ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA CONCIERTO 7 CICLO_I 17, 18 y 19 diciembre 2004 Auditorio Nacional de Música (Madrid) Sala Sinfónica JOSEP PONS DIRECTOR ARTÍSTICO Y TITULAR LORENZO RAMOS DIRECTOR CNE FÉLIX PALOMERO DIRECTOR TÉCNICO OCNE Orquesta Nacional de España Semyon Bychkov, director I Cristóbal Halffter (1930) Adagio en forma de rondó (Primera vez ONE) II Dimitri Shostakovich (1906-1975) Sinfonía núm. 7, en Do mayor, opus 60 “Leningrado” Allegretto Moderato (Poco allegretto) Adagio Allegretto non troppo Concierto 7- Ciclo I. 17, 18 y 19 de diciembre de 2004 Viernes 17 de diciembre de 2004, a las 19:30 h. (ONE 4551) Sábado 18 de diciembre de 2004, a las 19:30 h. (ONE 4552) Domingo 19 de diciembre de 2004, a las 11:30 h. (ONE 4553) Auditorio Nacional de Música (Madrid) Sala Sinfónica Notas al programa Cristóbal Halffter (1930) Adagio en forma de Rondó El estreno el 8 de agosto de 2003 del Adagio en forma de Rondó de Cristóbal Halffter en el Festival de Salzburgo, en concierto que dirigiera quien hoy se presenta ante la Orquesta Nacional, el ruso-americano Semyon Bychkov, a la Filarmónica de Viena, signa una de las fechas más internacionales de la música española reciente; el compositor estrenó la obra en España, con su propia dirección, a finales de ese año, a la Orquesta de Sevilla primero (I Festival de Música Española de Cádiz, 22 de noviembre) y a la Sinfónica de Madrid después (13 de diciembre). Tanto para el estreno salzburgués como para las primeras audiciones españolas, Cristóbal Halffter ofreció una concisa nota de programa, la que ahora se inserta: “El día 11 de septiembre de 2001 comenzaba a escribir esta obra para la Filarmónica de Viena encargada por el Festival de Salzburgo. En principio, tenía la intención de crear una obra sinfónica que tuviese la forma y el carácter de un rondó. Las circunstancias que vivimos ese día hicieron variar mis planes y del rondó sólo quedaron algunas reminiscencias que iban a estar gobernadas y englobada por la gravedad que impone un adagio. Mi estado de ánimo no podía substraerse a los acontecimientos de los que millones de seres humanos fuimos espectadores y víctimas. Los números 11, 9 y (0)1 juegan un papel estructural en mi obra, pero dejo este análisis a los estudiosos y críticos, pues mi intención es crear música y comunicación. Dedico mi “Adagio en forma de rondó” a la Orquesta Filarmónica de Viena como representación de la forma en que debe cultivarse la tradición para hacerla viva y a mis hijos Pedro y Ana como regalo de boda, por como saben vivir su juventud con el rigor, la alegría y el compromiso que requieren las circunstancias de nuestro tiempo. La conjunción de ambas posturas nos permite la esperanza. Villafranca, 11/9/2001 – 20/11/2002”. Hasta aquí el comentario de Cristóbal Halffter a la obra programada. Reproduzco ahora el texto de mi compañero -y sin embargo amigo, tal como el legendario crítico de cine Alfonso Sánchez acostumbraba a decir- Álvaro Guibert, que acompañó a la presentación madrileña de la composición, extraordinaria explicación de la partitura, que transcribo a continuación. “Conviene fijarse (...) en el título de la obra, que también es singular: “adagio” y “rondó” son términos casi contradictorios. El “rondó” requiere un ritmo vivo, casi bailable, y una copla recurrente y bien visible. Un “adagio” tiende, en cambio, a imposibilitar lo anterior. Es precisamente de esa antinomia, de ese cruce de contrarios, de donde obtiene Halffter la tensión musical que da vida a esta composición. El oyente asiste una 5 y otra vez al siguiente drama sonoro: de un magma oscuro, grave y sin tempo, que es el adagio, surgen gestos y figuras (proyectos de rondó, intentos scherzantes) que pugnan por cobrar perfil, pero apenas logran emanciparse con claridad. Ese cruce de fuerzas musicales tiene su origen en la encrucijada de sentimientos que el autor confiesa haber albergado desde los primeros días de la composición de la pieza. (...) He ahí los polos que en la mente de Halffter crean tensión viva: por un lado, la tradición de la Filarmónica de Viena, ese sonido de cuerda incomparable y más que centenario. Por otro, el empuje renovador de una juventud consciente de su tiempo. De su combinación surge la esperanza... y la idea de un rondó