Cronicas Caninas 2 Usendú Pa - Biblioteca Digital Salesiana de

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CRÓNICAS CANINAS 2
«USENDÚ PA»
Ramón Iribertegui
Divagancias atabapeñas sobre plantas y animales...
«¿Ustedes sabían que los árboles hablan?
Pues sí, hablan.
Se hablan entre ellos y les hablarán a ustedes si saben escucharlos.
El problema de los hombres es que no escuchan
y por eso creo que ellos no escucharán tampoco las otras voces de la naturaleza.
Sin embargo, los árboles me han enseñado mucho,
tanto sobre el tiempo como sobre los animales
y sobre el Gran Espíritu».
Tatanga Mani («Búfalo caminador»)
Indígena Stoney - Canadá
¡Ojo!
El personaje Atamel Dechá no es un individuo… Es un «Sistema».
Cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad.
PREÁMBULO
A Inavi, el personaje de «Crónicas Caninas 1» o «Creciente de Garza», lo
dejamos en ese relato con una fuerte depresión, causada además de su edad
avanzada, sobre todo, por la muerte de su amigo Siballaba.
Arrastrándose por una de las blancas playas del río Atabapo, esperaba la
muerte de forma resignada. Un barco en la lejanía resucitó en él las ansias de vivir, ese
instinto de supervivencia que es fundamental en todo ser vivo.
Las Crónicas Caninas 2, o «USENDÚ PA» recogen la vida pueblerina de Atabapo
en los últimos años, narrada por Inavi y el Samán de la Plaza, utilizando el antiguo
estilo socrático de la «mayéutica».
Conviene conocer el nombre científico de algunos de los personajes que
aparecen en esa historia:
Inavi: Cacri:
Samán:
Camoruco:
Caucho:
Mango:
Palma africana:
Chiquichique:
Sarrapio:
Planta A:
Planta B:
Planta C:
Planta D:
Planta E:
Planta F:
Planta G:
«Callejero Criollo»
Pithecellobium saman
Sterculia carthagenensis
Hevea brasiliensis.
Mangífera índica.
Elaeis guineensis
Leopoldina piassaba
Dípteryx odorata.
Caterpillar C32
Caterpillar 3456
Caterpillar 3512
Cumming (actualmente desaparecida)
Cumming (se desconoce su paradero).
Cumming (actualmente de viaje)
Caterpillar 3516 (la «Reina de las Plantas» con Cédula de
Identidad y de «paquete»).
DESTIERRO EN MAROA
Inavi remembraba aquellos paisajes. La tersa superficie del río era una
fascinante e inmensa fotocopia del cielo azul, salpicado de alargadas hilachas de
algodón.
El monótono ruido de un motor que iba aumentando paulatinamente, no
rompía los pensamientos de Inavi, más bien los excitaba, recordando su último viaje
río arriba, aquellas horas con el alma muerta y el cuerpo lacerado, arrastrándose como
un gusano por las playas blancas y candentes, llorando las endechas lastimosas de
Sabina:
«... y algunas veces suelo recostar
mi cabeza
en el hombro de la luna;
y le hablo
de esa amante inoportuna,
que se llama soledad,
que se llama soledad...»
Enrollado en la orilla, mascullaba su tristeza por una vida que hacía mucho
tiempo, había perdido todo sentido para él. Esperaba solamente que la muerte le
llegara. “La muerte es buena gente, no tiene prisa - le decía Siballaba - nos dice que
caminemos, que no nos preocupemos, porque, a fin de cuentas, ella siempre nos
alcanzará”.
Esperó unas horas más.
A lo lejos, distinguió un puntito negro que iba agrandándose lentamente, hasta
cobrar la forma de un bongo. Tal vez la muerte llegaba en un motor 75 HP. Todo
progresa. También la muerte. La tecnología moderna había abierto un gran abanico de
nuevas formas de morir: en accidente de avión, de automóvil, electrocutado, de
contaminación nuclear, de aburrimiento, etc. Inavi esperaba la muerte por hambre e
inanición, muy usual en el mundo antiguo y en el moderno.
Se aproximó la embarcación del señor Aragua de Maroa, esta vez capitaneada
por su hijo Giovanni, alias «Conejo». Dos marineros le ayudaban a transportar material
de construcción hasta Yavita. Viajaban sin prisas, pues el río Atabapo empezaba a
crecer y querían darle tiempo para poder superar los meandros del Temi sin tener que
arrastrar la embarcación.
Arrimaron, bajaron a la playa y prendieron un fogón improvisado. El fuego, en
muchas mitologías indígenas, fue una conquista difícil por parte del hombre. Con
frecuencia fue fruto de un robo a los dioses o a animales encantados que lo
custodiaban con celo. El fuego dio origen al lar, a la casa, a la familia. El fuego espantó
a las tinieblas y dio calor a la vida. Y sobre todo, ayudó a preparar unos alimentos más
apetitosos.
En una olla, blanca por dentro y ahumada por fuera, prepararon una carne de
conserva. A nadie le gustó y Edmundo, uno de los marineros, cuando el sol perseguido
por la noche, se despidió del río, se fue a pescar bagres entre los troncos sumergidos
de la orilla. Alberto, el otro marinero lo siguió armado con una zagaya y una brillante
linterna frentera.
Después de dos horas largas, regresaron con una tupida sarta de pescados,
buena base para un sabroso ajicero, una comida fácil de hacer, poco nutritiva, pero
que engaña muy astutamente al hambre con la fuerza del picante rabioso que el
marinero siempre carga consigo.
Mientras tanto, Inavi se había acercado, arrastrando sus casi inútiles piernas
traseras. Miraba a todos ininterrumpidamente con ojos de pavón enamorado. Al
terminar el ajicero, Alberto le dio a Inavi la carne despreciada por ellos.
Inavi, tocaba el cielo, saboreaba cada bocado como gourmet ensimismado. Lo
despreciado por unos es vida para otros. Cuando no funciona la justicia, es la
compasión la que tapa los huecos… Inavi revivió.
El hormigueo incesante que laceraba su estómago, se transformó en un suave
cosquilleo en las dos patas posteriores que fueron poco a poco reanimándose, tanto
que, en un gran esfuerzo, pudo retorcerse y lamer las pezuñas que hacía tiempo no las
sentía. Logró estirarse en un esfuerzo doloroso y arqueó su cuerpo sobre las cuatro
patas. Después de una breve obnubilación de la vista, recobró una fuerza inusitada que
no sentía desde hacía varias semanas. Aquella noche, después de mucho tiempo,
volvió a soñar en color.
Muy pronto, Inavi hizo gala del Master en jaladera, otorgado por la U.V.A.
(Universidad de la Vida Atabapeña), y el Postgrado en A.G. (Alto Guinde) que, en base
a su gran esfuerzo, había conquistado años atrás en Atabapo. Se acercó a Alberto, el
marinero que le había dado la comida, empezó lamiéndole los pies, después le puso las
patas delanteras en el pecho, contoneó todo el cuerpo en una danza del vientre, del
cuello, de todo el esqueleto, todo ello al ritmo de un movimiento rapidísimo de la cola,
que arrancaría los aplausos en cualquier cabaret de los Emiratos árabes. Hizo de todo
hasta que logró arrancarle una caricia al tosco marinero. Se acostó a su vera y, cada
movimiento de la hamaca de su benefactor, era correspondido por un solícito y
atiplado sonido de Inavi, como diciéndole: «Te estoy cuidando...».
La zalamería está en los genes del cánido. El movimiento rápido de la cola, las
lamidas babosas, las flexiones de cabeza, los brincos y carreras histéricas cuando ven al
amo, son connaturales al perro casero. El cacri es más libre y menos zalamero, porque
la dureza de la vida le enseñó a inhibir y censurar estas manifestaciones que afloran
del inconsciente, como diría cualquier Freud marginal… El cacri reprime esas
expresiones serviles de perro casero, pero están ahí en sus genes y, sólo en casos
excepcionales, afloran a la superficie de la conciencia, por eso en esas circunstancias se
comportan como cualquier perro faldero. Es una cuestión de supervivencia. Este es el
caso que nos ocupa con el cacri de esta historia.
Todo este trabajo bien planificado y estudiado milimétricamente por Inavi,
produjo el resultado esperado. Había encontrado de nuevo el gusto por la vida.
Amanecía. El cielo del Atabapo, comenzaba nuevamente a contemplarse presumido en
el manso espejo del río, cuando se oyó una voz:
- Vámonos – dijo el capitán Giovanni Aragua.
Los tres hombres recogieron sus chinchorros y se dispusieron a partir.
Mientras el bongo se despegaba de la orilla, Inavi se movía de aquí para allá y lanzaba
lastimosas señales al marinero amigo. La ocasión de su vida se le estaba escapando. Al
ver que Alberto no le paraba, se arrojó al agua nadando patosamente y, en un
sobrecánido esfuerzo, logró montar sus patas delanteras a estribor. Apretó los dientes
y, con un brinco de campeón, logró conquistar la cubierta. Se sacudió el agua con un
movimiento eléctrico de todo su cuerpo, rociando a todos los presentes.
- ¡Bota ese perro! – dijo Giovanni Aragua.
- Déjalo. Voy a llevarlo a Maroa pa regalárselo al suegro.
Inavi entendió la conversación y nuevamente se acercó a su salvador haciendo
añicos la freudiana censura, dejando campo libre a las expresiones de cariño y
servilismo propios de sus PHD en eso mismo.
El largo trayecto hasta Yavita, aquel pueblucho que fue capital del Amazonas
sólo en el papel y por poco tiempo, gracias al genio del presidente Guzmán Blanco, lo
pasó durmiendo. Hacía tiempo que no dormía con la barriga llena. Seguía soñando a
pleno color.
La carretera Yavita – Maroa es el mejor argumento para demostrar que nuestro
Sur no es el Norte. Es decir, que el Sur sigue siendo el Sur. El camión que transportaba
la carga se atolló quince veces. Inavi, que se fue a pata, sin esforzarse mucho, llegó a
Maroa con una ventaja de horas.
Cuando llegó, el camión estaba más sucio que palo de gallinero. Vio a Alberto
su salvador y repitió el repertorio de morisquetas para llamar su atención. Ya
descargado el camión, se fue con él a la casa y se lo presentó al futuro suegro, un viejo
mestizo gruñón con cara de pocos amigos y pinta de viejo verde...
Había en la casa tres perros, por lo que la llegada de Inavi produjo una tensa
situación. Lo miraban agresivos y celosos, porque una boca más, significaba que les
tocaría a menos en las ya escasas viandas que sobraban. El recién llegado, con mal
disimulado miedo, tenía que medir meticulosamente cada paso que daba.
Pasaba el tiempo, y de comida, nada. Sólamente el repele del espinero que
quedaba del sancocho. Inavi ya estaba acostumbrado al bravo condimento de los
ajiceros que en Atabapo preparaba el difunto Siballaba. Aprovechaba todo, a
diferencia de los tres maroeños, faramalleros, que preferían la salsa inglesa y no
soportaban el picante.
Alberto el marinero, viajaba continuamente. Su malencarado suegro tenía
ojeriza al futuro yerno, y a él lo excluía descaradamente y por supuesto, lo trataba
como un esclavo, no como un perro. Por eso Inavi, decidió buscarse otro amo.
Y así, conoció al cura del pueblo. Un cura que hablaba medio enrevesado. La
primera vez que lo halló dentro de la Misión, le echó un largo sermón en polaco… Inavi
no entendió nada, naturalmente, pero en ese momento, ¡oh milagro de la naturaleza!,
la necesidad de comida y el ayuno obligado durante varios días, produjeron en Inavi un
salto genético. La risa, una cualidad que es propia de los homínidos, apareció en la cara
de Inavi. Una mueca, lo más parecido a una sonrisa: la boca entreabierta y los labios
expandidos, hacían que aparecieran las dos blancas hileras de dientes. Esto, unido a las
zalamerías consabidas, el contoneo del esqueleto, no tan provocativo por respeto al
cura, la flexión de la sumisa cabeza hasta el suelo, la mirada de pavón arponeado
pidiendo compasión y la cola que se movía eléctricamente, convenció al P. Weslao
para que lo adoptara como guardián de la Parroquia.
Inavi, desde entonces, se propuso aprender a tocar las campanas, ayudar a
misa y, en el colmo de la jaladera, a ir ladrando de casa en casa todos los domingos,
recordando a los parroquianos enratonados que no faltaran a la misa.
No había mucho trabajo y por lo tanto, tampoco mucha comida, pues el Cura se
la pasaba de lunes a sábado por el río Guainía, para bien de la gente de las
comunidades, pero para desgracia de Inavi, obligado a observar religioso y cuaresmal
ayuno. Se bandeaba tumbando el tambor de la basura de la casa de Nerucho, en
donde siempre conseguía algún repele entre los potes de cerveza.
Los perros de Maroa habían adquirido habilidades inimaginables para los
perros atabapeños. Un día, Inavi, amodorrado debajo de un enorme croto de los
jardines de la plaza, observó por un buen rato la tecnología utilizada por un cacri
maroeño para abrir una lata de sardinas con los dientes.
¡Qué maravilla! Se acercó con sigilo y vio cómo los afilados caninos del can
horadaban por una esquina la pequeña caja de Pandora. ¿Qué saldría de ahí? Lamía el
jugo que brotaba del primer agujero y con paciencia, fue hundiendo poco a poco sus
dientes hasta que, ayudándose con las patas delanteras, dobló la tapa con maestría
nunca vista, introduciendo la lengua y saboreando repetidamente el exquisito manjar.
Cuando se fue el pariente canino, se acercó y observó la lata. Metió su lengua y
comprobó que adentro aún había comida, e imitando la tecnología maroeña,
ayudándose con las patas delanteras agrandó con sus dientes la abertura y logró
extraer el resto de sardinas y salsa de tomate.
La tecnología de Inavi acababa de dar un salto cualitativo en la lucha por la
supervivencia, pues los homínidos, entre ellos el cura Weslao, solían dejar
descuidadamente los enlatados en cualquier parte, creyendo que sólo ellos con ayuda
del cuchillo o un abrelatas eran capaces de destaparlos.
El futuro se aclaraba. Inavi comparó este descubrimiento con el descubrimiento
de la rueda, por parte del homínido prehistórico.
.................................
Una de estas semanas de ayuno obligado, sucedió lo predecible. El hambre es
siempre mala consejera, dicen. Cerca de la Parroquia estaba la Medicatura. Por
aquellos tiempos, un grupo de pasantes en medicina y odontología, experimentaban
los conocimientos aprendidos en la Universidad con los homínidos maroeños. Eran
muchachos y muchachas un poco sifrinos, pero con buena voluntad. Llegaban a estas
tierras del sur como astronautas estrenando luna. De todo se maravillaban, lo
preguntaban todo; se creían en el paraíso terrenal, y los maroeños y maroeñas eran
sus Adán y Eva, antes de probar el fruto del árbol prohibido. Lo mismo pensaban de los
perros, quienes, con sobrada sicología, se percataron enseguida que por allí se comía
bien y merodeaban la casa día y noche, al ritmo de los tres golpes: desayuno, almuerzo
y cena.
Un sábado, muy de mañanita, una pasante sacó un hermoso pollo de la nevera
para prepararlo para el almuerzo.
A pesar de que el frío congela también los olores, Inavi, el perro metido a
sacristán, en sueños, sintió una percepción sutil, un golpe de brisa suave y provocador
aroma que llegaba de las cercanías de la Medicatura. Inavi fue víctima de una
pesadilla, esta vez en blanco y negro, en la que barruntaba en nebulosa lejanía un
descolorido pollo desplumado. Corría tras él, pero siempre se le escabullía. Otros cacri,
al oír el alboroto, se le unieron en la persecución del impúdico pollo desplumado.
En la escena subsiguiente, contempló espantado un tétrico y desolador panorama. Por
todos los rincones veía cadáveres caninos. Buscaba angustiado, tratando de
reconocerse en alguno de ellos y, cuando estaba en esta incómoda tarea, de súbito, lo
despertó un borrachito que gritaba al otro lado de la puerta:
- ¡P. Weslao, véndame unos anzuelos!!...
Inavi, estirándose adormilado, lanzó con desgana un corto y desafinado aullido.
- Del Nº 12 – contestó el borrachito.
- ¡¡Grrrrrrrrrrrr!! - rugió Inavi.
- Tranquilo, cura, vengo más tarde - y se fue haciendo eses calle abajo.
...........................
Fue en ese momento, cuando Inavi se percató que el olor a pollo que había
percibido en el sueño, era real. Esnifó ininterrumpidamente y, caminando de puntillas
y con el hocico parado, siguió la pista del tentador aroma que lo condujo hasta la casa
de los pasantes. Se asomó a la ventana, alzó las patas delanteras y, estirándose como
un chicle logró ver cerca del fregadero, todo desnudito, el impúdico pollo del sueño.
Presionado por el ayuno de varios días, el instinto de supervivencia lo impulsó en un
salto limpio, sin tomar carrera. Rápidamente, lo asió por un muslo y, sin soltar la presa,
brincó la ventana de regreso. Corrió unos metros y comenzó a refocilarse en solitario
banquete.
Pero no todo sale como el pobre quiere. El mastín del juez lo vio y corrió
ladrando fuerte, con el fin de amedrentarlo. Tras él aparecieron otros y otros
hambrientos cacri. Inavi defendía su trofeo, mientras saboreaba el primer muslo que
había desgajado del tronco. La jauría acosaba amenazante mientras Inavi masticaba
deprisa, con los ojos puestos en los aprovechados ladrones, alternando la degustación
con ladridos y ronquidos poco convincentes.
En un ligero despiste, el mastín del juez le robó la presa mayor y la jauría corrió
tras él, mientras se oían las voces histéricas de la pasante:
- ¡¡El pollo!! ¡¡El pollo!!¡¡Mi pollo!!... – y salió disparada hacia la cocina.
Inavi, relamiéndose, y con cara de no haber roto un plato se dirigió, cual piadoso
monaguillo, hacia el patio de la Parroquia.
El oído de los cacri, al revés de lo que ocurre entre los homínidos, cuanto más
viejo, se hace más fino. Como vimos en la vida anterior en Atabapo («Creciente de
garza»), Inavi poseía un chip llamado «caraotómetro», y otro que detectaba el virus
EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado)…
Inavi, gracias a los ensalmos y rezos que le hizo un anciano chamán, adquirió el
«Usendú pa» que en lengua Yeral significa: «el que escucha todo, el que todo lo oye».
Un don especial que le permitía, no sólo oír conversaciones a tres cuadras de distancia,
sino que también traducía los cotorreos de los pájaros y escuchaba las charlas de las
plantas. El anciano Chamán venía desde Brasil sanando enfermos y limpiando daños.
Esta aclaratoria es importante, pues gracias a esa gran capacidad auditiva, Inavi pudo
percatarse y escuchar lo que trataban los pasantes burlados, en una reunión nocturna
a las puertas de la Medicatura.
- ¡Vamos a caparlos! – dijo el pasante que tenía más cara de bestia humana.
Inavi sintió un repentino escalofrío que recorrió todo su cuerpo al tiempo que
en la garganta notó algo que le impedía la respiración.
- ¡Pobrecitos! Sólo fue un pollo… - intercedió una pasante, con cara de buena y
toda la pinta de pertenecer a una ONG pro defensa de los animales.
- Nada de eso. La solución tiene que ser más tajante. Hay demasiados perros en
este pueblo. Vamos a envenenarlos – terció otro pasante.
Inavi se recordó entonces del sueño en blanco y negro que había tenido la noche del
robo, le sonó una campana en el cerebro y se le abrieron los ojos como taparas. Se
levantó y fue a esconderse debajo de una voladora vieja que el cura Weslao tenía
arrinconada.
- En la nevera hay carne cruda… - escuchó Inavi
- Ya traigo la estricnina – dijo el pasante más gordo.
- Listo. Muerto el perro se acabó la rabia… - dijo el de cara de bestia humana.
- ¡Pobrecitos! – intercedió nuevamente la de los Derechos Caninos.
Inavi pasó la noche en el convento.
El cacri de por sí, no es supersticioso como ciertos homínidos, pero esa noche,
desvelado, percibía que un peligro inminente se cernía sobre Maroa. De pronto,
escuchó los ladridos de una jauría en pos de una perra en celo. Esta vez, supo contener
sus pasiones y se hizo el sordo al llamado de la carne.
Los pasantes, cual ángeles carniceros, desperdigaron la carne adobada con
estricnina, sembrando el terror y la muerte por todas las esquinas del centro del
pueblo.
Cuando, de madrugada, salió Inavi a la puerta del convento, contempló una
imagen que los homínidos llaman dantesca: cadáveres de canes muertos en las
posiciones más inverosímiles, unos en las aceras, otros en plena vía, otros se debatían
aún en los estertores de la agonía frente a los dinteles de su antigua casa… un paisaje
apocalíptico.
Cacri se rebeló en lo íntimo de su ser. ¡¡Qué injustos son los homínidos!! ¡No
tienen corazón! Muchos de ellos torturan, violan, vejan, matan y no les hacen nada,
mientras que a los que roban un pollo los sacrifican y matan «como perros», como
dicen ellos.
El perro, como todo viviente, tiene su instinto de conservación. El cacri no se
deja morir de hambre, saquea las papeleras, rompe las bolsas de plástico para
aprovechar y chupar todo aquello que huele a comida. ¿No hace lo mismo el hombre
en tiempos de guerra o de hambruna? Peor aún, porque ellos se matan entre ellos,
mientras que el cacri nunca mata a su semejante. Por eso dicen que «el perro
promedio es mejor persona que la persona promedio»…
Después de esta experiencia tan terrible, y atormentado por un gran
sentimiento de culpa, Inavi se hizo cada vez más desconfiado y solitario. Adoptó los
hábitos del convento y se entregó de lleno a una vida de silencio, recogimiento y
oración. Sólo confiaba en el Cura que le hablaba en polaco, cuando él hacía esfuerzos
para esbozar aquella estúpida sonrisa perruna.
Un día, llegó al puerto de Maroa una noticia alarmante: «¡El Cura Weslao había
desaparecido!...».
Como sucede en estos pueblos, se oyeron versiones de todo tipo: que si lo
mataron para robarlo… que si lo secuestró la guerrilla…
La única verdad era que él amaba demasiado a esa tierra, a su gente y a ese río.
Vivía siempre en comunión con el río. Se amaban. Lo conocía como la palma de su
mano, cada raudal, cada piedra solitaria, cada canal retorcido, en pleno invierno o en
escuálido verano. Ese día el Guainía, temeroso de perderlo, quiso hacerlo suyo y se lo
llevó en silencio.
Eran más de 30 años de amores entre el hombre y el Guainía. Hay amores que
matan… es verdad.
Después de esta desgracia, Inavi tomó la firme decisión de regresar a Atabapo,
su pueblo. Conocía el camino. Un sin fin de pensamientos se agolpaban en su mente.
Sus antiguas aventuras, sus antiguos amigos, sus antiguos paisajes, todos los recuerdos
del pasado se le presentaban de color de rosa. Una prueba clara de que estaba
envejeciendo…
Un día cualquiera, a pata, mascullando estos recuerdos, se enrumbó triste y
lentamente por el camino de Yavita. Allí encontraría alguna manera de llegar a San
Fernando.
MORULONDO
Por las selvas de Yavita, caminó lentamente, sólo, hambriento, desanimado,
meditando cómo otra etapa de su vida se hundía en el vacío. El «Usendú pa» (el que
escucha todo) se abrió a las bullangueras conversaciones que en esa selva tan tupida
mantenían todas las plantas entre sí. Unas cantaban, otras silbaban. La selva toda
cobraba vida como si fuera un gran supermercado, en donde todos hablaban y
gritaban en festivo alboroto. Una bandada de pericos se reía descaradamente a cada
opinión emitida por las plantas.
- ¡Mira ese perro tan flacuchento! – dijo un yébaro adolescente.
- ¿Flaco? Yo lo veo calidad, muy elegante – comentó una flaca y altísima
manaca.
- La flacura nunca puede ser bella – dijo una Ceiba tan barrigona como
faramallera.
Inavi escuchaba sin mayor interés como si fuera un programa de radio, de esos
en los que los locutores hablan y hablan, creyendo que todo el mundo los está
escuchando.
- Buen desayuno para ese que pasó anoche por aquí – ironizó un espinoso
cumare.
Inavi, al escuchar este último comentario frenó en seco y, asustado, miró hacia
uno y otro lado.
- ¡Ja!¡Ja!¡Ja!¡Ja! – las carcajadas de los pericos y otras aves vocingleras se
multiplicaron a ambos lados de la vereda y retumbaron en los oídos de Inavi.
Estaba temblando.
- ...No les hagas caso! Están tratando de asustarte – le animó un anciano
parature.
Inavi amplió lo más que pudo su capacidad torácica, tomó aire, respiró
profundamente y se lanzó a una carrera desenfrenada. El miedo le dio alas, pues desde
poco más allá del transparente y bellísimo caño Cheni hasta Yavita, no paró ni miró
para los lados, ni una sola vez. Eso sí, oía las risas e ironías de los árboles y los silbidos
de bejucos y matorrales:
- ¡¡Dale, campeón!! ¡¡Medalla de oro!! – gritaba un sasafrás.
- ¡Ya vienen las Olimpíadas!... – exclamaba un palo zapatero.
- ¡Échale!... – animaron varios bejucos.
- ¡Ese es mi gallo!... – apostó un joven parature.
- ¡¡Parece un galgo!! – se asombraba otro yébaro.
El estúpido griterío de los pájaros continuaba animando el ambiente.
Cuando llegó a Yavita, con la lengua y la garganta resecas, se metió en el río con
el agua hasta las rodillas. Al terminar de saciar su sed, el agua había bajado a las
pezuñas.
No vio embarcación alguna, ni esperanza que arribara. Yavita, no se sabía si era
un pueblo fantasma, o si los fantasmas eran sus únicos pobladores. Algunas veces uno
se encontraba con mucha gente, y otras veces no se veía un alma. Dicen que los indios
yaviteros en siglos pasados, eran especialistas en transportar carga, a lomo y
descalzos, desde Yavita hasta el Caño Pimichín y viceversa. Ningún indio ni blanco,
podía seguir el ritmo de estos especialistas en carrera de fondo. En invierno cobraba
más vida, pues por este antiguo atajo, se ahorraban varios días de viaje, si lo
comparamos con el larguísimo periplo por el Orinoco y el Casiquiare…
Antiguamente, la carga se transportaba por tierra hasta el caño Pimichín, y de
ahí nuevamente era trasladada en barco hasta Maroa o San Carlos. Una vez que
hicieron una mal trazada e intransitable carretera, los camiones sufrían para
transportar la carga por tierra hasta Maroa. Con los reales de todos los contratos que
diferentes gobiernos compartieron con sus contratistas cómplices, se podía haber
construido un ferrocarril aéreo…
Inavi, echado a la orilla del caño, trataba de descansar después de su larga
carrera y del embuchamiento de agua cuando a lo lejos, vio que se acercaba un
pariente cánido. Sin miedo, como si hubiera vivido toda la vida en Yavita, se acercó al
extraño y, como es de riguroso protocolo entre los cánidos, se olisquearon
mutuamente.
- ¿Cómo te llamas? Yo Inavi, ¿y tú?
- Morulondo – respondió el pretencioso can, alzando levemente su mandíbula...
- Bueno, mi segundo nombre es Lenín – añadió Inavi, sospechando lo
sospechable. - ¿Qué haces?
- Soy guerrillero del Frente 84 – respondió orgullosamente Morulondo.
- ¡Ajá!¿Y dónde vives?¿En Colombia? – preguntó Inavi.
- No, man, en Venezuela… aquí arribita de Yavita – se le salió el tonillo
colombiano.
- ¿Y la G.N. no les dice nada?
- Tenemos permiso de desplazados.
- ¡Ajá! – respondió Inavi todo serio, como si entendiera lo que significaba ese
término. Y así, Inavi conoció a Morulondo, su camarada marxista.
La guerrilla colombiana, presionada por el ejército de aquel país, atravesó la
frontera y se instaló en Venezuela, un grupo en el Caño San Miguel, y otro en las selvas
de Yavita. A los efectivos de las FF.AA. Bolivarianas residentes en la zona, se les quedó
la cara de tontos, pues, además de que eran ridículamente inferiores en número, las
órdenes venían desde muy arriba.
- ¿No serás un espía?... - dijo Morulondo mirándole de reojo.
- ¡Aché! ¿De quién voy a ser espía yo? - dijo Inavi.
- De la CIA, del Imperio… - y el can guerrillero volvió a echarle otra inquisitoria
olisqueada a Inavi.
- No, mijo, cuando tú ni gateabas, ya estaba yo en el alto Guaviare participando
en un intercambio humanitario de la Cruz Roja con las FARC. Esto no es nuevo para mí
– dijo Inavi, todo crecido.
Caminaron lentamente hacia el campamento guerrillero. En un descampado,
debajo de grandes árboles, como a doscientos metros de la vereda, se extendían las
tiendas de campaña y las carpas del Frente 84. Inavi, calculó un total de unos 90
efectivos. Unos dormían, otros limpiaban su armamento, otros le hacían ojitos a una
guerrillera desgreñada, pero bonita.
Los árboles del tupido bosque, a lo largo del tiempo, fueron acostumbrándose a
la presencia de tan pintoresca tropa, y muchos de ellos se habían contagiado y
tarareaban o silbaban los himnos guerrilleros y «La Internacional»:
«¡Arriba, parias de la Tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión»....
Por la mañanita muy temprano, Inavi escuchó, gracias al «Usendú pa», a una
mata de «palo de Brasil», de madera roja que gritaba: «¡Socialismo patria o muerte!» y
gran parte de los habitantes de la selva le respondía: «¡¡Venceremos!!».
Al día siguiente, le invitó Morulondo:
- Ven, vamos a buscar bastimento…
- ¿A dónde? – respondió Inavi.
- Llegó la carga de Mercal para Maroa, y aquí cerca en la carretera,
establecemos un retén, una alcabala, en donde nos dan como vacuna una parte de la
carga: pollo, arroz, frijol, leche, etc.
Ahora comprendía Inavi por qué los maroeños se quejaban de que Mercal,
llegaba siempre fallo a Maroa.
Estaban todos escondidos detrás de la espesa maleza que rodeaba la trocha.
Después de un rato, se oyeron las entrecortadas toses de un vejestorio camión de la
alcaldía. Se paró y, sin dejar de toser, los obreros que iban arriba, bajaron rápidamente
unos grandes bolsos de plástico que los «muchachos» cargaron con rapidez,
adentrándose de nuevo en la selva. Inavi y Morulondo los seguían en la retaguardia.
A Inavi se le presentó un grave dilema. O se iba rápidamente al puerto para
meterse de polizón en el barco recién llegado de Mercal, o bien se quedaba unos días
en el campamento guerrillero, reponiéndose un poco del ayuno obligado de los
últimos tiempos.
Al llegar al campamento, se le hizo la boca agua al contemplar un montón de
pollos, casi descongelados. Apartó de su mente la terrible experiencia vivida en Maroa,
por culpa del impúdico pollo robado a los pasantes.
En ese instante, resolvió el dilema planteado. No haría ni lo uno ni lo otro, sino
todo lo contrario. Saltó sobre uno de los pollos, lo asió con sus dientes por uno de los
muslos y se echó a correr «chiveando» los árboles de aquella tupida selva. El
guerrillero de guardia, cuando se percató del robo, ya era demasiado tarde y, aunque
disparó una ráfaga de fusil contra la maleza, Inavi, gracias a su extremada flacura, pasó
fácilmente entre bala y bala. Algunos árboles le animaban con sus voces: «¡¡Se va, se
va, se va!!». Otros, como siempre, ejerciendo de jalabolas le gritaban: «¡Al ladrón!, ¡Al
ladrón!»
Corrió sin descanso y, apenas vio el bongo de Mercal, se subió de un solo
brinco, pero con la desgracia que en el impulso, se le desprendió el muslo del pollo
cayéndose la presa mayor en el agua. No podía hacer nada, pues el barco había
prendido su motor y zarpaba en ese preciso momento.
Inavi escuchó unos ladridos familiares en la orilla del río. Levantó su cabeza y
escuchó los gritos desaforados de Morulondo:
- ¡¡Traidor!!¡Traidor!!¡¡Espía!!
Después, le echó un buen bocado al pollo perdido por Inavi.
- ¡¡Oligarca!!
Y otro bocado… con la boca llena le gritó:
- ¡¡Escuálido!!
Y otro bocado más…
- ¡¡Pitiyanqui!! ¡¡Traidor!! Un día nos veremos las caras…
Inavi, mirándolo despectivamente, después de saborear el muslo de pollo y
limpiarse los dientes con una astilla de madera, se echó a dormir debajo del planchón
de proa.
VUELTA A LA PATRIA
Habían transcurrido varios años desde que Inavi dejara a Atabapo. Este había
crecido mucho, en casas y en gente. El barrio La Punta, Los Chimichimitos, la Laguna, el
Barrio Orinoco, la Carretera…. Todo había crecido. Atabapo era una pequeña ciudad.
Inavi observó que la costumbre del atabapeño de ponerse a hablar en la mitad
de la calle, seguía igual... los carros tenían que apartarse o esperar que terminara la
conversación... Los comerciantes seguían poniendo los precios que les daba la gana,
pues Atabapo seguía siendo «territorio libre de Indepabis», una especie de Puerto
Libre para la especulación, como Margarita pero en clave marginal...
También observó que en el puerto, cuando llegaba un bonguito con pescado,
seguían echándose al agua para agarrar su sarta, con el peligro de hacer trambucar la
embarcación... y de que los vivos se escapen sin pagar... Se dio cuenta también que
desde que llegó la TV, los muchachos se habían vuelto más ecológicos, preferían ver
películas a cazar pajaritos... Allí seguía Fadel... el Completo... la Policía «sentada» de
Atabapo... la «Cascabel», Tertu y su «discoteca» etc.
Todo seguía igual... Bueno, casi igual…
Cuando se exiló en Maroa, el alcalde era adeco. Ahora gobernaba el PPT, un
partido que pegó muy bien en Amazonas. En Atabapo ganó porque basó toda la
campaña en el significado de las siglas. Durante la campaña, cuando a los atabapeños
le hablaban de «Patria Para Todos», ellos entendían «Plata Para Todos». Y como en los
gobiernos adecos sólo unos pocos se llevaron la plata, todos pensaron que el PPT era
el partido del futuro. «Finalmente pensaron en los pobres» – decían los entusiastas
incautos. Y así ganaron fácilmente.
El candidato ganador tenía cara de «yo no fui», ex seminarista, ex profesor del
colegio de los curas, ex catequista de la parroquia… todo esto bastó para que
encontrara en Sor «Piedrita» el alma y motor de su campaña.
Después de las elecciones, el color azul se extendió como mancha de aceite por
todo el municipio: pantalones azules, gorras azules, franelas azules, ojos azules,
azulejos azules, flores azules, casas azules, techos azules, el cielo azul, el «Danubio
azul»… El azul era para Atabapo un color ancestral, pues ya Agustín Codazzi en su viaje
a estas tierras en 1841 dejó escrito que los Guaipuinabi, antiguos habitantes de
Marakoa, les gustaba «pintarse de azul»... (Cfr Codazzi A.:«Resumen de la Geografía de
Venezuela en 1841» 1940:45-49)
Los «rojo-rojitos», que ganaron a nivel nacional, en Atabapo quedaron
reducidos a un escuálido grupo que competía en número con Acción Democrática (la
mayoría de los blancos ya se había teñido de azul…), y los siempre fieles seguidores de
Tertu.
Durante la campaña, los ppteros y rojitos, a pesar de que eran hijos y
seguidores de la misma revolución, se mordieron entre ellos con cariño fraternal. Poco
a poco, el reconcomio mutuo fue creciendo tanto, que los rojitos le hacían más
oposición al gobierno azul, que los escuálidos y desanimados adecos.
Inavi, maestro en el arte del camelo, cuando llegó a San Fernando,
desorientado, se cobijó en casa del Dr. Atamel Dechá, hombre poliédrico, de múltiples
rostros, todos ellos al servicio de su pensamiento único: «primero yo, luego yo, y
después yo». Era, sólo en alguno de sus aspectos, la versión homínida más perfecta del
mismo Inavi. PHD en el arte de la Jalea Real, Master en diversas artes jalabólicas, era
prototipo y modelo insuperable en supervivencia política: ex perezjimenista, ex
uerredista, ex adeco, ex mepista, ex copeyano, ex convergencia, y actualmente, uno de
los portavoces más conspicuos de la revolución azul. La deslealtad era su divisa.
Retrato fidedigno del quehacer político amazonense …
Cuando arrancó el gobierno municipal recién electo, todo era entusiasmo
revolucionario. A media mañana de los viernes, era interesante y aleccionador ver
cómo trabajaban codo a codo, concejales con obreros, directores con secretarias,
administrativos fijos con eventuales, rastrillo en ristre en la limpieza general de calles y
parques.
Según iban pasando las semanas, el entusiasmo revolucionario iba menguando
progresivamente y ya comenzaron a notarse entre los «voluntarios», ciertos privilegios
laborales. El Dr. Atamel Dechá, posesionado de su responsabilidad, dirigía todo serio
por medio de un «wokitoki» a sus capataces, dando órdenes como si estuviera al
frente de la construcción del viaducto Caracas – La Guaira. Disimuladamente, se veía a
los «voluntarios» descansando a la vuelta de la esquina, lejos de los ojos fiscalizadores
y severos del Dr. Atamel Dechá.
Las interrupciones continuas de la energía eléctrica habían comenzado ya en el
gobierno anterior, y todos confiaban que el naciente equipo gobernante solventaría el
problema. Pero, naturalmente, no se podían arreglar las cosas en dos días…
El Dr. Atamel Dechá era el motor de la alcaldía. El carácter blandengue de la
recién nombrada primera autoridad se apoyaba en la seguridad que le brindaba el
Doctor.
El interés y esfuerzo de los ppteros por mostrarse como piezas importantes en
el futuro tren de gobierno municipal, aumentaba proporcionalmente conforme se iba
acercando la fecha en la que se nombraría el tren «ejecutivo» y se asignaran los
cargos.
Cuando se gana, hay que pagar los apoyos y beneficios recibidos. Algunos se
conformaban con un carguito secundario o una Dirección con un pingüe sueldo del que
en su vida habían gozado… Pero otros no se conformaban con eso. Querían entrar en
el banquete del sabroso «lomito» de las alcaldías, que eran los contratos.
El Dr. Atamel Dechá coadyuvó con su trabajo y apoyo financiero a la victoria del
partido. Antiguo candidato a la Alcaldía, comprendió inmediatamente que había una
manera más fácil y con menos preocupaciones, para gobernar sin tener el mando. Se
convirtió en la sombra insustituible del jefe. Los trámites con el FIDES, la movilización
del presupuesto, la colocación de cuentas en los Bancos, los consejos
«desinteresados» para el reparto «equitativo» de los contratos…
Todo ello convirtió al Dr. Atamel Dechá en «el otro yo» del jefe. Se transformó
en un remedo del Dr. Jecquill y Mr. Hyde, el personaje de la novela de L. Stevenson, en
versión atabapeña. El se encargó de los viajes de placer, de la compra de carros dignos
de su cargo, de las noches entre candilejas y lentejuelas, en fin, el que le abrió los ojos
a un mundo inimaginable, al que se entregó en cuerpo y alma.
El Dr. Atamel Dechá era un maestro en el arte de la zalamería, tanto que,
cuando Inavi vivía en su casa, no se sabía quién imitaba a quién.
