Antonio José Quesada Sánchez 3. Reflexiones jurídico-civiles sobre las cuestiones de interés Una vez repasadas las más interesantes Sentencias de nuestros tribunales es el momento de hacer balance de aquellas cuestiones más relevantes que hayan podido tratarse para establecer unos criterios generales, criticando cuando resulte necesario la doctrina seguida por nuestros tribunales. Así, parece oportuno detenerse especialmente en las siguientes cuestiones: en primer lugar, en la diligencia que debe mantener en todo momento el organizador de la fiesta en cuestión; en segundo lugar, en el riesgo que asumen los intervinientes en el festejo; en tercer lugar, en la posible concurrencia de culpas y sus efectos y, por último, en la posible aplicación o no del artículo 1905 CC a estos casos. 3.1. Diligencia del organizador del festejo La primera de las cuestiones que es oportuno destacar es la necesidad de diligencia que debe mantener en todo momento el organizador del festejo. Diligencia que debe pasar fundamentalmente por establecer las protecciones oportunas para el adecuado desarrollo del festejo (tanto en el animal, en su caso, como en el escenario donde se desarrolla), así como la vigilancia necesaria para el correcto desarrollo del mismo, la intervención de los 197 197-220.indd 1 14/04/2009 13:07:09 Responsabilidad civil y festejos taurinos profesionales necesarios, la impartición de las instrucciones oportunas de cara a que los intervinientes actúen prudentemente durante el evento89. y la garantía de los servicios sanitarios que atiendan a los posibles dañados que puedan ocasionarse durante el desarrollo del mismo90.. No sólo es necesario, por tanto, cumplir con los requisitos administrativos, como veremos. La negligencia del organizador generará responsabilidad por su parte, y si dicho organizador es una Administración Pública, la responsabilidad se exigirá conforme al sistema previsto en la Ley 30/1992, con todo lo que ello implica desde el punto de vista procedimental y de fondo. De entrada debe destacarse algo ya apuntado: el cumplimiento de los requisitos administrativos exigidos por la legislación oportuna no prejuzga necesariamente la falta de negligencia por parte del organizador. Dicho seguimiento de la normativa administrativa simplemente evita el incumplimiento administrativo. Es lo que, acertadamente, apuntaba la STS 304-1984 cuando indicaba que “…no es justo que la comunidad, o los individuos que la integran, soporten los riesgos específicos no controlables, siendo indiferente que el causante del daño, por acto propio o de aquellas personas de quienes debe responder, esté o no autorizado por acto de la Administración, en este caso por el Gobernador civil de la provincia”. Es acertado que ambos planos no se solapen: el cumplimiento de los requisitos administrativos sólo implica la falta de responsabilidad administrativa que se derivaría de su in- 89. Por ejemplo, los profesionales que participan en un encierro para velar por el correcto desarrollo del mismo deben dirigirse a las personas que no estén actuando adecuadamente para lograr que actúen con corrección y eviten así posibles daños. Por ejemplo, durante un encierro es peligroso correr junto a un toro e irle golpeando lateralmente; también lo es encarar a un toro que se queda descolgado de la manada, por el peligro de cornada existente, así como existe un modo correcto de encarar la entrada en los chiqueros de la plaza, desde la calle. Los profesionales conocen todo esto y no pueden desatender estas cuestiones durante el desarrollo de la fiesta. Así, si por ejemplo piden a un corredor que deje de provocar al toro y éste, tras ser instado a abandonar la fiesta sin éxito, insistentemente continúa con su labor y finalmente es corneado, parece que no deben ser responsables del daño sufrido por el participante contumaz. Como sucede en todo caso, es necesario valorar todos los datos de interés para apreciar la diligencia o negligencia. 90. Sobre la importancia de esta asistencia, vid. VERA FERNÁNDEZ-SANZ, A.: “Festejos taurinos, asistencia médico-quirúrgica y prácticas restrictivas de la competencia (Resolución del Tribunal de Defensa de la Competencia de 11 de julio de 1994)”, REDA, núm. 85, enero/marzo 1995, pp. 133-136. 198 197-220.indd 2 14/04/2009 13:07:09 Antonio José Quesada Sánchez cumplimiento, sin perjuicio de que pueda existir negligencia pese a cubrir dichos requisitos91.. Luego habrá que estar al estudio de cada caso concreto para determinar la posible responsabilidad, evidentemente92.. Como establece la STS 14-9-2001, recordando las más importantes Sentencias del TS sobre la cuestión, “en estas sentencias se entra en el fondo y se estima total o parcialmente la demanda o se desestima, según el caso concreto y las circunstancias que concurren, ya que si bien hay supuestos en que la víctima asumía voluntariamente el riesgo y el nexo causal recae en sí mismo, otros casos hacen ver que la entidad pública, por acción o por omisión, se hallaba en nexo causal con el resultado dañoso y era condenada a indemnizar”. Sobre la diligencia que debe mantener en todo momento el organizador del evento podemos encontrar bastantes referencias jurisprudenciales sugerentes, como hemos tenido ocasión de comprobar al repasar las Sentencias en el anterior apartado93.: así, por ejemplo, la STS 17-5-1994 establece la negligencia del organizador al indicar que “el Ayuntamiento codemandado (que actuaba, repetimos, como empresario) ni en el montaje de la plaza de toros circunstancial (no permanente), que instaló en una plaza pública del pueblo, ni durante el desarrollo de la lidia adoptó todas las precauciones exigibles para evitar que los espectadores pudieran invadir el ruedo antes de la finalización de la misma”. 91. Si ni siquiera se cumplen los mismos, evidentemente, existe clara responsabilidad, como sucedía en la STS 29-9-2005: “…Se acredita fehacientemente un pleno incumplimiento de lo previsto en la orden citada, puesto que en la propia declaración el Sr. Carlos Manuel, que figura como experto taurino, reconoce no sólo que no seguía las evoluciones del toro, sino que no pudo haberlo hecho por cuanto ni siquiera se encontraba presente en el festejo. Asimismo, únicamente aparecen nueve colaboradores, cuando la orden de la Conselleria requiere un número no inferior a diez; no habiéndose acreditado tampoco que los nueve existentes hubieran acompañado las distintas evoluciones del animal en su recorrido. Siendo así, no puede entenderse en modo alguno que fuera una conducta irresponsable o negligente del fallecido la causante de su fallecimiento, sino que tal responsabilidad debe recaer sobre quienes tenían el deber de cuidado (exigido además legalmente) y no lo ofrecieron”. 92. En parecido sentido se expresó GALLEGO DOMÍNGUEZ, I.: “Responsabilidad civil extracontractual… ”, cit., p. 122: “En todo caso, el incumplimiento de disposiciones administrativas sobre seguridad no supone por sí responsabilidad de la Administración por los daños, sino cuando ese incumplimiento haya influido realmente en la producción de los mismos”. 93. Sobre la cuestión, vid. GUILLÉN GALINDO, M. A.: “Ordenación jurídica de los festejos taurinos tradicionales”, cit., pp. 349-357 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 180-193. 