Centro de Investigaciones Navales y Marítimas BOLETÍN DE ACTUALIDAD 15/2015 ¿GRAN BRETAÑA COMO NACIÓN MERCANTIL SE MANTENDRÁ EN LA UE? Mark Fleming-Williams En algún momento en los próximos dos años, los votantes británicos decidirán si mantenerse o no como parte de la Unión Europea. Esta será la primera vez que los bretones sean consultados sobre el tema desde 1975, cuando el 67% de ellos votaron para permanecer en ella. Si el Reino Unido decide dejarla, se convertirá en el primer país en hacerlo, desde que fuera creada como Comunidad Europea en 1957. Las repercusiones se sentirían no solo en Gran Bretaña, sino también en todo el Continente y, en realidad, en todo el mundo. Para predecir el eventual resultado de la votación, es importante primero entender los factores que han mantenido al Reino Unido por tanto tiempo en la unión. La historia comienza con la geografía. Gran Bretaña es una isla relativamente pequeña situada frente a un continente enorme, pero históricamente dividido. Es angosta, con ríos navegables, recursos naturales y un terreno fértil. Estos factores tienen varias repercusiones para el desarrollo del país. Como isla con dimensiones angostas, la costa siempre está cerca, haciendo que una gran parte de su población sea marítima. Si se agrega un amplio suministro de madera, las condiciones están dadas para la construcción de una poderosa armada. El suelo fértil permite una población estable, en tanto que los recursos tales como el carbón, los metales y el ganado ovino (para la lana), junto con ríos navegables, proporcionan circunstancias propicias para el comercio internacional. Desde la perspectiva del Reino Unido, las divisiones en el Continente reducían sus amenazas – limitando la habilidad de las potencias del Continente para construir una armada lo suficientemente poderosa para invadir – y aumentaban sus oportunidades a medida que los mismos comerciantes británicos encontraban formas de insertarse entre los países que a menudo estaban en guerra. De este modo, una vez que las necesidades básicas de protección y alimentación de la isla estuvieron satisfechas, la geografía británica le permitió florecer como una potencia comercial marítima. Cambiando la fortuna británica El historiador del siglo XIX, John Seeley expresó que Gran Bretaña habría adquirido su imperio en un “ataque de ausencia de mente”. Los mercaderes británicos guiaron a su país a la conquista del mundo. El comercio floreciente de la lana fue finalmente reemplazado por la llegada del algodón, y fue importante para la industria textil británica tener fuentes del material en climas más cálidos. Esta necesidad, junto con la promesa de otros bienes comerciales exóticos, los llevó a establecer puestos comerciales y colonias en el Caribe y América del Norte. La cada vez más poderosa armada proporcionó más oportunidades a mayor distancia, y los asentamientos comerciales en India y Asia también crecieron, alimentando a un consumidor británico cada vez más voraz. Los británicos tuvieron que contrarrestar amenazas provenientes de grupos locales o potencias europeas competidoras, y finalmente fue económicamente más viable para Gran Bretaña solo tomar control de todos los países para proteger el comercio. Esta expansión se repitió una y otra vez, y para comienzos del siglo XX, el Imperio Británico abarcaba el 22% de la masa terrestre mundial. El control, por supuesto, también permitió que el Reino 1 Centro de Investigaciones Navales y Marítimas BOLETÍN DE ACTUALIDAD 15/2015 Unido mantuviera el comercio inclinado a su favor – un factor que socavó su competitividad industrial. Pero los requerimientos dobles inherentes a la geografía de Gran Bretaña llevaron a la desaparición final del imperio; cuando Alemania amenazó con unir al continente europeo y desarrollar un imperio propio, los intereses británicos se vieron en peligro tanto interna como externamente. La consecuencia fueron dos guerras mundiales que agotaron al imperio comercial y, efectivamente, cedieron el dominio global al floreciente EE.UU. El Reino Unido que surgió en 1945 fue una sombra de su predecesor. Los vestigios de su imperio se terminaron por desplomar en las décadas posteriores, y fue incapaz de mantener su proeza comercial. De hecho, la cantidad de libras esterlinas circulante en el mundo por sus ex colonias fue un gran peso para la debilitada economía británica, depreciándose la divisa fuertemente. El Reino Unido tuvo que instruir controles cambiarios en 1947. La manufactura en el norte de Inglaterra se exponía, ahora, como una industria no competitiva en el mercado global, a diferencia de las grandes ciudades dedicadas a la construcción naval en las costas. Además, la población había crecido tanto en los 150 años previos que la isla, ahora, necesitaba importar la mitad de su alimentación. Hacer eso era posible en los días del imperio, pero ahora el Reino Unido se esforzaba por pagar con sus finanzas reducidas. Entretanto, Europa reprimía sus divisiones y se unía bajo el liderazgo franco-alemán, con el único consuelo para el Reino Unido que el nuevo bloque no parecía hostil. Enfrentado al peligro de perder toda influencia en el Continente, y con los abundantes suministros alimenticios de Francia e Italia que ofrecían una respuesta a muchos problemas, Gran Bretaña se alistó en 1973 en el proceso de levantar las barreras comerciales en contra del resto del mundo, incluyendo a todas sus ex colonias. La lenta aceptación de sus nuevas circunstancias por parte de Londres y el veto francés de dos solicitudes británicas en la década de 1960 – principalmente debido a la incertidumbre de si el Reino Unido sería un miembro productivo – retrasó a Gran Bretaña de integrarse antes. Las ventajas financieras de ser miembro Ser parte de la Unión Europea (originalmente Comunidad Europea) fue siempre un desafío para el Reino Unido. El no haberse unido en la creación del bloque hizo que Londres encontrara las reglas que pesaban en contra de él. La agricultura francesa e italiana se beneficiaban de los subsidios de la Política Agrícola Común y la eficiencia industrial de Alemania desafiaba a las industrias manufactureras menguadas de Gran Bretaña. No fue sino hasta la década de 1980, cuando Gran Bretaña negoció con su poder de veto para la creación de un solo mercado en servicios financieros y logró una rebaja por sus pagos excesivos, que las ventajas económicas realmente comenzaron a surgir. 