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Año 6 | Número 38
FEBRERO 2012 | MARZO 2012
CON­SE­JO EDI­TO­RIAL
Adol­fo de Vin­cen­zi
Jor­ge G­­­­­on­zá­lez
Luz Hen­rí­quez
An­to­nio Dal­to
DIRECCIÓN
Ca­ro­li­na Maz­zoc­chi
EDI­CIÓN
Car­la Pan­dol­fo
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Raúl Bruno | Preciada Imagen, Inc.
FOTOGRAFÍA
Silvana Sergio
CORRECCIÓN
Esteban Bertola
FOTOGRAFÍA DE PORTADA
Verónica Lake | www.doctormacro.com
COLABORAN EN ESTE NÚME­RO
Pablo Bassi, Caro Chinaski, Antonella de Alva,
Horacio de Dios, Marina García, Iván Garré,
Martín Garrido, Nancy Giampaolo, Nadia Koval,
Roger Alan Koza, Christian Kupchik, Mauro López
Oyanarte, Patricio Orozco, Nela Paladino,
Osvaldo Patri, Pablo Philp, Felipe Pigna,
Gabriel Rolón, Lucila Rolón, Carlos Salatino,
Patricia Suárez, Maximiliano Tomas, Sergio Vare­­­­­la,
Patricio Vega y Gonzalo Villamayor.
PU­BLI­CI­DAD Y RE­DAC­CIÓN
Tel.: 4943–8276
Pa­ta­go­nes 2463 c1282aca­| Bue­nos Ai­res
Correo: revistaquid@ilhsa.com
Web: yenny-elateneo.com sección Quid
REVISTA QUID
Grupo Ilhsa s.a. es pro­pie­ta­ria de Quid, publi­ca­ción­ de
Yenny y El Aten­ eo. Que­da pro­hi­bi­da la repro­duc­ción del
con­te­ni­do de es­ta publi­ca­ción, aun men­cio­nan­do la
fuen­te.
Los edi­to­res no son res­pon­sa­bles por las opi­nio­nes
ver­ti­das por los cola­bo­ra­do­res, entre­vis­ta­dos, las no­tas
fir­ma­das y el con­te­ni­do de los men­sa­jes publi­ci­ta­rios.
Re­gis­tro Na­cio­nal de la Pro­pie­dad In­te­lec­tual Nº 506670.
ISSN 1669738–3.
Dis­tri­bu­ción en loca­les Yenny y El Aten­ eo de la Ci­udad de
Buenos Aires, GBA e inte­rior del país.
Dedicamos este número de febrero a las Mujeres fatales, aquellas que nos
quitaron el sueño desde la pantalla de cine o desde las páginas de un libro.
Entrevistamos a Coca Sarli, la mujer que protagonizó un sinfín de films que la
convirtieron en el símbolo argentino de una época.
Ray Collins, el célebre guionista del cómic Zero Galvan y flamante ganador
del Premio de Novela Negra de Nuevo Extremo pasea por los diferentes
personajes femeninos del cómic.
Repasamos la historia de las brujas y sus persecuciones y la de las mujeres
pintoras y sus destinos trágicos.
Entrevistamos a Marisa Grinstein, Daniela Tarazona, Hernán Brienza, el autor
best seller John Verdon y a la recientemente graduada magister en Literatura,
Fanny Sztern convertida en un ejemplo de vitalidad a sus 86 años.
Le dedicamos el dossier a María Félix, “la dueña” a la que no le importó el que
dirán y que vivió una vida plagada de romances y de aventuras.
Disfruten de este nuevo número de Quid.
Adolfo de Vincenzi
Director General
Grupo Ilhsa
VIAJES
Leyendo se llega a…
Editorial El Ateneo acaba de publicar tres guías de viaje perfectas
para llevar en la mochila a Florida, Barcelona y Florencia. Anilladas
y livianas, las tres contienen un poco de historia y cultura, datos
útiles, itinerarios, lugares de interés y mapas con todo detalle.
Mapas de bolsillo
DeDios editores para su colección GuíaMapa presentó tres destinos ideales para este verano: Rio de Janeiro, San Pablo y Bolivia.
En las guías se pueden encontrar los 100 imperdibles, atracciones,
compras, entretenimiento, restaurantes, calendarios festivos y
escapadas cercanas. El mapa desplegable contiene todos los
detalles en una escala de 1: 20.000.
LA RECOMENDACIÓN DEL LIBRERO
María Bernardello ha superado todas las fatalidades al conseguir
que su visión del mundo cobre una dimensión concreta al
transmitirla a través de la literatura.
Cada cuento de su libro Camino de cintura parece una
prolongación de ella misma que nos hace sentir su revolucionaria
esencia: el amor, el sexo y el coraje amalgamados en un abrazo
que empuja y suaviza la dureza de la realidad; historias no
siempre felices pero siempre reales.
Habría que empezar por la punta del
iceberg. Decir que hay algo especial
en su manera de contemplar. En sus
descripciones, de un modo similar
al que ocurre en un haiku japonés,
todo está dotado de experiencia. A
través de los objetos la escritora se
vuelve parte del todo, a la vez que
todo se vuelve parte del mundo del
lector. Este procedimiento tiene,
además, un dejo de melancolía. ¿Melancolía de qué? De un
tiempo en que todos los objetos fueron recién descubiertos, en
que todo fue asombro. La realidad es continuamente descubierta
por personajes que se levantan una y otra vez con la misma
inquietud, aún sabiendo que van a volver a tropezarse. Ese es el
juego. No conocer nada, descubrir, retornar a la visión inocente y
no tener miedo en transformarla en realidad.
Los cuentos de este libro están protagonizados por luchadoras
que, sin medir ni por un segundo los riesgos, rompen los tabúes
y se enamoran de enfermos psiquiátricos, de adictos, de amigas,
de panaderos, de su propia maternidad. Las luchadoras en este
acto se redescubren, se regeneran. Le quitan la máscara mas
dura a la realidad de a poco, con sensualidad, mientras asoma
el verdadero rostro de las cosas y de las personas, casi siempre
desconocido y hermoso.
“Pienso en un amor sin límites, un amor no discriminador.
Escondo mi nariz en la almohada. Pienso en nadie y nadie se
llama confianza, y canta una canción de cuna” (de su cuento
“Continental”).
Escritores como Santiago Llach y Fabián Casas coinciden en
bautizarla como “la Raymond Carver de Adrogué”.
Camino de cintura es lanzado por Editorial Garrincha y tiene una
doble edición junto a El ragbier poeta del ex Puma Tomás De Vedia,
una novela semiautobiográfica igualmente recomendable.
Mauro López Oyanarte
HUMOR
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N O T A D E T A PA
La dulce villanía
8
POR
Christian Kupchik*
Eva (la de Adán), Helena de Troya, Circe, Electra,
Dalila, Pandora, Salomé, Cleopatra, Lucrecia Borgia,
Mata Hari, Carmen (la de Merimée), Marlene Dietrich,
Pepita la Pistolera, Rita Hayworth, Madonna…
La lista podría extenderse hacia delante y atrás en el
tiempo, pero la esencia no se modificaría: el común
denominador que une a estos nombres está dado por
el sexo. Son mujeres, claro. Pero no cualquier tipo de
mujeres, sino que se les añadió para siempre un adjetivo
que tipifica un arquetipo: son mujeres fatales.
Quizá no resulte ocioso recordar que el significado de
“fatal” remite a algo “aciago, inevitable o funesto”, y que
guarda estricta relación con la locución latina fatalis,
que implica algo relativo al “destino fatídico, mortal”. A
su vez, se vincula con la expresión fatus que equivale a
“lo dicho (por un hado, por un dios)”. ¿Cuál fue el dios,
el hado, que endosó a ciertas mujeres de este rol que
las vinculaba a lo pérfido, lo insaciable, lo escabroso?
Evidentemente, ese hado o ese dios no tiene un nombre
sino muchos, pero en todo caso será siempre un apelativo masculino.
La femme fatale (y la expresión en francés parece acentuar el carácter maléfico del personaje) pronto se asoció
a la villana que no duda en utilizar cualquier arma disponible –en particular la sexualidad para atrapar al desventurado héroe–. Aunque suele ser malvada, también
hay mujeres fatales que en algunas historias cumplen
con el rol de antiheroínas e incluso pueden elevarse a
la categoría heroica, pero siempre con ciertos límites.
Entre otras cosas, cruza los umbrales del mal y el bien,
pero siempre será aceptada si la causa no perturba un
orden establecido de acuerdo a la mirada masculina.
La mujer fatal no tiene por qué tener una belleza perfecta
o una maldad genética. Pueden no ser responsables de su
maldad, causada por la presión social, porque viven en un
mundo claustrofóbico, algunas ni siquiera pretenden hacer
daño. Su erotismo puede venir de su hiperfeminindad o de
su ambigua virilidad. Y para destrozar vidas, es tan buen
arma un carácter ambicioso y fuerte como una fragilidad
límite.
Hay mujeres que arrastran maletas cargadas de lluvia,
hay mujeres que nunca reciben postales de amor,
hay mujeres que sueñan con trenes llenos de soldados,
hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no.
La construcción de la imagen de la femme fatale surge a
partir de una subordinación al rol naturalmente impuesto
a las mujeres por la mirada masculina. Ya a mediados del
siglo XIX, intelectuales como Jules Michelet y Auguste
Comte se colocaron a la cabeza de las alabanzas de la
mujer como monja de clausura de la familia burguesa. “El
hombre –salmodiaba Michelet en 1859– va de drama en
drama, de batalla en batalla. La historia sigue avanzando,
cada vez más lejos, y le grita a todas horas: ‘¡Adelante!’. La
mujer, por el contrario, sigue la serena y noble épica que
canta a la naturaleza en su ciclo armonioso, repitiéndose a
sí misma con la conmovedora gracia de la constancia y la
fidelidad”. Y aquella que no aceptara a repetirse en dicha
danza, queda condenada al ostracismo de ser vista como
una criatura peligrosa. Allí sentada, en su celda fuera de la
historia, sostenida por su relativa “inmutabilidad”, el papel
de la mujer era, según Michelet, fogonear la energía del
hombre en su carrera trascendente.
Pero estos arrebatos de sumisión se vieron alterados a
lo largo de la historia por mujeres que se decidieron a
romper con el espejo de Venus y el cristal sáfico, que salieron de sus moldes de cera y luz de luna. Mujeres que se
revelaron contra el rol de guardianas del alma masculina,
custodias del hogar. La literatura y la pintura de los siglos
XIX y XX comenzaron a dejar testimonios de estas leonas
irreverentes. La mujer tenía su papel en la creación de
una nueva y elevada esfera de belleza, pero sólo en tanto
que su atractivo visual fuese utilizado y, de ser necesario,
reestructurado por el artista como elemento ideal capaz
de servir como estímulo para llegar a la idea de belleza
perfecta. Si la mujer hubiese mostrado el suficiente “sentido común” al contentarse con su papel de arcilla humana
en manos del hombre para que este moldeara sus propias
fantasías en torno a un ideal estético, todo habría ido bien.
Sin embargo, algunas decidieron abandonar las cálidas
entrañas de la vida doméstica para buscar sus raíces en el
útero de la tierra, que todo lo envuelve y todo lo absorbe,
gruta tenebrosa de la tentación física abriéndose misteriosamente a la aterrorizada adolescencia espiritual del varón.
La mujer era encarnación de la tierra, y esta el cuerpo de
la mujer.
Según la imaginación de Zola, la tierra fértil era la
profunda caverna a la que Albine atraía a Serge Mouret,
donde Naná devoraba a sus hombres. Allí había algo: la
mujer como encarnación de Cibeles, diosa de la fertilidad,
señora de naturaleza bruta, a quien en la Antigüedad se
le ofrecían genitales de toro para satisfacer su sed infinita.
Así también era su hambre, lo envolvía todo, como Diana
de Éfeso, ídolo de incontables pechos retratada una y otra
vez por los pintores simbolistas. Era la luna circular, la que
absorbía el sol, la que consumía cuerpo y alma de los hombres. Era, a la vez, “el símbolo del misterio de la insensibilidad cruel y el despilfarro con todos sus hijos –hombres
y monstruos, bestias y triunfadores– de la naturaleza, la
fecundidad natural de la tierra”, tal como William Walton
describía en The Chefs d’Oeuvre of the Exposition Universelle (1900) el sensacional retrato de la diosa abrasadora de
Aristide Sartorio (Diana de Éfeso y las esclavas, ca. 1899).
Hay mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro,
hay mujeres que buscan deseo y encuentran piedad,
hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
hay mujeres que huyen perseguidas por su soledad.
Entre todas las mujeres fatales, pocas han recibido tanta
atención de los artistas como Salomé. Heinrich Heine en
su poema “Atta Troll” afirma en torno a ella: “Donde hay
mujeres de por medio / es imposible decir / dónde la suave
niña-Ángel / se diluye en la Reina del Infierno”, para preguntarse a continuación: “¿Deseará una mujer la cabeza /
de un hombre a quién no ama?”.
En la misma línea que Heine, Jules Laforgue hizo que
su Salomé, “exorcizada su virginidad con la ofrenda de la
cabeza de Yohanan” intentara revivirla cuando “brillaba
como la cabeza de Orfeo”, besando sus ojos muertos con
impetuosidad petulante. Por desgracia, decía Laforgue,
“su caricia eléctrica no obtuvo nada del rostro excepto
muecas que no tuvieron consecuencias”. A continuación,
“se levantó y exhibió su madurez a la nebulosa mística”.
Según Laforgue, Salomé encarna a la virgen ninfómana
que hace de la venganza a la decencia civilizada con las
crudas intrigas del deseo en bruto su razón de ser.
Los elementos del tema de Salomé esbozados en literatura por Moreau, Flaubert, Huysmans y Laforgue, entre
9
otros (y en pintura por Fritz Erler, Otto Friedrich, Lovis
Corinth, Hugo von Habermann y Gustav Klimt, por citar
sólo algunos), se reunirían en 1891 para dar lugar a la famosa obra de Oscar Wilde –primero en francés y luego en
la versión inglesa de Lord Alfred Douglas–. Mucho más
que cualquier otra obra, ya pintada o escrita, la Salomé
de Wilde representa a la cazadora de cabezas masculinas
(emblema de la femme fatale) ante los “anhelos ideales”
de los hombres. La obra llega a un final en que la mente
masculina comprende a la mujer, a través de la tentación y
la sumisión, como una agresora natural, por lo que en un
gesto extremo renuncia a cualquier tipo de comunicación
entre ambos sexos. Por supuesto, Wilde exagera, y le asigna esa capacidad fatal a todas las mujeres. No hace falta
llegar a excesos como los de Wilde (ni tampoco a los de
Strindberg, que cultivó una pertinaz misoginia en toda su
obra), para comprender que detrás del temor que suscita
la imagen falaz de la mujer fatal como monstruo de perversidad y dominación, se oculta en verdad la incapacidad
del hombre para aceptar la diferencia con el otro sexo en
su plenitud. En consecuencia, proyecta en su semejante,
su reflejo.
Hay mujeres veneno, mujeres imán,
hay mujeres consuelo, mujeres puñal,
hay mujeres de fuego,
hay mujeres de hielo,
mujeres fatal.
Mujeres fatal.
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En el mundo anglosajón, la mujer fatal es con frecuencia
de origen extranjero. Con frecuencia se la retrata como
una especie de vampiro sexual, cuyos oscuros apetitos se
creía eran capaces de arrebatar la virilidad y la independencia de sus amantes, convirtiéndolos en una máscara
vacía de sí mismos. Sólo escapando de sus abrazos podía rescatarse al héroe. En este sentido, en los Estados
Unidos se comenzó a denominar a las mujeres fatales
como vamps, una palabra asociada con la moda de los años
veinte. El término vamp, claro, proviene de un apócope de
vampire, llamado así porque los personajes extraían la vida
de sus víctimas no necesariamente bebiendo su sangre
sino mediante explotación sexual y económica.
Quizá fue Baudelaire el primero en plantear esta relación en su poema “Metamorfosis del Vampiro”, escrito
alrededor de 1852 y suprimido por los censores de la
primera edición de Las flores del mal. En dicho poema,
una mujer, obviamente una prostituta, un ídolo de perversidad, “retorciéndose como una serpiente entre brasas”,
promete ofrecer placeres desconocidos con “sus labios
húmedos”, y garantiza la pérdida de “la antigua conciencia
en el fondo de un oscuro lecho”. El narrador, obviamente,
sucumbe a los encantos de la mujer pero “cuando hubo
succionado mis huesos hasta la médula”, la criatura parece
transformarse en un “odre pegajoso”. Aterrorizado, cierra
los ojos y al volver a abrirlos, la vampiresa ha vuelto a su
metamorfosis: “En lugar del fuerte maniquí / que se había
sumergido en mi sangre / pedazos de esqueleto chocaban
en confusión / de los que surgían chirridos de veleta”.
En 1900, la novelista francesa Rachilde publicó un relato
breve titulado La bebedora de sangre en donde mezclaba
las temáticas propias del eterno femenino, la sed de sangre
y los efectos degenerativos de la sexualidad. Los simbolistas franceses la calificaron como “Madame Baudelaire” por
su facilidad para representar la “perversidad cerebral” en
obras como Monsieur Venus (1894), novela que invertía
los roles tradicionales: una mujer tiene en su apartamento
a un “amante masculino” al que trataba exactamente igual
a la forma en que los hombres decimonónicos trataban a
sus amantes: los veía engordar, volverse indolente y pasivo.
En la más famosa de las novelas de vampiros conocida,
Drácula (1897) de Bram Stocker, si bien el vampiro es
varón, el mundo en que se mueve es de mujeres: es el
mundo de Eva, en el que regresión y cultura están en
abierto litigio. Las dos damas en las que el burdo conde
fija su mirada sanguinolenta, Lucy Westenra y Mina Harker, representan el éxito y el fracaso de las arduas tentativas masculinas para adaptar a la mujer a su oscuro mundo
“civilizado”. Son las dos caras de Eva.
Casi un siglo más tarde resulta hasta absurdo seguir
asociando a la mujer fatal con vampiresas, depredadoras o
crueles sacerdotisas del deseo. Por el contrario, desde el
pop art se las ha reivindicado como modernas heroínas no
exentas de cierta dosis de ingenuidad. El “fatalismo” o la
“fatalidad”, en cualquier caso, no se conjuga con la condición femenina. Como canta Joaquín Sabina:
Hay mujeres que compran a plazos un nicho en el cielo,
hay mujeres que cambian abrazos por ramos de azahar.
* ESCRITOR, TRADUCTOR y PERIODISTA, ha publicado varios libros de poesía
y editó la colección Planeta Nómade sobre literatura de viajes. Aparecieron
los títulos El camino de las damas, La ruta argentina, En busca de Cathay
y Las huellas del río, todos en Editorial Planeta. También la antología
En la vía - Relatos desde un tren y Relatos de París.
T E M A D E T A PA II
Las
yeguas
POR
Roger Alan Koza*
LA MIRADA CINEMATOGRÁFICA HACIA LA MUJER CONSTRUYE -REFLEJA- ROLES PERTINENTES PARA VOLVERLA UNA
Y OTRA VEZ OBEDIENTE AL MUNDO MASCULINO
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Basta tomarse un poco de tiempo para consultar un diccionario
o una buena historia del cine para verificar que el cine ha sido
desde sus inicios una cosa de machos. El sillón del director dice
Spielberg, Fellini, Eastwood, Hawks, Ford. La mujer es lo que
falta, la ausencia, la anomalía. Para filmar, se creía, había que ser
hombre, ya que una cámara penetra el mundo, y ese verbo viril
es, aparentemente, propiedad y soberanía de los hombres.
Hay excepciones, vergüenzas, sorpresas: Hitler, ante cuya presencia todos levantaban el brazo, eligió a una cineasta para que
filme su delirio patriarcal. Leni Riefenstahl, la cineasta oficial
del Führer, una mujer fuerte, fascinada por la perfección de los
cuerpos arios y los emblemas dogmáticos y simétricos de toda esa
cultura ostensiblemente kitsch, no fue precisamente la expresión
femenina por antonomasia. Vergüenza doble: del cine como
propaganda de un régimen inmundo y canalla, y de un género, el
femenino, relegado casi siempre a objeto e interdicto para estar
detrás de cámara.
Como en otras disciplinas, y allí está casi toda la historia oficial
de la filosofía para constatarlo, las mujeres llegaron tarde al cine,
excepto para interpretar un papel encantado y misterioso en el
mismo orden que las excluye. En efecto, las estrellas de cine y
las divas son, en tanto existen por una mirada (masculina) que las
constituye, piezas simbólicas de una práctica discursiva específica
de la que el cine es partícipe. Así, la invención de una mujer todopoderosa, maldita, bella, calculadora, potencialmente asesina,
capaz de robarle al hombre su propio poder, hembra sutilmente
castradora y fatídicamente seductora, criatura del llamado sexo
débil, ahora devenida en insolente y transgresora respecto del
orden simbólico de los hombres y las leyes secretas y expuestas
que los favorecen, en el cine tiene un nombre. Personaje conceptual reconocible y altamente codificado, la femme fatale alcanza
su perfeccionamiento modélico en el film noir del cine clásico
estadounidense, aunque existen variaciones reconocibles en otras
cinematografías. ¿No es ya la heroína angelical de Metrópolis
(1927), de Fritz Lang, transmutada en demonio voluptuoso,
aunque sea por un doble cibernético, una mujer fatal primitiva y
seminal?
La última revisión explícita de este personaje conceptual le
corresponde a Brian De Palma. Su Mujer fatal (2002) tiene un
inicio preciso: la perra en cuestión, Laure Ash, interpretada por
la bellísima Rebecca Romijn Stamos, mira una película mientras
espera para hacerse pasar por una fotógrafa y robar unas joyas
en el contexto del festival de Cannes. La elección de Brian De
Palma aquí es doblemente pertinente. El cine es un régimen patriarcal planetario: los hombres dominan por doquier y en todos
los puntos estratégicos de un sistema piramidal. Por un lado está
Hollywood, máquina semiótica dispersa y “universal”, en el que
las mujeres ocupan sus lugares y llevan adelante sus roles inconfundibles, casi sempiternos: novias, madres, heroínas ocasionales
y, también, mujeres fatales. Por el otro lado está el cine culto, el
que celebra el festival de Cannes; allí las mujeres pueden subvertir a medias la posición obligatoria que les depara la “naturaleza”.
La máxima transgresión, al menos su paradigma, podría ser el
de Bella de día (1967), de Luis Buñuel: una mujer de clase alta
libera su deseo y castiga involuntariamente a su marido, lo que
no sólo implica prostituirse como si se tratara de un ejercicio de
autonomía radical y emancipación del deseo orientado a una satisfacción disociada de la reproducción, sino que además se trata
de un salto hacia abajo, un descenso en la escala social mediada
por el dinero. La fría diosa interpretada por Catherine Deneuve
se acuesta tanto con ricos como con hombres de una categoría
social a la que no pertenece.
De Palma unifica ambos polos como si se tratara de un mismo
mundo. Es por eso que Laure está mirando un clásico del cine
negro hollywoodense, una película clave para examinar la figura
de la mujer fatal: Perdición (1944), de Billy Wilder, coescrita
con Raymond Chandler.
En el inicio del film de Wilder se introduce un mundo sombrío
y las coordenadas simbólicas de un cuento crepuscular: un automóvil atraviesa a gran velocidad una ciudad en plena noche. El
protagonista, un vendedor de seguros, Walter (Fred MacMurray),
llega herido al edificio de su compañía. Algo terrible ha sucedido.
Grabará una confesión, y su testimonio será la reconstrucción de
lo sucedido y el relato que veremos. Entre otras cosas, afirmará:
“No conseguí el dinero y tampoco me quedé con la mujer”.
El dinero no es un tema menor en el universo de las mujeres
fatales, pues define, posiciona y distribuye el poder en todas sus
variantes. La mujer fatal en Perdición está interpretada por
Barbara Stanwyck: es la rubia Phyllis Dietrichson, que está casada con un hombre mayor y, lógicamente, adinerado. Un día
Walter visitará su casa por un tema de seguros y allí conocerá a
Phyllis. La señora de la casa no economiza a la hora de seducir:
bajar por las escaleras opera aquí como un hechizo al que Walter,
inmediatamente, responderá. De ahí en adelante, ya no se comportará como un mero vendedor sino como un seductor, aunque
no percibirá la asimetría del juego. La escena tal vez resulte
forzada, pero evidencia un código a poner en marcha: seducir y
provocar sexualmente a un hombre determinado, comprometerlo
emocionalmente y, finalmente, traicionarlo completamente. Walter y Phyllis planearán el asesinato del esposo, que será para la
sociedad un mero accidente. Ella cobrará un seguro millonario,
y él, que no sólo ha tramitado la póliza sin el consentimiento del
difunto sino que también técnicamente cometerá el crimen, será
su nuevo consorte, y, también, su próxima víctima.
Wilder, y mucho más aún De Palma, en su relectura onírica y
lúdica, establecen el problema constitutivo de la mujer fatal. Las
acciones indican cierto poder de la mujer, pero, en última instancia, se trata de un vampirismo inocuo, pues, más allá del destino
del hombre en cuestión, que puede llegar a perder su propia vida
y su estatus, las yeguas indomables, frente al orden patriarcal del
que parecen sustraerse, son funcionales y consustanciales a él, la
cuota necesaria de contradicción y rebeldía de un sistema simbólico que necesita perpetuarse.
