eL chatO - fondo ventura

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ven verás
AÑO 1
oaxaca
ejemplar
gratuito
gaceta miscelánea de oaxaca y universos paralelos / SEPT. 2015
el chato
\0
BLOQUEOS
DIVáN de
Lecturas
ÉPICA
CONTRACULTURAL
A
En Mundo verde mostraremos algunos consejos sobre el cuidado de la naturaleza, los animales y la conciencia cívica.
Gaceteando, una columna miscelánea que comente e informe
sobre las actividades culturales y sociales ocurridas o por ocurrir
en la ciudad y sus alrededores. El tono será jocoso, agudo y al
mismo tiempo divertido.
Mezcaleando. Los lectores enviarán su selfie y en un párrafo
la historia del mismo, y serán elegidas por el editor por la calidad
de la foto y la historia detrás de la misma. También podremos
encontrar fotos antiguas que muestren tanto a personajes como
escenarios de la ciudad. El pasado y el presente oaxaqueño enfrentados en un espacio visual de diálogo y reflexión con el tiempo. En esta ocasión el Negro Ibáñez propone su propio ejercicio.
En la contraportada de nuestra gaceta los invitamos a Épica
Contracultural, un día de festejo y encuentro entre creadores y
sus audiencias. No te lo puedes perder.
Ahí tiene, estimado lector, ¡venga a ver!
editorial
P
resentamos a ustedes, queridos lectores, el número cero
de la Gaceta Miscelánea de Oaxaca y Universos Paralelos Ven verás: una publicación que busca el diálogo con
la cultura y sociedad oaxaqueña de ayer, hoy y del futuro; una gaceta mensual que tiene como objetivo la divulgación de
los libros, la vida cultural, la conciencia ecológica y, sobre todo,
el ejercicio de lectura como un entretenimiento y un motor de
cambio social.
El título surge de una frase utilizada de manera coloquial en
Oaxaca, como cuando alguien quiere mostrarnos algo especial.
Eso queremos.
Contamos en este primer número con colaboraciones de
Fernando Lobo, Rodrigo Islas Brito, Alberto Ibáñez “El Negro”,
Karime Unda, Gustavo Cruz, Bibiana Camacho y J.M. Servín.
En A pie, columna ligera y variopinta, diferentes autores nos
brindarán algunas reflexiones sobre algún aspecto o suceso de la
ciudad desde el punto de vista cultural y social.
El Salón de la Fama, es un espacio para homenajear y
reconocer lugares o personajes emblemáticos de nuestra ciudad
o nuestro estado, siendo en esta ocasión Don Chato, de la cantina
El Salón de la Fama, nuestro personaje central.
En el Diván de lecturas y Butaca, contaremos con algunas
recomendaciones literarias y cinematográficas.
“El Chato”, Humberto Hernández Martínez. Foto: Alberto Ibáñez “El Negro”
El Consejo Editorial del Universo Paralelo.
editori a l
A
EL CHATO
L
a ciudad de Oaxaca va a extrañar
su adiós definitivo. En noviembre
de 2014 decidió jubilarse, pero
aburrido en su domicilio, decidió
regresar al oficio que lo volvió célebre.
Uno de los personajes más emblemáticos de esta ciudad está ahora mismo en El
Salón de la Fama, preparando y atendiendo
con ayuda de su aventajada discípula Gaby,
los que probablemente serán los últimos
tragos antes de su retiro irrevocable, luego
de su larga carrera de casi setenta años
como cantinero. Los últimos dieciocho, en
el bebedero de Porfirio Díaz y M. Bravo.
Mejor conocido como “El Chato”,
Humberto Hernández Martínez, de ochenta
y ocho años de edad, goza de buena salud
y conserva una memoria prodigiosa que
alimenta su largo anecdotario cantinero. Es,
en muchos sentidos, un cronista oral que
vierte a través de una bebida y un comenta-
negro del Chato en diferentes etapas de su
vida y oficio. En los demás muros, galería
fotográfica de celebridades de la “Época de
oro” del cine mexicano. Sin decirlo, el Chato se identifica con ellas, forma parte de la
época de oro de los cantineros mexicanos.
Un espejo de su legendaria biografía.
