Hajek E.R. 1991. Medio Am biente en Chile. En: CIEDLA, Buenos Aires. "La situación ambiental en Am érica Latina. Algunos estudios de casos". (E. Hajek, editor). Im p . Ba la d o - B usch i . IBu e n o s A i re s . p p . 237-294. Ernst R. Hajek* Medio ambiente en Chile** I. Análisis de la situación del medio ambiente 1. El ambiente natural Chile posee un territorio ubicado en la parte occidental y meridional del cono sur de Sudamérica, prolongándose en el continental antartico y alcanzando a la isla de Pascua en la * Es Profesor Titular y Jefe del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Autor de libros, capítulos de libros y artículos en revistas, en el campo de la Ecología y del Medio Ambiente, presentaciones a congresos y conferencias. Ha sido consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (estado del medio ambiente y educación ambiental) y también de diversas empresas en el desarrollo de líneas de base ecológica y evaluaciones de impacto ambiental. Ha sido Presidente de la Sociedad de Biología de Chile y es actualmente editor de la Revista Chilena de Historia Natural. ** El análisis de la situación ambiental de Chile ha sido preparado sobre la base de información publicada. Para todas las obras consultadas y citadas, y de las cuales se extrae información, se hace la respectiva cita en el texto y en la lista de bibliografía al final del estudio de caso. Además se agregan referencias a otras obras consultadas. Se agradece la valiosa colaboración del geógrafo señor Guillermo Espinoza, de la Comisión Nacional del Medio Ambiente, por la información proporcionada y los aportes realizados a la estructura de este trabajo, y al geógrafo señor Andrés Benítez por el procesamiento de parte de la información de base. 237 Polinesia. Lo integran, además, el archipiélago de Juan Fer­ nández y las islas San Félix, San Ambrosio y Sala y Gómez, el mar territorial de 200 milas y la plataforma continental corres­ pondiente. En el continente americano se extiende desde los 172 30’ S, en su límite septentrional, hasta las islas Diego Ramírez, a los 56Q30’ S en la parte meridional sudamericana. El territorio chileno antártico comprende toda el área enmarcada por los meridianos 532y 902W y hasta el Polo, a los 902 sur. La isla de Pascua constituye la posesión más occidental chilena, situada aproximadamente a los 272 S y a los 1092 W. La superficie de Chile —americano, antártico e insular— es de 2.006.626 km2, sin considerar su mar territorial. La longitud que posee Chile desde la línea de la Concordia hasta el polo antártico es superior a los 8.000 km. A los 52r 21’ S (Estrecho de Magallanes), posee un ancho máximo de 445 km y a los 31237’ S, su ancho mínimo es de 90 km. Limita al norte con el Perú a través de la línea de la Concordia, al este con Bolivia y Argentina, al sur con el polo sur, al oeste con el Océano Pacífico, incluido el mar territorial en una extensión de 200 millas marinas (INE, 1990; Toledo & Zapater, 1991). 1.1. Descripción de los ambientes locales En este capítulo se hará una descripción de los ambientes terrestres y acuáticos (continentales y marinos) de Chile. No existe una equivalencia, en términos de la descripción de las áreas terrestres y las áreas marinas en este estudio, debido a la forma en que se presenta la literatura sobre el tema. 1.1.1. Ambientes terrestres Diversas clasificaciones de las regiones naturales han dado cuenta de las particularidades del territorio de Chile. Una de las más aceptadas y utilizadas es la de Di Castri (1968), quien basándose en una serie de criterios, que incluyeron aspectos del ambiente físico y biológico, establece un total de 15 regiones ecológicas, que responden a diversas características 238 ordenadas dentro de las tendencias climáticas desértica, tropi­ cal, mediterránea, oceánica, continental y polar. Estas regiones son: Desértica litoral, desértica interior, tropical marginal, tropical de altura, mediterránea perárida, mediterránea árida, mediterránea semiárida, mediterránea subhúmeda, medite­ rránea húmeda, mediterránea perhúmeda, oceánica con in­ fluencia mediterránea, oceánica templado-fría, oceánica tra­ sandina, oceánica subantártica y andina. La isla de Pascua debe asimilarse a un régimen de tipo océanico cálido, no representado en el continental, el archipiélago de Juan Fernán­ dez tiene asociaciones con un régimen climático mediterráneo húmedo equivalente a la zona centro-sur del país, y la Antártica debe incluirse en un régimen de tipo polar y sub-polar. Lo que sigue corresponde a una síntesis del trabajo de di Castri, en que se hará solamente énfasis en los aspectos fisionómicos del paisaje, expresados a través de la vegetación dominante, con una breve mención de ésta, para caracterizar el país, en térmi­ nos de las regiones naturales terrestres de la porción continen­ tal del país. Descripciones detalladas de fauna, asociadas con diferentes ecorregiones de Chile, en clasificación diferente a la de di Castri, pueden encontrarse en otras obras, entre ellas la Biogeografía de Chile (Quintanilla, 1983). A. Zona de tendencia desértica La zona desértica de Chile se caracteriza por ser una área con ausencia casi absoluta de precipitaciones. i) Región desértica litoral Un período de aridez a lo largo de todo el año, ausencia de estación fría, actividad biológica más marcada en invierno (en la parte sur de esta región), humedad relativa del aire superior a 75% y precipitaciones muy variables que en promedio fluctú­ an entre 0 y 15 mm caracterizan a esta región, etría, en promedio se mueve entre 0 y 15 mm por año. La fisionomía vegetal es principalmente la de un semidesierto, con caméfitos, 239 cactáceas y plantas anuales de actividad invernal, asentados sobre suelos rojos desérticos con pliegues salinos, mucho más desarrollados que en el interior. ii) Región desértica interior Esta región muestra aún 12 meses áridos, con una hume­ dad relativa que fluctúa alrededor el 50% y una baja pluviome­ tría promedio (entre 0 y 10 mm, al año). La vegetación falta casi totalmente en la mayor parte de esta área, salvo en algunos valles y en sitios donde se concentra una mayor humedad; en suelos con napas freáticas relativamente superficiales, se ubi­ can sabanas de tamarugo (Prosopis tamarugo). B. Zona de tendencia tropical Las áreas de influencia tropical se limitan en Chile a las regiones de altura y a una banda pre-andina frente a los desiertos interiores; la diferenciación bioclimática son las llu­ vias estivales constantes en la primera. La otra condición del clima tropical que son las temperaturas bastante elevadas, es casi nula por el efecto de la altitud. i) Región tropical marginal Esta región se caracteriza por lluvias de verano y una gran actividad biológica en enero y febrero. La pluviometría alcanza valores entre 50 y 100 mm al año. Fuera de los suelos rojos desérticos, hay suelos pardos bien desarrollados. La fisio­ nomía vegetal es la de un semidesierto con caméfitos y arbustos higrófilos del género Tessaria y Baccharis a lo largo de peque­ ños arroyos, y matas densas de gramíneas del género Cortaderia. ii) Región tropical andina En esta zona se reduce la aridez a 7-10 meses, mostrando actividad vegetativa entre enero y febrero. De 9-10 meses las 240 temperaturas medias son inferiores a los KPC. La pluviometría se mueve entre 100 a 200 mm por año, en promedio, pudiendo en algunos sectores de puna alcanzar 300 a 400 mm. Los suelos son principalmente litosuelos, regosuelos y suelos grises desér­ ticos. Existen formaciones vegetales de tolar, que son estepas arbustivas, generalmente sobre suelos de piedras. La vegeta­ ción es discontinua, aunque a veces bastante densa. La verda­ dera estepa andina es el pajonal, en la que hay dominio de gramíneas (Stipa y Festuca); estas formaciones son las más densas y continuas. El llateral está constituido por especies fuertemente leñosas y resinosas (Larctia y Azorellá), que re­ presentan el único combustible de la zona, uso que ha reducido notablemente la cantidad de vegetación existente. C. Zona de tendencia mediterránea El clima mediterráneo puede caracterizarse básicamente por la presencia de lluvias en la época de invierno y períodos variables de sequía en verano. Esta zona, que es una de las de mayor extensión en Chile se degrada hacia la zona norte en el desierto y hacia el sur en la región de tendencia oceánica. Es un área que muestra grandes variaciones interanuales en los montos de precipitaciones (Fuentes et al. 1988). Es posible distinguir 6 regiones dentro de la tendencia mediterránea en Chile. i) Región mediterránea per-árida Las características de la aridez muestran un claro gra­ diente desde la costa hacia el interior (11 meses áridos en el interior y 9, respectivamente, en la costa y en la parte preandina). La humedad relativa en promedio es del 25% y la pluviome­ tría de 25 mm. Los suelos son rojos desérticos, a veces profundos y a lo largo de la costa hay suelos pardos o rojizos más evolucio­ nados, comparados con los de interior. La vegetación dominan­ te es semidesértica, con caméfitas y cactáceas que aumentan su densidad hacia el sur. En los valles costeros hay asociaciones 241 entre Euphorbia sp. y cactáceas. A lo largo de los ríos hay sabanas de chañar (Geoffroea desorticans). ii) Región mediterránea árida Esta región se distingue por la fisonomía más claramente mediterránea, y el decrecimiento marcado de la influencia desértica. No existe el período frío, hay tres o cuatro meses subhúmedos en invierno. El período seco desciende a 8-9 meses áridos. La limitación climática, más que por la aridez, está condicionada por la variación de año en año de las lluvias, alternándose años secos con lluviosos. En esta región los suelos pertenecen al grupo pardo calcáreo. Los del área de los Altos de Talinay (donde existen bosques relictos de neblina), son suelos pardo-forestales típicos. La fisionomía vegetal es heterogénea; hay zonas semidesérticas, o incluso desierto absoluto provocado por el pastoreo excesivo de cabras, hasta bosques higrófilos templados, por efecto de las neblinas; en la cadena costera, la tala ha transfor­ mado la vegetación nativa (bosque esclerófilo ralo) en matorra­ les; el pastoreo excesivo y los cultivos permiten el crecimiento sólo de asociaciones herbáceas estacionales. En el interior hay matorrales espinosos densos, pero la mayor parte de esta zona es sólo una estepa empobrecida. Un aspecto particular es la existencia de bosques templados higrófilos, como Fray Jorge y Talinay. Se ha podido determinar que la captación de neblina Eli interior del bosque de Fray Jorge equivale a unos 1000 mm por año, lo que es similar a la precipitación que cae más al sur (36-37QS), donde persiste una vegetación de bosque templado higrófilo. iii y iv) Regiones mediterráneas semi-árida y sub-húmeda Di Castri examina estas regiones en conjunto, ya que los factores ecológicos principales son los mismos, y sólo la aridez disminuye progresivamente hacia el sur. La pluviometría de esta zona va entre 330 y 700 mm por año. Los suelos se 242 describen como pardo calcáreo, salvo en los contrafuertes cordi­ lleranos, donde hay suelos pardo forestales. En relación a la vegetación, hay estepas arbustivas en las terrazas litorales, bosques esclerófilos ralos en la cordillera de la Costa, sabanas con Acacia caven en la depresión intermedia (una zona ubicada entre la cordillera de los Andes y la cordillera de la Costa), bosques esclerófilos abiertos y matorral espinoso en la zona pre-andina. En la cordillera costera hay bosques higrófilos, donde la niebla o las napas freáticas superficiales lo permiten, tales comopalmeras ypequeños grupos deNothofagus obliqua (robles). Las diferencias entre la región semi-árida y sub -húmeda se dan en el sentido de una extensión creciente de las formacio­ nes forestales y de una disminución de las cactáceas hacia el sur. Diferencias extremas de la vegetación y de la fauna según la exposición de las pendientes son típicas en esta región. En los territorios del sur de estas regiones se observan a menudo bosques bastante tupidos, y al norte, matorral espinoso y aún semi desierto con Puya y Trichocereus (actualmente Echinopsis). Desde la sabana con Acacia caven, se encuentran sucesivos bosques esclerófilos, formaciones higrófilas mixtas con canelos y robles, y bosques deciduos puros de Nothofagus, v) Región mediterránea húmeda Esta región se caracteriza por un período húmedo más prolongado, con una consecuente reducción del período de sequía. La pluviometría va desde 1.000 a 1.300 mm en la parte septentrional y meridional, respectivamente. Los suelos en su mayoría pertenecen al grupo que se define como la transición pardo con laterita pardo rojizo. Tam­ bién hay suelos volcánicos, que son sucedidos por suelos pardos forestales. En referencia a la fisionomía vegetal hay diferencias en la vegetación con la de la zona central del país y en la vegetación de las fajas laterales de ambas cordilleras, orienta­ das hacia el norte. En la parte septentrional de la llanura central hay una última penetración de Acacia caven (espinoso), 243 pero en las cercanías del río Laja, hay una selva-parque que aumenta su densidad a lo largo de los ríos. Los bosques son mixtos: hay especies de tipo mediterráneo como peumos (Cryptocarya alba), quillayes (Quillaja saponaria), mezclados con especies típicas valdivianas (Nothofagus, Drimys, canelo), que aumentan hacia el sur. En la zona andina hay bosques de coniferas. La parte meridional de la región (zona del río Malleco), es donde se encuentra el porcentaje más alto de tierras erosionadas, debido al desmonte, cultivo de trigo sin rotación y otras razones. El aspecto e la zona ha sido modificado por numerosas plantaciones de Pinus radiata (pino insigne). vi) Región mediterránea per-húmeda Las precipitaciones anuales de esta región alcanzan a 1.400 mm y en algunos meses la