199 197-220.indd 3 14/04/2009 13:07:09 Responsabilidad civil y festejos taurinos La STS 3-2-1995 indica que “fueron insuficientes las medidas de seguridad adoptadas para prevenir y evitar accidentes, por la falta de control de entrada de personas y su libre trámite por el callejón y por la insuficiente iluminación de la plaza; todo lo que supuso la creación de unos riesgos que se plasmaron en el accidente, perfectamente previsible, sufrido por el demandante”. Esta Sentencia introducirá el concepto de hecho o riesgo previsible, que retomará la STS 5-12-2000: “La Corporación recurrente resulta por tanto la titular de la esfera de los riesgos causantes del daño y que derivaron de circunstancias objetivas en que se realizó un hecho previsible (Sentencia 3-2-1995). Aunque las fiestas tradicionales de los pueblos deben ser respetadas e incluso potenciadas, por estar enraizadas en el sentir de las gentes, formar parte de la historia y tradiciones locales e incluso actuar como señales de identidad de los lugares, nunca pueden poner en peligro las vidas de las personas, cuando presentan riesgo de tal dimensión, y esto es lo que sucede con el presente supuesto por tratarse de riesgo previsible que exigía ser controlado y atajado, adoptando las precauciones necesarias y cuantas fueran posibles, sin que sea posible establecer por decisión judicial coto a las mismas. Dichas medidas aquí resultaban más necesarias, pues el peligro se presentaba plenamente intenso al tratarse de festejo celebrado a altas horas de la noche y en días de fiesta, cuando ya los mecanismos humanos de reacción se encuentran aminorados”. En la STS 3-4-1997 se destaca la diligencia del organizador señalando que “el accidente enjuiciado en el proceso a que este recurso se refiere no fue debido a ningún defecto estructural o técnico de la plaza de toros portátil, sino simplemente, como así lo declara probado la sentencia recurrida y aquí ha de mantenerse invariable, a que el demandante, que, por su libre y exclusiva decisión (tenía cuarenta y cinco años de edad en la fecha de autos), tomaba parte activa (en el ruedo) en la “suelta de la vaquilla”, con los innegables, y por él voluntariamente asumidos, riesgos que ello comporta, en su huida de la res, no tuvo la suficiente diligencia y presteza para introducirse en el burladero, siendo cogido y corneado en una pierna por el animal, antes de conseguir ponerse a salvo de su embestida”. 200 197-220.indd 4 14/04/2009 13:07:09 Antonio José Quesada Sánchez La STS 17-10-1997 es rotunda a este respecto: “… del hecho acreditado de haber sido el promotor y empresario del festejo taurino en el que se originó el atropello del recurrente por una vaquilla que le produjo, al golpearle, las lesiones sufridas, no se desprende, aisladamente considerado, culpa o negligencia alguna, especialmente, cuando también está acreditado que la celebración del festejo se desarrolló con toda normalidad y que las medidas de seguridad corresponderían al Ayuntamiento de la localidad, según se desprende del Reglamento de Espectáculos Taurinos y de la Ley de Régimen Local, siendo de insistir, a los fines del recurso, que la pura y simple noción de riesgo -inherente, por otro lado, a la celebración de cualquier festejo que suponga una suelta de vaquillas- es insuficiente, de por sí, para generar una responsabilidad por culpa extracontractual (…). La existencia de un riesgo no puede generar mentada responsabilidad, cuya conclusión conduce, sin necesidad de mayores razonamientos, a la claudicación de los motivos examinados por la imposibilidad de imputar al Tribunal “a quo” infracción alguna en torno al artículo 1902 del Código Civil y a la doctrina jurisprudencial en materia de responsabilidad por riesgo”. La STS 8-11-2000 resume perfectamente la cuestión: “La doctrina de esta Sala ha acogido la relevancia de la aceptación del riesgo por el perjudicado y, en concreto y con referencia a los espectáculos taurinos, como acaece en el supuesto del recurso, ha señalado que en los supuestos en que el dañado o fallecido como consecuencia de las lesiones participa activamente en el evento, tal conducta exime la responsabilidad del organizador, salvo que se demostrara alguna culpa o negligencia en éste”. Por último, sugerente es la STS 21-5-2008, cuando indica que “se deduce con facilidad la culpa exclusiva de la víctima que fue apreciada por el Juez, pues, acreditado el cumplimiento de las exigencias reglamentariamente impuestas para la organización y desarrollo del festejo, y probado también que los organizadores del evento dieron, al comienzo del mismo, las pertinentes explicaciones acerca de qué consistía éste, así como que avisaron oportunamente de la entrada en el ruedo del toro manso que debía de conducir a las becerras a los corrales, ordenando a los participantes 201 197-220.indd 5 14/04/2009 13:07:09 Responsabilidad civil y festejos taurinos que en él se encontraban que abandonasen la arena, se impone el hecho, igualmente adverado, de que el actor, que voluntariamente participó en el espectáculo, permaneció en el ruedo sin atender a los avisos de los responsables del desarrollo del festejo taurino, ignorando la intimación para que los participantes lo desalojaran, ante la inminente presencia del astado manso que había de conducir a las becerras nuevamente a los corrales, y, además, se situó en la trayectoria de éste, lo que provocó que fuera arrollado por él, causándole las lesiones por las que se reclama”. Por su parte, también las Audiencias Provinciales han incidido en estas cuestiones de modo sugerente: entre otras, son especialmente interesantes las SAP Valladolid 11-10-1996, SAP Vizcaya 5-5-199794., SAP Valencia 8-6-199995., SAP Álava 26-7-199996., SAP Castellón 5-594. “Tal relación de hechos evidencia una patente falta de medidas de seguridad en el festejo, pues fue la precariedad e insuficiencia de las mismas la que permitió que una vaquilla, que iba sujeta con una soga y por un trayecto vallado, pudiera lesionar a una persona del público emplazada detrás de las vallas. La imprudencia resulta además patente al haberse quebrantado la normativa reglamentaria (Orden 11 junio 1991, del Departamento de Interior del Gobierno Vasco) que exige en los espectáculos taurinos tradicionales (entre ellos las sokamuturras) la certificación de un técnico de que las instalaciones o recinto preparado para el festejo reúnen las condiciones suficientes de seguridad y solidez, así como la presencia de personal suficiente para evitar accidentes. Nada de esto se hizo en este caso y tal omisión de las correspondientes cautelas ocasionó un daño a tercero, que conforme a la responsabilidad extracontractual del artículo 1902 deberá ser indemnizado por los organizadores del festejo, don Luis G. (Presidente de la Comisión de Fiestas) y don Juan Manuel Q. (este último por haber ejercitado de facto las facultades organizativas, a cambio de precio -según factura obrante al folio número 107 de los autos y prueba de confesión judicial de éste-, y no haber velado en su condición de profesional retribuido en la organización de festejos populares porque se adoptasen las preceptivas medidas de seguridad)”. 95. “Por lo tanto, apreciándose negligencia en la colocación y fijación de dicha barrera, ya que por ello la vaquilla pudo desplazarla, aunque fuera mínimamente, sortearla y salirse del recinto del festejo en cuestión, creando un evidente riesgo en las personas, que en el presente caso se tradujo en un daño efectivo a la demandante, se está en el caso de acoger la demanda, en la extensión cuantitativa que se dirá, respecto de la “Asociación Peña Bouera El Piló de Montroi”, en cuanto que como organizadora del acto debía velar por la seguridad en el mismo y, por tanto, debió asegurarse de que la valla delimitadora del recinto en que se desarrollaba ese concreto festejo taurino estuviera bien sujeta y no presentara resquicio alguno por el que la vaquilla pudiera escapar, debiendo haber previsto que la misma podía ser topetada por el animal y desplazada si no se tomaban las oportunas medidas de sujeción”. 96. “La responsabilidad en que incurrió la corporación demandada estriba precisamente en el hecho de que desarrollándose el expresado festejo en una determinada plaza o espacio concreto, afirmación que es posible realizar a través de la resultancia de los antecedentes testimonios y que tampoco requiere de una expresa determinación normativa o reglamentaria como en efecto expresa el certificado expedido a instancias de la actora por la Junta Administrativa de Santa Cruz de Campezo 202 197-220.indd 6 14/04/2009 13:07:09 Antonio José Quesada Sánchez 200097., SAP Castellón 20-10-2000, SAP Toledo 20-12-200098., SAP Valladolid 24-1-200199., SAP Castellón 6-4-2001100., SAP Castellón (ver folio 104), no sólo tal espacio físico no se hallaba adecuadamente acotado o señalado sino que resultaba perfectamente posible, y así la propia experiencia se encargó de demostrarlo, que el espectáculo se extendiera por las vías adyacentes, envolviendo en él a personas no participantes en el mismo y que involuntariamente se vieron envueltas en la avalancha que corría delante de la atracción”. 