Conversar sin el agobio de rocolas o
televisores a todo volumen, hoy en día es
un privilegio en una cantina que se precie
de tradicional. Es lo que ofrece el Chato,
aparte de su atención personal rotulada en
la vetusta fachada de la cantina.
Tipos como yo, chilangos de cepa, aprecian esas bondades cada vez que atravieso
las puertas abatibles de El Salón de la
Fama desde aquella primera vez hace ya
unos diez años. Desde entonces, es mi lugar
preferido para sanar el alma y el cuerpo
de los excesos a los que me arrastra esta
ciudad y su trajín delirante. Esta cantina no
J. M. Servín
salón de
la fama
cias, confesiones, halagos, efusiones del
ego, lamentos y olvidos a conveniencia de
los parroquianos. A quienes llegan al Salón
con la brújula extraviada, indispuestos, les
aconseja: “sigue tu camino”.
Hace unos meses, en su domicilio, El
Chato llegó a la conclusión que se aburría,
algo le estaba haciendo falta: los ecos de
las conversaciones, recibir el saludo de su
clientela habitual, el claqueo del cubilete,
sentir la energía eufórica o introspectiva
de los parroquianos y preparar una Pantera
Rosa, el coctel que distingue a la casa con
jarabe, vodka y jugo de “pomelo”: toronja,
reconocimiento al patrón español que lo
inició en el oficio.
Por ahora ha regresado al Salón de la
Fama, no sabemos hasta cuándo, de 12 a 5
pm. En ese horario sigue siendo el rincón
apacible de los bebedores santos y de los
otros.
Mejor conocido como “El Chato”, Humberto Hernández
Martínez, de ochenta y ocho años de edad, goza de
buena salud y conserva una memoria prodigiosa que
alimenta su largo anecdotario cantinero.
rio oportuno, la memoria etílica y social de
la ciudad. El Chato es tan modesto como la
cantina que administra. No hay olores nauseabundos, basura en el piso ni borrachos
tirados sobre la mesa componiendo el reloj
de su tiempo arrebatado por la borrachera.
Moreno, delgado, pulcro, de atuendo sencillo, estatura media, canas bien
peinadas hacia atrás y fijas con brillantina,
a la vieja escuela, como todo el Chato y su
cantina apacible. Experto en cubilete: “ya
a nadie le interesa jugarlo, de pronto sale
alguien que quiere ver cómo muevo los
dados”. Habilidad de tahúr que aprendió
muy joven motivado por su primer patrón,
español, para jugar el popular “doble o
nada” para pagar o no la cuenta. Nunca
apostó más allá de unos cuantos tragos y
prácticamente se mantiene invicto. Arriba
del mostrador de bebidas, fotos en blanco y
es el cuchitril que alimenta mitos bohemios
ni reputaciones de literatos rudos. Escritores como yo no seríamos nada sin cantinas
como el Salón, todo lo que sé y me gusta
transcurre aquí, aunque no sea verdad. En
el Salón de la Fama no hay cocteles que
parecen dieta vegana ni parroquianos esclavizados a los horarios y la vida saludable.
Aquí nadie se compadece de sus miserias,
al contrario, brinda por ellas en perfecta
armonía sin jerarquías ni títulos nobiliarios.
Escritores y cronistas oaxaqueños como
Fernando Lobo y Ulises Torrentera han
escrito con agudeza de este personaje y su
centro de operaciones. Lo que escribo tiene
más qué ver con mi escuela de bebedor en
cantinas habitadas por curanderos expertos
del malestar físico y del alma. El Chato es
un clarividente y nos ofrece una bebida
reparadora mientras sobrelleva impertinen-
Cuando El Chato parte de regreso a
casa, acompañado de su mejor aprendiz,
Gaby, se lleva con él una parte de la historia
más amable de la ciudad, y uno nada más
se queda mirando al fondo de ese vaso
vacío, entre frescas paredes altas, hospitalarias, como si fuéramos fantasmas de nuestra
propia nostalgia.
La inflación es como el
pecado, cada gobierno
la denuncia y cada
gobierno la practica.