temperatura tiene valores promedio inferiores a 10“C. Existen algunas áreas (cerca de las ciudades de Osomo y de Río Bueno, latitud 40-412S) en las cuales se dan condiciones de una mayor sequedad ambiental, debido a una cordillera de la Costa que es elevada y produce un efecto de sombra de lluvias hacia el interior del país. Eso las hace diferen­ tes a las condiciones generales dominantes en esta región. Los suelos son del tipo trumaos y pardo-forestales. En cuanto a la fisionomía vegetal hay un dominio de la selva valdiviana (con Nothofagus, Drimys) y en la costa hay bosques de transición con la región precedente. En altura de la cordillera de Nahuelbuta, y de los Andes, hay bosques de araucarias (.Araucaria araucana) con Nothofagus dombeyi (coigüe), y más arriba, estepas andinas. En muchos sectores de esta ecoregión, el bosque nativo ha sido reemplazado por terrenos de cultivo y pastoreo, y por bosques de pino. D. Zona de tendencia oceánica Esta zona comprende todo el territorio continental aus­ tral de Chile, desde el límite sur de la zona mediterránea hasta 244 la Patagonia, Tierra del Fuego, isla Navarino y cabo de Hornos. Hay en esta zona un aumento progresivo hacia el sur del frío, los vientos persistentes, y en cuanto a suelos, la dificultad del drenaje, a excepción de algunas estepas patagónicas. La altura de la cadena andina disminuye constantemente hacia el sur del paralelo 412 S. i) Región oceánica con influencia mediterránea Comienza al sur de Temuco (aprox. paralelo 392S, termi­ nando al sur de la isla de Chiloé. Las lluvias disminuyen netamente en verano, con tres a cuatro meses sub-húmedos, y algunas condiciones. La pluviometría media alcanza valores entre 2.000 y 2.500 mm anuales. En relación a los suelos, hay tres formaciones principales: lateritas pardo rojizas hacia la costa, trumaos (suelos derivados de cenizas volcánicas) en la parte central y pre-andina, podzol en gran parte de la cordillera de los Andes y parte occidental de Chiloé. La vegetación es acá más homogénea que en las zonas anteriores. Dominio de la selva valdiviana, aunque ésta toma diversas denominaciones. 1. Selva valdiviana costera, más higrófila y mesotérmica, expuestas a inundaciones, con conglo­ merados densos de Chusquea (quilas), musgos y helechos. 2. Selva valdiviana andina, microtérmica, con un estrato herbáceo más reducido. 3. Selva de Chiloé, donde domina el Nothofagus dombeyi (coigüe), asociaciones con canelos, y formaciones de robles y laureles (Laurelia sp. laurel), menos densa en la de­ presión intermedia. A mayor altura se encuentran bosques de coniferas, como los alerzales (Fitzroya cupressoides), y asocia­ ciones con Nothofagus. ii) Región oceánica templado fría Comprende la mayor parte de la cordillera de los Andes, en la región de Aysén (aprox. 44-452 S). Se distinguen dos grandes regiones: el archipiélago y los territorios continentales. Las lluvias (promedio 2.500 a 3.000 mm por año, en algunos 245 sectores hasta los 7.000 mm) están bien distribuidas a lo largo del año pero a veces son excesivas, y hay problemas con los escurrimientos. En algunas localidades las precipitaciones de­ crecen en verano. Los suelos son de tipo pardo podzólico, y hay tierras de turberas en sectores más húmedos por dificultades de drenaje. La vegetación es aún del tipo selva valdiviana. Hay coniferas como el mañío (Podocarpus) y ciprés de las Guaytecas. En la mayor parte del archipiélago la selva es reemplazada por regiones pantanosas, de una vegetación densa de ericáceas, ciperáceas, juncáceas, gramíneas y helechos. Algunas especies de Nothofagus y los canelos se encuentran reducidas a estados arbustivos. Esta es una región de transición entre las selvas valdivianas y magallánicas. iii) Región oceánica sub-antártica Representada fundamentalmente por el archipiélago magallánico, corresponde a la llamada tundra magallánica. En cuanto a las características climáticas, hay influencias polares que se expresan en las temperaturas muy bajas. Hay vientos muy fuertes y persistentes; hay exceso de lluvias y drenaje deficiente. Durante 8 a 12 meses el promedio de temperaturas es inferior a 12PC, de éstos, 3 ó 4 descienden de los 52C. La precipitación media anual alcanza a los 3.550 mm. Los suelos son de turbera y se encuentran podzoles en las zonas forestales. La vegetación predominante es la tundra pantanosa con plan­ tas en matorrales. También hay juncáceas y ciperáceas. En los territorios mejor drenados hay formaciones arbustivas y fores­ tales, prácticamente las mismas que en la selva magallánica. Domina el Nothofagus betuloides (roble de Magallanes), acom­ pañado por Embothrium coccineum. Maytenus magellanica, canelos y varias coniferas. iv) Región oceánica trasandina La principal condición de esta región es la disminución progresiva de las lluvias hacia el este, a medida que las 246 influencias de la costa occidental se reducen. La aridez reapa­ rece en esta región, aumentando la temperatura en verano. La duración del período de sequía es variable; 3 meses semi-áridos en Punta Arenas y hasta Chile Chico. El período frío también es variable: 5 a 10 meses como promedio de temperaturas inferior a 10 Oc; de éstos 3 a 5 meses con temperaturas promedios inferiores a 5QC. Es la única zona de Chile, a excepción de la andina, donde el promedio de las mínimas es cercano a 0 Oc. Los vientos muy fuertes aumentan el efecto del frío y la aridez. El clima se define en un juego de varias tendencias: influencias oceánicas del oeste, influencias continentales más débiles al este, e influencias polares al sur. Las precipitaciones muestran valores anuales entre 1.220 mm y 1.900 mm. Hacia el este, el promedio de temperaturas, máxima y media, aumentan; las temperaturas mínimas, pluviometría y humedad relativa de­ crecen. Las temperaturas más elevadas, pluviosidad y hume­ dad más bajos corresponden a la localidad de Chile Chico, a orillas del Lago General Carrera. En la zona estépica la preci­ pitación anual es inferor a 500 mm. La fisionomía vegetal muestra al norte (región de Aysén) la presencia de bosques de transición, parecidos a la selva valdiviesa. Más al sur, hay selva magallánica. Las selvas degradan rápidamente a la estepa patagónica, que es la forma­ ción más extensa de esta región. Esta estepa se parece al pajonal de la región tropical alta; dominan las gramíneas Festuca y Poa, las compuestas y umbelíferas. En lugares menos expuestos al viento hay asociaciones arbustivas de Baccharis, Ribes, y otras. La intervención humana es muy acentuada, sobre todo por el pastoreo intensivo de enormes masas de ganado ovino. La destrucción de la capa vegetal produce una rápida erosión provocada por el viento. E. Zona de tendencia continental No existe en el país una zona netamente continental, dada la estrechez del territorio entre el mar y la cadena andina. Sin embargo, las influencias continentales son claras en algu247 ñas zonas del país: territorios centrales, al este de la cordillera de la Costa, en zonas trasandinas australes, y sobre todo en la cordillera de los Andes. i) Región andina Esta región comprende los territorios de los Andes chile­ nos correspondientes a las zonas ubicadas entre el límite de las nieves eternas y la línea de los árboles. Las características climáticas de esta región muestran que frente a la zona medi­ terránea hay localidades alto-andinas, que demuestran la con­ centración típica de las lluvias en invierno; otras presentan lluvias irregularmente repartidas durante el año, e incluso dos máximas, en invierno y en verano. Finalmente, hacia la parte norte de esta región, hay una gran concentración de lluvias en el verano, por la penetración de las tendencias tropicales. La fisionomía vegetal muestra estepas de gramíneas y tundras; hay parecidos con la región tropical alta y con las estepas patagónicas y las gramíneas en pajonal (S tipa, Festuca) constituyen los coironales, además de arbustos bajo como Fabiana y Adesmia. Los árboles más comunes de las estepas andinas son coniferas. F. Zona de tendencia polar No hay en el territorio continental chileno una tendencia polar clara, aunque hay influencias antárticas en el extremo sur, en especial en las islas al sur del cabo de Hornos (Diego Ramírez). Las características climáticas corresponden princi­ palmente a aquellas del sector antártico, dominando bajas temperaturas (habitualmente bajo el punto de congelación) y fuertes vientos, que agravan los efectos del frío. Las áreas protegidas terrestres En Chile existen 28 parques nacionales (8.238.410 hectá­ reas), 32 reservas nacionales y forestales (5.050.1185 hectáre­ 248 as) y 6 monumentos naturales (11.911 hectáreas); además se señala la presencia de áreas de protección, santuarios de la naturaleza, reservas de la biosfera, reservas genéticas, entre otras categorías de protección. El solo número de áreas prote­ gidas parece no ser un buen indicador de eficiencia del sistema, como lo señalan Weber y Gutiérrez (1986), ya que las unidades difieren fuertemente en superficie, desde las 25 hectáreas del monumento natural Laguna de los Cisnes, hasta las 3.535.000 hectáreas del parque nacional Bernardo O’Higgins. La superfi­ cie total protegida, 13 millones de hectáreas, es un mejor indicador. Además Chile tiene diversas reservas de la biosfera, entre las que se cuentan: parque nacional Juan Fernández (V región), parque nacional Lauca (I región), parque nacional Fray Jorge (IV región), parque nacional La Campana y reserva nacional Pañuelas (V región), parque nacional Araucarias (IX región), parque nacional Laguna San Rafael (XI región), parque nacio­ nal Torres del Paine (XII región).1 1.1.2. Ambientes acuáticos continentales En Chile existe una amplia gama de características hidro­ gráficas, pudiendo distinguirse cinco zonas, sobre la base de los rasgos físicos de las cuencas, los regímenes de escurrimiento y los caudales medio de los ríos (Niemeyer y Cereceda, 1984). Primera zona: ríos de régimen esporádico en la zona árida de Chile, esta zona comprende las regiones de Tarapacá (I), Antofagasta (II) y antiplano de Atacama (III) y cubre una superficie de 198.376 km2. Se caracteriza por su extrema aridez y la intermitencia de los caudales de los ríos. Segunda zona: ríos en torrente de régimen mixto en la zona semiárida de Chile. Esta zona se ubica a partir de Atacama (III) hasta la región de Valparaíso (V), siendo su límite más meridional la cuenca del río Aconcagua. Se caracteriza or su condición de semiaridez. Alcanza una superficie de 115.952 km2. Presenta un relieve montañoso irregular que corresponde al Macizo Andino Costero, el que es cortado por numerosos 249 valles tectónicos, por donde escurre el agua en dirección al mar (Corfo, 1965). Tercera zona: ríos en torrente de régimen mixto en la zona subhúmeda de Chile. Esta zona se presenta entre las cuencas de los ríos Maipo y Bio-Bio, cubre una superficie de 110.451 km2. En esta área se dan las tres formas orográficas características de Chile: cordillera de la Costa, depresión intermedia y cordille­ ra de los Andes. La gran altitud de la cordillera de los Andes, que en algunos de los casos supera los 6.000 metros (frente a Santiago), y la relativa estrechez del territorio, condicionan que los escurrimientos superficiales tengan características de to­ rrentes. Además, en los sectores altos de la cordillera andina se mantiene una cubierta nival durante los meses de primavera e invierno y ésto determina aque los regímenes sean mixtos; los tributarios de los cursos superiores son de tipo nival y los de cursos medios y bajos de tipo pluvial (Errázuriz et al., 1987). Cuarta zona: ríos tranquilos con regulación lacustre en la zona húmeda de Chile. Esta zona se extiende desde la cuenca del río Imperial hasta la isla de Chiloé y se caracteriza por presentar una sucesión de lagunas y lagos, los que están alimentados por cursos de agua andinos. La estrechez del territorio nacional y la geomorfología, junto a la mayor pluvosidad, son las características más relevantes de esta zona. El relieve andino de origen volcánico, ha sido modelado por la acción de los hielos cuaternarios dejando valles en forma de verdaderas artesas, las que son ocupadas por las aguas de los ríos andinos. Las morrenas o sedimentos glaciales han produ­ cido diques que crearon lagos y lagunas que generalmente están rodeadas por laderas escarpadas cubiertas por bosques higrófilos. Los suelos volcánicos, depósitos lacustres y glaciales, valles encajonados y cubierta vegetacional densa, condicionan un escurrimiento tranquilo de los ríos (Errázuriz et al., 1987). Quinta zona: ríos caudalosos trasandinos y campos de hielo en la Patagonia de Chile. Esta zona se da desde Puerto Montt hasta el límite más meridional de Chile (562S). En este sector la fisionomía se transforma radicalmente, de una larga y angosta faja de tierra con costa de tipo paralela, cambia a un 250 territorio desmembrado y caracterizado por dos sectores clara­ mente diferenciados: al oriente una franja de ancho variable a lo largo de la cordillera de los Andes y otro sector, al occidente, formado por una serie de islas y algunos archipiélagos de variados tamaños y características morfológicas. Los ríos más grandes se ubican en la franja occidental y están condicionados por la cordillera andina. El sector occiden­ tal de los Andes presenta una mayor pluviometría en compara­ ción con el sector oriental de dicha cordillera. Por estar esta zona ubicada en latitudes altas, el macizo andino presenta frecuentemente en sus altas cumbres nieve eternas o ventis­ queros (Errázuriz et al., 1987). En cuanto a los lagos y lagunas, Chile posee una cantidad significativa de estos cuerpos de agua, distribuidos de acuerdo a cuatro grandes zonas: árida, con dos lagos (de 6 a 21 km2, respectivamente); centro-norte, con 5 lagunas (la mayor de 132 km2) y dos lagos pequeños (de 11 y 9 km2, respectivamente); centro sur, con un total aproximado de 23 lagos, de los cuales el de mayor extensión es el Llanquihue, con 860 km2, seguido del Raneo con 410 km2; patagónica, con un total de 62 lagos, de los cuales el de mayor extensión es el General Carrera con 970 km2, seguido del O’Higgins, con 554 km2) (Errázuriz et al., 1987). 