Sesión 5 Mediciones alternativas del bienestar y los trabajos En sesiones anteriores hemos visto que necesitamos cambiar nuestros conceptos de economía y trabajo para poder comprender cómo se sostiene la vida en una sociedad y en un momento dado. Consecuentemente, necesitamos cambiar la forma de medirlos. Si descentramos a los mercados, el producto nacional ya no es una forma adecuada de medir la actividad económica, y tampoco nos importa sólo el trabajo que pasa por el mercado. Ya conocemos las inmensas dificultades para medir la economía informal (aquella parte que sí mueve dinero, pero de una manera u otra lo hace en los márgenes de la legalidad y/o lo contabilizado); ahora el reto es mucho mayor: ¿cómo medir, además, todo aquello que no mueve dinero, que carece de esa “bendición” de disponer de una unidad natural de medida, el dinero (Nelson, 1996: 24) que permite dar mediciones aparentemente exactas y neutrales? En esta sesión vamos a ir viendo las discusiones metodológicas en torno a dos cuestiones: - La medición en términos monetarios de los trabajos no pagados (su inclusión en lo que se denomina los Sistemas de Contabilidad Nacional o Cuentas Nacionales). Se trata de dar una medida alternativa de la riqueza de un lugar, del bienestar generado en una sociedad en un momento concreto. - La medición de los usos del tiempo, que al permitir conocer cómo usan las personas su tiempo de vida permite saber cuánto tiempo se dedica a cada tipo de trabajo. Es una medida alternativa, por lo tanto, de cómo se produce el bienestar (el trabajo genera bienestar). 1‐ Los Sistemas de Cuentas Nacionales Estamos habituadas y habituados a usar como principal referente de la riqueza el producto interior bruto (PIB) y la renta per cápita. Y como medida del trabajo que produce esa riqueza el trabajo de mercado. Pero, de nuevo ese “PIB” no era algo que ya existiera, sino que se ha producido una construcción social. Nos referimos al PIB y a todas las categorías agrupadas bajo lo que se conoce como los Sistemas de Cuentas Nacionales (SCN: demanda agregada, inversión, inversión extranjera, balanza de pagos…), todas esas categoría que nos suenan tan súper económicas y que podéis ver acá: http://www.bce.fin.ec/contenido.php?CNT=ARB0000022. Pues bien, todo ese sistema tiene alrededor de un siglo de historia, y su aceptación como referente universal de lo económico, mucho menos: desde finales de la II Guerra Mundial1. En palabras de García Díez: “Las cuentas nacionales se han constituido en el pilar fundamental para el conocimiento de la realidad económica de los países, y en el reflejo numérico de su evolución en el tiempo. El sistema de cuentas nacionales es un convenio internacional, un conjunto completo de normas y reglas establecido con la finalidad de homologar internacionalmente el intento de las economías de obtener una radiografía de la realidad económica en un concreto periodo de tiempo.” (2000: 2) Los SCN se han concentrado en los mercados como resultado de un proceso de debate. Por ejemplo, hay estudios del 1913 en Noruega y de 1921 en EE.UU. que introducen el valor del trabajo doméstico (obtenido por el producto del número de amas de casa e hijas mayores de edad por el salario de un sirviente doméstico). En general, puede decirse que existían dos tradiciones: la escandinava (tendente a incluir la producción no mercantil) y la anglosajona (tendente a excluirla). Finalmente, se impuso la anglosajona, siendo ésta la que subyacía cuando los SCN se generalizaron (Aslasken, 1999). Los SCN centrados en los mercados se convierten en el referente fundamental para conocer y evaluar la realidad económica. Los dos indicadores que han adquirido un peso especialmente fuerte son el de Producto Interior Bruto y el de Renta Nacional. Pero no sólo se instituyen como un referente absolutamente crucial para el mundo de las y los economistas, sino que su legitimidad se acepta por toda la sociedad. En palabras de Durán: “Este [la renta nacional] es un concepto que se ha incorporado plenamente al vocabulario de los no‐economistas, como parte del patrimonio intelectual común de la época, y se utiliza de modo intuitivo, como un referente cuya legitimidad no entra en discusión aunque sus fundamentos y detalles permanezcan relativamente difusos” (1995: 83). El problema, por tanto, es que los distintos SCN que se han impuesto como la medida universalmente válida de lo económico, con ligeras variaciones entre países (al igual que con ligeras variaciones entre el bloque soviético y el capitalista tras la II Guerra Mundial) están totalmente centrados en los mercados2: “De entre los posibles objetivos de observación en las cuentas nacionales, sólo se han asumido los bienes y servicios que pasan por mercado o se destinan a mercado” (Durán, 1995: 90). Por tanto, en la medida en que se han erigido como el espejo de la economía de los países y sólo reflejan lo mercantil, refuerzan esa noción de lo 1 Aunque ya había habido intentos previos, es durante la guerra cuando la necesidad de conocer la capacidad de los países para hacer frente a los costes que ésta arrastraba hace que la medición de la riqueza nacional se haga de manera exhaustiva, sistematizada y sostenida en el tiempo. 2 El hecho de que ambos bloques utilizaran, con pequeñas diferencias, los mismos métodos y, sobretodo, conceptos, para medir la riqueza nacional es muestra de cómo, a pesar de las radicalmente distintas consecuencias políticas y de organización social, las teorías que servían de base a cada bloque partían de la misma concepción de la economía y del mismo concepto de desarrollo como crecimiento “económico”. económico como lo que ocurre en el mercado. Y en la medida en que, en palabras de Durán, “cada época produce sus propios objetos culturales, y la estadística es un objeto cultural tan característico del siglo XX (–y del XXI, muy probablemente–) como los coliseos o las catedrales góticas han sido en siglos anteriores” (1995: 96) y en que “las estadísticas son como la luz: dejan en la oscuridad lo que no iluminan” (1995: 83)3, toda actividad que se produzca fuera de ellos no sólo queda etiquetada como no económica, sino que desaparece de la realidad y esta desaparición se generaliza y acepta colectivamente. 