Esoterismo La catedral alquímica Símbolos ocultos en la Sagrada Familia Nadie parece dudar de la profunda religiosidad del creador de la Sagrada Familia, Antoni Gaudí, quien no solo hizo de esta catedral su morada, sino que se consagró a ella en cuerpo y alma, pero son pocos los que saben que este arquitecto –que fue propuesto para su beatificación en 1998– dejó una serie de “pistas alquímicas” diseminadas por su obra magna. ¿Con qué objeto la concibió? ¿Cuál es su verdadero mensaje? por Joaquín de Saint Aymour ntoni Gaudí i Cornet (1852-1926) emprendió la construcción de la Sagrada Familia como un trabajo alquímico para inmortalizarse, imaginando la catedral semejante a una rosa de piedra sembrada en el corazón de Barcelona. Un templo megalítico, inacabado y virtual, símbolo de la materia en permanente cambio y transmutación. Todo este planteamiento inicial puede parecer inverosímil, otro argumento esotérico más en torno a la figura del hermético arquitecto catalán, pero resulta que así lo dejó escrito el propio Gaudí: “Construir A belleza, buscar en la Naturaleza la imagen del misterio y convertirla en arquitectura. Forjar la forma de la idea: esa fue mi gran obra alquímica”. El alquimista tradicional trabaja sobre la materia para perfeccionarla en sucesivas fases, transformando el plomo en oro, según la conocida metáfora de la transmutación personal, ya que, con dicho trabajo, el propio alquimista consigue una trascendencia psíquica, una revelación hacia el conocimiento superior. Sin embargo, Antoni Gaudí subvirtió el antiguo proceso, creando el suyo propio. Trabajando sobre sí mismo, forjándose mediante una severa y ascética disciplina que implicaba todas las áreas y momentos de su existencia, utilizando escombros (la piedra desechada por los constructores, tal como reseña la Biblia estableciendo una comparación simbólica con Cristo, muerto y resucitado), levantó el templo católico más grande del mundo, asociando su persona y su imagen a la Sagrada Familia, para que la propia gran obra alquímica que deseaba sublimar le convirtiera en una figura inmortal. 24 SAGRADAFAMILIA.indd 24 23/10/12 11:12:18 INGIMAGE 25 SAGRADAFAMILIA.indd 25 23/10/12 11:12:30 Esoterismo Newton. Los vínculos teóricos de Antoni Gaudí con los alquimistas más reconocidos han dejado rastro en sus obras, desde la más elaborada y monumental –como la Sagrada Familia–, hasta la más primeriza y humilde, como el piso de mosaico que diseñó para el templo de Sant Pacià. En su taller de la Sagrada Familia poseía la obra completa del arquitecto francés Eugène Violet-le-Duc, el gran conservador y admirador del gótico, citado por Victor Hugo en su novela Notre Dame de París como restaurador de aquella catedral. Violet-le-Duc fue maestro del considerado como último gran alquimista de la Historia, Fulcanelli, pseudónimo bajo el cual se ocultaba el autor de la obra El misterio de las catedrales, en la que se describe la plasmación de los principales elementos decorativos que caracterizan a los templos medievales desde una visión alquímica. Gaudí recurrió a los mejores artesanos, escultores, forjadores y vidrieros, herederos de los antiguos gremios de constructores que desde la Edad Media llegaron intactos al Renacimiento y más tarde al Modernismo, el último estilo trascendente, junto con el Art Nouveau francés, cuyo arquitecto más representativo fue Hector Guimard, otro alquimista contemporáneo. Precisamente, ni Gaudí ni Guimard dejaron discípulos oficiales ni teorías constructivas por escrito, su vida y su obra desaparecieron con ellos; mejor dicho, quedaron incólumes para la posteridad, como las de los grandes genios del Renacimiento, Rafael, Miguel Ángel o Leonardo da Vinci. John Dee. EL Paracelso. MARC