salzburgués. Pero cambia ante la inconcebible catástrofe que vocea el telediario: ya no puede sonar otra cosa que un adagio. Que no tiene valor de lamento, hay que añadir enseguida, sino de reacción. Cree Cristóbal que al terror del fanatismo hay que oponer símbolos de vida. Pero esto no es más que el punto de partida, el conflicto emocional que pone en marcha el proceso compositivo y que enseguida se convierte en conflicto puramente musical. La obra comienza con un ruido grave, lento y tenso, cargado de acontecimientos inquietantes, casi todos en pianísimo. Dominan el paisaje los instrumentos de percusión frotados con baquetas doma, las célebres baquetas ‘superball’ que valen por todo un laboratorio de música electrónica. Los cambios de atmósfera son leves y ocurren a intervalos de uno, nueve y once compases, las cifras de la fecha fatídica. En ese océano de lentitud flotan algunas islas sonoras. La idea de rondó la representa un grupo de unas cuantas semicorcheas bien perfiladas que hace dos apariciones en fortísimo. La idea de ‘scherzo’ la traen breves concreciones ternarias, atisbos de 3/8 que llegan a conocer, incluso, algo de desarrollo. A lo largo de todos estos minutos, y al servicio de este particular guión expresivo, oímos la ‘orquesta Halffter’, ese maravilloso conjunto de gestos y colores sinfónicos que los aficionados conocen bien y que con tanta eficacia conmueve al oyente. Todo ese flujo de emociones desemboca en un final de gran belleza. Las cuerdas de la orquesta se reúnen en un Do dado al unísono dos veces, muy fuerte la primera vez y muy piano la segunda. El despliegue posterior de esa nota ocupa varios compases y constituye una ocasión de lucimiento para la famosa cuerda de la Filarmónica de Viena, o para las de las sucesivas orquestas que han de tocar la obra. Justo después se constituye la idea final: las campanas doblan solemnemente, cantan la secuencia Re - Mi bemol nueve veces y la nota suelta Mi bemol otras dos (hasta sumar once). Por debajo de estas campanadas, la orquesta hace una reconstrucción hacia atrás, a paso de cangrejo, del magma del comienzo y, por encima de todo ello, violines y violas cantan una hermosa melodía a dos voces. Lo último 6 que oímos son los armónicos de los violines, que insisten en un Mi natural sobreagudo (nótese la voluntad de progresión: Re – Mi bemol – Mi natural), mientras regresan las ‘superball’ y sus resonancias primigenias.” El estudio de Guibert es ejemplar y resuelve buena parte de ese “análisis” que el autor, en su comentario, dejaba a “estudiosos y críticos”. En última instancia, y siempre será esa la cualidad última de la música grande, al auditor no le harán falta estas consideraciones para percibir la fuerza y hondura de esta página. Dimitri Shostakovich (1906-1975) Sinfonía núm. 7 en Do mayor, Opus 60, “Leningrado” Los azares de la programación son siempre impredecibles. Una obra como la Sinfonía “Leningrado” se ha podido pasar años ausente de la vida musical madrileña, desde el casi arcano estreno en los 50 de la mano de Sorozábal hasta la primera interpretación de la Orquesta de RTVE en los 70 con Odón Alonso a su frente, y la posterior traducción de Emil Tchakarov al frente de esta Orquesta Nacional –con el inolvidable Enrique Llácer “Regolí” como impagable solista de caja-, sin olvidar la algo menos lejana interpretación de Rozhdestvensky con la Sinfónica del Ministerio de Cultura de la extinta URSS a fines de los años 80 y la traducción de Mariss Jansons con la, todavía entonces, Filarmónica de Leningrado en el 86; desde entonces, sólo puedo citar la lectura de Neeme Järvi con la Sinfónica de RTVE –el regreso de la orquesta a la pieza- de 14 y 15 de noviembre de 1996, para volver la página a estos pagos por cuadruplicado en apenas 40 días: el 3 de diciembre de 1998 la Filarmónica de Hamburgo trajo de nuevo la obra a Madrid de la mano de Ingo Metzmacher, y en la segunda semana de enero de 1999 volvió la pieza a escena en concierto de la London Philharmonic dirigida por Xavier Güell. ¡Curioso movimiento pendular! “El desarrollo musical de Shostakovich se vio incuestionablemente influido por el frecuente derramamiento de sangre en su patria. Ya fueran Hitler y los Nazis o Stalin y el Ejército Rojo, Shostakovich fue un testigo de primera mano de tiempos de