97. “En el presente caso, cuando no sólo no ha habido infracción reglamentaria alguna, sino al contrario se han cumplido con toda pulcritud las medidas de seguridad exigidas, por lo que, lógicamente, no se puede hablar en el presente caso de infracción del artículo 1902 CC, como ha pretendido, sin éxito, la parte recurrente, ya que al arriesgarse a participar en el festejo asumió voluntariamente una situación de riesgo evidente”. 98. “El Ayuntamiento organizó el festejo y contrató a uno o varios burladores o dobladores precisamente para disminuir el riesgo de quienes lo asumieran en el acto voluntario y libre de “correr los toros”. No hay en las actuaciones ni una sola prueba de defecto organizativo o de vulneración de reglamentos. Una cosa es que la capea, suelta de vaquillas o encierros originen un riesgo natural e intrínseco al festejo en sí, y otra que el resultado lesivo se produzca en concurso con una falta de previsión o diligencia que aumentara el citado riesgo intrínseco (STS citada), lo cual no acaeció en el presente caso”. 99. “No ofrece duda por tanto que la empresa Torosca era la principal beneficiaria de la organización del festejo, al menos desde una perspectiva puramente económica, y por ello ha de considerársela “prima facie” responsable. El accidente sobrevino por el fallo de una medida de seguridad, cual fue la deficiente colocación del vallado que protegía al público. De deficiente ha de calificarse en cuanto no fue capaz de soportar la embestida del animal. Se trata en definitiva de la inobservancia de una medida de seguridad imprescindible en la celebración de un festejo taurino, pese a que se hayan cumplido las disposiciones reglamentarias exigidas por la autoridad, porque cuando la medida no ha ofrecido resultado positivo, revela su insuficiencia y que faltaba algo por prevenir, apareciendo incompleta la diligencia debida para evitar el resultado dañoso (sentencias entre otras de 25-4-1988 y de 31-10-1998). La obligación de que el vallado se encontrase en las debidas condiciones para resultar eficaz ante la acometida de un astado, no competía sólo al Ayuntamiento pese a que su colocación la asumiese el ente municipal, porque no se trataba sólo de colocar, sino de hacerlo en debida forma para su adecuación a una suelta de reses bravas, y era la empresa Torosca la experta en temas taurinos, y a la que competía la revisión de que la colocación era la oportuna para ser eficaz. Ello se deduce con carácter genérico de sus obligaciones contractuales, y concretamente de la de “aportar los medios y materiales necesarios para que los festejos y actos que se celebren adopten una organización calificable como normal y satisfactoria” (folio 143). La primera normalidad es que la res brava no se saliese del circuito de seguridad. Los términos tan amplios de dicha obligación incluyen a juicio de esta Sala la comprobación de las condiciones de seguridad del vallado instalado por el Ayuntamiento. Pero además lo reconoce expresamente uno de los empleados de Torosca, cuando al describir cuál era su tarea en los festejos declara en las diligencias penales (folio 648) que debía antes de comenzar el festejo revisar que todas las vallas estuviesen bien puestas y sujetas. Tan contundente declaración revela a las claras que el correcto estado del vallado no era competencia y obligación exclusiva del Ayuntamiento, sino que correspondía también a Torosca”. 100.“Ahora bien al no poder determinarse con precisión este extremo, y teniendo en cuenta lo antes dicho, deberemos llegar a la conclusión que sí hubo cierto grado de culpa en los hechos por parte de los 203 197-220.indd 7 14/04/2009 13:07:10 Responsabilidad civil y festejos taurinos 18-6-2001101., SAP Castellón 12-11-2001102., SAP Castellón 6-3-2002, SAP Cuenca 13-7-2002103. o SAP Valladolid 24-4-2007. No resulta correcto el comentario incluido en la STS 18-6-1997, cuando establecía que “El organizarse un encierro de reses bravas organizadores al no poner en practica las medidas de seguridad que también se esperaban en el espectáculo, como era la preparación adecuada del experto y de los colaboradores, y su presencia inmediata, previsión que sin duda los participantes voluntarios en el festejo conocen y en que en cierta medida avala su actuación, o de algún modo interviene en la decisión voluntaria de saltar al ruedo”. 101.“Pues bien, la Sala después de examinar las pruebas y realizar una valoración conjunta conforme a reglas de lógica y sana crítica considera que no dispone de ningún dato o elemento objetivo del que partir para apreciar algún grado de culpa o negligencia en el actuar del Presidente de la Comisión de Fiestas del Grao de Castellón pues en modo alguno ha quedado acreditado que no adoptase las medidas precautorias necesarias para que el festejo taurino se celebrase con todas las garantías tanto para participantes activos como para espectadores, y si respecto del demandado principal no se puede establecer una relación de causalidad entre el acto o festejo y la lesión sufrida por el actor apelante, tampoco podrá derivarse responsabilidad ninguna, ni siquiera subsidiaria, para los otros demandados, en el caso del Ayuntamiento porque no se ha demostrado que tuviera que ver con la organización y desarrollo del festejo y en el de la aseguradora, porque no se ha acreditado el tipo de póliza de seguros suscrita y las condiciones de ésta,…” 102.“Esta participación activa en el festejo taurino constituye una asunción del riesgo que dicho espectáculo conlleva, y por tanto, excluyente de la responsabilidad del Ayuntamiento organizador del festejo, máxime cuando no consta ni se ha probado un comportamiento negligente del mismo, autorizado por la Conselleria de Presidencia de la Generalidad Valenciana para la celebración del espectáculo taurino (folio 85), y con las condiciones de seguridad de los materiales a utilizar en la formación de barreras para cerramiento y delimitación de las calles de la población donde se pretendía realizar el espectáculo taurino en buen estado de conservación y uso (Certificación del Arquitecto Sr. S. -folio 84-), con los medios sanitarios y humanos de auxilio exigidos presentes en el lugar del festejo para afrontar cualquier evento, como así sucedió al acudir inmediatamente a socorrer al actor-apelante tras el accidente tanto el experto taurino con varios de sus colaboradores (Posición 11ª confesión actor -folio 210-) como los servicios médicos contratados que se hallaban en las proximidades del lugar (Posición 12ª)”. 103.“… esta Sala entiende, de acuerdo con la doctrina anteriormente expuesta, que la Juzgadora “a quo” ha actuado en consecuencia al entender que había quedado suficientemente acreditada la responsabilidad del Ayuntamiento, a través de su Comisión de Festejos, en la producción del resultado lesivo, al haber cedido el uso de la plaza de la que era propietaria sin haberse asegurado previamente de que todas las dependencias de la misma reunían las condiciones idóneas para la celebración del festejo taurino, máxime cuando por aquellas fechas se estaban realizando obras de ampliación de la plaza, no habiéndose adoptado por consiguiente todas las medidas y precauciones necesarias para evitar posibles y previsibles eventos dañosos de los que asumía una posición de garante como organizador de los festejos, ya que si se hubieran revisado en la debida forma las instalaciones y, concretamente, las puertas de chiqueros, las mismas debían de haber indudablemente resistido las posibles embestidas de las reses, sin que por tanto se hubiera producido el accidente, procediendo en su consecuencia desestimar en este extremo el recurso de apelación interpuesto por la representación del Ayuntamiento de Motilla del Palancar”. 