Revista Chilena de Derecho. Vol. 26 N" 2. pp. 517-525 (1999). Sección Jurisprudencia Sentencia del Tribunal Constitucional, 27 de mayo de 1999 Control de Constitucionalidad de Proyecto de Ley que modifica la Ley N" 18.410. orgánica de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles y el DFL N" 1, de 1982. de Minerfa, Ley General de Servicios Eléctricos' DOCTRINA: Que la ley establezca como requisito para impetrar un recurso de reclamación y con ello la intervención de los Tribunales de Justicia, el deber de consignar el 25% de la multa impuesta no impide el acceso a la justicia de los afectados por la multa. sino solamente lo regula en consideración a la necesidad de asegurar el debido funcionamiento del servicio público que prestan. La exigencia constituye un incentivo efectivo para que las empresas mejoren la coordinación y la seguridad del sistema. En suma, la sanción administrativa y especialmente la consignación respectiva, lejos de tratar de impedir el acceso de la justicia, busca restablecer el orden previamente quebrantado en aras del Bien Común (Voto de Mayoría, Considerando 7"). Que. la exigencia impuesta al reclamante en la referida disposición, erosiona el derecho de acceso a la justicia establecido en el artículo 19. N" 3° de la Carta Fundamental. en la parte que consagra la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos y que, como bien lo ha puntualizado la doctrina. es el reconocimiento del derecho a la acción para tutelar los derechos fundamentales (Voto en contra de los Ministros Luz Bulnes y Mario Verdugo). • Esle proyecto. ya aprobado como Ley N° 19.613 fue publicado en el Diario Oficial de 8 de junio de 1999. COMENTARIO: SANCIONES ADMINISTRATIVAS y ACCESO A LA JUSTICIA. APUNTES SOBRE UNA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Eugenio Evans Espiñeira Abogado Profesor de Derecho Constitucional Derivado del racionamiento eléctrico y como consecuencia de los efectos que para el país se generan de los cortes de s'uministro, en diciembre de J 998 el Poder Ejecutivo sometió a la consideración del Congreso Nacional un proyecto de ley en cuya virtud se introducen modificaciones a la Ley N° 18.410 que creó la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (S.E.C.) y al D.F.L. N" J de Minería, de 1982, que contiene la Ley General de Servicios Eléctricos. Básicamente, el proyecto -posteriormente modificado por indicaciones presidenciales de fecha de 29 de abril de 1999- procuraba los objetivos siguientes: a) Acrecentar las facultades fiscalizadoras de la S.E.C.; 518 REVISTA CHILENA DE DERECHO 1. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Santiago, veintisiete de mayo de mil novecientos noventa y nueve. Vistos y Considerando: 10. Que, por oficio N" 2.359, de 24 de mayo de 1999, la Honorable Cámara de Diputados ha enviado el proyecto de ley, aprobado por el Congreso Nacional, que modifica la Ley N" 18.410, Orgánica de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, y el Decreto con Fuerza de Ley N° 1, de 1982, de Minería, Ley General de Servicios Eléctricos, con el objeto de fortalecer el régimen de fiscalización del sector, a fin de que este tribunal, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 82, N° 1, de la Constitución Política de la República, ejerza el control de constitucionalidad respecto del artículo 19, contenido en el numeral 9) del Artículo 1° del mismo; 2°. Que, el artículo 82, N° 1, de la Constitución Política establece que es atri- b) c) [Vol. 26 bución de este Tribunal: "Ejercer el control de la constitucionalidad de las leyes orgánicas constitucionales antes de su promulgación y de las leyes que interpreten algún precepto de la Constitución"; 3°. Que el artículo 74, incisos primero y segundo, de la Carta Fundamental establece: "Artículo 74.- Una ley orgánica constitucional determinará la organización y atribuciones de los tribunales que fueren necesarios para la pronta y cumplida administración de justicia en todo el territorio de la República. La misma ley señalará las calidades que respectivamente deban tener los jueces y el número de años que deban haber ejercido la profesión de abogado las personas que fueren nombradas ministros de corte o jueces letrados. La ley orgánica constitucional relativa a la organización y atribuciones de los tribunales, sólo podrá ser modificada oyendo previamente a la Corte Suprema de conformidad a lo establecido en la ley orgánica constitucional respectiva."; Aumentar el monto de las multas o sanciones pecuniarias que ese órgano puede imponer a las entidades y empresas fiscalizadas; Eliminar la sequía o fallas de centrales eléctricas como causales de fuerza mayor o caso fortuito que posibilitaran a las empresas excluirse de los efectos de la dictación de decretos de racionamiento, en conformidad con el nuevo texto que se proponía al artículo 99 bis del D.F.L. N° 1 antes citado. Nos referiremos al contenido del considerando 7° de la sentencia del Tribunal Constitucional, sin perjuicio del pequeño comentario que haremos, a propósito de los considerandos 9°, lO, II Y 12 Y párrafo final t '). En un primer análisis, útil es recordar que el artículo 2° de la Ley N° 18.410, al señalar el objeto de la S.E.C., lo describe como un servicio destinado a fiscalizar y supervigilar el cumplimiento de las disposiciones legales y reglamentarias y normas técnicas sobre generación, producción, almacenamiento, transporte y distribución de combustibles líquidos, gas y electricidad. Es decir, las atribuciones que describe a su turno el artículo 3° y los nuevos 3A, 38, 3C, 3D y 3E de la señalada ley (incorporados a su texto por la Ley N° 19.613), se ejercen en función al control de tres actividades económicas diversas, a saber, generación, producción, almacenamiento, transporte y distribu- (*) Comentario este que debe complementarse con el escrilo de "se tenga presente". que presentáramos ante el Tribunal Constitucional y que se transcribe como anexo a la sentencia. 1999] EVANS: SANCIONES ADMINISTRATIVAS Y EL ACCESO A LA JUSTICIA 4°. Que, la disposición sometida a control de constitucionalidad prescribe: "Artículo 1°._ Introdúcense las siguientes modificaciones en la Ley N° 18.410, que crea la Superintendencia de Electricidad y Combustibles: "9) Reemplázase el artículo 19, por el siguiente: "Artículo 19.- Los afectados que estimen que las resoluciones de la Superintendencia no se ajustan a la ley, reglamentos O demás disposiciones que le corresponda aplicar, podrán reclamar de las mismas, dentro del plazo de diez días hábiles, contado desde la notificación, ante la Corte de Apelaciones correspondiente al domicilio del reclamante. Si la resolución afectare a más de una persona o entidad, cuyos domicilios correspondieren a territorios jurisdiccionales de diferentes Cortes, será competente para conocer de todas las reclamaciones a que haya lugar aquella que corresponda al domicilio de la autoridad que haya expedido el acto administrativo reclamado. 519 Las sanciones que impongan multa serán siempre reclamables y no serán exigibles mientras no esté vencido el plazo para interponer la reclamación, o esta no haya sido resuelta. Para interponer la reclamación contra una multa deberá acompañarse boleta de consignación a la orden de la Corte, por el 25% del monto de la misma. La Corte de Apelaciones dará traslado de la reclamación a la Superintendencia, notificándola por oficio y esta dispondrá del plazo de diez días hábiles contado desde que se notifique la reclamación interpuesta, para formular observaciones. La Corte no podrá decretar medida alguna que suspenda los efectos del acto reclamado, cuando la suspensión de los efectos de la resolución pueda afectar la calidad del servicio, la continuidad del mismo o la seguridad de las personas. Evacuado el traslado por la Superintendencia, o vencido el plazo de que dispone para formular observaciones, el tribunal ordenará traer los autos en relación y la causa se agregará extraordinariamente ción de combustibles líquidos, gas y electricidad y, por tanto, a los agentes respectivos le son aplicables tales preceptos y ellos también pueden ser objeto de las nuevas sanciones que previene la ley. Tales nuevas sanciones impuestas por un solo funcionario administrativo y conforme su discrecional apreciación de los hechos que podrían 'enmarcarse en los tipos penales administrativos que describe el nuevo artículo 15 de la Ley NO 18.410, pueden llegar hasta las 10.000 