¿Por qué interesa suscribir un plan de pensiones?

Anuncio
1
¿Por qué interesa suscribir
un plan de pensiones?
1.1. ¿Cómo se impulsó su creación?
1.2. ¿Será suficiente la pensión
de la Seguridad Social?
1.3. ¿Se obtienen ventajas fiscales y de ahorro
a largo plazo?
1.4. ¿Son sólidos los planes de pensiones?
1.5. ¿A qué edad interesa suscribir un plan
de pensiones?
1. ¿Por qué interesa suscribir
un plan de pensiones?
1.1. ¿Cómo se impulsó su creación?
Los planes de pensiones nacen en España como un modelo más
de todo el sistema de previsión voluntaria, complementaria al sistema básico público. En este modelo, los ciudadanos pueden, de
acuerdo con su esfuerzo de ahorro, compensar la pérdida de recursos al momento de pasar de la situación de activo a la de pasivo.
En definitiva: los ciudadanos pueden complementar la pensión
pública a la que tuvieran derecho.
En España, los planes de pensiones (que, como se verá más adelante, se instrumentan a través de los fondos de pensiones) son un
producto relativamente joven, ya que aparecen en el ordenamiento
jurídico español con la promulgación de la Ley 8/87, de 8 de junio de 1987.
La Administración ha sido, sin duda, la gran protagonista del desarrollo de los planes y fondos de pensiones. En buena parte, su decisión de legislar sobre este asunto guardaba relación con la necesidad de regular definitivamente sistemas públicos de previsión complementarios a los básicos. Se pretendía además crear un marco legal
para la fiscalidad de las dotaciones de las empresas a favor de sus empleados, por motivos de previsión social, y las de los propios ciudadanos, que de forma libre e individual demandaban un producto de
previsión cuya financiación no se produjera con los recursos disponibles después del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
Este objetivo se complementó dotando al modelo de un sistema
puro de capitalización. Se creó, por tanto, un producto financiero
que reforzara la oferta de recursos en el mercados de capitales a
medio y largo plazo, y contribuyera así al desarrollo de la economía española.
Los objetivos previstos por la Administración quedaron perfectamente incorporados a la Ley, de modo que:
-Las empresas públicas que mantenían sistemas de previsión
complementarios a los básicos públicos para sus trabajadores, pudieron transformarlos en planes y fondos de pensiones, eliminando la prohibición de su financiación.
– 13 –
-Todas las empresas podían llevar como gasto deducible del Impuesto sobre Sociedades sus contribuciones a la financiación de
planes de pensiones de los trabajadores.
-Por último, los particulares podían reducir de su base imponible en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas las aportaciones a la financiación de su plan de pensiones. Eso sí, con unos
ciertos límites que se verán más adelante.
1.2. ¿Será suficiente la pensión
de la Seguridad Social?
Las razones para suscribir un plan de pensiones se hacen cada
día más obvias, por el alejamiento progresivo que se va produciendo entre la pensión pública y el salario que se obtiene durante la
vida laboral activa, muy especialmente para aquellos salarios superiores a cuatro millones de pesetas (ya que esta cuantía es la pensión máxima de la Seguridad Social): a partir de esta cifra, el alejamiento es más rápido y mayor. Téngase en cuenta, por ejemplo,
que un ciudadano con unos ingresos brutos en activo de seis millones de pesetas, que cotice durante 35 años y se jubile a los 65,
percibirá una pensión pública equivalente aproximadamente al 73
por ciento de lo que ganaba en activo.
La estructura de un plan de pensiones contempla, por lo general,
el grado de cobertura que el ciudadano ya puede tener con otros sistemas de previsión. Su vocación es, por tanto, la de complementar
aquellas prestaciones ya existentes y mejorar su acción protectora.
La principal ventaja de los planes de pensiones es que permite a
sus titulares equiparar el nivel de vida, una vez estén jubilados, al
que tenían antes de jubilarse. Para ello hay que sacrificar el consumo presente por consumo futuro. Y todo ello con ventajas fiscales.
1.3. ¿Se obtienen ventajas fiscales
y de ahorro a largo plazo?
Al margen de las evidencias ya enunciadas, hay razones económicas y fiscales para suscribir planes de pensiones. Los suscriptores
ven sustancialmente reducida su base imponible en el Impuesto
sobre la Renta de las Personas Físicas, al poderse reducir las aportaciones, tanto directas como imputadas, realizadas al plan de pensiones. Ningún otro sistema de previsión contempla estas ventajas.
– 14 –
Concretamente, el artículo 17 de la Ley de IRPF recoge una reducción fiscal por las aportaciones realizadas a estos instrumentos.
La reducción tendrá un límite del 25 por ciento de la suma de los
rendimientos netos de trabajo o actividades económicas y no podrá superar 1.200.000 pesetas al año, o un límite superior para los
mayores de 52 años, que está en función de una escala gradual al
razón de 100.000 pesetas al año hasta alcanzar los 2,5 millones de
pesetas a los 65 años. Todas estas cantidades han sido elevadas por
el Real Decreto 3/2000, de 23 de junio.
