«ño IV 23 Diciembre (911 tiúm. 95 y 96 DE GUERRA Y MARINA A LOS SUSCRIPTORES En la creencia de que iba á ver la luz la leyde red uta miento y reemplazo, suspendimos en los tneses de Octubre y Noviembre la publicación del tomo de PENAS COMUNES de nuestra «Biblioteca». El aplazamiento déla reunión de Cortes lia sido causa de que dicha ley no se haya publicado, y no queriendo demorar un momento más la continuación del volumen de «Biblioteca», interrumpido á primeros de este mes, hemos repartido entre los suscriptores cuatro pliegos del mismo. Con el presente número reciben los suscriptores el último medio pliego de Sentencias y los cuatro de providencias; todo correspondiendiente al año igio. Con ello resarcimos á nuestros favorecedores de pliegos que por la causa expresada habían dejado de recibir, y al propio tiempo ultimamos dos nuevos volúmenes; el cuarto de la «Gaceta Jurídica)) y el primero independiente de «Jurisprudencia del Consejo Supremo de Guerra y Ma~ 17S GACETA JURÍDICA riña» que contiene las sentencias y providencias del año igio. Y antes de terminar séanos lícito expresar nuestra gratitud al creciente número de lectores y suscriptores de nuestra revista. El favor que nos dispensan es el mejor estímulo para nuestra obra, que prometemos seguir realizando con la misma fe y con el propio entusiasmo, SUMARIO SECCIÓN DOOXBIA'AT.—El concepto dala alevosía, por Mariano Marfil. SECCIÓN LEGISLATIVA.—Cuerpo Jurídico militar. SECCIÓN DS PRRNSA.—Cuantía de las indemnizaciones, por José Luis Castillejo. SECCIÓN VAKI« DA. — Reformas en la justicia militar en Francia. Índice, SoGcióa doctrinal El concepto de la alevosía Pocas circunstancias agravantes son tari imprecisas en su concepto como la alevosía. Indeterminada en la historia de nuestra legislación, ha sido vano intento el del Código vigente de 1870 que quiso fijar con exactitud, poco menos que matemática, qué es lo que por alevosía debiera entenderse. Y decimos que ha sido vana, y vana también la jurisprudencia del Tribunal Supremo, en e'uya interpretación hay DE GUERRA Y MARINA 179 •p-ra satisfacer todos los gustos y para razonar todos los criterios, porque después de leído y meditado el precepto del Código, no se sabe cual es la frontera que separa la alevosía y el abuso de superioridad. En algunos delitos contra las personas pudiera ser indiferente la apreciación de una ú otra agravante, pues claro es que la responsabilidad se determinaría con las mismas reglas é igual intensidad; pero hay un delito, el de homicidio, en el que no ocurre eso, y cuando existe el abuso de superioridad sigue siendo homicidio, que se castigará imponiendo la pena en su grado máximo, y cuando existe alevosía deja de ser homicidio simple para serlo cualificado, lo que llamamos en nuestra legislación asesinato, al cual corresponde una penalidad mucho más grave. La existencia de la alevosía en las legislaciones es muy antigua; unas veces con ese nombre, otras con el de traición ó serpresa, otras con el de emboscada que tiene en ei Código del Brasil, y otras, en fin, con otros varios (guetapens la llaman los franceses) la alevosía siempre se reconoció. En nuestra legislación antigua se confundieron casi la alevosía y la traición. La ley 3, título 27, P. VII, decía: «asesinos son llamados una manera que hay de homes desesperados et malos, que matan á los homes á trayción, de Í80 GACETA JURÍDICA guisa que se non pueden dellos guardar ». Otrosí, decimos que los asesinos.... deben morir por ende». La repugnancia á todo lo aleve existió también siempre. El propio Rey Sabio decía en la ley 1.a, tít. 2, Part. VII, «es la más vil cosa é la peor que puede caber en corazón de home, naciendo de ella tres cosas contrarias á la lealtad, que son éstas: tuerto, mentira y vileza». Nuestro insigne comentarista Pacheco escribió: «La alevosía es una de las mayores vilezas que pueden rebajar á un delincuente, y también uno de los peligros que alarman más á la sociedad entera. El alevoso es semejante ai reptil que ]1ega callado, arrastrándose sin anunciar su ira, sin dar lugar para la defensa. Por lo mismo que le falta á él el peligro, por k> mismo es más abyecto y más odioso. La ley debe hacer con él lo que con los reptiles hacemos: aplastarle sin misericordia». Pronto se distinguió la traición de la alevo sía. El Fuero Real en su Ley 2, tít, 17, lib. IV, dice: «Tod© home que matare á otro á traición* ó aleve, arrástrenle por ello é después enfórquenlo: é todo lo del traidor háyalo el Rey, y del alevoso haya la meitad el Rey é la meitad los herederos; é si en otra guisa lo matare sin derecho, enfórqueñle, é todos sus bienes herédenlos sus herederos é no peche el homecillo». Es decir, que los bienes del traidor erai> DE GUERRA Y MARINA 181 confiscados totalmente y los del alevoso sólo por mitad. La novísima Recopilación volvió, no obstante, á confundir ambos conceptos, y así la ley 2.