2‐ Los intentos (feministas) de cuantificación de la producción no monetaria En la economía feminista, es muy relevante la lucha por la entrada en los SCN del trabajo no remunerado, los debates sobre la causa de su ausencia así como las alternativas metodológicas propuestas. Entre los primeros textos relativos a la ausencia femenina de las estadísticas que nombran y reflejan la realidad económica hay que destacar el libro Si las mujeres contasen (Waring, 1988), que marcó un hito en la evolución del pensamiento económico feminista. Actualmente, se trata de uno de los debates más vivos dentro de la economía feminista, que se plantea si es necesario medirlo y, sobretodo, cómo hacerlo4. Ya en 1996, Rodríguez afirmaba que “En la última década, los esfuerzos por hacer visible y contabilizar el trabajo de las mujeres ha sido uno de los ejes principales de elaboración teórica y de acción política de las organizaciones feministas y de mujeres” (1996: 121). Sobre el porqué de la exclusión del trabajo doméstico en las cuentas nacionales, Benería (1988) afirma que se trata de una cuestión ideológica y conceptual, no de un problema de medición, ya que trabajo de subsistencia sí está incluido5. Que sí se incluya el trabajo de subsistencia (aunque ni se pague ni pase por el mercado) y no se incluya el trabajo doméstico nos permite extraer dos conclusiones: - Como decíamos: la exclusión del trabajo doméstico no es una cuestión de dificultad metodológica, sino de voluntad política - Lo que realmente se excluye no es el trabajo doméstico no pagado, en general, sino las actividades de las mujeres occidentales en el hogar6. ¿Por qué se hace eso? Porque se supone que, si el país estuviera lo suficientemente “desarrollado” (en términos capitalistas) esas actividades de subsistencia serían asumidas por los mercados; por eso las mide (aunque no estén en el mercado). Es decir, los SCN no sólo tienen fuertes sesgos de género, sino que además se crean en referencia a lo que ocurre en los países enriquecidos, que se toman como la norma. 3 La autora reconoce que debe esta metáfora a un estadístico marroquí, aunque no proporciona su nombre. Ha dado lugar a múltiples estudios, artículos, volúmenes, etc. Desde una perspectiva internacional, por ejemplo, el número 2 (3) de la revista Feminist Economics. 5 Esto implica una vuelta al debate que ya habíamos introducido en sesiones anteriores de si es el objeto lo que limita el método (viniendo el objeto limitado por una cuestión ideológica) o viceversa. En todo caso, se podía afirmar que existía una correlación de mutuo reforzamiento entre las dos dimensiones de la estrechez, metodológica y conceptualideológica. 6 Sin embargo, los manuales de metodología de las SCN afirman que lo que excluyen es el trabajo doméstico. Podemos decir que usan un concepto de trabajo doméstico occidental y etnocéntrico, que excluye de forma explícita todo el trabajo de las mujeres de la periferia en sus hogares que no se parece al que hacemos las mujeres en los países del centro. A ese trabajo no se lo llama trabajo doméstico, sino trabajo de subsistencia (Wood, 1997). 4 Queda claro, entonces, que la decisión sobre qué dejar dentro y qué dejar fuera de lo que se mide no es una decisión metodológica, y si las SCN que hay hoy día tienen fuertes sesgos de género y etnocéntricos, ¿qué hacer? Hay tres métodos principales para medir el trabajo doméstico no remunerado (un buen repaso de todo esto es Carrasco y Serrano, 2005): - El método del output: se centra en averiguar el valor de mercado de los bienes y servicios producidos (¿qué se está produciendo: comida, servicios de limpieza, cuidados? ¿y cuánto valdría eso en el mercado?) - El método del input: se centra en dar valor al trabajo utilizado (a lo que entra en el proceso de producción), y también contar si se usan bienes de capital u otros bienes intermedios - El método de dar valor al trabajo no remunerado: como el anterior, pero no se detiene a mirar qué consumo de bienes intermedios y qué costes de capital hay. Últimamente, se conjugan las tres perspectivas para dar lugar a las tablas input‐output: se calcula cuánto vale lo producido, y se le resta los recursos usados para calcular el valor añadido del proceso de producción. LA FUNCIÓN DE PRODUCCIÓN DOMÉSTICA: Exasperada, mi madre proclamaba a menudo: “¡Ah!, si tuvierais que pagar una criada y una cocinera para que se ocupasen de cuanto hago yo, ¡bien caro os costaría!” OUTPUT INPUT TRABAJO DOMÉSTICO (CAPITAL HUMANO) CAPITAL DOMÉSTICO (CAPITAL NO HUMANO) CONSUMO INTERMEDIO, BIENES Y SERVICIOS DE MERCADO BIENES Y SERVICIOS FINALES Este método es muy complejo, por si queréis ver algo curioso, os pongo el caso de que intentemos medir la producción de leche materna… ¡porque eso también tiene un valor! (en términos de sostenibilidad de la vida, tiene un valor indudable; en términos monetarios, podemos calcularlo: si no hubiera esa producción, ¿cuánto costaría alimentar a los bebés?). Para poder medirlo habría que tener en cuenta todo lo siguiente: Ajustar la valoración del producto nacional: * Sumar al PIB el valor anual de mercado de la leche humana producida: * Deducir del PIB los costes de la producción de leche humana (extra alimentación de las madres) * Deducir