La historia de la Navidad es extraña y enrevesada. Otras fiestas importantes de la Iglesia, incluyendo el culto semanal dominical, la Pascua y la Epifanía son más antiguas en su origen, por lo que la Navidad a veces parece una novedad o una innovación reciente. ("Reciente" aquí significa "el siglo cuarto" en lugar de "el siglo primero.") La idea de celebrar el nacimiento de Jesús a veces ha sido considerada como ridícula u ofensiva. Algunos de los Padres de la Iglesia pensaron que era una mala idea (por ejemplo, Orígenes) y en 1644, el Parlamento de Inglaterra, siendo dominado por los puritanos, procedió a prohibir la Navidad. La Navidad volvió a permitirse unos años más tarde, pero muchos puritanos siguieron considerando pagana la celebración de la Navidad. Parece, entonces, que la Navidad necesita un poco de defensa. ¿Qué estamos celebrando y por qué? 1 Algunos cristianos creen que la Navidad no debe celebrarse. Algunos objetan el comercialismo de esta festividad; otros objetan su origen. Para entender este tema, es beneficioso trazar algo de la historia de por qué algunos la han evitado, particularmente sus raíces en el puritanismo. Los puritanos creyeron que la Iglesia primitiva del primer siglo ejercía un tipo de cristianismo que los cristianos modernos debían imitar. Ellos trataron de basar su fe y práctica sólo en el Nuevo Testamento, y su posición con respecto a la Navidad reflejó su compromiso a practicar una forma de cristianismo puro y bíblico. Los puritanos creyeron que Dios se reservó a sí mismo la determinación de todas las formas apropiadas de adoración, y que él desaprobó cualesquiera innovaciones humanas, aún las innovaciones que celebraban los grandes eventos de la salvación. 2 El nombre Navidad alejó a muchos puritanos. La Navidad, después de todo, quería decir "la misa de Cristo" (en inglés "mass" es misa y "Christ" es Cristo, y la combinación de "Christmas" viene a ser literalmente la misa de Cristo). La misa era despreciada como una institución católica romana que socavaba el concepto protestante del Cristo que se ofreció una vez para siempre. La apasionada aversión de los puritanos en cuanto a cualquier práctica que hacía cualquier referencia al papado romano les hizo ignorar el hecho de que en muchos países el nombre de este día nada tenía que ver con la misa católica, sino que su enfoque era en el nacimiento de Jesús. La misa no evolucionó en la forma aborrecida por los protestantes sino hasta mucho después de que la Navidad se observaba por todas partes. Las dos costumbres tienen historias separadas, aunque están entrelazadas. 3 El culto al sol era una gran preocupación para la iglesia en Roma. Fue introducido el año 218 D.C cuando el adolescente Elogábalo, (203-222), llegó a ser el emperador del imperio romano. Elogábalo veneró al dios del sol, Sunios, e introdujo este culto en Roma bajo el título de deus Sol invictus, esto es, invencible, inconquistable o indesafiable dios Sol. El emperador romano Aureliano, desde el 270 al 275 D.C, decretó al Sol Inconquistable como el dios supremo del imperio romano. Mitra, dios de origen persa, era parte del culto de adoración al sol. El cumpleaños de Mitra también era el 25 de diciembre. Los emperadores romanos Diocleciano y Galerio, quienes reinaron antes que Constantino el Grande (306-337), veneraron el culto a Mitras el Sol Deus Invictus. Constantino mismo, reconocido como el primer emperador cristiano, fue devoto del culto al sol durante una buena parte de su vida. 4 La lucha contra la adoración al sol La celebración del cumpleaños de Cristo el 25 de diciembre, sirvió para competir como un acto opuesto al festival de los devotos paganos del Sol Mitra. La iglesia estuvo dispuesta a retar a los adoradores del Sol Invictus contra Jesucristo, a quienes ellos proclamaron como el verdadero Hijo de Dios y Sol de Justicia (Malaquías 4:2; Apocalipsis 1:13, 16). La celebración navideña era un evento evangelizador para volver los corazones y mentes de las personas a Cristo y alejarlos de la adoración al sol. También proveyó a los miembros de la iglesia con una alternativa de adoración sana y centrada en Cristo en oposición a los otros festivales paganos como la Saturnalia de diciembre. 