°- del tít. 21 del lib. 12 se titulaba, «Pena del que mate á otro á traición ó aleve y del que hiciera muerte segura». El Código penal de 1848 entendió que había alevosía cuando se obraba á traición y sobre seguro. El empleo de. la conjunción copulativa y, denotaba, ó parecía denotar, que eran exigí bles las dos circunstancias, y cómo esto era un retroceso sobre el texío de la NovLima Recopilación, en el Código de 1850 se sustituyó la copulativa y por la disyuntiva ó, viniendo á existir alevosía tanto cuando se obraba á traición como cuando se obraba sobre seguro. Así llegóse á 1870 en el que se define dicha circunstancia agravante diciendo: «Hay alevosía cuando el culpable comete cualquiera de los delitos contra las personas, empleando medios, modos ó formas en la ejecución, que tiendan directa-y especialmente ¿asegurarla sin riesgo para su persona, que proceda de la defensa que pudiera hacer el ofendido». Pero el texto á fuerza de querer ser claro deja de serlo, porque, ¿cuándo habrá alevosía y •cuándo abuso de superioridad? Hay alevosía, 182 GACETA JURÍDICA por ej., en el que acomete á otro por sorpresa. en la convicción de que está desarmado (S. 8; Marzo 1890); hay alevosía, no sóio cuando se busca la ocasión de causar un delito contra laspersonas, sin riesgo para el ofensor, sin «a también cuando se utiliza aquella ocasión aún sin buscarla (S 20 Noviembre 1893); ha}? alevosía, cuando se obra de un modo tan rápido ai herir, que no se pueda dar lugar á la defensa (S. 16 Marzo 1897); y en otros varios ejemplos que pudiéramos seguir citando. El abuso de superioridad lo hay en el hombre, respecto de la mujer (no siempre), en eh joven respecto del anciano, en el adulto respecto del niño, etc. Esta línea divisoria no se percibe algunas veces. Citaremos como ejemplo el resuelto en Sentencia de 4 de Julio de 1884, al decir que el matar á un ciego constituye asesinato. ¿Por qué no apreciar en este caso el abuso de superioridad y sí la alevosía? En cambio se puede dar este otro caso. Una. multitud acomete á una persona y el intento de defensa de ésta, basta para que su muerte sea solo homicidio y no asesinato. ¿Es esto racional? ¿Es que puede sostenerse formal y seriamente que no asegura la ejecución del delito el que tres, seis, veinte, cien hombres acometan á uno sólo, aunque éste tuviera á su disposición un arsenal completo? DE GUERRA Y MARINA 183 Y sin embargo, ton el texto literal de la ley puede alguien estimar que se puede condenar á esos agresores como homicidas. Ello repugna al sentido común; el vulgo dirá que esa masa que se precipitó sobre un hombre solo, es claro que á ese hombre ha asesinado. No puede en rigor, decirse que es homicida, y compararlo al caso de una riña. Hay contradicción evidente entre ambos conceptos, y eso demuestra que la ley tiene un lunar, y ese lunar tiene que subsanarse. Por eso empezamos diciendo que continuaba en la imprecisión el concepto jurídico de la. alevosía. MARIANO MARFIL. SECCIÓN LEGÍSLATIVA" Cuerpo Jurídico iMiiitai\-(Rs. Os. Cs. 24-11-1910} (C. L. núm. 220 y 221) Son dos disposiciones que no publicamos por su mucha extensión: la primera aprobando el Reglamento orgánico del Cuerpo Jurídico-militar y !a segunda aprobando el Reglamento de oposiciones al mismo Cuerpo. Cuantía Se k$ indemnizaciones «Para determinar la cuantía de una indemnización enla esfera penal no hay más regla que la del arbitrio judicial. 