U.T.A., es decir, una suma que se aproxima a los tres mil millones de pesos. La ley califica las infracciones administrativas que dan lugar a sanciones en gravísimas, graves y leves y hace una graduación de las multas conforme a la concurrencia de algún tipo de infracción que, en forma vaga e incompleta, describe el precepto citado en el párrafo anterior. Pero lo más relevante al punto de este comentario es que los tipos penales administrativos y las sanciones son aplicables no sólo a las empresas eléctricas que conforman el sistema eléctrico a que se refiere el Tribunal Constitucional, sino que también a los agentes económicos que distribuyen combustibles líquidos y gas, los que no necesariamente son concesionarios de servicios públicos ni conforman sistema alguno que exija seguridad y coordinación. Lamentablemente el T.e. no tuvo presente el ámbito del objeto de la S.E.C. y legitimó en función de uno de los sectores en que se desenvuelve la fiscalización, la necesidad de consignar un porcentaje de las multas para determinar por la Justicia, si es que la sanción aplicada se corresponde o no a Derecho. Pero, además el T.C. hace una declaración que no compartimos. Señala que "la sanción administrativa y especialmente la consignación respectiva, lejos de 520 REVISTA CH1LENA DE DERECHO a la tabla de la audiencia más próxima, previo sorteo de la Sala. La Corte podrá, si lo estima pertinente, abrir un término probatorio que no podrá exceder de siete días, y escuchar los alegatos de las partes. En caso de no acogerse el reclamo, el monto de la consignación se entenderá abonado al pago de la multa y, en caso de acogerse, regirá lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 20. La Corte dictará sentencia dentro del término de quince días. Contra la resolución de la Corte de Apelaciones se podrá apelar ante la Corte Suprema, dentro del plazo de diez días hábiles, la que conocerá en la forma prevista en los incisos anteriores."; So. Que, de acuerdo al considerando 2° de esta sentencia, corresponde a este Tribunal pronunciarse sobre las normas del proyecto remitido que estén comprendidas dentro de las materias que el contribuyente ha reservado a una ley orgánica constitucional; 6°. Que, las disposiciones contempladas en el artículo 19, contenido en el nu- [Vol. 26 meral 9), del Artículo 10, del proyecto sometido a control, son propias de la ley orgánica constitucional indicada en el artículo 74 de la Constitución Política de la República. tomando en consideración, respecto de sus incisos segundo, tercero y quinto. la indivisibilidad que presentan con los incisos primero. cuarto y sexto; 7°. Que, el inciso segundo del nuevo artículo 19. establecido por el numeral 9), del artículo 1°, del proyecto. es constitucional, por cuanto dicha norma no impide el acceso a la justicia de los afectados por la multa, sino solamente lo regula en consideración a la necesidad de asegurar el debido funcionamiento del servicio público que prestan. La exigencia constituye un incentivo efectivo para que las empresas mejoren la coordinación y la seguridad del sistema. En suma. la sanción administrativa y especialmente la consignación respectiva, lejos de tratar de impedir el acceso a la justicia, busca restablecer el orden previamente quebrantado en aras del Bien Común; tratar de impedir el acceso a la justicia, busca restablecer el orden previamente quebrantado en aras del bien común". Tal afirmación da a entender que para el T.C. es indiferente que el legislador hubiere obligado a consignar el total de la multa impuesta (que como dijimos puede llegar hasta 3 mil millones de pesos), pues presume que siempre que se impone una sanción hay un quebrantamiento del orden y daño al Bien Común. No repara, sin embargo, en que en un Estado de Derecho son los Tribunales de Justicia los que definen si hubo o no infracción al orden establecido y que, precisamente por eso, las decisiones administrativas que imponen sanciones son reclamables para ante esos Tribunales. Igualmente. no repara en que en la imposición de la sanción pudo haber una apreciación arbitraria de los hechos y con ello una decisión antijurídica que precisamente quebrante el orden a que el fallo se refiere. Vtil es recordar que en el cumplimiento de la finalidad de Bien Común. debe el Estado actuar con pleno respeto de los derechos y garantías fundamentales, y que el acceso igualitario a la justicia no puede ser afectado por regulaciones normativas que lo afecten en su esencia (artículos 1°, 19 N°S· 3 Y 26 de la Constitución). Ello ocurre precisamente con la exigencia de la consignación previa del porcentaje de la multa aplicada por la autoridad pues, al establecer ese requisito se restringe y condiciona la intervención del Poder Judicial, único órgano que en un Estado de Derecho tiene la facultad de decidir y juzgar si hubo un ejercicio legítimo de la potestad pública reconocida y, además, si se produjo el efectivo quebrantamiento del orden tal como lo señala la sentencia en el considerando 7°. 1999] EVANS: SANCIONES ADMINISTRATIVAS Y EL ACCESO A LA JUSTICIA 8°. Que. el artículo 9° de la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado. establece: "Los actos administrativos serán impugnables mediante los recursos que establezca la ley. Se podrá siempre interponer el de reposición ante el mismo órgano del que hubiere emanado el acto respectivo y. cuando proceda. el recurso jerárquico. ante el superior correspondiente. sin perjuicio de las acciones jurisdiccionales a que haya lugar."; norma de naturaleza orgánica constitucional. según se resolvió por este Tribunal en sentencia Rol N° 39. al ejercer el control preventivo de constitucionalidad sobre la Ley N° 18.575; 9°. Que. por su parte. el artículo 18 A. incorporado a la Ley N° 18.410. que crea la Superintendencia de Electricidad y Combustibles. por el Artículo 1°. numeral 8). del proyecto en análisis. dispone: "En contra de las resoluciones de la Superintendencia que apliquen sanciones. se podrá interponer el recurso de reposición establecido en el artículo 9° de la Ley W 18.575. en el plazo de 'Cinco días 521 hábiles contado desde el día siguiente a la notificación de la resolución. La Superintendencia dispondrá de diez días hábiles para resolver. La interposición de este recurso suspenderá el plazo para reclamar de ilegalidad. siempre que se trate de materias por las cuales procede dicho recurso."; 10°. Que. como puede observarse. el precepto transcri to en el considerando anterior es propio de ley orgánica constitucional por cuanto modifica el artículo 9° de la Ley N° 18.575. que tiene ese carácter. en tres aspectos sustanciales. como son: a) el plazo para interponer el recurso; b) el término para resolverlo. c) la suspención del lapso para reclamar de ilegalidad; 11 0. Que. así también lo entendió el Presidente de la República. quien en el Mensaje con que se inició la tramitación del proyecto en análisis. señaló: "Mediante la incorporación de un nuevo artículo 18 Bis. se regula el plazo para la interposición del recurso de reposición previsto Finalmente, nos referiremos a la contradicción que aparece de la sentencia en torno a las disposiciones del proyecto que tienen rango de orgánicas constitucionales. El oficio de la Cámara de Diputados (N" 2359 de 24 de mayo de 1999) sometió a consideración del T.e. el artículo 19. cuyo nuevo texto se incorpora a la Ley N" 18.410 antes citada. Este artículo consagra el recurso de reclamación para ante la Corte de Apelaciones que precisa e impone la consignación que motivó el considerando 7°. cuya doctrina se expuso y fue el único precepto al que se le dio la calificación de norma de rango orgánico constitucional. Sin embargo, el T.C. entró al conocimiento del artículo 18 A en los considerandos 8°. 9°. 10 Y 11. declarándolo constitucional. Pero sin seguir el mismo criterio, en el párrafo final de la sentencia llamó la atención o representó a la Cámara de origen que otras normas del proyecto también son de rango orgánico constitucional. sin pronunciarse sobre la juridicidad de su contenido. Así. nos llama la atención que en un mismo fallo se adopten conductas disímiles. a propósito de una misma materia. 