TOMAS Gaudí recurrió a los mejores artesanos, escultores, forjadores, vidrieros y herederos de los antiguos gremios de la Edad Media Techo de la Sagrada Familia donde se aprecia el árbol sefirótico. QUINTO ELEMENTO Antoni Gaudí dedicó especial atención a los vitrales que habrían de iluminar su templo expiatorio, ya que la luz es un vehículo de trascendencia (ver recuadro en la pág. 29), como demuestra la física cuántica, para rebasar el tiempo hacia el futuro, hacia la inmortalidad. La luz es el quinto elemento del que hablaban ya los alquimistas-científicos del siglo XVII, como Isaac Newton, John Dee, Robert Fludd y Leibniz, todos ellos influidos por el gran Paracelso. Los vidrieros recurrían al simbolismo alquímico para ocultar mensajes que solo podían identificar los iniciados. El rosetón principal de una catedral era un mandala, un jeroglífico simbólico que contenía las claves para traducir todo el significado. Al mismo tiempo, la propia materia con la que se fabricaba el vitral, el denominado vidrio alquímico (ver recuadro en la pág. 30), proyectaba mensajes dirigidos al subconsciente a través de la luz que propagaba en la penumbra del templo. Ideados por Gaudí, algunos de los vitrales de la Sagrada Familia presentan un diseño particular que contiene la corola de una flor con 12 pétalos partiendo de un círculo central. Representa las 12 estrellas con las 26 26 SAGRADAFAMILIA.indd Sec1:26 23/10/12 11:12:44 MARC TOMAS INGIMAGE LA CURIOSIDAD Fulcanelli visitó Barcelona a principios de los años 20 del siglo pasado, cuando aún vivía Antoni Gaudí, para contemplar la Sagrada Familia, considerada la última gran catedral gótica de la humanidad. Sin embargo, Gaudí dejó dicho que no sería la última, “sino la primera de una nueva era”. MARC TOMAS Arriba, vista general de la Sagrada Familia. A la izda., la rosa satalia de la Sagrada Familia, utilizada por Gaudí también en otras de sus obras. Junto a estas líneas, Eusebi Güell, I Conde de Güell. El protagonista de este artículo, Antoni Gaudí, ordenó al escultor Lorenzo Matamala que esculpiese uno de los símbolos preferidos del misticismo cristiano: la rosa. que aparece la imagen de la Virgen María en la iconografía católica. El 12 también es el número de los signos que configuran el Zodíaco, los 12 principales planetas girando alrededor del Sol (la luz), como aparece desde muy antiguo en los grabados cosmográficos. El techo de la nave principal de la Sagrada Familia contiene 12 grandes rosetones tallados en relieve y con forma de estrella de 12 puntas, filtrando la luz del exterior como enormes luminarias encendidas que propagan un efecto estroboscópico hacia las personas congregadas debajo. LA ROSA MÍSTICA Un símbolo alquímico de la Resurrección ampliamente plasmado en la Sagrada Familia y en otras obras de Antoni Gaudí es la rosa, pero no una rosa cualquiera, sino la satalia, que ya el gran alquimista Paracelso utilizaba en su taller para demostrar el poder que manejaba. Paracelso echaba una satalia en el fuego y cuando quedaba consumida, cogía un puñado de cenizas, susurraba la palabra mágica y la rosa florecía de nuevo. Gaudí adornó con satalias los pabellones edificados para el Conde de Güell en su finca de Pedralbes, cuya construcción principal se denominaba Villa Satalia. Pero donde dicha flor adquiere mayor protagonismo es en la Puerta del Rosario de la Sagrada Familia, único pórtico de la catedral diseñado íntegramente por el propio arquitecto. La satalia es una variedad de rosa blanca de tamaño pequeño y aroma turbador, aunque también es el nombre de una ciudad de Oriente Medio, ya desaparecida, en la que, según la tradición cristiana, cayó Lucifer derrotado tras la batalla que menciona el Apocalipsis de san