El Proyecto de Ley de Acompañamiento a los Presupuestos del
Estado introduce cambios en los límites de reducción fiscal de los
planes de pensiones. En concreto, elimina los límites porcentuales
y eleva los límites absolutos para las personas mayores de 52 años,
a razón de 200.000 pesetas sobre el límite general de 1,2 millones
de pesetas por cada año que el partícipe supere los 52, hasta llegar
a 3,8 millones de pesetas a los 65 años.
Como la Ley posibilita la suscripción de varios planes de pensiones, la reducción anterior se refiere a la suma de todos los planes suscritos individualmente por cada partícipe integrado en la
unidad familiar.
En realidad, esta ventaja fiscal supone un diferimiento de impuestos a lo largo del periodo de aportación, ya que llegado el momento de la jubilación hay que pagar impuestos por la prestación
recibida. Pero no se trata de un diferimeinto puro y duro (lo que
no se paga hoy, se paga mañana), sino que en determinados casos,
existen mecanismos de deducción fiscal. Por ejemplo, si se cobra
la prestación en forma de capital, existe una deducción del 40 por
ciento, siempre que el plan tenga una antigüedad superior a los
dos años. Y, en general, los partícipes pagan menos impuestos una
vez estén jubilados, ya que en ese momento el tipo impositivo
marginal es menor.
1.4. ¿Son sólidos los planes de pensiones?
La solidez de los planes de pensiones es muy superior a la de la
mayoría de los demás productos financieros existentes en el mercado español.
La Ley de Planes y Fondos de Pensiones garantiza a los ahorradores una fiabilidad casi ilimitada en los planes, dada la existencia
– 15 –
de controles muy estrictos sobre la gestión de los patrimonios de
estas entidades y sobre su funcionamiento.
Los propios partícipes, como miembros mayoritarios de las comisiones de control de los fondos de pensiones, pueden supervisar la situación patrimonial de las entidades. Reciben, además, información puntual sobre las inversiones del fondo y sobre la situación patrimonial de sus derechos consolidados, por lo que pueden
evaluar la rentabilidad de su capital en cualquier momento.
Otra gran ventaja de los planes de pensiones es que cabe la posibilidad de que en los mismos se integren personas de situaciones
económicas totalmente distintas. Dado que las aportaciones mínimas previstas en los reglamentos de los planes de pensiones suelen
ser a partir de 5.000 pesetas, la integración de personas con niveles de renta totalmente distintos es perfectamente posible.
Cuando se decide una inversión en un plan de pensiones, se
tiende a valorar principalmente el efecto inmediato de la desgravación fiscal. Sin embargo, es importante también prestar atención a
la calidad de gestión del mismo. Pequeñas variaciones en la rentabilidad, suponen grandes variaciones en el resultado final. Un dato:
un punto más de rentabilidad media a lo largo de un plan de pensiones que dure 20 años supone un 11 por ciento más de capital al
final. Dos puntos más de rentabilidad suponen un 25 por ciento
más de capital. Estos cálculos están realizados en un supuesto con
aportaciones de una peseta mensual durante 20 años. En este caso,
si se obtiene un 5 por ciento de rentabilidad media, al final del periodo se obtienen 405,8 pesetas. Si la rentabilidad, es del 6 por
ciento, se consiguen 453,44 pesetas. Mientras que si se obtiene un
7 por ciento de rentabilidad, el resultado final es de 507,54 pesetas.
1.5. ¿A qué edad interesa suscribir
un plan de pensiones?
Los sistemas de previsión deberían suscribirse desde el primer
momento de la vida laboral, aunque, dada la juventud de la persona, la necesidad de previsión para la jubilación u otras contingencias parezca muy lejana.
Según las estadísticas, en la actualidad la mayor parte de los
partícipes de planes de pensiones tienen edades comprendidas
entre los 35 y los 55 años. Esto es lógico, si se tiene en cuenta que
– 16 –
el nivel de ingresos a dichas edades está más consolidado. Y, sobre
todo, los ciudadanos de esas edades contemplan mucho más cerca la necesidad de previsión para sí mismos y para los familiares
dependientes.
Sin embargo, a medida que se va difundiendo el modelo, grupos más los jóvenes de personas demandan planes de pensiones.
El partícipe debe saber que el tiempo es su mayor aliado. Comenzar a ahorrar al principio de la vida laboral de forma sistemática proporciona una gran recompensa, ya que el tiempo es uno de
los activos más valorados en un plan financiero, especialmente a la
hora de acumular capital. El siguiente ejemplo ilustra lo dicho. Supongamos un joven de 25 años que aportar al principio de cada
año y durante doce ejercicios 100.000 pesetas. A partir de los 37
años no aporta nada hasta su jubilación. Lo comparamos con otro
joven que desde los 35 y hasta los 65 años aporta también
100.000 pesetas al comienzo de cada año. Ambos obtienen la misma rentabilidad, del 5 por ciento anual durante el conjunto de la
operación. En el momento en que ambos se jubilen, el primero
habrá aportado 1.299.973 pesetas y a los 65 años obtendrá
7.250.602. El segundo habrá aportado 3.099.937 pesetas y obtendrá 7.097.527 a su jubilación. Es decir, habrá aportado más y conseguido menos que el primero, que comenzó antes.
– 17 –
Descargar