522 REVISTA CHILENA DE DERECHO en la Ley Orgánica Constitucionª1 sobre Bases Generales de la Administración del Estado, y el término del que dispone la Superintendencia para su resolución."; 12°. Que, no obstante que la disposición en estudio no ha sido sometida a conocimiento de este Tribunal por la Cámara de Origen, por las consideraciones anteriores, y de la misma forma como se resolviera en los autos Rol N° 20S, este Tribunal estima que debe pronunciarse sobre la norma que se analiza, por cuanto ella tiene notoriamente, como se ha dejado en claro, carácter orgánico constitucional; 13°. Que las disposiciones del proyecto a que se ha hecho referencia en los considerandos anteriores no son contrarias a la Carta Fundamental; 14°. Que, se desprende de autos que, en lo pertinente, se ha oído previamente a la Corte Suprema, de acuerdo a lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 74 de la Carta Fundamental; ISO. Que, consta, asimismo, que las disposiciones antes aludidas han sido aprobadas en ambas Cámaras del Congreso con las mayorías requeridas por el inciso segundo del artículo 63 de la Constitución Política de la República. Y, Vistos, lo dispuesto en los artículos 38, 63, 74, Y 82, W 1°, de la Constitución Política de la República, y lo prescrito en los artículos 34 al 37 de la Ley N° 17.997, Orgánica Constitucional de este Tribunal, de 19 de mayo de 1981, Se declara; 1. 2. Que el artículo 19, contenido en el numeral 9), del Artículo 1°, del proyecto remitido, es constitucional. Que el artículo 18 A, contemplado en el numeral 8), del Artículo 1°, del proyecto remitido, es constitucional. Los Ministros señora Luz Bulnes y Mario Verdugo, estuvieron por declarar inconstitucional el acápite final del inciso segundo del artículo 19 del proyecto de ley que dice: "para interponer la reclamación contra una multa deberá acompañarse la boleta de consignación a la orden de la Corte, por el 2S% del monto de la misma", en atención a las siguientes consideraciones: [Vol. 26 10. Que, la exigencia impuesta al reclamante en la referida disposición, erosiona el derecho de acceso a la justicia establecido en el artículo 19, N° 3°, de la Carta Fundamental, en la parte que consagra la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos y que, como bien lo ha puntualizado la doctrina, es el reconocimiento del derecho a la acción para tutelar los derechos fundamentales; 2°. Que a mayor abundamiento, se transgrede igualmente la normativa contenida en el artículo So de la misma Ley Fundamental, en cuanto señala que es deber de los órganos del Estado respetar y promover los derechos esenciales de la persona humana y, obviamente, el derecho a la justicia es de tal naturaleza; 3°. Que, en esta línea de razonamiento cabe tener presente que la obligación que se impone a los órganos del Estado, por el inciso segundo del precitado artículo So, importa, además, respetar los derechos establecidos en los tratados internacionales que están ratificados y que se encuentran vigentes, los cuales proscriben toda limitación al acceso a la justicia sea penal, civil o administrativa; 4° Que, consecuencialmente, los disidentes estiman que debe eliminarse la parte final del inciso quinto del artículo 19, que prescribe: "En caso de no acogerse a reclamo, el monto de la consignación se entenderá abonado al pago de la multa y, en caso de acogerse, regirá lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 20.... Por ultimo, a este Tribunal le parece imprescindible, en esta oportunidad, representar que otras disposiciones del proyecto, como es el caso del artículo 3° C, agregado a la Ley N° 18.410, que crea la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, por el arúculo 10, numeral 2), del proyecto; y el inciso sexto del nuevo artículo 99 bis del Decreto con Fuerza de Ley W 1, de 1982, del Ministerio de Minería, Ley General de Servicios Eléctricos, incorporado por el Artículo 2°, numeral 2), del mismo cuerpo normativo, tienen ostensiblemente el carácter de normas propias de ley orgánica constitucional, por lo cual la Cámara de Origen debió someterlas al conocimiento de este tribunal, como lo exige el articulo 82, N° 10, de la Constitución Política de la República. 1999] EV ANS: SANCIONES ADMINlSTRATIV AS y EL ACCESO A LA JUSTICIA Devuélvase el proyecto a la H. Cámara de Diputados, rubricado en cada una de sus hojas por el Secretario del Tribunal, oficiándose. Regístrese, déjese fotocopia del proyecto y archívese. Rol N° 287. Pronunciada por el Excmo. Tribunal Constitucional, integrado por su Presidente don Osvaldo Faúndez Vallejos, y los Ministros señor Eugenio Valenzuela Somarriva, señora Luz Bulnes Aldunate, señores Servando Jordán López, Juan Colombo Campbell, Mario Verdugo Marinkovic y Hemán Alvarez García. Autoriza el Secretario del Tribunal Constitucional, don Rafael Larraín Cruz. u. ESCRITO PRESENTADO EN EL EXPEDIENTE Se tenga presente Honorable Tribunal Constitucional Rafael Salas Rengifo, abogado en representación de la Asociación de Empresas de Servicio Público A.G., ambos con domici lio en Avenida Andrés Bello N" 1051, Of. 2001, al H. Tribunal Constitucional respetuosamente digo: Que conforme con lo dispuesto por el artículo 82 N" 1 de la Constitución Política de la República, ha ingresado a este H. Tri bunal para su control previo de constitucionalidad, el proyecto de ley aprobado por el H. Congreso Nacional que introduce modificaciones de la Ley N° 18.410, que crea la Superintendencia de Electricidad y Combustibles y al D.F.L. N° 1 de Minería de 1982 que contiene la Ley General de Servicios Eléctricos. Solicito al H. Tribunal tener presente las consideraciones siguientes respecto a los artículos 18 A Y 19 nuevos que se intercalan y reemplazan al texto de la Ley N" 18.410. 1. Artículo /8 A: Este artículo fija un plazo para deducir el recurso de reposición que consagra el artículo 9 de la Ley Orgánica Constitucional N" 18.575, sobre Bases Generales de la Administración del Estado. El citado artículo 9° no contempla plazo alguno para interponer el recurso de reposición, por lo que el nuevo precepto 523 altera la ley de bases en lo señalado para un sector de la actividad económica como el de la industria eléctrica en su globalidad. Independiente de la legitimidad de que se acote o restrinja el plazo y con ello el derecho a reclamar sobre la procedencia de la resolución que aplique sanciones, este artículo versa sobre una materia propia de ley de rango orgánico constitucional, razón por la que cae dentro del ámbito de la jurisdicción de este H. Tribunal, debiendo por ello sometérsele al debido control de juridicidad. 2. Artículo /9: Este artículo consagra una exigencia para recurrir ante los Tribunales de Justicia, exigencia consistente en la "previa consignación" equivalente al 25% del valor de la multa aplicada, multa que conforme con la preceptiva aprobada por el H. Congreso Nacional puede ser de hasta 10.000 U.T.A. impuesta por la autoridad administrativa, esta es, el señor Superintendente de Electricidad y Combustibles. Llamo la atención de este H. Tribunal en el sentido que estamos en presencia de una autoridad unipersonal y, por tanto, basta su propia apreciación discrecional sobre los hechos que vagamente describe la ley para aplicar multas que superan la suma equivalente a US$ 6.000.000. Sostenemos la inconstitucionalidad de la exigencia de la previa consignación de una suma de dinero equivalente a un 25% de la sanción de multa impuesta por una autoridad administrativa, por cuanto ello vulnera de modo flagrante el derecho fundamental del afectado a la "igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos" (artículo 19 N" 3 de la Constitución), derecho que implica en sí mismo el derecho fundamental del acceso a la justicia y el derecho fundamental a una efectiva tutela judicial por parte de los tribunales. En efecto, el imponer la obligación de pagar una posible cuantiosa suma de dinero, como es en este caso, el equi valente a un porcentaje del 25% de la sanción de multa impuesta por vía administrativa, para poder el afectado reclamar de ella, es un impedimento para el ejercicio de su derecho a recurrir al juez, que incluso puede afectar el derecho en su esencia (artículo 19 N" 26 de la Constitución); no 524 REVISTA CHILENA DE DERECHO puede escaparse que este reqUlStlO impuesto para abrir la vía judicial. es una exigencia que sólo tiene por objeto y finalidad precisamente entrabar y obstaculizar el ejercicio de este derecho. Ello vulnera, además. el artículo So de la Constitución, que impone una expresa obligación a todo órgano del Estado. incluido obviamente el legislador, de respetar y promover los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, siendo