En otros términos, la mujer fatal es siempre mucho más una
fantasía masculina en un orden representacional vigente característico de un patriarcado, hoy pop y transgresor, que la liberación
ficcional de la mujer del sistema simbólico que la somete a devenir en madre o madonna. Es precisamente allí donde se puede
detectar la falsa desobediencia del personaje central de La chica
del dragón tatuado (2011), de David Fincher, la nueva adaptación hollywoodense del libro de Stieg Larsson, Los hombres que
odian a las mujeres. ¿No es Lisbeth la mujer fatal ideal de nuestro
tiempo? Marginal, lésbica, hacker, delgada, tatuada, una heroína
sensible, que se enfrenta discretamente al orden patriarcal, capaz
no obstante de quemar a su padre y darle sin piedad a un hombre
que la violó, pero también dispuesta a “normalizar” su sentimiento y sus elecciones sexuales, al menos cuando Blomkvist, el periodista interpretado por Daniel Craig, el 007 ultramasculino pero
también por primera vez vulnerable, demuestre un interés que va
más allá de la investigación que los reúne.
Es que la mujer fatal, como cierta concepción del feminismo, es
una operación mimética en donde el hombre y la mujer se igualan
a imagen y semejanza del macho, a ese dogmatismo de la fuerza.
Es lógico entonces que Hollywood le haya otorgado el primer
Oscar a una directora como Kathryn Bigelow, cuyo film sobre la
invasión a Iraq, Vivir al límite (2008), no sólo privatizaba su crítica
al focalizarse sobre la alteración psíquica de un batallón como un
extraño método de significar la existencia de los combatientes,
sino que dejaba sin esclarecer su posición frente al “enemigo”.
Bigelow, una suerte de mujer fatal detrás de cámara, siempre
ha filmado a los hombres como un hombre. Punto límite (1991),
K-19: The Widowmaker (2002) y Vivir al límite así lo confirman.
Si se trata de pensar un cine en el que la mujer abandone su
posición fatal de mujer fatal, un cine que esté dispuesto a disputar el orden patriarcal y su lenguaje cinematográfico, habrá que
esperar. En la apoteosis y por exceso, Virginie Despentes y Coralie en Fóllame (2000) trastocaron el orden patriarcal en su intolerable versión punk de Thelma y Louise, en donde dos mujeres se
entregan a una matanza colosal sin reparar en la cuestión de los
sexos. Sus comportamientos son el reverso exacto de todo lo que
se espera de las mujeres. Allí, la violencia es ilimitada, incivilizada, un fin nihilista de la madre y el inicio caótico de un monstruo
que ningún código patriarcal puede absorber. En un registro
no muy distinto y tal vez en sintonía, Sangre caníbal (2001), de
Claire Denis, un film sobre canibalismo, exhibe el mismo tipo de
violencia desmedida. Pero es en las geniales Bella tarea (1999)
y Material blanco (2009) donde el colonialismo y el patriarcado
quedan desnudos y al mismo tiempo despunta un camino para
el cine en el que la mujer doblega su lugar fatal en el orden del
discurso de los hombres.
* CRÍTICO DE CINE de La voz del interior, Córdoba.
Publicó El inconsciente de las películas, ed. Brujas.
Programador del Festival de Cine de Hamburgo.
13
EL S EÑ A LA D O R
ensayo
sobre la
POR
Mi hermano menor, buen lector, conoció hace
poco a una chica que salía de vacaciones
y que por eso estaba por comprarse varios
libros. Él, atento, quiso recomendarle algunas
lecturas. La chica lo miró desconfiada y le
dijo: “Sí, pero a mí me gusta solamente la literatura independiente”. Cuando me lo contó,
nos reímos. ¿Qué habrá querido decir con
eso? Y me acordé de una de las tantas boutades de Borges, cuando le preguntaron por el
compromiso literario: “Yo tenía entendido
que sólo había buena y mala literatura. Eso de
literatura comprometida me suena lo mismo
que equitación protestante”. El de editor es un
oficio que suele ser tan fundamental como
invisible. Un editor habla a través de su catálogo, es decir, de los libros que decide publicar
(y de los tantos otros que jamás entregará a
imprenta). Es probable que, por eso mismo,
la mayoría de los lectores no reconozca
demasiados nombres en esta serie: Edgardo
Russo, Adriana Astuti, Sandra Contreras, Damián
Tabarovsky, Luis Chitarroni, Miguel Balager, Américo Cristófalo, Leonora Djament. Y sin embargo,
a ellos y a unos cuantos más, responsables
de los sellos llamados independientes (en
oposición a las casas editoriales grandes, de
capitales transnacionales) los lectores argentinos les debemos si no todo, mucho de lo
mejor que se ha publicado en materia literaria
en nuestro país en los últimos quince años.
La Bestia Equilátera, editorial nacida a fines
de 2006, viene alimentando las librerías locales, pausada pero sostenidamente, de títulos y autores interesantes y pocos difundidos
en la Argentina: Muriel Spark, Julian Maclaren-
ceguera
Maximiliano Tomas*
Ross, Arthur Machen, Maurice Renard. En 2010
publicó la que tal vez haya sido la mejor novela extranjera de ese año: Los enamorados,
de Alfred Hayes. Y a fines del año pasado,
antes de que la temporada estival duerma los
catálogos de las casas editoras hasta principios de marzo, lanzó los seis relatos reunidos
bajo el título Amor ciego, del escritor inglés V.
S. Pritchett (1900-1997).
Salvo por algunas ediciones mexicanas de
sus novelas y ensayos, la obra de Pritchett
brillaba por su ausencia en la Argentina
(sobre todo sus relatos breves, que alcanzan
para llenar las mil páginas de sus Collected
Stories). Viajero incansable, combatiente en la
Segunda Guerra, amigo y consejero de Alfred
Hitchcock, este libro abre la posibilidad de que
los lectores argentinos tomen contacto con
uno de los maestros del cuento del siglo XX.
Con un talento evidente para las descrip-
ciones y los diálogos, y la creación del terreno
propicio para que se desarrollen las pasiones
(los seis cuentos hablan, de diversas maneras, del amor; en los seis aparecen, también,
mujeres por las que los hombres pierden la
cabeza), el libro abre con el relato que le da
nombre al volumen: la inolvidable relación
entre el ciego señor Armitage y su asistente,
la señora Johnson, cuyo secreto y terror es
una infamante marca de nacimiento: “Bajando desde el cuello por sobre el hombro
izquierdo hasta el pecho y más allá, dilatándose como una lengua hacia la espalda,
había una mancha horrenda, oscura como
la sangre, que hacía pensar en un pedazo
de hígado en la vidriera de una carnicería o
en una isla obscena, de bordes irregulares.
Era como si le hubieran arrojado un tarro de
pintura encima”.
Es poco probable que aquella chica que conoció mi hermano haya encontrado el libro
de Pritchett en su búsqueda de literatura
independiente, sea lo que sea que eso signifique. Lo único seguro es que en estas casi
trescientas páginas lo único que hay es buena
literatura, a secas.
* Editor literario, crítico y periodista cultural
15
O PIN IÓ N
Lo bello y lo amado
Lic. Gabriel Rolón
Foto: Ricardo Ceppi
POR
16
En griego antiguo, la palabra hybris significa
“desmesura”, y los helenos temían a la desmesura porque consideraban que lo desmesurado molestaba a los dioses. Por eso habían
ideado una proporción justa que generaba la
idea de belleza y perfección sin que hubiera
demasía de nada. Cada cosa en su justa medida, y esa medida, para los griegos, fue lo
que conocemos como “sección áurea”.
La sección áurea es un número que señala,
por ejemplo, la proporción justa entre el
tamaño de las alas y el cuerpo de un ave, la
distancia exacta que debe haber entre los
ojos de una escultura. Todo en el universo ha
de cumplir con esa proporción si no quiere
provocar un drama. Incluso la belleza. Y fue,
justamente, por una mujer que rompió con
esa regla que se desató la tragedia.
La historia comienza con el casamiento de
Tetis y Peleo. Todos los dioses habían sido
invitados a la celebración, excepto Eride (la
discordia) ya que se la sabía provocadora
(
de guerras y enfrentamientos. Ofendida, y
dispuesta a estar presente de algún modo en
la fiesta, Eride arrojó una manzana entre los
invitados con una inscripción que decía: “Para
la más bella”, y naturalmente, este desafío
bastó para que se generara un revuelo.
Tres fueron las candidatas que se adjudicaron
el derecho a comer la famosa manzana de
la discordia: Hera, Afrodita y Atenea, y entre
ellas acordaron que fuera el joven Paris, hijo
del rey de Troya, quien oficiara de juez.
Una vez tomada esta decisión, las tres aspirantes se acercaron a él con claras intenciones de sobornarlo. Hera le ofreció el dominio
sobre el universo y Atenea, la sabiduría. Afrodita, en cambio, le ofreció conseguir el amor
de la mujer más hermosa del mundo y Paris,
que tenía una especial debilidad por la belleza
femenina, dictaminó que ella era la ganadora
del concurso de belleza. La mujer elegida por
Paris fue Helena, esposa de Menelao, rey de
Esparta. Afrodita cumplió su promesa y así
)
“La mujer amada es
una mujer fatal porque cambiará
fatalmente nuestro destino.”
fue que, con su ayuda, Paris la secuestró.
Pero Hera, furiosa por no haber sido la elegida, no iba a dejar sus níveos brazos cruzados.
Tomó partido por Menelao y lo impulsó a ir
en busca de Helena. Así fue que armó la flota
más grande hasta entonces conocida y, con
Agamenón por comandante, Odiseo, Ajax y el
mismísimo Aquiles, fueron a Troya para protagonizar la guerra que, después de diez años
de lucha, sólo dejó muerte y padecimientos.
Resta decir que, en griego antiguo, Helena
tambien significa catástrofe.
El arte, la mitología, la historia, están atravesadas por la relación existente entre la mujer
y la fatalidad, tal vez por lo inseparable de la
mujer y la belleza, de la belleza y el amor, del
amor y la tragedia.
Estar enamorado implica vivir la aventura de
saberse en riesgo y, en ese sentido, la mujer
amada es una mujer fatal ya que, para bien o
para mal, cambiará fatalmente nuestro destino para siempre.
T E M A D E T A PA II
Brujas,
la persecución
canalla
FUERON TEMIDAS Y APARTADAS DURANTE SIGLOS. ESTA ES SU HISTORIA
Las brujas sellaron su destino fatídico durante siglos en
los que fueron asesinadas injustamente. En la Antigüedad
había magas, profetisas, sibilas y hechiceras devotas de
Hécate, no eran brujas. Y luego, hasta el año 1000 nadie
era ejecutado por brujería, aunque los vecinos se acusaban
unos a otros de hechicerías y de vuelos nocturnos con
el diablo. La Iglesia, harta de acusaciones, sostuvo
oficialmente que el viaje aéreo era una ilusión provocada
por el diablo y promulgó en su Canon Episcopi: “El alma
impía cree que estas cosas no suceden en el espíritu, sino
en el cuerpo”. Hasta este entonces, la Iglesia, a través de
la Inquisición se conformaba con perseguir a las sectas
contrarias al dogma: albigenses, valdenses y otros herejes.
Era una época donde la herejía era una forma de respirar.
De todos modos, los inquisidores no se sentían en paz
con aniquilar a esta gente, sino que debían hacerlo con
todos aquellos que practicaran la brujerías y otras faltas
contra la Iglesia de Roma: si se podía torturar a las brujas
como a los demás herejes, se llegaría a descubrimientos
secretos. Las brujas eran mujeres que hacían pactos
con el diablo y se reunían en el bosque a realizar
aquelarres, también llamados misas negras o sabbath,
para ello volaban por el aire montadas en escobas. El
Papa Inocencio, en 1448, cede ante ellos: promulga una
bula que autoriza a los inquisidores Heinrich Institor y
Jakob Sprenger (quienes escribieron el manual de uso
para todo inquisidor: El martillo de las brujas) a emplear
todo el poder la Inquisición para extirpar las brujas
de toda Alemania. El resultado fue que hacia 1480 la
Iglesia cambió completamente de parecer y prohibió la
creencia acerca de que los viajes y la hechicería maligna
no ocurren. Es más: el hecho de creer que estos viajes
eran una ilusión, ya denuncia algún trato diabólico. Con
la bula del Papa Inocencio, se dio comienzo a la gran
locura de las brujas que duró del siglo XV al XVII y
acabó con 500.000 personas que fueron acusadas y
quemadas. Jules Michelet escribe: “Durante mil
años el único médico del pueblo fue la bruja.
Los emperadores, los reyes, los papas, los
más ricos barones tenían algunos doctores de
Salerno, moros o judíos, pero las masas de
todo Estado, podemos decir todo el mundo,
no consultaban más que a la Sala, o comadrona.
Si no curaba, la injuriaban y la llamaban bruja.
Pero generalmente, por un respeto mezclado de
temor, se la nombraba Dama buena o Bella dama
(bella donna), el mismo nombre que se daba a las
hadas. Cuando en Basilea, en 1527, Paracelso quemó
toda su medicina, declaró no saber nada fuera de lo que
había aprendido de las brujas. Las acusaciones, además de
ciertas actividades mencionadas más arriba, incluían los
pactos con el demonio, besarlo debajo del rabo, copular
con íncubos dotados de penes fríos como el hielo o con
súcubos (demonios femeninos). En muchas ocasiones,
eran acusadas de brujas por acciones más mundanas como
matar la vaca del vecino, provocar granizadas, destruir
cosechas, enfermar al patrón o la patrona, y robar y
comer niños. Casi cualquier cosa servía para acusar a una
persona: una mirada de soslayo, una palabra, negarse a
comer cerdo podía convertirlo en un cripto judío digno
de la hoguera. La lujuria y la lascivia eran condenadas.
En el libro de Leonardo Sciascia La bruja y el capitán, la
bruja es condenada básicamente por ser una persona de
“natural caliente” y porque su patrón y alguno que otro
más ha fantaseado acostarse con ella. En los siglos XVI
y XVII, en España, gran parte de la población rural vivía
“amancebada”, sin haber contraído legítimo matrimonio.
Para la Iglesia esto era vivir en pecado, pero no los
condenaba a la hoguera. Según Henry Kamen, quienes
eran condenados a la hoguera, eran aquellos incautos que
emitían opiniones francamente liberales, por lo general,
“gente con experiencia de mundo,
gente que viajaba como
19
mercaderes, comediantes y soldados” y sostenían, por
ejemplo, que no era pecado fornicar o amancebarse.
Como la tortura era el método para lograr las confesiones
de otros nombres de brujas –era este el cometido principal- con quienes estaban confabuladas, los inquisidores no
se detenían hasta que la víctima denunciaba a una serie
de personas. El proceso inquisitorial, que podía durar
por años, era sostenido económicamente por la familia de
la acusada, que quedaba estigmatizada y empobrecida.
Con el correr de los años, las personas acusadas de brujería no esperaban salvarse, nada más querían la gracia
de ser estranguladas apenas terminara la confesión para
evitarse más suplicios y la hoguera. No valían argumentos
racionales con la Inquisición y, como suele suceder en los
tiempos de psicosis colectiva, la inteligencia era un signo
del demonio. Piedad, recato e ignorancia eran las virtudes
que promocionaba la Iglesia de ese tiempo, todo, absolutamente todo lo otro, pertenecía al Maligno.
Para el antropólogo Marvin Harris, en lo que respecta
La madre
de Kepler
20
a los viajes por el aire, existieron. No en la realidad, por
supuesto, sino proporcionados por un potingue de color
verdoso, a base de cicuta, belladona, hierba mora, beleño
y mandrágora, que las brujas se untaban por el cuerpo
en sus reuniones. El ungüento en sí sería un alcaloide
alucinógeno, cuya sustancia, la atropina, las hacía sentir
que volaban por el aire y tenían todo tipo de experiencias
placenteras. Muy acertadamente, Harris concluye que la
gran mayoría de las brujas acusadas, confesas y quemadas,
no eran aquellas que participaban en estas fiestas de sustancias, ya que los inquisidores no requisaban las casas en
busca de un pote con una pomada verde, sino que se basaban en denuncias de vecinos y luego sometían a los denunciados a la tortura. En junio del 2004, el Papa Juan Pablo
II pidió perdón al mundo por la dolorosa experiencia de
la Inquisición, es decir, por los pecados de intolerancia
cometidos desde el siglo XIII hasta el siglo XIX por los
tribunales eclesiásticos.
Patricia Suárez
El caso de la madre de Johannes Kepler merece un párrafo aparte. Katharina Guldenman, su madre, era
curandera y herborista y fue acusada de brujería contando 75 años. Cundió el rumor de que Katharina
tenía trato con espíritus malignos. Los vecinos recordaron que la había criado una tía suya que había
terminado sus días en la hoguera por bruja. Se supo también que en una ocasión la señora Kepler le había
pedido al diácono del cementerio de Eltingen que le permitiera sacar el cráneo de la tumba de su padre,
el cual quería mandar bañar en plata para ofrecérselo a su hijo Johannes como delicado recuerdo. Luego
los vecinos dieron rienda suelta a su imaginación, su maledicencia y su mala fe. Uno afirmaba que su
cojera se debía a que había bebido de una taza de hojalata en casa de Katharina, otro que al pasar por la
calle junto a la señora Kepler había sentido un agudo dolor. La inquina aunada a la estupidez: fue la gran
cómplice de la Inquisición. En 1615 la hermana de Johannes le escribió implorándole su apoyo en favor
de su madre. El proceso duró más de cinco años. Después de haber pedido inútilmente por escrito la
intervención del duque de Württemburg para que cesara esta inicua persecución, Kepler se trasladó a
caballo, en 1620, desde Linz a Stuttgart, a fin de hacer las peticiones personalmente. Allí le informaron
que su madre, una anciana de 75 años, estaba acusada de haber sido iniciada e instruida en las artes
mágicas por una tía, quemada en Weil por hechicera; de haber embrujado a varias personas; de tener
frecuentes conversaciones con el diablo; de no saber verter lágrimas; de hacer perecer los cerdos del
vecindario y de hacer paseos nocturnos; en fin, de no mirar jamás a las personas a la cara, lo que,
según decían, era costumbre entre las brujas. Kepler no logró, a pesar de su fama, más que modificar la
sentencia que debía recaer sobre su madre. Los jueces decidieron que el verdugo torturaría a la anciana,
presentándole pieza por pieza los instrumentos de tortura; debía explicarle al mismo tiempo su uso y el
aumento progresivo de los dolores. Esta horrorosa explicación tuvo lugar: la anciana resistió todas las
amenazas; terminó con esta declaración: “Diré en medio de tormentos que soy una bruja, pero no será
más que una mentira”. Tanto coraje produjo su efecto; la madre de Kepler fue liberada y murió en agosto
del año 1622. Kepler volvió a Linz, pero sus detractores lo insultaron de tal forma como hijo de una bruja,
que se vio obligado a salir de Austria.
EN T R EV IS T A I
emociones
violentas
BASÁNDOSE EN CASOS REALES, LA PERIODISTA, AUTORA Y CO-GUIONISTA DE MUJERES ASESINAS
HABLA DEL ESPÍRITU FEMENINO ENFRENTADO AL HOMICIDIO
¿Recuerda el caso de Nilda? Aquella mujer que decidió
terminar con la vida de su marido arrojándole aceite de
maíz hirviendo. ¿El de Blanca? Una cuarentona que,
cansada de escuchar voces que decían que su marido la
abandonaría, decidió clavarle una tijera en el pecho hasta
quedarse sin fuerzas. ¿El de Noemí, lo recuerda?, que cortésmente hizo llegar los brazos de su esposo Manuel a las
dos amantes. Seguro que sí, porque estas y otras historias
fueron interpretadas por las mejores actrices argentinas en
el memorable unitario Mujeres asesinas, cuyo guión estuvo
a cargo de Liliana Escliar y Marisa Grinstein y fue, durante cuatro temporadas, un fenómeno televisivo. Para ello,
no tuvieron que recurrir a la ficción, sino a la mismísima
Grinstein, quien desde 2000 publicó tres tomos con catorce relatos de casos verídicos de crímenes del sexo débil,
cuyo calificativo habría, quizás, que replantear.
Según la escritora, los capítulos de homicidios pasionales eran los que tenían mejor ráting. Le seguían los que
destilaban algo de sangre y, en último lugar, se ubicaban
los motivados por la emoción violenta. El gusto de los espectadores coincidió con el tipo de historia que contaba
Grinstein. ¿Por qué? Porque las mujeres matan lazo de
amor mediante, lo que se refleja en la virulencia y premeditación del crimen.
Mujeres asesinas, el libro, presenta las historias como
crónicas policiales, sin morbosidad y con una descripción
precisa que evidencia una rigurosa labor investigativa. Las
entrevistas a las presas, a sus familiares y a los de las víctimas,
las consultas a forenses y la lectura de los expedientes fueron
parte de la rutina de Grinstein.
“Cuando surgió la serie, muchas de las que antes me hicieron juicio pedían salir en la tele”, recuerda la autora, como
también el día en que “Yiya Murano entró a Pol-ka saludando como una diva, con una caja de bombones en la mano”.
Nos cuenta que el lenguaje con el que se expresaban en sus
entrevistas hablaba muchísimo de la personalidad, y que en
varios casos dejaron huellas de su potencialidad homicida.
–¿Qué le apasionó de las historias de mujeres asesinas
para largarse a escribirlas? Trabajaba en política nacional
de la revista Noticias y, luego de un cierre, me quedé haciendo archivo y encontré el caso de Emilia Basil: una señora
libanesa, grande, que tenía un marido y un amante. Ambos
peleaban por ella y Emilia decidió matar al amante para
que no le cuente la historia a su marido. Luego lo corta en
pedazos, lo hace empanadas, y las vende en el restaurante
de comidas árabe que tenía. Me pareció increíble. Entonces,
empecé a buscar historias de mujeres asesinas y encontré
casos que jamás hubiese imaginado que existían
–¿Cómo rotularía el género de sus relatos? Podría ser policial, porque hay un crimen, aunque por el título ya sabés que
hay una mujer que va a ser la asesina, por más que le metas
algo de intriga. Es más: cada relato tiene por título el nombre
de la asesina. Así que vendría a ser un policial sin suspenso
porque está enfocado en la trama psicológica: en contar qué
tiene en la cabeza esa mujer qué la impulsa, cuál es la encerrona trágica que la obliga a matar.
–¿Qué otros elementos hay, además del psicológico? La
indagación sobre la influencia de miles de cosas que tienen
que ver en el modo en el que las mujeres se enfrentan a los
problemas. Todas ellas tuvieron vidas complicadas. Ante
situaciones graves, trato de responder por qué no supieron
reaccionar de otra manera que no fuese la muerte. Me llamó
mucho la atención, mientras leía los expedientes, declaraciones como “mi mamá siempre me decía que si yo me casaba
se me solucionarían los problemas y no fue así, todo lo contrario” o “mi mamá me decía que yo era inútil, que necesitaba un hombre a mi lado, pero cuando lo tuve me volví más
inútil”. La figura materna, la ausencia de la paterna o una
figura paterna traumática son puntos en común. También vi
mucha expectativa en sus vidas, como toda la gente, pero que
en ellas no podía acomodarse a la realidad.
–Hay mucha pasión en los crímenes que relata, una carga emocional pesada… Creo que “Hombres asesinos” no
hubiese tenido tanta resonancia, porque la imagen de la
mujer está asociada a tener hijos, parir, alimentar; para nada
al crimen. Y la diferencia la haría la espectacularidad de la
narración, porque en el caso de los hombres no hay necesa-
riamente una relación fuerte entre la víctima y su victimario.
Puede matar al vecino porque puso la música muy fuerte,
y pum. Pero la mujer, para matar a alguien, tiene que tener
un vínculo fuerte, por lo cual cuando mata, mata con toda su
furia.
–¿Hay homicidios más justificables que otros? Podés entender alguno más que otro, pero justificarlo, jamás. A mí
me interesaba conversar mucho con los forenses, psiquiatras
o psicólogos. Me contaban que había una supuesta pastora
evangélica que le preguntaba a sus feligreses si tenían casa,
cuentas, plata. Luego iba, los torturaba, les pedía dinero: una
maldad asombrosa. Yo tenía el esquema de mujeres asesinas
que les había ido mal en la vida. Y a esta no... Los forenses
me decían que eran psicópatas y eso no se podía explicar.
–¿Cuál es la mejor historia que escribió? De diez que me
llegaban, me quedaba con una, porque por algo me interesaba: o porque mostraba el maltrato de un hombre hacia su
pareja, o el abuso de padres a hijas, o relaciones escabrosas
entre dos amigas. Hubo un caso que no lo quería poner porque me pareció que no me iban a creer e iba a tirar abajo la
credibilidad del resto de las historias. Se trata de una mujer
que mata a su nuera poniéndole una serpiente en una canastita preparada para una merienda en el campo. Pero pasó en
Pampa del Infierno, que hasta el nombre tenía de macabro, y
fue protagonizado por Cristina Banegas y Belén Blanco.
–Uno de sus objetivos era obtener un arquetipo de la mujer asesina, ¿pudo lograrlo? Ese arquetipo te lo da la poli-
cía. Ven la escena y te dicen: este fue un hombre o una mujer, y nunca fallan. En realidad, lo que buscaba era la causa y
la consecuencia, esto de que toda acción tiene una reacción.
–¿Cómo reaccionaron las asesinas cuando se enteraron de
que escribiría sus historias en un libro? Muchas decidie-
ron no hablar, y entre las que sí hablaron, por lo general, no
había arrepentidas. Todas estaban mejor, me decían “ahora
estoy tranquila, antes lloraba todos los días”. Parecía como si
tuvieran que haberlo hecho. No hablaban del crimen, hablaban de lo que pasó, y te decían “ya pasó”. La culpa no es un
sentimiento común en estos casos.
–¿Hubo alguna que se haya enojado con usted? El de Ana,
protagonizado por Juanita Viale, es un caso terrible: si bien
no terminó con la muerte de la víctima, terminó con sus ojos
y manos. Ana esperó a su ex pareja debajo de la cama: espero
que comiera, que se bañara, que se acostara, y después salió
de la cama y le tiró ácido encima. Como la causa fue por
lesiones graves, Ana salió a los seis años. Una vez me llamó
para decirme que no pusiéramos nada sobre ella porque me
podría pasar lo mismo que a su ex pareja. Por mucho tiempo,
me quedaba mirando debajo de la cama, hasta que decidí
comprar un sommier.