Georg Christoph
Lichtenberg
3
blo
queos
H
a pie
4
ace ya algunos años, caminando por la calle Morelos
me topé con un grupo de
ciudadanos que bloqueaban
el tránsito vehicular en el crucero con
Crespo. Habían amarrado cuerdas
delgadas a los postes, formando una
barrera simbólica y al mismo tiempo infranqueable, bloqueando el acceso vial
del Ayuntamiento. De las cuerdas colgaron unas cartulinas anaranjadas, como
en un tendedero donde escribieron sus
demandas, detalle que, por cierto, se
agradece. No siempre es fácil conocer
las causas específicas de un bloqueo.
Una de las cartulinas decía: “SÍ A LOS
ENTIERROS VESPERTINOS”. Y en
otra podía leerse: “LA COSTUMBRE
ES LEY”.
Los demandantes eran empleados
sindicalizados del gobierno, adscritos
al área de panteones. Por el contenido
de otras cartulinas comprendí que el
personal a cargo de los entierros realizados después de cierto horario, cobraba horas extras por ley. El municipio
canceló tales actividades, supongo, para
evitar el gasto. Puedo estar de acuerdo
con el derecho que tengan los muertos a
ser enterrados por las tardes. El argumento escrito en la cartulina me pareció
revelador: la costumbre es ley. De algún
modo, eso explica el modo de vivir en
esta ciudad.
Entre agosto y noviembre de 2006,
vecinos de las colonias colocaron ba-
rricadas que bloquearon totalmente la
circulación. Poco después, el gobierno
decidió levantar el asfalto por todo
el centro histórico, para efectuar las
remodelaciones que no hizo durante el
conflicto que provocó las barricadas. El
primer cuadro estuvo cerrado al tránsito unos meses más. Recuerdo que las
obras en Independencia terminaron a
principios de diciembre del 2007. Cuando se fueron los obreros, de inmediato
se instaló la feria que anualmente bloqueaba la calle, desde el parque Madero
hasta Crespo. Finalmente, un día retiraron toda esa infraestructura de juegos
mecánicos, molotes, buñuelos, juguetes
chinos, y al tipo que vende cobijas con
un micrófono pegado a las fosas nasales.
Fue realmente extraño escuchar el ruido
de los autos avanzando.
Cada verano, los estudiantes organizan sus fiestas de fin de año apegados
a una arraigada tradición oaxaqueña:
la calenda. Una calenda es básicamente
una fiesta que se realiza caminando en
la calle. La gente ocupa la vialidad con
banda de música, cohetería, marmotas
y, en el mejor de los casos, garrafas
de mezcal. La versión colegial de la
calenda incluye camiones patrocinados
por alguna cervecera trasnacional, y
cantidades industriales de alcohol barato. La juventud se dispone a ingresar
en el mundo laboral, bebiendo hasta la
inconciencia mientras camina y bloquea
el tráfico.
He visto 400 moto taxis, todos fabricados en India, invadir como un alud
las arterias aledañas al Ayuntamiento.
Por unas horas me sentí en Mumbai.
He visto a las organizaciones de
transportistas disputar sitios y concesiones mediante procedimientos estandarizados: se enfrentan a tubazos en alguna
avenida importante mientras los agentes
de tránsito bloquean el tráfico en los
alrededores. Los ganadores voltean los
vehículos del grupo derrotado.
He visto a los taxistas “encapsular” la ciudad. De aquí no salían ni los
perros.
He visto bloqueos organizados para
protestar por los bloqueos.
He visto, en fin, la imagen del Cristo
muerto, cubierta de rezos y estandartes
y copal y cirios, bloqueando la calle y
avanzando en solemne procesión hacia
el templo de La Soledad, patrona de la
ciudad, virgen de luto.
Tal vez por eso, cada vez que escucho a un político hablando de “movilidad”, o de “regular las protestas”,
tengo la impresión de que algo está por
derrumbarse estrepitosamente. Algo
grande, como el imperio romano o el
muro de Berlín.
Esta mañana vi siete helicópteros
de fuerzas federales sobrevolando la
ciudad. Abajo, la calle Independencia
estaba bloqueada.