el derecho del acceso a la justicia uno de los más inequívocos derechos naturales de la persona, como es el derecho a la defensa ante un juez, es decir ante un tercero. Además, este gravamen conlleva el atentar en contra del derecho a la "igualdad ante la ley" (articulo 19 N" 2 de la Constitución), puesto que una tal exigencia de pagar parte de la multa impuesta por vía administrativa para tener la posibilidad de reclamar de ella ante la Justicia, significa un privilegio para la autoridad administrativa sin fundamento constitucional, y que, por el contrario, no es sino una discriminación arbitraria. Un tal "privilegio" no cuadra con la Constitución desde que esta dispone de modo rotundo y sin tapujos que "En Chile no hay persona ni grupo privilegiados" (inciso primero), y ciertamente que lo es quien sin ser juez se ve provisto con la garantía de que sus actos no pueden ser controvertidos ante la Justicia sin que se pague previamente la multa, o parte de ella, que unilateralmente y privativamente ha impuesto, y que agravia -y puede hacerlo gravemente- a un tercero afectado por ella. Ello implica una discriminación "arbitraria", desde que no aparece fundada racionalmente, puesto que no constituye precisamente signo de racionalidad impedir el ejercicio de los derechos fundamentales, y sobre todo uno de tal relevancia como es el acceder a la justicia en demanda de protección o amparo frente al agravio de un tercero, quienquiera sea este. Por otra parte, de la propia Constitución resulta, conforme con sus artículos 1°, inciso cuarto, y So, inciso segundo, que es deber del Estado y de cada uno de sus órganos -incluido ciertamente el le· gislador- de promover el ejercicio de los derechos y no obstaculizarlos, y de remo- [Vol. 26 ver los obstáculos que impiden a las personas su libertad o igualdad, o el pleno desarrollo de su personalidad, a fin de permitir su mayor realización, que es justamente la promoción del bien común, que es el fin mismo del Estado. No se olvide que el bien común reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocación humana. El "sol ve et repete" -resabio de épocas irrespetuosas de los derechos de las personas- que plantea el artículo 19 del proyecto referido, vulnera precisa y cabalmente eSle deber impuesto también al legislador por la propia Constitución, en su afán de hacer realidad la primacía de la persona y el carácter servicial del Estado. Y lo vulnera cualquiera sea el monto -si poco o mucho- del valor que imponga como requisito para ocurrir a la Justicia en reclamo de los derechos de las personas. Al respecto, cabe además citar como antecedentes vinculados al tema que estamos tratando: a) La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 10 de diciembre de 1948, dispone en su artículo 8° que "Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución o la ley". Resulta obvio que imponer condiciones económicas de alta exigencia como es el 2S% de 10.000 U.T.A.. multa que impone unilateralmente un funcionario de la administración, vulnera el citado artículo 8° y hace ilusoria la efectividad que consagra; b) El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Organización de Naciones Unidas) de 16 de diciembre de 1966, promulgado por Decreto Supremo del Ministerio de Relaciones Exteriores N° 778 (Diario Oficial de 29 de abril de 1989) en su artículo 26 reconoce a toda persona la igualdad ante la ley "y el derecho sin discriminación a igual protección de la ley", debiendo la ley prohibir toda discriminación y proveer los medios para 1999] EVANS: SANCIONES ADMINISTRATIVAS Y EL ACCESO A LA JUSTICIA garantizar la "protección igual y efectiva" frente a cualquier discriminaci6n~ c) d) La Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica de 1969) en su artículo 8°, N° 1, referente a las garantías judiciales, también reconoce el derecho de toda persona a ser oída por un juez o tribunal, lo que resulta incompatible con el previo pago de parte imponante de una eventual cuantiosísima multa administrativa, contra la cual se pretende precisamente reclamar para determinar su juridicidad. Tal consignación limita, restringe y aun puede ser, en definitiva, impeditiva del libre e igualitario acceso a la justicia; En la sesión NO 39 del H. Senado, celebrada el día 12 de mayo recién pasado, el senador don Enrique Silva Cimma expuso sobre el tema; "Pero, naturalmente, lo anterior de manera alguna puede llevar a admitir lo que entraña la modificación de derechos consagrados al amparo de las normas constitucionales y que ningún intento de regulación puede, sencillamente, arrasar. Por ello, hago mías las inquietudes de los Honorables señores Díez y Chadwick al plantear cuestiones de inconstitucionalidad especialmente en el orden de los pagos que, a título de anticipo, de adelanto, O como quiera llamársele, se pretende exigir para poder entablar reclamaciones ante eventuales multas o sanciones que el Estado imponga en uso de la facultad de regulación". Continuó más adelante exponiendo, "la posibilidad de que tales derechos sean en cierta medida retenidos, restringidos o limitados y se exija el pago de garantías, a título de depósito, para que se pueda intentar la reclamación. ha sido ya desechada en el mundo entero. Hay centenares de fallos e) 525 del Tribunal Constitucional de España, del italiano, del francés, que la descartan, porque significa, evidentemente, vulnerar derechos fundamentales reconocidos por la norma constitucional". En el mismo sentido, el senador Sergio Díez expuso en la indicada sesión; "Pedimos que no se tuvieran que consignar las multas; no lo conseguimos. ¿Por qué lo pedimos? Porque esa es la tendencia moderna, que nosotros mismos hemos establecido para Jos pagos a los jueces de Policía Local. ¡No hay ningún tratadista moderno, administrativo o constitucional, que no sostenga que el "sol ve et repete" es una reminiscencia del antiguo estatismo de la monarquía absoluta! ¿Por qué voy a tener que darle plata de mi patrimonio al Estado antes de que el Poder que soluciona las controversias en ese Estado demuestre que estoy o no estoy en culpa?". En otra parte de su intervención expuso; "Es necesario que la legislación me proteja, no que me abrume; que no le dé poder a una persona -ja una!para clausurarme, en circunstancias de que, cuando yo vaya a reclamar, ya el daño esté causado; que no le entregue a una autoridad el poder de imponer una multa altísima, que yo estoy obligado a depositar en proporción alta para poder reclamar, conforme a un procedimiento que puede demorar semanas o quizá meses". Por tanto, ruego al H. Tribunal Constitucional tener presente lo expuesto al efectuar el control obligatorio de constitucionalidad del nuevo artículo 18 A Y 19 del proyecto de ley que modifica la Ley N° 18.410, y además, que patrocina esta presentación el abogado señor Eugenio Evans Espiñeira, domiciliado en Paseo Huérfanos W 757, Oficina 312. Revista Chilena de Derecho, Vol. 26 N" 2. pp. 527-537 (1999), Sección Bibliografía BERNARD-FRANK MACERA, con prólogo de Jos~ LUIS MARTINEZ LÓPEZMUÑ1Z: EL deber industriaL de respetar eL ambiente. Análisis de una situación pasiva de Derecho público, Marcial Pons, Madrid, 1998, 427 páginas. Para quienes estamos algo más imbuidos que el común de los lectores, en el mundo de las publicaciones de contenido jurídico-ambiental, resulta novedoso el enfoque con que Macera aborda la presente obra. La novedad señalada se funda, principalmente, en que es mucho más frecuente que los escritos alusivos al tratamiento jurídico del ambiente se realicen desde la consideración de la protección ambiental como un derecho, v.g. la obra de J. Jordano Fraga, La protección deL derecho a un medio ambiente adecuado, también la de D. Loperena Rota, EL derecho aL medio ambiente adecuado; o bien, que se centren en análisis sectoriales de la problemática ambiental y de la legislación aplicable a la misma, estos todavía mucho más numerosos, v.g. J. Domper Ferrando, EL medio ambiente y La intervención administrativa en Las actividades clasificadas, o T. Quintana López, La repercusión de Las actividades mineras en eL medio ambiente, o J.F. Alenza García, EL sistema de La gestión de residuos sólidos urbanos en eL derecho españoL, entre muchísimos otros. Frente a lo anterior, sólo puedo citar un único estudio del año 1994, que ha asumido en España un enfoque similar al de la presente obra: se trata de la monografía de DJ. Vera