se dirige al cálculo incondicionado equipamiento que lo está la regulación de libros de entretenimiento y de de todo. Como este cálculo es por excelencia lo que domina la voluntad, poemas, para cuya producción el poeta no es en modo alguno más junto a la voluntad parece no haber nada más que la seguridad de la importante que el aprendiz de encuadernador que ayuda a encuadernar mera pulsión del cálculo, una pulsión para la cual el calcularlo todo es la los poemas para la biblioteca de una empresa, yendo a buscar, por primera regla del cálculo. El «instinto» ha sido tenido hasta ahora por la ejemplo, cartón al almacén, la materia prima para fabricar volúmenes.) característica distintiva del animal, que, dentro de la zona en la que se desenvuelve la vida, decide lo que para él es útil o perjudicial, que se La usura de todas las materias, incluida la materia prima rige por aquél y que, más allá de él, no persigue nada. La seguridad del «hombre», para producir técnicamente la posibilidad incondicionada de instinto animal corresponde a la ciega sujeción a su esfera de utilidad. A producirlo todo, está determinada en lo oculto por el vacío total en el los plenos poderes de la ultrahumanidad corresponde la total liberación que está suspendido el ente, las materias de lo real. Este vacío tiene de la subhumanidad. La pulsión de la animalidad y la ratio de la que ser llenado, pero como el vacío del ser, sobre todo cuando no humanidad devienen idénticos. puede ser experienciado como tal, nunca es posible llenarlo con la plenitud del ente, para escapar a él sólo queda organizar el ente de un El hecho de que a la ultrahumanidad le esté exigido como modo incesante sobre la permanente posibilidad de la ordenación como carácter el instinto quiere decir que a ella -entendida metafísicamente- forma del aseguramiento del actuar. Vista desde esta perspectiva, la le pertenece la subhumanidad, pero de tal modo que precisamente lo técnica, por estar referida sin saberlo al vacío del ser, es la organización animal, en cada una de sus formas, está sometido completamente al de la carencia. Dondequiera que falte. ente -y para la voluntad de cálculo y a la planificación (planificación sanitaria, planificación familiar). voluntad que se afirma cada vez más siempre falta- la técnica tiene que Como el hombre es la materia prima más importante, se puede contar salir al quite recambiando lo que falta y consumiendo materia prima. con que, sobre la base de la investigación química de hoy, algún día se Pero en realidad el «recambio» y la producción en masa de estas construirán fábricas de producción artificial de material humano. Las piezas de recambio no son un recurso pasajero sino la única forma 191 posible como la voluntad de voluntad, el aseguramiento total «sin al aseguramiento del orden. Esta uniformidad del ente que surge del fisuras» del ordenamiento del orden, se mantiene en marcha y de este vacío del abandono del Ser, una uniformidad en la que lo único que modo puede ser «ella misma» como «sujeto» de todo. El crecimiento importa es la seguridad calculable del ordenamiento del ente, un del número de masas humanas se impulsa intencionadamente por ordenamiento que somete al ente a la voluntad de voluntad, es lo que, medio de planificaciones, para que nunca falte la ocasión de reclamar antes que todas las diferencias nacionales, condiciona por todas partes mayores «espacios vitales» para las grandes masas, espacios que, por la uniformidad del dirigismo, para el cual todas las formas de Estado no su magnitud, exigirán a su vez, para su instalación, masas humanas, son más que un instrumento de dirección entre otros. Como la realidad que consecuentemente serán mayores. Este movimiento circular de la consiste en la uniformidad de la cuenta planificable, también el hombre, usura por mor del consumo es el único proceso que distingue la historia para estar a la altura de lo real, tiene que entrar en esta uniformidad. de un mundo que se ha convertido en inmundo. «Dirigentes natos» son Hoy en día, un hombre sin uni-forme da ya la impresión de irrealidad, de aquellos que, por la seguridad de su instinto, se dejan enrolar en este cuerpo extraño. El ente, al que sólo se le admite en la voluntad de proceso como sus órganos de dirección. Son los primeros empleados voluntad, se expande en una indiferencia que sólo es dominada por un en el negocio de la usura incondicionada del ente al servicio del proceder y un organizar que está bajo el «principio del rendimiento». aseguramiento del vacío del abandono del Ser. Este negocio de la Esto parece tener como consecuencia una jerarquización; en realidad usura del ente desde el inconsciente rechazo del Ser excluye de tiene como fundamento determinante la ausencia de jerarquía, porque antemano las diferencias entre lo nacional y los pueblos como en todas partes la única meta del rendimiento es el vacío uniforme de la momentos de decisión aún esenciales. Del mismo modo como ha usura de todo trabajo, dirigido al aseguramiento del ordenar. Esta in- quedado obsoleta la diferencia entre guerra y paz, queda obsoleta