“Las reformas laborales a la luz del derecho transnacional del trabajo” UGT-CGPJ 25 y 26-06-2014 Segunda Mesa Redonda: “La flexibilidad externa” “El control judicial de los despidos colectivos y en la amortización de las plazas de indefinidos no fijos: incidencia de la normativa comunitaria e internacional" Fernando Salinas Molina Magistrado Sala Social-Tribunal Supremo Sumario de posibles temas a tratar en la Mesa redonda: I.- EL CONTROL JUDICIAL DEL DESPIDO COLECTIVO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO: Referencia a las esenciales sentencias dictadas en Sala General y a los votos particulares que han abordado directamente la problemática: incidencia de la normativa comunitaria e internacional. I.1.- El importante precedente de la sentencia de Sala General sobre el local del máquinas recreativas en la Estación de Sans: control judicial de la “razonabilidad” de la medida extintiva adoptada por la empleadora: necesidad de “acoger interpretaciones no extensivas en la aplicación del derecho empresarial a amortizar puestos de trabajo por causas objetivas”.- STS/IV 29-noviembre-2010 (rcud 3876/2009, Sala General). I.2.- El antecedente de la sentencia de Sala General, que fue anulada por incongruente por la propia Sala IV del Tribunal Supremo, relativa a la empresa “Celsa Atlantic”: fijación en sentencia del concreto número de trabajadores afectados por un despido colectivo: el denominado “juicio de proporcionalidad en el sentido técnico-jurídico de la expresión”.- STS/IV 20-septiembre-2013 (rco 11/2013, Sala General, con votos particulares) anulada por ATS/IV 26-marzo-2014 (rco 11/2013, con voto particular). I.3.- El control judicial sobre el objeto de los contratos suscritos, entre otros, por la Administraciones públicas empleadoras para determinar sí responden a la finalidad legalmente establecida: trabajos temporales de colaboración social: interpretación de los presupuestos exigibles a tales trabajos (art. 213.3 LGSS; arts. 38 y 39 RD 1445/1982): el "carácter temporal" y la "utilidad social o que redunden en beneficio de la comunidad" y su control judicial.- SSTS/IV 27-diciembre-2013 (rcud 3214/2012, Sala General), 27-diciembre-2013 (rcud 2798/2012, Sala General) y 27diciembre-2013 (rcud 27/12/2013, Sala General). I.4.- El control judicial en los supuestos de modificación sustancial de condiciones de trabajo y la incidencia de dicha doctrina jurisprudencial en los despidos colectivos: tras la reforma laboral iniciada con el RDL 3/2012, a los Tribunales corresponde emitir un juicio no sólo sobre la existencia y legalidad de la causa alegada, sino también acerca de la razonable adecuación entre la causa acreditada y la acordada modificación: el juicio de “razonabilidad”: exigencia que la medida adoptada se adecue idóneamente para conseguir el objetivo perseguido con ella [juicio de idoneidad].- El art. 151 del Tratado Fundacional de la UE establece como objetivo de la misma y de los Estados miembros «la mejora de las condiciones de … trabajo», a la que incluso se subordina «la necesidad de mantener la competitividad de la economía de la Unión».- STS/IV 27-enero-2014 (rco 100/2013, empresa: “Cortefiel”, materia: reducción salarial). 1 I.5.- La causa económica y la desproporción de la medida empresarial adoptada en el despido colectivo de 925 trabajadores de una plantilla de 1161.- Control judicial: aplicación de la doctrina sobre el juicio de “razonabilidad”: exigencia que la medida adoptada se adecue idóneamente para conseguir el objetivo perseguido con ella (juicio de idoneidad): aplicación doctrina contenida en la citada STS/IV 27-enero-2014 (“Cortefiel”): no corresponde a los Tribunales fijar la medida «idónea», ni censurar su «oportunidad» en términos de gestión empresarial, por ejemplo reduciendo el número de trabajadores afectados.- STS/IV 26-marzo-2014 (rco 158/2013, Sala General con votos particulares, empresa: Telemadrid). I.6.- La problemática del control judicial del acuerdo alcanzado entre empresa representación de los trabajadores cuando en el mismo se pactan cuestiones que no encajan entre las previstas legalmente para el despido colectivo o para la modificación sustancial de condiciones de trabajo y/o la movilidad geográfica o sobre medidas de las que se cuestiona su legalidad o la necesaria exigencia de una decisión personal de los trabajadores afectados a los que se les plantea como una de las opciones a elegir: crítica de la decisión jurisprudencial que entiende que no existe nulidad del acuerdo por fraude de ley y que las medidas acordadas entre la empresa y la representación de los trabajadores se enmarcan, en términos de legalidad, en lo que libremente se puede decidir en un proceso negociador seguido con respeto a las normas que lo regulan.STS/IV 19-marzo-2014 (rco 226/2013, Sala General, votos particulares, empresa “Gestión Ambiental de Castilla La Mancha” -GEACAM S.A.). I.7.- El control judicial de los criterios de selección de los trabajadores afectados por los despidos colectivos: el caso del Ayuntamiento de Jerez: ¿deben respetarse los principios de mérito y capacidad en la fijación de los criterios de selección?: ¿pueden encomendarse a los Juzgados de lo Social que en los despidos individuales controlen la regularidad de la elección empresarial de los trabajadores afectados caso por caso?.- Nota de prensa del CGPJ de fecha 18-06-2014. II.- EL CONTROL JUDICIAL DE LA DECISIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA EMPLEADORA DE AMORTIZACIÓN DE LAS PLAZAS LABORALES Y, EN ESPECIAL, DE LAS DE LOS TRABAJADORES INTERINOS POR VACANTE Y DE LOS INDEFINIDOS NO FIJOS EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO: Referencia a las esenciales sentencias dictadas en Sala General y a los votos particulares que han abordado directamente la problemática: incidencia de la normativa comunitaria e internacional. II.1.- Control de la decisión de amortizar plazas ocupadas interinamente efectuado por la Administración publica empleadora y la necesidad de ajuste entre lo acordado y lo efectuado en la práctica a efectos de la adecuada defensa por parte de los afectados y del control judicial de la medida.- STS/IV 27-febrero-2012 (rcud 3264/2010, Sala General, votos particulares, empresa “Instituto Madrileño del Deporte, el Esparcimiento y la Recreación”). II.2.- Extinción por la Administración pública empleadora de contratos temporales (obra o servicio determinado) antes de que concluya la causa que justificaba la temporalidad y la necesidad de acudir al despido colectivo si se rebasan los umbrales del art. 51 ET; interpretación del art. 51 ET en relación con la Directiva 98/59/CE del Consejo de 20 de julio de 1998, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros que se refieren a los despidos colectivos, y con la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en su sentencia de 12-octubre2004 (asunto C-55/2002). SSTS/IV 3-julio-2012 (rcud 1657/2011, Sala General, con voto particular, empresa SEAGA) y 3-julio-2012 (rcud 1744/2011, Sala General, con voto particular, empresa SEAGA). II.3.- La tesis tradicional de la Sala IV del Tribunal Supremo sobre los trabajadores indefinidos no fijos al servicio de las Administraciones públicas empleadoras y la posibilidad de extinguir sus contratos de trabajo no solamente cuando se cubran las plazas que ocupan por su cobertura reglamentaria sino incluso cuando la Administración 2 empleadora dedica amortizar la plaza por cualquier causa, sin necesidad de acudir al despido objetivo (singular o plural o colectivo) y sin derecho a indemnización alguna: la posición de aquellos trabajadores al servicio de la Administración, cuyo contrato fue declarado indefinido (no fijo) por sentencia firme, es idéntica a la de aquellos otros que cubren una plaza con contrato de interinidad.- Especial referencia a Directiva 1999/70 CE, que aplica el Acuerdo marco sobre el trabajo de duración determinada.- STS/IV 22-julio-2013 (rcud 1380/2012, Sala General, voto particular). II.4.- El primer “paso adelante” consistente en establecer una indemnización por extinción contractual en favor de los trabajadores indefinidos no fijos al servicio de la Administración publica empleadora: a pesar de mantenerse la doctrina de la citada STS/IV 22-julio-2013 (rcud 1380/2012, Sala General, con voto particular) se fijan las indemnizaciones que en aquélla se aludían pero no se concedían .- Indemnización por extinción contractual procedente contratos temporales.- Entre otras muchas, STS/IV 14-octubre-2013 (rcud 68/2013, empresa Ayuntamiento de Parla). II.5.- Una consecuencia indirecta: el control de la regularidad de la decisión del Ayuntamiento empleador (Ayuntamiento de Parla) amortizando plazas de trabajadores indefinidos no fijos: exigencia del requisito o presupuesto de contradicción de sentencias en el recurso de casación unificadora.- No contradicción sobre el primer motivo (competencia o incompetencia orden jurisdiccional social conocer, siquiera prejudicialmente, sobre validez acuerdo modificación RPT y derivada amortización) ni sobre el segundo motivos (competencia o incompetencia de la Junta de Gobierno Local para proceder a modificación RPT y amortización puestos de trabajo), lo que impide, dado el contenido de la sentencia impugnada, la que por la decisión anterior no se modifica, entrar a conocer del tercer motivo (requisitos y consecuencias amortización puestos de trabajo desempeñados por trabajadores indefinidos no fijos).- Entre otras muchas, SSTS/IV 14-octubre-2013 (rcud 3287/2012) y 28octubre-2013 (rcud 3252/2012). II.6.- El control judicial del fraude de ley y las Administraciones públicas: Desviación de poder que comporta en este ámbito laboral el fraude de Ley: en la génesis del acto administrativo se ha detectado la concurrencia de una causa ilícita, reflejada en la disfunción manifiesta entre el fin objetivo que emana de su naturaleza y de su integración en el ordenamiento jurídico y el fin subjetivo instrumental propuesto por el órgano decisorio.- Despido colectivo: Consorcios UTEDLT, Ayuntamientos integrados, Servicio Andaluz de Empleo y Junta de Andalucía: nulidad del despido por fraude y responsabilidad solidaria concurrentes en el fraude: desaparecida la subvención que atiende a los gastos del Consorcio, la decisión procedente era su disolución para que los trabajadores se integrasen automáticamente en el SAE, tal como está legalmente previsto, constituyendo fraude de ley no hacerlo así y acordar su Consejo rector –presidido por el delegado provincial de empleo– el despido colectivo de todos los trabajadores, atendiendo el pago de las indemnizaciones con una subvención extraordinaria de la Junta de Andalucía, impidiendo de esta forma que produzca la subrogación prevista en la norma autonómica.- Entre otras, SSTS/IV 17-febrero-2014, (recurso 142/2013, Sala Genera) y 16-abril-2014 (rco 152/2013, Sala General). II.7.- Control judicial del compromiso de una Diputación Provincial de asumir los gastos de una empresa mixta por ella constituida: sustitución de la denominación de la partida de abono de gastos por la de una subvención anual.- Negación del control judicial: no se permite el control judicial, ni siquiera prejudicialmente, de la decisión que comporta la amortización por causas económicas de los puestos de trabajo de los trabajadores despidos colectivamente por el Instituto sin poder determinar el carácter justificado o no de la modificación o supresión del compromiso de abono de gastos que asumió, en su día, la Diputación.- STS/IV 18-febrero-2014 (rco 74/2013, Sala General con voto particular, empresa: “Instituto Técnico Agronómico Provincial, S.A.” empresa mixta Diputación Albacete”). 3 II.8.- Un importante cambio de doctrina sobre la extinción contractual de los interinos por vacante y de los indefinidos no fijos al servicios de las Administraciones públicas empleadoras: sujeción a los requisitos de los despidos objetivos singulares o colectivos con las consecuencias a ello inherentes, en especial, con el derecho al percibo de las correspondientes indemnizaciones.- Tras la vigencia de la DA 20ª ET incorporada por Ley 3/2012 el despido colectivo del personal laboral interino por vacante al servicio de una entidad pública requiere ahora el procedimiento de despido colectivo y celebrar el período de consultas, procedimiento cuya omisión vicia de nulidad el despido colectivo, aunque se base en la modificación acordada en la RPT, sin perjuicio del valor probatorio que la nueva RPT pueda tener posteriormente para fundar la decisión extintiva.- El TS declara nulo el despido de interinos laborales por vacante de la Universidad Politécnica de Madrid.- Nota de prensa del CGPJ sobre la decisión adoptada en Sala General Sala IV (18-06-2014). 4 I.- EL CONTROL JUDICIAL DEL DESPIDO COLECTIVO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO: Referencia a las esenciales sentencias dictadas en Sala General y a los votos particulares que han abordado directamente la problemática: incidencia de la normativa comunitaria e internacional. I.1.- El importante precedente de la sentencia de Sala General sobre el local del máquinas recreativas en la Estación de Sans: control judicial de la “razonabilidad” de la medida extintiva adoptada por la empleadora: necesidad de “acoger interpretaciones no extensivas en la aplicación del derecho empresarial a amortizar puestos de trabajo por causas objetivas”.- STS/IV 29-noviembre-2010 (rcud 3876/2009, Sala General, Ponente Luis Fernando de Castro Fernández). Se declaró, en esencia, al enjuiciar un despido objetivo individual o plural que no procedía la amortización del puesto de trabajo en un supuesto de extinción por transcurso del plazo del arrendamiento del local de máquinas recreativas utilizado por la empleadora en la estación central de ferrocarril de Barcelona, partiendo de que por las mismas fechas la empresa había efectuado numerosas contrataciones de personal, por lo que la medida no ofrecía la razonabilidad debida, aunque se afirmaba que no le era exigible a la empresa acreditar la imposibilidad o la dificultad de encontrar otro local. Destaca la referida sentencia, entre otros, los principios relativos a la “racionalidad de la medida a adoptar”; al “derecho al trabajo que reconoce el art. 35.1 CE” que comprende, entre otros aspectos, el ”derecho a no ser despedido sin justa causa”; a las “exigencias constitucionales como compromisos internacionales, hacen que rija entre nosotros el principio general de la limitación legal del despido”; a la “la necesaria concordancia entre los arts. 35.1 y 38 CE”; y, finalmente, a la necesidad de “acoger interpretaciones no extensivas en la aplicación del derecho empresarial a amortizar puestos de trabajo por causas objetivas”. Se razona, en esencia y en lo que ahora nos afecta sobre el control judicial y atendida la normativa legal sustantiva entonces vigente, que: <<… la doctrina consolidada de la Sala … pueden resumirse en los siguientes apartados: a).- De acuerdo con la dicción del art. 52.c) ET, las causas empresariales que pueden ser alegadas en el despido objetivo o bien “causas económicas” o bien “causas técnicas, organizativas o de producción”, y se valora de distinta manera los hechos constitutivos de las mismas, sin perjuicio de que en determinadas situaciones puedan concurrir varias de ellas a un tiempo (por ejemplo, SSTS 14/06/96 –rcud 3099/95–; 06/04/00 –rcud 1270/99–; 12/02/02 –rcud 1436/01–; y 21/07/03 –rcud 4454/02–). b).- Conforme al mismo precepto, para que las causas económicas se consideren justificadas el empresario ha de acreditar que la decisión extintiva contribuye a la superación de “situaciones económicas negativas”; mientras que la justificación de las “causas técnicas, organizativas o de producción” requiere la acreditación de que el despido contribuye a “superar las dificultades que impiden el buen funcionamiento de la empresa … a través de una mejor organización de los recursos (así, SSTS 13/02/02 – 5 rcud 1436/01–; 19/03/02 –rcud 1979/01–; 21/07/03 –rcud 4454/02–; 31/01/08 –rcud 1719/07–; 12/12/08 –rcud 4555/07–; y 16/09/09 –rcud 2027/08–). c).- El término genérico “dificultades” … d).- En todo caso es al empresario a quien corresponde probar la realidad de las causas o factores desencadenantes de los problemas de rentabilidad o eficiencia de la empresa, lo que supone –de un lado– la identificación precisa de dichos factores, y – de otro– la concreción de su incidencia en las esferas o ámbitos de afectación señalados por el legislador (en este sentido, la STS 14/06/96 –rcud 3099/95–). e).- El control judicial previsto en la ley para determinar si las medidas adoptadas por la empresa para «superar» las dificultades que impidan su buen funcionamiento se ha de limitar en este punto a comprobar si tales medidas son plausibles o razonables en términos de gestión empresarial, es decir, si se ajustan o no al estándar de conducta del «buen comerciante» (véanse las SSTS 10/05/06 –rcud 725/05–; 31/05/06 –rcud 49/05–; y 02/03/09 –rcud 1605/08–). Con ello está claro que en el caso de que tratamos no se traslada el problema – las dificultades empresariales– de un centro de trabajo a otro, porque si bien la empresa no tenía la obligación ex lege de buscar necesario acomodo al trabajador afectado, de todas formas lo que sí afirmamos es que en el presente caso ha de darse prioridad al traslado [voluntario para el trabajador] frente a la masiva contratación de trabajadores ajenos. Y aunque ciertamente esta obligación –trasladar, antes que contratar– no figure expresamente en la norma, entendemos que puede colegirse de su propio texto, puesto que habla de «superar las dificultades que impidan el buen funcionamiento de la empresa» y en todo caso es consecuencia de la interpretación jurisprudencial sobre la racionalidad de la medida a adoptar, que … está ausente en un supuesto tan singular como el presente. Aparte de resultar –en el caso– la solución más acorde con el derecho al trabajo que reconoce el art. 35.1 CE, que en su vertiente individual se concreta en el «derecho a la continuidad o estabilidad en el empleo, es decir en el derecho a no ser despedido sin justa causa» (SSTC 22/1981, de 2/Julio, FJ 8; y 192/2003, de 27/Octubre, FJ 4), porque, tanto exigencias constitucionales como compromisos internacionales, hacen que rija entre nosotros el principio general de la limitación legal del despido, así como su sujeción –para su licitud– a condiciones de fondo y de forma, lo que no significa que no hayan de tenerse en cuenta los derechos constitucionales de la libertad de empresa y de la defensa de la productividad, pero sí que se ha de atender a la necesaria concordancia entre los arts. 35.1 y 38 CE y, sobre todo, el principio de Estado social y democrático de Derecho (STC 192/2003, de 27/Octubre, FJ 4). Lo que necesariamente invita … a acoger interpretaciones no extensivas en la aplicación del derecho empresarial a amortizar puestos de trabajo por causas objetivas, en tanto que más favorables a la deseable continuidad en el empleo>>. I.2.- El antecedente de la sentencia de Sala General, que fue anulada por incongruente por la propia Sala IV del Tribunal Supremo, relativa a la empresa “CELSA ATLANTIC”: fijación en sentencia del concreto número de trabajadores afectados por un despido colectivo: el denominado “juicio de proporcionalidad en el sentido técnico-jurídico de la expresión”.- STS/IV 20septiembre-2013 (rco 11/2013, Sala General, ponente Antonio Martín Valverde, con votos particulares) anulada por ATS/IV 26- 6 marzo-2014 (rco 11/2013, ponente Fernando Salinas Molina, con voto particular). Se abordaba un despido colectivo y se denunciaba, entre otros, la vulneración del derecho fundamental de huelga. Se entendió, en la sentencia mayoritaria, -incidiendo el la incongruencia que luego motivó su anulación --, que la conducta de la empresa de elevar el número de trabajadores afectados por el despido colectivo anunciado, a raíz de la declaración de huelga en los centros de trabajo afectados, incurría en vulneración de derecho fundamental, pero limitaba, sin que se pidiera por las partes, el alcance de la nulidad decretada, declarando que la nulidad consiguiente a la declaración de huelga no afectaba retroactivamente a los 91 despidos anunciados en el inicial período de consultas. En cuanto ahora afecta, tanto en la sentencia mayoritaria, como en uno de los votos particulares, se abordaba la problemática del control judicial de los motivos del despido colectivo por causas económicas tras la reforma laboral efectuada a partir del RDL 3/2012. En la sentencia mayoritaria se afirmaba, en esencia, que: <<Para el análisis de la justificación de las causas de despido colectivo aducidas por la empresa conviene recordar que tales causas fueron enunciadas por el legislador en la Ley 11/1994; que la jurisprudencia de esta Sala de lo Social procedió a la definición de las mismas en la interpretación y aplicación de dicha norma legal; y que tal definición ha sido acogida en lo esencial por la Ley 35/2010, de donde ha pasado con algunos retoques a la actual Ley 3/2012. Después de todas estas vicisitudes, las causas económicas a las que pretende acogerse en el caso Celsa Atlantic se definen en el vigente art. 51.1 párrafo 2º ET en los siguientes términos: “Se entiende que concurren causas económicas cuando de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas o la disminución persistente de su nivel de ingresos ordinarios o ventas”. A la vista de la redacción anterior y de lo consignado en el HP 13º (pérdidas multimillonarias en euros en los años 2009-2011) … es claro que, en la fecha de la demanda, concurría en la empresa demandada la causa económica contemplada y definida en la Ley. Nos encontramos, sin necesidad de discutir otras calificaciones, ante una situación de rentabilidad negativa o pérdidas actuales importantes que debe ser subsumida en el supuesto de hecho de la norma legal. … En cualquier caso, tal como está redactado el precepto reproducido, los supuestos típicos de situación económica negativa, mencionados en el mismo por vía de ejemplo, se enuncian en la ley separados por la disyuntiva “o”, sin que se exija por tanto para apreciar las causas económicas contempladas la concurrencia conjunta de pérdidas y de disminución persistente de ingresos o ventas. A lo anterior ha de añadirse que el legislador de 2012 ha querido además, y así lo ha hecho constar en la exposición de motivos de la Ley 3/2012 (apartado V), que los órganos jurisdiccionales encargados del enjuiciamiento de los despidos colectivos no sustituyan al empresario en la elección de las medidas concretas a adoptar, limitando su control a verificar que las causas económicas alegadas existen, que tienen seriedad suficiente para justificar una reestructuración de los objetivos y de los recursos productivos de la empresa, que no son por tanto un pretexto o excusa para despedir, y 7 que la supresión o amortización de puestos de trabajo acordada es una medida apropiada (o una de las medidas apropiadas) para hacerles frente. En definitiva, en contra de lo que han alegado en el caso las partes demandantes, no corresponde en el derecho vigente a los órganos jurisdiccionales, al valorar las causas de los despidos económicos, efectuar un juicio de proporcionalidad en el sentido técnico-jurídico de la expresión, el cual presupone una valoración del carácter indispensable de la decisión adoptada, sino un juicio de adecuación más limitado, que compruebe la existencia de la causa o causas alegadas, su pertenencia al tipo legal descrito en el art. 51 ET, y la idoneidad de las mismas en términos de gestión empresarial en orden a justificar los ceses acordados>> Esta tesis, incluso tras la anulación de la sentencia se mantiene como criterio “doctrinal” en el voto emitido (por los Magistrados Aurelio Desdentado Bonete y José Luis Gilolmo López, al que adhiere José Manuel López García de la Serrana) a la STS/IV 26-marzo-2014 (rco 158/2013, Sala General, Telemadrid), como luego analizaremos. En uno de los votos particulares que se emitieron a la ahora analizada sentencia anulada (el efectuado por Fernando Salinas Molina y al que se adhirieron Luis Fernando de Castro Fernández, Jordi Agustí Juliá, Mª. Luisa Segoviano Astaburuaga y Rosa María Virolès Piñol), se razonaba sobre dicho extremo del control judicial y proporcionalidad, -- con expresa referencia a las normas constitucionales sobre la función jurisdiccional de “juzgar”, al Convenio 158 OIT que afecta también a los despidos objetivos (“No se pondrá término a la relación de trabajo de un trabajador a menos que exista para ello una causa justificada … basada en las necesidades de funcionamiento de la empresa, establecimiento o servicio”) y al art. 30 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea que prohíbe el despido sin causa -, que: <<La sentencia mayoritaria parece rechazar la aplicabilidad del PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD para determinar la existencia de CAUSA JUSTA DEL DESPIDO OBJETIVO, aunque indique que el rechazo lo es en su sentido técnicojurídico, pretendiendo sustituirlo por el principio de idoneidad en los términos de gestión empresarial. … Entiendo que esta interpretación no puede aplicarse de resultar contraria al principio constitucional de proporcionalidad cuando entran en conflicto derechos, valores o intereses dignos de protección, exigible, además, en toda aplicación de medidas restrictivas de los derechos fundamentales -- reiterado en la jurisprudencia constitucional (entre otras, SSTC 62/1982, 13/1985, 66/1995, 55/1996, 207/1996, 151/1997, 175/1997, 200/1997, 37/1998, 177/1998, 18/1999, 187/1999, 186/2000, 34/2010) --, para cuya aplicación debe tenerse en cuenta: 1) la finalidad de la medida adoptada; 2) la idoneidad de la medida (aptitud o adecuación de la medida para conseguir la finalidad pretendida); 3) la necesidad de la medida (ausencia de alternativas más moderadas o menos gravosas para la consecución, con igual eficacia, de la finalidad perseguida); y 4) la proporcionalidad en sentido estricto (que la medida sea proporcionada o equilibrada por derivarse de la misma más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto). Esta ponderación equilibrada y proporcionada de los intereses en juego ante la colisión de dos derechos dignos de protección es la seguida por esta Sala, constituida en Pleno, en su STS/IV 29-noviembre-2010 (rcud 3876/2009), seguida, entre otras, por 8 STS/IV 16-mayo-2011 (rcud 2727/2010), en las que se afirma que “Aparte de resultar –en el caso– la solución más acorde con el derecho al trabajo que reconoce el art. 35.1 CE, que en su vertiente individual se concreta en el «derecho a la continuidad o estabilidad en el empleo, es decir en el derecho a no ser despedido sin justa causa» (SSTC 22/1981, de 2/Julio…; y 192/2003, de 27/Octubre…) … lo que no significa que no hayan de tenerse en cuenta los derechos constitucionales de la libertad de empresa y de la defensa de la productividad, pero sí que se ha de atender a la necesaria concordancia entre los arts. 35.1 y 38 CE y, sobre todo, el principio de Estado social y democrático de Derecho (STC 192/2003, de 27/Octubre…). Lo que necesariamente invita … a acoger interpretaciones no extensivas en la aplicación del derecho empresarial a amortizar puestos de trabajo por causas objetivas, en tanto que más favorables a la deseable continuidad en el empleo»”. Debe tenerse en cuenta la función jurisdiccional de “juzgar”, conforme al art. 117 CE, comprende no solamente la del control o fijación de los hechos que sirvan de sustrato a las normas que el juez deba aplicar conforme a las reglas generales de la carga y de la valoración de la prueba, sino que también forma parte integrante de la función jurisdiccional la de determinar las consecuencias jurídicas que puedan derivarse legalmente de los hechos probados y la correspondiente relación de causalidad entre unos y otras, entrando aquí en juego las reglas o principio de proporcionalidad de las medidas adoptadas, el que exige tener en cuenta la finalidad pretendida y la adecuación de la medida a tal fin. Habiéndose destacado doctrinalmente que precisamente el nexo de proporcionalidad y congruencia de la decisión empresarial respecto al fin perseguido es lo que legitima el ejercicio del poder empresarial excluyendo la arbitrariedad. Por último, en este extremo, no puede olvidarse la obligación del juez español de aplicar, además, el Convenio 158 de la OIT (22-junio-1982), sobre “Terminación de la relación de trabajo por iniciativa del empleador”, fue ratificado por España mediante Instrumento de fecha 18-febrero-1985 (BOE 29-06-1985), con vigencia desde el día 26-abril-1986, en especial, y que además afecta también al despido objetivo, su trascendental art. 4 en el que se preceptúa que “No se pondrá término a la relación de trabajo de un trabajador a menos que exista para ello una causa justificada relacionada con su capacidad o su conducta o basada en las necesidades de funcionamiento de la empresa, establecimiento o servicio”. Así como, en especial en interpretación del art. 30 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, sobre la protección en caso de despido injustificado, la doctrina científica señala que “la Carta de Niza no crea nuevos derechos sociales sino en una medida mucho más limitada: sanciona a nivel constitucional, en lo que concierne a los derechos sociales, explícitamente la prohibición de despido sin causa”>>. I.3.