Jurado, titulada La disciplina ambientaL de Las actividades industriaLes. No obstante, en honor a la verdad, debo decir que, aún considerando la similitud señalada, el planteamiento de fondo de ambas obras resulta sensiblemente diferente, centrándose mucho más, en este último caso, en el análisis particular de las distintas potestades administrati vas que actúan sobre las acti vidades industriales para implementar la defensa del ambiente. La adopción del enfoque comentado, unido al minucioso desarrollo que se realiza del mismo, con una encomiable abundancia de fuentes tomadas del derecho comparado, es, precisamente' la aportación más interesante de esta obra. Como ha quedado dicho, aunque sólo fuera por enriquecer la personal visión de esta dimensión de la tutela ambiental tan poco analizada hasta ahora, la lectura del libro de Macera resulta útil, no sólo para quienes nos enfrentamos a la problemática de la protección jurídica del ambiente desde el mundo académico, sino también para todos aquellos que se desenvuelven en el quehacer industrial, y particularmente para los que realizan funciones de asesoría legal a este tipo de establecimientos. La obra de que se informa presenta, de un lado, las características de un estudio de orden general, debido a que no desciende a las categorías de las regulaciones ambientales concretas. No obstante lo anterior, apuntando más bien a la estructura central de tales regulaciones, las hilvana en tomo a la idea del deber jurídico de respetar el ambiente, el cual, toda vez que afecta en general a todas las industrias con independencia de la actividad que cada una de ellas realice, sirve como punto de conexión de todas las ordenaciones ambientales de orden sectorial. Ha sido un acierto del autor resaltar que, ya en el mismo texto de la 528 REVISTA CHILENA DE DERECHO Constitución española de 1978, el reconocimiento de la tutela ambiental no se satisface con la sola consagración de un derecho. El marco constitucional de la protección del ambiente está también intrínsecamente vinculado con la noción de un deber jurídico cuyo desarrollo corresponde al legislador implementar. En este sentido dice: " ... el arto 45.1 CE, además de reconocer" el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona ", impone "el deber de conservarlo". En efecto, se desprende de lo que hemos venido diciendo hasta ahora que esta exigencia se concreta en dos tipos de prestaciones genéricas, esto es, tiene dos vertientes: una pasiva y otra activa. Desde un punto de vista pasivo, el deber de "conservar" que impone el texto constitucional implica para los administrados un deber jurídico de respetar, esto es, de no dañar el ambiente. (...) En cambio, desde una perspectiva activa, conservar el ambiente significa proteger, defender, cuidar, custodiar... los recursos naturales. En la gran mayoría de los supuestos, el deber en cuestión pierde su carácter jurídico para convertirse en un simple deber moral, esto es, en una exigencia que no se sanciona jurídicamente"'. La idea de fondo que se trata es determinar de qué manera se da eficacia jurídica al deber de respetar el ambiente contenido en la Constitución, en lo que se refiere a la situación específica de las industrias. Y la necesidad J Bernard-Frank MACERA, El d.ber induslriaJ de respetar el ambieme. Análisis de una s;luac;ón pasiva de Derecho público, Marcial Pons, Madrid, 1998. p. 65. [Vol. 26 de esta determinación radica, precisamente, en que la generalidad de las normas jurídicas de protección del ambiente se mueven en el terreno de la imposición de deberes, de modo que se hace necesario conocer el régimen de funcionamiento de los mismos. Partiendo de esta base, Macera realizará una minuciosa exposición de los argumentos doctrinales que diferencian, tanto conceptualmente como en sus efectos prácticos, lo que es una mera carga administrativa, de aquello que constituye un auténtico deber jurídico, y dentro de estos, lo que es un deber en sentido estricto de la noción más específica de la obligación. Como corolario de este proceso de decantación conceptual se concluirá que lo que caracteriza y define, en general, a todos los deberes de derecho público, es que constituyen una situación subjetiva pasiva de Derecho público, una imposición forzosa por parte del ordenamiento de una conducta debida, y cuyo incumplimiento genera una responsabilidad sancionable. Ahora bien, se trata de situaciones jurídicas caracterizadas por una considerable dosis de indeterminación, lo que se traduce en la necesidad de una importante actividad del legislador encaminada a concretar, tanto el objeto de las prestaciones debidas, como los sujetos pasivos que pueden llegar a estar obligados a las mismas, así como el órgano administrativo a quien le corresponderá velar por su cumplimiento. Efectivamente, y como se verá algo más adelante, toda vez que la imposición de estos deberes industriales de naturaleza ambiental repercuten en el ejercicio de libertades económicas, y más concretamente en la libertad de empresa, por mandato constitucional se requiere que el establecimiento de los mismos lo realice el legislador, operando a este respecto la reserva legal contemplada en el arto 53.1 de la Constitución. 1999] *** Aplicando la noción de deber jurídico a que llega Macera al ámbito de las libertades económicas, él mismo dirá que el deber industrial de respetar el ambiente se inserta dentro del elenco de los límites que gravan la libertad de empresa. Acotando algo más el concepto específico de este deber en relación a este punto, dice: " ... podemos definir el deber de respetar el ambiente como un límite objetivo, intrínseco y connatural a dicha libertad (la libertad de empresa), pero necesariamente configurado o determinado por el legislador"2. y más adelante acotará que estos deberes actúan como límites directos al ejercicio de la libertad de empresa, pero que no afectan la libertad de acceso al mercado, porque las normas que condicionan ambientalmente el inicio de una industria establecen cargas administrativas, pero no deberes en sentido estricto, y las cargas lo que hacen es imponer condiciones para el ejercicio de un derecho preexistente, pero no cuestionan la existencia del derecho en sí. Diré algo más sobre este aspecto en el apartado siguiente, al referirme a la concreta situación de las evaluaciones de impacto ambientaL La mayor virtud del concepto de deber industrial de respetar el ambiente reside en que aporta una visión de los imperativos ambientales impuestos por el ordenamiento jurídico, desde la perspectiva que tienen de los mismos las actividades empresariales que los soportan, en cuanto constituye para ellas una limitación objetiva, intrínseca y connatural a su libertad. 2 529 BIBLlOGRAFIA Ibldem. p. 110. Por otro lado, partiendo de la afirmación de que la Constitución española no consagra un derecho subjetivo al medio ambiente 3 , planteamiento en que coincido plenamente, incluso en cuanto acepto la posibilidad de afirmar tal derecho subjetivo pero sólo con un contenido reaccional 4 , resulta aún más importante para la eficacia práctica de la tutela constitucional del medio ambiente acentuar este concepto de deber juridico, por cuanto siempre será posible concluir que cualquier violación a tal deber ha de llevar anexa la responsabilidad correspondiente. Porque, además, también debe considerarse que siempre resulta más efectivo, de cara a la imposición de una conducta ambientalmente deseable, amenazar al infractor con las responsabilidades asociadas a la violación de un deber, que esperar a que sean los posibles sujetos agraviados en su derecho quienes deban presionar para que se cumpla con tales conductas, por la vía de acudir a los tribunales reclamando el cese de la acti vidad lesiva y la reparación de los daños ocasionados por la misma. En efecto, dice Macera que en el terreno de los deberes ambientales de las industrias no hay derechos subjetivos para los particulares, y esto es así porque: 3 Sobre este punto dice Macera que los particulares no tienen un derecho subjetivo al cumplimiento de la legalidad ambiental por las empresas. A raíz de esto. se concluye que la única posibilidad de relacionar a la industria infractora de la legalidad ambiental con el particular se da cuando este resulla directamente afectado. y en tal caso se produce un menos· cabo de un interés legítimo. pero nunca de un derecho subjetivo. Cfr. Ibldem. p. 57. .. Esto es coherente con lo que ha dicho la jurisprudencia del Tribunal Supremo español. Cfr. a este respecto STS de 25 de abril de 1989 (Ar. 3233) y STS de 7 de noviembre de 1990 (Al. 8750). en ambas el ponente fue González Navarro. 