1 Boletín Informativo ampliado ADHESIÓN AL MERCOSUR: MÁS COSTOS QUE BENEFICIOS. Esta es la conclusión general que se desprende de cualquier análisis serio sobre el tema. Y no solo eso, sino que tampoco se encuentra una explicación plausible para la iniciativa gubernamental de adhesión, sobre todo si se tiene en cuenta que ya existe un Acuerdo comercial con el MERCOSUR, el ACE 59, bajo el cual el 97% de las exportaciones ecuatorianas a ese mercado ya entran con arancel cero. Una de las cosas que más preocupan es la que se refiere a las consecuencias de pasar a formar parte de una unión aduanera cuyo Arancel Externo Común (AEC) se convertiría en una verdadera camisa de fuerza para el desarrollo productivo nacional, incluso para el cambio de la matriz productiva. Más de 4.600 subpartidas del Arancel Nacional (alrededor del 64% del mismo) tienen un nivel arancelario inferior al AEC (3000 de ellas con arancel cero) lo cual ha facilitado las importaciones de las materias primas y bienes de capital que el aparato productivo nacional requiere. En el lado opuesto están otras 2.100 subpartidas (alrededor del 30% del AN), con niveles arancelarios nacionales superiores al AEC. La adopción del AEC significaría perder la posibilidad de tener una política arancelaria propia, y más bien alinearnos con la del MEERCOSUR, que se caracteriza por un alejamiento de Estados Unidos, y una forma de negociar lentísima con la Unión Europea. El problema de no tener una política arancelaria propia ya la vivimos con el AEC de la CAN, cuando los productores nacionales de ciertos sectores tuvieron que pagar altos aranceles por la importación de sus insumos, situación de la que se beneficiaron los proveedores de los demás países andinos. Es verdad que se pueden negociar excepciones al AEC del MERCOSUR, pero éstas necesariamente son temporales. El plazo más largo es el que se les ha dado a las excepciones del Paraguay: hasta el 2019. Además, y más allá de que los sectores azucarero y automotor no se han incorporado aún al AEC, los únicos sectores respecto a los cuales hay posibilidades de negociar excepciones temporales son los bienes relacionados con la 2 información y telecomunicación, lo cual significa, entre otras cosas, que no habrían excepciones, temporales o no, para las materias primas para las cuales el AN contempla un arancel menor al AEC. El adherir al MERCOSUR implica renunciar a la posibilidad de negociar bilateralmente acuerdos comerciales no solo con Estados Unidos y la Unión Europea, sino también con cualesquiera otros países con los cuales ya hemos iniciado negociaciones o queramos iniciarlas en el futuro. Este también es otro problema que ya lo vivimos en la CAN, pues el Acuerdo de Cartagena obligaba a la negociación en bloque con terceros, norma que los países andinos tuvieron que abandonar dadas sus disímiles posturas frente a la globalización. El AEC también crea una situación de incertidumbre respecto al mantenimiento de las preferencias arancelarias que el Ecuador otorga a otros países, pues el AEC obliga a aplicar sus tarifas arancelarias a los países que no sean miembros del MERCOSUR, vale decir, a los de la CAN, Chile, México, Venezuela, Cuba y Guatemala. A manera de caso ilustrativo cabe citar el Protocolo de Adhesión de Bolivia al MERCOSUR, en el cual se prevé la creación de un grupo de trabajo para encauzar las negociaciones con terceros países con miras a la adhesión de Bolivia “a los instrumentos internacionales y acuerdos celebrados por los demás Estados Parte con aquellos (con los terceros países) en el marco del Tratado de Asunción” (el paréntesis es añadido). La incertidumbre radica en que las preferencias que Ecuador otorga a esos países, y por ende, su participación en los Acuerdos respectivos, incluida la CAN, quedaría supeditada a lo que el Grupo de Trabajo del MERCOSUR decida. Otra importante fuente de eventuales problemas, en el caso de concretarse la adhesión, es la ausencia de salvaguardias intra‐bloque en el ordenamiento jurídico del MERCOSUR. La experiencia demuestra que este mecanismo sí es necesario, pues constituye una forma ordenada y racional de enfrentar situaciones en las que las importaciones masivas, provenientes de los países socios, causen o amenacen causar daño grave a 3 la producción nacional. Cabe señalar que tanto en el ACE 59 como en la CAN sí se contemplan este mecanismo. Por último, también hay que señalar que el régimen de origen del MERCOSUR es menos favorable para el Ecuador que el del ACE 59. El del MERCOSUR no permite que las materias primas de Colombia y Perú puedan ser consideradas como originarias a los efectos de incorporarlas en productos que el Ecuador exporte a ese bloque (“acumulación”), como sí lo permite el ACE 59. Para muchos productos, entre ellos los bienes de capital, el MERCOSUR exige un valor agregado del 60%, siendo que el ACE 59 sólo nos exige el 45% (y el 50%, dentro de algunos años). Para los sectores metalmecánico y electrónico sus reglas específicas de origen también son más exigentes que las del ACE 59. En síntesis, son más los costos que tendría que asumir el Ecuador, que los beneficios. Más la posibilidad de acrecentar el saldo desfavorable de la balanza comercial con el MERCOSUR, que desde el 2005 supera los mil millones de dólares anuales, que de reducirlo. Además, la certeza de que nuestra política comercial frente a terceros perderá identidad, sin necesidad alguna. CP/2013/03/19