destrucción y exterminio. Es imposible concebir que hubiera compuesto del modo que lo hizo sin las experiencias espirituales que hubo de vivir. Criticó al país que amaba y ese país repetidamente combatió a su más amado compositor. Creía en su país, porque era de 7 corazón un devoto nacionalista. Sus Sinfonías, que en cierta medida se relacionan con su lucha interior por comunicar los sentimientos de su país y por ayudar como guía a una nación joven, constituyen parte de los mejor que salió de su pluma. La grandeza y la fortuna de Shostakovich como ciudadanocompositor soviético están inseparablemente unidas” (Christopher Norris, en “Shostakovich: política y lenguaje musical”, en Shostakovich, the man and his music, Lawrence and Wishart Ltd., Londres 1982, pg. 186) En 1934, Dmitri Shostakovich anunció un ambicioso proyecto: deseaba componer una trilogía de óperas sobre la mujer rusa. La primera pieza, Una Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk, basada en una novela corta de Leskov, se estrenó en ese 1934. El éxito acompañó a la obra, dentro y fuera de Rusia, y Shostakovich, que por entonces contrajo matrimonio con la físico Nina Varzar, se consagró como el gran compositor joven -todavía no tenía 30 años- de la URSS. Su música era considerada fresca y saludable, dotada de savia nueva. Esa aclamación internacional se vio, sin embargo, seriamente atacada en 1936, dos años después del estreno de la ópera, cuando Pravda, el periódico oficial del partido comunista publicó una comunicación sin firma que hablaba de “caos en lugar de música". El texto, atribuido a Stalin, utilizaba descripciones ásperas tales como 'caos sonoro', ' cacofonía', 'decadentismo' y, la acaso más brillante, 'pornofonía', y de Shostakovich se predicaba "su carencia de preocupación por los temas verdaderamente nacionales, como las canciones, así como por la herencia y los propósitos del país". El resumen era, si cabe, más drástico: Shostakovich no cumplía el deber del artista, que es algo más simple que su música: "crear confianza, solidaridad y amor por la patria, para bien o para mal, en una palabra: ser heroico". El músico pasó, en cuestión de días, del reconocimiento a la vejación, y de la gloria al desprecio: se le denominó "enemigo del pueblo", su música se retiró de escena, teatros y conciertos, y sus obras fueron discutidas (vilipendiadas) en asambleas populares. Anotemos que todos estos eventos fueron ignorados en Occidente durante años, y que sólo desde el final de los años 40 entraron a formar parte de las biografías no rusas del compositor. Los años siguientes no fueron fáciles para el artista, que vio, dentro de un proceso creciente de "purgas", desaparecer, literalmente, a varios de sus amigos y mentores -el Mariscal Tuhachevsky, el director teatral Meyerhold- y que hubo de buscar un equilibrio "razonable" entre su creatividad y las exigencias del poder público, creándose desde entonces una dicotomía personal, perfecta esquizofrenia, que ha sido descrita 8 y hasta analizada ampliamente por músicos cercanos al compositor, como Rostropovitch o Rozhdestvensky, y que el propio Shostakovich, en su postrer intento de "contar la verdad" (Rozhdestvensky), plantearía en sus memorias, "Testimonio". En 1937, 21 de octubre, se estrenó en Leningrado (Filarmónica, dirección de Mravinsky) la "Respuesta de un artista soviético a unas críticas justas", la Sinfonía nº 5, cuyo continente satisfizo al aparato del poder cultural y cuyo contenido, comprendido por muchos desde el día del estreno, se escapó por entero a la "inteligentsia" oficial. Al año siguiente inició Shostakovich su ciclo de Cuartetos de cuerda, y se consagró, casi en exclusiva, a la música fílmica e incidental, género para el que escribió nueve páginas entre 1938 y 1942. En esos años, regresó al Conservatorio de Leningrado, donde había estudiado, pero ahora como docente, y en 1940, supuesto "perdón" del poder, su Quinteto con piano obtuvo el Premio Stalin. En el verano del año siguiente, 1941, el 22 de junio, comenzó la invasión alemana del territorio ruso, con la ofensiva generalizada del III Reich contra la Unión Soviética: el territorio ruso fue atacado por tres cuerpos de ejército bajo el mando conjunto del “Oberkommando des Heeres”, Mariscal Brauschitsch; estos tres segmentos, divididos