1.1.3. Ambientes marinos En el océano Pacífico, entre los 20Qy 352 S, al sur del Ecuador, se encuentra localizado el giro anticiclónico del Pací­ fico sureste, sistema que afecta a gran parte de la costa y mar interior de Chile, y que está formado por un anillo de corrientes marinas que giran alrededor de su centro en dirección contraria a las manecillas del reloj y que circundan prácticamente toda la cuenca. El brazo oriental de este giro localizado frente a las costas de Sudamérica está formado por el sistema de corrientes de Chile-Perú, conocido como sistema de la corriente de Humboldt. Las características de esta circulación oceánica están determinadas por la presencia de aguas frías y de baja salinidad que fluye de sur a norte (Bemal y Ahumada, 1985). 251 Las costas de Chile se encuentran influenciadas por estas corrientes marinas, entre las cuales es posible reconocer la contracorriente superficial del Perú, la corriente de los vientos del oeste, la corriente de Humboldt, la corriente de la Patagonia. La topografía de la costa define dos regiones principales a lo largo de Chile continental. La costa desde Arica (aprox. 182S) a Puerto Montt (aprox. 412 S) es entera, con pocos accidentes geográficos, formando casi una línea recta, expuesta al viento y oleaje, con pocas playas de arena, las que generalmente están expuestas a los vientos predominantes, y con escasas bahías protegidas. Al sur de Chiloé la costa es desmembrada, a menudo escarpada, con montañas que se alzan sobre los 3.000 m de altitud a lo largo de la costa y caen abruptamente al mar. La presencia de numerosas islas, debido a una costa desmembra­ da, protege a la línea costera de las tormentas, que son frecuen­ tes en mar abierto. Así, al sur de los 41QS, los habitats son más diversificados, debido a distintos niveles de exposición al oleaje (Santelices, 1989). Chile, por la extensión de su costa, posee una gran diversidad de ambientes marinos, reconocidos como de los más productivos del mundo. Es así como en el Pacífico Sureste, de acuerdo a Bemal y Ahumada (1985) es posible distinguir la existencia de 5 ecosistemas marinos: i) Ecosistema del Giro Central del Pacífico Sur. ii) Ecosistema del Margen Oriental de Pacífico Sureste: este ecosistema es rico en especies pelágicas. iii) Ecosistema Subantártico: localizado frente a Aisén y Magallanes (XI y XII Región), fuera de la región costera de fiordos y canales. Es el menos estudiado y conocido de los ecosistemas chilenos. Es un sistema cerrado por la corriente del cabo de Hornos en su sector oriental. La temperatura en este ecosistema fluctúa entre 11,52 y 13,52 C a una profundidad de 20 a 50 metros. La salinidad, a la misma profundidad, fluctúa entre 34,1% y 34,2%. El oxígeno varía entre los 4 y 5,7 ml/1 (Robles, 1979). iv) Ecosistema de los Fiordos y Canales Australes: este ecosistema corresponde a la parte insular o de archipiélago, al 252 sur de Puerto Montt y presenta un particular carácter local. En el sector más costero a una profundidad de 10 a 17 metros, la temperatura se mueve entre 13,52y 17,52C. La salinidad tiene variaciones entre 32,7% y 33,4% y el oxígeno alcanza valores entre 5,5 y 6,6 m]/l (Robles, 1979). v) Ecosistema Antártico: ubicado al sur del Frente Polar (602 S), constituye una unidad oceanográfica y ecológica clara­ mente definida. La temperatura en el sector costero, a una profundiad de 560 a 600 metros, alcanza un promedio de 5,52C. La salinidad llega a 34,5% y el oxígeno fluctúa entre 1,5 y 1,9 mi/ 1. Más hacia el interior del Océano Pacífico las temperaturas fluctúan entre 5,52 y 6,52 C, la salinidad varía entre 34,3% y 34,4% y el oxígeno entre 2,4 y 4,1 ml/1, a una profundidad de 540-640 metros (Robles, 1979). En términos de la pesquería asociada con los recursos de origen marino, pueden reconocerse cinco grandes áreas: Norte Grande (18-242S), Norte Chico (24-302S), Centro (30-402S), Sur (40-472S) y Extremo Sur (47-562S). En la zona norte se destacan los recursos de peces pelágicos, que conforman la pesca de mayor envergadura. En la zona centro se observa extracción de organismos pelágicos, demersales, crustáceos y moluscos, en mayor proporción que en las zonas Norte Chico, Sur y Extremo Sur. En la zona central, la extracción de organismos desde la zona litoral ha sido intensa, y de varias especies se ha diezmado las poblaciones locales. Algunas, afectadas por sobreexplotación (como el “loco”, Concholepas concholepas), están en período de veda de largo plazo. La actividad pesquera artesanal adquie­ re importancia en la zona centro y centro sur del país, y en menor medida en el norte del país. Los principales recursos referidos a peces pelágicos son: agujilla, anchoveta, anguila, atún aleta amarilla, atún aleta larga, bonito, caballa, cabinza, cachurreta, cojinova, corvina, jurel, lisa, machuela, palometa, pampanita, pejerrey, pez espa­ da, róbalo, roncacho, sardina, sardina española, sierra, tiburón, tollo. Los recursos a base de peces demersales con el bacalao, blanquilla, cabrilla, congrio colorado, congrio dorado, congrio 253 negro, lenguado, merluza, merluza de cola, pejegallo, salmón de roca. Entre los crustáceos se cuentan el camarón, centolla, centollón, jaiba, langosta, langostino, picoroco. Entre los mo­ luscos principales que constituyen recursos de extracción es­ tán: almeja, calamar, caracol, culenque, cholga, chorito, choro, jibia, lapa, loco, macha, navajuela, ostión, ostra, pulpo (IGM, 1982). Otros recursos marinos sometidos a una gran presión de extracción son algunas especies de algas, que se utilizan para el consumo o se exportan para la extracción industrial de diversos subproductos. Los mamíferos marinos del Mar de Chile pertenecen a los Ordenes Carnívora (chungungos, de escaso número debido a la captura por parte del hombre), Pinnipedia (focas cangrejera, leopardo y de Ross); lobos marinos (lobo de un pelo, lobo de dos pelos) y Cetácea (ballena azul, azul pigmea, ballena de aleta, ballena loba, ballena de Bryde, ballena enana, ballena joroba­ da. Especies provistas de dientes (delfín austral, tonina overa y cachalote) (Toledo y Zapater, 1991). El litoral chileno ofrece muy favorables perspectivas respecto a la explotación de sus especies marinas bentónicas. La gran diversidad de especies comestibles permite utilizar muy diversos biotopos, sistemas de cultivos y diferen­ tes metodologías destinadas a diversificar y ampliar el espec­ tro productivo en los recursos marinos renovables. De hecho, en varios sectores de la zona de costa existen cultivos marinos en la actualidad, lo que también ha generado algunos proble­ mas de tipo ambiental a las poblaciones locales (Viviani, 1979). Durante determinados años algunas especies desapare­ cen de las aguas chilenas, debido a los cambios ambientales que induce el fenómeno El Niño, como ocurrió especialmente en 1972, con el caso de la anchoveta, que durante 1960 a 1972 fue la especie base que sustentó la pesquería asociada con el ecosisterma característico de la corriente de Humboldt (Toledo y Zapater, 1991). 254 2. Ambiente humanizado 2.1. Descripción del paisaje humanizado 2.1.1. Población De acuerdo al último censo de población de 1982,2reali­ zado por el Instituto Nacional de Estadística (XV Censo Nacio­ nal de Población y Vivienda), Chile tenía una población de 11.275.440 hab. y una tasa media de crecimiento anual de 1,7%; proyecciones realizadas pra 1990, estiman que el país tendría a ese año una población de 13.061.000 hab. (INE, 1990). De acuerdo a esos datos censales, y en cuanto a las características por rangos de población, es posible comprobar que entre las regiones que tienen menos de 500.000 habitantes, se encuentran la I Región (275.144 hab.), II Región (341.702 hab.), III Región (183.407 hab.), IV Región (419.956), XI Región (66.361 hab.) y XII Región (131.914 hab.). Las regiones que concentran entre 500.000 y 1.000.000 de habitantes son la VI Región (586.672 hab.), VII Región (730.587 hab.), IX Región (698.232 hab.) y X Región (846.699 hab.). Las regiones con más de 1 millón de habitantes, corresponden a la V Región (de Valparaíso) (1.210.077 hab.), Región Metropolitana (4.318.097 hab.) y VIII Región (1.518.888 hab.). 2.1.2. Actividades relevantes Para el análisis de las actividades relevantes, se usará como elemento de jerarquización el Producto Geográfico Bruto (PGB) y se señalarán aquellas de mayor preponderancia en el país, de acuerdo a este indicador. El conjunto de actividades comprendidas en Servicios es el que tiene la más alta participación en el PGB del país, con un 29,6%, siguiéndole en orden de importancia la Industria Manu­ facturera con un 21,0% y el Comercio con un 18,0%. La Activi­ dad Agropecuaria y Silvícola alcanza un 8,1% y la Minería un 7,6%. El 15,7% del PGB restante corresponde a la Pesca, 255 Construcción, Electricidad, Agua y Gas y Transporte y Comu­ nicaciones (INE, 1990). Se analizarán a continuación las acti­ vidades económicas más relevantes, de acuerdo a su importan­ cia y al aporte que hacen al país en términos de su PGB. — Servicios: en cuanto al Transporte y Comunicaciones debe indicarse que la difícil topografía del país condiciona el desarrollo de los diferentes tipos de transporte, obligando al país a invertir grandes recursos en ellos. De tal modo las vías de transporte terrestre recorren extensas distancias de norte a sur, y deben atravesar un relieve accidentado que se ve constan­ temente interrumpido por los ríos que corren de este a oeste. El total de la red caminera en Chile alcanzaba según los últimos datos censales a 79.129 km; de los cuales un 13% corresponde a caminos pavimentados, 41% a ripiados y un 46% a caminos de tierra (INE, 1990). En cuanto a las vías férreas, el país cuenta con 17.000 km, cifra muy inferior a la de caminos en general, pero el doble que los caminos pavimentados. Esta vía férrea transporta el 99,5% de pasajeros en la red sur, ya que la red norte está suspendida casi en su totalidad. El transporte marítimo local o interregional sólo es de importancia de Chiloé al sur, en la zona de los canales, donde el mar se transforma en medio obligado de transporte de pasajeros y carga. En cambio, la movilización de productos a gran escala, tanto dentro como fuera del país, se realiza a través de los puertos que se ubican en la zona de Arica a Concepción. Los puertos que mueven un total de carga superior a las 500 mil toneladas corresponden a: Iquique, Portillo, Valparaíso, Salinas, San Antonio, Talcahuano, San Vicente, Clarence y San Gregorio. El transporte aéreo, se ha desarrollado en la última década, en comparación a los sistemas de transporte anteriormente analizados, pero aún mueve un bajo porcentaje de personas. — Comunicaciones: el desarrollo de las comunicaciones, tanto para uso personal como de complemento de otras activi­ dades económicas, se concentra en los centros urbanos, que son los que cuentan con el mayor número y movimiento de estos medios. En cuanto a teléfonos, radios, revistas y periódicos, el país cuenta con buen servicio. 256 — Servicios públicos básicos: entre estos servicios se con­ sideran la salud, educación y vivienda. En salud, la mayoría de los establecimientos hospitalarios del país depende del Minis­ terio de Salud. En el caso de la educación, en el año 1982 se observaba que el 70% de los establecimientos corresponde a enseñanza fiscal y el 30% restante a la particular. En el año 1982 el país contaba con 2.522.369 viviendas, de las cuales el 37,5% está ubicado en la Región Metropolitana, el 12,9% en la V Región, el 12,5% en la VIII Región y el 37,1% restante corresponde a viviendas ubicadas en las otras regiones. En términos de servicios básicos dentro de la vivienda, el 92,7% cuenta con agua potable, el 84,7% con electricidad y el 50,2% con alcantarillado. — Industria: en Chile esta actividad se caracteriza por grandes complejos industriales, localizados de preferencia en Santiago, Valparaíso y Concepción, donde confluyen diversos factores favorables para la localización de indusrias, tales como materia prima, fuentes de energía, buen desarrollo de vías de comunicaciones y transporte y una fuerte concentración demo­ gráfica. Esta área concentra el 75% del total de industrias del país; la Región Metropolitana concentra el 56,6%, la V Región el 10% y la VIII Región el 8,4% (Errázuriz et al., 1987). El Area Metropolitana y la V y VIII Regiones ocupan el 81,2% del empleo industrial; concentran el 87% de las nuevas inversiones y consumen el 83,8% de la electricidad industrial nacional (Toledo y Zapater, 1991). Concentraciones menores se encuen­ tran en las capitales regionales o en algunos centros urbanos mayores; estos centros industriales son menos diversificados y tienen, por lo general, uno o dos rubros más detallados y que caracterizan a cada una de las regiones. Tal es el caso en la industria pesquera que concentra el 80% del total nacional en la I Región de Tarapacá, la industria agropecuaria o agroindustria, que se concentra de preferencia en el núcleo de la zona central y la industria maderera y ganadera, y sus derivados, que se localizan en la VIII a X Región y VIII a XII Región, respectivamente. Además el país se caracteriza por poseer un gran número de establecimientos pequeños y medianos. 