agricultura familiar y ordenamiento territorial en el area

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Geografía y Sistemas de Información Geográfica (GEOSIG). Revista digital del
Grupo de Estudios sobre Geografía y Análisis Espacial con Sistemas de Información Geográfica
(GESIG). Programa de Estudios Geográficos (PROEG). Universidad Nacional de Luján,
Argentina. http://www.gesig-proeg.com.ar (ISSN 1852-8031)
LUJÁN, AÑO 3, NÚMERO 3, 2011, SECCIÓN ARTÍCULOS: I PP. 244-261
AGRICULTURA FAMILIAR PERIURBANA Y ORDENAMIENTO
TERRITORIAL EN EL ÁREA METROPOLITANA DE BUENOS
AIRES. UN ANÁLISIS DIACRÓNICO.
Mariana Lipori1 - María Cad2 – Diego Palacios3 - Néstor Barrionuevo3
1
Administración de Parques Nacionales
2
Universidad Nacional de Cuyo
3
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)
dpalacios@inta.gob.ar
"La propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, está sometida a las
obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Incumbe al Estado
fiscalizar la distribución y utilización del campo e intervenir con el objeto de
desarrollar e incrementar su rendimiento en interés de la comunidad y procurar a cada
labriego o familia labriega la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que
cultiva".
Artículo 38° de la CN de 1949 de la República Argentina, expresión que hoy forma
parte de los textos constitucionales de países de la región como Brasil, Paraguay y
Bolivia.
RESUMEN
La expansión de la urbanización trae aparejado problemas de movilidad, procesos
migratorios y con ello algunos cambios culturales, que afectan a la mayor parte del área
metropolitana. En el ámbito rural periurbano, esto provoca la pérdida definitiva del
suelo productivo y con ello el medio de producción de los agricultores y la provisión
cercana de alimentos. La desorganización en el proceso de urbanización y el cambio
productivo y social tiene su raíz en las prioridades establecidas por los municipios (ley
8912) de 1977. En este trabajo se presenta el cambio en el uso del suelo en la Región
Metropolitana de Buenos Aires y su impacto en la agricultura familiar y en la
producción de alimentos. Se confeccionó la cartografía temática y se analizó la
estadística de explotaciones agropecuarias y población rural en diferentes censos por
medio de Sistemas de Información Geográfica. Esta información se relacionó con los
procesos de ordenamiento territorial, urbanización y soberanía alimentaria.
244
INTRODUCCIÓN
Ya es ciencia cierta que el corrimiento de la frontera urbana por sobre tierras
rurales es una constante de todos los grandes centros urbanos de Latinoamérica, donde
tierras periurbanas dedicadas a la agricultura o a la ganadería que rodean a la gran
metrópolis, son loteadas y urbanizadas abandonando casi irreversiblemente su uso
agrícola. A partir de mediados del siglo pasado el crecimiento urbano del Gran Buenos
Aires fue de tipo exponencial, fragmentario y desordenado, construyendo un nuevo
ecosistema de alta conflictividad (Barsky y Vio, 2007), definiendo de esta forma un
particular sub-territorio provincial constituido por los cuarenta distritos urbanos,
suburbanos y periurbanos que rodean a la capital federal, también llamado Área
Metropolitana de Buenos Aires. Está región está constituida por la ciudad de Buenos
Aires y los distritos urbanos contiguos que se prolongan hacia el interior de la provincia
de Buenos Aires, por intermedio de sus principales arterias de comunicación terrestre,
como rutas, autopistas y vías férreas. La Región Periurbana Bonaerense corresponde al
territorio del AMBA no urbana y escasamente poblada, lindera a las grandes ciudades y
en constante transformación de su paisaje. Es allí donde comienza la ruralidad del área y
la producción agropecuaria como uso y ocupación dominante del territorio. Es en estos
lugares donde pequeños campos en producción se entremezclan con el loteo suburbano
que también la caracteriza. Allí, pequeñas poblaciones rurales se encuentran separadas
por campos productivos y descampados improductivos, centros industriales, barrios
privados, clubes de campo y asentamientos precarios sujetos a procesos migratorios
particulares rural-periurbano y urbano-periurbano (Palacios, 2005). En esta región la
producción primaria se encuentra en constante retroceso ante la urbanización y la
presión inmobiliaria que expulsa y reemplaza día a día la actividad productiva agraria y
a sus actores (familia rural, trabajadores permanentes y transitorios, proveedores de
servicios e insumos) por un nuevo paisaje no rural con nuevos habitantes en busca de
“cultura urbana” (Priscila, 2004).