del PIB una cantidad por la reducción de output de mercado de las madres por estar en periodo de lactancia Deducir las externalidades negativas de la lactancia artificial: * los costes sanitarios por el aumento de los riesgos de salud de madres e hijas/os * la basura y degradación de la tierra atribuibles a la producción lechera * la reducción en la productividad laboral causada por el deterioro de las habilidades debidas a la alimentación artificial * la contaminación y los desechos de la producción lechera artificial Ajustar el valor de la producción doméstica: * Reducir las estimaciones del valor del trabajo doméstico por el tiempo extra de lactancia natural respecto a la artificial * Deducir los tiempos de trabajo no remunerado atribuibles a la lactancia artificial Pero lo más habitual ha sido simplemente calcular cuánto tiempo y poner un precio a ese tiempo, lo cual tiene varias dificultades: TIEMPO DE TRABAJO * 1‐ Cómo decidir qué actividades son y no son trabajo 2‐ Cómo medir el tiempo de trabajo Dificultades VALOR DEL TIEMPO DE TRABAJO 3‐ Qué precio poner al tiempo de trabajo de fuera de mercado Las dos primeras dificultades las veremos un poco más adelante en la sesión. Vayamos ahora a la tercera: ¿cómo podemos decir cuánto vale el tiempo de trabajo que no se paga? De nuevo, aquí hay varios métodos, el del coste de oportunidad y el del coste de reemplazo. El método del coste de oportunidad: las horas de trabajo doméstico no remunerado son valoradas por el salario que deja de ganarse (es decir, por el tiempo que no puede dedicarse la persona a ganar plata en el mercado). Se pueden usar distintos valores, pero uno muy general es, por ejemplo, el salario medio del país. La principal crítica es que el valor no está en relación con el producto y que reproduce desigualdades, porque valora más el trabajo de quienes más ganan en el mercado (por ejemplo, el coste de oportunidad es mayor en los hombres; igualmente, las mismas horas de trabajo no remunerado son más valiosas en EE.UU. que en Ecuador). El método del coste de reemplazo: se cuenta lo que cuesta adquirir ese trabajo en el mercado. Aquí hay dos opciones fundamentales: - El método generalista: se calcula según lo que costaría que una persona a tiempo completo se encargase de las tareas del hogar, es decir, contratar a una persona como empleada de hogar. Esta opción suele considerarse conservadora y que tiende a la infravaloración porque no incluye todo el trabajo doméstico (hay tipos de trabajo doméstico diferentes) y por la devaluación social del empleo de hogar que se refleja en los bajos salarios del sector. - El método especializado: tiene en cuenta lo que costaría pagar a trabajadoras/es especializadas/os en cada una de las funciones que cumple el trabajo doméstico no pagado. Por ejemplo, si se decidan 3 horas a cocina y 2 a cuidar niños, se tiene en cuenta el salario de una/un cocinera y de una o un maestro de infantil. Este método se dice que tiende a sobreestimar el valor. Además, se puede complejizar mucho más, por ejemplo, podemos discutir si hay que poner salarios que introduzcan aportes al seguro social, si debemos incluir impuestos, si hay que contabilizar distinto las horas extra (en el mercado laboral formal, si trabajas más de tus horas fijadas se supone que te pagan mayor salario en esas horas extra)… Es complicado, ¡pero se puede hacer! Usar un método u otro da resultados muy diferentes. Por ejemplo, tomemos el caso de España y cuánto vale el tiempo dedicado a cocinar y preparar alimentos. Según el método varía entre el 11,8% del PIB y el 36,2% (¡el triple!). Valor de la función alimenticia en España Método coste oportunidad (base: salario mínimo interprofesional) 11,8% del PIB Método de reemplazo (base salario medio en hostelería) 22,3% del PIB Método coste oportunidad (base salario medio español) 36,2% del PIB Fuente: Durán (2000) Vamos a ver varios resultados, tomados del texto de Salvador (2009) que es un muy buen texto si os interesa este tema: Como podéis ver, el valor de lo producido en los hogares vale entre un máximo del 60,71% del PIB en España a un mínimo del 7% en Buenos Aires. En el siguiente gráfico el máximo es Australia (69%) y el mínimo Japón (15%). Como veis, varía muchísimo según qué método se use. Y os recuerdo que hasta ahora sólo hemos abordado la tercera dificultad: cuánto cuesta cada hora de trabajo no pagado. Pero hay otras dos: cómo definir qué es y qué no es trabajo, y cómo calcular las horas que se dedican. Para terminar este apartado, es importante decir que desde 1993 Naciones Unidas aconseja la elaboración de cuentas que recojan este trabajo. El problema es que aconseja que se recoja dentro de lo que llama cuentas satélites. Es decir, los SCN siguen teniendo un núcleo duro, que es el de mercado. Pero luego se aconseja que se hagan otros cálculos colaterales, que puedan ayudar a profundizar en partes específicas de la vida económica y social (pero que, como digo, no atacan el núcleo duro, sino que son la periferia): - Cultura - Medio ambiente: por ejemplo, se ha calculado en México y, teniendo en cuenta el uso de recursos naturales, había años en los que la economía de México no “crecía”, ¡sino que decrecía! (porque la “producción” se basaba en el agotamiento de recursos naturales) - Salud: en Ecuador la hay Turismo: en Ecuador la hay Petróleo: en Ecuador la hay Trabajo doméstico: hasta donde yo sé, en Ecuador NO la hay 3‐ Mediciones de los usos del tiempo La otra gran vía de innovación en términos de medición de lo que ocurre fuera del mercado son las encuestas de usos del tiempo, que averiguan cómo reparten diariamente las personas su tiempo entre distintas actividades. Una buena revisión es Milosavljevic y Tacla (2007). En primer