530 REVISTA CHILENA DE DERECHO "...hay derecho subjetivo donde hay obligación, y para que haya obligación tiene que existir una relación jurídica entre los titulares de ambas situaciones. Pues bien, como hemos podido comprobar antes en el marco más restringido de la problemática de la contaminación estrictamente industrial, quien es titular de la situación activa correlativa al deber de los ciudadanos de respetar el ambiente es la Administración. Como hemos dicho también, la única relación jurídica susceptible de entablarse entre particulares se sitúa en el terreno judicial y en una fase posterior a la imposición de obligaciones, es decir, se sitúa en los supuestos en que algunos de esos particulares resulten perjudicados por otros" s. Como señala el autor de la obra, la única relación posible entre la industria potencialmente infractora de la legalidad ambiental y los particulares se da en la medida que estos estén en peligro de resultar directamente afectados en su esfera de derechos e intereses por efecto de la contaminación industrial. Sólo en tal caso el particular adquiere el derecho a defenderse y a oponerse a la actuación empresarial incorrecta, pero este derecho a reaccionar no nace como una facultad subjetiva del derecho al ambiente adecuado, sino como manifestación de aquella norma de justicia que señala que nadie está obligado a soportar los daños que le cause un tercero, a menos que el ordenamiento le haya impuesto la carga de los mismos. Partiendo de la base de que el deber de respetar el ambiente, como cualquier otro deber jurídico, tiene , Bernard-Frank MACERA. op. cit.. p.61. [Vol. 26 un sujeto activo y un sujeto pasivo, Macera llega a la conclusión de que una característica de los deberes que los diferencia de las obligaciones es la indeterminación de ambos sujetos de la relación. Dicha realidad echa por' tierra, correctamente a mi juicio, el planteamiento sostenido por Jordano Fraga en su obra mencionada al principio de este trabajo, acerca de la existencia ae una acción pública general para demandar la protección de las condiciones adecuadas del ambiente, derivada, en forma conjunta, del reconocimiento constitucional del derecho a la tutela judicial efectiva y del derecho de petición. De acuerdo con Macera, a menos que se trate de un supuesto de una obligación en sentido estricto, lo que exigiría la determinación de los sujetos activo y pasivo y de la prestación correspondiente, la regla es que en los casos de deberes jurídicos, propiamente dichos, la indeterminación global de lo mismos se traduce en que los particulares que no resulten directa y personalmente afectados por la conducta de la industria infractora de la legalidad ambiental, sólo tienen un interés vago e impreciso, igual al que tiene cada uno de los miembros de la colectividad en que se respeten las diferentes normas adoptadas para las distintas finalidades del Estado. Ahora bien, tal interés vago no puede servir para habilitar el ejercicio de ninguna acción jurisdiccional. Unicamente podría exteriorizarse en una denuncia de la infracción a la autoridad administrativa competente y, excepcionalmente, en el ejercicio de una acción pública "cuando la ley lo autorice" . La constatación de estas limitaciones prácticas a la aplicabilidad concreta del derecho a un ambiente adecuado, es la mayor justificación de la importancia de poner el acento en el 1999] BIBLIOGRAFIA estudio de la situación de deber jurídico de las industrias. La imposibilidad de interponer una acción invocando un derecho subjetivo al ambiente adecuado se podrá subsanar muchas veces mediante la imputación de una conducta infractora de un deber ambiental de las industrias, lo que podrá tener eficacia no sólo para obtener indemnizaciones por los daños sino también para la adopción de medidas cautelares y disuasorias destinadas a evitar la producción de los mismos. * * * En cuanto a la influencia que producen los deberes industriales de respetar el ambiente en la vigencia de las libertades económicas y, particularmente, en la libertad de empresa, dice Macera que en la medida que ellos configuran una situación pasiva de derecho público, operan genéricamente como un límite objetivo, intrínseco y connatural a la libertad de empresa. Ahora bien, considerando las cosas desde una perspectiva más específica, cabe concluir que tales deberes realmente constituyen un límite direc- to a la libertad de ejercicio de la empresa 6 . - En lo que se refiere al tratamiento que el autor hace de ciertas cargas ambientales y de la incidencia que las mismas producen en la libertad de empresa, hay que hacer alguna aclaración. No obstante comprendo la importancia que presenta la noción de los deberes industriales, creo que el asignarle una atención excesiva conduce a Macera a perder de vista que no son sólo estos deberes los únicos que tienen importancia de cara a afirmar la existencia de un completo respeto a la libertad empresarial. Específicamente, • Cfr. [bld,m. p. 101. 531 no me parece que pueda pasarse por alto, tan fácilmente, la incidencia que sobre tal libertad producen ciertas exigencias que él califica como meras cargas jurídicas? Comprendo que haciendo una evaluación de los distintos grados de afectación a las libertades económicas que se producen como resultado de la imposición de una carga o de un deber, es lógico concluir, desde un punto de vista conceptual, que el deber supone siempre un grado de intervención mayor y, consiguientemente, un riesgo más elevado de que se vulnere la esencia de la libertad. En todo caso, eso no puede conducir, sin más, a menospreciar el peligro que a veces de un modo más encubierto y, por lo mismo, más grave, va envuelto en la imposición de ciertas cargas jurídicas, con mayor razón si de la aplicación de tales cargas ya no nacen deberes sino auténticas obligaciones de derecho público. Al decir lo anterior estoy pensando, concretamente, en lo que ocurre con el régimen de las evaluaciones de impacto ambiental. Yo soy del parecer de que la interferencia que supone para el ejercicio de la libertad de empresa la necesidad de hacer una evaluación de los impactos ambientales del proyecto, en la práctica genera muchas veces un peligro igual o mayor para la vigencia de tal libertad que el ocasionado por un auténtico deber jurídico. Por mucho que conceptualmente se diga que, si se trata de una carga administrativa, es prioritaria la preexistencia del derecho cuyo ejercicio queda sujeto a la aprobación de la autoridad, lo concreto es que no pocas veces tiende a darse igual tratamiento a una actividad realizada sin cumplir con la carga que a otra que directamente vulnera un concreto deber am- 1 Cfr. [bld,m. p. 123. 532 REVISTA CHILENA DE DERECHO bien tal. Sobre este punto puede decirse mucho teniendo a la vista el RDL 1302/86 Y su Reglamento, en cuanto dicen que en tales supuestos cabe pedir la cesación de la actividad, de manera que la preexistencia del derecho resulta ineficaz en la práctica, al darle prioridad a la infracción de la carga administrativa. Creo que eso se parece, por sus efectos, mucho más a la noción de un deber jurídico. No presenta reparos la afirmación según la cual la evaluación de impacto ambiental es un condicionamiento previo al ejercicio de la actividad empresarial, situación que la convierte jurídicamente en una carga administrativa. En cambio, sí me parece discutible la afirmación acerca de que la omisión de dicha evaluación no es sancionable, o de que el incumplimiento de las condiciones impuestas en la declaración de impacto ambiental tampoco lo sea. Bajo mi punto de vista, ambos supuestos son casos de ilícitos administrativos y como tales son perfectamente sancionables. A este respecto, es básico considerar que en el mismo RDL 1302186 se menciona la suspensión de la actividad y la imposición de multas como posibles sanciones aplicables a cualquiera de los incumplimientos a que me he referid0 8. Dicho lo anterior, no me parece correcto el juicio que hace el autor de la obra acerca de la inexistencia de restricciones para el ejercicio de la libertad de empresa derivadas de la necesidad de realizar una evaluación de impacto ambiental para la realización de determinadas acti vidades o