diferencia que irrumpe de un modo estridente de este principio no también la distinción entre «nacional» e «internacional». El que hoy coincide en modo alguno con la mera nivelación que sea solamente la piensa «de un modo europeo» ya no se expone al reproche de ser un demolición de las jerarquías que han estado vigentes hasta ahora. De «internacionalista». Pero tampoco es ya un nacionalista, porque no acuerdo con el predominio del vacío de todo establecimiento de metas, piensa menos en el bienestar de las demás naciones que en el de la la indiferencia de la usura total surge de una voluntad «positiva» de no suya propia. admitir jerarquización alguna. Esta in-diferencia da testimonio de las existencias ya aseguradas del in-mundo de la errancia. La tierra La uniformidad de la marcha (le la historia de la época actual tampoco descansa en una igualación a posteriori de viejos sistemas políticos a los nuevos. La uniformidad no es la consecuencia sino el fundamento de la confrontación bélica de cada una de las expectativas de una dirección decisiva en el interior de la usura del ente encaminada aparece como el in-mundo de la errancia. Desde el punto de vista de la historia del Ser es la estrella de la errancia. 192 XXVII metafísico, no hay escapatoria. Los pastores, invisibles, viven fuera de los límites del desierto de Una cosa es sacar simplemente provecho de la tierra, otra la tierra devastada, que sólo tiene que servir para el aseguramiento del acoger la bendición de la tierra y hacerse la casa en la ley de este dominio del hombre, un hombre cuya actuación afectiva se limita a acogimiento con el fin de guardar el misterio del Ser y velar por la evaluar si algo es importante para la vida o no lo es, una vida que, como inviolabilidad de lo posible. voluntad de voluntad, exige de antemano que todo saber se mueva en este tipo de cálculo y de valoración que procuran seguridad. La imperceptible ley de la tierra guarda a ésta en la sobriedad XXVIII que se contenta con el emerger y desaparecer de todas las cosas en el medido círculo de lo posible, al que todo se conforma y al que, no obstante, nada conoce. El abedul no va nunca más allá de aquello que para él es posible. El pueblo de las abejas habita en lo que le es posible. Sólo la voluntad, que por todos lados se instala en la técnica, zamarrea la tierra estragándola, usándola abusivamente y cambiándola en lo artificial. Obliga a la tierra a ir más allá del círculo de lo posible, tal como ha crecido en torno a ella, la obliga a aquello que ya no es lo posible y por tanto es lo imposible. El hecho de que los proyectos de la técnica y las medidas que toma ésta consigan muchas cosas en lo referente a inventos y novedades que se persiguen los unos a los otros no es en modo alguno la prueba de que los logros de la técnica hagan Ninguna mera acción va a cambiar el estado del mundo, porque el Ser, como eficacia y actividad efectiva, cierra el ente al acaecimiento propio. Ni siquiera el inmenso dolor que pasa por la tierra es capaz de despertar de un modo inmediato cambio alguno, porque se lo experiencia sólo como dolor, y éste de un modo pasivo y por ello como contraestado de la acción y, por esto, junto con ella, en la misma región esencial de la voluntad de voluntad. Pero la tierra permanece oculta en la inaparente ley de lo posible que ella es. La voluntad ha impuesto a lo posible lo imposible como meta. Las maquinaciones que organizan esta imposición y la mantienen en el dominio surgen de la esencia de la técnica, palabra que aquí se identifica con el concepto de la Metafísica que se está consumando. La uniformidad incondicionada de todas las posible lo imposible. humanidades de la tierra bajo el dominio de la voluntad de voluntad El «actualismo» y el moralismo de la Historia son los últimos explica el sinsentido de la actuación humana puesta como absoluto. pasos de la identificación consumada de Naturaleza y espíritu con la esencia de la técnica. Naturaleza y espíritu son objeto de autoconciencia; su dominio incondicionado obliga a ambos de antemano a una uniformidad, de la cual, desde el punto de vista La devastación de la tierra empieza como proceso querido, pero que en su esencia no es sabido ni se puede saber, un proceso que se da en el tiempo en el que la esencia de la verdad se cerca como certeza en la que lo primero que se asegura a sí mismo es el representar y el 193 producir del hombre. Hegel concibe este momento de la historia de la Metafísica como aquel en el que la absoluta autoconciencia se convierte en principio del pensar. Parece casi como si bajo el dominio de la voluntad, al hombre le estuviera vedada la esencia del dolor, del mismo modo como la esencia de la alegría. ¿Podrá tal vez la sobremedida de dolor traer todavía un cambio? No se produce nunca un cambio sin que lo anuncien heraldos. Pero ¿cómo pueden acercarse heraldos sin que se despeje el acaecimiento propio, este acaecimiento que, llamándola, usándola (y necesitándola), ojee, es decir, aviste la esencia del hombre, y en este avistar ponga a los mortales en camino del construir que piensa, que poetiza?