Foto: Alberto Ibáñez “El Negro”
Fernando Lobo
diván de
lecturas
E
n Conjunto vacío novela de Verónica
Gerber Bicecci, recién publicado por Editorial Almadía, la madre de la protagonista se
esfuma, así tal cual. Un buen día desaparece
sin dejar rastro, pero no ha muerto y tampoco ha salido
del departamento; de hecho a veces se escucha su andar
en las habitaciones, cambia cosas de lugar, las tira.
Sin embargo ella no está ahí. Verónica y su hermano
menor han quedado con un vacío inexplicable, inasible
y misterioso; pero es Verónica quien tiene que lidiar
con la situación, pues ha vuelto a casa, luego de una
ruptura amorosa. En esta novela no sólo las palabras,
sino su acomodo, el juego de las mismas, los dibujos, las
líneas, las páginas blancas; todo transmite una emoción.
Conforme se desarrolla la trama, nos damos cuenta que
Verónica se ha quedado sin conjunto al cual pertenecer
o más bien se ha convertido en un conjunto vacío, carente de elementos; y por lo tanto sin personalidad definida.
Después los elementos llegarán poco a poco a la vida de
Verónica, incluso su madre; lo cual estará representado
con líneas y figuras; como cualquier conjunto.
¿Para qué sirve hoy en día un periódico impreso con
tanta información en Internet? Umberto Eco en su recién
publicada novela Número cero de editorial Lumen, propone la historia de un periódico que jamás será leído por
el público; su propósito consiste en extorsionar y chantajear a los poderes establecidos. La labor de los pocos
periodistas contratados será crear contenidos intimidatorios, sacar trapitos al sol, anticiparse a los eventos; todo
con muy mala leche. Todo se complica cuando asesinan al
reportero Braggadoccio (algo así como “valientote”) quien
investigaba la historia de Italia y descubrió que Mussolini
no murió y que todo estaba concatenado hasta el presente
para permitir la corrupción. El periódico desaparece. El
protagonista, Colonna, un cincuentón fracasado que se
enamora de Maia, otra periodista involucrada en Número cero; huye desesperado sólo para descubrir que las
noticias ya no importan y que la historia demuestra una
vez más que pase lo que pase, no pasa nada.
Pocas escritoras como Patricia Highsmith logran
crear un suspenso tan agobiante en sus novelas. En A
pleno sol, publicado por Anagrama, bajo el sello de
Bolsillo, Tom Ripley un buscavidas sin oficio ni beneficio, que se dedica a estafar gente sin mayores éxitos, se
topa con el multimillonario Herbert Greenleaf. Debido a
una confusión, Herbert cree que Tom es amigo íntimo de
su hijo Dickie, quien se niega a hacerse cargo del negocio familiar y prefiere dedicarse al arte. Tom aprovecha
la confusión y acepta un viaje a Italia con todo pagado
para tratar de convencer al rebelde hijo de que regrese
a casa y se haga cargo de los negocios familiares. Al
principio Tom trata de convencer a Dickie, pero después
se da cuenta que prefiere vivir como rico que como un
simple estafador. Ahí inicia una serie de acontecimientos maquiavélicos, mediante los cuales Tom se hará
con la personalidad de su supuesto amigo. Suspenso
garantizado.
con
junto
vacío
La vida es muy
peligrosa. No por
las personas que
hacen el mal, sino
por las que se
sientan a ver lo
que pasa.
Albert Einstein
5
GACETEANDO
las
ex
pos
y el
faquir
Rodrigo Islas Brito
Viniles
La Expo Vinylo 2015 pasó dos días por Oaxaca
y con sus charlas, talleres y DJs, comprobó que
puede que ésta sea una ciudad de caos, pero
que también es un lugar al que le sobra vida.
Diferentes en edades, orígenes, vestimentas,
pero iguales en su amor por la buena música
cientos de aficionados al sonido etéreo del vinyl
pasaron por el Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO) para comprar, intercambiar y subastar elepés que iban desde la oscuridad de un
King Crimson hasta las proyecciones operísticas
del más extraño Soda Stereo.
Un grupo de estudiantes de prepa se apareció el día de la inauguración para mirar en
acción un formato que tal vez ya no les tocó ni a
sus padres, al mismo tiempo que el director del
MUPO era recibido con un “¡por fin hay artistas
en este sitio!”.