5 Los puritanos, quienes eran protestantes fervorosos, identificaron la aceptación del cristianismo por el emperador romano Constantino a principios de los años 300 como el inicio de la degeneración y corrupción de la Iglesia. Ellos creían que la corrupción de la Iglesia comenzó por la mezcla de la iglesia con el estado pagano romano. Para los puritanos, la Navidad era impura debido a que había entrado a la iglesia romana durante este período. Nadie sabe el año exacto o bajo qué circunstancias los cristianos romanos comenzaron a celebrar el nacimiento de su Señor, pero para mediados de los años 300, la práctica ya estaba bien establecida. No existe evidencia de que los dirigentes cristianos que iniciaron esta práctica conscientemente querían transigir con el paganismo. Ellos quizá sólo querían celebrar la encarnación. Sin embargo, los eruditos modernos generalmente están de acuerdo en que la fecha que ellos escogieron para la Navidad fue influenciada por la celebración pagana en, o cerca de la misma fecha en que honraban al "Sol Invencible". Consecuentemente, muchas costumbres que no están relacionadas con el nacimiento de Cristo, que caracterizan comúnmente las celebraciones modernas de la Navidad, fueron también parte de las celebraciones paganas precristianas. El carácter sincretista de la mayoría de las formas de celebración de la Navidad fue suficiente para que los puritanos evitaran el día festivo como una conformación con la práctica pura de la fe cristiana. 6 El asunto central con relación a la observancia de la Navidad es este: ¿Cuánta libertad tenemos los cristianos en el nuevo pacto, ya sea en lo individual o como iglesia, de expresar nuestra fe, adoración y agradecimiento hacia Cristo en formas que no se encuentran en la Biblia? ¿Tenemos libertad los cristianos para hacer innovaciones en la adoración? ¿Pueden los dirigentes de la iglesia establecer días especiales para celebrar los grandes actos de la salvación? 7 Los cristianos devotos en ocasiones confunden las formas antiguas con la sustancia moderna. "Una vez pagano, siempre pagano" es la manera como algunos razonan. Aunque siempre hemos admitido el poder transformador de Cristo en las personas, lo niegan en las costumbres y tradiciones. Aun muchas de las prácticas que Dios aprobó para la antigua Israel habían existido previamente en el paganismo. Los templos, los sacerdotes, los festivales de las cosechas, la música en la adoración, la circuncisión y el diezmo tenían duplicados en el paganismo antiguo. Dios transformó estas prácticas en una forma de adoración devota a él. Dios usó el sol para simbolizar un aspecto de Cristo (Malaquías 4:2), aunque éste se adoraba universalmente en las culturas paganas. Jesús enseñó: "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio" (Juan 7:24). Con frecuencia la crítica puritana sobre la Navidad se basaba en las apariencias externas y una fuerte perspectiva anticatólica. Cuando Israel añadió la fiesta de la Dedicación y Purim a su calendario religioso, eventos que celebraban los actos salvadores de Dios en la historia judía, éstos fueron aceptables a Dios. También lo fue así la adición de la sinagoga y sus tradiciones. Ejemplos como éstos han llevado a muchos cristianos a concluir que la Iglesia también tiene la libertad de añadir a su calendario festivales que celebran la intervención de Dios en los asuntos humanos, como lo fueron el nacimiento y la resurrección de Jesús. 8 ¿Cuándo nació Jesús? Hay quienes pregonan que Jesús nació cerca de los festivales de otoño. Eso es posible, pero no ha sido comprobado. Es poco probable que Augusto quisiera ocasionar una rebelión al solicitar que cada persona fuera a su ciudad natal cuando la religión local ordenaba que todo el mundo fuera a Jerusalén. Mucha gente ha rechazado la idea de que Jesús hubiera nacido en diciembre porque había pastores en el campo (Lucas 2:8), y los pastores normalmente no pastorean en diciembre. Pero debemos recordar que ese no fue un año normal. Augusto había instruido que todos debían ir a su ciudad natal para el censo (vers. 3), ¡pero los pastores seguían en sus campos! Había motivo para ello. Quizá estaban evadiendo el pago de los impuestos. Tenían razón para permanecer alejados de sus poblaciones lo más que pudieran. Claro