Osvaldo Patri
23
T E M A D E T A PA III
Modo
FATAL
ENTRARON AL MUNDO DEL ARTE SÓLO CON SU TALENTO. ALGUNAS ENCONTRARON EL RECONOCIMIENTO; OTRAS, LA
DESDICHA; Y UNAS POCAS, AMBAS COSAS. DE SUS MANOS SURGIÓ LA BELLEZA Y EL EMPECINAMIENTO, EL DE SABER
QUE EL CAMINO MÁS DIFÍCIL ERA EL CORRECTO
Cuenta la historia que Wallace y Wilhelmina Holladay
estaban viajando por el extranjero cuando vieron una
obra de Clara Peeters, la artista flamenca que pintaba
bodegones. La obra les gustó tanto que, ya en su país,
decidieron buscar información sobre ella en varios
libros de arte. No la pudieron encontrar ni siquiera
en el tan famoso La historia del arte de H. W. Janson.
Pero tampoco encontraron en estos libros a otras
mujeres de la pintura. De esta manera, los Holladay
se dieron cuenta del vacío teórico que había en el arte
y decidieron crear su propia colección pero también
exhibirla al público para que la historia de las mujeres
en la pintura comenzara a difundirse.
Lo llamaron Museo Nacional de Mujeres Artistas
(National Museum of Women in the Arts) que se
encuentra en Washington D.C., Estados Unidos y es una
institución dedicada exclusivamente a valorar, remarcar
y exhibir los logros de las mujeres en las artes visuales,
literarias e interpretativas.
En la actualidad, este museo cuenta con más de
3.500 obras de todo tipo: pinturas, esculturas y arte
decorativo; además de un extenso archivo digital que
reúne sus biografías y obras.
Allí no están todas pero casi.
Las mujeres que entraron al mundo de la pintura y
la escultura fueron signadas por la fatalidad de sus
destinos. Envueltas de pasión, eligieron utilizar sus
manos para plasmar un mundo privado emotivo hasta
lo salvaje, lo que no se domestica. El mundo recibió sus
obras con aplausos, rechazo o indiferencia pero ellas
siguieron por el camino más difícil, el de su arte.
Camille Claudel fue una de ellas y su historia es una de
las más trágicas del mundo del arte. A los 19 comenzó
a trabajar en el taller del ya reconocido Auguste Rodin.
Al poco tiempo se convirtieron en amantes. Auguste la
consideraba su musa, su ayudante, su modelo. Camille se
entregó por completo al artista: en cuerpo, alma y trabajo.
Pero el frágil equilibrio comenzó a romperse y Claudel
y Rodin se separaron en medio de una gran tormenta
pasional por la tercera en discordia, Rose Beuret.
Por ese entonces, Camille realiza L’Âge Mûr, la escultura,
quizás, más representativa de su obra, donde se muestra a
sí misma implorando de rodillas a un hombre que le da la
espalda y que está siendo llevado por una bruja.
Los años siguientes a este episodio fueron para Camille de
deterioro psíquico y emocional. Su madre y su hermana
querían encerrarla en un manicomio pero su padre lo
impedía. En cuanto a su hermano, el poeta Paul Claudel,
se puede decir que tampoco tomó ninguna decisión que
contuviera la precaria salud de su hermana.
A los siete días de haber muerto su padre, madre y
hermana la internaron en el sanatorio de Ville-Evrard y
luego en Montdevergues, manicomio en el que permanecería hasta su muerte, treinta años después. En una carta
dirigida a su hermano, escribe: “Estoy muy aburrida de
esta esclavitud. Me gustaría mucho estar en mi casa y
cerrar bien la puerta. No sé si podré realizar este sueño,
estar en mi casa”.
Los descendientes de la familia, años después de su muerte, reclamaron los restos a Montdevergues para darle una
sepultura digna pero les informaron que la parcela donde
estaba enterrada Camille (para pacientes abandonados por
sus familias) había sido removida para remodelaciones.
Frida Kahlo, fue otra pintora signada por el amor y la
tragedia. A los 6 años contrajo poliomelitis y a los 18 sufrió
un gravísimo accidente del que arrastraría sus secuelas
durante toda su vida. Su inmenso amor por la pintura
lo descubrió en esa convalecencia y su arte es el testigo
hiperrealista de la relación que se había comenzado a
narrar: su cuerpo y el dolor que le producía. El amor con
el muralista Diego Rivera fue por el mismo sendero: lo fue
todo y con ello, también vino el dolor y su omnipresencia.
Fue muy reconocida en su tiempo, aunque sólo una vez
expuso como única artista. Aplaudida y admirada se quitó
la vida a los 47 años “Espero alegre la salida y espero no
volver jamás”, había escrito en su diario.
No siempre el arte se comportó con ellas fatalmente. Con
otras mujeres, si no amable, al menos fue cortés.
En cambio, con Mary Cassatt el arte tuvo algunas deferen-
cias pero le cobró una ceguera durante los últimos once
años de su vida, vaya a saber por qué. Nacida en una familia adinerada, la niña demostraba talento para la pintura y
lo alimentaron hasta que pasó sus límites “normales”, justo
cuando Mary tenía 15 años fue cuando anunció que dedicaría su vida a la pintura e ingresó a la Academia de Bellas
Artes de Pennsylvania.
Su padre se mostró en total desacuerdo y aunque la
mantenía, evitaba enviarle dinero extra para materiales
artísticos. Más tarde, la joven consideró que Europa le
proporcionaría formación y experiencia y hacia allí partió
con sus hermanas y su madre. Luego volvió y se estableció
en Chicago pero después de unos años, justo a los 30,
comprendió que París era su lugar. Se instaló allí y se
enamoró de la pintura de Degas quien la introdujo en el
círculo de los impresionistas.
Problemas de salud de su hermana y de su madre la
deciden a interrumpir la pintura para ocuparse de ellas. Al
cabo de unos años su hermana muere y al tiempo, cuando
su madre recupera la salud, retorna a la pintura donde
comienza a alejarse de los impresionistas. En 1911, cuando
Cassatt ocupaba un lugar de reconocimiento en París
y Nueva York, le diagnosticaron diabetes, reumatismo,
neuralgia y cataratas. El último esfuerzo lo hizo hacia 1915
cuando ya a punto de quedarse completamente ciega,
contribuyó con 18 obras al movimiento sufragista. Fue lo
último que pudo pintar, once años después y sumida en
una total oscuridad, murió. Nunca se casó ni tuvo hijos,
decía que era incompatible con su vocación.
Con Leonora Carrington, en cambio, el arte fue un
poco (sólo un poco) más amable. Nació en Lancashire,
Inglaterra, en 1917. Niña traviesa y dotada de una extraordinaria imaginación avivada por su nana irlandesa, que
le contaba del mundo mágico celta, Leonora pasó de
colegio en colegio hasta que fue enviada a un internado
25
26
de Florencia, ya no soportaban (sobre todo su padre) su
indisciplina, imaginación y rebeldía. A los 19 ingresó a la
Academia Ozenfant de Londres donde conoció al pintor
alemán Max Ernst quien la interesó por el movimiento
surrealista. Al poco tiempo comenzaron una relación
amorosa aunque ella tuviera 20 y él 47, y aunque él fuera
casado. Por esto, su padre le quitó todo su apoyo y ella
partió con su Loplop –como lo llamaba– y compraron
una casa de campo en Saint-Martin-d´Ardèche donde se
instalaron. El idilio sólo duró un año, en 1939 se llevaron
a Ernst prisionero del régimen de Vichy. Leonora,
ante la inminente invasión nazi, muy desestabilizada
psíquicamente huye a España donde su padre había
gestionado su internación. En el sanatorio de Santander
estuvo dos años al cabo de los cuales logra huir a Portugal
y asilarse en la Embajada de México en Lisboa. Allí
conoce a Renato Leduc, se casan y viajan primero a Nueva
York y luego a México. Al llegar a México se divorcia y se
reencuentra con antiguos amigos surrealistas exiliados allí.
Más tarde se casó con el fotógrafo húngaro Emericz Chiki
Weisz con quien tuvo dos hijos, Gabriel y Pablo. Durante
toda su vida, el arte no se resistió con ella. A través de la
pintura y de la escultura creó obras surrealistas de gran
importancia.
Fue prolífica, reconocida y longeva. Murió mexicana a los
94 años, en 2011.
El Arte se ha comportado con algunas como la deuda tan
pendiente que tuvieron que afrontar por necesidad. Este
fue el caso de nuestra compatriota Procesa Sarmiento,
hermana de Domingo Faustino y considerada la primera
pintora argentina.
Llegó a la pintura de muy pequeña y aunque nunca dejó
de estudiar técnicas y mejorar su estilo, se dedicó a la
enseñanza: daba clases en la escuela que fundó junto a
su hermano y su hermana Bienvenida. En 1943 se exilió
en Chile donde, junto con sus hermanos, fundaron una
escuela similar a la de Santa Rosa. Siete años después se
casó con el ingeniero Benjamín Lenoir y se dedicó por
entero a su hogar. Tuvo dos hijas y abandonó por completo
la educación y la pintura.
A raíz de un accidente muy serio, su marido quedó inválido y ella tuvo que hacerse cargo de la economía familiar.
Volvió a pintar, hacía retratos por encargo y daba clases de
pintura. Al regresar a Argentina estableció en Mendoza
una escuela de arte y luego se trasladó definitivamente a
San Juan donde continuaría con su carrera de docente y
pintora.
Fue medalla de plata en la Exposición Nacional (1882)
con su obra La Vasiliki. Actualmente, pueden verse diez
cuadros originales de esta pintora –ama de casa y docente–
en la Casa Sarmiento y otros tantos en Chile. Murió en su
San Juan natal a los 81 años.
A Lola Mora (1866) el arte casi no le negó nada, salvo el
reconocimiento de sus pares y de la sociedad en la que
le tocó vivir. En su tiempo, los escultores más modernos
menospreciaban sus trabajos por considerarlos fuera de
moda y anticuados. Aún así, Lola no sólo fue una gran
escultora sino una prolífica inventora. Varias patentes llevan su nombre. Inventó un sistema para proyectar un film
sin pantalla y otro sistema para alcanzar la cinematografía
color. Como urbanista es autora del Primer Proyecto de
Subterráneos de Buenos Aires y del trazado de calles de la
ciudad de Jujuy, entre otras obras.
Su grandiosa Fuente de las Nereidas había sido encargada
por la Municipalidad de Buenos Aires para ser colocada
cerca de la Casa Rosada pero, al encontrar rechazo
por considerarla “libidinosa” fue trasladada a su actual
emplazamiento en la Costanera Sur.
A pesar de sentirse rechazada permaneció aquí y logró
escandalizar otra vez a toda la sociedad cuando se casó
a los 42 años con un joven de 20 que la abandonó sin
ninguna clase de remordimiento cinco años después.
Esculpió sin descanso una gran cantidad de obras, el
bajorrelieve de la Casa de la Independencia en Tucumán,
las esculturas que bordean el Monumento a la Bandera en
Rosario, entre muchas otras obras, además del diseño del
tintero y portalapicero para los presidentes argentinos.
Murió a los 69 años. El Congreso de la Nación instituyó
en su memoria que el 17 de noviembre –fecha de su
nacimiento– fuera el Día del Escultor.
Nela Paladino
AGENDA
Teatro
AMOR A TIROS, de Bernardo Cappa | Con Sebastián Mogordoy, Laura
Nevole y Soledad Picenza. Desde el 11 de febrero, en La Carpintería
(Jean Jaures 858. Tel.: 4961 5092).
MARTIN KENT’S SLIPSTICK | Del actor-transformista argentinoespañol que desde hace años sorprende y hace reír a toda Europa.
Los viernes y sábados de febrero y marzo en el Teatro Margarita Xirgu
(Chacabuco 875. Tel.: 4300-8817 y 4307-0066).
GREEK, de Steven Berkoff | Dirección: Analía Fedra García. Con Ingrid
Pelicori, Horacio Roca, Martín Urbaneja y Roxana Berco. Estreno: 3 de
marzo en el C. C. de la Cooperación (Av. Corrientes 1543.
Tel.: 5077-8077).
PARA QUÉ VAMOS A HABLAR DE LA GUERRA, de Román Podolsky y
Claudio Da Passano | Con Malena Figo, Claudio Da Passano y Nacho
Vavassori. Dirección: Román Podolsky. Estreno: 4 de marzo. En La
Carpintería (Jean Jaures 858. Tel.: 4961 5092 ).
EL SUSTO 1813, escrita y dirigida por Toto Castiñeiras | Con Mariela
Acosta, Pablo Palavecino y José Luis Arias. Estreno: 14 de marzo en el
Teatro Anfitrión (Venezuela 3340. Tel.: 4931-2124 y 15 3004 6545).
SEÑORITA JULIA, de August Strindberg | Con Gustavo Pardi, Josefina
Vitón y Paula Colombo, con dirección general de Marcelo Velázquez.
En la Sala El Extranjero (Valentín Gómez 3378. Tel.: 4862-7400).
FINIMONDO, de y por Toto Castiñeiras | Reestrena el 15 de marzo en
Timbre 4 (Boedo 640 / México 3554. Tel.: 4932-4395).
DESBOCADO. Libro original, dirección, coreografía y actuación:
Leandro Gazzia | Reestrena el 16 de marzo en Molière Teatro-Concert
(Balcarce 682. Tel.: 4343-0777).
EN TREN DE SOÑAR, de Eduardo Rovner | Con Luis Gasloli, Alejo
Mango y Violeta Zorrilla. Dirección: Corina Fiorillo. Estreno: 17 de
marzo en El Tinglado (Mario Bravo 948. Tel.: 4863-1188).
ALONSO Y AGUIRRE, de Paula Brusca, Juan Manuel Caputo y Cristian
Palacios | Dos héroes formidables o dos imbéciles de remate perdidos
en la América del 1400. Todos los lunes de febrero, en Timbre 4
(Boedo 640 / México 3554. Tel.: 4932-4395).
Música
MARIÁN FARÍAS GÓMEZ presenta Como en casa. Jueves 9 y jueves 23
de febrero, con Claudia Puyó, Yamila Cafrune, Mavi Díaz, entre otras
invitadas. Teatro Auditorium de Mar del Plata (Boulevard Marítimo
2280. Tel.: 0810 999 8173). CON FOTO
LA ESTRELLA MOCHILERA, el dúo musical de Rosana Sardi y Eduardo
Vazquez, un clásico de los más chicos. Miércoles y sábados a las 20 hs.
en El Anfiteatro de Mar de las Pampas (Miguel Cané entre El Lucero y
El Ceibo).
FOLCLORE EN COSTANERA SUR: Pedro Aznar (10/2), Facundo Saravia
(11/2), y Duo Coplanacu (12/2) en El Anfiteatro de Costanera Sur
(Calabria y Rosario Vera Peñaloza). Entrada libre y gratuita.
27
T E M A D E T A PA IV
CÓMIC
Vampiresas y asesinas
RAY COLLINS -EUGENIO ZAPPIETRO- GUIONISTA DE LA HISTÓRICA ZERO GALVAN Y RECIENTE GANADOR
DEL CONCURSO DE NOVELA NEGRA DE NUEVO EXTREMO, RECORRE SU PERSONAL PANTEÓN DE
HEROÍNAS DIBUJADAS
Barbarella: el amor aclara la vista
Ni Batman ni el Hombre Araña fueron capaces de milagros
superiores a los de Barbarella, creada por Jean-Claude Forest.
Sencillamente, al compartir sexo y macarrones con un Ángel
Ciego, le devolvió la visión y su amor por Pygar –el que vio los
colores por ese piadoso acto de amor–, no la inhibió de seducir
a otros personajes y encabritar a un robot de puro seductora.
Era 1962 y una cándida respuesta de John F. Kennedy a un
periodista, había clavado el arpón de James Bond, agente 007,
con licencia para matar, en el interés mundial por los grandes
héroes masculinos.
Pero Barbarella no era espía del M.I. 5, sino una ballerina que
saltaba de un planeta a otro, sin caer en la cuenta que iniciaba
la superioridad de la mujer y el camino de su liberación integral, en la historieta. No era decididamente, lo que luego el
mercado designó como sex-symbol, pero arrancó de un manotazo varias plumas de la mojigatería imperante, instalando la
relatividad de lo sexualmente correcto.
Como la mayoría de sus futuras hermanas, nació como figura
de reparto, pero trazó una eterna cicatriz en la piel del cómic.
Tanto que uno de los maridos de Jane Fonda, Roger Vadim, la
calzó en el personaje, en 1968, en una película donde la historieta y el cine realizaron un recordado matrimonio igualitario,
inaugurando una moda que los pioneros ingleses no tardaron
en seguir.
La nada modesta Modesty Blaise
La cara femenina de Bond no provino de la ciencia ficción
como Valentina y Vampirella, próceres del erotismo en el cómic; era de extracción menos exagerada, casi un ama de casa
a la que la vida la hizo de material incombustible. El guionista
Peter O’Donnell llevó al Evening Standard el proyecto de una
tira diaria donde una chica, Modesty Blaise, había sufrido las
miserias del cautiverio en un campo de concentración y una
adolescencia que la llevó a aprender todos los trucos de la supervivencia en Tánger, donde ganó el liderazgo de una banda criminal, rol hasta entonces reservado a los duros machos de la historieta, las novelas y en las tradicionales sociedades del hampa.
Si Barbarella era sexualmente milagrosa, no tenía la hiriente sensualidad de Modesty; a ver: cuando nada menos que Joseph Losey
se lanzó a trasladar al cine el personaje ya famoso en el cómic y
en las novelas que a la par, escribía O’Donnell, eligió a Monica
Vitti, reservorio de un glamour sexual perverso y distraído, tan
creíble como en la historieta. Era ya 1966 y la mujer, a través de
Modesty Blaise, descosía límites impensados para lectores imaginativos: Flash Gordon y el Príncipe Valiente comenzaron una
discreta retirada silenciosa...
La herencia de Mamá Modesty: Valentina y Vampirella
La heroína inglesa fue de la mano de su creador hasta 2001,
cuando la finalizó. Pero dos años después de su nacimiento, en la
tierra de los amantes de Verona, Guido Crepax, un elegante arquitecto incapaz de matar una mosca, mientras ilustraba revistas
y libros, soñó que era hora de que existiera un personaje (masculino, claro) que inmovilizara con la mirada. Metió mano en el
centro de la tierra, donde muy profundo vivía un mundo de hombres ciegos, que luego de avatares impresionantes, dejan un solo
sobreviviente al que llamó Neutron, crítico de arte y criminólogo.
Todo iba bien hasta que una dama escondida en el casting, llamada Valentina Rosselli, capaz de desnudarse sin sonrojos, lo convenció de pasar a la posteridad en un puñado de capítulos más.
A partir de 1965, Guido Crepax (1933-2003) utiliza a Valentina
(a secas, ahora) como la estrella del erotismo en la historieta y
acuña otras heroínas de distinto pelaje que no lograron el éxito
de aquella, pero que motivaron a un laborioso editor de revistas
estadounidenses de monstruos y terror a elaborar un varietal
insólito, necesitado, claro, de una protagonista que dejara a los
lectores con la boca más abierta, todavía. Forrest J. Ackerman, en
1969, a través de la revista Creepy crea Vampirella.
De la mano de Frank Frazzetta (Conan, el bárbaro) y de José
González nace una mujer rotunda, un “hembrón” que diría la
barra del café, sin eufemismos–, donde ya no importan las cuestiones de género, sino que de la mano de los sucesivos guionistas
y dibujantes, prefiguran lo que hoy puede denominarse vampirosexomanía.
Vampirella viene del pasado, cuando Roma no existía, de un
planeta Drákulon, donde los vampiros beben a espuertas sangre
que llevan los ríos. ¿Es la felicidad completa? Claro que no: un
miserable llamado Vlad es alérgico a beber ese líquido, porque
es sangre sintética y él sueña con mordisquear cuellos como
manda el reglamento y asesina a los que mandan en Drákulon,
para venir a la Tierra. Aquí ingresa Ella, que luego se llamará
Vampirella, cuyo padre, asesinado, clama por justicia y venganza.
La larga búsqueda de Vlad mostrará a la heroína cada vez más
voluptuosa, dibujada por arteros artistas que la convierten en la
sex-symbol gráfico por excelencia. En 1996 Jim Wynorski, filmó la
película que protagonizaron Talisa Soto como Vampirella y Roger Daltrey, con un presupuesto carenciado de apenas un millón
de dólares.
El personaje proveyó modelos para Angelina Jolie hasta derivar
en ese delirante y prolijo producto que es Señor y Señora Smith,
y también para Uma Thurman en la saga de Kill Bill.
La cosecha de mujeres nunca se acaba
A comienzos de los 80 el notable guionista Robin Wood debió
dejar de escribir algunos personajes raigales en la editorial Columba para abocarse a proyectos nuevos y recibí en herencia a
cuatro de ellos, entre los cuales estaba Grace Henrichsen, antigua pareja de Dennis Martin, ambos de profesión espías.
Si bien Martin era en sí mismo todo un ícono masculino en clave
de un desolado humor ante la vida, Grace revestía todos los caracteres desde Barbarella a Modesty Blaise, era tan mujer y tan
única que las aventajaba en que no ambicionaba poder alguno,
pertenecía a un solo y perdido amor y estaba dispuesta a vivir
cada segundo en el mayor peligro, sin esperar nada a cambio.
¿Era un envase de erotismo? ¿Era desinhibida y desprejuiciada?
¿Era sensual y una mezcla de todas las heroínas? Grace Henrichsen era dinamarquesa (la leyenda cuenta que así se llamó uno
de los amores de su autor, Wood), rubia, con toda la sensibilidad
femenina en bandolera, sin alardes, capaz de dejar una ardiente
cicatriz como mujer en cada historia. A esto contribuyó su artista
inicial, el dibujante Ángel Fernández, responsable de Dennis
Martin y del curioso teniente “Zero” Galván, del Precinto 56 y
otros engendros de los que asumo la responsabilidad.
Durante más de una década y más de cien aventuras la tuve a mi
lado, en lo que representó uno de los más exigentes trabajos que
he emprendido en el cómic y tanto los límites impuestos por la
casa editora como la libertad con que había sido concebida, me
obligaron a un tour de force inolvidable, que me llevó a diseñar
a Darla, una fotógrafa emancipada y librepensadora, producida
para el mercado italiano.
Ray Collins
29
RECOMENDADOS
KAFKA Y LA MUÑECA VIAJERA
Jordi Sierra I Fabra
Siruela
MIENTRAS DUERME EL TIBURÓN
Milena Agus
Edhasa
CRÍMENES
Ferdinand Von Schirach
Salamandra
Se cuenta que Franz Kafka, paseando por un parque
de Berlín, se encontró con una niña que lloraba
porque había perdido a su muñeca. El escritor la
consoló diciendo que su juguete se había ido de
viaje y así se convirtió en el cartero que durante
tres semanas, le llevaba una carta a la niña. La
historia, contada por la compañera de entonces,
Dora Dymant, fue tomada por Sierra I Fabra para
niños y jóvenes pero se convirtió también en
un texto para adultos. Esta 16° reedición está
acompañada por las ilustraciones de Pep Montserrat.
En la nueva novela de Angus, una hija inmersa en
una atmósfera asfixiante, sueña con encontrar
el amor mientras se propone observar a quienes
la rodean para descubrir el camino a la felicidad.
Una madre temerosa, un padre ausente y soñador,
una tía que busca esposo, un hermano que quiere
huir y ella misma que se envuelve en un erotismo
desenfrenado por alcanzar alguno de los misterios
del amor.
Esta es la primera obra literaria del reconocido
abogado penalista alemán que quiso contar
algunos de los casos reales que le tocó defender en
tribunales. “Pero en realidad -aclara en el prólogohablo del ser humano, de sus fracasos, de su culpa
y su grandeza.”
Relatos breves narrados con elegancia y sin
regodeos, muestran a un nuevo autor que
seguramente nos seguirá convocando a la lectura
de sus libros.
EL OJO ABSOLUTO
Gérard Wajcman
Manatial
EL PUENTE DE LOS ASESINOS
Arturo Pérez Reverte
Alfaguara
LA INAUGURACIÓN
María Inés Krimer
El Ateneo
“Una mutación sin precedentes está teniendo lugar
en la historia de los hombres.” Así comienza este
extraordinario ensayo del escritor, psicoanalista
y profesor del Departamento de Psicoanálisis de
la Universidad de París 8, además de director del
Centro de Estudios de Historia y de Teoría de la
Mirada. La mutación de la que habla Wajcman no
es otra que la tecnología creada para vigilar y
volvernos íntegramente visibles.
“Hay una política de la mirada. Es global, universal,
indiferente a la diversidad de lugares ámbitos en
los que actúa la mirada se ha mundializado. Hay
una política de la mirada, y el despliegue de la
video vigilancia es su forma más visible y sensible.”
Desde 1996 las aventuras del capitán Alatriste se
convirtieron en un acontecimiento literario que hace
que miles de seguidores del extraordinario personaje,
esperen ansiosos una nueva. En El puente de los
asesinos la misión del capitán será intervenir en un
asunto delicado para favorecer al rey católico en el
Estado de Italia. Sus camaradas, Sebastián Copons
y el peligroso moro Gurriato, junto al joven Íñigo
Balboa, lo acompañarán en la aventura.
“Diego Alatriste, que no despegaba los labios,
estudiaba a los otros dos hombres. La vida y sus
lances le habían enseñado a situar a las personas por
lo que callaban, en vez de por lo que decían. Puestos
a juzgar palabras, gestos o intenciones, los oídos
solían mentir más que los ojos.”
Ganadora de la última edición del Premio Internacional Letra Sur 2011, La inauguración narra sin
aliento el mundo del poder, las costumbres rurales,
el sexo y las diversas caras que muestra la dominación y la trata de blancas. Como telón de fondo,
el reciente conflicto entre el campo y el gobierno,
aportan una atmósfera creíble y atrapante.