257 — Comercio: en Chile la concentración industrial y la demográfica son coincidentes, y es así como las tres regiones de mayor población son a su vez los centros principales de la actividad comercial. Por su parte el comercio de materias primas sigue un patrón diferente, ya que la especialización de las regiones en algunos rubros promueve un comercio entre ellas y los centros industriales principales o hacia el exterior. En este caso se encuentra el cobre, hierro y salitre en las regiones nortinas; el cobre en la VI Región, el carbón en la VIII Región, el petróleo y productos derivados de la ganadería ovina en Magallanes, los productos del mar en la I Región y la madera en las regiones VIII y X. En el comercio de exportaciones chileno predominan los productos mineros, y entre ellos el cobre, que constituye la mayor fuente de divisas del país, ocupando el 49,6% del total de productos exportados. El segundo rubro de importancia en las exportaciones de Chile son los productos derivados de la pesca, siendo el principal la harina de pescado, que corresponde al 70% de las exportaciones de este producto, el 30% restante corres­ ponde a conservas de pescado y mariscos. Los productos fores­ tales también corresponden a especies exportables, dentro de este grupo, la madera aserrada y la celulosa corresponde a los principales productos exportados. El 93% de la exportación de madera aserrada corresponde a pino insigne. Un rubro importante y nuevo en las exportaciones chile­ nas, lo constituyen las frutas, especialmente la uva, que ocupa uno de los primeros lugares entre los productos exportados, siendo los principales destinos: Estados Unidos, Noruega, Ara­ bia Saudita y los Emiratos Arabes. — Actividad Agropecuaria y Silvícola: en Chile, aunque la mayor superficie de tierras arables se encuentra en las regiones VIII y IX, los mejores suelos se hallan en el Núcleo Central, principalmente en la Región Metropolitana (el 70% de los suelos es clase I y II), y en la VI Región, con un 10% de estos suelos. Esta proporción disminuye hacia el sur, siendo en la VIII Región de apenas un 2%. A partir de la IX Región comienza el predominio de los suelos clase III y IV (Errázuriz, et al., 258 1987). Los principales cultivos que se producen en Chile, son los cereales, de preferencia trigo y maíz. Los productos de chacra, leguminosas y papas, son parte importante en la dieta de los chilenos. En 1989 la mayor superficie en el país estaba destinada a praderas, alcanzando un 48%. En orden jerárquico le siguen los cereales y chacras con un 11%, frutales 2%, forrajeras 1%, hortalizas con un 0,8%, viñas un 0,6%, y otros usos que alcanzan 36,6% (INE, 1990). La ganadería en Chile está íntimamente ligada a las praderas naturales y artificiales. El ganado caprino se concen­ tra de preferencia en la IV Región (semiárida), no existiendo ninguna región que sobrepase los 10%. Los rebaños de cabras son uno de los pilares de la economía de las comunidades agrícolas de este sector, constituyendo la única riqueza de los pequeños agricultores de esta Región. El ganado ovino corres­ ponde a la masa ganadera más grande de Chile, concentrándo­ se la mayor cantidad de cabezas en Magallanes, donde se crían unos 2,6 millones de ovejas, lo que representa el 45% del total nacional. En términos de importancia están además la X Región con el 10% y la IX Región con el 9,6%. En el caso del ganado bovino, el 36% del total nacional se encuentra localizado en la X Región, el 19,5% en la IX Región y el 13,4% en la VIII Región (INE, 1990). El ganado porcino se encuentra entre la IV y la X Región, aumentando su importancia en forma gradual de norte a sur hasta la IX Región. En la VI Región se concentra la mayor cantidad, alcanzando un 24%; la Región Metropolitana ocupa el segundo lugar de importancia, con un 22,5% del total nacional (INE, 1990). La silvicultura en Chile ha alcanzado un desarrollo im­ portante, con más de 8 millones de hectáreas con bosques potencialmente productivos de los cuales el bosque nativo es el que alcanza las mayores cifras, llegando a los 7.616.500 ha; en importancia le sigue el Pinus radiata con 1.147.758 ha planta­ das y el eucalipto con 70.247 ha (CORFO, 1988). 259 — Minería: Chile se ha definido como un país minero, tradición que tiene sus raíces en la época prehispánica, ya que con la conquista incásica se introdujeron las técnicas de explo­ tación y manufactura para el oro, la plata y el cobre (Errázuriz, et al., 1987). El cobre es el mineral más explotado en Chile y el que entrega las mayores divisas al país. Los yacimientos cupreros más importantes se encuentran localizados en la II, III y VI Región (mineral de Chuquicamata, El Salvador, El Teniente). Otros minerales metálicos que se explotan en Chile correspon­ den a hierro, manganeso, oro, plata, molibdeno, plomo y zinc. Dentro de la minería no metálica destaca la producción de salitre y yodo, los que se dan casi en su totalidad en la II Región. Desde el punto de vista económico, la producción de salitre es aún importante en este región, aunque ha experimentado un gradual descenso. Si bien ya no reviste la trascendencia de antes, en la región se mantienen en funcionamiento las oficinas de María Elena y Pedro de Valdivia. 2.1.3. Distribución de la población y actividades De acuerdo a las cifras entregadas en el punto 2.1.1., se puede afirmar que Chile muestra una gran irregularidad en cuanto a la distribución de la población, lo que se debe a variados factores de tipo natural y de tipo cultural, los que actúan en forma conjunta y compleja; entre estos factores destacan: el clima, la altitud, el agua, suelos y riquezas natura­ les, la organización política del Estado, el desarrollo económico y tecnológico, las costumbres sociales y las políticas demográfi­ cas (Errázuriz et al., 1988). La localización de la población puede estar influida por la presencia de los recursos naturales. Este hecho ocurre en Chile, en la zona minera, en el norte del país, donde los asentamientos humanos se ubican cercanos a estas actividades. Por el hecho de ser los centros poblados dependientes de las respectivas explo­ taciones, tienen un carácter relativamente inestable, como por ejemplo, las salitreras, que se generaron a principios de siglo; su término hizo que la población emigrara a los centros pobla­ 260 dos mayores y más cercanos, principalmente las ciudades ubicadas en la costa, como Arica, Iquique y Antofagasta. El extremo sur se ve limitado por su vegetación impenetrable y los suelos poco aptos para la agricultura. Una excepción lo consti­ tuye la Patagonia oriental, donde los rasgos naturales permiten el desarrollo de la ganadería ovina a gran escala. La zona central ofrece condiciones aptas para el asentamiento humano, lo cual, junto a sus variados recursos, va dando paso a activida­ des económicas diversas. Esto hace que esta zona tenga una distribución de la población más homogénea. La altitud del relieve es otro de los factores que influyen en la localización de la población. En Chile la característica principal en este senti­ do, es que la población se ubique en las zonas planas y bajas. La mayor parte de la población está concentrada en la Depresión Intermedia, siendo prácticamente nula en los sectores cordille­ ranos, tanto en la Cordillera de la Costa como en la de los Andes. En cuanto a la distribución de la población por ramas de actividades, en Chile se de una concentración importante de la población que se encuentra ocupada en la actividad de servicios, que constituye un 32,6% del total nacional. Le siguen en importancia la actividad agrícola y pesquera, la población se encuentra concentrada principalmente entre la VI y X Región (11,0 y 15,7%) (Errázuriz et al., 1988). 2.1.4. Reseña histórica de ocupación territorial A la llegada de los españoles a América, el actual territo­ rio de Chile se encontraba ocupado por numerosos grupos indígenas que habían alcanzado diferentes grados de desarrollo cultural (changos, pehuenches, aimaras, atacameños, diaguitas, picunches, mapuches y huilliches). El origen de las ciuda­ des chilenas se debe en su mayoría a la acción del conquistador español. En el origen y localización de las nuevas ciudades influyeron diversos factores, como aquellos de carácter estraté­ gico, los económicos y los constitutivos de la política colonizado­ ra española, a la vez que la presencia de conventos y capillas, en sectores de población rural más numerosa, la creación de 261 fuertes y plazas militares en la época colonial y la actividad minera (Errázuriz et al., 1987). La primera ciudad fundada por los conquistadores, corresponde a Santiago, el 12 de febrero de 1541, a los pies del cerro Huelen (actualmente Santa Lucía) y a orillas del río Mapocho. En los últimos años del siglo XVI y primeros del siglo XVII los esfuerzos colonizadores experimentaron un gran fracaso con el alzamiento general indígena, que provocó la destrucción de todas las ciudades al sur del río Bio Bio, excepto Castro. En el siglo XVIII se fundó un número importante de ciudades, y se produjo el repoblamiento y traslado de otras. En el siglo XIX, en la época posthispánica se fundaron numerosas ciudades a lo largo del territorio. En el siglo XX continua el surgimiento de nuevas ciudades, las que se ubicaron principalmente en la zona austral del país (Errázuriz et al., 1988). 3. Los procesos de transformación y la problemática consiguiente 3.1. Descripción de los procesos históricos de transformación y análisis de las causas principales del deterioro 3.1.1. Agricultura Los conquistadores españoles introducen en el territorio los cereales, principalmente el trigo, cuya preferencia se fue incrementando en la misma medida que el conquistador se internaba en el territorio. Los árboles y arbustos que cubrían terrenos explotables fueron limitantes importantes para el desarrollo agrícola, al igual que las restricciones asociadas a un clima árido en el norte del país. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, se inicia la destrucción del paisaje chileno, aún cuando debe señalarse que la intervención sobre el territorio, por parte de los nativos era ya importante. De acuerdo a ésto, se calcula que entre 1552 y 1558, los conquistadores cortaron alrededor de 12.000 árboles, con el objeto de utilizar su madera en la construcción (Gastó y Gallardo, 1985). 262 Asociado a la explotación minera, a comienzos del siglo XVIII ocurre una ocupación de terrenos e intensificación del cultivo del trigo, por la necesidad de producir más alimento, especialmente en los valles del llamado Norte Chico (semiárido, aprox. 302S), lo que también acarrea un deterioro de los suelos, producto de la erosión. La falta de demanda de producción fue el mayor freno al progreso durante esa época, cultivándose los mejores suelos, a comienzos del siglo, para luego, al alimentar la demanda, pasar a ocuparse aquellos más malos, lo que incrementó las posibilidades de degradación. La segunda mitad del siglo XIX marca el período de engrandecimiento económico y comercial del país. La apertura del mercado califomiano y australiano fue el incentivo para un desarrollo acelerado; ésto se ve favorecido por la posición geográfica de Chile y la flota de cabotaje existente en la época, lo que hacía la única fuente de suministro de trigo para esos mercados (Gastó y Gallardo, 1985). La colonización alemana a mediados del siglo pasado, produjo una introducción masiva de tecnología, experiencia y organización a un vasto sector de la agricultura. La llamada Región de la Frontera (aprox. 38-392S) se incorpora a la producción después de la pacificación de los araucanos en 1883, se ocuparon nuevas áreas, se incrementa la superficie utilizada; pero luego la producción disminuyó debido principalmente a la degradación y sobreexplotación de los suelos. En la zona de Linares, Victoria y Traiguén, en 1896, se inició la erosión que ha seguido hasta nuestros días. Este proceso negativo hizo que la productividad de los suelos de estas zonas bajara considerablemente; los rendimientos de trigo bajaron de 15 qq/ha, en 1990, a 7 qq/ha en 1930 (Gastó y Gallardo, 1985). En el período comprendido entre 1914 y 1960 se acelera un proceso de tecnificación e industrialización. Además se produce un crecimiento de importantes centros urbanos, lo que hace aumentar la necesidad de producir más alimentos e incorporar nuevas áreas a la producción agrícola; por otro lado se intensifica el uso del suelo. Esto se traduce en un deterioro del sustrato que en muchos de los casos es irreversible, como los 263 sectores de la Cordilera de la Costa en Chile central, área que soportó una intensa actividad agrícola y que en la actualidad muestra una considerable degradación de los suelos. A partir de 1960 hasta la actualidad los suelos agrícolas presentan diversos grados de deterioro como resultado de un período de extracción y sobreutilización de este recurso. En este sentido se puede considerar dos aspectos importantes como factores de los procesos de degradación, que corresponde a los estilos de desarrollo y a los agentes contaminantes. Dentro de los estilos de desarrollo se considera que la urbanización, industrialización, incorporación de nuevas tecnologías, inten­ sificación de los proceso de producción y consumo, se comportan como factores de deterioro de la calidad ambiente en la agricul­ tura. La agricultura se ve afectada por residuos urbanos, industriales, mineros, agrícolas y forestales, cuyo agentes con­ taminantes están constituidos por relaves mineros, gases, polvos, metales pesados, sales, plaguicidas y fertilizantes. En Chile la alteración de la calidad de los suelos agrícolas de riego se produce por sulfatos y metales pesados; igual caso sucede en las aguas de riego; por otro lado, el aire en sectores rurales dedicados a la agricultura se ve afectado por emisiones de gases de anhídrido sulfuroso y elementos particulados de metales pesados provenientes de fuentes emisoras industriales, mine­ ras u otras, que en casos críticos afectan la salud del hombre, animales y vegetales, como así mismo su productividad (Mora­ ga y del Rano, 1990). 