CAMBIO CLIMATICO: LAS LECCIONES DEL PASADO María del Socorro Lozano García El clima varía en escalas temporales que van desde años, décadas, cientos de años, milenios y hasta millones de años. Esta variabilidad influye en dónde y cómo se desarrollan todas las formas de vida. La variabilidad climática es causada por varios factores, algunos de ellos son externos, como la cantidad de radiación solar que llega al planeta y otros, internos, asociados al funcionamiento propio del sistema climático. Para predecir el cambio climático en el futuro cercano, es necesario comprender el funcionamiento del sistema climático y para ello, es indispensable explicarlo documentando las variaciones que han ocurrido en el pasado. El registro meteorológico instrumental solo abarca alrededor los últimos 150 años y no cubre todos los continentes. Para reconstruir cambios en el pasado, se utilizan indicadores indirectos de las estimaciones de la variabilidad climática y estos indicadores se encuentran en los archivos naturales tales como núcleos de sedimentos lacustres y marinos, evidencia glacial, anillos de árboles, espeleotemas, entre otros. Dichos archivos naturales registran por sus características biológicas, químicas o físicas, los fenómenos relacionados con el clima. Nuevas técnicas se han desarrollado en las últimas dos décadas para documentar con mayor resolución temporal y precisión el cambio climático pasado y los resultados indican que el cambio climático recurrente actúa como una fuerza física y un agente de cambio físico, ecológico y cultural en distintas escalas. Las investigaciones para documentar el clima del pasado en México se han incrementado recientemente. Por ejemplo, evidencias sobre los cambios de la vegetación, niveles lacustres e inferencias sobre el cambio en la temperatura durante el penúltimo interglacial, así como durante las fluctuaciones que caracterizan el último ciclo glacial, emergen del estudio de sedimentos lacustres de Chalco, en la cuenca de México. El conjunto de indicadores provenientes de la región central del país, indican una disminución máxima en la temperatura de 8.5°C durante el último máximo glacial hace 22,000 años, cuando el casquete del hemisferio norte alcanzó su máximo desarrollo. Las fuentes de humedad cambiaron significativamente, lo que ocasionó condiciones de sequía en el sur y de humedad en la porción norte del país, de manera que el aporte de la lluvia de verano disminuyó asociado a una posición promedio más al sur de la Zona de Convergencia Intertropical. En cambio, la lluvia de invierno se incrementó por el desplazamiento al sur de los vientos del oeste, sobretodo en el NW de México. Hay además, indicios de cambios climáticos en escalas milenarias como son los eventos Heinrich, eventos fríos caracterizados por la descarga de témpanos de hielo en el Noratlántico, que produjeron sequías y cambios en la composición de los bosques en el centro de México. Otras oscilaciones son los eventos abruptos y cálidos llamados Dansgaard/Oeschger los cuales forman parte de los denominados ciclos Bond y que tienen una periodicidad de entre 1300 a 1500 años, donde las fases más frías o cálidas duran ~ 700 años. Un ejemplo de esta ciclicidad es el periodo frío denominado Pequeña Edad de Hielo (1350 a 1850), que se detecta en la zona tropical de Los Tuxtlas con una disminución en la temperatura de 2°C durante la cual dominaron condiciones más húmedas, mientras que en la península de Yucatán se registran ambientes secos; lo anterior documenta la variabilidad geográfica de la respuesta al cambio climático. En la región occidental del país, se registran múltiples sequías los últimos 700 años destacando seis por su intensidad (1365-1384, 1526, 1655-1670, 1818, y 1900-2000) algunas de las cuales se extienden hacia el norte de México. Estas sequías están relacionadas con cambios en la actividad solar y/o a la ciclicidad interanual como El Niño. Cualesquiera que vayan a ser los impactos antropogénicos en el clima futuro, estarán siempre sobre-impuestos a algún tipo de variabilidad climática natural. Por lo tanto, al ver hacia el futuro, debemos mirar al pasado para establecer cómo, cuándo y porqué el clima ha variado y así poner en perspectiva las variaciones en el clima contemporáneo.