El escritor Martín Kohan (integrante del jurado del
concurso) dijo de ella: La inauguración lleva el
suspenso hasta su punto más verdadero: transcurre
como novela de espera, pero es una espera en
la que late la plena ferocidad de las acciones. El
mundo cerrado de una casa de campo y el mundo
social que se adivina afuera, se dejan iluminar por
Krimer bajo una misma clave: la espesa idiosincracia
del delito.”
30
RANKING
FICCIÓN
NO FICCIÓN
INFANTIL
JUVENIL
1. El prisionero del cielo
1. Mujeres tenían que ser
1. El principito
1. Casi ángeles / El Hombre
Carlos Luis Zafón
Planeta
2. Kilómetros de negra
Elizabeth Vernaci
Planeta
3. Juego de tronos
George R. R. Martin
Plaza & Janés
4. Los padecientes
Gabriel Rolón
Emecé
5. El cuaderno de Maya
Isabel Allende
Sudamericana
Felipe Pigna
Planeta
2. Steve Jobs
Walter Isaacson
Debate
3. Heridas emocionales
Bernardo Stamateas
Vergara Editor
4. Horangel / Predicciones
astrológicas 2012-2013
Horangel
Atlántida
5. Sé tu propio héroe
Claudio María Domínguez
Atlántida
Antoine de Saint-exupéry
Emecé
2. Gaturro atrapado en el
mundo Gaturro
Nik
Sudamericana
3. Gaturro a lo grande 4
Nik
Catapulta
4. Nuestro planeta, Natacha
Luis María Pescetti
Alfaguara
5. Abremente 6/7
Editores de Catapulta
Catapulta
de las mil caras
Leandro Calderone
Planeta
2. El ladrón del rayo
Rick Riordan
Salamandra
3. El mar de los monstruos
Rick Riordan
Salamandra
4. Firelight / Chica de fuego
Sophie Jordan
V&R Editoras
5. Sinsajo
Suzanne Collins
Del Nuevo Extremo
31
MÚSICA
PELÍCULAS
1. 21
1. Los pitufos
Adele
Sony
2. Lioness hidden treasures
Amy Winehouse
Universal
3. Nothing but the beat (2 CD)
David Guetta
EMI
4. Independiente
Ricardo Arjona
Metamorfosis / Warner Bros.
5. One more love
David Guetta
EMI
Raja Gosnell
Sony
2. Cars 2
John Lasseter y Brad Lewis
Walt Disney
3. La novicia rebelde
Robert Wise
20th Century Fox
4. Cuento chino
N/D
Walt Disney
5. Medianoche en París
Woody Allen
Sun Distribution
Esta información comprende los libros (ficción/ no ficción/ infantiles/ juveniles), CDs y películas más vendidos en todos los puntos de venta del Grupo ILHSA S.A. desde el 09/01/12 y el 15/01/12.
E N T R EV IS T A II
La mutación constante
LA ESCRITORA MEXICANA DANIELA TARAZONA VISITÓ NUESTRO PAÍS PARA PRESENTAR SU PRIMERA NOVELA,
EL ANIMAL SOBRE LA PIEDRA, DONDE ABORDA LA TRANSFORMACIÓN A LA QUE SE SOMETE SU PROTAGONISTA
AL AFRONTAR UN DUELO
Es una de las escritoras más famosas de su país y su primera novela, El animal sobre la piedra, ha sido considerada
entre las mejores diez novelas de su país, México, donde
fue publicada en el 2008. Daniela Tarazona es la misma
persona que escribió el ensayo Clarice Lispector, (un nuevo
acercamiento a esta grandiosa autora brasileña que nació
en Ucrania). El animal sobre la piedra parece hacerle honor, no por el tema, sino por la forma en la que está narrada. Frases cortas, parráfos breves, espacios en blanco que
generan un silencio inmediato y necesario para nosotros,
los lectores. Todo en 103 páginas y 18 capítulos que llegaron a la Argentina de la mano de la Editorial Entropía.
Allí nos muestra el paso a paso de una mutación que sufrimos todos a lo largo de la vida.
–¿Cómo surgió la novela? Necesitaba tocar el tema de la
muerte, de lo que se siente cuando te toca el duelo, lo que
nos sucede cuando alguien muere. Creo que nos transformamos para sobrevivir esa pérdida. Por eso, en este caso, la
protagonista viaja y se aleja y muta en un reptil.
–¿Por qué un reptil? Creo que respondí a una necesidad.
El personaje necesitaba ser representado de manera simbólica y sabemos que los reptiles representan la mutación,
el éxito evolutivo. Para ello consulté a varios biólogos con
mucho conocimiento sobre las lagartijas y la vida animal
en general. Quería poner en relieve que nos comportamos mucho bajo el dominio de los instintos y los impulsos
aunque perdimos gran parte de nuestra intuición y que la
sociedad sigue respondiendo a esta lógica.
–Y, en esta mutación, Irma, el personaje principal no se
angustia sino que se libera, ¿por qué eligió una mujer
para esta mutación? Primero, porque al ser mujer, estoy
más familiarizada con mi género pero también porque creo
que las mujeres estamos más relacionadas con la mutación,
como una puerta abierta hacia el cambio. Nuestro cuerpo
cambia continuamente en la vida cotidiana y somos parte del
universo afectivo que nos atraviesa.
–¿Cómo fue el proceso de seis años de trabajo para llegar a la novela? El animal sobre la piedra es producto de
mucha selección, de mucha experimentación. Hubo muchos
manuscritos que fui seleccionando y modificando y el resultado final surgió de la escritura misma. Creí que esta historia
necesitaba frases cortas y precisas y un registro anómalo que
sucede en la ambigüedad y que marca silencios para que el
lector pueda entrar en la novela. Procuro escribir teniendo
una emoción en la mente.
–¿Cuál fue la emoción? La emoción sobre el duelo me
conectó mucho con la novela pero básicamente lo que quise
transmitir fue la sensación de pérdida, de despojo. Aquello
que uno puede perder en la vida y lo que se pone en juicio
cuando hay un cambio, un crecimiento en el que se deja atrás
todo lo que uno ha sido. A medida que vivimos, perdemos las
pieles de lo que fuimos. Es creer en la existencia de otra manera. Percibir la realidad como en una mutación constante.
–Es clave el reptil como un símbolo… Siempre me interesaron mucho los símbolos. En este caso, Irma sufre una metamorfosis ascendente: ella lo asume todo como perfecto hacia
arriba, hacia un estado evolutivo de supervivencia. Y los reptiles representan la capacidad de transformación, una paradoja
evolutiva entre la antigüedad y la modernidad.
–Su abuela meditaba, hacía yoga y para una persona
que está en este camino, la novela puede despertar más
cosas en su interior. ¿Escribe con estos conocimientos?
Están en mi construcción de la percepción y de las emociones
porque es un territorio que produce riqueza de significados
y creo que es una fortuna tenerlo. Además, no me interesa la
normalidad.
–¿En qué lugar cree que está la mujer hoy? Creo que
atravesamos un momento difícil. En los 60 sucedieron cosas
muy importantes para nuestro desarrollo y aquellas ideas
sobre la maternidad y la importancia de cuidar lo que crece
adentro nuestro, del rol en el hogar son las que hoy no sabemos dónde ubicar. Somos hijas de una generación que vio
que las instituciones no funcionaban y, ahora, nos estamos
acomodando en un nuevo lugar.
–A Irma se le muere su madre, ¿qué es ser hija para
usted? Como hijas tenemos una gran carga de herencia sentimental y una conformación del mundo más densa que la de
los hombres, heredamos la lengua que es considerada materna y transmitimos muchas cosas pero como hijas necesitamos
desprendernos de nuestras madres. Por otra parte, creo que
parir un ser debe ser una experiencia alucinante. Es increíble
que el cuerpo femenino se ocupe de otro cuerpo que crece
dentro nuestro. Aunque me parece que, muchas veces, nos
reproducimos sin reflexionar sobre lo que significa ser padres.
–El primer libro que escribió fue un ensayo sobre Clarice Lispector, una mujer fatal de la literatura. ¿Cómo
la marcó? Me marcó mucho su capacidad de lograr frases
sabias con pocas palabras, su mirada del mundo me parece
muy atractiva y su capacidad como escritora también. Yo también escribo porque lo necesito y mi relación con la escritura
responde al impulso de querer escaparme del mundo y comprenderlo. Clarice era una persona incómoda con el mundo y
yo también soy así. La realidad le costaba trabajo y se preguntaba mucho sobre su identidad. A mí, la escritura me ayuda a
comprender quién soy, mis deseos y angustias.
–¿Y qué significa ser una mujer en la literatura? Para mí,
tenemos muchas ventajas. La literatura escrita por mujeres es
atractiva para todos y nunca antes tuvimos la oportunidad de
estar al mismo alcance que los escritores. Además, creo que
tenemos mayor familiaridad con las emociones. Sin embargo,
creo en una literatura humana que interesa tanto a hombres
como mujeres, que hable de la existencia y de la condición
humana en general.
Antonela de Alva
Se trata de la historia de Irma, una mujer que queda muy afectada por la muerte de su madre y decide salir de
la ciudad y tomarse el primer avión para refugiarse en una playa. Y así empieza este viaje por la mutación de Irma,
la metamorfosis que va atravesando en estos breves capítulos en los que se ve a ella misma como un reptil y
ve, cómo deja sus pieles anteriores, su vida antigua. Entre la literatura fantástica y la mitología clásica, Irma se
transformará inesperadamente pero en forma pausada y natural. Y lo que importa, no es si es delirio o realidad,
sino lo que le sucede introspectivamente a esta protagonista que nos atrapa con esta especie de diario íntimo
desde el primer párrafo.
33
JA Z Z
JAZZ & BLUES
“Conocerás un extraño...
sonido”
LA COMPILACIÓN DE LOS TEMAS MUSICALES DE LAS PELÍCULAS DE WOODY ALLEN REÚNE 36
OBRAS MAESTRAS DEL JAZZ QUE ILUSTRARON ALGUNOS DE LOS PASAJES CINEMATOGRÁFICOS
MÁS MEMORABLES DEL GENIO NEOYORQUINO
Aunque entre “las 10 cosas por las cuales la vida merece ser
vivida”, Woody Allen catalogó el tema Potatohead Blues, de
Louis Armstrong, la banda de sonido de aquella película con
ese planteo existencial, Manhattan, y muy especialmente
la creciente Rapsodia en blue de George Gershwin podrían
reclamar un lugar preferencial en el podio de aquella lista.
Parte del genio de Woody Allen, a lo largo de toda su
carrera cinematográfica, incluyó, además de reflexiones
extraordinarias y desopilantes que se han galvanizado como
expresiones casi antropológicas de esta época (“el sexo sin
amor es una experiencia vacía: pero entre las experiencias
vacías, es la mejor que tuve”, o “el dinero no da la felicidad,
pero procura una sensación tan parecida que se necesita un
especialista muy avanzado para verificar la diferencia”, y así),
sus películas han deparado una selección de maravillosos
soundtracks, como soporte de sus títulos fondo negro-letra
blanca, al inicio y al final, y como música incidental (el
acierto de este genial director ha consistido en simplificar
ese trámite, apelando a insuperables composiciones, como
la mencionada de Gershwin, o hallazgos como Sing, sing,
sing, esa intensamente rítmica creación de Benny Goodman
ilustrando en forma sonora una esperpéntica persecusión
automovilística en Misterioso asesinato en Manhattan –uno
de sus opus más recomendables por lo gracioso y divertido–,
donde la batería y los “ataques” de saxos, trombones y trompetas juegan un absurdo contrapunto con un auto que cruza
el puente de Brooklyn a ínfima velocidad de turista distraído).
Ahora, el delicioso compendio de perlas jazzísticas que
configura la reunión de los temas musicales de sus películas
finalmente se ha conglomerado en Woody Allen La Musique:
de Manhattan a Midnight in Paris. Un disco doble por el que
desfilan, entre otros, el saxofonista Stan Getz y su envolvente
versión de Desafinado, de Joao Gilberto, que coloreó la
erótica metamorfosis de Marietta, esa entrañable mogijata
sureña devenida polimorfa fotógrafa artística interpretada por
Patricia Clarckson en Whatever Works.
Piezas que pueden reclamar con justicia su propio espacio
en el decálogo, como Take the A Train, de Duke Ellington,
también aparecen en la compilación, merced a su previa
utilización en el soundtrack de Melinda and Melinda.
Allí está La Conga Blicoti, de Josephine Baker para
convertirnos en “internamente negros” ante la imposibilidad
de no desear danzar en forma tribal al ritmo de este fragmento de la encantadora Midnight in Paris, o la sutil voz de Billie
Holiday en Did I remember (To tell you how I adore you),
que paseó sus acordes por Celebrities, aportando las voces
femeninas de diosas de la canción jazzística.
Margarita Cansino, más conocida por su nom de guerre de
Rita Hayworth, solía decir que “los hombres se acuestan con
Gilda y se despiertan con Rita”, por la decepción que sentían
al comprobar que la actriz era menos atractiva que la volátil
histérica con la que compuso su personaje más famoso.
Este disco doble, con las canciones jazzísticas “aisladas” del
contexto cinematográfico en el que fueron usadas, supera
festivamente esa contradicción, con 36 gemas musicales que
inspiran un disfrute sublime, más allá y más acá de los límites
de la realidad.
S.V.
35
M Ú S ICA PO PU LA R
Laura Canoura
Como
ninguna
POR
Carlos Salatino
LA CANTANTE URUGUAYA FESTEJA LA EDICIÓN DE SU ÚLTIMO TRABAJO, UN AMOR DEL BUENO,
Y SU BIOGRAFÍA, QUIÉN ES ESA MUJER
36
En Laura Canoura conviven varias mujeres a la vez. La que se
presta a la entrevista con sencillez y gentileza, la que maneja su
carrera con fuertes convicciones, la que se pone en la piel de
Edith Piaf o interpreta el tango como ninguna, la que no espera
que su amor le regale flores porque ahora planta sus propias
rosas (la satisfacción tarde o temprano llega y lo importante
son las rosas y no que te la regalen, afirma), la que susurra las
palabras con que arropa las canciones que interpreta, la que
hace sus mandados en su barrio o la que se hace gigante arriba
de un escenario para subyugar con su arte al público. Su último
disco, Un amor del bueno, coincide con la edición de una recopilación de su carrera y una biografía, ambas tituladas Quién es
esa mujer.
magnitud de Rumbo cuando el Comité del Bicentenario logró
reunirnos para cantar en la fiesta de celebración. A partir de
ese momento, por medio de las redes sociales y los músicos que
participaron junto con nosotros en la reunión, que eran todos
jóvenes, nos dimos cuenta de qué manera éramos referentes de
generaciones posteriores. Esto es algo muy gratificante.
–Rumbo es uno de los grupos más referenciales de la música
popular uruguaya. ¿Qué sensaciones tiene de haber participado de aquella agrupación? A fines de los setenta ninguno
–Entre los géneros que abordó en su carrera, tienen un
lugar especial el bolero y el tango. ¿Cómo encaró ambos
repertorios? El bolero es una música que los intelectuales no
de nosotros era consciente de lo que estábamos haciendo en
ese momento. Éramos un grupo de músicos que nos conocimos en un conservatorio y que nos gustaba hacer música.
Ninguno tenía como objetivo cambiar la historia de nuestro
país haciendo canciones. Lo que ocurrió con muchos artistas en
ese momento era como una especie de fuego que se encendió
gracias a varias llamitas que aparecieron en varios lados a la
vez. Recién el año que pasó empecé a tomar conciencia de la
aceptan reconocer que les gusta, aunque lleguen a sus casas y
la escuchen a escondidas. Boleros fue uno de los trabajos que
más disfruté hacer, al igual que el espectáculo que concretamos
basado en el disco. Este género tiene un repertorio conocido
y gentil, que rápidamente vincula al cantante con la gente. Al
tango en cambio lo llevamos de manera “intravenosa”. En todo
el Río de la Plata se respira tango. En mi casa siempre se lo
escuchaba y se lo cantaba. Cuando era joven nunca se me pasó
–¿Por qué se define a sí misma como una mujer que canta?
Primero porque es importante definirse como género, y
después porque la actividad a una la define todavía más. En
todo caso soy una mujer que canta, que es madre y que hace
un montón de otras cosas. Por suerte, la mayor franja de popularidad me llegó cuando ya era una persona madura y estaba
convencida de lo que quería hacer de mi vida.
por la cabeza cantar tango. Pero discretamente fue apareciendo
en mi repertorio, hasta que un día me decidí y me saqué las
ganas de hacer un disco y un espectáculo.
–¿Cómo conviven en usted la mujer y la artista? Si tengo
que salir súper producida y cuidar de mi vestuario o mi peinado para ir al almacén de la esquina para hacer las compras,
me bajo de esta historia. Hace muchos años, cuando mi hija
era chica, fui a la feria de mi barrio a comprar una docena de
huevos. En esa época todavía se envolvían en papel de diario.
Al llegar a mi casa veo que los habían envuelto en una doble
página de un suplemento semanal en donde había una nota
sobre mí. Una tiene que aprender a convivir con eso, si no se
puede desbarrancar ante un primer fracaso. Poseo la capacidad
de tener una vida en la que puedo relacionarme con los vecinos
y hacer las compras y más tarde de producirme y convertirme
en la artista que la gente quiere ver arriba del escenario.
–¿De qué manera fue descubriendo su veta como compositora? En Rumbo compuse algunas cosas, pero me concentré
en el rol de intérprete. Además en el grupo estaba Mauricio
Ubal que es uno de los mejores compositores de mi generación.
Hasta que, como sucede siempre en una crisis afectiva, empecé
a escribir y a hablar de mi vida y de mis afectos cercanos. Le
mostré mi material a quien por entonces era mi guitarrista,
Jorge Nocetti, que me incentivó a que fuera para adelante.
Cuando se siente el aval de los colegas una piensa que hay un
camino para recorrer. Mi último álbum, Un amor del bueno,
estaba a medio hacer desde hace unos años. No estaba estimulada para hacer un nuevo disco de autor. Por suerte Andrés
Bedó, quien es mi actual pianista y arreglador, me impulsó para
terminar los temas que tenía e, incluso, componer un par más
en colaboración.
–¿Cómo fue ponerse en la piel de Edith Piaf en la obra de
teatro? Fue un desafío muy grande. Me dio una experiencia
muy rica en el aspecto artístico y me permitió incorporar un
repertorio de gran valor. En mis actuaciones, cuando hago un
tema de Piaf, el clima se convierte porque ella es una referencia
afectiva muy fuerte para todo el mundo.
–¿Se considera una mujer fatal? No creo que yo sea una
femme fatal. Aunque tal vez haya algún hombre que en alguna
circunstancia me haya considerado así. Desde chica tuve mucho
carácter y personalidad. Para liderar un grupo como en el que
estoy y manejarme femeninamente en un mundo masculino,
una debe tener mucho carácter. Esto es algo que llevo como
bandera. No voy a convertirme en un hombre para manejar mi
carrera. Voy a llevar adelante mi camino como mujer. Todo el
entorno con el que trabajo está integrado por hombres.
–¿Como ve su inserción en nuestro país? Rubén Rada, los
Fattoruso y Jaime Roos abrieron el camino para que pudiéramos
llegar a las murgas, Fernando Cabrera, Ana Prada o yo… Tengo
gran expectativa para insertarme en la Argentina, pero quiero
que se vaya dando de manera natural. Prefiero que sea una
transmisión boca a boca e ir conquistando de a poco al público.
Esa es la forma en que a mí me gusta descubrir a los artistas.
BUNBURY, LICENCIADO CANTINAS
El “Licenciado Cantinas” no es otro que el alter ego de Enrique Bunbury,
el cantante nacido en Zaragoza que continúa con su exploración de los
diferentes universos de la música popular.
En esta oportunidad ofrece su personal
visión sobre el repertorio latinoamericano,
conformado por rancheras, tangos, chacareras
y cumbias. Acompañado por su banda, Los
santos inocentes, Bunbury aborda canciones
emblemáticas como El mar, el cielo y tú, de
Agustín Lara, nuestra Chacarera de un triste de
los hermanos Simón, El día de mi suerte de Willie Colón, El cielo está dentro de
mí, de Yupanqui y Del Cerro y varias páginas del cancionero de esta parte del
mundo. Una notable producción hecha con gran respeto y calidad musical.
MARIO PARMISANO TANGO JAZZ TRÍO – MICHELANGELO
Con una amplia trayectoria tanto en nuestro país como en el exterior, en donde
integró el grupo del guitarrista Al Di Meola, el
pianista Mario Parmisano ofrece una mirada
desde el jazz de la música de Astor Piazzolla.
Acompañado por Jorge Oss en bajo y Lucas
Canel en batería, Parmisano se interna en los
vericuetos musicales del gran compositor y
bandoneonista, y le aporta un toque personal
en el que el espíritu de las creaciones del
marplatense suena con un estilo vigorizado. Un gran trabajo tanto en los
arreglos como en la interpretación.
PABLO MAINETTI – PARTES DE LA SUMA
Casi una banda de sonido de una película
sin imágenes propone el bandoneonista y
compositor Pablo Mainetti. Con muchos
elementos de música contemporánea, Mainetti
crea climas misteriosos y envolventes en El
Quijote, Fuga parisina, Breaking Silence y Duelo
criollo, mientras que Edgardo Cozarinsky aporta
su voz en su relato “Raptos”. Excelente trabajo para agrupación de cámara y
bandoneón.
MERCEDES SOSA – YO TENGO TANTOS
HERMANOS: GRAVADO AO VIVO NO BRASIL
Auténtica joya rescatada de Mercedes Sosa,
registrada en vivo entre el 17 de marzo y el
6 de mayo de 1980 en Brasil, dos años antes
de su histórico regreso a nuestro país con
los recitales en el teatro Ópera. Este álbum
representa además un testimonio discográfico
de temas que la cantante no volvió a interpretar en vivo, como Cantor de oficio,
Antiguos dueños de las flechas, A Víctor, Plegaria a un labrador o La carta. Un
disco que en cierto modo marca la conclusión de la etapa más folclórica de la
tucumana.
JUAN FALÚ – LO MEJOR DE JUAN FALÚ
Compilación imprescindible para internarse
en la música de Juan Falú, uno de los más
importantes exponentes de la guitarra de
nuestro folclore. Desfilan temas de sus trabajos
solistas como otros compartidos con artistas
como Marcelo Moguilevsky, Oscar Alem,
Liliana Herrero, Juan Anapios, Ricardo Moyano,
Rosendo Gruart y Carlos Aguirre.
M Ú S ICA CLÁ S ICA
Sin
condiciones
LYDIA CHEN, VIOLISTA E HIJA DE MARTHA ARGERICH, DETALLA LOS PORMENORES DEL INCENTIVO QUE SU
MADRE OFRECE A JÓVENES Y VIEJOS MÚSICOS
Martha Argerich nació en el año 1941. A los cuatro años
38
dio su primer concierto en el Teatro Astral de Buenos Aires.
Poco después comenzó a estudiar con Vicente Scaramuzza,
uno de los fundadores de la tradición pianística argentina. En
1955 escuchó tocar el piano a Friedrich Gulda y convenció a
sus padres de que la llevaran a Viena para ser su discípula. Y
así sucedió: Gulda se convirtió en su maestro más influyente. “Martha es prodigiosa –señalaba el pianista en su autobiografía– tenía sólo 12 años pero yo no sabía qué enseñarle,
porque ella ya lo sabía todo. Fue el máximo talento que tuve
entre mis alumnos, no hubiera podido pedir nunca dinero a
cambio.”
A pesar de que el mundo musical sabe mucho acerca de Martha Argerich, no estará de más repetir que su técnica pianística es brillante. Además, ella posee un maravilloso sentido de
la forma y la arquitectura de cada obra musical que interpreta. Pero lo más importante es que tiene un don de tocar de tal
manera que bajo sus dedos la música vive y respira. Siempre
fue asombrosa su calidez lírica y la precisión de cada nota.
A la pregunta de la revista española Letras libres acerca
de sus compositores preferidos, Martha Argerich señaló:
“Beethoven, claramente; Bach, su polifonía; el virtuosismo de
Paganini, en violín antes que el piano. Al Tercer concierto de
Prokofiev le caigo bien. A Schumann, creo que le caigo bien.
Pero sin exagerar. Cuando en un mismo concierto hacía la Sonata de Liszt y los Preludios de Chopin, nunca me salían
bien los dos: había alguno que estaba celoso. Pero para volver: el violín, para mí es algo imposible. El piano es un instrumento, es una ilusión: ahí están las teclas, hay que tocarlas.
Pero el violín... es la pura inmaterialidad. Gulda decía que mi
manera de tocar era hermafrodita. Una vez le preguntaron
a Gidon Kremer, excepcional violinista, si no tenía miedo de
tocar conmigo, que era tan masculina. Él contestó que no:
porque era muy femenino. Creo que todos tenemos un poco
de las dos cosas”.
Su hermano Juan Manuel, durante un encuentro con el diario
La Nación, agregó sus pensamientos acerca de la personalidad de Martha: “La distingue la solidaridad, la fidelidad
a sus sentimientos en la amistad. Es una persona compleja
internamente, pero totalmente sencilla. Es generosa, cada vez
más, sobre todo después de haber enfrentado con el sufrimiento de la muerte de los seres queridos. Ella es prudente,
es reflexiva, sabe escuchar. Pero, sobre todo, es solidaria. Con
todos, aunque especialmente con los músicos jóvenes a quienes siempre trata de darles lugar. A ella le hubiera gustado ser
médica, precisamente para poder ayudar.”
Tal vez por el motivo de ser solidaria y de tener ganas de ayudar a otros músicos nació la idea del proyecto “Martha Argerich presents”, del cual hablamos con la hija de Martha Argerich –Lydia Chen, violista y una de los entusiastas que llevan
a cabo dicho proyecto hacia sus nobles e importantes fines–.