Juan. Y es que para el cristianismo gnóstico la rosa blanca es un símbolo de la Virgen María, la Rosa Mística, tal como así la veneran los jesuitas desde su fundación. El aclamado poeta jesuita catalán Jacinto Verdaguer, contemporáneo y buen amigo de Gaudí, dejó plasmado en uno de sus poemas la gran devoción que sintió el arquitecto hacia la Virgen, la de Lourdes, la del Carmen y la del Rosario: “La Blanca Satalia dice suavemente / que es la Virgen María su jardín”. La Puerta del Rosario sufrió graves desperfectos durante un incendio declarado en los disturbios de la Guerra Civil Española. El fuego dañó su peculiar policromía, pero aún pueden contemplarse las pequeñas rosas 27 SAGRADAFAMILIA.indd Sec1:27 23/10/12 11:12:54 Esoterismo cinceladas por la mano diestra del principal escultor de la Sagrada Familia, Lorenzo Matamala, buen amigo de Gaudí. LA ESPIRAL MÁGICA Otro símbolo alquímico plasmado en la Sagrada Familia (este más complejo y esotérico) es la denominada espiral logarítmica, sintetizada por Jacobo Bernoulli. Para Bernoulli, estudioso de los grandes alquimistas del pasado, la espiral logarítmica era un símbolo gráfico que contenía la fórmula algebraica de la transmutación alquímica. Por eso mandó que, tras fallecer, cincelaran sobre su losa sepulcral una espiral logarítmica junto a la jaculatoria Eadem Mutata Resurgo (algo así como “Cambiado, pero permanente, resurjo siendo el mismo”). Antoni Gaudí dejó patente su interés por la espiral logarítmica en las losetas exagonales que diseñó para el pavimento del paseo de Gracia (todavía se conservan) y sobre todo en la escalera de piedra tallada en helicoidal que asciende por las torres cilíndricas de la Sagrada Familia. Dicha hélice, que recuerda la espiral con la cual se representa el ADN humano, le fue inspirada por las columnas helicoidales que sostienen La Lonja de los Mercaderes, uno de los edificios góticos más importantes de Valencia, ciudad que visitó varias veces cuando aún era un estudiante de arquitectura, pues admiraba mucho el gótico valenciano. El techo de La Lonja, edificada por el gremio judío medieval de la ciudad, es famoso porque reproduce con sus rosetones de piedra y nervaduras el Árbol Sefirótico, uno de los elementos primordiales de la Cábala hebrea. Lo mismo sucede con la techumbre de la nave central de la Sagrada Familia, cuyos rosetones estrellados de 12 puntas, decorados con crismones y otros emblemas del cristianismo místico, reproducen un enorme Árbol Sefirótico. La espiral logarítmica es la forma de representar de manera gráfica una teoría matemática, como en el caso del Teorema de Pitágoras. La espiral muestra la evolución esquematizada de la Sucesión de Fibonacci, cuyo valor fue también denominado “Número de Oro”, una medida empleada por los grandes artistas del Renacimiento (como el propio Fibonacci, León Alberti o Leonardo da Vinci) para representar la perfección de un arte universal que trasciende al tiempo. Asimismo, la espiral es una simplificación gráfica del Ouroboros, el conocido símbolo del dragón enrollado sobre sí mismo que se muerde la cola, una de las imágenes más conocidas de la alquimia, que representa el eterno retorno. Según escribí en mi obra El elegido (MR Ediciones), Gaudí aplicó el Número Áureo, el 1’61803, a sus construcciones, pero principalmente a la Sagrada Familia. Basta observar las escaleras en espiral que ascienden a las torres. Esta obsesiva forma helicoidal es una “Sucesión de Fibonacci” realizada con un fin preciso: convertir la catedral en un enorme resonador para las energías telúricas y otras fuerzas de la Naturaleza que inciden sobre nuestro planeta. Las torres ejercen como catalizadores de dichas energías, la espiral de su interior multiplica