184 GACETA JURÍDICA Este arbitrio viene manifestándose en la vida práctica de los Tribunales de u n a manera m u y v a ria, y casi siempre con u n criterio estrecho y pequeño en los delitos de sangre, y negando en absoluto «1 derecho á ser indemnizado en las transgresiones contra el honor. E n los delitos de sangre es cosa c o m e n t e ceder el paso á u n a r u t i n a que h a venido á valorar la vida de los hombres en 3.000 pesetas y las lesiones corpo rales que se sufran en 2 pesetas por cada día de asistencia facultativa. No h a y u n a razón lógica n i u n principio científico q u e justifique esta rara tasación de ía vida y de la actividad h u m a n a ; algún cubero de aqv ellos que, según el dicho popular gozaban de tan buen ojo, debió de echar la cuenta, años lia, y desde entonces se transmitió por la costumbre su peritaje hasía que al fin se h a consagrado éste por el arbitrio judicial. Sólo en m u y contados casos de accidentes por i m prudencia temeraria, en cuyas causas hubieron de intervenir como acusadores grandes jurisconsultos, se logró romper la r u t i n a demostrando aquéllos la sinrazón en que se fundaba y la necesidad que había para reparar el daño, de atender á más altos y h u manitarios principios. La justicia de estos principios es evidente. Cuando una persona pierde violentamente la vida por culpa de otra, sería preciso, para indemnizar á sus herederos, tener en cuenta múltiples é interesantí-^ simas circunstancias: lo que pudiera haber vivido, dato hoy muy fácil de comprobar por los cálculos de las Compañías de seguros; la posición social que ocupaba, lo que pudiera haber ganado hasta su muerte naiural y probable, el número de hijos que dejara desamparados, el dato de si mantenía á su madre ó sí su viir'a quedaba en la indigencia... La combinación de estas y otras muchas circunscias podrían producir un criterio más justo y equitativo que el de tasar en 3.000 pesetas la vida hu mana. Ni aun la del más humilde menestral que DE GUERRA Y MARINA 185 . la pierden en una de esas riñas de taberna de nuestro clásico matonismo, puede estimarse en tan bajo precio. ¿Y qué decir de cuando á un hombre no se le mata, pero se le hiere ó se le inuttiliza? Ya se sabe: tantas pesetas por fintos días sin trabajar, tantas pesetas que costó el módico y las medicinas, y se acabó. Y el sufrimiento, ¿no se paga? Y los disgusto, los malos ratos y las molestias que el accidente produjo, ¿tampoco se abonan? Todas estas cosas no se han pagado hasta hoy, y hora es ya que se piense en que hí'.y que indemnizarlas, porque son perjuicios positivos y evidentes. En los delitos contra el honor, el arbitrio judicial se ha negado á indemnizar y ha dado lugar á que, buscando el espíritu jurídico la expansión que necesita, hiya salido por otro lado, originando indudables exageraciones. El Tribunal Supremo ha dicho en su ya famosj, sentencia de 6 de Diciembre de 1882 que es cierto que según el art. 18 del Código penal, á toda responsabilidad criminal debe ceguir la civil; pero que no siendo v&lorable el honor, no es posible fijar la -cantidad en que consista el perjuicio. A pesar de esto, ¿no está en la conciencia de todos que al que sufre un perjuicio se le debe indemnizar, aunque no pueda determinarse exactamente su cuantía? Si á un comerciante se le llama estafador, ¿no se le parjudica en su crédito? Si al presunto heredero no forzoso de un pariente ee le dice que es un pillo y el te°' -1 jx modifica su última voluntad, ¿no se le perjudica en sus intereses? Y, sin embargo, en estos dos casos, que parece material el perjuicio, será también dificilísimo determinarlo. Porque ¿quién culcula el daño concreto que sufrió en su crédito el •comerciante? ¿Quién adivina la cantidad pr,jiga que el testador había decidido dejar á su pariente? Aquí es precisamente donde está la dificultad, en determinar la cuantía, el impor') de la indemnización; por eso se ha detenido ante ella el Tribunal 1S6 GACETA J U R Í D I C A Supremo, y curándose en salud ha echado la llave al art. 18 del Código penal. Y es que, dígase lo que se quiera, la indemnización á que puede dar lugar un delito contra el honor nunca podrá hacerse efectiva por daños materiales, por la sencilla razón de que esta clase de delitos es la más espiritual de todos los escritos en el Código, y de querer indemnizar por ellos no habría más remedio que acertar la sabia doctrina del dañomoral preconizada por el ilustré Georgi. lista olézcase, pues, en