en ‘Sur’, ‘Centro’ y ‘Norte’, a las órdenes respectivamente de Von Rustedt, Bock y von Leeb, comprendían 220 divisiones, con 3.000 aviones y 10.000 carros de combate. El 21 de junio, día en que comenzara la "operación Barbarroja", Shostakovich tenía una entrada para un partido de fútbol -su deporte favorito- entre el Dynamo y el Zénit. El partido no llegó a celebrarse, pero -tal como han relatado los esposos Sollertinsky, biógrafos del compositor- el músico conservó su localidad del estadio durante años, como un símbolo. En una demostración práctica de la operatividad de la llamada “Blitzkrieg” (“Guerra relámpago”), los carros de combate del ejército del Norte rompieron las líneas de defensa de las divisiones del mariscal ruso Voroshilov y, tras tomar el 25 de agosto las capitales de las hoy repúblicas bálticas de Estonia y Letonia, Tallin y Riga, al comienzo de septiembre se hallaban frente a las defensas exteriores de Leningrado. El 2 de septiembre, las fuerzas de la Wehrmacht, al mando del Mariscal von Leeb, iniciaron el asedio de la antigua ciudad de los zares, el San Petersburgo anterior a la revolución bolchevique. Rodeada la ciudad y cortadas sus comunicaciones, con excepción de la línea férrea que cruzaba el Lago Ladoga, el asedio de Leningrado se prolongó durante casi 500 días, hasta el 12 de enero de 1943, 9 fecha en la que las tropas soviéticas recuperaron las defensas externas de la urbe. Durante el asedio, Shostakovich, bombero ocasional -durante años su foto más famosa fue la que le presentaba con el casco y el uniforme de tal cuerpo, luchando contra el fuego en el tejado del Conservatorio-, compuso su, inmediatamente célebre, Sinfonía nº 7, "dedicada a la ciudad de Leningrado". La nueva obra, convertida en símbolo de la lucha contra el fascismo -"contra todo fascismo", como diría el compositor-, llegó a América en microfilm, y Arturo Toscanini, que obtuvo a través de la NBC los derechos de la primera interpretación fuera de Rusia, la dirigió-emitió en concierto radiofónico, seguido por millones de oyentes, el 19 de julio de 1942, todavía sitiada la ciudad a la que la obra se dedica, y casi cuatro meses exactos después del estreno en Kuibichev, 15 de marzo, que Samuel Samousud había efectuado con la Orquesta del Bolshoi. Todavía en 1942, se organizo la primera audición de la obra en la propia Leningrado, en medio del asedio, en instancia que la foto de agencia del soldado adquiriendo su entrada de manos de una mujer, junto al cartel del concierto dirigido por Karl Eliasberg, ha inmortalizado. La realidad es que la II Guerra Mundial volvió a convertir a Shostakovich en foco de atención internacional, gracias a esta Sinfonía nº 7, otra obra aparentemente clara en su fachada, pero de enjundia tan críptica como la Quinta Sinfonía. 1 "Y la verdad es que la guerra ayudó -leemos en "Testimonio" -, trajo gran aflicción y hizo la vida muy, muy dura. Mucha amargura, muchas lágrimas. Pero había sido incluso más dura antes de la guerra, porque entonces todo el mundo estaba solo en su desdicha. Antes de la guerra, probablemente no había en Leningrado una sola familia que no hubiera perdido a alguien, un padre, un hermano o un amigo íntimo. Todo el mundo tenía a alguien por quien llorar. Pero tenías que llorar en silencio, bajo tu manta, para que nadie pudiera verte. Todo el mundo tenía miedo de todos los demás, y la aflicción nos oprimía y nos sofocaba. [...] Y entonces vino la guerra, y la aflicción se volvió común. Podíamos hablar de ello, podíamos llorar abiertamente, llorar por los nuestros que habíamos perdido. La gente dejó de tenerle miedo a las lágrimas. Eventualmente, se acostumbraron a ello. Hubo tiempo para acostumbrarse a ello, cuatro años completos. Y por eso fue tan arduo después de la guerra cuando, de súbito, todo se detuvo. Harper & Row, Nueva York 1979; edición española de José Luis Pérez de Arteaga, Aguilar, Madrid 1991. 