lugar, se establece un listado de las posibles actividades que puede realizar una persona a lo largo del día y se calcula cuánto tiempo se dedica a ellas. Hay dos formas principales para captar ese tiempo: - Los diarios de actividad: se reparte a los hogares una plantilla en la que deben ir apuntando, en intervalos de unos 5 o 10 minutos, todas las actividades que realizan a lo largo de las 24 horas del día. Además, se puede poner la actividad principal y la o las secundarias. Así se calcularon, por ejemplo, los datos de usos del tiempo de la Ciudad de Buenos Aires 7 - Módulo de usos del tiempo en las encuestas de hogares donde se pregunta a las personas del hogar cuánto tiempo dedicaron a cada actividad en el periodo de referencia (por ejemplo, a lo largo de la semana pasada). Así se hizo, por ejemplo, en la Encuesta de Usos del Tiempo de Ecuador realizada en 2007. Os pongo el ejemplo de una plantilla usada: 7 Dirección General de Estadística y Censos – Gobierno de Buenos Aires (DGEC) (2007) “Encuesta Anual de Hogares 2005. Uso del Tiempo”. Buenos Aires: Informe de Resultado 329. Antes de continuar, es importante, señalar que Ecuador ha realizado dos encuestas de este tipo (un módulo específico que se pasó con la Encuesta permanente de Hogares, ENEMDU). La primera fue en 2005 y no es representativa de todo el país, sino sólo de tres zonas: Quito, Chimborazo y Esmeraldas. Los resultados de esta ya están publicados, podéis verlos en CONAMU (2006). La segunda ya sí es representativa de todo el país y tiene una gran riqueza de datos. Es una muy buena encuesta, y la información que tiene se puede explotar para muchas cosas8. Todavía no está publicada, aunque pueden verse algunos datos, por ejemplo, en Pérez (s.f.). La idea es poder saber cómo se distribuye el tiempo de las personas entre: La Encuesta de Usos del Tiempo (EUT) de Ecuador realizada en 2007 distinguía estos capítulos de actividades: 1‐ necesidades personales (dormir, comer, ir al médico…) 2‐ tiempo comprometido (traslados, clases, deberes…) 8 por ejemplo, en el tiempo que yo llevo impartiendo este curso, ha habido una alumna que averiguó si los usos del tiempo cambiaban con la recepción de remesas, otra alumna junto a la profesora Jackeline Contreras averiguaron si los hogares de donde habían migrado personas usaban de distinta forma el tiempo, otro alumno usó los datos para hacer cálculos sobre la pobreza de tiempo de mujeres y hombres en el país… Si a alguien os interesa, ¡os recomiendo usarla!) 3‐ Actividades culinarias 4‐ Mantenimiento del hogar 5‐ Cuidado de la ropa y confección 6‐ Compras y gerencia 7‐ Cuidado de niños y niñas 8‐ Construcciones y reparaciones 9‐ Actividades productivas de auto‐consumo 10‐ Actividades solidarias y de apoyo a la comunidad 11‐ Esparcimiento y cultura 12‐ Familia y sociabilidad 13‐ Otras actividades 14‐ Cuidados a personas con discapacidad Una vez que están clasificadas las tareas, las agrupa como: - Trabajo de producción de bienestar en el hogar: 3, 4, 5, 7 y 14 - Trabajo de articulación del bienestar: entre el hogar y los recursos de fuera (son aquellas actividades que son necesarias para mediar entre el hogar y los recursos de mercado o las instituciones públicas): 2 y 6 - Trabajo de auto‐sustento: Como decíamos, las labores de auto‐sustento se suelen considerar muchas veces aparte (una forma de trabajo no remunerado pero distinta al trabajo del hogar). Al igual que el trabajo comunitario. - Luego podemos agrupar las tareas que no producen bienestar, pero que en sí mismas son una forma de bienestar y que, por tanto, si no se dispone del tiempo suficiente, hay un problema grande de bienestar que, en ocasiones, se llama pobreza de tiempo: 1, 11 y 12 3.1‐ Midiendo el tiempo necesario para la producción de bienestar Una vez que tenemos estos datos, ¿qué resultados podemos obtener? Las categorías básicas son: Carga global de trabajo: es el total de tiempo de trabajo que realizan las personas, contando el de mercado y el de fuera de mercado (y los distintos tipos de trabajos no remunerados). La carga global de trabajo podemos analizarla en función de distintas variables. La principal que se usa es el sexo. Si recordáis, estos eran los datos para Ecuador: Fuente y Elaboración: Pérez et al. (2008) y Vásconez et al. (2009) Esta distribución de la carga global de trabajo podemos verla para distintos grupos de población. Por ejemplo, podemos preguntarnos si varía por zona geográfica, relacionada con el origen étnico (los siguientes datos corresponden a la encuesta de 2005). En este gráfico podemos ver que la distribución más desigual se da en Chimborazo: Distribución del trabajo social global por sexo y dominio de estudio ESMERALDAS CHIMBORAZO QUITO 0 20 40 60 80 100 Hombres 120 Mujeres Fuente: Gallardo (2007) También podemos ver cómo es la carga global de trabajo por otras variables, como zona geográfica, origen étnico y nivel de instrucción. En los siguientes gráficos vemos que se trabaja más horas en las zonas rurales que en las urbanas, que se trabaja más horas cuanto menor nivel educativo se tiene, y que la población indígena y afroecuatoriana trabaja más que la población mestiza: Carga global de trabajo por zona, origen étnico y nivel de instrucción, Ecuador, 2007 Fuente: Pérez (s.f.) La distribución entre tiempo de trabajo remunerado y no remunerado: no se trata sólo de ver cuánto se trabaja en total, sino que hay una diferencia fundamental: ¿cuánto de ese trabajo se paga y cuánto no se paga? Responder a esta pregunta nos permite ver una diferencia fundamental entre mujeres y hombres, a la uqe llamábamos división sexual del trabajo: Fuente y Elaboración: Pérez et al. (2008) y Vásconez et al. (2009) También podemos preguntarnos si la desigualdad por sexo