3.1.2. Ganadería El ganado caprino constituye una de las principales fuentes de sustento de las comunidades agrícolas en la zona del sector semiárido del norte de Chile (especialmente IV Región), y a su vez produce el mayor deterioro, por carecer de un sistema adecuado de manejo y de cercado. La inadecuada utilización de este recurso está atentado contra su propia permanencia debi­ do a la marcada destrucción de pastos y arbustos forrajeros de esta área. Se ha visto que en algunas de estas regiones, ha 264 habido un paulatino reemplazo de especies bovinas, por ovinas y luego caprinas, a medida que la productividad biológica iba decreciendo, por efectos de la desertificación inducida por la actividad humana y la variación climática (Fuentes y Hajek, 1976,1978). 3.1.3. Caza y recolección En Chile existen algunas especies en peligro de extinción, o de disminución importante de sus números poblacionales, producto de la caza indiscriminada, por el valor comercial de las pieles, o únicamente por deporte. Cabe mencionar acá, entre otras, al huillín (Lutraprovocax), amenzado por el cambio de su ambiente natural y por la caza deportiva, chungungo (Lutra felina), por el valor comercial de su piel, chinchilla chilena (iChinchilla lanígera) y la chinchilla cordillerana (Chinchilla brevicaudata), por su piel, lobo de dos pelos, huemul (dos especies Hippocamelus antisensis e Hippocamelus bisulcus). Otra especie que es constantemente perseguida corresponde al puma (Felis concolor), que se distribuye a lo largo de toda la Cordillera de los Andes. Este felino en épocas pasadas era abundante, cumpliendo el papel de regulador de animales como los guanacos, huemules, vicuñas, que existían en gran cantidad en Chile. Esta característica le ha significado ser perseguido y eliminado, y su número ha sido considerablemente reducido en los últimos decenios. Entre las aves que se encuentran amena­ zadas destacan el avestruz de Darwin (Pterocnemia pennata), el loro tricahue (Cynoliseus patagonus), el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis), entre otras. Muchas de las especies anotadas antes, y otras, están siendo protegidas por los organismos pertinentes del país (Corporación Nacional Forestal (CONAF), Servicio Agrícola y Ganadera (SAG), y otras). 3.1.4. Forestación y silvicultura Desde la época de la Conquista los bosques chilenos han sido cortados y sobreexplotados, ya sea para el uso de la madera 265 en la construcción de viviendas, de leña, o con el propósito de ganar terrenos para el uso agrícola. Se estima que el territorio chileno estaba cubierto de bosques en un 45% hace tan sólo 400 años, de los cuales las tres cuartas partes han desaparecido. La formación boscosa al norte de la VIII Región fue una vez mucho más extensa que en la actualidad, pero el uso irracional que se hizo de ella provocó la extinción casi total en muchos sectores de la precordillera andina y la Cordillera de la Costa. En las regiones que comprende el Núcleo Central, la depredación abarcó varios siglos; el bosque proporcionó las maderas nobles para construcción, principalmente el roble, y de él se obtuvo el combustible hasta que la leña y el carbón fueren reemplazados por otros elementos. Sin embargo, esta sobreutilización hubiera sido resistida en las zonas más lluviosas, pero la destrucción llevada a cabo a mediados del siglo pasado para utilizar los terrenos en siembra de trigo terminó definiti­ vamente con el bosque natural en los lomajes de la Cordillera de la Costa. Los bosques del sur también han sido afectados debido al uso irracional. En este caso fueron arrasados por quemas provocadas, como la principal causa de destrucción de vastas extensiones de bosque y montes. Este hecho, además de la destrucción el bosque en sí, trae por consecuencia una rápida erosión del suelo haciendo más difícil aún la recuperación de las especies arbóreas. En Chile se pueden detectar problemas de deforestación en cinco zonas específicas: a) Sector de Serranías: tala masiva, principalmente para el uso de leña con fines domésticos y de calefacción, b) Cordillera de la Costa: se han explotado aquellos árboles con mayor valor maderero. Este sector se ha destinado a la reforestación con pino insigne, c) Cordillera de la Costa con bosque: el fácil acceso a estos sectores ha determinado que estos bosques hayan sido explotados en su gran mayoría, y que el actual desarrollo corresponda a renovables, o en su efecto sean sustituidos por pino insigne, d) En Aisén y Magallanes (XI y XII Regiones): gran parte de la masa forestal ha sido talada para usar los suelos en la agricultura y ganadería, e) Cordillera andina: esta área está ocupada en gran parte por bosque nativo, 266 el cual debe considerarse como bosque protector, para evitar erosión y degradación de los suelos, fenómenos que han ocurri­ do con frecuencia. Acá existe el peligro de diezmar especies con alto valor económico, tales como el alerce (Fitzroya cupressoides), laurel (Laurelia sempervirens), y araucaria (Araucana araucana), entre otras. Por otra parte hay que hacer notar que gran parte de la vegetación nativa ha sido reemplazada por especies introduci­ das, principalmente el pino insigne y eucalipto, especies sobre las cuales se han generado diversas polémicas, en el sentido que son perjudiciales para los suelos, no existiendo, sin embargo, antecedentes científicos suficientes que permitan afirmar ésto fehacientemente. Un caso específico de deterioro de las especies forestales, lo constituye la palma chilena (Jubaea chilensis). Esta especie en el período colonial tenía una amplia distribución en la Cordillera de la Costa en la zona central de Chile. Desde el siglo XVII, estos conjuntos forestales se empobrecieron debido al pastoreo de cabras, ovejas y vacunos y al corte de ramas y cogollos en las fiestas religiosas y la tala de árboles en la elaboración de miel, ya prohibida. 3.1.5. Industria El proceso de industrialización en Chile comienza a partir de 1840; en este período y hasta 1870, el país fue importante exportador de trigo y harina, los que tenían como destino final California y Australia. El centro de mayor importancia en esta actividad industrial lo constituía Talca. En 1887, uno de los logros más importantes en Chile estaba asociado con la ingenie­ ría pesada, la que consistía principalmente en la fabricación de ferrocarriles. En esta actividad tienen una gran influencia los descendientes británicos residentes en Valparaíso (Gwynne, 1984). Santiago constituía, en 1928, el mayor centro industrial del país, alcanzando a tener más de la mitad de mano de obra en la manufactura de calzados, ropa, textiles, vidrio, muebles y productos papeleros e imprentas. En un segundo lugar se 267 encontraba Valparaíso. Aparte de estas dos zonas, surgían dos localidades industriales de importancia, en un tercer nivel jerárquico. Esta correspondían a Concepción, dedicada princi­ palmente a la industria textil y Valdivia, dedicada a la manu­ factura del cuero, productos de fierro, industria naval, madere­ ra y muebles. Entre 1928 y 1937, la industria se centralizaba principalmente en Santiago. En el período comprendido entre 1937 y 1944, Santiago sigue marcando un predominio impor­ tante como centro industrial. Una etapa de expansión y prospe­ ridad de la industria chilena, lo constituyó aquella que se desarrolló entre 1944 y 1950. En este período el acontecimiento más significativo es la creación de la planta integrada de fierro y acero de Huachipato. En el período 1950-1957, la producción industrial aumentó sólo en un modesto promedio de 0.7% al año, lo que se debió a un proceso inflacionario, que se elevó al 20% en 1952 y al 80% en 1955 y las medidas que tomó el gobierno de la época para restringir la demanda que siguió la inflación (Gwynne, 1985). El período comprendido entre 1957 y 1974 se caracterizó por una producción industrial diversifica­ da, vinculada a la política de sustitución de importaciones, surgiendo industrias tan prósperas como la automotriz y la electrónica. Desde el año 1974 en adelante se inició una nueva etapa industrial, la que se desarrolló bajo una política de libre mercado y por ende de baja protección estatal. Se fomentaron las exportaciones de bienes internacionales competitivos y la importación de bienes cuyos precios eran inferiores a los nacio­ nales (Errázuriz et al., 1987). Si bien es cierto que la actividad industrial es generadora de recursos, divisas y desarrollo económico de un país, también constituye el principal foco de contaminación y alteración del medio ambiente, incorporando en él agentes contaminantes que son perjudiciales para la salud humana, animal y vegetal. La actividad industrial en Chile genera alteraciones tan­ to en el aire como en los cursos y cuerpos de agua (ríos, mares y lagos). En el primer caso corresponde a los productos tóxicos que las industrias aportan al aire, tales como el dióxido de carbono, monóxido de carbono, que es generado por la combus­ 268 tión incompleta, en particular, de la industria siderúrgica y refinería de petróleo. El dióxido de azufre que es generado principalmente por las centrales eléctricas y el mercurio produ­ cido por la elaboración de pinturas, procesos mineros y la elaboración de pasta de papel, son dos elementos que se incor­ poran en la atmósfera producto de la actividad industrial de Chile. Las aguas se ven alteradas por la actividad industrial debido al vertido que se hace en ellas en su gran mayoría sin tratamiento previo. Los contaminantes que se incorporan a los cursos de agua son de todo tipo; destacan los metales pesados producidos por la industria minera, agua de cola generada por la industria pesquera, productos químicos y una serie de otros elementos que no son biodegradables. Todos estos elementos también llegan al mar, por inter­ medio de los cursos de agua o directamente, en aquellos sectores costeros en donde se localiza la actividad industrial, como es el caso de Iquique y Concepción, con su industria pesquera; Valparaíso que concentra diversas actividades industriales y refinerías de petróleo. Estas localidades son las más contami­ nadas a lo largo del litoral chileno. La contaminación de lagos y lagunas está dada por el vertido de aguas servidas y otros residuos, y últimamente, en el sur de Chile, por la industria salmonera. Esta actividad es responsable en gran parte de la aceleración del proceso de eutroficación, que corresponde a un enriquecimiento de las aguas con nutrientes a un ritmo tal que no puede ser compen­ sado por su eliminación definitiva por mineralización. Este proceso hace disminuir notablemente la concentración de oxí­ geno en las aguas profundas, creando una alteración en toda la flora y fauna que habita estos cuerpos de aguas continentales. 3.1.6. Minería Chile tradicionalmente se define como un país minero, tradición que como se mencionara anteriormente, se origina con la llegada de los españoles. En el desarrollo minero del país 269 dos minerales han constituido el eje principal en tomo al cual gira la economía del país; tales casos corresponden al salitre, a fines del siglo XIX y primera década del XX, y posteriormente al cobre. Los beneficios obtenidos del salitre en el siglo pasado, fueron verdaderamente significativos. Chile antes de la Prime­ ra Guerra Mundial poseía el monopolio del mercado de nitrato en el mundo, situación que le permitió alcanzar el 60% de las divisas entradas al país, hasta que en 1914, surgieron en Alemania las plantas de tratamiento de salitre sintético. Esta situación trajo como consecuencia la decadencia de la produc­ ción salitrera de Chile, provocando el cierre de numerosas oficinas en el norte del país, las que en la actualidad constituyen un gran número de pueblos abandonados, que han sido des­ mantelados casi en su totalidad. El principal deterioro en el medio ambiente, producto de la actividad salitrera, se dio en la explotación excesiva de la muy escasa vegetación de la zona. En este caso se encuentran la llareta, especie vegetal que fue utilizada como fuente de energía por su alto contenido calórico. Igual suerte corrió el tamarugo, que en épocas anteriores a la explotación del salitre ocupaba amplios sectores del norte chileno, siendo práctica­ mente talado en su totalidad. Paralelamente con la decadencia del salitre natural co­ menzó la explotación a gran escala de los yacimientos de cobre, los que pasaron a ser riqueza fundamental del país (Errázuriz et al., 1987). En la actualidad en Chile existen grandes yacimientos de cobre: La Escondida, Chuquicamata, en la II Región; El Salvador, ubicado en la III Región y El Teniente, ubicado en la VI Región. Estas plantas mineras generan alteraciones en el medio ambiente, debido principalmente a los desechos que se genera en su proceso de extracción (lixiviación o flotación). En el pasado los desechos de estos procesos han sido vaciados a cursos de aguas o depositados en formas de tranques de relaves en diversos sectores, algunos lejanos a las minas mismas. Si bien las aguas de los relaves pueden considerarse contaminantes, existen algunas experiencias de recuperación 270 de las aguas desde los relaves, de purificarlas y utilizarlas en agricultura experimental, como ha sido el caso reciente de la empresa estatal CODELCO (Corporación del Cobre), en la zona central del país (VI Región). La actividad minera del petróleo también origina proble­ mas de contaminación. Se desarrolla principalmente en la XII Región del país, la que abastece parte del consumo nacional. Hay actualmente, en el Estrecho de Magallanes más de 20 plataformas de explotación, las que contaminan mediante el vertido de petróleo, o por accidentes en el proceso de producción y varias plataformas de exploración, las que descargan ciertas cantidades de barro de perforación al mar (Bore, Pizarro y Cabrera, 1986). 