El exponencial crecimiento poblacional e industrial trajo consigo mayor
contaminación (cuencas, basurales, smog), falta de vivienda, lentitud en el transporte
terrestre y mayor inseguridad alimentaria. Este tipo de crecimiento urbano desordenado
data de los más tempranos de América, siendo Argentina el primer país del continente
donde su población urbana supera tempranamente a la rural en 1914.
245
Fuente: DINIECE (2009). Evolución de la población urbana y rural en la
Argentina según censos nacionales (1895-2001).
La inmigración y los procesos de sustitución de importaciones durante la
primera y segunda guerra mundial se sumaron a los nuevos servicios urbanos que
acompañaron el desarrollo industrial durante las décadas del 40´ y 50´.Dicho desarrollo
urbano se caracterizó por contener un carácter socialmente inclusivo y distributivo (en
materia de economía y de servicios), acentuando aún más las migraciones de los
territorios rurales más atrasados en dicha materia. Los años posteriores al golpe de
1955 provocaron una caída del crecimiento industrial, pero manteniendo una sostenida
migración rural-urbana en busca de dichos servicios y bienestar, pero con asimétricos
accesos a los mismos. Está tendencia político-económica se mantendrá durante el
periodo 1955 a 1975, hasta que finalmente se consolidará una nueva etapa de
desindustrialización nacional y precarización laboral una vez derrotadas las fuerzas
democráticas en 1976. En este período la nueva migración hacia el conglomerado de
Buenos Aires, estará compuesta no solo por migrantes rurales de las regiones más
pobres y pobladas del NOA y del NEA, sino además por una cada vez mayor
proporción de inmigrantes provenientes de los países vecinos en busca de mejores
ingresos, con escasas excepciones1. De esta forma continuará la migración rural urbana
en parte, producto de la caída de los precios internacionales agropecuarios a
consecuencia de la implementación, difusión e incorporación de nuevas tecnologías
ahorradoras de mano de obra instauradas a partir de la consolidación del modelo
tecnológico de la “Revolución Verde”.
El rápido crecimiento de la productividad de la tierra agrícola entre 1970-1994 a
nivel global, traerá la concomitante caída del precio relativo de los alimentos en los
mercados internacionales impactando fuertemente en la economía nacional. Según datos
de la FAO, la productividad pasó de 1,8 en 1970 a 3,1 Tn/ha. en 1994 (Lowy, 1995).
Durante la segunda mitad de la década del ´70 la política implementada por el gobierno
militar intentó concentrar la actividad manufacturera en los sectores ya industrializados,
1
Una excepción de importancia para este estudio, corresponde a la comunidad boliviana que se
irá constituyendo en la principal colectividad que desarrollará una cultura rural y periurbana
ligada a la horticultura, a diferencia del los migrantes de otros países cuyos oficios serán
exclusivamente urbanos.
246
mientras que buscaba nuevas posibilidades de exportación en el sector agrícola
tradicional. Para ello, se unificaron los tipos de cambio, las tasas de interés en el sector y
se suprimieron las retenciones a las exportaciones. Todo esto generó una gran recesión
económica, favorecida además por los subsidios otorgados en la CEE y en los Estados
Unidos que originaron una significativa sobreoferta de comodities, con la consecuente
caída de precios.
En 1983 dentro de un gobierno democrático la deuda externa se agrava con una
aceleración inflacionaria, un contexto en el que el ajuste estructural, la deuda externa y
las privatizaciones parecieran adquirir legitimidad. En esta década el deterioro de los
recursos naturales y la extrema pobreza se acrecentaron tanto en Argentina como en el
resto de América latina, concentrándose la pobreza alrededor de las grandes ciudades.