en el trabajo doméstico no remunerado se da de la misma manera entre las personas que tienen un trabajo remunerado y las que no lo tienen. Vemos que la diferencia es mayor cuando no lo tienen, pero que el hecho de tener trabajo de mercado no hace que desaparezca la desigualdad en el trabajo al seno del hogar. D is t r ib u c ió n d e la p a r t ic ip a c Ió n e n la b o r e s d e l h o g ar n o re m u n e rad as s e g ú n s e xo 12 0 10 0 8 0 6 0 8 0 71 8 9 4 0 2 0 2 0 2 9 11 0 PO B . TO T A L PO B . O C U PA D N O O C U PA D . M U JER ES HO M B R ES Fuente: Gallardo (2007) 3.2‐ Principales variables de análisis Hay tres variables muy importantes que necesitamos conocer para saber quién hace qué trabajo y cuánto tiempo dedica: - Tasa de actividad: nos dice qué porcentaje de una población realiza un determinado tipo de actividad. Por ejemplo, en Ecuador la tasa de actividad de los hombres en actividades culinarias es del 35%. Es decir, 35 de cada 100 hombres cocina (o sea, ¡65 de cada 100 no!). Esto se puede calcular para cada actividad concreta (cocinar, limpieza…) o para todas en su conjunto. Es igual que la tasa de actividad calculada para el trabajo de mercado. - Tiempo medio: calcula cuánto tiempo, de media, se dedica a cada actividad. Pero aquí es importante tener en cuenta dos conceptos distintos: o Tiempo medio por participante: calcula cuántas horas de media dedican a hacer una cosa las personas que hacen esa cosa. Por ejemplo, cuántas horas cocinan de media los hombres que cocinan. Nos da una idea de lo importante que es una actividad para las personas que hacen esa actividad. o Tiempo medio social: calcula cuántas horas de media dedica toda la población a una actividad, incluyendo a las personas que la hacen y a las que no (en ese caso, cuántas horas de media dedican a cocinar los hombres, incluyendo a los que cocinan y a los que no cocinan). Nos da una idea de la importancia de una actividad para el conjunto de la sociedad. Es importante, cuando nos dan datos de tiempo medio, saber a cuál de los dos se refieren. Por ejemplo, en Ecuador, según veíamos en la sesión 2, el tiempo medio por participante de las mujeres ecuatorianas dedicado a cuidado de personas con discapacidad es de más de 13 horas a la semana. Horas semanales de participación en diversas actividades no remuneradas por sexo. 2007. Tiempo medio por participante agropecuario Mujer particip. en organizaciones Hombre trabajo comunitario mingas ayuda a asilos,orfanatos, hosp. ayuda a otros hogares trámites compras gerencia del hogar traslado a miembros del hogar cuidado discapacitadas/os cuidado enfermas/os cuidado niñas/os reparación y mantenimiento lava,plancha limpieza serv.de apoyo act.cocina cocinar 0 2 4 6 8 10 12 14 16 Fuente: Pérez et al. (2008). Elaboración: Jackeline Contreras. Eso no significa que una mujer ecuatoriana, de media, dedique tantísimo tiempo a esta actividad. Sino que las que cuidan a personas con discapacidad gastan mucho tiempo en eso. A continuación está el cálculo del tiempo social promedio, como podemos ver, a cuidados a personas con discapacidad se dedica, para toda la sociedad, de media, sólo 0,17 horas. En conjunto, eso significa que hay pocas mujeres que se dediquen a cuidar a personas con discapacidad (o sea, que el cuidado a la discapacidad no ocupa una parte grande del tiempo social), pero que, cuando se hace, consume muchísimo tiempo (o sea, que sería importante poner servicios de cuidados públicos: no sería mucha plata, porque socialmente no está muy extendido, pero mejoraría muchísimo la calidad de vida de las personas que son responsables de este tipo de trabajo): Horas Promedio Semanal por Sexo. Actividad Hombres Mujeres No veces Preparación de Alimentos Limpieza y cuidado del hogar compras y mantenimiento del hogar coordinación y presupuestación cuidados infantes educación escolares cuidados_enfermos reparacion y actividades manuales actividades agricolas y alimenticias redes socilales television cultura capital humano ocio cuidados discapacitados 2.11789167 5.87430833 1.45877883 0.53953433 1.45027217 0.726965 0.16989367 0.53953433 1.24445083 0.45121117 8.22616833 1.30107267 16.6868 0.04427685 14.5323767 16.2641683 1.92461833 0.16976267 5.64049333 1.99121 0.34191683 0.16976267 1.6484405 0.58566667 7.86407333 1.10432417 14.8056517 0.1747715 6.9 2.8 1.3 0.3 3.9 2.7 2.0 0.3 1.3 1.3 1.0 0.8 0.9 3.9 Total 40.8311582 67.2172367 1.65 Total excluyendo ocio y Televisión 15.9181899 44.5475117 2.80 Fuente: Oliva (2009) Aquí está el ejemplo para la encuesta de 2005. Como veis, hay menos diferencia entre la población que sí participa, eso significa que, para hablar de mujeres y hombres en su conjunto, tenemos que sumar dos diferencias: 1‐ que los hombres, cuando hacen trabajo doméstico, dedican menos horas que las mujeres 2‐ y que hay muchos más hombres que no hacen nada de trabajo doméstico que mujeres que no hacen ese trabajo. TOTAL DE HORAS DE PARTICIPACIÓN PROMEDIO EN TRABAJO DOMESTICO POB QUE PARTICIPA POB TOTAL DOMINO Hombre Mujer Diferencial Hombre Mujer Diferencial Total 11,9 28,5 41 7,4 26 56 Quito 12,5 28,3 39 8 25 52 Chimborazo 12,4 27,3 38 8,6 25,5 50 Esmeraldas 11,1 29,1 45 6,2 26,6 62 Fuente: Gallardo (2007) 3.3.