1 10 [...] Ser capaz de afligirse es también un derecho, pero no le está permitido a todo el mundo, no siempre. Eso lo sentí personalmente, con gran fuerza. Yo no era el único que tenía la oportunidad de expresarme a causa de la guerra. Todo el mundo lo sintió. La vida espiritual, que había estado completamente aplastada antes de la guerra, se volvió saturada y densa, todo el mundo se permitió agudezas, dar un significado a las cosas. (...) Finalmente podías hablar a la gente. Todavía era duro, pero podías respirar. Por eso considero que los años de la guerra fueron productivos para las artes. No fue esa la situación en todas partes, y en otros países la guerra probablemente interfirió con las artes. Pero en Rusia -por razones trágicas- significó su florecimiento." Shostakovich terminó los tres primeros movimientos durante el sitio de Leningrado, y el último durante la evacuación, que se produjo, en contra del deseo del compisitor -que exigía permanecer en la ciudad hasta que la obra estuviera concluida-, a mediados de octubre, cuando fue trasladado con su familia a Moscú, primero, y a Kuibishev después. El estreno tuvo carácter de ceremonia casi religiosa, no a instancias del poder staliniano, sino por la sintonía creada entre el autor y su audiencia, que veía en la música de esta obra algo que a nosotros, a casi tres cuartos de siglo de estos hechos y ajenos al devenir de la sociedad rusa de la época, se nos puede escapar: la visión de Leningrado, historia y cultura hecha ciudad, como ave fénix capaz de resurgir de sus cenizas y de sobrevivir, en palabras de Shostakovich en "Testimonio", a Stalin y a Hitler. Obviamente, la parte más famosa de la pieza es su primer movimiento, con su 'ostinato' en 'crescendo', en forma de imparable marcha, esa musiquilla -permitáseme el términoque a Bartók le ponía de los nervios. De forma extraña, la guerra y la represión de los totalitarismos unían a estos dos grandes músicos del siglo, en apariencia -y en gestos externos2 contrapuestos, pero cuyos dos exilios, el externo de Bartók y el interno de Shostakovich, se avecindan de manera fascinante. Y lo singular es que el tema en cuestión es una recreación por parte de Shostakovich de otro tema de La viuda alegre, la opereta de Franz Lehar; acaso nos sea más sencillo comprender el "mensaje" -un término muy de los años 70- subliminal de la obra (siempre el cripticismo del compositor, con esas singulares claves secretas, escuetamente musicales de otra parte), sabiendo que el pasaje de referencia, "Reunámonos en Maxim", era una página que Nina y Dmitri cantaban al pequeño Maxim -o sea, No hay que olvidar que Bartók, en el Concierto para orquesta del 43, ha parodiado, cuarto tiempo, sección central, la Sinfonía "Leningrado" de Shostakovich, entonces en boga en América, que la emisoras de radio repetían insistentemente en reiteración que al autor de El príncipe de madera irritaba. 2 11 al hijo de ambos, no al restaurante- durante su infancia. Toda una tesis podría escribirse sobre cómo una melodía de Lehar, de una opereta muy apreciada por Mahler, pudo convertirse en manifestación del maquinismo avasallador después de haber sido nana de una familia rusa. Ese protagonismo del primer movimiento oscurece la maestría musical de los otros tres, el siniestro Scherzo, con su fantasmal sección conclusiva a cargo del clarinete bajo y las arpas, el estático, desolado Adagio, con sus glaciales acordes para las maderas, y el convulso Finale, de células enfrentadas y doliente marcha fúnebre, que sólo en sus cinco minutos finales concede protagonismo al 'tema de la victoria', aunque en la conclusión misma de la obra resuene el motivo musical que ha abierto la pieza, el que se une a la ciudad-idea. Shostakovich, una vez más, lo expresa de manera inmejorable: "Realmente, no tengo nada en contra de que se llame a la Séptima 'Sinfonía de Leningrado', pero no trata sólo del sitio a la ciudad, se refiere a la Leningrado que Stalin destruyó y que Hitler remató. La mayor parte de mis Sinfonías son monumentos funerarios. (...) Yo tenía que escribir acerca de todo esto, quería escribir un Requiem por todos los que habían muerto, por todos los que habían sufrido. Pero, ¿cómo podía hacerlo? Cuando llegó la guerra, la angustia y la tristeza se volvieron comunes. Por vez primera, desde hacía años, podíamos llorar abiertamente, hablar de los desaparecidos, gritar. Y yo pude poner sobre mi mesa de trabajo obras que, en circunstancias normales, no hubieran sido aceptables. La guerra me daba la oportunidad de mostrarme triste, de escribir en tonalidades menores, y esa era una posibilidad de ser uno mismo que no todo el mundo tenía. Mucha gente piensa que