204 197-220.indd 8 14/04/2009 13:07:10 Antonio José Quesada Sánchez por el Ayuntamiento demandado no es ningún servicio público cuyo funcionamiento obligue a responder de los daños causados” (y posteriormente detalla esta idea). No es cierto: estamos ante una actividad de la Administración por la que debe, en su caso, responder. Por ello, entendemos más acertado el comentario de la SAP Zamora 8-111999, cuando señalaba que “La organización de un festejo taurino encaja perfectamente dentro de la responsabilidad patrimonial de la administración pues la responsabilidad administrativa “puede derivar de cualquier hecho o acto enmarcado dentro de la gestión pública”, según el artículo 54 de la Ley de Bases de Régimen Local. Y a nadie escapa que nos encontramos ante un supuesto de funcionamiento normal o anormal de un servicio público, puesto que por tal ha de entenderse el ejercicio de una competencia funcional cual es el ejercicio de actividades encaminadas al fomento turístico de la localidad, por ser ésta la finalidad del festejo organizado por el ayuntamiento, según los artículos 25.2 y 85 de la Ley de Bases de Régimen Local, que prevén como competencia de los municipios la correspondiente a turismo, actividades culturales y tiempo libre. Así pues, la organización de un festejo taurino es una de las competencias municipales y los daños y perjuicios que se ocasionen con motivo directo de dicha organización implica un funcionamiento anormal o normal de los servicios públicos, que debe reparar el ayuntamiento. / Aunque el ayuntamiento hubiera pactado con una empresa privada un contrato privado de arrendamiento de servicios mediante el cual encomendaba a la empresa privada la organización de los festejos taurinos, ello no significaba que la Administración quedara completamente desvinculada de su organización, desarrollo, control, vigilancia”104.. Por tanto, en caso de negligencia del organizador, debe responder del daño causado, como responsable único o bien como corresponsable, en su caso. No es correcto en este sentido el comentario de la STS 104.También acertada, a este respecto, la argumentación de la SAP Segovia 3-5-1995. 205 197-220.indd 9 14/04/2009 13:07:10 Responsabilidad civil y festejos taurinos 17-9-1998 por el que apreciaba la responsabilidad del organizador con independencia del comportamiento de la víctima, pero es fruto de una tendencia que, como detalló ORTÍ VALLEJO105., también ha seguido en algunos momentos nuestro TS a la hora de afrontar estos casos y argumentar que el organizador responde en todo caso como creador de un riesgo106.. Por otra parte, según la STS 21-7-1998, si se demuestra que el Ayuntamiento no organiza el evento, no se le puede hacer responsable último de los daños sufridos. Entendemos que sí lo será cuando sea él el organizador, aunque encargue a otra persona dicha labor de organización. La Administración o el convocante de que se trate debe asumir su responsabilidad, pero es clave que se determine la negligencia para deslindar la responsabilidad oportuna (ya que puede ser la Administración la que responda frente al dañado, pero deberse a la negligencia de alguno de los profesionales encargados del control del festejo, sobre el que se podrá repetir, conforme a la legislación). Por último, modificando algo el enfoque, en aquel caso en el que la responsabilidad sea exclusivamente del dañado, pues el organizador actuó diligentemente, no responderá por el perjuicio sufrido por dicho dañado (esto se puede comprobar con bastante claridad en la anteriormente citada STS 3-4-1997, en la STS 15-112001, que resulta especialmente clara a este respecto107., o en la STS 105.ORTÍ VALLEJO, A.: “La responsabilidad civil…”, cit., pp.1657-1660. 106.Vid. también, en este sentido, las SSTS 31-12-1996, 5-12-2000 y 24-6-2002. 107.“Por mucha objetivación que se pretenda en la responsabilidad aquiliana, cuando la Sala “a quo” declare que la causa del resultado dañoso se debió a la culpa del perjudicado, no puede ahora la parte recurrente pretender convertir en una tercera instancia tal motivo. Incluso prescindiendo del tema culpabilístico y atendiendo a la sola causalidad, no ofrece duda que las lesiones padecidas por el recurrente encuentran su causa directa y eficiente en su actitud de acudir con su vehículo al lugar en que se encontraba un animal peligroso para verle y se baja del coche y se sitúa en una proximidad y se descuida –“en un descuido”– la res le cornea. No se puede buscar la causa en sucesos remotos y hacer responsables a ganaderos por criar tales animales, hay que atender a la causa próxima, a la conducta del demandante que, sin razón, ni necesidad alguna, acude al lugar donde se encuentra 206 197-220.indd 10 14/04/2009 13:07:10 Antonio José Quesada Sánchez 14-4-2003108., así como en algunas otras Sentencias anteriores109. y posteriores110.). el toro escapado, muy lejano con él, al punto que tiene que utilizar su vehículo e incluso acceder a una zona de árboles o alameda en que su furgoneta no tiene acceso y se acerca sí, se acerca para verlo y se descuida... / Parte la sentencia recurrida de que el empresario codemandado empleó la diligencia debida para controlar el animal, una vez que la res se detuvo en la alameda, al punto que allí fue sacrificada –lo que reconoce el propio recurrente en su documento del folio 356–. Pero lo que ya escapa a todo el control de la diligencia del empresario es que la gente acuda en vehículos a la zona y allí persiga al toro. Entre ellos el actor se bajó de su vehículo y se acercó y resultó lesionado. / Por ello hay que concluir que tal conducta de la recurrente supuso la causa eficiente y determinante del resultado dañoso sufrido al crear una situación de riesgo y asumirlo, en claro enlace causal de su imprudente conducta y del lesivo resultado, que con su actuación rompió el nexo causal derivado del hecho de escaparse el toro. / Nada se expresa como probado en la sentencia recurrida relativo a que el encierro no se hubiera efectuado por un terreno vallado adecuadamente, el toro se escapó y ello genera un riesgo, pero ello queda desvirtuado porque el resultado dañino se genera por la conducta imprudente posterior / Ya la regla 203, Tít. 17, Libro 50 del Digesto señalaba: “Quod quis ex sua damnum sentit, non intelligitur sentire” y la Ley 22, Tít. 34 de la Partida séptima expresaba “que el daño que ome rescibe por su culpa, que a si mismo debe culpar por ello”. El motivo tiene que ser desestimado inexcusablemente en atención a lo señalado”. 108.“El accidente ocurrió por culpa exclusiva de la víctima, don Domingo, quien, por su participación voluntaria en otros festejos taurinos similares celebrados en Barbastro, era experto en los de este tipo, e intervino en el que nos ocupa tras los avisos por la megafonía de la plaza de que iba a comenzar el espectáculo, y se colocó delante de la puerta de toriles, de rodillas y con los brazos en cruz, sin que esté acreditado de que se encontrara embriagado en dicho momento, y fue alcanzado por una vaquilla”. 109.Como sucede en las SSTS 13-2-1997, 18-6-1997, 17-10-1997, 25-9-1998 y 8-11-2000. 