el efecto, las acelera como un rudimentario pero eficaz atractor cuántico, concentrándolas en la cripta, donde Gaudí había planeado ser sepultado tras su muerte, pensando en recibir de lleno tales energías. Si uno entiende un poco sobre alquimia, comprenderá enseguida que Antoni Gaudí, recurriendo a esta singular estructura, quería configurar su catedral como un templo para la transformación personal, humanizando lo divino en lugar de divinizar lo humano, tal como sucedía en las catedrales construidas en la Edad Media. Por eso el arquitecto fue considerado gnóstico, incluso a veces hereje, por el severo fundamentalismo católico de su época, hoy felizmente superado, como demuestra el proceso canónico abierto desde 1992 para su beatificación. Toda la Sagrada Familia gira en torno a la cripta, donde Gaudí había instalado su alcoba y su taller. Porque, después de todo, una cripta es un lugar para la transformación de la materia en espíritu, de lo mortal en inmortal, un símbolo de transmutación alquímica: en síntesis, de la Resurrección. La espiral es una simplificación gráfica del Ouroboros, el conocido símbolo del dragón enrollado sobre sí mismo que se muerde la cola, una de las imágenes más conocidas de la alquimia. A la izda., la escalera de caracol que sube por la torre de la catedral. Bajo estas líneas, vista parcial del MARC TOMAS INGIMAGE interior del templo. 28 SAGRADAFAMILIA.indd Sec1:28 23/10/12 11:13:09 LA LUZ Elemento unificador Según la alquimia, todo lo creado se compone de cuatro elementos primordiales: la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego. La luz lo unifica todo y le proporciona vida trascendente, por eso los vitrales góticos eran tan importantes en los templos, ya que la luz inducía a un estado de conciencia superior. INGIMAGE La satalia y el dragón que aparecen unidos en el pórtico de metal forjado de los Pabellones Güell y también diseminados entre la barroquizante decoración de la Sagrada Familia, junto a los signos astrológicos del zodíaco, son símbolos netamente alquímicos. Esto ya debía saberlo muy bien Antoni Gaudí al principio de su carrera, pues poco después de licenciarse forjó una peculiar salamandra de bronce como llamador del estudio que poseía en uno de los angostos callejones que configuran el Call o barrio judío de Barcelona. El recio portón de la calle, plagado de suciedad y carcomido por la intemperie, todavía mantiene intacto el llamador de bronce articulado, una de las obras menos conocidas del arquitecto. Según la tradición alquímica, la salamandra era un animal capaz de vivir dentro del fuego, una facultad que lo asocia con otros animales mitológicos, como el dragón, icono que Gaudí apreciaba mucho, vinculado a sant Jordi, el santo protector de Cataluña. Otros animales fabulosos, como el pájaro Oriol o el Ave Fénix, también formaron parte de la iconografía del arquitecto. Durante los primeros años de su etapa profesional, Antoni Gaudí recibió algunos encargos “menores” que han acabado perdidos y olvidados, considerados apócrifos. Me refiero a dos vitrales, uno en Valencia y otro en un pueblo de Albacete; el primero para un comercio de confección y el segundo para decorar el palacio rural de un militar carlista. Los dos vitrales fueron fabricados por el prestigioso artesano francés Jean Maumejean, que poseía un taller en Madrid. Maumejean, que firmaba con las iniciales JMJ, similares a Jesús, María y José, las tres personas que componen la Sagrada Familia, también trabajó para Gaudí realizando los vitrales del Palacio Episcopal de Astorga. La vidriera diseñada para el escaparate de Valencia mostraba la imagen colorista de un Ave Fénix en cristal de Bohemia, rodeada por llamaradas de fuego, mientras que