De 1980 a 1992 los pobres pasaron de 195 millones a 250 millones, siendo el número de
pobres rurales proporcionalmente mayor al de los pobres urbanos, afectando al 61 % de
los habitantes rurales (Brignol M., 1995; Chonchol, 1995). En relación con las pequeñas
y medianas explotaciones, un productor que en 1983 cultivaba 38 hectáreas, en el ´93
debía cultivar 161 ha. para obtener el mismo ingreso neto (Gallo Mendoza, 2002). Los
incrementos de producción han ido de la mano de la innovación tecnológica en riego,
fertilizantes, mecanización, e inversiones, solo al alcance de las grandes empresas
agrarias y no de las consideradas pequeñas o familiares2. La concentración en pocas
manos de la cadena agroalimentaria, provocó el abandono de la actividad por los
pequeños y medianos productores. El modelo de dependencia aceptado por la clase
política durante las décadas del 80´ y del 90´ y parte del 2000, hizo que se volviera a un
modelo agrario donde se priorizaban productos agro exportables, con escaso valor
agregado, pero demandados por los mercados de las potencias económicas. En
consecuencia las unidades de explotación fueron cada vez mayores y dependientes de
insumos de origen industrial. Una consecuencia visible del fenómeno (Gallo Mendoza,
2002) es que entre los años 1969 y 2001 alrededor de 280 mil productores y sus familias
abandonaron la producción y emigraron a las ciudades3; cerca de 13 millones de
hectáreas fueron embargadas y varias de ellas rematadas, como puede observarse en el
gráfico Nº 1 y 2. El proceso de concentración de tierras permitió que del total de tierras
en producción, 27 millones de ha. se encuentren en el 2002 en propiedad de 2000
empresas.
2
La agricultura familiar es entendida como “un tipo de producción donde la unidad doméstica
y la unidad productiva están físicamente integradas, la agricultura es un recurso significativo
en la estrategia de vida de la familia, la cual aporta la fracción predominante de la fuerza de
trabajo utilizada en la explotación, y la producción se dirige tanto al autoconsumo como al
mercado” (Documento Base del Programa Nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico
para la pequeña Agricultura Familiar, 2005).
3
Solo en el Chaco la mecanización expulso del trabajo rural
“Estado en Construcción” del Grupo de Reflexión Rural
a 300 o 400 obreros rurales
247
Evolución de la cantidad de EAPs
600.000
500.000
EAPs
400.000
Total del País
300.000
Buenos Aires
AMBA
200.000
100.000
2008
2002
1988
1974
1969
1960
1952
0
Censos Nacionales Agropecuarios
Grafico Nº 1: Evolución del número total de explotaciones agropecuarias según
los registros censales desde 1952 hasta el 2008.
Evolución de la cantidad de EAPs
140.000
120.000
EAPs
100.000
80.000
Buenos Aires
60.000
AMBA
40.000
20.000
2008
2002
1988
1974
1969
1960
1952
0
Censos Nacionales Agropecuarios
Grafico Nº 2: Evolución del número total de explotaciones agropecuarias según los
registros censales desde 1952 hasta el 2008 para la provincia de Buenos Aires y el Área
Metropolitana de Buenos Aires.
Se puede observar que la concentración de productores a nivel nacional,
provincial y regional (AMBA), conserva una visible correlación en sus valores
absolutos y tendencias. A nivel nacional el máximo valor histórico registrado en
cantidad de explotaciones, corresponde al de 1952 con más de 564 mil EAP´s y un
máximo provincial para Buenos Aires superior a las 130 mil. Por lo antes desarrollado
consideramos indicios suficientes para decir que las EAPs de tipo familiar o los también
conocidos pequeños productores, fueron los subsectores agrarios que, tanto a nivel
nacional, provincial y metropolitano, padecieron los mayores procesos de retracción
248
económica, pérdida de rentabilidad y abandono de la actividad rural. Esto fue
favorecido por el retiro del Estado en su rol de regulador y compensador de la economía
en su conjunto. Si consideramos además que en 1952, 370 mil Eap´s, es decir el 65%
del total (560 mil) para la época, correspondían a unidades muy pequeñas de tipo
familiares, de hasta 25has.; por el contrario en el 2002, hasta 25has representan a nivel
nacional apenas el 13% (42 mil) de las Eap´s sobre un universo de poco más de 330 mil
explotaciones.