110.Caso de las SSTS 10-2-2006 y 7-6-2006, así como Sentencias de Audiencias Provinciales, tales como las SAP La Rioja 30-5-1994, SAP Valencia 20-12-1994, SAP Navarra 31-3-1995, SAP Valladolid 286-1996 (“En suma, debió el Ayuntamiento, como Organizador del Festejo, prever y arbitrar otras medidas más eficaces y seguras (p.ej. colocar anuncios o carteles visibles para todos que advirtieran de la celebración del festejo y su horario, o prohibieran estacionar vehículos en el recinto, instalar barreras o elementos que imposibilitaran el acceso al mismo, o, en fin, disponer de una grúa u otro medio que permitiera trasladar fuera del recinto los vehículos), pero en ningún caso iniciar el “encierro” sin antes haber retirado todos los vehículos que se hallaran en el recurrido o haber advertido a sus propietarios de esta circunstancia y sus consecuencias. Al no haber actuado así, es claro que incurrió en una responsabilidad civil por culpa extracontractual ex artículo 1902 del Código Civil, pues atendidas las características y la forma en que habitualmente se desarrollan tales festejos populares, era totalmente previsible que los vehículos que durante su desarrollo permanecieran estacionados dentro del recinto, iban a sufrir algún daño, como así fue, tanto por la acción de los toros como del público participante”), SAP Valladolid 11-10-1996, SAP Guadalajara 24-2-1996, SAP Valladolid 28-1-1997 (“necesidad de concretar y determinar cuál fue la conducta del Ayuntamiento demandado y si adoptó las medidas racionalmente exigibles para prevenir el daño, resaltando incluso que no todo incumplimiento de la normativa administrativa en la materia tiene trascendencia a los efectos de valoración de la conducta del agente creador del riesgo, siendo únicamente los injustificados incrementos del riesgo los que pueden resultar trascendentes”), SAP Cádiz 22-1-1998, SAP Valencia 14-12-1998 (“Y lo incontrovertible es que ninguna negligencia ni culpa se ha demos- 207 197-220.indd 11 14/04/2009 13:07:10 Responsabilidad civil y festejos taurinos 3.2. El riesgo que asume el interviniente en el festejo Una vez que ya se ha determinado que el organizador del evento debe actuar de modo diligente en todo momento, y una vez que hemos detallado cómo sucede esto, es el momento de adentrarnos en otra cuestión relevante que también será fundamental a la hora de deslindar responsabilidades: todo interviniente en el festejo debe asumir el riesgo que implica el mismo, pues es parte inevitable del evento. Debe considerarse como interviniente en un festejo a toda aquella persona que toma parte activa en el mismo, no conformándose con ser mero espectador y asistir al espectáculo desde fuera del mismo, sino que interviene directamente asumiendo la realización de las actividades propias del mismo (encierro de reses, etc.). Además, esa persona no es profesional del ramo del toreo. Parece evidente que los intervinientes en estos eventos taurinos asumen el riesgo que implica la actividad taurina, es parte de la atracción, pero no el daño que se pueda derivar de la misma111.. En este sentido es claro el TS en Sentencias como las de 13-2-1997 ó 10-2-2006, así como también se expone claramente en la doctrina de nuestras Audiencias Provinciales. trado en la “Comisión de Fiestas”; fruto, la caída del señor M. S., desde lo alto de la plataforma piramidal y ante la subida precipitada del toro embolado, y, el volteo subsiguiente, ya en el suelo y al descender éste, haciéndolo caer de cabeza, y consecuencia; todo ello, de una voluntaria asunción por aquél de los riesgos graves de su permanencia en tan específico y peligroso lugar, a su vez origen de las gravísimas lesiones, y al caer de bruces, explicitadas en el informe de “La Fe” a folio 4 de los autos, rendido un mes largo después de los hechos”), SAP Castellón 16-12-1998, SAP Castellón 27-3-1999 (“En el presente caso, en la caída del participante intervino un factor sobrevenido pero íntimamente ligado al espectáculo, cual es el tropiezo con una cuerda atada al toro por los mozos a fin de procurar su devolución al corral, pero tal incidencia nada resta a la responsabilidad adjudicada al Ayuntamiento quien como organizador de la suelta del toro tendría que tener previsto el problema de su vuelta al final al corral, sin tener que encomendarse al buen tiento y hacer de los participantes cuando en una situación como aquélla pueden surgir discrepancias entre los mismos que pudieren desembocar en una situación descontrolada”), SAP Alicante 21-7-1999, SAP Castellón 27-1-2001, SAP Guadalajara 30-11-2007 y SAP Valladolid 24-4-2007. 111.Sobre el tema, vid. BLANQUER CRIADO, D.: “Libertad, responsabilidad y fiestas populares”, cit., pp. 94-101 y 111-117, y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 23-30. 208 197-220.indd 12 14/04/2009 13:07:10 Antonio José Quesada Sánchez Ese riesgo que se asume en estos casos que estudiamos está provocado por la participación en el evento de toros o vaquillas, con el peligro que entrañan: esto ya lo puso de manifiesto el TS desde la STS 304-1984 (que se ocupa tanto de la res principal como de otras que la acompañan en el festejo), así como en otras como la 17-9-1998 ó 25-91998, que llega a indicar que “Y sobre todo, hay que añadir el especial cuidado que hay que tener, cuando se va a participar en un espectáculo, en el que, aun cumpliéndose todos los requisitos reglamentarios, lleva consigo un grave grado de peligrosidad”. Si no existe negligencia alguna por parte de los organizadores o actividad dañosa por parte de algún tercero, teniendo en cuenta esa aceptación del riesgo por parte del interviniente, sólo cabe indicar que es él el que debe asumir dicho perjuicio sufrido. El interviniente debe seguir en todo momento las instrucciones que se impartan por parte del organizador, de cara al correcto desarrollo del evento, y en caso contrario, asumir los perjuicios. Esto ha sido repetido por nuestros tribunales, tanto por el TS112. como por parte de las Audiencias Provinciales113.. Especialmente gráfica re112.Vid., por ejemplo, las SSTS 10-2-2006, 7-6-2006 y 20-3-2007. Esta última es expresiva al indicar que “la causa de los daños sufridos por el recurrente se debió a su propia acción, de manera que “no aparece acreditado la relación de causalidad imprescindible para montar la exacción de responsabilidad basada en el suceso ocurrido”, de manera que D. Daniel asumió el riesgo inherente a la participación en el festejo, consecuencia del cual sufrió las lesiones por las que reclama”. 113.Vid. la expresiva SAP Navarra 15-6-1995, cuando indica que “No especifica el apelante cuál de las distintas prescripciones contenidas en los artículos citados (relativas al número de cabestros, pastores, al cite indebido de las reses, a la presencia de corredores en malas condiciones físicas o psíquicas, etc.) vulneró el Ayuntamiento, mas en todo caso, a la vista de las declaraciones efectuadas por la víctima sobre la forma de producción del accidente: “cuando me fui a retirar no me di cuenta de que la vaca se acercaba peligrosamente y terminó por embestirme”, puede concluirse que las pretendidas y no demostradas infracciones en nada incidieron en la producción del evento dañoso”. También la SAP Navarra 28-5-1993, SAP Segovia 3-5-1995, SAP Valladolid 11-10-1996, SAP Guadalajara 24-2-1996, SAP Cádiz 22-1-1998, SAP Cáceres 16-10-1998 (“ello quiere decir, que Ignacio, al que coge su hermano por los brazos y lo mete detrás de los barrotes, estaba delante de ellos, o sea, en la plaza, en el terreno de la lidia; y si estaba en ese coso era porque había salido allí por su pie y voluntad; y si así lo hizo sabía y asumía el riesgo que corría, porque en la arena, es una metáfora, había una res, un toro, una vaquilla, un animal correteando, que era toreado por unos y otros, y esos animales entrañan 209 197-220.indd 13 14/04/2009 13:07:10 Responsabilidad civil y festejos taurinos sulta, en este sentido, la SAP Alicante 28-12-1993, cuando indicaba que “tanto la Comisión de Fiestas, como el propio Ayuntamiento adoptaron todas las medidas necesarias para que no existiera riesgo alguno en los lugares por donde discurría la suelta de vaquillas, concretamente en el peligro; y si estando en el lugar de la lidia es cogido por el toro, a nadie puede reclamar Ignacio responsabilidad más que a sí mismo, entendiéndose ahora con total certeza la situación de sus heridas, dónde las tiene en su anatomía, correspondiendo su ubicación a la forma de la cogida, de espaldas, y a que, acabamos, Ignacio se encontraba en el ruedo, mientras transcurría el festejo con regocijo y algazara”), SAP Valencia 29-5-1999 (“ello permite calificar su comportamiento de negligente al colocarse en un grave peligro dada la existencia de un animal fiero suelto, y a nadie se puede atribuir el resultado dañoso para su salud física, por lo que no hay relación de causa a efecto entre la instalación fija colocada por la Asociación