Así como ahora era implacable con la pureza ideológica de sus actuales
correligionarios, otrora lo había sido con sus compañeros de AD, partido en el que
ocupó varios cargos importantes. No perdía ocasión para dejar oír su voz en toda
manifestación, mitin o narración deportiva, para agradar al candidato de turno,
maestro excepcional en el arte del «guinde».
Como Belisa Crepusculario, el personaje de Isabel Allende en uno de sus
cuentos, el Dr. Atamel Dechá descubrió que las palabras andaban sueltas, sin dueño, y
que cualquiera con un poco de maña, podía apoderárselas y comerciar con ellas.
Inavi, ni corto ni perezoso, fiel a los genes de su jaladera ancestral por motivos
exclusivos de supervivencia, sin fines de lucro, se enroló en ese carnaval político y
permitió que uno de los hijos del Dr. Atamel Dechá le pintara de azul los costillares con
un spray, como si llevara una franela. A partir de entonces, en cualquier marcha o
caravana convocada por el partido, allá se le veía a Inavi, el perro azul, compitiendo
con los carros y unos 60 chillones mototaxis. Estos pitaban e Inavi ladraba.
EL SAMAN DE LA PLAZA
Aquella noche Inavi, cansado de tanto ir y venir, con la garganta estropeada de
tanto ladrar en la interminable caravana azul desde la Carretera hasta la Punta, se
acostó exhausto a los pies del Samán de la Plaza.
Estaba semidormido y de pronto escuchó como en sueños, una voz profunda:
- ¡¡Arrastrado!! ¡¡Eres un arrastrado!! ¡¡Jalabolas!!
Inavi activó inmediatamente el «Usendú pa» («el que oye todo»), y escuchó
con mayor claridad:
- ¿No te da pena? Pintado de azul como un payaso… eso es lo que eres, ¡¡¡un
payaso!!!
- Bueno, viejo chocho, sin ofender ¿ah?, que yo no me he metido contigo… respondió Inavi.
- Pero sí vienes a orinar de cuando en vez… - dijo el Samán.
- Es natural. ¿Para qué están los árboles?... además, viejo decrépito, yo no voy a
discutir contigo porque tú no sabes nada de revolución, ni del Che, ni del Chá, ni del
socialismo del siglo XXV…
- Yo sí sé de revoluciones, perro jalabolas.
- Te dije que sin ofender… - dijo molesto Inavi - ¿qué vas a saber tú del proceso
revolucionario, de la Misión Robinson, Ribas, Sucre, Negra Hipólita, Misión Milagro,
Misión Salesiana…? ¿Qué sabes tú del desarrollo endógeno, de comunas y
cooperativas, de gallineros verticales, sin hablar de los Mercales y Pedevales…?
- ¡¡¡Basta, perro ignorante!!! ¡¡Palabras, puras palabras!! Desde que me
plantaron aquí, estas ramas vieron desfilar muchas revoluciones. Sólo te pido que
razones un poco. Escúchame, perro escuálido.
- ¡¡¡No me llames escuálido!!! ¡¡¡Yo soy revolucionario!!!– ladró fuertemente
Inavi.
- No te enojes… lo de escuálido te lo digo por tu flacura… - lo calmó el viejo
Samán. Y continuó.- Observa solamente quiénes son los jefes de tu revolución.
Investiga su pedigrí, tú que te la echas de detective perspicaz. No vayas muy lejos.
Basta que te fijes en tu amo. ¿Por cuántos partidos pasó el Dr. Atamel Dechá, antes de
caer en cuenta que era un genuino «revolucionario»? La mayor parte de tus jefes,
hasta hace pocos años, daban la vida por el partido blanco o el verde. Aquí en
Atabapo, parece que el agua que llega de Súpiro hace perder la memoria… Ahí mismo,
delante de la estatua de Bolívar, hasta hace poco proclamaban su fe en este o en aquel
ideal. Por debajo de mis ramas pasaban vociferantes, perifoneando las glorias y
virtudes de tal o cual partido, los mismitos que hoy pretenden presentar el árbol
genealógico de su pedigrí revolucionario. Aquí todos nos conocemos, perrito...
- Es que la política es un proceso dinámico y cambiante… - argumentó Inavi.
- ¡Un carrizo! Lo que pasa es que ustedes, los animales de dos y cuatro patas,
los hombres, los perros y las ratas, no tienen memoria, porque no tienen raíces como
nosotros. A nosotros puede que nos tumbe el viento o una motosierra asesina, pero no
cambiamos de sitio, ni de principios. Tenemos memoria. Sabemos bien quién es quién.
- ¡La política es dialéctica! – musitó Inavi
- ¿Qué sabes tú de dialéctica?...
- La lucha entre tesis y antítesis… - respondió raudo Inavi.
- ¿Y qué busca esa lucha? - dijo el Samán alterado.
Inavi trataba rápidamente de recordar las pocas clases que Morulondo, el perro
marxista, le había dado en Yavita.
- La Síntesis – dijo Inavi después de pensarlo un rato.
- Muy bien, perro filósofo. Hasta aquí te trajo el río. ¿Sabes lo que es la
«Síntesis»?
- El resultado de la lucha entre la tesis y la antítesis. – respondió el lógico Inavi.
- ¡¡No, imbécil!! La «Síntesis» es la plata, el dinero, los cobres, los biyuyos. Esa
es la Síntesis de todas las revoluciones. Lo que se busca es la plata…
- ¡¡Te pasaste!! – dijo Inavi.
- ¿Por qué crees tú que se cambian de partido y se convierten en viles
tránsfugas? ¿Será porque ahí no encontraron la revolución en estado puro? No, ¡qué
va, hermano!, cuando vieron que en un sitio no encontraban lo que buscaban, cuando
se dieron cuenta que ahí no tenían vida, brincaron la talanquera… Tú conoces a estos
mercaderes de la política, ¿quieres que te diga nombres? – amenazó el Samán.
- No, no, ya los conozco… Pero te veo un poco pesimista, viejo carcamal. ¿Para
ti no existen los ideales? ¿para ti no hay políticos decentes?
- ¡Cómo no!, claro que hay políticos sinceros, idealistas, lo reconozco, pero tú
también tienes que reconocer que apenas llegan al 0,001 %. Averigua y me darás la
razón.
Inavi se sentía aplastado por la lógica y sabiduría del viejo Samán.
- ¿Por qué eres tan negativo y pesimista? ¿Qué trauma te atormenta desde la
infancia?- Inavi trataba de bajar el tono de la discusión.
- Tal vez la edad, la historia… debajo de mis ramas pasaron tantas cosas,
contemplé tantas promesas de amor entre jóvenes enamorados, tantos discursos
fervientes pero vacíos, tantas traiciones, hasta asesinatos. Pura retórica, la realidad iba
por otros senderos, en la casa de los líderes era donde se cocinaban los guisos. Nunca
lo olvides, perro amigo…pero… ¿tú no tenías antiguamente un chip en tu oreja, que
detectaba el virus EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado)?
- Sí, aún lo tengo - respondió Inavi.
- Pues actívalo y verás cuántos de los que aquí se dicen revolucionarios están
gravemente contagiados de ese virus. Cuántos de tus líderes «azules-azulitos» o
«rojos-rojitos» lograron ya la «síntesis», sus casas, sus carros, sus bares, sus bloqueras
etc. y cuántos «blancos-blanquitos» resolvieron su pelamentazón de casi cuatro años
con jugosos contratos, a costa de hipotecar su conciencia, si es que algún día la
tuvieron...
- Bueno, viejo amargado, basta por hoy. Ya es tarde, seguiremos hablando otro
día.
Inavi, un poco pensativo, se dirigió a la casa del Dr. Atamel Dechá, mientras el
Samán carraspeó un buen rato, moviendo fuertemente las ramas más altas. Hacía
tiempo que no hablaba tan seguido.
El añoso sarrapio que radicaba frente al comercio de Fadel, lo recriminó:
- ¿Por qué pierdes el tiempo hablando con un perro?
- Para lo único que sirve es para ser amigo del hombre y para abonar nuestras
raíces – comentó desde el otro lado de la Plaza, la espigada mata de caucho.
La mata de fibra, enamorada sola, meneaba sus escasas palmas y se
desgañitaba cantando de falsete:
«Esta tarde vi llover,
vi gente correr,
y no estabas tú
y no estabas tú.»....
HISTORIAS DEL SAMÁN
(Parte 1)
Atabapo dormía su ratón después de un fin de semana movido. Todos los fines
de semana tenían su encanto. En un sector o en otro, en una casa o en otra, siempre
había un motivo para prender una rumba que aguantaba hasta altas horas del día
siguiente.
La luz fallaba todos los días con la frecuencia acostumbrada, pero los viernes y
sábados por la noche, los cadaferos hacían su milagro semanal. En esas noches no
fallaba la luz. La brisa nocturna hacía un trabajo de mezcla y fusión de sonidos que
venían de los cuatro puntos cardinales. Atabapo se convertía en una megadiscoteca. El
atabapeño, amigo de la noche, tenía una amplia gama de posibilidades para elegir la
zona, el tipo de música, la clase social, el tipo de bebida etc.
La rocola de Brice lanzaba al viento sabrosos vallenatos desde la Punta, la
miniteca de Tertu con sus raspacanillas por el Centro, Cayupa Band con sus cumbias
barranquilleras ante la enorme pista de baile del estadio, Tony y su Banda por Solano,
Katán y su combo por la Carretera, y delante de la casa de Melania, Goyito, Simón y
Gusano en una de sus asiduas noches de tertulias alegres... Todo este ruido
musicalizado, era difícil saber lo que significaba. O el pueblo era verdaderamente feliz,
o todo ello era como un mecanismo de defensa o reacción para olvidarse de sus
muchas cuitas y desdichas.
En medio de esta fusión de ritmos, Inavi avanzó hacia la Plaza a conversar con
el Samán, su adversario amigo. Al acercarse, oyó cómo las plantas de la Plaza
tarareaban las melodías, que allá en lo alto escuchaban transportadas por la brisa… «A
dormir juntitos, abrazaditos…» – cantaba el añoso sarrapio con voz cascada… «Yo tenía
una luz que a mí me alumbraba…» – silbaba alegre la mata de caucho… «El amor es
como una matica que siempre se debe regar…» – cantaba la palmera africana a un
ritmo parecido al «pata-pata» de la inimitable Mirian Makeba. Era fácil para las plantas
aprender las canciones, pues el repertorio musical se repetía hasta la saciedad.
Inavi le preguntó al Samán:
- ¿Desde cuándo estás plantado en Atabapo?
- Me sembraron allá por el año 1840. Me trajo pichón uno de esos «peones –
soldados» que recorrían las sabanas de acá para allá, siguiendo al dueño de hacienda
que se cuadraba con la revolución de turno. Porque en nuestro país lo que más
abundaron fueron las revoluciones. Y eso puede ser bueno y puede ser malo, porque
con cada revolución se puede dar un pasito «p’alante», como también se pueden dar
cuatro «p’atrás»... Los peones allá en el Llano, no sabían por qué peleaban, por qué
quemaban, por qué mataban. Los jefes sí lo sabían. Uno de esos soldados, romántico
sin duda, desertó y se adentró en la manigua con un poco de su tierra en su morral. Ahí
estaba yo en semilla. Llegó a San Fernando, un pequeño pueblo pero con ínfulas de
capital.
- ¡Qué romántico! Me ganaste… - bromeó Inavi, mientras se rascaba una oreja.
- Las revoluciones de acá, en Amazonas, eran como un reflejo tardío de las que
se daban allá, en el centro. Por ejemplo, ¿allá en esos años peleaba Páez contra
Monagas...? aquí en San Fernando un tal Gregorio Díaz se alzaba contra el gobernador
Francisco Pina, que a su vez anteriormente, había desbancado al brasileño Pedro
Joaquín Ayres.
Diez años más tarde, en 1858, cuando yo echaba mis primeras flores, estalló en
Valencia una revolución contra Monagas. Fue derrocado y asumió el poder Julián
Castro…
Aquí en San Fernando gobernaba un hombre ilustrado, don Francisco
Michelena y Rojas, le decían el «viajero universal» por el mucho mundo que había
recorrido. Por ese tiempo, en 1856, Monagas hizo una reforma territorial
constituyendo a estas tierras como Provincia de Amazonas, separada de Guayana.
Pues bien, mi querido can, en ese tiempo por acá, dos «pajaritos» finos, Casimiro Isava
y Eduardo Juliá se alzaron contra el gobernador que los había enjuiciado y expulsado.
En el primer intento no pudieron, pero al año siguiente, en 1859, lo lograron y
Michelena tuvo que abandonar el cargo… Pero, ¿me estás parando o no? Si te aburro,
me lo dices.
- Continúa, viejito, continúa… - dijo Inavi un poco aburrido.
- En ese año triunfó la Revolución Federal.
- ¡¡Otra revolución máaaas!! – gritó Inavi imitando a Leopoldo, el escuálido de
Globovisión.
- Efectivamente, y aquí en San Fernando, produjo una seguidilla de golpes
revolucionarios, unos apoyando a Páez, otros a Zamora. Eran, como pasa ahora, los
mismos nombres de siempre, los que mandaban siempre, que estaban a favor de uno
o en contra, según el viento que soplara. Por cierto, en 1864, Amazonas dejó de ser
Provincia y lo degradaron a Territorio Federal.
- ¿Por qué le dieron al Amazonas tantos nombres?
- Precisamente, porque una revolución siente la necesidad de renombrar,
rebautizar y dar nuevos nombres, para dar la impresión de que está construyendo algo
nuevo, un «mundo nuevo», un «hombre nuevo»... Amazonas, por mucho que la
bautizaran y le dieran nuevos nombres, seguía siendo aquella porción de la patria
olvidada, lejana, sin ley, en donde cualquier aventurero cimarrón venido de otras
partes, encontraba su El Dorado y se enriquecía a costa de su pobre gente. Así que, lo
que esta revolución está haciendo, no es nuevo, es viejísimo… Hasta Colón bajo ese
aspecto, puede considerársele «revolucionario», pues le dio nombres nuevos a mares
y tierras, que desde siglos ya existían y tenían sus propios nombres.
- En 1867 explotó otra revolución: la «Revolución Azul».
- ¿La del PPT?
- No, perro ignorante, la de los Monagas. En 1870, Guzmán Blanco desembarcó
en Coro y tomó Caracas. Aquí, en Amazonas, los representantes de la nueva
Revolución fueron los hermanos Level, unos pajaritos que, como el pimentón,
estuvieron en todos los guisos amazonenses hasta fin de siglo. Level Gutiérrez fue el
Guzmán casero, local, vernáculo; como él fue amado, odiado, expulsado, llamado de
nuevo y finalmente, vuelto a expulsar en 1898.
Como te dije anteriormente, perro olvidadizo, detrás de cada revolución hay su
«jujú». Detrás de todas estas aventuras de los Level, había una Compañía inglesa, con
un tal Bovallius que movía los hilos de las marionetas.
Todo esto sucedía mientras el presidente Crespo moría en Mata Carmelera…
Tengo que decirte que Guzmán Blanco en 1880, cambió otra vez los nombres
del Amazonas, sin cambiar la realidad. En un alarde de originalidad, dividió el
Amazonas en dos Territorios: el Territorio Federal «Orinoco», con capital en San
Fernando y el Territorio Federal «Amazonas», capital Maroa. En otra legislación de
1876, se había establecido que la capitalidad del Amazonas residiera en Yavita. Esta
nomenclatura duró poco, porque en 1893 el presidente Joaquín Crespo, estableció
nuevamente un solo Territorio Federal Amazonas con la capital aquí en San Fernando.
¿Ya duermes, marmota? - gritó el Samán.
- Te escucharé otro día. Por hoy ya está bien…. – dijo Inavi mientras se ponía de
pie con los párpados alicaídos y, en un alarde de flexibilidad, estiró lo dos pares de
patas formando un perfecto arco ojival con todo su cuerpo. Sacudiéndose las pulgas
con una especie de movimiento epiléptico, Inavi se encaminó lentamente hacia la casa
del Dr. Atamel Dechá, cargadas las orejas con las historias del viejo Samán.
HISTORIAS DEL SAMAN
(Parte 2)
El viejo Samán era el señor de la Plaza. Las matas de caucho y los camorucos
podían competir con él sólo en altura, pero nunca en capacidad de sombra. Y es que el
samán era un árbol generoso. No sólo cobijaba a los de abajo, sino que encima de él
dejaba crecer todo un ecosistema de pequeñas matas, algunas abusadoras que le
chupaban la savia, y otras que se prestaban mutuo apoyo. La vejez del samán
comenzaba a sentirse en las ramas más largas del enorme paraguas de sombra. Las
raíces, como terrestres anacondas, entraban y emergían a ras de tierra con final
desconocido.
Al día siguiente, Inavi le preguntó al Samán:
- ¿Es verdad que tus raíces llegan hasta Amanavén?
- Mira, pequeño autobús de pulgas, si yo fuera «revolucionario», te diría que sí.
Pues toda revolución necesita mitos. Crea mitos y épicas para usarlos a su antojo y en
propio provecho. Por ejemplo, la revolución de Guzmán Blanco, creó el mito
bolivariano mucho antes que tu «revolución». Ambas, pretenden hacer de la figura de
Bolívar, no un hombre admirable, que lo es, sino un dios. Y ambas tienen un mismo
objetivo: servirse del mito para su propio provecho. Pero tengo que desilusionarte…
mis raíces no llegan ni a la antigua casa de Funes.
- ¡Qué pena! Ya casi me lo creía… ¿En qué año quedamos en el cuentito de tus
revoluciones?
- En el año 1898. En ese año, Cipriano Castro con sus andinos, invadió el centro
del país desde el Táchira y se apoderó de Caracas. Con él venía un gallo tapado: Juan
Vicente Gómez. Se le llamó la «revolución Libertadora». Y aquí en Amazonas, como
siempre, se dieron como reflejo varias revoluciones, algunas sangrientas. En el
transcurso de dos años, asesinaron al gobernador Ramón Maldonado y a los ex
gobernadores Juan Anselmo y Ramón Angel Zerpa.
- Y tú para ese tiempo, ¿seguías siendo un carajito como ahora?
- No, saco de pulgas, yo para ese tiempo gozaba de plena adultez. Mucho más
ancho que ahora, pues ya tuve que renunciar a varias ramas. Así como a algunos
homínidos y perros se les cayeron los dientes y muelas, así yo perdí algunas ramas,
unas porque se cayeron de viejas, y otras que me las cortaron con hacha cuando llegó
la electricidad y pusieron los cables y los postes demasiado pegados.
- Sigue con el cuento.
- Allá por 1912 – 1913, mientras el General Gómez cerraba la Universidad
Central de Venezuela, llegó al Amazonas de Gobernador el General Roberto Pulido.
- ¿Entonces eran todos Generales?… – preguntó Inavi.
- Sí, generales, coroneles, capitanes...como ahora, más o menos… La siguiente
«revolución» se quitó la careta. Como ya te dije, es característica generalizada de
todas las revoluciones, poner en la vanguardia al pueblo: «el pueblo quiere», «el
pueblo dice», «el pueblo se rebela», «esta es la revolución del pueblo»... Desde la
revolución francesa hasta la de ahorita, en los discursos, el pueblo siempre es el
protagonista. Pero como ya te dije, entre telones, en la retaguardia, los que mueven
los hilos son nuevos y grandes intereses que están al acecho para desbancar y sustituir
a los intereses hasta ahora vigentes.
En la revuelta Funera no fue así. El poder entre telones se quitó la careta y dio
la cara. Fueron los poderosos caucheros quienes, heridos en sus bolsillos, planearon el
cambio. Delegaron en Funes, uno de ellos, para darle la vuelta a la tortilla. ¿Cómo
podría llamarse a una «revolución», si los que se alzan contra el gobierno son tan
caimanes como él?
Después, como siempre, Funes pretendió justificar la revolución, el golpe, con
el nombre de «revuelta justificada», «asonada popular», «que el pueblo no podía más
y se rebeló» contra el opresor Pulido etc…
Funes, después, creyéndose indispensable, aprovechó para imitar al general
Gómez y no soltar el poder, hasta que le cayó encima otra «revolución», fatal para él,
pues lo juzgaron y fusilaron aquí mismito debajo de mis ramas. Y así, muerto el perro,
se acabó la rabia…
- ¡Sin insultar!- ladró Inavi.- ¿Qué estás insinuando, viejo decrépito? ¡Sin
insultar!…
- Tranquilo, amigo, que ya estoy terminando… Después de un corto período de
transición, de «calma y cordura», se fraguó una nueva «revolución» que se llamó a sí
misma «democrática», por aquello de poner siempre delante al «pueblo», como
excusa para lo que venga.
Un partido nuevo, llamado Acción Democrática, lideró este cambio. Tú mismo
cantaste muchas veces el himno que decía: «Adelante, a luchar milicianos, a la par de
la revolución»... ¿Te acuerdas?... También entonces se hablaba de «milicianos» y de
«revolución»...
Su escudo tenía un lema que decía: «Por una Venezuela libre y de los
venezolanos», muy parecido a otro que hoy está de moda: «Venezuela ahora es de
todos» ¿No te parece?
- ¿Y cómo tú estás tan enterado de todo, si nunca te moviste de aquí?
- Amigo cacri. ¿Tú no tienes el «Usendú pa»? Los samanes estamos extendidos
por toda Venezuela. ¿Sabes lo que es internet? Nosotros estamos en conexión
«intervegetal» continua.
- Me estás mamando gallo ¿né?… - dijo Inavi.
- Escucha. Te decía que todo comenzó muy bien: Reforma Agraria, Banco
Obrero, Escuelas gratuitas para todos, Plan de vivienda, Vialidad… El petróleo, que
estaba desde el tiempo del General Gómez en manos de las empresas petroleras
gringas, se logró repartirlo en un importante aunque ridículo «fifty-fifty».
Todo iba bastante bien, hasta que se le vieron las costuras a la tal democracia.
El pueblo, siempre utilizado, se percató que él no era el protagonista, ni el objetivo y
fin último de esa «democracia», sino que el muchacho de la película, cuarto bate y
novio de la madrina, eran los cogollitos de los partidos que empezaron a hacer
negocios y cambalaches con todos aquellos caimanes que, desde siempre, manejaron
los hilos del poder poniéndolo a su servicio. Fueron los años de la «Venezuela
Saudita».
- ¿Y nadie reclamó?
- No te hagas el loco, Inavi, que yo te conocí a ti y a más de medio pueblo de
Atabapo de adeco y jalándole bolas a Bernabé.
- ¿Yo adeco?.. No recuerdo… - dijo Inavi mirando para otro lado.
- Ya te dije que el agua que viene de Súpiro produce amnesia… Te diré que,
como ahora, hubo algunas personas que predijeron con tiempo lo que se avecinaba,
pero entonces los tildaron de «profetas del desastre», hoy en cambio les dicen
reaccionarios, escuálidos, pitiyanquis... Poco a poco, todo se fue derrumbando. De
aquellas promesas de igualdad, de lucha contra la pobreza, de seguridad ciudadana, de
casa para todos, sólo quedó el recuerdo, promesas que se deshicieron como la sal en
el agua. De la «democracia» sólo quedó el cascarón.
Aunque hay que reconocer que algunas instituciones seguían funcionando. Por
ese tiempo, la Fiscalía enjuició a un Presidente y la Corte Suprema, (la abuela del
T.S.J.), lo condenó.
Pero al pueblo le interesaban relativamente esos gestos institucionales, pues
era a él al que tenían que darle importancia, porque así lo había prometido la
«revolución» democrática.
- ¡¡Y ahí llegó el Chá y la Revolución!!- exclamó entusiasta Inavi.
- El Chá se alzó, aprovechó el descontento del pueblo y a pesar de que el golpe
fracasó, con la ayudadita de Caldera que lo sacó de la cárcel, se convirtió en el icono
del cambio, de la revolución.
- ¿Estás reconociendo que la revolución era necesaria?… - sonrió Inavi.
- La revolución siempre es necesaria, pero…
- Siempre tienes un «pero»… Te escucharé mañana. – dijo Inavi sacudiéndose
las pulgas.
LAS REVOLUCIONES
Aquella noche atabapeña era un aliciente a la quietud, a la serenidad. El pueblo
sin luz, la luna llena, el Bar «El Completo» cerrado, y el lento retornar de las parejas de
enamorados que la fuerte iluminación de la Plaza había ahuyentado hacia lugares más
recónditos, le daban a esa noche un especial encanto.
Inavi atravesó la oscura plaza, se acercó al Samán y se acostó apoyando su
cabeza en una de sus raíces.
- Buenas noches, perro prostático… - saludó el Samán.
- Mira quién me dice viejo… Vengo picado de curiosidad, pues ayer te oí hablar
bien de la revolución que yo represento.
- La revolución que tú representas, como todas las revoluciones, empezó
bastante bien. Fue pacífica, levantó la autoestima nacional, sembró esperanza en el
pueblo. Tocó el corazón, el sentimiento. El Chá parecía un «santo padre», un
predicador inspirado. Pulsó las cuerdas más sensibles de la gente sencilla.
- Tienes razón. Estamos de acuerdo – dijo Inavi contento.
-Pero a lo largo de estos largos años de «revolución», el Chá demostró ser un
líder con una gran pobreza de ideas originales propias, pues con facilidad caía en
brazos de ideólogos mecenas que lo acompañaban, mientras se iba caletreando la
rancia lección marxista de la chilena Marta Harnecker. Y así, al principio, se dejó llevar
por las ideas de un argentino, hediondito a fascismo, llamado Ceresole; luego se dejó
adoptar por el viejo Miquilena y finalmente, cuando terminó de leer el libro de Marta,
se convenció que él era marxista ya antes del parto, y cayó en las manos de un
pragmático Fidel, que lo que buscaba era mitigar la agonía de la criatura parida en el
lejano 1959. De ahí salió la idea brillante del «trueque»: el Chá le proporcionaba
petróleo y Fidel le ofrecía muchos cubanos y unas cuantas ideas, prudentes pero
seguras, para avanzar y sacar una fotocopia modernizada de aquella revolución cubana
ya en trasnochada decadencia.
- Pero tienes que ser justo. La revolución trajo cosas buenas al país… - protestó
Inavi.
- Mira, perrito, yo no miro las cosas en blanco y negro. Naturalmente que se
han hecho cosas buenas. Pero otras parecen buenas y no lo son.
- ¿Me vas a decir, piazo e leña, que las misiones no son buenas…?
- Las misiones educativas tienen una buena intención cuando se estabilizan y
dejan de ser uno de tantos «operativos» a los que nos tienen acostumbrados los
militares de todas las épocas. Pero lo que está haciendo con ello, es crear sistemas
paralelos a los ya existentes, en lugar de centrar el esfuerzo en crear un sistema fuerte
y sólido. ¿No es ridículo que en un pueblito perdido como el nuestro funcionen dos
Distritos escolares, uno Estadal y otro Nacional, y que se peleen para saber a quién de
ellos le pertenece «La Pereza», este o aquel edificio? ¿Qué son? ¿dos educaciones?
Mira, cacri inexperto, todas las revoluciones piensan que lo anterior a ellas no vale
nada, hay que construir todo de nuevo. Como decían los latinos: «Ecce nova facio
omnia»…
- ¡¡….ño!!¿También sabes latín?
- Es normal. Tantos años aquí en la Plaza, al lado de los curas, al lado de la
Iglesia… algo se pega… varios de tus líderes estudiaron con ellos y parece que no se les
pegó nada… los curas no les enseñaron a robar, creo yo.
Te decía, perro prostático, que misiones como la Robinson, Ribas, Sucre,
Cultura, etc. en lugar de meter en cintura todo el sistema educativo, se constituyeron
como un sistema paralelo, dos educaciones que van paralelas sin encontrarse nunca,
corriendo el riesgo de que ninguna logre los objetivos, una por falta de real y la otra
por exceso.
- ¿Cómo por exceso de real? Explícate.
- Sí, porque hay tanto real que hasta se le paga a aquel que va a estudiar. Todo
el mundo tiene su beca. Tú lo sabes muy bien, te inscribiste en la Misión Robinson y
cobraste tu beca puntualmente, pero tú nunca fuiste a clase…
- Ya estás de envidioso…
- Es la realidad, perro corrupto. ¿Cómo se gradúan aquí de Bachilleres en 2
años? Te colocan un video, ni te lo explican. Si tú entendiste, bien y si no, también….
¿qué tipos de licenciatura se puede sacar en la Bolivariana atabapeña, en donde un
profesor da casi todas las materias?
- Pero no seas excluyente, carcamal escuálido. A ti como que te tiene comido el
coco Globovisión… gracias a esas misiones y universidades revolucionarias, miles de
jóvenes excluidos pueden estudiar y prepararse.
- Estoy de acuerdo contigo, perro «excluido». Si el estado quiere incluir a toda
esa masa de población flotante lo puede hacer; tiene real suficiente para ponerlos a
estudiar en las mejores condiciones: becas, comedores escolares, transporte,
bibliotecas, centros de internet etc. Pero la «exclusión» no es un motivo para
exonerar, para liberar a esos estudiantes de las evaluaciones de los cursos, ni tampoco
se le debe exigir por debajo de la exigencia mínima recomendada en las asignaturas
que curse. Se le puede compensar dándole todas las facilidades ya señaladas, incluso la
indemnización monetaria, pero no lo puede compensar con un título universitario
inmerecido, ni un grado para el cual no haya demostrado capacidad.
Como decía un profesor amigo del Chá, en un mensaje que me envió ayer un
Samán del Jardín Botánico universitario de Caracas, la exclusión no capacita de por sí,
ni hace tener al excluido derechos académicos especiales. Lo que hay que evitar y
erradicar es la exclusión, y en eso estoy de acuerdo, pero no que se regalen los grados
y los títulos.
Mira, perrito con cataratas, sabes que yo llevo aquí sembrado más de cien
años. Aquí en Atabapo hay mucha sinvergüenzura. Tú mismo conoces a muchos
adultos que ahorita les entró la «piquiña» del estudio y que, cuando eran chamos
dejaron de estudiar, unas por una barriga inesperada, otros porque les entró flojera
crónica.
Ahora, los ves a todos emocionados, haciendo Proyectos...Informes… y los
carajitos, al cuidado de las abuelas. Antes de que sea tarde, tienen que aprovechar
esta vendimia de títulos que se están repartiendo. Lo que les importa es el «papel», el
título, aunque no sepan nada de nada.
Claro que en todas las épocas, muchos tuvieron que trabajar porque la
necesidad de la familia apremiaba. Pero no te olvides, perro amnésico, que aquí en
Amazonas estudió el que quiso estudiar y se graduó el que se fajó y aguantó. Y aquí se
graduaron muchos profesionales e hicieron sus postgrados, ¿o es que la cultura
comenzó en Venezuela cuando llegó tu Chá? ¿y dónde estudió él? Familias enteras
atabapeñas tuvieron que emigrar a Puerto Ayacucho para que sus hijos pudieran
seguir estudiando. Una cosa es fajarse para conseguir algo, y otra cosa es esperar que
todo se lo den. Sí, hay que reconocer que ahora hay más posibilidades para estudiar y
eso es muy bueno. Pero piratear el estudio o estudiar por una beca, ya no es tan
bueno…
- No quieres reconocer nada. ¡Fascista! ¡árbol oligarca! Representas
perfectamente a los oligarcas y capitalistas. Vives de la tradición, tu vida es cómoda,
eres un vampiro de la tierra, vives de ella, de ella extraes tu alimento, tus raíces son
pulpos que todo lo abarcan, pero donde tú extiendes tu copa, nada crece, ni la hierba,
no se da la vida. Eres vida para ti y muerte para los demás, lo único que das gratis es
sombra.
- Ánimo perrito, desahógate… tranquilo, sigue desahogándote… - respondió el
Samán
- Tú eres un neoliberal salvaje. Eres de los que dicen: «cada palo que aguante su
vela»… «o corres o te encaramas»… pero ¿no te das cuenta que no todos tienen la
misma zancada, ni la misma fuerza? Para ti, todos esos que no logran encaramarse,
deben morir, son carne de urna. Lo tuyo es «la lucha por la vida». Tú no evolucionaste
desde las teorías de Darwin: en la lucha por la vida vencen sólo los más fuertes... Los
demás que se frieguen... No me hagas hablar, viejo saco de leña. Da gracias que estás
en Venezuela, porque si estuvieras en la Amazonía brasilera ya estarías chamuscado o
convertido en rolas para hacer tablas. Para ti sólo tienen derecho a vivir los fuertes, los
ricos de cuna, los ricos de fraude, los ricos…
- Los ricos revolucionarios, ¿por qué tienes miedo decirlo? Dilo, perrito, dilo...
Te estoy escuchando...
- Yo sé que hay bandidos en todas partes…
- Pero una cosa es que haya bandidos, y otra cosa es que esos bandidos
prediquen para los demás el socialismo, la austeridad, los valores, la ética, mientras
ellos se embolsillan tremendas cuentas en dólares.
- ¿Los adecos no las tenían? – preguntó Inavi.
- ¿Y no los criticaron? ¿Por qué dijeron que iban a arrasar con la corrupción, con
la oligarquía, si ahora la revolución creó otra corrupción y otra oligarquía? Para algunos
parece más bien una monarquía.
- «¿Por qué no te callas?», ¡viejo verde!… – tosió Inavi en forma de carcajada.
- No te rías. Sí… aquí en Amazonas hay ya un pequeño partido monárquico. Lo
conforman todos aquellos que, gobierne quien gobierne, «siguen siendo el rey»... Ayer
estaban con los adecopeyanos, hoy con el PPT y mañana con el PSUV… ¿por qué no le
preguntas a tu amo el Dr. Atamel Dechá?...
- No te desvíes. Volvamos a lo de antes, viejo escuálido... ¿Tampoco aceptas lo
que se abarató la comida para el pueblo con los Mercales y Pedevales? - argumentó
Inavi.
- Es verdad, amigo, pero tienes que darte cuenta que mucha de esa comida
viene importada, los pollos que tanto te gustan, vienen de Brasil. ¿No se crían pollos
en Venezuela? Como tenemos real, es más fácil importar que crear las bases de una
producción nacional estable… Pero eso sí, debo reconocer una cosa. Con estas
misiones alimenticias, que sin duda ayudan a matar el hambre, el Chá logró lo que
presidente alguno había logrado en Venezuela: poner a hacer cola, a todo un país sin
necesidad de inscribirse ni en la recluta ni en la Reserva…
- Muy chistoso, viejo saco de leña…
- Mira, primo, ya te dije una vez que esta «revolución» tuvo, como todas la
revoluciones desde la toma de la Bastilla, la necesidad de querer cambiar todo para
que todo quedara igual. La obra más destacada de esta revolución fue el cambio de
todos los nombres. Aquí, como en las demás revoluciones, se jugó con la palabra
«pueblo» y se llegó al peligroso extremo, de querer hipotecar la propia conciencia
delegando en una persona lo que es el pueblo. «El es el Pueblo», «si lo quiere él, lo
quiere el Pueblo», el pueblo es él y él es el pueblo…y ¿dónde queda el «pueblo»?...
Muy poético...
- «¡¡El pueblo unido, jamás será vencido!!» – ladró con entusiasmo Inavi
haciendo su profesión de fe en la revolución.
- ¿Sabías que la revolución francesa le cambió el nombre hasta a los meses del
calendario? Un error de las revoluciones, es creer que por el solo hecho de cambiarle
el nombre, esa cosa empieza a funcionar. Y eso no es así. Fíjate, ¿cuántos Consejos
Comunales se crearon en Atabapo? ¿cuántos funcionan en realidad?¿cuántas
cooperativas se montaron? Si quitas la del transporte Temendauí, ¿cuántas quedan?
Recuerda los cursos y talleres que se dictaron para saber su funcionamiento… Se les
dijo sólo el «cuánto», no el «cómo»...
No basta con bautizar, poner nombres, inventar y montar estructuras sobre
otras ya existentes. Si no funcionan, para nada sirvió el cambio de nombre. En la Edad
Media hubo una corriente filosófica llamada Nominalismo. Creían que sólo con tener el
nombre, las cosas ya existían.
- Tú sí sabes, viejo verde… ¿quién te enseñó tanto, si nunca saliste de este
pobre pueblo?
- La experiencia de muchos años, perro impúdico. Los árboles nos comunicamos
unos con otros y hay también algunos homínidos que hablan con nosotros. Ah, mira, el
otro día te vi con el rabo pintado de rojo… ¿Ves? no tienes personalidad.
Antiguamente fuiste adeco, hace unos días eras pepetero, y ahora ya te estás
cambiando para «rojo-rojito». Ya no eres un perro. Te convertiste en un homínido, en
una «rata».
- ¡¡No me llames rata!! ¡Es el peor insulto que me pueden dar! – ladró con
fuerza Inavi
- Te llamé también homínido…
- ¿Y cuál es la diferencia?...
- Entonces compórtate seriamente, no te comportes como ellos – concluyó el
viejo Samán.
- Tú no sabes lo que es la necesidad. - dijo Inavi con una mezcla de pena y
rabia.- Para tí todo es fácil. Tú vives del aire y de lo que chupan tus raíces, tú estás
siempre quieto, no sabes lo que es buscarte la vida. Si tuvieras que hacerlo, a lo mejor
tú serías el mayor jalabolas de Atabapo…
- Mira, perro llorón. Yo sé muy bien las necesidades que pasan los perros y los
homínidos. Desde aquí se ve de todo. Tu perra vida no es la misma que la de la perrita
sifrina del comercio de aquí al lado, que lleva mi nombre. Como tampoco es igual, la
vida del viejo Antonio que recoge latas todas las mañanas en la plaza, que la de tu amo
el Dr. Atamel Dechá. Si el viejo Antonio «jalara» para poder vivir, yo lo comprendería.
Pero lo que no comprendo es que «jale» el Dr. Atamel, que goza de dos pensiones,
tiene tres sueldos y, para buscar el cuarto, tiene que arrastrarse como rata inmunda.
Eso es lo que produce en mí un bajón de clorofila y una obstrucción de los vasos
ascendentes.
No me preocupa que una pobre gente, para poder vivir, tenga que ponerse una franela
azul, roja o blanca y hacer número en las caravanas electoreras. Lo que me preocupa,
es que se juegue con el hambre y la necesidad de la pobre gente, obligada a hipotecar
su propia dignidad y libertad para poder comer.
- Eso siempre fue así…
- Precisamente, quería traerte hasta aquí, cacri obtuso. ¿No es ésta la
«revolución»? ¿la «revolución por excelencia»? ¿la «madre de las revoluciones»? ¿Qué
tipo de «revolución» es, si sigue haciendo lo que siempre se hizo? ¿No es lo mismo que
hacían los adecopeyanos? ¿Aquello que criticaban siempre? ¿Lo único que cambió fue
el color de la franela?..
Llevo más de cien años sembrado en este lugar, perro sucio. ¿Dónde quedaron los
discursos revolucionarios de éstos homínidos, cuando eran oposición? ¿Tanto criticar a
los adecopeyanos, para repetir lo mismo que ellos, y empeorarlo? ¿Esa es tu
revolución…?
- Tú no tienes en cuenta el esfuerzo del Imperio para desprestigiarnos, la guerra
mediática, los intentos de magnicidio, te olvidaste de los lacayos que el 11 de Abril
dieron un golpe de estado… Tú manipulas la información... eres un terrorista
mediático.