Para el caso del territorio correspondiente a los 40 distritos de la Ciudad de
Buenos Aires y alrededores, si bien se carecen de datos4 por departamento en el censo
nacional de 1952, la tendencia en el gráfico de barras se asemeja para el AMBA al
observado a nivel provincial y nacional, acompañando los movimientos poblacionales y
migratorios rural-urbanos, obteniéndose los más significativos datos de disminución de
la actividad agropecuaria en el período 1988-2002, cuadro Nº 1. Entre los censos del
2002 y el 2008 se observará una notable reducción de la tasa de decrecimiento de
explotaciones agropecuarias según recientes datos provisorios del CNA 2008.
Evolución de la cantidad de EAPs en el AMBA
16.000
14.000
EAPs
12.000
10.000
8.000
6.000
4.000
2.000
2008
2002
1988
1974
1969
1960
1952
0
Censos Nacionales Agropecuarios
Grafico Nº 3: Evolución del número total de explotaciones agropecuarias según los
registros censales desde 1960 hasta el 2008 Área Metropolitana de Buenos Aires.
4
En los documentos revisados en los archivos del INDEC se registran para 1952 solo datos
nacionales y provinciales.
249
Cuadro Nº 1: Comparación entre grandes regiones geográficas y la Región Periurbana,
de los Censos Nacionales Agropecuarios 1988 y 2002
REGIONES DE LA
ARGENTINA
PATAGONIA
NOA (Jujuy, Salta,
Tucumán, Santiago del
Estero y Catamarca)
NEA (Misiones,
Formosa, Chaco y
Corrientes)
CUYO
PAMPEANA
TOTAL DEL PAIS
CANTIDAD DE
VARIACIÓN
EAP´S
TEMPORAL
CNA 1988 CNA2002 ABSOLUTA RELATIVA%
22405
17842
-4563
-20
72183
67373
-4810
-7
85249
53184
188200
421221
70059
43462
134797
333533
-15190
-9722
-53403
-103405
-18
-18
-28
-21
40 PARTIDOS
PERIURBANOS
7642
3548
-4094
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del CNA 1988-2002
-54
LEY DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL 8912/77
El sector agropecuario en la región periurbana en su comparación histórica
intercensal, no escapa a los procesos transitados por el sector agropecuario nacional y
provincial. Por el contrario, podemos observar que dicha tendencia se profundizó, ya
que no solo transitaron las mismas situaciones económicas nacionales e internacionales,
sino que además padecieron la presión inmobiliaria y la desregulación en materia de
normativas vinculadas al ordenamiento territorial en el conjunto de estas interacciones
se obtienen resultados como los del siguiente cuadro. De acuerdo a la ley de
ordenamiento territorial 8912 de la Provincia de Buenos Aires, sancionada en 1977, se
buscó limitar el crecimiento de loteos económicos sin servicios básicos, que había
conformado el segundo cordón del Área Metropolitana (Corti, 2009 y Ríos, 2008), con
serios problemas de hacinamiento y carencias de equipamiento e infraestructuras
básicas. Es decir que en su objetivo no estaba la totalidad del territorio provincial y sus
problemáticas y potencialidades regionales, sino en el área metropolitana de Buenos
Aires (Rios, 2008). Dicha ley propone para ello limitar la densidad habitacional
mediante la aplicación de indicadores urbanísticos sobre superficie del lote a construir
(Factor de Ocupación del Suelo o FOS, determinado como índice o % del área del lote)
y altura posible de construir de las edificaciones (Factor de Ocupación Total o FOT,
determinado cantidad de metros cuadrados que se pueden construir y que al multiplicar
por el FOS determina la altura a construir). Mientras estos indicadores eran
suficientemente estrictos, todo un capítulo de la ley es dedicado a los clubes de campo
otorgándole mayor flexibilidad al cumplimiento de estos parámetros.
