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Algunas citas para tener una mejor perspectiva sobre
el tema del “Una Cum”
Hno. Pedro Dimond del Monasterio de la Sagrada Familia
Una discusión del audio en inglés sobre el tema del “Una Cum”; dónde
pueden recibirse los sacramentos; y la refutación de las opiniones
cismáticas.
El “Una Cum” se refiere a la oración que se encuentra en la Misa tradicional donde se menciona el
nombre de la persona que al momento reclama ser papa, en nuestro caso, el Antipapa Francisco.
Estos argumentos y puntos ayudan a refutar la posición de los que afirman que es pecado mortal, o
que es comprometer la fe asistir a una Misa donde se le reza a Francisco como papa. Algunos de
estos individuos han caído en el cisma por errar gravemente sobre esta cuestión, y volviéndose
tenaces de sus falsas opiniones diciendo cuáles Misas están prohibidas (básicamente condenan
como herejes o apóstatas a todo el que acuda a cualquier sacerdote que tenga una posición
teológicamente herética). Como se explicó en la discusión del audio, estos individuos han tomado
una postura donde se ven obligados condenar como hereje liberal al gran y riguroso Papa San Pío
V. Por lo tanto, estos puntos ayudan como una vindicación de la equilibrada y católica posición que
nosotros hemos enunciado a la pregunta: ¿dónde se puede ir para recibir los sacramentos hoy en
día? Nuestra posición al respecto se encuentra aquí: ¿Dónde ir a Misa o confesarse en estos días? En
este audio, (que en el futuro, si Dios quiere y vivimos, tenemos pensado traducirlo en su totalidad),
junto con las siguientes citas, sirven como refutación para aquellos cismáticos falsos
tradicionalistas.
Ahora bien, dejemos claro una cosa. En ninguna parte de esta discusión o estas citas significan
sugerir que sea aceptable que un sacerdote u obispo incluya el nombre del antipapa Francisco en la
oración del Te igitur en la Misa (o la oración equivalente en la liturgia del rito oriental). No es
admisible que ellos lo hagan. Ni tampoco tiene la intención de sugerir que se deba asistir, de alguna
manera, a todas o a la mayoría de las Misas tradicionales donde el sacerdote acepta a Francisco
como papa. En nuestra opinión, sólo se puede asistir a un número muy limitado de dichas Misas,
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Misas tradicionales “una cum” y los sacramentos
porque son pocos los sacerdotes que no son herejes notorios, como se explica en nuestras directrices
(¿Dónde ir a Misa o confesarse en estos días?). Lo que se pretende mostrar con la discusión y las citas
de abajo es cómo un católico tradicional tiene la justificación de recibir la comunión de algunos
sacerdotes que celebran la Misa tradicional y que reconocen a Francisco como papa. Ello sirve
como defensa de la posición que hemos enunciado. Está permitido que uno pueda ir a ciertos de
estos sacerdotes, con tal de que no se esté de acuerdo con el sacerdote ni se lo apoye y que el
sacerdote no sea notorio o impositivo de su herejía. Esto se demuestra por los siguientes puntos,
que sirven para refutar completamente a ciertos cismáticos falsos tradicionalistas.
EL PAPA SAN PÍO V SOBRE LA CONVERSIÓN DE LOS CISMÁTICOS INGLESES
“Cuando era cardenal inquisidor, Pío había otorgado ciertas facultades
de sacerdotes ingleses para la conversión de los cismáticos a la Iglesia
Católica, dejando en aquel entonces la única condición de abstenerse de
la recepción de la eucaristía protestante. En 1567, ahora como Papa,
impuso la otra condición más rigurosa: no asistir a los servicios
protestantes”. (Robin Anderson, St. Pius V, Tan Books, p. 45).
San Pío V, el Papa riguroso y totalmente católico, puso las condiciones para la conversión a la
Iglesia católica de los cismáticos de Inglaterra. Estos cismáticos tenían el problema de una nueva
falsa “Misa” (similar a la Nueva Misa) y también por las herejías que eran comparables, en varios
aspectos, a las herejías que ahora nos enfrentamos con la secta del Vaticano II. La cita de The Rise
and Growth of the Anglican Schism, o sea El acenso y desarrollo del cisma anglicano (véase abajo),
también prueba que muchas personas recibían los sacramentos tradicionales en Inglaterra de
sacerdotes que habían comprometido la fe. Estos sacerdotes habían comprometido su fe más bien
por cobardía en aceptar a la reina herética. Aun así, ellos estaban dispuestos administrar los
sacramentos a los tradicionalistas (es decir, los que permanecían fieles a la fe católica). Así que,
enfrentados con dicha situación eclesiástica, que se asemeja a la nuestra, ¿qué fue lo que les exigió el
riguroso Papa a estos conversos? ¿Acaso les exigió que no recibieran la comunión de ninguno de los
mencionados sacerdotes que hayan comprometido la fe o que eran herejes de alguna manera?
¿Acaso dio tales exigencias? Por el contrario, les dijo que no debían ir al servicio protestante ni
recibir la hostia inválida protestante.
EL PAPA SAN GELASIO EXIGIÓ A LOS OBISPOS ELIMINAR EL NOMBRE DEL OBISPO
HEREJE DE SUS DÍPTICOS
“El Papa [Gelasio] hizo todo el esfuerzo en exigir a los obispos latinohablantes de Iliria de borrar de sus dípticos el nombre odioso de
Acacio” (Leo Donald Davis, The First Seven Ecumenical Councils [Los
Primeros Sitie Concilios Ecumenicos], p. 211).
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Misas tradicionales “una cum” y los sacramentos
Como podemos ver, era muy importante para los obispos, etc. eliminar de sus dípticos los nombres
de los herejes y cismáticos. Los dípticos eran en la antigüedad el equivalente a oración del Te igitur.