- El control judicial sobre el objeto de los contratos suscritos, entre otros, por la Administraciones públicas empleadoras para determinar sí responden a la finalidad legalmente establecida: trabajos temporales de colaboración social: interpretación de los presupuestos exigibles a tales trabajos (art. 213.3 LGSS; arts. 38 y 39 RD 1445/1982): el "carácter temporal" y la "utilidad social o que redunden en beneficio de la comunidad" y su control judicial.SSTS/IV 27-diciembre-2013 (rcud 3214/2012, ponente Manuel 9 Ramón Alarcón Caracuel, Sala General), 27-diciembre-2013 (rcud 2798/2012, ponente Fernando Salinas Molina, Sala General) y 27diciembre-2013 (rcud 27/12/2013, ponente Fernando Salinas Molina, Sala General). Se razona, en síntesis de manera similar, en las referidas sentencias, en las que se modifica una reiterada doctrina anterior de la propia Sala IV, que: <<… cabe destacar que: a) En la sentencia de instancia se afirma que “NO obra en autos el texto del contrato que se suscribió por la trabajadora ni la solicitud que la demandada formuló a la Oficina de Empleo”; b) En el documento inicial de la Oficina de Empleo (07-02-2006), adscribiendo trabajadores a la Administración Pública demandada se afirma que “se ha comprobado que el Servicio Público solicitante aporta la documentación exigida por la mencionada normativa, referente a: descripción de la obra o servicio y su exacta localización, utilidad social y duración de la obra o servicio” … Tales documentos ni se trascriben ni constan en autos a los efectos de su posible control judicial; c) La actora venía percibiendo mensualmente en concepto “colaboración social” la cantidad de 279 € …; y d) En la resolución desestimatoria de la reclamación previa formulada por la actora, se afirma que la solicitud de tal colaboración social lo era “para la realización de tareas administrativas, como consecuencia de la acumulación de tareas del Departamento, que hacían necesario el apoyo exterior solicitado, efectuándose la adscripción y sucesivas prórrogas dado que al continuar la percepción de prestación/subsidio por desempleo, continuaban existiendo los presupuestos de hecho exigidos por la norma para la colaboración social” y que “las funciones llevadas a cabo por la reclamante se concretaban en el apoyo a las desempeñadas por el personal adscrito a la Dirección General competente en materia de Consumo” …>>. <<Pero, a diferencia de lo que hemos dicho respecto a las AAPP, recaerá sobre estas entidades sin ánimo de lucro, tanto si son públicas como si son privadas, la carga de acreditar documentalmente que las obras, trabajos o servicios objeto del contrato en cuestión tienen "utilidad social", pues así lo exige terminantemente el art. 39,Uno,b) del RD 1445/1982, sin que baste su mera y simple declaración y sin poder beneficiarse de ninguna presunción de que los trabajos por ellas contratados tienen utilidad social y/o redundan en beneficio de la comunidad. Y, naturalmente, la virtualidad de esa acreditación podrá ser objeto de control por parte del Servicio Público de Empleo Estatal -que suministra los trabajadores desempleados que van a ser contratados- así como del pertinente control judicial, en su caso>>. I.4.- El control judicial en los supuestos de modificación sustancial de condiciones de trabajo y la incidencia de dicha doctrina jurisprudencial en los despidos colectivos: tras la reforma laboral iniciada con el RDL 3/2012, a los Tribunales corresponde emitir un juicio no sólo sobre la existencia y legalidad de la causa alegada, sino también acerca de la razonable adecuación entre la causa acreditada y la acordada modificación: el juicio de “razonabilidad”: exigencia que la medida adoptada se adecue idóneamente para conseguir el objetivo perseguido con ella [juicio de idoneidad].- El art. 151 del Tratado Fundacional de la 10 UE establece como objetivo de la misma y de los Estados miembros «la mejora de las condiciones de … trabajo», a la que incluso se subordina «la necesidad de mantener la competitividad de la economía de la Unión».- STS/IV 27-enero-2014 (rco 100/2013, ponente Luis Fernando de Castro Fernández, empresa: “Cortefiel”, materia: reducción salarial). Se sienta en esta importante sentencia, cuya doctrina luego se refleja y aplica en otras sentencias dictadas en Sala General relativas a despidos colectivos, -- entre otras, como veremos, en la STS/IV 26-marzo-2014 (rco 158/2013, Sala General con votos particulares, empresa: Telemadrid) --, que: <<… la reforma laboral de 2012 afecta a tres cuestiones fundamentales para la presente litis: a) el ámbito de las modificaciones; b) el contorno de las causas; y c) la instrumentalidad de las primeras –modificaciones– sobre las segundas –causas–. Está clara la novedad que se produce en el primer aspecto, puesto que la redacción vigente no ofrece duda interpretativa alguna respecto de que el salario puede ser modificado a la baja por unilateral voluntad del empresario ..., con el límite de la retribución prevista en el convenio colectivo, que únicamente es modificable por los trámites previstos en el art. 82.3 ET; o lo que es igual, la exclusiva decisión empresarial únicamente alcanza –en lo que al salario se refiere– a las cuantías que el trabajador perciba como mejora del Convenio. En lo que al segundo aspecto se refiere, se mantienen los cuatro ámbitos de las causas desencadenantes y que –vid. STS 17/09/12 rcud 578/12– siguen siendo: a) los medios o instrumentos de producción [causas técnicas]; b) los sistemas y métodos de trabajo del personal [causas organizativas]; c) los productos o servicios que la empresa pretende colocar en el mercado [causas productivas]; y d) los resultados de explotación [causas económicas, en sentido restringido]. Pero –entramos con ello en el tercer aspecto de los referidos– a diferencia del texto derogado, en la vigente redacción no es preciso que las modificaciones tengan el objetivo acreditado –en conexión de funcionalidad o instrumentalidad– de «prevenir» una evolución negativa o «mejorar» la situación y perspectivas de la empresa, sino que basta con que las medidas estén «relacionadas» con la competitividad, productividad u organización técnica. Lo que nos sitúa ya en la cuestión realmente decisiva, cual es la del alcance que pueda tener el control judicial de la medida empresarial adoptada>>. En concreto sobre el control judicial se afirma que: <<… la alusión legal a conceptos macroeconómicos [competitividad; productividad] o de simple gestión empresarial [organización técnica o del trabajo], y la supresión de las referencias valorativas existentes hasta la reforma [«prevenir»; y «mejorar»], no solamente inducen a pensar que el legislador orientó su reforma a potenciar la libertad de empresa y el «ius variandi» empresarial, en términos tales que dejan sin efecto nuestra jurisprudencia en torno a la restringidísima aplicación de la cláusula «rebus sic stantibus» en materia de obligaciones colectivas [SSTS 19/03/01 – rcud 1573/00–; … 24/09/12 –rco 127/11–; 12/11/12 –rco 84/11–; y 12/03/13 –rco 30/12–], sino que la novedosa redacción legal incluso pudiera llevar a entender – equivocadamente, a nuestro juicio– la eliminación de los criterios de razonabilidad y proporcionalidad judicialmente exigibles hasta la reforma, de manera que en la actual 11 redacción de la norma el control judicial se encontraría limitado a verificar que las «razones» –y las modificaciones– guarden relación con la «competitividad, productividad u organización técnica o del trabajo en la empresa». Pero contrariamente a esta última posibilidad entendemos, que aunque a la Sala no le correspondan juicios de «oportunidad» que indudablemente pertenecen ahora –lo mismo que antes de la reforma– a la gestión empresarial, sin embargo la remisión que el precepto legal hace a las acciones judiciales y la obligada tutela que ello comporta [art. 24.1 CE], determinan que el acceso a la jurisdicción no pueda sino entenderse en el sentido de que a los órganos jurisdiccionales les compete no sólo emitir un juicio de legalidad en torno a la existencia de la causa alegada, sino también de razonable adecuación entre la causa acreditada y la modificación acordada; aparte, por supuesto, de que el Tribunal pueda apreciar –si concurriese– la posible vulneración de derechos fundamentales. Razonabilidad que no ha de entenderse en el sentido de exigir que la medida adoptada sea la óptima para conseguir el objetivo perseguido con ella [lo que es privativo de la dirección empresarial, como ya hemos dicho], sino en el de que también se adecue idóneamente al mismo [juicio de idoneidad], excluyendo en todo caso que a través de la degradación de las condiciones de trabajo pueda llegarse –incluso– a lo que se ha llamado «dumping» social, habida cuenta de que si bien toda rebaja salarial implica una mayor competitividad, tampoco puede –sin más y por elemental justicia– ser admisible en cualesquiera términos. Con mayor motivo cuando el art. 151 del Tratado Fundacional de la UE establece como objetivo de la misma y de los Estados miembros «la mejora de las condiciones de … trabajo», a la que incluso se subordina «la necesidad de mantener la competitividad de la economía de la Unión»; y no cabe olvidar la primacía del Derecho Comunitario y la obligada interpretación pro communitate que incluso se llega a predicar respecto de la propia Constitución, en aplicación del art. 10.2 CE (SSTC 28/1991, de 14/Febrero, FJ 5; 64/1991, de 22/Marzo, FJ 4; y 13/1998, de 22/Enero, FJ 3. STS 24/06/09 –rcud 1542/08–). En el caso de que tratamos, la caída de ventas en torno al 30 % tanto para todo el sector minorista textil como para el grupo empresarial demandado, nos parece que innegablemente constituye –en abstracto– «causa» legal que puede justificar la modificación de condiciones consistente en fijar un suelo mínimo para percibir la comisión por ventas fijada extra convenio, en tanto que con tal medida se puede promover –qué duda cabe– el incremento de la productividad y de la competitividad, persiguiendo añadir a las ventas que son iniciativa del cliente aquellas otras que puedan resultar por sugerencia incentivada del propio vendedor. La cuestión radica entonces –en el presente caso–, en determinar si la medida en concreto acordada por la empresa se justifica también en términos del juicio de razonable idoneidad que a este Tribunal corresponde, y que por lo mismo ha de rechazar –por contraria a Derecho– la modificación que no ofrezca adecuada racionalidad, tanto por inadecuación a los fines –legales– que se pretenden conseguir, cuanto por inalcanzable [reproche que en concreto hace la parte recurrente], o por patente desproporción entre el objetivo que se persigue y los sacrificios que para los trabajadores comporta. La cuestión no ofrece una clara salida, por cuanto que … no corresponde a los Tribunales fijar la medida «idónea» de la modificación ni censurar su «oportunidad» en términos de gestión empresarial, pero tampoco podemos hacer dejación de nuestro obligado deber de enjuiciar la racional «adecuación» de la SMCT, y aunque no dejemos de apreciar –en el caso de autos– que se trata de una decisión innegablemente drástica e incuestionablemente penosa para los trabajadores [afecta a la más importante condición de trabajo y que constituye razón de ser del mismo], lo cierto es 12 que la recurrente se limita –en su poco extenso recurso– a afirmar que se trata de un objetivo inalcanzable, desproporcionado e irracional, pero sin tan siquiera añadir argumentación o remisión a prueba acreditativa algunas, que propiciasen convencer a esta Sala de que sus categóricas afirmaciones se ajustaban a la realidad. Muy al contrario, en su impugnación, la empresa hace observaciones significativas en orden a la confirmación de la sentencia de instancia y en contra del planteamiento recurrente, como que ya el primer mes posterior a la MSCT el 31,8% de las tiendas habían alcanzado el nuevo suelo de ventas para devengar comisión …; que ese mínimo para el devengo tiene la contrapartida –alcanzado el suelo de ventas fijado– del incremento de los porcentajes de comisión, como se expresa en la comunicación individual y colectiva de la MSCT …; y que la prolongación del un nivel de ventas inferior al de 2007 [ahora con 40.000 m2 más de superficie comercial] «haría irreversible la necesidad de cierre de todas las tiendas que no son rentables por sí mismas, con la pérdida de empleos que ello supone» …>>. I.5.- La causa económica y la desproporción de la medida empresarial adoptada en el despido colectivo de 925 trabajadores de una plantilla de 1161.- Control judicial: aplicación de la doctrina sobre el juicio de “razonabilidad”: exigencia que la medida adoptada se adecue idóneamente para conseguir el objetivo perseguido con ella (juicio de idoneidad): aplicación doctrina contenida en la citada STS/IV 27-enero-2014 (“Cortefiel”): no corresponde a los Tribunales fijar la medida «idónea», ni censurar su «oportunidad» en términos de gestión empresarial, por ejemplo reduciendo el número de trabajadores afectados.- STS/IV 26marzo-2014 (rco 158/2013, Sala General con votos particulares, ponente Rosa María Virolés Piñol, empresa: Telemadrid). En cuanto afecta fundamentalmente al control judicial, en la sentencia mayoritaria se razona, en esencia, que: <<Esta Sala ha tenido ocasión de pronunciarse recientemente en sentencia de 27-01-2014 (rec. 100/2013) –aunque referida a modificación colectiva de condiciones de trabajo-, en la que señala que tras la reforma laboral de 2012, iniciada con el RD.Ley 3/2012, a los Tribunales corresponde emitir un juicio no sólo sobre la existencia y legalidad de la causa alegada, sino también acerca de la razonable adecuación entre la causa acreditativa y la acordada … … la remisión que el precepto legal hace a las acciones judiciales y la obligada tutela que ello comporta [art. 24.1 CE], determinan que el acceso a la jurisdicción no pueda sino entenderse en el sentido de que a los órganos jurisdiccionales les compete no sólo emitir un juicio de legalidad en torno a la existencia de la causa alegada, sino también de razonable adecuación entre la causa acreditada y la modificación acordada; aparte, por supuesto, de que el Tribunal pueda apreciar –si concurriese– la posible vulneración de derechos fundamentales. Razonabilidad que no ha de entenderse en el sentido de exigir que la medida adoptada sea la óptima para conseguir el objetivo perseguido con ella [lo que es privativo de la dirección empresarial, como ya hemos dicho], sino en el de que también se adecue idóneamente al mismo [juicio de idoneidad] … 13 … Partiendo de la doctrina unificadora expuesta, ha de concluirse que, corresponde al órgano jurisdiccional comprobar si las causas además de reales tienen entidad suficiente como para justificar la decisión extintiva y, además, si la medida es plausible o razonable en términos de gestión empresarial, es decir, si se ajusta o no al Standard de un buen comerciante al igual que se venía sosteniendo antes de la reforma de 2012. Compete a los órganos jurisdiccionales no sólo emitir un juicio de legalidad en torno a la existencia de la causa alegada, sino también de razonable adecuación entre la causa acreditada y la medida acordada. Como señala la sentencia recurrida, una situación económica negativa cualquiera y por sí misma no basta para justificar los despidos de 925 trabajadores de una plantilla total de 1161. Tal medida ha de estimarse desproporcionada en todo caso. Ahora bien, como se ha reiterado, no corresponde a los Tribunales fijar la medida «idónea», ni censurar su «oportunidad» en términos de gestión empresarial, por ejemplo reduciendo el número de trabajadores afectados. El control judicial, del que no pueden hacer dejación los Tribunales, para el supuesto de que la medida se estime desproporcionada, ha de limitarse a enjuiciar la adecuación de la medida dentro de los términos expuestos. Con ello llegamos a la conclusión de que no es suficiente para acreditar la causa extintiva con acreditar una reducción en el presupuesto, que es insuficiente y congénito a un servicio público, por lo que se ha podido constatar que una reducción presupuestaria, como la acreditada, entre un 5% a 10%, no puede en modo alguno justificar la idoneidad de la medida extintiva. Procede por ello declarar no ajustada a derecho la decisión extintiva adoptada por las demandadas al no haberse acreditado la concurrencia de la causa legal indicada en la comunicación extintiva>>. En el voto particular (emitido por Aurelio Desdentado Bonete y José Luis Gilolmo López al que se adhiere José Manuel López García de la Serrana), se entiende, en esencia, que: <<Hay que abordar, por último, una reflexión final sobre el alcance del control judicial, cuestión sobre la que ya se han anticipado algunas consideraciones. Al control judicial de los despidos económicos se refieren los preámbulos del Real Decreto-Ley y de la Ley 3/2012, señalando, por una parte, la improcedencia de que los tribunales realicen “juicios de oportunidad relativos a la gestión de la empresa” y destacando que, como consecuencia de la nueva regulación esto ya no se será posible, en la medida en que a partir de la reforma “el control judicial de estos despidos debe ceñirse a una valoración sobre la concurrencia de unos hechos: las causas”. Ya hemos dicho que esto no implica que el órgano judicial deba limitarse a constatar la existencia de una situación económica suficiente, pues tiene que constar también que esa situación tiene entidad suficiente para generar la necesidad de amortizar puestos de trabajo y que las medidas extintivas responden a esa necesidad. Pero, como dice nuestra sentencia de 20.9.2013 (recurso 11/2013) -sentencia que, aunque ha sido anulada por auto acordado en este mismo señalamiento de este recurso, conserva todo su valor doctrinal, aunque haya perdido el jurisprudencial-, el legislador de 2012 ha querido que “los órganos jurisdiccionales encargados del enjuiciamiento de los despidos colectivos no sustituyan al empresario en la elección de las medidas concretas a adoptar, limitando su control a verificar que las causas económicas alegadas existen, que tienen seriedad suficiente para justificar una reestructuración de los objetivos y de los recursos productivos de la empresa, que no son por tanto un pretexto o excusa para 14 despedir, y que la supresión o amortización de puestos de trabajo acordada es una medida apropiada (o una de las medidas apropiadas) para hacerles frente”. De ahí que, aunque haya desaparecido la referencia al control de razonabilidad que se recogía en la legislación anterior, hay que entender que el canon de control que la ley establece no se corresponde con lo que se ha llamado un control de óptimos, consistente en que el órgano judicial verifique que la medida adoptada ante la situación negativa es la más adecuada -en sentido técnico gestión empresarial o en términos de coste social-, sino a un control del supuesto de hecho en el sentido de que ese órgano debe limitarse a verificar si la situación fáctica es la prevista en la norma para determinar la procedencia del despido, con independencia que pueda ser posible otra que a juicio del órgano que realiza el control resultara más adecuada. Se trata de una garantía frente a la arbitrariedad que respeta el margen de discrecionalidad del empresario. En este sentido es posible que la situación de la empresa admita diversas soluciones desde el cese completo de la actividad con liquidación de los entes implicados -solución en absoluto descartable en una periodo de reducción y selectividad en el gasto público- hasta una reducción más limitada de la plantilla con correlativa disminución de la actividad, pasando por la que finalmente se ha escogido que combina una reducción sensible de la plantilla -la que se concreta en el despido colectivo- con una externalización de la actividad en los términos que se recogen en los hechos probados 8º y 9º en relación con el fundamento jurídico 12º. Pero la valoración de estas alternativas queda fuera del control que corresponde a los órganos judiciales>>. I.6.- La problemática del control judicial del acuerdo alcanzado entre empresa representación de los trabajadores cuando en el mismo se pactan cuestiones que no encajan entre las previstas legalmente para el despido colectivo o para la modificación sustancial de condiciones de trabajo y/o la movilidad geográfica o sobre medidas de las que se cuestiona su legalidad o la necesaria exigencia de una decisión personal de los trabajadores afectados a los que se les plantea como una de las opciones a elegir: crítica de la decisión jurisprudencial que entiende que no existe nulidad del acuerdo por fraude de ley y que las medidas acordadas entre la empresa y la representación de los trabajadores se enmarcan, en términos de legalidad, en lo que libremente se puede decidir en un proceso negociador seguido con respeto a las normas que lo regulan.