la nueva ley de indemnizaciones, que pudiera hacerse, la doctrina saludable y definitiva de que el daño moral producido por los atentados contra el honor debe indemnizarse, ya ,se persiga por el Código penal, ó ya se reclame por la vía civil renunciando á la acción crimina', y medítese en el criterio que debiera adoptarse para establecer la cuantía de la indemnización. El de atenderse á la fortuna que pueda po?eer el ofensor no puede ser justo, porque entonces podría ocurrir que un potentado no pudiera siquiera dirigiruna mirada, de desprecio, en tanto que un pobre estaría autorizado para llamarle á uno asesino. Más injusto aú i sería el de tener exclusivamente en cuenta? la cualidad ó la posición social de la persona ofendida, pues si fuere una señorita distinguida, digna siempre de toda clase de respetos, no menos digna de ! irlo género de consideraciones había de ser también ante la igualdad de la ley la hija del más modesto artesano. Todos estos inconvenientes se allanarían si el arbitrio judicial se reglamentase, estableciendo en la nueva ley una escala gradual en la que ee fijara un mínimum y un máximum para determinar la cuantía de la indemnización, según las circunstancias especiales de cada caso que el Tribunal pudiera en su conciencia estimar. JOSÉ LUIS CASTI LE JO. (De Heraldo de Madrid). DE GUERRA Y MARINA 187 ^FCCIÓN VARiADA Reformas de ía Justicia ¡Militar en Francia Como estamos siguiendo en esta colección la reforma ele los Consejos de Guerra en Francia y las consecuencias del apachismo en el ejército francés, á continuación damos unas cuantas noticias relacionadas con'ello. La comisión senatorial que entiende en la reforma de los consejos de guerra se ha, reunido hace pocos días bajo la presidencia del general Langlois. En la reunión quedó aprobado el rapport de M. Flandin, que ya conocen los lectores. Se acordó que, por ahora, debe atenderse: solamente á la reforma de los Consejos de Guerra en el ejército; y que los de la Marina deberán ser objeto de una ley especial que fe dictará más adelante. Respecto á la cuestión de los condenados por dereoho común que tienen que cumplir el deber militar, se ha presentado una proposición de ley suscripta por varios diputados, entre ellos M. Berry y el almirante Bienaimé, según la cual tendrán que servir en África los que hayan sufrido condena de un mes en adelante por ultrajes públicos al pudor, robo,, eítafa, abuso de confianza ó ultraje á las costumbres; 183 GACETA JURÍDICA ,ó p o r dos delitos de rebelión, lesiones, vagabundaje, mendicidad, contravención á la policía ferroviaria, . desperfectos e n m o n u m e n t o s y embriaguez pública y manifiesta. Nombramiento de defensor en ei Supremo CONSULTA Una causa vista en Madrid tiene que elevarse por ministerio de la ley al Consejo Supremo de Guerra y Marina; ¿es nece~;irio que los procesados que se encuentran en libertad, esperen á que la Autoridad judicial despache la causa para nombrar defensor personalmente, ó pueden ausentarse y hacerse por exhorto el nombramiento? DICTAMEN Entendemos que no hay razón alguna para irrogar ese perjuicio gravísimo al encartado. El artículo 597 del Código de Justicia milih*', que es el pertinente al caso, no dice más que «se requerirá á los acusados para que desde luego nombren defensor que les represent t en aquel alto Tiibunal»; pero no dice que haya de ser personalmente como se les requiera. Tan legal es, pues, el requerimiento personal como el requerimiento por exhorto. DE GUERRA Y MARINA 189 IISEDIGIB SECCIÓN DOCTRINAL Páginas. El concepto de la alevosía, por Mariano Marfil 178 El derecho de apelación en la justicia militar francesa , .. 1 Huérfanos y esposas de militares: injusticias déla ley 81 Hurto doméstico, por Mariano Marfil. 17 La cirujía y los derechos de la personalidad, por Mariano Marfil. 97 La colonización penitenciaria ¿debe ser interior ó exterior?, por Un Abogado de esta Corte 129 La defensa del honor: estudio de una eximente, por lin Abogado de esta Corte. 146La indisciplina en los organismos militares de Francia, por Un Abogado de esta Corte 162 Las llamadas «diligencias previas» y su empleo abusivo, por Un Abogado de esta Corte. 33La pena de muerte y el juicio sumarísimo . . 114 La prueba en el enjuiciamiento criminal.. . 