que esta circunstancia no es prueba de que Jesús nació en diciembre, pero muestra que la principal objeción para un nacimiento en diciembre no es algo conclusivo. Por otra parte, en el año 221 (mucho antes del tiempo de Constantino) Julio Africano declaró que la fecha del nacimiento de Jesús era el 25 de diciembre. No nos dice cómo obtuvo esta fecha, pero un autor posterior calculó la fecha de la siguiente manera: Zacarías estaba sirviendo en el templo durante los festivales de otoño cuando Gabriel le dijo que su esposa iba a concebir (Lucas 1:8, 23). Seis meses más tarde, cerca del equinoccio de verano, María recibe la visita del ángel, quien le informa que Jesús sería concebido. Por lo tanto, el nacimiento del Salvador ocurriría alrededor de fines de diciembre. Claro está que este cálculo no es prueba (las suposiciones no han sido comprobadas); sin embargo, muestra que la fecha no necesariamente está basada en el paganismo. La fecha podría haberse calculado sin referencia alguna de costumbres paganas. 9 Si es verdad que Jesús no nació el 25 de diciembre, ¿por qué celebramos esa fecha? ¿Será pecaminoso participar en las celebraciones de Navidad? Yo no celebro una “fecha”, celebro a una Persona. El día exacto del nacimiento de Jesús es secundario, pero que nació, y que es el Hijo de Dios, y que vino al mundo para lograr nuestra adopción como hijos de Dios, son verdades que merecen ser grandemente celebradas. De acuerdo a la historia, fue Dionisio el Exiguo (vivió a fines del quinto siglo) el que fijó el 25 de diciembre del año uno como la fecha del nacimiento de Jesús. Así estableció el “calendario cristiano” en el que toda fecha moderna se fija a partir de su nacimiento. Hoy sabemos que esa fecha estaba equivocada, pero por siglos fue la fecha aceptada por la iglesia para el nacimiento de Jesús. En la actualidad los que condenan la celebración de la Navidad apuntan a las fiestas paganas de celtas y germanos que alrededor del 25 de diciembre celebraban el solsticio invernal. Preguntan, ¿cómo es posible que se celebre el nacimiento de Jesús en una fecha de fiesta pagana? ¡Eso es horrible y malo! No, no lo es. Mas bien, en mi opinión, es bueno. ¡Jesús ganó! ¿Quién en Navidad piensa del solsticio celebrado por esas tribus salvajes indoeuropeas? El evangelio tiene el poder para transformar y redimir a toda la humanidad, y también tiene el poder para transformar una fiesta. Hoy se celebra el nacimiento de Jesús por todas partes del mundo cristiano. Admitimos que hay grandes abusos de la Navidad por parte de aquellos que no conocen a Jesucristo, pero al menos están dando fe de que un día Jesús, el Salvador del mundo, nació en Belén. Aunque ellos lo celebren mal, nosotros que le amamos y le recibimos como Salvador podemos celebrarlo bien, y con gran gozo y júbilo. Sea con lindos programas en la iglesia o con tiempos especiales de la familia alrededor del arbolito, celebremos la incomparable historia de la venida de Dios al mundo. Con gozo unámonos a los ángeles para cantar “¡gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” 10 En resumen, estamos celebrando el momento en que el Hijo de Dios nació en su creación como uno de nosotros: un Hijo del Hombre. Estamos celebrando que la humanidad nació de nuevo en el nacimiento de Jesús, el postrer Adán, el Hijo de Dios nacido de María. ¿Y por qué celebramos? Debido a que nuestro nuevo nacimiento en el nacimiento de Jesús es nuestra adopción y nuestra salvación. Así como el Hijo de Dios comparte ahora y para siempre nuestra humanidad, nosotros compartimos también para siempre su Divinidad. Su nacimiento como el hijo de María es el medio de nuestro nacimiento como hijos de Dios Padre. Así que, no necesitamos pedirle disculpas a Orígenes o a los puritanos para celebrar este momento de alegría en el plan del Padre de la adopción. Dios, a través de su encarnación en Jesús, nos muestra su rostro, e inicia un recorrido mediante el que recompone su propia biografía. Una biografía maltratada por la mano del ser humano. La vieja biografía de Dios nos lo presentaba como un ser vengativo con aquellos que no hacían caso a sus designios. Un Dios que condenaba, de entrada, al impío sin ningún tipo de consideraciones. Un Dios “fuerte” que se hacía visible a través del poder político y religioso, y que generaba multitud de excluidos sociales. Dios era el Dios de una sola etnia. Reitero que la vieja biografía de Dios fue distorsionada por los humanos. Si embargo en Jesús, Dios recompone su propia biografía. Entra en el vientre materno de una virgen, y “nace de nuevo” para mostrarnos su rostro. Recibe a ricos y pobres, religiosos y pecadores, redice lo recogido en la Torah, no condena a ninguno, sino que a todos ofrece el camino que Él mismo está recorriendo. 