- STS/IV 19-marzo-2014 (rco 226/2013, Sala General, ponente Miguel Ángel Luelmo Millán, votos particulares, empresa “Gestión Ambiental de Castilla La Mancha” -GEACAM S.A.). Se razona, en esencia, en la sentencia mayoritaria respecto a la existencia de fraude de ley en el acuerdo alcanzado por las partes en el expediente, lo que la empresa niega en su recurso casacional justificando la decisión adoptada en la drástica reducción presupuestaria sufrida por la misma que la habría llevado a tratar de realizar un ajuste en su plantilla, que: 15 <<Ambos motivos son propuestos de acogida por el Mº Fiscal … considera que no cabe hablar de fraude de ley, en cuanto se está, en definitiva, en presencia de una novación no extintiva sino temporal de los contratos de trabajo, por lo que se justificaría … la falta de puesta a disposición de los trabajadores de la indemnización que les hubiera correspondido si realmente tal extinción hubiera tenido lugar, añadiendo que “tampoco puede sostenerse que se haya intentado eludir los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad ni la ley presupuestaria de CastillaLa Mancha”, concluyendo, tras exponer la, de modo sostenido, decreciente situación económica positiva de la demandada entre 2008 y 2011 y un resultado ya negativo en los cinco primeros meses de 2012, con que “no hace falta ser un experto economista para deducir que el nivel de pérdidas en el año 2013 sería elevadísimo, por lo que estaría plenamente justificado que se redujeran los gastos de personal que suponen el 79% del gasto de la empresa …” y, en fin … que “el hecho de que la Junta de Castilla La Mancha sea la propietaria única de la empresa y que tenga que asumir la prevención y extinción de incendios de su comunidad es lo que le lleva a suponer que, pasada la época más aguda de la crisis y la necesidad de ajustarse a los objetivos marcados por la estabilidad financiera, pueda aumentar las encomiendas a GEACAM a partir de 2016, pero eso no significa que la situación actual y próxima futura de GEACAM sea penosa (si fuera una empresa privada tendría que estar en concurso de acreedores) y por tanto sea proporcional y más adecuada que la extinción de contratos la suspensión temporal de los mismos, que es lo que se acordó con la mayoría de los representantes de los trabajadores y fue ratificado en asambleas” … Aduce la Sala … : a) que “lo que se plantea en el ERE tramitado es una extinción contractual que … alcanza finalmente a un total de 1789 trabajadores, pero en realidad lo que se hace, conforme a una peculiar construcción, es una simulación de extinción contractual toda vez que se dice que se hace con promesa de “recolocación diferida consistente en una nueva contratación realizada finalmente a partir de 1-3-13 de esos mismos trabajadores con reconocimiento de la antigüedad inicialmente como trabajadores fijos discontinuos para volver a la condición de fijos ordinarios a partir de 2016 y con el compromiso por parte de la empresa de que el trabajador tendrá garantizada la recepción de las prestaciones por desempleo íntegras de parte de la empresa; en el supuesto de que la entidad gestora denegara la prestación por desempleo correspondiente a los períodos de inactividad establecidos en la presente medida, es decir, durante los ejercicios 2012, 2013, 2014 y 2015, la empresa optará entre el abono de la prestación por desempleo que habría correspondido al trabajador y la correspondiente indemnización y el abono de la totalidad del salario y las cotizaciones a la Seguridad Social correspondientes a dichos períodos y los trabajadores se mantendrán a disposición de la empresa para llevar a cabo la jornada ordinaria si así se les ordenara”, en lo que la Sala de instancia ve una “utilización inadecuada, para una finalidad distinta de la prevista por la norma, de la posibilidad extintiva que permite el art 51 del ET, toda vez que se reconvierte esa decisión, sin sustento normativo alguno, en una situación peculiar distinta de la formalmente llevada a cabo, con reanudación posterior de la vinculación laboral, si bien sea temporalmente transformada en una relación que se dice fija discontinua con reanudación de la relación a jornada ordinaria a partir de 2016 y con plena asunción de responsabilidad por la empleadora para el caso de que la entidad gestora de desempleo no considerara que tal situación era acreedora del derecho a la prestación…..situación claramente alejada de la legalidad puesto que la situación de aseguramiento social no depende de la voluntad empresarial sino de la existencia de un vínculo contractual (art 7.1.a) de la 16 LGSS)…… lo que supone una actuación realizada en fraude de ley…… debiendo señalarse que las posibilidades de la negociación y la creatividad negociadora de las partes o de sus asesores tiene un límite claro en el contenido de la ley que no se puede sobrepasar ni aunque haya sido aceptado por los afectados”. Dicha tesis no es atendible, al no poderse percibir el referido fraude normativo en ese comportamiento pues no se ve defraudada la única norma que se menciona en tal sentido (el precitado art 7.1.a) de la LGSS), que se refiere exclusivamente a la extensión del campo de aplicación del sistema de la Seguridad Social a los trabajadores por cuenta ajena que presten sus servicios en las condiciones establecidas en el art 1.1 del ET, condición que ostentan, en principio, los trabajadores afectados por el presente procedimiento … y, de todos modos, la idea es la de que la cobertura aseguratoria tenga un determinado alcance y si lo que la legislación establezca impide tal previsión, la sustituirá el propio compromiso empresarial en los términos que constan en el acuerdo que la sentencia transcribe, lo cual no constituye fraude alguno y corresponde al estricto ámbito del principio de autonomía de la voluntad que preside cualquier pacto y que ha de respetarse en tanto en cuanto no sea claramente perjudicial para una de las partes del mismo sin causa justificada para ello. b) En segundo lugar, la sentencia aprecia con el acuerdo la vulneración del art 54.1 del ET en relación con el art 53.1 del mismo texto porque entiende que no se pone a disposición de cada trabajador afectado por el mismo y simultáneamente a la entrega de la comunicación escrita, la indemnización … sustituyéndose, a pesar de ser irrenunciable, por una promesa de “recolocación diferida a empleo estable”, entendiendo que lo que en realidad se persigue … es una suspensión temporal del contrato encubierta bajo una apariencia de extinción contractual, lo que contravendría el art 214.2 de la LGSS en lo que determina de cotización a cargo de la empresa durante la situación de desempleo en los casos de reducción de jornada o suspensión del contrato, ocultándose, por otra parte, el carácter voluntario de la novación, que no sería, por tanto, una situación de desempleo, lo cual tampoco es compartible porque el acuerdo en este punto no supone la libre decisión de los trabajadores de ninguna extinción sino la necesidad de aceptarlo ante la situación existente y sin perjuicio de que, si se considerase la extinción como suspensión, pueda ser operativa la previsión del precepto mencionado, lo que no exige entender que el acuerdo mismo haya de declararse nulo por fraudulento, porque no se persigue con él y al amparo del texto de una norma, un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico, que es como define tal fraude el art 6.4 del CC. Lo acordado … es que se extingue el contrato a tiempo completo con tres posibles soluciones, según los casos: acceso directo a un sistema específico de jubilación, recolocación diferida a empleo estable y baja indemnizada, de manera que la novación mencionada se referiría sólo a la segunda posibilidad. En este punto, la Sala comparte la tesis del Mº Fiscal de que tanto del RD 801/2011 en su art 9 como del RD 1483/2012 en su art 8 se infiere que la finalidad del ERE es evitar o reducir los efectos del expediente de regulación de empleo con medidas tales como recolocación interna, entre otras, y que si la pretensión inicial era extinguir definitivamente y luego derivó, tras las consultas y negociaciones, en una novación no extintiva y temporal de los contratos de trabajo en los términos del art 47 del ET, ya de antemano, no cabría la indemnización referida y en ello, en todo caso, no puede verse fraude normativo porque no hay constancia suficiente de que se haya perseguido el fin o resultado que la norma reguladora califica, como se ha dicho, de prohibido por el ordenamiento jurídico, sino que cuanto aparece acordado ha de contemplarse en el marco o contexto de esas negociaciones que culminan con el cierre de unas medidas 17 que pretenden asegurar un resultado de cobertura económica y social en donde el impacto de la medida sea lo menor posible para los afectados, lo que implica siempre un juego de alternativas que individualmente consideradas pueden arrojar alguna deficiencia pero que han de ser valoradas en su conjunto como solución global del problema y adecuada a los grupos previamente establecidos de dichos trabajadores como mejor fórmula de acercamiento de dichas medidas a cada individuo en particular sin perder de vista por ello esa globalidad en la solución. c) Lo mismo sucede con el argumento de que si lo que se plantea es una contratación ex novo en 2013 se estaría inaplicando la obligación de convocatoria pública de los puestos de trabajo con exclusión de las personas que pudieran estar interesadas en concurrir, porque tampoco se ve en ella la intención o ánimo a que alude la resolución recurrida con cita de nuestra sentencia de 19 de junio de 2005, pues es evidente que no se trata de una contratación general o indiferenciada la que se produciría en 2013 sino precisamente la que tiene que ver con este caso y con el compromiso de recolocación que, como se ha indicado, es acorde con la normativa reglamentaria precitada. d) … e) Por último se arguye … que “tampoco parece que pueda considerarse clara la justificación económica esgrimida por la empleadora codemandada” por la “escasa entidad cuantitativa del déficit” y por haberse ofrecido la propia empleadora al pago de los salarios de todo el personal y las cotizaciones de seguridad social si la entidad gestora del desempleo no asumiese la prestación, lo cual, en esos términos, carece de mayor relieve por su carácter en parte especulativo e inconcreto al faltar para efectuar tal aseveración, el elemento comparativo entre pérdidas (reales y previstas) y gastos del acuerdo … cabe efectuar una diferente lectura, de la que se infiere, sin lugar a dudas, que si en 2008 hubo un resultado económico positivo de 1.914.341,83 € que descendió contundentemente a 301.610,05 € en 2009, a 145.972,84 € en 2010 y también de modo apreciable a 39.693,12 € en 2011, con un resultado ya negativo en los primeros cinco meses de 2012 de -121.123, 32 €, existe causa de esa clase, tal y como sostiene el Mº Fiscal remitiéndose precisamente a esos datos, que en relación con el texto del art 51.1 del ET en lo que se refiere a las causas económicas, permiten justificar la medida acordada con la mayoría de los representantes de los trabajadores y ratificada posteriormente por sus representados en las asambleas al efecto, sin que haya evidencia suficiente … de que el compromiso económico o de gasto para la empresa que ésta asumió con el acuerdo hubiera de ser mayor que el descenso económico sostenido y las pérdidas que habían comenzado a generarse, cuya prosecución y aumento se trataba de evitar con el mismo, porque, como indica el Mº Fiscal y se ha transcrito, no resulta difícil prever, dada la trayectoria que las cifras referidas indican de constante e importante descenso y finalmente negativas ya en el primer semestre de 2012, que “el nivel de pérdidas en el año 2013 sería elevadísimo” o al menos apreciablemente empeorado y que así continuaría de futuro sin posibilidad clara de mejoría de no adoptarse alguna medida debidamente negociada y consensuada como ha sido el acuerdo objeto de litigio>>. En uno de los dos votos particulares emitidos (el elaborado por Fernando Salinas Molina, al que se adhirieron Luis Fernando de Castro Fernández, Jordi Agustí Juliá, Mª. Luisa Segoviano Astaburuaga, Rosa María Virolès Piñol y Manuel Ramón Alarcón Caracuel), se concluye que <<la sentencia de instancia debería haber sido confirmada, puesto que es dable entender que en el acuerdo impugnado se adoptan 18 medidas (la denominada “Recolocación diferida a empleo estable”) para eludir la normativa aplicable de derecho necesario>> . Se argumenta, en esencia, que: <<a) De las actas de las reuniones en el periodo de consultas se trasluce el inicial planteamiento empresarial sobre la posibilidad de adoptar la medida de suspensión temporal de contratos de trabajo, que una vez descartada, las partes firmantes del acuerdo la sustituyen por una medida no prevista en la legislación social actual que pretende alcanzar la finalidad de la suspensión y de la reducción de jornada de forma jurídicamente irregular, intercalando periodos de inactividad entre las formalmente configuradas como extinciones de contractos de trabajos indefinidos a tiempo completo y la posterior suscripción de contratos como fijos discontinuos, con las subsiguientes periodos de inactividad, hasta la prevista recuperación transcurridos mas de tres años de la contratación indefinida a tiempo completo. b) Tales periodos de inactividad, en especial el primero, al no configurarse como suspensión contractual ni como reducción de jornada (como es defendible pudiera haberse efectuado dada la naturaleza jurídica de la empleadora), se pretende que sean subvencionados con cargo a las prestaciones por desempleo, con posible beneficio empresarial al no cotizar como acontece en las suspensiones o reducciones de jornada y con riesgo para los trabajadores de no concederse tal prestación en orden a sus cotizaciones y futuros derechos de seguridad social con posible renuncia prohibida, individual o colectiva, a estos últimos. c) Nuestra legislación laboral actual por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción (o, en algunos supuestos, por fuerza mayor), únicamente posibilita la adopción de las medidas de movilidad geográfica, modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo, suspensión temporal del contrato de trabajo, reducción de la jornada, despido colectivo y la inaplicación en la empresa de determinadas condiciones de trabajo previstas en el convenio colectivo aplicable, sea este de sector o de empresa; pero no contempla una formal extinción contractual colectiva sin indemnización alguna para más tarde trasformar temporalmente, como consecuencia obligada de no haber optado por una medida extintiva más radical, una relación a tiempo completo en otra a tiempo parcial impuesta al trabajador individual por el acuerdo alcanzado, y años más tarde recobrar, en su caso, la contratación indefinida a tiempo completo; se vulnera con este sistema la legalidad vigente como se ha expuesto. d) Al pactarse medidas no previstas se vulneran, mediante su adopción, los limites de la competencia de quienes actúen como representantes de los trabajadores en los periodos de consultas circunscrita tal facultad negociadora colectiva exclusivamente a las medidas tipificadas legalmente, no pareciendo que puedan entrar tales representantes a negociar sobre la novación de los contratos individuales sin amparo en normal legal alguna. e) La derivada consecuencia de la posible vulneración de la expresa prohibición legal de convertir, sin voluntad directa (no a través de los representantes de los trabajadores) y libre (no como mal necesario para evitar la extinción contractual) del trabajador, un contrato a tiempo completo por otro a tiempo parcial. f) El dejarse vacía de contenido la prohibición ex DA 21ª ET de aplicar las medidas de suspensión del contrato o reducción de jornada por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción o derivadas de fuerza mayor contempladas en el art. 47 ET, de adoptarse por “Administraciones Públicas y a las entidades de derecho público vinculadas o dependientes de una o varias de ellas y de otros organismos públicos, salvo a aquellas que se financien mayoritariamente con ingresos 19 obtenidos como contrapartida de operaciones realizadas en el mercado” medidas análogas a las que ahora se entienden válidas en la sentencia mayoritaria. g) La singularidad de la no impugnación del acuerdo alcanzado por parte de la Autoridad laboral ni a su instancia ni por petición del SPEE. h) En suma, la utilización del cauce del despido colectivo ex art. 51 para obtener resultados ajenos a su finalidad a modo de reestructuración empresarial sustituyendo durante largos años contratos a tiempo completo por a tiempo parcial con promesa de futura conversión, con las consecuencias de las vulneraciones normativas de derecho necesario expuestas>>. En el otro voto particular formulado (emitido por María Lourdes Arastey Sahún), se muestra la oposición a la sentencia mayoritaria, destacando, en esencia, que: <<Cabe poner de relieve que, a diferencia de lo que pueda ocurrir con las prejubilaciones, no se especifican los criterios para la determinación de los trabajadores a los que se les ha de aplicar la denominada "recolocación diferida", ni tampoco a los que haya de incluirse en el grupo último ("baja indemnizada") y ello es un dato de relevancia para poder discernir en qué medida la posibilidad de modificación del contrato, que la "recolocación" llevaba aparejada, se hacía depender de la voluntad del trabajador. Lo que, en suma, se decide supone la posibilidad de extinguir un número indeterminado de contratos de trabajo sin derecho a indemnización y sin que el trabajador afectado pueda optar voluntariamente por la novación contractual y la oferta de nueva contratación futura que encierra el acuerdo. El acuerdo implica la extinción gratuita de los contratos de trabajo, sustituyendo la obligación legal de indemnizar por una novación contractual en masa, que se escapa a la posibilidad y competencia de los negociadores colectivos. La concurrencia de las causas de carácter económico -en sentido amplio- ofrece en nuestra legislación diferentes vías de salida a la empresa; y el uso de cualquiera de ellas habrá de llevarse a cabo con todas consecuencias legales aparejadas. Del examen de lo actuado se puede colegir que la parte empresarial pretendía redimensionar su plantilla acomodándola a necesidades más cíclicas. De ahí que pretenda sustituir la mano de obra de carácter indefinido por trabajo fijo discontinuo. Pero esta necesidad, que podría estar perfectamente justificada en su caso, no puede ser satisfecha por la vía del despido colectivo cuyo fin es la reducción de la plantilla, no la del número de días de trabajo de la misma. Es a la empresa a la que corresponde organizar y gestionar sus recursos y, en consecuencia, adoptar las decisiones que mejor se ajusten a sus intereses. Entre tales decisiones está la de optar por alguna de las medidas de flexibilidad interna ofrecidas por nuestro Ordenamiento Jurídico o acudir, en su caso, a la extinción de contratos de trabajo. Ahora bien, parece lógico exigir la congruencia entre el fin perseguido y el mecanismo legal que se decida utilizar. Así, si lo que se pretende es modificar la jornada anual de la plantilla -incluso distribuyéndola de modo distinto a lo largo del año-, es evidente que la vía del art. 51 ET no resulta adecuada. Pero es que, si lo que se hace en realidad es sustituir los contratos de trabajo por otros distintos, efectuando una verdadera novación contractual, se está provocando la extinción de los contratos de trabajo en vigor que, al ampararse en las causas del art. 51 ET, ha de comportar necesariamente el seguimiento de todos los trámites que dicho precepto exige y, finalmente, la obligación de indemnizar con arreglo a tal norma legal. La ulterior contratación de los trabajadores se escapa al marco de este procedimiento de despido 20 colectivo y no deja de ser, como mucho, una promesa de recolocación hecha en el ámbito de la negociación tendente a minorar los efectos perjudiciales de la decisión extintiva; pero no puede enmascarar la realidad de un acuerdo que lo que hace es poner fin a los contratos de trabajo existentes>>. I.7.- El control judicial de los criterios de selección de los trabajadores afectados por los despidos colectivos: el caso del Ayuntamiento de Jerez: ¿deben respetarse los principios de mérito y capacidad en la fijación de los criterios de selección?: ¿pueden encomendarse a los Juzgados de lo Social que en los despidos individuales controlen la regularidad de la elección empresarial de los trabajadores afectados caso por caso?.- Nota de prensa del CGPJ de fecha 18-06-2014. En la referida nota de prensa, se señala: <<El Supremo convalida el despido colectivo del ayuntamiento de Jerez.- La Sala Social convalida la extinción colectiva de contratos en un ayuntamiento al existir causa económica por insuficiencia presupuestaria y financiera según la misma normativa. En el recurso relativo al despido colectivo del ayuntamiento de Jerez, que afectó a 260 trabajadores sobre un total de 1.305, el Tribunal Superior de Justicia había declarado no ajustado a derecho el cese por insuficiencia de los criterios de selección de afectados. El recurso del ayuntamiento es estimado y se declara ajustado a derecho el despido por estimar suficientes los criterios invocados y por apreciar causa económica según la Disposición Adicional Vigésima del ET introducida por la Ley 3/2012 (insuficiencia presupuestaria sobrevenida y persistente para la financiación de los servicios públicos correspondientes) a la vista de la situación económico-financiera del ayuntamiento según los hechos declarados probados>>. 21 II.- EL CONTROL JUDICIAL DE LA DECISIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA EMPLEADORA DE AMORTIZACIÓN DE LAS PLAZAS LABORALES Y, EN ESPECIAL, DE LAS DE LOS TRABAJADORES INTERINOS POR VACANTE Y DE LOS INDEFINIDOS NO FIJOS EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO: Referencia a las esenciales sentencias dictadas en Sala General y a los votos particulares que han abordado directamente la problemática: incidencia de la normativa comunitaria e internacional. II.1.- Control de la decisión de amortizar plazas ocupadas interinamente efectuado por la Administración publica empleadora y la necesidad de ajuste entre lo acordado y lo efectuado en la práctica a efectos de la adecuada defensa por parte de los afectados y del control judicial de la medida.- STS/IV 27-febrero-2012 (rcud 3264/2010, Sala General, ponente Fernando Salinas Molina, votos particulares, empresa “Instituto Madrileño del Deporte, el Esparcimiento y la Recreación”). Se analiza un supuesto de extinción contractual por alegada amortización de las plazas y el cese de los trabajadores que venían ocupándolas interinamente (socorristas en piscinas); resolviéndose que el cese no se ajustó a derecho y que existió fraude de ley al no haberse producido la amortización de puestos de trabajo en la que se pretendía justificar aquél, habiéndose motivando el cese por el organismo publico empleador en una amortización ficticia y no habiendo sido comunicada su causa real a los demandantes (lo que se configura como un elemento trascedente), cuando lo acontecido en la realidad consistió en convocar un concurso para cubrir externamente las mismas plazas que se indicaban amortizadas y adjudicando el servicio a una empresa privada. Se modificaba la doctrina que sobres análogos casos se habían mantenido en las SSTS/IV 14-abril-2011 (rcud 3450/2010) y 3-mayo-2011 (rcud 3293/2010). Se razonaba en la sentencia acordada mayoritariamente, en lo esencial, -- y partiendo de que lo que se cuestionaba era si había existido o no realmente una amortización de plazas por resultar innecesarias, no aceptándose en la sentencia impugnada la realidad de tal amortización --, que: <<La real existencia de la amortización es jurídicamente cuestionable si en este caso lo que se ha efectuado realmente por la Administración pública es un mero cambio en la forma de provisión o gestión de unas plazas, como las de socorrista, cuya existencia y desempeño es necesario para el Organismo correspondiente, el que mantiene la gestión de las piscinas públicas y al que le es exigible el mantenimiento de la “prestación de la actividad de socorrismo previsto por la legislación vigente” para la utilización pública de aquellas, si resuelta, como ahora acontece, que en vez de gestionar la propia Administración el servicio de socorrismo convoca un concurso público para que tal actividad sea prestada por una empresa privada, a la que adjudica el servicio coincidiendo con la notificación de la extinción contractual de los demandantes. El supuesto no encaja con el de supresión de una plaza innecesaria analizado en la citada STS/IV 12-marzo-2002 (rcud 1223/2001); y, por otra parte, según el 22 Diccionario de la Real Academia Española, una de las acepciones de la palabra “amortizar” es la de “Suprimir, por considerarlos innecesarios, empleos o plazas vacantes en una institución pública o empresa privada”. En el presente caso, resulta que: a) la necesidad sigue persistiendo y no hay innecesaridad en la existencia y el desempeño de la plaza, pues es esencial para la posible utilización de las piscinas que gestiona directamente la Administración pública empleadora la realización del servicio de socorristas, aunque en definitiva no quiera actuar como empresario ni abonar directamente las retribuciones de los socorristas para que, en definitiva, se desempeñe el servicio a través de una empresa privada adjudicataria y haya utilizado con tal fin un proceso de amortización de plazas; b) no se justifica la necesariedad y finalidad de la denominada amortización de las plazas y, además, es totalmente distinta de la indicada a los demandantes en la carta de extinción contractual, y al no coincidir ni con lo motivado en la Orden 30/04/2009 ni con el señalado como su fundamento, el art. 20.5 Ley 2/2008 de 22-diciembre, con lo que el contenido del concreto precepto legal tampoco guarda relación o puede servir para fundamentar jurídicamente la decisión de amortización de plazas adoptada. Es por todo ello, por lo que en la sentencia impugnada, se afirma que la empleadora puede haber actuado en fraude de ley, “pues si bien la Administración puede privatizar su actividad y adjudicar a una empresa, en este caso a la codemandada … S.A., la actividad de socorrismo, lo que no puede es ignorar el derecho de los empleados que con anterioridad a la adjudicación prestaban servicios para la misma y equiparar a una amortización de las plazas, el desplazamiento de la actividad a una empresa que va a continuar con la misma …”. En definitiva, el cese de los demandantes no se ajustó a derecho y se efectuó en fraude de ley por lo que “no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir” (art. 6.4 Código Civil) al no haberse producido la amortización en la que se pretendía justificar aquél cese, motivándose la extinción contractual en una amortización ficticia y no siendo comunicada su causa real a los demandantes, cuando lo acontecido en la realidad consistió en convocar concurso para cubrir externamente las mismas plazas que se indicaban amortizadas adjudicando el servicio a una empresa privada>>. La referida sentencia de Sala General cuenta con dos votos particulares. En el primero de dichos votos particulares (redactado por Antonio Martin Valverde, al que se adhiere Aurelio Desdentado Bonete), en dicho voto se mantiene, en esencia, que no es ficticia la amortización, si bien se asume que el servicio se ha trasferido a una entidad privada y que ello debía comportar la amortización de las plazas de socorrista por parte del organismo publico empleador. Se razona que: <<No comparto que la amortización de las plazas o puestos de trabajo de socorrista efectuada