La razón, el actor estrella de TV Azteca,
Víctor González, daba un recorrido por la
expo acompañado por un perro Hampshire con
gesto de trágame tierra, seguidos a su vez por
un crew chilango de grabación que registraba
un recorrido en el que el actor tomaba viniles
hablando de ellos con seguridad de un actor de
telenovelas, mientras su anfitrión se esforzaba
por encajar en un guión que nunca le presentaron.
A su alrededor compradores los miraban
de reojo mientras un grupo de empleadas del
Museo hacían cola para tomarse una foto con el
galanazo e ídolo de las comedias, cosa que al
final pasó frente al gesto del Hampshire quien
tuvo que hacerle la competencia a González al
momento de ver quién se retrataba más galán
para el recuerdo.
González estaba ahí como parte de las
futuras cápsulas publicitarias de la Secretaría
de Turismo y Desarrollo Económico, simulando
interés por una expresión cultural entre una
audiencia genuinamente interesada en ella.
6
Toro Goya y el México negro
Anécdota ideal de simulación para uno de los
Pedimentos que forman parte de una de las
propuestas de exhibición más interesantes que
actualmente se pueden encontrar en la ciudad
de Oaxaca, la de Milagreros, la exposición
del mexicano-chileno Mauricio Toro Goya
que se muestra en unos de las primeras salas
del Museo de Arte Contemporáneo (MACO)
Goya revisita en Milagreros aquellos
cuadros de representación que tuvieron su
auge en la primera mitad del siglo pasado,
que eran llevados a las iglesias y donde
alguien daba las gracias por no haber muerto
cuando su compadre lo cachó con la comadre,
o por haber librado un asalto, una golpiza o
una apendicitis.
Y lo hace mediante composiciones visuales rebosantes de una negra inventiva que
se cuela en el inframundo de un país, de un
planeta, que ya pernocta en él.
Ayotzinapa y otras matanzas oficiales,
políticos corruptos, revoluciones trans,
estudios de masculinidad y falso sometimiento, suicidios con cables de luz, encargos a
virgencitas retemilagrosas a las que también
se las termina madreando.
Goya Toro le aplica a sus pedimentos un
humor negro que se agazapa en su esperanza
de algo más. Un canto nihilista sobre gente
que ya no tiene nada que cantar.
Con cuadros donde muxes oxigenados
perviven con mujeres desnudas echando
tiros, con Cristos cristaleados por madrizas
oficiales que nunca existieron, con Zapatas
que quedaron buenos para el retrato oficial
pero truncos para la verdad actual.
Con chavas y chavos que pueden tener
una ilusión en el futuro si no fuera porque
este no existe y lo único que se les ofrece
es un presente caníbal y convulso en donde
ellos son las primeras monedas de cambio y los
voluntarios a fuerzas para fungir como mondadientes de paladares asesinos.
Donde maridos payasos se vuelven más
payasos cuando se enteran que sus esposas les
pintaron un cuerno y huyeron con el vecino,
abandonándose a la tersura de uno cables que
han de usar como corbata mientras sus hijos los
observan ceremoniosos haciendo un cálculo de
resistencia.
Con quinceañera en pleno coito en una
fiesta donde no se celebra nada pero en la
que todo explota al ritmo del acordeón, de
los brindis, de la rocola, de los muertos, de la
sangre de un país que ha abierto la llave y no
la va a cerrar.
Huelga de hambre light
Como subsistió el supuesto pintor Markoa en
una supuesta huelga de hambre que duro más
de mes y medio, y de la que literalmente salió
caminando, juzgando que su lucha por la recolección de firmas por la no construcción del
Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca
(CCCO) en el Cerro del Fortín, no era para
arriesgar la vida.
Aunque al final pocos fueron los que realmente creyeron que alguna vez la vida del hoy
célebre faquir estuviera en peligro. Con sus
desapariciones a la hora de la comida, con los
muchos antecedentes de que noventa días sin
comer no son un asunto del que al final todavía
te puedas mantener en pie.