3.1.7. Urbanización El nivel o grado de urbanización del país ha experimenta­ do un fuerte y sostenido aumento en los últimos cincuenta años, lo cual se traduce en que actualmente las cuatro quintas partes de la población nacional viven en algún centro urbano. De acuerdo a los antecedentes que aportan Errázuris et al. (1987), el censo de 1930 constituyó un hito importante, ya que en esta fecha prácticamente las poblaciones urbana y rural se igualan en términos de personas, alcanzando la población urbana al 49,4% y la rural a 50,6%. En un lapso de cincuenta años, 1930-1982, el nivel de urbanización ha crecido del 49,4% registrado en 1930 a 81 % en el 1982, cuadruplicando el volumen de población. El último censo, realizado en 1982, indica que cincuenta ciudades poseen más de 20.000 habitantes y que ellas concen­ tran el 68% de la población del país. Existen además siete ciudades que tienen entre 100.000 y 200.000 habitantes, y que cuatro ciudades tienen una población entre los 200.000 y los 300.000 habitantes. La ciudad de Santiago sobresale dentro del conjunto de ciudades del país, concentrando el 30% de la población nacional. 271 El aumento de la población conlleva la expansión física de las ciudades, la cual se materializa tanto en sentido vertical como horizontal. De aquí que el crecimiento de ambos aspectos sea de magnitudes relativamente similares, aunque el caso más común en Chile es el que las ciudades crezcan más en el sentido horizontal. La fuerza y dinámica de la expansión urbana, motivada por el anhelo de vivir en la urbe, llevan a ocupar espacios que revisten algún riesgo frente a las fuerzas natura­ les. Es asícomo existen áreas urbanas que han ocupado el lecho de inundación de los ríos, lo que pone en peligro ciertos sectores frente a una crecida de sus caudales. Tal caso ocurrió con varias ciudades del norte, centro y sur del país durante las crecidas de ríos, producto de los temporales de lluvia en los años 1982,1984 y 1986 (Hajek y Espinoza, 1987; Espinoza, Hajek y Benítez, 1989). De menor gravedad a corto plazo, pero tan negativo como los casos mencionados, es el crecimiento urbano a expensas de superficies aptas para la agricultura, particularmente donde éstas son escasas. El caso más sobresaliente lo constituye la ciudad de Santiago, donde en el período 1955-1960 el total del avance urbano correspondía a 2.781 ha, de las cuales el 100% eran suelos de riego clases I a IV; entre 1960 y 19480 la expansión de esta ciudad alcanzaba a 23.848 ha de las cuales el 94% correspondía a suelos de las clases anteriormente señala­ das; entre 1980 y 1985 el crecimiento de Santiago alcanzaba a 13.721 ha de las cuales el 99,5% correspondía a suelos clase I a IV de riego (García, 1991). Aparte de los problemas generados por el crecimiento urbano enunciados con anterioridad, en las urbes se produce un sinnúmero de dificultades que generan problemas en el medio ambiente, tales como contaminación atmosférica, congestión vehicular, contaminación de cursos de aguas por desechos urbanos e industriales, hacinamiento, por nombrar algunos. En 1989 se generaron, entre otros, dos documentos3,4en que se planteaban aspectos relativos al deterioro ambiental y los problemas ambientales derivados de la relación hombrenaturaleza en Chile. Se señalaba con respecto a los recursos 272 naturales que: hay incorporación de nuevas especies a los sistemas ecológicos nativos, no midiéndose aún su impacto. El 60% de los recursos hidrobiológicos que tienen un uso económi­ co, presentan un serio deterioro en su estabilidad población, y pesquerías como las de la I y II Regiones, se encuentran casi colapsadas, con el consiguiente impacto social que representa hoy en día y en el futuro. Hay una acelerada erosión del patrimonio genético en los recursos hidrobiológicos, forestales y agropecuarios que aún no es suficientemente percibido por entes de investigación y manejo superiores (universidades, sector industrial, organismos gubernamentales). También afecta a los recursos naturales la contaminación industrial química y orgánica; las áreas más afectadas son los ríos y la costa en la VIII Región; la costa en la VII Región; Valdivia en la X Región. Pérdidas de suelos agrícolas: en la I Región por captación de agua para la minería; en la II y IV Región la pérdida de suelos agrícolas se debe tanto a procesos de defores­ tación como a los erosivos. Este último problema lo es también de las Regiones V, VI, VII, VIII y Metropolitana. En cuanto a las situaciones ambientales urbano-industriales se indicaba que en el país existen zonas altamente contaminadas, producto de emisiones contaminantes deriva­ das del parque automotriz e industrial, de desechos urbanos, de residuos de plaguicidas y de relaves mineros. La falta de control de los desechos industriales y el crecimiento urbano desmedido, han producido uno de los mayores desajustes ecológicos: conta­ minación atmosférica, marina, de lagos y ríos, y de tierras agrícolas. Constituyen problemas, también, no menos relevan­ tes, la contaminación acústica y la contaminación derivada de sistemas inadecuados de recolección, transporte y disposición final de desechos sólidos. Sobre la base de un trabajo sistemático, usando la Técnica Delphi, y con la colaboración de un total de 420 expertos y coordinadores regionales, se pudo establecer un total de 852 problemas ambientales en el país, distribuidos, en las 13 Regiones y Antártica, Isla de Pascua, y Archipiélago de Juan Fernández (Hajek et al., 1990). Los problemas se pudieron 273 clasificar en 12 categorías, correspondientes tanto al ambiente natural, como al ambiente construido, y establecer para cada uno de los problemas, por región, su importancia, y control (en escalas de 0 a 5, y de 0 a 3, respectivamente). El número y el porcentaje de distribución de los proble­ mas indica que son las categorías Agua (con 123 problemas, 14%) e Infraestructura y Servicios Públicos (con 150 problemas, 18%), las que tienen la más alta representación. A continuación se señala el problema ambiental de mayor importancia en cada mía de las Regiones del país, y de la Antartica Chilena, Isla de Pascua y Archipiélago de Juan Fernández: I = Pesca indiscriminada de fauna marina; II = Escasez de agua potable; III = Contaminación marina del sector costero en la ciudad de Chañaral (por vaciado de relaves mineros ocurrido en el pasado); IV = Desertificación; V = Contaminación marina producto de residuos industriales y desechos urbanos, especialmente en Viña del Mar y Valparaíso; VI = Incorporación de caminos principales (carreteras) a centros poblados, debido al crecimiento que experimentaron; VII = Erosión y pérdidas de suelos agrícolas y forestales por mal manejo; VIII = Hacina­ miento en la vivienda; IX = Mala planificación en el crecimiento y desarrollo de la ciudad de Temuco; X = Irracional explotación y destrucción de bosques nativos; XI = Deforestación provocada por incendios forestales durante la colonización de la zona; XII = Sobreexplotación de especies marinas, especialmente de cen­ tollas; Región Metropolitana = Contaminación atmosférica; Archipiélago de Juan Fernández = Alteración por especies vegetales introducidas con características de plagas, especial­ mente zarzamora, maqui, trum; Isla de Pascua = Fealdad en el paisaj e de la isla producto de la diseminación de basuras (Haj ek et al., 1990; Hajek, 1990; Hajek, 1991). Es importante también destacar la preocupación que existe en Chile referente al cambio climático que pudiera generar otros escenarios sobre los cuales ocurriese la interac­ ción hombre-ambiente a futuro. Diversos estudios han apunta­ do a la necesidad de considerar este aspecto en el desarrollo del país a futuro (Fuenzalida et al., 1990). 274 II. Objetivos, actores e instrumentos de la política ambiental 1. Los objetivos de la política del medio ambiente 1.1. Los objetivos de los dos últimos gobiernos en relación al medio ambiente En el caso de Chile se han dado dos situaciones contras­ tadas que han implicado, por una parte, la existencia de un gobierno con carácter de excepción, en el período 1973-1990 y, por otra, un gobierno democrático que se instaló a comienzos de 1990, después de elecciones presidenciales realizadas en 1989. Los períodos de tiempo de análisis de las cuestiones ambienta­ les serán por tanto dispares, pero permitirán aún así verificar los antecedentes que dan cuenta de los principales objetivos trazados por las respectivas administraciones. Como respuesta a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, a partir de 1972, las cuestiones ambientales comenzaron a adquirir vina mayor relevancia, y existen expresiones de ello en diversas acciones que se han emprendido también en Chile, tanto a nivel oficial como privado (Hajek, 1990). Objetivos del gobierno anterior En un nivel de la acción de la administración central, un aspecto importante es la incorporación de consideraciones ambientales en la Constitución del año 1980. Es en ese sentido, como lo señala Montenegro (1990) “existe unanimidad en los sectores vinculados al medio ambiente en el país en cuanto a la trascendencia y novedad del precepto incluido en la actual Constitución Política de la República de Chile. Este ha sido ampliamente difundido y comentado”. El artículo 19 señala que “La Constitución asegura a todas las personas (N28): El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza. La ley podrá establecer 275 restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio ambiente”. Por otra parte, y como un resguardo de dicha garantía, la misma Constitución Política hace extensivo a la defensa de este derecho la aplicación del Recurso de Protección, que dice: el que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías establecidos en el Art. 19 (citas varios números e incisos) en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su libre elección y libre contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto (cita varios números), podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la corte de apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue necesarias para resta­ blecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes. Procederá, también, el recurso de protección en el caso del N28 del Art. 19, cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto arbitrario e ilegal imputable a una autoridad o persona determinada. Desde la vigencia de la Constitución (1980), sólo en tres casos a la fecha se habían acogido recursos fundados en la defensa de esta garantía ambiental (Montenegro, 1990). Dichos casos son los Fallos de la Corte Suprema de Justicia, de fechas 31 de julio de 1985 (en contra de 4 industrias pesqueras de Arica, que con sus emanaciones contaminaban el aire de dicha ciudad); 19 de diciembre de 1985 (en contra de la dirección de Riego del Ministerio de Obras Públicas, ordenando la suspensión de extracción de agua de la laguna Chungará); y del 28 de julio de 1988 (en contra de CODELCO, Chile (Corporación del Cobre), para que ponga término definitivo a la depositación de relaves en el litoral de Chañaral). Un caso reciente se refiere al abatimiento de la contaminación de una fundición en la III Tercera Región. Por otra parte, entre las acciones que apuntaban al cumplimiento de los objetivos de cuestiones ambientales del gobierno anterior (1973-1990), fue creada la Comisión Nacional 276 de Ecología (CONADE), por Decreto Supremo N2680 del Minis­ terio de Bienes Nacionales, del 23 de noviembre de 1984, y tuvo por objetivo asesorar al Presidente de la República en las acciones generales de gobierno vinculadas a la protección del medio ambiente y a la conservación de los recursos naturales renovables. De acuerdo al Decreto original, la integraba el Ministro del Interior, quien la presidía, el Ministro de Bienes Nacionales, como Ministro Coordinador, el Ministro de Defen­ sa, de Agricultura, de Salud Pública y el Ministro Director de la Oficina de Planificación Nacional. Contaba además con una Secretaría Técnica y Administrativa. Esta última contenía un Grupo Técnico formado por unos quince especialistas prove­ nientes de diversos sectores. Se integraban, además, otros Ministros en la medida en que los temas a tratar lo requerían. Sus objetivos fueron: a) Identificar los principales problemas ecológicos del país, b) Formular proposiciones sobre Política Ambiental, c) Coordinar la labor de los organismos del sector público relacionados con el medio ambiente y los recursos naturales renovables. En el mismo Decreto Supremo N2680, se preveía la creación de Comisiones Provinciales, presididas por los respectivos Gobernadores, y las Comunales, a cargo de los Alcaldes. No existen antecedentes de que éstas se hubieran materializado en forma efectiva en todas las Regiones del país. Como lo señala Montenegro (1990).. .“desgraciadamente, la falta de recursos técnicos y financieros de CONADE ha limitado su labor coordinadora y asesora, restringiéndose a un accionar casuista, la mayoría de las veces sobre hechos ya consumados, dando origen, incluso, a conflictos ínter institucio­ nales debido a discrepancias en cuanto al enfoque técnico asumido por la Secretaría de la Comisión o por ésta, frente a la posición política de autoridades de Gobierno”. Con fecha 13 de agosto de 1985 se crea la Comisión de Legislación del Medio Ambiente (COLMA), a la cual le fue encargada la elaboración de un anteproyecto de Ley General sobre Protección del Medio Ambiente. En 1986 ha comenzado a circular un borrador de este anteproyecto, para los comentarios de la comunidad nacional, proceso del cual no se conocieron los 277 resultados. Como lo comenta Montenegro (1990) refiriéndose a acciones anteriores de la CONADE y COLMA, “...se puede plantear, como una de sus características, la inexistencia de un sistema nacional en el cual estén integrados los diversos orga­ nismos o instituciones que tengan competencia o interés en los problemas ambientales. Incluso, al interior de uno de los sectores, el ámbito público, se advierten rasgos de descoordina­ ción, inconsistencia en sus actuaciones, soluciones puntuales, falta de enfoques globales e integrados en las medidas que se adoptan, ausencia de una instancia realmente ejecutiva, con atribuciones suprasectoriales y recursos adecuados para llevar a efecto una real y efectiva labor conductora de gestión ambien­ tal...”