la del mencionado palacio carlista presentaba una serie de Ouroboros, que según el simbolismo alquímico representan a la salamandra, el animal que resurge del fuego, como la Rosa de Paracelso. INGIMAGE LA SALAMANDRA, EL DRAGÓN Y EL AVE FÉNIX La salamandra siempre ha sido un símbolo muy empleado por Gaudí. La satalia, el dragón y la salamandra son algunos de los símbolos alquímicos por excelencia. Losetas hexagonales en el paseo de Gracia, diseñadas por Gaudí con la espiral logarítmica, con el emblema de la Ruta del Modernismo. EL “CÓDIGO GAUDÍ” La explicación científica que resume todo lo antedicho podría figurar plasmada, en clave, dentro de un anagrama gráfico (igual que los antiguos talismanes alquímicos) en un curioso mosaico que Antoni Gaudí, al principio de su carrera, diseñó para el piso del templo de Sant Pacià, en el barrio de Sant Andreu del Palomar, alejado curiosamente de la conocida Ruta del Modernismo. Allí (aún se conserva tras haber sido incendiado durante la Guerra Civil Española) el arquitecto dejó plasmado lo que podría denominarse como el “código Gaudí”. 29 SAGRADAFAMILIA.indd Sec1:29 23/10/12 11:13:22 Esoterismo VIDRIERAS ALQUÍMICAS Utilizando unas gafas para visión en 3D se puede realizar un sencillo experimento destinado a comprobar si una vidriera ha sido creada o no siguiendo el método alquímico. Si nos ponemos las gafas y observamos una vidriera fabricada con vidrio alquímico percibiremos que a mayor incidencia de la luz solar sobre ella, la masa de color flota en el aire y forma un espectro luminoso que parece cobrar vida propia más allá de la superficie vitrificada. Esto, sin embargo, no sucede al observar en 3D una vidriera confeccionada con materiales convencionales. MARC TOMAS Experimento con gafas 3D Gottfried Wilhelm Leibniz. Junto a estas líneas, suelo de mosaico diseñado por Gaudí para el templo de Sant Pacià, imitando un gráfico de Leibniz sobre combinatoria, que podemos ver justo debajo. Al parecer, Antoni Gaudí pasó bastante tiempo investigando varios sistemas de combinatoria desarrollados por otros afamados y enigmáticos alquimistas. Entre la decoración geométrica con estilo grecorromano, a base de pequeños fragmentos de mosaico fabricado en mármol de colores cálidos, el arquitecto dejó plasmado uno de los más enigmáticos emblemas alquímicos de la época contemporánea, la Disertatio de Arte Combinatoria desarrollada por el genial filósofo, matemático, científico e inventor alemán del siglo XVII Gottfried Wilhelm Leibniz. Conocido por ser el pionero del código binario que siglos más tarde sentaría las bases para los lenguajes de la computación informática, Leibniz trabajó como alquimista en Núremberg durante los primeros años de su vida profesional. Pasó mucho tiempo investigando los sistemas de combinatoria desarrollados anteriormente por otros afamados alquimistas, como Ramón Llull (Mallorca), John Dee (Inglaterra) y Saint-Yves d’Alveydre (Francia). Los tres habían intentado desarrollar sistemas de combinatoria circular basados en el álgebra, la gramática, el hermetismo y el azar (me refiero al Ars Magna de Llull, las Rótulas de Dee o el Arqueómetro de Saint-Yves). Basado en todo ello, más el estudio de varios oráculos, como el milenario I-Ching, Leibniz creó su arcana Mónada Filosofal, representada en clave mediante un gráfico (Disertación sobre Arte Combinatoria) que sintetizaba el antiguo enigma de la cuadratura del círculo planteado en el Renacimiento por Leonardo da Vinci con su Hombre de Vitrubio. En el centro de dicho gráfico, Leibniz colocó la rosa, símbolo alquímico de la inmortalidad. ■ Más datos en: – La última catedral. Joaquín de Saint Aymour. Carena Editors. 2012. 30 SAGRADAFAMILIA.indd Sec1:30 23/10/12 11:13:35