proyectos. Aunque quede a salvo el hecho de que la libertad empresarial es un derecho preexistente, qué duda cabe que 8 Cfr. 3rls. 9 y 10 del RDL 1302/86 (BOE núm. 155. de 30 de junio de 1986). [Vol. 26 ya por el solo hecho de exigirse una intermediación administrativa que se pronuncie acerca de sus repercusiones ambientales, a fin de que su ejercicio sea pacíficamente aceplado, hay un serio peligro de producir menoscabos indebidos a las facultades subjetivas del titular de la actividad empresarial. Para finalizar, manifiesto mi sentimiento de profunda felicidad por las palabras que el autor dedica a la sustentación del principio pro libertate o favor libertatis, en lo que se refiere al enjuiciamiento que cabe realizar de las intervenciones administrativas en las actividades privadas. Bajo tal punto de vista, comparto plenamente los argumentos que propone para reclamar que la jurisprudencia del Tribunal Supremo vuelva a su antigua línea interpretativa que, sustentada en el art. 6° del Reglamento de Servicios de las Corporaciones Locales, le permitía realizar el control de los actos administrativos de intervención recurriendo al vicio de la desviación de poder por infracción a la norma de la proporcionalidad o al principio de favor Libertatis. Desde luego, en el terreno de los deberes ambientales de las industrias y en el manejo que se hace de los mismos por la Administración, un control judicial basado en el principio pro Libertate dice mucho respecto de la importancia que se asigna al derecho a la libertad de empresa. Mauricio Viñuela Hojas Doctor en Derecho Universidad de Navarra Profesor de Derecho Administrativo Universidad de los Andes 1999] BIBLlOGRAFIA 533 Ius PUBLlCUM, N° 1/1998 (publicación semestral - Escuela de Derecho, Universidad Santo Tomás) profesor Hernán Corral sobre la posi«Una revista es una pasión comción jurídica de la Iglesia Católica 'en partida o no es nada». Con esta frase borgeana como epí- el ordenamiento jurídico chileno; grafe de su presentación, el Director la del profesor de Santiago de Comde Ius Publicum, profesor Eduardo postela, A.C. Pereira-Menaut, que Soto Kloss, da cuenta de esta iniciati- analiza con agudeza ciertas falencias va que dirige bajo el alero de la Uni- del Tribunal Constitucional español; la del profesor Iván Aróstica, sobre los versidad Santo Tomás. En una visión claramente huma- orígenes del llamado Estado emprenista, la nueva revista nos muestra el sario y del intervencionismo estatal Derecho en sus perspectivas antropo- en la economía en Chile; la del profelógicas, morales, históricas y filosó- sor Ramiro Mendoza, acerca del régificas, sin descuidar el análisis del . men jurídico de calles y caminos, inderecho positivo, en sus aspectos na- teresante estudio sobre una materia cionales y comparado. No cabe duda poco conocida y estudiada, la del proque en esta visión el Derecho, y en fesor Renato Nuña acerca del derecho especial el derecho público, adquiere espacial, rama nueva surgida del tronuna gran riqueza y, por qué no decirlo, co del derecho internacional, en que se se restaura aquello que nunca debió describen sus fuentes normativas, muy poco conocidas en nuestro medio; y la perder, esto es, ser un arte de lo justo, para el bien de las personas reales y del profesor Eduardo Soto Kloss, la concretas que viven en sociedad, y un delegación de firma, que muestra sus instrumento privilegiado para obtener orígenes en Chile, sus características y la inconsecuencia de su formulación la paz social. Su contenido se divide en Estu- positiva en la Ley 18.575 (art. 43). Esdios, Crónica, Documentos, Jurispru- pecial mención merece el trabajo del dencia y Recensiones. profesor Miguel Ayuso sobre el totaliSe inicia el N° 1 (septiembre tarismo democrático, en que se mues1998) en su sección Estudios con un tra con singular penetración la índole enjundioso artículo de A. Lobato, o.p., totalitaria de la democracia, y que se "Varón y Mujer", un estudio antropo- ha visto demostrado bien frecuentelógico sobre la mujer, que ensaya de mente en la práctica de los últimos deresponder a tanto problema que ha cenios en diversos países, incluso en el nuestro. surgido a raíz de la inserción de lo feLa sección Crónica contiene un menino en la época actual, respuesta cristiana de quien es el presidente análisis breve de la correspondencia mundial de la Sociedad Santo Tomás diplomática chilena desde la reprede Aquino, ex decano de la Facultad sentación en Madrid con ocasión de de Filosofía del Angelicum (Roma) y la Guerra Civil española, debido a actual rector de la Facultad de Teolo- Cristián Garay, y unas reflexiones de gía de Lugano (Suiza). Fernando Moreno acerca de política Dignas de destacarse son también y moral, un binomio que hoy aparece las colaboraciones de la profesora An- cada vez más imprescindible concorgela Callan, sobre la aplicación del de- dar y unir dada la creciente corrupción que se ha desencadenado en el último recho romano en Indias en la obra del gran jurista Solórzano de Pereira; del decenio en el ámbito político. 534 REVISTA CHILENA DE DERECHO La sección Documentos incluye la cuenta que por el año 1996 rindió el Presidente del Tribunal Constitucional en enero de 1997 de la labor realizada por esta suprema jurisdicción; presenta gran interés, ya que se reseñan todos los casos decididos en ese año. Desgraciadamente no fue rendida cuenta del año 1997, habiendo cambiado la presidencia de este Tribunal y no estimándose oportuno efectuarla; no cabe duda que fue una excelente iniciativa del presidente Jiménez haber iniciado esa cuenta, que esperamos sea reiniciada para bien de la cultura jurídica constitucional. La sección Reseñas y recensiones comenta obras jurídicas tanto chilenas como extranjeras, tales, entre otras, "¿Después del Leviathan? Sobre el Estado y su signo", de M. Ayuso, "PoIftica y educación" de Pereira-Menaut, "¿Tiene razón el Derecho?" de Ollero [Vol. 26 Tassara, "Manual de historia del derecho indiano" de Antonio Dougnac, "El Estado de Derecho en la historia de Chile", de Bravo Lira, y otras obras como las de Quijano Fernández ("El precedente judicial"), Avilés Mejías ("Derecho Obstétrico"), Marienhoff ("Permiso de bienes de dominio público"), Barra ("El Jefe de Gabinete en la Constitución Nacional!Argentina"), Martínez Estay ("Jurisprudencia constitucional española sobre derechos sociales"), etc. Una publicación que significa un valioso aporte a nuestro medio jurídico, y con una visión diferente; le desearnos que sea un éxito y esperarnos desde luego el N° 2, que se anuncia para inicios de 1999. Redacci6n, de la Revista Chilena de Derecho PLATÓN: Eutifrón. Traducción y comentarios de Alfonso GÓmez-Lobo. Editorial Universitaria, Santiago, 1997,90 págs. Editorial Universitaria ha publicado una nueva edición castellana del Eutifrón, traducida y comentada por Alfonso GÓmez-Lobo. El diálogo platónico reproduce una discusión que se genera entre Sócrates y el adivino Eutifrón acerca de qué es lo piadoso. A través de diálogos claros y entretenidos se desarrolla una conversación cuya profundidad sólo se alcanza a apreciar tras leer varias veces el texto. Sócrates se encuentra con Eutifrón cerca del pórtico del rey. Asombrado de verlo en tal lugar, Eutifrón le pregunta a Sócrates cuál es el motivo de su presencia allf. Este contesta que ha sido acusado de corromper a la juventud. Eutifrón, por su parte, viene a. interponer una demanda criminal en contra de su padre, por un caso de negligencia criminal que había provocado la muerte de un trabajador suyo, homicida este a su vez. Sócrates, asombrado al ver que Eutifrón acusa a su propio padre, le pregunta al adivino si está seguro de que el acto que realiza es piadoso. Este le contesta que sí, y ante la pregunta de Sócrates sobre qué es lo piadoso, propone la primera de las cuatro definiciones que dará a lo largo del texto. Lo piadoso es acusar al culpable de un crimen, sin importar el tipo de crimen ni la relación con el malhechor. Sócrates inmediatamente objeta esta definición, por cuanto Eutifrón no le está definiendo lo piadoso, sino sólo le está justificando su acto, que es tan 1999] BIBLlOGRAFIA sólo uno de entre los tantos que cumplen con la condición de ser "piadosos". Hace falta una definición formal de "lo piadoso". Y Eutifrón trata de darla: sus tres siguientes definiciones tienen un carácter mucho más universal, pero todas son objeto de crítica por parte de Sócrates. Una