- Mira, perrito ignorante, eso pasó hace 10 años, deja esos chistes para José
Vicente Rangel o «La Hojilla», trata de activar tu chip ya oxidado por falta de uso, y
detecta a los jefes revolucionarios que están infectados hasta los tuétanos del virus
EPA (Enriquecimiento Personal Acelerado). La «revolución» ya arregló sus vidas: carros
nuevos, casas nuevas, negocios nuevos… hasta mujer nueva… Si eso fuera para todos,
empezaría a creer que esta revolución era una revolución si no «bonita», sí equitativa…
pero el pueblo sigue igual o peor, siempre esperando. La revolución «funcionó», pero
sólo para los cogollos, igualito que antes. ¿Recuerdas lo de la dialéctica? La lucha entre
tesis y antítesis producían ¿qué cosa?
- ¿Otra vez la «síntesis»?… - dijo fastidiado Inavi.
- Efectivamente, la plata, el dinero, los cobres, eso es la «síntesis». Tú que eres
un experto en hurgar en los tambores de basura, hurga bien y encontrarás que detrás
de los discursos, de las palabras bonitas, de las consignas, se esconde lo que en verdad
les interesa: el tener, el poder y el subir... Tener real, tener poder y tener prestigio,
escalar puestos aunque sea a costa de sacrificar a los otros. Lo demás es puro
gamelote…
- Entonces en este mundo, según tu preclara inteligencia, no puede haber
revoluciones… razonó Inavi.
- La revolución se da primero en las conciencias, en el corazón, o no es
revolución. Por ahí hay que empezar. Cuando un grupo de personas, en conciencia, no
están de acuerdo con los valores existentes en una sociedad y trata de sustituirlos por
otros valores que ellos consideran auténticos, ahí está naciendo una revolución. Pero
cuando esta revolución se convierte en poder y poder absoluto, tratando de imponer
esos valores a todos, ahí, en ese momento, nacerá una nueva revolución, pues siempre
habrá conciencias que se rebelen a esa imposición de valores, aunque sean muy
buenos.
- La revolución entonces, según tu teoría, nunca puede llegar a ser poder.
- No, la revolución consiste en ser la conciencia crítica del poder, la eterna
piedrita en el zapato, que se va haciendo cada vez más grande y fastidiosa hasta que
obligue a sacárselo y descalzarse. La revolución, si quiere ser auténtica, tiene que
revolucionar primero las conciencias, las mentes de las personas.
- No es fácil…
- Mira, autobús de pulgas, ¿te acuerdas lo que era la dialéctica?
- ¿Otra vez la tesis y la antitesis?... ¡Basta ya! – dijo un Inavi cansino.
- No exactamente, pero trata de seguirme, que esto es importante. Entre la
igualdad y la libertad se da también una relación dialéctica. Hubo en el mundo
regímenes revolucionarios que buscaron imponer colectivamente el valor de la
Igualdad, que es muy bueno, pero al mismo tiempo, restringieron o excluyeron el valor
de la Libertad… Ahí tienes las revoluciones justas que triunfaron y se convirtieron luego
en gobiernos despóticos y excluyentes.
- Cada vez te veo más escuálido, amigo Samán - señaló Inavi.
- Sigue el razonamiento y no te distraigas. Otros regímenes, llamados
democráticos, privilegiaron en cambio la Libertad sobre la Igualdad, que también era
una cosa muy buena, pero generaron terribles desigualdades en los pueblos. Esto te
dice que, cuando se quiere imponer a nivel de toda la sociedad uno de estos dos
valores, automáticamente se está excluyendo al otro.
- Es decir, que te deja el chingo y te agarra el sin nariz… - concluyó Inavi.
- Por eso mismo las utopías corren el peligro de caer en el totalitarismo, cuando
se quieren imponer a todos. La única alternativa sería el proyecto de aquellos que, con
libertad plena se proponen establecer entre ellos la plena igualdad. Pero esta utopía
alternativa, no se puede implantar tampoco por la fuerza de la imposición colectiva. Se
hará realidad en la medida en que haya hombres y mujeres, plantas y animales, que
cambien radicalmente su mentalidad, su escala de valores… El tener, el poder y el subir
ya no serían los pilares de la sociedad, sino que las bases serán la fraternidad, la
igualdad y la solidaridad. Esa será la auténtica revolución...
- Te escucharé otro día – dijo Inavi bostezando por enésima vez y con los
párpados alicaídos.
Eran las 2 de la madrugada, cuando Inavi, más confundido y enredado que
guaral de borracho, se dirigió a la casa del Dr. Atamel Dechá.
¿CAPITALISMO O SOCIALISMO?
Renqueante, con una mordedura en la nalga, llegó Inavi aquel día a buscar un
poco de sosiego a la sombra del samán, su adversario ideológico, pero no su enemigo.
- ¿Una herida de guerra? – preguntó el Samán con sorna.
- Una reja de hierro que estaba apoyada en la casa, se cayó y me rasguñó – dijo
Inavi mirando para otra parte.
- Perro embustero. Di la verdad. Esa es una mordedura limpia de un
contrincante tuyo… Tan viejo y tan hembrero… ¿no te da pena?
- Tú de eso es mejor que no hables, pues tú estás siempre ahí plantado, sin
moverte. No sabes lo que es la libido, la atracción sexual.
- Entonces di la verdad y no metas embustes.
- Sí, fue anoche. Tú sabes... fin de semana… - se excusó el can.
- ¡Lascivo, adicto sexual, ya te conocí tres novias, alguna ya parió y otras están a
punto, y ahora te conseguiste una cuarta… proxeneta! Cada vez te pareces más a los
homínidos…
- Mira, sicosis, tú no entiendes nada de esto, sólo de política.
- Cuando le dicen alguna verdad que molesta, entonces le llaman «sicosis».
- Cambiemos de tema. Hablemos hoy del capitalismo y el socialismo. Por cierto,
aquí en Atabapo el capitalismo está palo abajo ¿né?… - aseguró Inavi.
- Escucha, cánido ignorante. Hay una trampa en donde suelen caer los animales
de dos y cuatro patas. También tu Chá cayó en ella. Se empeñan en querer ver la
realidad, el mundo, en «blanco y negro», en dos partes claras y distintas en donde una
es la «suma perfección y felicidad», que es lo que piensan ellos, y la otra, que suele
coincidir con lo que piensan distinto a ellos, y es la «suma de todas las maldades». «Si
piensas distinto a lo que pienso yo, eres mi enemigo». Esta esquizofrenia abunda en
aquellos personajes en los que la inmensidad de su ignorancia, es sólo superada por su
egolatría. Es una visión dualista de la realidad, dos sistemas que libran una batalla
retórica interminable.
- Escucha, plantígrado sabiondo…- interrumpió Inavi.
- ¡Yo no soy plantígrado, ignorante! ¡yo soy una Planta, los plantígrados son los
osos! – reaccionó el Samán.
- Está bien «don Perfecto»... ahí te va la pregunta. En Atabapo ¿qué somos?
¿capitalistas o socialistas?
- ¿Sabes lo que es la Oferta y la Demanda?
- Las preguntas las hago yo. Tú limítate a responder – respondió Inavi.
- Mira, esas dos «señoras» que acabo de nombrar, son los pilares del
capitalismo. Los precios de las cosas suben o bajan, según el comportamiento de una o
de otra. Si una se «putea», la otra cobra visos de gran señora, y al revés, si ésta se da a
la vida alegre, la otra se crece como una marquesa. En otras palabras. Si la oferta es
poca, la demanda aumenta; y viceversa, si la oferta es grande.
- No entendí nada, «Hulk», monstruo verde. A ver si te explicas…
- Con un ejemplo de aquí, de Atabapo, lo vas a entender. Si la oferta de
bombonas de gas es escasa, porque hay un monopolio…
- Mono…¿qué? – preguntó Inavi arqueando una ceja.
- Monopolio. Eso quiere decir, que sólo una persona tiene la exclusiva para
vender las bombonas… Te decía que, si la oferta de bombonas en Atabapo es escasa, la
demanda aumentará y habrá que comprar la bombona al precio que te indique el
vendedor. En cambio, si la oferta de gas es abundante, esto es, si son varios los
distribuidores, entonces los usuarios podrán comprar el gas en donde el precio sea
más bajo. Esa es la ley de la competencia que hará bajar los precios.
- Pero aquí en Atabapo eso no funciona, porque los precios aquí siempre suben,
no bajan.
- Por eso, porque aquí no hay competencia.
- Entonces Atabapo no es capitalista. ¡¡Finalmente el socialismo gana una!!...
dijo triunfante Inavi mientras echaba una carrerita en círculos.
- Cálmate, saco de huesos. Atabapo es un mundo aparte, es Macondo 2, aquí
sucede lo que en otras partes no pasa. Fíjate bien. Aquí, anteriormente, había un solo
distribuidor de bombonas. Todo el mundo dependía de la voluntad de esa persona.
Últimamente, se rompió el monopolio y ya son varios los que gozan de esa concesión.
- Eso gracias al socialismo… - concluyó Inavi.
- No terminé. Escucha. Lo normal en todo el mundo es que, al ser varios los
concesionarios, por la ley de competencia tendrían que bajar los precios. Pues no,
señor can. En Atabapo no es así. En lugar de competir entre ellos, se ponen de acuerdo
los concesionarios, no para bajar, sino para subirlos. Lo mismo pasa con los alimentos y
los transportes. ¿Ves? En todo el mundo capitalista la competencia sirve para bajar los
precios, en Atabapo la competencia los hace subir. ¿Qué te parece?
- Este pueblito es fascinante, admirable, original, único. Pero al menos no es
capitalista. ¡¡Aquí hemos derrotado el capitalismo salvaje!!
- No entendiste nada, tapara en cuatro patas. ¿No te das cuenta que aquí los
que venden, lo hacen al precio que les da la gana?
- Pero yo supe que el Estado tiene un organismo para impedir ese abuso.
«Indecu», creo que se llama. - dijo Inavi.
- Actualízate, perro marginal, ahora se llama «Indepabis». Acuérdate de la
importancia que tiene para toda revolución, el rebautizar todo lo que ya existía.
- Yo recuerdo. Hace unos cuantos años vino una profesora, directora del
entonces «Indecu». Le decomisó el azúcar y el arroz a la colombiana, porque lo vendía
por arriba del precio estipulado. Se lo vendió a la gente casi regalado, aquí mismo en la
Plaza.
- Sí, yo también lo recuerdo. Era una jefa con guáramo esa Profesora. Por eso
duró poco en el cargo… Pero desde entonces, ¿cuántas veces vino por aquí el Indecu o
Indepabis?
- Nunca más se presentaron, y los comerciantes siguieron igualito… Pero eso es
culpa de los quintacolumnistas del Imperio que nos tienen envidia porque Venezuela
se está convirtiendo en una potencia. Nos atacan con el acaparamiento por medio de
las oligarquías productoras. Pero ganaremos la batalla del abastecimiento popular. Los
derrotaremos: ¡Patria, socialismo o muerte! - dijo todo emocionado Inavi, con los ojos
cerrados y la pezuña izquierda levantada.
- No seas ridículo, perrito. Esto sucedió siempre en Atabapo; antes cuando
éramos «lacayos» del Imperio, y ahora que somos rabiosos «antiimperialistas» Tú
estás como el Chá, viendo las cosas en blanco y negro.
- Pero al menos, tuviste que reconocer que Atabapo no es capitalista. Por lo
tanto, a juro tiene que ser socialista...
- No entendiste nada. Te voy a mandar a repetir la Misión Robinson… - dijo el
Samán -. Fíjate, hay que reconocer que uno de los avances de este gobierno y que hay
que aplaudir, es el hecho de haber puesto el énfasis en el poder popular, es decir, el
esfuerzo realizado para promover el protagonismo y la participación del pueblo.
- ¡Finalmente te oigo decir algo bueno de este gobierno! ¡Aleluya! – ladró Inavi.
- Te decía, que la organización del pueblo en Consejos Comunales es
importante, aunque hay algunos vivos que se llevan los reales y no dan cuenta, y los
demás se callan porque son familia o compadres…
- Yo sé de varios casos… - acotó Inavi.
- Resulta que los servicios básicos del pueblo, como son el agua y la luz, no
funcionan, siendo esa la principal obligación de la alcaldía. Los consejos comunales
tienen que solucionar los problemas que le tocarían al gobierno municipal. ¿No hay
servicio de luz en el pueblo?, el consejo comunal compra una planta para un grupo de
vecinos. ¿No hay servicio de agua?, el consejo comunal hace uno o dos pozos
profundos o compra tanques de agua, y todo solucionado…
- Así hizo el Dr. Atamel Dechá en nuestro consejo comunal…
- El Dr. Atamel D., como muchos de los vecinos, tiene su planta propia, y cada
quien tuvo que arreglarse para no quedar a oscuras… Y así, cada uno arregla «su»
problema, desentendiéndose de los demás; no me importa que a mi lado no tengan
luz, eso no es mi problema, yo tengo «mi» planta.
- Oye, supersabio. Ya que no funciona ni la luz ni el agua, ¿no te parece que le
saldría más barato a la alcaldía comprarle una plantica eléctrica para cada familia y
hacer un pozo profundo para cada 2 ó 3 familias?…
- Absolutamente no, perro ignorante, y tú tenías que haberte percatado, si en
realidad eres socialista y revolucionario. Esa es una mentalidad burguesa, netamente
capitalista salvaje. Cada uno arregla «su» problema, que cada palo aguante su vela… ¿y
a los demás?... que los parta un rayo… ¿Te das cuenta? tu socialismo comunal es
capitalista, egoísta, antisocial e irresponsable.
- ¿Y entonces?... con esto quieres decir que en Atabapo, tampoco logramos ser
socialistas... ¿Entonces, qué carrizo somos? – dijo el muy perplejo Inavi.
- Macondo 2, hermano can, Atabapo es Atabapo, único e irrepetible, la capital
del surrealismo... Aquí, tú echas al aire una moneda y en vez de caer cara o sello, te
cae de canto... Si la alcaldía asegurara los servicios básicos en lugar de politiquear todo
lo que toca, los consejos comunales podrían usar esa plata para otras cosas, desarrollo
endógeno, bodegas y farmacias comunales, cultura, deporte, etc…
- ¡La culpa la tiene el cura!.. – explotó Inavi.
- ¿Cuál cura?
- ¿No sabes que a este pueblo lo maldijo un cura?…
- No se puede esperar más inteligencia de ti, perro brutito… Estamos con el
problema de siempre, en la IVª, en la Vª, en la VIª o en la que venga… El cambio de
estructuras sin cambiar la mentalidad de las personas, no lleva a nada, sino a una
superposición artificial de representaciones mentales, a una repetición de discursos y
consignas o eslogan, que van formando una sociedad de idiotas con total incapacidad
de sentido crítico; de personas que, aún siendo Master y PHD en Harvard, son capaces
de hipotecar su inteligencia, para aplaudir borreguilmente todos los discursos de un
líder.
- ¡Te pasaste!... – dijo Inavi mientras meneaba con fuerza la cabeza y sus orejas
sonaban como castañuelas.
- Pueden hacer leyes y diseños curriculares revolucionarios... si no se da el
cambio de mentalidad en los maestros, la educación no cambiará. Puede haber leyes
ambientales y sanciones ejemplarizantes… pero si la mina ilegal del Yapacana sigue
funcionando, no sirven para nada esas leyes. Podemos gastar millardos en el desarrollo
endógeno… si los reales desaparecen por arte de magia y aquí no pasa nada, el
municipio seguirá siempre igual, nada cambiará.
- Y lo peor es que los causantes de esas desapariciones, tampoco aparecen… dijo Inavi bajando la voz - Nadie sabe nada.
- Aquí se ha botado el real parejo, perrito. Piensa en el CDI que prometieron
para el pueblo, los primeros 200 millones que puso la Alcaldía desaparecieron por
encanto y después no lo dotaron de nada.
- Y el Centro de Rehabilitación en Marakoa, se quedó a medio hacer - añadió
Inavi - y no se sabe qué pasará con el «Hotel de los cubanos» y la Casa de la mujer, allá
por la carretera.
- ¿Me estás dando la razón, saco de huesos? ¿te sientes mal?... ¿te pasa algo?...
- ironizó el Samán.
- Nada… Pero sí estoy aprendiendo a no ver todo en «blanco y negro». Yo
también a veces, sueño en color…
- Okey, trata de utilizar tu detector de EPA (Enriquecimiento Personal
Acelerado). ¿No vives en casa del Dr. Atamel Dechá? Pues por ahí fumea… investiga
cuánto se embolsilló en la construcción del malecón del pueblo…
- Algo escuché sobre eso… – dijo Inavi, mirando hacia otro lado.
- No te hagas el loco, cacri guabinoso, tú sabes que el muro de contención y el relleno
fue hecho por Henríquez en tiempos de la IVª, y eso era lo más costoso de la obra.
- ¿Y cuánto fue el monto del contrato actual? –preguntó Inavi.
- Bs. 1.077.170.692,22
- ¿Y la cancha de fútbol del pueblo?
- Espera, ya te digo, deja que consulte mi laptop aquí arriba… Ajá… fueron Bs.
995.807.674,87 y parece ser que fueron sólo tres los que comieron… ¿Y la gabarra
fantasma, esa que nunca apareció? Solamente fueron Bs. 442.587.114,93… ¿Y la sede
de la Radio-alcaldía FM. 92.1?
- ¿Dónde está la sede? ¿no está en la alcaldía? - preguntó Inavi.
- Una sede invisible que se construyó por un monto total de Bs. 138.795.897,75
- respondió el Samán.
- ¿Y cómo hicieron para hacer desaparecer tanto real?
- Magia, hermano can, vivimos en la tierra mágica del Amazonas, no te
olvides... - recordó el Samán.
- Están buscando un milagro para hacer santo al Dr. José Gregorio Hernández. Si
estos «milagros» que se hicieron en Atabapo los presentaran para su canonización,
¿desde cuándo estaría canonizado?... - comentó Inavi.
- ¿Te vas dando cuenta, perro marginal, que las cosas no son tan fáciles? No
basta con hablar bonito o tener cara de «yo no fui». ¿Te acuerdas lo del desarrollo
endógeno?... – continuó el Samán.
- Ese fue el «gran milagro». Casi 5 millardos que también desaparecieron por arte de
magia.
- Aquel día todo el municipio se alegró. El Chá en persona, en cadena nacional,
entregando aquella enorme cantidad al alcalde… Fue un notición para el municipio.
- ¿Y cómo te enteraste tú sin salir de ahí?
- Viejito, en toda Venezuela hay samanes y estamos conectados, no te olvides.
– aclaró el Samán – ¿Recuerdas la propaganda que se hizo y la fiebre de hacer
proyectos, de lo que fuera… Proyectos por aquí, proyectos por allá…
Por aquí en la laptop tengo la lista de proyectos. Ajá, aquí están: Cría de Cachamas en
Guasuriapana y Laja lisa…
- Cochinos en Santa Cruz… – dijo Inavi.
- Apicultura en Mavacal… – dijo el Samán
- Pollos… - siguió Inavi.
- Patos… - añadió el Samán
- Pato, serás tú… - ladró Inavi.
- Pasó el tiempo y no apareció nada por ningún lado. En lugar de cachamas se
criaron unos sapos grandototes, no apareció la miel, ni cochinos… nada… sólo algún
pato que otro... pero lo peor de todo, fue el engaño asqueroso al indígena y al estado.
Aquí, debajo de mis ramas, vi cuando hojeaban un tremendo informe escrito para ser
enviado al Ministerio, con fotos de gordas cachamas, fotos sacadas en Colombia.
- ¡¡Qué ratas!!... – dijo Inavi cuando ya se iba para la casa.
- No te pases… que tú también tienes rabo de paja… - ironizó el Samán.
- ¿¿Yo??... – Inavi se volteó rápidamente.
- ¿Asustao?... Buenas noches, perrito sarnoso - saludó el Samán.
E Inavi apresuró el paso hacia su casa.
SISTEMA ECONOMICO ATABAPEÑO
Cualquier día de octubre en Atabapo, a las 6 de la tarde, es casi de noche.
A esa hora atracó en el puerto de Atabapo el barco de Giovanni «Conejo»
Aragua. Con él venían los marineros Edmundo y Alberto. Los guardias a esa hora, están
más preocupados por los que se van que por los que llegan. Es esa la hora del trasiego
de tambores de gasolina por los caminos verdes.
Venían a surtirse de gasolina para continuar el viaje a Samariapo. Tendrán que
esperar. No hay gasolina en el pueblo.
A Atabapo, si llega una gabarra hoy, mañana a la tarde ya no hay gasolina. Si
llegara un millón de litros, un millón de litros se volatizaría. La gasolina es actualmente,
el elemento dinamizador de la economía atabapeña.
Tiempos atrás, se hacían reuniones, foros, encuentros, para resolver el
«problema» de la gasolina. Ahorita ya no. ¿Dónde está el problema? ¿Para qué
reunirse? Es perder el tiempo.
El precio del combustible al otro lado de la frontera, es una tentación
demasiado cercana y atrayente. Para cualquier ciudadano que compra un tambor (200
litros) en 19.000 Bs. y lo vende en 300 ó 400.000 Bs., es un negocio redondo.
Si una persona tiene asegurado un tambor cada semana, no necesita trabajar.
Al mes puede sacar 1.200.000 Bs., que no los gana un obrero normal trabajando 8
horas.
En un pueblo deprimido económicamente, sin oportunidades de trabajo, hace
falta tener una moral a prueba de bomba y unos valores de acero, para no claudicar
ante esa tentación tan atrayente.
El Samán de Atabapo era testigo presencial, inmóvil, de las conversaciones que
los contertulios atabapeños hacían debajo de su ancha copa.
Inavi, con la larga cobertura de su «usendú pa» («el que escucha todo»),
captaba a distancia conversaciones interesantes, que por la noche intercambiaban en
amena tertulia a los pies del Samán.
- ¿Cuándo llega la gabarra con la gasolina? – preguntó el Samán.
- Va a tardar unos dos días, me dijo el fiscal – respondió Inavi.
- ¡¡La bolsa sube!!...
- Otros dicen que llega mañana – añadió Inavi.
- ¡¡La bolsa baja!!... – respondió el Samán.
- Me dijo Víctor que hoy iba a vender la pimpina que tiene guardada, en Bs.
50.000.
- ¡¡Qué bolsa!!... Si no viene la gabarra en dos días, la podrá vender en Bs.
120.000.
- Hay un cierto malestar entre los pimpineros, porque hay un grupito, ligado a
las fuentes de distribución, que le están haciendo una competencia desleal. Venden
más tambores a menor precio. ¿No es eso lo que tú decías del capitalismo?
- Estás avanzando en tu formación, perro marginal. Así es... Por las noches,
Atabapo se parece a Barlovento.
- ¿A Barlovento? ¿Por qué?
- Allá suenan los tambores… y aquí ruedan los tambores - se rió el Samán.
- ¡Se te chorreó el chiste!... – dijo Inavi.
- La gasolina aquí, como fuente de trabajo, es más importante que la misma
alcaldía. Deja más ganancia.
- Depende, tronco oligarca. Es más importante, si te fijas en los sueldos de los
empleados bajos, pero no si la comparas con los «chivos», directores, contratistas etc…
y con menos trabajo, pues no tienen que hacer cola en la bomba, ni jalarle a la guardia
ni al fiscal.
- Veo que estás profundizando en el análisis científico. A propósito, ¿cómo va tu
trabajo de campo a nivel investigativo? ¿Tienes ya algún resultado?
- Sí – dijo Inavi sacando unos apuntes en tinta invisible… echó un poco de saliva
sobre el papel y, poco a poco, fueron apareciendo los caracteres taquigráficos. Leyó:
Manuel F. saca un tambor, porque es primo del fiscal Nº 1.
Carmen S. saca otro, porque es cuñada del fiscal Nº 2.
Luis C. saca tres, porque tiene negocios pendientes con el bombero.
El fiscal Nº 1, hizo hoy un arreglo con el guardia de turno.
Otro fiscal hizo un negocio con el distribuidor.
Los mototaxis a cada rato deben llenar su tanque.
- Aunque después, la gente se queja de que no pasan los mototaxis – dijo
Samán.
- No me interrumpas, tronco... Los pescadores necesitan su cupo de gasolina.
- Aunque después, no se vea pescado por ninguna parte…
- Bueno, si vas a hablar tú, me callo – protestó Inavi.
- Continúa, «paraquete»…
- Como no funciona la luz en el pueblo, cada familia tuvo que comprarse una
plantica. Necesitan gasolina...
- Cada concejal, para labores cónsonas con su enorme
trabajo, tiene su cupo de gasolina.
- En tiempo de elecciones, a cada candidato le salen unos 20 tambores de cupo.
- ¿Por eso Tertu se lanza siempre?… - sonrió el Samán
- Como todos los colombianos tienen ya su cédula venezolana, no puedes
negarle la participación en la riqueza del país… Las comunidades indígenas tienen su
cupo...
- Y son los que más tienen que esperar… - añadió el Samán.
- Y si a eso, le añades los tambores que caminan solos en la noche por la Punta,
Maracoa y Solano, es lógico que la gasolina no dure más de dos días.
- ¿Y si hay una emergencia? – preguntó malicioso el Samán.
- Tienen que acudir a Amanavén, en Colombia, o a cualquier aguantador local y
pagarla a precios disparatados.
- Pero yo eso lo veo calidad, - ironizó el Samán - es lógico, normal…
- ¡Cómo! ¿Tú ves bien esto?
- Sí, calidad, perrito inocente, porque ahora «PDVSA es de todos…» ¿Sabes qué
sueldito tiene el presidente de PDVSA? 60.000 Bs. F. al mes, esto es, 60 millones de
bolívares de los viejos, por el buche… ¿Y la Fiscal?... ¿Y los diputados?... ¿Te recuerdas
de la «dialéctica»? La «síntesis» de todo, es el real, la plata… socialismo para los demás
y capitalismo para ellos… De todas formas, pensándolo bien, lo que aquí se mueve con
el contrabando, es una miseria si lo comparamos con el contrabando del Zulia o del
Táchira. Los contrabandistas de esas zonas son como los «Makro» o «Sambil». Al lado
de ellos, los contrabandistas atabapeños apenas alcanzan la categoría de pobres
buhoneros…
- ¿Y para qué está el Seniat en Atabapo? - preguntó Inavi haciéndose el
inocente - Tendría que preocuparse de los contrabandos gruesos que también se dan
aquí, en lugar de fregar a la pobre gente. El otro día entraron sin permiso ni orden
judicial en la casa de unos indígenas y le decomisaron los tambores de gasolina y gasoil
que tenían para la Comunidad.
- ¿Y no reclamaron? - preguntó el Samán.
- Cuando fueron a reclamar, ya los angelitos del Seniat habían vendido los
tambores...
- Atabapo es Atabapo, hermano can... no basta con los problemas internos sino
que también los importamos de afuera - comentó el Samán.
- ¿Sabes el último chiste que corre por Atabapo? - continuó Inavi - Al nuevo
comandante de la Guardia le dicen «Madre Teresa de Calcuta».
- ¿Por qué?
- Porque le da permiso de compra a todo el mundo...
- Mira, yo te dije que Atabapo era original en casi todo. Aquí se da un sistema
de intercambio, de pago de servicios único en donde, sea el capitalista como el
proletario, quedan contentos. Esto no ocurre en el capitalismo salvaje, en donde el
dador de trabajo trata siempre de exprimir bien al obrero; ni pasa naturalmente, en el
salvaje socialismo, en donde la mayoría está «pelando» y no hay forma de protestar,
porque inmediatamente te conviertes en «contrarrevolucionario», en lacayo del
imperio…
- Déjate de ironías y explícate, tronco … - dijo Inavi un poco molesto.
- ¿Tú conoces a Aroldo?
- Naturalmente. El marinero del Dr. Atamel Dechá.
- ¿Cómo le paga el doctor?
- Con plata, creo yo…
- Pues estás equivocado, detective chimbo, le paga con gasolina.
- Pero él está contento. Nunca lo vi rezongar – justificó Inavi.
- Esa es la característica de este nuevo sistema económico atabapeño. En las
universidades, actualmente, los economistas lo están estudiando y están pensando
qué nombre asignarle, si «social-capitalismo» o «capital-socialismo»… ¿quieres un
ejemplo? El otro día regresó Aroldo de un viaje largo y, aquí mismo, bajo mis ramas, se
encontró con el Dr. Atamel Dechá… y yo, sin querer, escuché la conversación.
- ¿Y qué dijeron? – preguntó Inavi ansioso.
- ¡Mmmm… cómo te encanta un chisme!.. El doctor le dijo: - «¿Cómo quieres el
pago? ¿en efectivo o en gasolina?». - «En gasolina», dijo Aroldo.» «- Pasa por la casa
para llenar la pimpina.»… Y se fueron. ¿Quién es más vivo, bobo o sinvergüenza de los
dos?
- Aroldo fue el más bobo. Se dejó tracalear… La pimpina vale 7.000 Bs., en
cambio lo que le deben por el viaje son al menos 30.000. – dijo Inavi.
- Estás equivocado. Según nuestro sistema atabapeño, ninguno de los dos
perdió. Ambos ganaron en la transacción. El Dr. Atamel Dechá ganó, como tú bien
dijiste, porque pagó sólo los Bs. 7.000, que es el valor de la pimpina, en lugar de los
30.000 del viaje. Pero Aroldo ganó también, por eso no protestó, porque esa pimpina
la puede vender, en tiempos de bolsa baja, en 120.000 Bs., es decir, cuatro veces más
de lo que le iba a pagar en efectivo el Dr. Atamel Dechá.
- Esto quiere decir que en Atabapo reina el verdadero socialismo, porque la
riqueza se reparte entre todos... – razonó Inavi.
- ¡¡¡Esto quiere decir que no entendiste nada, cacri bruto!!!… Otra vez con tu
socialismo… ¿No te das cuenta de las consecuencias negativas que este sistema puede
acarrear al pueblo? Ya le escuché por ahí abajo a algunos homínidos: «¿Por qué tengo
que trabajar 8 horas diarias, si con una pimpina gano más que 5 días trabajando?»
Todo el mundo se acostumbra a vivir de rentas, sin esfuerzo ni sacrificio. Si el niño
desde pequeño, percibe en la casa y en la calle que el cambalache, el trapicheo y la
politiquería son la forma más fácil de ir por la vida, ¿para qué estudiar?, ¿para qué
trabajar?, ¿para qué esforzarse?
- Ya estás con tu sicosis… pero, puede que tengas razón – respondió Inavi
pensativo.
- Es que Atabapo está cambiando aceleradamente. Esta sí es una revolución
cultural. Los valores de los homínidos se fueron palo abajo. Está naciendo una
sociedad en donde «todo vale», con tal de que les agrade, que les cause placer, que no
les cause fastidio, ni trabajo, ni esfuerzo… Vale todo… Vale todo… ¡¡Pobres
homínidos!! Están involucionando. ¿Te enteraste de lo que pasó en Puerto Ayacucho el
otro día?
- Nada - dijo Inavi.
- El grado de involución llegó a tal punto, que los talibanes rojitos y azulitos se
les ocurrió la brillante idea de pintar de rojo y azul la Plaza Bolívar - explicó el Samán Figúrate. Pintar la piedra, la obra limpia. Ese es el analfabetismo funcional que no se
borra aunque cursen el Robinson 8...
- ¿Qué hay de malo en eso? - dijo Inavi.
- La involución de los homínidos te está alcanzando a ti y a tus parientes... La
necesidad que tienen estos «revolucionarios» de pintar todo con su color, es el
retroceso a los instintos primarios del animal, corresponde a la costumbre que tienen
ustedes los perros y los mamíferos felinos, de marcar y delimitar su territorio con sus
meadas y orines. Ellos necesitan marcar su territorio con los colores que se han
apropiado prostituyéndolos, para indicar que ese territorio es suyo. Donde está
pintado de rojo no pueden entrar los azules y viceversa...
- Estás insultando a los cánidos al compararnos con los homínidos, pero no
tengo ganas de discutir hoy. - dijo Inavi - Bueno, sicosis, otra vez sin luz… ¿Qué será
ahora?
- No hay gasoil – contestó el Samán.
- Nos veremos mañana, tronco inútil.
E Inavi, después de arrimarse a un pequeño arbusto para orinar, tomó el
camino hacia la casa de Alberto. La cabeza le daba vueltas, y la movía de un lado para
otro con fuerza, como tratando de vaciar su cerebro de tantas palabras que el Samán
le había metido esa noche: socialismo, capitalismo, dialéctica, síntesis, plusvalía...
EL AMIGO ALBERTO
Alberto, una vez en Atabapo, gracias al apoyo de Caifa, el capitán de los
Chimichimitos, construyó como pudo su casita en ese barrio, entre el Aeropuerto y la
Laguna. Inavi, agradecido y encariñado con su salvador, dejó la casa del Dr. Atamel D. y
se fue a vivir allá.
Desconsolado, desubicado y solitario, Alberto inició una nueva vida en Atabapo.
Consiguió un trabajo de eventual en la alcaldía, de motorista, que era lo único que él
sabía hacer.
Se le veía triste a la puerta de la casa después del trabajo. Con un cuchillo se la
pasaba labrando cualquier pedazo de madera, pero sin objetivo alguno. Sólo raspaba la
madera de arriba abajo, de manera ininterrumpida y automatizada. Miraba a la gente
que pasaba, intentaba sonreír y no hablaba mucho. Algunas mocitas le hacían ojitos y
le regalaban alguna sonrisa furtiva… Alberto las miraba tristemente, ahogado en un
mar de recuerdos infelices. Amelia, el amor de su vida pesaba como una losa fría sobre
su vida.
Inavi tuvo que bajar su nivel de vida, pues Alberto no podía darle los remilgos
gastronómicos de los que gozaba en casa del Dr. Atamel Dechá. Por eso tuvo que
dedicar más tiempo al rebusque de supervivencia. Pero, a pesar de todo, se sentía más
feliz, más libre; sus artes zalameras con Alberto eran más sinceras y menos
espectaculares.
Alberto cumplía con sus obligaciones en la alcaldía, pero el Dr. Atamel Dechá lo
miraba mal, por negarse a vestir la franela del partido y a participar en las caravanas de
propaganda. Llegó a amenazarlo con botarlo del trabajo. Eso mismo hacía cuando
estaba en AD y amenazaba a los pobres obreros. Pero Alberto le respondía siempre
que, mientras tuviera manos y pies, él no se moriría de hambre. Por fin lo dejó
tranquilo.
La luna llena convertía la noche en fotocopia nacarada del día.
El Samán recuperaba las energías perdidas durante el día. El sol le da vida, pero
al mismo tiempo calcina la tierra de donde se nutre. Los homínidos, en su manía de
limpieza, barren y limpian cada día las hojas caídas, sin percatarse que de la muerte de
sus hojas renace la vida para el árbol. Al pudrirse, se descomponen, y las sustancias y
elementos químicos resultantes, pasan al ciclo vital de las plantas por medio de sus
raíces que las absorben. Por eso los árboles de por aquí, extienden sus raíces a flor de
tierra, en lugar de buscar profundidades.
Ese sentido estético de los homínidos perjudicaba al Samán más que ayudarlo,
y peor aún, cuando el progreso urbanístico trazó la calle pisándole los callos por el lado
sur, y a su alrededor habían trazado una maraña de caminos de cemento, el enemigo
nº 1 de las plantas.
Un jueves por la noche, Alberto Camico se equivocó de rumbo. En vez de
dirigirse hacia el aeropuerto para llegar a su casa en los Chimichimitos, llegó sin querer
hasta la Plaza.
Sus pies trastabilleaban, pues la cabeza ya no se hacía responsable de su
equilibrio. Había ingerido mucho licor esa noche. Finalmente, tropezó con una raíz
protuberante del samán y cayó cuan largo era, a los pies de la planta. El Samán
agradeció las lágrimas que manaban incesantemente y hacían un charquito en la
tierra. Tenía, lo que vulgarmente se llamaba, una «pea llorona».
- ¡¡Maldito!!, ¡¡Maldito!!... – repetía Alberto incesantemente.
El Samán escuchaba impasible, pues estaba habituado a estas confesiones
nocturnas. Pero le llamó la atención, el tono de amargura con el que pronunciaba esa
maldición. No captaba si iba dirigida a sí mismo, o a otra persona.
De vez en cuando, cambiaba de sonsonete y decía llorando:
- ¡¡Amelia, mi amor!!...
El Samán, experto conocedor de diversas telenovelas etílicas de los que venían
a llorar sus cuitas amorosas debajo de sus ramas, ya no le prestó mayor atención. Al
amanecer, observó al hombre que tomaba el camino del aeropuerto. Seguía llorando…
La noche siguiente, viernes, se acercó Inavi a la Plaza. Había pasado ya la casa
de Melania, cuando escuchó los ladridos desesperados de un pariente cacri, que había
quedado encerrado en el edificio público de uso múltiple: en él funcionaba el Juzgado,
el Instituto de Puertos, la Lopna,… etc. Era como un supermercado burocrático.
Inavi intentó abrir la puerta exterior, pero fue inútil. Una cadena con un
enorme candado, hizo imposible todo intento.
El ulular lastimero del perro estrenaba los tonos más tétricos, e infundía un
clima de tristeza profunda en la noche de luna llena. La solidaridad de los cacri vecinos
se demostró varias veces, en otros tantos intentos de liberación, pero se estrellaron
impotentes contra la cadena y el enorme candado.
Esta atmósfera de tristeza sirvió de fondo a la conversación entablada entre
nuestros personajes.
.............................
- Perro camarada, ¿a dónde me dijiste que te habías mudado?
- A los Chimichimitos, superabuelo, ¿por qué?
- ¿No es la casa de aquel amigo tuyo, que vino de Maroa?
- Sí, de Alberto.
- Tú tienes mucha suerte, pero mala, perro amigo… Primero, vivías en casa de
un tipo podrido por la plata, y ahora, con otro podrido por la caña…
- Está bien, don «Perfecto»… de vez en cuando hay que echar una canita al aire
¿né?…
- Pero a ese amigo tuyo no se le veía muy feliz que digamos… Se pasó toda la
noche llorando, aquí debajo. Tenía un llantén…
- Pobre hombre… - dijo Inavi muy triste.
- Aunque no es lo mismo un hombre pobre que un pobre hombre... en verdad,
ese amigo tuyo da la impresión de ser un pobre hombre.
- Tú no entiendes de eso... – respondió Inavi misterioso.
- ¿Los perros también lloran?
- ¿No escuchas a ese perro que está encerrado? ¡Insensible!... – dijo Inavi
molesto.
- Las plantas también lloramos. Cada vez que los homínidos con sus armas
afiladas y sus hachas nos hieren o nos trocean, también lloramos. Pregúntale a aquella
mata de caucho, que está al norte de la plaza. Toda una generación de sus parientes
fue sacrificada cuando los homínidos se volvieron locos cosechando su sangre blanca.
Pero… ¿por qué llora tu amigo Alberto?
- Es una historia larga – dijo Inavi.
- Tenemos tiempo toda la noche. Yo nunca tengo sueño…
Cacri comenzó su narración.
- Cuando yo conocí a mi salvador, Alberto, éste era un joven entusiasta, alegre,
amante de la vida. El fue quien se compadeció de mí y me volvió a la vida en aquella
playa del Atabapo a la que había llegado yo, arrastrando mis fracasos y mi dolor por la
muerte de mi viejo amigo Siballaba.