‐ Problemas metodológicos Decíamos que el primer problema era decidir qué era y qué no era trabajo. Y, el segundo, medir las horas dedicadas a cada una de las actividades. La primera dificultad suele resolverse acudiendo al criterio de la tercera parte del que hablamos en sesiones anteriores, ¿recordáis? Veamos más a fondo esta segunda dificultad. Problema 1: Simultaneidad de tareas: hay muchas veces que se hace más de una cosa a la vez (en el mercado es menos frecuente: si arreglas carros, no estás a la vez vendiendo panes; pero sí puedes coser un pantalón mientras esperas que se cocine el arroz). Tener una buena metodología para captar la simultaneidad es especialmente importante para captar el tiempo de cuidados, porque muchas veces cuando se cuida (a un niño, a una anciana…), se está haciendo algo más a la vez: lavar, cocinar… hay muchas encuestas que no están bien diseñadas y pierden este tiempo. Por ejemplo, en España la encuesta del Instituto Nacional de Estadística INE (2002‐2003) capta mucho peor el tiempo de cuidados, así, recoge que sólo el 19,3% de la población española cuida a menores. Hay otra encuesta (CSIC, 2003) que da un dato totalmente distinto: 55,3%. No sólo da un porcentaje distitno, sino un tiempo totalmente diferente. En palabras de Durán: “La encuesta de ‘Empleo del Tiempo’ realizada por el INE se centra en actividades concretas, en tanto que la encuesta sobre ‘Uso del Tiempo’ realizada por el CSIC complementa la anterior, inquiriendo sobre el tiempo dedicado a actividades difusas, aunque se superpongan con otras actividades. Así, según la encuesta del INE, el tiempo dedicado semanalmente a cuidar niños es sólo 2 horas y 21 centésimas por adulto (1,25 los varones y 3,12 las mujeres), mientras que según la encuesta del CSIC esta dedicación es de 6,98 horas (3,03 horas los varones y 10,78 horas las mujeres)”. Para Ecuador esto también es importante. Así, comparemos los datos de la Encuesta de Usos del Tiempo de 2005 con los datos del módulo de tiempos de la ENEMDU, que capta mucho peor las actividades, en general, y las simultáneas, en concreto9: Tasas de participación y tiempo social promedio en trabajo del hogar no remunerado, por sexo, Ecuador ENEMDU EUT* Diferencia Tasas de Mujeres 89,18 97,75 8,57 participación Hombres 65,95 91,56 25,63 Mujeres 28,05 36,45 8,39 Tiempo medio Hombres 12,20 15,58 3,38 * Datos para Quito Como podéis ver, la EUT capta mejor el trabajo no remunerado en el hogar que la ENEMDU, tanto en el caso de mujeres como de hombres. Esto es importante, porque muchas veces depende de cómo se pregunte, hay muchos trabajos no pagados que pasan desapercibidos por lo naturalizados que están. ¡Ni siquiera se entienden como trabajo! Lo primero para poder 9 En general, el problema de las EUT es que son caras. Por eso muchos institutos de estadística no quieren hacerlas. Esto es un problema relativo, porque hay otros servicios de medición que también son muy caros y sí se hacen. O sea, que más bien es una cuestión de prioridades. En España, por ejemplo, con esa excusa no se ha hecho más que una (2002-2003) y ahora se supone que están haciendo otra. Una solución intermedia es, como en Ecuador (con la ENEMDU), incorporar un pequeño módulo en todas las encuestas a hogares que obtenga datos, aunque no sean tan buenos y precisos como los de las encuestas más grandes que se pasan cada más tiempo. Así, en Ecuador hay datos periódicos de usos del tiempo, igual que datos periódicos de mercado laboral (ENEMDU). El siguiente problema es explotar los datos (muchas veces los hay, pero no se usan). En Ecuador, por ejemplo, los datos disponibles permiten ir viendo el impacto de la crisis en los trabajos no remunerados, trimestre a trimestre (como veremos en la sesión 6). medirlo es que la gente lo identifique como un trabajo. Y las metodologías empleadas tienen que ser buenas para lograrlo. La ENEMDU capta peor la participación de los hombres en trabajo doméstico no remunerado. Hay un 25,63% de hombres que sí hacen actividades domésticas no remuneradas, pero a los que la ENMDU no “ve”, mientras que la EUT sí los “ve”. Con La EUT vemos que prácticamente todas las mujeres (97,75%) hacen trabajo no remunerado en el hogar. Y casi todos los hombres también. La ENEMDU sin embargo capta peor el tiempo de trabajo de las mujeres (capta 8,39 horas menos que la EUT). Según la EUT las mujeres dedican de media 36,45 horas a la semana a ese trabajo, mientras que los hombres dedican 15,58. Problema 2: La intensidad Conocer los usos del tiempo nos permite saber cuántas horas y minutos se dedican, pero es más complicado conocer la intensidad del trabajo Floro (1995) y esto es importante, porque en el trabajo de fuera de mercado, cuando hay problemas de falta de tiempo, lo que se hace no es trabajar menos, sino hacer lo mismo en menos tiempo. Además, hay otro componente importante que cuesta captar: el que se ha llamado de gestión mental. No sólo importa quién hace algo, sino quién tiene en la cabeza que ese algo hay que hacerlo, quién lo organiza, lo decide, se asegura que se hizo bien, etc. Por ejemplo, decidir qué alimentos faltan en la casa, coordinar las horas de salida de la escuela, las del centro de salud y las de la compañía telefónica para hacer una gestión… Estas tareas pueden generar mucho estrés, y en el avance hacia un reparto más equitativo es frecuente que las mujeres deleguen la ejecución de las tareas, pero que sigan siendo las responsables, es decir, que retengan todo ese componente de gestión (muchas veces, desde la oficina misma). Además, en el trabajo de fuera de mercado hay un componente muy fuerte de mera disponibilidad: no se trata tanto de hacer algo concreto, sino de estar, por si surge una necesidad, porque no se puede dejar sólo a un niño o niña, por si… Es mucho tiempo que no es estrictamente de actividad, pero en el que tampoco se puede estar haciendo otra cosa; no es tiempo libre que se pueda utilizar para lo que se desee. Finalmente, el tiempo es una vivencia de cada persona, una experiencia subjetiva y no es reductible al “tiempo reloj” al “tiempo dinero” (Carrasco, 2001). Implica relaciones afectivas, culturas del trabajo, etc. y no se puede homogeneizar en una medida única de horas y minutos. Las EUT han mejorado y permiten ahora captar mejor estas dimensiones, pero hay algunas que es imposible medirlas en números. Por eso algunas EUT incorporan entrevistas a las personas, para conocer estas dimensiones subjetivas del tiempo. 