. Dos aspectos que atañen, por una parte, al ambiente natural, y por otra, al ambiente construido, se señalan a continuación. Dentro de las acciones de protección ambiental se ha creado el Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), lo que es un hito importante en las cuestiones de protección ambiental. Este sistema, formalizado por Ley número 18.362 del 27 de diciembre de 1984 tiene los siguientes objetivos: a) Mantener áreas de carácter único o representativas de la diversidad ecológica natural del país o lugares con comunidades animales o vegetales, paisajes o formaciones geológicas naturales, a fin de posibilitar la educa­ ción e investigación y de asegurar la continuidad de los procesos evolutivos, las migraciones animales, los patrones e flujo gené­ tico y la regulación del medio ambiente, b) Mantener y mejorar recursos de la flora y la fauna silvestres y racionalizar su utilización; c) Mantener la capacidad productiva de los suelos y restaurar aquellos que se encuentren en peligro o en estado de erosión; d) Mantener y mejorar los sistemas hidrológicos natu­ rales, y e) Preservar y mejorar los recursos escénicos naturales y los elementos culturales ligados a un ambiente natural. Aún cuando la Ley fue publicada en 1984 aún no se encuentra en vigencia. Dentro de los objetivos de ordenación, un aspecto impor­ tante de la política ambiental tiene relación con la definición de 278 los fundamentos, objetivos y los medios conforme a los cuales deberá dictarse la legislación que impulse y regule el Desarrollo urbano de Chile. Dicha política fue aprobada el 4 de marzo de 1985. El documento está organizado sobre la base de principios generales (El bien común y el rol del Estado, el derecho de propiedad, la libre iniciativa y mercado, la habitabilidad de los asentamientos urbanos) y de políticas específicas (suelo urba­ no, política sobre la infraestructura urbana, política sobre el equipamiento, política sobre los instrumentos de planificación y regulación del desarrollo urbano, política sobre la participa­ ción de la comunidad). Objetivos ambientales del gobierno actual Dentro de los objetivos ambientales actuales del gobierno que se instaló en marzo de 1990, está el de impulsar tres aspectos fundamentales: una política ambiental, una legisla­ ción ambiental de base y una institucionalidad para asuntos ambientales. El 5 de junio de 1990 nace la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), quedando sin efecto la Comisión Nacio­ nal de Ecología, CONADE. La CONAMA es de carácter inter­ ministerial y está integrada por un Comité de Ministros, presidido por el Ministro de Bienes Nacionales, y formado por los Ministros de Salud, Economía, Agricultura, Minería, Vi­ vienda y Transportes; por un Comité Operativo formado por representantes de todos los Ministerios con competencias am­ bientales y una Secretaría Técnica y Administrativa como organismo técnico y de estudio. De acuerdo a lo indicado por Asenjo (1990), su actual Secretario Ejecutivo, esta Comisión Nacional del Medio Am­ biente, se ha planteado cuatro objetivos básicos: 1. Definir una Política Nacional Ambiental, proponiendo al Presidente de la República un marco global que integre los distintos componen­ tes de las políticas que se están siguiendo o que se pretende seguir, desde el punto de vista de la dimensión ambiental, del manejo de los recursos naturales, y el combate a los fenómenos 279 de la contaminación. 2. Proponer una legislación ambiental, una ley marco, o una ley general el ambiente. 3. La definición de una institucionalidad ambiental del país en los próximos años, y 4. Poner en marcha un esfuerzo significativo de educa­ ción y extensión ambiental. Se ha indicado que dicha política ambiental deberá ser “gradual en su aplicación”, considerando que se parte práctica­ mente desde sus inicios, al no existir mucha experiencia previa en el país al respecto, “realista en su alcance”, desarrollando esfuerzos concretos que enfrenten los problemas más urgentes e inmediatos, y “establece en sus efectos”, considerado en términos de una institucionalidad y acciones que vayan más allá de un solo período de gobierno (Asenjo, 1990). Uno de los componentes más importantes del trabajo que está en desarrollo es un esfuerzo de capacitación al interior del sector público. 1.2. La inclusión de la temática ambiental en los programas de los diferentes partidos políticos Durante los años de la década del 80, hay algunas mani­ festaciones de actividades en el tema medio ambiente al inte­ rior de los partidos políticos, aún cuando no en todos, y en los que las hubo, sin formalizarse estructuras específicas para ello. Un análisis hecho en 19855da cuenta que de numerosas enti­ dades políticas nacionales consultadas, sólo dos respondieron con antecedentes sobre su preocupación ambiental. La Socialdemocracia Chilena en su Departamento de Profesionales tenía una sección especial destinada a la Ecología (sic) tema al cual el partido “por razones obvias asigna gran trascendencia”. En junio de 1986 han publicado un documento llamado “Ecología y Política”, propuesto para la III Convención Nacional de la Social democracia Chilena. El partido del Socialismo Democrá­ tico en esos mismos años señalaba que tiene en su organización una “Dirección de Asuntos Ecológicos” y una posición respecto al medio ambiente. También se indicaba por aquellos años, en esas mismas encuestas, que el Partido Demócrata Cristiano 280 estaba interesado en los temas ambientales, sin precisarse mayores antecedentes. Durante la campaña presidencial realizada en el año 1989, los temas ambientales surgieron fuertemente al interior de los diversos conglomerados, y prácticamente todos incluye­ ron consideraciones ambientales en sus propuestas de progra­ mas de gobierno. Y ello se expresa en que los programas de los tres candidatos presidenciales a la elección presidencial incor­ poran de una u otra forma contenidos ambientales, lo que obviamente era un avance bastante significativo. La Concertación de Partidos que apoyaba al candidato señor Aylwin organizó una Comisión de Medio Ambiente que elaboró los lineamientos generales en este campo, los que en la actualidad están siendo llevados a la práctica. El primer debate público de los candidatos a la presidencia, señores Aylwin y Büchi se desarrolló durante el III Encuentro Científico sobre el Medio Ambiente, organizado por CIPMA, en la ciudad de Concep­ ción, en agosto de 1989, y se realizó sobre el tema “medio ambiente”. Tal como se ha indicado, “en los contenidos de las plata­ formas de los candidatos como en sus discursos, el tema am­ biental, el tema del manejo de los recursos naturales, el tema de la contaminación, aparecen en forma bastante destacada, lo que lleva definitivamente a que en un cortísimo plazo de tiempo el tema ambiental sea aceptado como un tema oficial del cual se puede hablar públicamente en el país sin que suceda nada extraño”... (Asenjo, 1990). En la actualidad hay algunos partidos políticos que man­ tienen actividades, o preocupaciones, o estructuras específicas para atender cuestiones ambientales. Entre ellos cabe nombrar al Partido Demócrata Cristiano, Partido Socialista, Renovación Nacional. En el Parlamento chileno se han creado las Comisiones de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente (Cámara de Diputados) y de Ecología y Bienes Nacionales (Senado), que tratan materias relacionadas con medio ambien­ te. 281 Por otra parte, se ha creado un movimiento, dirigido por un Senador de la República, y conformado por diversas perso­ nalidades del ambientalismo de Chile, que se denomina “Salve­ mos Santiago” y que persigue apuntar hacia latoma de concien­ cia y la resolución de los problemas ambientales de la ciudad capital. 1.3. El punto de vista respecto a la problemática ambiental de empresarios y obreros En los últimos años ha ido en aumento la percepción de la problemática ambiental y la formación de una mayor concien­ cia en los empresarios de diversas actividades productivas del país. Aún las empresas del Estado se han visto imbuidas de una mayor conciencia respecto del deterioro del medio ambiente, y han iniciado acciones, algunas incipientes, de protección am­ biental. Existe una comprobación que se está generalizando en muchas de las empresas en el sentido de que invertir en medio ambiente es ciertamente un buen negocio. Las presiones inter­ nacionales respecto de la calidad y la debida protección ambien­ tal que deben tener los productos que se exportan (y también los envases que los contienen), ha hecho que también en Chile aumente la preocupación por estas materias y se esté comen­ zando a producir protegiendo el entorno. Cada vez con mayor frecuencia (y muchas veces condicio­ nado al otorgamiento de créditos) se realizan en Chile, por grupos especializados de consultores, las Evaluaciones de Im­ pacto Ambiental, que son herramientas metodológicas orienta­ das a buscar una cuantificación sistemática de los efectos (positivos y negativos) que tienen las actividades humanas sobre la calidad del medio, y a buscar los mecanismos de mitigación más adecuados, sin ser un freno para el desarrollo. Aún cuando no exista todavía una legislación adecuada y precisa al respecto, por los efectos de la preslión de la comuni­ dad, por problemas de imagen pública de las empresas o por una conciencia ambientalista de sus directivos, se desarrollan estos estudios que apuntan a ofrecer alternativas razonables para 282 minimizar las acciones negativas de la intervención del hombre y a unir el concepto de desarrollo, con una adecuada manten­ ción de la calidad de vida (Hajek, 1990). Es posible observar también un mayor interés por parte de algunas empresas, esencialmente del sector minero y del forestal, por tratar el tema ambiental. Entre ellas se puede destacar la Compañía Minera Disputada de Las Condes (Ex­ xon), Shell, Minera, Mantos de Oro, La Escondida, El Indio, CODELCO (estatal), y otras dentro del sector minero, y diver­ sas empresas del sector forestal, algunas de las cuales han creado incluso departamentos o gerencias ambientales para atender estas materias. La Sociedad de Fomento Fabril ha estado impulsando acciones ambientales a nivel de diversas empresas y se ha vinculado con diversas ONGs para desarrollar actividades en este campo. También es de interés señalar que la Confederación de la Producción y del Comercio ha constituido un comité especial sobre problemas ambientales para sus asociados. Entre los trabajadores organizados en la Central Unita­ ria de Trabajadores, existe también especial preocupación por la temática ambiental, como puede reflejarse en algunas reu­ niones y escritos que se han desarrollado al respecto. En algunos de sus planteamientos se ha expresado, respecto de la culpabilidad de los trabajadores en el deterioro ambiental, que muchas veces su accionar y sus efectos sobre el entorno podrían considerarse de tipo indirecto, al actuar bajo directrices dicta­ das por sus superiores, y por tanto en ese sentido a no tener una responsabilidad directa en la producción de los problemas ambientales. Ello ocurre especialmente en aquellas empresas que aún no han incorporado consideraciones ambientales en sus proyectos (Machuca, 1990). 1.4. Objetivos de otros grupos intermedios respecto del medio ambiente Con respecto de otros grupos, es necesario destacar diver­ sas acciones y organizaciones. Por ejemplo, en 1985 se ha creado 283 el Comité de Ciencias Ambientales de CONICYT. Este Comité que ha sido constituido a nivel de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, integrado por 15 cientí­ ficos representativos del ambientalismo de este país, como grupo autogenerado en la comunidad científica, se ha fij ado por tareas las de actuar como una entidad de coordinación y estímulo de los esfuerzos que realiza la comunidad científica del país en estas materias. También se ha formalizado la Asocia­ ción Chilena de Derecho Ambiental, ACHIDAM, a la que están vinculados distinguidos abogados expertos en derecho ambien­ tal, y cuyas tareas son las de aportar a este campo especializado dentro del Derecho. En materias de política ambiental, tanto el Comité de Ciencias Ambientales de CONICYT como ACHIDAM han aportado en el período 1987-88 a la elaboración de documentos de principios (científicos, éticos y de gestión) para una política ambiental (Hajek, 1990). A nivel de la organización de los grupos de base de la comunidad se ha podido ver qué a través de una mejor prepa­ ración en la comprensión de la estructura y funcionamiento de la naturaleza, el papel del hombre y del papel que le compete a la comunidad en las decisiones políticas, se ha logrado revertir a modificar ciertos procesos de desarrollo de nuevos proyectos de cierta envergadura, por la presión comunitaria, el apoyo de los tribúnales y el hecho de sentarse jurisprudencia en algunos casos. Decisiones importantes se han tomado por este ejercicio respecto de algunos proyectos: Pingüinos de Algarrobo, Astillas en Chiloé, Central Petrohué, Vertedero Lo Errázuriz, Aducción de Aguas del Lago Chungará, Lobos Marinos, Alerce, Arauca­ rias, Estadio de la UC en el Cerro San Cristóbal, contaminación de la Bahía de Chañaral, recurso de protección por contamina­ ción de buses en Santiago, indusrias y varias otras. Estos casos ambientales han sido, además importante mecanismo de crea­ ción de conciencia ambiental de la comunidad a través de una educación ambiental informal, vía la acción (Hajek, 1990). Los medios de comunicación también han aumentado el número de reportajes y el interés por las cuestiones ambienta­ les. Los medios de prensa se han convertido así en una instancia 284 muy válida para conocer, denunciar, discutir, y proponer alter­ nativas de solución de muchos de los problemas que sobre el entorno inquietan a la opinión pública. A los medios de prensa escrita y hablada se han agregado reportajes esporádicos sobre la problemática ambiental en los medios televisivos, con una mayor preocupación por estos temas, si bien ellos han sido casi solamente reacciones a algún problema que se genera de impro­ viso, y dejan de tener interés público a las pocas semanas de ocurrido ese evento. No hay, aparentemente, una labor siste­ mática en esos medios que permitan educar, sobre la base de antecedentes científicos, a la comunidad. En muchos de estos reportajes se ha tratado de descripciones altas, a veces muy hermosas, de flora y fauna, sin que esté presente efectivamente la dimensión ambiental, en el sentido de consierar el aspecto social, incluida la población humana del país. Aún cuando debe mencionarse que en último tiempo, los aspectos descriptivos y de denuncias se han orientado notablemente a cuestiones de la interacción hombre-ambiente, con sus consecuencias de dete­ rioro del entorno, y por esa vía han ido aumentado en presencia. 