Indígena de ascendencia yeral, sus padres habían llegado a Venezuela por la
autopista fluvial del Río Negro, en una de las muchas migraciones que el empobrecido
norte de Brasil intercambiaba con el empobrecido sur venezolano. Todo era igual aquí
y allá: el mismo río, la misma selva, la misma gente y las mismas lenguas. El yeral fue
desde siglos, la lengua «franca» para todos los indígenas de ese río. En ella se
entendían tucanos, banibas, curripacos, baré…
A los 15 años se dedicó a trabajar, pues no le encontraba sentido a la escuela.
Después de aprender a leer, a escribir y a hacer cuentas, lo demás era perder el
tiempo. Ayudó a su papá en el conuco, pero también se cansó. La vida del caserío era
monótona, siempre igual, un círculo que se repetía siempre. Cada vez que iba a Maroa,
era como si el círculo se rompiera. Cosas nuevas: comida, bebida, música, muchachas
lindas adornadas con vestidos de colores…
Y así un día, se enroló como marinero en la embarcación del señor Aragua, un
pariente lejano de su papá. El horizonte se le abrió, conoció San Fernando, más grande
que Maroa, y Puerto Ayacucho, más grande que San Fernando. El inmenso paisaje del
río abrió su vida a nuevos y más amplios horizontes. Estaba convencido que los viajes
que hacía, le enseñaban más que la escuela.
Cuando yo llegué a Maroa, me percaté de la causa de toda aquella alegría y
vitalidad que Alberto contagiaba. Le esperaba Amelia, una linda muchachita de ojos
inocentes y rasgados, lisa cabellera negra, contextura frágil y ávida de cariños
desconocidos.
- Te estás poniendo romántico… - le dijo el Samán
- Tú no sabes nada de eso, así que escucha y calla... Iban descubriendo poco a
poco sus escondidos misterios, cuando retozaban en la semioscuridad robándose
furtivos besos.
- …Y tú «cachando» escondido, mono cachón… - interrumpió sonriendo el
pícaro Samán.
- ¿Te vas a callar? – ladró Inavi.
- Prosigue, paraquete...
- Fabiana, era una indígena casi analfabeta, que fue presa fácil de las promesas
de un guardia. El fruto de esa relación esporádica fue Amelia, la noviecita de Alberto.
Por necesidad, más que por amor, se fue a vivir con Salustiano, un mestizo retrechero,
malencarado y déspota. Este, notaba cómo su hijastra crecía y se iba convirtiendo,
poco a poco, en una fruta apetecible a sus lascivos propósitos. Sus miradas perseguían
insistentemente todos los movimientos de Amelia.
Cuando ésta comenzó a tratar a Alberto, Salustiano la mezquinaba, regañaba e
insultaba. Varias veces la encerró, impidiéndole sus encuentros con Alberto.
Fabiana, aunque internamente no estaba de acuerdo, se callaba por miedo a
Salustiano. La presencia continua de Fabiana en la casa, impedía lo peor.
Los encuentros con Alberto se hacían cada vez más difíciles e intermitentes.
Amelia sentía pánico de que Salustiano los viera juntos.
Un día, el padrastro de Amelia tuvo el campo libre para realizar su propósito
aberrante. Fabiana, por el fallecimiento de una hermana, tuvo que viajar a Galito, una
comunidad cercana, para asistir al sepelio. Cometió el error de no llevar consigo a
Amelia.
Esa misma noche Salustiano intentó abrazar a Amelia que logró zafarse y,
llorando asustada, corrió a refugiarse, en la casa de unos vecinos.
Al rato llegó Salustiano a buscarla.
- ¡Pobrecita! Extraña mucho a su madre y se pone nerviosa… - disimuló el
padrastro.
La actitud de Salustiano simulando compasión y cariño, convenció a los vecinos
para que le entregaran a Amelia. La vecina los acompañó hasta su casa. Amelia
temblaba como una hoja.
Una vez solos, después de cerrar la puerta, Amelia intentó guarecerse en la
cocina. Salustiano se transformó en un energúmeno. Forzó la puerta y entrando, le
asestó un golpe en la cabeza a la muchacha que cayó al suelo. La bozaleó con un trapo
y la violó salvajemente en el suelo desnudo de la cocina.
- ¡Ahora si quieres, puedes ir con el carajito ese… pero si dices algo, te mato!
Amelia, sangrante e impotente, lloraba amargamente.
- ¡Qué sinvergüenza! ¡Qué rata! – dijo el Samán moviendo airadamente varias
de sus ramas.
- Al día siguiente, llegó Fabiana del sepelio de su hermana. Notó en la casa una
atmósfera enrarecida. Amelia parecía otra persona, con la mirada perdida en el vacío,
silenciosa, había perdido todo aquel encanto, frescura y alegría que siempre la
distinguía
- ¿Qué pasó?
- Nada... – respondía Amelia esquivando la mirada de su madre.
Alberto durante todo ese tiempo, estaba en uno de sus viajes a Samariapo.
Cuando regresó a Maroa, Amelia no fue a recibirle ni a saludarle, como hacía
siempre, al terminar de sacar la carga.
Después de bañarse y comer algo, la invitó a charlar y dar un paseo. Amelia lo
siguió. Su mirada era lejana, respondía con pocas palabras y cada vez que Alberto
intentaba tocarla, Amelia se ponía tensa rechazando toda caricia. A partir de esa tarde
sospechó que algo debió haber pasado para que Amelia hubiera dado un cambio tan
drástico en la relación con él.
Al acostarse tardó en conciliar el sueño. Le martillaba la mente constantemente
al pensar en la posibilidad de una traición de parte de Amelia. Recordaba con fruición
los primeros encuentros, su alegría, su cariño. Estos pensamientos se estrellaban
contra la roca de la duda. ¿Qué le había pasado a Amelia?
Pasaba el tiempo y Alberto, entre viaje y viaje, pasaba ratos con Amelia. Un día
se decidió y le pidió la prueba máxima de que lo amaba. Habían pasado ya dos meses
de la violación salvaje de su padrastro.
En la hierba suave que brota milagrosamente en el banco de arena blanca
detrás de aeropuerto, Amelia y Alberto sellaron con sus cuerpos el amor que desde
muy jóvenes se profesaron.
A los pocos meses del encuentro con Alberto, a Amelia se le empezaron a notar
los primeros síntomas del embarazo. Su vientre iba engrosando visiblemente y, ante la
sospecha de su madre, Amelia le confesó que estaba embarazada.
Hubo insultos, groserías y lágrimas.
- ¿Y la mamá no había hecho lo mismo que ella? ¿Por qué la regañaba?... –
preguntó extrañado Samán.
- Misterios de los homínidos… Salustiano fue envenenando la mente de Fabiana
acusando al «noviecito ese» de Amelia, que se hallaba de viaje.
De regreso, a Alberto le comunicaron la noticia y, loco de contento corrió a la
casa de Amelia para abrazarla, pero ella lo recibió con una mirada extraña, perdida y
distante, al tiempo que percibió las miradas de Fabiana y Salustiano clavándose en su
espalda como cristales rotos.
Fabiana, azuzada por el marido, explotó, y le dijo que ahora tenía que casarse
con Amelia. Alberto, feliz, dijo que era lo que estaba esperando, él quería a Amelia y
Amelia a él.
A la mañana siguiente, el juez de Maroa presidió el matrimonio civil entre un
feliz Alberto y una Amelia profundamente triste.
Salustiano había logrado su objetivo.
Llegó el acontecimiento del parto, que Fabiana resolvió sin necesidad de acudir
a la medicatura. Alberto, orgulloso del milagro de la vida que tenía Amelia en su
regazo, fue a celebrarlo con sus amigos.
Pasó el tiempo y Alberto tuvo que salir nuevamente de viaje. Amelia, mientras
tanto, cada vez más ausente, se despreocupaba del hijo que lo cuidaba Fabiana.
Uno de esos días, Amelia había salido de su casa muy temprano. Eran ya las tres
de la tarde pasadas, y Amelia no aparecía por la casa. Fabiana avisó a la Guardia que
no dejó rincón del pueblo sin revisar.
A las 6 de la tarde llegó la noticia. Habían encontrado el cuerpo sin vida de
Amelia en uno de los rastrojos cercanos, por la carretera de Yavita. El dolor de Fabiana
y las falsas muestras de duelo de Salustiano colmó el velorio, acompañados como
siempre, por los dimes y diretes del pueblo. Unos decían que se había envenenado con
«palo ‘e caribe», y otros que la habían golpeado; no faltaron quienes dijeron que
llevaba tiempo con un daño que le habían echado encima….
El regreso de Alberto, después de conocer la triste noticia, fue lo más pronto
posible, pero no pudo llegar al entierro. El día de su arribo lloró como un niño, echado
sobre la tumba de Amelia. «¡Maldito! ¡Maldito!» – repetía continuamente, como tú le
oíste llorar aquí.
- ¿A quién se dirigía esa maldición? ¿a sí mismo o a otro? – preguntó el Samán.
- Conociendo el final de la historia, es fácil saberlo.
- Vete terminando, que ya es tarde y en esta noche sin luna y sin luz eléctrica,
te va a ser difícil llegar a los Chimichimitos… el hampa se soltó el moño también en
Atabapo.
- Como puedes suponer, a los pocos días, el pueblo retomó la normalidad
acostumbrada. El niño crecía en casa de Fabiana y era la alegría de Salustiano que no
se separaba de él.
Alberto, al regreso de otro viaje, percibía las miradas y sonrisas de amigos y
vecinos, los cuales dejaban escapar frases demasiado inteligibles. «...¿conoces este
chiste sobre cachos?…» - decía un paisano. «Se parece más al abuelo que al papá…» comentaban otros.
A Alberto, según pasaba el tiempo, se le veía más serio. Esta situación hacía
crecer en él la duda como una espina que, poco a poco, se iba hincando en el corazón.
Se hizo más callado y ya no retozaba con el niño, ni lo acariciaba.
En sus viajes a Puerto Ayacucho había entablado amistad con unos paisanos. En
una noche de palos, dio rienda suelta a su despecho. Recordó y narró, entre otras
cosas, la historia de los «mati» o dañeros, aquellos hombres de la tribu que, según le
contó su abuelo, eran los encargados de hacer justicia por los atropellos y maldades
que algunos cometían.
Uno de los paisanos se sonreía mientras escuchaba a Alberto. Al final, le dijo
que en su tierra también existían ese tipo de encargos. Pero, eso sí, había que
pagarlos… Les decían sicarios. La conversación interesó a Alberto que, mientras lo
escuchaba, elaboraba el mapa mental de su futuro plan de venganza. Tenía unos
ahorros en una libreta. Con ellos había pensado hacerle varios regalos a Amelia.
Al mes y medio de esta conversación, un día cualquiera, en el cementerio de
Maroa se aglomeraba la gente, familiares, curiosos…
Alberto, hierático, desde un ángulo, observaba a Fabiana abrazándose
teatralmente a la urna, mientras el niño de Amelia se agarraba a su falda. El sicario
había hecho limpiamente su trabajo. Su presencia en Maroa pasó desapercibida, pues
en la frontera, el paisano tiene doble cédula.
El cuerpo sin vida de Salustiano, lo habían encontrado por el camino de Yavita,
en el mismo rastrojo donde había aparecido el cuerpo de Amelia. El «palo ‘e caribe»
cobraba otra víctima...
El pueblo, mientras tanto, recobraba lentamente su ritmo lento. Un día,
Fabiana se acercó a Alberto con el fin de hablarle del futuro y del mantenimiento del
niño.
- Ese hijo es de Salustiano, tu marido. – dijo fríamente Alberto - Tú y yo éramos
los únicos que no lo sabíamos.
Pocos días después, Alberto hizo su último viaje con Giovanni «Conejo» Aragua.
Había decidido quedarse en San Fernando, huyendo de su drama y de sus fantasmas.
- ¡¡Pobre homínido!! La carga que lleva encima es verdaderamente muy
pesada... – murmuró el Samán.
- Pues ya lo sabes. ¡Nunca te rías de un borracho cuando llora, samán
oligarca!... Hay borracheras que tienen un origen y un camino muy largo y tortuoso.
Ahora te digo a ti, lo que tú siempre me repetiste: «No veas la vida en blanco y
negro»… No es fácil... No es fácil...
El samán no respondió, pero en un golpe de brisa, dejó caer sobre Inavi una
lluvia de minúsculas hojas. Fue su mejor respuesta…
LA PLANTA
- Saco de leña, alégrate que va a llegar la planta.
- ¿Qué planta?
- La de Cadafe. De nuevo va a «ver luz» Atabapo…
- ¿Por qué le dirán planta a una vulgar e inerte máquina de hierro? La planta es
un ser vivo, que «nace, crece, se reproduce y muere». Las auténticas plantas tenemos
raíces, tallo o tronco y ramas con hojas y flores. ¿En qué se parece una cosa tan basta,
a nosotras las plantas?
- Será por aquello de que «generan» luz y la difunden por medio de unas ramas
que llaman cables. Además, éstas plantas también nacen, «funcionan» y se mueren.
- Muy romántico, perrito, trata ahora de hacer una poesía a un arrume de
hierros retorcidos que no sirve para nada.
- Cállate, saco de leña, que ya viene la caravana!...
.............................
Fue un día del mes de marzo. Un día cualquiera, anodino, aburrido y caliente.
Uno de esos días que los atabapeños están acostumbrados a soportar.
Una caravana bullanguera, alborotadora, subía desde el puerto rompiendo la
somnolencia pueblerina a golpes de pitos, gritos y megafonía sobre ruedas. El pueblo
se estremeció frenéticamente con las bocina de dos largas hileras de mototaxis, carros
oficiales y privados, que precedían a la planta cual Reina de Carnaval.
Atrás quedaban las largas noches de húmedos insomnios, el llanto de los
muchachos que no soportaban el calor veranero, la carencia de agua, el alto grado de
estrés, calenteras y discusiones ridículas… La euforia de que todo se había solucionado,
hizo olvidar todas las penurias pasadas.
- ¡¡Aquí está!!¡¡Aquí está!! – gritaban entusiastas las gargantas azules de los
ppteros.
- ¡¡¡Llegó, llegó, llegó!!!… – cantaban otros.
- ¡¡¡Tóquenla, escuálidos!!!... – decía una ex-adeca recién conversa.
- ¡¡Métanle el dedo!!... – añadía otro de forma más procaz.
- ¡¡Este es un día digno de escribirse con letras de oro en los Anales de
Atabapo!!... – perifoneaba extasiado un afamado locutor.
- ¡¡Aquí está, aquí está, habladores de paja!!... – se desgañitaba otro
mercenario del micrófono.
Era interesante la actitud de los politiqueros y autoridades atabapeños. La
llegada de la planta se consideraba como un triunfo, una conquista, en vez de
considerarla como la corroboración de la ineptitud de los responsables que tuvieron al
pueblo sumido en la oscuridad. Debería darles pena y traerla a escondidas, de noche,
de incógnito. Pero Atabapo es singular también en eso: la ineptitud cobra visos de
triunfo y de éxito.
La caravana recorrió medio pueblo y se encaminó hacia la sede de Cadafe. Todo
el pueblo estaba feliz. Después de pasar tantos meses en la oscurana, para el pueblo
era una especie de resurrección.
Para nadie, en Amazonas, eran noticia los tradicionales problemas de energía
eléctrica de Atabapo. Aún antes de este gobierno. Años atrás, se llevaron a cabo luchas
y protestas para bajar las tarifas. Las comisiones nombradas para exponer las razones
del pueblo, chocaron siempre con la burocracia institucional de Elecentro - Cadafe.
Aún se recuerdan las presiones sobre el Gobernador anterior, para solucionar el
problema de la luz.
Todo el mundo sabía que en el anterior gobierno se consiguieron plantas
usadas, «repotenciadas» o pintadas...También sabía que la sede de Cadafe de Atabapo
se había convertido en un «cementerio» de plantas.
El problema era, pues, de carácter estructural. Atabapo tuvo por tradición, un
pésimo servicio público. Antes y ahora. Todos sufrieron las consecuencias de esta
historia. Eran muchos los meses cargados de promesas y noticias, que iban y venían a
cada rato, sobre el esperado arribo de la Planta.
A todas las preguntas que se hacían, se respondía siempre con fechas y más
fechas. El pueblo pasó varios meses creyéndose cuentos e historias. Como no se veía la
luz al final del túnel, se hizo lo que se hace en toda Venezuela, para tratar de que le
hagan caso al pueblo: protestar. Y cuando protestaba Atabapo, era porque
verdaderamente ya no se aguantaba más.
El día 15-05-2005 se llevó a cabo una manifestación de ciudadanos en la Plaza
Bolívar y nombró una Comisión, compuesta por el Alcalde y 3 ciudadanos, que no llegó
a parte alguna...
El día 28-05-2005 hubo otra protesta nocturna delante de Cadafe.
El 24 -11-2005 con motivo de la venida del Ministro de Sanidad, Dr. Armada, se
le hizo entrega de una carta en la que se le solicitaba comunicara y diera a conocer al
Presidente Chávez esta situación de carencias en los servicios públicos de Atabapo.
El 07-12-2005 se realizó otra manifestación delante de Cadafe y la Alcaldía. Se
nombró una Comisión para hablar con el Alcalde. Se presentó él con algunos
concejales y otros trabajadores de la Alcaldía y dio las últimas noticias sobre la Planta.
Otra vez se dieron fechas claras y precisas. La referencia última era siempre la
Gobernación de Amazonas que era la que, supuestamente, estaba haciendo los
trámites para conseguir la Planta nueva.
El 21-01-2006 los habitantes del barrio La Punta llevaron a cabo un acto de
protesta nocturna delante de Cadafe, porque ese sector llevaba 72 horas continuas sin
servicio de luz.
El día 08-03-2006 se realizó una manifestación que se dirigió a Cadafe y a la
alcaldía.
Como forma de presión, un grupo decidió tomar el edificio de la alcaldía. La
presencia de la G.N. logró abortar cualquier intento de violencia que sí asomó de parte
y parte con incendio de cauchos en la calle, insultos, golpes, filmadoras voladoras,
culatazos, en el momento en que los tomistas intentaban desalojar a los que estaban
dentro del edificio. Finalmente se desalojó el local quedando el Mayor de la Guardia en
posesión de las llaves.
Los tomistas permanecieron de noche y de día delante de la alcaldía con
música, café y lo que nunca falta en Atabapo: caña. Hay que decir que los presentes,
aunque algunos estaban algo «alegres», acataron el consejo que se les dio de abrir la
calle al tránsito y colocarse en la acera de enfrente sin ningún problema.
Por la noche quedaron de guardia unos agentes de la Policía local. Un ex-adeco
recién convertido a revolucionario, cortó el candado de la Alcaldía con una cizalla.
Hecho que le costó una corta reclusión en el Comando.
Por la mañana, la ciudadana Crisálida A. imitando protestas televisivas, se
encadenó a la puerta de la Alcaldía mostrando así su libre voluntad de protesta.
Durante esos días, la primera autoridad municipal dejó una encargada de la
Alcaldía que tuvo que hacer frente a la crisis, pues la mayoría de los Concejales y
Directores estaban ausentes «… y que haciendo diligencias sobre el destino y
movimiento de la Planta».
Hay que resaltar que la única razón de la protesta, fue la de presionar para la
rápida solución de la crisis energética absoluta, que el pueblo sufría desde hacía más
de 15 días. No fue por lo tanto, como el Dr. Atamel Dechá y algunos aprendices de
brujos dijeron: que lo que se pretendía era «quemar la alcaldía», «romper el hilo
constitucional»... «que se pretendía tumbar al alcalde y tomar el poder»… No era
tiempo, ni de campaña electoral, ni de elecciones, ni de referendo... El Dr. Atamel
Dechá, con verbo encendido en su alocución por Radio-Alcaldía 92.1 FM, pretendió
resucitar la «epopeya» del 11 de Abril en Caracas, otro «Puente Llaguno», con curas
conspiradores y subversivos, militares traidores... Se escandalizaban porque nunca
habían visto quemar dos cauchos... estaban preocupados por el peligro de herir a
«niños, niñas, jóvenes y adolescentes», pero nunca se preocuparon porque «niños,
niñas, jóvenes y adolescentes» llevaran 15 días sin clase y con los servicios básicos
colapsados.
Lo único que pedía el pueblo era que el problema de la luz fuera resuelto lo
más pronto posible. Que trajeran la planta. Todo el mundo estaba harto. El nudo del
problema estaba en la incapacidad demostrada para resolver el problema por parte de
las autoridades…
Mientras tanto, las noticias sobre la famosa planta, se agolpaban unas encima
de otras, más bien parecían una mamadera de gallo bien orquestada:
- «Salió de Miami…»
- «Está en La Guaira…»
- «Llegó el barco a Puerto Cabello…»
- «No. Llegó al puerto de Guanta…»
- «Si no está para el día «X» presento la renuncia a mi cargo» – prometió el
ingeniero Ted. (promesa que no cumplió).
Los mismos concejales y directores ya no aguantaban los embustes del Ing. Ted
y dijeron haber enviado un documento al Alcalde para que lo destituyera.
Políticamente eran muy cándidos, a Ted eso no le quitaba el sueño; si lo destituían
prendería el ventilador y embarraría a muchos.
Como en todo momento crítico, el humor venezolano sirvió de válvula de
escape. Muchos fueron los cuentos:
- «...Venía de Nueva Orleáns y el huracán «Katrina» no la dejó salir del
puerto…»
- «...Viene de California y no puede pasar por el canal de Panamá, porque la
Planta es demasiado grande…»
- «...Bush no quiere que le manden nada a Chávez, por eso no llega…»
El pueblo ya no creía nada de lo que le decían. La legisladora Dilia Pulgar
enseñó la constancia de la liberación por parte del Consejo Legislativo de los dineros
para comprar una Planta Nueva, por la cantidad de 1.344 millones de Bs.
La toma y protesta duró los días 09 y 10 de Marzo 2006, hasta que se notificó la
llegada de la esperada Planta a Puerto Ayacucho.
Mientras tanto, se supo que la empresa «Proyectos e Inversiones Margarita»
era la encargada de adquirir la Planta. La sospecha continuaba, pues nadie hablaba con
claridad. ¿No sabían nada? ¿Escondían algo?
El alcalde y los concejales sólo hacían referencia a lo que decía el gobernador.
Unos días antes de carnaval, el alcalde, desde Margarita, hizo una declaración a Radio
Amazonas que alivió y llenó de esperanza a los atabapeños: «La Planta Nueva ha
llegado a la Aduana de El Guamache (Estado Nueva Esparta)».
Era una extraña coincidencia que la Nueva Planta, apareciera en el Estado
donde, supuestamente, funcionaba la empresa «Proyectos e Inversiones Margarita».
No entró por Puerto Cabello, ni por la Guaira, ni por Guanta, como se decía en
versiones anteriores, sino por «El Guamache» en Margarita... También dijo el alcalde
que el papeleo de nacionalización no se haría en la aduana de Margarita sino en la de
Puerto Ayacucho, con el pretexto de agilizar la pronta llegada a San Fernando.
«Finalmente Atabapo va a contar con una planta nueva, de paquete», dijo el alcalde a
Radio Amazonas.
Aquí empezaron las primeras sospechas, derivadas de las preguntas que el
entrevistador de Radio Amazonas hizo al ingeniero Revisón:
- «Ingeniero ¿puede usted asegurarnos que la planta es nueva?»
El ingeniero después de una pequeña pausa respondió:
- «Bueno… viéndola por afuera, parece nueva».
- «¿Asegura usted que la planta es nueva?» – insistió el locutor.
- «Bueno, por afuera parece nueva, pero para decir que es nueva, yo como
técnico, tendría que abrir y examinar ciertas piezas» - respondió Revisón.
............................
- Amigo cacri, aquí algo huele mal...
- Pues conste que yo no fui… - brincó Inavi.
- No, vale, no me refiero a eso. Digo que tu antiguo amo, el Dr. Atamel Dechá
está metido en líos.
- ¿Qué investigaste?
- Esa planta, como que es chimba. Ayer mismo, ahí debajo en la calle tuvo lugar
una reunión interesante. Estaban el cura, el ingeniero Revisón, el Dr. Atamel D. y otros
dos paisanos. El ingeniero Revisón aseguró en ese momento delante de testigos, que la
Planta era usada y que, cuando Radio Amazonas le preguntó si la Planta era nueva, a
su lado estaba el ingeniero Murioz de «Inversiones Margarita» que le decía: -«Diga que
sí, que es nueva». Revisón se apartó un poco, y le respondió que él sabía lo que tenía
que responder.
- ¿Y el cura no dijo nada? – preguntó Inavi.
- Le descargó al Dr. Atamel D. cuando éste dijo: «¿Y qué, si no es nueva? Lo
importante es que funcione…»
- «Mira, yo te conocí de carajito, cuando aún cargabas mocos al aire. Tú naciste
en este pueblo, pero no lo quieres. Tú vives con aire acondicionado y aquí la gente
sufriendo, ¿por qué dijeron que era nueva?»
- Entonces reconocieron que no era nueva… – dijo Inavi.
- No se sabe aún, porque el ingeniero Revisón que, al parecer, ya lo había
contratado la Alcaldía, le dijo a Sor María Piedrita el día de la inauguración, que sí, que
la planta era nueva... ¿Tú entiendes algo?
- Yo averigüé con los cadaferos y todos coincidían en que la planta no era
nueva. Pero no podían decir nada en público, ni firmar nada por orden de sus
superiores – dijo Inavi.
- Por eso yo el otro día, aquí mismito debajo de mis ramas, escuché a un tipo
que trabaja codo a codo con el gobernador, que le decía a su cuñada, camino del
puerto: «¿De qué se quejan?... Con lo que nos costó conseguir esas piezas en los
Estados Unidos…»
- Pero ¿cuál era el problema? – razonó Inavi - La gente lo que quería era la luz,
¿por qué no le dijeron de una vez que la planta era usada?
- Porque tus compinches querían sacarla de jonrón… querían decir que ellos sí
traían plantas «originales», no chimbas o pintadas como las de la 4ª República.
- Cuando estuve en Cadafe el día que trajeron la Planta, escuché con mi
«Usendú pa» («el que escucha todo»), una conversación interesante…
- Parecemos dos viejos chismosos… - sonrió el Samán.- Échale pichón, que
tenemos que descubrir la verdad verdadera.
- Cuando metieron la Planta en el Galpón escuché un gran alboroto, como pitos
y chirridos. Esto fue lo que grabé. Te lo pongo a pleno volumen para que escuches:
- «Ahí llegó la sifrina… - dijo la Cumming más anciana.
- Se la echa de jovencita… – dijo la otra Cumming también veterana arrumada
en un rincón.
- Claro que soy joven, - dijo la recién llegada CAT 3516 - ¿no se me nota?
- Lo que tienes es la piel estirada… Pura cirugía… - atacó la CAT - 3512.
- Y tienes encima 4 capas de pintura al menos, pero ni con eso…- dijo la de más
acá, la CAT - 32.
- Pura envidia, compañeras, pura envidia, porque soy la estrella del pueblo,
aclamada por las calles...
- Ya te detestarán como a nosotras, cuando te apagues. Más que a nosotras,
que nos trajeron como viejas y pintadas, en cambio a ti te trajeron… ¡¡y que nueva!! dijo la CAT-32.
- Bueno, es verdad, estoy repotenciada – se defendió la recién llegada.
- Sí, con 6 cirugías plásticas - ironizó la vieja Cumming.
- No vas a durar mucho – dijo la CAT - 3456.
- ¡¡Mira, se le corrió el rimel…!!» - señaló con una manguera suelta la C - 32, al
ver debajo un charco de aceite negro.
- Muy buena la grabación, pero no nos sirve de prueba en un juicio, pues los
homínidos no se escuchan sino a ellos mismos – sentenció el Samán.
- No importa, ya pensaré algo que esté más a la altura de ellos, son unos pobres
ignorantes. Me voy. Hasta otro momento - señaló Inavi.
- A propósito, perro embustero, ¿cómo puedes oír hablar a esas plantas de
Cadafe, si el «Usendú pa» era sólo para escuchar a los homínidos y a las plantas
verdaderas, o sea, a nosotros los árboles?
- Fue una equivocación del viejo chamán yeral. Cuando me brujeó, él no hacía
esa distinción entre planta y planta. Para él todas eran plantas.
- Hasta pronto - se despidió el Samán sospechando siempre de los posibles
embustes de Inavi.
INAVI DETECTIVE
- Otro día sin luz, amigo samán.
- Yo, mientras tenga la luz del sol, la otra no me importa mucho.
- ¡Egoísta al fin! Tú no sufres los ataques del hampa…
- Mira, perro amigo, los homínidos son tramposos por naturaleza. Por esas
trampas que se hacen entre ellos, está el pueblo como está.
- Sí, pero no tienen que pagar todos por lo que hacen unos tramposos - se
excusó Inavi.
- Pero tú bien que te fiabas de ellos y les jalabas, al gobernador, al alcalde, al
Dr. Atamel Dechá.
- Yo todavía me resisto a creer que toda la culpa sea de ellos - insinuó Inavi.
- ¿No crees ni después de haber oído a las plantas? – preguntó Samán.
- Más bien me parece un sabotaje…
- Sí claro, tal vez Bush mandó a Atabapo a un comando de la CIA para sabotear
la acción de gobierno… Por favor, ¿quién conoce a Atabapo, más allá de Pto.
Ayacucho?...
- Bueno, amigo samán, voy a recordar mis viejos tiempos de detective. Voy a
activar mis armas secretas, mis «chips», y voy a descubrir este cangrejo - dijo
decididamente Inavi.
- Animo can, patas a la obra... - añadió el Samán - yo te apoyaré con mis armas:
las plantas de aquí, de Ayacucho y Caracas, estarán listas para resolver este enigma.
Inavi se hizo un plan de trabajo y, en varias semanas recorrió el pueblo de
punta a punta. Pasó largo tiempo espiando a los cadaferos y su accionar con la Planta
para descubrir cualquier actividad sospechosa.
Se internó de incógnito en la alcaldía, asomó su nariz, y afinó su «Usendú pa»
(«el que escucha todo») para oír las conversaciones que se daban en el cogollo del
partido.
Habló con todos los canes amigos y estableció con ellos una red de espionaje
que se extendía por todas las casas de los funcionarios más importantes, el alcalde, el
ingeniero municipal, los directores, el Dr. Atamel Dechá, administrativos, secretarias
etc.
La primera desilusión, y la más fuerte, un duro golpe a su moral revolucionaria,
se produjo cuando escuchó un encuentro del cogollo directivo del partido. Fue una
reunión a cuchillo:
- No es justo que este señor que viene de Pto. Ayacucho se lleve los mejores
contratos… - decía un concejal.
- Calma, hay para todos – decía el jefe.
- Yo quiero la dirección de servicios…
- Yo estoy esperando que me arrimen algo, porque hasta ahora… nada. - dijo
otro.
- Ya tienes un contrato en la carretera…
- Pero es muy poco. Si tú te quedas con el 30 %, más lo que tengo que dar al
otro…
- Están aprobados unos recursos adicionales – trató de calmar el jefe.
- Sí, pero irán a parar a los de siempre.
- Si no me dan lo que pido, me salgo del partido – dijo el Dr. Atamel D.
- Hay para todos, tengan calma. Además, no vamos a gobernar sólo 4 años. No
se apuren….»
Inavi pensó en los bonitos discursos que todos ellos hacían delante del pueblo:
«la vocación de servicio», «ahora Atabapo es para todos», «la revolución del pueblo»…
«somos los servidores del pueblo»…
Inavi salió asqueado de la reunión.
Constató que la pelea era a muerte entre los dirigentes del proceso; aunque
exteriormente se les veía sonrientes alabándose unos a otros, por atrás se disparaban
sin misericordia. Se dio cuenta lo equivocado que estaba y empezaba a darle la razón
al viejo samán. La «Síntesis» de toda la dialéctica en Atabapo era la plata, el dinero, los
reales.
Inavi desarrollaba todos esos días una actividad febril, inusual a un perro de su
edad. La red de información se hizo cada vez más extensa. Pero como le faltaban unos
datos concretos que los árboles de Ayacucho no le enviaban al Samán, decidió ir
personalmente a Ayacucho.
Aprovechando que Alberto trabajaba como motorista en la alcaldía, se embarcó
con él para Samariapo. Llegó a Pto. Ayacucho en un camión cargado de madera. Se
subió como pudo, mientras el chofer se tomaba un refresco, y se escondió en un
hueco. Una vez en la capital, se dirigió a la Plaza de la patineta y contactó con un viejo
mango que era el transmisor de mensajes del samán, vía Intervegetal. Crearía con los
cacri capitalinos una red de espionaje, y él se encargaría de coordinar y comunicarle
los datos recogidos en el Palacio de gobierno, en el Consejo Legislativo, Radio
Amazonas etc.
Inavi daba un reporte todas las noches en el Parque, y el mango transmisor le
enviaba los datos al Samán de Atabapo. Este comenzó a recibir y ordenar los correos:
«…. Dijeron que la Planta era una asignación del FIDES. Investigué y el FIDES no
financió ninguna planta para Atabapo este año…»
«… La Planta Cat. 3516 de 1.750 Kwa. Modelo 7GM000548. Serial 257005348…
fue vendida por Caterpillar el año 1996…»
«…Cuando llamé a Caterpillar y pregunté si venían a instalar la planta recién
comprada para Atabapo, respondieron: ¿cuál planta?...»
«…Un dato que me dio un perro policía que trabajó como guardián privado en
la Caterpillar: «Fíjate bien. La planta Caterpillar que aparece en la página web de
Venequip, el radiador original es de color negro brillante, no pintado de amarillo como
la planta de ustedes. Lo mismo las mangueras. La base de la Planta original es de color
negro con las siglas CAT en blanco, en cambio en la planta que fue a Atabapo todo está
pintado de amarillo. Fuentes fidedignas dicen que la planta fue pintada dentro del
cuartel de la Policía de Puerto Ayacucho...»
«… La planta conseguida para Atabapo, era una de las plantas que en Margarita
tenían las conserveras y otras grandes industrias cuando ese Estado no estaba
conectado al sistema eléctrico nacional…»
«… Lo de «nacionalizar» la planta en Ayacucho, en lugar de Margarita, es un
cuento chino. Si desde 1996 estaba en la isla, ya tenía que estar «supernacionalizada»
¿o es que Margarita no es Venezuela?…»
«…Una planta de paquete, es instalada por técnicos enviados o delegados por
la compañía vendedora, en este caso Caterpillar. Esa Compañía tiene representantes
en Venezuela. En cambio, en Atabapo la tuvieron que montar los técnicos locales».
«… Averigüen bien, pues parece que los técnicos de Cadafe no recibieron
ningún manual, ni los papeles que toda Planta nueva lleva consigo.»
«… Toda Planta nueva, de paquete, tiene una Garantía. Si algo falla mientras
dure la Garantía, la Compañía vendedora debe hacerse cargo de los arreglos o
desperfectos. En Atabapo los técnicos locales tuvieron que meterle mano en los
primeros días poco después de inaugurada...»
«… los únicos que siguen diciendo que la Planta es nueva, son el gobernador, el
alcalde, Radio Amazonas y los jalabolas de siempre…»
A los pocos días, regresó el detective Inavi e hizo un Informe final que le
presentó al Samán:
«1. Nadie con dos dedos de frente, puede comprender que Caterpillar acepte
que le monten una de sus máquinas sin enviar a sus técnicos. A Atabapo no vino nadie
de esa compañía.
2. Nadie con dos dedos de frente, puede creer que una máquina de ese calibre
llegue sin Manual, ni Garantía.
3. Nadie con dos dedos de frente, puede creer que, cuando la máquina tiene un
percance, pueda meterle la mano todo el mundo, si tiene, como tendría que tener, su
Garantía.
4. Nadie con dos dedos de frente, puede comerse el cuento de que el óxido que
tenía la base de la Planta se debía al «largo» viaje desde USA.
5. Nadie con dos dedos de frente, puede aceptar que una planta nueva de
Caterpillar venga pintada de forma diferente al prototipo estándar de la planta,
especialmente el radiador y las mangueras».
Y así un largo etc. de falta de dos dedos de frente.
- ¿Te acuerdas, viejo cacri, la noche de la inauguración? El gobernador aseguró
que la Planta tenía «Cédula de Identidad».
- Tenía razón. Estamos descubriendo que la planta de Atabapo no sólo tenía
Cédula, sino que es «única» en su género, pues la Caterpillar la construyó y pintó de
esa manera, exclusivamente para este pueblo - dijo el Samán.
- Por eso se le oyó decir, cuando la gente protestaba por la tardanza en llegar,
que eso no era tan fácil pues «esas Plantas había que mandarlas a hacer
expresamente» - comentó Inavi.
- ¡Qué riñones! ¿por qué engañan?... - comentó el Samán - Ellos creen que la
gente es idiota. ¿Viste que le achacaban la mancha de óxido de la planta al salitre del
mar, por el largo viaje, etc.? Como si las plantas las mandaran desnudas en el barco.
¡Qué bolsas!... A propósito, ¿cómo está hoy la bolsa?
- Alta. La gasolina no llega hasta pasado mañana… - respondió Inavi.
ADIOS LUZ
A los pocos días de la inauguración solemne de la planta, se produjo el primer
apagón. Era el día 21 de marzo de 2006.
El día 26 del mismo mes, otro apagón más largo. Hablaron de cambio de
correas. Llegaron las correas y, a las pocas semanas, tuvieron que buscar unos
repuestos de piezas que, supuestamente, estaban en mal estado. Siguen los apagones.
- …Y Revisón p’arriba… y Revisón p’abajo…
Pronto surgieron las primeras reacciones oficiales:
- ¡¡Sabotaje!!¡¡Sabotaje!!
- ¡Fuera los cadaferos!
- ¡Son unos ineptos!
- ¡Miranda es un saboteador!...
- ¡¡Incapaces!!
Siguen los apagones. Se arreglaba una pieza y se dañaba otra… un cangrejo
continuo.
- … Y Revisón p’arriba… y Revisón p’abajo…
El pueblo sufría cada apagón con sonrisas que reflejaban una extraña mezcla de
sarcasmo y resignación:
- ¡¡Pobrecita!!... Menos mal que era «nueva»…
Y sucedió lo que tenía que suceder. Es lo que le pasa a todo organismo «viejo»
o «accidentado». Si no es el tobillo son los meniscos, si no es el hígado es la artritis, si
no es la tensión es el riñón… y así hasta que llega el colapso final.
El 14 de septiembre a las 2,30 de la madrugada la planta «nueva» se apagó y no
quiso arrancar más. El «crack» llegó. Tuvo una vida corta y accidentada, apenas 6
meses. Demasiado corta su vida para ser de «paquete».
- Ahora sí, la oscuridad se enamoró de Atabapo – dijo Inavi en plan romántico.
- La oscuridad física sí, porque la oscuridad moral, ética, intelectual, espiritual,
hace muchos años que tomó posesión de este pueblo. Lo convirtió en un pueblo
abúlico, apático, que tiene miedo a reaccionar, como si estuviera condicionado
genéticamente para perder…
- Sin embargo, ya se escuchan las primeras reacciones… - dijo Inavi esperando
la rebelión y la lucha de clases...
La euforia que otrora inundaba los rostros de los que hicieron procesiones y
caravanas, se fueron transformando en caras serias, miradas huidizas, rehuían tocar el
tema en conversaciones y programas radiales de Radio-Alcaldía 92.1 FM.
Comenzaron las excusas y la distribución de las culpas.
- ¡¡Nos engañaron!!...
- ¡¡No es responsabilidad del alcalde!!