49 : Reforma de las jurisdicciones de Guerra y Marina • 66- 190 GACETA JURÍDICA SECCIÓN DE REFORMAS Antecedentes para la reforma del Código de Justicia militar ... Ante las nuevas reformas, por Marvmo Marfil El procedimiento acusatorio, por X El señor Canalejas, ministro de Gracia y Justicia Forma y plazo de estudio de las causas por Fiscales' y Defensores, por X La reforma de los Consejos de Guerra en Eran cia . •• Marinos defensores, por Un Auditc de la Armada Necesidad de nuevas Ordenanzas militares, por Mariano Marfil. «... Sustitución de defensor 70 132 87 105 164 116 37 11 150 SECCIÓN LEGISLATIVA Administración y Contabilidad de la Hacienda Pública ....122 y Códigos de Justicia militares (nombramiento de Comisión para su reforma) Condena condicional (instrucciones para aplicar la ley de) Cuerpo Jurídico-militar Diputados (procesamiento de) Expedientes por hallazgo de efectos en el mar. Ley de condena condicional (instrucciones para aplicarla). « Procesamiento de Diputados y Senadores 136 77 7 183 55 74 7 55 DE GUERRA Y MARINA 191 Páginas. Reforma de los Códigos de Justicia militares. Senadores (procesamiento de) 77 55 SECCIÓN DE CONSULTAS Alimentos y gratificaciones de residencia.... 95 Apreciación de prueba en juicio sumarísimo. 46 Alimentos (¿pueden hacerse reclamaciones á las Capitanías Generales?) 109 Careo en el p l e n a r i o . . . . . . . . . 27 Castigos á alumnos de las Academias militares 110 Defensor marino y abogado 46 Desertor que escala obra fortificada 94 Diligencias á que tiene que asistir el defensor. 26 Inutilización voluntaria para el servicio,.... . 110 La pena de multa , 80 Nombramiento de Defensores en el Supremo. 188 Nulidad de fallo 175 Nulidad de actuaciones 174 Oficiales condenados á separación del servicio. 138 Pago de la pena de multa 141 Parentescos de afinidad. 27 Premios de reenganche • 140 Presentación en destino: su cómputo para el abandono de servicio 98 Proposición de prueba por el Defensor 59 Recursos contra los fallos judiciales 176 Suspensión de empleo....' 16 Uso de las máquinas de escribir 79 SECCIÓN VARIADA Apertura de Tribunales. 156 192 GACETA JURÍDICA k Páginas. El centenario de Jovellanos El confort en el presidio. En Francia: la reforma de los Consejos de Guerra La inviolabilidad parlamentaria.' Rasgos del. coronel Montesinos: el robo de una onza Solemnidades académicas Una reforma en la Justicia militar francesa 111 y Uso de armas prohibidas en Francia SECCIÓN DE PRENSA Cuantía de indemnizaciones Jurisdicción de los Directores generales de la Guardia civil y Carabineros La libertad de escribir en el Ejercito francés, por Gli Bunibert, senador Las notas y sus efectos, por Marcial Mochila.. SECCIÓN BiBUOGRÁFiCA Conflictos jurisdiccionales entre los poderes ejecutivo y judicial, por José Antonio übierna Estadística criminal de Guerra y Marina en 1907 127 159! 63166 28 31 187 142 184 89 39 107 112 170 ZZZZZ SASTRERÍA M ! LITAR DE MORENO Y BASCUNANA ÚNICOS maestros sastres en la actualidad del Real Cuerpo de Alabarderos y de las Secciones de Ordenanzas del Ministerio de la Guerra. Especialidad en uniformes bordados y para todas las armas del Ejército. ARENAL - 2 2 - DUPLICADO REGALO A IOS 8ÜSCRIPT0RE8 Biblioteca Jurídica Oc Guerra y Marina Tiene por objeto esta Biblioteca facilitar la aplicación práctica de la) justicia a el Ejército y la Armada y para ello publica tomos de bolsillo, en los que se antiene cuanto puede necesitar el más profano para la recta inteligencia de )da la legislación, que á tal extremo se refiere. Las condiciones económicas la gran utilidad de las obras, son por sí solas recomendación suficiente. Fortan dichas obras parte integrante de esta revista, así es que los suscriptores IB reciben gratis. VOLÚMENES PUBLICADOS I.—Penas multares (Graduación práctica).—Un tomo de 164 páginas, 2'50 pesetas en rústica; 3 pesetas encuadernado. .1.—Penas c o m u n e s del Código militar (Graduación práctica).—Encuadernada en tela, 3'50 pesetas; en rústica, 3. [I.—La Condena Condicional.—En rústica, 2'50 pesetas. Los pedidos á las Oficinas de esta revista, Monte Esquinza, 23, principal, squiorda, Madrid.—Acompañando al importe 25 céntimos, se envía el tomo ertificado. De venta en las principales librerías.