4‐ Hallazgos generales en los usos del tiempo Vamos a ver algunos datos recopilados por Budlender (2008) en su análisis de las EUT de distintos países (este texto está en inglés, pero tiene un amplio resumen en español al comienzo). La mayor parte del tiempo de trabajo de mujeres y hombres se dedica a actividades “no productivas” (las que están en gris oscuro). Además, mujeres y hombres dedican bastante tiempo a actividades que están fuera del mercado, pero que a menudo se “miden” como si estuvieran dentro (las que decíamos de auto‐sustento, las que aparecen en gris clarito y que aquí se llaman SNA extendido10). Distribución del tiempo medio diario dedicado a cada tipo de actividad, por país y sexo Fuente: Budlender (2008) En el siguiente gráfico se ve en tiempo total, no en porcentaje; a la izquierda los hombres (M), a la derecha las mujeres (F): Tiempo medio diario dedicado a cada tipo de actividad, por país y sexo Fuente: Budlender (2008) 10 SNA significa System of National Accounts, es decir, lo que antes llamábamos sistema de cuentas nacionales (SNC). En la siguiente tabla vemos las distintas tasas de participación en distintos componentes del trabajo no remunerado: las labores domésticas (gris oscuro), el cuidado directo de personas (gris claro) y el trabajo comunitario (negro). En general, el primero es el que más tiempo consume. EN muchos países, mucha parte de este tiempo se dedica a actividades que podrían reducirse mucho si hubiera una infraestructura adecuada o unos servicios básicos. Por ejemplo: luz eléctrica, agua potable. ¿Os imagináis el tiempo que se ahorra si una familia tiene una lavadora y no necesita lavar a mano? Las políticas de infraestructuras básicas ahorran mucho tiempo de trabajo a las mujeres. Sin embargo, no debemos pensar que con la introducción de este tipo de mejoras tiende a desaparecer el trabajo del hogar no remunerado, ni mucho menos. Lo que ocurre es que cambia su contenido. Por ejemplo, en países del centro ya no se pierde tiempo en tener que recoger leña para cocinar, o ir a por agua. Pero se gasta muchísimo tiempo en compras, trámites y gestiones. Y también se dedica más tiempo a cuidado directo de niñas y niños. Fuente: Budlender (2008) Un elemento muy importante es ver en función de qué variables cambia el tiempo de trabajo dedicado a actividades fuera del mercado. Los principales son: - El sexo: este es el principal para los hombres. Es decir, en general, los hombres, por ser hombres, dedican una cantidad determinada de tiempo y se involucran de una cierta forma, al margen del resto de condiciones del hogar. Esto es importante relacionarlo con lo que veíamos en la sesión anterior: las mujeres son las responsables del bienestar final, son las “mujeres esponja”, las “malabaristas de la vida”, que cambian su dedicación y sus actividades según lo que sea necesario. Los hombres, en cambio, no varían tanto, lo cual indica que no asumen la responsabilidad final de que el hogar funcione (o tienen o no tienen trabajo de mercado; se encargan de hacer X cosa en casa, pero siempre la misma, etc.). - Para las mujeres, el tiempo de trabajo no remunerado varía según: o El número de hijos e hijas: cuantos más haya, más trabajo hay que hacer. o El matrimonio (la unión con un hombre11): fijaos, pasar de estar sola a estar unida no supone que se reparta mejor el trabajo, sino que aumenta. o La edad: con la edad al principio aumenta, luego tiende a disminuir. Esto varía mucho por clase social. Por ejemplo, en algunos países o sectores desde chicas las niñas y adolescentes dedican mucho tiempo a estos trabajos (también los niños en ocasiones). o Los ingresos: la relación es compleja, porque cuantos más ingresos hay más se puede sustituir trabajo en el hogar por compra en el mercado, pero, al mismo tiempo, cuantos menos ingresos hay más necesidad hay de salir al mercado a conseguir plata. Lo único claro es que el tiempo de trabajo no remunerado se organiza en conjunto con el resto de trabajos, que es una estrategia global para sostener el hogar, una estrategia económica integral. Por último, vamos a señalar tres cosas que podemos hacer si tenemos los datos de usos del tiempo que, como señalaba, permiten muchos análisis. 1) Conocer con mucha más propiedad cuál es la actividad económica de la población Vamos a usar datos calculados para la ciudad de Barcelona, en España. Si sólo miramos al trabajo de mercado, tenemos esto: Actividad económica tomando como referente el trabajo asalariado (EPA), Barcelona, 2000, por sexos Mujeres Hombres 33% 33% Ocupada Parada 59% Inactiva 61% 6% 8% Fuente: Carrasco et al. (2004) Si cambiamos de referente para mirar la realidad y atendemos sólo al trabajo que no se paga, el panorama cambia por completo. ¿Es o no es impensable decir que el 80% de los hombres está desocupado? ¿Y decir que sólo el 1% de los hombres realiza un trabajo a jornada completa? 