por la entidad pública demandada sea ficticia. No hay a mi juicio … artificio o ficción alguna en la actuación de la CAM. No consta que la haya en la adjudicación de la actividad de socorrismo a la empresa FERROSER, operación de adjudicación cuya legalidad no se ha cuestionado en el pleito. Siendo ello así, una vez adjudicada o descentralizada dicha actividad socorrista, la entidad demandada estaba facultada e incluso obligada a amortizar o suprimir los correspondientes puestos de trabajo, habida cuenta de que el desempeño de los mismos se había traspasado a la empresa adjudicataria. Decimos que estaba obligada a la amortización porque, como es lógico, los poderes públicos deben ajustar las plantillas y relaciones de puestos de trabajo a sus necesidades reales, entre otras razones en aplicación del principio 23 constitucional de “eficacia” de la actuación de las Administraciones Públicas (art. 103.1 CE). Argumenta la sentencia de la mayoría en favor de la calificación de “amortización ficticia” que el mantenimiento por parte de la CAM de las plazas de socorrista era necesario y obligado, teniendo en cuenta que la normativa vigente impone la obligatoriedad de la actividad de socorrismo en determinadas instalaciones deportivas. Pero … el argumento presupone una atribución subjetiva de tal deber con la cualidad de intransferible que no puedo suscribir. Una cosa es que sea exigible el servicio de socorrismo en determinadas instalaciones deportivas públicas, y otra cosa distinta es que tal servicio haya de ser no ya asumido sino prestado directamente por la propia Administración titular de dichas instalaciones. Dicho con otras palabras: si se acepta que la Administración titular puede encargar a un tercero dicho servicio socorrista, no cabe sostener, me parece, que el encargo no lleve consigo la consecuencia natural de amortizar en la propia plantilla los puestos de trabajo comprendidos en la actividad encargada. En suma, lo que la normativa en la materia impone es que la prestación de la actividad de socorrismo se lleve a cabo de forma adecuada, pero no que la gestione directamente la entidad pública titular de las instalaciones deportivas. Por otra parte, el propio encargo realizado por la CAM de la actividad socorrista revela que es consciente de la obligatoriedad de adoptar tal medida de seguridad, y que tiene el propósito expreso de ponerla en práctica, al convertirla precisamente en objeto de la adjudicación. La segunda razón en la que la sentencia de la mayoría apoya su decisión deriva de la anterior, como en su propia rúbrica reconoce. Viene a decirse en esta parte del razonamiento de la decisión mayoritaria que el cese de los demandantes no se ajustó a derecho “al no haberse producido la amortización en que se pretendía justificar”. Es obvio que tal conclusión no se puede alcanzar … En efecto, los actores prestaban servicios a la CAM en virtud de contratos de interinidad por vacante. Pues bien, en los términos de la sentencia citada, “los contratos de interinidad no limitan ni eliminan las facultades de la Administración sobre modificación y supresión de puestos de trabajo”. La “supresión de la plaza” vacante afectada – sigue el razonamiento de la propia sentencia precedente – constituye, por consiguiente, “causa justa” de la finalización de dicho contrato temporal. No hay, en conclusión, propósito fraudulento alguno en que la Administración haya ejercitado la facultad que le corresponde de adjudicar a un tercero un servicio socorrista, y en que, a renglón seguido de tal adjudicación, la propia Administración haya asumido las consecuencias que la misma ha de tener respecto de la composición de su plantilla>>. En el segundo de los votos particulares (redactado por José Manuel López García de la Serrana, al que se adhieren el Gonzalo Moliner Tamborero, José Luis Gilolmo López y Jesús Souto Prieto), entre otros extremos, se afirma que la sentencia mayoritaria niega que la Administración publica pueda privatizar sus servicios; que no es necesario para amortizar que las plazas sean innecesarias; se relatan las ventajas de la privatización; se asume el control judicial social prejudicial sobre la decisión administrativa de amortización pero limitándolo al examen de la norma habilitante, al organismo administrativo competente y al procedimiento adecuado, pero sostiene que el Juez Social no puede decretar que la Administración ha actuado en fraude de ley. 24 Recordemos aquí las múltiples sentencias posteriores de Sala General que han decretado que la Junta de Andalucía y los Consorcios UTEDLT habían actuado en fraude de ley y se ha decretado la nulidad de los despidos acordados (entre otras muchas, SSTS/IV 17-febrero-2014 –rco 142/2013 y 16-abril-2014 –rco 152/2013), a las que luego se efectuará especial referencia. En dicho voto particular se razona, en esencia, que: <<La sentencia de la mayoría … niega a la Administración, lo que se permite a la empresa privada: amortizar las vacantes, aunque estén cubiertas por interinos. Se veda a la demandada la posibilidad de gestionar el servicio de forma indirecta (externalizar), cual le permiten los arts. 8 de la Ley 30/2007 y 2-f) del Decreto 29/2009, del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, sin fundar esa decisión, salvo que se estime que la misma se basa, simplemente, en que “no cabe amortizar las plazas que son necesarias”, como las de los socorristas si se gestionan piscinas. Con ello se limita y restringe la libertad de la Administración y de los organismos públicos para gestionar sus servicios con eficacia, descentralización, y con sometimiento a la Ley. Si la norma permite la descentralización productiva, la gestión indirecta de servicios, ¿porque se le deniega a un organismo público esa posibilidad de actuación? ¿porque se le obliga a tener como plantilla fija un cuerpo de socorristas?. Debe recordarse que las plazas de socorrista, salvo una o dos excepciones, están cubiertas por personal con contrato de interinidad por vacante, lo que supone que se creó la categoría y el número de plazas necesario y que, como se no se ha convocado concurso público para cubrirlas, ahora se fuerza a convocar ese concurso, al denegarse la posibilidad de amortización de plazas interinas y de externalización global del servicio. Se discrepa, también, del argumento relativo a que amortizar es suprimir por considerarlos innecesarios, empleos o plazas vacantes. Este argumento, acorde al Diccionario, es inadecuado porque amortizar es un término que en términos jurídicos significa suprimir plazas o empleos por las más diversas razones, siempre que sean legales, siendo de destacar que en términos laborales hace referencia, sobre todo, a suprimir plazas o empleos por el sistema de no cubrir las vacantes existentes. Ninguna norma dice que sólo se puedan suprimir las plazas “innecesarias”, pero, además, el término necesario admite diversas interpretaciones, las razones de la innecesariedad pueden ser variadas y justificadas en nuestro derecho: por ejemplo la implantación de un nuevo sistema de producción, una nueva organización del trabajo o de nueva maquinaria puede hacer innecesarios todos o algunos de los puestos de trabajo afectos a ese proceso, puestos que serán amortizados, aunque subsista la necesidad de la empresa de gestionar el proceso productivo … Como corolario, destacar que la discrepancia con el criterio mayoritario radica en que el mismo no motiva suficientemente, cual requieren los arts. 24 y 120-3 de la Constitución, 218 de la L.E.C. y 97-2 de la L.P.L. y la doctrina constitucional las razones por las que se aparta del criterio sostenido por la Sala en anteriores sentencias … Con ello se niega a la Administración la posibilidad de prestar los servicios asumidos de forma indirecta, de externalizarlos cual permiten las leyes, sin dar razón que explique esa prohibición que la mayoría crea “ex novo” olvidando que una cosa es la posibilidad de amortización y otra distinta las consecuencias que la misma comporta para el personal que cubre la plaza vacante amortizada. Tal solución se debe a la mala imagen que se tiene de la externalización de servicios, a los prejuicios existentes contra la gestión externa de parcelas de la propia actividad por la idea preconcebida de que con ella sólo se persigue destruir puestos de trabajo y abaratar costes. Pero no 25 es así porque, aparte que los puestos de trabajo se conservan, aunque bajo la dirección, de otro patrono, y que puede ocurrir que el ahorro de gastos no sea tal, resulta que las ventajas de la externalización son otras: Facilitar que la empresa (sus mandos y empleados) se concentren en la realización de los procesos de producción más importantes, en los que saben hacer mejor y se despreocupen de procesos accesorios que son encomendados a empresas externas que, al estar especializadas en esa actividad prestaran mejor servicio y atenderán mejor los imprevistos, como buscar sustituto a quienes se marchan de vacaciones o son baja laboral por cualquier causa. Resumiendo, debe estimarse que la Administración actuó de forma razonable y no arbitraria, lo que excluye el fraude de ley y la desviación de poder, máxime cuando la Ley de cobertura (la de presupuestos para 2009) expresamente cubría ese proceder y cuando la actuación administrativa se produjo en el marco de una política general de austeridad y de gestión eficaz de los servicios públicos y no para burlar, mediante un complot generalizado, los derechos de 67 socorristas con contrato de interinidad por vacante cuya vigencia se condicionó a la existencia de la vacante ocupada. Es cierto que no se ha planteado la competencia de esta jurisdicción para resolver las cuestiones objeto de la demanda. También lo es que esta jurisdicción es competente para resolver con carácter prejudicial cuestiones administrativas, como comprobar si la amortización de un puesto de trabajo es legal. Siendo ello cierto, parece que la sentencia de la mayoría ha ido más allá de las competencias que le son atribuidas con carácter prejudicial, pues, no se ha limitado, como se deriva de la doctrina sentada por esta Sala en su sentencia de 10 de julio de 2000 (Rcud. 4145/98), a analizar si existía una norma que autorizaba la amortización, ni a si la amortización se ha tomado por el órgano administrativo competente y por el procedimiento adecuado, sino que ha ido más allá: se ha determinado cuando es procedente o no una amortización de vacantes y se ha resuelto que la misma es improcedente cuando la administración sigue atendiendo el servicio, cuando subsiste la necesidad de prestar un servicio público. Es cierto que tal decisión afecta, al ser prejudicial, sólo al caso que nos ocupa ... Ello supone que con carácter general se sienta la doctrina de que la Administración no puede amortizar las vacantes desempeñadas por personal laboral con el fin de externalizar el servicio, sino sólo para suprimir este, solución interpretativa que excede de las competencias prejudiciales concedidas para el caso concreto. Aunque no se aceptaran las anteriores argumentaciones, las dudas sobre la falta de competencia de esta jurisdicción subsisten. La sentencia de la mayoría estima que la Administración ha obrado en fraude de ley, al dictar y ejecutar las normas que aplica para acordar amortizar las plazas, decisión que escapa a la competencia de esta jurisdicción que no es competente para juzgar y resolver si la Administración actúa de forma fraudulenta. Por ello, se habrían violado los arts. 24-2 de la Constitución y 9 (nº 4 y 6) de la LOPJ>>. II.2.- Extinción por la Administración pública empleadora de contratos temporales (obra o servicio determinado) antes de que concluya la causa que justificaba la temporalidad y la necesidad de acudir al despido colectivo si se rebasan los umbrales del art. 51 ET; interpretación del art. 51 ET en relación con la Directiva 98/59/CE del Consejo de 20 de julio de 1998, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros que se 26 refieren a los despidos colectivos, y con la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en su sentencia de 12-octubre-2004 (asunto C-55/2002). SSTS/IV 3-julio2012 (rcud 1657/2011, Sala General, ponente María Luisa Segoviano Astaburuaga, con voto particular, empresa SEAGA) y 3-julio-2012 (rcud 1744/2011, Sala General, ponente Jesús Gullón Rodríguez, con voto particular, empresa SEAGA). Se concluye en las sentencias citadas que la entidad pública no podía proceder al despido de 51 veterinarios con contrato temporal para obra o servicio, antes de que finalizara la obra o servicio sin seguir el trámite del despido colectivo establecido en el art. 51 ET. Argumentándose, en esencia, que: <<La empresa SEAGA procedió a cesar a 51 trabajadores alegando que, siendo el contrato de duración determinada, teniendo por objeto "la realización de obra o servicio encomienda de gestión para trabajos de identificación animal, trazabilidad e higiene de las producciones ganaderas del año 2009", siendo su duración "hasta el fin del contrato" concertado por dicha empresa con la Xunta de Galicia, al haber finalizado la encomienda, procede el cese de dichos trabajadores. Ocurre, sin embargo … que la obra no ha finalizado, ya que SEAGA continuó siendo la adjudicataria del servicio en virtud del cual estaban contratados los actores de forma temporal, por lo que el numero de trabajadores cesado computa, a efectos de determinar si se superan los umbrales del art. 51.1 ET. En efecto, tal y como resulta del penúltimo párrafo de dicho apartado … no computan las extinciones producidas por iniciativa del empresario en el supuesto del art. 49.1 c) del ET, es decir, cuando se extinga por realización de la obra o servicio objeto del contrato. Sin embargo, aunque los hoy actores tenían un contrato temporal el mismo no se ha extinguido por realización de la obra o servicio objeto del contrato, ya que la obra o servicio no ha terminado. Respecto al elemento causal hay que señalar que la empresa no ha fundamentado su decisión extintiva en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción sino que ha alegado que el cese se producía por haber finalizado la encomienda que le había hecho la Xunta de Galicia … Sin embargo… la contrata no ha terminado, aunque ha sido reducida, ni se cuestiona que los ceses correspondan a la terminación de fases de la obra con autonomía funcional dentro de la misma … Resta por examinar si la verdadera causa del cese de los actores, la reducción de la contrata de la Xunta de Galicia para el año 2010 y el subsiguiente exceso de plantilla, -SEAGA cuenta con 138 veterinarios y necesita 87 para la encomienda del año 2010- puede ser conceptuada como causa económica, técnica, organizativa o de producción. Esta Sala ha venido manteniendo una constante jurisprudencia, STS 14-696, recurso 3099/1995, 7-6-07, recurso 191/2006 y 16-9-2009, recurso 2027/2008, en las que ha señalado que la pérdida o disminución de encargos de actividad ha de ser considerada por su origen una causa productiva, en cuanto que significa una reducción del volumen de producción contratada y por el ámbito en que se manifiesta una causa organizativa, en cuanto a que afecta a los métodos de trabajo y a la distribución de la carga de trabajo entre los trabajadores. La última de las sentencias citadas contiene el siguiente razonamiento: ".... la reducción de actividad de servicios a la finalización de la contrata inicial ha generado dificultades que impiden el buen funcionamiento de la empresa; como tal hay que 27 considerar el exceso de personal resultante de tal reducción. A estas dificultades se puede hacer frente mediante amortizaciones de los puestos de trabajo sobrantes, de forma que se restablezca la correspondencia entre la carga de trabajo y la plantilla que la atiende. Y el ámbito de apreciación de la causa productiva sobrevenida puede ser el espacio o sector concreto de la actividad empresarial afectado por el exceso de personal, que es en el caso la contrata finalizada y renovada con menor encargo de servicios y consiguientemente de ocupación". Y, como señalamos en nuestra sentencia de 7 de junio de 2007 (Rec. 191/06) "esta Sala ha sentado la doctrina de que el art. 52c) del ET no impone al empresario la obligación de "agotar todas las posibilidades de acomodo del trabajador" en la empresa, ni viene aquél obligado, antes de hacer efectivo el despido objetivo, a destinar al empleado "otro puesto vacante de la misma". Así lo han establecido las sentencias de este Tribunal de 21 de julio del 2003, rec. 4454/2002; 19 de marzo del 2002, rec. nº 1979/2001; y 13 de febrero del 2002, rec. nº 1496/2001, entre otras. Por consiguiente, de conformidad con la doctrina jurisprudencial que se acaba de citar, lo lógico es deducir que la amortización de plazas por causas ajenas a la voluntad del empleador, constituye causa objetiva justificativa del despido, sin que el hecho de que puedan existir en la empresa otros puestos vacantes, determine normalmente la declaración de improcedencia de tal despido". En consecuencia, al concurrir en el supuesto debatido los tres elementos que caracterizan el despido colectivo, elemento numérico, temporal y causal, tal y como ha quedado anteriormente consignado la extinción de los contratos de los trabajadores debió realizarse siguiendo el procedimiento establecido en el art. 51 del ET y, al no haberlo hecho así, el despido es nulo, de conformidad con lo establecido en el art. 124 de la LPL>>. Se continúa afirmando en las referidas sentencias, que: <<Avala la anterior interpretación la regulación contenida en la Directiva 98/59/CE del Consejo de 20 de julio de 1998, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros que se refieren a los despidos colectivos, cuya transposición al derecho interno se ha realizado a través del art. 51 del ET. En efecto, el art. 1 de la Directiva dispone que "A efectos de la aplicación de la presente Directiva: a) Se entenderá por "despidos colectivos" los despidos efectuados por un empresario, por uno o varios motivos no inherentes a la persona de los trabajadores, cuando el número de despidos producidos sea, según la elección efectuada por los Estados miembros..." señalando a continuación el periodo en el que han de producirse los despidos y el número de trabajadores afectados en relación al número de trabajadores del centro de trabajo. La Directiva, por tanto, conceptúa un despido como colectivo siempre que se de el elemento numérico y el temporal, apareciendo el causal mucho más atenuado que en la regulación contenida en el art. 51 del ET, pues solo exige que se trate de "motivos no inherentes a la persona del trabajador". Por su parte el apartado 2 del art. 1 señala que la Directiva no se aplicará "a los despidos colectivos efectuados en el marco de los contratos de trabajo celebrados por una duración o para una tarea determinadas, salvo si estos despidos tienen lugar antes de la finalización o del cumplimiento de esos contratos". Por lo tanto, si bien es cierto que al igual que sucede en el art. 51 ET, no computa la extinción de contratos temporales, a efectos del cálculo del número de trabajadores afectados, si se tienen en cuenta si se les ha extinguido el contrato antes de finalizar la obra o servicio, que es exactamente lo que sucedido en el litigio ahora examinado. 28 Hay que poner de relieve que la regulación contenida en el art. 51 ET, apartado 1, penúltimo párrafo establece: "para el cómputo del número de extinciones de contratos a que se refiere el párrafo primero de éste artículo -extinciones colectivas fundadas en causas económicas, técnicas organizativas o de producción- se tendrán en cuenta así mismo cualesquiera otras producidas en el periodo de referencia por iniciativa del empresario en virtud de otros motivos no inherentes a la persona del trabajador distintos de los previstos en el apartado c) del apartado 1 del art. 49 c) de esta Ley, siempre que su número sea, al menos, de cinco". En la norma transcrita, lo que pretende sin duda el legislador es evitar que se eludan por el empresario los trámites y garantías previstos en el art. 51 del ET computándose para el propio concepto de despido colectivo todos los efectuados por el empresario por motivos no inherentes a la persona del trabajador, con la salvedad de aquéllos que se hubiesen extinguido lícitamente por conclusión del término pactado o por la terminación de la obra o servicio. Pero si se trata de contrataciones temporales en que la obra o el servicio concertados no han finalizado, no cabe excluir del cómputo tales trabajadores a los efectos discutidos, pues en otro caso se dejaría al arbitrio del empleador la utilización de la vía del despido colectivo, excluyendo de los referidos umbrales las contrataciones de esta clase. Una interpretación sistemática del art. 51 ET, en la que el texto de la Directiva es también relevante, conduce a la interpretación que antes se expuso, en el sentido de que tales extinciones han de computarse en el caso de que se trate de extinciones producidas sobre contrataciones absolutamente alejadas de la efectividad de las cláusulas de los contratos en cuanto a la eventual conclusión del tiempo pactado o la realización de los servicios concertados. Para la Directiva y en la interpretación del art. 51 ET que acabamos de expresar en párrafos anteriores, solo podrán excluirse del cómputo numérico que lleva aparejada la calificación jurídica de despido colectivo, aquellas extinciones de contratos por tiempo o tarea determinados cuando la extinción se ha producido regularmente, pero en ningún caso cuando, como ocurre en el supuesto de autos, los despidos se han llevado a cabo antes de la finalización de la obra, no pudiendo excluirse tampoco cuando la naturaleza de los contratos, por haberse realizado en fraude de ley, no era temporal sino indefinida. De lo razonado anteriormente se desprende que no existe entonces discrepancia o conflicto entre la norma nacional, el art. 51 ET y la Directiva 98/59 CE, pues ambas normas alcanzan el mismo resultado para la calificación de despido colectivo, cuando hemos excluido antes una interpretación restrictiva del párrafo cuarto del art. 51 ET, que es la que lleva a cabo la sentencia recurrida, al excluir en todo caso las extinciones acordadas por la empresa demandada para el cómputo de despido colectivo, por no estar basadas en causas económicas, técnicas organizativas o de producción, sino obedecer, al menos formalmente a la terminación del contrato por conclusión de la obra o servicio contratado. Si así fuera, si asumiésemos esa interpretación entonces sí se produciría una colisión entre el ET y la Directiva, pues la norma nacional interpretada así estaría limitando el concepto de despido colectivo a supuestos más reducidos que los previstos en la Directiva. De hecho, aunque se trataba de supuestos de exclusión distintos, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en su sentencia de 12 de octubre de 2.004, dictada en el asunto C-55/2002, se pronuncia en primer lugar sobre la finalidad de la Directiva de manera que, a tenor de lo previsto en el art. 2, apartado 2, párrafo primero, las consultas a los representantes de los trabajadores no solamente tendrán 29 por objeto evitar o reducir los despidos colectivos sino que versan, entre otros extremos, sobre las posibilidades de atenuar las consecuencias de tales despidos mediante el recurso a unas medidas sociales de acompañamiento destinadas, en especial, a la ayuda para la readaptación o la reconversión de los trabajadores despedidos. Sería contrario a la finalidad de la Directiva reducir el ámbito de aplicación de esta disposición mediante una interpretación restrictiva del concepto de "despido". Y termina esa sentencia en su parte dispositiva diciendo que la República Portuguesa había en aquél caso incumplido las obligaciones que le incumben en virtud de los arts. 1 y 6 de la Directiva 98/59/CE ... "al haber limitado el concepto de despidos colectivos a los despidos por motivos de índole estructural, tecnológica o coyuntural y al no haber ampliado el citado concepto a los despidos por todas las razones no inherentes a la persona de los trabajadores">>. En el voto particular (emitido por Antonio Martín Valverde al que se adhieren José Luis Gilolmo López y Jesús Souto Prieto) emitido a ambas sentencias se sustenta, en síntesis que el control judicial de la actuación empresarial no puede llegar hasta trasformar en despido colectivo un cese acordado empresarialmente en base al art. 49.1.c) ET (aunque lo fuera indebidamente). Se razona que: <<En la enumeración de causas de extinción del contrato de trabajo el art. 49.1.c) ET incluye “la realización de la obra o servicio objeto del contrato” en un apartado distinto del propio art. 49 ET, el incluido en el apartado 1. letra i), donde se menciona el “despido colectivo fundado en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, siempre que aquél haya sido debidamente autorizado conforme a lo dispuesto en esta Ley”. En el origen de ambas causas de extinción se encuentra la voluntad extintiva del contrato de trabajo por parte del empresario. Pero el legislador se ha cuidado de separarlas con toda claridad, reconociendo al empresario, titular del derecho constitucional a la libertad de empresa, dos derechos potestativos o de configuración jurídica claramente distintos. Ciertamente, una vez impugnado por el trabajador el acto de cese, la utilización inadecuada o desviada de estos derechos puede dar lugar a una calificación judicial de ilicitud o ilegalidad del despido, en una u otra de sus dos modalidades (improcedencia o nulidad). Pero esta calificación judicial está al final del recorrido procesal y no en el inicio de la actuación empresarial, que, en principio, salvo fraude de ley o abuso de derecho, se ha de enjuiciar en los términos en que fue planteada por el propio empresario. Y a mi juicio, estas circunstancias agravantes de fraude o abuso de derecho no constan en el caso, donde sí se ha producido una infracción simple de las normas que rigen la concertación y la extinción del contrato temporal por obra o servicio determinado. Visto desde la perspectiva del control judicial de los actos del empresario, la recalificación del acto empresarial de cese al amparo del art. 49.1.c) ET en despido colectivo del art. 49.1.i) (y 51) ET me parece no ajustada a derecho en las circunstancias del caso. Una cosa es computar a efectos de despido colectivo todos los ceses por voluntad del empresario del “período de referencia” previsto en el art. 51.1 ET, y otra cosa distinta es transformar en despido colectivo un cese acordado (aunque lo fuera indebidamente) con base en el art. 49.1.c) ET. El derecho de configuración jurídica atribuido al empresario en uno y otro supuesto es distinto, y a las respectivas consecuencias de su ejercicio ilícito habrá de estarse en cada caso. 30 La posición sostenida en este voto particular es, en suma, la que ha sostenido hasta ahora esta Sala de lo Social del Tribunal Supremo en sentencias de fecha 22-12008 (rcud 4042/2006), 22-5-2008 (rcud 3315/2006) y 29-5-2008 (rcud 2417/2006). La sentencia de la que se discrepa se cuida de afirmar que su pronunciamiento es “diferente” del que ella mantiene …>>. II.3.