2 Centro de Investigaciones Navales y Marítimas BOLETÍN DE ACTUALIDAD 15/2015 Londres, el epicentro de las finanzas británicas, había estado sufriendo como el resto del país después de la guerra. Cayó muy por debajo de Nueva York en el escenario global con la ascensión del dólar estadounidense como la moneda de reserva global a expensas de la libra británica. Pero un programa de liberación masiva en la década de 1980, en parte desencadenado por la eliminación de los controles cambiarios en 1979, complementó el acceso de la inversión al mercado europeo, y permitió que Londres reclamara su posición como centro de las finanzas internacionales en las siguientes décadas (una gran porción de las transacciones de Nueva York son nacionales), incluso después que el Reino Unido eligiera mantenerse fuera de la eurozona en 1992. Londres actualmente genera el 22% del producto interno bruto del Reino Unido con solo el 13% de la población del país. En el comercio de los servicios, del cual los servicios financieros y comerciales conforman el 55%, el Reino Unido es ahora el segundo solo después de EE.UU., y con su comercio de bienes tan menguado, todo el país depende ahora del sector como su fuente de capital extranjero. La armada británica ya no es una fuerza influyente en el mundo, pero los instintos comerciales del país persisten, facilitando las transacciones desde la comodidad de su propio hogar. El Reino Unido: la importancia de los servicios Desde que el Reino Unido se unió a Europa en 1973, su comercio de bienes ha disminuido fuertemente en contra, mientras el excedente en servicios ha crecido. Dentro de los servicios, los Servicios Financieros y Comerciales son los responsables sobresalientes del excedente comercial 3 Centro de Investigaciones Navales y Marítimas BOLETÍN DE ACTUALIDAD 15/2015 Los beneficios de permanecer como miembro de la Unión Europea El sector de los servicios financieros, entonces, es el salvavidas que emergió para el imperio hundido. Estos son los intereses que el Reino Unido debe proteger si quiere preservar alguna similitud con su condición de gran potencia. Sabiendo esto, ahora es posible aproximarse a la pregunta más amplia de si los intereses del Reino Unido están mejor servidos permaneciendo en la Unión Europea o dejándola. Un reciente episodio proporciona una clave. En marzo, el Reino Unido ganó un caso en la corte en contra del Banco Central Europeo en la Corte de Justicia de Europa. El Banco Central Europeo había estado intentando mover la función de compensación de balances hacia las transacciones de la eurozona dentro de la misma unión monetaria. La movida habría excluido a Londres y habría hecho a París y Frankfurt significativamente más atractivos como centros financieros, haciendo peligrar la posición de Londres en el sector de servicios financieros de Europa. La victoria del caso en la corte fue un ejemplo de los beneficios de retener la influencia en la Unión Europea. En el 2013, el 41% de las exportaciones de los servicios financieros iban a países de la Unión Europea. Si el Reino Unido dejara la Unión Europea, parecería probable que los aranceles se subieran y se tomaran acciones para fomentar que este comercio volviera hacia el bloque. Es evidente que sí existen oportunidades fuera de la Unión Europea. Londres ha estado aspirando al naciente mercado financiero islámico, en el que es el número uno en la ubicación del comercio occidental y además es el anfitrión de dos tercios de todas las transacciones de yuanes que se dan fuera de Hong Kong y China. Los vínculos históricos, los sistemas legales similares y similitudes en el lenguaje, todo jugará su rol en la creación de oportunidades para el Reino Unido en las ex colonias – muchas de las cuales se proyectan entre las economías de mayor crecimiento en el mundo – en las décadas venideras. Sin embargo, Nueva York continuará siendo un fuerte adversario. Europa representa un mercado nacional, que le da al Reino Unido una influencia global – y no solo en los servicios financieros. Por lo tanto, los riesgos de salirse son duros y las oportunidades no los sobrepasan. En los meses venideros, el Primer Ministro, David Cameron, intentará negociar en términos más favorables para el Reino Unido en Europa. Su lista deseada incluirá restricciones de las futuras inmigraciones, intentos por volver a ganar cierta soberanía que Gran Bretaña ha cedido, franquicias de la trayectoria que va hacia el Reino Unido, perdiendo su independencia y compromisos sobre el acceso continuo de Gran Bretaña al único mercado de los servicios financieros. Europa tampoco quiere ver que Gran Bretaña se aleje. Gran Bretaña le da a Europa profundidad militar y acceso directo a EE.UU., y sirve como un equilibrio entre Alemania y Francia. Por lo tanto, Cameron tendrá cierto poder negociador y puede que logre tener cierto éxito en estos objetivos, o puede regresar con resultados cosméticos como lo hizo el Primer Ministro Harold Wilson en 1975. El público británico podría recibir con beneplácito cualquier ganancia que se logre o desaprobar una falta de resultados percibida, pero no afectará la decisión final del Reino Unido. Gran Bretaña es una nación mercantil que siempre ha estado guiada por sus consideraciones económicas y, justo ahora, permanecer en la Unión Europea se ajusta a los intereses de Gran Bretaña. Traducción extraída del texto “Britain’s Status as a Traiding Nation Ties It to Europe”, Geopolitical Weekly, 8 de septiembre de 2015, Mark Fleming-Williams. 4