Markoa fue un factor más de armonización dentro de una realidad conceptualmente
absurda, como la es la de esta ciudad y este
estado. Realidad en el que la verdad siempre
es un supuesto y el humor involuntario es el
gran condimento de una ensalada de verdaderos locos.
Foto: Ka
mundo
verde
Tierra
Ka
ERES
H
oy en día los términos verdes como cambio climático,
sobrepoblación, extinción
de especies, productos
orgánicos, crueldad animal, etcétera, son
comunes en charlas familiares o en la
televisión. Sin embargo habría que ser más
reflexivos y congruentes en relación a estos
temas. Es necesario que como sociedad
nos involucremos de manera más comprometida en los temas ambientales, que no
sólo ayudarán a recuperar el equilibrio de
los ecosistemas, sino que nos brindarán beneficios tangibles de bienestar en nuestras
comunidades.
Pensemos en el consumo excesivo de
productos que nos brindan comodidades
que creemos vitales para nuestra existencia, así como de conductas y acciones que
pueden ser fácilmente reemplazables por
otras más sencillas, que logran hacer una
gran diferencia.
La tecnología nos ha brindado grandes
beneficios, facilitándonos el trabajo, disminuyendo tiempos, proporcionándonos salud
y comodidad. Por otro lado, la tecnología
contribuye al deterioro al medio ambiente,
por ejemplo, extracción inmoderada de recursos naturales, contaminación del suelo,
agua, aire y daño a seres vivos.
Para contribuir a mejorar las condiciones ambientales, no es necesario ser
biólogo o ecólogo, tampoco jipi o abrazaárboles, es cuestión de que creemos consciencia de nuestro ser y estar como parte
del conjunto que llamamos Planeta Tierra,
haciendo a un lado el egoísmo. Recordemos: tierra eres, y a la tierra volverás.
Qué tal si:
-Al bañarte, colocas una cubeta mientras el agua se calienta. El agua colectada,
úsala para jalar el inodoro, para hacer
limpieza en casa o para llenar la lavadora.
-Compras productos locales, tratando
que sean orgánicos y de comercio justo.
Así, apoyas a la economía local y se disminuyen las emisiones al aire que el transporte de las mismas originan. Lleva una
bolsa o mochila para colocar tus productos.
-Separas los residuos sólidos en materia orgánica, envases de tretrapack, vidrio,
latas de aluminio, papel y cartón. Actualmente es fácil contactar empresas que
compran materiales para reciclar, así como
también encontrar diversas maneras de
reúso de dichos materiales para tu hogar.
El separar los residuos, ayuda a generar
consciencia de la cantidad de material
innecesario que se produce y consume.
diario.
-Optas por prácticas sencillas como el
uso de lombricomposta o composta para tus
jardines y plantas. Así podrás disponer de
la materia orgánica que generas, evitando
líquidos contaminantes que se originan al
mezclarse con materia inorgánica.
-Evitas el uso excesivo del automóvil,
usando más el transporte público, la bicicleta, o simplemente camina.
-Disminuyes el consumo de productos
derivados de animales, en la actualidad
existen muchas alternativas en cuestión de
alimentos y productos sin origen animal.
¿Haz adoptado en tu rutina diaria una,
dos o todas estas prácticas? Si no lo has
hecho ¿qué estás esperando?
Contacto: kaventurosa@gmail.com
Centros de acopio:
https://oaxacarecicla.wordpress.com/acopio/
Soluciones reciclables de Oaxaca:
solrec.oax@gmail.com
Toda cruda es
un colofón
J.M. Servín
7
viento
aparte
Gustavo Cruz
A
E
n México sólo los gobernantes están
dispuestos a negar la violenta realidad
en la que está sumido el país. Eso nadie lo pone en duda. Intentando hacer
frente a este intento de olvido oficial, la comunidad cultural (en un esfuerzo paralelo al de
los periodistas más comprometidos) ha asumido
como suya la tarea de hacer visible el desmoronamiento del aparato de seguridad estatal, o
su alarmante descomposición. El cine no se ha
desentendido de este proyecto.