y el daño, del cual la lesionada fue la única causa determinante, pues debió de vigilar, con atención, la posible aparición o cercanía del toro, y no cabe apreciar responsabilidad del artículo 1905 del Código Civil, porque el daños provino de la culpa del que lo sufrió”), SAP Valencia 8-6-1999, SAP Alicante 21-7-1999 (“La Sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Valencia de 27 de febrero de 1995, aplicada y mencionada por la de esta Sala de fecha 22 de mayo de 1998, decía que los participantes en la misma no son meros sujetos pasivos de la fiesta en sí misma; dicha actividad lúdica entraña un riesgo cierto, pero no es un riesgo que se imponga al participante sino riesgo que voluntariamente asume, como componente indispensable de aquella acción en la que participa con carácter activo. El participante acude al festejo taurino por el gusto de sentirse inquietado por la proximidad del animal, cosa que solamente puede lograr mediante el procedimiento de encerrarse voluntariamente en el mismo recinto en que aquél es dejado en libertad para ese fin, de manera que si lo que los concurrentes persiguieran fuese tan sólo la contemplación del toro, a salvo de todo riesgo, es claro estarían de más los montajes propios de la fiesta, y aun la presencia en el lugar del participante. (…). Carece de sentido el aplicar la responsabilidad objetiva por riesgo cuando los mismos podrían ser evitados por la víctima, para lo cuál le bastaba con no participar en el festejo, y por el contrario son asumidos voluntariamente, pues quien conoce el riesgo y lo asume, gozando del festejo no puede exigir responsabilidades por el riesgo creado, lo cual no impide que si se demuestra la culpa de los organizadores de la celebración del encierro pueda exigirse responsabilidad por culpa. En el caso presente la parte actora no ha conseguido probar dicha culpabilidad en el Ayuntamiento demandado, sino que el accidente ocurrió por su propia imprudencia, o a lo sumo por un supuesto de caso fortuito, haciéndose por ello preciso, como así lo fue, la desestimación de la demanda, y ahora del presente recurso de apelación, siendo procedente la íntegra confirmación de la Sentencia al estar ajustada a derecho”), SAP Toledo 20-2-2002, SAP Castellón 6-3-2002 o SAP Madrid 29-9-2003 (“En definitiva, es de resaltar que es el propio perjudicado quien de forma libre y voluntaria participó en una capea, cuyas consecuencias posibles no le eran en absoluto desconocidas, pues se trata de una persona mayor, capaz por tanto de asumir y comprender los peligros que entraña la diversión en la que participó; y siendo ello así, poco o nada hubiera cambiado el resultado el hecho de que en el desarrollo de la capea, que la empresa propietaria del restaurante con plaza anexa, hubieran contado o no con la oportuna licencia administrativa, pues no ha sido desde luego la falta de la misma, ni tampoco la omisión de ninguno de los requisitos reglamentarios, la causa de la cogida del perjudicado por la vaquilla, sino única y exclusivamente su conducta, libre y voluntaria, no mediatizada ni influida por la creencia de que allí se contaba con permiso o autorización administrativa, la causante del daño”). 210 197-220.indd 14 14/04/2009 13:07:11 Antonio José Quesada Sánchez lugar donde ocurrieron los hechos existían unas vallas que impedían a los moradores, que voluntariamente no se incorporaban al festejo, una total seguridad, por lo que, quien salvara dichas barreras, tenía que tener plena seguridad de que en ese momento había finalizado el festejo, y, en el supuesto que se enjuicia tal prevención no se tomó por el actor, puesto que si bien es cierto que era norma el que al retirar el toro embolado, ya no existía el peligro de otras vaquillas, no es menos cierto que el último día de fiestas era costumbre ampliar la suelta y por ello la señal de que terminaba dicha suelta era, y todo el pueblo lo sabía, el disparo del cohete que así lo anunciaba, y como el demandante hizo caso omiso de esta prevención, tampoco preguntó a nadie si había acabado la suelta, con lo cual se hubiera enterado de la situación en ese instante, y se encontraba un tanto influenciado por la ingestión de bebidas, que según los testigos iba atontado y con un vaso en la mano, notándosele un fuerte olor a bebida, por lo que al traspasar la barrera produjo un riesgo que, hasta entonces, no existía, por consiguiente, fue el propio actor el que originó la situación de riesgo, a consecuencia de la cual la vaquilla le cogió y le produjo las lesiones, por lo que no cabe incluir dentro del riesgo general del festejo, el provocado, únicamente, por el actor, y por ello no procede declarar indemnización alguna en su favor, ya que fue su imprudente conducta la causa eficiente de las lesiones que sufrió, lo que conlleva la desestimación de la demanda”. También gráfica la STS 21-5-2008, cuando indicaba que “se deduce con facilidad la culpa exclusiva de la víctima (…) El perjudicado, pues, participó voluntariamente en una actividad claramente de riesgo, asumió éste y, por ende, sus consecuencias, e incluso lo incrementó, permaneciendo en el ruedo con inobservancia de las instrucciones de los organizadores, a quienes no puede atribuírseles la creación de un mayor riesgo que el aceptado por aquél, ni tampoco reprochárseles omisión de deber de diligencia alguno causalmente relevante en la producción del resultado lesivo, ante lo que se revela como un comportamiento voluntario del perjudicado que contribuye eficaz y decisivamente a la producción del daño, en la medida en que se ha colocado a sí mismo en 211 197-220.indd 15 14/04/2009 13:07:11 Responsabilidad civil y festejos taurinos posición de sufrir el riesgo propio de la actividad en la que participaba, y, en particular, el que representaba la presencia del toro manso en el ruedo, con las consecuencias lesivas derivadas de dicha situación”. En cualquier caso, debe recordarse que esa asunción del riesgo no conlleva total impunidad para el convocante organizador, que en todo momento debe actuar con la diligencia descrita en el anterior apartado. En este sentido es muy sugerente la SAP Navarra 15-6-1995, en las partes siguientes: “Planteados así los términos del recurso, no cabe duda de que éste parte de un nuevo planteamiento de los hechos en cuanto que el actor reconoce su participación en el encierrillo, no como espectador, sino como corredor. No obstante, esta alteración del relato fáctico no supone propiamente la introducción de una cuestión nueva, ya que el actor ejercitó una acción de responsabilidad extracontractual, con invocación de la Ley 488 Fuero Nuevo y el art. 1902 CC, alegando no sólo la doctrina jurisprudencial sobre la responsabilidad por riesgo, sino también la culpa del Ayuntamiento por la defectuosa organización del festejo, por lo que cabría haber apreciado una concurrencia de culpas que no precisa ser invocado expresamente por las partes (SSTS 18 octubre 1982, 22 abril 1987 y 7 junio 1991). / La participación activa de la víctima en el encierrillo, que quedó plenamente probada en la instancia y ahora se reconoce implícitamente, no tiene otro efecto que el de excluir la aplicación de la teoría de la responsabilidad objetiva por riesgo, pues carece de sentido invocar tal riesgo por quien, conocedor del peligro que puede generar la bravura de las reses soltadas en un recinto acotado, lo asume libremente, interviniendo voluntariamente en el espectáculo. / No obstante, tal asunción voluntaria del riesgo no excluye la posibilidad de exigir responsabilidad al organizador del festejo cuando el mismo no adopte las medidas o cuidados precisos que impidan efectivamente la producción de resultados dañosos o lesivos de naturaleza extravagante o anormal o que afecten a terceros no partícipes activos. El recurrente afirma la responsabilidad por culpa del Ayuntamiento de Estella en cuanto éste infringió los arts. 88 y 91 del Reglamento Taurino de Navarra y permitió la colocación de obstáculos en el itinerario del encierrillo, lo que provocó el retorno de las 