LC: La idea principal del proyecto “Martha Argerich presents” consiste en ayudar a los talentosos músicos jóvenes y
no tan jóvenes en su carrera musical, dándoles la oportunidad
del crecimiento y ampliar sus conocimientos en el ámbito
técnico-musical, beneficiándose de los consejos de los intérpretes de alto nivel y reputación. Darles la posibilidad de
asistir a los prestigiosos recitales del Festival Martha Argerich
de la ciudad de Lugano y estar entre los músicos de fama internacional. También estimular a los jóvenes pianistas a través
de intercambios culturales entre los músicos de diferentes
países del mundo.
La participación en el MAPP en primer lugar significa hacer
la música juntos y al mismo tiempo apreciar valores como
la amistad, la pasión y el placer de ejecutar, compartiendo
las emociones. Acerca del desarrollo del proyecto en la Argentina debo subrayar que estamos buscando las colaboraciones musicales y humanas entre los artistas, asimismo dar
espacio a compositores, proponiendo programas en los cuales
se valorice la música culta y popular argentina. Según esta
óptica nació el Festival de Música de Cámara en Rosario,
organizado por la Municipalidad de Rosario bajo la dirección
artística del pianista rosarino Daniel Rivera. Estamos organizando las conferencias, las master classes, los conciertos.
Nosotros tenemos una idea muy ambiciosa, pero creemos
que con el tiempo este proyecto podría convertirse en una
academia del perfeccionamiento musical. Aunque muchas
cosas están sólo por empezar, tenemos gran esperanza de que
todo sea posible, porque con la enorme energía de las personas que participan en el proyecto podemos alcanzar logros
fantásticos. Esto es algo en que mi madre siempre pensó.
Quedó encantada con la idea de apoyar no solamente a los
jóvenes talentos sino a los mayores. Se sentía preocupada por
las personas de edad que fueron artistas y se encuentran en
situaciones difíciles. A ella le gusta la idea de estar rodeada de
gente con la que pueda comunicarse, compartir emociones
que no necesariamente tengan que ver con tocar música, sino
con los valores de la vida.
Nadia Koval
RECOMENDADO DE NOTA PRINCIPAL
Martha Argerich, Mischa Maisky in concert
Esta grabación fue registrada en abril de 2003 en el salón Flagey de Bruselas,
en donde participaron algunos de los mejores
músicos de nuestros tiempos. El CD incluye
las Sonatas para cello y piano de Prokofiev y
Shostakovich y la suite de ballet Pulcinella de
Stravinsky. Muchas veces Argerich prefiere
compartir el escenario con otros músicos en
una sesión de cámara o con la participación
de una orquesta. Este concierto fue la
demostración de que ambos intérpretes saben cómo transmitir su emoción por
la música, su intuición y sus sentimientos a los oyentes.
Martha Argerich, piano, Mischa Maisky, cello.
NOVEDAD
Rodion Shchedrin, The Seagull (La Gaviota), DVD
La Gaviota es un ballet contemporáneo que consiste en dos actos, basado en la
obra homónima del famoso escritor ruso Antón
Chéjov. Es una historia de amor reflejada en su
existencia humana. Los conflictos románticos
están coreografiados por Maya Plisetskaya,
que también representa el personaje principal.
Plisetskaya se encuentra entre los mejores
bailarines del siglo XX. Su coreografía es
brillante y ofrece una impresionante adaptación
de la obra de Chéjov. La música de Shchedrin
amplifica la conmovedora historia y muestra su
pasión por el folclore ruso y la música popular.
Teatro Bolshoi, el conductor Alexander Lazarev.
PARA ARMAR SU COLECCIÓN DE MÚSICA CLÁSICA
Brahms, Ein deutschen Réquiem
En 1868, Brahms adquirió fama en toda
Europa debido al estreno de su Réquiem
alemán, llamado así porque el texto está
tomado de la traducción alemana que hizo
Lutero de la Biblia, en vez de utilizar el texto
en latín, como normalmente se hacía. La
obra, dividida en siete partes, se centra más
en el dolor y los lamentos de aquellos cuyos
seres queridos se han ido, que en la relación entre el destino y la muerte. Se
trata de un híbrido entre la cantata y el oratorio, donde la sensibilidad está
muy próxima a la misericordia, la compasión y el optimismo.
Nikolaus Harnoncourt, Arnold Schoenberg Choir, Filarmónica de Vienna
LIBRO RECOMENDADO
Roger Alier, La zarzuela
Roger Alier presenta una obra enciclopédica
ilustrada que ofrece un completo panorama
del género lírico español. La primera
parte abarca la historia y la evolución de
la zarzuela hasta la actualidad (orígenes,
compositores, libretistas, cantantes, teatros,
subgéneros, últimas tendencias, etc.). La
segunda parte presenta con detenimiento
a los principales autores y sus obras más
destacadas, con comentarios particulares
sobre el compositor, el libretista, los
personajes y sus características vocales, así como un resumen del argumento y
de los números musicales más destacados.
47
T EA T R O
El arte de
CAMBIAR
POR Patricio
Orozco*
MIENTRAS SE PREPARA PARA PROTAGONIZAR RAINMAN JUNTO A FABIÁN VENA, JUAN PABLO GERETTO HABLA DE
SU MAESTRA NORMAL QUE DESPIDE A MEDIADOS DE MARZO
40
En Yo amo a mi maestra normal, el último espectáculo de
Juan Pablo Geretto, la propuesta es simple y movilizante
a la vez: Que los espectadores se transformen en aquellos
pequeños alumnos de escuela primaria que supieron ser y
participen de un acto escolar. En este caso, la inauguración
del nuevo patio techado.
Es así como una docente (interpretada magistralmente por
Geretto) se pone al frente de la conducción del evento y
con su discurso y particular forma de conducir a los escolares, transporta al público a aquellos años en los que debían
estar bien formados, en silencio y tomando distancia. En el
desarrollo del acto y el relato hacia padres, alumnos y pares, va desovillando nuestra propia madeja de recuerdos.
“Hace muchos años que hago este personaje, más de
quince. El nivel de detalle en su parlamento viene porque
con tantos años, he tenido la oportunidad de aburrirme
y volver a la carga explorándolo y descubriendo nuevas
vetas.” Y agrega: “Me parece que el sistema educativo está
muy arraigado en todos nosotros como para obviar esos
detalles, fueron muchos años de nuestra infancia en los
que observamos y grabamos el trabajo de esa mujer (la
docente). Como niños nos sentamos a ver el trabajo de la
docente seis horas por día y lo que queremos es que nos
quiera. No sé si nos importa mucho saber la tabla del nueve por otro motivo que el de que la docente nos quiera. La
observamos mucho.”
En cuanto a su creación, dice: “Con unos amigos transformistas teníamos tomadas todas las fechas patrias en un bar
de Rosario. En cada ocasión (9 de julio, 25 de mayo, etc.)
presentábamos un espectáculo alusivo. Es prácticamente
indivisible la fecha patria del acto escolar. Naturalmente
alguien tenía que ponerse al frente de la obra y oficiar
como maestro de ceremonias, en este caso, resultó ser la
maestra. De casualidad me tocó hacer ese personaje, me
gustó y lo seguí desarrollando con los años”.
Pero esos no fueron sus comienzos en las tablas, ya de chiquito sentía vocación por la actuación. Con apenas cuatro
o cinco años, el niño Geretto se calzó los zapatos con tacos
de su madre y comenzó, sin querer, una carrera en la que
siempre interpretaría personajes femeninos y que lo depositaría con un espectáculo en la mítica Calle Corrientes.
La maestra que Geretto presenta se muestra firme, deci-
dida e imperativa con sus alumnos, pero sabe tener momentos de intimidad y soledad en los que la descubrimos
vulnerable y frágil.
Geretto comenta: “Los espectáculos están hechos con el
fin de no juzgar a nadie, de la misma manera que me gustaría que me traten a mí en la vida. Para mí es una crónica,
una manera de verlo, siempre tratando de ver el otro lado
de la historia”. Y se pregunta “¿por qué son así estas docentes? ¿Qué pasó que y cómo llegaron a transformarse en
esto? ¿Por qué tantas generaciones se identifican con un
mismo discurso? Si todas las docentes repiten estas mismas frases, entonces no es sólo una. Estamos hablando del
sistema educativo. Quien finalmente termina hablando es
el sistema”. Y agrega: “El título que se les otorga de segunda madre, no es menor. Es la segunda persona en la vida
con la cual vas a tener una relación de amor absoluto y
contradicción absoluta, es muy fuerte el título. El sistema
unificó el discurso de una manera imperativa, militarizada:
el niño sólo puede aprender, no puede enseñar nada. Si no
somos recíprocos en lo que aprendemos y lo que enseñamos, siempre vamos a tener problemas en la educación”.
Consultado acerca de la repercusión que este espectáculo
tiene dentro del mundo docente, Geretto dice: “A veces
vienen maestras y me dicen, ‘me sentí tan identificada’ y
yo pienso pero pucha, ¿y no reflexionamos sobre el tema?
Todas mis maestras vinieron a ver el espectáculo y están
chochas, lejos de hacer reclamos, se peleaban por ser la
musa inspiradora”.
La maestra interpretada por Geretto está próxima a despedirse por un largo rato. Es que este talentoso artista tiene
un nuevo desafío: interpretar un personaje protagónico en
la obra Rainman, a estrenarse en el mes de abril, junto a
Fabián Vena.
Atrás quedaron las 18.000 personas que lo fueron a ver al
Monumento de la Bandera en 2007, o sus participaciones
en los programas de Jorge Guinzburg, Nicolás Repetto y
Marcelo Tinelli. Juan Pablo Geretto pisa fuerte en la escena porteña y promete seguir sorprendiéndonos con su arte.
* DIRECTOR DE TEATRO Y ARTISTA PLÁSTICO. Estudió en la Royal Shakespeare Company.
Es Director del Festival Beckett Buenos Aires. Como artista plástico ha sido becado por
el Museo Nacional de Bellas Artes y ha exhibido su obra en Francia y España.
Es columnista en el programa La hora señalada en FM Rock&Pop.
41
CIN E
PERCANTA que me
AMURASTE
POR
Patricio Vega*
DESILUSIONES Y DESVENTURAS DE UN NIÑO AL TOPARSE CON UNA NIÑA FATAL
Los hechos y personajes de este ensayo no son ficticios;
cualquier semejanza con la realidad está lejos de ser
una coincidencia, aunque los nombres reales han sido
cambiados para proteger la identidad de los involucrados.
Corre el año 1980; un grupo de chicos y chicas juegan en
ronda al “verdad o consecuencia”. Entre ellos está Javier,
flaco, ojos saltones, ni lindo ni feo; uno del montón. Tiene
los ojos clavados en Laura: hermosa, radiante, sonrisa
perfecta y mucha actitud, quizás por ser más madura que
el resto (está a punto de cumplir 11). Las verdades y sus
consecuencias se alternan según el turno de cada uno
hasta llegar a Laura. La pregunta, sorpresiva para Javier
pero evidente para todo el resto de los compañeros, se
hace oír por fin: “¿es verdad que gustás de Javier?”. Laura
ensaya una breve pausa dramática, un instante en que el
corazón de Javier no se decide a elevar sus pulsaciones
arriba de doscientas o dejar de latir sin más. La respuesta
aparece como un latigazo seco y punzante: “no”. El
grupo se dispersa. Para Javier ya nada tiene sentido; ni el
naranjú, ni la Gini de litro y cuarto, nada. El “no” de Laura
retumba una y otra vez en su cabeza. Claro que antes –en
su turno del verdad o consecuencia– él había pronunciado
un “no” parecido, pero fue por timidez, por miedo a
quedar expuesto. Javier se aparta del grupo, cabizbajo.
Imprevistamente Laura se acerca a él con un vaso de
Mountain dew helada que hace girar sugestivamente
entre sus dedos antes de pronunciar una de esas frases
que merecen estar guionadas: “mentimos los dos, ¿no?”.
Javier no lo sabía, no podía saberlo, pero ese instante sería
el detonante de una pequeña aunque intensa historia de
amor que marcaría toda su vida, al menos su vida amorosa.
Dentro del cine policial las películas sobre mujeres que
tienen la capacidad de seducir, de fascinar a un hombre
arrastrándolo a una serie de desgracias o infortunios,
impulsándolo hasta el extremo de sus potencialidades
conforman un género en sí mismo. Son parte de lo que
se conoce como cine negro, más específicamente femme
fatale movies. Pues bien, Javier estaba entrando en lo
que podríamos llamar la fase uno de cualquier thriller de
este estilo: la etapa de seducción e histeria, indispensable
para “enganchar” al héroe. Luego vendría la fase dos: el
romance. Reuniendo fuerzas quién sabe de dónde, Javier
había invitado a Laura al cine. Juntos vieron La discoteca
del amor uno de los primeros éxitos cinematográficos
de Ricardo Darín, aunque hoy la crítica y el público se
empeñen en adjudicarle todo el mérito a Campanella.
La cosa iba bien o, al menos, eso es lo que creía Javier.
Pronto llegaría la fase tres: la duda. En un thriller es el
momento en que nuestro protagonista se debate entre el
sentido común y el deseo por esa mujer que lentamente
va minando su voluntad, reduciéndolo a nada. Años
después, Javier descubriría la extensa genealogía de la
mujer fatal a quien podemos rastrear muy lejanamente en
los relatos míticos. ¿O qué otra cosa es la historia de Adán
y Eva sino un fabuloso thriller femme fatale? Tiene sexo,
traición, muerte y un héroe caído en desgracia. Eva es, tal
vez, la primera mujer fatal de la historia. Luego vendrán
las sirenas, cuya dulce voz –irresistiblemente atractiva–
arrastraba a la perdición a los marinos. Javier ni siquiera
sospechaba que en él encarnaban siglos de historia de
la humanidad. No tenía idea de que estaba vistiendo el
traje de un arquetipo profundamente arraigado en el
inconsciente colectivo. Lo único que sabía es que Laura ya
no era su novia, si es que alguna vez lo había sido. Ahora
estaba tomando un helado con Alejandro Martínez, su
enemigo. Javier terminaba de entrar en la fase cuatro de
nuestro relato: el desengaño seguido del desconcierto.
¿Qué pasó? ¿Qué había hecho mal? Años después
llegaría a la conclusión de que la cualidad ineludible
de cualquier femme fatale es el misterio. La mujer fatal
es un enigma indescifrable para el héroe, un puzzle sin
solución, un criptograma de carne y hueso. Es así que
el deseo de nuestro protagonista no es solo de índole
sexual sino, y sobre todo, es deseo de conocer. El policial
inesperadamente se vuelve metafísico porque ahora la
pregunta es por el ser, el ser femenino. Toda investigación
en un thriller femme fatale está orientada a revelar, no
tanto el enigma policial, sino la verdadera esencia de la
mujer en cuestión. Javier buscó consuelo en un Tubby 3,
pero el antídoto apenas duró unos instantes. Entraba en
la quinta y última fase del relato: muerte y resurrección.
Treinta años después de aquella historia Javier sabía ya
que toda relación con una femme fatale es equiparable a
un proceso de vampirización; es decir la lenta privación
de la voluntad de alguien para lograr su dependencia. La
mujer vampiro se alimenta de la energía vital del hombre,
de su deseo, de su potencia. Eso es lo que había ocurrido
con Javier y recomponerse le llevaría un tiempo largo.
Quizás treinta años después pudiera escribir su historia en
una revista, para entenderla por fin. ¡Ups!
* Premio Konex 2011, es guionista profesional de cine y televisión y se dedica a
la docencia desde hace más de 10 años. Fue coordinador autoral del
exitoso ciclo Los Simuladores; creador de la idea original de la serie Hermanos
y detectives, además de autor de guiones junto a Damián Szifrón. Es uno de
los guionistas más reconocidos del medio cinematográfico con tres
largometrajes: La señal, dirigido por Ricardo Darín, Música en espera, de
Hernán Goldfrid y Mi primera boda, de Ariel Winograd.
Dirige El laboratorio de guión, escuela destinada a la formación integral
de guionistas.
43
EN T R EV IS T A III
Eterna Coca
“¡CANALLA! ¿QUÉ PRETENDE USTED DE MÍ?”, INQUIERE COCA SARLI DESDE UN RINCÓN, CUBIERTA POR UN VESTIDO
AZUL QUE NO LLEGA A TAPARLE LAS RODILLAS, ANTE EL AVANCE VIRIL Y AMENAZADOR DE UN TRABAJADOR
FRIGORÍFICO. CON ESE DEJO DE DESPROTECCIÓN Y SUGESTIÓN, ANGELICAL Y DEMONÍACO, SE HIZO FAMOSA COMO
“LA” MUJER FATAL DEL CINE ARGENTINO
Isabel Sarli despertó la fantasía de millones a través de sus
46
más de treinta películas con la sola destreza de acariciar su
cabello, nadar desnuda en fuentes de agua silvestre, rozarse los senos y echar a correr un pobre guión (la mayoría de
las veces) de sus labios carnosos. Sus protagonismos, hasta 1980, estuvieron coprotagonizados, dirigidos y producidos por Armando Bo. La dupla
inauguró en 1958 el cine erótico en nuestro país con El
trueno de las hojas, y el primer desnudo de pies a cabeza.
Coca tuvo repercusión internacional: era vista en México,
Venezuela, Panamá, Rusia y Japón. Por lo que Bo, un
visionario de los negocios, la llevó a filmar a Paraguay,
Brasil y Filipinas. Los guiones cinematográficos eran
más o menos reiterativos, pero las ventas exitosas: Coca
poseída por un hombre mayor exaltaba el morbo; Coca
deseosa de hombres jóvenes avivaba las fantasías; Coca
entremedio de obreros, cañeros o ebrios la popularizaban;
Coca como mujer de su hogar, cariñosa con los animales y
fiel en sus convicciones, la enaltecían como cada quien a
una potencial esposa.
La trasgresión no resultó gratuita. Las dictaduras y los
gobiernos conservadores instrumentaron el Ente de
Calificación Cinematográfica por el que prohibían las
películas, iniciaban juicios y abrían las puertas de los
calabozos. Una vía de escape fue la autocensura. Así lo
recordaba Coca en una entrevista: “Muchas escenas las
teníamos que filmar dos veces. En Fiebre, por ejemplo,
yo me tenía que tirar desnuda y revolcar en la alfalfa.
Armando me decía ‘Coca, vos ahora te sentís yegua. ¡Sos
una yegua! ¡Tenés que comer alfalfa, vamos, comé alfalfa!
¡Las yeguas comen alfalfa!’. Esa era una versión. Después
filmamos otra, para la Argentina, en la que yo me retorcía
entre gasas blancas. Para la versión nacional yo era una
señora desesperada entre tules. Para la versión exterior era
una yegua que comía alfalfa”.
Algún desnudito, nada más
A principios de diciembre, Coca estuvo internada a raíz de
un edema pulmonar. Esta fue la razón por la supusimos
que no quería recibirnos personalmente. Se lo preguntamos, entre otros temas, pero no llegamos a convencernos
si fue por coquetería o indeferencia. Su réplica fue terminante: “Di tantas notas en mi vida y me sacaron tantas
fotos que ya no me interesa seguir sacándomelas”.
Desde su casa de Martínez, rodeada de perros, gatos,
tortugas, papagayos y loros, entre otras especies, accede a
respondernos:
–¿Cómo se encuentra de salud? Mejorando, gracias a Dios.
–¿Se considera una mujer fatal? Gracias, pero para nada
me considero una mujer fatal. Hice 33 películas de mujer
perseguida por los hombres, pero lo mío fue un rol
–¿O sea que sus interpretaciones no eran genuinas?
No, hice muchos papeles: de obrera, mujer de la selva,
prostituta…
–Mientras sus películas eran vistas por miles de espectadores, ¿no pensaba que estaba construyendo un mito
alrededor suyo? Nunca lo pensé así. Gracias a Dios, la
gente me quiso, me quiere y todo aquello fue muy lindo.
Pero hoy en día, la nueva generación de chicos me llama
Coca, me conoce a través de sus padres, o porque ha visto
alguna película, pero no como mito.
–¿Cómo era vista por las mujeres? Por ejemplo, ¿era
tapa de revistas femeninas? He sido tapa de un montón
de revistas, m’hijo, locales y del exterior. Incluso, cuando
estrenamos nuestra primera película, hubo un escándalo
internacional por el desnudo. Sin embargo, salí en la
revista Time y Life.
–Todo un fenómeno… Claro, porque mis películas no
estaban orientadas al público masculino, sino al público
en general. Todas tenían un problema social, casi siempre,
más música, paisajes y algún desnudito, nada más. Pero se
armaba tanto escándalo por la época; hoy en día no pasaría
nada.
–¿Cuánto hay de cierto de su competencia con
Libertad Leblanc? ¿Construyeron el contraste rubia
versus morocha? En absoluto tuve competencia con
Libertad Leblanc. La que quiso tenerla fue ella, para
hacer propaganda a lo que estaba haciendo, pero nada
más.
–Leí que nunca se consideró actriz… Nunca me
consideré como tal. Armando, una vez, me dijo: “Mirá,
Coca, vos sos natural”. Lo que pasa es que a alguna gente
eso no la conforma.
–Ha estado acompañada de grandes actores… Sí,
trabajé con Juan Carlos Altavista, Pepe Marrone, Pepe
Arias y Juan José Míguez, quien fuera galán de Evita en La
pródiga.
–¿Qué fue lo peor de la censura? La persecución de la
Triple A.
–¿Qué películas le parecen que siguen los pasos
de Armando Bo? Dicen que Almodóvar filma como
Armando, pero mirá vos, Armando lo hacía hace décadas.
–¿Y quién se emparenta más a Coca Sarli? En la
Argentina, todavía no ha aparecido ninguna Coca Sarli.
–¿Cómo definiría su relación con Armando? De mi vida
privada no hablo, sólo te digo que lo quise, lo quiero y lo
querré.
Salvaje de las pampas
Nacida en Concordia a mediados de la década del 30,
Coca se inició como modelo publicitaria de calefones y
hasta de marcas de arroz. En 1955 se coronó Miss Argentina, pero ni el aliento del presidente Perón le alcanzó para
ganar el Miss Universo. “Usted es la más importante de
mis embajadores”, le habría dicho el general en la Casa
Rosada.
Mientras ascendía en su carrera cinematográfica, Coca
sumaba créditos como contracara del furor de las rubias
que en Estados Unidos lideraban Shirley Temple y Marilyn Monroe y, en la Argentina, Libertad Leblanc. Pero
no había punto de comparación: a principios de los 60, la
revista estadounidense Playboy le dedicó cuatro páginas y
la denominó “La bella salvaje de las pampas”. Dijo en distintas oportunidades no ir a bailar ni tener novios durante la adolescencia, no besar en la boca y desnudarse, sólo, porque necesitaba la plata. De hecho, se rumorea que su primer despojo de ropa fue obra del engaño.
Para ello, según la versión, Bo la habría emborrachado con
whisky y le habría prometido tomas desde lejos. Cuando
Coca vio el film, recién en el estreno, planeó la venganza
de arrojar el cenicero favorito de Bo sobre el vidrio de su
escritorio.
La relación que tejieron es confusa. Para conseguir una
buena expresión actoral, “Armando me tiraba por una
escalera para asustarme o me metía la cabeza en un tacho
donde estaban quemando hojas húmedas, para que medio
me ahogara y diera congestionada. Ahora he mejorado un
poco: ya me puedo asustar mejor, y sola”, confesó increíblemente en una entrevista.
Su vínculo fue un secreto a voces, entre otras cosas, porque Bo era casado y vivía con sus dos hijos. Estuvieron
juntos 25 años y cuatro meses, hasta la muerte del director.
Recién después, Coca sostuvo: “Nosotros no tuvimos hijos
porque a mí me hacía estremecer el dolor de las mujeres
en los partos. Pero también, porque él decía que no podía
haber una sexy embarazada y que nuestros hijos eran las
películas. Y tenía razón, ¿no? Porque yo tenía que trabajar,
trabajar y trabajar”.
Coca volvió a la pantalla grande en 1996, con La dama
regresa, dirigida por Jorge Polaco, en la que protagonizó
su último desnudo. Prosiguió con algunas intervenciones
menores hasta que filmó Mis días de gloria, de Juan José
Jusid en 2010. La diva no cerró todavía las puertas a un
nuevo rol. Grandes y jóvenes, como ella sabe, todavía la
esperan ansiosos.
Pablo Bassi
M U S EO S D EL M U N D O
Desilusión,
DIVINO TESORO
EL FLAMANTE HOLLYWOOD MUSEUM DEVELA LOS SECRETOS MEJORES GUARDADOS DE LAS DIVAS. DESDE LA PELUCA DE
LA DIETRICH A LA COLECCIÓN DE CORPIÑOS CON “FALSIES” DE MAE WEST
En la esquina mas propicia del espectáculo, en Hollywood &
Highland, a metros de la sala que transmite los Premios Oscar,
acaba de inaugurarse el Hollywood Museum. Es una versión renovada y mucho más amplia del que fue el dedicado a la historia
del cine y estaba cerrado esperando un nuevo enfoque.
Funciona en lo que fue el estudio de Max Factor con su decoración de Art Déco, mármoles rosa, candelabros de cristal y mantiene en su primer piso lo que fue el Max Factor Museum. Para
los memoriosos es una invitación para volver a vivir las décadas
del glamour, una palabra que parece haber envejecido.
Es difícil imaginar mujeres fatales sin la complicidad del make
up y son ellas las que mas atraen en los cuatro pisos que se han
sumado a la construcción.
El creador del negocio en 1909 fue el polaco Maksymilian Faktorowicz (1877-1938), convertido en Max Factor e iniciador de una
empresa familiar que se transformó en un emporio multinacional. Si bien la historia abundan en precursores de la cosmética el
make up, se transformó en sinónimo de maquillaje. Y uno de los
productos mas populares fue el Pan Cake. Que fue la solución
para los intérpretes cuando comenzó a rodarse en technicolor
y luego, la esponjita apareció en las carteras de las damas y en
no pocos casos en el secreto de los caballeros aunque no fueran
actores.