- ¡¡La planta la compró el gobernador!!...
- ¡Yo perifoneaba de aquella manera, porque me pagaban! – decía un locutor
con manifiesta vocación de sicario.
- ¡El revolucionario Maragua habla ahora pestes del alcalde… pero antes lo
defendía a muerte!..
- La cabulla sigue enredándose – dijo el Samán - ¿Recuerdas que la Contraloría
vino por acá la semana pasada?
- ¡Ajá! Por cierto, los responsables de la alcaldía para salvar a su jefe, le echaron
la culpa al gobernador…
- Pues en el último correo enviado desde la «Plaza de la Patineta», según
fuentes fidedignas de Palacio, el gobernador no se quedó callado. – añadió el Samán.
- ¿Qué dijo?
- Dejó muy en claro lo siguiente:
1. La gobernación sí hizo el proyecto de la planta de Atabapo.
2. La gobernación sí recibió el dinero aprobado por el Consejo Legislativo.
3. Pero la gobernación le dio ese dinero al alcalde para adquirir la planta.
- Lo que queda por saber es, cuánto dinero recibió el alcalde de parte de la
gobernación. ¿Llegó todo o una parte? ¿hubo repartición fraternal? ¿cuántos comieron
de ahí? Una de las cosas que pude ver en mi viaje de investigación a Puerto Ayacucho,
fue que en el palacio y alrededor del palacio, abundaban los mercaderes de la 4ª
república que se cambiaron de camisa y ahora profesaban fe de revolucionarios de
toda la vida…
- «El que desencabulle esta cabulla, buen desencabullador será». - señaló el
Samán.
- Lo grave es que aquí, todos se hacen los locos. Se echan las culpas unos a
otros – analizó Inavi.
- No se sabe si la empresa margariteña engañó a la gobernación, o si la
gobernación le dijo a la empresa margariteña: «Engáñame, por favor»; o si la
gobernación engañó a la alcaldía, o viceversa. Lo que sí estaba diáfanamente claro era
que todos engañaron al pueblo. Lo tragicómico es, que nadie dio respuestas. Ni los de
aquí, ni los de allá. La Asamblea Nacional, la Contraloría, la Fiscalía, nadie dijo nada.
Aquí hubo un fraude, un robo. No es posible que una planta usada, cueste igual que
una nueva. En otros municipios, por mucho menos de lo que se robaron acá,
inhabilitaron a los alcaldes.
- Aquí se embolsillaron más de la mitad de 1.344 millones de Bs. - dijo Inavi.
- Sólo en la planta… ¿y si le sumamos lo demás?… La pelota está ahora en el
tejado del Consejo Legislativo y del diputado a la Asamblea Nacional, Mirildo P. Si hubo
o no hubo «guiso», (¡¡que sí lo hubo!!), le toca a ellos dictaminarlo. Pero yo creo que
todo quedará así. Somos una sociedad de cómplices y aquí todo el mundo tiene rabo
de paja.
- ¿Qué necesidad había de meter embustes al pueblo? Lo que se quería era el
servicio de luz eléctrica. Al pueblo no le importaba que le dijeran que la planta
adquirida era usada o repotenciada. El pueblo ya está cansado de que le engañen. Tan
cansado, que ya no protesta... ¡¡Pobre iluso yo, que creí que en la Vª no se repetirían
los embustes de la IVª!!... – dijo decepcionado Inavi.
- La «síntesis», hermano can, la «síntesis»... Recuerda siempre que, tanto en la
Vª como en la IVª, entre tesis y antitesis, lo único que importa es la «síntesis»: la plata,
los cobres, los biyuyos…
- Tenemos que investigar hasta el final. Aunque tenga que viajar a Caracas... concluyó Inavi.
ANÁLISIS DE LA MENTIRA
- Abuelo - dijo un retoño de mango al viejo Samán - ¿Qué es la mentira?
- La mentira es faltar a la verdad a sabiendas, - le respondió el añoso Samán - es
una afirmación falsa que crea una idea o una imagen también falsa.
- Dame un ejemplo - pidió el manguito.
- ¿Un ejemplo? Muy sencillo. Lo que pasó aquí con lo de la planta eléctrica. Los
que la compraron, sabían que no era nueva. Eso es lo que significa faltar a la verdad «a
sabiendas».
- ¿La mentira es sólo de los animales de dos o cuatro patas? - preguntó el
retoño.
- A veces las plantas también mentimos. Por ejemplo ustedes los mangos
suelen mentir bastante... Se cubren de flores infinitas, pero sólo cuajan unos cuantos
racimos de frutas. Pero los especialistas de la mentira son los homínidos.
- ¿Cómo mienten ellos?
- Tienen muchas formas de mentira. Unas les dicen mentiras piadosas que son
para no herir susceptibilidades. Hay también mentiras colectivas, como las noticias de
los diarios, las revistas, la radio o la televisión que, la mayoría de las veces, responden
a intereses espurios. Hay también mentiras históricas en muchos libros de los
homínidos porque, lamentablemente, como tienen una vida corta, no pueden ser
objetivos con absoluta fidelidad cuando cuentan un hecho del pasado, porque no
pueden evitar agregarle datos de su propia experiencia o ideología. Y por supuesto,
hay muchas mentiras políticas que en este pueblo todos hemos podido comprobar.
Estas abundan preferentemente en la época de elecciones.
- ¿Y nunca se descubre la mentira? - siguió el preguntón.
- La mentira «tiene patas cortas», - respondió el paciente Samán - es decir, que
no llega muy lejos; porque los mentirosos tienen que tener ante todo muy buena
memoria, si no quieren ser descubiertos. «Se atrapa a un mentiroso antes que a un
cojo», dice un refrán homínido.
En realidad, los homínidos viven en una sociedad mentirosa. Todo el mundo se trata
con mucho tacto, educación y falsedad, que es una forma de disimular, de mentir.
- Pero, ¿por qué mienten? - insistió el mango pichón.
- El que miente, necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la
que realmente tiene. Inventa historias, épicas y mitos que crea y narra a los demás,
para hacerse más grande de lo que es en realidad. No está conforme consigo mismo y,
en lugar de mejorarse auténticamente, se oculta tras una máscara o disfraz
inconsistente. El mentiroso tiene miedo a perder la imagen falsa que se ha creado y
creído. No se conforma con ser ella misma como cualquiera, sino que desea ser
siempre una personalidad de primera magnitud, de esas que los demás aplaudan
constantemente y admiren embelesados y envidiosos.
- Debe ser terrible vivir entre mentirosos, ¿no, abuelo?
- Un filósofo homínido llamado Nietsche, dijo hace muchos años, una frase que
expresa la atmósfera irrespirable que puede producirse con la mentira: «Lo que me
preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré
creer en ti».
- Un ejemplo, abuelo - pidió el retoño.
- El ejemplo de lo que sucedió en este pueblo. Si los políticos engañaron
conscientemente al pueblo trayendo una planta como nueva, siendo vieja, ¿cómo
quieren que sigan creyendo en ellos, en lo que digan de aquí en adelante? La mentira
hace irrespirable el ambiente, todo lo contamina. Abusa de la buena fe de la gente.
Prostituye todo lo que toca. Pero tiene un castigo. «El castigo del embustero es no ser
creído, aun cuando diga la verdad», dijo Aristóteles, otro filósofo homínido más
antiguo que yo.
- Tiene que ser viejísimo... - dijo de nuevo el retoño, empeñado en no dejar
descansar al abuelo Samán - Y la corrupción ¿es lo mismo que una mentira?
- Mira, muchachito, la corrupción es un término muy complejo. Yo podría darte
una clase teórica y decirte que la corrupción consiste en un acuerdo inmoral entre un
corruptor y un corrupto, o entre corruptos aliados en perjuicio de otros, que beneficia
a algunos en sus propósitos particulares, por encima de la ley en el plano político...
...Que la corrupción consiste en el uso del poder público para el logro de
beneficios particulares o sectoriales, que no se identifican ni comulgan con el bien
común...
...Que la corrupción es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de
su poder para obtener algún beneficio para sí mismo, para sus familiares o para sus
amigos. Requiere de la participación de dos actores: uno, que por su posición de poder
pueda ofrecer algo valioso, y otro, que esté dispuesto a «bajarse de la mula» o dejarse
sobornar para obtenerlo...
...Por último, la corrupción rompe el tejido social pues disminuye la confianza
de los ciudadanos en las instituciones, en el gobierno y entre ellos mismos. También
afecta el nivel ético de la sociedad en su conjunto. En la medida en que la corrupción
se generaliza, los escrúpulos éticos se van perdiendo y se crea una sociedad en donde
«todo vale», con tal de que yo consiga lo que quiero...
- Te estás cansando de mí, ya no quiero hacerte más preguntas, abuelo.
- No, muchacho... - dijo el Samán - Lo que quiero decir es, que todas estas
palabras que te acabo de decir son pura teoría. La práctica, en donde vas a aprender
por tu cuenta, está en la realidad. Basta que abras los ojos y observes en el pueblo
cómo funcionan ciertas cosas. Los manejos, trapicheos y mentiras que hacen algunos
para conseguir contratos y prebendas. Abre los ojos y los oídos y aprenderás
rápidamente cómo funciona la sociedad de los homínidos.
- Gracias, abuelo. Trataré de abrir los ojos.
PRIMERA COMISIÓN A CARACAS
Estaba el Samán peinándose muy de mañana. Se desgreñaba de las hojas secas
que caían como lluvia en cámara lenta y tapizaban el suelo.
- ¿A dónde vas tan apurado, fotocopia de perro? – le gritó el Samán.
Inavi siguió derechito, sin hacer caso.
- ¿Qué le pasa a tu amigo? – preguntó el añoso sarrapio.
- Estaría ensimismado en ese momento y no oyó – se excusó el Samán.
- A mí en cambio, me parece que ya no quiere perder el tiempo contigo – habló
el enorme caucho.
- Es que con tus historias antiguas aburres a cualquiera, viejo Samán – añadió el
espigado camoruco.
- No se preocupen. Yo lo entiendo. Ya se le pasará...
.........................
Hacía varios días que una Comisión del pueblo había partido para Ayacucho, y
de ahí para Caracas, con el fin de denunciar ante las altas esferas del poder la situación
de abandono del pueblo en el servicio eléctrico y aprovechar a la vez, para hacer las
gestiones necesarias para conseguir una planta nueva.
La noticia de que la planta era chimba y de que el fraude en su adquisición era
notorio, ya había llegado a los altos funcionarios del Estado, por las denuncias y cartas
enviadas a diversos personeros del gobierno nacional. Pero, como «las cosas de
palacio van despacio», no había otra manera de hacer presión, sino yendo una
comisión del pueblo a denunciar el caso a la contraloría del Congreso.
Los delegados del pueblo, partieron animados y dispuestos a denunciar a las
autoridades estadales y municipales ante el mismo Presidente, si era necesario. Allí
estaban los representantes de los consejos comunales, de Educación, de los
movimientos revolucionarios que, quién más quién menos, tenían aspiraciones a
futuros cargos representativos.
............................
Una de esas noches, se asomó Inavi por la Plaza y se dirigió a los pies del
Samán. Se sentó. Con la pezuña trasera derecha se rascó vehementemente la oreja
derecha por un largo rato.
- ¡Qué!... ¿Se te metió una garrapata en el oído? – preguntó el Samán.
- Yo soy muy aseado, aunque tú no lo creas… - respondió Inavi.
- Pero debes estar perdiendo el oído, pues el otro día te llamé varias veces… y
nada.
- !Aché! ¿Yo?... Seguramente no tenía activado el «Usendú pa» – se excusó
Inavi – fue una semana muy agitada.
- ¿No van bien las investigaciones? Te veo preocupado.
- Tengo malas noticias. La Comisión que fue a Caracas se rajó.
- ¿Qué pasó? – preguntó curioso el Samán
- Cuando salieron de aquí iban a comerse el mundo, pero cuando vieron allá al
gobernador y su gente, al alcalde, el Dr. Atamel y su gente, se chorrearon, se les enfrió
el guarapo.
- No estuvieron a la altura… ¿Yo te conté que, cuando yo estaba recién
sembrado aquí, una Comisión de 8 indígenas atabapeños se fue hasta Caracas para
presentar sus quejas contra el mal gobierno?
- No. ¿También se rajaron? – preguntó Inavi.
- No. Ellos no. Se plantaron allá y tuvieron que hacerles caso. Sacaron al
gobernador – dijo el Samán – fue allá por el año 1843, creo que el Presidente era para
es tiempo el general Páez.
- Pero no importa, antiercito mismo salió otra Comisión. Esta sí que le va a
echar pichón. Ahí va el quasi-abogado Zof que tiene apoyos con el diputado Mirildo P.
y otros jerarcas del partido revolucionario.
- Pero ¿por qué se rajaron?
- Tú sabes, componendas políticas. El presidente de la Comisión de Servicios
Públicos era el presidente de los Ppteros, un tal Albornoz. Cuando les preguntó a los
comisionados sobre cuál era el problema. Les dijo que él había hablado ya con el
gobernador, y que éste, no sólo había expuesto el problema sino que también había
presentado la solución.
- ¿Cuál era la solución?
- Otra planta.
- ¿Chimba otra vez?...
El delegado de la comisión, se arrugó y dijo: «bueno, en ese caso, es preferible
sumar esfuerzos» para resolver la cuestión. Y ahí se murió la Comisión, de muerte
natural.
- En lo que pueda, estoy a la disposición - dijo el Samán.
- ¿No decías que tenías conexión por «internet vegetal»? Pues pregunta a tus
contactos en Caracas para ver si nos enteramos de algo... - presionó Inavi.
- Descuida, inmediatamente voy a hacer las diligencias - dijo el Samán abriendo
rápidamente su laptop.
NUEVAS INVESTIGACIONES
- Prepárate, afíncate bien, amigo Samán, porque lo que te voy a decir es grado
33. – dijo Inavi mientras con una de sus patas traseras se rascaba el costillar.
- Tú siempre te la das de trágico… ¿qué pasó ahora? ¿qué descubriste?
- Yo te dije que estos apagones a mí me olían a sabotaje – se sentó Inavi y puso
cara de filósofo.
- ¿De la CIA? Ese Bush es un canalla… Huele a azufre...- dijo en tono irónico el
Samán.
- No de la CIA, amigo, de aquí mismo. El enemigo está dentro. Estoy de acuerdo
contigo en que en esta revolución se metió mucho pillo y sinvergüenza.
- ¿Algún lacayo del imperio? ¿algún pitiyanqui atabapeño?
- Tú siempre con tus bromitas… ¡ensériate! Así como yo creo en algunas cosas
que tú me dices, también tú debes aceptar lo que yo te digo – respondió Inavi.
- Pruebas, amigo can, pruebas. Lo demás es poesía…
- Pues ahí van las pruebas. Tú sabes que yo soy amante de la noche, y recorro
de punta a punta este pueblo.
- Yo sé que eres muy curioso - añadió el Samán.
- Pues bien, hace dos noches, fui a saludar a una amiga mía por los lados de la
carretera. Era uno de esos pocos ratos en que la Planta estaba funcionando. Pasaba yo
delante del portón de Cadafe, y vi a Aranda que salía sigilosamente de la oficina, se
dirigió a la sala de máquinas y de allí, fueron saliendo uno tras otro, Moño, Tapito,
Changuey, Ive, y los demás cadaferos. Miraban para ambos lados de la carretera, como
con miedo de ser descubiertos y cruzaron la calle hacia la casa de Aranda. Era una de
esas noches de boca de lobo. No se veía a dos pasos...
- ¿Y cómo veías tú?
- Yo tengo visión infrarroja - alardeó Inavi.
- Continúa. Por ahora, no veo el sabotaje por ningún lado. – interrumpió el
Samán.
- No habían pasado 5 minutos y la planta, después de un ruido extraño, dejó de
funcionar.
- Todos los días se apaga cantidad de veces ¿en dónde está el sabotaje?
- Muy sencillo. Hice un seguimiento durante 15 días a las interrupciones de la
planta. Todas las tardes, como a las 5 pm., daba una vuelta por allá. Tú sabes que en el
pasillo hay siempre un chinchorro colgado, para descanso del guardián nocturno.
- Ajá… es normal…
- Pues bien, mi mente perspicaz, después de un análisis estadístico, pudo
percatar que, cuando el jefe Aranda descolgaba un lado del chinchorro, esa noche se
iba la luz. En cambio, cuando no lo descolgaba, la luz no se iba.
- ¿Cuál fue el resultado de tu trabajo de campo?
- En 15 días, la luz se fue 12 veces.
- Mira, detective chimbo. Ese es el promedio de falta de luz desde hace 3 años.
Descubriste el agua caliente…
- Pero es que falta lo más importante - añadió Inavi.
- ¿Cómo qué? - inquirió el Samán.
- Una noche oscura, sin luna… - habló Inavi
- Y sin luz eléctrica como siempre… - añadió el Samán.
- Me acerqué por la parte de atrás de Cadafe, y entré subrepticiamente en el
galpón. Activé el «Usendú pa» («el que escucha todo») y escuché la conversación entre
las plantas.
Oye esta grabación:
- Hoy vienen a retocarte, sifrina, te toca maquillaje. - dijo la planta más antigua,
una Cumming del tiempo de Bernabé G.
- ¿Por qué no te alabas como antes? – añadió cruelmente la otra Cumming
vieja.
- Alégrate, hoy viene el técnico, te hará otra pequeña cirugía - comentó la CAT 3512
- Eres un remiendo de planta. Todas tus piezas son prestadas. – añadió la CAT 2732.
- Pero soy la única que funciona de vez en cuando… - se defendió la propia CAT 3516.
- ¡Aché! Gracias a nosotras que te dimos nuestras piezas más importantes.
¿Verdad, mana?...
- Verdaderamente, no sirves para nada... – se burló la Cumming más veterana.
- Yo me quedé toda la noche escondido. A eso de las 11 llegó el técnico
acompañado del Dr. Atamel D. y escoltado por Aranda y sus cadaferos armados de
llaves de todo tipo, alicates, destornilladores, martillos, taladros y otros utensilios.
Comenzó el trabajo. Quitaron una tapa y desarmaron una pieza enorme que estaba
dentro.
- Esa es la pieza dañada. Traigan el repuesto que traje y colóquenlo con cuidado
dijo el técnico.
Los cadaferos se dispusieron a maniobrar, mientras el técnico se fue por la
parte trasera de la planta con una gran llave y aflojó tres tornillos. Inmediatamente
escuché a la planta:
- ¡Socorro!¡Auxilio!... ¡¡Me están violando!!...
- ¡¡Aché!!... ¡Cómo te encantaría!…– le contestó la planta más vieja – Mira la
faramallera, eso es para echársela de importante…
- El hombre ese me robó parte de la compresión que necesito para dar luz. No
aguantaré mucho. Están haciendo trampa - protestó la CAT - 3516.
- Miren la sifrina, quiere presentarse como cándida e inocente, sabiendo que
está más tocada que el Himno Nacional…
- Yo, - dijo Inavi - con la curiosidad que me caracteriza, me acerqué por detrás
de la planta, y pude comprobar con mi pata que dos tuercas estaban completamente
flojas. Me vinieron ganas de morderle en la «dáwana» al técnico…. Mientras los
cadaferos montaban la otra pieza, el técnico y el Dr. Atamel D. salieron un momento y,
aquí viene lo bueno… escuché la siguiente conversación:
- Ya está doctor. Durará otros tres días y, creo que esta vez será la definitiva –
dijo el técnico.
- Ya no tendrá arreglo posible, ¿verdad? - preguntó el Dr. Atamel Dechá.
- Esta vez, creo que no… Vayan consiguiendo otra planta. Eso sí… no me dejen
como la guayabera… - avisó el técnico.
- Tranquilo. Lo tuyo está seguro.
- ¿Así es la vaina? – dijo el Samán asombrado –Pero… quedan cosas que no se
explican…
- ¿Lo del chinchorro?... Ya lo averigüé – asomó inmediatamente Inavi.
- ¿Ah sí?... ¿Qué era?
- El chinchorro era un radio digital con la antena incorporada en las cabulleras,
de alta tecnología japonesa. Cuando estaba tendido el cadafero de guardia, acostado,
recibía instrucciones del técnico, para «tocar» o quitar tal o cual pieza de la planta, o
aflojar tal o cual tuerca. Cuando se descolgaba, era para evitar que ningún intruso o
visitante lo descubriera.
- Inteligentes los bichitos… - comentó pensativo el Samán.
- Y en este guiso también está tu antiguo amigo, el Dr. Atamel Dechá…
- ¿Viste que mis sospechas de sabotaje eran ciertas? – replicó Inavi todo
orgulloso.
- Sí, perro camarada, pero ¿de dónde venía el sabotaje?... de la revolución
«mesma»…
- ¡¡¡Maldita síntesis!!! – refunfuñó Inavi mientras daba la vuelta y se dirigía
malhumorado hacia los Chimichimitos.
EFECTOS DE LA LUZ SOBRE LOS ATABAPEÑOS
La noche había derramado toda su negrura sobre este bellísimo y castigadísimo
pueblo. El servicio de electricidad se interrumpía cada 6 horas, pues la planta no podía
con todo el pueblo.
El doctor Juan Pablo descubrió, después de muchos análisis estadísticos, que los
síntomas de algunas enfermedades aumentaban en esas 6 horas de luz. Después de
varios meses de observación atenta, elaboró una hipótesis que le sirvió de base para
su estudio de Postgrado. No sólo afectaba a los homínidos: los gallos de Atabapo,
habituados a no ver luz, cuando ésta llegaba a las 12 de la noche en un sector,
cantaban como locos creyendo que había llegado el día.
La hipótesis descubierta por el Dr. Juan Pablo se puede resumir de la siguiente
manera: «Se lanza la hipótesis (con alta probabilidad de convertirse en tesis), que el
habitante atabapeño normal sufre graves trastornos de salud, cada vez que su cuerpo
es expuesto a las radiaciones de la electricidad».
Esta hipótesis se hace en base a las siguientes observaciones de campo:
(Tomamos aquí, para evitar el cansancio, sólo una pequeña muestra de la extensa
enumeración hecha por el Doctor):
- Día 24 de abril: Hospitalización de Doña Ceci con graves síntomas de alergia
después de un día de incesante trabajo docente: Hora: 8,00 pm. Sucedió en el
momento en que la sectorización de luz le favorecía.
- Día 24 de abril: Llamada urgente de la familia García solicitando asistencia
médica por dolores estomacales agudos. Sucedió en el momento en que la
sectorización de luz le favorecía.
- Día 25 de Abril: Entrada al hospital de un paciente de nombre Halcón L. con
una fuerte contusión en el pie derecho, producida por un faro de gran tamaño al tratar
de cargarlo en su moto. Sucedió en el momento en que la sectorización de luz le
favorecía.
- Día 26 de Abril: Solicitud de la Ambulancia para transportar al dueño de un
restaurant picado por una cascabel. Sucedió en el momento en que la sectorización de
luz le favorecía.
- Día 27 de Abril: Entrada en Urgencias de un ciudadano de nombre Lucho C.
con graves cortes producidos por tijeras, cuando estaba podando sus matas. Sucedió
en el momento en que la sectorización de luz le favorecía.
- Día 28 de Abril: La Sra. Jazmín tuvo asistencia médica por graves y continuos
dolores de cabeza y de oídos. Esto le sucedía porque era la única en el pueblo que
gozaba de luz continua, todo el día.
- Día 29 de Abril: Al profesor Puti-junior se le efectuó una sutura en su
«dáwana» izquierda fruto de una patada jugando a futbol. Precisamente, cuando en
ese momento prendían los faros del estadio de Atabapo...
Está de más decir que el Dr. Juan Pablo sacó «Summa cum laude» en el
Postgrado efectuado en la Universidad de Harvard y su Tesis fue solicitada por gran
cantidad de Universidades de Europa y del Imperio. Pero lo más importante fue el flujo
de científicos de todo el mundo para corroborar lo sustentado por el Dr. Juan Pablo
sobre la alergia del fluido eléctrico en los atabapeños. La duda que tratan de resolver a
continuación es, si esta alergia tiene un origen accidental pasajero, o si en cambio se
produjo un cambio genético. Ya han comenzado los primeros análisis de ADN, pero
todavía no se han publicado los resultados.
Esta hazaña científica intensificó el turismo en esta población y tuvieron que
construirse 5 Posadas Turísticas más. Venían de todo el mundo a estudiar a los
moradores de un pueblo que tenía la peculiaridad de vivir en completa oscuridad, pues
la luz artificial le producía alergias sumamente dañinas para el organismo.
El pueblo seguía con racionamientos de luz o con apagones cíclicos.
La chispa humorística del atabapeño se percató que los apagones se iban
repitiendo de forma cíclica y permanente. Y así corrió por el pueblo un ciclo modelo de
apagones, para que los atabapeños estuvieran bien informados sobre las causas que
los motivaban.
Un ejemplo:
1. Apagón por falla en los filtros.
2. Apagón por falla en los sensores.
3. Apagón por falta de aceite.
4. Apagón por bloqueo de la tarjeta.
5. Apagón por falta de gasoil.
6. Apagón por fallas con el turbo
7. Apagón por problema con los cilindros.
8. Apagón por falla en las empacaduras.
9. Apagón por rotura de un sello…
10. Apagón duradero porque no llegó el Técnico.
Terminado el ciclo de las 10 fallas, comenzaba nuevamente: 1.... 2.... 3.... 4... Y
así sucesivamente…
Cada vez que había un apagón, los atabapeños consultaban el ciclo, si no se lo
sabían de memoria, y así gozaban de una perfecta comunicación. Algunas veces, por
no saberlos de memoria, se originaban algunas peleas o disputas entre borrachitos
cuando llegaba el apagón…
- Son los filtros – decía uno.
- No, señor, son los cilindros – respondía el otro.
Y unos filtros o unos cilindros bastaban, para enturbiar la paz etílica…
Si tenemos en cuenta que cada apagón duraba un promedio de 5 días en
solucionarse, podremos dar como resultado estadístico, que Atabapo gozaba en un
mes, sólo del 3 % de la energía que debiera tener.
Ya se agotaban 4 años, en los cuales, la precariedad de los servicios de luz y
agua se habían adueñado de Atabapo. Pero esto no era óbice alguno para la
reelección. Más bien, se lo tomó como un eslogan original para la campaña, y el
alcalde en sus mítines repetía impertérrito: «Sin luz y sin agua, les meteremos 4 años
más, duélale a quien le duela»… Consigna esta que causó impacto en una población
resignada y masoquista. La gente se había acostumbrado a este tipo de vida.
Las protestas, perifoneadas en la Plaza Bolívar o por las calles del pueblo por
interesados politiqueros, ya no calaban en la gente, pues la palabra en Atabapo estaba
más devaluada que el bolívar. El pueblo convivía con naturalidad con esa precariedad,
y ya no daba signos de reacción frente a las carencias e injusticias.
¿MUSEO O CEMENTERIO?
- Camarada Samán, te veo cada vez más achacoso y chéchere... ¿Qué pasó?
- Está bien, galán de telenovela, con esas costillas a flor de piel, pareces el
protagonista de un reportaje sobre el hambre en el mundo...
- Como tú no puedes leer sino lo que está escrito con clorofila, lo que te envían
por internet vegetal, escucha el artículo de prensa que me enviaron unos colegas que
estuvieron aquí turisteando.
Inavi sacó los lentes y se dispuso a leer:
«El cementerio nuevo de Atabapo se halla situado en la zona norte, entre la
pista del Aeropuerto y la sede del antiguo edificio del Inam, antes de los terrenos
pertenecientes a la Marina. Al final del barrio La Punta. Ahí, los homínidos reciben
cristiana sepultura.
En el centro del pueblo se encuentra el cementerio antiguo, en donde se pueden
contemplar algunas tumbas de ancestros atabapeños, entre las que destaca la del
Coronel Tomás Funes, el cauchero que dominó con mano férrea el Amazonas
venezolano... apenas por 8 años.»
- Los gobiernos de ahora duran más tiempo... - ironizó el Samán.
Inavi continuó leyendo:
«...Si la emigración hacia el norte no fuera una constante desde hace muchas
décadas, Atabapo debería tener unos 8 ó 10 cementerios del tamaño de los actuales.
Eso no tendría nada de particular. Lo que sí es excepcional para un pueblo tan
pequeño, cuyo goce o disfrute de la luz eléctrica permanente data de hace pocos años,
es que tenga también un cementerio de plantas.
Las plantas, como las personas, mueren de muerte natural, cuando terminan su
ciclo vital. Pero, aquí en Amazonas, por lo regular, pocos aceptan el argumento de la
muerte natural, aunque haya sido dictaminado por 15 ilustres médicos. Siempre hay
una razón supranatural que subyace al hecho de la muerte en sí.
Es por eso que, en Atabapo, en los últimos tiempos privó siempre la idea que la
muerte, repentina o de larga agonía de las plantas eléctricas, tienen una causa
extranatural. No se explica que una planta nueva, de paquete, con Cédula de Identidad,
se muera tan rápidamente, o lleve por siempre una existencia perturbada por
continuos achaques.»
- Tú sí eres pavoso... hablando ahora de muertos... - protestó el Samán.
- Pues vete preparándote, porque a tí te falta poco... - le respondió Inavi - Y
siguió leyendo:
«Así como es difícil de aceptar que un joven, en la plenitud de la vida, se muera
inexplicablemente. Ese muchacho, o tenía una deficiencia congénita en alguno de sus
órganos no diagnosticada a tiempo y eso fue lo que le produjo la muerte, o la muerte
fue provocada por cualquier factor exógeno, que puede ser un veneno, un maltrato
permanente y otros muchos factores que en Amazonas abundan en la tradición oral.
Y ese era el razonamiento que el pueblo, cada uno arrimando la brasa a su
sardina, iba elaborando toda vez que la problemática de la luz no terminaba de
solucionarse.
Ante las fallas continuas, los de la alcaldía daban por seguro que el conjunto de
cadaferos, formaban parte de un plan conspirativo de la oposición, para desprestigiar
al gobierno.
Los de la oposición, incluidos los del PSUV, achacaban la precariedad del servicio
a la ineptitud e incapacidad del gobierno municipal para garantizar uno de los servicios
básicos que la Constitución le asigna como responsabilidad inderogable.
No faltaron quienes, asumiendo el contexto sociocultural de la zona, de una
forma extremadamente al pie de la letra, le achacaron las fallas continuas y el fracaso
de las plantas a factores exógenos, pero de carácter netamente espiritual. Las fuerzas
del mal son una realidad y, así como hay seres que favorecen energías positivas, como
los buenos chamanes y curanderos, también en Amazonas todos conocen a seres que
generan energía negativa y buscan hacer el mal o el daño. Todos hemos oído hablar de
los «mati» o «dañeros».
De esta tesis participaba el gobernador cuando dijo que en Atabapo había
brujos muy poderosos. Y hay que creerle, por su larga experiencia.
Otros, basados en un conocimiento no tan profundo, optaron por investigar la
cuestión, preguntando a varios expertos en la materia. Al final de una no muy prolija
averiguación, se señalaron cinco cosas muy importantes:
Primera: Hay dos tipos de plantas. Unas que son de «trabajo continuo», que son
las que trabajan por días en-teros, y otras plantas que son de «emergencia», esto es,
que pueden trabajar por unas horas mientras se restablece el servicio eléctrico, pero
que no sirven para mantenerlas en servicio por períodos muy largos.
Segunda: Si, además de no ser de «trabajo continuo», resulta que las plantas
son usadas o repotenciadas, o sea, si no son «de paquete», las posibilidades de que
esas plantas tengan una vida efímera, serán muy grandes.
Tercera: La famosa Planta comprada en Margarita y cedida por la gobernación
a la alcaldía, era la única que tenía la característica de «trabajo continuo», pero no era
nueva, era usada.
Cuarta: El precio de una planta de «trabajo continuo» es mayor que el de una
planta para «emergencia», aunque tenga los mismos KVA.
Quinta: De ahí la «tentación» real de los que buscan comprar con las 3 B,
(Bueno, Bonito, Barato), para inclinarse por las plantas de «emergencia» y hacerlas
pasar como de «trabajo continuo».
Pero lo importante para nosotros es visitar y conocer el Museo-Cementerio de
plantas único en Amazonas. La Comisión municipal de Turismo está pensando en
añadir al paquete de ofertas para los visitantes de este pueblo, la visita guiada a este
Museo-Cementerio de plantas.
Hay un «Jurasik Park» de plantas viejísimas, restos arqueológicos de la
tecnología de la IVª República. Son pocos los Museos internacionales que pueden
mostrar los residuos de máquinas tan antiguas. Es justo reconocer el interés que el
gobierno municipal y estadal ha tenido para dotar a Elecentro de un buen número de
plantas.
- Para la elección de Concejales en el 2006, debido a las fallas continuas de
servicio eléctrico, que ponían en riesgo la votación digitalizada, el estado envió en
calidad de préstamo una Planta de las usadas en Aló Presidente.
- Seguidamente, Elecentro trajo una planta usada de 1.000 KVA., pero no era
suficiente para todo el pueblo, por lo que había que recurrir a la sectorización.
- A continuación, con bombos y platillos, llegó la planta «estrella», la más
publicitada por el gobierno y la más esperada por el pueblo. A su llegada, regresaron la
máquina de Aló Presidente que estaba prestada.
- Ante el inesperado colapso de la planta «estrella», la alcaldía compró la planta
Caterpilar de 900 KVA. Esta sí era nueva, de paquete, pero no era de «trabajo
continuo». Al poco tiempo se le dañó el turbo y la tarjeta.
- Inmediatamente, se adquirió otra Caterpilar de 500 KVA. Por no ser de
«trabajo continuo» se le dañó el generador.
- A continuación, la alcaldía hizo otra inversión y compró una planta nueva, de
paquete, de 1.750 KVA.
Actualmente, en las elecciones de alcaldes (Noviembre 2008), están
funcionando en paralelo la Caterpilar de 900 KVA. y la de 1750 KVA.
-¿Por qué en Atabapo no funciona el servicio de luz? La respuesta es compleja y
de larga data.
Tradicionalmente, a Cadafe-Elecentro no le era «rentable» el servicio de luz de
una población que, además de ser pequeña, tenía dificultades para la cobranza, por lo
que las inversiones en plantas y tendido eléctrico fueron siempre muy escasas.
El atabapeño, a su vez, se hizo cada vez más reacio a pagar un servicio cada vez
más precario.
Este pescado que se muerde la cola, este círculo vicioso, fue el que encontró la
alcaldía cuando, por disposición de la Constitución, se le hizo responsable de los
servicios públicos; responsabilidad para la cual no estaba preparada.
Si a esto le agregamos la picaresca tradicional venezolana que abunda entre los
políticos, funcionarios de las Compañías eléctricas y contratistas del estado, que no
tienen ningún escrúpulo en comprar plantas usadas en vez de nuevas, o plantas de
«emergencia» en vez de las de «trabajo continuo» y, lo que es peor, jurar y perjurar
«urbi et orbe» que son plantas nuevas, de paquete, da como resultado que las
autoridades responsables proclamen a viva voz su ineptitud e incapacidad para surtir
de los servicios básicos a un pueblito que no llega a los 6.000 habitantes.»
- Muy bueno ese artículo.. - dijo el Samán.
- Como ves, la alcaldía trabajó bastante para resolver el problema de la luz excusó Inavi.
- Hmmm... unos angelitos.... - sentenció el Samán.
PELEA DE CHAMANES
Varios atabapeños que habían comprado su planta familiar, al llegar la Planta
famosa, rodeada de gran publicidad y boato electorero, pensaron que era mejor
vender esa pequeña planta y recuperar un poco de plata. ¡Fatal decisión! A los pocos
días, estaban tratando de comprarla de nuevo, pero esta vez, el precio ya había subido
considerablemente...
- Yo todavía me resisto a creer, que las fallas de luz sean sólo por las
tramposerías de los políticos.
- ¿Ah sí?... ¿Y qué estás pensando, perro incrédulo?
- ¿Te acuerdas lo que el gobernador dijo en la noche conmemorativa de la
llegada de la planta?
- Dijo tantas cosas... - comentó el Samán.
- Dijo: «Seguramente algunos están rezando para que se apague la planta».
- Ajá… Y en otro momento, dijo también que iba a traer unos chamanes para
que la ensalmaran.
- ¡Y los trajo! En la sede de Cadafe le hicieron sus esconjuros y rituales.
- Esto no quiere decir nada…- dijo el Samán.
- Sí quiere decir algo, saco de leña. Quiero que refresques la memoria. ¿Te
acuerdas de Bernabé G.?
- Fue el gobernador anterior, el de la IVª república.
- Ajá… Ese señor, según me contaron en Maroa, basaba su poder político en el
apoyo de las pociones mágicas y de los poderes sobrenaturales de los chamanes de Río
Negro. Tenía fama de ganador imbatible. Muchos de sus aliados de partido y amigos
cercanos hacían referencia a las visitas de Bernabé G.. a Río Negro para consultarse
con brujos y chamanes de la zona. En su viaje a San Carlos de Río Negro y Maroa, visitó
a dos chamanes Arawakos, uno Baré y otro Tariana, quienes le dijeron que él iba a ser
el primer gobernador del estado
- ¿Y cómo sabes tú esas cosas?
- No te olvides que soy investigador veterano. Son fuentes secretas. Tengo que
respetar la identidad del informante.
- Pero eso fue en las primeras elecciones… – dijo el Samán.
- Estos mismos chamanes predecían que AD iba a ganar las siguientes
elecciones nacionales, y que Bernabé G. volvería a ganar nuevamente.
- Pero perdió - respondió el Samán.
- ¿Y sabes por qué?
- Porque sacó menos votos…
- Por una pelea de brujos, de chamanes - explicó Inavi - Según las mediciones
estadísticas, los dos candidatos con más opciones a ganar eran Bernabé G. cuyo lema
de campaña era «el gobernador de la prosperidad,» y L. Guarulla, quien tenía como
lema «un verdadero cambio, con sentimiento amazónico».
La principal estrategia electoral de Casulla fue destacar su propia indianidad, su
identidad como indígena Baniba, como indio amazonense, y por lo tanto caracterizó su
confrontación con Bernabé G. como la lucha entre dos diferentes culturas que
coexistían en una región indígena. Y apeló al apoyo de los chamanes y otros
especialistas en rituales indígenas, como representantes de las fuerzas poderosas de la
sabiduría tradicional.
Guarulla solía decir: «los criollos son hombres y mujeres que están de paso…»
señalando con esto, que él consideraba que la mayoría de los criollos no tenía lazos
fuertes, ni raíces en la región, ni con los pueblos indígenas. Para los pueblos indígenas
de Río Negro, de donde Guarulla era originario, su llamado a la unidad de los
indígenas, como una estrategia para ganar el poder político, tuvo un fuerte impacto.
Muchos ancianos, chamanes y especialistas rituales, empezaron a visualizar en sus
sueños que Bérnabé G. sería finalmente derrotado en las elecciones.
Estos sueños proféticos de los chamanes se empezaron a divulgar por toda la
región. Bernabé G., sin embargo, no hizo caso de esas voces y fue a visitar en San
Carlos de Río Negro a la famosa hechicera baré, Nieves Cabucuare, quien le informó
que ella había visto en sus sueños que él iba a perder las elecciones, y que todos los
indígenas del Río Negro ya sabían esta noticia. Las predicciones de Cabucuare
igualmente fueron divulgadas entre todas las gentes de la zona, y por algunos
candidatos locales.