212 197-220.indd 16 14/04/2009 13:07:11 Antonio José Quesada Sánchez reses incrementando ostensiblemente el peligro de los corredores. / No especifica el apelante cuál de las distintas prescripciones contenidas en los artículos citados (relativas al número de cabestros, pastores, al cite indebido de las reses, a la presencia de corredores en malas condiciones físicas o psíquicas, etc.) vulneró el Ayuntamiento, mas en todo caso, a la vista de las declaraciones efectuadas por la víctima sobre la forma de producción del accidente: “cuando me fui a retirar no me di cuenta de que la vaca se acercaba peligrosamente y terminó por embestirme”, puede concluirse que las pretendidas y no demostradas infracciones en nada incidieron en la producción del evento dañoso. / En lo que concierne a la presencia de obstáculos en el trayecto del encierro, que ciertamente aparece recogida en las publicaciones que dieron cuenta del suceso, es evidente que tampoco contribuyeron en modo alguno a la causación del mismo, ya que de las propias declaraciones de la víctima recogidas en el rotativo, y de las del testigo que le asistió resulta que la vaquilla le alcanzó tan sólo uno o dos minutos después de comenzar el encierrillo, la primera vez que las reses pasaban por allí y antes de que éstas hubiesen llegado al lugar en que se hallaban los obstáculos. / No se aprecia ninguna incidencia o defecto de organización que, incrementando el riesgo ordinario que la participación en tal clase de espectáculos taurinos conlleva, provocase o contribuyera a provocar el accidente. Por contra, el Ayuntamiento ha acreditado una cuidada y diligente organización del festejo. Este fue previamente autorizado (folio 189), se anunció correctamente en el correspondiente programa de fiestas, habiéndose difundido un Bando Municipal en el que se contenían ciertas advertencias y precauciones para los participantes en tales espectáculos (folios 75 a 86). La asistencia y evacuación del herido fue rápida (en el parte de urgencias consta como hora de llegada las 8.10 de la mañana) debido sin duda a la existencia de numerosos puestos sanitarios a lo largo del recorrido (folios 18 y 87). Por último, junto al equipo de ganaderos y pastores encargados de la conducción de las reses, el Ayuntamiento asigna numeroso personal a las tareas de limpieza y comprobación del recorrido, vigilancia del vallado, etc. (folios 89 y 90). No se observa por tanto, negligencia alguna en el Ayuntamiento que justificase su responsabilidad”. 213 197-220.indd 17 14/04/2009 13:07:11 Responsabilidad civil y festejos taurinos En resumen, es fundamental en el análisis de la posible responsabilidad por daños valorar que el participante asume el riesgo de la actividad en la que participa, y si el organizador actúa diligentemente en su labor, no podrá cargar sobre él la responsabilidad de los perjuicios sufridos durante el evento. Totalmente diferente será el caso en el que no estemos ante un participante en el evento, sino ante un espectador, esto es, un asistente pasivo, no interviniente en el festejo, pues en este caso no tiene por qué asumir el riesgo derivado de dicho evento114.. En este caso, si existe algún tipo de daño, habrá que atender a la posible responsabilidad del Ayuntamiento organizador115., y así lo han venido reconociendo las Sentencias de nuestros tribunales116.. El espectador, a diferencia del interviniente, no asume el riesgo que implica la actividad. En este sentido, la SAP Valencia 20-12-1994 indicaba que “Es evidente que todo asistente como espectador a un festejo de la índole del que aquí se trata u otros análogos, participa de alguna forma en el mismo y contribuye también, en cierta medida a su éxito y vistosidad con manifestaciones de aliento, entusiasmo o crítica a lo que se está ofreciendo como espectáculo; pero no crea, ni asume el riesgo derivado del desarrollo del mismo; riesgo que ha de ser previsto -y evitado en la medida de lo posible- por los organizadores del festejo, adoptando todas las medidas de seguridad y vigilancia a ello conducentes. Es claro que una persona que acude el recinto donde se celebraba la “corrida” de vaquillas, y se sitúa tras una barrera de protección -que siempre han de 114.Sobre la diferenciación entre participante y espectador, vid. BLANQUER CRIADO, D.: “Libertad, responsabilidad y fiestas populares”, cit., pp. 118-124, GUILLÉN GALINDO, M. A.: “Ordenación jurídica de los festejos taurinos tradicionales”, cit., pp. 338-342 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 213-225. Vid., a este respecto, la temprana STS 30-4-1984. 115.MOURE GONZÁLEZ, E.: “La responsabilidad de los Ayuntamientos…”, cit., p. 549. 116.Vid. por ejemplo, SAP Segovia 3-5-1995, SAP Navarra 15-6-1995, SAP Valladolid 11-10-1996 (en la que el que en principio era espectador pasa a ser interviniente), SAP Valencia 14-12-1998, SAP Castellón 16-12-1998, SAP Castellón 12-11-2001 o SAP Alicante 22-7-2002. 214 197-220.indd 18 14/04/2009 13:07:11 Antonio José Quesada Sánchez ofrecer seguridad- no es un participante activo sino un espectador que puede “vibrar” con el espectáculo, lo que es normal, pero que no quiere arriesgarse; y si la medida de protección o barrera, falla, no cabe imputarle culpa alguna de esa deficiencia, en la que se encuentra la causa del accidente. No debe admitirse, pues la concurrencia de culpas”. También la SAP Valladolid 28-1-1997 resulta de bastante interés en este sentido: “Por último, cabe añadir a lo hasta ahora manifestado y como apoyo al argumento desestimatorio de la demanda formulada, que de los escasos datos que obran en autos sobre el desarrollo de los acontecimientos que dan lugar al presente litigio cabe inferir que, contrariamente a lo que por el actor se indica, no se trata en su caso de un simple espectador pasivo que contempla el encierro y como consecuencia de un desgraciado accidente resulta cogido por un novillo, sino que de su confesión judicial, antes reseñada, se desprende que si bien en el momento inmediatamente anterior a la cogida puede ser que se encontrase el demandado encaramado a una valla o talanquera, su manifestación expresa de que se encontraba sentado en la valla y que al ser tocado por alguien en el brazo se cayó deslizándose por un tubo de sujeción, permite suponer sin excesivo esfuerzo que el demandante se encontraba participando activamente en el encierro y por dentro de su recorrido, alternando como es lógico, los momentos en que se encontrase a ras de suelo con aquellos otros más o menos comprometidos en que por razón de las circunstancias los participantes tratan de asirse o protegerse subiéndose a las talanqueras y vallas establecidas al efecto. En consecuencia, tal y como esta misma Sala ha manifestado en diferentes resoluciones, de las que constituye ejemplo la S. 29 mayo 1993, se produce en esta situación una incidencia notable de la conducta de la propia víctima, que asume voluntaria e irreflexiblemente el riesgo de participación en un evento de por sí extremadamente peligroso, originando inexorablemente la ruptura del nexo causal entre la actuación presuntamente negligente de la Corporación demandada y el evento dañoso”. La SAP Valencia 8-6-1999 es interesante también a estos efectos, cuando indica que “de todo lo cual se desprende que la cogida a la actora, entre 215 197-220.indd 19 14/04/2009 13:07:11 Responsabilidad civil y festejos taurinos esa barrera provisional y la plaza portátil, fue en un tramo de recorrido en el que en ese momento no se celebraba ningún espectáculo taurino y en el que no era previsible la presencia de animal alguno. Siendo ello así, claro es que no puede apreciarse culpa exclusiva de la víctima, ya que ésta no era partícipe del festejo, sino mera espectadora, y, al igual que otros viandantes, transitaba por una zona en la que no tenía que haber riesgo alguno de embestida, de haberse colocado correctamente la provisional valla delimitadora del recinto a la altura de la C/ Arrabal, barrera esta que en absoluto puede entenderse que tuviera la consideración de móvil en el