de las partes más importantes del diálogo es aquella discusión que surge en tomo a si lo que es piadoso es piadoso porque los dioses lo aman, o si los dioses lo aman porque es piadoso. En otras palabras, si los actos piadosos son intrínsecamente buenos, y por eso los dioses los aman, que es la posición que sustenta Sócrates y en la que conviene en definitiva Eutifrón, o si el amor de los dioses hacia lo que es "piadoso" es esencialmente constilutivo de la bondad o malicia de tales actos. Esta segunda opción se descarta. El diálogo concluye sin haber encontrado ninguna definición de lo piadoso, pero tiene el mérito de graficar bastante bien los pasos a seguirse cuando se quiera definir un término. Los comentarios de Alfonso Gómez-Lobo tienen el doble mérito de ser claros y precisos. Se centra exclusivamente en aquello que es necesario destacar, y es notable además su estilo claro, que los hace comprensibles incluso a quienes no están iniciados en la filosofía. Así mismo, no utiliza un léxico demasiado complicado y, lo que es más importante, hace notar detalles que, de no existir estos comentarios, al lector podrían pasarle inadvertidos. Tal acontece con su explicación sobre la "ontología subyacente" a la primera definición de piedad. Gómez-Lobo tiene, a su vez, el mérito de destacar que la Teoría de las Ideas de Platón hallaría antecedentes 535 en la incesante búsqueda por parte de Sócrates de las formas de las definiciones de ciertos términos. Sin embargo, Gómez-Lobo niega que haya sido Sócrates el primero en formular la Teoría de las Ideas, sino que sólo fue un antecedente para la formulación que de esta hará Platón. Este será quien realmente conciba y desarrolle la citada teoría. Los comentarios de Gómez-Lobo explican varias alusiones a personajes mitológicos o hechos históricos que muchas veces el lector ignora y que permiten una mejor comprensión del texto. Este libro es recomendable tanto a eruditos como legos en la m;¡teria, por varias razones. Tal vez la más importante sea la profundidad del texto, escondida bajo la forma de una conversación aparentemente sencilla, corta e inconclusa. Lo cierto es que, bajo la apariencia de una conversación casi pueril, y que por lo tanto cualquier lector podrá entender, se esconde un tema tan importante como lo es la búsqueda de la idea de piedad. Se recomienda leerlo y releerlo con calma: al releerlo, se encuentran nuevos e interesantes elementos que antes no se habían apreciado, por lo menos no en toda su amplitud,y se advierte la profundidad de frases que aparentemente no tienen importancia. El final del libro es abierto: no se llega a una definición de piedad, será el lector quien tendrá que sacar sus propias conclusiones e intentar definir qué es, en difinitiva, lo piadoso. Afortunadamente, en esta tarea no estará solo, pues cuenta con los consejos de Platón y los comentarios de GómezLobo. Carlos [sler 536 REVISTA CHILENA DE DERECHO [Vol. 26 CHARLES TAYLOR: La élica de la aUlenricidad, Paidós, Barcelona, 1994 (Trad. P. Carbajosa) 146 páginas. Este libro interesará especialmente a quienes piensan que aunque las cosas en las sociedades contemporáneas no están muy bien, tampoco hay que desesperarse. Su autor, el filosófo Charles Taylor, es conocido como uno de los "comunitaristas", es decir, de aquellos autores que en Norteamérica se han atrevido a remar contra corriente y plantear un pensamiento alternativo frente a la hegemonía liberal. Con todo, los interlocutores aquí no son primordialmente los liberales, sino aquellos que, como Alan Bloom, sostienen que el pensamiento moderno está irremediablemente errado y que fatalmente lleva al subjetivismo y el relativismo. Taylor, por el contrario, piensa que el relativismo es una patología de la modernidad y procura mostrar que la afmnación del sujeto constituye uno de los logros más relevantes de los últimos siglos, del que no se debe prescindir. Para ilustrar sus ideas, el filósofo canadiense elige un concepto, el de autenticidad, y emprende la tarea de rescatarlo. No escapará al lector que Taylor no se ha facilitado las cosas. En efecto, en la literatura filosófica corriente es habitual tomar este vocablo como una manifestación típica de lo que algunos han llamado el "individualismo narcisista" (cfr. 89). Taylor, en cambio, procura mostrar con argumentos históricos y morales cómo la idea de autenticidad no sólo es compatible sino que supone ciertos patrones supraindividuales de conducta (cfr. 74). La idea misma de autoelección, tan cara al pensamiento moderno, sólo tiene significado si las elecciones no son todas equivalentes, es decir, si hay algunas que valen más que otras. Frente a las propuestas posmodernas, que deslegitiman la idea de ciertos horizontes de significado, nuestro autor hace presente que la autenticidad no sólo entraña actitudes creativas y originales, sino también una "apertura a horizontes de significado" (99) -pues de otro modo las elecciones se banalizan- y una "autodefinición en el diálogo" (ibíd.). En efecto, en toda acción creativa, en toda comunicación, hay un entramado dialógico, una serie de supuestos que no están puestos por el individuo y que permiten que el diálogo tenga sentido y se evite la tentación de la violencia. El modo de proceder de Taylor consiste en articular el ideal superior que se esconde detrás de nuestras prácticas sociales, muchas de ellas degradadas por el subjeti vismo, "para criticar después esas prácticas desde el punto de vista de su propio ideal motivador" (102). A diferencia de los críticos y de los defensores acérrimos de la modernidad, Taylor no pretende desechar esa cultura, ni la respalda sin condiciones, sino que pretende "elevar su práctica haciendo más palpable para quienes participan en ella lo que realmente entraña la ética que suscriben" (103-4). En esta empresa se hace imprescindible intentar una labor de persuasión, para mostrar a uno y otro bando "que la autorrealización, lejos de excluir relaciones incondicionales y exigencias morales más allá del yo, requiere verdaderamente de estas en alguna forma" (104). En cambio, los subjetivistas modernos y sus detractores tienen en común el identificar el ideal moderno con sus más bajas y degradadas expresiones, es decir, comparten el pensar que la Modernidad coincide con lo que en realidad son sus patologías (cfr. 110). En el fondo de todo el libro hay un llamado a la responsabilidad personal. Lo que muestra el crecimiento de la libertad y la autonomía que, según 1999] BIBLlOGRAFIA dice, ha experimentado la humanidad en nuestra época, no significa que marchemos irremediablemente a la degradación, sino que día a día se enfrentan en nuestra sociedad formas superiores e inferiores de libertad, y que la solución a este conflicto no depende de ninguna necesidad histórica sino de nuestro empeño personal por defender unas u otras. Ya no cabe confiar en el apoyo de ciertas estructuras sociales que impedían en mayor o menor medida la práctica del mal, tampoco se trata de identificar cuál es la tendencia que guía fatalmente a la sociedad, sino que se trata de ser conscientes de que estamos librando "una lucha cuyo resultado está continuamente por decidir" (110). Las consecuencias políticas y jurídicas de las opiniones de Taylor son significativas. Aunque no se refiere en detalle a ellas, muchas expresiones de la Modernidad (como su noción de Democracia o la idea de Derechos Humanos), están sujetas a la misma situación que afecta al valor de la autenticidad. Esto significa que corren 537 el riesgo de ser entendidas bajo criterios subjetivistas y relativistas y que, como toda obra humana, están sujetas al riesgo de la perversión. El caso quizá más dramático consiste en la invocación de la autonomía y libertad personales para justificar el aborto, transformando una categoría que constituía originalmente una protección de los débiles en un nudo y absoluto poder de disposición de unos hombres sobre otros. Pero la posibilidad de un uso ideológico de ciertas ideas no debe llevar a su rechazo, sino a mostrar cuáles son las condiciones que hacen posible esos conceptos y cómo ellos exigen necesariamente ciertos patrones -por ejemplo, la capacidad de formular juicios racionales en el campo moral- para que tengan sentido y fundamento. En este sentido el breve libro de Taylor constituye un modelo de argumentación digno de ser empleado en el campo de la filosofía jurídica y política. Joaqurn Garcfa-Huidobro C.