yo volví a la vida después de la Quinta Sinfonía: no, yo volvía vivir después de la Séptima, porque podía hablar de nuevo a la gente. Ahkmatova escribió su "Requiem"; las Sinfonías Séptima y Octava son mi Requiem." Unamos esta palabras a otras, asombrosamente menos contradictorias de lo que pudiera pensarse, que Shostakovich pronunció por radio el 17 de septiembre de 1941, quince días después del comienzo del asedio de la ciudad, y acaso sea aún más claro el sentido de esta obra singular: “Hace una hora he terminado de orquestar el segundo movimiento de mi más grande composición. Si consigo escribir atinadamente, si consigo completar los movimientos tercero y cuarto, esta obra quizá pueda ser llamada mi Séptima Sinfonía. A pesar de la guerra y del peligro que amenaza a Leningrado, he escrito los dos primeros movimientos bastante deprisa. 12 ¿Por qué os estoy diciendo todo esto? Os lo digo porque así la gente de Leningrado que me escuche sabrá que la vida sigue en nuestra ciudad. Todos nosotros estamos en una actitud militante. Como natural de Leningrado, que nunca ha abandonado esta ciudad en la que he nacido, vivo con la máxima intensidad la tensión del momento presente. Mi vida y mi obra están totalmente unidos a Leningrado. Leningrado es mi país, es mi ciudad de origen y mi hogar. Muchos miles de personas de Leningrado conocen este mismo sentimiento de amor hacia nuestra ciudad, hacia sus maravillosas, espaciosas calles, sus plazas y edificios de incomparable belleza. Cuando camino por nuestra ciudad, siento en mí la honda convicción, que se acrecienta cada día más, de que nuestra Leningrado habrá de durar siempre, grande y bella, junto a las orillas del Neva, que siempre será un bastión de mi país, que siempre estará allí, para enriquecer los frutos de la cultura.” José Luis Pérez de Arteaga 13 Biografías Semyon Bychkov Director Desde que abandonó San Petersburgo en 1975, una brillante y fulgurante carrera ha llevado a Semyon Bychkov a dirigir a lo largo y ancho de los Estados Unidos, Europa, y la antigua Unión Soviética. En la actualidad, y tras haber fijado su residencia en Europa, Semyon Bychkov es Director Titular de la WDR Symphony Orchestra Cologne. Fueron una serie de cancelaciones acaecidas en diversas orquestas del más alto prestigio las que dieron a Semyon Bychkov la oportunidad de presentarse con rotundo éxito ante la crítica internacional a lo largo de 1984. De este modo, a sus conciertos con la Concertgebouw, la New York Philharmonic, y la Berlin Philharmonic Orchestra, le siguió no mucho después un contrato discográfico en exclusiva con Phillips Classics que vino a confirmar definitivamente sus ya indiscutibles credenciales. Tras trasladar su residencia a París, Semyon Bychkov fue nombrado Director Musical de la l’Orchestre de Paris en 1989; Director Principal Invitado de la St Petersburg Philharmonic en 1990; Director Principal Invitado del Maggio Musicale en 1992, y Director Titular de la Dresden Semperoper en 1997. Desde su nombramiento como Director Titular de la WDR Symphony Orchestra Cologne en 1997, y al margen de la intensa actividad concertística desarrollada en Colonia, Semyon Bychkov ha realizado con esta orquesta numerosas giras, grabaciones, y retransmisiones radiofónicas. Además, ha dirigido numerosos estrenos entre los que se incluyen la premiere mundial de Der ewige Tag de York Höller, el estreno en Alemania de Quotation of Dream de Toru Takemitsu, y la premiere Austríaca de Feria de Magnus Lindberg. Ya más recientemente ha estrenado junto con la WDR Cologne obras de Bacri, Kagel y Lindberg. Con esta misma formación ha realizado giras por Alemania, Japón, Italia, la antigua Unión Soviética, Francia, Reino Unido, Austria, España y América del Sur. Durante el periodo en que desempeñó el cargo de Director Titular de la Semper Oper en Dresde, Bychkov dirigió nuevas producciones de Lady Macbeth of Mtsenk (1999/2000), Der Rosenkavalier (2001/02), Das Rheingold y Die Walküre (2001/02). Fue también durante ese periodo cuando Bychkov debutó en la Vienna Staatsoper con Elektra, dirigió una nueva producción de Eugene Onegin en Florencia, y Tristan und Isolde en la Chicago Lyric Opera y en la Vienna Staatsoper. Al margen de estos proyectos, Bychkov ha dirigido nuevas producciones de Jenufa de