sentido que le da la asociación demandada, de mero instrumento de protección y de diversión de los participantes en el festejo que podían moverla a su antojo, ya que ello no era así, como se infiere del conjunto probatorio”. Gráfica resulta, a sensu contrario, la SAP Álava 26-7-1999, cuando afirma que “en este concreto caso la víctima no participaba voluntariamente en el espectáculo asumiendo en consecuencia dicho riesgo, sino que ajena al mismo se vio involucrada en su dinámica por una causa no imputable a aquélla cual fue la variación de la normal trayectoria por la que la atracción discurría y la ausencia de medidas de seguridad en la forma explicitada, encontrándonos ante una responsabilidad que aun en su concepción más objetiva habría requerido que los codemandados hubieran logrado demostrar que agotaron hasta el máximo las medidas de precaución y prudencia necesarias para precaver y evitar la causación de daños, lo que es evidente que no ha sido así”. En conclusión, es evidente que al mero espectador al evento no puede exigírsele asunción alguna de riesgo por el desarrollo del mismo, y sólo debe asumir aquellos daños sufridos que se hayan producido como consecuencia de su propia actuación o por su propia culpa. En todo caso, nuevamente es fundamental la actuación diligente del organizador de cara a determinar si existe alguna responsabilidad por su parte en la producción del daño. 216 197-220.indd 20 14/04/2009 13:07:11 Antonio José Quesada Sánchez 3.3 Concurrencia de culpas El tercer paso lógico que parece oportuno dar, una vez determinado que el convocante del festejo debe ser diligente y que los participantes aceptan el riesgo del que puede derivarse un posible daño, es el tratamiento del caso en el que pueda existir una concurrencia de culpas, y de ahí se derive que deba compensarse la responsabilidad a la hora de tasar la oportuna reparación. El convocante es responsable, por negligente, pero el interviniente tampoco fue diligente y, como consecuencia de todo, se produjo finalmente el daño. En estos casos es perfectamente válida la concurrencia de culpas entre el organizador y el dañado117., conforme a la teoría general de la misma aplicable a cualquier otro tipo de casos. Así lo admiten claramente, por ejemplo, las SSTS 17-5-1994, 3-2-1995 ó 31-12-1996, la SAP Cuenca 13-7-2002 o la SAP Badajoz 2-4-2003118.. La SAP Guadalajara 24-2-1996, por ejemplo, indica que “De ahí que sea aplicable al supuesto que nos ocupa, al menos en parte, la doctrina jurisprudencial recogida ya por la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 mayo 1987, según la cual “si bien es cierto que el Ayuntamiento crea un riesgo, no es justo que la comunidad o los individuos que lo integran soporten los riesgos específicos no controlables, pero no es menos exacto que tal responsabilidad objetiva por riesgo tiene como límite la culpa exclusiva de la víctima (...) actuando la asunción voluntaria del riesgo como límite de aquélla”. Se producirá pues la exoneración de la Administración cuando se acredite otra con causa proviniente de un particular que interfiere significativamente la relación causa-efecto, lo que es aplicable al presente supuesto, si bien, no excluyendo en su totalidad la negligencia del Ayuntamiento, apreciándose una compen- 117.Puede también existir la responsabilidad de un tercero, si así se produce, y si se daña a un interviniente, ambos (convocante y tercero), deben reparar el daño causado. 118. Sobre el tema, vid. BLANQUER CRIADO, D.: “Libertad, responsabilidad y fiestas populares”, cit., pp. 147-166 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 193-195. 217 197-220.indd 21 14/04/2009 13:07:11 Responsabilidad civil y festejos taurinos sación de culpas, al no haber extremado el celo esta entidad en cuanto a la custodia de estos elementos de transporte, máxime cuando no era la primera vez que se utilizaba para presenciar el encierro”. La SAP Castellón 16-12-1998, por su parte, señalaba que “hay que reconocer que la decisión del propio lesionado de sentarse en tan inapropiado lugar, coadyuvó al resultado fatal, pues de haber sopesado las cosas con la prudencia necesaria, se hubiera percatado del riesgo existente, luego como corresponsable del evento dañoso que es, su derecho al resarcimiento debe sufrir una moderación en un porcentaje que la Sala estima del 50%”. También la SAP Castellón 27-3-1999 aprecia una concurrencia de culpas, expresándolo de este modo: “Pues bien, partiendo de lo anterior y en el estricto plano de las responsabilidades derivadas de la forma de acontecer la lesión, bien puede indicarse que existió, por un lado, una falta de previsión por parte del Ayuntamiento de Oropesa para proceder al encierro final del toro, y permitiendo a su vez un espontáneo método improvisado por los participantes o asistentes, así como, por otro lado, una arriesgada presencia del hoy actor en el recinto por el que transcurría la res brava con la cuerda que le había sido colocada que constituía un factor adicional de riesgo, que se añadía al ordinario de las embestidas que pudiera causar el animal. / La anterior conclusión que viene a significar la percepción de una concurrencia de culpas, por parte del Ayuntamiento organizador y por el propio participante, que ha de tener diferente valoración en función de las diferentes pólizas de seguro concertadas, como a continuación se verá”. Por lo tanto, como en cualquier otro caso en que se aprecie la existencia de responsabilidad, también aquí puede existir una concurrencia de culpas y, en tal caso, ello debe reflejarse a la hora de fijar la oportuna reparación, pues la responsabilidad debe ser asumida de modo compartido. 218 197-220.indd 22 14/04/2009 13:07:11 Antonio José Quesada Sánchez 3.4 Posible aplicación del artículo 1905 CC a nuestro supuesto de hecho Una última cuestión que parece oportuno tratar es la posible aplicación o no a nuestro caso del artículo 1905 CC. Generalmente nuestros tribunales remiten al genérico artículo 1902 CC o al régimen de responsabilidad patrimonial de la Administración, sin incidir en la posible aplicación de este artículo. En concreto, el artículo 1905 CC establece que “El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe. Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido”. ¿Resultaría aplicable a nuestro caso? El TS parece tener claro que no: “por mucha buena voluntad que ponga esta Sala en buscar en qué ha podido ser infringido el artículo 1905 CC, no lo ha podido encontrar”, establece literalmente la STS 15-11-2001. En idéntico sentido se expresaron las SSAP Castellón (Sección 1) 6-3-2002119., en su Fundamento de Derecho Tercero y AP Navarra 21-9-1994120., en su Fundamento de Derecho Segundo. “No es el animal quien aisladamente causa el daño, sino su actuación predeterminada por una serie organizada de actos que son controlados por una persona o institución”, según ha apuntado MOURE GONZÁLEZ121., y también otros autores se han detenido a estudiar la cuestión122.. Nuestros tribunales, por su parte, tienen claro que el artículo 1905 CC no es aplicable a este supuesto que estudiamos 119.AC/2003/1766. 120.AC/1994/1394. 121.MOURE GONZÁLEZ, E.: “La responsabilidad de los Ayuntamientos…”, cit., p. 547. 122.Vid. MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 163-170. Profunda reflexión sobre el artículo 1905 CC en GALLEGO DOMÍNGUEZ, I.: “Responsabilidad civil extracontractual… ”, cit., pp. 25-152. 219 197-220.indd 23 14/04/2009 13:07:11 Responsabilidad civil y festejos taurinos Da la sensación de que es acertado el citado comentario de MOURE, y de que la organización de estos festejos queda fuera del ámbito de operatividad del artículo 1905 CC. Por tanto, parece más correcto mantener esta responsabilidad dentro de los márgenes más amplios del artículo 1902 CC, como vienen haciendo nuestros tribunales123.. 123.En este sentido, MOURE GONZÁLEZ, E.: “La responsabilidad de los Ayuntamientos…”, cit., p. 547 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., p. 163. 220 197-220.indd 24 14/04/2009 13:07:12