La implementación de esta ley no puede separarse del contexto económico,
político e institucional que atravesó el país desde la aprobación, durante el periodo
dictatorial, 1976- 1983. La formulación de estudios, diagnósticos y propuestas de
ordenamiento territorial en los municipios, si bien obligados por ley, fue muy limitada y
250
no avanzaron mayormente en el proceso metodológico. El verticalismo propio de la
dirigencia militar no permitió aplicar los principios de participación pública que
paradójicamente contiene la ley. Paralelamente a la sanción de esta ley, se desarrolla un
Plan de Desarrollo Provincial a partir de 1979, buscando el desarrollo económico,
basado en una regionalización del territorio, determinadas por la influencia de grandes
centros urbanos. Ambas políticas, ordenamiento territorial y desarrollo, tienen el mismo
objetivo de desarrollo sostenible, pero en la aplicación en las políticas provinciales y en
este contexto histórico, avanzaron por vías paralelas y sin integrarse, debido al sesgo
urbanístico del la ley 8912, que no contemplaba la totalidad del territorio en sus
múltiples dimensiones e interacciones y a la visión economicista acerca del desarrollo.
Una vez reinstaurada la democracia en 1983, se continúa el modelo económico y se
sufre además una profunda crisis internacional y nacional, que limitó la capacidad de
presupuestaria de los municipios y desvió la atención hacia la coyuntura. Se emprende
un nuevo plan de desarrollo, el Plan Trienal en 1989, también desligado del
ordenamiento territorial, y de escasa aplicación. Se avanza escasamente en los planes
municipales de ordenamiento territorial y en obras publicas orientadas a la solución de
problemas regionales, mientras la provincia enfoca las políticas territoriales en la
inversión en obras públicas físicas (Ríos, 2008).
En los ’90 el modelo neoliberal se intensificó llevando al retiro del Estado de
asuntos de planificación y control de procesos económicos y sociales, de la disminución
de presupuestos y personal y la descentralización de actividades (Ríos, 2008). La
descentralización tiene su antecedente en la misma ley de ordenamiento territorial que
ya en los ’70 daba la potestad del ordenamiento territorial a los municipios (art.70). Esto
adquiere mayor relevancia si consideramos que sin una estrategia provincial o al menos
metropolitana que oriente las políticas municipales, estas son parciales, descoordinadas
y contribuyen al desorden general que caracteriza al crecimiento de la urbanización en
el Área Metropolitana. Esto sin dejar de considerar que si bien es deseable que los
municipios tengan herramientas y autoridad legal como principales agentes del
Desarrollo Local, la trasferencia de funciones no fue acompañada con una transferencia
de recursos y capacidades. La ausencia del Estado frente a la preeminencia del libre
mercado, favoreció que la búsqueda de rentabilidad de empresas y particulares se
orientara hacia actividades especulativas, especialmente inmobiliaria, en lugar de
productivas, dada la mayor rentabilidad de las primeras y la asimétrica posibilidad de
competencia en el mercado de las segundas, a pesar de que los teóricos economistas
insistieron en que en el libre juego de la oferta y demanda. Así, se asiste en esta década
al desarrollo de urbanizaciones cerradas, generadas por inversores privados (Ríos,
2008), basándose en el modelo norteamericano de residencia en los suburbios, en zonas
de calidad ambiental exclusivas, con acceso por medio del automóvil particular y
autopistas (Barsky y Vio, 2007), modelo que comenzó a instaurarse en los ’60 y ’70 con
la construcción de autopistas y políticas en detrimento del transporte público,
especialmente del ferrocarril. El desarrollo de planes de ordenamiento territorial en los
municipios estará condicionado a la necesidad de aprobar este tipo de proyectos, ya que
por modificaciones en la legislación de barrios cerrados (decreto 27/98, art. 2, y decreto
1727/02), se podrían aprobar aquellos emprendimientos localizados según lo permitido
por la propia ordenanza de ordenamiento territorial municipal. Es decir que el proceso
que debiera contribuir al desarrollo sostenible y equilibrado del territorio, debido a
falencias en la ley y la institucionalidad, acabó siendo un trámite administrativo en la
expansión urbana. Paralelamente, ante los problemas económicos de la desigual
inserción en los mercados, así como la perdida de fuentes de trabajo en ingresos,
251
muchos municipios optan por enfrentar este escenario con planes estratégicos de
desarrollo que, aunque con problemas metodológicos y falta de integración entre las
políticas de desarrollo económico, urbanismo y territorio, significó un avance en
participación comunitaria, cooperación intermunicipal y determinación de lineamientos
de acción (Ríos, 2008).