11 Eso es lo que celebramos en la Navidad, que Dios ama de tal manera a la humanidad que se entrega a ella y por ella. El Dios que desde que nace del vientre de María se hace pobre (2Cor 8:9), se hace semejante a los seres humanos, se hace esclavo (Fil. 2:6-8), y muere colgado en un madero. Y es desde esa insensatez y debilidad que muestra la suprema sabiduría divina (1 Cor. 1:25), sabiduría que no es conforme a los poderes de este mundo, y por ese desconocimiento lo asesinaron (1 Cor. 2:7,8). Solo pensar en el hecho que en la Navidad el mundo entero se une para celebrar el más extraordinario evento de la historia humana, el nacimiento de Jesucristo en Belén, es un milagro de Dios. Fíjense, el mundo no se detiene para celebrar el nacimiento del más famoso romano, Julio César. Ni aun para celebrar el nacimiento de Buda. Tampoco dedican un día siquiera para celebrar la hazaña científica más increíble: el aterrizaje del hombre en la luna. Pero para el nacimiento del Salvador del Mundo, tantos paganos como cristianos, ateos como religiosos cantan los villancicos, adornan su casas, compran regalos unos para otros, y con incuestionable alegría festejan la Navidad. 12 Las objeciones a la Navidad me recuerdan el incidente contado en Lucas 19, cuando los fariseos quisieron callar la celebración muy especial que se hacía a Jesús. Cuenta que “la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios… diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! [la frase me suena como un villancico]. Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.” Este hecho de que el mundo da homenaje a Jesucristo me parecen ser “las piedras” de que habló Cristo. Fíjese que es algo inexplicable que gran parte del mundo celebre la venida de Cristo al mundo —aunque lo hagan de forma inconsciente e involuntaria. Recuerde que pasan la mayor parte del año sin pensar en Dios, sin hacer nada religioso, sin adorar a nada ni a nadie. Pero, al aproximarse el 25 de en diciembre, inexplicablemente comienzan a adornar las calles, intercambiar regalos, y a escuchar la música navideña. Aunque la adoración sea imperfectamente, el hecho es que celebran aquello tan especial que sucedió en Belén hace 2008 años. Es, repito, extraordinariamente asombroso. El hombre no pudo haber inventado la Navidad. No puedo creer que los ateos la hubieran inventado habiendo previsto sus provechosos comerciales (más bien fue que al ver a la gente celebrando esta fecha se aprovecharon). Tampoco puedo creer que fueron los demonios y Satanás que la inventaron como un medio para desviar la gente de la fe verdadera (lo digo porque los demonios odian toda mención de Jesucristo). Estoy seguro que si la Navidad fuera satánica, otra figura sería central a la fecha, y no Jesucristo. Y fíjense en esto: ¿qué es lo que sigue siendo lo central a la Navidad? ¿No es el pesebre? En los comercios más mundanos es donde más lujosos se encuentran los pesebres. ¿Habrá un símbolo más perfecto de lo que es la Navidad? ¡El Hijo de Dios humildemente nace en un pesebre! ¡Y pensar que el mundo entero lo celebra! 13 ¿Será malo que gente pagana que por cincuenta semanas del año no tienen nada que ver con Cristo, que ahora, en las últimas dos, lo celebren? Me hace pensar en las palabras del Pablo, cuando sus seguidores se quejaban de otros que no predicaban como él, dijo: ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. Al pensar de toda esta controversia que se levanta en relación a la Navidad, pregúntese: ¿No será esta la mejor época del año entero para participar en los festejos y ampliamente contar a quién nos escuche de ese Cristo que tanto amamos? 