- La tesis tradicional de la Sala IV del Tribunal Supremo sobre los trabajadores indefinidos no fijos al servicio de las Administraciones públicas empleadoras y la posibilidad de extinguir sus contratos de trabajo no solamente cuando se cubran las plazas que ocupan por su cobertura reglamentaria sino incluso cuando la Administración empleadora dedica amortizar la plaza por cualquier causa, sin necesidad de acudir al despido objetivo (singular o plural o colectivo) y sin derecho a indemnización alguna: la posición de aquellos trabajadores al servicio de la Administración, cuyo contrato fue declarado indefinido (no fijo) por sentencia firme, es idéntica a la de aquellos otros que cubren una plaza con contrato de interinidad.- Especial referencia a Directiva 1999/70 CE, que aplica el Acuerdo marco sobre el trabajo de duración determinada.- STS/IV 22-julio-2013 (rcud 1380/2012, Sala General, ponente Aurelio Desdentado Bonete, voto particular). En la sentencia mayoritaria se razona, en esencia, que: <<Denuncia la parte recurrente la infracción del art. 52.e) del ET en relación con los arts. 51y 53 del mismo texto legal por considerar que la entidad demandada no estaba obligada a proceder a un despido objetivo o colectivo, pues, dada la naturaleza del vínculo contractual -indefinido no fijo- la amortización de la plaza es suficiente para producir el cese. El motivo debe ser estimado. La denominada relación laboral indefinida no fija es una creación jurisprudencial que surgió a finales del año 1996 para salir al paso de la existencia de irregularidades en la contratación de las Administraciones Públicas que, pese a su ilicitud, no podían determinar la adquisición de la fijeza por el trabajador afectado, pues tal efecto pugna con los principios legales y constitucionales que garantizan el acceso al empleo público -tanto funcionarial, como laboral- en condiciones que se ajusten a los principios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad. En términos de la sentencia del Pleno de 20 de enero de 1998, “el carácter indefinido del contrato implica desde una perspectiva temporal que éste no está sometido, directa o indirectamente a un término”, pero añade que “esto no supone que el trabajador consolide, sin superar los procedimientos de selección, una condición de fijeza en plantilla que no sería compatible con las normas legales sobre selección de personal fijo en las Administraciones Públicas”. De ahí que, aunque se declare contraria a Derecho la causa de temporalidad pactada, conforme al art. 49.1.c) del ET, y se reconozca la relación como indefinida, ésta queda sometida a una condición -la provisión de la vacante por los procedimientos legales de cobertura-, cuyo cumplimiento determina la extinción del contrato de trabajo mediante la 31 correspondiente denuncia del empleador público, sin que sea preciso recurrir a las modalidades de despido que contemplan los arts. 51 y 52 del ET. En este sentido se pronunció nuestra sentencia, también del Pleno de la Sala, de 27 de mayo de 2002, reiterada por otras posteriores, entre ellas, la de 26 de junio de 2003 … Pero esta doctrina no se limita a la causa consistente en la cobertura reglamentaria de la vacante. También ha de aplicarse a los supuestos en que el puesto desempeñado desaparece por amortización y ello porque en este caso ya no podrá cumplirse la provisión reglamentaria y habrá desaparecido también el supuesto de hecho que justifica esa modalidad contractual -la existencia de un puesto de trabajo que se desempeña de forma en realidad interina hasta su cobertura reglamentaria-. Estamos claramente en el caso del art. 1117 del Código Civil (“la condición de que ocurra algún suceso en un tiempo determinado extinguirá la obligación desde que ( …) fuera ya indudable que el acontecimiento no tendrá lugar”) y en el art. 49.1.b) del ET (cumplimiento de la condición a que ha quedado sometido el contrato ope legis). En este sentido ya señaló nuestra sentencia de 27 de mayo de 2002 las indudables analogías entre el contrato indefinido no fijo y el contrato de interinidad por vacante en las Administraciones públicas … Este criterio se reitera en las sentencias de 20 de julio de 2007 y 19 de febrero de 2009, en las que se afirma que “la posición de aquellos trabajadores al servicio de la Administración, cuyo contrato fue declarado indefinido (no fijo) por sentencia firme, es idéntica a la de aquellos otros que cubren una plaza con contrato de interinidad”. Pues bien, con respecto al contrato de interinidad por vacante suscrito en el ámbito de las Administraciones públicas, la Sala ha establecido con reiteración que la extinción puede acordarse directamente “por la amortización de la plaza cubierta… sin necesidad de acudir a la vía que establece el art. 52.c) del ET”, y ello en atención a que “la situación de interinidad que genera … el contrato de trabajo con la Administración es muy peculiar, concurriendo en ella algunas circunstancias que la diferencian de la contratación celebrada por los particulares al amparo del art. 15.1 c) del ET". De ahí que, “aunque las partes hayan pactado que la duración del contrato queda condicionada a la provisión de las vacantes mediante la designación de trabajadores con carácter de fijos, es obvio que la vigencia de la relación está vinculada al mantenimiento de la plaza que ha de cubrirse, por lo que cuando ésta se amortiza el contrato se extingue … En la sentencia del Pleno de 27 de febrero de 2012 se dice que … “entenderlo de otro modo llevaría a conclusiones absurdas, ya que supondría la transformación del hecho de la interinidad en una situación propia de un contrato indefinido -pues el cese del interino solo se produce por la incorporación del titular, lo que en principio no procede al suprimirse la plaza-, o bien significaría la vinculación de la Administración a proveer una plaza que estima innecesaria, puesto que la ha suprimido. Por ello ha de entenderse que los contratos de interinidad no limitan ni eliminan las facultades de la Administración sobre modificación y supresión de puestos de trabajo, y que la supresión de la plaza es causa justa de la finalización del contrato temporal de interinidad". Estas consideraciones son aplicables a los contratos indefinidos no fijos, pues … se trata de contratos sometidos también a la condición resolutoria de la provisión reglamentaria de la plaza y, por tanto, cuando por amortización de ésta no puede realizarse tal provisión, el contrato se extingue de conformidad con lo dispuesto en el art. 49.1.b) del ET y del art. 1117 del Código Civil, pues desde el momento en que la plaza desaparece es claro que ya no podrá realizarse su provisión reglamentaria y el 32 contrato indefinido no fijo, que incorpora esa condición, se extingue. Y en orden a esa extinción no opera la vía del art. 52.e) del ET -en el supuesto de que el cese del establecimiento tuviera encaje en este precepto y no en el art. 52.c)-, porque, dada la naturaleza del contrato, el hecho determinante de la amortización no actúa, de forma indirecta configurando la existencia de una causa económica, presupuestaria u organizativa para el despido, sino que opera de manera directa sobre la propia vigencia del vínculo, determinando el cumplimiento anticipado de la condición a la que aquél estaba sometido, al impedir la amortización de la plaza su cobertura reglamentaria. Es lo mismo que ocurre en el caso del contrato de interinidad por vacante. En este sentido hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones la causa económica no tiene un efecto directo de eliminación de un puesto de trabajo concreto, sino que opera creando, de una manera difusa, un efecto de reducción de la plantilla, que el empresario tiene que concretar ejercitando sus facultades de selección de los trabajadores afectados. En esta línea se inscriben actualmente las previsiones de la disposición adicional 20ª del ET y del art. 41 del Reglamento de regulación de empleo, aprobado por Real Decreto 1483/2012, no aplicables al presente caso. … Tampoco puede atenderse el argumento de que se produce una situación de trato desigual injustificado desde el momento en que se priva a los trabajadores indefinidos no fijos de la indemnización prevista en el apartado c) del número 1 del art. 49 del ET. La cuestión de la aplicación de esta indemnización no se ha planteado en estas actuaciones, en que en la demanda se pide que el despido se califique como nulo o improcedente, por lo que la Sala no puede decidir sobre esa indemnización, sin dar algo distinto de lo pedido y con fundamento también diferente. Pero en cualquier caso la eventual desigualdad se repararía reconociendo el derecho a la indemnización; no excluyendo la aplicación de una causa de extinción prevista legalmente. Por otra parte, la premisa de la que se parte -que no hay derecho a la indemnización- está excluyendo de entrada una interpretación analógica de los apartados b) y c) del número 1 del art. 49 del ET. Sin embargo, esa interpretación analógica lleva a la conclusión de que la indemnización sí resulta aplicable a supuestos como el presente. Se invocan también los arts. 8 y 11 del Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP), que recogen la distinción entre trabajadores fijos e indefinidos en el marco del empleo público. Pero esta distinción no lleva por sí misma a ninguna consecuencia en lo que aquí se debate, pues en el presente caso se trata de una trabajadora que no tiene la condición de indefinida, sino de indefinida no fija con aplicación, por tanto, de las reglas propias de esta figura, sobre la que no incidiría la nueva regulación. Por otra parte, la incorporación de la referencia a los indefinidos en el EBEP no ha tenido por objeto recoger la figura del indefinido no fijo delimitada por la jurisprudencia, ni crear con carácter general un "tercium genus" entre fijos o temporales. La referencia, que no se contenía ni en el proyecto remitido por el Gobierno a las Cortes (BOCG/CD de 27.9.2006), ni en el que el Congreso remitió al Senado (BOCG/S, 20.1.2007), se incorporó durante la tramitación en éste, como consecuencia de las enmiendas 33 y 36 del grupo de senadores nacionalistas vascos, en las que, junto al personal laboral fijo y al temporal, se añadía el indefinido, con la finalidad de que "también el profesorado de religión esté contemplado en este artículo" (BOCG/S 21.2.2007) … Especial atención merece la referencia a la Directiva 1999/70 CE, que aplica el Acuerdo marco sobre el trabajo de duración determinada. La referencia se concreta en dos cláusulas del Acuerdo: la cuarta y la quinta. Ninguna de estas dos cláusulas se vulnera por la consideración de la amortización de la vacante desempeñada en un 33 contrato indefinido no fijo como una causa de extinción sometida al régimen del art. 49.1.b) del ET. En efecto, la cláusula 4ª establece que “por lo que respecta a las condiciones de trabajo, no podrá tratarse a los trabajadores con un contrato de duración determinada de una manera menos favorable que a los trabajadores fijos comparables por el mero hecho de tener un contrato de duración determinada, a menos que se justifique un trato diferente por razones objetivas”. Ahora bien, en primer lugar, esta cláusula se refiere a las condiciones de trabajo, entendiendo por tales las vigentes durante la relación laboral. No se extiende a las condiciones relativas a la extinción del contrato de trabajo (condiciones de empleo), que naturalmente han de ser distintas para los contratos de duración determinada de las que rigen para los contratos fijos. Si no fuera así, sería obvio también que la diferencia a efectos de extinción del contrato de duración determinada y un contrato indefinido responde a razones objetivas. Por ello, no puede compararse el régimen indemnizatorio aplicable a los despidos económicos con el que se establece para las extinciones por cumplimiento del término o de la condición resolutoria. En segundo lugar y, con carácter general, hay que señalar que no es la misma, en términos de reparación, la indemnización aplicable en el marco de un contrato fijo, en el que la relación tiene una expectativa de permanencia, que la que ha de serlo en un contrato sometido a una condición resolutoria -la convocatoria y cobertura reglamentaria de la vacante- que debe realizarse lo antes posible. Si en la práctica no se ha hecho así, debe recodarse que el trabajador tiene acción para instar la convocatoria de la plaza que ocupa. En cuanto a la diferencia que podría resultar de los apartados b) y c) del art. 49 del ET ya se ha dicho que no se cuestiona en estas actuaciones. Por último, tampoco es válida la comparación entre la extinción de un contrato indefinido no fijo por amortización de la vacante y la extinción de un contrato temporal por vencimiento del término que se extingue por despido económico antes de que venza ese término al que está sometido, pues en un caso en el momento del despido se ha cumplido la condición con la amortización de la vacante y en el otro no ha vencido el término, por lo que la causa extintiva queda fuera de las previsiones del contrato. En cuanto a la cláusula 5ª del Acuerdo que incorpora la Directiva, hay que comenzar precisando su contenido. La cláusula se refiere a la obligación de los Estados miembros de establecer determinadas medidas “para prevenir los abusos que pueden producirse “como consecuencia de la utilización sucesiva de contratos o relaciones laborales de duración determinada” y concreta esta obligación en la necesidad de que esos Estados adopten una o varias de las siguientes medidas: 1ª) establecimiento de razones objetivas que justifiquen la renovación de tales contratos o relaciones laborales; 2ª) establecimiento de la duración máxima total de los sucesivos contratos de trabajo o relaciones laborales de duración determinada; 3ª) establecimiento del número de renovaciones de tales contratos o relaciones. En primer lugar, hay que aclarar que el contrato indefinido no fijo no puede incluirse en el ámbito de esta cláusula, porque en absoluto se trata de un supuesto de utilización abusiva de vínculos sucesivos de duración determinada. Por el contrario, estamos ante un único vínculo que no tiene carácter temporal, sino que está únicamente sometido a condición resolutoria. No hay, por tanto, ni abusos, ni sucesión de contratos, ya que se está en una situación estable, a la que además el trabajador puede poner fin pidiendo la convocatoria de la vacante. Así, la culpa de la Administración en no convocar puede relacionarse con el aquietamiento del trabajador en no pedir la convocatoria, ponderando quizá la eventual concurrencia de terceros. 34 En segundo lugar, el contrato indefinido no fijo constituye precisamente el medio de prevención y de reacción contra la utilización abusiva de los contratos temporales en por las Administraciones Públicas. Lo que sucede es que en esa garantía, por exigencias constitucionales, ha de mantenerse la necesidad de que la plaza sea objeto de convocatoria pública para garantizar su cobertura en términos de igualdad, mérito y publicidad por todos los ciudadanos. En este sentido hay que tener en cuenta que el indefinido no fijo no queda indefenso frente a la no convocatoria de la plaza por la Administración, pues tiene acción para pedir su convocatoria. Tampoco queda indefenso ante las decisiones de amortización, pues puede impugnarlas. La cláusula 5ª prevé la obligación por parte de los Estados miembros de adoptar una o varias de las medidas mencionadas. Pues bien, aunque se admitiera que el contrato indefinido no fijo es un caso de utilización sucesiva de contratos de duración determinada, que no lo es, se aplicarían no una, sino las tres garantías de la cláusula, ya que: 1ª) hay una razón objetiva para la aplicación de esta modalidad contractual como de duración determinada: la garantía del acceso al empleo público en condiciones de igualdad, mérito, capacidad y publicidad; 2ª) hay una duración máxima que depende de la convocatoria de la vacante y que el trabajador contratado puede activar y 3ª) se excluye la sucesión, porque no hay renovaciones del contrato. Si examinamos la doctrina del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, estas conclusiones se confirman plenamente. Así la STJCE 4.7.2006 (caso Adeneler) declara que el Acuerdo marco se opone a una utilización sucesiva de contratos de trabajo de duración determinada cuya única justificación radique en haber sido establecida por una disposición legal o reglamentaria general de un Estado miembro y también considera que si el ordenamiento jurídico interno del Estado miembro no contiene, en el sector considerado, ninguna medida efectiva para evitar y sancionar la utilización abusiva de contratos de duración determinada sucesivos, la Directiva impide aplicar una normativa nacional que, sólo en el sector público, prohíbe absolutamente transformar en contrato de trabajo por tiempo indefinido una sucesión de contratos de duración determinada que han tenido por objeto, de hecho, hacer frente a «necesidades permanentes y duraderas» del empleador. Es obvio que no es el caso del contrato indefinido no fijo, porque no es un supuesto de utilización sucesiva de contratos temporales sucesivos; tiene una justificación objetiva; cierra el ciclo de contrataciones sucesivas y permite una garantía de estabilidad en función de que la relación solo termina con la cobertura de la vacante o la imposibilidad de tal cobertura, aparte de permitir al trabajador afectado tanto instar la cobertura, como impugnar ésta o la amortización de la vacante. No se trata de un privilegio que excepcione para el sector público la aplicación de las garantías contra la sucesión abusiva de los contratos, sino de una medida que pone fin a esa sucesión garantizando los principios constitucionales de acceso al empleo público. En igual sentido se ha pronunciado más recientemente la sentencia de 23.4.2009 (caso Kiriaki Angelidaki). Lo mismo sucede con las sentencias de 7.9.1996 (asuntos Vassallo y Marrosu) que establecen que el Acuerdo de referencia no se opone a una normativa nacional que, en caso de abusos como consecuencia de la utilización sucesiva de contratos o relaciones laborales de duración determinada por un empleador del sector público, excluye la transformación de éstos en contratos o relaciones laborales por tiempo indefinido,(…), cuando dicha normativa contiene otra medida efectiva para evitar y sancionar, en su caso, el uso abusivo por un empleador del sector público de sucesivos contratos de duración determinada. 35 Como acaba de razonarse, el contrato indefinido no fijo es precisamente la medida que sanciona el uso abusivo de la contratación temporal en las Administraciones públicas, poniendo fin a la sucesión de contratos temporales mediante la consolidación estable de una situación, que solo terminará con la cobertura o la amortización de la vacante, frente a las que puede reaccionar el trabajador en los términos examinados. Se cumplen así los principios de equivalencia y efectividad, pues la medida se aplica en todas “las situaciones similares” y su única particularidad en las Administraciones públicas tiene la justificación objetiva del respeto a las garantías de acceso al empleo público. Es además una medida efectiva en la medida en que cumple, no una sino todas las exigencias del apartado 5.1 del Acuerdo (razón objetiva, duración máxima y exclusión de las renovaciones)>>. En el voto particular emitido a dicha sentencia mayoritaria (formulado por Jordi Agustí Julia, al que se adhieren Fernando Salinas Molina, María Luisa Segoviano Astaburuaga, Rosa María Virolés Piñol, María Lourdes Arastey Sahún y Manuel Ramón Alarcón Caracuel), se cuestiona la tesis sustentada, argumentándose, en esencia, que: <<…el criterio mayoritario no es acorde con una interpretación integradora de las distintas normas –de derecho estatal e internacional-, de doctrina constitucional, jurisprudencial y de la Unión Europea, así como de doctrina científica emitida en relación con la cuestión controvertida, y en concreto, conculca: a) el art. 52. c) del ET; b) el art. 7 del EBEP, c) el Convenio Colectivo para el personal laboral de la Comunidad Autónoma demandada; d) la doctrina jurisprudencial de esta Sala contenida en las sentencias que se citarán; y, e) la Directiva 1999/70/CE del Consejo, de 28 de junio de 1999, relativa al Acuerdo Marco de la CES, la UNICE y el CEPP, sobre el trabajo de duración determinada, así como la doctrina contenida en las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictada en aplicación de dicha Directiva, que asimismo serán objeto de cita y exposición particularizada. …todo ello se lleva a cabo … de forma un tanto abstracta y sin tener en cuenta la situación de la trabajadora demandante, que en un contexto de crisis generalizada, después de casi 20 de prestación de servicios para una Administración Pública, por causas totalmente ajenas a su voluntad, ve extinguida su relación, sin una mínima indemnización compensatoria, lo que –anticipo- choca frontalmente no sólo con los principios de un Estado social de derecho, que el art. 1º de nuestra Constitución proclama y garantiza, sino también con los principios de la Carta Social Europea – ratificada por España- y el Convenio nº 158 de la Organización Internacional del Trabajo, -igualmente ratificado- normas todas ellas que garantizan protección en caso de despido. … es bien conocida la doctrina jurisprudencial de esta Sala creadora de la singular figura del “trabajador indefinido no fijo”, como consecuencia de lo que se vino a denominar como la “laboralización” de la Función Pública, y ante la proliferación de numerosos y sucesivos contratos laborales de carácter temporal, suscritos de forma irregular –y en ocasiones en fraude de ley- por las distintas Administraciones Públicas, para cubrir puestos de trabajo destinados a personal funcionarial, y en las respuestas dadas por la Sala al plantearse su ilicitud y efectos consiguientes, a partir de 1996, pues en una primera etapa, se estima que la Administración Pública está sujeta al art. 15.5 del ET, y por ello debe declararse la fijeza del trabajador contratado sucesivamente. La sentencia de 6 de mayo de 1992 (rcud. 1600/1991), lo fundamentaba de forma muy clara, al señalar … que: “es de 36 significar que el continuado mantenimiento de las trabajadoras demandantes al servicio del Insalud, mediante la suscripción de sucesivos contratos de carácter temporal que, sin solución de continuidad entre ellos, se halla vigentes, respectivamente, desde los años 1.984, 1.985 y 1.986, pone de relieve una actuación del organismo empleador no ajustado a la normativa y propia finalidad de la contratación laboral para fomento de empleo o de índole eventual, en cada momento, utilizada. Desde esta perspectiva enjuiciadora, aunque tratándose de una Administración Pública, sujeta en materia de selección de su personal a los principios de igualdad, de mérito y de capacidad -arts. 14 y 103 de la Constitución Española- y a la preceptiva oferta pública de empleo mediante la oportuna convocatoria a través de los sistemas de concurso, oposición o concurso-oposición -art. 19 de la Ley de la Función Pública, 30/1.984, de 2 de agosto- no sea dable presumir el fraude en su actuación seleccionadora, sin embargo, no cabe desconocer, tampoco, que cuando dicha Administración Pública se desenvuelve en el ámbito de la contratación laboral debe someterse, con el mayor rigor posible, a las específicas normas reguladoras del contrato de trabajo. … “La especial posición de la Administración Pública respecto a la selección del personal a su servicio no puede, en modo alguno, legitimar, siempre y en todo caso, una inercia en los mecanismos propios de selección que justifique el uso anormal y antirreglamentario de fórmulas sustitutorias de contratación laboral, en manifiesto quebrantamiento de la normativa reguladora de esta última y en notorio perjuicio de las personas que acceden a tal forma de vinculación jurídica. Sostener que tal inercia administrativa puede configurar una esencial temporalidad en las tareas o servicios públicos que se ven afectados por la misma puede resultar claramente abusivo y, en cualquier caso, atentatorio al interés, jurídicamente protegible, de seguridad en el empleo del trabajador que es contratado para la atención de dichas tareas o servicios.” Es ya en una segunda etapa, especialmente en las sentencias de 20 y 21 de enero de 1998 (rec. 317 y 315/1997), dictadas en Sala General, con el voto particular de cinco Magistrados, tras poner de manifiesto, que “a partir de la sentencia de 18 de marzo de 1991 la doctrina de la Sala se orienta a considerar que las Administraciones Públicas están plenamente sometidas a los límites que la legislación laboral establece sobre la contratación temporal y que las infracciones de esa legislación pueden determinar la adquisición de la fijeza”, destaca que “el alcance de esta posición ha sido de nuevo matizado a partir de la sentencia de 7 de octubre de 1996, en la que