TESTIMONIOS SOBRE EL CANTO EN LA CATEQUESIS Y EN LA LITURGIA Leonardo Caro1 y Oscar Silva2 Cuando sientes que se queman tus entrañas por amor, y te entregas al llamado sin temor, cuando están en armonía voluntad y corazón, te iluminas y en tu cuerpo vive Dios. VIVE DIOS, POR SIEMPRE VIVE DIOS, EN TU VIDA Y EN TU HISTORIA VIVE DIOS. VIVE DIOS, POR SIEMPRE VIVE DIOS, POR TU MUERTE Y POR TU GLORIA VIVE DIO. Cuando estás en la penumbra aguardando lo peor, desprecias la existencia y su valor, si no encuentras un sentido, anda y busca en tu interior y verás que aún en tu cuerpo vive Dios. En la pena, en la alegría, en el llanto y en la canción, en lo malo y en lo bueno del dolor en la duda o la confianza, con la lluvia o con el sol, en el centro de cuerpo vive Dios. TESTIMONIO 1 Yo, Leonardo Caro, compuse mi primera canción, “Vive Dios”, cuando recién estaba convirtiéndome a la fe, a los veinte años, fue una canción de alabanza. Parece que al Señor le gustó. Conocí emocionado en Italia hace dos años una versión en italiano, y también me entere de que había una grabación en inglés. Con Oscar nos juntamos hace veinte años más o menos y hace 1 2 Compositor, catequista, misionero popular. Arquitecto, compositor y catequista. unos doce o quince años que nos pusimos a trabajar juntos y hemos compuesto también muchas canciones muy lindas. Puedo dar testimonio de que el Señor Dios es algo temperamental, celoso, tiene cosas que me impresionan, me endulzan la vida y me enamoran. Me enterado de que algunos ponen ruidos de agua o de ambiente de un bosque, el ruido de los pajaritos, el ruido del viento, por ejemplo, para que sane gente que está con depresión profunda, incluso con cáncer, y ha habido casos estupendos. El Señor tiene con nosotros una relación como de canto. Una canción que cuando recién estábamos enamorados le compuse a mi actual esposa - a mi única esposa en realidad, la primera esposa que he tenido, la única, mi segunda esposa es la poesía y la música será mi tercera esposa – la grabó el cantante Alberto Plaza y se hizo famosa. Un día una dama se indigno con ella: “¡Y que te la hicieron a ti, pero cómo no te vuelves loca por lo menos!” Hay en el canto una cosa que enamora, que enloquece, que convence… Yo creo que cantar es amar. En México vi discutir una pareja, él quería que ella se fijara en él, pero ella en un momento le dijo; “¡No, tú no me das serenata!” Entiendo de que es muy importante esto de que se le cante a la amada. Una vez oí a nuestro fundador decir que el Señor siempre le preguntaba a la iglesia: “Esposa mía, ¿te gusta lo que hago por ti? ¿te gusta el mundo cómo lo he hecho, las flores…?” y de repente dice que la respuesta era muy desabrida, porque los cantos de la Iglesia a veces no tienen sabor. En algunas eucaristías los cantos más bien parece que están haciendo una cosa contra Dios. A me pidieron un día que cantara una canción de protesta en un matrimonio y, aunque la novia me decía que tenía que cantarla, yo decía que la compuso un señor que es enemigo de la Iglesia. El cura afortunadamente dijo que no, me salvo y no cante la canción. Yo era ateo, era extremista político, no creía en Dios y me enamore de la Iglesia porque veía unos jóvenes cantando ahí en la Plaza Pedro de Valdivia de Santiago en una misa muy concurrida. A mí me atrajo eso. Partí con mi guitarra y al final he terminado en la Iglesia, enamorado del Señor, enamorado de esa iglesia que me ha parido, me ha dado la vida porque me sacó de la muerte, yo estaba en el sin sentido absoluto. El canto ha tenido una cosa muy importante para mí, que soy un paria, un alejado, un abortivo. San Agustín salvó a la Iglesia del maniqueísmo, no sólo con el intelecto, sino también con el canto, porque los católicos ocupaban todas la parroquias para que no entraran los maniqueos y cantaban largas horas, tomaban un salmo y lo cantaban largamente. Aunque yo estaba en la Iglesia ya hacía unos años, había compuesto esta canción “Vive Dios” pero no tenía fe, hasta que aparecieron unos tipos algo locos que me dijeron una cosa que me escandalizó, que yo estaba llamado a ser madre de Jesucristo, a concebir a Cristo espiritual dentro de mí, que eso la fe. Eso es lo que se conoce como kerigma y yo creí eso y estoy aquí en la Iglesia todavía por eso. Lo que más me impacto de este grupo era que cantaban de una manera que me atravesaba el alma. Hasta el día