14 ¿Qué de los regalos navideños? ¿Es impropio que los cristianos intercambien regalos en la Navidad? La costumbre de intercambiar regalos es muy antigua. Los que trazan la historia normalmente comienzan con los magos que llegaron con sus regalos de oro, incienso y mirra para Jesús (Mt 2.1-12). Algunos comienzan con Dios mismo, señalando el regalo de regalos que nos hizo al darnos a su Hijo amado. Históricamente esta costumbre cristiana de dar regalos se remonta a la edad media. En esos días gran parte de la gente del mundo europeo vivía bajo el sistema feudal. Como los vasallos dependían de la protección de un duque, marqués, barón, o aun de un rey, estos señores pedían regalos como expresión del aprecio que sus vasallos sentían por esa protección. La costumbre era entregar esos regalos en el tiempo de la Navidad. La Reforma protestante del siglo 16, que afectó tanto a la parte norte de Europa, trajo grandes cambios. El feudalismo llegó a su fin y cualquier cosa que tenía sabor al catolicismo era desechado, incluso las costumbres navideñas. Sin embargo, en Holanda y Alemania, siguieron las costumbres —trazadas a san Nicolás— de hacer regalos a los niños. Fueron las colonias holandesas y alemanas las que llevaron esta costumbre a América, la cual gradualmente se extendió hasta llegar a casi todo el mundo. Hoy la tradición es dar regalos a cualquier persona que se ama o se aprecia. Ahora la Navidad representa el tiempo de más ventas del año. Por supuesto, debemos criticar los excesos. A su vez, este es el tiempo en que las iglesias y las obras misioneras reciben sus mejores donativos. 15 ¿Condena la Biblia el uso de arbolitos? ¿Son idólatras los que ponen arbolitos navideños en sus casas? En la ciudad de Wittenberg en el Museo de la Casa de Melanchton (colega de Lutero) está en el tercer piso un dibujo antiguo del “Árbol de Lutero”, tratándose del arbolito, que según la historia, el gran reformador Martín Lutero colocó en su casa con motivo de la celebración de la Navidad. Esta es la historia: Una Noche Buena Martín Lutero regresaba a su casa en el frío invernal. Atravesando por una arboleda de pinos Lutero se detuvo para mirar a la luna llena y a las brillantes estrellas. En eso, su vista cayó sobre un pequeño pino que parecía estar encendido con la reflexión de las estrellas. Impresionado, lo cortó y llevó a su casa y lo adornó con pequeñas velas para que sus hijos pudieran tener la alegría que él había sentido al recordar la venida de Aquel que es la vida y la luz del mundo (en Alemania las pinos por muchos siglos han sido símbolos de nueva vida). Los que se oponen a usan el texto de Jeremías 10.1-10 para decir que Dios condena los arbolitos de navidad. Una correcta exégesis de ese pasaje inmediatamente muestra que no tiene nada que ver con nuestros arbolitos. Allí habla de árboles que se cortan para fabricar ídolos de madera. Me entristece todo ese esfuerzo entre algunos evangélicos de condenar la celebración de la Navidad. 16 Como cristianos sabemos que no debemos adorar imágenes, ¿es correcto entonces que armemos nacimientos en Navidad? Debemos ver la diferencia entre la adoración de imágenes y la representación de un evento que hoy llamamos “nacimientos”. Quizás, para subrayar la diferencia, podríamos tomar un drama de Navidad donde se arma un pesebre y en la que una pareja representa a María y a José, un bebé recién nacido a Jesús, y varios que se visten de pastores. Tales escenas se presentan en todo el mundo sin pensar que se está adorando a imágenes (cabe decir que el primero que hizo tal presentación navideña fue San Francisco de Asis en el año 1224). ¿Cuál es la diferencia que podría haber entre tal tipo de representación y una que se hace con figurines? ¡Ninguna, por supuesto! Lo que Dios nos prohíbe en el segundo mandamiento es crear imágenes con el propósito de inclinarnos ante ellas y adorarlas. No prohíbe la creación de representaciones, por ejemplo, la serpiente de bronce que ordenó crear a Moisés (Nm 21.9), los querubines de oro que hizo fabricar para colocar en los dos extremos del propiciatorio en el Tabernáculo (Éx 37.7-8), el altar de 12 rocas que mandó a Josué levantar después de cruzar el Jordán (Jos 4.3), o las interesantes representaciones que Dios mandó que hiciera Jeremías para ilustrar sus mensajes (véase Jer 13, 18, 19, 24 etc.). Un pesebre no es nada más que figurines que representan al evento más insólito de la historia. Nosotros en mi casa ponemos un nacimiento o pesebre con figuras de gauchos. Por supuesto, no nos inclinamos antes esas figuras, ni mucho menos las adoramos, pero sí nos regocijamos al sacarlas en los días de la Navidad para recordar a Aquel que se humilló a tal grado que nació en un pesebre —no en un palacio— para mostrar su increíble amor al más humilde de esta raza caída y perdida. 