se establece que "la contratación en la Administración pública al margen de un sistema adecuado de ponderación de mérito y capacidad impide equiparar a los demandantes a trabajadores fijos de plantilla, condición ligada a la contratación por el procedimiento reglamentario, sin perjuicio de su contratación, en su caso, como trabajadores vinculados por un contrato de trabajo por tiempo indefinido". Y esta es la doctrina que, con carácter general, ha venido siguiendo la Sala, con respecto a las Administraciones Públicas, entre otras en las sentencias de 27 de marzo de 2000 y 14 de marzo de 2002 (rcud. 3191/2001) … La doctrina de esta última sentencia, que validaba el cese acordado por una Administración Pública con respecto a la extinción del contrato de interinidad por vacante, se extendió al contratado indefinido por sentencia del Pleno de la Sala de 27 de mayo de 2002 (rcud. 2591/2001), con el voto particular de tres Magistrados. Con carácter previo, conviene señalar, que no se pretendió en la deliberación, ni se pretende ahora en este voto particular, desautorizar, negando virtualidad a la repetida doctrina jurisprudencial del contratado laboral por tiempo indefinido. Lo que se pretendía –y se defiende en este voto particular- es adecuar o acomodar dicha 37 doctrina, a la evolución legislativa, teniendo en cuenta la especial naturaleza y trascendencia del derecho reclamado y la realidad social a día de hoy, cumpliendo con ello el mandato del art. 3.1 de nuestro Código Civil. La Disposición Adicional 15ª del ET (en el redactado dado por el apartado trece del art. de la Ley 43/2006, de 29 de diciembre, para la mejora del crecimiento y del empleo, aplicable por razones cronológicas al presente caso), parecía referirse ya al “trabajador indefinido no fijo, cuando en relación a la aplicación de los límites al encadenamiento de contratos en las Administraciones Públicas, establece que : “Lo dispuesto en el art. 15.5 de esta Ley surtirá efectos en el ámbito de las Administraciones públicas y sus organismos autónomos, sin perjuicio de la aplicación de los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad en el acceso al empleo público, por lo que no será obstáculo para la obligación de proceder a la cobertura de los puestos de trabajo de que se trate a través de los procedimientos ordinarios, de acuerdo con lo establecido en la normativa aplicable”, no haciendo referencia a la posible amortización de la plaza como causa de extinción ni, en tal caso, cual sería el procedimiento de extinción y, en su caso, la indemnización procedente. Con posterioridad a la citada modificación de la Disposición Adicional 15ª del ET, por la Ley 43/2006, el Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP), aprobado por la Ley 7/2007, de 12 de abril, dio – ahora ya sí- respaldo legislativo expreso … a la figura jurisprudencial del “trabajador indefinido no fijo al servicio de las Administraciones Públicas”. Concretamente, su art. 8.2 dispone que los empleados públicos se clasifican en : “d) Personal laboral, ya sea fijo, por tiempo indefinido o temporal” y el art. 11.1 del propio Estatuto establece que : “es personal laboral el que en virtud de contrato de trabajo formalizado por escrito, en cualquiera de las modalidades de contratación de personal previstas en la legislación laboral, presta servicios retribuidos por las Administraciones Públicas. En función de la duración del contrato, éste podrá ser fijo, por tiempo indefinido o temporal.” Resulta paradójico –y hasta sorprendente- que la posición mayoritaria sostenga reiteradamente de una parte la vigencia de la creación jurisprudencial del “trabajador indefinido no fijo”, y de otra parte, … llegue a la conclusión de que el contenido de dichos artículos del EBEP “no lleva por si misma a ninguna consecuencia en lo que aquí se debate”, afirmando, que “la incorporación de la referencia a los indefinidos en el EBEP no ha tenido por objeto recoger la figura del indefinido no fijo delimitada por la jurisprudencia, ni crear con carácter general un "tercium genus" entre fijos o temporales”, con la argumentación de que “la referencia, que no se contenía ni en el proyecto remitido por el Gobierno a las Cortes (BOCG/CD de 27.9.2006), ni en el que el Congreso remitió al Senado (BOCG/S, 20.1.2007), se incorporó durante la tramitación en éste, como consecuencia de las enmiendas 33 y 36 del grupo de senadores nacionalistas vascos, en las que, junto al personal laboral fijo y al temporal, se añadía el indefinido, con la finalidad de que "también el profesorado de religión esté contemplado en este artículo" (BOCG/S 21.2.2007) … Ciertamente, que el término “indefinido” no figuraba en el Proyecto del EBEP y fue introducido en la forma referenciada con la intención de atender la particular situación del profesorado de religión. Ahora bien, no es menos cierto, que en la Ley finalmente promulgada la expresión -“por tiempo indefinido”- añadida no encuentra el límite de la dimensión del colectivo al que se quiso referir, siendo significativo – como ha destacado la doctrina científica- que finalmente el EBEP no se haya referido a dicho colectivo. Aún en el supuesto de que se hubiera pensado para dicho supuesto, es incuestionable que el Legislador ha ido más allá de su intención inicial, pues es manifiesto que la fórmula tan genéricamente empleada engloba dentro de la figura del 38 contrato laboral indefinido al que se refiere el EBEP los supuestos que conllevaron la construcción jurisprudencial del “indefinido no fijo”, buscando un reequilibrio entre la garantía de los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad en el acceso al empleo publico –que es lo quiere preservar la repetida doctrina jurisprudencial de esta Sala- y la tutela de los derechos que reconoce el ET, y entre ellos el derecho al percibo de una indemnización en el supuesto del cese en el trabajo por causas ajenas a la voluntad del trabajador. Sin embargo, este espaldarazo que el Estatuto Básico del Empleado Público ha dado a la doctrina de la Sala IV del Tribunal Supremo, no cierra la polémica sobre la controvertida figura del contratado laboral por tiempo indefinido, al quedar planteados y sin resolver distintos problemas, entre ellos el que aquí se nos plantea respecto al cauce extintivo del trabajador incurso en dicha figura contractual. En efecto en ningún precepto del EBEP se hace referencia a la extinción del contrato de trabajo de los indefinidos no fijos, por lo que con respecto a esta cuestión y por imperativo de lo dispuesto en el ya citado art. 7 del propio EBEP, su resolución debe efectuarse de acuerdo a lo establecido en la Legislación laboral, y en concreto a las causas de extinción del art. 49 del ET, precepto, todo él que le es aplicable, a excepción de lo dispuesto con referencia al despido disciplinario en el Título VII (Régimen disciplinario) del EBEP. Es en este sentido que se expresa la Resolución de 21 de junio de 2007, de la Secretaría General para la Administración Pública, por la que se publican las Instrucciones de 5 de junio de 2007, para la aplicación del Estatuto Básico del Empleado Público en el ámbito de la Administración General del Estado y sus organismos públicos. Pero, es que además, ha sido esta misma Sala, la que más recientemente, en sus sentencias de 16 de septiembre de 2009 (rcud. 2570/2008) y 26 de abril de 2010 (rcud. 2290/2010), ha señalado de forma expresa que las disposiciones del EBEP son aplicables al trabajador indefinido no fijo, poniendo de manifiesto la existencia de sustanciales diferencias entre el contrato laboral indefinido no fijo de las Administraciones Públicas y el contrato de interinidad por vacante. La posición mayoritaria … hace referencia a dichas resoluciones, para negar -con cita de expresiones de la sentencia de Pleno de 27 de mayo de 2002, y de un pequeño párrafo fuera de contexto de la doctrina contenida en las sentencias de 16 de septiembre de 2009 y 26 de abril de 2010-, que la situación de los trabajadores indefinidos no fijos haya cambiado tras el Estatuto Básico del Empleado Público … La identificación del puesto de trabajo actúa de requisito esencial en esta modalidad contractual temporal, hasta el extremo que de que el uso de una modalidad errónea, como la obra o servicio, ha llevado a esta Sala a señalar que, acreditada la identificación del puesto de trabajo, no queda desvirtuada ´la naturaleza de la interinidad por vacante, ni que pueda, por ello transformarse un contrato temporal para la cobertura personal de una vacante en un contrato por tiempo indefinido, pues lo que prevalece a la hora de la calificación jurídica del contrato es el contenido obligacional del mismo, no la denominación dada por las partes´ (sentencia de 14 de mayo de 2008 -rec. 1923/2007-, que recoge la doctrina anterior). De todo ello se desprende, con claridad, una nítida diferencia entre el trabajador indefinido (no fijo) y el interino por vacante, como se colige, además, del Estatuto Básico del Empleado Público … que, al regular la relación jurídica laboral en las Administraciones Públicas, distinguiéndola de la relación funcionarial, es contundente a la hora de aceptar ´cualquiera de las modalidades de contratación de personal previstas en la legislación laboral´ (art. 11.1). Esto implica aceptar tanto los contratos de duración indefinida, como los de duración determinada, con sometimiento, 39 en este último caso, a la causalidad que rige en la contratación temporal laboral ordinaria, a la que la ley especial se remite. Aceptada ahora ya por el ordenamiento jurídico positivo la contratación laboral indefinida por parte de las Administraciones Públicas no cabe negar el distinto régimen jurídico que, a priori, se otorga a esta relación laboral en comparación con las de carácter temporal. La remisión que el Estatuto Básico del Empleado Público hace a la legislación laboral conduce a ello sin ningún género de dudas. Es cierto que la Ley 7/2007 no dio respuesta alguna a la situación de quienes hayan podido ser considerados trabajadores indefinidos como consecuencia del uso irregular de la contratación temporal por parte de los empleadores públicos, pero esa falta de expresa mención supone, precisamente, la equiparación entre tales trabajadores y los contratados de forma indefinida ab initio, con independencia de que estos últimos se hallen sometidos al proceso de determinación de puestos de trabajo regulado en el art. 15 de la Ley 30/1984, de 2 de agosto. La figura del trabajador indefinido, no fijo, de las Administraciones Públicas surgió como creación jurisprudencial para dar respuesta, precisamente, a la situación de los contratos temporales en fraude de ley suscritos por las Administraciones Públicas, de forma que la conversión en contratos de duración indefinida, por aplicación de las reglas del art. 15 del ET, propició una doctrina que buscaba acomodar la indefinición de la duración de la relación laboral con las especiales particularidades del acceso al empleo público y el respeto a los mandatos constitucionales sobre este punto. Tras pasar por diversos estadios en la aproximación jurisprudencial a la cuestión, la Sala dejó sentada la ya consolidada doctrina sobre la matización entre los trabajadores indefinidos y los fijos de plantilla, precisamente para adecuar la situación al empleo público (sentencia de 20 de enero de 1998 rec. 317/1997). En suma, si bien los trabajadores indefinidos pueden ser cesados por la cobertura reglamentaria de la plaza, vienen prestando servicios sin causa de temporalidad alguna, sin vinculación directa con vacante concreta. No hay, por tanto, equiparación mimética a los interinos por vacante, ligados estrictamente a un proceso de cobertura”. Del trascrito tenor literal de lo razonado en dichas sentencias, no parece pueda cuestionarse –como lo hace la sentencia votada mayoritariamente- que la Sala ha reconocido ya, sin ambages, la recepción legislativa a través del Estatuto Básico del Empleado Público del contratado laboral indefinido no fijo, y de sus consecuencias legales. A este respecto, conviene insistir –como lo hace la sentencia más reciente de la Sala de 17 de diciembre de 2012 (rcud. 4175/2011) no citada por cierto por la posición mayoritaria-, en que, “En definitiva, lo importante, una vez establecida la irregularidad de la contratación, es tener identificada la plaza a la que se vinculó en principio la interinidad, a efectos de seguridad jurídica para el trabajador, pues como dice nuestra sentencia de 5 de diciembre de 1996 (rcud 3271/95) "la cobertura provisional de la vacante y no otra es el dato fundamental para calificar la relación jurídica como contrato de interinidad, por vacante, bastando con que la identificación de la plaza que se contrata se realice de modo que la actitud posterior de la Administración no ocasione indefensión al afectado, y que el acto empresarial se realice con criterios objetivos". En este caso, el actor sí celebró un contrato de trabajo de interinidad por vacante como titulado superior adscrito a la OTRI y vinculado al puesto de trabajo LL7123, que se extinguiría por la cobertura definitiva de la plaza por el procedimiento legalmente previsto. Efectivamente se produjo una modificación de la Relación de 40 Puestos de Trabajo por la que su puesto fue amortizado, lo cual daría lugar a una extinción válida de su relación laboral”. Los razonamientos de la doctrina trascrita nos permiten ya establecer –a los efectos de la cuestión aquí controvertida- que en el supuesto del trabajador indefinido no fijo no es posible considerar como causas de extinción, como sí ocurre con el interino (art. 8.1.c del Real Decreto 2720/1998), ni el transcurso del plazo necesario para el desarrollo del proceso de cobertura del puesto de trabajo sin que tal cobertura se llegue a producir, ni tampoco la amortización de la plaza, puesto que para que se extinga el contrato de trabajo del indefinido no fijo es preciso siempre que la plaza sea cubierta reglamentariamente. La consecuencia legal de las irregularidades en la contratación temporal no es –como reiteradamente ha venido señalando la Sala- la conversión del contrato en un contrato de interinidad por vacante, sino la conversión en un contrato por tiempo indefinido. La diferencia entre el trabajador fijo y el indefinido no fijo estriba en la obligación de la Administración de proceder a la cobertura del puesto de trabajo con arreglo a los principios constitucionales de igualdad, publicidad, mérito y capacidad (art. 23 de nuestra Constitución). Ahora bien, este precepto, en razón al cual se excepciona en estos supuestos la aplicación del régimen ordinario de los trabajadores fijos, no incide en la extinción del contrato por amortización de la plaza, que constituye una causa legal de extinción y su régimen jurídico en los arts. 51 y 52 del ET, que son los aplicables a los trabajadores por tiempo indefinido, sin que nada en el Texto constitucional obligue a una aplicación excluyente de estos preceptos a las Administraciones Públicas, al no menoscabar, evidentemente, ningún principio en el acceso al empleo público. Si conforme a lo ya expuesto con respecto a la entrada en vigor del EBEP …, su integración en el mismo del personal laboral indefinido no fijo y la doctrina más reciente asimismo trascrita de esta Sala de las sentencias de 16 de septiembre de 2009 (rcud. 2570/2008) y 26 de abril de 2010 (rcud. 2290/2010), la remisión que el EBEP hace a la legislación laboral nos conduce a la equiparación entre los que han podido ser considerados trabajadores indefinidos como consecuencia del uso irregular de la contratación temporal por parte de los empleadores públicos, y los contratados de forma indefinida ab initio, ello nos lleva igual y razonablemente a establecer que si una Administración Pública considera innecesarias las plazas por motivos legalmente amparados en los arts. 49.1.l) y 51 o 52 del ET, -normalmente motivos más organizativos que económicos y fundados en el principio de “eficacia” que debe inspirar su funcionamiento (art. 103.1 CE)- podrá proceder, lícitamente, es decir, si existe justa causa para ello debidamente acreditada, a la amortización de las mismas y a la extinción de los correspondientes contratos de los trabajadores que las ocupan, conforme se ha venido a reconocer en distintos convenios colectivos del personal laboral del sector público, y concretamente, de aplicación a la trabajadora demandante, el Convenio Colectivo del Personal Laboral de la Comunidad de Madrid, de fecha 7 de abril de 2005, en vigor hasta el 7 de julio de 2013, y por ende en la fecha del cese de la demandante, en cuyo art. 10. “Estabilidad en el empleo”, párrafo 4 del mismo se refiere a que : “Cuando en alguno de los centros incluidos en el ámbito de aplicación del presente convenio concurran los supuestos previstos en los arts. 51 y 52.c) del Texto Refundido de la Ley de ET, la Comunidad de Madrid no hará uso de las medidas extintivas de contratos de trabajo allí contempladas, procediendo a la adscripción de los trabajadores afectados a otros centros o servicios de la Administración Comunitaria, previa consulta a las organizaciones sindicales firmantes de este convenio”. 41 Pues bien, con independencia de la infracción cometida por la Administración demandada al no adscribir a la trabajadora demandante a otro centro o servicio, este precepto del Convenio –que no es citado en la sentencia del Pleno de la Sala- pone de manifiesto, con claridad meridiana, que la propia Administración Pública demandada considera aplicables a su personal laboral los arts. 51 y 52 del ET. Ahora bien, ello debe conllevar en todo caso el abono de la indemnización prevista legalmente a aquel trabajador que ocupe la plaza amortizada y que –como la demandante- vea extinguido su contrato por causas independientes de su voluntad. Conviene asimismo destacar que, de aceptarse la tesis contraria a la que venimos sosteniendo, se llegaría a un resultado incoherente y falto de equidad, cual sería el de privar a los trabajadores con la consideración de indefinidos no fijos de cualquier indemnización por fin de contrato, equiparando las consecuencias de su cese a las de los trabajadores interinos, y situándolos en una posición incluso más desventajosa que la de los trabajadores que cesan en la Administración por “expiración del tiempo convenido o realización de la obra o servicio objeto del contrato”, los cuales tienen derecho por ley a una indemnización “de cuantía equivalente a la parte proporcional de la cantidad que resultaría de abonar ocho días de salario por cada año de servicio” (art. 49.1.c.ET). Ello, en cuanto a los efectos para los trabajadores, pero es que además, esta doctrina -que no compartimos- derogaría de facto la regulación laboral de los contratos temporales en el seno de las Administraciones Públicas, en el sentido de que cualquier contratación laboral por los entes públicos podría ser finalizada sin indemnización alguna, con independencia de toda irregularidad que pudiera haberse cometido, reconociendo la existencia de una irregularidad en su causa o desarrollo y el consecuente carácter de indefinido no fijo del trabajador, procediendo a continuación a la extinción del mismo por amortización de la plaza. Igualmente, conviene hacer referencia a que la cuestión controvertida – aplicación de los arts. 51 y 52 del ET al personal laboral de las Administraciones Públicas- ha sido tratado extensamente por la doctrina científica que, muy mayoritariamente, se ha inclinado por su aplicabilidad, pudiendo citarse al respecto, entre otros –y salvo error- a los siguientes Profesores/as: Morón Prieto; Goerlich Peset; Blasco Pellicer; Alfonso Mellado; Cordero Saavedra; Martin Valverde; Arias Domínguez; López Gómez; Cruz Villalón; Vivero Serrano; Roqueta Buj; Aguilera Izquierdo; Boltaina Bosch; Lahera Forteza; Rodríguez Escanciano; Luque Parra; Ramos Moragues; Rodríguez Piñero Royo. Asimismo, resulta también oportuno recordar, que cualquier duda sobre la aplicación al personal laboral de las Administraciones Públicas –incluidos los trabajadores indefinidos no fijos-, de los arts. 51 y 52 del ET ha quedado despejada con las reformas laborales del año 2012, primero con el Real Decreto-Ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, y luego en la posterior Ley 3/2012, de 6 de julio, que adicionan una DA 20ª al ET sobre la aplicación del despido por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción en el Sector Público, delimitando su ámbito, con una descripción específica de las causas y con prioridades de permanencia de determinado personal laboral fijo, haciendo expresa referencia, en su párrafo tercero a que : “Tendrá prioridad de permanencia el personal laboral que hubiera adquirido esta condición, de acuerdo con los principios de igualdad, mérito y capacidad, a través de un procedimiento selectivo de ingreso convocado al efecto, cuando así lo establezcan los entes, organismos y entidades a que se refiere el párrafo anterior”. Prácticamente en idénticos términos establece esta prioridad el art. 41 del Real Decreto 1843/2012, 42 prioridad que, en la forma expuesta, solamente tiene sentido interpretando que los primeros afectados por el despido objetivo o colectivo han de ser, precisamente, los trabajadores indefinidos no fijos. En apoyo de la posición que se mantiene en este voto particular, en la deliberación se invocó, también, la aplicación al presente caso de la Directiva 1999/70/CE del Consejo, de 28 de junio de 1999, relativa al Acuerdo Marco de la CES, la UNICE y el CEPP, sobre el trabajo de duración determinada, interpretada entre otras, por las SSTJUE de 4 de julio de 2006, asunto Adeneler (C-212/04); 7 de setiembre de 2006, asunto Cristiano Marrossu y Sardino (C-53/04), 7 de septiembre de 2006, asunto Andrea Vassallo (C-180/04); y asuntos Kiriaki Angelidaki ( C-378/07 y C380/07). En la sentencia votada mayoritariamente … se razona extensamente sobre esta cuestión, para llegar a la conclusión de que ninguna de las dos cláusulas controvertidas –cuarta y quinta del mencionado Acuerdo- “se vulnera por la consideración de la amortización de vacante desempeñada en un contrato indefinido no fijo como una causa de extinción sometida al régimen del art. 49.1.b) del ET” … Pues bien, con respecto a esta apreciación de la mayoría de la Sala, se discrepa en el presente voto particular, sobre la base de las siguientes consideraciones : A) En nuestra opinión, el hecho de que un trabajador con relación laboral de carácter indefinido no fijo, al que le ha sido reconocida esta condición por los Tribunales como consecuencia de los sucesivos contratos temporales irregulares concertados con una Administración Pública, pueda ver como consecuencia de amortización extinguido su contrato de trabajo sin derecho a ningún tipo de indemnización, es sin duda contrario a lo establecido en la mencionada Directiva en cuanto al también citado Acuerdo Marco. De una parte, al Principio de no discriminación (cláusula 4), por la diferencia de trato a un trabajador fijo de inicio con respecto a un trabajador indefinido no fijo; y de otra parte, a la cláusula 5 (Medidas destinadas a evitar la utilización abusiva de contratos sucesivos o relaciones laborales de duración determinada), por falta de reparación de los perjuicios sufridos por el trabajador debido al uso abusivo de la Administración Pública de sucesivos contratos o relaciones laborales de duración determinada. B) De la doctrina de las sentencias referenciadas, y en especial, de las dictadas en los casos, sentencia 4-07-2006 asunto Adeneler (C-212/04); sentencias 7-09-2006 asunto Marrossu y Sardino (C-53/04) y asunto Vassallo (C-180/04); en las que se plantean cuestiones prejudiciales sobre la posible inadecuación a la directiva 1999/70/CE de la diferencia de trato entre los contratados temporales del sector publico y de la empresa privada, tras establecer previamemente, que dicha directiva es aplicable en el ámbito o sector público, se desprende, que los Estados tienen la obligación de prever abusos en la utilización sucesiva del contratos temporales del sector público, si bien no tienen la imposición de transformar los contratos temporales que traspasan los límites nacionales en indefinido ni de tratar a estos efectos, de la misma manera, los sectores privado y público. Pero en todo caso el Estado ha de establecer medidas efectivas para evitar abusos en la contratación temporal del sector público, que “no deben sin embargo, ser menos favorables que las aplicables a situaciones similares de carácter interno (principio de equivalencia) ni hacer imposible en la práctica o excesivamente difícil el ejercicio de los derechos conferidos por el ordenamiento comunitario (principio de efectividad) apartado 37 caso C-180/04. En su consecuencia, el tratamiento de los límites en el encadenamiento de contratos temporales en el sector público debe superar este doble juicio que establece la doctrina del TJCE de equivalencia y efectividad. En el caso de esta sentencia, la reparación económica al trabajador de la Administración Pública 43 compensa el abuso cometido en la contratación temporal, por lo que supera el doble juicio equivalencia y efectividad, y es entonces conforme a la directiva la no conversión del contrato en indefinido porque va acompañado de dicha medida (apartado 40 y fallo asunto C-180/04). En el mismo sentido, la sentencia del caso Marrosu C-53/04 (apartado 55 y fallo). Por el contrario, en el caso Adeneler C-212/04, el TJCE considera que no se supera el doble juicio de equivalencia y efectividad, dado que la prohibición de transformar los contratos temporales en indefinidos, no va acompañada de ninguna medida efectiva para evitar y sancionar en su caso, la utilización abusiva de contratos de duración determinada sucesivos (apartados 100 a 105 y fallo). C) En definitiva y en conclusión, de la doctrina expuesta del TJUE se desprende que : a) un norma estatal que prohíbe, en el sector público, la transformación de los contratos temporales en indefinidos sin ninguna medida alternativa que evite y sancione la utilización abusiva de dicho