Sin embargo, ¿acaso el Papa San Gelasio excomulgó a todos los cristianos católicos que siguieron
yendo a la Misa en Iliria si, por ejemplo, sus obispos no cumplían con el mandato o demoraban en
cumplirlo? No hay ninguna evidencia de esto.
“La política religiosa del emperador, sin embargo, fue menos afortunada. En
Egipto, los sucesivos patriarcas de Alejandría hasta el año 518 anatematizaron
sistemáticamente el Tomo de León [la carta dogmática a Flaviano] y la
definición de Calcedonia. En Jerusalén, el patriarca permaneció unido al
Henotikon mientras que el monasterio palestino cerca de Gaza, encabezado por
Pedro de Iberia, siguió siendo un semillero del monofisismo radical. En Siria, el
Patriarca de Antioquía, Paladio, se fortaleció en su posición anti-Calcedonia
por uno de los principales teólogos del monofisismo, Filoxeno de Mabbug” (Leo
Donald Davis, The First Seven Ecumenical Councils, p. 209).
Damos a conocer esta cita para mostrar cuán común fueron en el primer milenio los casos donde las
cátedras episcopales importantes fueron poseídas por herejes y/o cismáticos. Se podrían dar
muchas otras citas. Estas cátedras o sedes episcopales en su debido momento fueron luego
restauradas cuando algún obispo católico tomaba posesión de la cátedra. Esto fue una ocurrencia
común. Con todo este cambio –un día había un hereje o cismático y otro día no–, no cabe duda que
se dieron innumerables casos donde los sacerdotes y obispos fueron morosos o negligentes en
borrar de los dípticos el nombre del hereje o cismático. (Los dípticos es el lugar donde se colocaba el
nombre del obispo(s) con el cual se estaba en comunión –las legítimas autoridades eclesiásticas–
que serían mencionadas en la liturgia. Esta era la antigua oración equivalente a la oración del Te
igitur).
Por lo tanto, ciertamente hubo numerosas ocasiones en que los católicos (que no estaban de acuerdo
con ninguna herejía o cisma) asistieron a las Misas donde el sacerdote mencionaba el nombre de
uno de estos herejes. No obstante, los Papas nunca decretaron –o por lo menos no siempre
decretaron consistentemente– que todos los católicos debían ser vigilantes a este respecto y nunca
asistir a ninguna Misa (bajo pena de pecado mortal) donde el sacerdote no cumpliera su deber de
borrar el nombre del hereje; ni tampoco los papas excomulgaron a los seglares que no cumplían su
obligación a este respecto. La responsabilidad caía en los sacerdotes y obispos que ofrecían la
liturgia.
EL PAPA SAN ANASTASIO SOBRE LAS ORDENACIONES DE LOS CISMÁTICOS
Papa San Anastasio II, Exordium Pontificatus mei, 496, De las ordenaciones de los cismáticos:
“Según la costumbre de la Iglesia Católica, reconozca el sacratísimo pecho de tu
serenidad que a ninguno de estos a quienes bautizó Acacio [obispo cismático], o a
quienes ordenó según los cánones sacerdotes o levitas, les alcanza parte alguna de daño
por el nombre de Acacio, en el sentido de que acaso parezca menos firme la gracia del
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sacramento por haber sido trasmitida por un inicuo… Porque si los rayos de este sol visible,
al pasar por los más fétidos lugares, no se mancillan por mancha alguna del contacto;
mucho menos la virtud de Aquel que hizo este sol visible, puede constreñirse por
indignidad alguna del ministro… Por eso, pues, también éste, administrando mal lo
bueno, a sí solo se dañó. Porque el sacramento inviolable que por él fué dado, obtuvo para
los otros la perfección de su virtud” (Denzinger 169).
Esto nos sirve para refutar la posición de ciertos cismáticos radicales. Algunos de estos falsos
tradicionalistas cismáticos radicales afirman que los sacerdotes ordenados por obispos herejes, o
cismáticos, o de alguna manera comprometidos o irregulares, están en sí mismos necesaria y/o
irremediablemente prohibidos e ilícitos simplemente por el hecho de que fueron ordenados por tales
obispos. Por ejemplo, un cismático afirmó en una “abjuración” formal: “Yo rechazo y condeno como
ilícito y cismático cualquier obispo o sacerdote que haya sido consagrado u ordenado por [etc., y aquí se
enlista los nombres de obispos independientes]…”.
¿Qué diferencia hubo entre la opinión de los verdaderos Papas católicos y la de los falsos
tradicionalistas cismáticos radicales? Como vimos anteriormente, los verdaderos Papas católicos
eran razonables; ellos reconocían que no hay daño causado por el cismático simplemente porque
alguien es ordenado por él, a menos que se haya puesto de acuerdo con él o le haya ayudado o que
se haya afiliado obstinadamente con él después de darse cuenta que en lo que él estaba involucrado
iba en contra de la Iglesia. Los Papas rechazaron la falsa mentalidad de los cismáticos radicales,
según la cual el cisma o la herejía se extiende por ósmosis y lo infecciona y condena a uno inclusive
si no está de acuerdo con ello o no la ha ayudado o apoyado en absoluto.
En el pasado publicamos el artículo sobre los paralelos del cisma anglicano con el cisma del
Vaticano II, donde el P. Rishton confirma nuestra posición sobre este tema.
Audio Discusión acerca del tema “una cum”, dónde puede uno recibir los sacramentos, y
refutando las opiniones de los cismáticos radicales. El audio inglés puede escucharlo
aquí: Audio discussion about the “una cum” issue, where one may receive sacraments,
refuting radical schismatic views [44 min. audio]
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