Viento Aparte, de Alejandro Gerber
Bicecci, da la impresión de querer ser la obra
cinematográfica definitiva en la denuncia del
carácter cotidiano que la muerte ha adquirido
a lo ancho del territorio mexicano. La película
busca ofrecer un retrato crudo y totalizador del
estado general de las cosas. Y para lograrlo,
elige el recurrente formato del roadtrip, para
abarcar con esto el norte, el sur y el centro del
país. Sin embargo, desde el planteamiento del
viaje que detona la historia, la fidelidad que
la cinta quiere tener con respecto al tema que
trabaja la hace caer en una especie de realismo
inverosímil, que opaca por completo la validez
de su esfuerzo.
Quizás por querer hacer crítica sobre la
aparente miopía que la clase media capitalina
tiene con respecto a la violencia imperante
en provincia, o quizás por motivos personales
(como la dedicatoria final de la película sugiere),
Gerber hace protagonistas de su travesía a un
par de hermanos pubertos. Esto tiene consecuencias. Los niños viajan de Oaxaca a Chihuahua sin compañía adulta por una crisis familiar
ocurrida en medio de unas vacaciones en la
playa. En matanza de campesinos, un prostíbulo a orillas de la carretera, la intransigencia
militar y una narcoejecución. Milagrosamente,
los hermanos salen ilesos del peligro gracias a
soluciones casuales, que entran en rampante
contradicción con el planteamiento general de la
película: en este país no hay ley, mucho menos
milagros. Estéticamente, la primera secuencia
está manipulada por un filtro de postproducción
que da una sensación onírica a la imagen. Con
el tiempo, vemos que este recurso es utilizado
como flashblacks, que representan momentos de
las vacaciones familiares interrumpidas por la
crisis, y que son intercalados a lo largo de toda
la película. Esta estrategia es bastante torpe y
no es mas que un lugar común que intenta dar la
impresión de experimentación visual. Gerber Bicecci pasa por alto que estos recursos digitales
son de la más reducida vigencia, la velocidad de
los avances tecnológicos los vuelven obsoletos
en un abrir y cerrar de ojos.
En cuanto al resto de la cinta, no ofrece
ninguna apuesta narrativa de consideración, el
estilo busca ser de lo mas clásico. Esto no tiene
por que ser una falta per se; intentemos huir
del esnobismo. Pero elegir estas estrategias es
contraproducente cuando hay una puesta en
escena como la de Viento aparte. Por ejemplo,
es evidente que los protagonistas no son actores
profesionales, y nada de malo hay en ello. El
problema es seguir el canon y recurrir al closeup en los momentos de mayor carga dramática; el encuadre cerrado hace violentamente
evidentes las carencias de la interpretación.
Fallas como esta son la constante en la película,
que no logra dar soluciones cinematográficas a
situaciones complejas de la trama, cayendo así
en el simple melodrama.
No es una tarea fácil hacer frente a la realidad social de este país, y tampoco lo es encontrar una forma de representar dicha realidad en
cualquier expresión artística. Se agradecen los
esfuerzos, pero seguimos en espera de una cinta
que cumpla con esta dolorosa tarea de manera
estéticamente eficiente.
BUTACA
9
Consejo de redacción: Guillermo Quijas, Vania Reséndiz, Bibiana Camacho, J. M. Servín, Alberto Ibáñez “El Negro” y Andrea León
Arte y diseño: Taller de Alejandro Magallanes / Fotografía: Alberto Ibáñez “El Negro” / Maquetación: Daniela F. Belmonte
Colaboradores: J. M. Servín, Fernando Lobo, Bibiana Camacho, Rodrigo Islas Brito, Gustavo Cruz, Ka, Darío Castillejos
Encuentro la
televisión muy
educativa. Cada
que alguien
la enciende,
me voy a otra
habitación con
un libro.
Groucho Marx
Foto: Alberto Ibáñez “El Negro”
mezcaleando
Payaso mezcalero en la
cantina Garibaldi por las
calles de Colón.
“Soy un triste payaso”
Oaxaca 2014.
Este es tu espacio,
te invitamos a enviar tu
selfie o tu fotografía antigua
con una breve descripción,
al correo:
venveras@fondoventura.com
El verdadero amor es como los
espíritus: todos hablan de ellos,
pero pocos lo han visto.
François de la Rochefoucauld
11
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