17 Santa Claus, ¿de dónde vino? ¿Es inocente o dañina esta costumbre? Los niños son muy dados a fantasear. Por eso cuentos como la Caperucita Roja, Pinocho, la Cenicienta, etc., etc., son tan queridos. En sí, tales cuentos —incluso el de Santa Claus— no son dañinos. ¡El problema llega si después de crecer se sigue creyendo en esas fantasías! Cierto es que, como cristianos, no queremos que Santa Claus tome la preferencia sobre Jesús. Esto se evita contando a los niños la verdadera historia de la Navidad y también contándoles las verdades sobre el origen de Santa Claus. Trescientos años después del nacimiento de Jesús, en Turquía, un joven llamado Nicolás perdió a sus padres en una terrible plaga. Como único hijo heredó una gran fortuna. Nicolás, que era un sincero creyente en Jesucristo, fue grandemente conmovido por la demanda de Jesús al Joven rico. Oyó de una familia vecina pobre cuyo padre no podía dar a sus hijas la dote para casarse. Habiendo decidido dar sus tesoros para ayudar a los pobres, pero no queriendo que supieran quién les ayudaba, Nicolás anónimamente comenzó ayudando a sus vecinos. Sigilosamente se acerco al domiciliado cercano y se trepó en el techo. Por la chimenea dejó caer una bolsa de dinero. Al ver el gozo que había llevado a aquel lugar, Nicolás comenzó a ampliar sus actos de benevolencia, haciéndolo siempre de forma anónima. Los beneficiados, no sabiendo a quién agradecer, daban gracias a Dios, cosa que trajo aun mayor gozo a Nicolás. Al ser nombrado obispo de Myra, llegó a oír de mucha más gente en necesidad. Su vida, pues, la pasó sirviendo a Dios y dando regalos a los pobres. Cuando al fin se descubrió quién era el autor de todas esas dádivas, su fama se extendió por todas partes del mundo cristiano, cosa que animó a muchos ricos a seguir su ejemplo. En Holanda lo llamaron Sint Nikolaas, que en poco se cambió a Sinterklass. Honraban su memoria dando a los niños regalos en la Navidad. De ahí los ingleses lo cambiaron a “Santa Claus”. Luego, en 1931 Haddon Sundblom pintó la imagen que ahora es tan conocida para una publicidad de Coca Cola, y esas botellas popularizaron a Santa Claus. ¿Hay una moraleja? Por supuesto: Dar es mejor que recibir. También: La verdad vence a las mentiras. Por tanto, nunca engañen a sus hijos, siempre díganles la verdad. 18 ¿Debemos cantar los villancicos? Algunos evangélicos se rehúsan cantarlos porque dicen que estos son cantos Católicos. Aunque tenemos diferencias de creencias con los católicos, recordemos que católicos y evangélicos somos “cristianos”, es decir, ambos adoramos a Cristo y creemos la Biblia. Históricamente han venido grandes himnos de ambas tradiciones. Lo importante de un himno es su apego a la Biblia. Hay canciones llamadas “evangélicas” que yo rehúso cantar por su letra no bíblica. Y sí me gusta Noche de paz, escrita por un sacerdotes católico aleman, Joseph Franz Gruber en diciembre de 1792, himno que fielmente sigue el mensaje de san Lucas. “Las canciones de Navidad”, dice Paul Westermeyer, “en su mayoría tratan temas cristianos; de cada siete que se han escrito, cinco son cristianas”. Luego explica que en tiempos antiguos la celebración navideña duraba 12 días y para satisfacer la necesidad de solistas y coros, los músicos se dedicaban a componer estos himnos. Por eso hay tantos. Hoy, con toda la condenación que se ha hecho en contra de la Navidad, menos y menos se cantan en las iglesias los grandes himnos que celebran la venida de Cristo. Es triste ver que son los medios seculares, conscientes de la época de Navidad, los que ahora usan nuestra música cristiana para sus programas de radio y como fondos musicales en los comercios. Sería bueno volver incorporar en nuestra adoración a las hermosas canciones de Navidad. 19 20