El elenco estable de la seducción y sus consecuencias, es la apelación dominante y no es casual que se utilice una gigantografía
del desnudo de Marilyn Monroe para el primer numero de
Playboy en su calendario de 1953 lo mismo que algunos objetos
personales, entre ellos el cheque que dejó firmado para pagar a
su doméstica antes de suicidarse.
Coincidiendo con el tema de este número de Quid hay un piso
exclusivamente dedicado a las estrellas con las ropas y accesorios
usados en su películas más famosas. Por ejemplo está la peluca
en encargó Marlene Dietrich que tenía polvo de oro o la enorme
colección de los corpiños con falsies para darle más busto a Mae
West. En una reseña breve incluimos a nuestras conocidas Rita
Hayworth con el vestido negro de Sangre y arena, el impresionante traje dorado de Elizabeth Taylor en Cleopatra o la blusa
hecha jirones de Jane Russell de El proscripto que su enamorado Howard Hughes publicitó con un avión que sólo dibujaba en
el cielo dos círculos tan obvios como el símbolo sexual.
La diversidad de nombres y vestuarios es muy amplia pero muchos coinciden con la imagen que deseaban transmitir en lo que
se llamaba vampiresas: Lana Turner, Joan Crawford, Dorothy
Lamour o Ann Margret.
Pero la vedette dominante no es una mala sino una figura tan
familiar como Lucille Ball y su legendaria serie de los años 50,
tan alejada del mundo de las femmes fatales.
No sólo ellas atraen, sino tambien ellos con los guantes de Rocky
Balboa de Sylvester Stallone, objetos de la reciente Gladiador o
episodios de ciencia ficción.
Pero la sorpresa es que uno de los espacios más concurridos está
en el subsuelo y es la reconstrucción de la prisión de Hannibal
Lecter en El silencio de los inocentes con un dato inesperado.
Esa escenografía inquietante se puede alquilar para hacer una
reunión y no sólo en Halloween aunque es difícil que concurran
Anthony Hopkins y Jodie Foster.
Martín Garrido
INFORMACIÓN ÚTIL
The Hollywood Museum
1660 N Highland Ave Los Angeles, CA 90028
(323) 464-7776
www.thehollywoodmuseum.com
Abierto de miércoles a domingos de 10 a 17 hs.
49
E N T R EV IS T A IV
“Mujer bonita
es la que estudia”
EN JUNIO PASADO Y CON 86 AÑOS, FANNY SZTERN SE GRADUÓ EN LA UBA DE MAGISTER EN LITERATURA.
ES INMIGRANTE POLACA, TERMINÓ EL SECUNDARIO A LOS 50, LA LICENCIATURA EN LETRAS A LOS 65 Y SU
PRIMER LIBRO RECIENTEMENTE. UNA HISTORIA DE LUCHA CONTRA LAS ADVERSIDADES
Fanny nos recibe coqueta en su gran piso de las Cañitas.
Tiene ojos claros, es de estatura baja, menuda, flaca; parece
frágil. Nos hace pasar a su sala de trabajo, desde la que nos
invita con un cafecito. Despliega su notebook, regalo de sus
diez nietos, padres de dieciocho hijos y abre una carpeta con
una decena de videos: “Mirá, este es el de la defensa de la
tesis, no te aburre, ¿no?”, pregunta.
En la pantalla se la ve alumbrada por una lámpara, sentada
al lado de Judith, una de sus nietas, quien la ayuda con
el uso del PowerPoint. Mientras, Fanny defiende su
ensayo “Interdiscursividad en tres períodos de la literatura
argentina”. Discurso positivista, discurso tecnológico y
discurso jurídicoforense, con el que adquirió el Magister en
Literaturas Española y Latinoamericana de la UBA. Cuando finaliza, la sala se pone de pie para aplaudirla. Están
presentes el jurado, la tutora de la tesis, los hijos de Fanny,
nietos, bisnietos, amigas con abrigos de piel, compañeros
de cursada. El alegato de los docentes que la calificarían fue
contundente: “Es la tesis que todo jurado quiere leer, porque
está escrita desde el deseo”.
“No te aburre, ¿no?”, insiste Fanny. Pero apenas se escucha
al jurado ponerle un diez, cierra la carpeta y apaga la
computadora. “Vamos para el comedor, vamos a estar más
tranquilos.” A paso lento, sigue contándome lo bien que
la mimaron los docentes, de la cantidad de medios que la
habían llamado y de la promesa de Hugo Trinchero, decano
de la facultad de Filosofía y Letras, sobre un reconocimiento
del Ministerio de Educación. “No quiero que sea póstumo”,
nos dice que le respondió.
Delante de un enorme ventanal que da al Río de la Plata,
rodeada de pinturas originales cuyos autores prefiere no
revelar, Fanny nos explica el desarrollo de su tesis: “Haciendo
una monografía sobre Borges y Arlt encontré en sus discursos ficcionales otros que no lo eran; en Borges uno jurídico
y en Arlt uno tecnológico. Allí me centré”. Para ello, leyó en
profundidad una infinidad de autores como José Ingenieros,
Ramos Mejía u Horacio Quiroga, hasta descubrir a un Arlt
amante de los avances de la ciencia y a un Borges fascinado
por el derecho oriental, como dejó entrever en Historia
universal de la infamia. Para este trabajo invirtió sus últimos
ocho años.
–¿Y cursaba varias veces a la semana? Así es, y nunca
falté. Como algunos docentes venían desde el exterior, hubo
semanas en las que tenía que cursar cuatro horas todas las
noches. No obstante, me sentí muy cómoda.
–¿Cuándo se recibió por primera vez? En 1985, como
Licenciada en Letras, en la UBA. En ese momento, podía
hacer la licenciatura o ser profesora, pero ya tenía 60 años y
conocía la actitud de los chicos hacia los docentes mayores. Te
cuento una anécdota: un grupo de compañeros tenía la edad
de mis hijos y la de algunos de mis nietos. Nos llevábamos
muy bien. En un momento dado, ingresa al aula la profesora
que tenía como diez años más que yo. Y una compañera me
dice: “Fanny, nos tocó una vieja”. Entonces, decidí al instante
que no quería ser docente, ni hacer prácticas ni ponerme al
frente de una clase.
–¿Por qué eligió la universidad pública? Cuando me decidí
a hacer la carrera me anoté en la UADE y cursé seis meses.
Pero me gustaron tanto las materias que me propuse terminarlas y siempre quise obtener mi título en la Facultad de
Filosofía y Letras. Tiene para mí un valor inconmensurable.
A principio de los 90, Fanny fundó “La casa de al lado”,
una guardería donde recibía niños de hasta cuatro años de
edad. “Éramos tres socias al frente: una licenciada en arte,
una psicóloga y yo, que me ocupaba de la contabilidad.
Pero como no nos fue bien económicamente, me retiré del
emprendimiento”, recuerda. Pasarían diez años hasta que
empezara la maestría. “Porque sentía que algo me faltaba;
un día estaba con mi nieto en la computadora y en medio de
la búsqueda me dice mirá, bobe, encontré una maestría en
literatura española y latinoamericana. Es lo que me gusta, le
dije. A mí me gusta la literatura latinoamericana”, reconfirma.
–¿Encontró obstáculos durante el desarrollo de sus
estudios? En el medio mi marido enfermó y tuve que
cuidarlo, luego falleció.
–Muy sacrificado lo suyo… Mi hija también murió en el
medio.
–¿Tiene más hijos, Fanny? Dos varones y una decena de
nietos. El más chico tiene 30.
–¿Cómo recibió su familia el magisterio? Todos están muy
contentos y orgullosos. Algunos de mis hijos no terminaron
sus carreras.
–¿Cómo descubrió la literatura? Soy nacida en Polonia.
Llegué en 1930, con 5 años, junto con mi madre viuda. Ella
provenía de una familia muy acomodada. Si bien no pudo
estudiar, había leído muchísimo y me enseñó a Tolstoi,
Dostoievski y a otros. Desde chica me encantó leer.
Su estudio formal fue errante: pudo hacer el secundario
hasta tercer año en el Bermejo, debido al fallecimiento de su
madre. Siempre le quedó aquella asignatura pendiente, nos
confiesa. Hasta que enamorada de los programas de Ciencias
Económicas y Políticas que su hijo estaba leyendo para
decidir qué estudiar, resolvió terminarlo. “Con 53 años me
anoté en una nocturna. Tuve que rendir 33 materias”, cuenta.
–¿Qué le gusta leer? No leo bien, estoy recién operada de
cataratas. Pero no tengo autores favoritos, aunque sí libros
favoritos: en la carrera leí varias cosas que me dije querer
leerlas tranquilas, con tiempo. Me gustó Moby Dick.
–¿Escribe? Desde siempre tengo cosas escritas. Ahora acabo
de editar mi primer libro, redactado durante el último año.
Es una novela, se llama Corría el año… Tengo la pretensión
de cederla para que algún inteligente productor haga un
unitario en televisión.
–La felicito, Fanny… Gracias, e informo, además, que no
lucro en absoluto con mi libro, puesto que todo lo recaudado
es a beneficio de un geriátrico que alberga a más de
doscientos ancianos que no lo pueden pagar.
Pablo Philp
En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, un adolescente, casi niño, vive feliz en una pequeña aldea de Polonia.
Tras la invasión nazi, el protagonista es destinado a diversos campos de concentración, en los que sobrevive a
tormentos y penurias gracias a la fortaleza de los grandes héroes.
51
T E M A D E T A PA IV
APASIONADAS
CAMILA O´GORMAN Y FELICITAS GUERRERO FUERON DOS SEÑORITAS DE CUNA QUE NO MIDIERON OBSTÁCULOS
PARA CUMPLIR SU VOLUNTAD. AQUÍ SUS HISTORIAS
Camila
52
La señorita de alta cuna que el 12 de diciembre de 1847
se fugó con un curita de la Iglesia del Socorro, se llamaba
Camila O’Gorman. Hija de una familia patricia, lectora
de novelas, probablemente tenía el mal de la fantasía
literaria: a su pesar, se convirtió en la Julieta argentina.
Camila O’Gorman tenía 20 años, y era alta, uno de sus
dientes delanteros estaba empezando a picarse, y sus ojos
eran oscuros “de agradable mirar”, según la ficha policial.
Dijeron de ella que era “muy hermosa de cara y de cuerpo, muy blanca, graciosa y hábil pues tocaba el piano y
cantaba embelesando a los que la oían”. Tenía una gran
personalidad, quizás heredada de su célebre y bella abuela
Anita Perichon, quien había sido amante del virrey Liniers
y estaba ahora encerrada en una de las propiedades de los
O’Gorman, aquejada de locura. Como casi todas las mujeres de esa época, Camila era muy devota. Eduardo, su
hermano, que sentía inclinación por la carrera eclesiástica
había presentado a Camila y Ladislao poco antes del 20 de
agosto de 1846, cuando el sacerdote Elortondo designó a
Ladislao Gutiérrez cura párroco interino de la Iglesia del
Socorro. Ladislao tenía veinticuatro años y era tucumano.
Camila iba a misa con frecuencia y le gustaban mucho los
sermones del nuevo párroco. A veces él iba de visita a su
casa. Poco a poco, ese año de 1846, se hicieron amigos
inseparables y empezaron a encontrarse en sus paseos
por Palermo. En el drama shakesperiano, dos jóvenes que
cometen el único delito de enamorarse perteneciendo a
familias enemigas, arriesgan su vida para estar juntos. Con
tal mal tino, que mueren en el intento de amarse. Sin embargo, algo han conseguido: Romeo y Julieta conmueven
a la sociedad veronesa y se instaura la paz. Contra Camila
y Ladislao se oponía también toda la sociedad porteña: los
O’Gorman, la curia, Juan Manuel de Rosas y sus federales,
que no podían soportar el desorden social provocado por
esta falta a la moral, este sacrilegio. Tampoco tuvieron la
suerte de ser auxiliados por los unitarios, quienes, al ser
enemigos de Rosas, hubieran podido aliarse con la pareja
y protegerlos o sacarlos del país. Los unitarios exiliados en
Uruguay y Chile –especialmente Sarmiento– sostuvieron
desde la prensa antirrosista que el caso de Camila reflejaba
la degradación moral a que había conducido al país el régimen, un argumento que por supuesto determinaba aún
más al régimen a sentar precedente con una sanción ejemplificadora –la muerte–. Por su parte, también los opositores desde El Comercio del Plata con Valentín Alsina a
la cabeza exigen ejemplar justicia para “terminar con la
corrupción reinante”. A su manera, Alsina azuzará al Restaurador: “¿Hay en la tierra castigo bastante severo para el
hombre que así procede con una mujer cuya deshonra no
puede reparar casándose con ella?”
Rosas reacciona ante estas provocaciones de acuerdo a su
política y su temperamento.
Los amantes partieron de Buenos Aires rumbo a lo desconocido. Al llegar a Luján, cambiaron sus nombres por
otros falsos: Valentina Desan y Máximo Brandier. Se afincaron en Goya, Corrientes, donde –por paradójico que
suene– fundaron la primera escuela del lugar. Dice Enrique Molina en su magnífica novela sobre Camila: “el amor
engendra gestos de amor”. Fueron delatados por otro sacerdote, puestos a consideración de la justicia y remitidos
a Buenos Aires. El padre Gutiérrez viajó con los pies engrillados “por haberse robado una mujer”. Hicieron postas
en Rosario y después en San Nicolás, donde les tomaron
declaración. Camila manifestó que consideraba sagrada su
unión con su amante, “estando uno y otro satisfechos a los
ojos de la providencia” y teniendo su conciencia tranquila.
De allí debían ser remitidos a Buenos Aires, adonde nunca
llegaron y adonde su destino hubiera sido otro. Sin embargo, hubo una contraorden nunca del todo explicada y fueron enviados a Santos Lugares. Los reos llegan el 14 o el
15 de agosto –la fecha es incierta– y el 17, Rosas decreta el
fusilamiento, hecho del que nunca se arrepintió. Poco antes de ser llevados al patíbulo, Ladislao redacta una carta
para Camila y le ruega a Reyes que la ponga en sus manos.
“Camila mía:
Acabo de saber que mueres conmigo.
Ya que no hemos podido vivir en la tierra unidos, nos
uniremos en el cielo ante Dios.
Te abraza –tu– Gutiérrez.”
Felicitas
Nació el 26 de Febrero de 1846, en pleno gobierno de
Juan Manuel de Rosas. Era la hija del comerciante vasco
Carlos José Guerrero (que introdujo al país desde Inglaterra, en el año 1879 la raza de vacunos Aberdeen Angus, en
sus tierras cerca del Río Salado, hoy pueblo de Guerrero,
ruta 2 km.168) y de Felicia Antonia Guadalupe Guerrero
Cueto y Montes de Oca (mujer de la alta sociedad porteña). Dicen que fue una mujer muy bella, tanto es así
que Guido Spano la calificó como la más hermosa de la
República y le dedicó unos versos. Contando apenas con
17 años, su padre la casó en 1862 con Martín Gregorio
de Álzaga, un hombre de 60 años. Esta gran diferencia
de edad era común en los matrimonios de aquel entonces
(don José de San Martín tenía veinte años más que Remedios de Escalada, su esposa, de apenas 15, en el momento
de contraer matrimonio, por ejemplo). Don Martín, además de ser amigo de juventud del padre de Felicitas era
el hombre más rico de la Argentina en aquel entonces,
con gran extensión de tierras. Como si fuera poco, era de
una familia de prosapia y que hacía largo tiempo había
estado afincada en el país: don Martín era sobrino nieto de
Martín de Álzaga, que fuera fusilado en la actual Plaza de
Mayo en 1812 bajo el cargo de conspiración. Don Martín
tenía una relación extramatrimonial con María Caminos,
con quien había convivido veinte años y había tenido cuatro hijos, dos varones y dos mujeres y vivían en su principal estancia, La postrera.
No obstante su rechazo, sus padres no le dieron a Felicitas
el derecho al pataleo y unos meses más tarde se celebraba
la boda en la iglesia de San Ignacio.
Dicen que el matrimonio no fue feliz, aunque don Martín en su testamento menciona justo lo contrario. Un año
después, Felicitas tuvo su primer hijo, al que llamó Félix
y se convirtió en su refugio. Lamentablemente, cuando el
niño sólo contaba con 6 años (1869) falleció víctima de la
epidemia de fiebre amarilla que azotó Buenos Aires durante la presidencia de Sarmiento (1860). Felicitas volvió a
quedar embarazada y creyó encontrar en su segundo hijo
la alegría que le había sido negada, pero el pequeño Martín murió a los pocos días de nacer. Esto fue demasiado
para el viejo corazón de Martín de Álzaga, que ya anciano
se sumió en una profunda depresión y murió quince días
después que su hijo. Felicitas sufrió en sólo ocho meses
la muerte de su marido y sus dos hijos, así como la de su
querida abuela materna.
Transcurrido el tiempo de duelo, unos seis meses después
de la muerte de su marido, Felicitas volvió a hacer vida
social. Era una viuda rica de tan sólo 26 años y 71 mil hectáreas y se merecía olvidar sus terribles penas. Comenzó
a llamársele “La joya de los salones porteños”. En una
reunión social a la que Felicitas acudió después de su luto,
reencontró al dandy Enrique Ocampo, quien le declaró su
amor. Enrique es el tío abuelo de las escritoras Victoria y
Silvina Ocampo. Al principio, Felicitas se sintió halagada
53
54
por el amor de Enrique, pero después él le pareció frívolo
y pedante. En un rapto de despecho, él la sentenció: “Si
no puedo ser el sol de su amor, entonces seré su sombra”.
Felicitas no tomó al pie de la letra sus palabras (después
de todo eran en sí bastante poéticas) y se limitó a mantenerlo alejado de ella.
También, su primo, Cristian De María estaba enamorado
de ella y en esa época los casamientos entre primos de la
elite eran frecuentes. De esa forma se evitaba la dispersión
patrimonial. De María, andando los años, fue Juez del
Crimen en Dolores y –algunos dicen que influenciado por
Felicitas, otros dicen que porque era su vocación– hasta el
final de sus días luchó por los derechos de la mujer, convirtiéndose, de paso, en uno de los pocos hombres argentinos
que clamaban por la igualdad de derechos.
Una noche de tormenta, el carruaje de Felicitas se atascó
en un pantano y un noble caballero que pasaba por allí la
ayudó a salir del paso. Enseguida, la invitó a pasar la noche
en su propiedad, no sin dejar de aclararse que ella estaba
en sus campos y que eran vecinos desde antaño. Este joven era Samuel Pedro Sáenz Valiente Higuimbothom un
hombre educado y refinado que había llegado de Europa
hacía poco tiempo. Ella quedó fascinada con el joven
hacendado e inmediatamente nació el amor, un amor –
cuentan los rumores– tan grande e incontrolable que a los
pocos meses los llevó a anunciar su casamiento. Samuel
Pedro Sáenz Valiente era nieto de Anselmo Sáenz Valiente, casado con Juana Pueyrredón hermana del Brigadier
Juan Martín de Pueyrredón. Era un hombre de estatus
social, joven y que además la quería; para Felicitas tuvo
que significar la posibilidad de encontrar por fin, la paz a
sus desdichas y la esperanza de formar una nueva familia.
En enero de 1872, Felicitas organizó en su estancia La
Postrera una gran fiesta con motivo de la terminación
de un puente que iba a inaugurar el gobernador de la
provincia de Buenos Aires, en ese entonces don Emilio
Castro. La inauguración estaba prevista para el día 2 de
febrero y ella sería la madrina. El puente de hierro llevaría
el nombre del Coronel Ambrosio Cramer (un militar que
cayó abatido en los campos de Chascomús en las batallas
de la Revolución de los Libres del Sur). Se cuenta que en
la mansión de Barracas se estaba llevando a cabo la fiesta
cuando la llama un sirviente y le comunica que un caballero la esperaba en la biblioteca. Ella acude y se encuentra
con la sorpresa de la presencia de Enrique Ocampo, recién llegado de Europa. Él le presenta un hermoso regalo
y le dice: “Este vestido es para que lo uses el día de nuestro casamiento”. Ella responde que jamás se casará con él
y que ese mismo día se comprometerá con Sáenz Valiente.
La respuesta de Enrique a esta negativa fue un tiro en el
hombro (con el arma que saca de su chaqueta). Felicitas
cae y sin querer atasca la puerta de salida (dado que su
vestido era muy amplio y con una gran cola). Desde afuera dos jóvenes oyeron el disparo y corrieron a la sala. En
este ínterin, Ocampo volvió a disparar sobre Felicitas y
ella se desplomó. Los jóvenes eran Cristian De María y
el hermano menor de Felicitas, quienes se avalanzaron
sobre Ocampo y forcejearon con el arma para quitársela.
Una bala le rozó la cabellera a Guerrero, cuya herida quedó para siempre (y según el relato de su biznieta, debió
peinarse de allí en adelante con raya al costado para tapar
la cicatriz). Mientras tanto, Felicitas fue atendida, pero
falleció en el peor de los sufrimientos. Los muchachos trataron de sacarle el revólver a Enrique, pero de alguna
manera se escapó un tiro y Ocampo murió también. En
este momento llegó el padre de De María y le dijo a Guerrero que escondiera el arma, para que quedara el triste y
loco enamorado como un suicida.
Cristian De María alzó a Felicitas y se dio cuenta que
estaba viva todavía. Rápidamente vinieron los doctores
Montes de Oca y Larrosa y consideraron que no se podía
extraer la bala pues le había perforado el pulmón derecho
y se estaba desangrando. Dicen que sus últimas palabras
fueron para su novio: –¡Samuel me muero!
Al día siguiente, en la mañana del 30 de enero de 1872,
falleció Felicitas Guerrero de Álzaga, a los 26 años de
edad. Su hermano Carlos que estaba en la estancia Juancho al enterarse de la muerte de su hermana, partió hacia
Barracas a todo galope. Cuentan las crónicas que reventó
dos caballos en el viaje; el “lomillo porteño” con Carona y
la cincha de tigre con que ensilló, fue expuesto en el Palacio Errazuriz en el año 2002.
A Felictas la velaron en su casa natal, en México 144, donde funcionó la Casa Matriz de la Sociedad Argentina de
Escritores y hoy es una parrilla restaurante.
Las crónicas de la época cuentan que los cortejos fúnebres
de Felicitas y Enrique se cruzaron en la puerta del Cementerio de la Recoleta. Felicitas descansa en la bóveda
de Martín de Álzaga que data del año 1866.
P.S.
HIS T O R IA & PO LÍT ICA
Dos
entrañables
documentos
POR
FEDERICO GARCÍA LORCA
Ian Gibson
Crítica
56
Finalmente aquí tenemos el extraordinario libro
de Ian Gibson sobre su admirado Federico García
Lorca reeditado en ocasión del 65° aniversario
del bárbaro fusilamiento. Sin dudas se trata de la
biografía más completa que se haya escrito jamás
sobre la vida del extraordinario poeta andaluz.
Tuve la ocasión de cenar con Ian en Barcelona y
pude percibir en él la emoción y su cariño por su
biografiado. Ese cariño entrañable se combina con
una extraordinaria erudición que el autor necesita
compartir con sus lectores en un libro para disfrutar. La vitalidad de Federico, su sana rebeldía
estalla en cada verso, en cada diálogo de sus obras
que pintan mundiales aldeas de mujeres sometidas y de las otras, de Bernardas Albas y Marianas
Pinedas. Los temas de Federico, uno de los mejores
exponentes de la generación del 27, eran los de
su pueblo andaluz: el amor y la muerte, materia
prima de su Romancero gitano y de sus obras de
teatro que quiso llevar con su grupo “La Barraca”
por todas las plazas de España para que las vea el
pueblo. Vivió en aquella residencia universitaria de
Madrid junto a Picasso, Dalí y Buñuel, leyó toda la
poesía que pudo y a la otra, la del pueblo la escuchó en las calles y en los “tablaos”, la “conversó”
con su gente del “jondo”. Quiso ser intensamente
libre y amar como él quería, que era como prohibía
la doble moral tradicional que lo condenaba y lo
Felipe Pigna
llamaba Federico García “Loca”. El 13 de octubre de
1933, Federico llegó a Buenos Aires. Según Gibson,
aquí fue feliz y conoció por primera vez el éxito y el
reconocimiento unánime de la crítica y el público
que llenó durante meses la sala del teatro Avenida
para disfrutar de La zapatera prodigiosa. El éxito se
sumó al de Bodas de sangre que motivó esta carta
a sus padres: “ya se celebró el estreno de Bodas,
que constituyó por la prensa que os mando por
barco un verdadero escandalazo. Yo no he visto en
mi vida una cosa igual de entusiasmo y cariño. El
gran teatro Avenida es como diez veces el teatro
Español de Madrid y estaba totalmente ocupado
por una muchedumbre”. El 18 de agosto de 1936
fue fusilado por los franquistas que no soportaban
tanto arte, les resultaba inaceptable el lugar que
Federico había elegido para ver la vida, el entender
como pocos que para llegar a la poesía había que
llegar a la dignidad.
BETINA SIN APARECER
Daniel Tarnopolsky
Norma
Uno de los casos más desgarradores de la saga
de la represión llevada adelante por la dictadura
cívico-militar autodenominada “Proceso”, fue el secuestro y desaparición de casi todos los miembros
de la familia Tarnopolsky. Uno de los hijos, Sergio,
militaba en la Juventud Peronista y estaba haciendo la conscripción en la Marina. Su destino, como
se dice en la jerga militar, fue la ESMA en donde se
le asignó la tarea de asistente de uno de los máximos responsables de aquel epicentro del horror,
Jorge “el Tigre” Acosta. Sergio vio lo que no tenía que
ver, le tocó limpiar la sangre de sus compañeros
secuestrados, vio documentos vinculados a la
represión, según pudo comentarles a sus padres y a
su compañera con quien se comunicó el 13 de julio
de 1976 para avisarle que estaba “castigado” en la
ESMA. Fue secuestrado junto con otros seis compañeros, cuatro de ellos recuperarían su libertad. Sergio no. Acosta se había enterado de la militancia de
Sergio y su furia no paró hasta destruir a casi toda
su familia. Dos días después de aquel llamado, el 15
de julio de 1976 a las tres de la mañana se llevaron
a los padres, Hugo, químico industrial, miembro
de la Cámara Argentina de la Industria Química, y
Blanca, psicopedagoga clínica; luego secuestraron
a Betina de quince años en la casa de su abuela y
posteriormente a Laura Del Duca, la mujer de Sergio.