- Bueno, supercan, ¿vas a contarme todo el rollo, de que si ganó uno o ganó el
otro, la repetición de elecciones en algunas mesas etc. etc.?
- No, sólo el final, para que te des cuenta… Los dos candidatos, acompañados
de grupos de sus seguidores, viajaron a Caracas con el fin de presentar sus respectivos
casos ante el TSJ. En la sede del Tribunal, mientras los jueces oían los alegatos de cada
uno de los candidatos, afuera en los jardines, dos facciones diferentes de indígenas se
enfrentaban en un duelo ritual. Por un lado, estaban los indígenas que apoyaban a
Bernabé G. bailando y cantando una danza ceremonial Jivi, llamada «Danza de la
Muerte». Por el otro lado, estaban los que respaldaban a Guarulla, también
ejecutando una ceremonia tradicional Piaroa, que se denomina «Warime». El rumor
popular, después de la proclamación de Casulla como gobernador, fue que no había
nada más poderoso que la magia de los chamanes, brujos y hechiceros de Río Negro,
los «parientes» del indígena Casulla, y que por eso Bernabé G. había perdido las
elecciones…
- ¿Y qué tiene que ver ese cuento, con las plantas chimbas de Atabapo?...
- Precisamente, que tal vez no sea sólo cuestión de plantas chimbas, sino que
tal vez haya algo más serio detrás de esto.
- Está bien, explícate - solicitó el Samán.
- Aquí, evidentemente, hay una lucha de poderes chamánicos. Dos grupos de
brujos están en guerra. Por ahora sólo tengo sospechas, pero seguiré investigando….
Te avisaré apenas tenga algunas pruebas.
- Está bien, Sherlock Holmes…
El chasquido y castañeo de los dientes de Inavi, tratando de limpiar de
fastidiosas pulgas su cola, sonó por un rato en el silencio de la noche. Después se
marchó raudo hacia la casa.
COMISION 2 EN CARACAS
- Viejo, la Comisión llegó a Caracas - dijo Inavi.
- A ver si se raja como la primera - contestó el Samán.
- No, hermano, esta vez no... Va un peso pesado, el Sofós, no se va a callar. Es
un revolucionario de peso.
- ¿El dueño del «Completo»? ¿el aprendiz de carpintero? Ya me lo dirás más
tarde - dijo incrédulo el Samán.
- Deja de sospechar de todo y ayúdame con tu internet vegetal, así podremos
tener noticias más rápidamente, porque los atabapeños en Caracas andan bastante
perdidos y no tienen tiempo para llamar - pidió Inavi.
- A eso voy - dijo el Samán - alrededor de la Asamblea hay unos chaguaramos
amigos míos. Voy a ponerme en contacto con ellos, y después te cuento.
Hay que recordar que esta segunda Comisión iba con la intención de hacer sus
denuncias, no en Contraloría, sino en la Comisión de Asuntos indígenas, pesidida por la
wayúu Nohelí Pocaterra y en donde Egildo P., el diputado por Amazonas, tenía grandes
posibilidades de llevar a feliz término las denuncias atabapeñas.
Las circunstancias soplaron con viento a favor, pues el Presidente de la
comisión de la Contraloría del Congreso, Diputado Julio Moreno, aceptó que la
comisión de Atabapo tuviera la posibilidad de exponer su caso, eso sí, sólo haría uso
del derecho a la palabra el Diputado suplente Gregorio M. Como éste no estaba bien
empapado del problema local, solicitó la posibilidad de que el Sofós, miembro de la
comisión, hablara en su lugar explicando el caso.
- Perro pulgoso - dijo Samán entusiasta - tengo noticias frescas por internet
vegetal.
- ¿Cómo va la vaina?
- Por ahora calidad. Entraron en la Comisión de Contraloría y hay esperanzas de
que los dejen hablar. Aunque yo tengo mis dudas - asomó el Samán.
- Tú siempre tan optimista... - dijo Inavi - pero, ¿pueden oír tus chaguaramos lo
que se habla dentro?
- Sí, pero muy mal - dijo el Samán - En la entrada, hay un montón de matas
pertenecientes a los Círculos Bolivarianos y al UPV, liderizados por un rosal espinoso
llamado Rina Lon, que gritan y lanzan consignas continuamente y no dejan escuchar,
pero están haciendo gestiones con unos materos que hay en la Sala de reuniones, a
ver si ellos pueden enviar mensajes sin que sean controlados por Cantv...
..............................
Los mensajes que posteriormente enviaron los materos de la Asamblea
Nacional, confirmaron la idea de Inavi. La Comisión atabapeña se estaba comportando
como se esperaba.
El Sofós expuso con toda claridad el desfalco producido por la compra de una
planta chimba en Atabapo y de su posterior colapso, que dejó a los pobladores en la
oscuridad.
El Presidente preguntó expresamente con qué dinero se había comprado la
Planta. Un diputado del Consejo Legislativo de Amazonas dijo: Con los fondos de LAE
(Ley de Asignaciones Especiales).
Se presentaron las facturas y en ellas estaba muy claro que la Planta adquirida
era una Planta «tipo 2», esto es de segunda mano, reconstruida. El vendedor no
engañó, pues lo puso ahí: «tipo 2». Los que engañaron fueron los compradores, que la
hicieron pasar al pueblo como si fuera nueva, de paquete.
El asombro de los miembros de la Contraloría de la Asamblea iba en aumento, a
medida que se enteraban de todos los detalles del caso. Se escandalizaban de que eso
no hubiera pasado al conocimiento público.
Pero se escandalizaron aún más cuando, el portavoz de la Comisión les expuso
el caso de los «Desarrollos endógenos» del municipio. Cómo habían desaparecido casi
5 millardos de Bs. sin ninguna obra concreta en beneficio del desarrollo de las
comunidades indígenas. No se explicaban y se maravillaban de la magnitud de la
corrupción alcanzada en un municipio tan pequeño.
La delegación atabapeña cumplió con su labor. Ahora tendrán que esperar el
filtro político. La Comisión de Contraloría de la Asamblea es un órgano de investigación
y denuncia. Ahora el caso quedaba en manos de la Fiscalía.
.......................
Pocos días después.
- Perro achacoso - dijo el Samán - ya llegó la comisión. ¿Qué pasó? ¿en qué
paró la cosa?...
- En lo que te interesa eres muy apresurado, amigo Samán. Da tiempo al
tiempo. Las cosas de palacio van despacio...
- Pero tus socios esperaban la destitución inmediata del alcalde... y ahí sigue...
- Ya vienen unas inhabilitaciones por ahí... - dijo Inavi - ya verás que ése no va
pal baile en las próximas elecciones...
- Yo, como Santo Tomás... si no lo veo no lo creo... concluyó el Samán.
......................
Pasó el tiempo. Salieron las inhabilitaciones del Contralor, y de Atabapo, ni
letra... nada.
El diputado Albornoz, pptero, presidente de la Comisión de Servicios de la
Asamblea, fue nombrado Vicepresidente de la misma.
Los vientos que corrían eran adversos a los trámites realizados por la comisión
atabapeña... En efecto, ahí se frenaron las investigaciones de Contraloría y Fiscalía y el
imputado tomó un respiro.
......................
- Perro crédulo, ¿cómo te quedó el ojo? ¿Qué resultó de tu Comisión? - ironizó
el Samán.
- No, hermano, me dijo el Diputado Egildo P. que ya viene la inhabilitación... Ya
lo tienen en la olla...
- Si eres cándido, perrito... la revolución te produjo un traumatismo genético
irrecuperable... - continuó el Samán.
- Ya estás tú con tu visión catastrófica de siempre - respondió el perro
evasivamente.
- Te lo dije desde el comienzo. Son todos caimanes del mismo caño... el que le
pega a su familia se arruina... y no te olvides que el Albornoz, aunque lo humillen o lo
zarandeen, él sigue ahí... es de la familia...
- Yo creo en el triunfo de la verdad - señaló Inavi.
- Yo también. Y la verdad está ahí... clarita... pero el problema es que no puede
salir a flote, porque hay mucho real de por medio... ¿tengo que hacerte de nuevo un
repaso sobre la «síntesis»?...
- Mira... ¿quién crees que ganará la Alcaldía? ¿el que ya está, Javier, Mirabal,
Nepito, Alejandro o Wladimir? - preguntó Inavi.
- Según tú, el que está, lo van a inhabilitar antes de las elecciones o... a más
tardar, lo meterán preso el día después de las mismas... junto con Rosales...
- Deja la vaina... ¿quién ganará, según tú?
- Mira, viejo cacri, nosotros no votamos. pero el homínido que vote por el
actual, es porque es un masoquista. Y el que vote por los demás es un imbécil, por no
haberse unido. Aquí en este pueblo quien gana es la «síntesis», perrito... Aquí cada
quién, quiere la tajada completa. No fueron capaces de unirse y van a perder como
pendejos... Te lo digo yo.
CAMPAÑA ELECTORAL
Los lánguidos atardeceres sobre el río, le daban a Atabapo una atmósfera de
eterna inmutabilidad. Aquí, Galileo Galilei hubiera dicho su famosa frase al revés:
«Eppur non si muove…». Aquí nada se mueve…
Aquella tarde, esa inmutabilidad tuvo un ligero sacudón. Por las adyacencias al
parque de los Mangos una embarcación, tipo chalana, al son de fanfarrias y tambores,
atracó lentamente. En grandes caracteres se leía en lo más alto de la embarcación:
«Gran Circo Internacional». Lo de «Grande» era un embuste, pero lo de
«Internacional» sí era verdad, pues venía del extranjero, de Colombia, la nación que
estaba al otro lado del río.
Como si fuera su masquerón de proa, con sus patas delanteras sobre la punta
del barco, resaltaba el personaje estrella del circo: una burra. Retumbaron más fuertes
las fanfarrias y los tambores, y comenzó el desfile con un pequeño grupo de payasos y
payasas multicolores, que ofreció a los presentes un aperitivo de sus artes malabares.
La burrita descendió solemne, impasible al ruido y al corre-corre de los niños
que se agolpaban para poder tocarla. Como Macondo 1, el de «100 años de soledad»
se alborotó con el circo de los gitanos que les mostró por primera vez un poco de hielo,
en Macondo 2 se produjo un impacto similar, cuando corrió la noticia del arribo de una
burra. Algunos la habían visto en TV, pero no era lo mismo.
La peregrinación incesante de mamás y abuelos llevando sus niños a
contemplar tan magno espectáculo, fue excepcional. Relampaguearon unos tímidos
flashes y al rato, todos hacían colas para sacarse una foto con tan ínclito e ilustre
personaje… Durante la semana de presentaciones, el circo tuvo un pleno a rebosar,
gracias a aquella estrella inesperada.
El Dr. Atamel Dechá sonreía complacido, mientras masajeaba
intermitentemente la espalda del alcalde. Fue un gol importante para iniciar la
campaña electoral. El circo, después de la capital del municipio, recorrería las
principales comunidades indígenas que tendrían así fácil acceso a la cultura, de un
modo gratuito, como es propio de un gobierno municipal revolucionario. De esta
manera, la figura del candidato crecería más aún, abriéndosele el camino para la
reelección.
Gracias a la iniciativa del Dr. Atamel D., Atabapo pudo contemplar en vivo y en
directo a una burra, una «Madona» marginal, la estrella fulgurante de seis tardes
atabapeñas.
Los dueños del Gran Circo, la noche antes de partir con su carpa y sus busacas
llenas, ofrecieron un brindis en los Mangos a todos los amigos de la noche.
.....................................
- ¿Fuiste a ver a la vedette del circo? – preguntó el Samán a Inavi.
- Esos homínidos sí son pendejos…
- ¡Epa, cacri! No te pases… Esa es una genuina iniciativa revolucionaria…
- ¡Muy chistoso!...
El Dr. Atamel Dechá lo tenía todo fríamente calculado. Las ideas luminosas se
agolpaban en su cabeza, empujándose entre ellas para salir primero. Sólo se esperaba
la generosa financiación del alcalde, para convertirlas en realidad.
Después del éxito del circo preparaba otra acción espectacular, nunca vista en
Atabapo. El secreto del éxito en las campañas electorales radicaba en picar adelante,
en agarrar de sorpresa al pueblo. Y para eso, y muchas otras cosas, el Dr. Atamel
Dechá era único. Eso sí…, lo imprescindible era un jugoso financiamiento.
Otro éxito del Dr. Atamel Dechá sucedió cuando, en una mañana diáfana de
octubre, una avioneta dejó oír su zumbido monótono sobre el cielo atabapeño. Dio dos
vueltas amplias y, al tercer repaso, los más detallistas y curiosos, que suelen ser los
niños, contemplaron una densa nube de papelillos azules y blancos que descendían
lentamente del cielo.
Al revolucionario Dr. Atamel Dechá, no le hacía ascos imitar estrategias de
propaganda aprendidas en las imperialistas películas gringas.
Inavi que venía de los Chimichimitos, tomó uno de los papeles y, alejándolo un
poco, debido a su mal disimulada presbicia, leyó: «4 años más».
El Dr. Atamel Dechá se regodeaba con otro éxito y una prueba más de su
ingenio.
Pero esa alegría se le congeló al día siguiente cuando, delante de la Alcaldía una
alfombra de panfletos denunciaba: «Ineptos. 4 años más sin luz y sin agua».
En todas estas acciones estaba unida toda la oposición. Como Atabapo es
siempre original, único e irrepetible, aquí formaba parte de la oposición el PSV, el
partido oficialista y revolucionario que, codo a codo con adecos, copeyanos y demás,
trataban de desprestigiar a los Ppteros. Pero la unidad llegaba sólo hasta ahí. Cuando
se iba al tema «ideológico» o pensamiento «filosófico» (la dialéctica), diferían
totalmente.
No se crean que nos referimos a la ideología que subyace como basamento
racional para la acción. No. Aquí la ideología auténtica, la que mueve toda la política en
nuestro país, es el resultado final de la dialéctica: la «síntesis», la plata, los cobres, los
biyuyos… En eso diferían radicalmente, porque cada candidato o cada grupo la quería
sólo para sí. No aceptaban un arreglo, un pacto de unidad entre ellos. O todo, o nada.
Las encuestas eran, como en todo el país, muy originales. Todos iban de primeros. A
cada candidato le daban los números para alzarse con el triunfo.
- «Voy ganando» – dice uno.
- «Estoy en la punta». – dice el otro.
- «Estoy arrasando en las comunidades» – decía el más ingenuo.
Todos estaban de acuerdo en «contra de quién iban», pero no querían saber
nada sobre «con quién iban». Porque estaban seguros. Todos y cada uno, se
consideraban triunfadores absolutos.
Inavi descubrió con su «Usendú pa» («el que lo escucha todo»), que dos de
esos candidatos «ganadores» de la oposición habían recibido jugosas prebendas en
contratos, para que jugaran al despiste y fracturaran aún más la oposición. Esta era
otra movida que el Dr. Atamel Dechá escondía bajo la manga…
Pero donde a nuestro ingenioso personaje se le fue la mano, fue cuando tocó la
fibra religiosa del pueblo atabapeño. La primera vez que incursionó en este campo
fracasó rotundamente, tanto que le valió una reprimenda de su jefe.
Ávido como siempre por picar adelante en la «jalea de mango», le presentó a la
primera dama una actividad poco brillante, pero cónsona con su status. Le propuso
que, para ganarse la voluntad del cura párroco, quien comulgaba poco con la acción
del gobierno municipal, fuera con un grupo de jóvenes voluntarios a pintar y limpiar el
brillante monumento de la Virgen, que se alzaba en la roca de Castillito.
En efecto, entusiastas, salieron un día de excursión armados de brochas, potes
de pintura (azul por supuesto) y spray, decididos cual inocentes scouts a realizar su
obra buena diaria.
Al regreso, fueron contentos a darle la buena noticia al cura párroco. Este se
agarró la cabeza entre las manos y gritó un ¡¡¡Noooooooooooo!! que se escuchó en
Amanavén.
Habían dañado el antióxido dorado, carísimo, que cubría la estatua de la Virgen,
con un spray color bronce dejándola así, desnuda y desprovista, a la libre acción de la
intemperie. La ignorancia siempre es audaz…
Pero el problema se agravó, cuando el cura párroco, personalmente, pudo
contemplar el desastre cometido, pues la piedra de Castillito había sido pintarrajeada
con los nombres de las insignes autoras de tamaño despropósito, como si de una obra
de arte se tratara. Esto profundizó mayormente las malas relaciones con el clero.
Ante el fracaso de esta iniciativa en el campo religioso, el Dr. Atamel Dechá no
se desanimó. Consciente de que el pueblo es tradicionalmente adicto a ciertas
expresiones religiosas, algunas de ellas muy dudosas, el Dr. Atamel D. promovió, un
mes antes de las elecciones, una Promesa al Dr. José Gregorio Hernández. Esta
Promesa tradicional había comenzado varios años atrás, por la fe de una buena madre
que solicitaba la curación de su hijo enfermo.
El Dr. Atamel Dechá vió allí un filón propagandístico original. Mandó imprimir
unos afiches, con la foto del candidato más grande que la de José Gregorio Hernández,
y mandó colocar una pancarta en la entrada del puerto real, en la que se invitaba a
todos a hacer acto de presencia esa noche en la casa de la Fiesta. El lema de la
pancarta era: «Por amor a la fe». Estaría animada la promesa por Momy y su Banda y
otros artistas invitados.
Cuando los fieles e incautos creyentes llegaron a la casa de la Fiesta, la
encontraron empapelada con propaganda del candidato Pptero. Muy pronto se
percataron que la intención de la promesa, en lugar de la curación del hijo de la buena
madre, era una invitación para que el candidato del gobierno durara 4 años más.
A pesar de percatarse de la manipulación sacrílega, el público participó sin
remilgos de la alegría y el bonche, al que los atabapeños difícilmente renuncian.
Con estas y otras muchas iniciativas, el Dr. Atamel Dechá se ganó el bien
merecido prestigio de ser un hábil manipulador y maestro en el arte de mover
marionetas.
Las estrategias electorales de los últimos días de la campaña, no eran
originales. Eran las mismas que habían utilizado los más cercanos ancestros del actual
gobierno revolucionario. No podía ser de otra manera, pues el Dr. Atamel Dechá había
sido adecopeyano toda su vida.
Los días previos a la elección, se abría el chorro de los reales que estaban
retenidos para estos momentos importantes, pues las últimas impresiones son las que
más se graban. Aparecían motores, neveras, lavadoras, carretillas, material escolar,
visitas de Papá Noel a las comunidades repartiendo promesas a manos llenas,
asegurando que «ahora sí vamos a gobernar bien, porque ya aprendimos»... Todo era
un derroche de generosidad que buscaba sólo una respuesta: el voto.
La frontera entre la praxis «revolucionaria» de ahora y la de los
«adecopeyanos» en Atabapo, se hacía cada vez más borrosa, prácticamente
inexistente.
Después de un día de canícula, en donde el sol abrasador había hecho estragos
en plantas y animales, el Samán estaba con la clorofila baja y sus hojas, mustias y
lánguidas, se escondían unas debajo de otras.
La noche atabapeña, sin luz y sin luna, era un pequeño alivio para los vivientes a
pesar de que por la ausencia de brisa, los árboles de la Plaza parecían oscuras sombras
inmóviles, petrificadas.
Inavi llegó silbando, como haciéndose el loco e insensible ante aquella modorra
ambiental.
- No juegues con fuego, perro insomne – dijo el Samán a Inavi.
- Y ahora ¿qué pasó?...
- Anoche te observé en acciones antirrevolucionarias.
- ¿Yo?... ¿Qué hice ahora? – se extrañó Inavi.
- Te vi arrojando propaganda de madrugada. Tapizaste el suelo con papeles
delante de la alcaldía y de la casa de los Ppteros.
- ¿Y cómo supiste que era yo?
- Informaciones secretas… - dijo el Samán.
- De todas formas, tengo la conciencia limpia… – se excusó Inavi.
- Eso es lo que dicen todos… también los políticos. Cambiaste mucho, desde
que te fuiste a vivir a los Chimichimitos…
- Sigo siendo el mismo, pero me sacudí ciertas malas influencias…
- Recuerda que todo el que no esté de acuerdo con el poder, es
contrarrevolucionario… - insistió el Samán.
- Bueno, viejo, sí fui yo ¿y qué? Uno tiene derecho a cambiar de idea ¿no? - dijo
Inavi.
- Ese mismo argumento, es el que utilizaron muchos escuálidos que ahora
apoyan a la revolución.
- Pero a ellos les dieron contratos, biyuyos, a mí no me dieron nada. Yo cambié
de idea porque quise cambiar, porque me di cuenta que no es oro todo lo que reluce.
- Pero te estás metiendo en otro lío.
- ¿Cuál lío? – dijo Inavi.
- Pues que el otro día, se repartió por las casas una nota invitando a la
Peregrinación a la Virgen de Castillito. Observaron que tiene el mismo tipo de letra que
los panfletos. Están acusando al cura como el autor de esos panfletos.
- ¿Y qué tiene que ver el cura?... - dijo Inavi.
- Observaron que tiene el mismo tipo de letra que los panfletos.
- Hay que ser brutos… ese es el tipo de letra «arial black» que se encuentra en
todas las computadoras.
- Te digo todo esto, para que no se te ocurra descubrirme… - asomó el Samán.
- ¿Cómo? ¿descubrirte? ¿de qué?... - preguntó Inavi estupefacto.
- Esos papeles que tú repartiste están impresos aquí arriba.
- Viejo verde, me estás utilizando…
- ¿No me decías que uno puede cambiar? Pero no te delates demasiado. Corres
grave peligro. El Dr. Atamel empieza a sospechar de ti… Tienes que seguir en la
clandestinidad, como quintacolumnista.
- No te preocupes, viejo, nadie puede sospechar que entre tus ramas pueda
esconderse el laboratorio de toda esta guerra sucia – dijo Inavi.
- Pero otra vez, cuando botes los papeles, cuídate que no te vean ni Chuga, ni
Palomo ni Memín, tus socios del Parque. Son amigos tuyos pero son espías del
gobierno…
- No seas paranoico... Pero oye, no vayas a creer que porque lanzo esos
papeles, es porque he renunciado a mi conciencia revolucionaria - dijo Inavi.
- Sí, pero te estás aliando conmigo, como dices tú, representante de la derecha
más oligarca - ironizó el Samán.
- Yo estoy luchando contra las desviaciones de la revolución, contra los
traidores de los ideales revolucionarios. Esta alianza nuestra es sólamente de tipo
estratégico. No te hagas ilusiones - aclaró Inavi.
- ¿Qué diría Marx de todo esto?... - dijo el Samán.
- Lo único importante y lo más revolucionario es que no triunfe la «síntesis» murmuró Inavi mientras se dirigía a su casa.
- En lo único en que estamos de acuerdo - comentó el Samán - ... y ya es
bastante…
MORULONDO EN ATABAPO
El cielo descargaba su ira con gotas que, como dardos, granulaban la tersa
epidermis del río en un brote de explosivo acné.
Mientras el Samán y todos los árboles de la Plaza se refocilaban con el frescor
de la lluvia tan inesperada, los animales de dos y cuatro patas, se cobijaban debajo de
los estrechos aleros de las casas, esperando que escampara.
Inavi, delante del negocio «El Samán», esperaba también que el cielo se
desahogara. En ello estaba, cuando vio un escuálido perro que subía del puerto, con
cierto aire marcial y un poco perdido, pues era la primera vez que pisaba tierra
atabapeña. Pasó sin problemas delante de la alcabala de la G.N y, en el primer cruce de
calles, se mostró indeciso. A Inavi se le prendió el bombillo del recuerdo y reconoció al
cánido esquelético y marxista.
- ¡¡Morulondo!! – ladró con fuerza.
El can recién llegado volteó su picudo rostro hacia el lugar de donde salía la voz.
- ¡¡Inavi!! – ladró con entusiasmo mientras corría hacia él presuroso.
Después de los olisqueos de protocolo canino, Inavi contempló a su colega
desde el hocico a la cola.
- ¡Estás un poco desmejorado!... ¿Ya no pasa Mercal por Yavita? ¿Qué haces
por aquí?
- Labores de inteligencia – dijo Morulondo bajando un poco el tono de la voz y
mirando para todos lados, como temiendo que lo descubrieran.
- Con esa pinta despistas a cualquiera. Pareces la muerte en cuatro patas... Ven,
te brindaré algo.
Cruzaron la Plaza, pues ya empezaba a amainar el aguacero y se dirigieron a la
Panadería «San Fernando Rey». Sentados en el piso, mientras saboreaban un bocadillo
de chaimas, recordaron los momentos en que se conocieron.
- Te fuiste de Yavita de una manera poco cortés… – le reclamó Morulondo.
- Llevaba varios días de ayuno severo. La supervivencia, para un cacri, está por
encima de la ideología, hermano... Pero tú, aunque me insultaste feamente, no
perdonaste el pollo que se me cayó al subir al barco, ¿né?
- Tienes razón. La ideología y la supervivencia pueden convivir… – filosofó
Morulondo.
- Te has convertido en revisionista… ya no eres tan talibán, ¿abandonaste el
fanatismo?... Dime de una vez. ¿A qué viniste a Atabapo?
- Ya te lo dije, inteligencia militar…
- Échale ese cuentito a otro…Se pueden contar tus costillas. Eso no es un
disfraz… Estás «ladrando», como dicen los homínidos.
- No puedo fiarme de ti. Eres un contrarrevolucionario.
- Mira, marxista trasnochado, yo fui escuálido, luego fui revolucionario, y ahora
soy sólo un perro. Igual que tú. La revolución para muchos es sólo una camisa que se
pone y se quita. Dime la verdad, ¿te fugaste?
- No propiamente. Hubo un cambio de estrategia en el Frente 84 - disimuló
Morulondo.
- ¿Y en qué consiste? - dijo Inavi.
- ¿Oíste hablar de la Misión Identidad?...
- Naturalmente.
- ¿Vendrá por aquí próximamente?
- A cada rato está aquí. – sonrió Inavi – Este pueblo tiene las hembras más
paridoras de Venezuela...
- ¿Qué quieres decir? - dijo Morulondo.
- Atabapo tiene 5.000 habitantes de población real, pero si le sumamos los
fantasmas, llegamos a 10.000. Cada dos meses viene la Misión Identidad a sacarle
cédula a los recién nacidos para que puedan votar - explicó Inavi.
- Ave María, pues… ¿también votan los menores? - se admiró Marulondo,
pronunciando más las eses.
- ¿No entiendes? Los recién nacidos a la venezolanidad son los paisanos tuyos
que vienen hasta de Villavicencio para obtener la cédula venezolana.
- Precisamente, a eso vengo yo. El Frente 84 recibió una orden del Comisariato
Central de las FARC para que aprovechemos esa ganga y podamos asentarnos fácil en
Venezuela, sin problemas. Aquí formaríamos un frente estratégico clandestino - señaló
Morulondo.
- ¿Y se vinieron todos para acá? – preguntó Inavi todo preocupado.
- Aquí unos, en San Carlos otros, y en Maroa los demás. Aquí vinimos sólo un
grupo selecto para sacar también la Partida de Nacimiento.
- ¿Y la plata?...
- Ah pero, ¿hay que pagar?
- ¡Dúdalo! - respondió Inavi.
- A mí me dieron el dato que bastaba con apoyar al partido de gobierno.
- ¿A cuál partido de gobierno? ¿al nacional o al estadal? Porque estamos en un
pueblo original, único... Tenemos para todos los gustos. No es lo mismo estar con el
gobierno regional que con el gobierno estadal. Van juntos pero no revueltos...
- Eso es lo que espero de ti, que me apoyes con la logística - dijo Morulondo.
- Mira, para hacerte la Partida de Nacimiento, basta que digas que vas a votar
por los azulitos, pero después que te la hagan, para que te la den hay que bajarse de la
mula, como en todas partes...
- ¿Cuánto?
- 300.000 pesos de los tuyos.
- ¡¡Triple’ijuep… eso es mucho!! - exclamó Morulondo.
- Eso es lo que cuesta ahora nuestra nacionalidad, nuestra soberanía...
Tampoco es tanto, si tienes en cuenta que la inflación va en ascenso… la cotización del
dólar... el descenso del precio del petróleo...
- Lo pensaré… ¿dónde vives? - dijo Morulondo.
- Vamos… - dijo Inavi
Y ambos cacri tomaron la vía hacia la casa de Alberto en los Chimichimitos.
LOS CHAMANES CONTRATACAN
Después de varios días de intenso ir y venir, Inavi creyó que la investigación
sobre la planta se iba aclarando y avanzaba poco a poco, gracias a sus
descubrimientos. Fue por eso que acudió a la Plaza para intercambiar datos con el
viejo Samán.
- ¿Te acuerdas de lo que hablábamos el otro día sobre la pelea de los
chamanes? - expresó Inavi.
- Ajá… ¿Ya averiguaste algo?
- Algo interesante que reafirma mis sospechas.
- Habla, pues, no te hagas de rogar - presionó el Samán.
- Era de noche. Un aguacero terrible caía sobre el pueblo. Me dirigí a Cadafe y
desde lejos, divisé una gran humareda. Creí que estaban incendiando las plantas. Tú
sabes que en estos tiempos la población está bastante alterada. Me fui acercando con
el sigilo que a mí me caracteriza y… ¡oh maravilla! Encontré un grupo de 7 brujos
fumando tabaco a millón y ensalmando los alrededores de la sede de Cadafe. Iban de
un lado para otro de la cerca, moviendo acompasadamente las maracas… Adentro
estaba de guardia el cadafero Topito. Observaba los movimientos de los chamanes,
sentado en el chinchorro con un tubo de hierro al lado, por si se les ocurría asaltar la
sede.
- ¿Y eso es todo?...
- No. Falta lo más interesante. Me fui por la parte de atrás de la planta; tú sabes
que el río está alto en este tiempo y llega hasta Cadafe. Y… ¡oh maravilla! Confirmé mis
sospechas. ¿Sabes a quiénes encontré?
- ¿A quiénes? - preguntó el Samán.
- A tus vecinos - respondió Inavi
- ¿A Fadel?... - dijo el Samán.
- No.
- ¿A Álvaro?...
- No.
- ¿A la Policía?...
- Te faltan solamente unos - dijo Inavi
- ¿Los curas?... - preguntó el Samán.
- Exactamente. Allí me los encontré a los tres. ¿No te dije que era una pelea
entre chamanes?
- Te pasaste.... Creo que estás exagerando, perrito… - sonrió el Samán.
- Así como te lo cuento. En la oscuridad, vi que se acercaba por detrás de
Cadafe una curiara. Me acerqué más a la orilla y los pude ver perfectamente.
- ¿Qué hacían? - preguntó ansioso el Samán.
- Se iban pasando uno al otro unos globos llenos de agua bendita, bombas de
esas con las que los chamos juegan a carnaval.
- ¿Y cómo sabes que era agua bendita? – preguntó curioso el Samán.
- Muy sencillo. Uno llenaba las bombas con agua, el otro las bendecía, y el
último, el más joven, las lanzaba con fuerza contra la planta.
- Te pasaste de embustero - dijo el Samán.
- Palabra de perro, que es verdad, viejo verde. Yo sabía que aquí había una
lucha de fuerzas espirituales. ¿Cómo te explicas lo del ciclo?...
- ¿Cuál ciclo? – preguntó Samán.
- ¡Cónchale! Eres el único en Atabapo que no conoce el ciclo. ¿No te das cuenta
que un día se le van los filtros a la planta? - dijo Inavi.
- Sí.
- ¡Eso es un bombazo de agua bendita!
- Pero después lo arreglan - aseveró el Samán.
- ¡Sí, porque los otros chamanes se fuman 10 tabacos cada uno!...
- ¡Pobrecitos! - se compadeció el Samán.
- ¿Le falló el aceite? Ese es otro bombazo. Y los otros chamanes, fuma que
fuma. ¿Se le bloqueó la tarjeta?...es otro bombazo Y los otros chamanes… fuma que
fuma. Otro bombazo de agua bendita y se le dañó el turbo. Otro bombazo...
- ¿Y los otros chamanes? ¿No tienen fuerza?...
- No dan abasto, porque tirar bombas de agua bendita es mucho más fácil que
fumarse un tabaco de esos grandotes…
- ¿Y cuando falla el gasoil? – preguntó Samán.
- Bueno, ahí no entran los chamanes; eso es porque lo venden los cadaferos… dijo Inavi
- ¡¡Chasí no..!! - sonrió el Samán.
- Ahora puedes encontrarle sentido a aquellas palabras de L. Casulla, la noche
de la inauguración de la Planta: «…Seguro que algunos están rezando para que se
apague…» Pero lo que más llamó la atención fue la razón profunda que adujo de por
qué las plantas de Atabapo se dañaban tan pronto… Dijo que iba a traer unos
chamanes para contrarrestar a los brujos de por aquí... «Y es que las brujean
demasiado…»
- Sí, eso lo escuché también yo...Y efectivamente, cuando llegó la planta nueva,
trajo a los chamanes de palacio para que la ensalmaran…
- ¿No te conté lo que pasó esa tarde? - preguntó Inavi.
- Nada... - respondió el Samán.- Llegaron los chamanes con su jefa y pidieron
entrar al galpón de las plantas para ensalmarlas. Estaba de guardia Noño el cadafero.
Este tenía un tono espectacular en un celular. Lo escondió detrás de una de las plantas
y se fue para la oficina.
Cuando empezaban a brujear, lanzando esconjuros, un horrible y espeluznante
maullido cortó en seco los cantos y el sonar de las maracas:
- ¡¡¡¡ Miaaaaaauuuuuuuu!!!!!
- ¡¡¡Ahí tán!!!... - gritó la jefa - ¡¡¡Ahí tán!!!...
Los brujos continuaron su trabajo bailando con su paso «patrás y palante»,
mientras el Noño hacía repicar a cada rato el maullido satánico:
- ¡¡¡ Miaaaaaauuuuuuuu!!!! ¡¡¡ Miaaaaaauuuuuuuu!!!!
- ¡¡¡Ahí tán!!!...¡¡¡Por allá!!!... ¡¡¡Por allá!!!... Cuando el Noño, muerto de la risa,
se cansó de llamar al celular, el grupo de chamanes salió satisfecho porque habían
logrado acallar a los diablos que tenían brujeada la Planta.
- Pero pa nada, porque siguió fallando… - dijo el Samán.
- Es que los brujos atabapeños son demasiado bravos…
Dicho esto, Inavi arqueó su cuerpo de una forma espectacular para su edad,
logrando rascarse la nalga izquierda con los dientes. Las pulgas estaban de fiesta.
SAMAN, INAVI Y MORULONDO…
Ya de noche, después de un largo periplo por las principales barriadas de
Atabapo, Inavi invitó a Morulondo a sentarse un rato debajo del Samán de la Plaza.
Para variar, como siempre, no había luz en ese sector.
- ¿Qué?... ¿Encontraste pareja? – dijo el Samán.
- ¡¡Oye, impotente sexual, morboso y mal pensado, que es un macho…!! –
protestó Inavi.
- Bueno, pero es que… como hoy día se ve de todo…
-¿No me lo presentas? - simuló el Samán un tono amanerado.
Morulondo se había apartado a orinar a los pies de la única palmera de
chiquichique que quedaba en la Plaza. Además, como él no gozaba del «usendú pa»
(«el que escucha todo»), no percibía el lenguaje de las plantas.
- Es Morulondo, un amigo que conocí en mi exilio por el Guainía. Viene a
sacarse la Cédula de Identidad.
- ¿A esa edad? Seguro que es colombiano…
- ¿Y qué tienes tú contra los paisanos?
- Nada. Contra ellos nada. No tiene culpa el ciego sino el que le da el garrote… dijo el Samán.
- ¿Qué opinas sobre la Misión Identidad? - preguntó Inavi.
- La Misión Identidad como muchas otras cosas, por lo que yo sé, nació con
buenas intenciones. Antes, en lo que tú llamas Cuarta República, para sacar la Cédula
los homínidos, los perros y las ratas, (porque hay de todo), tenían que hacer largas
colas, ir a Puerto Ayacucho y pasar varios días perdiendo tiempo y real. Ahora, se
puede sacar aquí mismo y te la dan inmediatamente. Pero estas buenas intenciones se
fueron puteando mucho, sobre todo en las fronteras. Lo que está sucediendo ahora es
una porquería, una falta de respeto a la nacionalidad, un atentado contra la soberanía.
- No exageres, yo lo veo calidad, si algo tiene este gobierno es la defensa
irrestricta de la soberanía - dijo Inavi.
- De boquilla, amigo, en los discursos. Todos los días oyes cacarear sobre los
peligros que representa para el país el imperio gringo, mientras aquí abajo se vende la
soberanía por cuatro lochas todos los días.
- No seas exagerado, viejo frustrado - dijo Inavi.
- Vas a ver en las elecciones. Cada candidato trae bongos de «venezolanos»
importados del otro lado del río...
- Es que tú tienes una formación reaccionaria por esencia, no comprendes que
América es una, es «Abya yala», la «patria grande», nuestra «pacha mama», todos
somos hermanos…
- Sí, perrito inocente, vete a Brasil o a Colombia o a otra parte de América, a ver
si te regalan la cédula como aquí… Son unos «vende patria», unos mercaderes del
voto…
- Bueno, viejo tronco, voy a seguir enseñándole el pueblo al paisano. Trataré de
orientarlo. Hasta pronto – se despidió Inavi.
Cuando se fue Inavi, el Samán le dijo a los árboles compañeros de Plaza:
- ¿Han escuchado?
- «Estás perdiendo el tiempo…» - canturreó con voz de barítono, el enorme
camoruco que está frente a la Iglesia.
- «Pensando…pensando…» - le contestó con armónica polifonía el coro de las
otras matas de la Plaza.
MORULONDO, VENEZOLANO POR NACIMIENTO
Se acercaba el tiempo de las elecciones regionales. El movimiento del pueblo
crecía día a día. En el puerto se agolpaban los bongos, los negocios estaban llenos de
indígenas de las comunidades. Algunos miraban y otros compraban. Los comandos de
campaña de los candidatos más fuertes, estaban rodeados de gente que esperaba la
ayuda diaria para permanecer hasta el día de la votación. El pueblo era un bullir
continuo.
La hospitalidad es una característica de los pueblos indígenas. Donde caben
tres, pueden caber tres más. Las casas estaban a rebosar. Se comía en el parque, en los
bancos de la Plaza, en las aceras, en el puerto, cualquier lugar era útil para acampar
familias enteras que se sienten atraídas, no tanto por ejercer el sagrado deber
ciudadano del voto, sino por todo lo que rodeaba a ese sagrado deber.
Los políticos visitaban infaliblemente las comunidades indígenas con todo el
fervor apostólico en este tiempo de elecciones.
..............................
Después de recorrer el pueblo y revisar dónde se encontraban las mayores
probabilidades de contribuir con la supervivencia diaria, Inavi se acercó a la Plaza y se
sentó a los pies del Samán.
- Y tu amigo, ¿sacó la Cédula? - preguntó el Samán
- Rapidito… - dijo Inavi – y pronto va a tener también la Partida de Nacimiento
original…
- Y seguro que tú eres el alcahuete… Todo está podrido… - masculló el Samán
agitando algunas ramas.
- Cálmate, viejito, yo hice bastante al convencerle que dejara la guerrilla señaló Inavi.
- ¡Cómo! ¿Es un guerrillero? ¡Lo que faltaba! - el Samán se alborotó moviendo
fuertemente otras ramas.