11 No hay datos de usos del tiempo en parejas homosexuales. Actividad económica tomando como referente el trabajo doméstico, Barcelona, 2000, por sexos (MIRAD LA TERMINOLOGÍA, PORQUE HAY COSAS CURIOSAS)12 Hombres Mujeres 0% 12% 18% 1% 8% 26% 18% 32% 36% Inactividad Subocupación Ocupación a tiempo parcial Ocupación a tiempo completo 49% Sobreocupación Fuente: Carrasco et al. (2004) Obviamente, la alternativa no es mirar sólo a este trabajo, sino a todos los trabajos en conjunto. Pero pensar en lo inaceptable que es esta mirada parcial que sólo tenga en cuenta lo de fuera del mercado nos permite preguntarnos por qué es tan aceptable la primera mirada, que sólo atiende al mercado y que extrae como conclusión que sólo 1 de cada 3 mujeres trabaja (33% ocupadas). Si miramos a las dos partes, tenemos un panorama mucho más completo de cómo se reparten los tiempos de trabajo para sostener la vida en su conjunto: Actividad económica tomando como referente “todos” los trabajos (EPA‐NA), Barcelona, 2000, por sexos13 12 - - Terminología: Inactividad: personas que no realizan ningún trabajo familiar doméstico Subocupación: atención, ¡esto es interesante! En el trabajo no pagado… ¿existe la desocupación?, ¿conocéis a alguien que esté buscando algo que hacer y no lo encuentre? Obviamente, no. Por eso se construye esta categoría: la subocupación, entendiendo que estás subocupadas/os quienes realizan 10 o menos horas semanales de trabajo familiar doméstico. Se supone que esto es el mínimo para cubrir las necesidades personales. Quienes hacen menos de 10 horas a la semana no están siquiera haciendo el trabajo que ellas y ellos mismo necesitan, por lo tanto, requieren que alguien de fuera trabaje para ellas o ellos. Ocupación a tiempo parcial: quienes realizan entre 10 y 30 horas semanales de trabajo familiar doméstico Ocupación a tiempo completo: quienes realizan entre 30 y 40 horas semanales de trabajo familiar doméstico Sobreocupadas: quienes realizan más de 40 horas semanales de trabajo familiar doméstico 13 - Terminología: Población con actividad: población mayor de 16 años que realiza algún trabajo, sea de mercado o familiar doméstico Población sin actividad: población mayor de 16 años que no realiza ningún tipo de trabajo, ni de mercado ni familiar doméstico Población que no trabaja: población mayor de 16 años que no realiza trabajo de mercado y que trabaja menos de 10 horas a la semana en el trabajo familiar doméstico (son las personas subocupadas domésticas) Población con ocupación mercantil: población mayor de 16 años que realiza trabajo de mercado Mujeres Hombres No trabajan 9% 15% 28% 25% 11% Sólo empleo 22% Sólo trabajo familiar doméstico 35% 55% Ambos trabajos Fuente: Carrasco et al. (2004) 2) Comparaciones con el tiempo de trabajo en el mercado Una alternativa es, como hemos visto al principio, valorar en dinero el tiempo de trabajo no pagado. Hay otra alternativa menos usada, pero muy interesante: calculemos a cuántos puestos de trabajo en el mercado equivale todo ese trabajo no pagado. Es decir, cuántos empleos habría que crear para sustituir el trabajo que se hace fuera del mercado, suponiendo que se trate de empleo formal, con condiciones reguladas (jornada laboral máxima, tiempos de descanso, vacaciones…). Los datos son absolutamente espectaculares. A continuación tenéis el cálculo hecho para España. Como podéis ver, el tiempo de trabajo no pagado de las mujeres equivale en total a… ¡más de 29 millones de empleos! Y, actualmente, no hay ni 5 millones de mujeres empleadas a tiempo completo. En el caso de los hombres, su tiempo de trabajo no remunerado equivale a 6,67 millones de empleos, más o menos 2/3 de los hombres que están ahora en el mercado. En total habría que multiplicar por más de dos la población que ahora mismo tiene un empleo para poder asumir ese trabajo… ¡serían necesarios otros dos países y medio de gente! Equivalentes en empleos de los tiempos de trabajo no remunerado, por sexo, España - - Población con ocupación familiar doméstica corregida: población mayor de 16 años que realiza 10 o más horas semanales de trabajo familiar doméstico Población sin actividad doméstica: población mayor de 16 años que no realiza trabajo familiar doméstico Fuente: Durán (2000) y EPA varios años 3) El tiempo como medida del bienestar Por último, como decíamos, el tiempo es también una medida del bienestar. No sólo de cómo se produce el bienestar, sino que el reparto del tiempo nos ofrece otra medida del bienestar… y de la pobreza (la capacidad de tener tiempo libre, tiempo suficiente para necesidades personales, de poder elegir qué hacer con el tiempo…). Se habla bastante de pobreza de tiempo (Floro, 1995), una dimensión de la pobreza que experimentan, sobre todo, las mujeres. Pobreza de tiempo en Ecuador, 2007, por sexo Umbral de Definición de General Mujeres Hombres pobreza horas 50% de la media 13,57 27,1% 29% 25% (Banco Mundial) 60% de la mediana 16,29 34,5% 36,8% 32% (EUROSTAT) Fuente: Oliva (2009) Este gráfico nos dice que, según la definición del Banco Mundial (si no comprendéis los detalles técnicos y os interesan, los hablamos en la próxima tutoría virtual) son pobres de tiempo quienes tienen menos de 13,57 horas a la semana de tiempo de esparcimiento (las variables 11 y 12 que decíamos antes de la EUT 2007). El 27,1% de la población de Ecuador es pobre de tiempo. ¡Mucha gente! Las mujeres son más pobres de tiempo que los hombres (29% frente a 25%). Según otra definición usualmente utilizada (la de EUROSTAT), la pobreza de tiempo es un fenómeno más extendido: afecta a una de cada tres personas en el país (32%), e, igualmente, afecta algo más a las mujeres que a los hombres. Como podéis ver, la cuestión es mucho más compleja que la simple pregunta de “cuánto vale” o “cuánto costaría”. Es una nueva forma de entender el bienestar: cómo se genera y produce el bienestar, qué se entiende por bienestar mismo. Es un campo enorme de posibilidades a explorar. Estamos haciéndolo, ¿cierto? Bibliografía • Aslaksen, Iulie (1999), "Gross Domestic Product" en Peterson, Janice y Lewis, Margaret (eds.) (1999), The Elgar Companion to Feminist Economics, Cheltenham, UK; Northampton, MA: Edward Elgar Pub., págs. 411‐7 • Benería, Lourdes (1988), "Conceptualizing the Labour Force: the Underestimation of Women’s Economic Activities" en Pahl, R. E. (ed.) 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