contratos, vulnera el efecto útil de la directiva 1999/70/CE (sentencia 4-07-2007 caso Adeneler C-212/04)-; y b) una norma estatal que prohíbe en el sector público, la transformación de los contratos temporales en indefinidos con una medida alternativa de compensación económica que evite y sancione la utilización abusiva de contratos temporales, cumple el efecto útil de la directiva (sentencias 7-09-2006 casos Marrosu C-53/04 y Vassallo C-180/04). D) Aquí no se establece compensación económica alguna, puesto que con independencia de que lo que más adelante señalaremos sobre la posibilidad … de resultar aplicable a supuestos como el presente la indemnización prevista en el apartado c) del número 1 del art. 49 del ET a los contratados temporalmente- lo cierto es, que esta apreciación no se efectúa en aplicación de la Directiva y de la doctrina del TJUE, como es de ver … pues se insiste -además de lo ya expuesto al principio de estas consideraciones-, en que : “No hay, por tanto, ni abusos, ni sucesión de contratos, ya que se está en una situación estable, a la que además el trabajador puede poner fin pidiendo la convocatoria de la vacante …”. Además de considerar la situación del trabajador indefinido no fijo como “estable”, lo que de entrada choca, manifiestamente, con la realidad de las circunstancias ya expuestas de la trabajadora demandante, y de la referencia a unas hipotéticas expectativas de acción que podría haber ejercitado la demandante interesando la convocatoria de la vacante, de evidente complejidad, como se desprende de la propia doctrina de esta Sala, parece que, además, se aplica una especie de “compensación de culpas”, poniendo en situación de igualdad a la Administración Pública, con todas sus prerrogativas, y al trabajador “indefinido no fijo”, lo que no es de recibo, por cuanto la Administración tiene que actuar siempre con sujeción a la legalidad y velando por el interés general; y, E) Como conclusión final de estas consideraciones, estimamos, contrariamente, a lo razonado en … la sentencia votada mayoritariamente, que si en aplicación de nuestro ordenamiento jurídico, tal como es interpretado en aquella, al trabajador al servicio de la Administración Pública -al que en aplicación de la doctrina jurisprudencial por encadenamientos de sus contratos eventuales o por obra determinada se ha convertido en indefinido no fijo-, se le extingue su contrato –como aquí acontece- por amortización de su puesto de trabajo por cese del servicio al que estaba adscrito- sin derecho a indemnización o compensación económica alguna, parece claro que no se supera el doble de test de equivalencia y efectividad establecido por el TJCE en interpretación de la Directiva 1999/70/CE. De ahí que, como apuntábamos, la aplicación de la causa objetiva legalmente procedente -despido objetivo por causas organizativas del art. 52 c) del ET con derecho a la indemnización pertinente, previos los tramites del art. 53 ET- deviene una medida alternativa, equivalente y efectiva a la prohibición de convertir los contratos temporales en 44 indefinidos fijos en el sector público. Medida ésta (que como ha señalado ya la doctrina científica, entre otros los Profesores/as : Lahera Forteza; Alzaga Ruiz; Boltaina Bosch; Fernández Fernández; López Gandía; y Ramos Moragues) logra combinar la preservación de los procesos de selección en el empleo público y la reparación económica al trabajador indefinido no fijo, cuando se le extingue su contrato de trabajo por causas objetivas, al tiempo que cumple el efecto útil de la Directiva 1999/70/CE. Ya hemos hecho referencia, a que en … la sentencia votada mayoritariamente, por vez primera en la doctrina jurisprudencial de esta Sala, se reconoce, expresamente, con el fin de reparar una eventual desigualdad, que el “trabajador indefinido no fijo”, y por ende, la trabajadora demandante, tendría derecho a la indemnización prevista en el apartado c) del número 1 del art. 49 del ET para los trabajadores contratados laboralmente, si bien se rechaza su concesión en el presente caso, argumentando, que “la cuestión de la aplicación de esta indemnización no se ha planteado en estas actuaciones, en que en la demanda se pide que el despido se califique como nulo o improcedente, por lo que la Sala no puede decidir sobre esa indemnización, sin dar algo distinto de lo pedido y con fundamento también diferente”. Sin perjuicio de que, como venimos reiterando, la posición que se mantiene en este voto particular es la de que en el caso aquí enjuiciado procede la aplicación de lo establecido en el art. 52 c) del ET, y por consiguiente, también procedería la indemnización prevista para dicho supuesto en el art. 53.1.b) del propio Texto estatutario, aceptando, a efectos meramente dialécticos, la aplicación al caso de la mencionada indemnización establecida para los supuestos de contratación temporal, disentimos de la solución, o mejor dicho, de la falta de solución que se da al presente caso en las presentes actuaciones. En efecto, el reenvío a una posterior acción indemnizatoria a ejercitar por la trabajadora demandante, que cuando menos implica una mayor dilación en la consecución de la indemnización –el cese de la demandante se produjo en el mes de octubre del año 2009-, es difícilmente conciliable con el derecho a la tutela judicial efectiva que el art. 24.1 de nuestra Constitución, proclama y garantiza. Es por ello, que … estimamos, que una interpretación integradora del principio de que “quien pide lo más pide lo menos” –reiteradamente aplicado por esta Sala- de los preceptos que regulan el despido objetivo, y de que, aún tratándose de un recurso de casación para la unificación de doctrina, y siendo lo primordial la fijación de la doctrina correcta, el pronunciamiento de la Sala, además, alcanza a las situaciones jurídicas creadas por la sentencia impugnada (art. 226.3 de la LPL aplicable al caso y 228.2 de la vigente LRJS), enmarcado todo ello dentro del mencionado derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, conllevaría, a través de una interpretación evolutiva acomodada a la realidad social de una crisis generalizada que afecta a grandes sectores de nuestra sociedad, y como medio para asegurar la relevancia y legitimidad de la doctrina de esta Sala, a que en el fallo de la sentencia votada mayoritariamente se fijase ya la indemnización, cuya procedencia se reconoce en el fundamento jurídico sexto. Esta solución, subsidiaria, resultaría más acorde no sólo con el ya mencionado derecho a la tutela judicial efectiva, sino también –como ya anticipamos- con los principios del Estado social constitucional, de la Carta Social Europea, y de la O.I.T, garantizadores todos ellos de protección al trabajador en el caso de despido>>. II.4.- El primer “paso adelante” consistente en establecer una indemnización por extinción contractual en favor de los trabajadores indefinidos 45 no fijos al servicio de la Administración publica empleadora: a pesar de mantenerse la doctrina de la citada STS/IV 22-julio-2013 (rcud 1380/2012, Sala General, con voto particular) se fijan las indemnizaciones que en aquélla se aludían pero no se concedían .Indemnización por extinción contractual procedente contratos temporales.- Entre otras muchas, STS/IV 14-octubre-2013 (rcud 68/2013, ponente Fernando Salinas Molina, empresa Ayuntamiento de Parla). Se argumenta en dicha sentencia que: <<En cuanto a la problemática de la posibilidad de indemnización por extinción contractual tratándose de contratos temporales, el vigente en la fecha de la extinción art. 49.1.c) ET (en redacción dada por Ley 35/2010, de 17 de septiembre, de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo), disponía que “1. El contrato de trabajo se extinguirá: … c) Por expiración del tiempo convenido o realización de la obra o servicio objeto del contrato. A la finalización del contrato, excepto en los casos del contrato de interinidad y de los contratos formativos, el trabajador tendrá derecho a recibir una indemnización de cuantía equivalente a la parte proporcional de la cantidad que resultaría de abonar doce días de salario por cada año de servicio, o la establecida, en su caso, en la normativa específica que sea de aplicación”. Por más que se entendiera que pudiera ser equiparable a un contrato de interinidad por vacante, lo cierto es que el contrato de trabajo del demandante se ha extinguido por la amortización de la plaza; es decir, por una causa distinta de la cobertura por el procedimiento reglamentario de la plaza que ocupaba el trabajador a través de un sistema de acceso a la Administración pública empleadora regido por los principios de mérito y de capacidad. Por ello en este supuesto, para evitar una situación de trato desigual injustificado, cabe entender aplicable por analogía la indemnización prevista en el citado art. 49.1.c) ET. La expuesta interpretación favorable a la concesión de la indemnización se sustenta en la citada STS/IV 22-julio-2013 (rcud 1380/2012, Sala General, con voto particular), pero se rechaza su concesión en el caso enjuiciado argumentando que "la cuestión de la aplicación de esta indemnización no se ha planteado en estas actuaciones, en que en la demanda se pide que el despido se califique como nulo o improcedente, por lo que la Sala no puede decidir sobre esa indemnización, sin dar algo distinto de lo pedido y con fundamento también diferente". Cabe no obstante entender que, en los supuestos en el que trabajador impugna un pretendido despido objetivo por alegada nulidad o improcedencia, -- en el presente caso la extinción por amortización de la plaza es por causas objetivas, aunque no se entienda necesario acudir a los procedimientos de los arts. 51 o 52 ET --, como demuestra la práctica y es dable deducir de las normas sustantivas y procesales aplicables, no es necesario que se tenga que instar expresamente en la demanda la pretensión concreta de una específica indemnización. Si la sentencia declara la procedencia del despido, el reconocimiento al demandante del derecho a la indemnización no entregada o a las diferencias -o la declaración de que el demandante hace suya la indemnización percibida- es una consecuencia legal inherente a la desestimación de las pretensiones de nulidad o de improcedencia. La pretensión rectora del proceso combatía la decisión extintiva y entendía que debía dar lugar a las consecuencias indemnizatorias resultantes de una declaración de 46 ilegalidad de la misma. Por ello, no puede negarse que se pretendía obtener todo aquello que la ley apareja a la correspondiente extinción contractual. En consecuencia, declarada la procedencia de la decisión extintiva empresarial, el trabajador demandante tiene derecho a recibir a cargo del Ayuntamiento demandado una indemnización de cuantía equivalente a la parte proporcional de la cantidad que resultaría de abonar la que establece el art. 49.1 c) ET, dado que la consideración de la naturaleza del vínculo contractual nos ha conducido a aceptar la amortización como causa válida de terminación de un contrato de duración incierta. No obstante, ha de tenerse en cuenta lo establecido en la Disp. Trans. 13ª ET, a cuyo tenor, los contratos temporales celebrados hasta 31 de diciembre de 2011 se indemnizaron con 8 días de salario por cada año de servicio>>. II.5.- Una consecuencia indirecta: el control de la regularidad de la decisión del Ayuntamiento empleador (Ayuntamiento de Parla) amortizando plazas de trabajadores indefinidos no fijos: exigencia del requisito o presupuesto de contradicción de sentencias en el recurso de casación unificadora.- No contradicción sobre el primer motivo (competencia o incompetencia orden jurisdiccional social conocer, siquiera prejudicialmente, sobre validez acuerdo modificación RPT y derivada amortización) ni sobre el segundo motivos (competencia o incompetencia de la Junta de Gobierno Local para proceder a modificación RPT y amortización puestos de trabajo), lo que impide, dado el contenido de la sentencia impugnada, la que por la decisión anterior no se modifica, entrar a conocer del tercer motivo (requisitos y consecuencias amortización puestos de trabajo desempeñados por trabajadores indefinidos no fijos).- Entre otras muchas, SSTS/IV 14-octubre2013 (rcud 3287/2012) y 28-octubre-2013 (rcud 3252/2012). Se razona, en cuanto ahora afecta, en las referidas sentencias que: <<En el primer motivo, invoca infracción del art. 9.4 LOPJ …, en el que, en lo que ahora afecta, dispone que “Los del orden contencioso-administrativo conocerán de las pretensiones que se deduzcan en relación con la actuación de las Administraciones públicas sujeta al derecho administrativo, con las disposiciones generales de rango inferior a la ley y con los reales decretos legislativos en los términos previstos en el art. 82.6 de la Constitución, de conformidad con lo que establezca la Ley de esa jurisdicción…”; señalando que la infracción denunciada consiste en que la Sala de suplicación ha extendido su competencia para acordar la nulidad de un acuerdo de modificación de Relación de Puestos de trabajo (RPT) llevada a cabo por un órgano administrativo, en concreto la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento recurrente. Invoca como contradictora sobre este extremo la STSJ/Cataluña 24-mayo-2005 (rollo 9419/2004), afirmando el recurrente, de forma genérica, que el orden social de la jurisdicción carece de competencia para conocer de pretensiones que corresponden al orden contencioso-administrativo, como se desprende de lo prevenido en el art. 9.4 LOPJ y destacando, especialmente, que la sentencia de contraste afirma que … “los órganos de la jurisdicción social no son competentes para acordar esa nulidad”. 47 El tema, a pesar de lo alegado incidentalmente por el recurrente, fue objeto de conocimiento en la instancia, y se trataría de determinar si la cuestión planteada y resuelta en la sentencia recurrida relativa a la competencia del orden jurisdiccional para resolver prejudicialmente acerca de la validez del acuerdo de un concreto órgano administrativo decretando la modificación de la relación de puestos de trabajo del personal laboral y la amortización de una parte de ellos, infringe el citado art. 9.4 LOPJ, o, por el contrario, tiene adecuado encaje en las normas competenciales establecidas en los, no invocados por el recurrente, arts. 10 LOPJ (“1. A los solos efectos prejudiciales, cada orden jurisdiccional podrá conocer de asuntos que no le estén atribuidos privativamente” …) y 4.1 y 2 LPL (“1. La competencia de los órganos jurisdiccionales del orden social se extenderá al conocimiento y decisión de las cuestiones previas y prejudiciales no pertenecientes a dicho orden, que estén directamente relacionadas con las atribuidas al mismo, salvo lo previsto en el apartado 3 de este art. y en la Ley Concursal“ y “2. Las cuestiones previas y prejudiciales serán decididas en la resolución judicial que ponga fin al proceso. La decisión que se pronuncie no producirá efecto fuera del proceso en que se dicte”), concordante este último precepto con el art. 4.1 y 2 LRJS. Aun efectuando una interpretación flexibilizadora en el presente caso …; y, pasando al juicio de contradicción, aunque por tratarse de una cuestión competencial el presupuesto o requisito de contradicción de sentencias, establecido en el art. 218.1 LRJS, para viabilizar el recurso de casación unificadora, pudiera también exigirse con una mayor flexibilidad en posible aplicación de la doctrina sobre el tratamiento especial a las llamadas contradicciones en materia procesal (entre otras, STS/IV 12julio-2013 –rcud 2294/2012), en el presente caso no concurre tal presupuesto consistente en que la sentencia objeto de comparación “… respecto de los mismos litigantes u otros diferentes en idéntica situación donde, en mérito a hechos, fundamentos y pretensiones sustancialmente iguales, se hubiere llegado a pronunciamientos distintos”. Como advierte en su escrito de impugnación del recurso la trabajadora demandante y destaca el Ministerio Fiscal en su informe, en la sentencia referencial se partía de una demanda de despido interpuesta por dos grupos de demandantes, unos bomberos y otros enfermeros; la sentencia reconoció la competencia del orden social para conocer de la cuestión planteada por los enfermeros a los que califica de trabajadores indefinidos no fijos al servicio de la Administración pública demandada, pero no de la suscitada por los bomberos por tratarse de funcionarios interinos de la propia Administración demandada y no resultar competente el orden social para conocer de su cese; y dado que en el sentencia recurrida la demandante tiene la condición de trabajadora indefinida no fija el supuesto no encajaría en la declaración de incompetencia jurisdiccional establecido en la sentencia recurrida; siendo dable añadir que legalmente es obvia la diferencia entre un funcionario interino y un trabajador aunque ambos presten servicios a favor de la misma Administración pública, como se deduce claramente de los arts. 8 (Concepto y clases de empleados públicos), 10 (Funcionarios interinos) y 11 (Personal laboral) EBEP (Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público) y dado que a los funcionarios interinos “les será aplicable, en cuanto sea adecuado a la naturaleza de su condición, el régimen general de los funcionarios de carrera” (art. 10.5 EBEP). Procede, por ello, desestimar este primer motivo del recurso por falta de referido presupuesto o requisito de contradicción. En último extremo, aunque hipotéticamente no se entendiera exigible en este supuesto la contradicción, -invocando, lo que no hace el recurrente, el que por esta Sala se haya aceptado su 48 excepcional inexigibilidad entendiendo que afectaba al orden público, en especial en materias de competencia funcional (entre otras, SSTS/IV 3-octubre-2003 –rcud 1011/2003 y 30-octubre-2012 –rcud 2827/2011) --, se llegaría a la misma conclusión, puesto que la solución adoptada en este punto por la sentencia recurrida es la jurídicamente correcta, y acorde con la jurisprudencia de esta Sala, sobre el conocimiento prejudicial del orden social de las cuestiones contenciosoadministrativas. pues como recuerda, entre otras, las STS/IV 27-febrero-2012 (rcud 3264/2010, Sala General con voto particular) “En el presente recurso, -- y a diferencia, en su caso, de lo planteado en otros análogos que han sido resueltos por la Sala … --, no se plantea la problemática de si como presupuesto necesario para decidir sobre la validez de la extinción contractual, corresponde al orden jurisdicción social, con base en la atribución competencial para el conocimiento de las cuestiones prejudiciales administrativas que efectúa el art. 4.1 LPL, determinar si la referida amortización se ha efectuado por el procedimiento legal o reglamentariamente establecido. Extremo que ya resolvió esta Sala afirmativamente en su STS/IV 10-julio-2000 (rcud 4145/1998, Sala General), -- seguida, entre otras, por las SSTS/IV 12-febrero-2001, 2 y 10-abril2001 y 7-noviembre-2001 --, en la que se establecía, esquemáticamente, que ´es incorrecta la doctrina de la sentencia de contraste al sostener que, para declarar la procedencia del cese, basta con comprobar ´la veracidad de la amortización de la plaza´, refiriéndose con esa expresión a que el órgano judicial social sólo debe cerciorarse de que la amortización ha quedado constatada documentalmente´ y que ´para poder valorar con pleno conocimiento de causa si el cese contra el que se acciona se ha producido conforme a derecho o, por el contrario, constituye un despido improcedente, se hace preciso analizar, en la medida necesaria para resolver la cuestión, si se está o no en presencia de una auténtica amortización´” En el segundo motivo de su recurso, el Ayuntamiento recurrente invoca infracción del art. 127.1.h) de la Ley de Bases de Régimen Local, sobre las competencias de la denominada “Junta de Gobierno Local”. Conforme a la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases del Régimen Local, “La Junta de Gobierno Local es el órgano que, bajo la presidencia del Alcalde, colabora de forma colegiada en la función de dirección política que a éste corresponde y ejerce las funciones ejecutivas y administrativas que se señalan en el art. 127 de esta ley” (art. 126.1 LBRL) y le corresponde, entre otras funciones, la de “Aprobar la relación de puestos de trabajo, las retribuciones del personal de acuerdo con el presupuesto aprobado por el Pleno, la oferta de empleo público, las bases de las convocatorias de selección y provisión de puestos de trabajo, el número y régimen del personal eventual, la separación del servicio de los funcionarios del Ayuntamiento, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 99 de esta ley, el despido del personal laboral, el régimen disciplinario y las demás decisiones en materia de personal que no estén expresamente atribuidas a otro órgano …” (art. 127.1.h LBR.). En la sentencia recurrida sobre este concreto extremo y correlativo motivo del recurso ahora formulado por el Ayuntamiento empleador, revocando en este punto la sentencia de instancia, la Sala de suplicación entiende que el acto de amortización adoptado por la Junta de Gobierno no ha de considerarse válido y eficaz, siendo, por el contrario, la decisión del Pleno de la Corporación, revocatoria del anterior acuerdo, la que tiene que reputarse ajustada a derecho. Argumentando, en esencia, que “De conformidad con los arts. 123.1.a) y h) de la ley 7/85 de 2 de abril, reguladora de las Bases del Régimen Local …, corresponden al Pleno el control y fiscalización de los órganos de gobierno y las competencias de aprobación de los presupuestos y de la plantilla de personal. No es dudoso que el Pleno es el órgano de gobierno superior en 49 la Corporación local y por ello la presunción de legitimidad en caso de conflicto tiene que residir en su decisión y no en el acuerdo de un órgano inferior que ha sido objeto de revocación. Se ha de añadir que el art. 126.1 y 3 del Real Decreto Legislativo 781/86 de 18 de abril, por el que se aprueba el texto refundido de las Disposiciones Legales Vigentes en materia de Régimen Local, establece que las plantillas, que deberán comprender todos los puestos de trabajo debidamente clasificados reservados a funcionarios, personal laboral y eventual, se aprobarán anualmente con ocasión de la aprobación del Presupuesto y que la modificación de las plantillas durante la vigencia del Presupuesto requerirá el cumplimiento de los trámites establecidos para la modificación de aquél”, añade que “Es cierto que el art. 127.1.h) de la ley 7/85 dispone que la Junta de Gobierno aprueba la relación de puestos de trabajo, pero en realidad a través de la amortización de más de 50 plazas su decisión ha afectado a la plantilla y al presupuesto, materias que son de la competencia del Pleno. Las relaciones de puestos de trabajo son instrumentos que comprenden, al menos, la denominación de los puestos, los grupos de clasificación profesional, los cuerpos o escalas, en su caso, a que estén adscritos, los sistemas de provisión y las retribuciones complementarias (art. 90.2 ley 7/85 y por remisión art. 74 ley 7/2007 de 12 de abril del Estatuto Básico del Empleado Público). En la aprobación o modificación de estos instrumentos puede tener competencias la Junta de Gobierno, pero la actuación consistente en suprimir 56 puestos de la plantilla con la consiguiente repercusión presupuestaria no puede quedar comprendida en las competencias relativas a la relación de puestos de trabajo. La RPT debe ajustarse a la plantilla aprobada por el órgano superior y no al revés, que la plantilla resulte modificada a través de una alteración de la RPT efectuada por el órgano inferior”, destacando que “de otro lado no se ha seguido el procedimiento legalmente establecido, pues se ha efectuado una modificación - reducción - de la plantilla durante la vigencia del Presupuesto y para ello es preciso seguir los mismos trámites de modificación del Presupuesto (art. 126.3 RD Legislativo 781/86) cuya aprobación final corresponde al Pleno”; concluyendo, de lo expuesto, que “a los efectos prejudiciales que interesan en este proceso, ha de entenderse que la decisión del Pleno del Ayuntamiento de Parla es ajustada a derecho no siéndolo, en cambio, la de la Junta de Gobierno Local, por lo que la decisión de amortización de esta última ha de considerarse ineficaz y ello determina la ilicitud del despido” y que “De ahí que no sea posible entrar a conocer de la cuestión de si la amortización de la plaza opera como causa de extinción de la relación laboral indefinida, como sucede con el contrato de interinidad por vacante, pues para decidir acerca de ello sería necesario que existiera un acuerdo administrativo válido y eficaz de amortización de la plaza”. El Ayuntamiento recurrente con respecto a este motivo invoca como contradictoria la STSJ/Madrid 19-mayo-2011 (rollo 5910/2010), se trataba de un supuesto en que la demandante prestaba servicios para el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, en virtud de un contrato de trabajo de duración determinada, de interinidad por vacante "para cubrir temporalmente un puesto de trabajo durante el proceso de selección o promoción, para su cobertura definitiva" y que por acuerdo de la Junta de Gobierno Local de fecha 23-diciembre-2009 se acordó amortizar el puesto de trabajo que ocupaba la actora … En el citado recurso, ni en consecuencia en la sentencia invocada como contradictoria, no se plantea ni se resuelve sobre si la amortización de la plaza ocupada por la trabajadora interina era competencia de la Junta de Gobierno Local o del Pleno del Ayuntamiento, por lo que, como igualmente destaca el Ministerio Fiscal en su informe, esta circunstancia impide apreciar la contradicción dado que en la sentencia impugnada el debate consistió en atribuir la competencia al Pleno del Ayuntamiento o a la Junta de Gobierno Local, cuestión ésta ausente en la sentencia de 50 contraste, donde se declara que fue la Junta de Gobierno Local la que aprobó el acuerdo de amortización sin analizar las posibles competencias de