Janacek, Fierrabras de Schubert y Lady Macbeth of Mtsenk de Shostakovich en el Maggio Musicale Florentino. Bychkov debutó en la Royal Opera House Covent Garden interpretando Elektra en Marzo de 2003, siendo reinvitado en Septiembre del mismo año para dirigir Boris Godunov. Elektra fue también la obra escogida para 14 presentarse en la Metropolitan Opera en Enero de 2004. Entre sus proyectos operísticos más recientes y sus planes de futuro se encuentran nuevas producciones de Daphne de Strauss y Lohengrin de Wagner en Viena, Der Rosenkavalier en la edición 2004 del Salzburg Festival, Boris Godunov en Florencía, y representaciones de Elektra para el Teatro alla Scala de Milán, Aida de Verdi en la Chicago Lyric Opera, Don Carlos en Turin, y Queen of Spades de Tchaikovsky en Covent Garden. Semyon Bychkov debutó con gran éxito de público y crítica en la edición de 2003 del Salzburg Festival dirigiendo a la Vienna Philharmonic Orchestra. Entre sus participaciones más recientes como director invitado se encuentran exitosas colaboraciones con la Berlin Philharmonic, Bayerische Staatsoper, Chicago Symphony y Pittsburgh Symphony Orchestra. Semyon Bychkov ha realizado más de una veintena de grabaciones con orquestas del prestigio de la Berlin Philharmonic, London Philharmonic, Philharmonia, Concertgebouw, Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks y la Orchestre de París. Su versión al frente de la Berlin Philharmonic de la Sinfonía N o 5 de Shostakovich (Phillips Classics) ha sido galardonada con el Belgian Caecilia Award y elegida como Record of the Year por Stereo. En la actualidad continua grabando con la WDR Cologne siendo sus grabaciones más recientes las de las Sinfonías N os 7 y 8 de Shostakovich y la N o 3 de Mahler. 15 Plantilla ONE Josep Pons Director Artístico y Titular Rafael Frühbeck de Burgos Director Emérito VIOLINES PRIMEROS Sergéi Teslia (concertino)* Andrey Chestiglazov (concertino)* Francisco Romo Campuzano (concertino) Jesús Á. León Marcos (solista) José Enguídanos López (solista) Salvador Puig Fayos (ayuda de solista) Juan Manuel Ambroa Martín Miguel Ángel Alonso Martínez Antonio Cárdenas Plaza Eduardo Carpintero Gallego Vicente Cueva Navarro Jacek Cygan Majewska Alejandro Domínguez Morales Yoon Im Chang Gilles Michaud Morin Juan Antonio Mira Quirós Rosa Luz Moreno Aparicio Miguel Natividad Aramburu Elena Nieva Gómez Rosa María Núñez Florencio Alfonso Ordieres Rojo Germán Ruiz Miranda VIOLINES SEGUNDOS Javier Gallego Jiménez (solista) Kremena Gantcheva Kaykamdjozova (solista) Francisco Martín Díaz (ayuda de solista) Rubén Antón Manchado Iván David Cañete Molina Isabel Fernández Zurbano Laura García del Castillo Amador Marqués Gil Rafael Ochandiano Echenausia Kinka Petrova Jadhipetrova Roberto Salerno Ríos Nuria Bonet Majo* Zenón Díaz Lauzurica* Natalia Mokareva Pugachova* Mario Jesús Pérez Blanco* Mª del Mar Rodríguez Cartagena* Cristian Roig Puig* VIOLAS Roberto Cuesta López (solista) Emilio Navidad Arce (solista) Dionisio Rodríguez Suárez (ayuda de solista) Mª Antonia Alonso González Carlos Antón Morcillo Virginia Aparicio Palacios Jorge Dorrego Robledo Dolores Egea Martínez Mª Paz Herrero Limón Julia Jiménez Peláez Juan José Pamies Herranz Cristina Pozas Tarapiella Pablo Rivière Gómez Gregory Salazar Haun Carlos Barriga* VIOLONCHELOS Salvador Escrig Peris (solista) Miguel Jiménez Peláez (solista) Ángel Luis Quintana Pérez (ayuda de solista) Belén Aguirre Fernández Vicente Ceballos Gómez José Clemente Serrano Mariana Cores Gomendio Vicente Espinosa Carrero Enrique Ferrández Rivera Adam Hunter José Mª Mañero Medina Álvaro Quintanilla Kyburz Antonio Santana Ojeda Nerea Martín Aguirre* CONTRABAJOS Jaime Antonio Robles Pérez (solista) Ramón Mascarós Villar (solista) Miguel Ángel Glez. Corredera (ayuda de solista) Pascual Cabanes Herrero Mariano Clemente Serrano Máximo Fariña Hernández Emilio Maravella Sesé Pablo Múzquiz Pérez-Seoane Eladio Piñero Sánchez José Julio Rodríguez Jorge ARPAS Ángeles Domínguez García (solista) Nuria Llopis Areny FLAUTAS Antonio Arias-Gago del Molino (solista) Juana Guillem Piqueras (solista) Miguel Ángel Angulo Cruz José Oliver Bisbal (flauta-flautín) José Sotorres Juan OBOES Rafael Tamarit Torremocha (solista) Vicente Sanchís Faus (solista) Víctor Manuel Ánchel Estebas (oboecorno