En la última década, se observó una recaída en el ritmo de crecimiento de las
urbanizaciones cerradas en la crisis de 2001-2002, para recuperarse rápidamente en
2004, continuando su avance sin mayores regulaciones o prioridades (Ríos, 2008). Las
evaluaciones y propuestas de modificación de esta norma, proyectos del diputado Ruiz
de Erenchun, D442 en 1988 y anteproyecto del bloque justicialista, Bello y otros, en
1990 (Calvo, 2011), así como las observaciones de los Colegios de Agrimensores y
Arquitectos (CPAPBA, 2009 y CAPBA, 2010) si bien amplían la visión a las diferentes
regiones de la Provincia y sus realidades urbanas, siguen conteniendo un sesgo
urbanístico y hacia el perfeccionamiento de los indicadores de densidad y ocupación de
lotes urbanos. A partir de 2004, por otro lado, se desarrollan iniciativas desde el nivel
nacional para la formulación del Plan Estratégico Nacional 2016, y posteriormente un
proyecto de ley de Ordenamiento Territorial Nacional (Subsecretaría de Planificación
Territorial de la Inversión, Ministerio de Planificación Federal5). La iniciativa del PET
incidió positivamente en provincias y municipios al instalar la necesidad de estas
políticas y la comprensión de la complejidad del territorio entre los funcionarios y al
conformarse en un primer y válido ejercicio de diagnostico y prospectiva y colaboración
entre organismos.
ORDENAMIENTO TERRITORIAL Y AGRICULTURA FAMILIAR
El conjunto de las medidas económicas y urbanísticas implementadas
principalmente durante los periodos dictatoriales aceleraron los procesos de migración
urbana con abandono de la actividad agropecuaria a nivel nacional, profundizándose
aún más en el Área Metropolitana de Buenos Aires ante la asimétrica competencia por
la rentabilidad del suelo entre la agricultura y la especulación y construcción
inmobiliaria. Esto trajo como consecuencia los mas altos valores en pérdida de
explotaciones agropecuarias: 24% a nivel nacional entre 1988 y 2002 a nivel nacional y
54% en el AMBA, condicionando y debilitando la provisión de alimentos al mayor
conglomerado urbano nacional de aproximadamente 14 millones, según en Censo
Nacional de Población y Vivienda de 2002. Tal como fue mostrado en gráficos y
cuadros puede observarse comparativamente en los siguientes mapas.
5
http://www.planif-territorial.gov.ar/html/pet/ y http://www.planif-territorial.gov.ar/html/anteproyecto/
252
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del CNA 1969-2002
Este acelerado proceso de abandono de la actividad agropecuaria, desde el
centro urbano hacia la periurbana, se vio fuertemente afectado en aquellos territorios
donde los trazados y ensanchamientos de autopistas especializaron su uso del suelo en
urbanizaciones cerradas, respecto de aquellos partidos de menor influencia de autopistas
253
y carreteras. Como puede observarse en el siguiente mapa, la zona norte perdió el 68%
de sus EAPs (1988-2002), debiendo importar de otras regiones más alejadas los
alimentos consumidos, acarreando mayores costos y problemas logísticos. Una
situación intermedia ocurrió en la región oeste, a través del trazado y ensanchamiento de
la ruta 7 y el nuevo trazado de la Autopista del Buen Aire, perdiendo el 53% de las
EAPs en el mismo periodo, consolidándose hasta le día de hoy a la región sur como la
mayor proveedora de alimentos frescos, como verduras y hortalizas, principalmente
concentradas en el distrito de La Plata.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del CNA 2002
254
255
Si consideramos los datos preliminares del CNA 2008 puede observarse que el
riesgo de perdidas de explotaciones se traslada de la zona norte a la zona sur reservorio
productivo del AMBA.