1.5. Algunas consideraciones respecto de la educación ambiental en el país Podemos afirmar que en Chile no existe hasta el presente una educación ambiental propiamente tal, organizada, sólida y bien cimentada en el manejo conceptual, aún cuando hay incorporación de elementos ambientales en diversos niveles de la enseñanza (parvulario, básica, media) y diversos cursos y programas a nivel universitario. En el caso de las universidades puede señalarse, como un paso positivo la gradual incorpora­ ción de la variable ambiental en el currículo de algunas carreras de pregrado, como también es posible detectar diversos progra­ mas de posgrado (maestrías y doctorados) relacionados con medio ambiente y ecología. Ello ha implicado también una orientación de los intereses de muchas de las organizaciones académicas de ciencia básica a las cuestiones ambientales, por la actualidad que reviste el tema y los recursos disponibles. En 285 varios Institutos Profesionales existen diversas materializacio­ nes de cursos especiales y carreras profesionales vinculadas con el medio ambiente. En la actualidad la Comisión Nacional del Medio Ambien­ te cuenta con comisiones de especialistas trabajando en los aspectos de educación ambiental, a fin de ir incorporando de una manera sistemática la dimensión ambiental en la enseñan­ za a todo nivel (tanto en la educación formal como informal) y otorgando señales claras respecto de la orientación que dicha enseñanza debe tener para cumplir con sus objetivos de crear conciencia y de capacitar. 2.1. Las instituciones estatales de gestión ambiental Comisión Nacional del Medio Ambiente La gestión ambiental a nivel nacional está centrada en la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), habiéndo­ se descartado en mayo de 1991 la creación de un Ministerio del Medio Ambiente. Tal como se describió anteriormente, la CO­ NAMA es de carácter interministerial, asesora del Presidente de la República, y está formada por un Comité de Ministros. Cuenta también con un Comité operativo en el cual están representados, además de los ministerios ya mencionados, otros donde las competencias ambientales están también pre­ sentes, como Defensa, Relaciones Exteriores, Educación y Obras Públicas, entre otros. Tiene además una Secretaría Técni­ ca y Administrativa, que está a cargo de un Secretario Ejecuti­ vo, y cuenta con un Coordinador Técnico y diversos especialis­ tas. Asenjo (1990) señala que “La Comisión Nacional del Medio Ambiente realiza sus tareas a través de la creación de grupos de trabajo en términos de lo que es definición de proyectos y de documentos de política y en lo relacionado con la ejecución de la puesta en marcha de las iniciativas, a través de dos componentes importantes: Primero, los diferentes ministe­ rios siguen siendo las unidades ejecutoras de las políticas que 286 se decidan. La idea es generar un mecanismo de coordinación una vez que las políticas sean aprobadas por el Presidente de la República y permitir que sean los mismos Ministerios los que continúen en una forma coordinada su delineación y puesta en practica. Por lo tanto la Comisión ha creado las Unidades Ambientales Ministeriales, en cada uno de los distintos ministerios, en los cuales las competencias ambien­ tales hoy día se encuentran difusas. Esta Unidad se convierte de hecho en el punto de contacto para la estructura de la Secretaría Permanente de la Comisión Nacional. Hay varios ministerios en los cuales antes no existía, entre ellos se destaca el de Minería y Obras Públicas, donde hoy día existe una unidad a nivel de subsecretaría —o sea del segundo nivel político de importancia en el Ministerio—, donde están radica­ das a lo largo del Ministerio. Y en lo que se relaciona con las regiones, —y la intención del Gobierno es darle una importan­ cia bastante marcada a la regionalización del país como uno de los componentes del proceso de democratización—, se crean las Comisiones Regionales del Medio Ambiente, presididas por el respectivo Intendente de la Región, —que es la máxima autoridad política— y formada por los distintos representan­ tes de los Ministerios. Estas comisiones regionales y las unidades ministeriales pasan a ser los brazos ejecutores de las decisiones que se adoptan centralmente por parte de la Comi­ sión Nacional”. Comisión Especial de Descontaminación de la Región Metropolitana Dada la especial situación de la Región Metropolitana en términos de la contaminación de diversos tipos (atmosférica, hídrica y acústica) que la afecta, el Gobierno ha creado la Comisión Especial de Descontaminación de la Región Metropo­ litana, la que ha planteado un programa de corto, mediano y largo plazo para reducir los niveles de contaminación que afectan a esta área, la que concentra el más alto número poblacional. 287 2.1.1. Breve historia de la gestión ambiental En secciones anteriores hemos analizado en detalle los aspectos más relevantes de la historia de la gestión ambiental de Chile. 2.1.2. La organización institucional de la política ambiental (a nivel federal, provincial, municipal) Actualmente, la organización institucional de la política ambiental está centrada en la Comisión Nacional del Medio Ambiente, entidad interministerial, de acción cordinadora (ver descripción antes) y que se relacionará con las Comisiones Regionales del Medio Ambiente (COREMA), con las comisiones provinciales, y con las comisiones comunales. Con ello, la institucionalidad va desde la organización más amplia, a nivel nacional, hasta las comunidades regidas por el gobierno local, con amplia participación de las bases. 2.2. Las organizaciones ecologistas y ambientalistas Bajo esta denominación pueden mencionarse diversas organizaciones, centros de estudio, asociaciones o fundaciones de carácter privado conocidas también como Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), que han venido destacándose en estos últimos años por su accionar frente a los problemas ambientales, desde sus diversos ámbitos de acción (Montene­ gro, 1990). Los grupos ecologistas han tenido en el país una trayectoria relativamente extensa, desde la creación en 1968 de CODEFF (El Comité Nacional pro Defensa de Flora y Fauna). Esta organización, que ha tenido un papel importante en su preocupación referente a flora y fauna ha ampliado su espectro de acción, al preocuparse por diversos aspectos de la problemá­ tica ambiental. La acción de CODEFF ha sido seguida por otros grupos que han tenido diversa historia, trayectoria, claridad y calidad de sus planteamientos, aceptabilidad del público y persistencia en el tiempo. Cabe mencionar así al Instituto de 288 Ecología de Chile, creado en 1974, y que tiene como finalidad actuar en defensa del Medio Ambiente. En otra orientación se encuentra la Asociación Chilena de Derecho Ambiental, vincu­ lada estrechamente con este campo de acción y siendo un lugar de encuentro para la planificación, promoción, realización y difusión de estudios orientados a la investigación, desarrollo y perfeccionamiento del Derecho Ambiental. También debe men­ cionarse la creación de CIPMA (Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente), una corporación académica de derecho privado formada con el propósito de realizar estu­ dios y formular proposiciones en relación con los problemas que afectan a los asentamientos humanos en cuanto a condiciones de vida y medio ambiente. Existen luego varios otros grupos de mayor o menor éxito o credibilidad en el país. Si consideramos acá a las entidades de educación supe­ rior, en muchos de ellos se han formalizado entidades coordina­ doras, como centros, o comisiones de medio ambiente, que tienen por finalidad lograr la acción interdisciplinaria en los acercamientos a la problemática ambiental. Algunas de los grupos mencionados han basado su activi­ dad en una franca posición de denuncia o defensa de los intereses ambientales; representativos en esta línea son: El Comité de Defensa de Fauna y Flora (CODEFF) y el Instituto de Ecología. Otros se han especializado en el estudio y discusión abierta de temática ambiental. Se destacan: EL Centro de Investigación y Planificación en Medio Ambiente (CIPMA), la Asociación Chilena de Derecho Ambiental, y la Fundación “Claudio Gay” (Montenegro, 1990). Entre las realizaciones significativas en torno al medio ambiente, por la magnitud de la participación, por la cantidad de trabajos, algunos de bastante calidad y por la posibilidad de la difusión y discusión de trabajos en el ámbito del medio ambiente, cabe destacar el significativo papel que le correspon­ de a los Encuentros sobre el Medio Ambiente realizados en el país, en los años 1983, 1986 y 1989. Esto significa un notable aporte que una organización de derecho privado, el Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente (CIPMA) 289 está haciendo al fomento de todo lo que tiene que ver con las cuestiones ambientales de Chile. La oportuna publicación de los trabajos-resúmenes, la discusión amplia y abierta de traba­ jos, aún cuando no hubiese todavía sido comprendido a cabalidad el marco de referencia ambiental, es un indicio de que existe lentamente una mayor percepción de la necesidad de dar debida consideración a las cuestiones ambientales en una perspectiva científica (Hajek, 1990). Ultimamente, un numeroso grupo de entidades de base social, con interés en los problemas del deterioro ambiental han constituido la Red Nacional de Acción Ecológica (RENACE), que incluye a un número superior a las 80 entidades ambienta­ listas, entre las que se destaca el Instituto de Ecología Política, como vina agrupación central de coordinación. 3. Los instrumentos (medidas) de la política del medio ambiente 3.1. Legislación ambiental (ley marco, legislación ambiental, legislación de relevancia ambiental) Dentro de los planes que se ha propuesto el actual Gobierno están los de impulsar la preparación de una legislación ambien­ tal. Un grupo de expertos en derecho ambiental, y de académicos, elabora un anteproyecto de una Ley de Bases para el desarrollo sustentable y la protección del patrimonio ambiental. Dado que la legislación de relevancia ambiental en Chile está dispersa, es incoherente, contradictoria, en la gran mayo­ ría de los casos bastante desconocida y muchas veces las instituciones el Estado que tienen que velar por la aplicación de estas normas de incidencia ambiental no están al día en la información de cuál es la normativa vigente, la CONAMA está desarrollando un proyecto de recopilación y sistematización de cerca de 2.000 normas legales que son de relevancia ambiental, para presentarlas dentro de un documento único de consulta y uso (Montenegro, 1990). A modo de comentario final podemos afirmar que, en Chile, las acciones ambientales a diversos niveles, tanto del 290 gobierno como de las comunidades de base, las empresas, los grupos ambientalistas, los centros de enseñanza superior y otros, muestran en la actualidad un sostenido desarrollo; ello hace ver las cuestiones ambientales como formando parte de la vida nacional del país y pasando de las consideraciones de tipo afectivo, cualitativo, a una adecuada sistematización, ordena­ ción y desarrollo del entorno sobre bases seguras, respaldadas desde los niveles superiores de gobierno con señales y directri­ ces claras. 1La división político-administrativa de Chile comprende 13 Regiones (deno­ minadas I a XII, y que están ordenadas aproximadamente de norte a sur, y la Región Metropolitana, que incluye a la ciudad capital, a los 33,5 grados de latitud sur). 2Se usarán los datos del último censo realizado (ver arriba). Para algunos de los antecedentes existen proyecciones, que se incluyen, pero dadas las particularidades de este trabajo, y de su extensión, sólo podrán aportarse antecedentes generales orientadores de las principales características del país, que permitan algún grado de comparabilidad. 3 Aylwin, J. y A. Scozia, 1989, El problema del medio ambiente en Chile: violación de un derecho humano, Comisión Chilena de Derechos Humanos. 4Canelo, 1989, Diagnóstico y propuestas ambientales para la democracia, Mimeo, Santiago. 5Hajek, E. R„ 1985, Estado del Medio Ambiente en Chile, Informe a PNUMA (datos no publicados). Bibliografía ACHIDAM, 1988, Principios de Política Ambiental, (Carta de Costa Brava), Asociación Chilena de Derecho Ambiental, Santiago. Alegría, R., 1985, Chile Ecológico, Tomos 1 al 6, Fondo Cultural Diario La Tercera, COPESA, Santiago. Asenjo, R., 1990, “La gestión ambiental en Chile”, en: Gestión Ambiental en los países del Convenio Andrés Bello: 121-135. 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