inglés) Ramón Puchades Marcilla Salvador Tudela Cortés CLARINETES Enrique Pérez Piquer (solista) Javier Balaguer Domenech (solista) Juan Francisco Lara Rodríguez (requinto) José A. Tomás Pérez Carlos Jesús Casado Tarín* FAGOTES Enrique Abargues Morán (solista) Miguel Alcocer Cosín (solista) José Masiá Gómez (contrafagot) Vicente J. Palomares Gómez Miguel José Simó Peris PERCUSIÓN Eduardo Sánchez Arroyo (solista) Félix Castro Vázquez (solista) Juanjo Guillem Piqueras (ayuda de solista) Pedro Moreno Carballo José Andrés Saez Ruiz* ARCHIVO Rafael Rufino Valor AVISADORES Francisco Osuna Moyano (Jefe de escenario) José Méndez Berrocal Rogelio Moya Serrano Juan Rodríguez López TROMPAS Salvador Navarro Martínez (solista) José Enrique Rosell Esterelles (solista) Carlos Malonda Atienzar (ayuda de solista) Javier Bonet Manrique Antonio Colmenero Garrido Rodolfo Epelde Cruz Salvador Ruiz Coll TROMPETAS José Mª Ortí Soriano (solista)* Vicente Martínez Andrés (solista) Juan Carlos Alandete Castillo (ayuda de solista) Antonio Ávila Carbonell Vicente Torres Castellano TROMBONES Enrique Ferrando Sastre (solista) Rubén Prades Cano (solista) Rogelio Igualada Aragón Francisco Guillén Gil (trombón bajo)* Edmundo José Vidal Vidal* TUBA Miguel Navarro Carbonell *Contratados por la ONE Próximos conciertos Temporada OCNE CONCIERTO 8 CICLO II VIENA 1900 14, 15 Y 16 DE ENERO DE 2005 ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA Josep Pons, director Lorenzo Ramos, director del coro Ana Ibarra, soprano Markus Eiche, barítono J. Strauss G. Mahler A. Berg F. Lehár Die Fledermaus, obertura (Primera vez ONE) Des Knaben Wunderhom (selección) Sieben frühe Lieder (Primera vez ONE) Die lustige Witwe (selección) (Primera vez OCNE) Localidades a la venta a partir del 21 de diciembre de 2004 CONCIERTO 9 CICLO I VIENA 1900 21, 22 Y 23 DE ENERO DE 2005 ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA Josep Pons, director Ana María Sánchez, soprano Anja Silja, soprano R. Wagner R. Strauss A. Schönberg Preludio y muerte de amor de “Tristán e Isolda” Salomé, opus 54 (escena final) Erwartung, opus 17 Localidades a la venta a partir del 28 de diciembre de 2004 CONCIERTO 10 CICLO II 28, 29 Y 30 DE ENERO DE 2005 ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA David Atherton, director Lorenzo Ramos, director del coro Nancy Gustafson, soprano Simone Schröder, contralto Donald Litaker, tenor Michael Volle, bajo F. J. Haydn P. I. Chaikovsky W. A. Mozart F. Schubert L’infedeltà delusa, obertura Suite núm. 4, en Sol mayor, Opus 61, “Mozartiana” Sinfonía núm. 32, en Sol mayor, K 318 Misa núm. 4, en Do mayor, D. 452 Localidades a la venta a partir de 4 de enero de 2005 Noticias OCNE CORO NACIONAL DE ESPAÑA Lorenzo Ramos, director 21 diciembre 2004 Auditorio Nacional de Música Sala Sinfónica 19,30 horas I Ildebrando Pizzetti (1880-1968) Dos composiciones corales Tres composiciones corales II Ottorino Respighi (1879-1936) Lauda per la Natività del Signore Precio único: 6 € Venta de localidades: en taquillas del Auditorio Nacional de Música, Teatros INAEM y Servicaixa (tel.: 902 33 22 11 y www.servicaixa.com) Los abonados habrán recibido por correo un tarjetón para beneficiarse de descuento en la compra de localidades. Equipo Técnico ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA N.I.P.O.: 184-04-003-3 - Dep. Legal: M. 52.167-2004 - A. G. Luis Pérez, S.A. - Algorta, 33 - 28019 Madrid DIRECCIÓN: Félix Palomero (Director Técnico); Belén Pascual (Directora Adjunta); Juana González (Secretaria Dirección Técnica); Pura Cabeza (Secretaria Dirección Adjunta); Arantzazu Elu (Servicio de Apoyo); Reyes Gomariz (Relaciones Públicas); Paloma Vázquez (Abonos). ADMINISTRACIÓN: Florencio Ahumada (Administrador); Amalia Jiménez (Cajera Pagadora); Hans Tino (Contratación); Rosa Aguilar, Rocío Espada, Pilar Martínez (Administración); María Horcajo (Caja). SECRETARÍAS TÉCNICAS: Máximo Fariña (ONE); Agustín Martín (CNE); María Morón, María Jesús Carbajosa (Secretaría ONE); María Ángeles Guerrero (Secretaría CNE). COMUNICACIÓN: Fernanda Andura (Coordinadora de Área); Blanca Reche (Prensa); Rosario Laín (Ediciones). DOCUMENTACIÓN: Eduardo Villar (Documentación); Begoña Álvarez (Archivo ONE); Mercedes Colmenar (Biblioteca). 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