otros órganos del Ayuntamiento sobre tal extremo. Aun no planteado por la parte recurrente, cabría reflexionar sobre la dificultad de disponer de sentencias contradictorias sobre la especifica cuestión competencial afectante a los diversos órganos de un Ayuntamiento regido por la normativa administrativa, tema de no frecuente conocimiento y solución por la jurisdicción social sino de conocimiento pleno del orden contencioso-administrativo, cuyas sentencias no son validas como contradictorias a los efectos del recurso de casación unificadora (art. 219.1 LRJS; entre otras, SSTS/IV 7-junio-2002 –rcud 2303/2001 y 10junio-2002 –rcud 3274/2011). No obstante ese mismo problema puede suscitarse, hasta que no exista un cuerpo de doctrina y de jurisprudencia, sobre los supuestos de impugnación de actos administrativos en materia, laboral, sindical y de seguridad social que a partir de la entrada en vigor de la LRJS son de conocimiento del orden social (arts. 2 y 3 LRJS). Con el fin de evitar la demora en la formación de jurisprudencia sobre tales extremos, -- sin perjuicio de que en determinadas materias relacionadas con los derechos fundamentales o con el derecho de la Unión Europea pueda ser factible la invocación como contradictorias de las “sentencias dictadas por el Tribunal Constitucional y los órganos jurisdiccionales instituidos en los Tratados y Acuerdos internacionales en materia de derechos humanos y libertades fundamentales ratificados por España” y de “la doctrina establecida en las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en interpretación del derecho comunitario” (art. 219.2 LRJS) --, la LRJS ha configurado un singular instrumento, a través del especial recurso de casación unificadora que puede formular el Ministerio Fiscal, “en su función de defensa de la legalidad, de oficio o a instancia de los sindicatos, organizaciones empresariales, asociaciones representativas de los trabajadores autónomos económicamente dependientes o entidades públicas que, por las competencias que tengan atribuidas, ostenten interés legítimo en la unidad jurisprudencial sobre la cuestión litigiosa”, puede accederse al recurso, sin la exigencia del requisito o presupuesto de contradicción de sentencias, entre otros supuestos, “cuando se constate la dificultad de que la cuestión pueda acceder a unificación de doctrina según los requisitos ordinariamente exigidos o cuando las normas cuestionadas por parte de los tribunales del orden social sean de reciente vigencia o aplicación, por llevar menos de cinco años en vigor en el momento de haberse iniciado el proceso en primera instancia, y no existieran aún resoluciones suficientes e idóneas sobre todas las cuestiones discutidas que cumplieran los requisitos exigidos en el apartado 1 de este art.” (art. 219.3 LRJS). Llegado a este punto, -- y como ya se ha resuelto por esta Sala en supuestos análogos, entre otros, los enjuiciados, entre otras, STS/IV 14-octubre-2013 (rcud 3287/2012) --, y ante la desestimación por falta de contradicción de los dos primeros motivos del recurso del Ayuntamiento demandado, lo que comporta, por esta vía procesal, la confirmación de la sentencia recurrida en el extremo de apreciar no ajustada a derecho la decisión de amortización del puesto de trabajo ocupado por la actora efectuado por la Junta de Gobierno Local por haber sido revocada por el órgano competente el Pleno del Ayuntamiento, resultando ilícita o inexistente, por haberse efectuado por órgano no competente de la Administración pública empleadora, no cabe entrar a conocer del tercer motivo del recurso (en el que alega infracción de los arts. 49.1.b, 51, 52 y 53 ET), que exige partir de entender, por una u otra vía, formalmente válido el acuerdo administrativo de amortización de plazas, para luego determinar los requisitos laboralmente exigibles para proceder a la amortización 51 puestos de trabajo desempeñados por trabajadores indefinidos no fijos al servicio de la Administración pública municipal empleadora y las derivadas consecuencias>>. II.6.- El control judicial del fraude de ley y las Administraciones públicas: Desviación de poder que comporta en este ámbito laboral el fraude de Ley: en la génesis del acto administrativo se ha detectado la concurrencia de una causa ilícita, reflejada en la disfunción manifiesta entre el fin objetivo que emana de su naturaleza y de su integración en el ordenamiento jurídico y el fin subjetivo instrumental propuesto por el órgano decisorio.Despido colectivo: Consorcios UTEDLT, Ayuntamientos integrados, Servicio Andaluz de Empleo y Junta de Andalucía: nulidad del despido por fraude y responsabilidad solidaria concurrentes en el fraude: desaparecida la subvención que atiende a los gastos del Consorcio, la decisión procedente era su disolución para que los trabajadores se integrasen automáticamente en el SAE, tal como está legalmente previsto, constituyendo fraude de ley no hacerlo así y acordar su Consejo rector –presidido por el delegado provincial de empleo– el despido colectivo de todos los trabajadores, atendiendo el pago de las indemnizaciones con una subvención extraordinaria de la Junta de Andalucía, impidiendo de esta forma que produzca la subrogación prevista en la norma autonómica.- Entre otras, SSTS/IV 17-febrero-2014, (recurso 142/2013, Sala General, ponente Luis Fernando de Castro Fernández) y 16-abril-2014 (rco 152/2013, Sala General, ponente Jordi Agustí Juliá). Se argumenta en las citadas sentencias que: <<a) Sobre la "acreditada existencia del fraude de ley”, que <<el fraude de Ley no se presume y ha de ser acreditado por el que lo invoca (SSTS 16/02/93 –rec. 2655/91–; … 21/06/04 –rec. 3143/03–; y 14/03/05 –rco 6/04–], lo que puede hacerse – como en el abuso del derecho– mediante pruebas directas o indirectas, admitiendo las presunciones entre estas últimas el art. 1253 CC [actualmente, arts. 385 y 386 LECiv] (SSTS 04/02/99 –rec. 896/98–; … 14/05/08 –rcud 884/07–; y 06/11/08 –rcud 4255/07– ); y aunque el fraude es una conducta intencional de utilización desviada de una norma del ordenamiento jurídico para la cobertura de un resultado antijurídico que no debe ser confundida con la mera infracción o incumplimiento de una norma (SSTS 04/07/94 –rcud 2513/93–; … 16/01/96 –rec. 693/95–; y 31/05/07 –rcud 401/06–), de todas formas es suficiente con que los datos objetivos revelen el ánimo de ampararse en el texto de una norma para conseguir un resultado prohibido o contrario a la ley (SSTS 19/06/95 –rco 2371/94–; y 31/05/07 –rcud 401/06–)>>; añade con relación concreta al supuesto enjuiciado … que procede entra a conocer sobre la existencia o no de fraude <<Decisión que enjuiciamos, aún a pesar de que la apreciación del fraude sea facultad primordial del órgano judicial de instancia, por cuanto que en la materia juegan decisoriamente las normas sobre carga de la prueba [art. 217 LECiv] y las reglas sobre presunciones [los ya citados arts. 385 y 386 LECiv] (SSTS 06/02/03 –rec. 1207/02–; 31/05/07 –rcud 401/06–;y 14/05/08 –rcud 884/07–)>>. Argumenta que 52 “Muy sintéticamente expresada, nos encontramos ante la siguiente situación: a) la legislación –Ley 1/2011; Decreto 96/2011; y Resolución de 20/04/11– de la Comunidad Autónoma de Andalucía dispone la conversión del SAE en Agencia Especial y la integración en la misma del personal laboral de los Consorcios UTEDLT «desde la fecha en que se acuerde su disolución o extinción», pero sin fijar plazo alguno para esto último, aunque ya por Acuerdo de 27/07/10 se había resuelto su eliminación por una Comisión Liquidadora y el traspaso de sus bienes al SAE; b) los gastos de estos Consorcios se financian muy primordialmente con subvenciones del SAE –a su vez sufragado por la Administración estatal– y en menor medida por los Ayuntamientos que integran aquéllos; c) desde el 24/05/12 el SAE tiene conocimiento que la asignación estatal para ese año se reducía casi en un 90%, comunicando a los Consorcios que sólo podía financiarles hasta el final del mes de Septiembre del propio año; d) inviabilizada –o gravemente obstaculizada– la continuidad financiera de los Consorcios, cuya Presidencia corresponde al Delegado provincial de la Consejería de Empleo, éstos no optan por su disolución, conforme a la facultad que les confiere el art. 49 de sus Estatutos, sino a la extinción colectiva de los contratos de todos sus empleados; y d) en 11/12/12 la Junta de Andalucía concede a los Consorcios una subvención excepcional de 5.846.298, 62 € para hacer frente a las indemnizaciones por el despido colectivo de todos sus trabajadores>>. Concluyendo, en este punto, que <<Todos estos datos nos llevan a la convicción de que efectivamente sí concurrió el fraude que se imputa, con desviación de poder por parte de las Administraciones Públicas demandadas, siguiendo un razonamiento que no ofrece excesiva complejidad: a) los Consorcios UTEDLT podían disolverse por exclusiva voluntad de sus Entes locales integrantes [art. 49 de los Estatutos] sin que esto les comportase coste alguno, puesto que por disposición legal autonómica esa extinción supondría que los trabajadores se integrasen en el SAE sin solución de continuidad, de forma que los Ayuntamientos –los Consorcios habían agotado la subvención autonómica– no habrían de satisfacer indemnización alguna; b) pese a ello, las UTEDLT optan por la salida que les iba a producir perjuicio económico [despedir colectivamente, indemnizando] y que a la vez sacrificaba la estabilidad laboral de los trabajadores [impidiendo la subrogación empresarial que atribuía al SAE la legislación autonómica; c) carece de todo sentido no proceder a la disolución de los Consorcios cuanto la inexistencia de personal conlleva que pudieran acometerse –¿por quién?– las funciones que tienen atribuidas en el art. 5 de sus Estatutos; d) es altamente significativo –en orden a la prueba de presunciones– que la decisión de despedir a todos los trabajadores y no la de disolver las UTEDLT [económicamente beneficiosa para la empresa, legalmente prevista y protectora de los derechos laborales] se tome bajo la Presidencia –tanto del propio Consorcio como de su Consejo Rector– del Delegado Provincial de Empleo y que se haga de forma simultánea por todos los Consorcios, hasta el punto que la primera reunión del periodo de consultas se produzca conjuntamente para todos ellos, pese a que cada UTEDLT está dotada de personalidad jurídica y había iniciado independientemente su expediente de despido colectivo; e) como tampoco es dato neutro –a los efectos de que tratamos– que después de que los Ayuntamientos integrantes del Consorcio hubiesen asumido aparentemente – con su decisión de despedir– afrontar un cuantioso gasto por las obligadas indemnizaciones [la UTEDLT como tal ya no disponían de financiación alguna], que la Junta de Andalucía les conceda una subvención excepcional [5.846.298,62€] precisamente para atender en su integridad el pago de las indemnizaciones; y f) también la consecuente intencionalidad fraudulenta –despedir para así disolver sin que se produjese la subrogación legalmente establecida– se evidencia en las comunicaciones que sobre la decisión extintiva fueron enviadas individualmente a cada 53 uno de los trabajadores afectados y en las que de manera inequívoca se presenta la extinción de los contratos de trabajo como paso previo a la disolución del ente>>. b) Estableciendo como conclusión de esta Sala de casación que <<Las precedentes consideraciones nos llevan … a estimar la demanda en su petición principal, por considerar que la actuación administrativa que se ha referido constituye la «desviación de poder» que contempla el art. 70.2 LRJCA [Ley 29/1998, de 13/Julio] como motivo de estimación del recurso, y que señala el art. 63.1 LRJ y PAC [Ley 30/1992, de 26/Noviembre] como causa de anulabilidad, habida cuenta de que – conforme a la doctrina de la Sala III– en el presente supuesto ha tenido lugar «la necesaria constatación de que en la génesis del acto administrativo se ha detectado la concurrencia de una causa ilícita, reflejada en la disfunción manifiesta entre el fin objetivo que emana de su naturaleza y de su integración en el ordenamiento jurídico y el fin subjetivo instrumental propuesto por el órgano decisorio, se erigen como elementos determinantes que vienen declarando reiteradas sentencias de esta Sala …que insisten en que el vicio de desviación de poder, consagrado a nivel constitucional en el artículo 106.1, precisa para poder ser apreciado que quien lo invoque alegue los supuestos de hecho en que se funde, los pruebe cumplidamente, no se funde en meras opiniones subjetivas ni suspicacias interpretativas, ni tampoco se base en una oculta intención que lo determine» (SSTS 25/04/97 –rec. 10270/90–; … 14/06/06 –rec. 2557/03–; 28/10/09 –rec. 3279/05; 26/11/12 –rec. 2322/11–; y 05/12/12 –rec. 1314-11– ). Intención ésta que en el presente caso se ha mostrado en la forma palmaria que anteriormente hemos resaltado>>; así como que la <<Desviación de poder que comporta en este ámbito laboral el fraude de Ley consistente en evitar la aplicación de la normativa autonómica sobre la integración del personal del Consorcio en el SAE, y que –por aplicación del art. 6.4 del CC–– nos lleva a revocar la sentencia recurrida, con las consecuencias previstas en el art. 124.11 LRJS y con la condena solidaria de quienes … han participado de una forma u otra en el fraude de ley que hemos entendido acreditado, y que resultan ser todos y cada uno de los demandados; condena en manera alguna obstada –para los absueltos por falta de legitimación pasiva– por el hecho de que no se hubiese recurrido expresamente la estimación de la correspondiente excepción, pues como reiteradamente ha indicado la Sala, en fase de recurso se produce incongruencia omisiva cuando no se revisa un pronunciamiento que es consecuencia lógica de la estimación del recurso (SSTS 10/05/94 –rcud 1128/93–; 19/12/97 –rcud 1422/97–; 20/07/99 –rcud 3482/98–; 13/10/99 –rcud 3001/98–; 20/11/00 –rcud 3134/99–; 29/01/02 –rcud 4749/00– FJ 2 in fine; STC 200/1987, de 16/Diciembre) y que no es óbice para realizar un pronunciamiento de condena frente a una determinada empresa el hecho de que los trabajadores no recurrieran en su momento la absolución en instancia de dicha empresa (SSTS 06/02/97 –rcud 1886/96–; y 24/03/03 –rcud 3516/01–, con cita de la STC 200/1987, de 16/Diciembre)>>. II.7.- Control judicial del compromiso de una Diputación Provincial de asumir los gastos de una empresa mixta por ella constituida: sustitución de la denominación de la partida de abono de gastos por la de una subvención anual.- Negación del control judicial: no se permite el control judicial, ni siquiera prejudicialmente, de la decisión que comporta la amortización por causas económicas de los puestos de trabajo de los trabajadores despidos colectivamente por el Instituto sin poder determinar el carácter justificado o no 54 de la modificación o supresión del compromiso de abono de gastos que asumió, en su día, la Diputación.- STS/IV 18-febrero-2014 (rco 74/2013, Sala General con voto particular, ponente Jesús Gullón Rodríguez, empresa: “Instituto Técnico Agronómico Provincial, S.A.” empresa mixta Diputación Albacete”). En la sentencia mayoritaria se razona, en síntesis, al efecto que: <<El análisis … de la eventual justificación económica del despido colectivo que llevó a cabo la sociedad anónima demanda ha de efectuarse desde la perspectiva del art. 51 ET, en el que se dice que concurrirá esa causa cuando “de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas o la disminución persistente de su nivel de ingresos o ventas”. Desde esas previsiones de la norma, la sentencia recurrida analizó la prueba practicada para llegar a la redacción de los hechos probados, sobre los que después se razona ampliamente en los fundamentos de derecho, para concluir que en al año 2009 las pérdidas totales en la empresa ascendieron a 2.404.789,31 euros, parte de las cuales la Diputación hubo de cubrir con 1.973.896,18 euros; en el año 2010 las pérdidas ascendieron a 2.195.985,96 euros, de los que sufragó la Diputación 2.005.272,29, y en el año 2011 las pérdidas ascendieron a 1.738.436,65 euros, haciéndose cargo la Diputación por vía subvención de 1.600.000. Para el año 2012, la Diputación ha aprobado un presupuesto de 1.400.000 euros … También de la prueba practicada se concluye como hecho no combatido en la sentencia recurrida que los gastos de personal ascendieron a la cantidad de 2.372.428,09 euros lo que supone el 95,10% sobre el total de ingresos y un 123% sobre los ingresos por actividad propia de la entidad demandada, incluyendo el importe de las subvenciones de la Diputación. Las argumentaciones de los recurrente para negar la realidad de tales pérdidas pasan por la evidencia de que tradicional e históricamente era la Diputación la que por vía de subvención hacía frente al evidente déficit, tal y como se decidió en el Acuerdo del Pleno de la Diputación de 4 de abril de 2.000. Pero ese Acuerdo no solo no es una norma jurídica invocable como infringida en el extraordinario recurso de casación, sino que tampoco es una decisión petrificada en el tiempo o inamovible, sino que es una manifestación de la voluntad colegiada del Órgano susceptible de ser sustituida a por otra, como de hecho ha sucedido cuando en diversos y sucesivos Plenos de la Diputación se han ido minorando las subvenciones en un marco económico y una situación de déficit presupuestario público y notorio a nivel del Estado. Dicho lo anterior, la forma de contabilizar técnicamente esas subvenciones carece de significado relevante, desde el momento en que en realidad ello se produjo, tal y como se desprende del informe de auditoría del año 2011 y de la certificación de la Intervención General de la Diputación de 24/09/2012, en los ejercicios económicos 2.000-2.007 compensando el saldo siempre negativo de del ITAP con las aportaciones ordinarias y extraordinarias vía subvención de la Diputación, que inicialmente no se consideraban contablemente como o ingresos en la Cuenta de Pérdidas y Ganancias, pero que si se contabilizaron de esa manera desde el año 2008, lo que en todo caso no excluye la existencia real del balance negativo en la contabilidad, porque no existe un derecho perpetuo y fijo de que ese déficit del ITAP se deba absorber año tras año con cargo al presupuesto de la Diputación Provincial mediante subvenciones. La expresión de la situación contable de la Sociedad Anónima ha de ser la que se refleje antes de que se aporte la subvención por parte de la Diputación, de la que se desprende el déficit 55 real existente, tal y como razonan los informe técnicos en los que se basó la sentencia recurrida para redactar los hechos probados que, insistimos, no han sido alterados o modificados en el recurso. La situación económica de “pérdidas” en la empresa demandada ITAP en la forma que ha quedado expresada, equivale también realmente a una insuficiencia o ausencia reiterada de ingresos, lo que condujo a la sentencia recurrida a declarar que el despido colectivo de los 17 trabajadores afectados, con arreglo a lo previsto en el art. 51 ET y 124.11 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social, pronunciamiento que ahora debemos confirmar …>> En el voto particular (emitido por Fernando Salinas Molina, al que se adhieren Jordi Agustí Juliá, Mª. Luisa Segoviano Astaburuaga, Rosa María Virolès Piñol y Manuel Ramón Alarcón Caracuel) se muestra la discrepancia, señalando, en lo esencial, que: <<En consecuencia, no se comparte el criterio de la sentencia de instancia (“no compete a la Sala valorar la oportunidad de la decisión de la Diputación al establecer la disminución de la cantidad con la que se subvenciona al ITAP para su mantenimiento, ni puede compelerse a tal entidad, que además no es parte en este proceso, a que mantenga inalterable la necesaria cobertura presupuestaria por vía de subvención de esta entidad, con abstracción de las dificultades económicas o minoración de recursos financieros que pueda afectarle, puesto que aquella tiene potestad legal autónoma para determinar la estrategia en la distribución de su presupuesto y la determinación de qué concretas partidas presupuestarias son prioritarias en su mantenimiento, sino establecer si la decisión del ITAP al adoptar el despido colectivo de los trabajadores afectados es pertinente y se ajusta a la situación económica que en la actualidad presenta, cosa que, como se ha dicho, resulta debidamente acreditada” –FD 4º), confirmado por la sentencia mayoritaria (“Las argumentaciones de los recurrente para negar la realidad de tales pérdidas pasan por la evidencia de que tradicional e históricamente era la Diputación la que por vía de subvención hacía frente al evidente déficit, tal y como se decidió en el Acuerdo del Pleno de la Diputación de 4 de abril de 2.000. Pero ese Acuerdo no solo no es una norma jurídica invocable como infringida en el extraordinario recurso de casación, sino que tampoco es una decisión petrificada en el tiempo o inamovible, sino que es una manifestación de la voluntad colegiada del Órgano susceptible de ser sustituida a por otra, como de hecho ha sucedido cuando en diversos y sucesivos Plenos de la Diputación se han ido minorando las subvenciones en un marco económico y una situación de déficit presupuestario público y notorio a nivel del Estado” -FD 9º), de dar por bueno el que una decisión de la DPA, de la que no se permite el control judicial ni siquiera prejudicialmente, comporte la amortización por causas económicas de los puestos de trabajo de los trabajadores despidos colectivamente por el ITAP sin poder determinar el carácter justificado o no de la modificación o supresión del compromiso de abono de gastos que asumió, en su día, la DPA. Cuando, como he indicado, entiendo que no se trataba de verdaderas subvenciones y no pudiéndose justificar de forma abstracta la conducta de la no demandada DPA de reducción de éstas, como se efectúa en la sentencia mayoritaria, afirmando, lo que no figura en los hechos probados y se construye a modo de presunción, que “se han ido minorando las subvenciones en un marco económico y una situación de déficit presupuestario público y notorio a nivel del Estado”>>. 56 II.8.- Un importante cambio de doctrina sobre la extinción contractual de los interinos por vacante y de los indefinidos no fijos al servicios de las Administraciones públicas empleadoras: sujeción a los requisitos de los despidos objetivos singulares o colectivos con las consecuencias a ello inherentes, en especial, con el derecho al percibo de las correspondientes indemnizaciones.- Tras la vigencia de la DA 20ª ET incorporada por Ley 3/2012 el despido colectivo del personal laboral interino por vacante al servicio de una entidad pública requiere ahora el procedimiento de despido colectivo y celebrar el período de consultas, procedimiento cuya omisión vicia de nulidad el despido colectivo, aunque se base en la modificación acordada en la RPT, sin perjuicio del valor probatorio que la nueva RPT pueda tener posteriormente para fundar la decisión extintiva.- El TS declara nulo el despido de interinos laborales por vacante de la Universidad Politécnica de Madrid.- Nota de prensa del CGPJ sobre la decisión adoptada en Sala General Sala IV (18-06-2014). En la referida nota de prensa se indica: <<La amortización de plazas de personal laboral interino por vacante mediante modificación de la relación de puestos de trabajo (RPT) requiere seguir el procedimiento de despido colectivo después de la Ley 3/2012: son nulos los despidos sin haberse seguido dicho procedimiento>>. <<En su reunión del día de hoy, el Pleno de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo ha estimado el recurso de casación interpuesto por la Federación de Trabajadores de la Enseñanza UGT de la Universidad Politécnica de Madrid y por la Federación Regional de Enseñanza de CC.OO. de Madrid contra la sentencia dictada por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, de fecha 14 de junio de 2013, en actuaciones nº 1398/2013 seguidas en virtud de demanda a instancia de dichos sindicatos contra Universidad Politécnica de Madrid y anulando la sentencia recurrida, declara nulos los despidos colectivos impugnados en este procedimiento. La Universidad Politécnica de Madrid acordó el 9-3-2013 modificar la RPT de la entidad para amortizar distintos puestos de personal funcionario y 156 de personal laboral interino por vacante, lo que se comunicó a los afectados el 12 y 13 de marzo, extinción que fue objeto de impugnación por los Sindicatos. El Tribunal Superior de Madrid en sentencia de 14-6-2013 desestimó las demandas por estimar innecesarios los trámites de despido colectivo y de regulación de empleo para amortizar plazas de personal laboral interino por vacante. La Sala estima que tras la vigencia de la Disposición Adicional 20ª del ET incorporada por Ley 3/2012 de 6 de julio (“El despido por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción del personal laboral al servicio de entes organismos y entidades que forman parte del sector público…se efectuará conforme a lo dispuesto en los arts. 51 y 52-c) del ET…y en el marco de los mecanismos preventivos y correctivos regulados en la normativa de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera de las Administraciones Públicas…”) y a diferencia del criterio aplicado en otros supuestos análogos resueltos por la Sala bajo la legislación anterior, el despido colectivo del personal laboral interino por vacante al servicio de 57 una entidad como la Universidad Pública demandada requiere ahora bajo la nueva legislación seguir conforme a la nueva Disposición Adicional Vigésima del ET el procedimiento de despido colectivo y celebrar el período de consultas con la representación laboral, procedimiento cuya omisión vicia de nulidad el despido colectivo, aunque se base en la modificación acordada por la entidad de la relación de puestos de trabajo acordada por la entidad demandada, sin perjuicio del valor probatorio que la nueva RPT pueda tener posteriormente para fundar la decisión extintiva>>. 58