Los que conocimos a Betina guardamos de ella un
recuerdo de ternura, el de una niña que se estaba
haciendo mujer. Militante de la UES, solidaria hasta
las últimas consecuencias, comprometida con su
tiempo, con sus ideas. Sólo se salvó su hermano
Daniel el autor de este libro homenaje, entrañable,
doloroso e imprescindible, el hombre que le ganó
el juicio a Massera y logró que le remataran su
casa. El dinero obtenido fue donado por el autor
de este libro a las Abuelas de Plaza de Mayo. Toda
esta tragedia condensada en este testimonio muy
bien escrito y con un título demoledor, Betina sin
aparecer.
OTROS RECOMENDADOS
Los secretos del Vaticano, de Corrado Augias,
Crítica.
Historia argentina, 1916-1955, de Alejandro
Cattaruzza.
Pequeñas crónicas, de Carlo Cipolla.
La guerra civil europea, de Ernst Nolte.
Escribir las imágenes. Ensayos sobre arte argentino
y latinoamericano, de Andrea Giunta, Siglo XXI.
Violencias de la memoria, de Jorge Jinkis, Edhasa.
Traición 66, de Eduardo Castro Sánchez,
Vinciguerra.
Peronismo y cultura de izquierda, de Carlos
Altamirano, Siglo XXI.
Peronistas, populistas y plebeyos. Crónicas de
cultura política, de Pablo Alabarces, Prometeo.
Peronismo y prensa escrita. Abordajes, miradas
e interpretaciones nacionales y extranjeras, de
Ranaan Rein y Claudio Panella (comps.).
Devociones religiosas, procesos de identidad y
relaciones de poder en Salta. Desde la colonia hasta
principios del siglo XX, de Telma Liliana Chaile.
De la vera del mar a la orilla de río. Navegantes y
comerciantes genoveses en el Plata y en el Paraná
(1820-1860), de Griselda Tarragó, Prohistoria.
Los secretos de Hitler. Los acuerdos de los nazis con
los Estados Unidos y los sionistas, y los rastros en
la Argentina del jefe del Tercer Reich, de Abel Basti,
Sudamericana.
INTERNET
http://visualmente.blogspot.com
VisualMente es el blog de periodismo visual de Latinoamérica. Si bien pone el foco en la región, tiene
posteos y secciones enteras en inglés y otros idiomas
como portugués, guaraní, inglés y francés, para contextualizar en un marco global. Su creador, El Norbi
Baruch es periodista, diseñador, ilustrador, infógrafo
y fotógrafo.
https://www.fillanypdf.com
Cada vez es más cotidiano realizar trámites por Internet. Sin embargo,
todavía resulta algo incómodo completar algunos pasos. Esta herramienta permite llenar aquellos documentos en PDF que no aparecen
posibles de editar. Como esos formularios infinitos de casi todos los
trámites.
y ver quién más está ahí, y qué comercios (restoranes, librerías, radios,
tiendas, etc) aparecen disponibles, muchas veces con promociones.
http://wwwhatsnew.com/2012/01/10/10aplicaciones-para-gestionar-varias-cuentas-de-redes-sociales-simultaneamente/
Las redes sociales son cada vez más
determinantes en el mundo de la
comunicación. De hecho, han generado nuevos puestos de trabajo en
los últimos tiempos y la oferta seguirá incrementándose. Para quienes se desempeñan en estas tareas,
tienen en este link tips y aplicaciones fundamentales que no fallan.
http://onelikeson.bandcamp.com
http://www.temazosdeagencias.com.ar
Las agencias de publicidad armaron un espacio virtual para compartir
las canciones que más escuchan durante las jornadas de trabajo. La
idea es evaluar cuál escucha la mejor música. Cada una va subiendo
sus preferencias y así se va formando un top 10 online que podemos
disfrutar todos.
La banda One like son
grabó el primer disco
hecho completamente con
un iPod 3GS. Se trata de
Start The Show, un grupo
de once canciones que
pueden escucharse online
desde este link.
http://www.stumbleupon.com
http://lopior-delared.blogspot.com/
Este blog es para divertirse un rato. Lo maneja El Basurero, “forzado
a seleccionar lo que tiene algún valor, metiendo las manos en desperdicios, en toneladas de inmundicia y en un cosmos maloliente de
contenidos, residuos de la información”, tal como se auto describe.
Actualidad, música, series y películas “berretas” que circulan en la red
son los protagonistas de este compilado imperdible.
https://es.foursquare.com
Es un servicio basado en localización web que se usa desde las redes
sociales. La geolocalización permite localizar un dispositivo fijo o móvil
en una ubicación geográfica, este es el dato que se comparte, y el
punto de referencia. Fue creado en 2009 y, en diciembre de 2010, la
compañía anunció haber llegado a los 5 millones de usuarios. La aplicación orientada principalmente a teléfonos inteligentes y es gratuita.
La idea es hacer “check-ins” en un lugar dónde uno se encuentra
Esta red social permite a los usuarios intercambiar información de
interés con facilidad. Automatiza la colección, distribución y reseña
de contenido web de un modo intuitivo, siguiendo las pistas de un
registro inicial donde el usuario identifica sus preferencias. Como una
gran base de datos compartida. El 30 de mayo del 2007 StumbleUpon
fue adquirido por la compañía eBay por 75 millones de dólares estadounidenses.
57
E N T R EV IS T A V
Muerte no accidental
DE UN REPUBLICANO
EN EL LOCO DORREGO, EL ESCRITOR, PERIODISTA, HISTORIADOR Y CIENTISTA POLÍTICO HERNÁN BRIENZA,
REVELA EN PROFUNDIDAD LA COMPLEJA DIMENSIÓN HISTÓRICA DE MANUEL DORREGO,
UN HÉROE DE LA INDEPENDENCIA QUE QUISO SANCIONAR EL SUFRAGIO UNIVERSAL EN 1828
En diálogo con Quid, el autor comenta otros aspectos sorprendentes de un adepto a las formas democráticas, al estilo estadounidense y no apenas un desaforado caudillo de la “barbarie”
como se lo pretendió simplificar desde la historia oficial.
económico, con pago de la deuda externa y creación de bancos
con capitales nacionales y no británicos.
–¿Qué fue lo que le llamó la atención de Manuel Dorrego
para elegir escribir su biografía? ¿Con qué se “encontró”, es
decir, qué fue lo que más le sorprendió de esa vida al investigarla a fondo? Lo que primero me llamó la atención fue el
–En su libro se puede descubrir que Dorrego, a quien la
historiografía oficial suele acotar a un rol secundario de
“puntero de cabotaje” limitado al territorio bonaerense,
había recalado en Baltimore, donde abrevó en la democracia industrializada estadounidense. ¿En qué otras cuestiones
Dorrego fue un moderno político? Una de las cosas interesan-
hecho de la muerte por razones políticas, el asesinato, el crimen. Me pregunté qué habían querido matar cuando mataron
a Dorrego. Entonces empecé a investigar quién era Manuel
Dorrego y cuáles eran sus ideas. Ahí me di cuenta de por qué lo
habían matado y qué habían querido matar cuando lo fusilaron
el 13 de diciembre de 1828. Lo que quisieron asesinar era un
proyecto determinado de país que tenía Manuel Dorrego: un
país federal, que no tuviera centro en Buenos Aires, con igualdad de oportunidades, con voto igualitario para todos, con una
integralidad territorial de las Provincias Unidas que incluyera a
la Banda Oriental, el Paraguay, Bolivia; un protonacionalismo
tes es que vuelve con un federalismo doctrinario, no intuitivo.
Segundo, él considera que hay que ir hacia una gran Federación
de naciones, en ese sentido es bolivariano; tercero, es institucionalista. Si uno analiza sus discursos y sus escritos en El Tribuno
(que es el diario de su facción, los Populares), uno se da cuenta
de que son trabajos que respetan, por sobre todo, la institucionalidad y la concepción republicana. Algo que es muy interesante
de pensar: que lo nacional está relacionado con lo republicano,
entendido como freno al poder real. Lo republicano no es un
respeto protocolar a las formas sin contenido político, sino que
su espíritu es el de ponerle límites a los poderes reales, fácticos.
–¿Cómo era la compleja relación entre Dorrego y Rosas,
porque pese a estar en el mismo bando parecen, en lo que
usted refleja en su libro, representar intereses diferentes y
hasta opuestos? Creo que Dorrego es un “federal de la Revolución” y Rosas es un “federal del Orden”. Dorrego es un federal
que está pensando en cómo hacer que lo mejor de Europa y
Estados Unidos pueda aplicarse en Argentina. Rosas está pensando en modernizar la matriz hispana. Dorrego de alguna manera representa al bajo pueblo porteño y a los comerciantes, a
los sectores productivos. Rosas representa a las estancias como
sector productivo más importante del país. Son dos proyectos
que tienen mucho en común pero a la vez disienten en muchas
cosas. En la relación personal entre ellos, Rosas acusa varias
veces a Dorrego de “loco”, de ingenuo; y Dorrego sospecha
que “Rosas es un gaucho pícaro al que tarde o temprano habrá
que cortarle la cabeza”. La astucia estaba del lado de Rosas y el
idealismo del de Dorrego.
–Otro hallazgo para el lector es la cercanía entre Dorrego
y Simón Bolívar. ¿Por qué piensa que este tipo de datos –no
menores, por cierto– se silencian en el estudio de la Historia? ¿Cuántos chicos de primaria o secundaria conocen
esa relación entre el Libertador y “El loco”? Casi nadie la
conoce. Y tiene que ver con que la figura de Bolívar fue puesta
como en un “River-Boca” con San Martín. San Martín era el
propio y Bolívar el ajeno, por lo tanto no se estudia a Bolívar,
no se lo tiene en cuenta, en función de realzar la figura de San
Martín. Es una especie de chauvinismo histórico que intenta
justificar por qué Argentina es un país como es y que establece
que Bolívar terminó de alguna manera “traicionando” a San
Martín. Ese es un esquema básico de la historiografía oficial
argentina. Y me pareció interesante recuperar a ese Bolívar que
tiene interés en la Cuenca del Plata y que tiene también allí sus
propios operadores políticos, como Dorrego o Monteagudo.
–En esa misma línea es muy difícil encontrar en los libros escolares de Historia más de una oración, ni siquiera un párrafo, sobre “El día de los tres gobernadores” y la Guerra con
el Brasil, episodios en los que Dorrego tuvo gran incidencia.
¿Podría explicar la importancia de esos hechos, profusamente tratados en su libro, y por qué se los soslaya en otros
textos? Se “olvida” mucho la Guerra con el Brasil y el conflicto
de la Banda Oriental porque Juan Martín de Pueyrredón y después Rivadavia fueron los que entregaron la Banda Oriental al
Imperio del Brasil. Creo que se soslaya para que esa actuación,
tanto de Rivadavia como de Pueyrredón, quede en el olvido.
Justamente Dorrego es uno de los que se compromete a que la
Banda Oriental no sea parte del imperio brasileño. Aún cuando
después se ve obligado a firmar un a paz indecorosa.
–¿Y el “día de los tres gobernadores”? Yo lo estudié en la
secundaria, debo decir. Es un episodio muy interesante por la
figura de Pagola, un revolucionario extremo, un jacobino que se
rebela para impedir la llegada fraudulenta de Martín Rodríguez
al gobierno. Esto es interesante porque Pagola es un hombre
del federalismo, un dorreguista. Lo interesante también es que
luego de su levantamiento en octubre de 1820, hacia las 6 de la
tarde los principales líderes, entre ellos Pagola, se rinden ante
los Colorados del Monte de Rosas (es un dato interesante que
sea Rosas el represor de Pagola, habla de qué concepto tenía
Rosas de la política), y en cambio la soldadesca se niega a entregarse y quiere seguir peleando. Y lo hacen por dos horas más,
contradiciendo la decisión de sus propios líderes. Eso demuestra que los sectores populares no eran “llevados de las narices”
por Pagola, sino que por el contrario tenían un alto grado de
conciencia política.
–Su relato del fusilamiento de Dorrego conmueve ¿Por qué
eligió contarlo con semejante nivel de apego, de empatía,
que emociona al lector? Por varias cosas. A mí me parece que
lo que más le molestaba a Dorrego no era morir, sino la forma
en que iba a hacerlo. La injusticia de su muerte. Me parece que
había que contarlo con todo su dramatismo, porque es el drama
de dos hombres. Uno que decide fusilar aun sin razonar lo que
está haciendo y otro que es la víctima absoluta del momento,
pero que al mismo tiempo se entrega. Y dice “que mi muerte
no sea razón de más derramamiento de sangre entre argentinos”, una frase muy similar a la de Juan José Valle en 1956.
Me parece que la Historia tiene algo que decir al presente, y
el relato está para que la Historia conmueva, para que vuelva a
impresionarnos y que no pase de largo como una anécdota.
Sergio Varela
El historiador y politólogo Hernán Brienza logra conmover con el relato de la historia a través de su obra
El loco Dorrego, en la que la biografía de Manuel Dorrego establece un hilo conductor para comprender las
claves de las antinomias y pasiones que surcaron los orígenes de nuestro país.
59
TEXTUALES
Libertad
Jonathan Franzen
Tex
Salamandra
Página 531 a 535
“El padre de Walter, Gene, era el hijo menor de un sueco complicado que se llamaba Einar Berglund y había emigrado a principios del siglo XX. Eran muchas las cosas que podían desagradarle a uno de la Suecia rural –el servicio militar obligatorio, los
pastores luteranos entrometiéndose en la vida de sus feligreses,
una jerarquía que impedía casi por completo el ascenso social–,
pero lo que en realidad empujó a Einar a marcharse a Estados
Unidos, según la versión que Dorothy le contó a Walter, fue un
conflicto con su madre.
Einar era el mayor de ocho hijos, el príncipe de la familia en su
granja del sur de Österland. Su madre, que quizá no fuera la
primera mujer insatisfecha en su matrimonio con un Berglund,
trató con descarado favoritismo a su primogénito, vistiéndolo con
ropa mejor que la de sus hermanos, dándole la nata de la leche
de los otros y eximiéndolo de las labores de la granja para que
pudiera consagrarse a su educación y su cuidado personal. (“El
hombre más vanidoso que he conocido”, decía Dorothy) el sol
materno iluminó a Einar durante veinte años, pero entonces, por
un desliz, su madre tuvo un hijo tardío, varón, y se prendó de
él como antes se había prendado de Einar; y Einar nunca se lo
perdonó incapaz de soportar no ser el predilecto, zarpó rumbo a
América el día de su vigésimo segundo aniversario. Una vez allí,
no regresó jamás a Suecia y no volvió a ver a su madre reconocía
con orgullo que había olvidado hasta la última palabra de su lengua materna y profería, a la menor provocación, largas diatribas
contra “el país más estúpido, más petulante y más estrecho de
miras del mundo”. Se convirtió en otra coordenada en el mapa
del experimento norteamericano de autogobierno, un experimento estadísticamente distorsionado desde el principio, porque
no fueron las personas con genes sociables las que huyeron del
superpoblado Viejo Mundo hacia el nuevo continente: fueron las
que no congeniaban con los demás.
De joven, en Minnesota, trabajando primero de leñador en una
tala de los últimos bosques vírgenes y luego de excavador en una
tuales
cuadrilla de peones camineros, y sin ganar gran cosa en ninguno
de los dos oficios, Einar se sintió atraído por el concepto comunista de que su trabajo era objeto de la explotación de los capitalistas de la Costa Este. Hasta que un día, escuchando la soflama
de un vehemente orador comunista en Pioneer Square, tuvo un
momento de inspiración y comprendió que la manera de salir
adelante en su nuevo país era explotar a alguien él mismo. Junto
con varios de sus hermanos menores, que lo habían seguido a Estados Unidos, se estableció como contratista de la construcción
de carreteras. Para mantenerse ocupados en los meses fríos, sus
hermanos y él fundaron además un pueblo a orillas del alto Misisipi y abrieron una tienda. Puede que su ideología política fuera
aún radical por aquel entonces, porque concedía crédito ilimitado a los campesinos comunistas, muchos de ellos finlandeses, que
se afanaban por ganarse la vida fuera del alcance del capital de la
Costa Este. La tienda pronto empezó a tener pérdidas, y Einar
está a punto de vender su parte cuando un antiguo amigo suyo,
un tal Christiansen, abrió en la acera de enfrente una tienda que
le hacía la competencia directa. Por despecho, según Dorothy,
Einar mantuvo la tienda otros cinco años, atravesando el punto
álgido de la Gran Depresión, acumulando pagarés incobrables de
todos los campesinos en un radio de quince kilómetros, hasta que
el pobre Christiansen se vio empujado a la quiebra. Entonces,
Einar se trasladó a Bemidji, donde prosperó en la construcción
de carreteras, y acabó vendiendo su empresa a un precio catastróficamente bajo a un contratista de modales untuosos que había
fingido afinidades socialistas.
“Para Einar, Estados Unidos era la tierra de la libertad no sueca,
el lugar de espacios abiertos donde un hijo aún podía imaginar
que era especial. Pero nada altera tanto la sensación de ser especial como la presencia de otros seres humanos que se sienten
igual de especiales. Tras alcanzar, gracias a su inteligencia innata
y al duro trabajo, cierto grado de prosperidad e independencia,
pero no lo suficiente de lo uno ni de lo otro, se convirtió en todo
un modelo de ira y decepción después de jubilarse.
(...)
“(El carácter propenso a la fantasía de la libertad ilimitada es
también, cuando la fantasía se echa a perder, un carácter proclive
a la misantropía y la rabia.) Einar tenía setenta y ocho años cuando una pésima decisión al volante lo obligó a elegir entre un
choque frontal y una profunda zanja en la cuneta de la carretera
federal 2. Su mujer, que viajaba en el asiento del acompañante y,
a diferencia de Einar, llevaba puesto el cinturón de seguridad, sobrevivió tres días en el hospital de Grand Rapids antes de expirar
a causa de las quemaduras. Según la policía, se habría salvado si
no hubiese intentado sacar a su marido muerto de su Eldorado
en llamas. ‘La trató como a un perro toda su vida -decía después
el padre de Walter- , y al final la mató.’
De los cuatro hijos de Einar, Gene era el que carecía de ambición y se quedó cerca de casa, el que quería disfrutar de la vida,
el que tenía un millar de amigos. Eso era en parte su manera de
ser y en parte un reproche consciente a su padre.
(...)
“No estaba claro si se habría casado con Dorothy si no la hubiera
dejado embarazada, pero, una vez casados, se propuso amarla
con toda la ternura que, según creía, su padre había negado
a su madre. El hecho de que aun así Dorothy acabase trabajando como una mula para él, y su propio hijo, Walter, acabase
odiándolo por eso, fue sólo uno de esos giros del destino de una
familia. Al menos Gene, a diferencia de su padre, no insistió en
que era superior a su mujer. Por el contrario, la esclavizó con su
debilidad: su tendencia a la bebida en particular. También llegó a
parecerse a Einar de otras maneras, que tenían análogamente un
origen indirecto. Era de un populismo agresivo, exhibía desafiante y orgulloso su vulgaridad, y se sentía atraído, en consecuencia, hacia el lado oscuro de la política derechista.”
61
E N T R EV IS T A V I
Cómo se escribe un
best seller
JOHN VERDON ACABA DE PUBLICAR NO ABRAS LOS OJOS, DONDE EL CRIMEN SE PERPETRA EN UNA BODA
El escritor estadounidense JohnVerdon visitó la Argentina para
presentar No abras los ojos, la segunda novela de su trilogía iniciada con Sé lo que estás pensando. Este sutil autor de suspense
que fue director creativo en las filiales neoyorquinas de Saatchi
& Saatchi y BBDO, entre otras grandes agencias de publicidad,
conversó con Quid sobre la característica de su obra, en la que
las conjeturas y el temor a lo que podría pasar tienen un efecto
más impactante que lo que en realidad sucede.
–Usted ha sido publicitario y en su obra hay un cuidado trabajo que refleja puntillosamente la psicología de los personajes. ¿En qué punto la publicidad y el relato policial negro se
encuentran, y en su caso personal cómo influyó una actividad
sobre la otra? En realidad, el interés que yo tengo en el aspecto
psicológico de los personajes es algo que viene desde mucho antes de que yo ingresara en el mundo de la publicidad. Es algo en
lo que siempre estuve interesado, casi desde que tengo memoria,
por lo menos desde la escuela secundaria.
–¿Cuál fue el disparador, la idea inspiradora de “Sé lo que
estás pensando”, un thriller muy original que apunta a uno de
los temores más básicos: la indefensión frente a la “lectura”
de la mente? Se dice que Hannibal Lecter era más terrorífico
cuando descifraba los pensamientos de Clarice que cuando se
devoraba a sus víctimas… El potencial de lo que podría pasar es
muchísimo más aterrorizador de lo que realmente pasa. Siempre
noté que el principio de las películas de terror resultaba mucho
más atemorizante que el propio final. Y esa es la idea que atraviesa el libro: la de un personaje que tuvo un pasado oscuro y en la
actualidad tiene un tipo de vida completamente diferente, y que
se enfrenta con una amenaza ambigua, supongo que esa persona
podría estar aterrorizada ante lo que podría pasar, sobre todo ante
el temor de que se revelara parte de su pasado. Eso fue lo que me
interesó, hasta dónde puede llegar el comportamiento de alguien
a partir de las conjeturas que establecen sus propios temores.
–El miedo puede crear una especie de realidad paralela… Sí,
–¿Cómo surgió el héroe de su saga, el detective David Gur-
gira alrededor del hecho del asesinato de una mujer. El asesino,
influido por el mito bíblico de Eva, ve a las mujeres como transmisoras del Mal.
–¡Ah!... levemente misógino, el muchacho… (Risas) Sí, pero es
que tuvo una infancia difícil.
ney, y qué rasgos tiene en común y de diferente con otros
–Conozco varios caballeros que han tenido infancias compli-
protagonistas de thrillers clásicos? Creo que configuré en mi
cadas y aman a las mujeres más que a sí mismos, casi… Sí,
pero la madre de ese personaje estaba un poquito loca, y eso
influye en su comportamiento.
lo cual es para mí mucho más interesante que lo que en realidad
sucede. Por ejemplo, en una película de monstruos, una vez que
uno ve al monstruo buena parte de la tensión disminuye, ha perdido su amenaza como elemento desconocido, invisible, inasible.
mente a David Gurney como el tipo de persona al que tendría
que recurrir la víctima de la amenaza. Es decir, surgió como una
especie de complemento del protagonista, del héroe trágico,
quien está motivado por la culpa y el temor. El ex detective Gurney, en cambio, es muy bueno para enfrentarse o lidiar con los
temores de otras personas. Es alguien capaz de encontrar una
variante lógica en los problemas de los demás, con lo que ayuda
a tranquilizarlos en la búsqueda de las soluciones. Este detective
fue construido como alguien capacitado para contener los problemas del protagonista atemorizado.
–¿Y los villanos? ¿Qué características tienen en particular,
cuál es el “estilo” de sus villanos y por qué tienen esos perfiles? Son muy inteligentes, porque aun como lector no podría
estar interesado en nadie que no lo fuera. Tienen que ser muy
hábiles, astutos, tanto como para poder crear un buen desafío al
protagonista. Porque el único tipo de protagonista que a mí me
interesa es aquel que se destaque por ser una persona muy inteligente, no me atraen los héroes que se imponen por su fuerza
física o que vencen al villano de manera violenta, sino aquellos
que logran superar intelectualmente a un antagonista tan inteligente como ellos. Así que mis villanos son todos muy inteligentes, pero también son personas profundamente perturbadas y
llenas de odio.
–La segunda obra de su trilogía, “No abras los ojos”, gira
alrededor del crimen de una novia en su propio banquete de
bodas. ¿Por qué eligió esa situación y ese entorno para ambientar una trama de suspense? Me gustó la idea de que una
boda, que se supone que es el comienzo de una nueva vida fuera
el momento del final de una vida. Me gustó mucho el contraste
dramático que eso suponía. Y en otro sentido, porque el libro
–¿Qué nos espera en la tercera novela de la trilogía, que
según tengo entendido está escribiendo en este momento?
¿Qué nos puede adelantar de la trama y sus personajes? La
diferencia con las anteriores es que al comienzo de esta tercera
novela, el ex detective David Gurney está recuperándose de unas
heridas de bala que recibió en la segunda. Así que en esta tercera novela este personaje está más deprimido, un poquito más
vulnerable y más agrio de carácter. Creo que es una buena vuelta
de tuerca, porque la única forma en que puedo continuar con
estos libros es que los personajes se vuelvan reales, verosímiles.
Y si a alguien le han disparado tres veces, eso sin duda tiene que
cambiar el estado de ánimo y el carácter de esa persona. Así que
este personaje está bastante traumatizado, pero parte de él permanece intacta, sobre todo su capacidad lógica. Aquí tiene que
vérselas con una serie de siete asesinatos que la policía cree que
entiende cabalmente, crímenes que han adquirido mucha trascendencia mediática y se han convertido en algo muy difundido.