de hoy esos cantos, que son palabra de Dios, porque son Salmos y lecturas de las Sagradas Escrituras musicalizadas, han tenido enorme fuerza en mi vida. Soy un rescatado y el Señor se ha valido en gran parte de la música para darme esta nueva vida maravillosa y plena en la que estoy ahora en la Iglesia. TESTIMONIO 2 Yo, Oscar Silva, voy a hablar desde la experiencia religiosa que he tenido en la Iglesia. Soy miembro de una comunidad del Camino Neocatecumenal, que ha surgido como un carisma dentro de la Iglesia. Tienen como una característica muy potente: el amor por la liturgia, por el canto, por la belleza en la catequesis, en la celebración, en la comunidad. Lo he aprendido a través d esta experiencia de iniciación cristiana en la que vivo a través de la Palabra de Dios. La liturgia, el canto y todo aquello que ayuda o apoya a la liturgia para llevarla a su esplendor, a la belleza, es fruto de una experiencia profunda de Dios en la Historia. El pueblo de Israel cuando salen de Egipto, donde era esclavo, por el poder de Dios es testigo de prodigios impresionantes que lo liberan gratis, abriendo frente a ellos el mar, teniendo por detrás el ejercito que los persigue y una vez que atraviesa este mar y ve que el mar se cierra y destruye a sus enemigos, explota en alegría, en el canto y manifiesta con su cuerpo, con su canto, con su danza, que ha visto el poder de Dios actuando en la historia. He visto realizada en mi vida misma obra que está presente en la Pascua de Cristo, que ha salvado al hombre de la muerte, y también ha surgido en mí como respuesta el canto, porque el canto exterioriza de una forma concrete, visible y palpable la alegría del corazón. San Agustín decía: “Quién canta ora dos veces”. Cantar, elaborar una música, entonarla, implica no solamente una atención intelectual a las palabras, también incorpora los sentimientos, el tiempo, que nos hacen participar de una forma más profunda en lo que decimos y hacemos. El canto y la música siempre han estado presentes en los acontecimientos centrales en la historia de la salvación y en los sucesos centrales de nuestra vida como cristianos. El rey David ha sido un hombre con esta bendición tan grande de Dios, que lo ha elegido, dice, de detrás del rebaño, y ha tenido tantas gracias, ha visto que Dios ha estado de su parte en tantas batallas, en tantas empresas, lo ha librado de tantos enemigos, y por eso lo canta en los salmos. La Virgen maría, cuando ha recibido el anuncio del ángel y ha visto esta obra gratuita de Dios en ella, también ha expresado en su Cántico maravilloso, el Magnificat, donde ha expresado su alegría frente al don de Dios, frente al amor de Dios. Cuando Cristo nace cantan los ángeles. En el cielo seguramente se canta. Hoy en día tenemos una crisis en la catequesis y en la liturgia, una crisis de expresión y contenido. Lo he notado en muchas ocasiones reunido con jóvenes para ver el canto litúrgico, el canto para la celebración. Pertenezco a un grupo internacional de músicos católicos3, que a través de Internet, estamos siempre reflexionando sobre el tema de la música litúrgica, de los cantos para la catequesis y para la evangelización. Muchos están en crisis porque hay un desconcierto muy grande. Por un lado hay un magisterio de la Iglesia sobre el canto, que delimita muy claramente cómo debería ser. Por otro lado existe un deseo de los jóvenes, en los laicos, en las comunidades, de participar seriamente con su arte, con su expresión en la liturgia, en la evangelización y por lo tanto crear cantos, poesías, música que ayuden a esto para enriquecer la liturgia. En estos cantos hay muchos desaciertos, porque muchos de nosotros hemos llegado al canto y a la música para la evangelización, la catequesis y la liturgia con una muy precaria formación teológica, con una formación en el arte muy precaria, y muy precarios en fe. Hay un tipo de canto que se usa en la liturgia, de contenidos puramente humanistas, con buenas intenciones, sin embargo con su 3 “Hosanna” forma mediante retiro espirituales y talleres a los músicos católicos en lo teológico y en lo artístico: hosanna@adinet.com.uy. Varios canales de televisión incluyendo CNN y RAI dedicaron a Juan Pablo II pocas horas después de su muerte el videoclip de la canción Crucifying you, obra de la banda Raindown, formada por los ingleses Frank Robinson (22) y Tim Ritchie (20), que se