- ¡Era guerrillero!... Ya tiene todo listo para acogerse a la vida civil. Lugar de
nacimiento: Macuruco. Fecha de nacimiento, bueno… se quitó algunos años…
- Y seguro que al preguntarle por la etnia dijo que era extraterrestre... - sonrió
el Samán
- No... Dijo que era una planta del siglo XIX, con antepasados oligarcas - ironizó
Inavi.
- ¿Y los 300.000 pesos?
- Aún no los tenemos. ¿Tienes alguna idea? - preguntó Inavi.
- Sí. Entrégalo al ejército colombiano en Inírida y tendrás una abundante
recompensa…
- ¡Árbol sin corazón!¡Insensible!¡Yo soy amigo de mis amigos!... – ladró bravo
Inavi.
- Era una broma, perrito… - dijo riéndose el Samán
- Y ¿dónde está Morulondo? ¿qué hace? Hace tiempo que no lo veo por aquí.
- Se enamoró de una jebita bonita en la casa de Guayuco. Están trabajando los
dos, de guachimanes, en la venta de verduras… Me voy. Tengo que conseguirle los
biyuyos a Morulondo.
- Te va a ser fácil ahorita en las elecciones… Seguro que tu amigo el Dr. Atamel
te los consigue si vas a desfilar de azulito el día del cierre de campaña. - dijo
satíricamente el Samán - pero... ¿Estás seguro que tu amigo Morulondo ya se olvidó de
la guerrilla?...
- No. Ahora es cuando... Está entrenando un frente guerrillero de puro cacri.
- ¿En dónde? - preguntó el Samán.
- Secreto de estado... - se excusó Inavi.
Y tomó el camino para su casa, dejando al Samán picado por la curiosidad.
REFLEXIONES ELECTORALES
Un día cualquiera de Noviembre 2008.
Las estrategias se estaban afinando en todas las toldas políticas. Se aproximaba
el cierre de las campañas.
Inavi se pasó todo el día en el puerto contemplando el ir y venir de bongos. Ese
día, dos facciones políticas concluían la campaña.
Al atardecer, con toda la Plaza iluminada, Inavi se dirigió a reposar entre las
raíces del añoso Samán. La luz eléctrica estaba funcionando con regularidad desde
hacía semana y media. Los cadaferos conectaron dos plantas en paralelo y
solucionaron el problema de la luz. Cuando terminen las elecciones, Dios dirá.
- Te veo un poco cansado, perro pulgoso - dijo el Samán.
- No, precisamente - respondió Inavi - estuve sentado casi todo el día.
- ¿Y tu amigo Morulondo?
- Por ahí anda vestido de rojo-rojito - respondió Inavi.
- ¿Ya pagó los 300.000 pesos? - preguntó el Samán.
- Nada... Se puso la franela azul, desfiló 3 veces y le sacaron la partida
rápidamente.
- ¿Y ahora es rojo-rojito? ¡Qué rápido se adaptó a las costumbres políticas
atabapeñas!...
- ¿Sabes una cosa, viejo? - comentó Inavi - Estoy pensando en lo que me decías
hace unos meses. La revolución pretendió cambiar todas las cosas para dejarlo todo
igual.
- Te lo digo yo que vi pasar centenares de revoluciones por debajo de mis
ramas, pero ¿qué pasó? - dijo el Samán.
- Hoy me pasé toda la mañana en el puerto. En una esquina, allá junto a la
piedra, un comando de recepción ondeaba una gran bandera, aclamaba y aplaudía a
toda embarcación que se acercaba. En la Punta, otro candidato hacía lo mismo. Los
indígenas eran recibidos como héroes, les servían agua fría de una cava y, con gran
delicadeza, los llevaban hacia el camión que los transportaría hasta el comando de
campaña.
- A esos indígenas, antier mismito ni les paraban, pasaban de largo y se hacían
los locos si les preguntaban algo. Y el día después de las elecciones, pasará lo mismo,
«si te he visto, no me acuerdo»... y los dejarán a la buena de Dios... - comentó el
Samán.
- Al mismo tiempo, - continuó Inavi - un grupo de unos 15 indígenas hacían de
caleteros transportando pacas de arroz y otras mercancías desde un barco hasta el
almacén de un comercio. El indígena por un lado, era recibido como un héroe porque
hoy les interesaba, y por el otro lado era explotado o se aprovechaban de su
necesidad. Todo sigue igual...
- ¿Recuerdas tus años de adecopeyano? - dijo con ironía el Samán - Se hacía
perfectamente lo mismito. Un gobernador, ya no me acuerdo cuál, dijo que «en
Amazonas, el que tenía a los indios ganaba las elecciones»... Y como dice un libro que
leí hace años, la competencia política dio origen a dos imágenes contradictorias y
opuestas de los indígenas:
Por un lado, son vistos y se les considera como personas ingenuas e ignorantes,
cuyos votos se pueden comprar a cambio de dinero, comida, plantas eléctricas,
gasolina y otros artículos...
Por otro lado, son considerados como poco confiables, incapaces de demostrar
y mantener sus lealtades políticas ya que cambian sus opiniones, de acuerdo a las
cambiantes circunstancias políticas e intereses económicos... Y eso no es tan así... el
indígena es mamador de gallo. Tiene sutes a los candidatos. Estos los visitan en sus
comunidades, les hablan, les prometen y ellos dicen siempre lo que los candidatos
quieren oír, no lo que piensan en realidad. Le dicen que sí, que ahora van a votar por
él, que el otro les engañó... Y así cada candidato que pasa por las comunidades cree
que tiene los votos amarrados... Por eso todos ellos se consideran ganadores. Están
seguros que van a votar por ellos.
- Por eso en Atabapo no hubo manera de que se unieran - comentó Inavi.
- Naturalmente. Todos se consideraban ganadores. El indígena hace la guerra
por su cuenta, calcula muy bien sus pasos y sabe engañar a sus engañadores - concluyó
el Samán.
- Pero en lo que dices tú, hay una gran contradicción - señaló Inavi.
- ¿Cuál? - preguntó el Samán.
- Tú dices que los indígenas «son vistos» o «considerados», pero ¿por quiénes?
¿quiénes los manipulan? Por ellos mismos. Por otros indígenas como ellos, que son de
aquí, que ahora son gobernadores, alcaldes, candidatos, diputados, concejales, jefes
de campaña, animadores, promotores electorales etc... Son indígenas banibas,
curripacos o mezclados, que se distinguen de los otros sólo, en que han estudiado o
han sacado un título en la UCV, EUS, en la UPEL... o dónde sea... ¿Para qué
estudiaron?... ¿Para manipular a sus hermanos? ¿Para engañarlos?¿Para aprovecharse
de ellos?...
- Buena tu observación.- respondió el Samán - No había caído en la cuenta.
Ellos mismos, al creer eso de los indígenas, se están echando tierra encima. Que esto
lo dijera un criollo o un advenedizo sería grave, pero es mucho más grave que esto lo
digan y lo hagan los mismos indígenas, pues quiere decir que su autoestima está por el
suelo, no existe. Una de dos, o ellos ya no se consideran indígenas, o son indígenas
sólo cuando les interesa... Verás que el día de las elecciones los recibirán como las
estrellas del show, comida y ron abundante..., los recogerán, y los enchiquerarán para
decirles cómo y por quién votar... y después, al día siguiente, el indígena despertará
del sueño para enfrentarse otra vez a la realidad amarga de cada día...
- Y yo que creí que las cosas iban a cambiar en Amazonas... - dijo desilusionado
Inavi.
- Tú siempre fuiste un idealista romántico - dijo el Samán - siempre te olvidas
de la lección de la «síntesis», no te acostumbras a ver lo que está escondido detrás de
la realidad que se ve. ¿No te das cuenta que detrás de un ejército de bobos
«idealistas», hay un cogollito que mueve los hilos y se aprovecha de todo lo que está
en juego? ¿Cómo crees que se financian estas campañas largas y costosas? ¿Quién
compra la gasolina o da la orden para comprarla? ¿Quién maneja la logística? Ése es el
que maneja el billete... De la noche a la mañana aparecieron en Atabapo, de la nada,
unos camiones nuevos y un gran lote de motos... ¿De quién serán? Pregúntale a tu
amigo el Dr. Atamel Dechá. Tiene varios ases bajo la manga. Si gana su gallo, tu antiguo
amo se forrará...
- ¿ Más aún?... - comentó Inavi.
Inavi se recostó desanimado y cerró los ojos. Al rato, alzó su cabeza y le dijo al
Samán:
- Tenías razón cuando dijiste que el indígena no es bobo y aprendió a
defenderse y a reírse de los candidatos. Esta mañana seguí a un pariente que iba
pasando debajo de tus ramas.
Era un pariente bien vestido, con camisa de manga larga de colores chillones y
unos lentes oscuros que le daban cierto aire de intelectualidad. Subía del puerto con
una carpeta de manila bajo el brazo y un elegante maletín negro en su mano izquierda.
Ese pariente tiene una estrategia muy bien armada - continuó Inavi - Había hablado ya
con cada uno de los seis candidatos y les planteó el negocio. Les dijo a cada uno que él
tenía 68 votos seguros y bien amarrados en su comunidad. Preparó una carpeta con la
propuesta y la presentó con todos los detalles bien especificados para el día de las
elecciones:
- Comunidad Indígena: «X»
- Total de Votantes: 68.
- Votantes que votan en el «Junín»: 22.
- Los acompaña Rodrigo Márquez.
- Votantes que lo hacen en el «Gumilla»: 46.
- Los acompaña: María Pérez.
- Hora de llegada: 5 am.
- Lugar de llegada, casa de Perucho M.
- Hora de la reunión: 10,00 am.
- Hora de la comida: 12,30 pm. etc.
- Traslado a la Comunidad: 10 am. del día siguiente.
- Logística indispensable: 3 tambores de gasolina.
- Un informe preciso, de una claridad cartesiana. Calidad... como dicen los
chamos. Muy concreto - dijo el Samán.
- Lo más concreto es que, a cada candidato le tenía preparada una carpeta
semejante. El pariente ya recogió 3 tambores por candidato: 15 tambores en total.
- Avispao el bichito... - dijo el Samán.
- El día de las elecciones dejará a 4 candidatos con los crespos hechos,
esperando los 60 votos asegurados y con la comida lista... - explicó Inavi.
- Irán a votar por otro... - dijo el Samán.
- El está calibrando ahorita, cuál de los 5 candidatos tiene más chance de ganar,
y después se anotará a gana-dor...
- Calidad...Muy bueno... La manipulación a los indígenas fue respondida con la
manipulación a los candidatos. Un buen mecanismo de defensa... Lo que es bueno
para el pavo, lo es también para la pava... - concluyó el Samán.
LA HORA DE LA VERDAD
Faltaban 5 días para las elecciones. Todos los partidos habían medido sus
fuerzas en cierres de campaña, en marchas, mítines y bonches. Es difícil hacer números
o encuestas en Atabapo. A pesar de la polarización de fuerzas, la idiosincrasia política
atabapeña no suele comulgar mucho con una fidelidad y coherencia a toda prueba. En
todas las toldas o candidaturas se encuentran repartidos miembros de cada familia.
Así, en caso de que gane éste u otro candidato, nadie pierde.
En las marchas de los azules se verá un número de ruidosos mototaxis
uniformados con las franelas de ese color ritual. Ese mismo número de mototaxis,
serán los que acompañarán al candidato rojo, blanco o amarillo el día de sus
respectivas marchas. Y en todas ellas, un buen número de niños, niñas y adolescentes
no votantes, harán número en el desfile con banderitas y globos, sin que la Lopna
tenga nada que decir.
Los mítines de cierre de campaña son una perfecta copia de los tan criticados
mítines electorales de la denostada IVª República: «ron pa toel mundo»... exceptuando
un candidato que mantuvo su personalidad... Se escucharon discursos de una
profundidad tal, que movían las fibras más tiernas del corazón. Como el pronunciado
por una ilustre dama que delante del micrófono, dijo emocionada, «Yo no voy a decir
más nada... sólo sé que el 24 de noviembre, vamos a ganar y todos vamos a chupar...».
Muy explícita.
El Dr. Atamel Dechá, con la sonrisa de oreja a oreja, escuchaba boquiabierto el
discurso del L. Guarulla en el cierre de campaña, de quien no se separaba un solo
instante. El gobernador avaló la labor realizada por el alcalde azulito en estos 4 años y
se comprometió a terminar la «única» obra que no se había llevado a cabo: el estadio
de futbol... Naturalmente, no dio explicación del por qué no se había llevado a cabo, ni
qué se hicieron los reales...
Los días previos a las elecciones, la población de los caseríos cercanos de
Colombia y Venezuela se trasladaron casi en su totalidad a San Fernando.
Deambulaban por las calles y se les veía sentados en la Plaza y en las aceras de las
calles, esperando que le dieran algo para comer. Como los antiguos encomenderos de
la Colonia, hoy cada candidato tiene «sus» indios, «sus» comunidades, y los cuidan con
particular celo, hasta el momento de la votación. Después, que cada palo aguante su
vela...
...............................
- ¿Qué pasó? Te veo un poco nervioso. ¿Es por las elecciones? - saludó el
Samán.
- Nada... - disimuló Inavi, que sí denotaba cierta intranquilidad.
- Tu corazoncito está en un problema. Sigues esperando que la revolución rojita
triunfe. Te diré que a mí, los números no me dan.
- Están prohibidas las encuestas desde ayer – protestó Inavi.
- Pero yo no hago encuestas, cacri ñángara, yo sólamente uso la lógica - razonó
el Samán - Hay dos grupos diferenciados en el pueblo que podrían competir para ganar
las elecciones... si un grupo va unido, y el otro va dividido en 5 toletes, ¿quién tendrá la
victoria en la mano?
- En Atabapo la lógica no existe, me lo dijiste siempre, viejo troglodita. Todo
puede pasar, aquí todo puede suceder; más bien, aquí suele pasar lo que en otras
partes no pasa... - respondió Inavi - Si echas una moneda al aire, aquí en Atabapo
seguro que cae de canto, ¿no fuiste el que me dijo eso?
- En eso tienes razón. Pero si quieres, jugamos algo - insinuó el Samán.
- ¡Atabapeño al fin!... - dijo Inavi - ¿Qué apostamos?
- Muy sencillo. Si ganan los rojitos, yo me hago revolucionario. Mis hojas serán
rojas en vez de verdes, me calaré todas las cadenas del Chá por internet vegetal y
todas las mañanas gritaré: «Patria, Socialismo o muerte». Y si pierden, tú te
convertirás en escuálido y oligarca capitalista y estarás condenado a ver Globovisión
día y noche...
Inavi se quedó en silencio, se rascó con calma la oreja izquierda con la pezuña y
se acercó a la mata de fibra para orinar.
- ¡Qué!... ¿Te entró culillo?... - sonrió el Samán.
- Cuando tú estás tan seguro, quiere decir que estás tramando algo... ¿no
estarás de acuerdo con «Súmate»?... ¿o envenenaron algunas máquinas de
votación?...
- No, simplemente puras deducciones... los compinches tuyos se están
mordiendo entre ellos... - insinuó el Samán.
- Son problemitas endógenos - respondió Inavi.
- Endógenos y exógenos, perrito... No se fían ni de su sombra... todos se ven
como posibles ladrones y aprovechadores de los recursos asignados, sobre todo de la
gasolina... Se ven perdidos y andan desesperados... saben que no pueden ganar - dijo
el Samán.
- Tú siempre de profeta del desastre... comentó Inavi.
- Mira, impenitente izquierdoso. Mañana a las 8 pm., acércate por tu Comando
de Campaña. Hazte el loco, activa el «Usendú pa» y trata de oír todo lo que se va a
decir en esa importantísima reunión.
- Allá estaré sin falta. - concluyó Inavi, dio media vuelta y, después de estirarse,
cruzó la Plaza con dirección a la casa de Alberto en los Chimichimitos.
Se acercaba el día esperado de las elecciones. La atmósfera se caldeaba, pero
no sólo a causa de la canícula veranera.
El término del tiempo permitido para aunar voluntades y unificar las
candidaturas había expirado. Esa noche, a las 8 pm se llevaría a cabo una reunión
insólita, histórica, que rompería todas las expectativas y causaría terror y avergonzaría
al mismísimo Chá, si tuviera conocimiento de que se iba a producir.
El partido rojo-rojito, revolucionario por excelencia, los guardianes de la
revolución atabapeña, presidido por el candidato rojizo, que hasta hacía pocos meses
era azul-azulito, se reuniría a puertas cerradas con el candidato de los adecos y su
comité. A las 8 y 20 apareció el candidato escuálido, sólo, sin acompañantes.
..................................
A altas horas de la noche, Inavi se sentó a los pies del Samán.
- Estoy desmoralizado - dijo Inavi.
- ¡Animo, perrito!... ¿qué pasó?... - preguntó el Samán.
- Nunca creí que llegarían a ese extremo...
- La política es dinámica y cambiante, ¿no te acuerdas? ¿No estará metida la
mano del Dr. Atamel Dechá? - dijo el Samán con sorna.
- No me extrañaría nada. El partido de la revolución haciendo pactos con los
adecos. Esto es lo último... - dijo Inavi - Un pacto «contra natura».
- ¿Qué dijeron? - preguntó el Samán, curioso de conocer todos los detalles.
- Convocaron una reunión con el candidato adeco para hacerle unas propuestas
- dijo Inavi.
- ¿Indecorosas?...
- Más bien asquerosas para nosotros los revolucionarios... le dijeron que le
pagarían todos sus gastos de campaña, si votaban por ellos - expresó Inavi.
- ¿Y qué respondió el adeco?
- Lo normal... Ya era demasiado tarde. El plazo para las uniones ya había
expirado.
- Pero, ¿tan mal están que tienen que pactar con los adecos? - dijo el Samán.
- Después de las marchas se dieron cuenta que ninguno de los dos podía ganar.
A ambos les faltaban votos. Pero hubo más aún...
- ¿Más?
- Le ofrecieron la mitad del poder político de la Alcaldía, si ganaban - dijo Inavi.Allí estaban todos, el candidato, el jefe de campaña, el comité dirigente, limosneando
los votos del candidato adeco...
- Perrito, te doy mi más sentido pésame. Tus ideales recibieron una puñalada
trapera, un golpe mortal.
- Nunca pensé que iban a caer tan bajo - lamentó Inavi.
- Aquí te queda demostrado lo que decíamos desde hace tiempo. La revolución
no cambió nada. Es sólamente un nombre, una palabra. Son los mismos perros con
distintos collares. Los de la Vª y los de la IVª se avienen a las mismas formas, a los
mismos trapicheos, porque la revolución se quedó sólo a nivel epidérmico, superficial;
la mentalidad adeca sigue igualita...
Inavi, se levantó cabizbajo. Ya se iba para la casa, pero el Samán le preguntó:
- Ya sé donde está Morulondo...
- ¡¡Aché!!... - se volvió Inavi.
- No te olvides que todas las plantas tenemos conexión intervegetal... Está en
un claro de la selva entre La Pereza y la CVG.... Va a venir flaquiiito...
- Es su problema - dijo Inavi con ganas de irse.
- Espera. Se la pasan marchando en hilera, se echan a tierra, brincan pozos etc.
y después todos juntos, levantan la pezuña izquierda y ladran: «¡Guaaaau! ¡Guau!
¡Guauuu!». Tambien hacen el mismo ladrido cuando se levantan y cuando van a
acostarse. Traduce, ¿qué es lo que dicen?
- El primer ¡Guaaaaü! se pronuncia con una «a» alveopalatal y la «ü» tiene
diéresis, quiere decir que es cerrada.
- ¿Y significa?... - preguntó el Samán.
- «Socialismo» - respondió Inavi.
- ¿Y el segundo ¡Guau!?
- Es con la «a» glotolingual, mientras que la «u» final es muda...
- ¿Y significa?...
- «Patria» - contestó Inavi
- Ya sé. El otro ¡Guau! significa «muerte»...
- Te pelaste, sabiondo, significa «hueso», «papa», «pollo», «comida»... respondió Inavi.
- Hmmm... socialismo realista del siglo XXI... interesante tu amigo Morulondo...
- comentó el Samán.
A pesar de la luz diáfana de la Plaza, Inavi, recor-dando la asquerosa reunión
entre revolucionarios y adecos, se dirigió a los Chimichimitos con el alma nadando en
la oscuridad.
...................................
El viernes por la mañana se instalaron las mesas electorales en el Liceo Gumilla
y en la E.B. Junín. Inavi fue nombrado testigo de una mesa. En el momento de prueba
de las máquinas, los representantes de cada partido observaron que el miembro del
CNE local probó todas las tarjetas, pero no pulsó la del PSUV. El representante de esta
tolda protestó:
- Mira, la del PSUV no la pulsaste.
- No hace falta, esa ya está impresa en todas las papeletas - respondió Inavi,
mientras salía del salón muerto de risa.
La noche previa a las elecciones se supo la triste noticia que pudo terminar en
tragedia, de que una voladora, con uno de los candidatos y varias personas a bordo,
chocó contra una roca en el Orinoco. Se perdió todo pero, gracias a Dios, no hubo
desgracias personales. Se está averiguando a fondo, si fue un choque accidental o si en
cambio fue un atentado provocado por algún infiltrado...
En esa misma noche, un comando de rojos-rojitos dañaron las propagandas del
candidato adeco por todo el pueblo, posiblemente en represalia por no haber querido
ceder al arreglo o chantaje que le habían propuesto.
También las paredes de la Escuela B. Junín, que era un centro electoral,
custodiado por la G.N. aparecieron pintadas con propaganda del PSUV. Se hizo la
denuncia ante las autoridades del CNE, pero como siempre, las leyes están hechas sólo
para ser violadas. Fuentes confidenciales señalaron que el cura les hizo la cruz, y...
«que se olvidaran de ganar».
El clima electoral de Atabapo en los últimos días, estuvo cruzado nuevamente
por fuerzas espirituales en pugna.
Como con la famosa planta de L. Guarulla, la tolda del Dr. Atamel Dechá trajo
brujos de Brasil, de Río Negro, de Colombia. Pero esta vez, no hubo uniformidad de
opiniones sobre hacia dónde se inclinaría la balanza de la victoria. Los chamanes de
Colombia le dijeron al Dr. Atamel que lo que veían era puro color «azul». Los de Río
Negro, veían puro «rojo-rojito» y los de Brasil en cambio, todo lo veían «blanquito»...
Estos resultados chamánicos pusieron en alerta al Dr. Atamel D. que en secreto
mandó confeccionar inmediatamente varias franelas con los tres colores, azul, blanco y
rojo con los nombres de sus respectivos candidatos. Las tenía bien guardadas en un
baúl de su casa. Ganara quien ganara, él se uniría al carro del vencedor. La astucia del
Dr. Atamel siempre picaba adelante de los acontecimientos...
Pocas horas antes de las elecciones, se supo que el grupo electoral MERAP,
(famoso por unirse en todas las elecciones al candidato que se vislumbraba como
ganador), anunció que definitivamente en Atabapo, le daría sus únicos dos votos al
candidato azul. Este fue otro triunfo del Dr. Atamel Dechá que logró convencerlos a
última hora, a cambio de un misterioso cambalache.
RESULTADOS
El radiante amanecer del 23 de Noviembre 2008 fue perturbado por el correcorre de todo el parque automotor disponible en San Fernando: camiones,
camionetas, carruchas, motos, bicicletas...
Miembros de mesa, testigos, representantes y encargados de la logística de los
diversos partidos, se hicieron presentes y dispuestos a un arduo trabajo desde
tempranas horas.
Era un domingo único en Atabapo. El despertar dominical ordinario suele
perturbarse con las campanas de la Iglesia para la misa de nueve. Campanas que sirven
solamente para darse la vuelta y seguir durmiendo, después de tan ajetreado y movido
fin de semana.
En este domingo electoral, a causa de la ley seca del fin de semana, la gente
madrugó insólitamente. Los centros electorales, luego de unos primeros momentos de
tímidas colas, se colmaron con gran afluencia de votantes.
Los resultados estaban cantados. No hacía falta ser un gran matemático ni
politólogo, para saber que la probabilidad mayor de victoria la tenía el candidato azul.
Todo ello debido a la agalludez de todos y cada uno de los otros candidatos.
A media tarde ya empezaron a circular números y cuentas sobre las mesas. La
votación estuvo muy ajustada, por eso nadie quiso echar las campanas al vuelo. Fue
una victoria mustia, sin alegría, sin alboroto, sin discursos ni cantos de victoria,... La
caravana se formó el lunes, pero ya se había perdido la motivación. Fue una victoria
pírrica, pero victoria al fin. Los rojo-rojitos, a pesar de la derrota, festejaron y
celebraron toda la noche. ¿Celebraban su victoria a nivel nacional?
Algo se estuvo fraguando en esa tranquila noche.
Por la mañana muy temprano, una rokola rodante recorrió todas las calles del
pueblo, anunciando proclamas de AD, atribuyéndole la victoria al candidato adeco e
invitando al pueblo a no aceptar el resultado de los comicios, pues el fraude era
manifiesto.
En el pueblo ganó el candidato adeco por estrecho margen, pero se supo que
los 31 votos con los que al final lo relegaban a la segunda posición, procedían de una
comunidad del Orinoco, en donde, al parecer se cometieron varios ilícitos electorales
Para muchos había una contradicción en las elecciones municipales. No era justo que
los votos de una comunidad de menos de 100 votantes o aquellos que, viviendo en
Puerto Ayacucho, venían al pueblo sólo a depositar su voto mercenario, pero que no
vivieron las penurias ni sufrieron el desgobierno y mala administración de la población
atabapeña, fueran ellos los que decidieran el nombramiento de la autoridad de esa
población.
A media mañana, los toldos montados en la Plaza Bolívar para el acto de
proclamación del nuevo alcalde empezaron a llenarse de camisas azules. Las hileras de
sillas de los invitados se colmaron con rapidez. El Dr. Atamel, como siempre, a su
derecha. A continuación, la Junta Electoral Municipal hizo su solemne entrada e inició
el acto.
Esa debió de ser la señal para que un grupo numeroso de pueblo, con una gran
bandera blanca y a gritos de «¡AD! ¡AD! ¡AD!» irrumpiera en la Plaza por el lado sur y
se acercara a los toldos. Una hilera de guardias nacionales hizo una tímida barrera
frente al grupo. No fue suficiente. Cuando se iba a leer el acta de proclamación del
Alcalde, el grupo de protestatarios corrió hacia los toldos y en una gran confusión de
gritos y carreras, los toldos se vinieron abajo y, todas las autoridades se dirigieron a
toda prisa hacia el Comando de la G.N. Hubo puños, porrazos, insultos y
provocaciones. Los azules se dispersaron y fueron a celebrar a las afueras del pueblo
en el Night-Club de Papo, dejando a la deriva a la Presidenta del CNE municipal.
La megafonía rodante adeca arengaba al pueblo a la insurrección y al rechazo al
nombramiento de la autoridad, fruto, según ellos, del fraude en una Mesa.
Allí se dio rienda suelta a toda la adrenalina acumulada en meses de campaña.
La retórica en castellano y en las diversas lenguas indígenas, manó fluida durante horas
en un «crescendo» continuo de discursos, en un primer momento expositivos, luego
explicativos, más tarde cálidos, después contundentes, y por último agresivos e
insultantes...
Los oradores de turno eran los de siempre. Entre ellos estaban quienes, en la
aventura de la famosa Planta apoyaron visceralmente la gestión del alcalde y ahora,
cambiados de color de franela, eran los que más acremente lo denostaban.
No pudo faltar el condimento surrealista y mágico, propio de la tierra. En el
fragor de la lucha y cuando estaban más encendidos los ánimos, una voz se alzó para
comunicar la noticia del fallecimiento de una vecina. La gente salió corriendo, unos
hacia el hospital, otros hacia la casa de la señora, a quien encontraron comiendo
tranquila en la mesa. Cuando le dijeron que la habían matado, se le subió la tensión a
millón y la llevaron al hospital...
Los dirigentes del PSUV durante las primeras horas de la protesta estaban de
espectadores, veían los toros desde la barrera, pero a las pocas horas cambiaron de
actitud. ¿Los motivos? No se supo a ciencia cierta cuáles fueron, o estaban esperando
órdenes de sus jefes de Ayacucho (ellos se distinguen por su obediencia), o en cambio,
se dieron cuenta que estaban perdiendo el tren de la historia atabapeña, dejando
pasar una ocasión estupenda para proclamar una auténtica revolución. O fueron las
dos cosas a la vez. Lo importante fue que los dirigentes rojitos entraron en escena y se
unieron con entusiasmo a las «voces blancas» de los adecos.
Algunos dirigentes rojitos no se unieron a la protesta, tal vez por el reconcomio
que guardaban con el candidato blanco, ya que éste había rechazado las propuestas
«indecorosas» para unirse a ellos. La derrota para algunos rojitos fue traumática.
Estaban seguros de la victoria. A uno de sus dirigentes se le extravió un papel en donde
ya tenía conformado todo el tren de gobierno.
Parece ser que lo que buscaban las manifestaciones era la renuncia de la
Presidenta de la Junta Electoral Regional, y poder así seguir los trámites para la
impugnación de las elecciones a nivel central. Logrado ese objetivo, se calmó el
ambiente y Atabapo volvió a ser el de siempre.
Fue la manifestación del pueblo más duradera en muchos años. Todo el día
permaneció la protesta en la Plaza y culminó a la noche con una gran caravana, muy
superior a la realizada en los actos de cierre de campaña, fruto del inesperado
«feeling» entre rojos y blancos..
Fruto de la desidia y dejadez ya proverbiales en estos últimos años, después de
dos semanas de luz continua, sin fallos ni racionamientos, el día después de las
elecciones comenzó nuevamente el racionamiento del servicio eléctrico cada 6 horas,
por la falta de gasoil. Otra vez comenzaba el «ciclo».
Amazonas es, definitivamente, «tierra mágica»...
Inavi y el Samán volvieron a encontrarse después de varias noches. El Samán
estuvo muy ocupado en el seguimiento de las elecciones en todo el país, vía
intervegetal, e Inavi, utilizando su «Usendú pa» («el que todo lo escucha»), en la
recolección de las impresiones de los homínidos atabapeños sobre las elecciones.
- Perro pulgoso, ¿Cómo te quedó el ojo? - saludó el Samán.
- ¡¡Ommm!! Estoy viviendo en un estado de ataraxia total. Nada ni nadie puede
turbarme - dijo Inavi con aires de monje budista, sentado y con ambas pezuñas
alzadas.
- ¿Te acuerdas de la apuesta, aprendiz de oligarca?
- ¿Cuál apuesta? - preguntó Inavi.
- Si no ganaban los rojos-rojitos, quedamos que te convertirías en pitiyanqui y
estarías condenado a ver Globovisión día y noche - respondió el Samán.
- Mira, vejestorio, ¿por cuál candidato hubieras votado tú si fueras homínido?
¿Por el blanquito? ¿Crees que hubiera cambiado mucho la cosa? - preguntó Inavi.
- Lo mismo que iba a cambiar con el rojito y que va a cambiar con el azulito.
Nada... Atabapo es un pueblo pacífico, tranquilo, profundamente cristiano...
- ¿Cristiano? ¿por qué? - se maravilló Inavi.
- Porque le golpearon una mejilla durante 4 años de desgobierno y despilfarro...
y ahora colocó la otra mejilla para que le sigan pegando otros 4 años más.
- «El pueblo nunca se equivoca»... dijo Caldera, un oligarca de tu especie... comentó Inavi.
- ¿Qué te pareció lo de ayer? - dijo el Samán - Los adecos ¿estaban muertos o
andaban de parranda?
- Esos son reaccionarios, no son ni serán nunca revolucionarios - pontificó Inavi.
- Por la mañana eran reaccionarios... pero a la tarde, cuando se le añadieron los
rojitos del PSUV, todo cambió, ¿verdad?. Ahí sí se dio una auténtica revolución ¿no? ironizó el Samán.
- La conciencia de clase la da sólo la revolución.
- ¡No seas ridículo!... el alzheimer te tiene así - dijo el Samán - Yo creía que
empezabas a entrar en juicio, pero nada... ¿No será que tu amigo Morulondo te está
sicoseando?
- ¿Por qué? - dijo Inavi.
- Tú eres atabapeño... a veces me da la impresión que te la echas de suizo... que
vives en otro mundo. ¿No te acuerdas lo que te dije, que aquí puede suceder de todo y
que Atabapo es único en su género, irrepetible?
- ¿No crees que estás un poco viejo para exagerar tanto? - dijo Inavi.
- No exagero. Atabapo creo que es el único pueblo de Venezuela en donde los
adecos están peleando una alcaldía... y lo más mágico aún es que el PSUV y AD vayan
de brazo, estén unidos en una protesta...
- Eso se llama «alianza estratégica».
- Y lo de «freirlos en aceite»... ¿cómo se llama?
- El Chá te tiene loco... ¿Sabes una cosa? El Dr. Atamel Dechá me invitó a un
brindis por la victoria electoral...
- Y tú irás, de jalabolas... dijo el Samán.
- Estamos estudiando un plan con Morulondo y su gente para dar un golpe de
efecto - respondió Inavi queremos estudiar el terreno.
- Tengan cuidado que no les den el golpe a ustedes... - aconsejó el viejo Samán.
Los azules, a pesar de su victoria en Atabapo, Autana y Río Negro, aquí no
proclamaron su victoria con entusiasmo. No hubo caravanas, ni fiestas populares, sólo
para el cogollito. Habían recibido un golpe mortal en Atures.
Atures decidió siempre la elección de la gobernación, por lo que se puede intuir
que los azules tienen los días contados como fuerza política. En Guárico, el otro fortín
del PPT, junto con Amazonas, cayó derrotado estrepitosamente. En Ayacucho, la
victoria del candidato «rojo-rojito», parece un preaviso de desalojo de la gobernación
en la elección de febrero. El futuro azul se está tiñendo de negro en el horizonte...
- ¿Será?... – dijo Inavi.
Estas fueron las estadísticas finales en el municipio:
- Candidato Azul: 1.280 votos
- Candidato Blanco: 1.249 votos
- Candidato Rojo: 758 votos
- Candidato Amarillo: 336 votos
- La mujer de un concejal: 184 votos.
- Iniciativa propia: 70
- Abstención: 1.701 (28,77 %)
- Votos nulos : 334 (7,93 %)
Uno de los ejemplos que demostraron que Atabapo es lo máximo dentro del
mundo mágico amazonense, fue lo que sucedió en una comunidad del municipio,
manzana de la discordia y motivo de la impugnación de los adecos.
Se rompió otra vez el molde, se rompieron los récords, Atabapo es digno de
pasar al Libro Guinness, pues insólita e inexplicablemente para estos tiempos de
revolución, el maridaje «contra natura» entre los enemigos acérrimos e
irreconciliables, los rojo-rojitos y los blancos cadáveres políticos adecos, entraron en
un pacto de apoyo mutuo, actualmente en proceso. La cosa es dando y dando: hay
alcaldía si hay apoyo a la enmienda del Chá. ¿Será?...
Otra conclusión o enseñanza que sacaron Inavi y el Samán de este incidente,
fue que los adecos, antiguos maestros en la tramposería electoral, cayeron en la
trampa como mansos corderitos frente a unos alumnos superaventajados. Firmaron
inocente y estúpidamente las actas del fraude cometido y murieron como
Chacumbele.
Naturalmente, el Dr. Atamel Dechá con su amplia experiencia en estos
trapicheos, influyó enormemente en el resultado final de la victoria azul.
DIVAGANCIAS NOCTURNAS
Esa noche, el Samán estaba cansado del ruido que durante todo el día le había
regalado la rockola del «Completo». Inavi, aburrido después del movido tiempo de
elecciones, vino a recostarse a los pies del árbol sin muchas ganas de hablar.
Después de largos minutos, el Samán rompió el silencio.
- Perro prostático, este pueblo sí cambió bastante, ¿no te parece?
- Bueno, yo soy un carajito a tu lado. Desde «Menudo» para acá, me acuerdo
de algo... - respondió Inavi.
- ¿Te acuerdas cuando llegó la televisión? No se veía un alma en la calle comentó el Samán.
- Las telenovelas, las películas... pero todo pasa - dijo Inavi - ahora ni le paran...
- Sobre todo cuando el Chá se encadena... - sonrió el Samán.
- Hay que reconocer que Atabapo con la revolución, se convirtió en una ciudad
cosmopolita, interesante, movida, con abundante vida nocturna... - dijo Inavi mientras
bostezaba.
- Lo único que no veo bien de Atabapo, son esos nombres pueblerinos que le
pusieron a los barrios o sectores - dijo el Samán.
- Serán algunos, porque otros son iguales a los que hay en otras ciudades defendió Inavi.
- ¿Por ejemplo?...
- «La esquina caliente». Hay una en Caracas y otra aquí.
- Sí, es verdad. Pero la de aquí está llena de suciedad, malos olores... y ese
mosquero... - dijo el Samán.
- No vas a pretender que todo sea perfecto, estamos en Atabapo...
- Tengo una propuesta para el alcalde: cambiar los nombres de todos los
barrios - añadió el Samán - darles por ejemplo, un nombre más cónsono con la alta
alcurnia de esta antigua ciudad
- ¿Cómo llamarías al barrio del Centro? - preguntó Inavi.
- «Casco Histórico El Samán».
- Tienes razón. Pero yo le pondría más bien «Casco Prehistórico»...
precisamente por el Samán. - rió Inavi.- ¿Y donde yo vivo, los Chimichimitos?
- Urbanización «Tamboré», un nombre indígena, así como Tiuna, Macaracuay
etc...
- ¿Y a la Punta? No le veo otro nombre apropiado - dijo Inavi.
- Estaría muy bien si lo llamáramos: «Colinas de Don Diego» ¿No te parece?
- Un poco cursi - dijo Inavi - ¿Y el Barrio Orinoco?
- Sonaría mejor: «Brisas del Orinoco».
- Pero no puedes cambiar el nombre de Santa Lucía, porque no te dejarían los
Rivas - dijo Inavi.
- Hablando primero con Kunikuni, podrían aceptar el nombre de «Santa Lucía
de la Laguna».
- ¿Y al barrio La Carretera? - preguntó Inavi
- Yo le pondría «Urbanización La Autopista».
- ¡¡Aché!! ¿Y qué autopista va a ser esa carretera llena de huecos? - sonrió
Inavi.
- De eso se encargaría el próximo alcalde - dijo el Samán.- ¿Qué otro barrio
queda?
- Solano - dijo Inavi.
- Ahí sí le caería bien el nombre de «Terrazas de Solano».
- ¿Y Marakoa? Es un nombre indígena. Estaría bien así - dijo Inavi.
- Pero sería bueno añadirle algo más elegante, con más glamour, sobre todo
después de la construcción del malecón, podríamos llamarlo «Boulevard Marakoa», así
como el Boulevard de Sabana Grande... Ah, ¿y La Laguna? Podría llamarse «Prados de
La Laguna» - concluyó el Samán.
- Verdaderamente, la oligarquía que llevas en la clorofila, sale a relucir en todo
lo que proyectas - respondió Inavi - Nombres sifrinos, rimbombantes, de cosas que no
existen... Le reprochabas a la Revolución que necesitaba rebautizar todo para dar la
sensación de que estaba haciendo algo nuevo... ¿Y tú, reaccionario carcamal, qué estás
haciendo? ¿Qué «Brisas» del Orinoco, si aquí la única brisa que sale es de las cloacas
colapsadas? ¿Qué «Terrazas»? ¿Qué «Colinas»?¿Qué «Autopista y qué Boulevard?...