Hay hasta psicólogos que escriben libros sobre la serie de asesinatos, con sus interpretaciones para resolverlos, sus análisis sobre
las motivaciones y significados. Así que cuando Gurney decide
que probablemente todas las teorías y pistas estén equivocadas,
todo el mundo se le viene encima, porque hay gente que ha desarrollado carreras completas en función de las pesquisas para
estos crímenes. Todos se convierten en sus enemigos, no sólo los
potenciales asesinos, sino quienes tienen que ayudar a descubrirlos, lo cual le dificulta notablemente la investigación y la vuelve
mucho más interesante.
Gonzalo Villamayor
John Verdon, ex director creativo de una de las agencias publicitarias top de Nueva York , consagrado best
seller de thrillers atrapantes, presentó en Argentina el segundo título de su saga: No abras los ojos, una nueva y
apasionante aventura de David Gurney, el detective de culto del siglo XXI.
63
E N T R EV IS T A V II
MENSAJES
VISUALES
A TRAVÉS DE SUS ARTÍCULOS RECOPILADOS BAJO EL TÍTULO ESCRIBIR LAS IMÁGENES, LA DOCTORA EN FILOSOFÍA
Y LETRAS E HISTORIADORA DEL ARTE ANDREA GIUNTA ANALIZA LA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA ARGENTINA Y
LATINOAMERICANA RECIENTE BAJO UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA Y SOCIOLÓGICA. EN DIÁLOGO CON QUID, LA
AUTORA REVELA ALGUNAS CLAVES PARA APRECIAR LOS MENSAJES QUE APORTA EL ARTE A LA SOCIEDAD
–¿De qué manera el arte, en sus expresiones plásticas o visuales, puede condensar el humor social de una época o el
inconsciente colectivo de una cultura? Las obras son cristalizaciones que compactan diversos discursos sociales dispersos,
que se anudan en una imagen bidimensional o en una expresión
tridimensional (lo que hoy se conoce como “instalaciones”: ese
arte que post-produce, que edita materiales dispersos uniéndolos
en un mismo espacio). Entonces, escribir las imágenes de alguna
manera es una metáfora interesante, que refiere a ese proceso
de desagregar desde una perspectiva esos múltiples sentidos que
se compactan en la imagen. Elijo enfáticamente no proponer las
interpretaciones como etapas finales o conclusorias, sino entender mi trabajo como un eslabón más de las múltiples lecturas
posibles.
–¿En qué se diferencian el arte argentino y latinoamericano
contemporáneos de otros movimientos y tendencias de la
Historia del Arte? ¿Cuáles son sus características actuales
y por qué la atrajeron? Es una pregunta bastante difícil de
responder, porque en estos tiempos se habla de la globalización
del arte, que implica un proceso de deslocalización. Los artistas trabajan sobre múltiples contextos, no necesariamente los
propios. Al mismo tiempo, los artistas se comportan en muchos
casos como etnógrafos. Investigan contextos específicos y piensan
obras para esos contextos. Entonces la pregunta por “lo latinoamericano” se vuelve más compleja. Porque “lo latinoamericano”
o “lo argentino” puede perfectamente ser una obra que hizo un
artista belga en México y que es una obra magnífica sobre la Patagonia, o puede ser un artista argentino que va a trabajar sobre
un problema que no es específicamente argentino.
–El cielo de Nueva York pintado por Ernesto Pesce, por
ejemplo. Hay un cierto “acento” en esa obra que permite
decodificar como argentino al autor, igual que por su aspecto
físico es reconocible a simple vista como uruguayo el cantante Jaime Roos. Claro. Por eso es un proceso de localización y
globalización al mismo tiempo. A mí me cuesta encontrar localidades específicas. Quizás saber que ese cielo que Pesce dice que
es de Nueva York es lo que permite construir esa localidad. No sé
si uno al ver la obra sin ningún contexto puede arribar a esa con-
clusión. No sé si es algo esencial que la obra comunica. Ese es un
poco el trabajo del historiador del arte: todo está en la obra, sin
dudas, pero requiere ser puesto en escena. Y las interpretaciones
y los discursos ponen en escena aquello que está en la obra pero
no es visible en todo momento.
–Hay en su libro una referencia muy interesante al escritor
cubano Alejo Carpentier y lo que él llama “la angustia de
Hernán Cortés”: el no poder describir ciertas cosas del
Nuevo Mundo porque no existía aún la palabra apropiada
para nombrarla (en castellano). ¿Cómo funciona para usted
el relato del arte? ¿Cuál es la intersección adecuada entre el
código visual de la obra artística y el lenguaje del comentarista? Bueno, nunca escaparse de los límites de la obra, esa sería
la recomendación general. Pero al mismo tiempo, en tanto una
obra provoca un proceso de conocimiento, en el propio artista
pero también en el espectador, es muy rico cruzarla con otros
campos. Me ha tocado analizar las pinturas de la serie de Juanito
Laguna de Antonio Berni desde elementos que aportaba la película Detrás de un largo muro. Estas dos obras, puestas en contacto, se revelaban la una a la otra. En Juanito Laguna siempre
hay una pared. Esa pared es muy significativa, separa ese mundo
de marginación y pobreza del otro mundo más privilegiado,
algo que para mí resultó mucho más evidente después de ver la
película Detrás de un largo muro, después de esa experiencia la
pared de Berni me resultó mucho más significativa. Por eso, todo
está en la obra, pero todo puede también ser dicho, y ser dicho
una y otra vez. De lo que hablaba Carpentier a través de la dificultad hallada por Hernán Cortés era de esta tensión que existe
entre una realidad que es múltiple y compleja y una imagen o
un discurso que la ordena de una manera específica. Entonces,
Cortés hablaba un idioma que fue configurado para hablar de o
describir un mundo y de pronto se encontraba frente a un Nuevo
Mundo, imposibilitado de explicarlo con aquel idioma. El arte
soluciona eso, al condensar aspectos que están articulados en
distintos discursos a través de una imagen o una obra que queda
ahí. Otra cosa que me resulta fascinante, sobre todo en el arte
tradicional, porque el arte contemporáneo está marcado por la
disolución, pero si pensamos en las imágenes que se conservan es
remarcable cómo la imagen remite a un tiempo pasado pero esa
misma imagen se debe hacer presente en la exhibición pública
y en la nueva mirada de nuevos espectadores. Y en los discursos
que la actualizan. Cuando escribí el artículo sobre el arte y Eva
Perón eran los años 90. En ese momento, la imagen de Eva
Perón era otra cosa, diferente a lo que es actualmente. Hoy se
reescribió y tiene un nuevo sentido. Entonces a mí me fascina
esa condición anacrónica de las obras de arte, que son presente y
son pasado a la vez.
–¿En qué punto puede analizarse el arte desde una perspectiva de género? ¿Qué ejemplos puntuales encontró para esa
parte del recorrido planteado en su libro? Me interesa la problemática de género en su inscripción histórica. Es decir, trabajar
sobre el feminismo de los años 60 y el lugar de las mujeres en
el arte desde esa época. Me interesa sobre todo lo referido a la
construcción cultural del género. En ese sentido, artistas como
Graciela Sacco, que trabajó con una cantidad de elementos
que tenían que ver con esa construcción, por ejemplo el uso de
la pintura roja como una metáfora de la sangre, reflejan de qué
manera desde los años 60 hubo una profunda renovación iconográfica que pasó sobre todo por las artistas mujeres.
–A propósito de los 60, ¿cómo ha evolucionado en sus formas
y mensajes el arte argentino y latinoamericano desde esos
años, con el Di Tella y la “primavera de los pueblos”, hasta la
actual posmodernidad? ¿En qué dirección piensa que continuará esa evolución? En un sentido, se podría decir que no hay
evolución. Porque todo el arte contemporáneo ha desarrollado
una insistente revisión de un pasado mitificado. Muchos artistas
argentinos contemporáneos trabajan sobre iconografías del siglo
XIX, por ejemplo. Hay revisiones de cuadros como El regreso
del malón, Sin pan y sin trabajo, incluso por medios fotográficos, o de las obras creadas durante el peronismo, revisitadas por
Daniel Santoro. Entonces, más que evolución o progresos, hay
muchos diálogos con el pasado. Hoy hay una tendencia hacia
la desmaterialización del arte, es decir hacia ese arte que no es
pintura ni escultura, que no está pensado para durar sino para ser
actuado, como performance que se agota en el momento en que
se expone. Eso se ha multiplicado. Creo que vamos hacia un arte
construido más como idea que como cosa, y que se podrá ver en
forma muy masiva mediante dispositivos digitales.
Iván Garré
La académica y crítica de arte Andrea Giunta compiló en Escribir las imágenes sus ensayos sobre arte argentino
y latinoamericano, en los que aporta una interpretación sociológica y hasta antropológica sobre las expresiones
visuales contemporáneas.
65
T EM A D E T A PA V
¿Quién es esa chica?
ALGUNAS IMÁGENES DE QUIENES FUERON Y SON LAS MÁS MIRADAS. INTENTE RECONOCERLAS Y COMPLETE LOS
EPÍGRAFES. LAS RESPUESTAS CORRECTAS ESTÁN EN LA PÁGINA 70
1
1.
2
2.
3
4
67
5
6
3.
4.
5.
6.
7
8
9
10
68
7.
8.
9.
10.
11
12
69
14
11.
12.
13.
13
14.
INFANTIL / JUVENIL
Letras locas
Dos propuestas divertidísimas de Unaluna tienen
como denominador común el uso de las letras. El
primero es para los más chiquitos; el segundo, a
partir de los 5 años.
SsssSsssSsss…! es el libro de Sergio De Giorgi
(autor además de los collages) que cuenta una
historia sólo con palabras que comienzan con la
letra ese. Muy buen trabajo realizado para niños
mayores de 2 años.
Las chistosas es la historia de la letra c y la hache cuando se
juntan. Lleno de detalles graciosos de las ilustraciones de Paola
Mattera, este trabajo escrito por Bárbara Gottheil y Virginia Gallo es
una invitación a la carcajada.
Monstruos a la hora de dormir
70
Uranito presentó la colección Otros monstruos que no dan ningún miedo. Cada libro
contiene tres cuentos muy entretenidos para chicos de seis años en adelante. El
monstruo calcetín vive en el ropero del cuarto de los chicos y desordena todo,
La serpiente Keona vive en el fondo del mar y defiende a los aborígenes de una isla
de conquistadores interesados en hacerse ricos.
Los textos corresponden a Cecilia Blanco y las coloridas y
divertidas ilustraciones, a Sonia Esplugas, el primero de
ellos; y a Milton, el segundo.
Respuestas de página 66
¿Quién es esa chica?
1. Bette Davis
2. Marlene Dietrich
3. Veronica Lake
4. Joan Crawford
5. Brigitte Bardot
6. Rita Hayworth
7. Sofia Loren
8. Kim Bassinger
Vacaciones de
aventuras
Pensado para chicos
a partir de los 9 años
Vacaciones con aspirina,
cuenta la historia de dos
hermanas que reciben
de regalo un perrito
llamado Aspirina. Él las
acompañará a Mendoza
donde tendrán muchas
aventuras.
Buen trazo para
adolescentes
Se publicó un trabajo de
la ilustradora María Jesús
Álvarez cuyos matices y
climas son especialmente
hermosos.
Se trata de Mil grullas, de
la reconocida escritora
Elsa Bornemann
(Alfaguara). Ambientada
en el año 1945 en
Hiroshima, el libro
cuenta la historia de dos niños y la consecuencia
que trajo la catástrofe de la bomba atómica a sus
vidas. Un trabajo bellísimo para comprender el
alcance de aquel hecho.
9. Monica Belucci
10. Megan Fox
11. Sharon Stone
12. Madonna
13. Raquel Welch
14. Scarlett Johansson
T U R IS M O
Destinos para
MUJERES INOLVIDABLES
POR
Horacio de Dios
BREVE ITINERARIO DE MATA HARI, ALMA MAHLER Y MARLENE DIETRICH
72
“Las chicas buenas van al Cielo. Las otras, a todas partes” asegura
un refrán que se reitera en la luneta trasera de los autos. Por
eso es un ejercicio inútil, aunque divertido, trazar una geografía
turística siguiendo la pista de las mujeres fatales porque no hay
lugar por donde no hayan dejado rastros.
El adjetivo viene en francés y eso le da un encanto especial aunque se haya convertido en un genérico y lo mismo puede usarlo
Joaquín Sabina para una canción, Britney Spears para promocionar
una gira o el director Brian De Palma para una película. En este
caso con Rebeca Romijn acompañada por Antonio Banderas ya
que siempre hace falta un hombre para darle aire al personaje.
Desde Dalila que perdió a Sansón o Circe que se enamoró de
Odiseo hasta cualquier historia cotidiana con la mala del barrio.
No son únicas pero sí las más emblemáticas dentro de su rubro.
La primera, Mata Hari, con un destino trágico; luego Alma
Mahler, que usó los genios como afrodisíaco y le fue muy bien; y
por último, pero no menos importante, Marlene Dietrich, cuyo
Ángel Azul de 1930 hace aparecer a sus supuestos epígonos como
Scarlett Johansson –quien se fotografía desnuda con su celular–
como una chica de colegio secundario.
Margaretha Geertruida Zelle, luego Mata Hari, nació el 7 de
agosto de 1876 en la pequeña ciudad de Leeuwarden, de sesenta
mil habitantes, cubierta de canales y bicicletas y que se encuentra a dos horas de Ámsterdam en el norte frío de los Países Bajos.
Hoy, en su pueblo, están atentos a los jóvenes extranjeros que
estudian en sus universidades y en mostrar un formidable puente
levadizo articulado por un brazo metálico. Allí tuvo su origen un
misterio que León Schirmann, un héroe de la resistencia contra
los nazis, puso en tela de juicio con un libro titulado Mata Hari:
autopsia de una maquinación (Editions Italiques) basado en diez
años de estudios en los archivos de Alemania, Francia y Gran
Bretaña. Con esa base, un abogado de la Comuna Holandesa
de Leeuwarden solicitó la reapertura del juicio porque “Francia
debe, por su propio prestigio, limpiar la reputación que ha ensuciado. El único delito de Mata Hari fue el de haber sido la víctima perfecta: extranjera, manifiestamente inmoral y una mujer
que disfrutaba ostentosamente de la vida mientras los soldados
franceses perecían embarrados en campos de batalla”.
La madre de Margaretha era de ascendencia javanesa, esa inmensa isla que en ese entonces era parte del imperio colonial
holandés. Y su padre un sombrerero con los sueños de grandeza
que heredó su hija.
Su suelo natal, Java, tiene una superficie de 132 mil kilómetros,
superior a la de la provincia de Santa Fe, es un rincón espléndido
del planeta con la riqueza multicultural de Indonesia: el mosaico de influencias indias, árabes, chinas, malayas y por último
pero también importante, europeas. Su escritor más conocido,
Pramoedya Ananta Toer (1925-2006) fue más de una vez candidateado al Nobel. Buru, su tetralogía de novelas también se ha
relacionado a la síntesis de geografía e historia del Cuarteto de
Alejandría de Laurence Durrell que tiene en Justina, uno de los
personajes también arquetípicos de la mujer fatal, como lo retrató George Cukor con Anouk Aimee en la película de 1969.
Margaretha, que tenía pasión mortal por los uniformes, se casó
a los 18 años con un militar que no conocía, a través de un aviso,
y que la doblaba en edad. Pero luego comenzo a bailar. Hasta
Rubén Darío habló de sus danzas y muchos otros de su strip
tease sin más limite que su corpiño porque no quería mostrar la
cicatriz de mordisco de su ex marido que la dejó sin un pezón.
Era un tiempo muy competitivo y era fácil caer en falsa escuadra
cuando la llamaban cortesana, un tímido eufemismo. En esta
recorrida siguiendo sus pasos ya no están los lugares que solía
frecuentar pero si uno se aloja en el Place Athenee, uno de los
hoteles más fascinantes de la avenida Montaigne en París, hay
quienes dicen que la habitación 120 lleva su nombre. Fue arrestada en febrero de 1917 y fusilada en el bosque de Vincennes
en octubre de ese mismo año. Su cuerpo no fue reclamado por
nadie y sirvió para estudios de anatomía de los estudiantes y su
cabeza mantenida en un museo de criminales, de donde luego
desapareció. Si bien su vida sirvió para interpretaciones de Greta
Garbo en 1932 y Jeanne Moreau en 1964, un halo de descreimiento acompañó la supuesta historia de la espía H21 más allá
de su innegable atracción por alemanes, franceses y hasta rusos
jugando al amor mientras ellos hacían la guerra.
Un caso muy distinto, a quien no le gustaban los soldaditos sino
que formaba parte de la intelectualidad de Viena, es el de Alma
Marie Schindler (1879-1964), quien se casó con Gustav Mahler
que le llevaba veinte años. En este caso hay una geografía turística que comenzó en Viena en el corazón del Imperio austrohúngaro. El safari afectivo de Alma es una colección de trofeos
porque luego de enviudar de Mahler se casó con otras personalidades también singulares como el arquitecto Walter Gropius, de
la Bauhaus, en Alemania, de quien se divorció para casarse con el
novelista Franz Werfel.
Su infancia en Viena fue tan excepcional que el primer beso lo
recibió de Gustav Klimt y no le cayó mal porque tuvo varios romances antes de casarse con Mahler quien la amó tan profundamente que el adagietto de la Sinfonía N° 5 esta inspirado en ella.
Lo cual no impidió que en un veraneo se enamorara de Gropius
y por ese motivo el músico recurrió a Sigmund Freud para que lo
ayudara. Luego de la muerte de Mahler y alternando con sus matrimonios, tuvo relación con el pintor Kokoschka que la retrató
varias veces mientras se disolvía el casamiento con Gropius y le
dio el título de la tempestad a un cuadro cuando ella lo abandonó
mientras aparecía Franz Werfel de quien quedó embarazada.
Siempre hay películas detrás de estas historias para ser contadas
y el australiano Bruce Beresford le dedicó la película con Sara
Wynter justamente llamada La novia del viento.
Alma (1879-1964) fue mucho más que una mujer famosa por su
belleza o por los hombres que amó y la amaron desde su infancia
en Viena o su madurez en Nueva York donde escribió sus memorias. Medio siglo después sigue siendo nota y Henry-Louis de La
Grange, el autor de una de las más notables biografías de Mahler
asegura que ella hizo pedazos al músico.
La tercera en concordia de este fresco de la naturaleza humana
es Marie Magdalene Dietrich (Marlene Dietrich) que nació en
Berlín en 1901 y murió en París en 1992. Turísticamente es una
de las mayores atracciones de la reconstrucción de la ciudad. La
plaza que lleva su nombre está al lado de la sala donde se realiza
el Festival de Cine y frente a un museo excepcional que mejor
conserva la memorabilia del mito. Sus restos, a su pedido, fueron
inhumados en el cementerio de Friedeau, en Berlín, justo a su
madre, que también las mujeres fatales respetan. La lápida dice
“Aquí estoy en la marca de mis días”. En ese mismo pueblo había
nacido Rainer Maria Rilke. La literatura lo envuelve todo. Y si
algo faltaba en lo mucho escrito sobre Marlene, en la Biblioteca
Presidencial de John Kennedy en Boston, se guardan treinta cartas y telegramas de la pasión que los unió desde que se conocieron con Hemingway a bordo de un trasatlántico francés en 1934 y
el suicidio del escritor en 1961. Él tenía 50 años y ella 47, y pese
a la fama de grandes amantes, nunca se acostaron. Hemingway,
por eso, habló de una “pasión no sincronizada”.
Horacio de Dios
TESTIMONIO PERSONAL
LA MUJER FATAL
PARA UN
NAPOLITANO
Antonio de Curtis fue una personalidad fuera de serie de la escena italiana
(1898-1967) comparable con su personaje para los italianos al de Carlitos
Chaplin. Era Totó, y su nombre completo, porque se lo habia comprado a
su padre natural a cambio de una pensión, era el Príncipe Antonio Focas
y un larguísimo agregado de títulos nobiliarios. Si bien hizo 97 películas,
en Argentina apenas conocíamos su intervención en Los desconocidos
de siempre de Mario Monicelli y el Oro de Nápoles de Vittorio de Sica. Luego
vino YouTube y en un video que se reitera a través de Claudio Villa y otros
intérpretes me encontré con una de las canzonetas mas famosas que
el escribió a la Mala Femmena (la mala mujer, la femme fatale de los
franceses en su versión de napolitano). La creó en 1951 y sigue siendo una
de las que más se repiten en la antologías musicales. En el malentendido
de la fama se pensó que estaba dedicada a Silvana Mangano porque lo
había rechazado cuando quiso casarse con ella. La realidad era mucho
más doméstica. Totó que era un mujeriego empedernido había llegado a
un acuerdo con su ex mujer Daniela para mantener en secreto su divorcio
hasta que su hija Liliana cumpliera 18 años. Ella no cumplió y dio la noticia.
El hecho lo enfureció y le dedicó la canción a Diana Rogliani. Conocí la
historia este año en una trattoria cercana a Piazza Navona a través de un
amigo italo canadiense, el arquitecto Franco Ruccolo, y bastó que el citara
los primeros versos para que mucha gente comenzara a cantarla. La fama
no se agota para la anónima mala mujer a la que le siguen cantando
porque en general, son las que más se extrañan.
B U EN V IV IR
De la cama
a la cocina
“COMO TODA MUJER QUE SE ENTREGA AL AMOR”... DETRÁS DE TODA COCINERA HAY SIEMPRE UNA MUJER FATAL
QUE CONOCE BIEN LAS HERRAMIENTAS PARA SEDUCIR Y CONQUISTAR A TODO MORTAL QUE CAIGA
EN SUS DELICIOSAS REDES
74
Mucho se ha escrito, y quizás no convenga sumar, sobre los alimentos afrodisíacos. Ya sea a favor o en contra de tales virtudes, las páginas y los platos
ahondaron en preparaciones tradicionales, secretas, misteriosas e incluso tóxicas
con la esperanza de sumar un minuto más de amor. Por efecto de metonimia,
mucha culturas utilizaron partes de plantas o animales para exacerbar la
virilidad o la buena disposición femenina llegando a diezmar especies por la
ilusión de que el cuerno de un rinoceronte renovaría el vigor masculino o una
exótica flor lograría quebrantar la voluntad virginal de una dama. La verdad,
como siempre, es mucho mas simple: un pancho y una coca pueden hacer
maravillas cuando existen realmente las bases del deseo donde “A” y “B” se elijen
mutua y libremente. No obstante, si de multiplicar placeres se trata, la cocina
tiene muy buenas herramientas para la hora del amor, he aquí algunos tips.
Después, qué importa el después. Como inmortalizó Fontanarrosa en su cuento
“El mundo ha vivido equivocado” la mejor plataforma para el buen amor es
empezar la velada con una comida muy frugal, quizás no más que una entrada
y una copa; nada de copiosos platos y desfile de bebidas que adormezcan los
sentidos. Este es el principal error que se suele cometer y que luego resulta
imposible de remontar. Otro Negro, Dolina, acotaría que “la dama que nos elije lo
hace mucho antes de que uno tienda sus trampas de donjuán”, por ende da lo
mismo beber una copa o cinco.
Luego del amor, ahí sí, con el ánimo tranquilo y el hambre más despierta, será
momento de alimentarse con lujos o simplezas a piacere, ya sea para recuperar
energía o gratificarse mutuamente.
Eros sano, in corpore sano. La disposición galante se alimenta todos los días, vale
decir, que una dieta sana, donde abundan los vegetales, las frutas y los granos
integrales permite que llegada la oportunidad del amor, el cuerpo responda con
sus mejores ánimos. Esto, hay que insistir, es válido para hombres y mujeres ya
que muchas veces las damas en pos de una figura delgada, se alimentan muy
mal y eso redunda en falta de energía o apetitos varios. Consumir regularmente
jugos de frutas, semillas y frutos secos, asegura una disponibilidad de minerales
y vitaminas que mejora cualquier resultado siempre.
Slow life, slow food. Otro elemento pocas veces mencionado, más en nuestra
era de videoclip, es la importancia de relajarse y disfrutar con tiempo y
serenidad tanto de la comida como del amor. Tomarse una tarde completa para
preparar un plato, un fin de semana para cocinar juntos, elegir los alimentos
y disfrutarlos en pareja es en sí parte del erotismo ya que invita a cortar con
ritmos enfermizos y a conectarse con los sentidos más primarios. Cientos de
libros y películas retratan escenas donde volver a lo cotidiano despierta los
humores y permite salir de los fríos clichés de Gatúbela y James Bond para
internarse en la fantasía de la cocinera y el jardinero de la peli italiana que quién
sabe si no la pasaban mejor.
Eso que tú sabes. Por último y quizás sea uno de los secretos femeninos mejor
guardados, toda persona debe saber preparar muy bien al menos un plato. No
importa si es langosta termidor o buñuelos de acelga, la clave estará en haber
preparado muchas veces la receta hasta conocerla bien y dominar la técnica al
punto de que, llegada la oportunidad, permita lucir las habilidades culinarias en
medio de un despliegue de seducción. Por más que no haya salido en ningún
vademecum afrodisíaco, un tupper con sándwiches de pan casero, un generoso
frasco de escabeche o una pastafrola recién hecha son el pase seguro a mil y
una noches de buen amor.
M.G.
COCINA AFRODISÍACA PARA DIOSES Y DIOSAS
Guillermo Ferrara
LA COCINA NO MUERDE
Jimena Monteverde
COCINAR PARA UNO O PARA DOS
Pía Fendrik
El tipo de libro que uno espera encontrar
cuando busca información sobre afrodisíacos.
Recetas e ideas pensadas para despertar
los sentidos,
aportando una buena
cuota de magia al
placer de despertar
la fantasía.
Simpática y desenfadada, la bella Jimena
propone un segundo libro que invita a seguir
metiéndose en la
cocina a probar
que no hay secretos
cuando existen las
ganas. Propuestas
simples y sabrosas
que también incluyen
recetas light.
Preparar una comida romántica puede ser
todo un desafío, en este genial ejemplar de
la colección “Rico y Fácil”, la autora invita a
lucirse con platos
tentadores en las dosis
justas.
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