256
La agricultura familiar constituyó el sector más afectado del conjunto de las
políticas que condicionaron el actual estado de distribución del uso del suelo, ya que
fueron afectadas su economía doméstica y su rentabilidad. La escasa oferta de políticas
públicas durante los periodos antes mencionados, la marginalidad para el acceso a
créditos y la tenencia precaria de la tierra, obligó al sub-sector a alejarse o abandonar la
actividad agropecuaria, en mayor proporción que los sectores agrarios más
capitalizados. El punto de corte entre Agricultura familiar y no familiar lo constituye la
utilización de mano de obra permanente en la chacra. Para la región en estudio (Datos
CNA2002) la agricultura familiar constituye para el AMBA 2305 unidades familiares
alcanzando el 45% del total del total (Obschatko, 2006).
257
CONCLUSIONES
El cambio de uso del suelo de la actividad agropecuaria al suelo urbano
residencial o industrial plantea los problemas combinados de pérdida de capacidad
productiva y abastecimiento alimentario a la gran metrópolis. A esto se suman
problemas internos a la ciudad como fragmentación del tejido urbano, problemas de
transporte y congestión, de abastecimiento de servicios, de cohesión social y
necesidades básicas insatisfechas, conflictividad social, apropiación y contaminación de
recursos de agua, suelo y aire (Perahia, 2005). Se pierde suelo agrícola estratégico a
favor de negocios inmobiliarios residenciales, que no han solucionado el problema
habitacional y de servicios básicos de la mayoría de la población, y que generan más
problemas ambientales, sociales y económicos.
Estas paradojas y tendencias demuestran la necesidad de planificar cómo se debe
crecer, hacia dónde, en base a qué actividades, para favorecer al conjunto de los actores
(Barsky y Vio, 2007). En la base de este debate se encuentra el modelo de desarrollo
vigente: ¿se puede seguir apostando al retiro del Estado de la regulación de tierras
depositando la autoridad en la rentable financiera?, ¿Puede favorecerse una única gran
ciudad que fagocite las pequeñas localidades prestadoras de servicios para la población
periurbana? ¿Puede la Región Metropolitana de Buenos Aires, que lidera el sistema de
ciudades argentinas, luego de la crisis alimentaria del 2001, perder suelos aptos para la
agricultura en un país con 70% de su superficie con condiciones de aridez? ¿Puede
mantenerse una ley de ordenamiento territorial que no especifique el desarrollo y
protección de tierras productivas, recreativas y de servicios ambientales como la
actualmente vigente sancionada durante la última dictadura?
Si bien aún no se cuenta con registros actualizados de estadísticas del sector
agropecuario periurbano, podemos percibir una importante mejoría en el sector,
producto del aumento del poder adquisitivo del conjunto de la población, en especial de
los sectores que hasta hace 10 años constituían bolsones de pobreza e indigencia, con
54% y 27% respectivamente para el año 2002, contra un 7% y 3% de los registros de
setiembre de 2011.
No sólo debe aclararse a qué estilo de desarrollo se propende sino que deben
desarrollarse planes y programas en base a las necesidades y potencialidades para todo
el territorio, para regiones y sectores específicos, asignar responsables, formarlos y
legitimar la autoridad de estos actores institucionales y la aplicación de los instrumentos
mediante leyes integrales. La ley de ordenamiento territorial sancionada durante la
dictadura adolece de problemas conceptuales básicos que limitan su utilidad en la
gestión del territorio. Dista de ser una herramienta de gestión urbana, y más aún de
ordenamiento territorial, ya que no considera al territorio en su conjunto e interacciones,
rural y urbano, sino que toma en cuenta solamente un aspecto de la urbanidad sin
atender la dinámica y procesos ambientales, sociales, económicos y físicos,
condicionando finalmente la seguridad y soberanía alimentaria de la población del Área
Metropolitana de Buenos Aires, en gran parte sostenida por Agricultores familiares
periurbanos.
258
BIBLIOGRAFÍA
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Recibido: 12 de Noviembre de 2011
Aprobado: 5 de Diciembre de 2011
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