puede bajar en www.xt3.com7xt3tv cuyo productor es Shineout. Ver también www.reddemusicacatolica.com y www.multifestivaldavid.com (N. del E.). mirada centrada en hombre como autor y gestor de su liberación. Éste es un aspecto. Hay otro tipo de cantos de carácter muy religioso, pero que plantea una relación muy sentimental con Dios, como una forma de poner a Dios a nuestro servicio. Es una religiosidad que no siempre lleva un contenido de fe. Por otro lado existe un canto que busca ser fiel a la doctrina y al magisterio de la Iglesia, basado en la Escritura, que deja fuera los contenidos religiosos demasiado personalistas. Por estar centrado sobre la palabra de Dios, tiene un contenido catequético y litúrgico mucho más rico. Frente al llamado a una nueva evangelización, a poder tener nuevas expresiones, nuevos métodos y un nuevo ardor, es necesario tener canto litúrgico y catequístico que ayude a la evangelización y a la catequesis, desde el punto de vista de hacer presente el cielo entre nosotros. Me conmueve frente a esto del arte y frente a esto de misión de la Iglesia en el mundo, el rezo del Padre Nuestro cuando Jesús dice: “Hágase tu voluntad en la tierra como en cielo”. Sólo es posible en la Iglesia, inicio del reino de Dios en la Tierra, este “hacer la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo”. Tenemos nuestra cabeza que es Cristo en el cielo, somos su cuerpo participando de una realidad celeste. Si la catequesis se realiza no solamente con la palabra, con el testimonio, con la doctrina, sino que se materializa con el canto, se hace presente en medio de nosotros la belleza. Dice Dostoievsky que la belleza va a salvar al mundo y que la belleza es Cristo. Si la belleza es Cristo y Cristo está en el cielo, yo deduzco que la belleza es el cielo. La Iglesia de oriente en su liturgia es maravillosa y muy rica, tiene majestad. La riqueza en sus ornamentos, que puede llamarnos la atención e incluso escandalizarnos, por el derroche que tiene, busca justamente que el cielo se haga presente en nosotros. Una de las crisis que tenemos es que la catequesis y la liturgia se han humanizado profundamente. El Concilio Vaticano II, en la renovación litúrgica que ha propuesto y planteado, busca que la Iglesia haga presente como pueblo el cielo entre los hombres, justamente por la centralidad de la palabra de Dios en la Liturgia y en la catequesis. Necesitamos que nuestras catequesis y nuestras celebraciones litúrgicas sean reflejo del cielo: que el cielo se manifieste en la belleza del lugar, en la belleza del edificio, en la belleza de los signos litúrgicos, en la belleza de la manera de cómo venimos vestidos, en la belleza de cómo nos tratamos, como cantamos, como rezamos. La presencia del cielo entre nosotros tiene que ser un signo para que todo el mundo al mirar la Iglesia, pueda ver a través de esta belleza de la celebración, de la palabra, de la música, del canto, un todo que une. Una de las misiones que tiene el canto y la música es realmente unir, convertir a muchos miembros en un solo pueblo. Es muy importante considerar el canto y la música como elementos fundamentales para crear unidad, para crear belleza y así hacer presente el cielo entre nosotros. La catequesis en la Iglesia primitiva se daba a los padres, y el bautismo se daba a los niños con la esperanza de que los padres fueran a traspasar la formación que recibían los catecúmenos adultos. La catequesis propiamente tal estaba destina a los catecúmenos que venían a pedir el bautismo. También los israelitas al octavo día presentaban a los niños en el templo como manda la Escritura. Para el pueblo de Israel y par los cristianos la catequesis tiene que ser totalmente existencial, concreta, real, viva, no separada de la realidad de los padres. Nosotros no hemos adecuado cantos para los niños especialmente. Los niños cantan con nosotros. Finalmente, es preciso afirmar que pocos católicos adquirimos la buena música católica que se está produciendo. Para un canal de televisión evangélica hacen recaudaciones de dineros en las esquinas con un compromiso manifiesto. Tienen radioemisoras AM y FM en Santiago y en las provincias, y un canal de televisión en Santiago. Hace falta un compromiso material de los católicos para hacer funcionar esto. Hay felicitaciones, pero aunque el canto, el arte, sea un alimento para el alma, los hijos e alimentan con dinero.