No se te ocurrió colocar ni un «23 de Enero», ni un «5 de Julio», ni un «4 de Febrero»...
Esas fechas patrias se te olvidan, porque tienes alma oligarca y no sientes la vida del
pueblo, de la patria... Olvídalo. No te apoyaré en esa propuesta ridícula.
- Está bien, perro cascarrabias y resentido social. Me queda sólo una duda insinuó el Samán.
- ¿Cuál? - preguntó Inavi.
- ¿Qué fiesta patria se celebra el «4 de Febrero»? - sonrió el viejo Samán.
- Olvídalo, tronco fascista, escuálido, oligarca, pitiyanqui. El Chá te tiene loco...
Y... como otras muchas veces, los dos contrincantes y amigos interpusieron la
noche como paréntesis a su amistad.
LA GUERRILLA CONTRAATACA
Morulondo tenía perfectamente entrenado a sus cacri. 12 semanas de
preparación y disciplina férrea fueron suficientes para crear un Equipo Cacri de
Acciones Especiales (E.C.A.S.), experto en ataques imprevistos, camuflaje perfecto, e
inteligencia a toda prueba.
Inavi y Morulondo estaban empeñados en dejar al descubierto el doble o triple
juego al que el Dr. Atamel Dechá estaba apostando. Para ello, en largas reuniones en el
campamento de La Pereza, concibieron un plan para poner en ridículo al representante
mayor de la «Síntesis atabapeña».
Tenían en su poder declaraciones ambiguas que habían grabado «pinchando»
su teléfono. Sabían ya que eso, en Venezuela, no era delito. Pero necesitaban
prepararle un escarmiento que pusiera de manifiesto la sinvergüenzura, la jaladera, el
titánico esfuerzo por permanecer en el poder, ganara quien ganara.
Inavi conocía detalladamente los rincones de la casa. Sabía en qué lugar el Dr.
Atamel Dechá guardaba sus documentos y objetos más secretos. Con los cacri de la
casa le unía una amistad suficiente para que no sospecharan de él.
Pasó varias noches durmiendo en el patio de la casa, con el fin de no levantar
sospechas. Aprovechando el viaje del Dr. Atamel a Puerto Ayacucho para proveerse de
lo necesario para la gran fiesta y brindis de la victoria, Inavi se introdujo en los
aposentos y rápidamente se percató que en el lugar esperado, estaba el material que
buscaban. Ahora, sólo faltaba estudiar la manera de sacarlo de allí.
Después del levantamiento de varias hipótesis, en continuas reuniones con
Morulondo, escogieron la que les pareció más factible.
Cierto día, se dirigieron ambos al Campo de entrenamiento en «La Pereza», en
donde les esperaba el Equipo Cacri de Acciones Especiales (ECAS). Hicieron un plano
tamaño natural de la casa del Dr. Atamel y se dio inicio al entrenamiento. Cada cacri
tenía sus funciones en el asalto.
Se repitió el ensayo 102 veces, porque Morulondo era perfeccionista endémico
y no se cansaba de enseñarle a sus subordinados, todas las posibilidades de Planes «B»
y «C» que tenían que implementar, en caso de que el Plan «A» fallara.
Cuando el plan estaba perfectamente aceitado, y los tiempos estrictamente
controlados por Morulondo, se determinó la fecha del ataque.
Sabían que dentro de dos días regresaría el Dr. Atamel de Puerto Ayacucho. Era
la fecha propicia para dar el golpe.
Esa misma noche fue Inavi a hablar con el Samán.
- Necesito tu ayuda, amigo aristócrata.
- ¿Tan mal estás que le pides ayuda a un escuálido oligarca? - preguntó el
Samán.
- No te olvides. Los dos estamos luchando contra la «Sintesis»... no importa
ahora la orientación ideológica - se explicó Inavi.
- ¿Alianza estratégica? - ironizó el Samán.
- Llámalo como quieras. ¿Puedes hacerme un favor?
- Si puedo, con mucho gusto, viejo cacri.
- Quisiera que le dijeras al Camoruco, ese pariente tuyo grandote que está
frente a la Iglesia, que nos preste ayuda en una operación - solicitó Inavi.
- Amigo cacri, yo puedo decirle, pero no te aseguro que lo haga, porque tú
sabes que nuestro sistema de gobierno está basado en la descentralización, no es
centralista como el de tu revolución... Aquí los poderes son autónomos e
independientes, nadie puede imponerse al otro - indicó el Samán - Explícate algo más,
para que yo pueda convencerlo.
- Sólo tiene que bajar una de sus ramas en el momento oportuno para que dos
de nuestros cánidos puedan encaramarse rápidamente encima de él - explicó Inavi.
- ¿Cuándo inicia el operativo? - preguntó el Samán.
- Mañana a las 4,00 a.m. - respondió el Samán.
- Aguarda un momento que voy a hablar con el Camoruco.
Inavi, con su «Usendú pa» activado, siguió la conversación entre los dos
árboles.
- No puedo dar mi consentimiento, si no conozco las intenciones que tienen
esos cacri de subirse encima de mis ramas - dijo el Camoruco.
- Es una operación secreta del sindicato cacri contra un homínido... tú sabes,
salario, vacaciones, primas por hijos... reivindicaciones laborales... - mintió el Samán.
- ¿Se puede saber el nombre del homínido? - preguntó el Camoruco.
- El Dr. Atamel Dechá... dinos de una vez si vas a colaborar - ladró bravo Inavi No te vamos a jalar más...
- ¡No me alce la voz! A mí no me da órdenes nadie, ¿oyó?... y mucho menos un
perro.
- Calma, calma, - intercedió el viejo Samán - no deben pelear por eso... Te doy
mi palabra, que no te va a pasar nada que te moleste.
- Así, sí. Sin imposiciones - dijo el Camoruco - Además, si se trata de ese
homínido, lo haré con mucho gusto, pues él fue el culpable de ponerme esa papelera
ahí debajo, que noche y día castiga mi pituitaria con sus fétidos olores y porquerías.
¿En qué puedo ayudarles?
El Samán le presentó el plan dado a conocer por Inavi y le explicó con todo lujo
de detalles el rol que debía cumplir.
A la 4,00 am. Morulondo lanzó el ladrido de inicio de operaciones.
Simultáneamente, 4 cacri bien entrenados, subiéndose uno encima del otro, brincaron
la cerca de la casa del Dr. Atamel y quitaron la palanca para dejar entrada libre al patio.
Otros 4 cubrían la casa por el lado Norte y otros 4 lograron encaramarse encima del
tejado.
Los cacri del Dr. Atamel, sorprendidos por aquel ataque inesperado,
respondieron con contundentes ladridos. Un grupo de 8 miembros del ECAS se
dispusieron a buscarles pleito, formando una algarabía tal, que los homínidos que
dormían en la casa salieron todos corriendo para ver lo que pasaba. Momento que
aprovechó Inavi para brincar por una ventana, se dirigió al baúl de los secretos del Dr.
Atamel y rápidamente, se llevó un bolso negro entre sus dientes.
Cuando Morulondo dió la señal de retirada, ya Inavi se encontraba a los pies del
Camoruco. En ese momento, dos perros asomaron cautelosos sus hocicos en la torre
de la Iglesia. Se habían subido por la tarde del día anterior antes de que cerraran la
Parroquia, sin que se diera cuenta el cura, y pasaron la noche en la torre.
Silbó Morulondo y los dos perros dejaron caer un largo mecate. En ese
momento, Inavi abrió el maletín y sacó tres franelas: una blanca, una roja y una
amarilla. Los cacri encargados las prendieron de la cuerda con unas pinzas. Igualmente,
los dos cacri de la torre amarraron un cabo en una de las columnas de la torre y se
lanzaron haciendo rappel hasta alcanzar el suelo.
Sólo quedaba el momento de acción del Camoruco. Este, para darse
importancia, se hizo de rogar y tardó un rato en bajar su rama, según lo acordado.
Inmediatamente, Morulondo y un compañero treparon por la rama hasta alcanzar la
horqueta, jalaron la cuerda y ondearon como banderas las tres franelas encima de la
calle.
En la franela blanca se leía claramente: «El Dr. Atamel siempre con AD». En la
amarilla: «El Dr. Atamel con Wladimir», y en la franela roja estaba escrito: «El Dr.
Atamel siempre Rojo-rojito».
El Dr. Atamel tenía preparada la coartada para pasarse al campo del ganador,
apenas se supiese el resultado de las elecciones.
El escarnio para el representante de la política trepadora, sucia y desleal se hizo
notorio según iban pasando las horas de la mañana, y todos los homínidos
contemplaban el espectáculo y hablaban «maravillas»... pero el bochorno mayor lo
pasó el Dr. Atamel cuando se dirigió a su casa y contempló el ondear de las tres
franelas con su nombre. El hombre palideció de ira y, cuando llegó a la casa preguntó
qué había pasado. Quién había entrado en su oficina.
- ¡¡¡Maldito Inavi!!! ¡¡¡Me la pagarás!!!... - dijo Atamel rechinando los dientes
con ira.
Morulondo, encima del camoruco, tuvo que gritarle a Inavi que intercediera
ante el Samán para que los dejara bajar de allí. Después de hacerles sufrir un poco, el
soberbio camoruco bajó la rama y Morulondo le increpó furioso, mientras corría con el
batallón cacri del ECAS en dirección al campamento de La Pereza:
- ¡¡Oligarcas temblad!!... - dijo lanzándole miradas de fuego al soberbio
camoruco.
DESPUES DE LA TEMPESTAD VIENE LA CALMA
La noche no parecía atabapeña. Reinaba un silencio roto solamente por el
contrapunteo de sapitos y ranas que superaban su timidez canora sólo en la oscuridad.
Con el inicio de la semana postelectoral, las cosas retomaron su cauce. Los de la UVE
reiniciaron la limpieza de la Plaza y calles del pueblo. Cada trabajador vestía su franela
de cualquier color, como evitando el uso del color azul, no se sabía si era por una
orden o por solidaridad con el grupo de compañeros que fueron botados por el hecho
de no haber votado «libremente» por el color azul....
El miércoles se encendió nuevamente el alboroto delante de la alcaldía. Los
opositores habían cerrado el acceso con una cadena. Algunos azules armados de
cizalla, cortaron la cadena y entraron al edificio, regresando con unos sobres y
documentos... Nueva cadena más gruesa. Intercambio de insultos y amenazas... Se le
avisó a los policías para que fueran a custodiar el edificio de la alcaldía.
Mientras tanto, el candidato blanco desde Ayacucho ordenó a su gente que se
retirara pacíficamente, pues la batalla se estaba dando en los despachos caraqueños.
Pasaron los días y los ánimos se fueron enfriando. Todo volvió a la normalidad. El
alcalde electo, confirmado en Puerto Ayacucho, se hizo cargo nuevamente de la
alcaldía. La población se resignaba a aguantar 4 años más, aunque fueran sin luz y sin
agua. El peso de la costumbre es el mayor antídoto contra los cambios, y aquí, este
peso es de siglos.
Inavi activó su «Usendú pa» y se dirigió a la Plaza. Hacía tiempo que no se veían
y ya añoraba la tertulia con el viejo Samán.
- Buenas noches, vejestorio ¿No te parece raro este silencio? - preguntó Inavi.
- Estoy maravillado. ¿Estará enfermo Cayupa? - respondió el Samán.
- Y a Tertu, ¿qué le pasará?... ¿Y a Brice?... ¿Y el «Completo»?...
- Esto es grave - dijo el Samán - recuerdo tiempos no tan antiguos... lo máximo
que sonaba era la vieja guitarrita de Guarulla en la Tapoteca... no molestaba a nadie.
- Ya empiezas con tus nostalgias - reprendió Inavi - Tú, como no puedes gritar,
ni cantar...
- Yo no canto pero compongo Sinfonías - dijo el Samán - Me dejo mecer por el
viento y la brisa, y mis ramas producen melodías extraordinarias para un oído
cultivado, no basto y vulgar como el tuyo.
- No lo dudo, pura música clásica... que hace dormir. Lo mío es más rítmico,
moderno, va desde la salsa hasta el reggaeton, pasando por el rock...
- Hoy el mundo, los homínidos le tienen terror al silencio. Da la impresión que
el silencio ha muerto. En Atabapo vivimos una cultura del ruido. Fíjate bien en los
muchachos que pasan por aquí. Llevan puestos continuamente esos aparaticos en las
orejas, ¿cómo se llaman? - preguntó el Samán.
- Audífonos. Pueden venir de un MP3, MP4, de un IPOD o de un simple celular dijo el experto Inavi.
Lo que sea. Lo cierto es que con eso se levantan y con eso se acuestan. Da la
impresión personal que tienen miedo de enfrentar sus propios pensamientos. Les
asusta estar consigo mismos y escuchar lo auténtico que vive dentro de ellos. Por eso
llenan de ruidos y gritos vacíos su vida cotidiana, para tratar de llenar el silencio
exterior que tanto les mete miedo, e intentan desesperadamente tapar el silencio
interior que los asusta aún mucho más. Sus padres y abuelos amaban el silencio. Ellos
estaban entrenados para escuchar el grito del paují, el despertar de los araguatos, el
paso de los báquiros. Pasaban horas en silencio mientras se dedicaban a la pesca y a la
caza. Estos muchachos ya perdieron la sensibilidad del oído. Son sordos, sólo escuchan
los volúmenes altos, los ruidos...
- ¿Estás sicoseándome, viejito? - bostezó Inavi.
- Yo sé que esto es demasiado difícil para tí... Basta escuchar la serenatas que
algunas veces dan tus congéneres aquí en la Plaza...
- No estás en la onda - dijo Inavi.
- No sé si estoy en la onda o no. Habría que preguntárselo a los que viven al
lado de Tertu, o de Cayupa o de otros fascistas y talibanes del ruido que tienen que
calárselos todas las noches - dijo el Samán.
- Vivimos en una democracia, abuelo - dijo Inavi - tienen derecho a ganarse
unos realitos...
- Entonces, para ganarse unos realitos ¿cada quién puede hacer lo que le da la
gana en la democracia? No te olvides que «tu libertad termina donde empieza la mía».
- Eso es en Suiza, viejo, nunca te olvides de lo que siempre me repetiste:
estamos en Atabapo... Macondo 2... Tierra supermágica...
En ese momento se alzó un gran ventarrón del Este y zarandeó todas las matas
de la Plaza.
Inavi con su «Usendú pa» escuchó por primera vez la parte inicial del
«Concierto para violín en Re mayor», Opus 35 (Allegro moderato) de Tchaikovski...
Era la hora del sueño.
PROPÓSITO DE ENMIENDA
- Hola, camarada, ¿cómo amaneció hoy tu fiebre revolucionaria? - saludó el
Samán a un Inavi todo sudoroso, pero que exteriorizaba un gran cansancio.
- Calidad... trabajando para conseguir firmas para la Enmienda. Ya llevamos
unas 3.000 - dijo Inavi.
- Ese embuste se lo cuentas al Sofós y a otros compinches tuyos
revolucionarios. Llevo la cuenta precisa de las firmas, porque pusieron el «punto rojo»
precisamente debajo de mis ramas... Apenas llevan...
- ¡No lo digas! - cortó Inavi - Pero, ¿qué tienes tú contra la Enmienda?
- Antiguamente, - prosiguió el Samán - escuchaba desde aquí a los niños del
catecismo que tarareaban en la Iglesia: «Examen de conciencia, dolor de corazón,
propósito de enmienda, confesión de boca»... Ustedes ¿ya hicieron el examen de
conciencia?...
- ¡Qué ridículo eres, camión de leña! Esta es la Enmienda que propuso el Chá.
- Pero, ¿no se había rechazado anteriormente? - dijo el Samán haciéndose el
inocente.
- No, vegetal esclerotizado, aquello que se rechazó fue la Reforma, esta es una
Enmienda - explicó Inavi.
- Y ¿en qué se diferencian?.. Perdona mi ignorancia.
- La Reforma, - dijo Inavi echándose de académico - es un cambio sustancial de
varios Artículos de la Constitución, la Enmienda en cambio, es sólo una «ñinguita»,
suprimir o añadir unas palabritas de un Artículo.
- Pero, si esa «ñinguita» ya estaba en el todo, ¿para qué votarla nuevamente? inquirió nuevamente el Samán - ¿por qué, en vez de votar la «ñinguita» de la
reelección no se pone a votación la otra «ñinguita» que estaba también en la Reforma,
la de la semana laboral de 35 horas? Esa enmienda la votarían todos, y todos felices...
- Es inútil, tu mente reaccionaria está genéticamente incapacitada para
percatarse de la necesidad de que el Chá se quede en el poder.
- ¿Tan bien lo está haciendo?... - ironizó el Samán.
- Tienes que reconocer que él es el líder indiscutible, el único que permitirá al
país avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, libre y soberana y de
proporcionar mejores condiciones de vida para la gente.
- ¿Y quién le prohibió hacer todo esto en estos ya largos 10 años? - siguió
preguntando el Samán.
- Mira, vejestorio, no puedes tapar el sol con un dedo. Tienes que reconocer las
muchas cosas que se han mejorado en el país - empezó a ponerse nervioso Inavi.
- Ningún presidente tuvo el poder que tuvo éste: la Asamblea, el TSJ, la Fiscalía,
la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, el CNE, aparentemente todo está en su mano.
- La campaña mediática del Norte te tiene comido el coco - dijo Inavi - Si tuviera
el CNE en la mano ¿crees que hubiera dejado quitarse las gobernaciones del Zulia,
Miranda y Caracas?...
- Da lo mismo que las hubiera ganado, porque si las deja a pan y agua... si no les
da los recursos...
- Es inútil discutir contigo, carcamal oligarca, Borbón vegetal - insultó Inavi - No
lo quieres reconocer abiertamente, pero en el fondo sabes que en actualmente es
necesario que siga el Chá en el poder... Es el único líder en Venezuela. ¿Dónde está el
líder de la oposición? Son un saco de gatos que lo único que los une es el odio y las
ganas de sacar al Chá.
- Mira, camarada trasnochado, Lenín devaluado - respondió a los insultos el
Samán - esa teoría del «gendarme necesario» estuvo bien vista en mi época juvenil en
donde la Venezuela rural era un bullir de caudillos. Hoy Venezuela cambió. La época de
los Briceño, «Mocho» Hernández, Maisanta y otros caudillos ya pasó, perro ignorante,
esas nostalgias telúricas ya no tienen sentido, ya no regresan.
- Pero, si los que quieren volver al pasado son los de la oposición... los
revolucionarios queremos avanzar siempre - se defendió Inavi.
- Ya viste cómo funcionó el avance revolucionario en Atabapo... - continuó el
Samán - lo que se necesita en el país no es un caudillo telúrico, ni un líder guerrero que
envíe a cada rato los batallones a la frontera, ni los aviones Sukoy contra el Imperio...
esas son posturas demagógicas, para la galería, para la TV. Lo que se necesita es un
líder que gerencie, que enfrente el enemigo de la inseguridad, del desempleo, que
agarre por lo cachos el toro de la inflación, de la vivienda, de la salud, que profundice
los cambios buenos realizados. Un líder que hable menos y haga más, que instale un
semáforo entre su cerebro y la lengua, que no se asome tanto al espejo de la TV., un
líder que no se salga de sus casillas ni le den espasmos epilépticos cada vez que alguien
lo contradice.
- ¡Basta, pitiyanqui!... ¡Uh... ah... el Chá no se va! - ladró Inavi cada vez con
menor fuerza.
- Tal vez tengas razón y no se vaya, - aceptó el Samán - pero te advierto que
esas distinciones chimbas entre «re-forma» y «enmienda» no las entiende nadie, y la
exégesis que tu Chá hace de las palabras de Bolívar en el Discurso de Angostura, no es
convincente ni fiable, pues el Chá es un lector y narrador de historias, pero de
historiador tiene muy poco.
- Bueno, viejito, no vamos a pelear más, - apaciguó la conversación Inavi vamos a dejar que hable el pueblo. El es el que sabe y tiene la última palabra.
- Así es, camarada, pero no te olvides que el pueblo sigue votando como ayer,
por colores, no por ideas... Y en esto, tu revolución revolucionó muy poco... más bien,
lo fomentó. Basta que veas el éxito de la «marea roja»... igual que antes era la «marea
blanca» ¿te acuerdas?... En eso hemos avanzado muy poco. Sigue predominando el
analfabetismo funcional... no hay Misión Robinson que acabe con él.
- Te espero el día de la Enmienda. Vas a recibir una sorpresa ¿apostamos? - dijo
Inavi.
- Ya te gané una vez, no lo olvides... - concluyó el Samán - Yo sólo espero que
haya realmente «Propósito de Enmienda»: que haya un control más estricto sobre el
uso de los fondos públicos por parte de la autoridades locales... que las Plantas
eléctricas en lugar de mandarlas todas a Nicaragua, manden alguna para Atabapo...
que los tan cacareados Mercales funcionen acá en estos pueblos del Sur que tienen la
comida más cara del país, o al menos, que el Indepabis se materialice en Atabapo pues
hasta ahora sólo es una palabra hueca... que surtan de los medicamentos necesarios
para los Hospitales y medicaturas del Amazonas... que se reanuden los vuelos
solidarios para los pueblos del Sur que se quedaron en una bonita promesa... Esas y
otras cosas serían las que por aquí habría que «enmendar» con absoluta urgencia.
- Tú sabes, que en todo eso estamos de acuerdo - y se despidió Inavi,
caminando lentamente.
(*) CUENTOS DE LA CRIPTA
(*) (El presente capítulo contiene elementos de lenguaje, salud, sexo y violencia que no pueden ser
leídos por niños, niñas, y adolescentes sin la supervisión y orientación de madres, padres,
representantes o responsables).
Eran las 7 y media de la noche. Sin luna, las estrellas titilaban de forma extraña.
En un tramo de la carretera, una procesión de personas encapuchadas que portaban
velas de diversos colores, rompió la oscuridad.
Después de un largo trecho la procesión tomó un sendero a la derecha y bajo
una casa en piernas, se acomodaron en el suelo. Eran todas féminas, mujeres.
Comenzaron a sacar de sus chácaras y bolsos lo que cada una había traído:
tabacos, zapatos, mechones de cabello, muñecos de plástico etc. Prendieron un
pequeño fogón y a la luz del fuego inició la reunión. La que dirigía, una señora mayor,
rompió el silencio con una invocación:
- Eshú Bàbà Alàsé, Ki n’kàn má se omo mí Ki n’kàn má se aya mí Ati èmi nàá Má
se mi lu ènìyàn lu mi Lànà öwó, lànà omo kàn mi o. Eshú má se mi, omo elòmíràn ni o
se. Asóro lògo akétèpe lògbó. Olòrún máà jé ki arì ìjà Eshú o Asé.
Sacó un enorme tabaco y prosiguió solemne con esta oración:
- Ofrezco los humos de este tabaco a los cinco sentidos, juicio , pensamiento y
voluntad de ...«NN.» (el nombre de la persona que no podemos decir aquí...)
Invoco por los cuatro vientos para que donde quiera que estés «NN»... vengas
desesperado hacia mí, a humillarte delante de mí, humilde y manso, como llegó Jesús
a los pies de Pilatos.
Invoco a San Marcos de León para que lo amanse de pies, manos y corazón , así
como él amansó al león.
Yo te conjuro «NN» desde la cabeza a los pies, vena por vena, nervio por
nervio. Conjurándote te hago mío, no podrás lograr lo que tienes en tu mente, tus
fuerzas te abandonarán... te han de faltar y a mí sólo obedecerás....
Las 8 mujeres encendieron sus tabacos y empezaron a expulsar en sus volutas
todos sus íntimos deseos mientras la vieja oraba:
- Hombre bravo pon tu cara contra el suelo, que antes de nacer tú, nació el Hijo
de Dios, hambre tuve y pan me dio Jesús mío.
Señor San Marcos de león, mi fe en ti me hace creer que yo con este conjuro debo de
vencer a «NN»... Y me conceda lo que le pido. Y que «NN» me obedezca y se humille,
que lo llame y me obedezca. Paz, Paz, Paz... Y con el pie derecho zapatearon todas
ellas, tres veces contra el suelo diciendo:
- Paz , Paz , Paz...
Se sentaron todas, menos la vieja principal que siguió dirigiéndose a toda la
corte de espíritus:
- «En el nombre de María Lionza, de las 45 Potencias Norteamericanas, de las
36 Cortes Inglesas, de las 7Potencias Africanas, Corte Celestial, Corte Vikinga, Corte
India, Corte Changó, Corte Macumba, Corte Negra, Espíritu de la Luz...
Al Padre Eterno que todo lo puede y que todo lo vence, me ayude a vencer
todos los obstáculos y a todos mis enemigos así espero por gracia.
Oh , Señor , dame protección. Por los siglos de los siglos. Amén»
Estaban ya medio mareadas de tanto fumar tabaco y en ese momento, la vieja
ceremoniera ejerciendo de Medium solicitó la presencia de alguno de los Orishas:
- ¡Eleggua!
- ¡Oggun!
Todos repetían las invocaciones:
- ¡Ochosi! ¡Oya! ¡Yemaya!
- ¡Obbatala! ¡Oshun! ¡Changó!
- ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!
- ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!
En medio de estos gritos y de las espesas volutas del humo de los tabacos,
emergió levemente de la oscuridad una figura. El chisporroteo caprichoso de las llamas
del fogón, iluminaba a ratos produciendo efectos fantasmagóricos en las facciones de
su ancho rostro.
Era una figura más baja que alta, con la barriga de obeso incipiente, ojos
achinados, una gran sonrisa en la boca abierta y una voz profunda:
- ¡¡Aquí estoy!!... ¿Qué pasó?... ¿Me llamábais?
Las mujeres, que estaban con la frente en tierra no osaban levantar la cabeza.
Tímidamente respondieron:
- Nosotras...
- ¿Y qué queréis de mí? - respondió la meliflua voz.
- ¡¡4 años más!!¡¡Sólo 4 años más!! - respondieron.
- ¡Jo!¡Jo!¡Jo!...- la extraña figura se ríó como el viejo San Nicolás navideño.
Ante esta carcajada descarada más de una mujer alzó su cabeza y... ¡oh
sorpresa! reconocieron a Cachaddún sentado, pelaiiiiisimo... muerto de la risa al ver a
aquellas parientas fumando como chimeneas y zapateando como si las picaran
royones.
La vieja directora de la ceremonia como no conocía a nuestro personaje,
trataba de adivinar si Cachaddún era Eleggua, Ogún o Changó u otro de los Orishas.
Siguió tras él por el camino como adolescente enamorada, preguntándole si era Eshú,
Ochosi...
- ¡Aché, vieja!¿Qué te pasa?...¿Fumaste de la mala?... Me voy, me espera una
chamita...
Cachaddún, con su media frasca bajo el brazo, se perdió en la oscuridad sin
entender mucho de lo que había visto y oído. ¡Pelaíiiiiiiisimo!....
.................................
Inavi, cada vez más flaco y enfermo, distanciaba mayormente las tertulias con
su viejo amigo el Samán. Esa noche haciendo un tremendo esfuerzo salió del barrio,
pero tuvo que hacer varias paradas para llegar a la Plaza. Una vez allí, se acostó
agotado.
- Están pasando cosas raras, perro enclenque - dijo el Samán.
- Atabapo es Atabapo, es único, original, irrepetible. Me lo dijiste muchas
veces... - respondió Inavi cansado.
- Pero cosas de estas, nunca se habían visto por aquí.
- ¿Como qué?... - preguntó Inavi.
- Brujería, Vudú, Magia negra... - dijo con miedo el Samán - ¿No escuchaste los
comentarios?
- Estoy mal, casi no activo el «Usendú pa»...
- ¿No será que también a tí te hicieron algún trabajo? - dijo el Samán Encontraron unos sapos con la boca cosida, zapatos de un solo pie, restos de tabacos y
una muñeca ahorcada y cosida. Cuando la abrieron, encontraron unos papeles con
listas de personas del pueblo, políticos, opositores...
- Y lo malo es, que hay algunos que creen en esas pazguatadas. Los homínidos,
cuando no creen en lo que tienen que creer, al final terminan creyendo en cualquier
cosa... - sentenció Inavi.
Después de un largo silencio, el Samán preguntó nuevamente.
- Inavi, ¿qué es la muerte para ti?
Este levantó con esfuerzo su cabeza y respondió:
- En otro tiempo te hubiera llamado pavoso por hacer esa pregunta. Pero hoy,
la encuentro hasta simpática. Quiere decir que ya la tengo muy cerca....
- No es esa mi intención. Si no quieres, no respondas - se excusó el Samán.
- La muerte es cuando dejas de ser libre, cuando te llevan y traen en contra de
tu voluntad, cuando tienes que decir y pensar lo que te dicen que pienses... En fin,
cuando dejas de ser tú mismo.
- Entonces para ti, perrito revolucionario, eso del «pensamiento único», no va comentó el Samán.
- No, el pensamiento único sería la muerte de la revolución.
- ¡Ajá! - respondió el Samán.
- Pero ahorita no estoy con ánimo para hablar de revolución... Estoy mal... ¿Y
para tí? - preguntó Inavi - ¿qué es la muerte para tí?
- La muerte para mí, llega cuando dejas de ser útil, cuando ves que no sirves
para nada. Mis ramas se están cayendo de viejas, mis hojas se van cayendo
inexorablemente y no retoñan nuevas. El día que no sea capaz de dar sombra será mi
muerte, sólo serviré para leña - concluyó el Samán.
- Como buen oligarca capitalista, ves sólo la vida como aquello que produce
utilidad... como producción... tienes la plusvalía metida en el alma. A pesar de que
vives al lado de la Iglesia y sabes latín, eres más materialista que yo - ironizó Inavi.
- ¿No estaremos equivocados los dos? - dijo el Samán después de un largo
silencio.
- Tal vez... - concluyó Inavi cansado - Pero tú más que yo.
El Samán no quiso molestar con más charlas a Inavi, pues lo vio muy
desmotivado.
Después de un largo rato, su salvador Alberto, atravesó la Plaza y, después de
despertar a Inavi, lo ayudó a alzarse. Ambos caminaron lentamente camino de los
Chimichimitos
A esa hora, el aire de Atabapo estaba contaminado por un torbellino de
sonidos.
Era fin de semana.
DESPEDIDA
Pasaron dos meses desde el último encuentro.
La enfermedad de Inavi seguía avanzando. Alberto, su amigo, le hacía tomar
todo tipo de bebedizos y pócimas que los brujos de todas las comunidades le
recetaban: corazón de morrocoy, saracura, palo de arco, corazón de tucusito, caña la
india, sábila, palo cunaguaro…
Algunas noches caminaba despacio hasta la Plaza, parándose a cada rato, pues
las fuerzas le fallaban. Se acostaba a los pies del samán, inmóvil, y descansaba sin
poder dormir.
Samán, consciente que no era conveniente hacerle hablar, se mantenía en
respetuoso silencio, dejando caer de vez en cuando, una lluvia verde de pequeñas
hojas, que cubrían el flaco esqueleto de Inavi. De pronto, las finas hojas rodaron hasta
el suelo, cuando Inavi levantó su cabeza en un movimiento a cámara lenta.
- Lo descubrí – habló con dificultad Inavi – Ahora me acuerdo…
- ¿Qué descubriste, viejo amigo?
- Fue él… Fue él…
- ¡¡Qué cosa!!¿Quién es él…?
- El fue el que me mató. El Dr. Atamel Dechá...
Las ramas más altas del samán se agitaron con fuerza.
- ¿Estás seguro?
- Segurísimo – habló Inavi lentamente y con dificultad - Después de las
elecciones… apenas… se supieron los resultados…
Inavi tuvo en ese instante un arqueo e intento de vómito.
- No hables tanto. Descansa – le ordenó el Samán.
- Tengo que decirlo… antes de… morirme… Me invitó a su casa… yo acepté…
Comí bastante… A partir de ese día… sí, de ese día… comencé a sentirme… mal…. a
perder peso…
- ¡¡El hijo de su madre!! Seguramente te acusaron tus amigos del Parque.
Aquellos panfletos antes de las elecciones…
- No… yo creo en los amigos - dijo Inavi.
- Pues yo no, porque yo mismo los vi hablando varias veces con el Dr. Atamel
Dechá…
- Estarían pidiendo… para una frasca…
- ¿No sería una de esas brujas que te montaron un trabajo? - preguntó el
Samán.
Otra vez a Inavi le dieron nuevos espasmos y escalofríos. Se echó de nuevo y
descansó.
- Viejo Samán, amigo mío…
- Dime, perro amigo.
- Trata de avisarle a Alberto… que venga… que cuando muera… me entierre…
aquí mismo… a tus pies.
- Cálmate viejo, no te adelantes a la muerte. A la muerte no hace falta llamarla.
Ella sabe cuando tiene que llegar.
- Quiero que … los que conozcan nuestra historia…. aprendan a ser amigos…
aunque sean distintos… aunque piensen diferente... que aprendan a escuchar a los
demás… a todos…las plantas… los animales… que no conviertan este pueblo… en un
infierno… de mentiras, de odios, de engaños… Al final… todos somos parientes:
homínidos… cacri… plantas… Adiós, amigo Samán… gracias por enseñarme… tantas
cosas… la dialéctica… la tesis… la antítesis… y sobre todo la «Síntesis»…
- Adiós, viejo cacri. Gracias por aguantar mis fastidiosos sermones. Gracias por
enseñarme que la fidelidad y la amistad, son más importantes que toda las «Síntesis»
del mundo…
Inavi tosió interrumpidamente por un largo tiempo. Sin fuerzas para alzarse,
levantó su pata delantera despidiéndose de su amigo Samán. Poco después, dejó de
respirar y su «Usendú pa» (el que lo escucha todo) se apagó para siempre…
En ese mismo momento dos gruesas ramas del Samán se desgajaron y cayeron
cerca del cuerpo inerte de Inavi. Era la manifestación de duelo del Samán, herido por la
muerte del amigo.
A la mañana siguiente, sin motivo aparente, Alberto se dirigió desde los
Chimichimitos al centro del pueblo. Cuando cruzaba la Plaza, un corrillo de alumnos del
«Junín» debajo del Samán, le llamó la atención. Al acercarse, vio el cuerpo exánime de
Inavi.
Corrió inmediatamente a donde el viejo Fadel, para pedir prestados un pico y
una pala.
Entre las risas despreocupadas de los niños y las lágrimas silenciosas de
Alberto, introdujo el cuerpo de Inavi en el hoyo, tapándolo con abundante tierra. De lo
más alto del Samán cayeron, como otras veces, las diminutas hojas, cual lágrimas
verdes, y cubrieron la tumba de Inavi.
En ese preciso momento pasaba por la calle el Dr. Atamel Dechá en dirección al
puerto para tomar el yate. De repente, una rama gruesa del Samán, no se sabe cómo,
se movió con fuerza, se quebró y golpeó la cabeza del Doctor que quedó tendido en el
suelo. La noticia del dictamen médico corrió rápidamente por el pueblo: fractura de
cráneo.
Llamaron inmediatamente una avioneta para trasladarlo a Puerto Ayacucho.
Cuando la ambulancia lo trasportaba al aeropuerto, una gruesa rama del soberbio
camoruco que está frente a la Iglesia, se desgajó con estruendo y cayó sobre el
vehículo. Con gran dificultad lograron sacarlo y, en otro carro, pudo llegar al
aeropuerto.
Ahí lo esperaba un ejército de perros. Era el batallón del ECAS (Equipo Cacri de
Acciones Especiales) comandado por Morulondo. Ladraban desaforadamente,
tratando de impedir el abordaje al avión al doctor Atamel Dechá.
Finalmente, cuando el avión tomó pista, el ejército de cacri salió en su
persecución, los perros más atléticos lograron guindarse por breves instantes en su
cola. Sólo Morulondo, el más experto, logró encaramarse en el ala trasera. Con un
equilibrio inexplicable para un perro que no tuviera la experiencia de una larga
pasantía como equilibrista de circo, Morulondo logró sostenerse.
La avioneta, después de un pequeño sacudón, pudo levantar vuelo muy cerca
ya del final de la pista. Cuando el piloto giró hacia la derecha para cruzar el Orinoco,
Morulondo decidió lanzarse al agua antes de que tomara más altura.
Después del chapuzón que lo aturdió un poco, se dejó llevar por la corriente
hasta llegar a la esquina en donde el Atabapo paga su tributo al Orinoco, en el
tradicional cebadero de curbinas. A Kalimán, veterano pescador, le habían ajilado 3 esa
mañana, cuando oyó los ladridos de Morulondo que nadaba desesperado. Lo recogió
en su curiara y con él, sus 3 curbinas y más de media frasca en el buche, regresó a San
Fernando todo contento.
Esa noche, todo el grupo del ECAS, al mando de Morulondo, rindieron tributo a
Inavi, cantando «La Internacional...» delante del viejo Samán entristecido. Este, seguía
dejando caer diminutas hojas sobre la tumba del amigo.
«¡Arriba, parias de la Tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión»....
Centenares de cocuyos se hicieron presentes y bailando como estrellas fugaces,
iluminaron la noche con sus luces de nácar.
EPÍLOGO
Inavi y su amigo el Samán eran distintos, tenían ideas distintas, pensaban de
manera diferente, pero ambos estaban de acuerdo en algo: quijotes al fin, trataron de
combatir con todas sus fuerzas los antivalores que ellos consideraban estaban
destruyendo su sociedad pueblerina.
Podemos pensar distinto, ser diferentes en muchos aspectos, pero todos
estamos obligados a luchar por hacer de nuestro pequeño mundo, un ambiente más
normal y respirable.
Atamel Dechá no es un individuo, ni es un Doctor, Ingeniero, Profesor o un
«pata en el suelo»... Son todos y cada uno de ellos en conjunto. Es un sistema que se
va reproduciendo en un sin fin de «Atamelitos»...
Cuando una persona le miente descaradamente a un pueblo para ganarse unos
millones, ahí nace un Atamel Dechá.
Cuando una persona vende su conciencia por un poco de real, ahí nace un
Atamel Dechá.
Cuando una persona busca ascender a costa de pisar a los demás, está
naciendo Atamel Dechá.
Cada vez que para progresar él, no le importa cometer un fraude, corromper a
los demás, está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que una autoridad, para hacerse el «chévere», cierra los ojos o
permite infringir las leyes y normas que contribuyen a la convivencia, ahí está naciendo
un Atamel Dechá.
Cada vez que alguien favorece el clientelismo infrahumano, obligando al pueblo
a gritar consignas o vestir franelas determinadas, aprovechándose de sus necesidades
o carencias, ahí está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que no le importa vender la lealtad a una persona o a unos principios
y valores, con tal de que él ascienda, está naciendo un Atamel Dechá.
Cada vez que se considere al otro, como un enemigo suyo al que hay que
destruir, por el simple hecho de que piensa distinto, ahí nace un Atamel Dechá.
Cada vez que no le duele decir una mentira siempre que él pueda quedar bien,
ahí nace un Atamel Dechá.
Cada vez que, para no perder las prebendas que tiene, aplaude rastreramente
al poderoso vendiendo su personalidad mercenariamente, ahí está naciendo un
Atamel Dechá.
En fin, cuando el hombre y la mujer van construyendo un mundo en donde
«todo vale», con tal de que le guste o aproveche, sin escrúpulos, sin ley, sin valores y
sin conciencia... tendremos un mundo con muchos Atamel Dechá.
«OTRA VEZ SE FUE LA LUZ…»
FIN
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